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La civilización occidental (o cristiana occidental) y la civilización musulmana han

sido históricamente mostradas como bloques antagónicos y enfrentados, sobre


todo para las posturas políticas más conservadoras pero también a otro niveles.
Dicha cosmovisión está volviendo a ser espolvoreada estos días a través de las
ideologías más reaccionarías, las cuales se apoyan en los acontecimientos
recientes protagonizados por los Talibán y la toma del poder político en Afganistán
para generalizar, desinformar o incluso estigmatizar a la totalidad de la comunidad
musulmana mundial, extendiendo el fundamentalismo islámico, una forma
ortodoxa y extremista de entender los preceptos de la religión musulmana, a toda
una sociedad y una cultura que en absoluto tiene por qué compartir esos valores,
del mismo modo que las sociedades occidentales no comparten el
ultracatolicismo.

“Fundamentalista” es una palabra que sale a relucir en episodios como


la masacre en el periódico satírico Charlie Hebdo en 2015. También, cuando son
asesinados fieles en mezquitas o es agredido personal médico que trabaja en
clínicas donde se practican abortos. En países como Colombia, es una palabra
que se repite cada vez que líderes religiosos o políticos conservadores emprenden
acciones contra los derechos de las mujeres o de las personas.

En distintos momentos de la historia han existido opositores a los progresos de su


época, pero el fundamentalismo como movimiento del siglo XX es en esencia una
reacción contra la cultura laica y científica. “A finales de los años setenta, los
fundamentalistas comenzaron a rebelarse contra lo que percibían como una
hegemonía laicista y empezaron a intentar devolverle a la religión su
protagonismo”

Los fundamentalismos son formas defensivas de la espiritualidad que surgen al


aparecer ciertas prácticas, avances y políticas percibidas como opuestas o
enemigas de sus creencias. “Lo viven como una guerra entre las fuerzas del bien
y del mal”.
Por esto, al fundamentalismo no le interesan la democracia, el pluralismo, la paz,
la libertad de expresión o la separación entre iglesia y Estado. Los
fundamentalistas cristianos rechazan los descubrimientos de la biología y la física
acerca de los orígenes de la vida e insisten en que cada uno de los detalles del
Génesis es científicamente correcto. 
El fundamentalismo protestante basa sus enseñanzas en la doctrina básica de la
biblia.
Qué se entiende por fundamental:
Viene de la palabra fundamental que se refiere a lo que sirve de fundamento o es
básico para algo. Se relaciona con Ismo que significa doctrina.
En este sentido, el fundamentalismo ha estado históricamente asociado a
corrientes ideológicas o religiosas que imponen el absoluto acatamiento de sus
preceptos, establecidos en los libros sagrados o fundacionales, y que no admiten
ningún tipo de réplica o interpretación contextual o actualizada de su doctrina
Son los fundamentalista también fanáticos?
Si en muchos casos pueden fanáticos por su militancia comprometida y también
suelen ser dogmáticos por intransigencia.  Se conoce de fanáticos
fundamentalistas que llegan a ser extremistas debido a las consecuencias
catastróficas que pueden acarrear las posturas irreflexivas, inflexibles e
intransigentes de los grupos fundamentalistas, que son capaces de llegar a
cometer actos atroces de terrorismo para imponer su doctrina.

 El fundamentalismo es un fenómeno mundial que surge en varias sociedades con


diferentes antecedentes culturales y experiencias de modernidad. La comprensión
original del fundamentalismo, sin embargo, tomó forma en un contexto protestante
en nuestro continente.
Un contexto que inicialmente informó las nociones populares y académicas del
mismo y a veces condujo a interpretaciones muy simplistas. Por esta razón, entre
otros, los críticos han cuestionado la viabilidad del fundamentalismo como una
categoría religiosa universal, especialmente cuando se aplica a las sociedades no
occidentales.

COMENTARIO
En lo personal me parece ver que los fundamentalismos, de los distintos tipos, en
los distintos órdenes, son el gran problema de nuestro tiempo. Y, especialmente
problemático, no sólo porque hablan dogmáticamente y no tienen preguntas, con
lo que todo diálogo es difícil, si no imposible, sino, también, porque no hablamos el
mismo idioma, e insisto es complicado enfrentar el tema

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