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Sociología de la

sexualidad

Raquel Osborne
195 Óscar Guasch (comps.)
Ken Plummer
Judith Stacey
Timothy Biblarz
José Antonio Nieto
Begoña Pernas
Juan Andrés Ligero
Adriana Gómez
Dolores Juliano
Kerman Calvo
Esther Núñez

CIS
Centro de Investigaciones Sociológicas
e
SIGLO VEINTIUNO
DE ESPAliiA EDITORES
~ .UJJG ~ 2.oos ÍNDICE

, S1
S63
]h'-0 3

Y PRÓLOGO, Raquel Osborne y Óscar Guasch ............................................ VII

l. AVANCES EN SOCIOLOGÍA DE LA SEXUALIDAD. Óscar


Guasch y Raquel Osborne.. ...................... ............ ............................. l

.,... 2. LA CUADRATURA DE LA CIUDADANÍA ÍNTIMA. ALGU-


NAS PROPUESTAS PRELIMINARES. Ken Plummer ................ . 25
COLECCIÓN «MONOGRAFíAS», NÚM. 195
3. ¿IMPORTA LA ORIENTACIÓN SEXUAL DE LOS PROGE-
NITORES? (Y SI ES ASÍ, ¿CÓMO?). Judith Stacey y Timothy
J. Biblarz ... ..... ..... ........ .......... ..... ... ................. ..... ... .. ..... .. ... .. .............. 51

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducció_? .total o pa~- ..).__4_ SOBRE DIVERSIDAD SEXUAL: DE ROMOS, HETEROS,
cial de esta obra por cualquier procedimiento (ya sea graf1co, ele_ctro- TRANSS, QUEER. José Antonio Nieto............................................ 99
nico, óptico, químico, mecánico, fotocopia, etc.) y ?l_almacenam1ent?
0 transmisión de sus contenidos en soportes magnet1cos,_ sonoros, vi- 5. MÁS ALLÁ DE UNA ANOMALÍA: EL ACOSO SEXUAL EN
suales O de cualquier otro tipo sin permiso expreso del editor. LA ENCRUCIJADA ENTRE SEXUALIDAD Y TRABAJO. Be-
goña Pernas y Juan Andrés Ligero..................................................... 126

Primera edición, septiembre de 2003 6. LA FEMINIZACIÓN DE UNA PANDEMIA: EL VIH/SIDA Y


© CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOLÓGICAS SUS IMPLICACIONES DE GÉNERO. Adriana Gómez .............. 159
Montalbán, 8. 28014 Madrid
7. PROSTITUCIÓN: EL MODELO DE CONTROL SEXUAL
En coedición con
FEMENINO A PARTIR DE SUS LÍMITES. Dolores Juliano....... 178
© SIGLO XXI DE ESPAÑA EDITORES, S. A.
Príncipe de Vergara, 78. 28006 Madrid 8. DISIDENCIA SEXUAL Y DIFERENCIA: EL MOVIMIENTO
DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY DE LESBIANAS Y GAYS EN ESPAÑA EN PERSPECTIVA
Impreso y hecho en España COMPARADA. Kerman Calvo........................................................ 198
Printed and made in Spain
NIPO: 004-03-001-9 9. LA TRANSEXUALIDAD EN EL SISTEMA DE GÉNEROS
ISBN: 84-7476-345-2 CONTEMPORÁNEO: DEL PROBLEMA DE GÉNERO A LA
Depósito legal: M. 35.737-2003 SOLUCIÓN DEL MERCADO. Esther Núñez............................... 224
Fotocomposición e impresión: EFCA, S. A.
Parque Industrial (<Las Monjas». LOS AUTORES ........................................................................................... 236
28850 Torrejón de Ardoz (Madnd)
XX Raquel Osborne y Óscar Guasch l. AVANCES EN SOCIOLOGÍA DE LA SEXUALIDAD

Peixoto Caldas,José María (2001): La enfermedad del siglo. Análisis compara-


tivo del proceso de reconstrucción de la identidad social en personas con ÓSCAR GUASCH Y RAQUEL OSB0RNE
sida, Tesis de Doctorado, Barcelona: Universidad de Barcelona.
Pernas, Begoña; Román, Marta; Olza, Josefina y Naredo, María (2000): La
dignidad quebrada. Las raíces del acoso sexual en el trabajo, Madrid: La
Catarata.
Pheterson, Gail (comp.) (1991): Nosotras, las putas, Madrid: Talasa.
- (2000): El prisma de la prostitución, Madrid: Talasa.
Pons, Ignasi (1991): La.cara oculta de la luna, Tesis de Doctorado, Barcelona:
Universidad de Barcelona. INTRODUCCIÓN
Puleo, Alicia (1992): Dialéctica de la sexualidad (Género y sexo en la /iloso/ia
contemporánea), Madrid: Cátedra, Colección Feminismos. La sexualidad es el cruce de la naturaleza con la estructura social. La
Rodríguez,Josep A. (1987): "Una enfermedad sin nombre", Salud y Sociedad, sexualidad es un producto social. La expresión sexualidad humana es
Madrid: Tecnos. redundante ya que no es presocial ni está determinada por imperati-
Roigé, Xavier (ed.) (1996): Sexualitat, historia i antropologia, Lleida: Estudi vos biológicos sino que responde a condicionamientos sociales. La se-
General. xualidad va mucho más allá de la reproducción, ya que se ocupa tanto
Romaní, Oriol (1991): "Sida y drogas. De la sobreestigmatización a la racio-
de gestionar la demografía de los grupos humanos como de mantener
nalización del problema", fano, 942: 63-74.
Sáiz, Amelia (1991): "Imágenes en torno al sida y su contagio en la prostitu-
el orden social que los sostiene. La esfera de la reproducción es sólo
ción callejera",Jano, 942: 89-94. una de las múltiples manifestaciones de la sexualidad.
Segarra, Marta y Carabí, Angels (2000): Nuevas masculinidades, Barcelona: Como consecuencia del proceso de medicalización de la sociedad
Icaria. iniciado hace dos siglos, la reproducción ha sido el elemento central
Tiefer, Leonore (1996): El sexo no es un acto natural y otros ensayos, Madrid: para construir discursos sobre sexualidad humana. Esto sucede por-
Talasa. que las Ciencias de la Salud y de la Conducta recogen la tradición del
Torns, Teresa; Borras, Vícent y Romero, Alfonso (1999): ('El acoso sexual en cristianismo paulino que proscribe cualquier práctica sexual que pon-
el mundo laboral: Un indicador patriarcal", Sociología del Trabajo, nueva ga en cuestión el plan divino de "creced y multiplicaos" 1. De este
época, núm. 36: 57-77. modo, el coitocentrismo reproductor se instituye y legitima como fin
Toro, Josep (1996): El cuerpo como delito. Anorexia, bulimia, cultura y socie-
último de la sexualidad. Esto último es discutido desde los años sesen-
dad, Barcelona: Ariel.
Vanee, Carole S. (comp.) (1989): Placer y peligro. Explorando la sexualidad fe- ta del siglo pasado en un proceso en el que la sexualidad se construye
menina, Madrid: Talasa. mediante pautas sociales y culturales cada vez más distantes de cues-
Vendrell, Joan (1999): Pasiones ocultas. De cómo nos convertimos en sujetos tiones relativas a la reproducción: la relación entre ambos asuntos es
sexuales, Barcelona: Aríel. cada vez más indirecta. Las modernas tecnologías anticonceptivas po-
Vigarello, Georges (1999): Historia de la violación (Siglos XVI-XX), Madrid: sibilitan de manera eficaz la separación entre sexualidad y reproduc-
Cátedra, Colección Feminismos. ción, hasta el punto de que tal condición deviene central en todas las
Villaamil, Fernando (2001): Homosexualidad y sida, Tesis de Doctorado, Ma- sociedades del capitalismo avanzado. Por otro lado, las tecnologías de
drid: Universidad Complutense. reproducción asistida permiten que la reproducción de las especies
Viñuales, Olga (1999): Identidades lésbicas, Barcelona: Editorial Bellaterra.
- (2002): Lesbo/obia, Barcelona: Editorial Bellaterra.
Walkowitz, Judith (1995): La ciudad de las pasiones terribles (Narraciones so- 1 Hay corrientes cristíanas que predican prácticas sexuales no reproductivas como
bre peligro sexual en el Londres vícton'ano)) Madrid: Cátedra, Colección núcleo de su doctrina, Un eíemplo son los cátaros de la herejía albigense, quienes, para
Feminismos. evitar la propagación del pecado original sobre la tierra, defendían la práctica de rela-
Weeks, J effrey (1993): El malestar de la sexualidad: significados, mitos y sexua- ciones sexuales no reproductivas. Por esa razón se les acusó de sodomitas y se organizó
lidades modernas, Madrid: Talasa. una cruzada contra ellos.
Avances en sociología de la sexualidad 3
2 Óscar Guasch y Raquel Osborne
criminar el acceso y la distribución de los recursos tanto económicos
(incluida la humana) ya no dependa de las relaciones sexuales. No como simbólicos.
obstante, también hay muchas sociedades simples y preindustriales En el ámbito de la sexualidad también existe el deseo. Se trata del
que dedican recursos y energía para disociar sexo y reproducción. deseo erótico, un producto mediado por la cultura, que ~aria en dis-
En realidad, la mayoría de las prácticas sexuales humanas no tie- tintas sociedades, y que con los datos históricos y etnograficos dispo-
nen como objetivo la descendencia (ni siquiera cuando se realizan en 3
nibles parece universal -lo cual no qmere decir presocial--:- . El de-
pareja). Y es que la especie humana no responde de manera inmediata seo erótico está en todas partes pese a que no se desea lo mism~ Il1 se
al imperativo biológico de la reproducción genética. Al contrario, desea de igual modo 4 • Con frecuencia el debate entre esenciahstas Y
existe un amplio sistema normativo que regula cuándo, cómo, dónde, nominalistas se centra en el origen de dicho deseo. Se trarn de u1_1 falso
con quién (o con quiénes) y de qué forma la reproducción tiene lugar problema. La Sociología no se ocupa de las causas del mismo smo de
(o no). En el caso de los seres humanos, la naturaleza condiciona la la forma en que las sociedades lo reconstruyen y transforman. La exis-
conducta pero no la determina. En tanto que seres históricos, las per- tencia (o no) de capacidades presociales de orden_umv~rsal quep~r-
sonas hacemos una lectura social de las sugerencias genéticas, las fil- mitan el deseo erótico es irrelevante para la mvestigac10n soc10logica
tramos y llegamos a suprimirlas 2• porque, sea cual sea su origen, el deseo _erótico está siempre sometido
Para entender la centralidad de las variables sociales sobre sexua- a algún tipo de norma. En consecuencia,_ es posible defmir la _sexua-
lidad es preciso analizar de qué modo las sociedades gestionan el de- lidad como la estrategia social que permite controlarlo. Gracias a la
seo. El deseo tiene que ver con la necesidad, pero se funda, sobre sexualidad la cultura modela el deseo erótico y lo gest1ona al mismo
todo, en el placer. Por eso el deseo escapa a la lógica y a la razón. tiempo. .
Nuestra sociedad es uua sociedad consumista porque está construida La sexualidad es universal y es conservadora. Es umversal porque
sobre el deseo y su satisfacción priorizando el placer por encima de la en todas las sociedades de todos los tiempos hay normas (explícitas o
necesidad. El deseo (gastronómico, emocional o afectivo) es un pro- no) para gestionar el deseo erótico. Como a~irma Ken Plummer
ducto histórico. La estructura social y la cultura generan el deseo, lo (1991), el libertinaje erótico y sexual son el sueno del anarquista Y la
moldean y le dan una expresión que es antes colectiva que individual pesadilla del reformador moral, respectivamente, pero no llenen tra-
(en una misma sociedad las personas tienen deseos semejantes). Desear ducción real. Por otra parte, la sexualidad es conservadora porque se
sin medida (persiguiendo el placer que conlleva su logro) pone en si- ocupa de reproducir el orden social vigente. En la_1;1edida en que el
tuación de riesgo la organización social de los grupos humanos. El de- deseo erótico vulnera el orden establecido y posibilita relaciones so-
seo genera un conflicto de intereses entre las personas y la sociedad, y ciales interétnicas, intrasexos o interclasistas, la sexualidad es conser-
por ello siempre está sometido a algún tipo de normativa que indica vadora porque indica las condiciones y la manera en que tales rdac10-
(mediante premios y sanciones) los procedimientos de su satisfacción. nes pueden existir socialmente sin que el orden social ~ea cuesnonado
Ése es, al fin y al cabo, uno de los sentidos de la estructura social: <lis- por ellas. Así pues, es simplista pen_sar que la sexualidad se limita a
prohibir la satisfacción del deseo erollco; al contrano, lo que hace es
2 El caso de la alimentación es un buen ejemplo al respecto. Pese a que exíste la im-

posición biológica de la alimentación, la especie humana practica el ayuno. El ayuno ~s > Tanto Sigmund Freud,_con su hipó~esis del parric~dio.pr~mitivo, como,Clau.de
una -conducta antinatural (como lo son todos los comportamientos humanos) y, sm Léví-Strauss y su Teoría de la Alianza defmen l_a exogamta que 1i_npon~ el tabu del in-
embargo, es una práctica social y religiosa recurrente. Hay personas que ayunan como cesto como un universal. Sin embargo, no esta da.ro que tal umversahdad ~enga 9-ue
estrategia de denuncia política, que incluso son capaces de dejarse morir suprimiendo ver con la naturaleza humana sino más bien con la necesidad de crear la sociedad ms-
cualquier clase de ingesta. De igual modo la agresividad (que en los saberes populares taurando la que sería primera norma social. . . ,
y médicos se relaciona con altos niveles de testosterona) debe explicarse en términos 4 Los estándares eróticos cambian en las d1stmtas culturas- Y epocas, y l~s-. expre-
sociales·. Tanto la agresividad como su manifestación social más común (la violencia) siones artísticas dan cuenta de ello. En unos casos, se erotizan venus preh1stoncas ro•
están sometidas a normas que las regulan, en unos casos para fomentarlas (bandas fas- bostas y gordas; en otros, se erotízan mujeres anoréxicas, o efebos en vez de donce-
cistas y contextos militares y deportivos) y en otros para suprimirlas (colectivos pacifis- llas.
tas, feministas y gays).
Óscar Guasch y Raquel Osborne 5
4 Avances en sociología de la sexualídad

indicar las formas de alcanzarlo 5 • Es preciso redefinir el concepto de sión social de la sexualidad a través del matrimonio (desarrollado por
sexualidad en perspectiva sociológica y entenderlo como un instru- la Sociología de la Familia y por la Demografía) y del e~tudio de_ las re-
mento conceptual que permite marcar un campo de análisis para la laciones de género (de las que ya se ocupa la Sociologia del Genero).
teoría y la investigación social. Finalmente, la Sociología de la Sexualidad también comparte algunos
de los temas de los que se ocupa la Sociología del Cuerpo.
La definición concreta del objeto de estudio de la Sociología de la
Sexualidad topa con el inconveniente de que la sexualidad está en to-
LA SEXUALIDAD COMO OBJETO DE ESTUDIO SOCIOLÓGICO das partes y en todos los tiempos. La sexualidad es transversal y se en-
cuentra en la división social del trabajo, en el parentesco, en el lengua-
Para entender el proceso de definición de la sexualidad como objeto je, en el ritual, etc. La omnipresencia de la sexualidad dificulta su
de estudio sociológico puede tomarse como referente la forma en que definición como objeto de estudio sociológico._ Y es que, pese a qu': _el
la Sociología pasa a ocuparse de la salud y de la enfermedad. Sexua- interés de la Sociología por la sexualidad ha sido con:tante, tambien
lidad y salud son campos de estudio que, durante mucho tiempo, se ha sido indirecto y rara vez ha sido central 6 • Lo que si podemos afir-
consideraron ajenos al quehacer sociológico. La definición de la Medi- mar acerca del objeto de estudio de la Sociología de la Sexualidad es
cina como una Ciencia Social a lo largo del siglo XIX (Comelles, 1993) que incluye el sexo en tanto que actividad social. La Sociología d': la
motivó que la recién nacida Sociología percibiera a los salubristas y a Sexualidad se ocupa de definir qué es sexo y qué no lo es, descnbe
los higienistas del momento como especialistas idóneos que ya se ocu- qué espacios y qué tiempos tiene adjudicados, qué actores lo_e¡ecutan
paban del conocimiento social en el ámbito de la salud. Esta situación y cuáles no, de qué modo lo hacen y las razones y consecuencias socia-
se prolonga de manera casi inalterable hasta la década de los sesenta les de todo ello.
del siglo XX. Sólo a partir de entonces la salud se convierte en los países El sexo, repetimos, es una actividad social. Tiene normas de corte-
anglosajones (y desde los años setenta en todo el mundo) en legítimo sía y de etiqueta. Se le prescriben y proscriben espac10s, tiempos, ac-
objeto de estudio sociológico. De igual modo, hasta épocas recientes, tores, modos y maneras. Las conductas sexuales son conductas socia~
la Sociología deja en manos del psicoanálisis y de la medicina primero, les y como tales deben ser analizadas: obligaciones, normas, reglas,
de la teoría crítica y de la sexología después, tanto la construcción de prohibiciones, resultado de confrontaciones y pactos entre ~rupos
una teoría general sobre el sexo como la mayoría de investigaciones al con diferentes opiniones y grados de poder en pugna por redefimr fos
respecto. También es a partir de los años sesenta del siglo XX cuando espacios destinados al sexo. Investigar sob:e sexo e:, en parte, mvest;-
las condiciones políticas de las sociedades capitalistas permiten a la So- gar sobre el conflicto y sobre el control social. Asim_ism?: la Soc10logia
ciología aproximarse a la sexualidad con la complicidad y con la cola- de la Sexualidad analiza los procesos de sexuahzacion (Vendrell,
boración de los movimientos feministas y de orientación sexual. 1999), es decir, la socialización del género, de la orientaóón sex1.d Y
Así pues, buena parte de las dificultades que condicionan el desa- de la identidad sexual. La definición del sexo como acnvidad social Y
rrollo de la Sociología de la Sexualidad tiene que ver con un contexto el análisis de los procesos de sexualización son elementos _centrales
histórico que asigna a disciplinas no sociológicas el análisis de la se- (aunque no los únicos) para tratar la sexualidad en perspecnv_a social.
xualidad humana. Por otro lado, algunos de los temas que aborda la Por otra parte, también es tarea de la Sociología de la Sexualidad ela-
Sociología de la Sexualidad son también tratados por otras especia- borar instrumentos teóricos y conceptuales propios con los que abordar
lidades sociológicas y por disciplinas cercanas. Es el caso de la expre- la sexualidad. De igual modo que en Teoría de la Comunicación se tran,
sita del modelo de la ingeniería (que define la comunicación como un
5 Por ejemplo, en nuestra sociedad la sexualidad no prohíbe las relaciones sexuales
adúlteras de Las mujeres sino que marca las posibilidades de su existencia social (en <> Especialmente desde la teoría de la etiqueta se emplean ejemP_los de sexualidades

este caso en la clandestinidad, rodeada de estigmas y bajo sanciones legales relativas al disidentes para ejemplificar las características de los mundos desviados. Es el caso de
divorcio). Becker (1971) yde Goffman (1970).
7
Avances en sociofugía de Ú1 sexualidad
6 Óscar Guasch y Raquel Osborne
glo XIX se elabora un discurso sobre la sexualidad ~ue especif~ca l_a
acto puntual y consciente) al modelo sociológico (que entiende la comu- amplia y ambigua categoría de sodomita, caracteriza_ndola en term1-
nicación como un proceso continuo e inconsciente), es preciso que la So- nos de perversión'· De este modo se crean las categorias d~ exh1b1C10-
ciología redefina en términos sociales conceptos procedentes de otras nista, sádico, masoquista, homosexual y tod_a una amplia gama de
ciencias (como por ejemplo: heterosexualidad, bisexualidad, homose- comportamientos social y sexualmente proscrito: por el ~uev_o or?e?
xualidad, transexualidad, etc.) o que elabore categorías instrumentales burgués, que pretende legitimar su Pº?~r a tr~ves de la ciencia m<:_di-
propias que permitan el análisis sociológico de la sexualidad. Es necesa- ca. Hasta las revoluciones sociales, pohw:a_s ~-intelectuales de los anos
rio, por lo demás, continuar el desarrollo de una teoría social de la sexua- sesenta del siglo xx es hegemónica la def1mc1on de la sexualidad como
lidad que sea autónoma de otras ciencias, y en especial autónoma respec- algo de orden presocial y biológico. Se trata de una fo1;ma de contem-
to de las Ciencias de la Salud y de la Conducta. plar la sexualidad que, al estar profund~mente natural1zad_a? mega im-
plícitamente la influencia de los mecanismos soc1~les, pohucos Yeco-
nómicos en la esfera de la sexualidad. Esta ~1s1on esenciahst~ de la
sexualidad entra en crisis como consecuencia de variables teor;c_as,
LOS ORíGENES DE LA TEORíA SOCIAL DE LA SEXUALIDAD. políticas y sociales. De la importante influenci~ del contexto h1storico
LA HIPÓTESIS DE LA REPRESIÓN en el desarrollo de la teoría social de la sexualidad se deriva la necesi-
dad de plantear un análisis externalista de la misma. . ,
Los siglos XVIII y XIX suponen-el cambio de la organización religiosa Si tomamos como ejemplo la historia de la Soc1ologia veremos
de la vida moral a una regulación secular en aumento. Se redefine la cómo es la historia de los matices. Cada autor, cada escuela uene su
normalidad sexual en términos de las relaciones con el sexo opuesto y propio punto de vista y su peculiar manera de entender la s,oc1edad Y
cualesquiera otras formas son catalogadas como desviadas. Surgen el modo de explicarla. Ante una situación de estas _cara';terisucas, re-
nuevas tipologías de degeneración y perversión y proliferan nuevas sulta complejo intentar una clasificación de la Soc1ol_og1a qu~ sea ~e-
identidades sexuales. A lo largo del siglo XIX la ciencia positivista, y la rrada O estanca. Las clasificaciones al uso suelen d1v;dir la_ d1sc1plma
Medicina en particular, empiezan a interesarse por la sexualidad en un en Sociología del orden y del conflicto, o en Sociolog_1~ posmva frente
contexto de crisis de la legitimidad religiosa para organizar el control a Sociología comprensiva. En otros casos la clasif1cac1on se hm1ta a or-
social. Así ocurre que muchos pecados son transformados en enfer- ganizar cronológicamente los distintos autores y escuelas. Pero lo co-
medades: el ladrón se convierte en cleptómano, el endemoniado en mún es que la mayoría de las clasificaciones se construya_n en torno a
enfermo mental, el sodomita en perverso. La ciencia, pues, sustituye a las teorías y no en torno a las prácticas, y que las clasif1cac1ones n? t~ti
la religión en las tareas de legitimar el control social. Hasta el si- gan suficientemente en cuenta el contexto social de la producc10n e
glo XIX, la gestión social de la sexualidad se articula en torno al sodo- conocimiento sociológico.
mita. Se trata de una categoría de origen religioso que incluye diversas d
Para entender el presente es preciso conocer pasad':'. Por eso
conductas tipificadas como contra natura. Se definen así las prácticas para comprender la teoría social de la sexualidad es 1mprescmd1ble t~
sexuales que no tienen como fin la reproducción. Sodomía incluye ner en cuenta su historia. Sin embargo, hay muchas formas de mirar
conductas sexuales como la masturbación y la zoofilia 7• pasado. La más usual es la opción conmemorat1v1s;a, que detill,a la su-
La definición médico-psiquiátrica del sodomita transformado en cesión cronológica de las diversas escuelas y teoria,~. La ºP,c1on c~n-
perverso establece un nuevo campo de análisis científico. En el si- memorativista es previa al desarrollo del programa fuerte de Socio-
logía de la Ciencia y del Conocimiento (Woolgar, 1991), pero vale la
7
"Los inquisidores [. .. ] llamaban pecado nefando de sodomía contra natura no
sólo a la sodomía propiamente dicha (que ocurriera entre dos hombres o entre un
hombre y una mujer) sino también alas relaciones sexuales entre mujeres, así como a la
bestialidad o zoofilia. La reunión de todos estos campos de actividad bajo la denomi- s Sobre la génesis del discurso médico respecto a las perversiones en el siglo XIX
nación común de sodomía venía de su carácter común de actos sexuales contra natu• véase Lantéri-Laura (1979).
ra" (Carrasco, 1985: 30).
8 9
Óscar Guasch y Raquel Osborne Avances en sociol.ogía de la sexualidad

p_ena señalar algunas de sus características. Se trata de un punto de en las estrategias del control social también afectan a la sexualidad Y
vista que articula el desarrollo de las teorías empleando a menudo el suponen transitar del ars erotica a la scientia sexualis (Foucault, 1978).
argumento de la reacción. De este modo, a la pretensión conflictiva Si el arte erótico implica un tipo de saberes empíricos que se transmi-
del marxismo se opondría el funcionalismo y su discurso sobre el or- ten de forma oral, la ciencia de la sexualidad conlleva saberes expertos
den Y el progreso. De ígual modo, contra los excesos posítívístas del que se caracterizan por ser teóricos y por transmitirse por escrito. El
f~n_c1onal1smo reaccionarían (oponiéndose) las corrientes fenomeno- ars erotica (Foucault, 1978) define un tipo de sexualidad generalista e
log1cas. El argumento de la reacción también es frecuente en Historia ínespecífica basada en prácticas cotidianas que no generan identida-
del Arte o de la Literatura cuando se propone, por ejemplo, al Roman- des sociales específicas. Al contrarío, la ciencia de la sexualidad impli-
t1c1smo como reacción contra la academia neoclásica . ca compartímentalizar e individualizar la sexualidad clasificando el
• Sin :mbargo,_ el_de_sarrollo de las teorías científicas debe explicarse deseo y asociándolo a tipos sociales concretos que, a posteriori, en al-
mas alla de las d1sc1phnas que lo protagonizan. Pese a que es preciso gunos casos, dan lugar a identidades sociales específicas (tal es el caso
tener en cuenta los debates intra e interdiscíplínares para establecer el de lesbianas y gays).
desarrollo de las teorías, también es necesario (y tan o más importan- La importancia concedida por Darwín a la selección sexual, clave
te) tomar en cuenta el contexto social y las estructuras de poder que para la supervivencia, reavivó el interés por el impulso sexual y las re-
enmarcan esos debates. Entre las dos opciones, la de elaborar una bre- laciones entre los sexos. El afán clasíficatorío de las perversiones por
ve aproximación internalísta o externalista del desarrollo de la teoría parte de Krafft-Ebing, muy en consonancia con las prácticas de las
social de la sexualidad, aquí se opta por la segunda. El análisis de di- otras ciencias emergentes, o la relación enciclopédica de las variacio-
cho desarrollo debe articularse con el contexto histórico y social en nes en la expresión sexual de la mano de Havelock Ellís, convírtíeron
que acont~ce, prestando atención tanto a las teorías como a las prácti- los estudios de los casos en un modelo básico para las nuevas teonza-
cas._ Esto ~nmo es relevante porque permite recuperar para la teoría ciones 9 • Es en este contexto social de hegemonía de los saberes expertos
social anahs1s y escritos desarrollados por autores procedentes de en sexualidad donde se articula la hipótesis de la represión formulada
otros campos que, sin embargo, plantean cuestiones pertinentes para por Sígmund Freud y desarrollada más tarde por los freudomarxfstas.
la Sociología de la Sexualidad. Sigmund Freud (1980) plantea que la sociedad nace de la repre~1on de
El cambio de contexto histórico que implican la Revolución Fran- los instintos sexuales. Según él existen unos impulsos sexuales mnatos
cesa Yla Revol':'.ción Industrial fomenta un nuevo modelo (científico) que al ser reprimidos por la cultura dan lugar a malestares y neurosis.
en el que la razon s_ustltuye al caduco discurso religioso. Los discursos Esto se explica por la dínámíca del inconsciente, que nos permite en-
a_cerca de la sex~ahdad no son meramente represores sino que la mul- tender la sexualidad no como una esencia predeterminada síno como
·¡f t1phcan, entendiendo así su creación y su control como una forma de un impulso que se constituye en el proceso de entrada en la cultura y
'" po_der. _La nueva forma de control social descrita por Foucault en su en el lenguaje. No somos simplemente el resultado de predetermínis-
Hzstorza de la sexualidad afecta a toda la sociedad y se basa en el expo- mos biológicos o de las relaciones sociales; existe un terreno, el de_ la
lio de los saberes de las clases subalternas, que son transferidos al Es- psique, en el que nuestras posibilidades biológico/corporales obtie-
tado Ya los expertos. El taylorismo, mediante la organización científica nen su sentido. El momento edípico supone la imposición en la infan-
del traba;o,_ expr?pía los conocimientos de los trabajadores y los trans- cia de las normas culturales que conducirán hacia el objeto amoroso
fiere a la d1recc1on. De igual modo el Estado (a través de las profesio- heterosexual y al coito como ejemplos de sexualidad madura. Pero el
nes) _deslegmm~ los_ saberes de las mujeres sobre el parto y la crianza camino no es lineal, los resultados no están garantizados, y en ningún
ced1endolos a gmecologos y pediatras, profesiones inicialmente mascu- caso la sexualidad sería una esencia. Según F reud sólo así nos hace'
linizadas. Asimismo, las artes populares para gestionar el dolor físico y
moral mediante remedios trad1c1onales y domésticos, en manos feme-
nmas, son traspasados a la profesión farmacéutica mediante la crea- 9 Los padres de la sexología convierten en ciencia lo que la imaginación sadiana

ción del problema de las drogas (Romaní, 1999). Esta transformación concibió como la multiplicidad de las perversiones.
10
Óscar Guasch y Raquel Osborne
Avances en sociología de la sexuaHdad 11
mos humanos, de ahí la transhistoricidad de su planteamiento y de la
necesidad _de la represión de nuestros instintos sexuales polimorfos 0 asumían unos valores tan aparentemente contrarios a los ideales revo-
1nd1ferenc1ados. lucionarios del marxismo y a sus propios intereses .
. En Tótem Y ta~ú- Freud seguía la línea evolucionista que, con la Wilhem Reich se aparta de la ortodoxia freudiana para abrazar el
ev1denc1a antropologrca drspomble, deducía el paso de la especie de la comunismo en su intento de comprender la miseria sexual circundan-
naturaleza a la cultura por medro del tabú del incesto. Aunque Mali- te. Reich se basa en las observaciones antropológicas de Malinowski
nowski ~eco;1ocía la importancia de Freud, su modelo antropológico para defender la influencia de la represión sexual -más allá del mero
se cemro mas bien en la vanedad cultural de las distintas sociedades impulso sexual- en el carácter del individuo, inhibido y con una per-
a~recrada a través de la etnografía y del trabajo empírico. Así comen'. sonalidad conformista. En una línea rousseauniana, que transitan
zo una saga de escntos que subrayaban el relativismo cultural, como también Charles Fourier y Edward Carpenter, el sexo es concebido
La vzda sexual de los salva;es (1929), seguido de los trabajos de Marga- como una fuerza benigna reprimida por la potencia de una civiliza-
ret Mead Adolescencia y cultura en Samoa (1927) y en la siguiente dé- ción equivocada cuyo objetivo, más que la entrada en la cultura, es
cada Sexo Y tempe_ramento en las sociedades primitivas (1937) 10_ Pero afianzar el poder autoritario. La tarea, en consecuencia, es la de libe-
Maltnowskr se aleJa de los presupuestos freudianos también en cuanto rar esa fuerza natural reprimida por dinámicas socioeconómicas y po-
al sustrato natural de los instintos, dando por hecho comportamientos líticas como la pobreza, la desigualdad y el autoritarismo. Por ello el
como la mon_oga°:ra y la heterosexualidad, que para Freud necesita- sexo es visto como instrumento de cambio social revolucionario,
ban _una exphcacwn. Por el contrario, el cruce del psicoanálisis con la como se desprende de su análisis del fracaso de larevolución rusa por
teona antropológica ~ue ejemplificado _por Ruth Benedict y la ya men- no haber proseguido por la apenas esbozada senda de la reforma se-
c10nada_Mead. Esta ultima ha sido revitalizada por el feminismo con- xual radical (Reich, 1978).
tempo~aneo por su relativización de la asignación de características Para Reich todas las neurosis son consecuencia de la vida sexual
masculinas o fe11;~ninas siguien~o una división por género: no hay un adulta, lo cual implica que para alcanzar la felicidad es preciso trans-
contemdo específico de rol segun Mead aunque, por otra parte fue- formar las condiciones actuales de vida. Reich entiende que la socie-
ren cuales fueren los rasgos adjudicados a cada sexo, toda socied~d se dad, sobre todo a través de la familia, reproduce los valores patriarca-
ve atravesada por una división (jerárquica) entre los sexos. les y reprime la sexualidad (en especial la infantil y la de los jóvenes),
Junto al psicoanálisis, la otra gran corriente de pensamiento intere- creando así caracteres sumisos. Esta represión, según él, genera un es-
sada en estudiar la organización social del deseo fue el marxismo. La tado de inmadurez permanente y lazos de dependencia respecto a la
Escuela de Francfort nace a comienzos de los años veinte para intentar familia, pero también respecto al patrón y la autoridad. Para este autor,
.il
iH comprender el fracaso de l_a _revol_ución en Occidente y las insuficien- la revolución sexual y la liberación sexual de la juventud son condi-
¡!tfl"II cias d~ marxismo eco;1om1c1sta vigente. El psicoanálisis, y sobre todo ciones previas a la revolución social. Si la familia deja de transmitir va-
su teona de la repres1on, parecía la herramienta adecuada que faltaba lores represivos en la sexualidad, hará lo mismo respecto a otras esfe-
al marxismo para poder emender cuestiones relativas a ideologías y va- ras sociales y se deshará esa estructura psíquica que configura las
lores. El ascenso del fascismo y el autoritarismo en los años veinte la masas que auparon el fascismo. De ahí deriva Reich el cambio social,
gran depresión y las miserias subsiguientes en los treinta, la aceptaclón porque las personas serán espontáneas y dejarán de estar reprimidas, lo
del estaltmsmo en los cuarenta, fueron los motores para que autores cual acabará por cambiar el modelo de familia tradicional represora.
como Re1ch y Marcuse-y Fromm y Horkheimer en menor medida- La evocación de la posibilidad de una nueva vidaJlibertad es suge-
trataran de entender los mecanismos por los que las masas aceptaban y rida por Reich a través del mito del matriarcado primitivo, recogido
de clásicos como Bachofen, Engels y Malinowski. Si el momento pre-
10 represivo ideal sucedía en la infancia, el matriarcado representaba el
h Sin embargo, la Antr?pología del Sexo no recibe su salvoconducto académico
as ta ;961, ~ua~do la Amencan Anthropologícal Association reconoce la importancia sueño de felicidad y libertad, idea recogida por algunos sectores del
de 1as mvest1gac1ones sobre sexualidad humana. feminismo contemporáneo. Marcuse, por su parte, muestra su acuer-
do con la función del tabú del incesto como consolidación del patriar-
12 Óscar Guasch y Raquel Osborne Avances en sociología de la sexuaHdad 13

cado frente a la figura de la madre. Pero es sólo un paso necesario y no gía ya no era posible fuente de liberación para la humanidad del prin-
una situación permanente, como lo era para Freud. Al identificar a cipio de realidad.
Eros con las cualidades femeninas, opuestas a aquéllas sobre las que También Georges Bataille (1985) afirma que la sociedad y la cul-
se asienta la sociedad patriarcal, Marcuse proyecta hacia el futuro el tura nacen de la prohibición de la celebración de la vida que él llama
mito del matriarcado primitivo, donde el juego y el placer serán capa- erotismo (un erotismo que alcanza su plenitud en la orgía dionisíaca,
ces de modificar el trabajo (Puleo, 1992). donde a través de la fiesta se transgreden las restricciones sociales). Sí
Presupuestos básicos de Herbert Marcuse parten, como hemos para Bataille la sexualidad es lo que nos aproxima a la naturaleza y al
visto, de las premisas freudianas respecto al principio del placer y el resto de las especies,. el erotismo es un rasgo propiamente humano
principio de realidad, Eros y Thanatos. En Eros y civilización (1968) capaz de convertir en sexuales cuestiones aparentemente nada relacio-
Marcuse afirma que el primero nace del instinto natural de las perso- nadas con ella por medio de una reelaboracíón simbólica. El tabú del
nas hacia el placer, y define el segundo como el conjunto de barreras y incesto, por ejemplo -cuyas consecuencias plenas no supo extraer
restricciones que lo bloquean. Según Marcuse, en el ámbito de la se- Lévi-Strauss-, crea unas normas que superan la animalidad del pla-
xualidad el principio del placer impulsa la satisfacción de los deseos cer inmediato, reglas que siempre pueden quebrarse por medio de la
sexuales, pero el principio de realidad (la cultura y la estructura social transgresión. Resuenan los ecos cristianos puesto que la obtención
bajo el capitalismo) articula una sobrerrepresión que orienta a las per- del placer se logra tras la falta, la caída, con la conciencia de la trans-
sonas hacia el trabajo y la producción en vez de hacia el placer. Sin gresión. En la modernidad, la asociación entre voluptuosidad y mal
embargo, también afirma que esta situación podría superarse sí las ne- permite la rebelión contra lo prohibido. En esta estela sadiana el ero-
cesidades materiales estuvieran cubiertas, pues todavía Marcuse cree tismo de Bataille, multiplicado hasta el infinito, supone la liberación
en las bondades de la razón tecnológica. Para Marcuse, el principio de las miserias del mundo de la productividad, representado tanto
del placer y el principio de realidad podrían reconciliarse en una so- por el trabajo como por la mujer positiva, que ligan al hombre a la re-
ciedad libre. La civilización se erigiría a partir del placer. Habría que producción y a las obligaciones y no a la creación. El mayo francés
resexualizar a la sociedad dejando aflorar la verdadera sexualidad, en verá en la teoría de la transgresión de Bataille la revolución total (Pu-
la cual las perversiones expresarían la rebelión contra la hegemonía de leo, 1992).
una sexualidad genital y procreadora. Una crítica al biologismo de ciertos planteamientos del freudo-
De esta forma Marcuse se aleja de Freud y de Reich al cuestionar marxismo y el retorno del psicoanálisis más culturalista lo representa
la necesidad de la norma heterosexual y genital. Resultan patentes las Lacan, para quien el individuo se constituye en el terreno del lenguaje
repercusiones de estos planteamientos a partir de los años sesenta. La y de los símbolos. No existe el individuo natural influenciado directa-
feminista Shulamith Fírestone constituye un ejemplo notable de estos mente por "la sociedad". El proceso edípico estructura la sexualidad
ecos cuando comentaba que, en la nueva sociedad, "con la desapari- humana por medio de la adquisición del lenguaje, negándose así la
ción del tabú del incesto, los adultos retornarían al cabo de unas pocas significación de un supuesto deseo sexual preexistente. Su influencia
generaciones a una sexualidad polimorfa más natural", alejada de la ha sido notable en autores como Deleuze, Foucault, el ya mencionado
mera genítalidad y en la que las relaciones físicas y emocionales se uni- feminismo francés y en el feminismo angloamericano; a destacar entre
rían en un todo (Firestone, 1970: 241). La asociación entre sexualidad estas contribuciones la de Juliet Mitchell, quien tempranamente utili-
femenina reprimida y cambio social es re-apropiada asimismo por la zó "la ley del Padre" lacaniana para explicar la construcción patriarcal
corriente de psicoanálisis lacaniano francés Psychanalyse et Politique. de la femineidad por medio de una suerte de combinación decapita-
La revolución queda identificada con la libertad de la libido femenina. lismo y patriarcado, línea que ha atravesado los planteamientos de un
En los años sesenta la visión de Marcuse se vuelve más pesimista. Los feminismo socialista de corte radical.
"excesos" de la "revolución sexual" le llevaron a hablar de "sublima- La ley del Padre, el orden patriarcal humano simbolizado en el
ción no represiva", una seudoliberación sexual por la cual el capitalis- momento edípico es, sin embargo, rechazado por Deleuze y Guattari
mo ponía a su servicio el principio del placer mientras que la tecnolo- en los años setenta. En el deseo polimorfo y sin aculturación anterior
Avances en sociol.ogía de la sexualidad 15
Óscar Guasch y Raquel Osborne
14
Sociología puede reivindicar como uno de sus clásicos en la medida en
al Edipo radica el flujo revolucionario, deseo controlado por la socie- que es el primer investigador en aplicar técnicas sociológicas (cualitati-
dad, la familia y el psicoanálisis. En el Antzedzpo :e rechaza a L_acan vas y cuantitativas) al estudio del sexo y de la sexualidad.
•. por su falocentrismo y el papel que hace desempen~r al msconsc1ente Las aportaciones básicas de Kinsey son dos. Primero, centra sus
en la represión del deseo. La tríada padre/madre/h110 se corresponde investigaciones en la población general 11 cuando hasta el momento és-
1
con el orden social del capitalismo, incluido el marco f~miliar en el tas priorizan los trabajos sobre ' desviaciones sexuales» (prostitutas,
que se acepta la sexualidad baj? ~ste siste~a, tan constremdor _del de- homosexuales y perversos); y segundo, se aproxima a la realidad se-
seo. En un espíritu antitecnolog1co y ant1prod:1ct1v1sta en la !mea de xual sin prejuicios morales que la condicionen. En cuanto a las con-
Marcuse, el deseo se convierte, más allá de Re1ch, no y~ en un_ mero clusiones que se derivan de sus estudios cabe destacar el descubri-
elemento de la psique sino en un elemento act1v? de la vida ~ocia!, en miento de la masturbación como práctica sexual generalizada entre
un motor de la revolución. Deseo se opone a razon, es el cam1".o p~r el varones y el establecÍlniento de una escala de orientación sexual de Oa
que se llega a la libertad. Es la cdebración am~ral del ~eseo sm gene- 6, que tiene en sus extremos a personas exclusivamente heterosexua-
ro, sin orden racional, sin identidad. La sexualidad esta en todas _par- les y exclusivainente homosexuales, respectivamente. Los trabajos de
tes en esta apoteosis del deseo proclamada por Deleuze y Guattan .. Kinsey (inicialmente financiados por la Fundación Rockefeller) tuvie-
Recapitulando, Freud, Reich, Marcuse y Bataille entre otros tie- ron resonancia mediática, pero tras su publicación se dijo que atenta-
nen en común que parten de la premisa de un mstmto natural (es de- ban contra la familiay la moral y se les retiró la subvención 12 •
cir universal) que convierte a las personas en seres deseantes q_ue ven Otra consecuencia importante de las investigaciones de Kinsey es
Jh,;itado el placer dela satisfacció~ del deseo co1;10 consecuencia d~ la que desmontaban estadísticamente la homosexualidad. Su afirmación
cultura y de la estructura social. Esta es la h1potes1s de la repres10n, de que un 37% de varones ha tenido alguna relación homosexual con-
d
que ha sido hegemónica para teorizar la ~exual1dad desde siglo XIX cluida en orgasmo hace de la homosexualidad una práctica generaliza-
da (más allá de las identidades a ella asociada). Sin embargo, las nece-
hasta el últÍlno cuarto del siglo xx. A partir de ese momento, y en rela-
ción a un contexto social pararrevolucionario, Michel Foucault plan- sidades políticas de los grupos organizados de orientación sexual (que
tea la hipótesis de la regulación de la sexualidad. precisan homogeneizar a sus miembros mediante identidades unifor-
mes) relegó al olvido esa conclusión. Tras su muerte, el Instituto Kin-
sey publica en 1978 Homosexualidades (Bell y Weinberg, 1979), pero
la definición de las prácticas homosexuales como una realidad asocia-
EL DESARROLLO DE LA TEORÍA SOCIAL DE LA SEXUALIDAD. da a cierto tipo de identidad social devino ya inevitable.
LA HIPÓTESIS DE LA REGULACIÓN Hasta Kinsey el sexo y la sexualidad constituyen un dominio mé-
dico y psicoanalítico. Se investiga para intervenir sobre las personas y
Plantear una historia externalista de la teoría social de la sexualidad tratarlas si es preciso. Kinsey marca un breve paréntesis en el que la
que, además, tome en cuenta las prácticas? per:r:iite, e.cm~ ya hemos in- sexualidad es explicada sobre todo a través del contexto social en que
dicado reivindicar para las Ciencias Sociales mvest1gac10nes y textos acontece". Tras Kinsey, los trabajos de Masters y Johnson (1966)
que, e,; principio, quedarían al margen de la misma. Tal es el caso de
Alfred Kinsey. Los trabajos de Kinsey La conducta sexual en el hombre u Como consecuencia del uso abusivo y poco reflexivo que la Epidemiología hace
(1967) y La conducta sexual en la mujer (1968) ~pubh~ados ongmal Y del concepto de población general respecto al sida, los estudios sociológicos desarro-
respectivamente en 1948 y 1953- se ubican hacia el final del auge de llan una crítica del mismo constatando que bajo tal concepto se incluye una visión ses-
la hipótesis de la represión, pero aún no des~rrollan la s1gu1ente etapa. gada de la realidad que agrupa a blancos heterosexuales que no consumen drogas in-
travenosas. Al respecto veáse Guasch (1992).
Sin embargo, ambos trabajos (pese a sus lim1tac1o?es) marcan un pun- 12 Al respecto veáse Herrero Brasas ( 1997).

to de inflexión en las investigaciones sobre sexualidad en el s~nt1do de 13 Para entender ese contexto social, Kinsey emplea no sólo la encuesta con entre-

que instauran una nueva forma de contemplarla: la perspectiva socio- vistas sino "una amplia gama de materiales como los diarios íntimos, los calendarios
lógica. Pese a su formación como biólogo, Kinsey es un autor que la
Óscar Guasch y Raquel Osborne Avances en sociología de la sexualidad 17
¡6
a las '."inorías sexuales 14 • Son, pues, razones académicas y sociales las
reubican la sexualidad en el dominio biopsicológico y pasa a ser inves-
que tienen que ver con el modo en que la sexualidad es abordada en los
tigada en los laboratorios, con la particularidad de que se confunden contextos anglosajones. Se crean espacios sociales donde la identidad
sexo y prácticas sexuales con sexualidad. De nuevo se estudia y se in-
personal puede definirse en términos políticos tomando como base la
vestiga sobre la persona aislada y no sobre su contexto social. No obs- realidad sociosexual de las personas. En consecuencia, se van delimi-
tante, el feminismo pone a su servicio los "descubrimientos" de Kin- tando espacios políticos y sociológicos segmentados para el análisis de
sey -la importancia del clitoris para la sexualidad femenina- y de
la se;malidad. La existencia de los estudios sobre las mujeres (los wo-
Masters y Johnson -la capacidad femenina de múltiples orgasmos- men s studzes) y de los estud10s gays y lesbianos en la mayoría de los
para reclamar el derecho a una sexualidad autónoma para las i_nuJeres
países anglosajones es prueba de ello.
y para denunciar de paso la represión masculina de la sexualidad de
Pero antes de la institucionalización vino el movimiento. Los mo-
las mujeres (Koedt, 1973 ). · vimientos de liberación sexual de finales de los sesenta en el conjunto
Michel Foucault (1978 y 1987) plantea y desarrolla la hipótesis de
del mundo occidental son hijos del radicalismo de los sesenta en am-
la regulación de la sexualidad en la década de los setenta del siglo XX, bos lados del océano. Sus miembros se gestaron en el movimiento a
en un contexto teórico y político en el que las aportaciones del pensa-
favor de los derechos civiles y la Nueva Izquierda, en el movimiento
miento feminista y de la critica gay y lesbiana, junto a los movimientos
en contra de la guerra del Vietnam así como en los movimientos estu-
sociales de donde surgen, impulsan una redefinición nominalista y
diantiles, personificado en Europa sobre todo a raíz del Mayo del 68.
constructivista de la sexualidad. En este marco, y con las contribucio-
De una manera _más difusa, la contracultura supuso un rechazo del co-
nes de Foucault, se consolída la perspectiva que afirma que el sexo
noc1m1ento rnc10nal como P;incipal camino hacía el conocimiento y
obtiene su significado a través de las relaciones sociales. Se abandon_a
hacia el cambio social a traves de un cambio en las mentalidades. Es-
así (al menos en las Ciencias Sociales) el análisis centrado en la morali-
tos movimientos hicieron suyos los contenidos de una "política se-
dad de los "actos" y se prima el enfoque relacional que tiene en cuenta
xual"_radical '\ al co~ceder una importancia central a la familia y a la
el contexto en el que acontecen las conductas así como el significado
necesidad de liberac1on sexual para una liberación política. En suma
que éstas tienen para sus actores y actrices. Alejada de la n~turaleza, la
se reconceptualiza el significado tradicional de la política con lema~
sexualidad se convierte en materia de conoc1m1ento soc10log1co. como "lo personal es político".
En los países centrales en la producción del conocimiento socioló-
. Mas las limitaciones de la puesta en práctica de los nuevos princi-
gico (especiahnente en los anglosajones), la Sociología de la Sexualidad
p10s en el_ context?, de la efervescencia y exploración que supuso la
se consolida desde los años ochenta recogiendo las semillas sembradas
revoluc10n sexual. crean el descontento entre muchos jóvenes de las
desde otras áreas que, o bien ya existían, o se iban consolidando tam-
nuevas hornad':5. S1 de una parte se sexualiza el mundo, de otra seco-
bién por aquellas fechas. A partir de los años sesenta del siglo pasado
merc1al1za y obJetualíza el cuerpo femenino; la homosexualidad sigue
los enfoques elaborados por la "Sociología de la Desviación" cuestio-
nan el funcionalismo (hegemónico hasta los años cincuenta). Goffman,
Garfinkel, Becker, Lemert y Schur, entre otros, redefinen el interaccio- "E ~ osl anos
· setenta Ios pnmeros
· cursos se denominaron "Sociología de los roles
nismo simbólico y sus secuelas de la etnometodología y el enfoque de sexuales y :n. ~os se exploraban los modos en que los roles sociales se hallaban víncu-
la etiqueta. Tras la década permisiva y la irrupción en los años setenta lados a las ?1V1s1?nes por sexo. A mediados de los-ochenta los cursos pasaron a denomi-
de los movimientos sociales feminista y de gays y lesbianas, aparecen narse ''. Sc:c1?log1a del sexo y del género", y se examinaban los procesos por los que el
sexo b10log.tco se tra?sformaba en un producto sociocultural, el género. Por último en
cursos sobre "género y desviación" y "variaciones sexuales", que em- l~s nover,ita fu~on tttulados "Sociología del género" a secas, pues si bien se seguía 'ha-
piezan a mezclar en sus tratamientos problemáticas ligadas al género Y c~endo híncap1e en_ u~a per:pectiva constructivista se trataba ahora de subrayar Ia. díver-
s1d~~ y l~s C?ntrad1:,c1ones inhe~entes a las identidades de género (Powell, 1996) .
. . Termmo acu,n~do por Re~c~, de uso _extendido en la época e incorporado al fe-
minismo por la teonca del fem101smo radical Kate Millet en su libro Sexual Polítics
sexuales, la correspondencia privada, los álbumes y las colecciones de fotografías y de (1970).
pinturas" (Moreno, 1990: 204). -
18 Óscai· Guasch y Raquel Osborne
Avances en sociología de la sexualidad
19
sin ser reconocida como una opción sexual legítima y la heterosexua-
lidad normativa y monógama continúa en el escalón más alto de la je- agruparse las investigaciones en espacios ligados a la identidad de los
rarquía sexual. El control sobre el propio cuerpo se convierte en un grupos (estudios gays y lesbianos, de género[s], etc.) 16_ .
elemento unificador de la diversidad de los movimientos de liberación El d:sarrollo en Gran Bretaña, Canadá y Australia es parecido al
sexual y en motor de la política sexual. que se sigue en los Estados Unidos 17 , pero Europa aporta dos figuras
La aparición en los años sesenta del movimiento para la libera- d
centrales en desarrollo de la Sociología de la Sexualidad. Por un
ción de las mujeres (el women's lzb) abona, pues, el terreno para los lado el menc1onado.M1chel Foucault, que vierte en su inacabada His-
women's studies. Las nuevas visiones que se desarrollan en su seno, toria de la Se:~alidad buena parte del "saber" que le ha convertido en
sobre todo la del feminismo radical a la hora de reanalizar los lugares una f1gur,a bas1ca del postestructuralismo. En segundo lugar, el soció-
de la opresión de las mujeres en la esfera de "lo privado" -familia, l~go bntanico Jeffrey Weeks (1977, 1981 y 1985) contribuye desde los
sexualidad, reproducción-, dan pie al tratamiento de numerosos as- anos_ se~enta co~ una densa y continuada obra que, en perspectiva so-
pectos relacionados con la sexualidad. Ante la histórica negación en c10histor1ca, revisa las_ formas en que la sexualidad ha sido organizada
el imaginario colectivo del deseo sexual como algo también femeni- ~ regulada en los dos úlumos siglos, tratando cuestiones que interesan
no, el nuevo feminismo se erige en nuevo sujeto con voz propia: se rew femm1smo, a la crítica gay y lesbiana, al rol de la familia y al papel
clama la libertad de elección y de autonomía en todas las parcelas de del Estado. Tras la obra de éstos (y otros muchos) estudiosos del tema
la vida y se lucha contra la objetualización y la violencia. A una mayor resulta ya msoslayable que el sexo es relacional, que se forma en la in-
vindicación de lo que hoy se denominan derechos sexuales y repro- teracc10n social, Y q':1':' debe ser entendido en un contexto histórico
ductivos -libertad de elección de pareja, anticoncepción, aborto- porque tle~e un sigmficado tanto cultural como subjetivo para los in-
se corresponde igualmente la libertad de elección respecto de la dividuos as! sexuados.
orientación sexual; de este modo surgen los movimientos de lesbia-
nas, más o menos simultáneamente a los movimientos gays. Tras una
¡, primera andadura común el movimiento de lesbianas caminó ligado
al movimiento feminista; posteriormente la problemática del sida DESARROLLOS RECIENTES EN TEORíA SOCIAL DE LA SEXUALIDAD·
contribuyó al incremento de la solidaridad entre lesbianas y gays al LA TEORIA QUEER .
dispararse la homofobia contra el colectivo homosexual, que resaltó
. '" lo que de común tenían entre sí estos grupos. Quedaba claro que las L~ teoría queer --O teoría torcida (Llamas, 1998)- ha sido precedida
¡¡ fiú características sexuales se convertían en criterio de organización en e mfluenciada por los estud10s feministas y los estudios lésbicos y
N 1,1· nuestra cultura. gays, Y p_uede ~ntenderse como un desarrollo de los mismos. Esta
i~!III ,,,

En los años ochenta ya existe un grupo organizado de sociólogas perspectiva teonca plantea una crítica a la definición de "gay" y de
lesbianas y sociólogos gays (The Sociologists Lesbian and Gay Caucus)
en la Asociación Estadounidense de Sociología (The American Socio-
16
logical Association), que efectúa la primera compilación, auspiciada ln la reunión an~al de Ia Asociación de Sociología Estadounidense de 1999 Jos
11ª°J:,ª os _Gay and Lesb:an s:udies coexisten con igual legitimidad que la Sociologí~ de
por dicha Asociación, de programas de asignaturas y materiales para 1~s . ~oc1~n_es_ o la Soc1olog1a de los Desastres, Sin embargo, en la reunión de la Aso-
la enseñanza de la Sociología de la Sexualidad y de la Homosexuali- c1ac1on Bntamca de Sociología celebrada en 1998 en Edímburgo la · d ¡
dad. Según esta guía los cursos que con cierta profusión ya por enton- t ¿· l b' f . , presencia e os
esbu 1º~ g¡ays Y es ianos ue muy rmportante, aunque la tendencia británica ha sido
ces se imparten se dividen en Sociología de la Sexualidad, en cursos su ~um1r os en ~l campo deJa Sociología del Cuerpo.
7
sobre Sida y Variaciones Sexuales y sobre Estudios Gays y Lesbianos. l En los ~a1ses anglosa¡ones los estudios sociológicos sobre sexualidad se apoyan
Mientras que, por ejemplo, en los Estados Unidos, las universidades en ~s- aporta71ones de los y las hist~riadores que cuentan incluso con un órgano de ex-
siguen ofreciendo numerosos cursos sobre "Sociología de la Sexua- presion pblp10, .<:l Jour1:at_o( the Htstory o/ Sexuality. Por su parte la revista Sexualities
e~ u~a pu 1cac1on soc1.olog1ca que se ha convenido en un espacio de discusión inter-
lidad y de la Orientación Sexual", en los congresos de Sociología suelen ¿iscbiplmdar1y que dli~dbate los planteamientos propios del constructivismo aplicados al
am tto e a sexua ad.
20 Óscar Guasch y Raquel Osborne Avances en sodo/.ogía de bi sexualidad 21

"lesbiana" como realidades cerradas, y denuncia los efectos no desea- Norte, las identidades políticas (sexuales, étnicas, de género e incluso
dos de la revolución gay al crear una identidad tipo que se institucio- raciales) han venido construyéndose hegemónicamente de forma casi
naliza mediante las narrativas de "salir del armario". natural. Se trata de una estrategia política que busca uniformar los
Según esta crítica, la revuelta gay y lesbiana no consigue tanto arti- grupos subalternos para fomentar el sentimiento de pertenencia al
cular un ámbito posheterosexual claro como crear una suerte de reali- grupo y mejorar así la cohesión de la acción política en la lucha por los
dad claustrofóbica, autista, cerrada y autorreferente, tan normativiza- recursos sociales, económicos y mediáticos. Con frecuencia estas es-
dora como la heteronormatividad. Esta función latente de las políticas trategias han silenciado con ferocidad las voces disidentes ya que al es-
gays se instituye primero gracias a las estrategias de corrección política y tar en juego las reglas de definición del grupo (y en consecuencia la
luego mediante el mercado (a través de la llamada peseta rosa). La teoría existencia del mismo como sujeto de la acción política) han sido perci-
queer define la creación de una minoría homosexual más que como una bidas como voces traidoras. Ello ha sucedido, por ejemplo, en el seno
victoría política como una forma de continuidad del régimen que lapo- del feminismo con las minorías que han reivindicado la performance de
sibilita a través del estigma. Se pretende ir más allá de la dicotomía hete- los roles sexuales (butch!Jem) o las relaciones de S/M consensuado.
ro/homosexualidad. La teoría torcida afirma la historicidad de las iden- En cierto sentido, puede afirmarse que la teoría queer nace de la
tidades. Si en sus inicios se limita a la crítica de la identidad gay y suma de muchas de esas disidencias. Lo queer es definido como cual-
lesbiana, enseguida extiende sus análisis a las identidades de género: in- quier posición ex-céntrica desde la que se critique/denuncie a las ins-
corpora una visión crítica del concepto de "mujer" o "mujeres" como tancias estigmatizadoras, llámense familia, género, Estado, nación,
realidades de acción política y defiende desmontar (es mejor este térmi- clase o cultura (Mérida 2002: 21), que pueden oprimir singular o si-
no que el barbarismo deconstruir) las identidades, aunque ello suponga multáneamente al individuo. En los Estados Unidos, la teoría queer
desestabilizar las estrategias políticas a las que sirven 18_ debe entenderse como una reacción contra las estrategias de afirma-
La acción política queer usa las per/ormances como estrategia de vi- ción natural de lo común destinada a suprimir o invisibilizar la diver-
sibilización irónica de la realidad heteronormativa mediante la sexuali- sidad intergrupal de los grupos subalternos. Por otra parte, la necesi-
zación (paródica) de realidades cotidianas que, aparentemente, no tie- dad de definir, colonizar y ocupar nuevos espacios intelectuales en un
nen que ver con la sexualidad 19 . Se cuestionan las barreras del género mercado académico tan sobresaturado como el anglosajón ayuda a ex-
que responden al binomio tradicional hombre/mujer-masculino/feme- plicar tanto el auge de la llamada teoría queer en esos países como la
nino para revisarlas, multiplicándolas hasta el infinito o, incluso, en el escasa incidencia que ha tenido en el contexto europeo continental.
otro extremo, para proponer su disolución. En los países anglosajones En cualquier caso, la búsqueda de la pluralidad de las diferencias sin
existe un movimiento queer, ciertamente limitado a las elites académi- una merma de la capacidad de acción colectiva como sujetos es una de
cas, cuyo controvertido izquierdismo se asienta en los postulados teóri- las tensiones que atraviesa la reflexión (sobre lo) queer.
cos de autores como Jacques Derrida y Fran~ois Lyotard. En suma, como señalan Bergery Luckmann (1984), la realidad so-
En esta aproximación externalista a la historia del pensamiento cial, incluida la propia identidad, emerge por medio de la interacción
social sobre sexualidad también es preciso ubicar la teoría queer en su social. Asumir que la sexualidad no es un hecho natural implica que
contexto. Hasta el momento, en los Estados Unidos de América del no se trata de una esencia universal que marca nuestro comportamien-
to. La sexualidad está incardinada en el cuerpo y se ve influida por él,
18
Los trabajos de la teoría queer que más influencia han tenido en Europa son pero el cuerpo no determina la sexualidad. Experimentamos la sexua-
Epistemología del armario (Sedgwíck, 1998), originalmente publicado en 1992, y El gé- lidad de forma personal, pero la sexualidad tiene una manifiesta di-
nero en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad (Butler, 1999), original- mensión social. Nuestra corporeidad y la lectura que de ella hacemos
mente publicado en 1990. depende de cuestiones biográficas personales, pero también de cues-
19
Nazario, Ocaña, la Barcelona de los setenta y el conjunto de las (muy dignas y to-
davía no reivindicadas) locas españolas del tardofranquismo deben estar sorprendidas tiones de clase y de cultura, de factores económicos, políticos y socia-
al comprobar cómo sus prácticas sociales (tan comunes y cotidianas para ellas) se pu- les así como institucionales e ideológicos, como las leyes y la religión.
blicitan ahora como una de las últimas novedades del mercado intelectual anglosajón. Los discursos y las prácticas, en conjunto, configuran los significados
22 Óscar Guasch y Raquel Osbome
Avances en socioWgía de la sexualidad 23

que damos a los hechos de la sexualidad. La diversidad social y sexual


Herrero Brasas,}uan Antonio (1997): "La guerra de los números", en Buxán-
es el resultado que la Historia y la Antropología nos permiten cono-
Bran, Xosé M. (ed.): Conciencia de un singular deseo. Los estudios lésbicos
cer. En ese sentido, la sexualidad no se ajusta a un modelo unívoco y gays en España, Barcelona: Laertes.
sino que es plural, procesual y cambiante, características éstas instrín- Kinsey, Alfred (1967): La conducta sexual en la mujer, Buenos Aires: Si-
secas a todos los hechos sociales. Por eso puede afirmarse que la se- glo XX.
xualidad es un producto social e histórico, y de esta constatación se - (1968): La conducta sexual en el hombre, Buenos Aires: Siglo XX.
deriva la legitimidad de su análisis sociológico. Koedt, Anne (1973): "The Myth of the Vaginal Orgasm", en Anne Koedt,
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Cualquier forma cultural, una vez_ que ha sido creada, es roída en diversos
grados por las fuerzas de la vida. Tan pronto como una ha alcanzado su ple_-
no des_arrollo, la siguiente empieza su proceso de gestación; tras una lucha,
quizás corta o qu,izás larga, la nueva forma acabará reemplazando a su pre-
decesora.
(Lawrence, 1976).

Son pocos los países en los que no existe un intenso debate acerca de la igual-
dad sexual, la regulación de la sexualidad y el futuro de la familia ... Las trans-
formaciones que afectan a las esferas personales y emocionales superai:i con
creces las fronteras de un solo país.
(Gzddens, 1999).

Los seres humanos poseen una dignidad que las leyes y las instituciones so-
ciales han de respetar. Esta idea tiene muchos orígenes en muchas tradicio-
nes; por ahora dicha idea constituye el corazón tanto del pensamiento demo-
crático liberal moderno como de la práctica política en todo el ·mundo. La
idea de dignidad humana se suele asociar a la idea de una misma Valía: ricos y
pobres, campo y ciudad, hombres y mujeres, todos merecen el mismo respe-
to por el hecho de ser humanos, y no deberíamos permitir que circunstancias
que no son más que meros accidentes de la fortuna mermaran este derecho.
Muchas veces la idea de una misma valía está conectada a la idea de libertad:
respetar la equivalencia de valías entre las personas significa, entre otras cosas,
promocionar su habilidad para modelar una vida acorde con su propia vi~
sión de lo que resulta más profundo y más importante para ellos.
(Nussbaum, 1999).

1 Una versión anterior de este trabajo fue presentada en los encuentros de la Aso-

ciación Europea de Sociología, en septiembre de 1997, y fue posteriormente desarro-


llada para la Conferencia sobre ciudadanía de Leeds en 1999. Traducción de Kerman
Calvo, revisada por Raquel Osborne, de CitizenshipStudíes, vol. 5, núm. 3, 2001 (237-
2"). .

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