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Benedetti, Alejandro (2003) “Les effets de l'incorporation.

Transformations
territoriales et réorganisation de l'habitat à Jujuy, République d'Argentine, durant le
XXe siècle” Histoire des Alpes 8, Lugano. (Edita Instituto de Historia Alpina, ISBN:
3-0340-0635-5 pp. 99-121, www.isalp.unisi.ch/gen/rivista/2003/2003-8.htm).

Los efectos de la inclusión. Transformaciones territoriales y reorganización de la


red de lugares poblados en Jujuy, República Argentina, durante el siglo XX
Alejandro Benedetti1

Introducción
Durante el período colonial, el sector meridional del Altiplano Andino constituyó un
ámbito geográfico con una cierta homogeneidad étnica y cultural, articulado por una
importante red de intercambios comerciales con centro en la ciudad minera de Potosí. La
creación de los Estados republicanos en el Cono Sur de América durante el siglo XIX llevó
a la fragmentación de ese espacio, que hoy se encuentra repartida entre Bolivia, Chile y
Argentina. Las acciones de cada uno de los Estados nacionales, orientadas tanto a la
integración material de esos territorios mediante la construcción de infraestructura de
circulación, como a la integración cultural mediante el establecimiento de escuelas y otras
instituciones de disciplinamiento social, permitieron la reorientación centrífuga del espacio
andino hacia los nuevos centros de poder de cada país. Pero se trató de un lento proceso.
Entre 1880 y 1910 se acordaron los límites internacionales entre Argentina, Bolivia y Chile
en el ámbito del Altiplano Andino. A partir de entonces la Argentina ejerció soberanía
sobre una porción de aproximadamente 150.000 km2 del Altiplano. Esta área quedó
repartida entre la provincia de Jujuy y el Territorio de Los Andes. Actualmente, la
provincia de Jujuy es una de las 23 jurisdicciones que integran la República Argentina, país
federal. El Territorio de Los Andes fue una entidad jurídica que existió entre 1900 y 1943,
cuando se disolvió, y el territorio se repartió entre las provincias de Jujuy, Salta y
Catamarca.
En Argentina, esta área recibe el nombre de Puna1 (ver mapa 1). Hasta fines del siglo XIX
el gobierno nacional no ejerció un gran control apreciable sobre esas tierras. La integración
material del sector jujeño de la Puna al territorio argentino se inició con la llegada del
ferrocarril. En la década 1910 un ramal, financiado y administrado por el Estado nacional,
alcanzó a la frontera argentino-boliviana. Desde entonces también llegan a la Puna algunas
instituciones estatales de control social, como las escuelas, el correo y el registro civil,
además de la creación de algunos municipios. En la década de 1940 se estableció un cuerpo
de Gendarmería Nacional, intensificándose el control (militar) del gobierno nacional sobre
el área.
La expansión del ferrocarril no alentó la formación de un sector productivo decisivo para el
desarrollo económico de las tierras altas de la provincia de Jujuy2. Solamente estimuló el
crecimiento de algunos enclaves turísticos y mineros. La principal forma de inserción en la
división región del trabajo, desde las primeras décadas del siglo XX, se dio en tanto ámbito
donde se reproducía fuerza laboral para actividades productivas ubicadas en las tierras bajas

1
CONICET - Universidad de Buenos Aires - agbenedetti@ciudad.com.ar

1
de la provincia. Desde entonces las tierras altas de Jujuy ocuparon una posición periférica,
tanto a escala nacional como provincial. En las primeras décadas del siglo XX la
organización territorial vigente durante el período colonial registró una profunda
reorganización, por la definitiva inclusión de la provincia de Jujuy en el mercado nacional
de producción. A lo largo del siglo XX Jujuy se especializó en la producción de azúcar,
tabaco, cero y otros minerales, pero como insumos industriales para fábricas ubicadas en la
ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina.
Para el análisis del proceso de organización territorial, en el contexto de la formación de los
Estados modernos, pueden considerarse por lo menos seis cuestiones: el establecimiento y
control de fronteras; la división política y administrativa del territorio; la formación de un
sistema de circulación; la apropiación del medio ambiente, en tanto fuente de recursos; la
formación de mercados de producción, consumo y trabajo; y la configuración de una red de
lugares poblados.
Teniendo presentes esas cuestiones, este trabajo se focalizará en la reorganización de la red
de lugares poblados de la provincia de Jujuy. Previamente se estudiará la configuración del
sistema de circulación y el desarrollo del mercado de producción capitalista en las tierras
bajas, principal centro gravitacional provincial desde principios del siglo XX. A lo largo de
este proceso se configuró una verdadera red urbana en el contexto de la provincia de Jujuy,
prácticamente inexistente hasta entonces.
Este trabajo está dividido en cuatro partes. La primera parte se referirá al proceso de
fragmentación territorial del sector meridional del Altiplano Andino, y su incorporación al
estado Argentina, como así también la configuración territorial de la provincia de Jujuy. En
la segunda parte se describirán las principales transformaciones ocurridas en la estructura
productiva, en el ámbito de la provincia de Jujuy, desde fines del siglo XIX hasta la década
de 1980. La tercera parte se centrará en la configuración del sistema de circulación.
Finalmente, se ensayará un análisis de las transformaciones ocurridas, desde fines del siglo
XIX, en la red de lugares poblados de la provincia de Jujuy.

La formación del territorio jujeño


En la historiografía Argentina al período 1880 a 1910 se lo suele conocer como de
consolidación del Estado-Nación argentino. La unificación política del Estado Argentina se
produjo recién hacia la década de 1860. Desde entonces y hasta la década de 1880 los
esfuerzos del gobierno nacional se centraron en modernizar el aparato burocrático. Una vez
formado el Estado argentino, la tarea fue avanzar hacia la definición del territorio estatal.
Hasta la década de 1870 Argentina estaba formada por un conjunto de ciudades
escasamente articuladas entre sí, rodeadas por territorios controlados por sociedades
indígenas. Desde entonces el gobierno nacional inició una serie de campañas de expansión
militar hacia de esos territorios, el Chaco y la Patagonia, ubicados hacia el noreste y el sur
de lo que hasta entonces era Argentina. La conquista militar de los territorios hasta
entonces controlados por sociedades indígenas iniciada en la década de 1880, constituye
una de las claves para entender el período. La anexión de esos territorios se logró mediante
intervenciones militares encaradas por el gobierno central3. De esa manera se logró
aniquilar a las poblaciones indígenas que controlaban esos territorios e incorporar una
superficie superior al 1 millón de km2. En el mismo período tuvieron gran trascendencia
otras cuestiones como la puesta en valor de las tierras usurpadas a las sociedades indígenas,

2
la expansión del ferrocarril y la multiplicación de los lugares poblados en todo el territorio
Argentina.
Estos acontecimientos del ámbito nacionales repercutieron en forma decisiva sobre la
organización territorial de la provincia de Jujuy. Hasta entonces, el control que el estado
provincial ejercía tanto sobre las tierras altas como en el sector oriental de las tierras bajas,
era limitado. En las tierras altas el poder estaba en manos de unos pocos terratenientes que
ejercían un férreo control sobre sus tierras, control que mantendrán hasta las primeras
décadas del siglo XX. Los valles subtropicales ubicados hacia el este de la provincia
constituían una zona de conflicto con las sociedades indígenas del Chaco4. Para Jujuy esto
significó la “pacificación” del sector oriental de las tierras bajas iniciada en 1884,
permitiendo la incorporación tierras y mano de obra, que serían acaparadas por los dueños
de los ingenios azucareros que allí se instalaron.
En este período también se produce la definición y delimitación de las fronteras entre
Argentina, Chile y Bolivia. El resultado fue la distribución del sector meridional del
Altiplano Andino entre estos países. El límite entre Argentina y Bolivia se estableció en
1884. El límite norte de Jujuy coincide con el límite internacional entre las Repúblicas de
Argentina y de Bolivia. Como resultado del arreglo de límites en 1899 entre los tres países
se determinó, a su vez, la incorporación del sector oriental de la Puna de Atacama a la
Argentina. En esas tierras, en 1900, el gobierno argentino creó el Territorio de Los Andes5.
La anexión de este territorio, puede suponerse, constituyó un éxito diplomático al
incrementar considerablemente la superficie bajo soberanía argentina (más de 90.000 km2),
sin mediar un conflicto bélico. Pero también significó la incorporación de un territorio hasta
entonces prácticamente desconocido, apenas explorado durante el siglo XIX. En 1943 el
Territorio de Los Andes se disolvió y el departamento norte o Susques se anexó a la
provincia de Jujuy6. Desde entonces, el límite occidental de Jujuy coincide con el límite
internacional argentino chileno.
Tanto la conquista del Chaco como el arreglo de límites de Argentina con Chile y Bolivia,
representó para la provincia Jujuy la posibilidad de configurar su territorio, el cual tomó su
forma definitiva en 1943 con la incorporación del departamento atacameño de Susques.
Todo esto, a su vez, significó la creación de fronteras internacionales en un ámbito
geográfico que durante siglos mantuvo cierta unidad étnica y económica. La creación de las
nuevas fronteras no generó una diferenciación inmediata, y aún en la actualidad comparten
algunos elementos culturales. Sin embargo, forma gradual, cada uno de los tres estados
logró imponer los sentimientos de pertenencia nacional a la población del sector del
Altiplano Andino sobre el que ejercía control.

Transformaciones en la estructura productiva provincial


Durante el siglo XIX las relaciones de producción originadas en el vínculo colonial
siguieron vigentes en la Puna, aunque con algunos cambios. La transformación en esta
estructura productiva comenzó a producirse con el crecimiento de los ingenios azucareros
localizados en las tierras bajas, que cobraron importancia desde la década 1910-20 por el
auge del sector. Desde entonces, se puede advertir la constitución de un nuevo escenario en
Jujuy, por el establecimiento de relaciones de producción capitalista.
Los elementos que definieron la organización territorial durante la dominación colonial
fueron la valorización de algunos recursos mineros y la fundación de una red de ciudades,
cuyo objetivo inicial fue de control territorial. Desde el siglo XVI el Cerro Rico de Potosí

3
ofreció cuantiosos volúmenes de plata y se transformó en el corazón del Virreinato del
Perú, estructurando al espacio económico peruano a través de numerosos y extensos
circuitos de comercialización, muchos de los cuales siguieron funcionando hasta fines del
siglo XIX7.
Dentro de este espacio comercial se encontraba lo que actualmente constituyen las tierras
altas de Jujuy, cuyo control estaba garantizado por un sistema de haciendas, dependiente de
unos pocos terratenientes, obtenidas a través de mercedes, compras u ocupaciones de
hecho. Pero estas tierras se insertaban dentro de estos circuitos, básicamente, por su
posición estratégica, debido a que eran zonas de tránsito en la ruta que unía al Río de la
Plata con Potosí. En la Puna jujeña se criaba y engordaba ganado, pero la mayor parte
provenía de Buenos Aires y Córdoba.
Durante todo el siglo XIX la economía jujeña siguió teniendo como centro de atracción la
demanda de ganado en pie de los centros mineros del sur boliviano, agregándose hacia
fines de ese siglo la demanda de la pampa salitrera de Chile, la cual reactivó antiguos
circuitos de comercialización que conectaban a Salta y Jujuy con el océano Pacífico8. Pero
también desde entonces comenzaron a cobrar importancia las tierras bajas de la provincia
de Jujuy. Los terrenos acaparados a las sociedades indígenas chaqueñas durante las
campañas militares de exterminio iniciadas en la década de 1880, fueron valorizados para la
producción de caña de azúcar. Este cultivo se realizó bajo el sistema de plantación y el
procesamiento del azúcar se realizaba en ingenios ubicados en las mismas explotaciones. El
principal destino de la producción era el mercado metropolitano de Buenos Aires. Las
políticas encaradas por el gobierno nacional jugaron un rol central en el auge del sector,
materializadas en la construcción del ferrocarril y el aumento en los aranceles a la
exportación del azúcar9. En la etapa inicial (aproximadamente hasta la década de 1930) la
demanda de mano de obra fue abastecida por las sociedades indígenas del Chaco, y el
control de policía del Estado Nacional también fue decisivo.
Entre tanto, en las tierras altas persistió una economía campesina basada tanto en la
producción frutihortícola (principalmente en la Quebrada de Humahuaca) como pastoril
(principalmente en la Puna). Desde la década de 1930 las poblaciones de esas regiones
fueron sometidas a un proceso de semiproletarización, por el aumento de la demanda de
mano de obra en los ingenios, la cual ya no podía ser abastecida por la región chaqueña10.
Se trataba de una demanda de mano de obra estacional para la zafra (que duraba desde
mayo a octubre), luego de la cual esos trabajadores se vuelven prescindibles. Las tierras
altas fueron “satelizadas” por las tierras bajas, como forma de asegurar una provisión de
mano de obra constante y barata11.
En el caso de la Puna, el Estado no estimuló ninguna de las producciones tradicionales,
como la producción de carne de llama o la tejeduría artesanal, producciones que no tenían
mercado ni en el ámbito nacional ni en el provincial. Sólo la explotación minera alcanzó
cierto crecimiento12.
La industrialización iniciada en Argentina a mediados del siglo XX impactó en la economía
jujeña, aunque mantuvo una posición periférica dentro del mercado nacional. En la década
de 1940 comenzó a desarrollarse el sector siderúrgico en la provincia, financiado por el
gobierno nacional, con la creación de Altos Hornos Zapla en Palpalá. Pronto se convirtió en
la primera planta productora de acero en Argentina, bajo la órbita del ejército nacional13.
También se crearon algunos enclaves mineros en la Puna, como El Aguilar o Mina
Pirquitas, para la extracción de plomo, zinc y otros minerales. Por entonces también
comenzaba la expansión de nuevas plantaciones, principalmente el tabaco en la región de
4
los Valles Centrales14. Tanto la producción de tabaco como la producción de acero
alteraron la estructura productiva de la provincia, pero sin restar importancia a la
agroindustria azucarera. Sin embargo, permitieron el despegue económico de los valles del
sur de la provincia en las proximidades de la ciudad capital.
Tanto la minería, como la siderurgia y el sector agroindustrial azucarero asistieron desde
mediado de la década de 1970 a un proceso de reestructuración. En el caso de la
agroindustria esto se debió al cierre de algunos ingenios y a la reconversión tecnológica de
los mayores, como el ingenio Ledesma. La principal consecuencia fue la drástica reducción
en la demanda de trabajadores temporales. Los Altos Hornos Zapla se privatizaron en los
años noventa y también representó una disminución en la demanda laboral. En los ochenta
se cerraron las principales minas (con excepción de El Aguilar) generando el éxodo de la
población minera hacia diferentes lugares de la provincia15.

Configuración del sistema de circulación


Desde Buenos Aires hasta Potosí existía un extenso camino escalonado por un conjunto de
postas, implementadas desde 1771, muchas de las cuales se transformaron, con el tiempo,
en lugares poblados. Por este camino circulaban las mulas, criadas en las pampas del litoral
y destinadas a los centros mineros, luego de atravesar las pampas altas de Jujuy. La ciudad
de Jujuy, al igual que la de Salta, constituía un punto significativo en el camino, ya que allí
era necesario cambiar los carruajes por mulas para lograr el ascenso al Altiplano Andino.
Para alcanzar la ciudad de Potosí podían seguirse el camino del Despoblado16 o el de
Quebrada de Humahuaca, paralelo al anterior, pero más al oriente. Sobre este segundo
camino, aunque con un trazado diferente en el tramo de la Puna, es el que cobró mayor
importancia durante el siglo XX, debido a la construcción del Ferrocarril Internacional a
Bolivia17.
En la provincia de Jujuy se construyeron, en la década del ‘900, dos ramales que parten de
la localidad de Perico (ver mapa 2). Estos dos ramales tuvieron una función central en la
ruptura de la organización territorial del período colonial hasta entonces vigente.
Las acciones orientadas a la creación de un ferrocarril que uniera a la ciudad de Jujuy con
la Capital Federal comenzaron en la década de 1860, momento en que se construía el
ferrocarril de Rosario a Córdoba. Las obras se concluyeron en 189018. En 1902 comenzó a
construirse el ramal Perico-Pocitos, que recorre la provincia en dirección sudoeste-noreste,
atravesando el valle del Río San Francisco. En 1904 llegó al pueblo de Ledesma y en 1942
alcanzó en Pocitos (Salta) en la frontera con Bolivia. En 1905 se iniciaron en Jujuy las
obras para extender el ferrocarril hasta el sur de Bolivia, y finalizaron en 1908. Este ramal
recorre la provincia de Jujuy en sentido sur-norte atravesando las tierras altas para alcanzar
en La Quiaca la frontera con Bolivia.
Este ferrocarril prestaba los servicios de transporte de carga y transporte de pasajeros.
Durante las décadas de 1960 a 1980 se aplicaron en Argentina políticas destinadas a reducir
la capacidad técnica y operativa del ferrocarril. La regresión del sistema ferroviario apenas
tuvo repercusiones en los tramos correspondientes a la Puna lo que podría suponerse se
debe a razones geopolíticas, por tratarse de zonas de frontera. Este ramal se cerró a
comienzos de la década de 1990, en tanto que el ramal Perico-Pocitos sigue funcionando,
operado por una empresa privada19. En su lugar, el corredor de la Quebrada de Humahuaca
está servido por la ruta nacional 9, trazada hacia la década 1940, paralela a las vías del
ferrocarril.

5
Red de lugares poblados en la provincia de Jujuy
En el proceso organización de la red de lugares poblados del actual territorio jujeño, se
pueden diferenciar dos momentos claves. El primero fue la conquista y colonización de los
territorios sudamericanos desde mediados del siglo XVI. En este período se fundó, entre
otras, la ciudad de San Salvador de Jujuy, a la vez que surgieron algunos “pueblos de
indios” distribuidos en la campaña20. El segundo momento clave fue la consolidación del
Estado argentino (1880-1910). En este período se fundaron y comenzaron a crecer las que
actualmente son, después de la capital, las principales ciudades de la provincia.

Red de lugares poblados durante el período colonial


Durante la Conquista, la corona española dispuso la creación de una red de ciudades que
sirviera de apoyo al control territorial. En las regiones del Tucumán y del Río de la Plata
estas ciudades estaban débilmente conectadas entre sí, ubicadas a grandes distancias unas
de las otras21. Al cabo de las primeras décadas de organización del espacio colonial y, sobre
todo, de sometimiento de sociedades indígenas “hostiles” como los omaguacas o los
calchaquíes, las ciudades cambiaron su función. De lugares de avanzada en los nuevos
territorios se convirtieron en eslabones de una cadena de comercialización orientadas a la
ciudad de Potosí. En las campañas de esas ciudades, se realizaron otras fundaciones que
pocas veces alcanzaron la importancia de las primeras. La ciudad de San Salvador de Jujuy
se fundó en 159322.
La mayoría de los pueblos prehispánicos de las tierras altas de Jujuy fueron sometidos a un
proceso de despoblamiento, por los efectos del contacto interétnico: matanzas, proliferación
de enfermedades y sobreexplotación en los trabajos. Muchos sitios prehispánicos, sin
embargo, conservaron cierta concentración poblacional. En la campaña jujeña, se destacan
Humahuaca23, ubicado en el valle al cual le diera nombre, la Quebrada de Humahuaca,
además de Tumbaya, Tilcara y Uquía. Los caseríos de la Quebrada de Humahuaca eran
importantes para el transporte de ganado, ya que allí se encontraban buenas pasturas. El
Carmen y San Antonio, ubicadas al sur de Jujuy, surgieron por su ubicación estratégica en
el camino de Salta a Jujuy. En tierras de la Puna se destacaba Yavi, centro administrativo
principal y residencia de los titulares del Marquesado de Tojo24, Cochinoca, Casabindo, y
Santa Catalina. La permanencia de estos sitios se debió, básicamente, a la construcción de
una iglesia, a la que se agregaba algún caserío español, desde la cual se controlaba a las
poblaciones indígenas circundantes25. Con todo, se trataba de caseríos prácticamente
desocupados durante la mayor parte del año, que poco podían ofrecer a algún viajero
ocasional.
En las tierras bajas, hacia el umbral con la región chaqueña, el panorama era diferente. Allí
la ocupación tenía el carácter de “frontera con el indio”, débilmente controlada por una
línea de fortines, de carácter más o menos precario, y que permanecieron en esa condición
hasta bien entrado el siglo XIX cuando comienzan las campañas militares de conquista.
Sobre esos fortines se edificaron más tarde los pueblos que sirvieron de apoyo al despegue
agroindustrial, como San Pedro, Ledesma y Santa Clara26.
Hasta la primera mitad del siglo XIX, esta organización se mantuvo sin grandes
variaciones. El período de las guerras de Independencia, que tuvieron a Jujuy como uno de
sus principales escenarios, fue para esta provincia de letargo, tanto de su estructura
poblacional como de su estructura productiva27. Sólo en la segunda mitad del siglo,
6
comienza a producirse un reposicionamiento de algunos lugares poblados. Esto se debe, en
primer lugar, a la reactivación de los antiguos circuitos comerciales, que permiten la
recomposición de pueblos como Rinconada o Santa Catalina28. Se debe, en segundo lugar, a
la adopción de algunas medidas tendientes a la conformación del aparato político y
administrativo de la provincia. Entre esas medidas se encuentra la división en
departamentos del territorio provincial29 y la designación de ciertos lugares como cabeceras
departamentales30, los cuales comenzaron a dotarse de ciertas instituciones
gubernamentales y centros educativos. Pero estos cambios cobran notoriedad en las décadas
siguientes con la llegada del ferrocarril.
Durante todo el siglo XIX, al igual que en los siglos anteriores, el mayor peso poblacional
se encontraba en el ámbito rural de las tierras altas. Como puede verse en el gráfico 1, la
balanza comienza a desplazarse hacia las tierras bajas con el cambio de siglo. También
puede verse el creciente peso población que tiene en todo el período el departamento
Capital31. Con la salvedad de San Salvador de Jujuy, durante el siglo XIX no se puede
hablar de una red de ciudades, por eso se utilizó la expresión lugares poblados. Hasta el
cambio de siglo, todavía se trataba de un conjunto de caseríos, diseminados en el campo
abierto32.

Red de lugares poblados durante el siglo XX


En las dos primeras décadas del siglo XX tuvo lugar una gran transformación en la red de
lugares poblados de Jujuy. El emplazamiento de estaciones de ferrocarril, de escuelas y
otras instituciones de control estatal, dependientes en su mayoría del Estado nacional,
constituyeron elementos claves para el surgimiento o consolidación de muchos núcleos
poblados. El no-emplazamiento de una estación o de una escuela significó, para muchos
otros, la decadencia o incluso la desaparición.

Ferrocarril y red urbana en Jujuy


Algunas estaciones del ferrocarril dieron origen o permitieron que se consolidara la
mayoría de los lugares en los que actualmente se concentra el peso demográfico de la
provincia, tanto en las tierras bajas como en las tierras altas. La diferencia está marcada por
el tipo de actividad asociada al ferrocarril. Esas actividades, también van a producir una
importante diferenciación productiva entre la Puna y la Quebrada de Humahuaca.
Teniendo en cuenta la relación entre estructura productiva y servicio ferroviario, se pueden
establecer cinco casos diferentes:
1- Estaciones donde se cargaban las materias primas e insumos vinculados con la
agricultura comercial (azúcar y tabaco);
2- Estaciones donde se cargaban los minerales obtenidos en la región;
3- Estaciones donde se cargaban y descargaban productos para el comercio internacional
(básicamente La Quiaca);
4- Estaciones donde arribaban pasajeros, por ubicarse en sitios turísticos.
5- La ciudad de San Salvador de Jujuy es un caso aparte, y no será objeto de análisis. Allí la
llegada del ferrocarril tenía como objetivo, en gran medida, conectar a esa capital
provincial33 con la capital nacional, en la etapa de consolidación del Estado nacional. Esto
reforzó su carácter de principal centro urbano de la provincia, como ocurrió en casi todas
las provincias argentinas.
7
En las tierras bajas se encuentra el conjunto de ciudades que más creció dentro de la red
urbana provincial, a lo largo del siglo XX. En el tramo conocido como Ramal se encuentran
San Pedro y Ledesma, sitios que se expandieron considerablemente, por el estímulo que el
ferrocarril significó para la producción azucarera34.
Entre las ciudades ubicadas en los Valles Centrales, se destacan los casos de Perico y
Palpalá, además de la capital. Perico, único nudo ferroviario de la provincia, tuvo su etapa
de gran despegue con el cultivo de tabaco, que pasó a tener una participación destacada
dentro del producto provincial en la década de 1970. De este crecimiento participaron
también El Carmen, cabecera del departamento homónimo, y Moterrico, aunque con
poblaciones modestas. Palpalá creció desde la década de 1940. Hasta entonces sólo había
allí una estación de ferrocarril y algunos locales comerciales35. Su crecimiento se produjo
con la construcción de Altos Hornos Zapla, concentrando numerosos servicios urbanos. En
el censo de 1980 figuraba como la segunda ciudad en importancia dentro de la provincia36.
En la década de 1990 se procedió a la privatización del complejo, lo que representó la
contracción de un importante mercado de trabajo a escala provincial y la decadencia de la
ciudad.
A lo largo del siglo XX, en las tierras bajas, se desarrolló un vigoroso desarrollo urbano,
con importantes aportes de población inmigrante europea. En las primeras décadas de ese
se expandieron las redes de energía, transporte y comunicación, entre otros servicios
urbanos.
En Jujuy, como en todo el país, el ferrocarril tuvo una función central en la organización
del territorio, y su importancia en los valles orientales, quedó registrada en su topónimo: el
“Ramal”. En esa región el ferrocarril dio un gran impulso a la actividad azucarera, ya que
permitió una mejor integración física con el principal mercado consumidor, la ciudad de
Buenos Aires. Desde la década de 1940 también colaboró en el despegue de la siderurgia y
de la industria tabacalera.
El ferrocarril a La Quiaca permitió el desarrollo de tres actividades que caracterizaron a las
tierras altas desde principios del siglo XX: la florifrutihorticultura, el turismo y la minería.
Las dos primeras se desarrollaron especialmente en la Quebrada de Humahuaca, mientras
que la tercera en la Puna.
La llegada del ferrocarril a la Quebrada de Humahuaca, durante la primera década del siglo
XX, tuvo para la región un efecto transformador. Hasta entonces la principal actividad era
la provisión de pasturas para el ganado en pie que atravesaba la región rumbo a las minas
del sur de Bolivia, además de la agricultura y la ganadería de autosubsistencia. El
ferrocarril, que competía con el transporte de mulas, aplazó esa actividad. En los años
siguientes la fruticultura adquirió mayor importancia, desplazando a los sembradíos de
alfalfa, junto a algunas especies hortícolas y floríferas, y destinadas al mercado de Jujuy.
Junto con la expansión de la producción frutihortícola, se registró la promoción de la
actividad turística. Las características ambientales de la Quebrada de Humahuaca,
especialmente en verano, hicieron de esta región un destino apetecible. Algunos sitios
prehispánicos se transformaron en centros turísticos para sectores de altos ingresos
provenientes de Tucumán, Salta y Jujuy. Lugares como Purmamarca, Maimará, Tilcara y
Humahuaca se convirtieron en “villas veraniegas”37. Estas villas tuvieron un mayor
despegue durante el gobierno peronista con el surgimiento del turismo sindical, haciendo de
Humahuaca, sobre todo, un importante destino38. La actividad hotelera comenzó a

8
registrarse en Tilcara en 1902 y creció en importancia desde 192039. Además de hoteles, se
construyeron desde entonces viviendas destinadas al veraneo de las familias pudientes. En
la Puna jujeña recién en las últimas décadas del siglo XX comenzaron a valorizarse algunos
recursos turísticos, especialmente para modalidades como el “turismo aventura” o el
“turismo arqueológico”. Hoy, lugares como Abra Pampa, Yavi o Casabindo cuentan con
mínimas instalaciones de hospedaje y servicio a los transeúntes. No obstante, el turismo no
es una actividad central en la economía de la Puna40.
Pero la actividad turística tuvo siempre un carácter de enclave. Fuera del fondo de valle
(donde se encuentran las villas veraniegas), la generación de ingresos se lograba tanto por
la producción de hortalizas como por el empleo temporal en la zafra, en los Valles
Orientales. Campesinos de diferentes lugares de la Quebrada de Humahuaca, al igual que
los de la Puna, fueron compulsivamente incorporados al mercado de trabajo temporal de las
tierras bajas. Con el tiempo, esto llevó a la desestructuración de la organización económica
tradicional. La modernización de los ingenios y las limitaciones para aumentar el ingreso
con la venta de las producciones locales, llevaron a muchas personas de los pueblos
menores a emigrar definitivamente hacia los pueblos mayores, como Maimará, Tilcara y
Humahuaca. Esta disponibilidad de mano de obra, junto a la incorporación de nuevas
tecnologías y a las facilidades de transporte de la ruta 941, facilitaron una nueva expansión
agrícola en las últimas décadas, de tipo comercial y cada vez menos de subsistencia. No
obstante, dificultades en la cadena de comercialización hacen que el crecimiento de los
ingresos sea limitado, razón por la cual muchos productores viven en el límite de la
subsistencia42.
En la Quebrada de Humahuaca la construcción del ferrocarril impulsó la conformación de
algunos lugares poblados donde se realizaban tareas vinculadas estrictamente al ferrocarril.
Son los casos de Volcán, Iturbe y León. Hasta la clausura del ferrocarril en 1991, en Volcán
funcionaron talleres y depósitos del mismo, motivando la creación de un barrio para los
trabajadores del ferrocarril43. El cierre del ferrocarril representó, para estos pueblos, la
perdida de dinamismo en la economía local.
En la Puna el ferrocarril promovió el desarrollo de la minería desde el inicio inicial, aunque
la extracción sistemática de recursos mineros comienza en la década de 1930, en los
distritos mineros de Mina Pirquitas y El Aguilar. Los minerales que se extraían en
diferentes lugares de la Puna se despachaban en tres puntos principales: las estaciones de
La Quiaca, de Abra Pampa y de Purmamarca, esta última en la Quebrada. La actividad
minera no tuvo un impacto directo sobre la configuración de la red urbana. Con la
excepción de El Aguilar44 no surgieron lugares poblados perdurables de tamaño
considerable. La minería influyó en forma más indirecta. Para la mayoría de los lugares
poblados de la Puna representó la emigración temporaria de los varones, fundamentalmente
entre 1930 y 1980. Para otros lugares conformados en torno a las estaciones de carga
significó, a largo plazo, un importante crecimiento poblacional. La estación de Abra Pampa
creció en importancia a la par del crecimiento minero y creció en términos poblacionales a
la par de la decadencia minera45. En la década de 1980 se cerraron varias minas, entre ellas
Mina Pirquitas, provocando el éxodo de población minera que se localizó preferentemente
en esa localidad. En Abra Pampa también se cargaba la lana producida en la Puna,
concentrada por unos pocos acopiadores que la remitían a Buenos Aires46.
La Quiaca merece algunas consideraciones aparte. Este núcleo fue fundado oficialmente en
febrero de 1907, en el sitio donde funcionaba una posta, y en 1908 comenzó a operar como
estación terminal del Ferrocarril Internacional a Bolivia. En breve, La Quiaca se dotó de
9
una receptoría aduanera, un destacamento policial, una Escuela Nacional y la iglesia e
inmediatamente adquirió un carácter eminentemente comercial, derivado de los
intercambios entre Argentina y Bolivia47.
Un poco después que La Quiaca, se fundó en territorio boliviano la localidad de La Quiaca
boliviana, que en 1913 recibió el nombre de Villazón48. En sus orígenes Villazón y La
Quiaca eran “como un solo pueblo” que comenzaron a diferenciarse hacia la década de
1940 con la extensión de los derechos civiles y laborales que caracterizaron al gobierno
peronista por el lado argentino. Además de esto, lo que se hace evidente en esta década es
el incremento de los controles del estado nacional, palpable sobre todo por el
establecimiento de la Gendarmería Nacional, para cumplir con las normativas referidas a
seguridad nacional49. La presencia de Gendarmería Nacional y el aumento en los controles
sobre el puente que sirve de paso fronterizo transformó la vida cotidiana, al imponer una
barrera a la circulación. Pero la condición de ciudad fronteriza permitió que La Quiaca
tuviera ciertas ventajas sobre el resto de las aglomeraciones de las tierras altas de Jujuy,
transformándose en un centro poblado con funciones urbanas, para un hinterland
conformado por los departamentos del norte de la Puna (Yavi, Santa Catalina y
Rinconada)50.
El “progreso” que caracterizó a La Quiaca durante varias décadas comenzó a opacarse a
partir de la década de 198051. Esto se debió al efecto combinado de, por un lado, la
Reforma institucional del Estado argentino y, por el otro, la aplicación de una política
monetaria perjudicial para los intercambios fronterizos desde La Quiaca. La política de
privatización de los servicios públicos iniciada en 1991 abrió el camino para el cierre del
ferrocarril a La Quiaca por no ser rentable. A esto se sumó el Plan de Convertibilidad52, por
el cual los precios de los artículos en Villazón eran más bajos que en La Quiaca. Así, el
flujo comercial (principalmente de pequeños comerciantes) se dirigía desde la primera
ciudad a la segunda. La consecuencia fue el cierre de casi todos los locales comerciales de
La Quiaca y el crecimiento de Villazón como una plaza comercial para la población jujeña.
En La Quiaca permanecieron abiertos los locales comerciales de apoyo al turismo y a los
compradores que llegan hasta la frontera para cruzar a Villazón. Si bien el achicamiento del
aparato estatal pudo haber llevado a la reducción del presupuesto destinado a las zonas de
frontera, la presencia del Estado sigue siendo central para la subsistencia de muchos
quiaqueños, a través de empleos públicos o del asistencialismo.
En las tierras altas el ferrocarril constituyó una oferta de transporte que estimuló el
desarrollo de nuevas actividades productivas. Esto llevó a la configuración de una nueva
red de lugares poblados, al tiempo que llevaba a la decadencia a los pueblos más
importantes del período colonial, ubicados desde entonces a considerable distancia de las
redes de circulación53. Con el tiempo esto llevó al debilitamiento del viejo modelo
comercial, afectando a la actividad artesanal local, por la competencia de bienes
industriales traídos desde Buenos Aires. Por otro lado fue el medio con el que se extraía de
la región una de las principales mercancías locales para la expansión del capitalismo en las
tierras bajas en la provincia: la fuerza de trabajo campesina que se utilizaba en las
plantaciones azucareras54.

Escuelas y red urbana en Jujuy


El ferrocarril explica la consolidación del eje Jujuy-La Quiaca, reforzado desde la década
de 1940 con el mejoramiento del acceso vehicular de la ruta 9. Pero no explica la

10
persistencia de los pueblos que se distribuyen por toda la Puna y las partes altas de la
Quebrada de Humahuaca. La consolidación de los ya existentes o el surgimiento de algunos
nuevos se debe, en gran medida, al emplazamiento de escuelas. Las aglomeraciones de la
Puna, aún las menores, suelen componerse de una capilla y una escuela. En muchos casos,
como en El Moreno, la capilla se construyó antes del siglo XIX, y a esta se agregó una
escuela a lo largo del siglo XX55. Sólo en pocos casos la escuela dio origen a un pueblo. La
función de la escuela fue la de concentrar a la población que tenía sus viviendas dispersas
en los cerros. De esta forma, las familias agregaban un lugar más de residencia temporal, en
el cual muchas veces permanecía, durante los meses de escolaridad, sólo la población
infantil, ya que los adultos se quedaban cuidando el ganado. Ejemplos de lugares poblados
surgidos a partir de una escuela son Barrancas y Huancar56. Este rasgo se acentúa en la
Puna de Atacama, donde la economía pastoril es prácticamente excluyente y la
trashumancia una práctica permanente57.
Pero la consolidación de algunos pequeños aglomerados no significó el desarrollo urbano
en la puna, con la excepción de los lugares en los que se emplazo el ferrocarril, como ya se
señaló. Todos los pueblos de la Puna, desde la década de 1930, se vieron afectados por el
crecimiento del polo agroindustrial azucarero en las tierras bajas o por la apertura de las
explotaciones mineras en la región. La escasez de braceros en las tierras bajas, obligó a los
contratistas a recurrir a la población agropastoril de la Puna, quienes se vieron compelidos a
migrar en forma temporaria hacia la zafra. La principal consecuencia demográfica fue el
progresivo despoblamiento del campo y el fuerte ausentismo de los varones durante varios
meses al año. Con el tiempo, esto llevó al olvido de prácticas agrícolas, pastoriles y
artesanales. Recién en la década de 1960 se registra el primer intento de aplicación de un
plan de desarrollo rural para la Puna, el Plan Andino, que tuvo un éxito acotado58.
Las migraciones temporarias, o golondrina, y el extremo del éxodo rural fue un rasgo
dominante en las tierras altas durante la mayor parte del siglo XX59. A fines de la década de
1970 comienza un proceso de contracción del mercado de trabajo en las tierras bajas,
aunque nunca, aún hoy, se terminó por completo la contratación temporaria de trabajadores.
Desde entonces, las alternativas podían ser por lo menos tres: 1- la migración temporaria
hacia otras regiones del país donde aún existe abundante demanda temporal de
trabajadores; 2- la emigración definitiva hacia las ciudades de la Puna, la Quebrada o de las
tierras bajas de la provincia; 3- permanecer en los pueblos reconstituyendo la economía
agropastoril y artesanal. Esta última alternativa, comienza a ser considerada especialmente
desde mediados de la década de 1980, cuando los mayores centros urbanos
(fundamentalmente Jujuy) dejan de tener capacidad de absorción de nuevos trabajadores,
situación que representó la recuperación del capital demográfico para muchas
aglomeraciones rurales. La existencia de escuelas fue un factor clave para la permanencia
de los pequeños aglomerados rurales.
En la década de 1990, desde el gobierno provincial, con recursos provenientes de créditos
internacionales o de organizaciones de cooperación extranjera, se implementaron diferentes
acciones tendientes al desarrollo rural, caracterizadas por la falta de coordinación y una
planificación a corto o mediano plazo. También comienza a ser importante la participación
de organizaciones no gubernamentales, que introdujeron técnicas y tecnologías de todo
tipo, conocimientos sobre reproducción y sanidad humana, recuperación de la memoria
colectiva, etc60.
En este contexto, muchos lugares poblados de la Puna comenzaron a incorporar
“novedades” en materia de servicios públicos, como la energía eléctrica, la telefonía
11
satelital, el agua potable, la televisión satelital; a utilizar materiales industriales para la
edificación; y, a adoptarse pautas urbanas de trazado61. Así, los “pueblos de indios se van
transformando en pequeños “pueblos rurales”, como son identificados por quienes allí
residen, los cuales garantizan mínimos elementos de confort. Vale decir, se produce una
cierta urbanización de la Puna jujeña, tanto en términos poblacionales como funcionales62.

Conclusiones
Hasta fines del siglo XIX no se advierte, en la provincia de Jujuy, la existencia de una “red
urbana”. En todo caso, se trataba de una red de lugares poblados, configurada durante el
período colonial. Esa red estaba conformada por la ciudad de San Salvador de Jujuy,
fundada por la corona española en el siglo XVII, plaza comercial de alguna importancia
dentro del espacio peruano; por un conjunto de “pueblos de indios”, caseríos distribuidos
por la campaña, establecidos en torno a una iglesia, como Humahuaca, Yavi, Casabindo y
Cochinoca; y por algunos fuertes defensivos, como Ledesma y Santa Clara, ubicados en la
frontera con el chaco, controlado por sociedades indígenas nómadas.
Hacia la década de 1910 esa primitiva red comenzó a reorganizarse. Desde entonces fueron
surgiendo ciudades donde se localizaron empresas capitalistas centradas en la explotación
de ingenios - plantaciones azucareras, como Ledesma y San Pedro; villas veraniegas que
brindan servicios turísticos a sectores con alto poder adquisitivo de las provincias del norte
argentino, como Maimará, Tilcara y Humahuaca; ciudades ferroviarias, como Perico, o
pueblos ferroviarios, como Volcán e Iturbe; la ciudad de La Quiaca, puesto de control
militar en la frontera argentino-boliviana; algunos centros mineros, como Palpalá y El
Aguilar; pequeños pueblos rurales donde se desarrolla una economía campesina, como
Cochinoca, Yavi y El Moreno. En este contexto la ciudad de Jujuy se transforma en el
principal centro urbano, no tanto por su dinamismo económico, sino por haberse
constituido en la capital provincial, sede de las principales instituciones provinciales y
nacionales.
Las causas de esa transformación deben buscarse en el proceso de inclusión de la provincia
de Jujuy al estado argentino, en la fase de consolidación del estado nacional. Esta inclusión
significó, para la provincia en su conjunto, la creación de una infraestructura de transporte y
energía, fundamental para el desarrollo urbano de las tierras bajas; la modernización del
aparato estatal provincial, con la subdivisión del territorio para fines políticos y
administrativo, y el establecimiento de sus respectivas cabeceras; y la formación de las
fronteras nacionales, fundamentalmente con la República de Bolivia. Significó, finalmente,
el aumento de los puntos de concentración de población, con un peso gravitacional en las
tierras bajas.
La intervención del estado nacional tuvo un papel destacado en el desarrollo del polo
agroindustrial azucarero. La construcción del ferrocarril, el control del territorio chaqueño
con el sometimiento de su población y el levantamiento de barreras proteccionistas
permitieron, entre otras políticas estatales, la consolidación del mercado de producción
ubicado en las tierras bajas. El emplazamiento de estaciones de ferrocarril, de escuelas y
otras instituciones de control estatal, también fueron de gran importancia en la
conformación del mercado proveedor de braceros ubicado en las tierras altas. Al adoptar el
carácter de Provincia fronteriza, Jujuy atrajo ciertas inversiones orientadas al control
fronterizo, lo que explica el crecimiento de La Quiaca.

12
Para la provincia de Jujuy, todo esto representó, a largo plazo, la configuración de una
estructura productiva poco diversificada, dependiente de los aportes del tesoro nacional.
Cuando estos aportes se redujeron, la provincia inició un progresivo empobrecimiento.
A lo largo del siglo XX, las tierras altas de Jujuy y, sobre todo, la Puna, pasaron a tener una
posición totalmente periférica, no sólo en el contexto nacional, sino también en el
provincial. Para la Puna los efectos de la inclusión fueron, por lo menos hasta la década de
1980, la falta de estímulo al desarrollo económico local, la casi total ausencia de servicios
públicos, la semiproletarización de su población, el éxodo rural, las migraciones
temporarias y el control militarizado de la región.

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Porcentaje de población, por región, según información de los censos


nacionales de población, 1869-2001

100%
90%
80%
70%
60%
%

50%
40%
30%
20%
10%
0%
1869 1895 1914 1947 1960 1970 1980 1991 2001
Valles Orientales 8.879 12.868 30.881 58.169 99.884 112.657 138.325 152.582 166.194
Valles Centrales 11.775 16.620 23.204 56.832 94.312 138.675 214.340 293.436 374.285
Quebrada 7.390 9.070 9.947 12.003 22.379 26.001 28.186 30.821 31.749
Puna 12.335 11.155 13.479 29.696 24.768 25.103 29.157 35.490 39.256

15
1
Normalmente suele establecerse una diferenciación entre Puna jujeña y Puna de Atacama. La Puna jujeña está
conformada por el área que quedó incorporada a la provincia de Jujuy desde su autonomía en 1834. La Puna de Atacama
recibe esa denominación por el grupo étnico atacama.
2
Se puede considerar como “tierras altas” al sector de la provincia que se encuentra hacia el norte de San Salvador de
Jujuy, capital provincial, ubicado justamente a alturas superiores que esa ciudad (por encima de los 1.200 msnm). Por
“tierras bajas” se puede designar a las zonas que se encuentran hacia el sur y hacia el este de San Salvador de Jujuy,
incluyendo a ésta. Esta diferenciación no es sólo altimétrica. Responde a una diferenciación histórica que se irá
delineando a lo largo de este trabajo. Esta se vincula con la división regional del trabajo según la cual las “tierras bajas” se
fueron conformando como el área central de la expansión de las relaciones de producción capitalista, mientras que las
“tierras altas” conservaron, a lo largo del siglo XX, un perfil campesino, con enclaves mineros y turísticos. Dentro de las
“tierras altas” se pueden diferenciar la Puna jujeña y la Quebrada de Humahuaca; y los Valles Orientales o Ramal y los
Valles Centrales en las “tierras bajas”.
3
Fuera de los ámbitos provinciales, los nuevos territorios conquistados se organizaron bajo el estatus jurídico de
Gobernaciones controlados directamente por el gobierno central.
4
El Chaco es una extensa región ubicada en el centro-sur del continente sudamericano cubierta de selvas y bosques.
Durante los siglos de dominación colonial, lo que hoy se conoce como región chaqueña constituyó para los españoles un
territorio “indomable”. Esta región está circundada por ciudades fundadas en ese período (Santa Cruz de la Sierra, Tarija,
Jujuy, Salta, Tucumán, Asunción, Corrientes, Santiago del Estero y Santa Fe). Hasta la década de 1870, las políticas de
expansión territorial, puntuales y esporádicas, lograron magros resultados. En 1884, el estado argentino inició un avance
mediante el establecimiento de colonias “civilizadoras” fuertemente militarizadas, conformadas por inmigrantes europeos
e indígenas sometidos. Cerca del 50% del Chaco, se anexó al Estado argentino. El resto se reparte entre Bolivia, Paraguay
y Brasil (Karlin y otros 1994).
5
La Puna de Atacama perteneció a Bolivia desde el año de su independencia, 1825, hasta el inicio de la guerra del
Pacífico, en 1879. Una vez terminado este conflicto, en 1884, el área fue controlada militarmente por Chile. Este caso se
relaciona con los avatares que tuvo el proceso de definición del límite entre Argentina y Chile. En 1881 se suscribió un
tratado que estableció que el límite fronterizo correría por las más altas cumbres de la cordillera de Los Andes que dividan
las aguas. También se estableció que los posibles conflictos para la demarcación de límites se resolverían por medio de
arbitrajes externos. En 1889 se firmó el tratado de límites Quirno Costa-Vaca Guzmán, según el cual la Argentina
reconocía como perteneciente a Bolivia la provincia de Tarija y Bolivia, como compensación, cedía sus derechos sobre la
Puna de Atacama, ocupada militarmente por Chile desde la terminación de la Guerra del Pacífico (1879-1884). En marzo
de 1899 se resolvió esta cuestión y se estableció el límite internacional.
6
Las primeras acciones gubernamentales posteriores a la anexión estuvieron orientadas a tomar conocimiento directo de
las características del sector. El resultado inmediato fue el reconocimiento de una región que no parecía ofrecer otro
potencial productivo que el minero, en un país donde la minería nunca ocupó un papel preponderante dentro de la
economía. Este territorio nunca recibió estímulos para su poblamiento o su desarrollo económico, lo que llevo finalmente
a su disolución (Benedetti, 2002b y 2002c).
7
Estos circuitos llegaban a las regiones de Córdoba y el Río de la Plata, donde se criaban mulas que se destinaban a la
plaza potosina (Barsky y Gelman, 2001)
8
Conti, 1993 y Conti, 2002.
9
Girbal, 1991.
10
Rutledge, 1987; Karasik, 1984
11
El aprovisionamiento de mano de obra barata y temporal se logró manteniendo una parte de la estructura productiva
campesina. Para formar un mercado de trabajo unificado, los dueños de los ingenios combinaron la coacción con
incentivos monetarios (Teruel, 1995).
12
Desde el período colonial se extraía oro de algunos arroyos y sal de los salares y salinas. A fines del siglo XIX se
intensifica la explotación del borato, en torno a los salares y salinas distribuidos por toda la Puna. Pero el esquema de
producción era primitivo, porque no contaba con ninguna infraestructura de transporte adecuada (Sgrosso, 1943).
13
Ceballos, 2001
14
Desde la década de 1950 comienza el despegue de la actividad tabacalera aunque su apogeo comienza en los setenta.
Esto favoreció la urbanización del departamento de El Carmen, al sur de la capital provincial, en la región de los Valles
Centrales (Aparicio y Gras, 1996).
15
Belli y Slavutsky, 1996
16
“Despoblado” era la denominación que antiguamente recibía el sector meridional del Altiplano Andino. Como
infraestructuras de apoyo en los viajes se utilizaban los tambos, postas de origen prehispánico distribuidos a lo largo de los
caminos que surcaban la región.
17
La Quebrada de Humahuaca se transformó en “camino natural entre el Plata y el Alto y Bajo Perú. Hoy, para el mejor
cumplimiento de esta misión, la surca el ferrocarril argentino del Estado, que empalma en La Quiaca con la red ferroviaria
boliviana, la que conduce al Perú” (Sánchez de Bustamante, 1937:37). Para ampliar estos temas Ruiz y Albeck, 1998 y
Albeck, et. al, en este volumen.
18
Entre 1864 y 1882 se establecieron en Argentina las compañías ferroviarias más importantes, de capitales británicos.
Hacia 1914 esas empresas habían alcanzado su máxima expansión, limitada a la región pampeana. Extensas regiones

16
ubicadas hacia el norte y el sur del país quedaron excluidas de esta red. En 1886 se dispuso la prolongación de un ramal
desde Tucumán hasta Jujuy, financiado por el Estado Nacional, y en 1890 concluyeron los trabajos. En todo el norte
argentino se conformó, en diferentes etapas, la empresa Ferrocarril Central Norte Argentino, empresa del Estado (trocha
1 metro). Con la nacionalización de los ferrocarriles en la década de 1950 pasó a adoptar la denominación de Ferrocarril
General Belgrano (Cuccorese, 1984).
19
Veschi, 1992; Roccatagliatta, 1998; y, Benedetti, 2002a.
20
En la tradición americana, campaña se utiliza para designar al campo, terreno ubicado fuera de la ciudad.
21
Para recorrer la ruta de Buenos Aires a Santiago del Estero eran necesarios 25 días y otros 25 días desde aquí hasta
Chuquisaca, cerca de Potosí (Werckenthien, 1999).
22
Otras ciudades que se fundaron en el período colonial, cerca de Jujuy fueron Salta en 1582 (hacia el sur) y San Ramón
de la Nueva Orán en 1794 (hacia el noreste).
23
Según un historiador local, después de fundar Jujuy, el capitán Francisco de Argañarás y Murguía sometió a los
omaguaca y el 12 de diciembre de 1593 se funda el pueblo de Humahuaca en las instalaciones del sitio indígena y 37 años
después se construye una capilla (Vázquez, 1979). Sin embargo, esa fundación no tiene el mismo carácter que la
fundación de Jujuy. En todo caso, se trata del momento en que este sitio se convirtió en pueblo de indios, desde donde se
controlaba a los grupos indígenas de la región.
24
Según Madrazo (1982), durante los siglos XVII y XVIII Jujuy se transformó en un centro de poder nominal,
desdibujado por encontrarse a 250 Km del gran centro de poder que fue Yavi
25
La construcción de la primitiva Iglesia de Cochinoca es de aproximadamente el año 1600; en El Moreno, antiguo tambo
incaico, se construyó a fines del siglo XVIII; la de Yavi hacia 1690; la de Santa Catalina hacia 1750; la Cerrillos en 1645;
la de Casabindo a fines del siglo XVI reconstruida en el XVIII; en Tumbaya en 1672 y en fecha cercana en Purmamarca.
En la Puna de Atacama, Susques tiene una Iglesia desde el siglo XVII (Casassas Cantó, 1974; Academia Nacional de
Bellas Artes, 1991; Asencio et. al., 1967; Bratosevich, 1992 y Abán, 1990).
26
Durante las primeras décadas del 1600 se estableció el fuerte Ledesma. En sus proximidades comenzó el cultivo de caña
dulce y la elaboración de azúcar hacia fines del siglo XVIII. Aquí se fundo el poderoso ingenio Ledesma. La fundación
oficial del pueblo se llevó a cabo recién en 1901. El lugar donde hoy se encuentra San Pedro de Jujuy era, hacia mediados
del siglo XIX, la finca Río Negro. Hacia 1870 aquí comienza la fabricación de azúcar y algunos años después se funda el
Ingenio La Esperanza (Abán, 1999). L. Brackebusch (1883:21) decía: hay en “San Pedro, una de las más nombradas
fábricas de azúcar de la Provincia, que ha introducido hermosas maquinarias de Inglaterra y fabrican un producto
excelente”. El pueblo de San Pedro de Jujuy se fundó oficialmente en 1883, pero aún en 1907 era descripta como una
“población algo triste porque todo el movimiento lo absorbe el ingenio La Esperanza. Sin embargo, progresa y aumenta su
población, que era de 400 habitantes, debido al ferrocarril” (Solari 1907:43).
27
En su paso por la Quebrada de Humahuaca, el viajero inglés J. Andrews (1826:162) decía: “La población es apenas
perceptible en todo el trayecto; no puede concebirse nada más mísero... Humahuaca fue completamente destripada... Por
lo menos la mitad de las casas de barro no tenían puertas ni techos; los soldados después de hacer fuego con todo lo que
tenía forma de marco de puerta, viga o tirante, descansarían las manos. La población no excede de trescientas almas”.
28
En la década de 1880 en Santa Catalina “compran y venden los vecinos de Atacama, de Esmoraca, de Tupiza, de Yavi;
siempre hay aquí hombres de negocio; aquí se compra todo, hasta la más rica cerveza alemana” (Brackebusch, 1990:45)
29
Boto, 1995. La Constitución Provincial de 1855 dividió al territorio en 10 departamentos: Capital, Perico del Carmen,
Perico de San Antonio, Río Negro, Humahuaca, Tilcara, Yavi, Santa Catalina, Cochinoca y Rinconada. La Constitución
Provincial de 1866 dividió al departamento de Río Negro en dos: San Pedro y Ledesma. La Ley 537 de 1900 crea los
departamentos de Tumbaya, Valle Grande (desprendimientos de Tilcara), y el departamento de Santa Bárbara. En 1943 se
incorpora el Departamento de Susques y en 1986 el departamento Capital se divide en Dr. Manuel Belgrano y Palpalá.
30
En 1855 se tomaron medidas orientadas al trazado y urbanización del ejido de Tilcara, Purmamarca y Tumbaya. En la
década de 1880 el gobernador Eugenio Tello dispuso la fundación oficial de Santa Catalina, San Pedro y La Quiaca, y en
1883 la de Siberia Argentina (que siempre se conoció como Abra Pampa). El 7 de marzo de 1885 se fundó Uquía y en
1901 Pueblo Nuevo (que más tarde se denominaría Lib. General San Martín. (Vázquez, 1979; Seca, 1989; Abán, 1982,
1999).
31
Desde el censo de 1991 quedó dividido en dos departamentos, pero por razones operativas aquí se mantuvo como
unidad de agregación de la información.
32
En 1883 Brackebusch (1990) afirmaba que Tilcara “presenta ya el aspecto peculiar de los pueblitos indios” (30) y lo
mismo dice de Cochinoca “construido completamente al estilo de los antiguos quichuas, en medio de una quebrada, sobre
un terreno el más desigual; las casas chicas, pero de paredes muy sólidas, todas irregularmente distribuidas, con calles que
en partes son meras cuestas” (41).
33
En 1834 se declaró la autonomía del gobierno jujeño del de Salta. La ciudad de San Salvador de Jujuy se convirtió
desde entonces en la capital de la Provincia de Jujuy.
34
Rutledge, 1987
35
Solari la describía como “estación del ferrocarril C. Norte, con pequeña población a su alrededor... [donde] se cultiva en
gran escala la vid, alfalfa, cereales...” (Solari, 1907:36)
36
Desde el censo de 2001 se considera que forma parte del Gran San Salvador de Jujuy.
37
Por quedar fuera de la región donde el paludismo era endémico, enfermedad que en ese momento afectaba a las zonas
subtropicales, los pueblos de la Quebrada se volvieron lugares atractivos (Seca, 1989). El hecho de contar con un servicio

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ferroviario fue fundamental. Según Solari Maimará era “la población preferida para veraneo por su clima sano y
templado” (1907:53). Sánchez de Bustamante decía que la Quebrada de Humahuaca era “una región susceptible de
ulteriores grandes desarrollos... por la atracción que ejerce, gracias a su clima templado y sano, como lugar de veraneo y
cura, sobre las poblaciones de las zonas cálidas y palúdicas de Jujuy, Salta y Tucumán” (1937:37).
38
“Una actividad económica que ha tomado auge en los últimos años es el turismo, cuyos efectos multiplicadores se dejan
sentir en el departamento [de Humahuaca]. A esto ha contribuido... la construcción del Hotel Provincial de Turismo”
(Vázquez, 1979:15).
39
Aquí la convocatoria turística está relacionada con la restauración de algunos sitios prehispánicos, destacándose el
pucará, construcción defensiva del período incaico, que hicieron de Tilcara la “capital arqueológica del país” (Karasik,
1994).
40
Un caso particular es San Antonio de los Cobres, en la Puna de Atacama, capital del ex territorio de Los Andes. Allí
llega el “Tren de las Nubes”, un tramo del ferrocarril de Salta a Antofagasta (Chile), el cual brinda servicios turísticos en
forma irregular a lo largo del año y genera algunos magros beneficios para sus pobladores.
41
Este corredor vial atraviesa a la Quebrada, paralelo a las vías del ferrocarril. El mismo se trazo hacia la década de 1940
cuando se creó la Dirección Nacional de Vialidad. Pasaron varias décadas para que sobre esta ruta se realizaran mejoras.
Desde el cierre del ferrocarril a principios de 1990 este corredor carretero se convirtió en la única vía de comunicación de
las tierras altas con la capital provincial. Esta ruta, hacia el sur, conecta a Jujuy con Tucumán, Córdoba y Buenos Aires.
42
Arzeno, 2001 y Arzeno y Castro, 1998
43
Saravia, 1960 y Seca, 1989.
44
Que en el censo 1980 reunía a 6.800 habitantes, 6.168 en el de 1991 y 3.151 en el de 2001. Mina Pirquita reunía a 1.327
habitantes en 1980 y 502 en 1991.
45
Por su creciente importancia en 1914 fuera declarada cabecera del departamento de Cochinoca y hoy es identificada en
el imaginario popular como la “Capital de la Puna”.
46
Stumpo, 1992
47
Sus primeros pobladores son los de “La Quiaca Vieja” conformada básicamente por comerciantes, personas de origen
árabe y algunos mestizos que se encontraban en la región desde fines del siglo XIX. En las décadas siguientes personas
originarias de Yavi irán trasladando su lugar de residencia a La Quiaca. Las exportaciones eran realizadas por casas
comerciales ubicadas en Yavi, Santa Catalina y La Quiaca, que progresivamente se fueron relocalizando en La Quiaca.
Dada la creciente importancia que La Quiaca fue adquiriendo, en 1914 fue declarada capital del departamento de Yavi
(Echenique, 1995; Saravia, 1960; Abán, 1982).
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En 1911 Jules Huret describía el paso fronterizo de La Quiaca de la siguiente manera: “Tomamos un carruaje que... nos
conduce... al otro lado de la frontera argentina, indicada por una enorme piedra colocada al través en medio de las rocas.
Todo es allí desolación y soledad. Del lado de la Argentina hay por lo menos una estación, railes, un poco de movimiento
y de ruido y un pueblecillo” (Huret, 1913:307). Para un estudio más extenso de La Quiaca Karasik, 2000. Sobre Villazón
Kilibarda, 1998.
49
El 24 de noviembre de 1945 se creó el Escuadrón La Quiaca, con asiento en esa localidad (San Julián, 1991). En 1944
se crearon las denominadas “zonas de seguridad”, fajas territoriales de ancho variable contiguas al límite internacional. En
1946 se fijó el ancho de la zona de seguridad con Chile y Bolivia en 100 km y en 50 km con los demás países limítrofes.
Esto significó la militarización de las tierras altas, con puestos de control en La Quiaca, Abra Pampa, Tres Cruces,
Humahuaca y Purmamarca. Al mismo tiempo se instituyó la Comisión Nacional de Zonas de Seguridad, cuya misión era
la atención de todos los problemas que pudieran suscitarse en las localidades de frontera y “argentinizar” ese sector del
territorio nacional. En la Puna esto se reflejó en la creación de más escuelas nacionales, el mejoramiento de las
instalaciones escolares existentes y el mantenimiento de una infraestructura básica de transporte. Durante la última
dictadura militar (1976-1983), como consecuencia del inminente conflicto armado con Chile, se mejoraron las vías de
acceso a la Puna de Atacama, muy deficientes hasta entonces. En 1976 se abrió la ruta que conecta a Susques con la
ciudad Jujuy y en 1978 se abrió otra para conectar a Antofagasta de la Sierra con Catamarca, facilitando el surgimiento de
servicios de transporte en dicha región (Palanca, 1977; García y Rolandi, 2000).
50
La Quiaca fue la única aglomeración de la Puna en donde se diseñó una planta urbana con calles y veredas
acondicionadas en casi toda su extensión; con importantes edificios para instituciones públicas; con expendio de
combustibles de la empresa estatal YPF y talleres del Automóvil Club Argentino; con periódicos, radio y televisión; y con
una sede del Banco Nación -única en toda el área de las tierras altas- (Abán, 1982; Saravia, 1960). En la década de 1940
se instaló un sistema eléctrico aislado que abastecía también a los pueblos fronterizos de Yavi y Santa Catalina. En la
mayoría de las aglomeraciones de la Puna la energía llegó recién en las décadas de 1980 y 1990 (Benedetti, 1998).
Asimismo, allí se realiza, durante la última semana del mes de octubre, la manka fiesta, una de las más importantes ferias
campesinas de las tierras altas, que reúne a productores de las tierras altas de Argentina y Bolivia (Campisi, 2001).
51
Los años que van de 1950 a 1980 son recordados por los quiaqueños como los “años de oro” por el “gran movimiento
de personas por las calles de la ciudad, y la intensa actividad de los bares, negocios y hoteles” (Karasik, 2000:171)
52
Paridad cambiaria entre el peso y el dólar, paralelo a un control de la inflación.
53
Algo similar ocurrió en la Puna de Atacama con la construcción del ferrocarril de Salta - Antofagasta. En 1930 llegó a
San Antonio de los Cobres acrecentando su importancia sobre los antiguos lugares poblados de Susques, Antofagasta de la
Sierra y Pastos Grandes.
54
Rutledge, 1987; Reboratti, 1995.

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55
En El Moreno, la escuela se instaló en 1906, frente a la iglesia colonial. Más allá de las funciones educativas, la escuela
se transformó en el principal escenario de la vida pública de la comunidad (Benedetti, 1998).
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Barrancas también se conoce como Abdón Castro Tolay, nombre del primer maestro del pueblo. Esta persona realizó
una importante acción en la concentración de la población en torno a la escuela, instalada en 1917, y la capilla, construida
en 1934 (Fernández Distel, 2000). Huancar se fundó en 1935 a partir de la creación de una escuela. En la década de 1940
se agregó la Iglesia (Göbel, 1998).
57
En 1930, el inspector de minas Catalano (1930:9) observaba lo siguiente en Susques: “Niños de siete a catorce años, de
ambos sexos, todos amontonados en repugnantes viviendas, sin el cuidado de sus padres, que a esa condición de vida los
lleva el cumplimiento de una ley noble (la de la enseñanza obligatoria)...”.
58
Bárbarich, 1994
59
Janoschka, 2001.
60
Benedetti, et. al, 2001
61
Como los frentes, las formas lineales, los límites espaciales y el uso más claro de las instalaciones, reemplazando la
disposición caótica (Rotondaro, 1994).
62
Benedetti, 1998

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