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Joel Uribe Reyes

ITESO
Aristóteles
17-Abril-2012

La amistad y las virtudes en la reconstrucción del tejido social


En el último año se ha hecho presente la necesidad imperante de reconstruir el
tejido social. Los niveles de violencia y crímenes se han incrementado por todo el
país. Esta violencia ha provocado que las relaciones sociales se desgasten y se
viva una tensión constante en la convivencia cotidiana. La inseguridad, además de
deteriorar la calidad de vida, genera una sensación de incertidumbre y desamparo
entre las personas que, por desgracia, se ha ahondado al paso del tiempo.

Movimientos sociales han levantado la voz para indicar que es urgente


reconstruir el tejido social. Uno de estos movimientos es el que encabeza el poeta
Javier Sicilia y en el ​pacto nacional, que convoca a firmar a todo mexicano, una de
las exigencias es precisamente la recuperación del tejido social (Sicilia, 2011).

Cuando la red de relaciones sociales se ha deteriorado, vale preguntarse por


dónde comenzar a reconstruir el tejido social. El presente ensayo pretende abordar
el tema desde la propuesta Aristotélica sobre las virtudes y la amistad, para dar un
bosquejo de en qué se puede contribuir para la recuperación del tejido social.

I. El hombre virtuoso, un buen ciudadano.


En la historia del pensamiento humano, hay quien ha dicho que el ser humano es
un depredador por naturaleza. Hobbes en el libro del Leviatán, dibuja al ser
humano como el lobo que se devora a sí mismo, por lo que es necesaria una
fuerza superior que lo mantenga en paz, pues por sí mismo tiende a la guerra
(Hobbes, 1940).

Pero, dónde queda, entonces, la capacidad humana para gobernarse a sí


mismo y ser libre de sus propios impulsos y pasiones. Es decir, no encerrado en su
propio mundo, sino que es capaz de convivir en concordia con los demás.

Como punto inicial, Aristóteles indica que las virtudes no son contrarias a la
naturaleza humana, aunque no nacemos con ellas; sin embargo, somos capaces
de adquirirlas conforme nos vamos ejercitando en ellas. Así, me voy apropiando de

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los hábitos buenos y, las acciones operativas de estos hábitos me van
conformando una segunda naturaleza basada en las virtudes (Aristóteles, 1967).

Con lo anterior queda dicho que las virtudes son hábitos operativos que
recaen sobre la persona y con ello le permite ir haciéndose mejor ser humano. En
razón de que la virtud es una acción de encontrar el punto medio del hábito bueno
que permite al hombre cuidar de no caer ni en el exceso, ni en el defecto, sino
conducirse rectamente en cada situación.

Para ello, la razón y la prudencia son los elementos que permiten ir


encontrando a cada individuo el término medio en las acciones y pasiones que
conduce al hombre con rectitud. Pues, cada uno va conociendo hacia dónde es que
tiende más la voluntad que le hacen errar en las decisiones.

Son cuatros las virtudes que presenta Aristóteles (1967) que desenvuelven
todas las demás virtudes: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Para el niño
o el joven que va siendo educado en las virtudes, comienza por la templanza, pero
en la persona adulta la prudencia es la que da pauta a todas las demás virtudes.

Dado que en la concepción de Aristóteles, el hombre es un ser que no vive


aislado, sino en comunidad con otros. Las virtudes no son búsqueda de la
perfección del individuo en sí mismo, sino es la búsqueda de hacer el bien a los
demás. Y si es bueno hacer el bien a una persona, “más bella y más divina es
hacerlo al pueblo y las ciudades” (Aristóteles, 1967, pág. 4).

Además, las virtudes se van desarrollando en la convivencia con los demás.


Es en la relación cotidiana con las personas que nos vamos dando cuenta de
dónde encontrar el término medio de cada hábito bueno. Pues, nos hacemos justos
haciendo actos justos, o valientes haciendo actos valientes, y vamos equilibrando
para no errar en el exceso, ni en el defecto según el temperamento que tenemos.
Todo lo cual, supone una relación con otras personas y una conciencia abierta a
conocerse uno mismo.

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Por lo tanto, esto nos invita a reflexionar, si el cultivar las virtudes, sea un
camino propicio para reconstruir las relaciones sociales. Ya que supone que las
virtudes se dan en un proceso de relación con otros y el fin de la acción de la virtud
es hacer el bien a los demás, y en ello irse haciendo personas cada vez más
buenas al forjarse dueño de sí mismo.

Además, ser virtuoso implica todas las dimensiones del ser humano, pues no
puede decirse que se es prudente para unas cosas e imprudente para otras. Si la
prudencia se va adquiriendo en lo más simple y cotidiano del ser humano como en
el hablar, en igual proporción se va dando en las demás áreas de su dimensión
como persona. O de otra forma, es decir que se es prudente en esto sí y en aquello
no, y si es así, entonces no se puede decir que sea prudente en general, pues
sería una contradicción.

Por lo tanto, ser virtuoso lleva a ser buena persona y si se es buena persona,
se es en todas sus dimensiones como ser humano. Así pues, también lo es en el
ser buen ciudadano. Y un buen ciudadano virtuoso permite reconstruir el tejido
social que se ha roto por la injusticia y la violencia, ya que las virtudes son
contrarias y las relaciones sociales se irán reconstruyendo en principio por la
justicia y la paz que conforman las virtudes.

II. La amistad camino de virtud y reconstrucción social.


Pero, ¿qué hombre es el que irá tejiendo la red social? O ¿qué tipo de relaciones
se requiere para reconfigurar el tejido social? Si bien, se ha dicho que el hombre no
vive solo, sino en comunidad, es evidente que se requiere de un tipo de relación
que permita la convivencia en sociedad.

Así pues, la relación de amistad es la primera que se requiere para


reconfigurar el tejido social. Pero ¿qué tipo de amistad? Y ¿por qué permitirá la
construcción del tejido social?

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En primer lugar, Aristóteles dice que “la amistad es una virtud o va
acompañada de virtud y es, además, la cosa más necesaria en la vida“ (1967, pág.
102). Por lo tanto, la amistad entre los ciudadanos es necesaria para tejer las
relaciones sociales. Y en la medida que esta se va forjando, en esa misma medida
la justicia se irá dando. Pues para Aristóteles la amistad va de la mano de la justicia
y darse en las mismas personas y referirse a las mismas cosas.

Anteriormente, se había dicho que la prudencia es la que guía las demás


virtudes; pero, la justicia es la que engloba a todas las demás virtudes, al ser esta
la que requiere, además de la prudencia, de la fortaleza y la templanza para ser
justo y obrar con justicia. De otra forma, algún tipo de injusticia se estará
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cometiendo por falta de templanza o de fortaleza donde la prudencia no ayuda a
determinar el término medio.

Además, la amistad que considera Aristóteles, como más perfecta y duradera,


es la amistad que se da en “los hombres de bien y semejantes en virtud, porque
éstos se desean igualmente el bien por ser ellos buenos, y son buenos en sí
mismos” (1967, pág. 104).

Así también, esta amistad ayuda a no errar en su obrar ya que se le desea


todo bien. Los amigos virtuosos se animan mutuamente a seguir creciendo en las
virtudes y a no engañarse. Los únicos amigos son los hombres de bien. Por eso,
este tipo de relación fomenta el reconstruir el tejido social, al ir generando
relaciones que se estimulen a ser buenas personas y, como ya se dijo, buenos
ciudadanos. Ya que otro tipo de amistad, por placer o utilidad, aun entre los
malvados se da mientras se obtenga el placer o la utilidad de dicha relación.

Pero, en una sociedad con un tejido roto, no todos las personas se


encuentran en proceso virtuoso, ya que la violencia y la injusticia corrompen a los

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No desarrollo más esta idea, por no ser parte del objetivo del ensayo y no alcanzar en tiempo, pero
soy consciente que la idea queda abierta a ser discutida y ampliada.
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que la cometen y pueden dañar el ánimo de los que la padecen al generar
desconfianza y apatía por los demás.

Por lo tanto, la concepción de Aristóteles de los otros dos tipos de amistad,


por placer y por utilidad, puede ayudar, también, a fomentar una reconstrucción
social si la utilidad y el placer van enfocados a fortalecer el tejido social. Ya que el
deseo y el beneficio para todos de una sociedad más justa y fraterna, permite la
ventaja en todas las personas de fomentar la relación amistosa de concordia o de
benevolencia. Así, se puede dar una amistad accidental por el interés común de la
sociedad en que se vive.

Y aunque estas relaciones, no pueden ser consideradas amistades en el


término Aristotélico, al menos “el tejido social adquiere relevancia ya que la
garantía de continuidad y consolidación de las experiencias organizativas están
asociadas a los nexos que establezcan con el tejido de la relaciones cotidianas que
pre-existen en el barrio o zona” (Chávez Plazas & Falla Ramírez, 2004, pág. 177),
según lo exponen los autores en las concepciones del tejido social.

Además, en algunos casos se puede dar el brinco a una amistad por virtud,
cuando se genera una correspondencia y se trata de asumir las virtudes en igual
circunstancias.

Para la persona virtuosa, siempre será un placer ver cómo otras van
creciendo en virtud. Es el placer que tenía Sócrates en hacer que los hombres se
conocieran a sí mismo y crecieran en virtud. Su deseo era hacer prosperar en
virtud la juventud de su ciudad y por ello estuvo dispuesto asumir la consecuencia
de su muerte (Platón, 2005).

Conclusión
Si bien las relaciones sociales, son mucho más complejas de lo que aquí he
expuesto; es verdad, que la amistad y las virtudes son medios para ayudar a
reconstruir el tejido social roto en nuestro país por las injusticias, la violencia y la

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corrupción en todos los niveles de la sociedad. Ya que es imposible considerar la
reconstrucción del tejido social sin una ética en la vida de las personas.

Sólo procurando la justicia, la fortaleza, la templanza y la prudencia, se puede


pensar en contrarrestar la injusticia, la violencia, el desenfreno y demás vicios que
han provocado la ruptura del tejido social.

Ahora, la amistad Aristotélica es una forma de fomentar el desarrollo de las


virtudes. Considero casi imposible, en mi humilde opinión, que no haya persona
que no tenga alguna virtud en algún grado desarrollado. Ya que el mismo
Aristóteles, decía que es muy difícil alcanzar el punto medio de las virtudes, sin que
por ello no se deba de seguir procurando alcanzar y mantener.

Por lo tanto las amistades que se den por semejanza en virtudes, si procuran
seguir creciendo juntos en todas las virtudes, se dará pie a ir construyendo
personas de bien y por ende, buenos ciudadanos que permitan reconstruir el tejido
social.

Además de que las relaciones amistosas, aunque no sean dadas propiamente


por virtud, según Aristóteles, sí permiten recrear el tejido social ya que facilitan los
elementos de encuentro, convivencia y reconocimiento que benefician el
surgimiento de las amistades por virtudes, conforme se van interactuando.

Faltaría analizar, cómo y qué elementos son necesarios para desarrollar las
virtudes desde edad temprana, para que la sociedad cuente con personas virtuosas
que impulsen el desarrollo de sus conciudadanos en la construcción del tejido
social. Mas es materia para otro ensayo.

Referencia Bibliográfica
Aristóteles. (1967). ​Ética Nicomaquea. Política. (A. G. Robledo, Trad.) México:
Porrua.

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Chávez Plazas, Y., & Falla Ramírez, U. (27 de Septiembre de 2004). ​Realidades y
falacias de la reconstrucción del tejido social en población desplazada.
Recuperado el 14 de Abril de 2012, de Tabula Rasa. Revista de
Humanidades, en http://www.revistatabularasa.org/numero_dos/chavez.pdf

Hobbes, T. (1940). ​Leviatán o la Materia, Forma y Poder de una República,


Eclesiástica y Civil. México: Fondo de Cultura Económica.

Platón. (2005). ​Apología de Sócrates. (C. Zeiger, Trad.) Buenos Aires, Argentina:
Gradifco.

Sicilia, J. (12 de Mayo de 2011). ​Pacto Nacional por la Paz. Recuperado el 15 de


Abril de 2012, de Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, en
http://movimientoporlapaz.mx/documentos-esenciales-del-movimiento/pacto-
nacional-por-un-mexico-en-paz-con-justicia-y-dignidad/

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