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La actitud científica
Una defensa de la ciencia frente a la
negación, el fraude y la pseudociencia
PREFACIO
INTRODUCCIÓN
BIBLIOGRAFÍA
CRÉDITOS
Para Louisa y James
Prefacio
3 «Scientific Evidence Doesn’t Support Global Warming, Sen. Ted Cruz Says»,
NPR, 9 de diciembre de 2015,
<http://www.npr.org/2015/12/09/459026242/scienti fic-evidence-doesn-t-
support-global-warming-sen-ted-cruz-says>.
6 Nótese que esto difiere en gran medida de la aseveración de que una teoría
científica es verdadera. Desafortunadamente, no hay garantía de que una
teoría científica sea verdadera, incluso si la podemos adoptar justificadamente
como objeto de creencia sobre la base de la evidencia. (Volveremos sobre esta
cuestión en el capítulo 2).
(1) Observar
(2) Establecer hipótesis
(3) Predecir
(4) Comprobar
(5) Analizar los resultados, revisar las hipótesis y
empezar otra vez 13 .
Figura 1.1
21 Aquí todavía podría ser necesaria más investigación para averiguar por qué
Gabriel no tiene estroncio-90 en los huesos. ¿Nació antes de 1945? ¿Nació en
1994, pero no vivió cerca de un reactor nuclear? Pero lo esencial es que el
razonamiento es deductivamente válido. Una vez que sabemos que no tiene
estroncio-90 en los huesos, podemos descartar que haya nacido entre 1945 y
1991.
23 Karl Popper, The Logic of Scientific Discovery (Nueva York, Basic Books,
1959). Es fascinante notar que, aunque cualquier académico caracteriza el
interés de Popper en el debate en torno a la demarcación como dependiente de
su interés en distinguir la ciencia de la no-ciencia (o pseudociencia), el propio
Popper no usa esos términos en su libro. Cuando más se acerca a definir la
demarcación (en la sección 4), Popper afirma que su objetivo «es distinguir
entre las ciencias empíricas, por un lado, y las matemáticas y la lógica así como
los sistemas metafísicos, por el otro». Esto deja claro que no pretendía
distinguir la ciencia meramente de la «especulación metafísica», sino de otras
investigaciones «no científicas» como las matemáticas y la lógica, que es de
donde procede quizá la idea de la no-ciencia: una amalgama de pseudociencia e
investigaciones no científicas. Posteriormente, en sus Conjectures and
Refutations: The Growth of Scientific Knowledge (Nueva York, Harper
Torchbooks, 1965), Popper empieza a usar el término «pseudo-ciencia» más o
menos como equivalente a «metafísica» como único contraste con la ciencia,
con el vocablo «no-ciencia» todavía no mencionado. Por tanto, ¿por qué
debemos usarlo ahora? En primer lugar, se ha convertido en un término del
debate que ha sobrepasado a Popper; en segundo lugar, parece fiel al
significado original de Popper. Como veremos, sin embargo, que el debate en
torno a la demarcación sea entre lo que es ciencia y la no-ciencia supone una
gran diferencia con respecto a si es entre lo que es ciencia y la pseudociencia.
Prefiero el término «no-ciencia» incluso aunque no fuera usado por Popper.
24 El texto íntegro de la Ley 590 puede encontrarse en: But Is It Science? The
Philosophical Question in the Creation/Evolution Controversy, M. Ruse (ed.)
(Amherst, NY, Prometheus Books, 1996), 283-286.
25 Véase Lee McIntyre, Respecting Truth: Willful Ignorance in the Internet Age
(Nueva York, Routledge, 2015), 64.
27 Sin embargo, no todos vieron esto como un beneficio absoluto. ¿No se abre
así la puerta a que la astrología pueda proponer una predicción falsable y a
que, como consecuencia de ello, reclame para sí legítimamente el estatuto de
ciencia? Peor aún, dado que la astrología ya está sobradamente acreditada
como falsa, ¿no muestra esto que, después de todo, era falsable y, por tanto,
científica?
36 Por ejemplo, es posible mantener una objetividad estricta y que hay una
distinción absoluta entre hechos y valores.
45 Las citas son de Hannson, «Science and Pseudo Science». Véase también
Frank Cioffi, «Psychoanalysis, Pseudoscience and Testability», Gregory Currie y
Alan Musgrave (eds.), en Popper and the Human Sciences (Dordrecht, Martinus
Nijhoff, 1985), 13-44.
52 Ibíd., 25.
53 Sven Hansson, «Defining Science and Pseudoscience», en Philosophy of
Pseudoscience, 61-77.
EL PAPEL DE LA GARANTÍA
81 Véase Lee Smolin, The Trouble with Physics: The Rise of String Theory, the
Fall of a Science, and What Comes Next (Nueva York, Mariner, 2007), y Peter
Woit, Not Even Wrong: The Failure of String Theory and the Search for Unity in
Physical Law (Nueva York, Basic, 2007).
82 Peter Woit, «Is String Theory Even Wrong?», American Scientist (marzo-
abril de 2002), <http://www.americanscientist.org/issues/pub/is-string-theory-
even-wrong/>.
84 Véase también Larry Laudan, Progress and Its Problems: Towards a Theory
of Scientific Growth (Berkeley, University of California Press, 1978).
89 Uno de los ensayos más interesantes sobre este tema fue escrito por el
eminente filósofo pragmatista Charles S. Peirce. En «The Scientific Attitude and
Falibilism», Peirce relaciona las «características virtuosas» que podemos
asociar con alguien que tiene la actitud científica con la idea de que el
conocimiento empírico tiene que ser por fuerza siempre incompleto. La persona
que tiene la «actitud científica» no puede nunca obstruir el camino de la
investigación pensando que su conocimiento es completo, porque en un campo
abierto, como la ciencia, siempre hay más que aprender. Véase
<https://www.textlog.de/4232.html>.
91 Uno desearía, sin embargo, admitir que es perfectamente aceptable para los
científicos seguir usando la palabra «verdadero» —sin tener que añadir
siempre la llamada falibilista de que la evidencia futura puede mostrar que la
creencia es falsa— en tanto que recuerde que en toda discusión sobre
conocimiento empírico este será seguramente el caso.
92 David Hume, A Treatise of Human Nature (Londres, 1738), libro VII.
CONCLUSIÓN
102 Algunos sostendrían que el problema aquí es mucho más grave —que la
evidencia siempre es ambigua porque hay infinitas teorías posibles que podrían
en principio encajar con los mismos datos—. Véase a este respecto Helen
Longino, «Underdetermination: A Dirty Little Secret?», STS Occasional Papers
4 (Londres, Department of Science and Technology Studies, University College
Londres, 2016). Para más información de contexto, véanse Paul Horwich, «How
to Choose between Empirically Indistinguishable Theories», Journal of
Philosophy 79, núm. 2, (1982), 61-77, y Larry Laudan y Jarrett Leplin,
«Empirical Equivalence and Underdetermination», Journal of Philosophy 88,
núm. 9 (1991), 449-472. Para una discusión general en torno a este problema,
véase Lee McIntyre, «Taking Underdetermination Seriously», SATS: Nordic
Journal of Philosophy 4, núm. 1 (2003), 59-72.
103 Diré más acerca de las prácticas por medio de las cuales los científicos
hacen esto en el capítulo 5.
107 Ver en particular Deborah Mayo, Error and the Growth of Experimental
Knowledge (Chicago, University of Chicago Press, 1996). El modelo de error
estadístico de Mayo ofrece un estimulante desafío al enfoque bayesiano
dominante. Para otras perspectivas, ver Peter Achinstein, The Book of Evidence
(Oxford, Oxford University Press, 2003), y Clark Glymour, Theory and Evidence
(Princeton, NA, Princeton University Press, 1980).
112 Nótese que estos breves ejemplos se incluyen aquí para ilustrar lo que
entiendo por actitud científica. Más detalles se aportarán en el capítulo 6
(donde discutiré cómo la actitud científica transformó la medicina moderna) y
en el capítulo 5 (donde discutiré cómo la fusión fría socavó la actitud científica
al no facilitar el escrutinio de grupo del trabajo individual).
113 Carl Hempel, Philosophy of Natural Science (Nueva York, Prentice Hall,
1966), 3-8.
117 Ibíd., 369-370; W. F. Bynum et al., The Western Medical Tradition 1800-
2000 (Cambridge, Cambridge University Press, 2006), 156; Carl Hempel,
Philosophy of Natural Science, 3-8.
118 Otro ejemplo de científico solitario que fue reivindicado después de años
de resistencias es Galileo. Para un ejemplo más moderno —que tiene que ver
con la cuestión de lo que le ocurre a la actitud científica cuando el individuo
está en lo correcto y el grupo, equivocado—, véase mi discusión en el capítulo 8
en torno a Harlen Bretz y su teoría de las megainundaciones en los terrenos
erosionados del este de Washington.
120 Para una discusión de la fusión fría dentro del contexto de la revisión por
pares, véase el capítulo 5. Véase también Lee McIntyre, Dark Ages: The Case
for a Science of Human Behavior (Cambridge, MA, MIT Press, 2006), 19-20.
122 Esta idea puede ser más importante de lo que parece. ¿Es posible que
Popper no alcanzara a comprender lo fundamental de su propio criterio de
demarcación? Quizá lo más importante no sea si una teoría es falsable, sino si
los científicos que la proponen buscan falsarla. Para una perspectiva
interesante sobre esta idea, véase el ensayo de Janet Stemwedel «Drawing the
Line between Science and Pseudo-Science», en el que escribe: «La gran
diferencia que Popper identifica entre la ciencia y la pseudociencia es una
diferencia de actitud. Mientras que una pseudociencia se establece para buscar
evidencia que apoye sus afirmaciones, [...] una ciencia se establece para
desafiar sus propias afirmaciones y buscar evidencias que puedan probar que
es falsa. En otras palabras, la pseudociencia busca confirmaciones y la ciencia
busca falsaciones», Scientific American, 4 de octubre de 2011,
<https://blogs.scientificamerican.com/doing-good-science/drawing-the-line-
between-science-and-pseudo-science/>.
124 The Philosophy of Karl Popper, P. A. Schilpp (ed.) (LaSalle, IL, Open Court,
1974), 29.
125 K. Brad Wray, «Kuhn’s Social Epistemology and the Sociology of Science»,
en W. Devlin y A. Bokulich (eds.), Kuhn’s Structure of Scientific Revolutions—50
Years On (Dordrecht, Springer, 2015), 175-176.
126 Thomas Kuhn, The Road since Structure: Philosophical Essays, 1970-1993,
with an Autobiographical Interview, J. Conant y J. Haugeland (eds.) (Chicago,
University of Chicago Press, 2002), 101.
132 Noretta Koertge (ed.), Scientific Values and Civic Virtues (Oxford, Oxford
University Press, 2005), 10.
133 Alasdair MacIntyre, After Virtue: A Study in Moral Theory (South Bend, IN,
University of Notre Dame Press, 1981), 1
TABLA 4.1
Si es ciencia, entonces
es falsable ¿No es ciencia la biología
Necesidad
(si no es falsable, no es evolucionista?
ciencia)
Si es falsable, es
ciencia
Suficiencia ¿Es la astrología ciencia?
(si no es ciencia, no es
falsable)
Es ciencia si y solo si
es falsable ¿Es la astrología ciencia pero no la
Equivalencia
(falsable si y solo si es biología evolucionista?
ciencia)
TABLA 4.2
CRITERIO TIPO
TABLA 4.3
CASO 1
CASO 2
TABLA 4.4
Si es ciencia, entonces
Exclusividad:
AC
Necesidad ¿debería la literatura agruparse junto
(si no AC, entonces no
con el creacionismo?
es ciencia)
Si AC, entonces es
ciencia Inclusividad:
Suficiencia
(si no es ciencia, ¿es «buscar las llaves» ciencia?
entonces no AC)
TABLA 4.5
143 Véase la discusión del capítulo 1. Feleppa sostiene que solo pretende ser
un criterio de necesidad [«Kuhn, Popper, and the Normative Problem of
Demarcation», en Patrick Grim (ed.), Philosophy of Science and the Occult
(Albany, NY, SUNY Press, 1990)], pero téngase en cuenta la afirmación
(posterior) de Popper de que es un criterio de suficiencia y de necesidad.
146 Laudan parece pensar que la razón para postular condiciones tanto
necesarias como suficientes es que ambas son necesarias como protección
frente a las críticas que podrían formularse únicamente en contra del otro
criterio. Pero tal vez este no sea el caso y, en cambio, hace que el criterio se
torne vulnerable a ataques por los dos lados.
147 Lo que quiere decir que son verdaderas bajo circunstancias idénticas. Si
algo satisface el criterio de ser ciencia, entonces satisface el criterio de ser
falsable, y a la inversa.
150 Véanse Karl Popper, The Logic of Scientific Discovery (Nueva York, Basic
Books, 1959); Karl Popper, Conjectures and Refutations (Nueva York, Harper
Torchbooks, 1965); Larry Laudan, «The Demise of the Demarcation Problem»,
en Beyond Positivism and Relativism (Boulder, CO, Westview Press, 1996).
151 Véase Boudry, «Loki’s Wager and Laudan’s Error», 80-82, y Hansson,
«Defining Pseudoscience and Science», 61-77, ambos en M. Pigliucci y M.
Boudry (eds.), The Philosophy of Pseudoscience: Reconsidering the
Demarcation Problem (Chicago, University of Chicago Press, 2013). ¿Es
Pigliucci culpable de esto también? En su ensayo «The Demarcation Problem»,
renuncia a resolver el problema de la demarcación apelando a condiciones
necesarias y suficientes, y afirma que el enfoque general que busca definir un
criterio de demarcación es «difuso», plausiblemente porque pretende
diferenciar entre la ciencia y la pseudociencia en lugar de entre la ciencia y la
no-ciencia.
152 Véase la figura 1.1. Para una discusión más detallada de este problema,
véase el capítulo 1. Véanse también: Tom Nickles, «The Problem of
Demarcation: History and Future», 101-120, y James Ladyman, «Toward a
Demarcation of Science from Pseudoscience», 45-49, ambos en M. Pigliucci y
M. Boudry (eds.), Philosophy of Pseudoscience (Chicago, University of Chicago
Press, 2013).
153 Es conocido que Galileo dijo: «La intención del Espíritu Santo es
enseñarnos cómo ir al cielo, no cómo va el cielo», Carta a la señora Cristina de
Lorena, gran duquesa de Toscana (Florencia, 1615).
154 Supongo que aquí uno puede intentar trazar una línea más clara dentro de
la categoría de no-ciencia entre lo que he llamado «aciencia» y
«pseudociencia». Aunque esto no equivaldría a un criterio más amplio de
demarcación entre la ciencia y la no-ciencia (o entre la ciencia y la
pseudociencia), quizá sería útil decir que dentro de la categoría de no-ciencia
se encuentran aquellos campos que no pretenden preocuparse de la evidencia
empírica (literatura, arte) y aquellos que sí (astrología, creacionismo). Aunque
uno pudiera entonces argumentar que, como asunto práctico, a los segundos en
realidad no les importa. Incluso este modesto paso, sin embargo, puede
resultar problemático, puesto que genera la tentación de (1) tratar de usar esto
como palanca para cambiar de tema en el debate más amplio de la
demarcación o (2) meterse en honduras en busca de todas las condiciones
necesarias y suficientes para un nuevo debate de la demarcación dentro de la
categoría de no-ciencia. Pero si ya hemos tenido problemas con cómo
«preocuparse por la evidencia» puede servir como condición suficiente para
demarcar la ciencia de la no-ciencia, ¿cuán difícil podría ser construir otra
explicación sobre la base de la pretensión de preocuparse por la evidencia?
Una vez más, creo que el enfoque adecuado para el debate sobre la
demarcación es entre la ciencia y la no-ciencia.
159 ¿Es la fontanería una ciencia? Boudry, en su ensayo «Plus Ultra», dice que
no hay ningún problema en considerar que sí —no hay por qué imponerle
límites epistemológicos a la ciencia—. En su ensayo «In Defense of
Demarcation Projects», Pigliucci no se muestra de acuerdo, pero su razón para
ello es que los científicos tienen «un papel claramente definido». En esto estoy
plenamente de acuerdo con Boudry. Lo importante es el enfoque que uno
adopte en la búsqueda del «conocimiento cotidiano», no un hecho sociológico
acerca de los fontaneros.
161 Por supuesto, también está ausente en disciplinas como las matemáticas o
la lógica, a las que no les concierne la evidencia empírica.
162 Emile Durkheim, Las reglas del método sociológico (París, 1895; prefacio
del autor a la segunda edición).
163 Una de las propuestas más esclarecedoras que he leído en los últimos
tiempos corre a cargo de Tom Nickles («The Problem of Demarcation», en
Philosophy of Pseudoscience, 116-117), que examina críticamente la
«productividad» como un criterio posible de demarcación. Quizá lo erróneo del
creacionismo, por ejemplo, no es que sea falso, finja tener o no tenga la actitud
científica, sino, sencillamente, que no está muy interesado en proporcionarnos
futuros rompecabezas científicos que resolver.
167 Véase Pigliucci, «The Demarcation Problem», 21. Pero ¿lo hace por si una
vez más es ambiguo en torno a si el objetivo debe ser la pseudociencia o la no-
ciencia?
171 McIntyre, Respecting Truth: Willful Ignorance in the Internet Age (Nueva
York, Routledge, 2015), 107-109.
174 Como hemos podido comprobar con los ejemplos de Galileo y Semmelweis,
la comunidad científica es a veces aterradoramente irracional.
Métodos cuantitativos
CONCLUSIÓN
179 Cuando ocurre hay incluso un mecanismo que permite retractarse. Ver
infra para más información en torno a la cuestión de la retractación en la
ciencia.
181 Robert Trivers, The Folly of Fools: The Logic of Deceit and Self-Deception
in Human Life (Nueva York, Basic Books, 2011).
187 Daniel Kahneman, Thinking Fast and Slow (Nueva York, Farrar, Straus and
Giroux, 2013). Otro clásico moderno en el campo de la economía conductual es
Richard Thaler, Nudge: Improving Decisions about Health, Wealth, and
Happiness (Nueva York, Penguin, 2009).
190 Lee McIntyre, Respecting Truth: Willful Ignorance in the Internet Age
(Nueva York, Routledge, 2015), 15-16.
191 Cass Sunstein, Infotopia: How Many Minds Produce Knowledge (Oxford,
Oxford University Press, 2008).
192 Para una discusión completa, véase McIntyre, Respecting Truth, 117-118.
194 Tom Settle, «The Rationality of Science versus the Rationality of Magic»,
Philosophy of the Social Sciences 1 (1971), 173-194,
<http://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/004839317100100201>.
202 Ibíd., 216. Para un fascinante contraste, uno puede tomar en consideración
la obra Social Empiricism de Miriam Solomon (Cambridge, MA, MIT Press,
2001), en la que se defiende la idea de que las acciones de la «comunidad
agregada de científicos» prevalecen sobre «la razón de los científicos
individuales», (135), pero se aparta de Longino en la cuestión de si esas
interacciones sociales pueden «corregir» los sesgos individuales en el
razonamiento (139). Mientras que Solomon encuentra mucho que alabar en el
punto de vista de Longino, critica que no enraíce sus afirmaciones «ideales» en
ejemplos científicos más actuales. De hecho, Solomon mantiene que cuando
uno dirige la mirada a ejemplos científicos, se hace patente que los sesgos —
incluso los sesgos cognitivos— realizan una función positiva como facilitadores
del trabajo científico. Lejos de considerar que la ciencia debería evitar los
sesgos, Solomon hace la sorprendente afirmación de que «los científicos
acostumbrar a alcanzar sus objetivos con la ayuda de razonamientos
“sesgados”» (139).
203 Algunos de estos errores, por supuesto, son el resultado de sesgos
cognitivos que todos los seres humanos compartimos. La cuestión aquí no es
que los científicos no tengan sesgos, sino que la ciencia se compromete a
reducirlos por medio del escrutinio grupal de las ideas individuales. Para más
información, véase el podcast de la Academia de Pensamiento Crítico de Kevin
deLaplante, <https://www.youtube.com/watch?
v=hZkkY2XVzdw&index=5&list=PLCD69C3C29B645CBC>.
209 El término p-hacking fue acuñado por Simmons et al. en su artículo «False
Positive Psychology».
211 Uno tenía que hacer los cálculos de las pruebas t y f a mano y después
buscar el valor p correspondiente en una tabla.
212 Simmons et al., «False Positive Psychology», 1359.
215 Christie Aschwanden, «Science Isn’t Broken: It’s Just a Hell of a Lot
Harder Than We Give it Credit For», FiveThirtyEight, 19 de agosto de 2015,
<https://fivethirtyeight.com/features/science-isnt-broken/>.
216 J. Ioannidis, «Why Most Published Research Findings Are False», PLOS
Medicine 2, núm. 8 (2005), e124,
<http://robotics.cs.tamu.edu/RSS2015NegativeResults/pmed.0020124.pdf>.
218 R. Nuzzo, «Scientific Method: Statistical Errors», Nature 506 (2014), 150-
152.
222 «La excesiva dependencia de los científicos con respecto a los valores p ha
llevado al menos a nuestra revista a la conclusión de que ya ha tenido
suficiente de ellos». En febrero [2015], Basic and Applied Psychology anunció
que ya no publicará valores p: «Creemos que la p [inferior a] 0,05 es demasiado
fácil de alcanzar y que a veces sirve como excusa para una investigación de
inferior calidad», escriben los editores en su nota. En vez de valores p, la
revista pedirá «estadísticas descriptivas fuertes, incluyendo el tamaño de los
efectos», Aschwanden, «Science Isn’t Broken».
223 Head, «Extent and Consequences». Uno debería tener en cuenta, sin
embargo, que los hallazgos de Head han sido discutidos por quienes consideran
que son un artefacto de redondeo al segundo decimal. Esto no quiere decir que
el p-hacking no ocurra, sino que el bulto que Head pretende encontrar en sus
curvas p no es evidencia adecuada de que esté tan extendido. C. Hartgerink,
«Reanalyzing Head et al. (2015): No Widespread P-Hacking After All?»,
Authorea, 12 de septiembre de 2016,
<https://www.authorea.com/users/2013/articles/31568/_show_article>.
231 De hecho, en algunos casos la revisión por pares está sujeta a una doble e
incluso triple comprobación ciega, puesto que además de que los autores no
saben quién es el revisor, el revisor no sabe quién es el autor, y el editor puede
no saberlo tampoco.
232 John Huizenga, Cold Fusion: The Scientific Fiasco of the Century
(Rochester, NY, University of Rochester Press, 1992), 235.
239 Solomon Asch, «Opinions and Social Pressure», Scientific American 193,
núm. 5 (noviembre de 1955), 31-35,
<https://www.panarchy.org/asch/social.pressure.1955.html>.
241 Ibídem.
243 Fleischmann también es culpable de esto, pero fue Pons quien una vez tras
otra se resistió a poner en común los datos.
246 Ibídem.
247 Ibídem.
249 Que haya algunas personas que cometen asesinatos no refuta el hecho de
que vivimos en una sociedad que tiene leyes contra el asesinato e intenta
aplicarlas.
250 Incluso aquí, sin embargo, esto no prueba necesariamente que haya
habido una mala intención. Quizá las personas que son más escrupulosas a la
hora de mantener sus datos en buen estado, de tal manera que puedan ser
puestos en común, sean también las más propensas a ser meticulosas en su
método.
252 Ibídem.
253 Huelga decir que, al igual que existe una distinción entre no
reproducibilidad y fraude, también debería existir una entre retractación y
fraude. Uno no debería suponer que por el simple hecho de haber sido retirado,
un estudio es fraudulento. Como veremos, las razones para la retractación son
diversas.
254 Esto, sin embargo, puede estar cambiando —al menos en algunos sectores
de las ciencias sociales—, puesto que algunos nuevos investigadores parecen
ansiosos de hacerse un nombre desafiando el trabajo de sus colegas más
veteranos. Ver Susan Dominus, «When the Revolution Came for Amy Cuddy»,
New York Times, 18 de octubre de 2017,
<https://www.nytimes.com/2017/10/18/magazine/when-the-revolution-came-for-
amy-cuddy.html>.
264 P. Reuell, «Study That Undercut Psych Research Got It Wrong: Widely
Reported Analysis That Said Much Research Couldn’t Be Reproduced Is
Riddled with Its Own Replication Errors, Researchers Say», Harvard Gazette, 3
de marzo de 2016.
272 Véase
<http://www.psychologicalscience.org/publications/psychological_science/prere
gistration>.
274 Kevin deLaplante, The Critical Thinker (podcast), «Cognitive Biases and
the Authority of Science», <https://www.youtube.com/watch?
v=hZkkY2XVzdw&index=5&list=PLCD69C3C29B645CBC>.
275 La tarea es formidable, puesto que hay dos errores posibles: uno puede
esperar demasiado para abrazar la verdad (como con la reacción a
Semmelweis) o puede precipitarse y dar el salto a una conclusión que va más
allá de la evidencia (como con la fusión fría).
CAPÍTULO 6
EL PASADO DE BARBARIE
CONCLUSIÓN
281 Bynum, History of Medicine, 91. Véase también Bynum et al., Western
Medical Tradition, 112.
288 Ibíd., 245. Es interesante preguntarse por qué sucedió esto. Porter
especula con que «los historiadores han explicado a veces esta aparente
paradoja de la ciencia médica de la Ilustración —grandes expectativas,
resultados decepcionantes— como consecuencia de una teorización demasiado
ambiciosa» (248).
289 Porter, Greatest Benefit to Mankind, 11, 274. Algunos, sin embargo, verán
esto como injusto. Si bien es cierto que la teoría detrás de las vacunas no se
basaba en la ciencia de laboratorio, sino en la experiencia de las lecheras y su
inmunidad contra la viruela, fue Edward Jenner quien adoptó la actitud
científica al sugerir «¿por qué pensar?, ¿por qué no intentar el experimento?»
(276). Solo entonces, cuando la observación fue corroborada por la
experimentación, se produjo el avance clínico.
291 Lewis Thomas, The Youngest Science: Notes of a Medicine Watcher (Nueva
York, Viking, 1983), 19-20.
292 Ira Rutkow, Seeking the Cure: A History of Medicine in America (Nueva
York, Scribner, 2010), 37.
297 «La medicina, guiada por la práctica u orientada a los casos, tardó en
cambiar. El microscopio había existido durante doscientos años antes de que se
convirtiera en parte de la práctica médica diaria y transformara la manera de
entenderla», Porter, Greatest Benefit to Mankind, 525.
303 Nada menos que un pensador como Rudolf Virchow se resistió a la teoría
germinal de la enfermedad diciendo en un momento dado: «Si pudiera volver a
vivir mi vida, la dedicaría a probar que los gérmenes buscan su hábitat natural:
el tejido enfermo, en lugar de ser la causa del tejido enfermo».
315 James Gleick, Genius: The Life and Science of Richard Feynman (Nueva
York, Pantheon, 1992), 132.
316 Paul Starr, The Social Transformation of American Medicine (Nueva York,
Basic Books, 1982).
322 Entre 1802 y 1876 (período que abarcó la era de la rebelión jacksoniana
contra las sociedades médicas), se abrieron sesenta y dos escuelas comerciales
de Medicina en Estados Unidos, Porter, Greatest Benefit to Mankind, 530.
335 Hay una excelente exposición de esta historia en James Le Fanu, The Rise
and Fall of Modern Medicine (Nueva York, Carroll and Graf, 1999), 5-15, y
también en Porter, Greatest Benefit to Mankind, 455-456.
337 Ibíd., 5.
EL DEBATE VACUNAS-AUTISMO
346 Nótese que, como consecuencia de esta definición lógica muy precisa,
hemos definido no solo el fraude, sino también lo que no es fraude. Si no se han
fabricado o falsificado datos intencionadamente, entonces no se ha cometido
fraude, y si no se ha cometido fraude, entonces uno no ha fabricado o
falsificado datos intencionadamente.
350 Una vez más, algunos podrían ser fraude, dependiendo de las
circunstancias individuales (véase Trivers, «Fraud, Disclosure, and Degrees of
Freedom in Science», Psychology Today, 10 de mayo de 2012), y también está
la fascinante cuestión de si estas cosas pueden evolucionar hasta el fraude.
354 «Rara vez, tal vez nunca, es el propósito de quienes cometen fraudes
inyectar falsedades en el cuerpo de la ciencia. Casi siempre se creen que lo que
están inyectando en el registro científico es una verdad [...] pero sin pasar por
todo el proceso que exige el método científico», Goodstein, On Fact and Fraud,
2.
357 En su libro The Folly of Fools (Nueva York, Basic Books, 2011), Robert
Trivers ofrece una estimulante discusión sobre el autoengaño, en la que
propone que quizás aprendamos a engañarnos a nosotros mismos porque eso
nos hace más capaces de engañar a otros.
359 Tal vez les preocupe el litigio o teman que empañe la reputación de la
escuela en la que trabajaba el impostor. Goodstein sostiene que una dificultad
creada por esto es que en los casos en los que alguien es exonerado reciben
mucha prensa, pero en los casos de fraude real existe una presión inapropiada
para mantener la confidencialidad y proteger a los culpables (On Fact and
Fraud, xii). (Si es cierto, uno se pregunta si esto no transgrede el espíritu de la
ciencia y hace más difícil trazar una línea entre los errores y la mala conducta.)
Goodstein aporta, sin embargo, un caso reciente en Stanford en el que los
responsables de la escuela se comprometieron a hacer públicos los resultados
de una investigación antes incluso de que estuviera acabada (99).
366 Park, Voodoo Science: The Road from Foolishness to Fraud (Oxford, Oxford
University Press, 2000), 10.
369 ¿Hay aquí una posible analogía entre el fraude y la pseudociencia? ¿Es el
autoengaño lo que condenamos en los pseudocientíficos? Véase el texto que
acompaña al capítulo 5, n. 53, en el que afirmo que la diferencia entre las
técnicas que usan los científicos y las que usan los pseudocientíficos es solo de
grado.
370 Por supuesto, podría depender de por qué los datos no se custodiaron
correctamente. La eliminación de las series originales de datos es una práctica
nefasta, pero si se hace para encubrir una investigación en torno a
irregularidades que pudieron haberse cometido, puede ser un caso de fraude.
372 Alguien podría argumentar, sin embargo, que este tipo de preocupación en
torno a la «intención» podría tener el efecto contrario y volver la distinción
entre la buena y la mala ciencia todavía más impenetrable. Ahora bien, ¿no es
eso ya lo que se hace en casos de fraude? A veces la intención tiene que
inferirse de la acción, pero eso no sirve como excusa para centrarse solo en un
indicador, como la retractación de un artículo.
373 Seth Mnookin, The Panic Virus: The True Story Behind the Vaccine-Autism
Controversy (Nueva York, Simon and Schuster, 2011), 109.
378 Algunos han hecho correr la voz: Jennifer Steinhauser, «Rising Public
Health Risk Seen as More Parents Reject Vaccines», New York Times, 21 de
marzo de 2008.
379 Brian Deer, «How the Case against the MMR Vaccine Was Fixed», British
Medical Journal 342 (2011), c5347.
380 Deer, «How the Case against the MMR Vaccine Was Fixed», c5347.
381 F. Godlee et al., «Wakefield Article Linking MMR Vaccine and Autism Was
Fraudulent», British Medical Journal 342 (2011): c7452.
382 Ibíd., 2.
384 Mark Berman, «More Than 100 Confirmed Cases of Measles in the U.S.,
CDC Says», Washington Post, 2 de febrero de 2015.
LA MATRIZ DE SAGAN
ESCÉPTICO CRÉDULO
CONCLUSIÓN
¿Es posible que alguien piense que está en posesión de
la actitud científica, pero que la realidad no sea esa? Las
actitudes son cosas complejas. Tal vez sea el único que
sabe cómo me siento en torno al uso de la evidencia
empírica; solo mis pensamientos personales pueden
decirme si realmente estoy poniendo a prueba o aislando
mi teoría. E incluso aquí tengo que respetar el hecho de
que la autoconciencia tiene numerosos estratos,
complicados por el fenómeno del autoengaño. Sin embargo,
la actitud científica también puede medirse por medio de
las propias acciones. Si afirmo que tengo una actitud
científica y luego me niego a tomar en consideración
evidencia alternativa o rehúso hacer predicciones falsables,
puedo ser criticado con justicia, al margen de si pienso que
mis intenciones son puras. La diferencia entre el
negacionismo y la pseudociencia, por un lado, y la ciencia,
por el otro, va más allá de lo que alberga el científico en su
corazón, o incluso del grupo de científicos que componen la
comunidad científica. Se encuentra también en las acciones
del científico individual y del resto de miembros de la
profesión, acciones que hacen realidad la idea de que la
ciencia se preocupa por la evidencia empírica. Como en
cualquier otro aspecto de la vida, medimos las actitudes no
solo por el pensamiento, sino también por el
comportamiento.
391 Ver «Public Praises Science; Scientists Fault Public, Media», Pew Research
Center, U.S. Politics & Policy, 9 de julio de 2009, <http://www.people-
press.org/2009/07/09/public-praises-science-scientists-fault-public-media/>;
Cary Funk y Brian Kennedy, «Public Confidence in Scientists Has Remained
Stable for Decades», Pew Research Center, 6 de abril de 2017,
<http://www.pewresearch.org/fact-tank/2017/04/06/public-confidencein-
scientists-has-remained-stable-for-decades/>; The National Science
Foundation, «Science and Engineering Indicators 2014»,
<http://www.nsf.gov/statistics/seind14/index.cfm/chapter-7/c7h.htm>.
393 Lee McIntyre, Respecting Truth: Willful Ignorance in the Internet Age
(Nueva York, Routledge, 2015).
395 Carl Sagan, The Demon-Haunted World: Science as a Candle in the Dark
(Nueva York, Ballantine Books, 1996); ed. en lengua española: El mundo y sus
demonios. La ciencia como una luz en la oscuridad (Barcelona, Planeta, 1995).
402 A favor de Sagan está el hecho de que enumera tres afirmaciones del
campo de la investigación sobre percepción extrasensorial que a su juicio
merecen ser tomadas en consideración. Sagan, Demon-Haunted World, 302.
Una de ellas —la afirmación de que el pensamiento por sí solo puede influir en
un generador de números aleatorios— recibirá atención más adelante en este
capítulo. Pero no se debería concluir de esto que Sagan es un pusilánime,
puesto que también se adhiere a la idea de Laplace: «Las afirmaciones
extraordinarias requieren pruebas extraordinarias».
404 Más adelante en este capítulo, examinaré con más detenimiento en qué
sentido los científicos son escépticos pero no así los negacionistas. Podría ser
más adecuado decir que los negacionistas son «selectivos» pero, como
veremos, el criterio para ser selectivo de acuerdo con el negacionismo (que
escoge los datos en función de si son coherentes con la ideología) es
científicamente ilegítimo.
406 Aquí, obviamente, voy más allá de lo que dijo Sagan —puesto que él no
abordó el negacionismo—. Sin embargo, me parece útil usar esta matriz como
un dispositivo para considerar las similitudes y diferencias entre el
negacionismo y la pseudociencia.
407 Nótese aquí la distinción entre el propio Andrew Wakefield, que afirmó
fraudulentamente que las vacunas causan autismo, frente al negacionismo de
aquellos que siguen creyendo en su afirmación incluso después de que su
fraude haya sido descubierto.
408 Por supuesto, tienen creencias; lo que ocurre, simplemente, es que no son
creencias científicas. Son ideológicas. Por tanto, es importante lo que los
negacionistas adoptan como estándar para sus otras creencias.
409 Esto puede parecer curioso. Si sus creencias son ideológicas, ¿por qué les
parece necesario contar con alguna evidencia? Porque no están dispuestos a
admitir que sus creencias son ideológicas. Pero entonces están atrapados en un
doble rasero, puesto que, una vez que entramos en el juego de la evidencia,
¿cómo pueden sostener que sus propios puntos de vista están mejor justificados
que los de la ciencia? Esto parece ilusorio. Una vez que un negacionista insiste
en que es su evidencia la que tiene que ser rebatida mientras se olvida de la de
los demás, parece mejor simplemente alejarse.
412 Aunque esta afirmación pueda parecer incómodamente cercana para los
teóricos de cuerdas, seguramente acogerían con agrado la oportunidad de
poner a prueba sus teorías, incluso si tal oportunidad no está disponible en este
momento.
415 Es justo que Sagan no lo presentara como tal, pero parece una extensión
natural de sus puntos de vista. Sostengo que también es un error que los
pseudocientíficos estén abiertos a nuevas ideas; véase más adelante en este
capítulo.
416 Por ejemplo, el ministro de salud del presidente Mbeki afirmó que el SIDA
se puede curar con ajo y jugo de limón. Véase Celia W. Dugger, «Study Cites
Toll of AIDS Policy in South Africa», New York Times, 25 de noviembre de 2008,
<https://www.nytimes.com/2008/11/26/world/africa/26aids.html>.
417 Massimo Pigliucci, Nonsense on Stilts: How to Tell Science from Bunk
(Chicago, University of Chicago Press, 2010), 137.
421 Por ejemplo, los senadores James Inhofe y Rick Santorum, y el presidente
Donald Trump.
423 Thomas R. Karl et al., «Possible Artifacts of Data Biases in the Recent
Global Surface Warming Hiatus», Science, 26 de junio de 2015,
<http://science.sciencemag.org/content/348/6242/1469.full>.
424 «Scientific Evidence Doesn’t Support Global Warming, Sen. Ted Cruz
Says», NPR, 9 de diciembre de 2015,
<http://www.npr.org/2015/12/09/459026242/scientific-evidence-doesn-t-
support-global-warming-sen-ted-cruz-says>.
426 Michele Berger, «Climate Change Not on Hiatus, New Research Shows»,
Weather.com, 4 de junio de 2015,
<https://weather.com/science/environment/news/no-climate-change-hiatus-
noaa-says>.
428 Hace poco, la Associated Press no dejó a nadie contento con su cambio de
política para dejar de llamar a los negacionistas del cambio climático
«negadores» o «escépticos» y usar en su lugar el término «incrédulos»
[dubters]. Por un lado, estaban quienes se quejaban de que el término
«negador» se asemejaba demasiado a «negacionista del Holocausto», y, por el
otro, quienes decían que el término «escéptico» estaba y debía estar asociado
con el escepticismo científico. La solución de compromiso, por supuesto, da la
impresión de que todavía hay «espacio para la duda» acerca de la verdad del
cambio climático, lo cual no es mejor que usar el término «escéptico». Puneet
Kollipara, «At Associated Press, No More Climate Skeptics or Deniers»,
Sciencemag.org, 23 de septiembre de 2015,
<http://www.sciencemag.org/news/2015/09/associated-press-no-more-climate-
skeptics-or-deniers>.
429 Sí, todavía existen, y tienen una formidable página web. Sin embargo, uno
se pregunta si creen que su tráfico de Internet utiliza satélites, pues ¿alrededor
de qué orbitarían?
430 McIntyre, Respecting Truth, 73. Sin embargo, en una interesante revisión,
se encontró que prácticamente todos los artículos contrarios al cambio
climático adolecían de errores metodológicos. R. E. Benestad, D. Nuccitelli, S.
Lewandowsky et al., «Learning from Mistakes in Climate Research»,
Theoretical and Applied Climatology 126, 3-4 (2016), 699,
<https://doi.org/10.1007/s00704-015-1597-5>.
431 Tomado de una encuesta de 2009 realizada por el Pew Research Center
citada en <https://ncse.com/blog/2013/08/how-many-creationists-science-
0014996>.
434 Philip Bump, «Ted Cruz Compares Climate Change Activists to “Flat-
Earthers”: Where to Begin?», Washington Post, 25 de marzo de 2015,
<https://www.washingtonpost.com/news/the-fix/wp/2015/03/25/ted-cruz-
compares-climate-change-activists-to-flat-earthers-where-to-begin/>. Sin
embargo, técnicamente hablando, lo que Galileo puso en cuestión fue el
geocentrismo: no todo geocentrista creía en la Tierra plana.
440 Muchos de los críticos de Bretz nunca habían visitado los terrenos
erosionados, Soennichsen, Bretz’s Flood, 201. Esto permite rememorar que uno
de los críticos de la teoría de Galileo rechazó mirar por su telescopio.
441 Soennichsen, ibíd., 160.
445 Ibíd., 226. Así funciona a veces la ciencia; véase Kuhn, La estructura de las
revoluciones científicas.
451 Recuérdese, por ejemplo, la teoría de Stephen Jay Gould sobre el equilibrio
puntuado, que, si bien es científicamente controvertida, demuestra sin
embargo que es posible ofrecer una hipótesis no teológica para proponer un
cambio repentino en los eventos naturales,
<http://www.pbs.org/wgbh/evolution/library/03/5/l_035_01.html>.
452 Otro ejemplo podría extraerse de algunos de los errores cometidos por
Stephen Jay Gould en su trabajo sobre el racismo científico. Véase la
despiadada acusación de Robert Trivers contra Gould, de quien consideraba
que había estado al borde de cometer un fraude al servicio de su agenda
política: «Fraud in the Imputation of Fraud: The Mis-Measure of Stephen Jay
Gould», Psychology Today, 4 de octubre de 2012,
<https://www.psychologytoday.com/blog/the-folly-fools/201210/fraud-in-the-
imputation-fraud>.
454 Es difícil obtener cifras exactas, pero este cálculo es de Paul Kurtz, el
prominente filósofo y escéptico estadounidense, de un estudio de 1985 sobre la
industria de la astrología. Brian Lehrer, «Born Under a Dollar Sign Astrology is
Big Business, Even If It Is All Taurus», Orlando Sentinel, 10 de noviembre de
1985, <http://articles.orlandosentinel.com/1985-11-
10/news/0340290056_1_astrology-columns-un-sign-astrology-scientific-fact>.
456 Que uno llame a la pseudociencia «engaño» o «fraude» tal vez importe
poco, pero prefiero considerar la adopción de la actitud científica para a
continuación traicionarla como un fraude, mientras que aquellos que solo
pretenden abrazarla mientras afirman que realizan un trabajo científico son
falsarios.
457 Mi ejemplo favorito aquí, cortesía de Carl Sagan, es por qué un médium
que dice estar en contacto con el fantasma de Fermat nunca le pide que le
proporcione los detalles de su prueba perdida.
458 Quienes sientan curiosidad por estos esfuerzos en curso, pueden echar un
vistazo a The Skeptical Inquirer, publicado por CSICOP:
<http://www.csicop.org/si>. El trabajo de Sagan es magistral aquí. Véase en
particular su capítulo «The Fine Art of Baloney Detection» [«El sutil arte del
detector camelos»] en Demon Haunted World.
460 En contra del mito popular de una «victoria moral» en el juicio (que se
convirtió en la obra y película Inherit the Wind), la ley antievolución de
Tennessee permaneció en los libros hasta que fue revocada en 1967.
468 John Timmer, «This Year’s First Batch of Anti-Science Education Bills
Surface in Oklahoma», Ars Technica, 24 de enero 2016,
<http://arstechnica.com/science/2016/01/this-years-first-batch-of-anti-science-
education-bills-surface-in-oklahoma/>.
471 Véase
<http://www.evolutionnews.org/2015/06/willful_ignoran096781.htmld>;
<http://www.evolutionnews.org/2015/06/say_what_you_wa096811.html>.
475 Véase Ruse, But Is It Science? Véase también Pigliucci, Denying Evolution;
Prothero, Evolution; Sarkar, Doubting Darwin?
476 Bobby Henderson, The Gospel of the Flying Spaghetti Monster (Nueva
York, Villard Books, 2006).
481 De hecho, algunos podrían argumentar que la mejor evidencia de que los
RNG no fueron verdaderamente aleatorios fue el propio efecto. Esto, por
supuesto, pide la cuestión en contra de la investigación y hay que intentar
hacerlo mejor.
482 Robert Park, Voodoo Science: The Road from Foolishness to Fraud (Oxford,
Oxford University Press, 2000), 199.
483 Véase
<http://www.csicop.org/si/show/pear_lab_closes_ending_decades_of_psychic_re
search>.
484 Benedict Carey, «A Princeton Lab on ESP Plans to Close Its Doors», New
York Times, 10 de febrero de 2007.
485 Véase <http://skepdic.com/pear.html>.
488 Lee McIntyre, Laws and Explanation in the Social Sciences: Defending a
Science of Human Behavior (Boulder, CO, Westview Press, 1996); Lee
McIntyre, Dark Ages: The Case for a Science of Human Behavior (Cambridge,
MA, MIT Press, 2006).
489 Por supuesto, la actitud puede influir en el método (como reconocí en Dark
Ages, 20), pero ahora deseo poner más énfasis en la importancia de esa
dinámica.
494 Steven Yoder, «Life on the List», American Prospect, 4 de abril de 2011,
<http://prospect.org/article/life-list>. En este caso, tal vez también existan
consideraciones normativas: podríamos creer que los delincuentes sexuales
merecen ser castigados más allá de su condena o que los vecinos tienen
derecho a saber dónde viven. Sin embargo, si ese es el caso, la tasa de
reincidencia es irrelevante.
497 Jay Gabler y Jason Kaufman, «Chess, Cheerleading, Chopin: What Gets You
Into College?», Contexts 5, núm. 2 (primavera de 2006): 45-49. Si escarba, uno
se encuentra con que esto se basó en un estudio anterior en el que los
investigadores sí tuvieron en cuenta el estatus socioeconómico, pero aun así
incidir en la idea de que existe una relación causal directa entre las visitas de
los padres a los museos y la admisión a la universidad resulta sospechoso. Por
ejemplo, especulan con que el hecho de dejar caer el nombre de la última
exposición de arte en el Whitney durante una entrevista puede hacer que el
solicitante parezca más «material universitario». Esta hipótesis, sin embargo,
nunca fue probada. Jason Kaufman y Jay Gabler, «Cultural Capital and the
Extracurricular Activities of Girls and Boys in the College Attainment Process»,
Poetics 32 (2004), 145-168.
504 Tienen un argumento que vincula si alguien está «de mi lado» con que se
le considere «cordial». Lo que necesitan, sin embargo, es cierta evidencia de
que existe una relación bidireccional entre ser cordial y merecer confianza.
508 Ibídem.
509 Seguramente haya muchos más ejemplos que podrían citarse aquí. Ahora
bien, ¿merezco ser criticado por haber elegido un ejemplo particularmente
flagrante? No lo creo, puesto que este estudio fue realizado por investigadores
de un centro R1 (Princeton) y publicado en una prestigiosa revista. En cuanto
al sesgo de selección, me encontré con este estudio mientras buscaba
información sobre cómo los científicos podrían convertirse en mejores
comunicadores sobre temas como el cambio climático.
510 Para más información sobre las suposiciones clásicas que los economistas,
entre otros, han adoptado sobre la racionalidad humana, y cómo se desvanecen
frente a la evidencia experimental, véase Daniel Kahneman, Thinking Fast and
Slow (Nueva York, FSG, 2011).
Valorar la ciencia
518 Y cuando se tenga debemos investigar más a fondo. Imaginemos que los
teóricos de la fusión fría hubieran tenido un poco más de éxito con sus
predicciones.
Bibliografía
28027 Madrid
catedra@catedra.com