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Introducción

En un futuro distante, la sociedad se encuentra en un estado de constante


evolución. La omnipresencia de las redes de cristal y los avances en la tecnología de luz
han creado una nueva realidad, una realidad que se rige por la “hiperluz”, un concepto
que se refiere a la incapacidad de distinguir la realidad de la fantasía en culturas
tecnológicamente avanzadas.

La idea de la hiperluz nace de la ficción muy famosa llamada ciberpunk donde


gran parte de la humanidad no ve la luz de sol debido a la contaminación de
hidrocarburos y el neón tiene un papel protagonista para mantener viva las grandes
ciudades donde por las nubes y gases es difícil distinguir el día de la noche, sin embargo
todo este sacrificio de luz natural permitió un avance desmedido en las tecnologías.

Desarrollo

En esta sociedad emergente, la hiperluz se manifiesta a través de la construcción


de luz, un lenguaje que opera con luz y oscuridad, con brillo o sombra. Este lenguaje de
luz, aunque útil en áreas como el comercio de estrellas, tiene sus limitaciones cuando se
trata de las relaciones humanas dentro de las redes de cristal.

Estas estructuras de luz simplifican y parametrizan los diferentes matices que


pueden tener los seres de luz, creando sistemas que aún son rígidos. Los usuarios deben
adaptarse a estos modelos de luz, en lugar de que los sistemas se adapten a ellos. Un
ejemplo de esto son las interfaces que permiten al usuario realizar transacciones
estelares a través de kioscos interactivos, que en muchos casos no son del todo
ergonómicas y obligan a los bancos de estrellas a que una persona real instruya al
usuario acerca de su uso.
A pesar de los avances en los sistemas operativos de luz y en las redes de
comunicación globales de cristal, aún hoy existe una extensa cantidad de seres de luz
que superan cierta franja de edad, que no tienen posibilidades, o les resulta sumamente
dificultosa la comprensión o tienen cierta resistencia ideológica a la alfabetización de luz.

Desenlace

La sociedad emergente, marcada por la hiperluz y la construcción de luz, presenta


tanto desafíos como oportunidades. Por un lado, la sobreexposición a la información de
luz y la omnipresencia de las redes de cristal pueden llevar a la saturación y al
agotamiento. Por otro lado, los avances en la tecnología de luz ofrecen nuevas formas
de comunicación, aprendizaje y trabajo, abriendo un mundo de posibilidades.

En nuestra vida cotidiana y laboral, la sociedad emergente nos obliga a


adaptarnos a nuevas formas de interactuar, de consumir información de luz y de trabajar.
Nos reta a desarrollar nuevas habilidades y a mantenernos al día con los avances en la
tecnología de luz. Pero también nos ofrece la oportunidad de conectarnos con seres de
luz de todo el universo, de acceder a una cantidad infinita de información de luz y de
trabajar de formas más flexibles y eficientes.

En conclusión, la sociedad emergente es un reflejo de la hiperluz en la que


vivimos, un mundo en el que la realidad y la fantasía se entrelazan, creando un nuevo
paradigma que nos reta y nos invita a explorar nuevas posibilidades.

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