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Tema:
Psicología social-comunitaria dentro de las poblaciones vulnerables; la comunidad
trans.
Presentado por:
López Pérez America Donaji.
Grupo: 1712.
Profesora:
Sandra Mendoza Hernández.
Basta con solo mirar las noticias, el relato del amigo, amiga, las marchas, las luchas,
la memoria escrita, para darnos cuenta que, la intolerancia y el monopolio de la palabra
sigue impregnado al hablar de lo homogéneo. Hablamos de lo “homogéneo” como contrario
a lo hegemónico. Lo homogéneo es lo diferente, lo excluido históricamente, lo fragmentado.
Lo hegemónico es la supremacía, lo dominante, lo que dicta y excluye. Ambas son formas
sociales, posturas, discursos, que se llevan a cabo dentro de nuestro mundo.
La homogeneidad se logra a través de la eliminación de la diferencia, ya sea por el
exterminio, ya por la corrección (Aranguren, 2009).
Así como las personas trans fungen un importante papel en la iconografía y los
ejercicios de la diversidad y la liberación sexual, también son blanco de exclusiones y
violencias por parte de grupos presuntamente progresistas en nuestro país. Algunos
colectivos feministas, gay, lésbicos y demás, llegan a desempeñar actitudes de
discriminación; no sólo los grupos de extrema derecha (Limón, 2020).
Me mencionó de acuerdo con lo anterior frente a casos muy específicos, pese a que
en conjunto se lucha (de formas distintas) en contra de la misoginia y el patriarcado, este
mismo nos ha hecho dividirnos. Siguiendo reproduciendo discursos excluyentes y
resistentes con ciertos temas a debatir, como el uso de espacios, medidores de
“feminidades” (¿Quién es más mujer?), frente y desde la comunidad trans.
¿Qué pasa con estos discursos? Invisibilizando que, más allá de cualquier
participación militante, no es tan comprensible el hecho, la idea de que, son seres humanos
que buscan su espacio sobre esta tierra como cualquier otro. Se supondría que todos en
conjunto buscamos una erradicación del verdadero estruendo al machismo y a la
heteronormatividad.
Junto con Limón (2020), repasaremos brevemente la historia trans en México.
Encontramos información desde tiempos mesoamericanos. En donde se dice, que incluso
desde culturas y civilizaciones muy antiguas se tenía el respeto y la aceptación por la
diversidad sexual, especialmente entre los mayas.
Una mirada religiosa se aproxima, existen testimonios que observaron en los rituales
religiosos “hombres vestidos de mujer”, que, en su contexto de conquista, se refería a
sacerdotes que representaban a las diosas y vestirse como ellas. La presencia vigente de
muxes en Juchitán, Oaxaca, es uno de los vestigios que demuestran la naturalidad con que
se trataba la presencia del transgénero en México (Limón, 2020).
Es decir que, conceptos como el género, cuerpo, sexualidad, tienen una carga
teórica/conceptual y política, lo que quiere decir que están sujetos a los cambios culturales y
sociales.
Hablando sobre identidad de género, tenemos varios conceptos referentes a definir y
diferenciar dentro de la comunidad LQTBQ+; transgenerismo, travestismo y transexualismo.
Términos que surgen después de querer seguir adoctrinando y catalogando lo homogéneo.
Cuando la medicina y la psiquiatría inventan las categorías de transexualismo y travestismo,
lo hicieron para identificar y normalizar el desvío, para producir aquello que Foucault llamó
“ortopedia social” (Hining, Toneli, 2022)
La inclusión no solo significa permitir que estén presentes en nuestras vidas, sino
también entender y honrar sus identidades, sus historias. Significa aprender, preguntar y
educarnos sobre sus experiencias para construir puentes de entendimiento y empatía.
Imagina un mundo donde todos somos libres de ser quienes realmente somos, sin
miedo al juicio o a la discriminación. Este es el mundo, utópico, al que aspiramos, un lugar
donde cada sujeto/sujeta, independientemente de su identidad de género, es aceptadx,
amadx y celebrado por su verdadero ser.
Hagamos nuestra parte para construir este mundo inclusivo, donde la diversidad es
no sólo tolerada, sino también apreciada. Donde las personas trans son valoradas por su
autenticidad y donde todxs podemos aprender unxs de otrxs, creciendo juntos en el respeto
y la comprensión mutua.
Recordemos siempre que la verdadera belleza de la humanidad radica en nuestra
diversidad. Celebremos juntos, juntas las historias de la comunidad, aprendiendo unos,
unas de otros, otras, construyendo un futuro donde podamos florecer en plenitud, sin
importar la identidad de género.
Justificación.
Quiero escribir sobre estas mujeres, desde un retrato colectivo que cree cada vez
que les escuchaba y convivía. Desde lo creado por cada unx, desde un transfeminismo. Sin
embargo, es necesario comprender que la construcción de estas feminidades se basan en
estereotipos patriarcales, cisnormados, cissexismos, llenas de colectividades y de historias.
Escribo todo esto con gusto, porque me inspira. Porque lo que me llevé de adentro
lo puedo llevar afuera. Elegí este tema en específico; las vidas trans, porque al involucrarme
en ellas, desde sus mañanas hasta sus tardes, creí emergente hablar de ellxs para con la
demás gente que me rodea. Porque es una mirada diferente a lo que, como psicólogas,
psicólogos, no estamos acostumbrados, acostumbradas a involucrarnos. Yo ahí no era
psicóloga, o tal vez sí, pero yo no me sentía así, yo me sentía América y ya.
La psicología social se entiende, por ser una psicología aplicada en nuestro contexto
cultural, en nuestros límites y posibilidades, para repensar y proponer desde una formación
próxima a profesional, alternativas. ¿Qué encontramos dentro de la psicología social? Antes
que nada, necesitamos comprender que los sujetos/sujetas, dentro de los poblados,
atraviesan distintas necesidades e intereses.
Para lograr una praxis más incluyente y movilizadora, comenzamos a plantearnos
preguntas valorativas, que visibilicen las muchas realidades socioculturales y políticas, de
los escenarios que nos encontremos en nuestro paso y las que existen.
Es importante que, como psicólogos, psicólogas próximos a realizarnos
profesionales, iniciemos leyendo y resignificando nuestras historias de vida personales,
contextualizándonos en la época y la sociedad en donde vivimos, ya que así, podremos
reconocer nuestras propias necesidades, incluso hablamos de poderes que pueden
ayudarnos en el acompañamiento o en las intervenciones, ¿qué beneficios podemos
encontrar en ello?, ¿las problemáticas a enfrentar nos constituyen sólo como psicólogxs
sociales o como sociedad?
Estas, son el tipo de preguntas que podemos realizarnos, antes de adentrarnos a
trabajar con las poblaciones.
Para concluir, puedo decir que estos modos de psicología, quizás no sean los únicos
que puedan existir para acompañar y abordar a las poblaciones vulnerables, fue lo que tuve
cerca, y aunque hablando de muchos términos, comparto que, desde años de formación
con una idea de psicología, llega a ser a veces difícil desapegarse de estas. Encontrar las
nuevas formas de rapport, que me permiten conectar con la persona sin importar si es
correcto o no.
A continuación, citaremos a dos autoras que son parte de la comunidad que, desde
su postura política, colocan en sus escritos lo que es ser trans, ellas lo definen y lo
resignifican de la siguiente manera:
Alanis (2018) será la autora que nos ayudará a comprender mejor desde lo teórico,
lo hablado anteriormente, con una mirada trans incluyente desde su pedagogía: “En la
movilización social, lo trans se configura como una perspectiva política y una forma plural de
identificación que se ha desarrollado a lo largo de la historia como un desafío a las
jerarquías identitarias de género. O lo que es lo mismo, como una transgresión corporal que
hace frente a la conceptualización inmovilista de la sexualidad binaria del poder”
(Campuzano, Lorenzo y Rodríguez, 2015-2016).
En sintonía con este argumento, Andrea García (2010), en su tesis doctoral
“Tacones, siliconas, hormonas. Teoría feminista y experiencias trans en Bogotá” señala que
“las trans encarnamos nuevas categorías que plantean una política corporal descentrada,
híbrida, creativa, alejada de cualquier esencialismo que intente fijar identidades y que abra
la puerta a nuevas posibilidades de liberación gradual del género de sus restricciones
binarias”.
En México cada cuatro horas es asesinada una niña, una joven o mujer adulta. A las
mujeres se nos mata con saña, con lujo de violencia. Algunas de las causas de muerte que
describen los medios de información y los informes internacionales son: “mutilación, asfixia,
ahogamiento, ahorcamiento o bien degolladas, quemadas, apuñaladas o por impactos de
bala”. A las mujeres se nos mata, se nos viola, se nos exhibe y se nos borra del mundo con
rabia, con odio patriarcal, con alevosía social y ventaja jurídica.
A las mujeres trans y de género diverso no sólo se les mata como mujeres, con una
saña sexual desbordante, sino que se les mata también socialmente por desobedecer el
mandato biologicista de resignarse a vivir en un cuerpo cuyo género ha sido asignado
médicamente y con el cual no se identifican, con lo cual se les borra del mapa conceptual
de lo posible y de lo enunciable.
Lo anterior, basta con comprender y reflexionar que tenemos que actuar ya, nos
atraviesa como mujeres, como sujetxs que viven bajo el yugo de un mundo violento y
misógino. Leer las narrativas de las mujeres trans que escriben sobre su posición en el
mundo es desgarrador, me es imposible ser indiferente. ¿Qué se puede hacer? ¿Qué se
puede cambiar? Adoptar posturas a favor, claro, pero la psicología comunitaria (ya es mi
favorita), que puedo trabajar cada que voy y estoy en las casas hogar, me lleva a entender
que podemos crear alternativas diferentes dentro del modo de vida de cada une.
Según Baro (1998) “No se puede hacer Psicología hoy... sin asumir una seria
responsabilidad histórica; es decir, sin intentar contribuir a cambiar todas aquellas
condiciones que mantienen deshumanizadas a las mayorías populares, enajenando su
conciencia y bloqueando el desarrollo de su identidad histórica” (citado en Flores, 2013,
p.44).
De igual forma, Montero (2006) dice: “Es por eso que la utopía de Orlando Fals
Borda, Ignacio Martín-Baró, Ignacio Ellacuria y Paulo Freire de construir una ciencia
liberadora se concreta en los movimientos y prácticas sociales que buscan trans-formar el
presente a través de una praxis comunitaria, de una acción que transforma” (citado en
Flores, 2013, p.49).
La psicología social comunitaria, me adentra a conocer desde adentro cuáles son las
necesidades, las fortalezas y desafíos, lo que facilita la implementación de estrategias más
pertinentes y centradas en la comunidad.
Miremos a lado, porque detrás de toda esa mirada inclusiva, también se abre
espacio para mirar lo incómodo. Antes bien, se trata de una red que considera los estados
de tránsito de género, de migración, de mestizaje, de vulnerabilidad, de raza y de clase,
para articularlos como herederos de la memoria histórica de los movimientos sociales de
insurrección (Valencia, 2018).
Discusión entre autorxs.
Para comenzar esta discusión, los autorxs mencionados en este apartado, son
pensadorxs políticos que sirvieron a este pequeño trabajo a tomar vida. Sus ideas se
centran en cuestionar estas prácticas hegemónicas, estos discursos violentos, hierve
rebeldía y hacen razón para entrar en ejercicios de memoria histórica y colectiva, desde
propuestas como cartografías, corpobiografías, pensamientos complejos y una pedagogía.
Desde una perspectiva reflexiva puedo compartir que, el texto nos invita a los
investigadores, investigadoras en Psicología Social a replantear nuestros enfoques
metodológicos, alejándonos de modelos simplificados y lineales para lograr adoptar
estrategias más inclusivas y comprehensivas, que permitan abordar la complejidad de los
fenómenos sociales desde una perspectiva más integral. Integrar la complejidad y la
interdependencia de los procesos psicosociales para una comprensión más completa y
enriquecedora de los mismos.
Estos enfoques nos guían hacia una comprensión más profunda y matizada de los
problemas sociales. Al abrazar la complejidad y la transdisciplinariedad desde una
Psicología Social, podemos generar conocimientos que son más relevantes y aplicables en
el mundo real, lo que es esencial para abordar los desafíos sociales complejos y en
constante evolución que enfrentamos en la actualidad.
Estos factores, nos lleva a una comprensión más profunda de las luchas individuales
y colectivas, fundamentales para una Psicología Social que se base en la realidad humana
completa. Podemos relacionarlo con el estudio de Martínez, Reyes y Lespier (2017), con el
nombre “Actitudes, conocimiento y distancia social de psicoterapeutas con la comunidad
transgénero y transexual”, en dónde nos mencionan que es esencial entender las actitudes
y el conocimiento de los profesionales de la psicoterapia hacia la comunidad transgénero y
transexual.
Es decir, reconocer como psicólogos, psicólogas sociales, los cambios a los que
están sujetos estas subjetividades de la comunidad LGTBQ+. Explorando los márgenes y
fronteras de las identidades y experiencias individuales. La distancia social y la falta de
comprensión pueden ser barreras significativas en la prestación de servicios de salud
mental a la comunidad trans. Es crucial abordar estas actitudes y conocimientos
insuficientes para garantizar una atención adecuada y respetuosa.
Otra de las maneras de abordaje que como psicólogxs, puede ayudarnos para
comprender de mejor forma las subjetividades de las colectividades, es desde la Psicología
Social-Comunitaria. Psicología primordial de este ensayo y que formularemos desde el texto
Psicología social-comunitaria: Una alternativa teórica metodológica desde la subjetividad de
María Pineda (2000).
Las historias que contamos sobre nosotros mismos y sobre los demás son
fundamentales para construir nuestra realidad. Su énfasis en no quedar atrapados en las
"prisiones de lo posible" es un recordatorio poderoso de cómo nuestras narrativas pueden
limitarnos o liberarnos, y cómo las historias preferidas pueden moldear nuestra percepción
del mundo.
Para concluir los anteriores textos, consideramos estos trabajos como un abrazo a la
complejidad de la experiencia humana y al reconocimiento de la importancia de las
subjetividades y las narrativas en la construcción de nuestra realidad. Al hacerlo, podemos
abrir nuevas puertas hacia la comprensión, la empatía y la transformación social.
Para ello, (Bello, 2018), asume una pedagogía poética sanadora que reflexiona y
actúa sobre las heridas que produce la incomodidad de no habitar la norma heterosexual (y
otras normas como las de raza, clase, capacidad, género o corporalidad). Menciono esto,
porque como parte de la cartografía, logramos desde nuestras perspectivas crear y
resignificar, en este caso desde una pedagogía trans-incluyente. Se incomoda con
narrativas diferentes a escuchar, se genera una escucha y una reflexión a partir de ella.
El estudio de Alma Villa, Dora Onofre, Juan Doncel, Siobhan Churchill y Geu
Mendoza (2022) enfoca la relación entre el género y el riesgo de contraer VIH en mujeres
trans en el noreste de México. Aborda cómo las normas sociales y la discriminación de
género impactan la salud de estas mujeres, destacando cómo la exclusión social y la falta
de acceso a la información influyen en su salud sexual.
Por otro lado, tenemos la tesis doctoral de Andrea García (2010) (desde una
perspectiva feminista), examina las experiencias de mujeres trans en Bogotá, posiblemente
profundizando en cómo la identidad de género se entrelaza con las expectativas sociales, la
construcción de la feminidad y la autopercepción en un contexto específico.
Al comparar estos textos, podemos ver la intersección entre las luchas feministas, la
identidad de género y la salud de las mujeres trans. Mientras que el estudio de Villa, Onofre,
Doncel, Churchill y Mendoza (2002) se centra en los riesgos de salud específicos, las otras
dos obras García (2010) y Valencia (2018), parecen explorar la construcción social de la
feminidad que, si reflexionamos a profundidad, deviene de un yugo patriarcal. Se habla de
la inclusión de las mujeres trans en los movimientos feministas, cuestionando las normas de
género y la discriminación que enfrentan estas mujeres en diferentes contextos.
Pasemos a discutir los siguientes textos sobre identidad de género. Estos textos
exploran dimensiones relacionadas con la identidad de género desde perspectivas
psicológicas y sociales.
Por otro lado, "Apuntes para una teoría del hombre derrotado" de Mayra Becerra,
Omar González y José Hidalgo (2018), podría centrarse en una exploración más específica
sobre la identidad masculina desde un ángulo menos convencional, posiblemente
discutiendo las presiones y expectativas sociales que afectan la percepción de la
masculinidad y cómo ciertas experiencias pueden llevar a la sensación de derrota o fracaso
en el hombre contemporáneo.
La necesidad de una ciencia ubicada al otro lado del discurso hegemónico, obliga a
reflexionar las categorías utilizadas por la psicología comunitaria hegemónica, y construir un
marco teórico para comprender los sentidos y los significados, que la opresión y la
liberación tiene para los excluidos (Flores, 2013)
Valencia (2018), autora mexicana, hace una reflexión sobre el contexto de nuestro
país, “los movimientos transfeministas tienen la responsabilidad política de desnecropolitizar
nuestro contexto cotidiano, para lo cual es necesaria una crítica radical a las estructuras de
la violencia, a la misoginia y a la homofobia como categorías fundantes de la masculinidad y
la feminidad machista en nuestro país” (p. 40).
Según Rigueiral, Seidmann (2016), durante mucho tiempo, las identidades trans
quedaron relegadas al ámbito de los informes policiales, de la criminología y de la
psicopatología. En las últimas décadas y tomando el modelo de la antipsiquiatría,
comienzan a alzarse voces disidentes que cuestionan la patologización de estas
identidades y denuncian las diversas vulneraciones a los derechos humanos que viven a
diario estas personas.
Los estudios desde las ciencias sociales sobre la población trans tienen una
trayectoria muy corta en el ámbito académico y se remontan a fines de la década de 1980 y
comienzos de los 90. En el área de la psicología, se encontraron pocos estudios que se
enfoquen en aspectos de la vida cotidiana de las personas trans (Rigueiral, Seidmann,
2016).
Por ello, creo necesario y emergente crear trabajos para la comunidad trans, sin
catalogar ni etiquetar. Trabajos con perspectivas incluyentes y cualitativas, que se
envuelvan en la experiencia, en las subjetividades de la comunidad.
Considero que los siguientes aspectos importantes a considerar de nuestro trabajo son:
Flores (2013) comenta que, es evidente que para construir una ciencia liberadora es
imprescindible colocarse al otro lado del discurso oficial y resignificar el sentido de la ciencia
simplificadora; lo importante de romper con lo esquemático de los manuales de enseñanza
e introducirse en el ámbito de la praxis (síntesis de la teoría y la práctica) comprometida con
lxs excluidos/oprimidos, además del compromiso ético/político ya señalado, en donde la
ética se constituye en un factor que determina las dimensiones de racionalidad enfrentadas;
por ello:
Baro (1998) nos aproxima: “La Psicología latinoamericana debe descentrar su
atención de sí misma, despreocuparse de su status científico y social y proponer un servicio
eficaz a las necesidades de las mayorías populares”, acción que también tendrá que
realizarse en la investigación social en general (citado en Flores, 2013, p.44).