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VIH, trabajo sexual y violencia dentro la población trans; los únicos modos de
vida.
Tutorías social.
Presentado por:
López Pérez America Donaji.
Grupo: 1712
Introducción.
El siguiente trabajo ofrece una mirada compasiva y crítica a las experiencias
violentas de las mujeres transgénero, llamando emergente la atención sobre la importancia
de crear un análisis profundo dentro de un contexto latinoamericano hacia los modos de
vida de las mujeres trans, los espacios que ocupan, la violencia que les atraviesa y el lugar
que les asigna la sociedad misma.
Para ir introduciéndonos en sus contextos, podemos ir compartiendo y analizando lo
que despiertan las mujeres trans en la sociedad, y para no irnos tan lejos, situaremos de
primera instancia, el mundo en Latinoamérica.
Para empezar, Moreno y Pardo (2028) comentan: “La violencia contra las mujeres es
una pandemia mundial, América Latina y el Caribe es la región más violenta para ellas.
Esto, en gran medida, se atribuye a que la cultura patriarcal tan arraigada, rige
prácticamente todas las costumbres y prácticas de la vida diaria, las cuales han relegado y
limitado los derechos y libertades de las mujeres. Esta cultura, naturaliza la violencia contra
la mujer, produce estereotipos, perpetua y reproduce la discriminación. En Latinoamérica,
son las que más sufren los efectos de los bajos niveles de ingreso y la desigualdad. A nivel
mundial, la violencia de género ha sido reconocida como una violación a los derechos
humanos, además de que tiene importantes implicaciones para la seguridad, la construcción
de la cohesión social y el sano desarrollo personal de las mujeres y las niñas de una
sociedad”.
Para comentarlo con autores diferentes, según Villa, Onofre, Colina, Churchill y
Mendoza (2022) “Una mujer trans, es una persona que fue asignada con el sexo masculino
al nacer y que tiene identidad de género femenina. Las identidades trans subvierten la
expectativa social de hetero-cisnormatividad que sostiene que “existen solo dos géneros,
que el sexo refleja el sexo biológico, y que solo la atracción entre personas de géneros
‘opuestos’ es natural y aceptable”.
Así bien, muchas veces ocurre, que las mujeres trans son excluidas de sus propios
hogares, contextos, luego de expresar su identidad. Además, en su mayoría no pueden
acceder a trabajos formales y deben ejercer la prostitución como medio de subsistencia.
Trans Feminicidios.
Iniciando con Morales (2020) “Las mujeres trans se encuentran inmersas en un ciclo
de violencia, discriminación y criminalización que generalmente comienza desde muy
temprana edad a causa de la exclusión y las violencias sufridas en sus hogares,
comunidades y centros educativos. El prejuicio, es uno de los principales detonantes de la
violencia hacia las mujeres trans. Los trans feminicidios, son el resultado de un profundo
desarrollo desigual, provocado por el actual sistema económico neoliberal, que agrava el
sistema del poder global, incentivando una acumulación legal e ilegal en diferentes ámbitos
políticos y económicos. La violencia de género, se encuentra enraizada en la cultura
machista, misógina, androcentrista y transfóbica” (p.70).
Los transfeminicidios en México representan una dolorosa realidad que debe ser
analizada para comprender las dinámicas sociales y psicológicas que subyacen a estos
crímenes atroces contra las personas transgénero. Estos actos de violencia extrema reflejan
la profundidad de la discriminación, el odio y la exclusión que enfrentan las personas trans
en la sociedad mexicana. Para darnos una idea de la gravedad del análisis, existe 1
transfeminicidio por identidad de género, por cada 5.6 feminicidios de mujeres cisgénero.
Las labores estereotipadas para las mujeres transgénero son el trabajo sexual y el
modelaje webcam, junto con actividades de peluquería, con estas generan ingresos para
sobrevivir, la mayoría de mujeres trans se dedican a dichas ocupaciones, un porcentaje
menor no hacen parte de las actividades anteriormente mencionadas; entre ellas se
encuentran las que han hecho ruptura de estereotipos sociales, forman parte de colectivos
trans de la ciudad, desarrollaron estudios profesionales y su manutención depende de una
actividad laboral formal (Quintero, 2020).
Es importante mencionar que, los estudios de género son clave para entender las
configuraciones del riesgo del VIH en mujeres trans. Los sistemas de opresión, basados en
el género y la sexualidad (hetero-cisnormatividad), producen estigma estructural y
sistémico, reproduciéndose desde lo político, institucional e interpersonal, hasta lo
individual. Tal es el caso de las leyes que criminalizan el trabajo sexual y las identidades
trans legitiman el estigma, produciendo experiencias de discriminación, violencia y
marginalización en todas las dimensiones. Además, se relaciona con las barreras para
acceder a servicios de salud y tamizaje del VIH, la falta de redes de apoyo, todos
considerados factores de riesgo para el (Villa, Onofre, Colina, Churchill y Mendoza, 2022).
Según Butler (2004) comenta al respecto: “El problema radica en que, en ocasiones,
los mismos términos que confieren la cualidad de humanos a ciertos individuos, son
aquellos que privan a otros de la posibilidad de conseguir dicho estatus, produciendo así un
diferencial entre lo humano y lo menos humano. A algunos humanos no se les reconoce en
absoluto como humanos y esto conduce a otro orden de vida inviable.
Siguiendo a Hegel, si parte de lo que busca el deseo, es obtener reconocimiento,
entonces el género, en la medida en que está animado por el deseo, buscará también
reconocimiento. Pero si los proyectos de reconocimiento que se encuentran a nuestra
disposición son aquellos que deshacen a la persona al conferir reconocimiento, o que la
deshacen al negarle reconocimiento, entonces el reconocimiento se convierte en una sede
de poder mediante la cual se produce lo humano de forma diferencial” (Galligo, Almendra,
Hort, Gutierrez, Veloso, y Cendoya, 2020) (p.15).
Explorar este tema, implica comprender cómo las normas de género influyen en la
percepción y la interacción social. Desafiar estas normas puede llevar a experiencias de
estigmatización, discriminación o exclusión social, impactando la identidad y el bienestar
emocional de las personas que no se ajustan a estas normativas, hablando de estas
personas, me refiero a las mujeres trans.
Este tipo de análisis, podría examinar cómo la sociedad reacciona ante la no
conformidad de género, las respuestas individuales y colectivas a estas expectativas
sociales y cómo estas experiencias afectan la autoimagen, la salud mental y la interacción
social de quienes desafían dichas normas.
“La carencia de dicha preparación y oportunidades, suele ser una barrera; ya que la
mayoría de mujeres transgénero que ejecutan las anteriores actividades, se dedican por
completo a ellas, dejando en un segundo plano los estudios o la formación profesional,
viviendo el día a día sin plantearse metas concretas que permitan acceder a estabilidad
laboral y económica en el futuro, no es un secreto el auge de las web cam, de las cuales
una mujer transgénero puede generar ingresos millonarios al mes; dinero que se esfuma
rápidamente por el esparcimiento del momento y la apatía del proyectar un futuro, a tal
punto que algunas no tramitan su documento de identificación al cumplir la mayoría de edad
o no realizan el cambio de nombre y/o de sexo en el mismo, como tampoco hacen
cotizaciones al sistema de seguridad social o afiliación que permita de ser el caso acceder a
una pensión por invalidez” (Quintero, 2020, p. 15).
Esto nos apoya a ir comprendiendo los factores sociales que genera la exclusión, la
discriminación y una fragmentación como comunidad. Para el mundo, el resto de la
sociedad, ellxs no existen, están borradxs, no forman parte ni siquiera de una clase social.
La identidad de género, siendo una construcción social, entra en conflicto con los
valores y las normas arraigadas en una sociedad que, en su mayoría, aún se aferra a una
visión binaria y estática de género. Esta exclusión se manifiesta en la limitación de espacios
seguros y la imposición de una narrativa social que no reconoce su existencia legítima. Los
factores que las atraviesan, las privan de acceso a servicios básicos, oportunidades
laborales, educación y atención médica. La negación de sus derechos ciudadanos les
impide participar plenamente en la esfera pública, relegándolas a un estatus de invisibilidad
y vulnerabilidad constante.
Según Coll (2010) “El prejuicio sexual, mejor conocido como transfobia, hacia
personas transgénero puede entenderse como un tipo de experiencia de carácter negativo
que posee efectos duraderos y acumulativos en la salud mental. Al respecto, la
investigación sobre la salud mental en personas transgénero ha sufrido un enorme retraso
debido a la clasificación de la transexualidad como trastorno mental por las ciencias
psicológicas y médicas. Y, aunque el debate sobre el carácter patológico o no de las
identidades transgénero per se aun no ha acabado, ello ha complicado la discusión e
investigación sobre la salud mental de dicha población” (Barrientos, Espinoza, Meza, Saiz,
Cárdenas Guzmán y Lovera, 2019).
En esa misma línea, la OPS (2016), destaca que una característica común entre las
personas transgénero durante su trayectoria vital es el aislamiento social, la cual puede
causar ansiedad y depresión. Por otra parte, según el mismo informe, las preocupaciones
sobre la aceptación social se transforman en un motivo constante de angustia, generando
sufrimiento y aislamiento. Asimismo, en ese reporte se enfatiza la importancia que tiene la
autoestima para una satisfactoria salud mental del colectivo transgénero.
Conclusión.