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Gineth Nathalia Nieto

Erika Rivera Reyes


Tatiana González
Edith Rojas Rojas

VIOLENCIA EN CONTRA DE LAS CUERPXS QUE RESISTEN

Hay una llama de furia que crece en el pecho de quienes por


amar, desear, sentir y transitar por sus cuerpos se les ha
pedido hablar más bajo, callar y tragar la rabia, pero en
estos años de resistencias, la rabia acumulada nos ha hecho
escupir fuego disidente.

En distintos espacios de encuentro y compartires con personas


trans hemos podido apreciar los movimientos por la
reivindicación de los derechos sexuales y la posibilidad de
transitar otrxs vidas, se canaliza muchas veces en una rabia
que moviliza. Al utilizar el sentimiento de la rabia, hacemos
referencia a un cúmulo de sinsabores que requieren ser
escupidos con potencia, por ello la rabia es una forma
contundente de expresar sentires atragantados. La rabia ha
sido una bandera para la posibilidad de ser, decir, sentir y
existir.

Es por ello, que este tejido de palabras no busca consensuar


la rabia, ni aplacarla, ni adormecerla pues no nos
equivocamos cuando decimos que la rabia es una herramienta
política de resistencia y con ella reclamamos los rostros y
los cuerpos de las mariquitas que han sido despojadxs 1,

1 Las X que acompañan este texto, hacen parte nuestra posición política frente al
lenguaje, entendiendo que este no es imparcial y que juega un papel importante en
las luchas feministas, como parte de la descolonización del lenguaje y
reconocimiento a los cuerpos que salen del binarismo de género, donde la
enunciación es una posición política frente al mundo.
golpeadxs, violadxs, desaparecidxs, y/o asesinadxs y lxs que
siguen apareciendo para darle la cara a quien lxs
violenta...rostros que susurran poemas

“Aquí está mi cara /

Hablo por mi diferencia/

Defiendo lo que soy”

(Lemebel, 1986)

Es esta ira y estos rostros los que nos convocan hoy a hablar
de las violencias que las disidencias sexuales y de género
han encarnado a lo largo de la historia de Colombia, donde
sus voces a partir de los últimos años han sido escuchadas,
narraciones que construyen realidades, corporalidades y
resistencias a violencias vinculadas al marco del conflicto
armado y a las violencias estructurales a las que han sido
sometidxs y que han dejado cicatrices/huellas en las
historias individual es y colectivas, como lo vemos en las
palabras de Jacqueline:

La discriminación contra las personas gay o lesbianas y


trans demuestra nuestro profundo analfabetismo sexual.
Vivimos, lamentablemente, en una sociedad que le tiene
miedo a lo desconocido. Una sociedad que, en vez de
construir, destruye; en vez de enriquecernos de las
diferencias, de las diversidades, las apagamos y las
destruimos para que todos seamos iguales […] Vivimos en
una sociedad ignorante que le teme al sexo y que cree
que de eso no se puede hablar con los niños y las niñas.
Para miedo de muchos, el sexo está en todas partes y la
educación no ha sabido entender eso […] Lamentablemente,
durante nuestra evolución educativa, en vez de aprender
y superarnos, lo que hemos tenido es un retroceso
impresionante (Jacqueline, líder trans de la Mesa LGBTI
de Puente Aranda, Bogotá).

En el marco de la pandemia, y como personas que nos


posicionamos desde las disidencias sexuales y de género, y
como cercanxs a las luchas y colectividades en defensa de la
diferencia, hemos sentido y acompañado a amigues que han
encarnado la exacerbación de la violencia en el contexto de
la pandemia y que han encarnado esos miedos de ser un cuerpo
que sale de las normas.

Estas agresiones que son legitimadas a través de decretos


que, aunque aparentemente tienen la intención de preservar la
vida, terminan afectando, estigmatizando, violentando y
segregando algunas existencias. Existencias que han decidido
salir de los preceptos, romper con normas que están alineadas
con unos ideales de sociedad humana constituida única y
exclusivamente por dos géneros, y una única orientación
sexual, lo que la hace instalarse como una sociedad binaria y
heteronormada. Esto lo vemos reflejado en el informe hecho
por Caribe Afirmativo, donde se habla de las poblaciones más
vulnerables durante la crisis generada por el Covid 19,
Esta gráfica da cuenta de cómo la disidencias sexuales y de
genero habitan vulneraciones de derechos significativas,
donde resulta fundamental una perspectiva interseccional,
pues hay cuerpos que atraviesan el ser trabajadora/
trabajador sexual, el VIH/sida y la experiencia de vida
trans, como fue el caso de Alejandra mujer trans, con VIH y
trabajadora sexual a la que le fue negada la atención médica
y posteriormente falleció por la negligencia del sistema de
salud.

Por tanto, lxs cuerpxs y existencias que están siendo


segregadas han dejado de vestirse bajo el modelo cisgénero2,
han dejado de ponerse la ropa que supuestamente debe ser
utilizada asignada por la clasificación biologisista que nos
ha clasificado y separado según sea la composición de
nuestros órganos sexuales.

Y detrás del dejar de vestirse heteronormativamente, no


solamente está con romper visualmente los esquemas y
paradigmas culturales de vestimenta, está el liberar los
verdaderos sentires, los gustos, las preferencias, el asumir
la construcción propia de la identidad, evitando ser
influenciada por reglas que pretenden sostener estructuras de
dominio y manejo del libre albedrío con el que contamos lxs
seres humanxs.

Así pues quizá como una respuesta acelerada y desesperada de


las grandes instituciones como la Iglesia (católica), la
2 “el término cis (o cisgénero) para referirse a un sistema de opresión
que impone sobre los cuerpos la obligación de guardar una correspondencia
entre el sexo asignado en el nacimiento y el género esperado de ese
cuerpo. Es decir, el cisgenerismo prescriptivo sólo reconoce como sujetos
legítimos a los cuerpos de los varones masculinos con pene, y los cuerpos
de las mujeres femeninas con vagina. Por fuera de esta configuración
binaria del cuerpo se encuentran subordinadas las personas trans y los
sujetos con géneros no binarios y fluidos. El cisgenerismo ha catalogado
la experiencia trans como un trastorno patológico, como un pecado, una
desviación y una anormalidad” (2018).
familia, el Estado, ante la rebeldía de quienes deciden
salirse de los esquemas y los paradigmas sociales que
supuestamente dan orden y mantienen un equilibrio “natural”,
se empieza a fundamentar y construir ‘imaginarios colectivos’
que pretenden señalar y eliminar las posturas, los cuerpos y
las ideologías que no estén bajo los preceptos ordenadores,
unicolor, que invalidan otras realidades.

Es así como los ‘imaginarios colectivos’ están ordenados bajo


la idea de que los cuerpos y realidades disidentes están
enfermxs, requieren de orientación y ayuda psicológica para
recuperar la normalidad, son sucixs y/o cochinxs, son
portadores de VIH y son resultado de traumas psicológicos.

Un ejemplo de ello se evidencia en la medida de ‘pico y


género’ que se implementó en diferentes ciudades de Colombia,
y en Bogotá fue dictada a través del Decreto 106 con fecha
del 8 de Abril de 2020 y que desencadenó en una oleada de
violencia policial y de discriminación respaldada por el
imaginario colectivo que históricamente margina, aísla y
delimita los espacios que pueden o no habitar las disidencias
sexuales y de género, encuentra en estas aparentes medidas de
“cuidado” una justificación adicional para segregar,
criminalizar y violentar.

Parágrafo 5. Artículo 2. Decreto 106. Medida de


aislamiento obligatorio en la ciudad de Bogotá.

Parágrafo 5. Dentro del mismo periodo establecido


en el artículo 1° del presente decreto y para realizar
las actividades de adquisición de bienes de primera
necesidad, alimentos, bebidas, aseo, limpieza y
mercancías de ordinario consumo en la población y
desplazamiento a servicios bancarios, financieros, de
operadores de pago, y a servicios notariales, se
atenderá la siguiente condición:

1. Días impares pueden movilizarse exclusivamente


las personas del sexo masculino.
2. Días pares pueden movilizarse exclusivamente
las personas del sexo femenino.

Las personas transgénero circularán de acuerdo a la


restricción aquí establecida según su identidad de
género.

En la verificación del cumplimiento de lo establecido en


este parágrafo, las autoridades respetarán las diversas
manifestaciones de identidad de género de las personas.

Ésta medida, que parecía ser muy sencilla de aplicar, pues


fácilmente si al identificarse como mujer corporalmente salía
los días pares, pues debía esperar encontrarme con
transeúntes con cuerpos de mujer, pero ¿qué pasó con los
cuerpos trans?

A continuación, relataremos desde la experiencia de las


disidencias corporales transexuales y transgénero ya que son
los cuerpos que a simple vista generan incomodidad visual al
no encajar en los patrones heteronormativos o cisgenero y
quienes han manifestado sentirse más violentadas con la
medida de ‘pico y género’, recurrimos a la información
publicada y comentada por la Red Comunitaria Trans 3 con sede
en Bogotá, en su página de Facebook.

Sin dejar en el olvido los casos de estigmatización,


persecución, agresión, violación de derechos que muchas veces
no figuran dentro de las noticias públicas o no son

3 En adelante RedTrans
denunciadas, contemplando los hechos que ha denunciado la
RedTrans, encontramos que en el marco de las medidas de
confinamiento dictadas en las grandes ciudades de Colombia,
debido a la pandemia por COVID-19, resultó ser un momento
propicio para hacer evidente el repudio y como lo nombra la
RedTrans desplegar la ’política institucional (de la Policía
Nacional de Colombia) de maltrato, perfilamiento y abuso de
poder contra lxs ciudadadnxs que no entran en categorías de
orden y limpieza’ que se está implementando constantemente
pero resultaron más evidente durante el tiempo de
confinamiento obligatorio, como una medida de contingencia.
Según la “Defensoría del Pueblo” se ha aumentado la violencia
y se han registrado 63 homicidios y feminicidios hacia
cuerpos disidentes sexuales y de género y ha aumentado casos
de violencia a causa de prejuicios.

Y para entender el modus operandi proponemos entender la


serie de violencias que despliegan las fuerzas públicas,
entendiendo que no solamente es la Policía Nacional5 sino
también las fuerzas militares colombianas enmarcadas en la

4 Fuente Información: Defensoría del Pueblo, 2020


5 En: adelante PoNal
institución del Ejército Nacional de Colombia, que asesinaron
a Juliana Giraldo, una mujer trans., el pasado jueves 24 de
septiembre en Miranda, Cauca.

Puede decirse que uno de los ejes de la enunciada política


institucional está basado sobre la ‘transfobia institucional’
nombrada por la RedTrans, fobia que se sustenta en no
contemplar las otras existencias que se encuentran fuera de
la heteronormatividad y de los preceptos conservadores que se
encuentran inscritos bajo la religión católica y la
estructura hegemónica de la familia como institución.

Las violencias que se han desarrollado específicamente sobre


la comunidad trans se pueden catalogar así:

● Persecución y abuso policial: mediada por la


estigmatización, discriminación y segregación; ésta se
evidencia específicamente sobre las trabajadoras
sexuales trans que resultan ser fácilmente vulneradas al
poder ser encerradas y acorraladas en su espacio

6 Fuente Información: Defensoría del Pueblo, 2020


laboral, la calle, y de noche cuando se encuentran
mayormente expuestas; donde son agredidas tanto
corporalmente y psicológicamente al atacar la
construcción identitaria.
● Agresión física específica: aunque este tipo de
violencia se dé dentro de la persecución policial, es
importante nombrarlo como una violencia específica, ya
que como lo denuncia la RedTrans, las trabajadoras
sexuales reciben disparos en sus glúteos, glúteos que
han sido formados con silicona, que al recibir un
impacto de tal magnitud generan complicaciones de salud
y claramente son un ataque a la construcción identitaria
que cuesta bastante trabajo para quienes modifican sus
cuerpos.
● Legalidad del sexo: agresión contra la construcción
identitaria de personas trans que son puestas bajo la
norma según el sexo por el que han sido clasificadxs en
la cédula de ciudadanía; omitiendo con ello el difícil
acceso para el proceso de cambio de ‘sexo’ en la cédula,
que en realidad es una clasificación binaria, que
distingue desde una mirada biologisista y medicalizada.
● Solicitud de favores sexuales: entendiendo como favores,
la obligación a la que se ven empujadas las mujeres
trans, pues pueden amenazar contra la vida misma, de no
cumplir con las exigencias y deseos sexuales que
requieran integrantes de la fuerza pública, que no serán
pagados, con el sustento del poder que pesa sobre las
personas al ser de instituciones públicas, ésta resulta
contradictoria al estar bajo el lineamiento de la
transfobia, pues si existe tal ¿por qué se solicitan
favores sexuales de cuerpos que no son aceptados?
● Omisión y negligencia institucional: no reconocimiento
de los derechos humanos a personas trans puesto que, al
no alojarse en la clasificación binaria, se argumenta
que no se entiende cómo deben ser tratados los cuerpos y
por tanto restando el valor humano de la atención
oportuna en salud.
● Violencia Intrafamiliar en menores de edad con
orientación sexual o de género diversas: Para las
personas disidentes, el contexto de pandemia puede
exacerbar las violencias intrafamiliares, donde la
familia no es un entorno seguro.

Con la evidencia de las agresiones y las formas en las que


opera la violencia y cómo se han dado específicamente en éste
tiempo de confinamiento, entendida como una medida de
contingencia de la propagación del COVID-19, en el marco de
la salud pública, es importante mencionar cómo a través del
manejo y control de los cuerpos al someterlos al encierro, la
violencia puede ejercerse con mayorías garantías para la
fuerza pública donde no se hacen visibles sus actuaciones
criminales, cada vez más refinadas para cuidar sus posiciones
oficiales institucionalizadas.

Con lo anterior los cuestionamientos también se abren hacia


la mayoría de la población, pues el supuesto control del
tránsito de los cuerpos por el territorio colombiano,
mediados por la toma de datos constantes, no solamente como
información personal, sino incluso con la adquisición de toma
de datos biométricos, genera una coerción sobre la libertad
de movilidad y de alguna manera se siente una persecución
constante, en la que ahora debemos responder con estándares
de salud, sino somos fácilmente expulsadas de espacios
públicos.
Es así como una medida de ‘pico y género’ que se dicta bajo
la construcción identitaria, es mediada por un instrumento de
control social burocrático como lo es la cédula, que reconoce
la ciudadanía a través de la construcción identitaria que
inicia con el nombre, atraviesa particularidades físicas y
biológicas, que desencadena con una clasificación binaria por
sexo.

De los sentipensares anteriormente nombrados nos surgen las


siguientes preguntas: ¿qué cuerpos importan en el marco de la
pandemia?, ¿qué ha significado el confinamiento para estos
cuerpos?, ¿cómo se evidencia la violencia en el cuerpo
durante la pandemia?, ¿cómo resisten los cuerpos disidentes
de la sexualidad y el género en el marco de la pandemia?

Estas preguntas se vinculan con las dimensión histórica,


cultural y política, las cuales emergen de experiencias
concretas, cabe aclarar que estas dimensiones no trabajan de
formas aisladas, por el contrario se enlazan y refuerzan las
violencias. Creemos que estos interrogantes tienen raíz en
estas dimensiones en tanto generan discursos y formas de vida
que responden al sistema de opresión heteronormativa y que se
potencia en la legitimidad frente a las medidas legales que
garantizan la comodidad y supervivencia de algunos sectores y
a su vez condena y margina otros cuerpos.

Un ejemplo de las luchas que han encarnado a largo de la


historia los cuerpos trans es la activista Silvya Rivera7,
quien estuvo en frente a la revolución por los derechos LGBTQ
y postuló iniciativas que protegieran a los cuerpos
disidentes de la violencia estructural. Su experiencia y
legado permite una comprensión desde los sentires que guía y
7 Silvya Rivera. 1951-2002 Activista por los derechos
transgénero.
da fuerza a quienes encarnan estas experiencias o a quienes
se acercan para aprender de la mano de estas historias
potentes.

Silvya se postulaba como una búsqueda por la liberación y una


posibilidad de existir diferente, por esto su cuerpo fue un
mapa en el que se reconocieron las violencias exacerbadas
contra quienes no se reconocían dentro del sistema.

Cuando nos preguntamos ¿qué cuerpos importan?, ¿qué significa


el confinamiento para estos cuerpos?, ¿cómo se evidencia la
violencia en ellxs? podemos hablar de la implementación del
pico y género en diferentes ciudades de Colombia, que dan
cuenta explícitamente del interés por invisibilizar los
cuerpos y existencias más allá del orden binario del género,
tales como las personas transgénero, a las que se les niega
el derecho a habitar la ciudad, como da cuenta la experiencia
de Nikol,

Cuenta Nikol que no era la primera vez que el joven


Javier Alexander Benítez la hostigaba. Desde que ella
comenzó su transición a los 17 años y salió vestida de
mujer por la calles del barrio Quintas del Sur, en
Ciudad Bolívar, los insultos y burlas de Benítez se
convirtieron en rutina. Le tiraba cosas: un chicle, una
piedra, la cáscara de un mamoncillo. Le decía que la
“iba a lamber toda”, que “no merecía la vida”. Alguna
vez llegó a intentar golpear a su hermana mayor, cuando
quiso defenderla.

“A mí no me gustaba pararle bolas porque él me da mucho


miedo”, cuenta Nikol. Pero ese sábado, a su andanada
tradicional de insultos, Benítez sumó uno nuevo: “‘¿Qué
hace en la calle? Usted es un hombre y hoy los hombres
no tienen que salir”.

Nikol, que venía de mal genio, rompió la regla de no


contestarle y le reviró diciendo: “¡La que pone el culo
soy yo!”. De inmediato el muchacho se regresó a su casa
y Nikol emprendió apresurada el camino de vuelta a la
suya.

“Ella es muy astuta y sintió que algo pasó. Cuando


volteó a mirar, se puso la mano izquierda para
protegerse. Fue ahí que él le clavó el cuchillo. Si ella
no pone la mano, él se lo clava en el corazón”, comenta
Olga Lucía Méndez, trabajadora de servicios generales en
un edificio residencial del norte de Bogotá y madre de
Nikol. (Maldonado, C y Murcia, Pp. 2020)

Esta medida refuerza y perpetúa los imaginarios sociales, con


respecto a pautas de la “normalidad”, que establece la
existencia de dos géneros (mujer y hombre) como únicas
posibilidades de identificarse. Estos imaginarios y discursos
responden a lógicas que limitan las formas de entender los
cuerpos, los deseos y las vidas que desbordan los roles
socialmente establecidos, condenandxs a la censura y
aislamiento social que históricamente han condicionado y
oprimido las disidencias sexuales y de género.

El sistema género/ sexo hegemónico, es un sistema que


perpetúa y despliega a través de distintos mecanismos y
del poder de las instituciones sociales un amplio
espectro de violencias sobre los cuerpos que NO
habitamos lo normativo; los cuerpos que las disidencias
sexuales y de género siempre hemos estado expuestxs a la
vigilancia, el control, y las miradas policiales del
género... miradas que son cómplices de la normalización,
corrección de las "desviaciones" y la patologización de
los cuerpos. (Movilización Social por la Educación,
2020)

Por otro lado, se evidencia que la dimensión histórica no


sólo da cuenta de antecedentes frente a estas violencias,
sino que representa el marco de referencia de la dimensión
cultural en la que se reproducen y ejercen desde la
cotidianidad, violencias para sostener el orden moral y
social establecido. El significado del confinamiento de estos
cuerpos disidentes sexuales y de género, nos devuelve la
mirada al pasado en torno al establecimiento de políticas en
el marco del conflicto armado, en donde actores armados
legales e ilegales establecían medidas hacia la población
LGBTI tales como el toque de queda, la delimitación de
espacios que se pueden transitar, el aislamiento social y el
control sobre los cuerpos y las sexualidades(Centro de
Memoria Histórica,2015) esto ligado en la actualidad con la
exacerbación de la violencia policial, violencias basadas en
género y violencia simbólica, violaciones de derechos básicos
como a la salud y la vida. Estos elementos que hemos
mencionado, también nos llevan a pensar que hay cuerpos que
se extrañan y otros que no o muertes nos indignan más que
otras, como es el caso de Juliana Giraldo, mujer trans
asesinada, y muchos otros casos en los que personas trans
fueron violentadas y/o asesinadas.

Además del abuso exacerbado de las entidades de poder hacia


los cuerpos trans y disidentes, se suma el hecho de que son
datos invisibilizados, que no suman en la prensa local o en
las noticias diarias. Con esto se pone en evidencia la
indiferencia y violencia sistemática que atraviesan estas
vidas, aún más si se reconoce las fuertes críticas de algunos
medios que comparten este tipo de noticias con la intención
de justificar las violencias que sufren los cuerpos trans. En
muchas de las noticias que se reconocen tras asesinatos a
personas trans, ni siquiera se les llama por sus nombres
elegidos, vulnerando su identidad y la lucha que encarnaron
en vida, para ser nombradxs y reconocidxs.

Frente a este panorama los cuerpos y las colectividades han


venido tejiendo juntanzas, redes de cuidados y afectos, que
se ligan con la exigencia de derechos, a través de acciones y
denuncias de violaciones de derechos, y por otro lado la
búsqueda de recursos básicos para la sobrevivencia y en
contra de las violencias policiales. También estos cuerpos
resisten exigiendo el derecho a mantenernos vivxs para
incomodar y poner en cuestión la heteronorma y la cisnorma,
así sanar nuestras pieles de las marcas negativas que ha
dejado este sistema en nuestras cuerpxs.

La construcción de espacios que resulten de alguna manera


seguros para las personas en disidencia sexual, corporales y
de género, aunque resulten ser quizá los únicos espacios
donde se pueda existir, se puede ser, se pueda vivir, deben
dejar de verse como los lugares por los que no se puede
transitar o por donde caminan y viven exclusivamente personas
de la población LGBTI o TLGBT 8, reforzando una idea de
segregación y que fomenta la exacerbación de las violencias
sobre estos sectores que difícilmente se reconocen dentro de

8 Sigla que reivindica la RedTrans, al ubicar a las personas trans. en primer


lugar, antes que las lesbianas, gays, bisexuales e intersexuales.
las cartografías de las ciudades, se dejan como las zonas de
tolerancia que no se tocan, ni se miran, pero supuestamente
al mirarlas o entrar allí se está buscando exclusivamente
responder a una necesidad sexual.

Es importante desde el lugar político como profesoras en


formación, potenciar la construcción y posicionamiento de la
identidad ante todo, como un elemento que permite la
exigencia de derechos, donde la elección y construcción
identitaria no debe ser un freno para la atención completa en
cualquiera de las instancias que garanticen los mínimos de
vida, hasta los lugares de poder.

Constantemente estamos transitando, somos seres híbridxs que


muchas veces están presxs en unos cuerpos que no nos
pertenecen y que son carne de cañón. Reconocernos como
anomalías, es una posibilidad para hacerle frente al miedo
que provoca salir de los límites, escarbar dentro y sacarlo
todo. Ser libres y rompernos, reencontrarnos, soñar fuera de
todo espacio nombrado.

Porque nuestro deseo no es alcanzar la respetabilidad,


sino demoler las jerarquías que ordenan a las
identidades, y a las y los sujetos, reconociéndonos
negras, putas, palestinas, revolucionarias, indígenas,
gordas, presas, drogonas, exhibicionistas, piqueteras,
villeras, lesbianas, mujeres y travas que, aunque no
tengamos la capacidad de parir un hijo, sí tenemos el
coraje necesario para engendrar otra historia (Berkins,
2007).

Bibliografía
● Centro Nacional de Memoria Histórica. (2015). Aniquilar
la Diferencia. Lesbianas, gays, bisexuales y
transgeneristas en el marco del conflicto armado
colombiano. Bogotá. Centro Nacional de Memoria
Histórica.
● Bello, A y Centro Nacional de Memoria Histórica. (2018).
Un carnaval de resistencia: Memorias del reinado trans
del río Tuluní. Bogotá. Centro Nacional de Memoria
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● Maldonado. C Y Murcia. M. (03 de mayo de 2020). Burlas,
discriminación y puñaladas: la violencia que revela el
Pico y Género. El Espectador. En
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● Movilización social por la educación. (2020). Abortamos
la mirada policial. Bogotá: Movilización Social por la
Educacion.http://www.mseducacion.org/abortamos-la-
mirada-policial/
● Publicaciones denunciatorias de la Red Comunitaria
Trans, página de Facebook.
● Ordoñez. L. (26 de octubre de 2020). Covid- 19 y
personas LGBTI: la importancia de un enfoque
interseccional. Bogotá Razón Pública en Covid-19 y
personas LGBTI: la importancia del enfoque
interseccional - Razón Pública (razonpublica.com)
● Defensoría del Pueblo. ( 15 de septiembre de 2020). En
pandemia aumentaron los homicidios y la violencia contra
personas Lgbti. En En pandemia aumentaron los homicidios
y la violencia contra personas Lgbti | Defensoría del
Pueblo (defensoria.gov.co)

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