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Colegio Mexicano de Psicología Criminal y Forense v.2.0
Colegio Mexicano de Psicología Criminal y Forense v.2.0
Psicología Penitenciaria
Como se puede deducir, el interno ha tenido una vida antes de la institución, con
sus propios valores y hábitos internalizados dentro de su culturalización en la vida
social que tuvo antes de ingresar en el penal; entonces comprendemos que dentro
de este lugar, el prisionero usará cada una de estas habilidades y conductas
internas en sí mismo para poder sobrevivir dentro de dicha institución, sobre todo
en las prisiones de nuestro país, en las que necesitará con más apuro utilizar al
máximo sus mecanismos de defensa internalizados como el silencio, el
anonimato, y la forma en como esquivara cada uno de los problemas en los que
se pueda meter; de esta manera tiene más oportunidades de prevalecer dentro de
la prisión de manera que sea la victima menos probable de la violencia arraigada
en este lugar. A diferencia de como Goffman o Foucault nos hablan de las
dinámicas de los recintos penitenciarios donde el objetivo primordial es destruir el
“yo” internalizado del sujeto, para de esta manera poder trasformar y hacerlo útil
para la sociedad, por medio del castigo y la vigilancia permanente, donde el miedo
juega un papel importante; en las prisiones mexicanas no existe esta
característica, pues la prisión es el máximo ejemplo de una micro sociedad
criminal, ya que como lo decíamos antes: la vigilancia solo es una formalidad
escrita o, en todo caso, su función es apartar lo interno de lo externo, con lo cual,
dentro de estos recintos, se puede experimentar la libertad de cualquier cosa
siempre y cuando se ejerza la violencia, o se tenga el suficiente ingreso para
comprarla. Por ende, hablar de un proceso de destrucción del “yo” internalizado
del prisionero, resulta en un vacío de las palabras, al interno novato la única
posibilidad que le queda al entrar es hacer uso máximo de todos sus mecanismos
de defensa, aprendidos durante su estadía dentro de la sociedad, para así, de
alguna manera, poder sobrevivir dentro y aspirar a una salida más pronta de la
penitenciaria, o contribuir en esta violencia de manera que se haga de un estatus y
poder dentro de la institución, donde se le reconozca. Al final de cuentas, como
novato, por más que intente pasar desapercibido de la sociedad criminal, la obra
antes titulada nos comenta que las “bienvenidas” y los comités de recibimiento son
muy comunes para cada que llega un interno, estas palizas violentas sirven para
que el novato identifique quien manda y quien le asignará las tareas y a quienes
debe responder para la asignación o el cumplimiento de estas. Al principio de su
estadía en ese lugar, el novato tendrá que participar en las tareas de cooperación,
en realidad el novato tomará el papel de esclavo puesto que esas tareas son una
tortura, donde también se les humilla, se les agrede, y donde son parte de la
violencia ejercida por parte de otros internos con más tiempo, quienes se
convierten en sus amos, al interno no le queda más que callar y guardar la
impotencia de no poder actuar ante estos tratos.
El interno luchara para mantenerse vivo, pero sobre todo para mantenerse cuerdo,
por lo mismo de las vivencias extremas que tiene que soportar casi todos los días
de su estadía en ese lugar; al interno solo le quedan dos opciones a escoger, ya
sea que sea el mismo el agresor, tomando parte de la violencia arraigada en ese
penal, o la otra opción es el hecho de que entonces él es el agredido; la situación
extrema en esta vida por parte del sujeto es que no siempre podrá quedarse en el
anonimato, algunas veces solo le quedará ser participe por mucho que no quiera
ser parte de la violencia, pues si no participa solo le queda la opción de recibirla; y
puesto que las agresiones en realidad son agravantes, terminará escogiendo la
violencia como manera de vida… es entonces cuando aparece otra constante en
la ecuación, pues también si participa en la violencia tiene que ser cuidadoso, de
otra forma no le gustaría experimentar la prisión de la prisión, en otras palabras,
dentro de la obra ya antes citada sirve como un método para aislar dentro de la
prisión, donde el agresor es confinado en solitario. Si ya de por si el interno busca
quedar lo más cuerdo posible después de todas las experiencias que vive todos
los días, en el confinatorio, dependiendo del tiempo, puede aún ser más
complicado conservar esa cordura, de ahí la problemática de que nadie quiere ser
capturado en el acto. A este mecanismo de defensa, Goffman lo llamaría “ajustes
secundarios”, los cuales sirven de alguna manera en el caso de las prisiones en
otros países, como una manera de soportar la trasformación o la destrucción del
“yo” internalizado, una manera en desafiar a la autoridad dentro de lo permitido, y
como un recordatorio de quienes fueron en su vida antes de la institución, quienes
fueron antes de ser etiquetados y despersonalizados; este ajuste secundario
puede ser un recuerdo, un objeto quizá no permitido pero muy personal por parte
del sujeto, que de alguna manera sirve como arma para soportar y no olvidar lo
que se está viviendo, en ese lugar. En el caso de las prisiones mexicanas, donde
no importa en realidad el desafío a la autoridad, y no hay importancia en lo que se
pueda tener dentro de ese lugar, los ajustes secundarios funcionan como una
forma de no olvidar quienes son para mantenerse cuerdos ante ese lugar y
conservar el anonimato que este pueda tener.
Como Goffman nos indica, la prisión está llena de relaciones sociales, ya sea del
pariente con el prisionero, el interno con el personal, etc. Pero sobretodo la más
importante sin duda alguna es la relación que hay entre los internos, puesto que
de alguna manera los internos de mayor tiempo son quienes impondrán las reglas
a los más novatos y así hasta que llegue el nuevo novato, pero lo más importante
de las relaciones entre prisioneros en las cárceles mexicanas es que, como en
realidad no existe ningún tipo de reglamento, lo que va a pasar con el interno es
que este aprenderá de los demás los oficios de la delincuencia: de alguna manera
quienes ya son reincidentes les enseñaran a quienes no lo son convirtiéndolos así
en nuevos criminales más astutos haciendo de esta manera una contaminación de
criminalidad dentro del lugar, por ejemplo, quienes solo entraron por alguna
fechoría menor, como lo era el robo, se vuelven extorsionadores, o quienes eran
extorsionadores, ahora son expertos en la venta de drogas, o secuestradores.