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Colegio Mexicano de Psicología Criminal y Forense

Relaciones de violencia: dinámica de vida en las prisiones

Psicología Penitenciaria

Cardona Escalante Ivan Alberto


Mucho se habla sobre las prisiones, el autor Erving Goffman por ejemplo trata
sobre este tema dentro de su definición y características de las instituciones
totales, por otro lado el autor Michel Foucault nos comenta sobre el nacimiento de
estos recintos en una de sus obras, y ambos convergen en una misma síntesis:
estos lugares totalizadores, en donde el sujeto que ha cometido un crimen es
encerrado y privado de su libertad, donde es vigilado, castigado, no de manera
física, pues como nos explica Foucault, hace mucho tiempo que como humanidad
se dejó de castigar el cuerpo para pasar a castigar la mente; estos lugares o
instituciones totales como les llama Goffman, que abarcan estos recintos, ambos
autores concuerdan en que son creados para apartar lo que es parte de la
anomalía de la sociedad, como lo llega a explicar Merton. En realidad en un
principio no era una manera de rehabilitar lo que no era considerado normal
socialmente, simplemente consistía en apartarlo; con el tiempo esta idea de la
rehabilitación social se ha llevado a cabo en las prisiones en algunas partes del
mundo, aun considerando que habrá criminales que no pueden ser rehabilitados
en su totalidad, o simplemente no se les puede rehabilitar debido a su condición. A
pesar de que en algunos países han logrado el control de las prisiones en su
totalidad dándole mayor peso a lo referente en cuanto a la integración social, al
punto en que incluso han logrado llevar a cabo el cierre de la mayoría de estas
instituciones penitenciarias, en nuestro país la realidad dista mucho de ello pues,
como se dice en la obra titulada “PSICOLOGÍA DE LA VIOLENCIA Causas,
prevención y afrontamiento” : a pesar de que existe un reglamento, para la
vigilancia y la prohibición, castigos y medidas para la contingencia dentro de la
propia institución, las prisiones en realidad han dejado de cumplir su cometido,
pues su funcionalidad para apartar lo interno del exterior es carente, ya que el
orden, la disciplina, la vigilancia, el castigo, quedan como una condición escrita en
el reglamento pero, dentro de la institución, se puede encontrar cualquier cosa
prohibida: la violencia, la prostitución, la venta ilícita de drogas, todo esto es
obtenido de manera fácil si se tienen los ingresos suficientes para ello (Guzmán,
2015), el ordenamiento carece de existencia pues la demanda de un espacio es
tanta que se tiene que pagar para poder dormir en un cacho de suelo, las
prisiones están abarrotadas de internos que algunos ya llevan como vida una
carrera criminal, entonces esta violencia diaria dentro de las prisiones, hace que
un trabajo por la rehabilitación de estos presos para una vida social sea nula, por
lo que es complicado hablar de un mecanismo para la reinserción social.

En este trabajo, como en la obra antes mencionada, pondremos de manifiesto la


dinámica de la vida social y de la permanente violencia que existe dentro de las
prisiones de nuestro país; hablaremos sobre lo que un interno tiene que vivir
dentro de estas instituciones, la violencia permanente a la que se deben enfrentar,
así como a sus relaciones interpersonales, el proceso de socialización, y la
manera en como sobrevive a este entorno hostil, además de los métodos con los
que se lleva a cabo su adaptación y su readaptación, tanto institucional como
fuera de la misma sociedad.

Como se puede deducir, el interno ha tenido una vida antes de la institución, con
sus propios valores y hábitos internalizados dentro de su culturalización en la vida
social que tuvo antes de ingresar en el penal; entonces comprendemos que dentro
de este lugar, el prisionero usará cada una de estas habilidades y conductas
internas en sí mismo para poder sobrevivir dentro de dicha institución, sobre todo
en las prisiones de nuestro país, en las que necesitará con más apuro utilizar al
máximo sus mecanismos de defensa internalizados como el silencio, el
anonimato, y la forma en como esquivara cada uno de los problemas en los que
se pueda meter; de esta manera tiene más oportunidades de prevalecer dentro de
la prisión de manera que sea la victima menos probable de la violencia arraigada
en este lugar. A diferencia de como Goffman o Foucault nos hablan de las
dinámicas de los recintos penitenciarios donde el objetivo primordial es destruir el
“yo” internalizado del sujeto, para de esta manera poder trasformar y hacerlo útil
para la sociedad, por medio del castigo y la vigilancia permanente, donde el miedo
juega un papel importante; en las prisiones mexicanas no existe esta
característica, pues la prisión es el máximo ejemplo de una micro sociedad
criminal, ya que como lo decíamos antes: la vigilancia solo es una formalidad
escrita o, en todo caso, su función es apartar lo interno de lo externo, con lo cual,
dentro de estos recintos, se puede experimentar la libertad de cualquier cosa
siempre y cuando se ejerza la violencia, o se tenga el suficiente ingreso para
comprarla. Por ende, hablar de un proceso de destrucción del “yo” internalizado
del prisionero, resulta en un vacío de las palabras, al interno novato la única
posibilidad que le queda al entrar es hacer uso máximo de todos sus mecanismos
de defensa, aprendidos durante su estadía dentro de la sociedad, para así, de
alguna manera, poder sobrevivir dentro y aspirar a una salida más pronta de la
penitenciaria, o contribuir en esta violencia de manera que se haga de un estatus y
poder dentro de la institución, donde se le reconozca. Al final de cuentas, como
novato, por más que intente pasar desapercibido de la sociedad criminal, la obra
antes titulada nos comenta que las “bienvenidas” y los comités de recibimiento son
muy comunes para cada que llega un interno, estas palizas violentas sirven para
que el novato identifique quien manda y quien le asignará las tareas y a quienes
debe responder para la asignación o el cumplimiento de estas. Al principio de su
estadía en ese lugar, el novato tendrá que participar en las tareas de cooperación,
en realidad el novato tomará el papel de esclavo puesto que esas tareas son una
tortura, donde también se les humilla, se les agrede, y donde son parte de la
violencia ejercida por parte de otros internos con más tiempo, quienes se
convierten en sus amos, al interno no le queda más que callar y guardar la
impotencia de no poder actuar ante estos tratos.

El interno luchara para mantenerse vivo, pero sobre todo para mantenerse cuerdo,
por lo mismo de las vivencias extremas que tiene que soportar casi todos los días
de su estadía en ese lugar; al interno solo le quedan dos opciones a escoger, ya
sea que sea el mismo el agresor, tomando parte de la violencia arraigada en ese
penal, o la otra opción es el hecho de que entonces él es el agredido; la situación
extrema en esta vida por parte del sujeto es que no siempre podrá quedarse en el
anonimato, algunas veces solo le quedará ser participe por mucho que no quiera
ser parte de la violencia, pues si no participa solo le queda la opción de recibirla; y
puesto que las agresiones en realidad son agravantes, terminará escogiendo la
violencia como manera de vida… es entonces cuando aparece otra constante en
la ecuación, pues también si participa en la violencia tiene que ser cuidadoso, de
otra forma no le gustaría experimentar la prisión de la prisión, en otras palabras,
dentro de la obra ya antes citada sirve como un método para aislar dentro de la
prisión, donde el agresor es confinado en solitario. Si ya de por si el interno busca
quedar lo más cuerdo posible después de todas las experiencias que vive todos
los días, en el confinatorio, dependiendo del tiempo, puede aún ser más
complicado conservar esa cordura, de ahí la problemática de que nadie quiere ser
capturado en el acto. A este mecanismo de defensa, Goffman lo llamaría “ajustes
secundarios”, los cuales sirven de alguna manera en el caso de las prisiones en
otros países, como una manera de soportar la trasformación o la destrucción del
“yo” internalizado, una manera en desafiar a la autoridad dentro de lo permitido, y
como un recordatorio de quienes fueron en su vida antes de la institución, quienes
fueron antes de ser etiquetados y despersonalizados; este ajuste secundario
puede ser un recuerdo, un objeto quizá no permitido pero muy personal por parte
del sujeto, que de alguna manera sirve como arma para soportar y no olvidar lo
que se está viviendo, en ese lugar. En el caso de las prisiones mexicanas, donde
no importa en realidad el desafío a la autoridad, y no hay importancia en lo que se
pueda tener dentro de ese lugar, los ajustes secundarios funcionan como una
forma de no olvidar quienes son para mantenerse cuerdos ante ese lugar y
conservar el anonimato que este pueda tener.

Hablando en lo que respecta a la forma terapéutica en la que se intenta reintegrar


a los reclusos, a la vida en la sociedad, se nos diría en la obra antes mencionada,
que de nada serviría pues todo el trabajo que se ha llevado a cabo, cuando el
interno sale de la oficina del psicólogo, el trabajador social, o el pedagogo, cuando
este regresa a su dormitorio, en todo caso, a la violencia que impera en ese lugar,
el interno entonces vuelve al mismo juego y todo lo que se había avanzado hasta
entonces, parece en realidad perdido. Pues, según Foucault, la idea de todo esto
es castigar el cuerpo lo menos posible, para de alguna manera castigar la mente y
llegar más fácil a la trasformación del “yo” internalizado, y que este conviva mejor
dentro de la sociedad. Con esto se busca evitar que el prisionero regrese a la
prisión y que sea un reincidente, hacerlo una persona capaz de conducirse por el
futuro, con responsabilidad social, llevando una vida sin delito; pero no siempre se
logra debido a la permanecía de la violencia que siempre hay en ese lugar,
inclusive hay personas que realmente no son aptas para internalizar en ellos ese
tipo de valores, por lo tanto, no son aptos para una readaptación social.

El interno estará sujeto a muchos cambios en su comportamiento, y su lucha


interna lo vuelve violento; el control de sus hábitos, en un constante movimiento en
la clasificación de los dormitorios, evoluciona e identifica en él una modificación en
su conducta, lo cual indicará si es apto para reinsertase en la sociedad, ya que su
motivo primordial es fuera de la sobrevivencia y, siendo un poco más avaricioso,
poder superar las barreras, que lo limitan de tener un vida diferente mejor o igual,
pero de alguna manera más segura, que tenerse que cuidar de los compañeros
que bien podrían meterse con él mientras duerme.

Como Goffman nos indica, la prisión está llena de relaciones sociales, ya sea del
pariente con el prisionero, el interno con el personal, etc. Pero sobretodo la más
importante sin duda alguna es la relación que hay entre los internos, puesto que
de alguna manera los internos de mayor tiempo son quienes impondrán las reglas
a los más novatos y así hasta que llegue el nuevo novato, pero lo más importante
de las relaciones entre prisioneros en las cárceles mexicanas es que, como en
realidad no existe ningún tipo de reglamento, lo que va a pasar con el interno es
que este aprenderá de los demás los oficios de la delincuencia: de alguna manera
quienes ya son reincidentes les enseñaran a quienes no lo son convirtiéndolos así
en nuevos criminales más astutos haciendo de esta manera una contaminación de
criminalidad dentro del lugar, por ejemplo, quienes solo entraron por alguna
fechoría menor, como lo era el robo, se vuelven extorsionadores, o quienes eran
extorsionadores, ahora son expertos en la venta de drogas, o secuestradores.

Por lo tanto, podemos entender que la prisión dentro de México en realidad ha


dejado de cumplir su función dentro de lo que se refiere a la intervención en el
interno para que este tenga un mejor papel dentro de la sociedad, pues el
prisionero tiene que sobrevivir contra todas las formas ejercidas de violencia y una
jerarquía irreconocible, además de todo lo que debe presenciar y callar; a su vez
puede también salir graduado dentro de una escuela más grande de criminalidad,
por lo tanto la prisión se limita a una sola función que, al final de cuentas, es una
de las características que describiría Goffman o Foucault sobre las instituciones
totales: la segregación de lo que la sociedad no quiere ver o pretender que existe
se separa.

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