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Contemporanea-Bloque-I.

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Historia de España Contemporánea

3º Grado en Historia

Facultad de Geografía e Historia


Universidad de Sevilla

Reservados todos los derechos.


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BLOQUE I. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
La historia de España Contemporánea podríamos decir que comienza con el final del antiguo
régimen. En historia se usan fechas simbólicas, hitos que nos permiten ubicarnos a la hora de
estudiar un período, pero como ya sabemos estas fechas son arbitrarias. Los procesos de cambio
que determinan el paso de una época a otra son lentos y prolongados, se podría decir que son
continuos, una cierta linealidad continua. Por ello, si para esta asignatura que trata sobre la
historia contemporánea de España vamos a considerar que la fecha de 1808 sería el comienzo
de la misma, tenemos que mencionar que, como sucede con las demás épocas, no es una fecha
única la que representa el paso del Antiguo Régimen a la Edad Contemporánea. Elegimos esta
fecha por ser, como veremos, el momento en el que en España se producen cambios
significativos en las estructuras que, si bien no de inmediato, acabarán transformando la
política, la economía, la sociedad y las mentalidades. Veremos que el cambio se va a producir
por una coyuntura de guerra, una guerra por la independencia de la nación frente a una invasión
del entonces imperio hegemónico napoleónico. Pero para saber qué hacían aquí los franceses y
por qué entra en crisis el antiguo régimen, tenemos que remontarnos tiempo atrás para
comprender las dinámicas que suceden en el contexto europeo que introducimos.
Antes que nada, debemos tener en cuenta que el Antiguo Régimen tardó en caer. Éste se basaba
en unas estructuras que habían sentado las bases de la sociedad durante siglos, unas raíces
sólidas que no iban a desaparecer fácilmente. Veremos como cuando parezca que ha caído,
volverá a pugnar por volver, y será una constante ida y vuelta más que una transición directa e
inmediata. Por Antiguo Régimen entendemos al conjunto de las estructuras previas a, lo que la
historiografía ha venido a denominar, las Revoluciones Atlánticas: la americana, la francesa, las
revoluciones liberales del XIX… revoluciones que no se explicarían sin la Ilustración y el siglo
XVIII. Habrá que recordar los cambios que se producen en Europa occidental durante el siglo
XVIII y XIX porque van a influir y explicar la realidad de España.
En el Antiguo Régimen, el carácter religioso tenía una influencia social importante. Había
principios que no se discutían como la existencia de Dios o la explicación providencialista de
las cosas. No se discutían los dogmas, ya sean los católicos o los protestantes, ni la autoridad
del señor. Una cuestión fundamental será la tradición, algo complicado de sustituir puesto que
se tiende a no cambiar.
El Nuevo Régimen comienza con la idea de la tolerancia y el pluralismo, algo que les costaría
aceptar sobre todo al poder político. El concepto de liberalismo será fundamental para explicar
el paso al nuevo régimen, la idea de libertad es un elemento que explica la Ilustración, las
revoluciones y prácticamente el siglo XIX. Los liberales defenderán la libertad de expresión y,
en menor medida pero muy importante, la libertad religiosa.
Las verdades absolutas van a ir desapareciendo y dando paso al relativismo. Esta pérdida de
certezas crea una crisis en la conciencia que va a provocar crisis más allá de la cultura.
Por lo general, es ahora en el paso del Antiguo al Nuevo Régimen donde se da el paso de la
monarquía absoluta a la soberanía nacional, en el ámbito político (“El súbdito se convierte en
ciudadano”); y a nivel social la sociedad pasa de ser estamental a una sociedad de clases.
Todo esto es el panorama general, cambios generales que se van a ir dando en Europa y por
ende en España. A continuación, vamos a ir concretando más en la historia de España
contemporánea, esto era sólo una introducción para situarnos. Y como hemos dicho, el paso del
Antiguo Régimen al Nuevo en España se produce a principios del siglo XIX, por una coyuntura
especial: la invasión francesa y la guerra de Independencia. Pero para ver qué hacían aquí los

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franceses debemos remontarnos un tiempo atrás, concretamente a la situación de España
durante el reinado de Carlos IV.

España de Carlos IV (1789-1808)


Su padre, Carlos III, había muerto en 1788. Así que él llega al trono en 1789, su reinado coincide

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por tanto con la Revolución Francesa, que va a condicionar su reinado significativamente.
Por lo general, el reinado de Carlos IV contrasta con el de su padre, pues se va a vivir una crisis
económica y un descontento popular que va a conocer su máxima con el Motín de Aranjuez que
veremos más adelante.
La influencia de los sucesos de Francia va a ser determinante y negativa. Se va a intentar por
parte del rey y los ministros que no lleguen las noticias de lo que estaba pasando en la Francia
revolucionaria, porque se veía como una amenaza. A esto se le suma otro elemento que afectará,
como es la tradición del XVIII de los Pactos de Familia: hasta 1789 la política española había
ido de la mano de la francesa, y el enemigo común de ambos había sido Gran Bretaña.
Esta es la situación de partida, para nada confortable, más bien de inseguridad.
Lo primero que se va a hacer desde el gobierno de Carlos IV es evitar que lleguen las ideas
revolucionarias, lo que se conoce como “el Cordón Sanitario de Floridablanca”. Si bien en
España había grandes ilustrados y teníamos la Sociedad de Amigos del País, no tenía ese
carácter revolucionario que había adquirido el país vecino. Allí (en Francia) se estaba dando
una revolución. Ésta, como sabemos, tuvo varias fases con sus correspondientes idas y venidas,
y lo que se hace es cerrar la frontera y se prohíbe que entre propaganda de la revolución.
No le faltaba razón a Carlos IV, pues España se había convertido en un objetivo para los
revolucionarios porque en el trono había un Borbón. De modo que se lleva a cabo como decimos
una política contra los revolucionarios.
En 1793, Luis XVI es guillotinado. Se crea una coalición contra los revolucionarios que dará
lugar a las Guerras Revolucionarias, de las que, con sus ritmos, saldrán triunfadores los
revolucionarios sobre todo con la llegada del general Napoleón. En este contexto España se
suma a la guerra contra Francia, y empezará ganando, pero no termina bien ya que terminan
entrando por el País Vasco. Se va a firmar la Paz de Basilea (22-07-1795) que ponía fin a las
guerras revolucionarias. España sale perjudicada de la paz teniendo que ceder la mitad de la
isla de Santo Domingo (Haití)1.
Pronto la revolución da un giro más conservador. Se firma un tratado de amistad entre España
y Francia, el llamado Tratado de San Ildefonso, porque el Reino Unido era el enemigo de
entonces y era mejor hacerlo con el aliado. Portugal, en cambio, se alía con Gran Bretaña.
El Tratado de San Ildefonso (1796) que idea Godoy pasa a tener un escenario en América. Se
entrega a Francia la Luisiana (se les devuelve) en un Segundo Tratado de San Ildefonso
(1800).
Se producen ataques ingleses a las colonias, por lo que con la amistad franco-española se ataca
a los ingleses. Con el Segundo Tratado de San Ildefonso surge ya la idea de atacar a Portugal.
Para entonces ya va a estar Napoleón al mando, firma él. Además de devolver la Luisiana a
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Esto de usar las colonias como cromos es muy característico de todo el siglo XVIII, y va generando descontento
en las colonias.

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Historia de España Contempor...
Banco de apuntes de la
Francia, como ya hemos comentado, se va a crear el reino de Etruria en el Norte de Italia que
iba a ser entregado a uno de los yernos de Carlos IV. Este reino de Etruria estará en constante
ida y venida. En ese Tratado, Napoleón juega con España como elemento de su política
internacional.
Napoleón cambió la forma de hacer la guerra y empieza a ser invencible, eso sí, por tierra. Para
Gran Bretaña necesita una flota, porque es una isla. Por ello, en el Tratado de San Ildefonso

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vemos también una búsqueda por parte de Napoleón de atacar las islas británicas con la flota
española. En ese juego entra también la primera invasión de Portugal donde se toman Olivenza
y Villarreal. En América se dan escaramuzas en la frontera entre Brasil y sus colonias. Esta
primera invasión consiste más bien en quedarse con algunas ciudades fronterizas.
Se reconoce la victoria de España con la Paz de Badajoz, que firma “El Príncipe de la Paz”
Godoy. Esta guerra se llama La Guerra de las Naranjas por un regalo de Godoy a M.ª Luisa
(una rama de un naranjo).
A partir de este momento, Napoleón empieza a exigir cada vez más. Será Godoy, un personaje
con mala fama en la historia de España (por sus conocidas ambiciones personales, relación con
la reina, etc.) quien trate con Napoleón.
La guerra con Inglaterra a raíz del primer Tratado de San Ildefonso (1796) ya generó problemas
a la flota comercial española: no llegaban barcos a América. Esto generó crisis, las arcas de la
Hacienda iban cayendo, y a esto se sumaba que Napoleón hizo pagar a España los gastos de
guerra.
En un momento, Napoleón va más allá y decide hacer la guerra contra Inglaterra. Inglaterra ya
no sólo va a por las colonias españolas, sino que hace un Bloqueo Continental. Este bloqueo
llevó a Inglaterra a rodear el puerto principal por el que llegaban los productos de las colonias:
la Bahía de Cádiz (donde se encuentra Trafalgar).
Por ello Napoleón decide atacar a esa flota inglesa, para que la flota española pudiese ir a atacar
Inglaterra. Tiene lugar la importantísima Batalla de Trafalgar (20 de octubre de 1805). La
batalla acaba en desastre y significó la destrucción de la flota española. Este hecho cambia el
curso de la historia, pues, para Napoleón, que en una sola batalla se arrase la flota española,
cambió la visión del aliado español. De manera que cambia los planes y, España sin flota, ya
no tiene nada que ofrecer a Napoleón.
Tras esto, Napoleón decide una segunda invasión de Portugal, por tierra, para hacer daño al
aliado de Inglaterra. Esta idea consistía en conquistar Portugal y dividirla en tres partes: el norte
para Napoleón, el centro para Carlos IV y el Principado de los Algarves para Godoy.
Hábilmente, Napoleón ofrece a Godoy un tercio del reparto.
Esto explica por qué las tropas españolas y francesas colaboran para conquistar Portugal, y por
eso en 1808 hay muchos franceses en Madrid: nos invadieron.

Ya no estamos hablando de una pequeña guerra como la de las naranjas, estamos hablando de
invadir Portugal, entrar y dividirla.
Los franceses se desvían de la ruta a Lisboa, ésta no pasa por Gerona o Madrid. Pero volveremos
a ello. Veamos ahora qué estaba sucediendo dentro de las fronteras, que también era interesante.

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Paralelamente a la situación exterior, en la que ningún país europeo se libra de Napoleón; en
España estaban pasando cosas. Se vivía una crisis interna compleja, que no es sólo una crisis
familiar, sino una crisis de las instituciones del Antiguo Régimen.
Se había creado una nobleza en la órbita de Fernando, el príncipe, a modo de oposición a Carlos
IV (quién estaba otorgando mucho poder a Godoy, y eso no gustaba lógicamente a las viejas
instituciones). Godoy lleva a cabo una reforma de la Hacienda (en la que ya se ve una tímida

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primera desamortización), reformas que molestan. Es por ello por lo que alrededor de Fernando
se va a ir conformando un grupo de personas, un “partido de oposición” más opuestos a Godoy
que al propio rey Carlos IV. A raíz de esto se van a dar intrigas palaciegas. Se consolida una
primera Conjura del Escorial (octubre de 1807), entonces El Escorial era la corte. Esta conjura
se va a descubrir (es una conspiración). Un personaje importante va a ser el confesor de
Fernando VII, que va a estar ahí detrás, en la sombra. Se descubre la conjura y Fernando delata
a los que le ayudaron disculpándose además a sus padres.
Esta conjura hay que tenerla en cuenta, pues da una visión de cómo actúa la nobleza (por la
espalda), aunque fracase.
La conspiración que sí triunfa es el Motín de Aranjuez (17 de marzo de 1808). Tras descubrirse
la conjura y el “chivateo” de Fernando, se expulsa a los que participaron, quienes se van a
organizar. La familia real se había trasladado al Sur, a Aranjuez, porque la presencia francesa
era preocupante. Se traslada porque existía la posibilidad de huir (había como 30.000 franceses
en Madrid en aquel momento). Entonces se organiza un motín, ya no sólo de nobles (que son
quienes lo organizan en verdad) sino que se moviliza al pueblo también. Fue algo organizado
claramente, un noble (el Conde de Montijo) se disfraza y todo, y se trajeron a madrileños en
carros. El ataque recordemos era contra Godoy. El papel del pueblo es clave en la historia
contemporánea, es fácil movilizarlo por las precarias condiciones. El hambre y la carestía
desesperan al pueblo y lo movilizan (de lo cual se aprovechan unos).
Tenemos pues, que una nobleza organiza al pueblo para que se amotine contra Godoy, pero todo
va a acabar siendo más grave ya que Carlos IV va a terminar abdicando en su hijo Fernando.
Lo que comienza como una revuelta de privilegiados que no quieren a un advenedizo, termina
con una abdicación.
Los franceses lógicamente se van a ir aprovechando de todo esto, primero a Godoy lo embaucan
con lo de Fontainebleau; y ahora con la crisis de la monarquía española.
El 17 de marzo había tenido lugar el Motín de Aranjuez, el 23 de marzo entraba Fernando VII
triunfante en Madrid y a finales de abril ya está en Bayona, y a la altura de junio se dan las
abdicaciones. Los acontecimientos se dan rápidamente.
En esta crisis familiar (que no es sólo familiar sino de las instituciones del Antiguo Régimen
que se oponían a las innovaciones de Godoy), Napoleón ve una oportunidad para aprovecharse
de Godoy, de Carlos IV y de las élites que apoyan a Fernando VII. Si Fernando entra en Madrid
el 25 de marzo, lo cierto es que es la propia familia real la que convierte a Napoleón en árbitro
y, por ende, le deja el reino en bandeja.
Cuando Fernando VII llega a Madrid, el día de antes había llegado el general Murat quién no
lo reconoce como rey. No va a rendir pleitesía al nuevo rey y éste lo intenta agradar con regalos.
Fernando busca el reconocimiento de Napoleón y busca reunirse con él. Primero lo cita en
Burgos, luego en Vitoria y finalmente en Bayona (ya en territorio francés). En Bayona,
Fernando tiene que abdicar de nuevo en su padre, Carlos IV; luego Carlos abdicar en Napoleón

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y finalmente, Napoleón en su hermano José Bonaparte. José se lo piensa y tardó un mes en
decidirse. A partir de este momento nos encontramos con la crisis del Antiguo Régimen.
Paralelamente en Bayona se dan una crisis del Antiguo Régimen y una crisis mucho mayor, ya
que los reyes pierden la corona.
El 2 de mayo de 1808 se produce un levantamiento popular. Aquí ya sí, comienza la llamada
Guerra de la Independencia. Es una guerra en la que encontramos tres realidades del poder.
Por un lado, se crea el proyecto josefino, por otro el proyecto de Fernando VII (que acaba siendo
liberal), y la tercera realidad correspondiente a la guerra. Las dos primeras van a quedar en el
papel porque la guerra impidió que se llevasen a cabo. Es la guerra como ahora veremos la que
rompe las estructuras del Antiguo Régimen.
Ya era compleja la situación previa a la guerra con el cambio de corona (de manera poco
habitual, contraria a la tradición) y el componente popular en el Motín de Aranjuez, movilizado
por las élites. Pero seguimos con circunstancias sorprendentes para la época ahora.
El 2 de mayo de 1808 Madrid está lleno de franceses, los reyes Fernando y Carlos IV están en
disputa. Del palacio real sale el infante don Francisco de Paula (el último en salir). El vacío de
poder en Madrid fue chocante (no estaban de vacaciones en Bayona). Los criados de palacio
gritaban “¡Traición, traición!” y Murat actuó de manera desproporcionada (tenía pretensiones
a ser rey de hecho); había muchos madrileños en la calle porque coincidió con que era día de
mercado. Es el pueblo el que se levanta, no los aristócratas ni el ejército (que aún consideraba
aliado a los franceses, tarde), fue el pueblo. El pueblo de Madrid se enfrentó al mejor ejército
del momento.
Había soldados muy peligrosos y violentos reclutados en Egipto (mamelucos), era más heroico
aún enfrentarse a ellos (por eso Goya lo retrata así).
Al día siguiente ya se había sofocado el levantamiento y tuvo lugar una fuerte represión. Se
fusiló a gente desde el 2 al 3 de mayo en el Palacio de la Moncloa (las afueras de Madrid
entonces). Murat y los jefes franceses pensaron que el escarmiento sería suficiente. Ya les había
pillado por sorpresa el levantamiento (habiendo 30.000 hombres en Madrid). Hacía tiempo que
la presencia francesa incomodaba al pueblo madrileño, la tensión por tanto venía de antes.
Fernando VII había dejado una regencia, una junta de Gobierno con unos cuantos hombres y
con Antonio M.ª Pascual de Borbón (tío de Fernando) al frente. Esta junta estuvo manipulada
y dominada por Murat. Por ejemplo, Murat va a lograr que la junta apruebe medidas como el
reconocimiento de las abdicaciones, permitir la marcha del resto de la familia real a Francia…
bajo coacción lógicamente. Napoleón se sorprendió de lo fácil que le había sido dominar a los
Borbones de Nápoles (primos de los españoles) y conquistar Portugal. Pero el caso de España
será diferente.
En primer lugar, la realidad de la guerra. Comienza con el ya mencionado levantamiento del 2
de mayo. Las noticias llegan (a las semanas) al norte y al sur. En Móstoles, entonces un pueblo
cercano, los dos alcaldes de Móstoles firman un documento muy significativo, aunque sin
demasiada trascendencia. La importancia reside en que refleja que el mismo día 2 de mayo, dos
alcaldes ya saben que el rey ha sido secuestrado “después de haberse apoderado de la Augusta
persona del Rey…”, la perfidia de los franceses, la defensa del rey y de la patria; en definitiva,
lo que hace es animar a levantarse en armas. Es un reflejo de una reacción popular que se
materializaría a finales de mes.
En las siguientes semanas ya surgen bandos a favor del rey, ya se había expandido la noticia.

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Ante la ausencia de poder (legítima) se responde formando juntas locales, a finales de mayo.
Ellas acabarán reuniéndose en una junta central. Son juntas en las que los poderes tradicionales
serán los que presidan (nobles locales) aunque ya aparecen burgueses y personajes que no
pertenecen a la nobleza. Se empieza a descomponer por tanto la estructura de poder del Antiguo
Régimen.
Esas juntas se organizan en la Junta Suprema del Reino. Se reúne a finales de septiembre en

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Aranjuez. Ante la ausencia del rey ellos se dotan de legitimidad y es ella la que declara la guerra
a los franceses en nombre de Fernando VII.
Los acontecimientos militares se dividen en tres fases: sublevación, hegemonía militar francesa
y una tercera fase entre 1812-1813 final.
La primera etapa, de sublevación generalizada que se transforma en guerra. No podemos olvidar
que Napoleón tiene 4 guerras abiertas. En España nunca se controla todo el territorio. En el
resto de Europa, con las llanuras, Napoleón mueve tropas rápidamente, toma posiciones,
conquista y eso le permite financiar las siguientes batallas. Pero el caso español era diferente.
Tras el 2 de mayo, habrá que esperar a finales de mayo para nuevos levantamientos que se van
a dar en las zonas que no controlaban los franceses (aquellas que quedaban fuera del triángulo
Bilbao-Gerona-Madrid), Cantabria, Asturias, Andalucía, Extremadura…
En esta primera fase de la guerra (guerra por cierto plagada de propaganda antifrancesa y
antijosefina), tenemos las juntas: había un vacío de poder, el rey había dejado una junta dirigida
por su tía, Murat obliga a firmar a esta junta… En consecuencia, se crean juntas en ausencia del
poder legítimo y paralelamente al ilegítimo. En ellas se organizan las fuerzas militares con las
que contaban. En mayo-junio se organizan frente a unos franceses que confiaban en conquistar
rápidamente España (gran error de cálculo de Napoleón). En este contexto se da un hecho muy
simbólico: en Bailén el 19 de julio se da la primera derrota en campo abierto de las tropas
napoleónicas. La victoria fortalece a los españoles, y el resto de Europa observa cómo se puede
vencer a Napoleón (es posible vencerlo). La junta de Sevilla tuvo una gran importancia en la
organización militar de las tropas de Bailén.
De todas formas, fue la única gran victoria española. Las noticias llegan a Madrid, donde
acababa de llegar José. Napoleón decide venir a España y, en ese mismo otoño, las tropas
francesas se repliegan. Napoleón entre en la península y en Somosierra vence a los españoles
(junto a otras victorias en el norte). Tenía vía libre para Madrid. El 2 de diciembre de 1808
Napoleón entra en Madrid, la junta baja a Aranjuez.
Con la Grande Armée, Napoleón se instaló en Chamartín (entonces una zona al norte de Madrid
vacía, campo abierto). Allí se muestra como un reformista que viene a acabar con el Antiguo
Régimen: abole la Inquisición, habla bien del pueblo español… “viene a salvarnos”. Es un paso
importante, ahí comienza la segunda fase, la fase de dominio militar francés, que irá desde
finales de 1808 hasta 1809.
Napoleón deja a su hermano con la terea de acabar con la conquista del resto de la península y
se vuelve a Europa. Ahora se produce una conquista militar de casi toda la península. En
Somosierra habían neutralizado al ejército español lo que asestó un duro golpe a la defensa. Los
franceses dominan la península, pero sólo sobre el papel, en la realidad sólo controlaban lo que
pisaban. Los españoles no aceptarán la invasión e incordiarían constantemente a los franceses.
La mayoría de los 350.000 soldados franceses en España fueron mal empleados, generalmente
se limitaban a vigilar depósitos y controlar las vías.

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No tenían claro el dominio del terreno. Lo pasaron muy mal.
En esta guerra surge un nuevo concepto en la historia: las guerrillas. En el momento en el que
el ejército desaparece van a surgir estas guerrillas, sobre todo en las zonas rurales y montañosas
(Napoleón no estaba acostumbrado a las montañas, su forma de hacer la guerra consistía en
movilizar tropas rápidamente, cosa que en Europa podía hacer por ser llana). La orografía
provocaba no poder movilizar tropas y las guerrillas dominaron estas zonas. Es uno de los

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fenómenos más llamativos de la guerra, será similar a lo que sucederá en la Guerra de Vietnam,
el mejor ejército del momento (Grande Armée o EE. UU.) no vence a las guerrillas. Ojo, las
guerrillas hacían que la situación fuese de equilibrio, no es que ellas obtuviesen la victoria por
sí solas. Hacía falta una fuerza que desequilibrase la balanza, y ahí entran en juego los ingleses.
Las guerrillas eran en algunos casos estables (antiguos militares) e inestables (campesinos). Las
guerrillas tienen cierta organización: pequeñas partidas, pequeños grupos que siguen la cultura
campesina de respeto al jefe y a las relaciones personales. En ellas ya se rompe la estructura del
Antiguo Régimen, ejemplo de ello es “el Empecinado”, que tendrá de segundo de abordo a un
hidalgo siendo él de abajo y analfabeto, aunque con una gran capacidad estratégica. Por ello,
las guerrillas además de un elemento militar clave son también un factor social.
Las guerrillas irán creciendo hasta llegar a un momento en el que había un momento en el que
había hasta 13.000, es por eso por lo que empezaron a organizarse en partidas. A finales de la
guerra se les da un reglamento, con una estructura más o menos militar. Algunos guerrilleros
acaban teniendo el grado de “general”, lo que dará lugar a problemas posteriormente cuando se
tengan que disolver las guerrillas y haya que incluir a estos hombres en el ejército profesional.
A partir de 1810-11, estando José I en Sevilla, se encuentran con un problema en Cádiz. A partir
de 1812 ya entra Wellington por Portugal. Ya hemos dicho que las guerrillas eran muy
heterogéneas, “el Empecinado” luego va a ser un liberal y “el cura Merino” será un
reaccionario.
Entramos en el desequilibrio con la llegada de Wellington, donde ya vemos choques militares
como el de la Batalla de Arapiles. Con el Tratado de Valençay Napoleón reconoce a Fernando
VII como rey de España, aunque aún quedaron franceses en la zona de Cataluña, sobre todo las
zonas por encima del Ebro.
No hay que dejar de incidir en la idea de que en una guerra donde se enfrentan un ejército
profesionalizado contra uno de guerrillas, no gana ninguno a no ser que una fuerza intervenga.
La Batalla de Arapiles fue clave, en ella los franceses fueron derrotados por las tropas anglo-
portuguesas lideradas por el Duque de Wellington. Tras ella se repliegan los franceses y en 1813
se suceden las victorias anglo-portuguesas-españolas, los últimos enfrentamientos se dan en
Cataluña.

Veamos ahora otra realidad de esta guerra, el proyecto de José I.


Tras las Abdicaciones de Bayona, la corona quedaba para José Bonaparte, aunque éste no
aceptará oficialmente hasta el 6 de junio de 1808. Hay que recordar además las fechas, el 17 de
marzo fue el Motín de Aranjuez, en abril Fernando VII ya estaba en Bayona, en mayo Napoleón
ofrece a los españoles algunas reformas para ganárselos (algo que en Europa le había
funcionado). En este momento aún no hay rey en España, Napoleón piensa primero en su
hermano Luis, pero finalmente se decanta por José, lo importante es que desde luego era un

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proyecto familiar, aunque cabía la posibilidad de contar con los altos cargos militares de
confianza, como era el caso de Murat.
Lo que intenta Napoleón es atraerse a las instituciones para transmitirles sus intenciones. En
Bayona, convoca la Asamblea de Notables de Bayona donde estaban los distintos estamentos
para presentar su proyecto: la Constitución de Bayona. La intención era que aceptasen el
borrador (previamente discutido). No se consigue que llegaran a Bayona los 150 diputados

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previstos para la asamblea, por ello Murat tendrá que recurrir al nombramiento a dedo de
personas, y ni aun así se llegó a los 150. La nobleza, fiel al rey, si fue. El objetivo era aprobar
el borrador.
El proyecto josefino se basa en el proyecto respaldado por la recién aprobada Constitución de
Bayona, que para muchos es considerada más bien una carta otorgada al no surgir del pueblo,
como sí fue el caso de la de Cádiz. La Constitución es menos autoritaria que la que estableció
Napoleón en Francia en 1804.
Algunos elementos de la Constitución se heredarán de la de Francia y también de las ideas del
despotismo ilustrado español. La gran idea para atraerse a los españoles es ofrecer una
constitución confesional, la de Cádiz también lo será, pues el peso de la Iglesia en España era
muy grande frente a la Francia revolucionaria. La Constitución no habla de soberanía nacional,
tampoco hay un apartado de derechos españoles, aunque salva algunos fundamentales como la
libertad de imprenta; en cualquier caso, no consiguen una tabla de derechos fundamentales. No
se proclama la división de poderes, se va a dar más peso al poder judicial. El rey, con sus
ministros, ocupan el centro del sistema. El rey es soberano, es él quien hace las leyes, aunque
luego deban aprobarse en las Cortes. El poder ejecutivo caía en los ministros, que podían no
aceptar las leyes, germen de la limitación del poder real. El poder legislativo lo encarnaba un
único cuerpo (no estaban separados), las cortes, que debían aceptar las leyes. En él se encuentra
el germen del Consejo de ministros: el Consejo de Estado. Las cortes por tanto no es que
legislen, sino que deliberan.
Hay que hablar en subjuntivo porque el proyecto josefino no se pudo llevar a la práctica. Las
cortes, por tanto, hubieran estado formadas por 172 miembros de los 3 estamentos, pero no son
cortes estamentales, ya que los representantes del pueblo los proponían las ciudades. El senado,
sería una copia del francés, que haría más bien como un tribunal constitucional.
El rey estaba obligado a convocar las cortes cada 3 años, con un sistema electoral
extremadamente selectivo. La forma de gobierno era una monarquía limitada, el rey debía
contar con el ministerio (integrado por 9 ministros y un secretario de Estado), parlamento y el
consejo de Estado para gobernar.
La constitución pone en práctica ciertas libertades en materia de economía: impuestos iguales
para todos, separación entre el tesoro público y el de la corona… Otra cosa interesante es que
no se llega a hablar de la organización territorial de España, más adelante se copiaría el modelo
francés. Habla de las colonias como provincias, equiparando a las colonias con las metrópolis.
Esta es, en teoría, la primera Constitución española, fue promulgada por José Bonaparte. Se
recogía que la religión católica era la religión del rey y de la nación, no permitiéndose otra.
Constaba de 146 artículos.
La realidad era diferente. El gobierno de José I casi no fue. La guerra lo impidió. José I entró
en Madrid el 20 de julio y el 19 de julio había tenido lugar la Batalla de Bailén, así que se vuelve
para atrás. La realidad es que se va desplazando por la península al ritmo que marca la guerra.

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José I no fue aceptado por los españoles, la propaganda de hecho lo llamaba “Pepe Botella”,
siendo él abstemio, no se le dejó gobernar por los españoles salvo algunos llamados
afrancesados, algunos oportunistas y otros por convicción de las buenas intenciones de José I,
había ilustrados que vieron mejor opción para reformas del país a José que a los Borbones. José
además tenía que lidiar con su hermano y sobre todo con los mariscales franceses, que no
dependían de él sino de Napoleón.
Algunas características de la etapa josefina, al margen de la Constitución, son los decretos de
Chamartín: se suprimió la Inquisición, se suprimen los antiguos consejos territoriales (por
ejemplo, el de Castilla), el rey gobernaría con una serie de ministros (afrancesados) que se irán
al exilio cuando acabe la guerra. En general se suprimen los elementos del Antiguo Régimen,
pero todo esto fue sobre el papel, pues ya hemos dicho que no pudo gobernar.
Otro ejemplo del carácter reformador del reinado de José I es que decide organizar el territorio
español, lo hace en prefecturas. La realidad es que la situación de guerra y la ruinosa hacienda
le hicieron depender constantemente de su hermano; intentó una tímida desamortización que
no consigue llevar a cabo, por lo que tendrá que pedir ayuda militar y económica a su hermano
constantemente. Durante el intento de desamortización se va a vaciar el convento de San
Francisco y se va a crear la Plaza Nueva en Sevilla. Coyunturalmente también se convierte al
monasterio de la cartuja en un cuartel.

Pasamos ahora a la tercera realidad, el proyecto de las Cortes de Cádiz.


Retrocediendo un poco, ante el vacío de poder que había quedado, se habían ido improvisando
poderes legales en nombre de Fernando VII, es decir, que no se aceptan las abdicaciones de
Bayona. El levantamiento, la simbólica proclama de los alcaldes de Móstoles… es prueba de
ello; se procede a la creación de juntas locales (ya que la junta de Gobierno de Fernando VII
fue coaccionada por Murat y perdió su prestigio).
Si la Batalla de Bailén fue el 19 de julio, el 20 de julio entraba José I por Madrid, éste había
aceptado el reino a principios de junio (6 de junio). En diez días se tendrá que marchar y es ese
otoño el momento de repliegue hasta que Napoleón contraataque. Es en este momento en el que
se crearon las juntas de representación locales, con personajes importantes como Jovellanos o
Floridablanca. Son los que declaran la guerra a Francia en nombre de Fernando VII, una
alternativa a la ocupación. El 25 de septiembre de 1808, estas juntas locales pasarán a depender
de una Junta Suprema del Reino.
Se empieza a discutir el tema de convocar unas cortes. Algunos conservadores como
Floridablanca no querían, para ellos lo primordial era centrarse en la guerra. Otros buscan unas
cortes a la manera tradicional, ya de facto había cierto debate. No se toma la decisión de cortes,
y era el mejor momento para ello porque la península estaba prácticamente libre de franceses.
En noviembre llega Napoleón, tiene lugar la Batalla de Somosierra, acaba con el ejército y se
pasa a la guerra de guerrillas. La Junta Central, hacia 1810-1811, que estaba en Aranjuez
reunida, se traslada a Sevilla por el avance francés. En Sevilla se crea un problema, porque
existía la necesidad de acabar con el vacío de poder y, aunque las cortes fuesen una buena forma,
había distintas posiciones sobre cómo llevarla a la práctica. La cuestión es que en Sevilla no se
hace, se crea un Consejo de Regencia e ya. Siguen bajando, tras Somosierra, e irán a la Isla de
San Fernando y finalmente a Cádiz.

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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
El Consejo de Regencia se ve cada vez más coaccionado y se deciden convocar cortes, estando
la junta en Cádiz. Cádiz es una ciudad curiosa, tiene una burguesía fuerte (era un puerto
comercial), había una mentalidad progresista. El papel de la ciudad de Cádiz es importante,
además, por su forma y por sus bastiones (fortalezas), era una ciudad preparada para defenderse
(ya lo era desde el siglo XVI cuando Francis Drake atacaba). Total, que la regencia convoca
cortes en septiembre de 1810. Se decide que las cortes sean unicamerales. Cortes de cámara
única (no estamentarias), en base a elecciones que, en plena guerra, se tuvo que hacer

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aprovechando las parroquias. Esta era una buena idea, pues las parroquias cuentan con una
organización bien estructurada y, además, intocable por pertenecer a la Iglesia.
En las parroquias se eligen a compromisarios2 de cada zona y, de esos elegidos, se elige a uno
para toda la provincia que son los que finalmente van a Cádiz como diputados. Pero claro, de
los 240 que tendrían que ser, acaban siendo sólo 95. La constitución la acabarán firmando 184.
No debemos olvidar que esto se está haciendo en plena guerra y durante el segundo avance
francés. Sobre todo había gallegos y extremeños, zonas que podían llegar por la costa o
cruzando Portugal. Los que no llegaban eran sustituidos por suplentes3. Hay diputados
americanos también en las cortes.
Las Cortes se abren el 24 de septiembre de 1810, en Cádiz. Cuando la guerra acabe y llegue
Fernando VII, las Cortes ya volverían a reunirse en Madrid, pero por ahora se abren en Cádiz.
Los diputados de esas cortes son mayoritariamente párrocos, habrá mucha representación del
clero, algún obispo incluso. Esto es muy interesante, pues las reformas que llevan a cabo las
Cortes son muy novedosas, y éstas estarían integradas mayoritariamente por personas
pertenecientes al clero. También habrá algunos nobles con tendencias al liberalismo, pocos
comerciantes y tampoco habrá gran presencia de militares. La mediana burguesía (médicos,
funcionarios, catedráticos…) también formará un grupo con representación. Todos ellos son los
que, en el papel, protagonizan la revolución liberal. Hacen las leyes, pero no las llevarán a cabo.
Con respecto a la ideología, resumíamos que hay diputados más inmovilistas (los realistas) y
diputados que aceptan las reformas pero sin tocar lo fundamental (los jovellanistas). También
habrá quien aproveche el momento para aplicar reformas más sustanciales, de cambio total, son
los liberales o los “defensores de la libertad”, pues el término liberal hoy es un poco ambiguo.
Habrá diputados más activos y otro más pasivos. Es en este momento cuando surgen los
conceptos que explican la historia del liberalismo: realistas, liberales… Todo está cambiando
a ritmo acelerado.
En las sesiones de las Cortes se van discutiendo reformas de todo tipo (políticas, sociales y
económicas). En un principio había un consenso más amplio por todas las partes, pero conforme
pase el tiempo van surgiendo las discrepancias y se va fragmentando el consenso.
Empiezan el 24 de septiembre de 1810 las reuniones de Cortes, primero en San Fernando y
luego en Cádiz. En los 3 años y medio que siguen habrá hasta 1800 sesiones, algunas durarían
mañana-tarde-noche, muy acaloradas. Las últimas se reúnen ya en Madrid, y en ese tiempo se
aprueban cerca de 100 decretos además de la Constitución. Va a haber varias etapas. En la
primera de ellas (septiembre de 1810-junio de 1812), la más larga, tenemos la mitad de los
decretos, con una mayor parte dedicada a reformas políticas. En la segunda (junio de 1812-

2
Algo así como las elecciones de EE. UU.
3
Si no venía el representante de León, por ejemplo, se buscaba a un comerciante que hubiese por Cádiz y que
fuese originario de León.

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mayo de 1813) serán más de tipo social. Y en la última (mayo de 1813-mayo de 1814), las
reformas serán principalmente económicas.
El mismo día 24 de septiembre, cuando comienzan las reuniones, se aprueban ya dos grandes
reformas. Tomó la palabra el eclesiástico Muñoz-Torrero (liberal moderado), con una actitud
conciliadora, y dijo:
“Ya que el rey está en manos de los franceses, para que no haya dudas de la ubicación

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de la soberanía, esta asamblea se considera soberana”.
Es decir, está estableciendo una soberanía nacional.
Otro diputado liberal, Luján, propuso que para evitar arbitrariedades el ejecutivo debía quedar
en manos del Consejo de Regencia. Se establece por tanto también la división de poderes.
Los liberales saben perfectamente lo que están haciendo, pero los demás no eran capaces de ver
la revolución política que estaba dándose, la gente aplaudía sin saber. Imperaba un ambiente
muy patriótico, donde todos estaban de acuerdo.
De este modo, se aprueba la Ley de Imprenta, una de las primeras de Europa y, por supuesto,
la primera de España. No se hizo tanto buscando la libertad de imprenta, sino más bien para
hacer frente a la censura de los franceses. También, la Ley de Señoríos se empieza a discutir, y
vemos como empiezan a cambiar las actitudes. La reforma más importante, por su carácter
revolucionario, es la Constitución de 1812 (14 de marzo de 1812).
Es una constitución muy larga, 384 artículos, y muy ambiciosa a la par que rígida, lo que hizo
difícil poder llevarla a la práctica. Eso sí, estaba muy bien organizada, como vemos en su
estructura: TITULO I: DE LA NACIÓN ESPAÑOLA Y DE LOS ESPAÑOLES; TITULO II:
El TERRITORIO DE LAS ESPAÑAS, SU RELIGIÓN Y GOBIERNO, Y DE LOS
CIUDADANOS ESPAÑOLES, …
Algunas cosas interesantes que podemos destacar serían las siguientes.
En primer lugar, llama la atención que es una Constitución confesional («En el nombre de Dios
Todopoderoso, Padre, Hijo Y Espíritu Santo…»). El artículo 12 deja claro cuál es la religión
verdadera, la católica apostólica y romana.
También es interesante que España ya no es un patrimonio real de reinos y virreinos, sino que
ahora es de los españoles. Como dice el artículo primero “la Nación española es la reunión de
todos los españoles de ambos hemisferios”.
También se hace alusión a uno de los elementos fundamentales del liberalismo en el artículo 4,
la propiedad.
En el capítulo III, que trata sobre el gobierno, vemos el concepto de felicidad, que se hereda del
XVIII y de la Ilustración. El artículo 13 dice que el objeto del gobierno es la felicidad de la
nación. Asimismo, destacamos los dos siguientes artículos. El 14 establece que el gobierno de
la nación es una monarquía hereditaria y, por otro lado, el artículo 14 dice que la potestad de
hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Llama la atención también el artículo 25, que dice que desde 1830, todos los españoles deberán
saber leer y escribir. Como ya hemos dicho, es una constitución muy ambiciosa, y este artículo
es prueba de ello.

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En el Título III, se establece el sufragio universal indirecto. Se dice en el artículo 92 que se
requiere de una renta para poder ser diputado, de manera que se era independiente de otro. Eso
sí, dejando fuera a las mujeres.
Otra idea revolucionaria la vemos en el Título VIII, donde se habla de una milicia nacional,
pues había que hacer frente a los franceses. Es una idea que se toma de la Revolución Francesa.
Irá y vendrá hasta el siglo XX.

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Una de las reformas de 1811 es la Ley de Señoríos. Es fundamental, porque es un ataque directo
al Antiguo Régimen. Se suprimen los señoríos, los fueros, los privilegios… en definitiva el
régimen señorial. Se prohíbe incluso el hablar de señores y vasallos. Hay que recordar que
existían dos tipos de señoríos, los territoriales y los jurisdiccionales, y no quedaba claro si el
señorío era propiedad del señor o de los que lo trabajaban. En Cádiz, el señorío pasa a ser
propiedad privada (elemento del capitalismo, del Nuevo Régimen). Ya hemos visto antes que
la Constitución reconocía la propiedad privada. Podemos decir que se había “puesto fin” al
problema de las tierras, los señores perdían los privilegios, aunque ahora pasaban a ser
propietarios. Se dejan de pedir títulos para poder ser oficial en las academias militares, gracias
a otra ley. Estamos asistiendo al paso del Antiguo Régimen al Nuevo Régimen, tanto en lo
social como en lo teórico, aunque no da tiempo a aplicarse. Como propietarios, ahora podían
vender las tierras y hacer lo que quisieran, de modo que los nobles habían salido ganando pese
a no gozar de una representación muy grande.
La Iglesia sí que tenía representación, y sin embargo veremos cómo será golpeada.
La Ley de Señoríos era anterior a la Constitución, y va a sembrar las primeras discrepancias.
Se estaban atacando las viejas instituciones, se estaba yendo demasiado lejos. Se va dividiendo
el sentimiento patriótico con el que se habían abierto las cortes. Las reformas en las academias
militares quitaban privilegios a la nobleza, algo que va creando malestar también.
El daño que sufre la Iglesia es que se le va a quitar poder. Se suprime la Inquisición, su factor
de control social (suprimía libros, encarcelaba a gente, etc.). Además de la Inquisición, con la
Ley de Señoríos también se suprimieron los señoríos de la Iglesia, incluso se intentan poner en
venta aquellos monasterios y conventos que con José I se habían expropiado. La Plaza Nueva
de Sevilla y la Plaza Magdalena son lugares donde antes había conventos que, ahora, se
proponen vender. En las cortes se expulsará a los representantes pontificios que protestaron,
entrando en conflicto con el Vaticano.
El tema de la esclavitud no se tocó, se discutió, pero no se entró en ello.
En cuanto a las reformas administrativas, se discute y se plantea la división en provincias. No
habrá consensos; los liberales preferían hacer la división atendiendo a lo natural (ríos,
montañas…) y los realistas por lo histórico (antiguos reinos). Iban a tener diputación provincial.
Todos los españoles eran ahora iguales ante la ley, por lo que se suprimían los fueros del País
Vasco, Navarra, etc. Los fueros económicos, como el de las herencias, se quita. Se reconocen
una serie de privilegios, pero los fueros quedaban suprimidos. Esto, implícitamente, lleva al
centralismo.
Las reformas económicas se resumen en la entrada del liberalismo económico. Se acababa con
muchas tradiciones y usos del Antiguo Régimen y se conceden muchas libertades (agrícolas,

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ganaderas, etc.). Se va a permitir ahora, por ejemplo, cercar las fincas. Anteriormente se daba
mayor importancia a la ganadería. La Ley Ganadera daba libertades, se suprime La Mesta.
La Ley de Industria permitía llegar a un sitio y montar una industria o fábrica, algo que iba en
detrimento de los gremios. La Ley del Comercio permitía comerciar libremente y acabó con los
monopolios de la nobleza o de la monarquía (como es el caso del tabaco, Real Fábrica de
Tabacos).
Podemos ver como en tan sólo tres años y poco se llevó a cabo una impresionante actividad
legislativa, además de la Constitución, con más de 100 decretos que significaron el final del
Antiguo Régimen, el paso de una sociedad estamental a una sociedad de clases y la llegada del
liberalismo económico. Quintana diría lo siguiente: “Hicimos la revolución sin derramar una
gota de sangre”.
Con el Tratado de Valençay, Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España. Algunos
franceses siguen luchando en la zona norte de Cataluña. Las Cortes, que a esta altura se reunían
ya en Madrid, intentan poner en marcha lo que habían estado creando. La libertad de prensa
permitió conocer las reformas, y el pueblo español no lo tomó bien. Habían echado a los
franceses, no querían reformas como las que había en Francia y trajeron a España. Las plazas a
las que se les había puesto el nombre de Constitución serán cambiadas por las de Plazas de
Fernando. Sin embargo, las cosas ya no serían como antes, porque se había tocado lo esencial.

Las consecuencias de la guerra son varias. Las demográficas y económicas serán terribles. Se
habían destruido los campos para agotar el abastecimiento francés, ciudades como Zaragoza
habían sido arrasadas. El número de bajas estaría entre 300.000 y 1.000.000. El comercio
colapsó, la ganadería tardaría en recuperarse. Ojo, la ruptura con el comercio colonial dará lugar
a las independencias. Se debilitó a la nobleza y al clero.

El reinado de Fernando VII (1814-1833)


Ya fue nombrado rey en 1808, pero en Madrid sólo llegó a estar una semana. Situamos por tanto
el comienzo del reinado en 1814. No obstante, hay que recordar que frente al tímido reformismo
de Godoy, surgen apoyos a Fernando VII.
En 1814, Fernando VII estaba en Bayona y tras las primeras victorias francesas, felicita a José
I. Es un personaje controvertido, con carácter indeciso, muestra de ello son las cartas con
consejos que recibía y las que nunca tomaba una decisión firme.
El reinado tiene tres etapas: el sexenio absolutista, el trienio liberal y la década ominosa. Sin
duda es un reinado complejo. Había sido educado para ser absolutista, no cabía otra opción.
Además se había criado durante la revolución francesa, existiendo un temor constante por su
posible expansión. Esto se suma a que, durante la guerra, se habían creado en Cádiz unas Cortes.
La Guerra de Independencia había sido una guerra de tierra quemada, había perjudicado mucho
el tráfico con las colonias, por lo que quedó una España arruinada.
Cuando el rey regresa a España, lo hace en olor de multitudes, fue recibido al grito de “¡Vivan
las caenas’!”. Pudo haber sido un rey popular, pero la realidad de la crisis y la actitud del rey lo
hicieron imposible. La imagen del rey en el absolutismo era sagrada. Su llegada fue vista como
un alivio, el fin de los problemas. Sin embargo, pronto se dio el primer problema, si bien era
“el deseado”, lo era desde posiciones muy distintas.

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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
El rey cambió de itinerario en su regreso y tiró por Zaragoza y Valencia (donde se encontraba
el general Francisco Javier de Elío). Allí recibe el Manifiesto de los Persas, que firmaron 69
diputados de las Cortes de Cádiz, al que se le ha dado mucha importancia. En él, se viene a
decir que las Cortes de Cádiz fueron ilegales, pero tampoco se dice que se volviese al
absolutismo. El manifiesto ha sido considerado más simbólico que otra cosa, pues lo firman 69
diputados de las Cortes de Cádiz y las consideran ilegales. No obstante, piden que se convoquen
unas a la manera tradicional. Estando en Valencia, Fernando ya tiene tomada una decisión.

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Decreta el Decreto de Valencia de 4 de mayo de 1814, en el que echa por tierra las reformas de
las Cortes de Cádiz (“declarar aquella Constitución y aquellos decretos nulos y de ningún valor
ni efecto”). Propone incluso hacer como si nunca hubiesen ocurrido esos seis años. Así, el rey
vuelve a ser soberano, porque se le había quitado la soberanía.
A partir de ese momento, lo que nos encontramos es que se anula la labor de las Cortes de
Cádiz, aunque va a acceder a que se reúnan cortes a la manera tradicional más adelante.
Entramos así en la etapa del Sexenio Absolutista.
En estos seis años vuelven las instituciones y consejos del Antiguo Régimen. El rey va a
gobernar con una gran cantidad de ministros y de muy variados orígenes, síntoma de su
inseguridad e indecisión.
Otro factor presente en el sexenio es el fenómeno de los pronunciamientos. Desde 1814 va a
haber uno cada año, que hacen al rey temer.
La situación económica era lamentable y además había que hacer una guerra contra las colonias.
La economía se basaba en el comercio colonial, las arcas estaban vacías y tenían que hacer
frente a una guerra contra las propias colonias. A esta desastrosa situación de la economía se le
suma la oposición política de los liberales. Estamos entrando en la época del romanticismo,
donde ya no se llega al conocimiento guiándose por la razón sino por la emoción. Habíamos
visto algunos exilios de los afrancesados, a los que le siguen ahora exilios de los liberales,
decepcionados porque todo lo que habían creado en Cádiz se estaba yendo a la nada. Por ello
comienzan a darse esos pronunciamientos.
Es la decepción de los liberales lo que lleva a que empiecen a conspirar y a organizar los
pronunciamientos (que acaban mal). Estos pronunciamientos tienen características comunes.
Se podrían resumir en golpes de estado por militares, contra el poder, para cambiarlo. Será una
constante. Van a tener tres patas: una minoría liberal (que se expande con la prensa), los
militares y la financiación de la burguesía.
Generalmente, los liberales, para poder reunirse para conspirar, usan las logias masónicas. La
masonería surge en el siglo XVIII, pero en el siglo XIX ya se han dividido en la de tipo inglés
y en la de tipo francés (más política por su persecución). Los militares, se tuvieron que
reorganizar tras la guerra. Aquí se dio un problema, pues los guerrilleros (Espoz y Mina, por
ejemplo) tenían una estructura hecha. No sólo el ejército regular quedó destruido tras la derrota
en Somosierra, sino que los líderes naturales ahora son los guerrilleros. ¿Qué se hace con estos
héroes populares? Pues se toma la decisión de degradarlos dos o tres rangos militares, porque
claro, algunos habían llegado a ser generales; o bien se les mandaba a puestos con menos
importancia. Los militares de carrera volvieron a los puestos más importantes. Se hizo esto,
pero el ejército español había cambiado ya. Además, algunos de estos guerrilleros simpatizaban
con los liberales, recordemos que algunos como El Empecinado venían de abajo. El tercer
componente es el de los comerciantes, que juegan un papel importante como financiación para
los pronunciamientos.

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Habrá un pronunciamiento que llegará a triunfar, no obstante, era el peor organizados. El 1 de
enero de 1820, en las Cabezas de San Juan, el teniente coronel Riego se pronuncia en favor de
la Constitución de 1812. Iba camino de Cádiz, para ir a luchar en las colonias, pero se acaba
pronunciando en el trayecto. Muchos de los que le siguen lo harán para no embarcarse hacia la
guerra. Otros militares ya habían planeado pronunciamientos, mejor organizados, pero es Riego
el único que se subleva y recorre toda Andalucía. No triunfa, pero tampoco se puede decir que
fracasase, pues las demás tropas no le atacan. Riego comienza su marcha con una columna que

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va perdiendo hombre a lo largo de esos dos meses. El ejército no le atacaba y además vio cómo
se sucedieron otros pronunciamientos.
Cuando se dan nuevos pronunciamientos (Ferrol, Oviedo, Valencia…), y sobre todo en Madrid,
Fernando VII toma consciencia de la debilidad y acepta el 7 de marzo de 1820 la Constitución
de 1812 publicando el famoso manifiesto que dice “Marchemos, francamente, y yo el primero,
por la senda constitucional”. Obviamente lo había intentado remediar, pero el temor y la
proximidad en el tiempo de lo que le había pasado a Luis XVI en Francia, hicieron que
accediese. De este modo comienza la siguiente etapa: el Trienio Liberal.
Son tres años, pero muy importantes porque es durante este periodo cuando se expande la
cultura liberal verdaderamente. En Cádiz se originó, pero es ahora cuando se va a expandir. El
liberalismo político se va a extender y conocer en las ciudades y zonas urbanas.
Se dan las sociedades patrióticas, que actuaban con claridad públicamente y adoptaban la
fórmula de las tertulias en los cafés. Fundamental sería también el papel de la prensa, porque
ahora habría libertad de prensa, que estará influenciada por la inglesa y la francesa. Muchos
liberales que regresaban de un exilio en Inglaterra y Francia, conocerían bien la prensa de allí,
y traerán del exilio ideas parlamentarias y la cultura romántica. Se crea una nueva cultura
política. Hasta la prensa contraria hacen de altavoz de estas ideas. Es más potente, eso sí, en las
ciudades. Algunas serán muy elitistas (los ilustrados) y también las habrá compuestas por las
capas medias y bajas de la sociedad.
Esta creación de la cultura política va relacionada con las sociedades secretas. El movimiento
liberal persistió en las ciudades, donde comerciantes, industriales y profesionales actuaban
contra el régimen absolutista desde la clandestinidad: francmasonería, carbonarios, comuneros,
etc. Conspiraban para derribarlo. Los liberales exaltados eran los controladores de la logia
masónica. Su intención era cambiar el orden político, social y religioso. También los
comuneros, de menor nivel social, y los carbonarios y anilleros.

Cuando triunfa el pronunciamiento de Riego (y de los demás), Fernando VII juró la


Constitución. Regresan los liberales exiliados y se liberan los presos. Se convocan cortes y se
crea una transición a través de una Junta Provisional y Consultiva hasta que se reuniesen las
Cortes. El 9 de marzo el rey nombra un gobierno. La Junta convoca Cortes que tendrá reunión
en julio. En los meses de la junta se van a tomar importantes decisiones como la supresión de
la Inquisición, se convocan también elecciones municipales y se vuelve a crear la figura del
ministerio de gobernación.
El rey nombraba a ese primer gobierno, llamado “el gobierno de los presidiarios”. Vamos a
encontrarnos dos facciones: los moderados (o doceañistas) y los exaltados (o veinteañistas).
Los primeros hicieron la Constitución de 1812, entre ellos Martínez de la Rosa, y los segundos
hicieron los pronunciamientos de los años 20. Los doceañistas tenían ahora un segundo intento
de poner en práctica la Constitución, aunque vieron necesarias algunas reformas (hacia la

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prudencia). Esa moderación puede ser fruto de la experiencia. Una de las cosas que defienden
es dar más poder al rey. Consideran a la constitución muy radical y rígida. Tenían tendencia
elitista y ponían a la libertad por encima de la igualdad. Por el contrario, los exaltados, habían
protagonizado los pronunciamientos y quieren reformas inmediatas. Son partidarios de la
monarquía, pero con unos poderes muy recortados y la soberanía nacional. Éstos insisten más
en la igualdad y entre ellos encontramos a Alcalá Galiano.

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Además de estos grupos, tenemos al resto de españoles, la nobleza y el clero. La nobleza no va
a decidirse entre absolutistas y liberales, habrá un abanico amplio.
Los apoyos al régimen liberal irán en aumento por el auge de la cultura política liberal. La
burguesía, por ejemplo, ve una oportunidad positiva en el liberalismo favorables a sus propios
intereses (por ejemplo, la propiedad privada).
Vamos a encontrarnos con que en marzo de 1820 se convocan Cortes, que se abren el 9 de julio
y durarán hasta noviembre. Es ahí donde se ven las líneas maestras de las medidas políticas más
importantes (entre ellas la supresión de la Inquisición). También, la idea del perdón a los
afrancesados y a los independentistas americanos.
Pronto vemos una transformación del Estado. Una de las medidas que se producen afectan a
la Milicia Nacional, de la que ya se hablaba en la Constitución de 1812. En un principio, la
Constitución de 1812 ponía en marcha una milicia nacional copiada de la francesa, y sería un
ejército de defensa del régimen. Al principio era obligatoria, pero no todo el mundo estaba de
acuerdo. Las milicias dependían de los ayuntamientos, que ahora iban a ser constitucionales, lo
que se traduce en más poder local4. El problema del Trienio era que no se llegó a organizar esta
milicia nacional, aunque sí que funcionó la voluntaria.
Había distintos reglamentos, unos las hacían obligatorias y otros voluntarias. Para ser miembro
de la Milicia Nacional, y para que no fuese costoso para el Estado, los reglamentos pedían cierta
independencia económica. Por ello, las primeras milicias nacionales estarán compuestas por las
clases medias y medias-bajas (por eso apoyaban una sociedad liberal): comerciantes,
propietarios, artesanos… En este primer momento se establece la obligatoria, pero como no
acaba funcionando, acaba siendo voluntaria en el siguiente gobierno. De esta forma, sólo los
que querían se alistaban, generalmente por convencimiento.
En el 1821, se permite a los ayuntamientos costear el uniforme, que sólo pasaría en aquellos
municipios más comprometidos y de ciudades que pudiesen costearlos. La de Madrid llegará a
intentar un Golpe de Estado, y en el año 1822 se vuelve a hacer obligatoria por la llegada de los
100.000 hijos de San Luis. En general, las milicias las componían las capas populares urbanas.
Las nuevas Cortes hacen un verdadero desmantelamiento del Antiguo Régimen (como se
estaba haciendo en el resto de Europa), que irá hacia adelante y hacia atrás. Algunos elementos
de ese desmantelamiento serían, en primer lugar, la transformación del régimen jurídico de la
propiedad. Se empieza a hablar de desamortización, que es una desvinculación y en ningún caso
una expropiación. Se abole asimismo el régimen señorial. Esto significa que ya no existen los
señoríos. Aquí se quitan los privilegios y se pide además a los señores los títulos de propiedad.
Por lo tanto, en este primer intento, el régimen liberal fue más exigente con la nobleza.

4
Hay una pugna durante todo el siglo XIX entre el centralismo y el poder local, reflejada ahora en la pugna entre
moderados y exaltados.

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La Ley de Desvinculaciones suprime los vínculos que impiden vender y comprar la propiedad.
Queda suprimida la vinculación de los bienes.
El elemento también más llamativo es la desamortización, que tiene que ver con la expropiación
de bienes eclesiásticos y su posterior venta. La deuda pública era elevadísima. Se suspenden
algunas órdenes y se ponen en venta sus propiedades (como también se haría con las suprimidas
Inquisición y Compañía de Jesús). Se dio la posibilidad de pagar las tierras con bonos de deuda
pública (en vez de en metálico). El intento de reducción de deuda hizo que se diese una fiebre
alcista, que luego se estancará cuando los exaltados lleguen al poder.
No se plantea una reorganización de los impuestos. Al final sólo se suben los indirectos.
Lo más importante es la cuestión religiosa, pues ahora empiezan los choques entre la Iglesia y
el Estado. Los liberales fueron más respetuosos con la nobleza que con la Iglesia (la separación
Iglesia y Estado será típica del liberalismo). Aparte de la supresión de la Inquisición, se suprime
la Compañía de Jesús (y se expropian sus propiedades), pero lo más importante es la Ley de
Reforma de Regulares (o de Monacales). Ésta tuvo que ver con un intento de hacer una
reforma eclesiástica, no se meten en una reforma agraria. Por ello, el Trienio sí va a encarnar
esa reforma de la Iglesia. La ley suprime los monasterios de las órdenes monacales
(benedictinos, bernardos, jerónimos, cartujos, basilios…). De 308 monasterios, se suprimen
290. También se prohibía la fundación de nuevos monasterios. Recordemos, todo esto se va a
quedar en el Trienio, después se restaura todo lo anterior.
Además, se van a aprobar otras medidas. La labor legislativa del Trienio es muy intensa, como
lo fue la de las Cortes de Cádiz. Algunas medidas no las va a quitar luego Fernando VII. Se
promulga el primer Código Penal moderno, influenciado por el francés, que de alguna manera
buscaba acabar con el modelo judicial del Antiguo Régimen (más arbitrario y desigual), ahora
había igualdad para todos. Esto se hace ya en el año 1822, así que no dura, habrá que esperar al
48 para esto. Se abolieron las aduanas interiores, muestra de la mentalidad del libre mercado.
Se impone un liberalismo económico con la libertad de industria y la abolición de los gremios.
En el papel, se va a establecer la enseñanza pública y gratuita, pero la financiación sería un
problema.
En 1821 se va a aprobar una ley constitutiva del ejército, que lo va a reorganizar de una manera
más racional. También se organizaban ahora los ascensos: se exigía saber leer y escribir (pues
recordemos que, en la Guerra de Independencia habían llegado a rango de general personas
analfabetas como el Empecinado). Se divide también el territorio en distritos militares. Es una
ley que intentaba racionalizar, y se consiguieron mejoras.
Por la brevedad del período, muchas cuestiones quedaron pendientes. Por ejemplo, no se llegó
a aprobar ni un código civil (aunque había un anteproyecto), un código de comercio, una
reforma tributaria (que verá finalmente la luz en 1845) y una división administrativa del
territorio. Se discutió la posibilidad de dividirla en provincias, aunque no llega a hacerse.
Tampoco dio tiempo a desarrollar la Administración provincial y municipal. Lo que sí se va
organizando es una forma de consejo de ministros. Aunque no da tiempo tampoco a una
articulación en la administración del Estado.
En 1822 se da una crisis política, fruto de un cambio de gobierno. Hay una molestia entre
moderados y exaltados. En las cortes hay una mayoría de moderados frente a una minoría de
exaltados. Los choques ya no son entre absolutistas y liberales, sino entre moderados y la
minoría exaltada.

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El principal problema del régimen fue la actitud del rey, que dinamitó todas estas leyes e intentó
ganar tiempo para evitar la firma de las mismas, buscando además enfrentar a los liberales entre
sí. Esto se evidencia con varias crisis, la más importante será la de 1822, que supuso la entrada
de los liberales exaltados en el poder. Se produce un choque armado en las calles de Madrid
entre la guardia real, que intentó dar un Golpe de Estado, y la Milicia Nacional. Dicho choque
hizo que el gobierno perdiera credibilidad, pues no supo reaccionar a la situación. El rey no
tuvo más remedio que nombrar un gobierno formado por exaltados, permitiendo el acceso de

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estos al poder.
Las reformas exaltadas suscitaron rápidamente la oposición, y el régimen constitucional tuvo
que enfrentarse a grandes dificultades. Por ejemplo, las conspiraciones secretas del rey con
sectores de la nobleza y la Iglesia; o también la incomprensión del pueblo y especialmente del
campesinado, que no entienden estos cambios que se están realizando, a pesar de que se
intentaron llevar a cabo algunas reformas para mejorar su situación. No fueron suficientes y
muchos campesinos se vieron indefensos y pobres en este nuevo sistema liberal. Además, todo
esto ocurre durante la Europa de los Congresos, que ve cómo los sucesos de España de 1820
son rápidamente una mecha que podría hacer saltar otras revoluciones liberales en otros países
europeos, considerándolos un peligro para Europa.
Paralelamente al gobierno exaltado, se organizó una oposición de tipo absolutista, utilizando
una vez más la idea del “rey cautivo”, que a partir de 1822 dio lugar a unas guerrillas realistas.
Éstas se irán desarrollando y creciendo con la llegada de los exaltados al poder, con la difusión
de la idea de que se trataba de un régimen jacobino con el que había que acabar. Las guerrillas
se organizan y toman la ciudad de Urgel, y crean una regencia en nombre del (cautivo) rey
Fernando VII. Algunos historiadores no consideran a la regencia de Urgel completamente
absolutista, sino también un poco renovadora, ya que mediante la publicación de un manifiesto
declararon que querían una constitución tradicional y unas cortes representativas a la manera
en la que se hacía antes. Son por tanto considerados más bien como tradicionalistas-reformistas.
No van a tener un poder fuerte que les permita imponer sus medidas, pero son un claro síntoma
de descontento con el régimen.
A todo esto, Fernando VII estaba en contacto con la Santa Alianza, que al principio no estaba
por la labor de participar en una restauración en el “avispero español” y enviar tropas.
Finalmente es curiosamente Francia la que decide enviar tropas mediante el Consejo de Verona,
los Cien Mil Hijos de San Luis. Era el primer papel internacional de Francia desde la segunda
detención de Napoleón.
El régimen liberal pensaba que los españoles se volverían a levantar contra ese ejército francés,
sin embargo éste fue recibido como un libertador, reflejando así el interés de gran parte del
pueblo por volver a la situación anterior. Mientras, las cortes deciden trasladarse a Sevilla y
más tarde se trasladan a San Fernando, donde obligan al rey a acudir. Finalmente será allí donde
sea liberado por el ejército francés. Los miembros del gobierno y algunos diputados de las cortes
se refugiarían en Gibraltar, desde donde algunos partirán al exilio. Es en este momento, 1823,
cuando la mayoría de países americanos se independizan de España.
Los 100.000 hijos de San Luis entran y tendrían repercusión en España. Los liberales intentaron
resistir e ir bajando a Sevilla y Cádiz, pero a diferencia de en 1812, no contaban con el
abastecimiento inglés. Termina de esta manera el Trienio Liberal, y regresa al poder Fernando
VII. La vuelta al absolutismo fue seguida de gran represión, produciéndose un gran exilio.

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Habrá una importante persecución de liberales, muchos serán encarcelados, otros se exilian. Se
depura la administración y por eso este período es conocido como la Década Ominosa, nombre
que le ponen los liberales. Es una vuelta al absolutismo, aunque con matices. No se reestablece
la Inquisición, no se dio marcha atrás como sí se había hecho en 1814, no se devuelven las
tierras a la Iglesia pese a que se planteó. Ya se había puesto en práctica el liberalismo, ahora
sabían identificar mejor a los enemigos. Va a haber algunos gobiernos, alguna milicia de
voluntarios realistas.

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El rey ahora va a continuar con una estructura de ministros, eso sí, con su poder por encima.
Las instituciones del Antiguo Régimen ya no se vuelven a poner en marcha. Tenemos a
absolutistas, llamados también apostólicos, moderados (ministros en los que se apoya
mayoritariamente el rey), renovadores e incluso afrancesados. Tenemos también, en el exilio, a
los liberales exaltados.
Ahora el rey, como decimos, gobierna junto con ministros, ya sean moderados o afrancesados.
Durante el gobierno de López Ballesteros se van a crear unos presupuestos generales del
Estado. Otro gobierno importante es el de Tadeo Calomarde, quien organiza la policía (por lo
que tuvo mala prensa), que es un nuevo elemento del régimen. También mejora el sistema
educativo, haciendo un reglamento creando las Escuelas Primeras (primaria) y la secundaria.
Hay etapas de mayor mano dura y otras que menos. El rey cambia poco de ministros, algo raro
para el siglo XIX español. En la última etapa, el hombre fuerte es Cea Bermúdez. Intenta
racionalizar el sistema fiscal, pero es complicado. Al final, lo que se hace es crear impuestos
indirectos y reforma las aduanas.
Es por estos motivos por los que no se le puede considerar una época totalmente absolutista,
más bien reformista. Se hacen algunas reformas que se traducen en una recuperación
demográfica (la Guerra de Independencia fue devastadora). Cuba se va a convertir en la joya
de la corona, sólo la isla producía tanto azúcar como toda América. Habrá una política templada,
donde tenemos por ejemplo la Ley de Baldíos (1828), que consistía en poner las tierras baldías
en cultivo. Se inicia el Código Penal (1829) que ya se había intentado en el Trienio. Entra en
vigor el Código Civil (1830). Hay una reforma del Banco de San Carlos, que ahora se pasa a
llamar Banco de San Fernando. En el año 1831 se abre la Bolsa de Madrid, que supone la
entrada en el mundo capitalista, como vemos hay muchas medidas liberales económicas. En
1832 se crea el Ministerio de Fomentos, que es toda una declaración de intenciones para
mejorar la agricultura, la industria y el comercio.
Se van a crear industrias muy importantes. Agustín de Heredia abre los Altos Hornos de Málaga
y Marbella. En 20 años van a fracasar por la falta de carbón. También se implantó una mejora
en la industria textil.
El final del reinado termina de manera inesperada. El rey se casó 4 veces, pero no llegó a
término ningún embarazo. No tuvo hijos varones. En 1824 fallece su tercera esposa y la
situación pasa a ser una cuestión de Estado. Su hermano, don Carlos, iba a ser el nuevo rey.
Además, don Carlos tenía un carácter más fuerte y decido que su hermano. La situación política
se había radicalizado. Hay pronunciamientos liberales, como por ejemplo el de Torrijos; pero
también revueltas realistas como la de los agraviados de Cataluña (1827). Así pues, la década
puede ser considerada más bien como moderada, ni liberal ni absolutista. Volviendo al tema de
don Carlos, éste se había rodeado de personas con ideas más conservadoras de lo que debía ser
la monarquía. Fernando VII aplica la Pragmática Sanción, que abolía la Ley Sálica en 1830,
cuando su mujer se queda en cinta y así asegurarse que su dinastía fuese la que continuase.

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Don Carlos María Isidro no acepta esta decisión. El rey además estaba enfermo y la idea de una
regencia se daba por hecho. En 1832 enferma gravemente y se da una conjura de palacio, en la
que obligan a la reina María Cristina a que derogue la Pragmática Sanción, a lo que acepta. Son
los conocidos como Sucesos de la Granja. El rey se recupera y decide expulsar a los ultras que
coaccionaron a María Cristina y además anula la derogación. Crea un gabinete moderado con
Cea Bermúdez al frente. El 20 de junio de 1833 se convocan cortes para reconocer a Isabel II
como heredera. En septiembre muere Fernando.

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