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Las rebeliones andinas

Las rebeliones andnas


LAS REBELIONES ANDINAS.

Retomemos algunas ideas en torno a las Reformas Borbónicas: Las Reformas


conformaron una red de cambios que pueden caracterizarse como administrativos,
fiscales, judiciales y militares. Sabemos que los cambios provocados por las
reformas tuvieron impacto en dos niveles. A nivel general afectando toda el área
que estaba bajo la administración borbónica y en un nivel particular, la zona del
virreinato del Perú ligada a la actividad minera y su circuito económico.

A nivel general se buscaba reforzar el vínculo colonia. Para esto la fuerza militar y
armada fue reforzada con el objetivo de proteger el imperio de las invasiones
externas o de los levantamientos y conflictos internos. Se expulsó a la Orden de los
Jesuitas, se eliminó la influencia de criollos en las Audiencias, aumentando el
número de funcionarios españoles. Se fomentó la formación de una burocracia
judicial esencialmente española. Las intendencias fueron unidades administrativas
creadas a sueldo y que dependían directamente del rey, tenían por expectativa
controlar el poder de los corregidores.

A nivel particular en 1776 se creó el virreinato del Rio de la Plata. La consecuencia


más significativa fue un cambio trascendental del equilibrio geopolítico del
continente. Lima se verá seriamente afectada al igual que el virreinato del Perú. Con
la nueva división el Alto Perú, en particular Potosí volcaba sus beneficios
impositivos en la nueva metrópoli, Buenos Aires. Esto significó un duro revés para
aquellos sectores criollos, mestizos e indígenas que controlaban el comercio
interno y las rutas desde hacía no menos de doscientos años.

El establecimiento de las aduanas internas. Para facilitar el cobro del impuesto de


las alcabalas, se comenzaron a establecer aduanas internas. Al principio, en 1779,
las aduanas se habían instalado en el Alto Perú, primero en Cochabamba y luego
en La Paz, pero luego comenzaron a operar en el Bajo Perú, bloqueando de esa
manera los dos extremos del circuito comercial. El colmo del descontento se dio
con la creación de la Aduana de Arequipa la cual, al poco tiempo de ser instalada
fue atacada: destruyeron las oficinas, quemaron documentos oficiales y robaron el
dinero que allí se guardaba.

La Alcabala, era un impuesto sobre la compra/venta introducido inicialmente


en 1591. Estipulaba que en las colonias se debía cobrar un impuesto del 2%
sobre el valor de las mercancías (tanto las de procedencia española como las de
origen local) en cada transacción comercial. Su implementación tuvo
excepciones, por ej. ni el trigo ni el maíz ni el pan ni la coca estaban
gravados. El clero y las comunidades indígenas, y otros sectores sociales,
fueron eximidos del pago. A partir de marzo de 1772 una Cédula Real
estableció que el valor de la alcabala subiría de un 2 a un 4% en artículos
coloniales e importados. Paralelamente a este hecho se establecieron
aduanas internas a través de las cuales se recolectaba la alcabala. Los
comerciantes indígenas se mostraron molestos con los nuevos dispositivos
de someter sus productos al control aduanero bajo el temor que sus
productos fuesen gravados. Con la nueva legislación los indígenas estaban
exentos de pagar alcabala sobre los productos de la tierra, sin embargo
debían pagarla sobre los bienes de Castilla. En 1776 este impuesto se incrementó
del 4 al 6% a la vez que se establecía una aduana en La Paz. En 1779 la coca es
incorporada a los productos gravados afectando sustancialmente a los productores
indígenas.

A pesar del descontento producido por la instalación de las aduanas, en julio de


1780 se impartió una instrucción que ordenaba a todos los artesanos a afiliarse a
un gremio para estar debidamente registrados y así garantizar una correcta
recaudación de la alcabala en sus transacciones. En alguna medida relacionado
con esto, en 1776 se prohibió al gremio de los plateros trabajar con plata u oro que
no estuviese previamente ensayada, gravada o sellada lo que quería decir que no
podían hacer uso de la plata o el oro obtenido de otra manera que la “oficial”.
Además esto daba una mayor posibilidad de aplicar la alcabala a las transacciones
en plata.

Se estableció un gravamen del 12,5 % al aguardiente

Se hizo una campaña muy grande contra el contrabando de oro y plata.

El reparto de mercancías es un tema aparte. El cargo del corregidor simbolizaba o


mejor dicho representaba el reparto o repartimiento de mercancías. El reparto
legalizado en 1751 pero que recién comenzó a operar en 1756, fue puesto como una
práctica económica específica y consistía en la creación de un mercado cautivo
donde los productos importados y coloniales eran distribuidos entre los indios a
precios más altos que los fijados en los mercados regionales. De hecho obligaba a
la población indígena a comprar bienes europeos y nativos a crédito y a precios
inflados obligándolos luego a trabajar en obrajes y haciendas para cancelar las
deudas.

Obviamente este no fue legalizado de manera accidental ni mucho menos, por el


contrario su legalización respondió a una política económica específica de manera
de involucrar al corregidor dentro de la estructura económica colonial asignándole
un papel clave en la producción y distribución de bienes nativos e importados. Por
otra parte el reparto garantizaba un endeudamiento permanente de los indígenas lo
que aseguraba una fuerza de trabajo segura y permanente.

Se ha asumido en general, que el reparto fue instituido básicamente para ampliar el


mercado interno a los productos europeos sin embargo, no debemos olvidar que
en el reparto se incluían también productos nativos y esto respondía a que,
durante la segunda mitad del siglo XVIII, el mercado interno experimentó una
notable expansión en lo que a productos textiles, coca, granos y aguardiente se
refiere. La Corona y la administración española parecieran haber comprendido que
la legalización del reparto podía contribuir directa e indirectamente a fomentar el
crecimiento minero y proporcionar la fuerza de trabajo necesaria a los centros
productivos. Es interesante destacar que ya durante el temprano siglo XVIII criollos
y mestizos fueron afectados por el reparto. Los mestizos fueron incluidos a través
de sus actividades económicas (por ejemplo los arrieros mestizos obtenían sus
mulas a través del reparto). Si pensamos que tanto artesanos como arrieros
mestizos estaban exentos de mitas y tributos, es dable creer que el reparto era un
instrumento legítimo para extraer su excedente.

Indudablemente el reparto reforzó el poder del corregidor al darle la oportunidad de


controlar la fuerza de trabajo y la producción local como la distribución regional de
mercancías. Con ese respaldo por parte de la corona aumentaron las fricciones
entre corregidores y clérigos en sus rivalidades por el trabajo y el excedente
campesino. Podemos imaginar que después de la legalización del reparto, los
corregidores se encontraron con la posibilidad de hacer arreglos previos con
hacendados locales para suministrarles trabajadores indígenas. Contra lo que
pueda parecer, el reparto trajo descontento pero de ninguna manera provocó una
rebelión generalizada, provocó eso sí una serie de revueltas puntuales. ¿Por qué
esto fue así? Si bien nos manejamos en el terreno de las suposiciones lo que
primero debemos decir es que el reparto afectó fundamentalmente a la población
indígena y en menor medida a la mestiza, que en el fondo solo la afectaba cuando la
actividad que hacía ese mestizo era rentable para el corregidor. Incluso aquellas
revueltas que se desataron luego de la legalización del reparto fueron antes que
por indígenas fogoneadas por curas, caciques o mestizos que veían afectados sus
intereses personales. Aquellos lugares donde si el reparto fue de alguna manera
resistido fue en las provincias muy afectadas por las mitas, por los diezmos o por
ambos por lo que la correlación reparto-mita-diezmo parece haber estimulado el
descontento en donde esta coyuntura se daba. El reparto y los caciques: El reparto de
mercancías trajo aparejadas no solo cuestiones económicas sino también sociales. Estamos
lejos de afirmar que a partir de la legalización de los repartos se produjeron una infinita
cantidad de irregularidades en la adjudicación de títulos de caciques. Sin embargo a partir de
ese momento los mecanismos de sucesión fueron cada vez menos rigurosos apareciendo cada
vez más “caciques de favor”. Esto trajo aparejado nuevos focos de conflictos con el
corregidor, provocando protestas por los caciques relegados como también por las
comunidades quienes solicitaban: “un cacique por derecho de sangre que los gobierne con
amor y cariño...” El sistema de acceso al cacicazgo ya se había modificado a partir de la
conquista cuando, a la usanza española se los empezó a adjudicar según el principio del
mayorazgo. Eso hizo que con el tiempo, y sobre todo a mediados del XVIII se comenzaran a
fraguar complicadas genealogías para acceder a los cargos. En pocas palabras los cacique de
sangre vieron violados sus derechos frente a la cada vez mayor afluencia de los cacique de
favor nombrados por el corregidor. Evidentemente esto se relaciona con el poder que la
legalización del reparto le dio al corregidor y además con la necesidad de poner una persona
que sea solvente económicamente para que los intereses del corregidor queden a salvo.
Aparecen entonces dos “linajes” de caciques, unos legítimos y otros impuestos por el
corregidor, una nueva casta de caciques cobradores que erosionaba en un punto a la
institución cacical. Lo que es bueno ver de esto es que los caciques no formaban un bloque
monolítico ni en status ni en lo económico. El reparto debilitó la sucesión hereditaria de los
caciques. Todas estas medidas fueron fuentes potenciales de descontento y frustración al
interior de los diferentes sectores de la sociedad colonial. Los hacendados, obrajeros y
comerciantes se vieron directamente afectados por el incremento de la alcabala al 6%,
especialmente cuando esta comenzó a cobrarse sistemáticamente. La alta tasa del impuesto al
aguardiente afectó no solo a los productores sino también a los dueños de las minas cuyos
operarios eran sus principales consumidores. Estos mismos propietarios de los yacimientos
mineros se vieron adicionalmente afectados con esta limitación a la circulación de oro y plata
si no estaba debidamente sellada.
Rebeliones andinas.

Todo esto, y tal vez algunas otras causas dieron lugar a las llamadas rebeliones
andinas. La mejor manera de adentrarnos en el tema es brindando ciertas
herramientas teóricas y metodológicas que nos permitan manejarnos con cierta
soltura dentro de la problemática de las rebeliones campesinas, no sólo las
andinas. Un valuarte de los trabajos sobre campesinos en el tercer mundo fue
Wolf.| El entendía a los campesinos como productores agrícolas orientados a la
subsistencia y sujetos a la autoridad y exacción económica del Estado. Dentro de
esta historia destaca cómo los campesinos fueron los principales actores en
demoler el viejo orden. Esa transformación habría podido, al final, acelerar la
destrucción o llevar a un mayor sojuzgamiento al campesinado. Stern, un
especialista en los estudios andinos le da una vuelta a las propuestas de Wolf a la
luz del estudio que a él le interesa y que son las rebeliones campesinas en los
Andes. Según él es necesario reclamar y repensar supuestos y paradigmas en
cuatro áreas:

Las acciones políticas campesinas tienden aún hoy a ser reducidas a sus
momentos más dramáticos y anormales: fenómenos de ruptura, movilización
defensiva, violencia, etc. Es decir que muchas veces se reduce su impacto a
momentos de crisis que luego desembocarán en rebeliones. Paradójicamente
durante lo que podemos llamar “tiempos normales” los campesinos son borrados
del escenario político y convertidos en una fuerza inerte. El problema que esto trae
es no sólo que no podemos comprender la política campesina en estos tiempos,
sino y sobre todo, que conduce a explicaciones superficiales de las causa de las
rebeliones. De tal forma tanto en el período moderno como en el colonial seremos
capaces de lograr una apreciación más profunda de los momentos de “rebeliones
abiertas” si reconocemos una historia previa de “resistencia” campesina. En otras
palabras debemos reconocer períodos previos de adaptación en resistencia que
son momentos de acomodos parciales y contingentes. Stern habla entonces de la
necesidad de analizar los patrones preexistentes que él denomina de “adaptación
en resistencia” como prerrequisito esencial para analizar las rebeliones
campesinas.

Se refiere también a la selección de marcos temporales como unidades de análisis.


La pregunta es sencilla ¿Cuánto debemos retroceder en el tiempo para comprender
el marco de las rebeliones? La respuesta adecuada sería que debemos utilizar
múltiples marcos temporales simultáneamente. Por un lado períodos cortos,
llamémosles “coyunturales”, para entender los cambios recientes que hacen más
probable y posible la rebelión. Pero también se deben observar períodos más
largos, de por lo menos un siglo, para entender las injusticias, memorias y
estrategias históricas que le dan forma a los objetivos de los rebeldes. Al hablar de
un siglo es que estamos dándole importancia a lo que Stern llama la memoria
histórica campesina, tan solo como una parte de la llamada conciencia campesina.

Es importante redimensionar lo que podríamos llamar la “conciencia campesina”


esto quiere decir que durante gran parte del siglo XVII y aún

más durante el XVIII los campesinos giraron en órbitas sociales, políticas e


ideológicas que se extendían mucho más allá de sus lugares de residencia o de
trabajo. El indio estaba inserto en una sociedad nueva que ellos conocían. Esta
inserción en un mundo de múltiples relaciones tiene que llamar la atención de los
investigadores para que las cuestiones campesinas se trabajen como cuestiones
problemáticas antes que predecibles.

Plantea que en el estudio de las rebeliones campesinas no se puede/debe dejar de


lado cuestiones propias de la etnicidad, entendida como el proceso de usar
supuestos atributos culturales y físicos que se consideran

fuertemente adheridos a las personas y por lo tanto no fácilmente renunciables.

La primera pregunta que debemos hacernos es:

¿Por qué revueltas y por qué rebeliones? Hagamos una distinción:

Son revueltas las que se presentan normalmente como alzamientos de duración


breve, espontáneos, locales y restringidos en términos de espacio a un pueblo o a
una doctrina específicas. En general están motivadas a un estímulo directo (un
corregidor, un párroco, un cacique, etc.) y están sujetas a un fácil control por parte
de las autoridades españolas.

Las rebeliones son aquellas que alcanzan una mayor permanencia temporal,
teniendo connotaciones regionales y que están en condiciones de propagarse a
varias doctrinas, corregimientos e incluso provincias. Las rebeliones más que
espontáneas responden a un plan mínimo de organización y coordinación. No son
provocadas por un estímulo aislado sino por una coyuntura rebelde donde
convergen y se articulan más de una variable. El ataque no es contra una autoridad
concreta sino contra las instituciones y las autoridades oficiales en bloque. El siglo
XVIII en los Andes estuvo signado por una importante cantidad de revueltas.
Algunos autores han contabilizado alrededor de diez en Ecuador, ciento siete en
Perú y once en Bolivia. Solamente en la década de 1770 ocurrieron nueve atentados
contra corregidores; y tres grandes rebeliones: la de Juan Santos Atahualpa en la
selva sur peruana de 1742, la de Chayanta (norte de Potosí) en 1777 y por fin la
gran rebelión encabezada por Tupac Amau II con epicentro en el sur de Perú y
Bolivia entre 1780 y 1781 y su continuación o segunda fase llevada adelante por
Tupac Catari entre 1781 y 1783.Cabe aclarar que el bajo número de revueltas
registradas para Ecuador y Bolivia responde más a que no hubo estudios
pormenorizados sobre el tema que a la realidad vivida. En función de una cantidad
determinadas de revueltas las mismas se pueden agrupar en por lo menos cuatro
tipos:

Revueltas antifiscales: montadas contra todo o parte del aparato fiscal que tenía
por fin drenar excedente de la colonia a la metrópolis. El procedimiento era cercar
la casa del corregidor, destruir selectivamente cierta documentación y saquear o
quemar ciertos símbolos de la autoridad civil.

Revueltas anticlericales: Son las que estallaron contra curas doctrineros, en


general estos ataques eran menos frontales que los anteriores, los curas
doctrineros pasaban largos tiempos con las comunidades o sea que con el tiempo
se los dejó de considerar como “de afuera”. En este caso la forma de protesta
estuvo íntimamente relacionada con desconocer los preceptos de la doctrina
cristiana. Hecho que se relacionó mas con una situación de desesperanza al ver lo
lejos que estaban las acciones de algunos curas respecto de los que predicaban.

Revueltas contra la elite indígena: Estas revueltas lo que permiten mostrar es cómo
para los indígenas no pasó desapercibido el fenómeno de asimilación cultural en el
que se vieron inmersos sus señores étnicos. Las formas de protesta pasaron por el
hecho de que las comunidades se negaron a rendirle obediencia o se

abstuvieron de prestarles servicios personales, como una forma de desconocer su


autoridad. En general las revueltas se dieron contra aquellos caciques que
funcionaban como agentes del corregidor.

Revueltas contra las autoridades administrativas de los centros administrativos


coloniales (minas, obrajes, haciendas): En general estuvieron relacionadas con el
cambio de política o de funcionamiento en estos centros.

Rebelión de Tupac Amaru.

El 4 de noviembre de 1780 en la casa de un cura, José Gabriel y el corregidor de


Tinta, Antonio de Arriaga celebraban la fiesta de San Carlos, si bien cacique y
corregidor estaban en buenos términos ambos habían litigado por años por los
derechos al cacicazgo. Tupac Amaru se retiro temprano fingiendo que tenía que
hacer una diligencia inesperada en Cuzco. Luego, cuando el corregidor se retiró de
la reunión, él y un grupo de seguidores lo secuestraron y lo llevaron a la casa de
Tupac Amaru en el poblado de Tungasuca. En cautiverio obligaron a Arriaga a
solicitar a sus ayudantes dinero, armas, una cama, cadenas y las llaves de la
municipalidad de Tinta. Por último le ordenó escribir que todos los habitantes de
Tungasuca se debían reunir en la plaza en un plazo de 24 hs. El día 9 había
congregados en la plaza del pueblo unos 4000 indios, muchos de ellos armados con
hondas. En ese momento se leyó una proclama, primero en español y luego en
quechua, donde se decía “por el rey se mandaba que no hubiera alcabala, aduanas
ni mina de Potosí y que por dañino se quitase la vida al corregidor Antonio de
Arriaga”. Ese mismo día fue ahorcado públicamente el corregidor de Canas y
Canchis, Juan Antonio de Arriaga. El hecho marcó el comienzo de la primera fase
de la gran rebelión pero también lo que para muchos indígenas significó el fin de un
período sombrío de abusos y trabajos forzados que se continuaban desde el siglo
XVII. La fecha y el cargo eran simbólicos: la fecha marcaba un aniversario de
Carlos III. El cargo de corregidor simbolizaba el poder despótico de alguien alejado
incluso del propio monarca, un “mal cristiano” y “un mal súbdito”. Bajo la
designación de “rebelión de Tupac Amaru” se pueden distinguir dos fenómenos
bien diferentes. Primero la rebelión en si misma encabezada por Tupac Amaru y sus
parientes cercanos, pero además los numerosos levantamientos paralelos que,
aunque apoyándose en el nombre de Tupac Amaru, no tuvieron necesariamente una
cabal conexión con aquella. También, debemos tener en cuenta que la rebelión
atravesó dos fases:

La primera llamada comúnmente fase quechua o cusqueña, que como dijimos fue
encabezada personalmente llevada adelante por Tupac Amaru.
La segunda, que se considera comenzó con la captura de Tupac Amaru, cuando las
riendas del movimiento fueron tomadas por familiares del cacique para luego
articularse con otra rebelión ubicada en el Alto Perú y encabezada por Julián Apasa
Tomás Catari.

La primera fase de la rebelión

La dirigencia de la rebelión era fundamentalmente de la provincia de Canas y


Canchis, la provincia donde se encontraba la localidad de Tinta y de donde era
oriundo Tupac Amaru. El apoyo local sugiere que Tupac Amaru tenía una muy
buena capacidad para reclutar a su propia gente. La mita jugó un rol muy
importante en la organización interna del movimiento. ¿Por qué? Por un lado
porque los caciques de las provincias afectadas a la mita minera demostraron tener
mayores recursos para movilizar a su gente. Sin desconocer lo terrible que fue
para los pueblos, parece haber ayudado a mantener los alzos comunales de las
comunidades afectadas. Al final, así como mandaban una cuota de mitayos
terminaron mandando una cuota de indios para reforzar las tropas rebeldes. Pero
hay otro elemento que debemos tener en cuenta al considerar la expansión de la
rebelión, se trata de toda la red de parientes del cacique que le terminó dando
sustento a la rebelión. Eso explicaría por qué algunas provincias, justamente
aquellas donde más se extendió la rebelión, eran las que tenían más parientes de
Tupac Amaru. Pero así como parece que el parentesco jugó un papel importante en
la expansión del movimiento, también lo hizo la actividad a la cual el cacique se
dedicaba: el arrierismo. El manifiesto de Tupac Amaru que llamaba a la rebelión fue
distribuido a otros caciques por los arrieros de la región operando en sus rutas
normales y sin levantar ninguna sospecha. De esta forma Tupac Amaru se movía en
dos niveles distintos, como cacique suministraba hombres y provisiones para la
rebelión, mientras que como arriero aseguraba la efectiva expansión del
movimiento. Pero, no fue solo a través de los lazos de parentesco que logró la
expansión del movimiento rebelde, también contó con la solidaridad de numerosos
caciques que lo apoyaron suministrando hombres y provisiones para la rebelión.
Los vínculos entre parientes, la mita como elemento de solidaridad comunal y la
solidaridad entre caciques fueron utilizados por Tupac Amaru para una efectiva
expansión del movimiento. Sin embargo, hay que considerar que a medida que la
rebelión se propagó más allá de la provincia de Canas y Canchis se fue debilitando
encontrándose con otros caciques no leales a la rebelión que le ponían un freno.
Podemos suponer que estos avances bélicos lo que hicieron fue recrudecer viejas
rivalidades étnicas las que quedaron expuestas en una lucha mayor. ¿Qué pasó con
otros actores sociales como por ejemplo el clero? El clero, como los caciques tuvo
una actitud ambivalente en cuanto a la rebelión. Es claro que Tupac Amaru tuvo el
buen tino de enviarles cartas a los curas de los pueblos explicándoles las causas
con la idea que se sumasen a la rebelión. Tal vez interpretó que los curas estaban
en condiciones de movilizar gente al igual que los caciques. ¿Qué paso con el
pedido de Tupac Amaru?

Bueno, los curas de la provincia de Canas y Canchis se sintieron en el compromiso


de ponerse del lado de la rebelión, no solo porque muchos de ellos tenían una
relación directa con Tupac Amaru sino también porque con todas las nuevas
reformas ya se había empezado a desarrollar un antagonismo entre la curia
cuzqueña, el clero local y el corregidor Arriaga.
Estructura de la dirigencia.

Entonces, la primera fase de la rebelión se montó sobre una estructura elitista y a la


vez jerárquica siguiendo el modelo español. Tal vez esto pueda responder o se
pueda explicar a partir de la presencia e influencia lograda por los sectores
criollos y mestizos al interior del movimiento. En principio los cargos de capitanes
y comandantes y de todas aquellas personas que conformaron el liderazgo militar
del ejército rebelde fueron ocupados por los caciques indios, algunos criollos y
mestizos. Los indios del común fueron los soldados rasos y la fuerza de choque del
movimiento, situación que contrasta con aquellos que ocuparon cargos de
privilegio –principalmente criollos y peninsulares- quienes fueron intencionalmente
apartados de la línea de fuego para poner a salvo sus vidas. Fue escasa la
presencia de negros dentro de las tropas rebeldes tal vez haciendo prevalecer
cierta idea de discriminación. Por fin una última pregunta: ¿Qué métodos utilizó
Tupac Amaru para nuclear adeptos al movimiento rebelde? Podemos distinguir a
grandes rasgos, tres razones entre las que tuvieron los reclutados para participar
en la rebelión.

Los que lo hicieron por una cuestión de solidaridad hacia Tupac Amaru. En este
primer grupo podemos encontrar a sus familiares cercanos.

Los que creyeron en las proclamas emitidas por Tupac Amaru o estaban de
acuerdo con la finalidad del movimiento. Incluso aquellos que creían que Tupac
Amaru estaba efectivamente cumpliendo órdenes del rey. Para salvaguardar sus
propiedades y la seguridad de su familia.

La segunda fase

Con respecto al liderazgo de la segunda fase, el levantamiento fue dirigido por


parientes cercanos a Tupac Amaru. Posteriormente Julián Apasa Tupac Catari fue
incluido dentro de la dirigencia siendo apoyado por una impresionante masa de
indios del Alto Perú.

Las provincias del Alto Perú ya venían agitadas desde comienzos de 1780 por los
disturbios contra las aduanas de Cochabamba y La Paz. Además ese mismo año, en
la provincia de Chayanta. Tomás Catarí, líder de la rebelión, se había levantado
contra el corregidor y contra un cacique intruso puesto por aquel, quien venía
perpetrando sistemáticamente abusos contra las comunidades locales. No se sabe
si la revuelta de Tomás Catari se articuló con la de Tupac Amaru, lo que es cierto
es que esta se dirigió principalmente contra el tributo y la mita, lo que explica la
fuerte participación indígena en el levantamiento. Es claro que en esta segunda fase
el factor parentesco también jugó un papel destacado a fin de reclutar hombres
para las fuerzas aymaras. Catari, al igual que Tupac Amaru designo a sus parientes
para ocupar puestos importantes. Las evidencias indican que Catari no solo uso
sus conexiones para reclutar tropas para la rebelión, también lo hizo para conseguir
apoyo económico (víveres, comidas, etc.). ¿Había diferencias entre Tupac Amaru y
Tupac Catari? Efectivamente las había. Hasta se podría hablar, en términos de
prestigio social y político del cacique Tupac Amaru y del indio Tupac Catari. Tal vez
lo que podamos encontrar en común es que ambos tenían la misma actividad, es
decir, ambos eran comerciantes lo que les valía tener una amplia movilidad
geográfica además de muy probables contactos en los mercados regionales y en lo
que hace a la producción textil y agrícola. Esto, de alguna manera, permite limitar la
idea de “indio del común” aplicada a Catari, considerando la experiencia “colonial”
que adquirió Catari a partir de sus actividades comerciales. A pesar de esa
experiencia y ese conocimiento podemos preguntarnos ¿Qué conjunto de factores
hizo que ambos líderes encabecen un movimiento de semejante envergadura? Una
respuesta rápida indicará que el reparto de mercancías fue el detónante de todos
los males, no es casual que la rebelión haya comenzado con el asesinato de un
corregidor, suceso que fue seguido de una poderosa campaña para abolir el
reparto. No obstante O´Phelam Godoy sostiene, sin menospreciar esta hipótesis,
que hubo una correlación cronológica entre las reformas borbónicas
implementadas por el visitador Areche desde 1777 y el descontento social que
alcanzó su clímax con la Gran Rebelión entre 1780 y 1781. Incluso la rebelión de
Tupac Amaru tuvo el efecto de canalizar las protestas y reclamos surgidos en la
región surandina desde el mismo momento del establecimiento de las aduanas.
Además y por la participación de artesanos, mucho más en la primera fase, se
puede entender el efecto negativo que produjeron los sucesivos aumentos de la
alcabala. No es casual que las primeras proclamas de Tupac Amaru ofrecieran
abolir los repartos y otros impuestos aunque no haya hecho alusión al tributo
indígena lo que provocó airadas protestas entre la población. Durante toda la
segunda fase de la rebelión los indios no pagaron los tributos e incluso estaban
dispuestos a no pagarlos nunca más ya que, según ellos, habían sido abolidos. En
base a las declaraciones de los detenidos y a las proclamas rebeldes, O´Phelam
Godoy sostiene que, al menos en la fase quichua, la acción de Tupac Amaru se
centró fundamentalmente en conseguir materializar la abolición de las aduanas, la
alcabala y el reparto de mercancías. Pero no buscó ni la supresión del tributo ni la
supresión de la mita minera a Potosí, cosa que se fue modificando con la paulatina
presión de las masas indígenas -vitales para el triunfo de la rebelión- sobre los
sectores dirigentes. Tupac Catari sostuvo que recién en la última etapa de la
rebelión se resolvió “quitar la mita de Potosí”.

Posibles causas no económicas de las rebeliones.

Hemos expresado las principales causales económicas que pudieron contribuir al


gran alzamiento de 1780. Las mismas involucraron de diferentes maneras a
mestizos, criollos y caciques o comerciantes indígenas acaudalados. La pregunta
que nos podemos hacer ahora es ¿qué sentía la gente del común, aquella que sin
su presencia no hubiera sido posible que la rebelión tuviera la vastedad territorial
que tuvo? El programa revolucionario reclamaba el liderazgo de los curacas y los
nobles incas. Pero para que estos pudieran vencer necesitaban, no sólo el apoyo
campesino sino también el concurso de otros sectores sociales como los criollos.
El principio que podía reunir a todos los colonizados contra España era la idea de
inca y en el siglo XVIII esa idea no era una noción abstracta. Existían descendientes
reales o supuestos de la aristocracia incaica y a estos se los veía en las plazas
públicas y en las ceremonias. Uno de ellos era Tupac Amarú. A medida que se fue
desarrollando la rebelión las masas indígenas fueron desplazando a los otros
grupos sociales consiguiendo la hegemonía y logrando imponer reivindicaciones
campesinas en un claro enfrentamiento con todo lo occidental. Las masas
anhelaban la vuelta al Tahuantinsuyu que la imaginación popular había recreado
como una sociedad igualitaria y homogénea, un “mundo al revés”, una realidad
invertida como se le reclama a todas las rebeliones. Las creencias populares de la
época también hablaban de cosas interesantes. Decían que en 1780 se cumplía el
tiempo, terminaría la edad de los españoles y los incas regresarían. Las profecías
de ese tipo habían comenzado a intensificarse en 1777, año en que Tupac Amaru
debió ir a Lima a pleitear con la familia Bentancourt para que se le reconozca su
cacicazgo. Era el año de los tres sietes. En siete días se creó el mundo, siete letras
tiene el nombre de Dios, siete es la duración de un ciclo (las espigas de la Biblia,
los días de la semana). Número perfecto, fin de un ciclo e inicio de otro.

“¿No sabe que ha llegado el tiempo de la profecía?” Dice un testigo indígena en un


documento. Estas profecías vienen acompañadas de verdaderos síntomas de
cataclismos:

1. Epidemia que asola Cuzco. Sus consecuencias llegan prácticamente desde


Calca a Lima y se la califica como una de las mayores desde el
descubrimiento.
2. Lluvias torrenciales que destruyen varios pueblos cercanos a Cuzco. 1746.
Terremoto en Lima. Posiblemente el mayor de toda su historia sísmica.

1779/80. Lluvias e inundaciones que asolan Arequipa y la propia ciudad del Cuzco.

Pero el Pachacuti no se produce solamente por fenómenos naturales, también


hacen falta actos propiciatorios, sacrificios y en este caso el matar españoles se
inserta también dentro de la visión de cambio y de inversión total. Una revolución
implica el cambio de orden: es el momento en que las concepciones postergadas
pueden emerger. Esto se hace evidente en la relación con el clero, si consideramos
que los rebeldes terminaron enfrentados con la iglesia y los curas, mientras que los
planes originales de Tupac Amaru habían sido otros. Su plan político implicaba la
persistencia de la iglesia y del diezmo. En la revolución tupamarista convivieron
dos fuerzas que terminaron encontradas: el proyecto de la aristocracia indígena y el
proyecto de la gente que emergía con la práctica misma de la rebelión. Al principio
todos parecieron aceptar el plan político de Tupac Amaru, pero las divergencias
ocurrieron con el devenir mismo de los acontecimientos. Mientras que los líderes
proyectaban una revolución para romper con el colonialismo y modernizar el país
ampliando las posibilidades para el tráfico mercantil, los campesinos entendieron
que eran convocados para un Pachacuti, demasiados signos lo venían anunciando.
Algunos análisis históricos presentan la rebelión de Tupac Amaru como el
comienzo del Perú moderno. Más allá que esto haya sido así o no, lo cierto es que
la rebelión contribuyó a que los españoles confirmen su eterna pesadilla del
levantamiento indígena. La rebelión terminó aumentando las divisiones sociales a
la vez que fortaleció la brecha entre la costa y la sierra. Pero también, es vista
como un elemento que retrasó la independencia peruana ya que fortaleció a los
sectores más retrógrados de la sociedad colonial. Después de la rebelión el
período se caracterizó como del “gran miedo”, reflejado en la brutal represión
hacia los rebeldes. Se produjo un fortalecimiento de las jerarquías sociales que
perduraron hasta entrado el siglo XX. ¿Cuáles fueron aquellas medidas post-
revolucionarias? La mayoría tendió a la prohibición de las manifestaciones
culturales andinas, las voces oficiales exageraron en el número de rebeldes, en el
peligro y en la radicalización del movimiento, hecho que no hace más que reflejar el
esfuerzo de los Borbones para “racionalizar” el estado a través del fortalecimiento
del control social. No se sabe cómo fue recibido este discurso por sectores que no
formaban parte de la elite, lo que es cierto es que la represión puso de manifiesto el
delito de “lesa majestad”. Si se buscó un efecto este no fue duradero y eficaz
porque todo el comienzo del siglo XIX se caracterizó por la existencia de
numerosas revueltas. A pesar de toda la represión y su demostración, el estado no
logró aumentar la recaudación, ni imponer nuevas autoridades ni controlar la vida
política y social de la zona del Cuzco.

Por otro lado, la rebelión de Tupac Amaru agudizó la visión negativa de los indios
como seres inferiores por naturaleza, que no podían mejorar y aumentaron las
medidas y propagandas anti indígenas. A fines del siglo XVIII, los intelectuales y
autoridades percibían al indio como pobre, atrasado y lento. Lo que no había era un
acuerdo en el origen de aquellas causas: si era inferior por naturaleza o si el
sistema socio-político de la colonia lo había degradado. También, aquellos
discursos muestran una reacción criolla frente a las ideas europeas acerca de la
inferioridad del continente americano y por ende su población. Estas ideas
influyeron mucho en los procesos independentistas y fueron defendidas sobre
todo por aquellos defensores del colonialismo tanto en América como en España.
En aquellos discursos lo que se puede percibir son ciertos fines políticos ya que
los argumentos pasaban por cómo gobernar las colonias y a los indios en
particular. Desde esta perspectiva, los colonialistas apoyaban múltiples formas de
intervencionismo como el reparto o el control de las autoridades. Recién con la
crisis colonial a la vista, provocada por los esfuerzos de los Borbones para
fortalecer el estado (fines del XVIII, principios del XIX), se pone nuevamente en
debate la situación colonial, los indios habían servido para hacer un referéndum
sobre la dominación española en América.

Paralelamente, con las reformas borbónicas el horizonte mercantil y cultural de los


criollos se ensancho hacia visiones más universales pero también como oposición
a los españoles de España.

Estas naciones criollas no estaban, al menos a fines del siglo XVIII, en condiciones
de sacar naciones de la manga -al menos como las entendemos hoy- al momento
que Napoleón invadió España. Entonces, la república de españoles (americanos)
estaba directamente confrontada con una masa indígena fragmentada en diminutas
repúblicas de indios desde el siglo XVII, tuteladas por los agentes de la Corona o de
la Iglesia y explotadas a título privado o público.

Nacerá entonces un modelo de estado nación inspirado en fuentes anglosajonas y


francesas que exige un ideal de ciudadanía dentro de las fronteras, como dijo
Bolivar al llegar al Perú en 1824 “Nadie nace esclavo en la República. Todos los
habitantes del Perú son peruanos”. Y la pregunta que surge inmediatamente es:
Estos indios heredados del período colonial ¿ son ciudadanos como todos
los demás?

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