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El lenguaje 147

eos, del tipo Chocan dos trenes; dos muertos. En este caso concreto, sabemos, en
Análisis del discurso particular, que hay una relación causa-efecto entre lo que describen las dos partes
que constituyen el titular. También podemos darle un sentido a anuncios como
zapatos, prohibida la entrada, que pueden aparecer en los escaparates de las tien­
das en verano, entendiendo que existe una relación condicional entre las dos par­
tes del texto («Si usted entra descalzo en la tienda, el personal de la misma no le
atenderá»). Asimismo, tenemos la capacidad de procesar adecuadamente textos
escritos en una lengua determinada que parecen incumplir muchas de las reglas
propias de dicha lengua. El siguiente ejemplo es una redacción hecha por un es­
Hay dos tipos de favores: los grandes favores y los pequeños favores. Se puede tudiante de Arabia Saudí que estaba aprendiendo castellano; contiene todo tipo de
medir el tamaño del favor por la pausa que hace una persona después de que la errores, pero aun así puede entenderse con cierta facilidad:
hayas pedido «Hazme un favor». Pequeña pausa-pequeño favor. «¿Me haces el
Mi ciudad
favor de alcanzarme el lápiz?». Ninguna pausa. Un gran favor es del tipo, «¿Podrí­
La mía natal fue en una pequeña ciudad, muy cerca de Riad capital de Arabia
as hacerme el favor de...?» Pasan ocho segundos. «Sí, dime. ¿De qué se trata?»
Saudí. La distante entre mi ciudad y Riad 7 kilómetros exactamente. El nom­
«... Bueno...». Cuanto más tiempo se tarda en decirlo, mayor es el esfuerzo que va
bre de ésta Almasani que significa en castellano «granjas». Toma este nombre
a suponer dar satisfacción a lo que se pide.
de la profesión de la gente. En mi infancia yo recuerdo la vivir de la gente. Era
Los humanos son la única especie conocida que hace favores. Los animales no
muy sencilla, mayoría de la gente era granjero.
hacen favores. Un lagarto no va a una cucaracha y le dice, «¿Podrías hacerme el
favor de estarte quieta un momento? Me gustaría comerte viva». Eso sí que es un
Este ejemplo puede servir para ilustrar un aspecto fundamental de la manera en
gran favor, incluso sin pausa.
que reaccionamos ante un lenguaje que contiene formas agramaticales. En lugar
Seinfeld (1993) de optar simplemente por rechazar el texto en tanto agramatical, intentamos, en
cambio, encontrarle un sentido, es decir, procuramos alcanzar una interpretación
En el estudio del lenguaje algunas de las cuestiones más interesantes surgen al razonable de lo que pretendía transmitir quien lo había escrito (de hecho, la ma­
plantearse no tanto la naturaleza de sus componentes, cuanto la forma en que se yoría de las personas afirman entender el texto «Mi ciudad» sin mayor problema).
usa, incluso aunque se trate de algo aparentemente tan marginal como la manera Este esfuerzo por interpretar (y ser interpretado) y la manera en que lo consegui­
en que emplean las pausas, tal y como sugiere Jerry Seinfeld. En el capítulo ante­ mos son los dos elementos claves de los que se ocupa el análisis del discurso. Para
rior discutimos algunas de estas cuestiones cuando nos ocupamos de la pragmáti­ lograr interpretar algo, y también para hacer que nuestros mensajes sean interpre­
ca, ya que nos preguntamos entonces por la manera en que los usuarios de una len­ tables, seguramente nos basamos en nuestro conocimiento acerca de las formas y
gua logran interpretar lo que otros usuarios de dicha lengua pretenden transmitir. de las estructuras lingüísticas; pero, en tanto que usuarios de esa lengua, lo cierto
Si tratamos de profundizar en estas cuestiones y nos empezamos a plantear la for­ es que nuestros conocimientos van mucho más allá de todo eso.
ma en que conseguimos entender lo que leemos, o la manera en que logramos re­
conocer qué textos están correctamente construidos y en cuáles las palabras ocu­
pan una posición incorrecta o son incoherentes, o cómo llegamos a comprender a Cohesión
hablantes que comunican más de lo que dicen, y cómo, en definitiva, participamos
en esa actividad tan compleja llamada conversación, entonces estaremos llevando Sabemos, por ejemplo, que los textos deben tener una cierta estructura, la cual de­
a cabo lo que se conoce como análisis del discurso. El término «discurso» se de­ pende de factores que difieren significativamente de los que son relevantes en lo
fine habitualmente como «lo que hay del lenguaje más allá de la oración», de for­ concerniente a la estructura de una única oración. Algunos de estos factores pue­
ma que el análisis del discurso se ocuparía típicamente del estudio del lenguaje en den describirse mediante el término cohesión, que alude a los vínculos y conexio­
todo lo relativo al texto y a la conversación. nes que existen dentro de un texto. En el siguiente ejemplo pueden identificarse
algunos de estos tipos de vínculos cohesivos:

Interpretando el discurso Una vez mi padre compró un Porsche descapotable. Lo consiguió ahorrando
cada céntimo que podía. Aquel coche valdría una fortuna hoy en día. Sin embar­
Cuando nos centramos en la descripción de una lengua determinada, lo más fre­ go, él lo vendió para pagarme los estudios universitarios. Yo algunas veces pien­
cuente es que intentemos caracterizar de la manera más exacta posible las formas so que me hubiera ido mejor si hubiera tenido el descapotable.
y las estructuras propias de dicha lengua. Sin embargo, en tanto que usuarios del
lenguaje, somos capaces de algo más que de distinguir simplemente las formas y Uno de los tipos de conexiones que es posible advertir en este texto consiste en el
las estructuras correctas, de las incorrectas. Por ejemplo, somos capaces de proce­ hecho de que determinadas palabras logran que exista una referencia constante a lo
sar adecuadamente fragmentos como los que constituyen los titulares periodísti- largo del mismo a unas personas o cosas determinadas: padre-él-él; Porsche desea-
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potable-lo-lo; mi-me-yo-me. También hay conexiones entre determinados sintag­ que los detalles (el coche rojo, la mujer, la carta) cuadraran. Si nos lo propusiéra­
mas, como Porsche descapotable-aquel coche-el descapotable, y algunas conexio­ mos, seguramente conseguiríamos encontrar una forma de incorporar todos los ele­
nes más generales, creadas por términos que comparten un elemento de significado, mentos dispares que aparecen en el texto dentro de una única interpretación cohe­
como, por ejemplo «dinero», en el caso de compró-ahorrando-céntimo-valdría- rente. Para ello, sería preciso rellenar todos los huecos que existen manifiestamente
fortuna-vendió-pagar, o «tiempo», en el caso de una vez-hoy en día-algunas ve­ en dicho texto y crear conexiones significativas que realmente no vienen expresa­
ces. Asimismo, existe un conector, sin embargo, que marca la existencia de una re­ das por las palabras y por las oraciones que lo conforman. Este mecanismo no está
lación entre lo que sucedió antes y lo que ocurrió después. El tiempo de los verbos restringido a la interpretación de textos «anómalos», sino que, de una forma u otra,
en las primeras cuatro oraciones está en pasado, contribuyendo a crear una conexión parece que es necesario para que podamos interpretar cualquier discurso.
entre los sucesos denotados por dichos verbos, mientras que la alusión a un suceso Ciertamente, está involucrado en la interpretación de nuestras conversaciones co­
que transcurre en un momento distinto (el presente) se indica por el tiempo de pre­ tidianas. Continuamente nos relacionamos mediante conversaciones en las que
sente del verbo de la proposición principal de la última oración. una gran parte de lo que queremos decir no viene dado por lo que decimos real­
El análisis de los vínculos cohesivos que existen dentro de un texto nos propor­ mente. Quizás es la facilidad con la que solemos anticipar las intenciones de los
ciona algunas pistas acerca de la manera en que los escritores tratan de estructu­ demás la que hace que todo este complejo proceso nos parezca tan poco notable.
rar lo que quieren decir, convirtiéndose así en factores cruciales a la hora de juz­ Un buen ejemplo de todo esto lo constituye el siguiente diálogo, adaptado de Wid-
gar si algo está bien escrito o no. Con todo, se ha sugerido que las convenciones dowson (1978):
en lo concerniente a lo que es una estructura cohesionada difieren de una lengua
Ella: El teléfono.
a otra, lo que podría ser la causa de algunas de las dificultades que surgen a la hora
Él: Estoy en el baño.
de traducir los textos.
Ella: Vale.
Sin embargo, la cohesión por sí misma no es suficiente para que podamos dar­
le un sentido a lo que leemos. De hecho, resulta bastante fácil crear un texto muy Es obvio que en este fragmento de discurso no existen vínculos cohesivos.¿Cómo
cohesionado, que cuente con numerosas conexiones entre las oraciones que lo in­ logra, entonces, cada una de estas personas darle un sentido a lo que dice la otra?
tegran, y que, sin embargo, sea muy difícil de interpretar. En el texto siguiente, Está claro que utilizan la información que contienen las oraciones verbalizadas,
por ejemplo, existen numerosas conexiones, como Porsche-el coche, rojo-ese co­ pero es obvio también que hay algo más que interviene en el proceso de interpreta­
lor, le-ella, cartas-una carta, etcétera:
ción. Se ha sugerido que este tipo de intercambios se explica mejor si se analizan
Mz padre compró un Porsche descapotable. El coche que llevaba la policía era desde la perspectiva de las acciones que, de forma convencional, realizan los ha­
rojo. Ese color no le sienta bien. Ella consta de tres cartas. Sin embargo, una car­ blantes implicados en los mismos. Así, utilizando los conceptos derivados del estu­
ta no es tan rápida como una llamada de teléfono. dio de los actos de habla (discutidos en el capítulo 12), podemos caracterizar esta
breve conversación de la siguiente manera:
Analizando un ejemplo como éste, queda claro que «el grado de cohesión» que Ella le pide a él que realice una acción.
percibimos cuando interpretamos un texto normal no se basa únicamente en las Él declara la razón por la que no puede satisfacer su petición.
conexiones existentes entre las palabras que lo integran. Tiene que haber otro fac­ Ella acepta realizar la acción por sí misma.
tor que nos permita distinguir los textos cohesionados que tienen sentido, de los
que no lo tienen. Dicho factor se denomina habitualmente «coherencia». Si éste es un análisis plausible de lo que sucede el diálogo anterior, entonces re­
sulta evidente que gran parte del conocimiento que los usuarios del lenguaje tie­
nen acerca de la manera en que funciona una conversación no tiene un carácter
Coherencia simplemente «lingüístico». Actualmente, una cantidad creciente de estudios rela­
cionados con el discurso tiene por objeto tratar de dilucidar los diferentes compo­
La clave para entender el concepto de coherencia («cada elemento concuerda con
nentes implicados en este tipo de conocimiento.
todos los restantes») no se encuentra en las palabras o en las estructuras de la len­
gua, sino que está relacionada con algo inherente a las personas. Somos nosotros
los que «damos sentido» a lo que leemos y a lo que escuchamos, los que intenta­ Eventos de habla
mos conseguir una interpretación de la realidad que case con nuestra experiencia
acerca de cómo es el mundo. De hecho, lo más probable es que nuestra capacidad Cuando analizamos lo que sabemos acerca del modo de participar en una conver­
de dar sentido a lo que leemos sea tan sólo una pequeña parte de esa capacidad más sación o en cualquier otro evento de habla (por ejemplo, debates, entrevistas o
general que nos permite dar sentido a lo que percibimos o experimentamos en re­ diferentes tipos de discusiones), nos damos cuenta rápidamente de que existe una
lación con el mundo real. Seguramente, al leer el último texto que hemos puesto gran diversidad en cuanto a lo que la gente dice y hace en diferentes circunstan­
como ejemplo, te habrás dado cuenta de que continuamente intentabas lograr que cias. Si queremos comenzar a describir las causas de esta variación, resulta preci­
encajara con alguna situación o experiencia previa que hubieses tenido, de forma so tener en cuenta varios criterios. Por ejemplo, es conveniente especificar los pa-
150 Análisis del discurso 151
El lenguaje
peles que desempeñan el hablante y el oyente (u oyentes), así como la relac' - Puede suceder, en cambio, que estos interlocutores tildados de «descorteses» o de
que existe entre ellos, es decir, si son amigos, desconocidos, hombres, mujeres «tímidos» simplemente estén utilizando convenciones para pedir la palabra lige­
venes, viejos, de igual o de diferente estatus, etc. Todos estos factores influirán ' ramente diferentes a las habituales o a las esperadas.
lo que se dice y en cómo se dice. Asimismo, será necesario describir el tema deT Una de dichas estrategias, de la que pueden abusar los «charlatanes» o aquellos
conversación y el contexto en que tiene lugar. En los capítulos 19 y 20 se di se 3 acostumbrados a subir al estrado (como los profesores o los políticos), consiste en
rán algunos de los efectos que tienen estos factores sobre la manera en que se u' señalar el menor número posible de los puntos finales habituales en cualquier con­
la lengua. Pero incluso si logramos describir todos estos factores, aún no hab versación. Hasta cierto punto, todos recurrimos a esta estrategia, normalmente en si­
mos analizado la estructura real de la conversación en sí. En tanto que usuarios d~ tuaciones en las que tenemos que ir pensando lo que queremos decir mientras lo es­
una lengua, inmersos en una cultura determinada, resulta evidente que dispon 6 tamos diciendo. Normalmente se espera que el punto final venga marcado
mos de un conocimiento bastante profundo de cómo funciona una conversación simultáneamente por un final de oración y por una pausa. Una forma de mantener el
«tumo de palabra» consistiría, en consecuencia, en evitar que estos dos indicadores
aparezcan juntos. En otras palabras, se trataría de no hacer pausas al final de las ora­
Análisis conversacional ciones; de que las oraciones fluyeran en íntima unión, recurriendo para ello al uso de
En términos sencillos, una conversación puede describirse como una actividad don­ conectores, como y, y entonces, por tanto, pero-, de hacer las pausas en momentos en
de, en la mayor parte de los casos, dos o más personas se turnan para hablar Por los que el mensaje está claramente incompleto; y de «rellenar» dichas pausas, siem­
pre que sea posible, con marcadores de duda, tales como eh, mmm, ah, uh.
lo general, sólo una persona habla cada vez y se tiende a evitar el silencio entre los
Adviértase en el siguiente ejemplo que las pausas (marcadas con puntos sus­
tumos (aunque no todas las culturas coinciden en esto). Si dos o más interlocutores
pensivos [...]) se encuentran situadas antes y después de los verbos, y no al final
intentan hablar al mismo tiempo, normalmente uno de ellos deja de hacerlo como
de las oraciones, dificultando que se pueda colegir el sentido de lo que la persona
sucede en el siguiente ejemplo, en el que A se calla hasta que B ha terminado:
está diciendo hasta que no se ha escuchado la parte situada tras cada pausa:
A: ¿No sabías adón-
A: Este es su restaurante favorito, porque a ellos les... gusta la comida francesa
B: [Pero él debería haber estado allí a las dos.
y cuando estuvieron... en Francia no se podían creer que... ya sabes que ellos co­
A: Si, pero tú sabías adonde iba él.
mían... que ellos comen mejor en su casa.
(El símbolo [ se utiliza convencionalmente para indicar el momento en el que los Y en este otro ejemplo, el hablante X produce pausas llenas (con sonidos como
dos discursos se vuelven simultáneos o solapantes.) humm, ep ya sabes) una vez que ha estado casi a punto de perder su turno de pa­
labra debido a su primera breve vacilación:
Durante la mayor parte del tiempo quienes participan en la conversación se man­
tienen a la espera, hasta el momento en que quien está hablando indica que ha ter­
X: Bien, esta película realmente es... no es tan buena como
minado de hacerlo, lo que normalmente se señala mediante un punto final. La y. Cuándo-
persona que estaba hablando puede indicar que ha finalizado su tumo de varias X: Me refiero a que sus restantes... hmm sus últimas películas eran mucho más ...
maneras: preguntando algo, por ejemplo; o haciendo una pausa al final de una es­ eh realmente más de tipo romántico y que eran más que que él era ... ya sabes ...
tructura sintáctica completa, como un sintagma o una oración. Otros participantes
hmmm ... mejor haciendo dramas.
en la conversación pueden indicar entonces, también de diferentes formas, que
Y: Entonces, ¿cuándo hizo ésta?
quieren tomar la palabra. Para ello, pueden empezar a emitir pequeños sonidos, en
general, repetidos, cuando la persona que habla todavía lo está haciendo; o, más En sí mismas, este tipo de estrategias no deben considerarse como indeseables o
frecuentemente, pueden realizar movimientos con el cuerpo o alterar su expresión dominantes. Aparecen en el habla conversacional de la mayoría de las personas y
facial, lo que se interpreta como que tienen algo que decir. forman parte de lo que hace que una conversación funcione. Reconocemos estos
sutiles indicadores como formas de organizar los turnos de intervención en la con­
versación y de negociar la intrincada cuestión de la interacción social a través del
Pedir la palabra
lenguaje. De hecho, una de las características más notables del discurso conversa­
cional es que, por norma general, resulta muy «cooperativo». Este hecho se suele
Algunos de los trabajos más interesantes en esta área del análisis del discurso han
revelado la existencia de diferentes expectativas en lo concerniente a los estilos de formular como uno de los principios de la conversación.
conversación, así como distintas estrategias de participación en las interacciones
conversacionales. Algunas de estas estrategias parecen ser la causa de algo que, i El principio de cooperación
en ocasiones, quienes intervienen en una conversación describen como «descor­
tesía» (cuando un hablante interrumpe a otro) o timidez (cuando un hablante está Un supuesto que subyace a la mayoría de los intercambios conversacionales pa­
esperando una oportunidad para tomar la palabra y no parece que surja ninguna). rece ser el de que los participantes en los mismos han de cooperar unos con otros.
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Este principio, junto con cuatro máximas que cada interlocutor confía en que sean como Su pelo era algo así como largo o La cubierta del libro era algo así como
respetadas por el otro, fue descrito por primera vez por el filósofo Grice (1975). amarilla (en lugar de decir Era amarilla). Estos atenuadores limitan la máxima de
Se denomina principio de cooperación y se suele formular en los siguientes tér­ la calidad. Otros ejemplos de este tipo de atenuadores serían las expresiones que
minos: «Haz que tu contribución a la conversación que mantienes sea la que se es­ se enumeran a continuación, que los interlocutores sitúan, en ocasiones, al co­
pera que sea, que se produzca en el momento en que haya de producirse y de ma­ mienzo de sus intervenciones en la conversación:
nera que tenga el propósito o se produzca en el sentido consensuado que demande Según tengo entendido...
el intercambio comunicativo en el que estés participando» (Grice, 1975: 45). Este Bueno, corrígeme si me equivoco, pero ...
principio se apoya en cuatro máximas, que a menudo se denominan «máximas No estoy completamente seguro, pero ...
griceanas»:
La máxima de la cantidad: Haz que tu contribución a la conversación sea tan in­ Asimismo, también solemos tener cuidado de indicar que lo que estamos dicien­
formativa como sea necesario, pero ni más informativa, ni menos informativa do es algo que pensamos o que creemos (y no que sabemos), que es posible o pro­
de lo que sea preciso. bable (pero no cierto) y que podría o debería (pero no que deba) suceder. De ahí
Máxima de la calidad: No menciones aquello que creas falso o aquello sobre lo la diferencia que existe entre decir que Juan es culpable y afirmar Creo que es po­
que carezcas de las pruebas suficientes. sible que Juan sea culpable. En el primer caso quien nos esté escuchando asumi­
Máxima de la relación: Asegúrate de que lo que digas sea pertinente. rá que tenemos razones de que peso para afirmar la culpabilidad de Juan.
Máxima del modo: Sé claro, breve y ordenado.

No deja de ser cierto que en determinadas ocasiones podemos presenciar intercam­


Implicaturas
bios conversacionales en los que el principio de cooperación parece no estar ope­ A la hora de analizar la manera en que funcionan los atenuadores, realmente esta­
rando. Sin embargo, esta caracterización general de las expectativas que tenemos mos asumiendo que los hablantes suelen comunicar más información de la que re­
habitualmente cuando conversamos permite explicar algunos de los rasgos que ca­ almente explicitan verbalmente. Del mismo modo, cuando analizamos lo que la
racterizan, de forma regular, la manera en que las personas dicen las cosas. Supon­ mujer del ejemplo anterior quería decir al afirmar que un bocadillo es un bocadi­
gamos, por ejemplo, que durante la pausa para el almuerzo una mujer le pregunta llo, concluimos que en sus palabras iba implícito un juicio acerca de dicho boca­
a otra si le gusta el bocadillo que se está comiendo y que ésta le responde: dillo, en el sentido de que era de una calidad tal que no merecía la pena perder el
Bueno, un bocadillo es un bocadillo. tiempo hablando sobre él. Teniendo presentes tanto el principio cooperativo,
como las máximas en las que se apoya, podemos tratar de averiguar la manera en
En términos lógicos esta respuesta carecería de valor comunicativo, dado que afir­ que las personas deciden que hay algo más «implícito» en lo que su interlocutor
ma algo que resulta obvio, de ahí que no informe de nada en absoluto. Sin embar­ está diciendo. Considérese el siguiente ejemplo:
go, si la mujer que responde a la pregunta de su interlocutora está siendo coope­ Carlota: ¿Vendrás a la fiesta de esta noche?
rativa y se está ajustando a la máxima de la cantidad, esto es, a ser «tan Laura: Mañana tengo un examen.
informativa como sea necesario», entonces su interlocutora debe asumir que su
amiga le está comunicando algo. Teniendo la oportunidad de valorar la calidad del A primera vista, la afirmación de Laura no constituye una respuesta a la pregunta
bocadillo, la amiga ha optado por una respuesta en la que no se explícita valora­ de Carlota, puesto que no dice «sí» o «no». Sin embargo, Carlota interpretará in­
ción alguna, lo que implica que no se ha formado una opinión sobre el bocadillo, mediatamente la afirmación de su amiga como si hubiera dicho «no» o «lo más
ni positiva, ni negativa. En otras palabras, lo que, en esencia, su amiga le ha co­ probable es que no». ¿Cómo podemos caracterizar esta capacidad de inferir un
municado es que el bocadillo no es ni bueno ni malo. significado a partir de una oración que, literalmente, significa otra cosa? Parece
que dicha capacidad depende, al menos parcialmente, de la asunción de que Lau­
Atenuadores retóricos ra está siendo informativa y de que lo que dice es pertinente, es decir, de que está
respetando las máximas de cantidad y de relación (para valorar este hecho en su
Los atenuadores constituyen un tipo de expresiones que empleamos para mani­ justa medida, basta con imaginar la reacción de Carlota si Laura hubiera dicho
festar que somos conscientes de la necesidad de seguir las máximas que permiten algo parecido a «Las rosas son rojas, ya sabes»). Dado que la respuesta de Laura
ser participantes cooperativos en una determinada conversación. Los atenuadores contiene información pertinente, Carlota puede inferir que «un examen mañana»
pueden definirse como palabras o locuciones que se utilizan para indicar que no implica, por lo general, «tener que estudiar durante la noche del día anterior» y
estamos completamente seguros de que lo que estamos diciendo sea suficiente­ que «estudiar durante la noche del día anterior» excluye «irse de fiesta esa misma
mente correcto o completo, tal como exigen dichas máximas. Para ello, podemos noche». Así, la respuesta de Laura no es únicamente una declaración acerca de lo
recurrir a expresiones como una suerte de o una clase de, que son atenuadores que que hará al día siguiente, sino que también contiene una implicatura (un signifi­
restringen la exactitud de nuestras afirmaciones, como ocurre en descripciones cado subyacente adicional), relacionada con las actividades de la noche anterior.
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154 Análisis del discurso E1 lenguaje

Conviene remarcar que para describir la implicatura conversacional que existe en mos ido detallando, nos ha proporcionado algunos datos acerca de la forma en que
la afirmación de Laura tenemos que recurrir a una gran diversidad de conocimien­ «construimos» las interpretaciones de lo que leemos, recurriendo, para ello, a mu­
tos previos (sobre los exámenes, el estudio y las fiestas), que tienen que ser comu­ cha más información de la que contienen las palabras que integran el texto leído.
nes a todos los que participan en la conversación. Una parte fundamental del aná­ Es decir, lo que hacemos en realidad es recrear el asunto sobre el que versa el tex­
lisis del discurso consiste, así, en investigar la manera en que hacemos uso de esos to, basándonos en nuestra experiencia previa de cómo suceden habitualmente los
conocimientos previos para lograr una interpretación correcta de que lo que escu­ acontecimientos. Para caracterizar este fenómeno, los investigadores recurren, a
chamos o leemos. menudo, al concepto de «esquema» o de «guión».

Conocimientos previos Esquemas y guiones


Un ejemplo particularmente apropiado de los procesos implicados en la utilización Un esquema es un término general que designa una estructura de conocimiento
de los conocimientos previos es el que proporcionan Sanford y Garrod (1981), en convencional que existe en la memoria. Cuando tratábamos de dar sentido al tex­
cuyo experimento ofrecían a diversos lectores un texto de breve extensión, si bien to anterior, hacíamos uso, por ejemplo, de nuestro conocimiento convencional
no lo hacían de golpe, sino que dejaban transcurrir un cierto tiempo entre una ora­ acerca de lo que es una clase de un colegio, es decir, recurríamos a un «esquema
ción y la siguiente. El texto comenzaba con las dos oraciones siguientes: de una clase». Disponemos de multitud de esquemas, que utilizamos para inter­
El pasado viernes Juan se dirigía hacia el colegio. pretar nuestras experiencias, o lo escuchamos o leemos. Si oímos a alguien que
Estaba realmente preocupado por la clase de matemáticas. describe lo que le ha sucedido durante su visita al supermercado, no necesitare­
mos que nadie nos explique lo que es un supermercado, ni tampoco lo que es po­
La mayoría de las personas a las que se les pedía que leyeran estas dos oraciones sible encontrar en él. En otras palabras, contamos previamente con un «esquema
indicaban que, para ellas, Juan era probablemente un estudiante. Como este dato de un supermercado» (la comida repartida en estantes, los estantes organizados
no se afirmaba explícitamente en el texto, debía tratarse de una inferencia. Para por pasillos, la presencia de carritos de la compra y de cestas, la existencia de ca­
otros lectores, otras inferencias adicionales eran que Juan iba andando o que iba en jas registradoras, y todo tipo de características convencionales de este tipo de es­
autobús. Resulta evidente que estas inferencias derivan de nuestro conocimiento tablecimientos), que forma parte del conjunto de nuestros conocimientos previos.
Parecido al esquema es lo que se conoce como guión o script. En esencia, un
convencional, propio de nuestra cultura, sobre lo que supone «ir al colegio», de ahí
que ningún lector sugiriera que Juan iba nadando o en barca, pues, si bien ambas guión es un esquema dinámico. Es decir, en lugar de estar compuesto por una se­
interpretaciones son físicamente posibles, resultan, en cambio, poco probables. rie de rasgos fijos característicos, el guión está formado por una serie de acciones
Un aspecto interesante de las inferencias que hacían los distintos participantes convencionales, que se suceden unas a otras. Así, por ejemplo, contamos con
guiones como «ir al dentista» o «ir al cine». Cada uno de nosotros dispone de una
en este experimento es que, si bien eran tratadas inicialmente como interpretacio­
versión diferente del guión «ir a comer a un restaurante», que será el que active­
nes probables o posibles, se descartaban, sin embargo, rápidamente si no casaban
con alguna información posterior. La siguiente oración del texto propuesto por mos para darle sentido al siguiente discurso:
Sanford y Garrod (1981) era: Tratando de no estar demasiado tiempo fuera de la oficina, Susana se fue al bar
La semana anterior había tenido problemas para controlar la clase. más cercano, se sentó y pidió un sándwich de aguacate. Había bastante gente,
pero el servicio era rápido, así que dejó una buena propina cuando se marchó. Al
Cuando se encontraba con esta oración, la mayoría de los lectores decidía que llegar a la oficina comprobó que las cosas no iban bien.
Juan no era un estudiante, sino un profesor, y que no estaba muy contento. Mu­
chos sugirieron que probablemente iba en coche hacia la escuela. En ese momen­ Tomando como base el guión «ir a comer a un restaurante», podríamos decir va­
to se les proponía la siguiente frase del texto: rias cosas sobre la escena y los sucesos descritos en este breve texto. Por ejem­
plo, aunque el texto no aluda explícitamente a esta información, podemos asumir
Era injusto que el profesor de matemáticas le hubiera dejado a cargo de la clase. que Susana ha abierto una puerta para poder marcharse al restaurante, que en di­
cho restaurante había mesas, que se ha comido el sándwich que pidió, que des­
De repente, Juan vuelve a tener un estatus de estudiante, descartándose rápida­ pués de comérselo ha pagado la cuenta, etc. El hecho de que este tipo de infor­
mente la inferencia de que pueda ser un profesor. La oración final del texto con­ mación se ponga de manifiesto cuando las personas intentan recordar un
tenía una sorpresa:
determinado texto constituye una evidencia adicional de la existencia de los
Después de todo, algo así no forma parte de las obligaciones del portero. guiones. También es un buen indicativo de la misma el hecho de que nuestra
comprensión de lo que leemos no provenga directamente de las palabras y de las
Este tipo de texto y la forma de presentarlo, oración por oración, es, desde luego, oraciones que se disponen sobre la página, sino de la interpretación que hacemos,
artificial. Pero la manera en que se lleva a cabo su interpretación, tal como la he­ en nuestra mente, de lo que leemos.

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