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CULTURA Y ARQUITECTURA
CONTEMPORÁNEAS
ARQUITECTURA Y CULTURA
En este escrito exploraremos la relación entre arquitectura y cultura, nos enfocaremos en las
formas que toman en la actualidad y en los antecedentes del siglo pasado. La arquitectura está
íntimamente relacionada con la cultura y se producen mutuas influencias, como veremos a lo
largo del desarrollo de los temas de nuestra materia. Cada cultura produce una arquitectura
acorde a la ideología y modos de vida de la comunidad; al mismo tiempo que la arquitectura se
convierte en un condicionante del comportamiento de los miembros de la sociedad, constituye
gran parte de su patrimonio físico y contribuye a la identidad de un pueblo, al permitir el diálogo
entre el pasado y el futuro.
EL HEDONISMO INDIVIDUALISTA
Los individuos hoy pueden seleccionar lo que consumen, de acuerdo a sus perspectivas
personales. Su identidad personal es cada vez menos impuesta por las agencias de
socialización tradicionales; la religión, el Estado y la familia han perdido su poder de gestores
de la cultura. Los sistemas globales de distribución cultural presentan una diversidad de estilos
de vida vinculados a artículos de consumo vinculados a valores hedonistas: culto al cuerpo
perfecto, salud, belleza, ocio, confort, etc.
También pueden considerarse tribus a las entidades transnacionales conformadas por sujetos
que conforman redes, compartiendo códigos y valores culturales: movimientos sociales
(ecologistas, derechos humanos, feministas, etc.), élites profesionales, intelectuales, etc.
Las identidades juveniles son las que mejor ejemplifican a las tribus urbanas: la moda al vestir
(hipters, góticos, etc.), el género musical de preferencia (rastafaris, punks, reggaetón, cumbia,
etc.), la afición a algún deporte (skate, surf, fútbol, etc.); constituyen microculturas con sus
propios modos de actuar y estilos estéticos que llegan a generar modos de vida y dialectos que
sólo conocen sus miembros.
Pero existe otra dimensión: el lugar, entendido como la interacción del medio natural con el
pueblo que lo habita. El primero es el territorio compartido, el medio físico, con sus propias
características topográficas y climáticas, entre otras, que condicionan y son modificados por los
grupos sociales e individuos que lo habitan; que crean valores y símbolos, maneras de actuar,
de compartir vivencias, creencias, mitos y tradiciones, es decir, una cultura que les permite la
vida en ese medio.
- la consideración del lugar puede significar tomar en cuenta el sitio como medio físico, 5
respondiendo al clima, a la forma del terreno y otras condiciones, pero sin tener en cuenta la
cultura local.
- Considerar el lugar desde la cultura local significa proyectar respondiendo a los modos de
vida, a las costumbres del lugar. A veces significa tomar ciertos elementos de la arquitectura
tradicional propia del lugar en el que se sitúa el edificio (patios, galerías, por ejemplo) y otras,
sólo utilizar materiales y sistemas constructivos tradicionales, generando una arquitectura más
enraizada en el lugar.
- la indiferencia al lugar produce una arquitectura que tiende a lo universal, ligada al tiempo,
que contrasta con su entorno y simboliza modernidad, a través de la ruptura con el pasado. Un
ejemplo de esta actitud es la arquitectura del Movimiento Moderno, corriente que logró producir
cambios en los modos de vida de los usuarios de sus obras en todo el mundo.
Podemos hacer un paralelo entre los postulados del Movimiento Moderno y la cultura de
masas, por la pretensión de universalidad de las propuestas que sostuvo y la difusión mundial
que logró. Hacia 1920, un grupo de arquitectos alemanes entendió la necesidad de lograr
viviendas dignas y económicas, para que pudieran ser construidas masivamente por el Estado
y cada familia tuviera su casa propia. Con este fin, hizo un estudio científico sobre los espacios
necesarios para desarrollar las actividades de la vida doméstica y presentó un modelo de
vivienda mínima unifamiliar. Este modelo, basado en el modo de vida burgués europeo, se
difundió por todo el mundo a través de la acción de los arquitectos y los Estados; se convirtió
en un símbolo de modernidad y de las aspiraciones de equidad social. Los usuarios, muchas
veces campesinos recién llegados a las ciudades, tuvieron que adaptar su modo de vida
tradicional a las posibilidades que esta casa pequeña brindaba.
Desde el punto de vista del confort, la modernidad significó la creación de la cocina y el baño
actuales, tanto en los elementos que la componen como en el modo de disponerlos, también
propició la inclusión de los electrodomésticos (heladera, lavarropas, acondicionador de aire,
etc.) y de artefactos como la cocina a gas.
La cocina de Frankfurth (1927), de Margarete Lihotzky y el baño de la Ville Savoye (1929), de Le Corbusier.
El espacio en las viviendas modernas se caracteriza por una búsqueda de fluidez basada en
crear espacios amplios, comunicados entre sí visual y físicamente; así como la
desmaterialización de la envolvente a través del uso de grandes aberturas que comunican el
interior y el exterior.
A continuación, destacamos tres tendencias por considerarlas las más difundidas, tres
corrientes marcadas por diferentes búsquedas, sea por poner el acento en lo regional, en lo
ambiental o en la belleza obtenida a través de lo mínimo.
CONTEXUALISMO O REGIONALISMO
La luz natural es un elemento que se utiliza aprovechando las cualidades particulares que
posee en el lugar, sobre todo en aquellos donde la radiación es elevada y permite crear efectos
de luz con perforaciones o rajas en techos y muros.
El color, propio del material o aplicado a los muros, suele utilizarse de acuerdo a las
costumbres del lugar. Por ejemplo, México se caracteriza por usar colores fuertes y
contrastantes. En otros casos, los colores térreos o materiales pétreos permiten al edificio
mimetizarse con el entorno natural.
ARQUITECTURA AMBIENTALISTA
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Para lograr el confort térmico se utilizan estrategias de regulación del ingreso de luz y calor a
través de aberturas con doble o triple vidriado y parasoles o celosías para evitar el
sobrecalentamiento, mientras que propone la aislación térmica de muros y techos, el acceso de
luz solar y la acumulación de calor en invierno.
Al igual que la arquitectura regionalista, el tipo y organización funcional de los locales responde
a los modos de vida que la modernidad impuso a nivel mundial. Desde el punto de vista
espacial, esta arquitectura responde a la concepción moderna de espacios fluidos,
comunicados visual y físicamente; busca igualmente la integración del paisaje a los espacios
interiores a través de grandes aberturas vidriadas. En ocasiones, se utiliza la vegetación en
forma de jardines verticales para lograr mejorar la aislación acústica, absorber la contaminación
del aire y disminuir su temperatura, regular el acceso de luz y calor, etc.
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MINIMALISMO
Objetos diseñados en la Bauhaus: silla Wassily de Marcel Breuer y lámpara de Wilhelm Wagenfeld
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- La sencillez y economía de recursos para lograr la máxima belleza, tal como el arte popular lo
hace desde siempre. Omisión de todo lo que no es esencial, evita cualquier exceso.
- Utilizar composiciones basadas en formas simples –cubos, esferas, pirámides y prismas-, con
gran nivel de abstracción, un número limitado de materiales y ausencia de decoración. Se
busca la construcción perfecta, con gran cuidado de los detalles.
- Relación que no es inmediata ni literal con el lugar, se busca el deleite con las vistas,
responde a la topografía e interpreta sutilmente el entorno. Pese a una aparente indiferencia
con el sitio, la obra perdería sentido si el contexto fuera otro.
- Es una experiencia de puro presente, la obra minimalista excluye referencias y estilos. Las
formas son lisas porque el tiempo se detiene en lo rugoso; a veces son translúcidas,
transparentes o reflectantes porque el presente es puro y cristalino. La búsqueda de
atemporalidad excluye al pasado, el presente contiene la eternidad y es lo único que existe.
Una gran precisión técnica es necesaria para lograr la imagen de sencillez y perfección, la
belleza emana del objeto y no de la visión del detalle, el ensamblaje o el alarde tecnológico.
Cada elemento arquitectónico –muro, cubierta, ventana- posee una materialidad unitaria,
siendo imposible distinguir si vemos la estructura o sólo un revestimiento; por esta razón
predomina la percepción del volumen y la superficie.
Si nos centramos en la traducción textual, procede del término en inglés “minimalist”, que
significa “que usa lo mínimo”. Por ende, podemos decir que es la tendencia a reducir el “todo” a
lo esencial, que usa la geometría elemental de las formas, y la relación que tienen éstas con el
espacio que las rodea, desde la perspectiva de la arquitectura moderna. El objetivo es que el
espectador centre su mirada en cuestiones puramente formales, como la escala, el color, el 13
espacio o el volumen.
La conexión de los espacios interiores con el exterior es reducida, a veces sólo es sugerida;
claraboyas y rajas introducen luz en los interiores para generar ambientes de quietud y producir
efectos perceptuales a partir de las variaciones que presenta la luz natural a lo largo del día.
Los patios se presentan como zonas de estar al aire libre, pero artificiales, casi carentes de
vegetación y aislados del entorno circundante por medio de muros. 14
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Desde el punto de vista funcional, esta arquitectura sigue los criterios impuestos por la
modernidad a mediados del siglo XX a nivel mundial. Los locales y su organización responden
al modo de vida moderno. Esta arquitectura es indiferente a cuestiones ambientales, no se
preocupa especialmente por garantizar el confort térmico en el interior, por la sostenibilidad de
la construcción ni por el uso de los recursos no renovables.
En cuanto a su relación con el contexto, no hay una búsqueda de diálogo ni de mímesis con su
entorno natural o urbano, por sus caracteríticas estéticas se presentan como objetos extraños,
cerrados.
Bibliografía
Montaner, J. M. (2002) Las formas del siglo XX. Barcelona, España: Editorial Gustavo Gigli.