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# RELATO 1

Buenos Aires, con B de Borges


Recorro las calles de Buenos Aires buscando los
rastros de Borges. ¿Dónde estarán aquellas casas bajas de
Palermo? ¿En qué recóndito pasaje se esconden el zaguán y la
puerta cancel? ¿O los leones de mampostería de la calle Junín?
Avanzo por Rivadavia con dirección a los arrabales, hacia
barrio de troperos y compadritos. Al llegar a Boyacá diviso a
Juan Muraña, que me hace un ademán con la mano para que
lo siga. Abajo nuestro el Maldonado serpentea, acaso
transfigurado en el Aqueronte. A los lados, la ciudad se
desgarra en suburbios.

# RELATO 2
Direcciones
Leo la dirección en voz alta: Scalabrini Ortiz 2578,
entre San…TA FÉ Y ARENALES interrumpe mi suegro
desde su sillón. Casi pegado al Jardín Botánico. A medio
metro hay una talabartería que era de los hermanos Giulliani,
que fueron los primeros fabricantes de hebillas para el pelo.
Vuelvo a la carga: Hipólito Yrigoyen 172, esquina Adolfo
Alsina. Me mira, y en su semblante puedo notar la
indignación. Yrigoyen y Alsina son paralelas. Querrás decir
Bernardo de Irigoyen, sede del Club Español. Fueron el
primer restaurante gallego en servir sopa inglesa. Era rica,
pero sigo prefiriendo la de “Las Cuartetas”.

# RELATO 3
El mercado del Abasto
Los domingos la familia se dividía: Ella se iba de la
mano de su padre al viejo mercado del Abasto, mientras su
hermano y su madre emprendían camino a la iglesia de San
Cayetano. Al llegar al mercado, mientras el tano acomodaba
los cajones de verduras, Rosa se paseaba entre las jaulas
repletas de aves de corral. Jugaba con ellas escabullendo sus
finos dedos entre los barrotes. Esa mañana vio una señora
señalar a una gallina. Acto seguido, el puestero correspondió
torciéndole el cuello y desplumándola. En el almuerzo todos
se preguntaban por qué Rosa vomitaba la sopa de pollo.
# RELATO 4

Campeones del mundo


El verano recién empezaba a despuntar en Buenos
Aires. La ciudad parecía haberse devorado a sí misma, como
si de tanto contener la respiración finalmente se hubiera
ahogado. Ese mediodía nadie pudo comer más de un bocado.
A pesar de que las mesas rebalsaban de comida, los nervios se
habían diseminado como una corriente eléctrica en un vaso
de agua. Osvaldo decidió que no podría soportar esos últimos
minutos y salió con su bicicleta por la desértica Florida. Como
un coro, de las ventanas brotaron gritos eufóricos y llantos
atragantados. Treinta y seis años después, éramos campeones
del mundo.

# RELATO 5

Mi tía Sandra
Todos los domingos salíamos a pasear. Cuando no era
el planetario era el museo de ciencias naturales, o el zoológico
de Buenos Aires. De todas las salidas mi favorita era el
zoológico. Fueron incontables la cantidad de horas que
recorrimos ese predio. alimentábamos a los animales y nos
deteníamos a leer todos los carteles informativos. Hubo un
animal que nunca pudimos ver: el aguará guazú. Decían que
se escondía y solo salía de noche, pero que confiara porque
estaba ahí. Creo que eso era lo que pasaba con mi tía: no era
mi madre, pero siempre estaba ahí.

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