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NO HAY SEQUÍA … EL CASO DE CATALUÑA

José Sierra Pama


"Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se
abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba
en forma de paloma y venía sobre él." (Mat 3, 16-17)

Desde hace tiempo se habla de la sequía (así, con toda su intensidad, en singular y como
solemne evocación de una calamidad bíblica). Una gran mentira que debe ser disuelta antes de
que se imponga como una nueva y novedosa amenaza de la naturaleza, en paralelo al fin del
mundo que nos dibujan los apocalípticos de todo signo, pero que carece de base y fundamento
científico riguroso.
La premisa de la que partimos es la siguiente: no hay sequía sino la construcción de una
mistificación procedente de las ficciones del Estado político, autonómico o central, conferencias
mundiales subvencionadas o colectivos rabiosos, frente a la hipótesis lógica y más sensata que
explica este desastre que tiene por causa una catastrófica y pésima gestión política del agua.
Valga Cataluña como ejemplo antológico del comportamiento de los falsos expertos del agua
(todo ese hato de directivos incompetentes de la Agencia Catalana del Agua) y de los políticos,
que ignorándolo todo, los siguen. La tiranía de los tontos pero aprovechados. Nada de
ingenieros y climatólogos serios, nada de constructores de infraestructuras y canalizaciones
experimentados, nada de físicos y ambientalistas independientes que puedan aportar sus
experiencias y conocimientos sobre los usos del agua y la gestión de las redes de abastecimiento
y saneamiento.
Frente al comportamiento natural del clima en una zona determinada, plenamente determinable
y deducible por los datos y secuencias estadísticos disponibles, de la pluviosidad asociada, la
Generalidad ha optado por mentir y divulgar una campaña mediática repleta de falsos
mitos: sequía, cambio climático, despilfarro del agua, aumento del consumo de agua doméstica
por la población, escasez de agua, etcétera con la espuria finalidad de justificar su ineptitud
visceral y profunda y su fracaso histórico en la política de gestión del agua.
Vayamos por partes.
La naturaleza presenta un comportamiento regular desde el punto de vista climático y del
tiempo. Es decir, es perfectamente previsible. Por tanto, el problema no radica en la sequía que
constituye una circunstancia completamente previsible. Pero ¿qué quiere decirse con ese
término? Nada. Pero siempre que se use por un político y un seguidor ciego, cuidado, no tiene
otra finalidad que achacar la responsabilidad de la ‘sequía’ a la naturaleza … exculpando al
verdadero culpable: los políticos y sus expertos.
Nos encontramos ante todo un relato contradictorio pero confeccionado para propagar el interés
que se persigue: el cambio climático -nos aleccionan- es causado por el hombre pero la
sequía no. La culpa de la sequía por el contrario, sencillamente, nos confiesan los
‘expertos’ bazofia, es de la Naturaleza: la explicación, a nivel de estos incultos políticos y sus
expertos, se reduce a la máxima de que la sequía se produce porque no llueve como si eso fuera
una circunstancia nueva y no recurrente (luego la naturaleza aparece como única culpable).
Todo el discurso, también el mediático servicial en el que no se constata crítica alguna, queda
puesto al servicio fraudulento de los politiqueros.

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Curiosa inversión de un discurso prefabricado que, cuando interesa, responsabiliza al hombre, a
la especie humana de todos los males de la naturaleza. Y cuando no interesa, para ocultar la
acción u omisión del hombre, la del político claro, se responsabiliza a la naturaleza. Cinismo
político o en román paladino: chusqueros que inventan lo que sea para mantener sus privilegios
de todo orden.
El problema no es el tiempo seco de larga duración. Esa sería la definición de ‘sequía’ de la
Real Academia Española. La causa fundamental de las sequías es un inadecuado régimen de
lluvia, a menudo en periodos que se prolongan varios años. Es un problema que se conoce,
nunca nuevo, y que tiene un comportamiento regular en los ciclos temporales. Es previsible,
determinable y regular en su anomalía.
Pero en nuestro caso, en Cataluña, pero también en otras latitudes (porque también hay
políticos abyectos), estamos sobre todo y fundamentalmente, una vez conocido el
comportamiento de la pluviosidad en un territorio, ante la combinación de diversos desastres
de origen político, de energía cara (por obsesiones políticas), rechazo de los trasvases, sin la
planificación y construcción de infraestructuras hidráulicas suficientes y, en su suma, con una
gestión ambiental que apuesta, literalmente, por el advenimiento del desastre ecológico urbano
y el colapso de la civilización. Si se fija el lector avezado el factor causante y desencadenante de
todo este magma de calamidades es siempre el mismo: el discurso y la acción política sobre
cómo debe ser la naturaleza, cómo debe ser la naturaleza humana y cómo han de ser las
sociedades futuras.
Las restricciones de agua en Cataluña (la de las zonas de la cuenca hidrográfica interna que
comprende el sistema de la Muga, del Fluviá, del Ter-Llobregat y el sistema Sur, puesto que
buena parte de la provincia de Tarragona queda exenta de tales problemas al suministrarse con
aguas de la cuenca del Ebro) empezarán en aquellas áreas ahora declaradas de preemergencia,
eso sí … para después de las fiestas navideñas.
El nivel del agua embalsada de los pantanos de las cuencas interiores en Cataluña (que ronda el
17,50 % en estos momentos), permite a los políticos etnicistas otorgar una última ‘gracia’
condescendiente pero oportuna coincidente con las Fiestas Navideñas. Los políticos catalanes
etnicistas, una de las peores raleas de esa secta, pretenden que sean sus adeptos, la masa
etnicista pero también la restante turba de creyentes políticos en Cataluña -donde más avanzado
y aceptado está este discurso sobre la sequía como argumento político- disfruten de la
benevolencia de unas semanas de ‘normalidad’ que es tanto como permitir que el reo fume su
último cigarro antes de ser fusilado.
Seguramente, estamos ante un panorama desolador, ante la perspectiva de un régimen extremo
de recortes de suministro de agua potable y que representa el destino final de toda esta política
ciega y desastrosa de los políticos (etnicistas o no) que no ha sido ejecutada en Cataluña en los
últimos 50 años.
Nótese que el déficit actual de las cuentas internas de Cataluña es de 200 hm3 anuales
equivalente al 40 % de la demanda. Sin embargo, hoy el embalse de Mequinenza, el mayor de la
cuenca del Ebro, se encuentra al 80 % de su capacidad.
Con estos políticos seguirán esos problemas y se agravarán esos mismos y los otros, es decir
todo lo demás. Y lo saben, perfectamente, los políticos y sus creyentes.
Pero, se nos preguntará ¿hay agua? Tomando como referencia Cataluña, como nos expone la
excelente web (https://www.futurodelagua.com) Futuro del Agua de Lorenzo Correa,
tenemos:

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-Al Este se dispone del agua del mar Mediterráneo que puede aportar agua al suministro
mediante plantas desalinizadoras (existen dos actualmente y están previstas otras dos más). El
problema es que requiere una cantidad enorme de electricidad y, por tanto, el recibo se
disparará.
-También al Sur se encuentra la cuenca hidrográfica del Ebro (cuya agua embalsada alcanza
actualmente al 60,24% de la capacidad de sus embalses, similar a la media de los últimos 10
años). Desde hace años, incomprensiblemente, se ha impuesto la política de ‘no trasvases’ que,
únicamente, sostiene el ecologismo subvencionado y los políticos que los promueven.
-Y al Norte, sin duda la opción de mayores garantías y por ello la más plausible, es
la de ejecutar las obras de trasvase del Ródano con un coste reducido (comparativamente,
claro, con otras opciones), que permitiría un suministro regular y que durará toda la vida
aunque haya que pagar el agua a los franceses.
Las otras alternativas posibles son las restricciones regulares en el suministro de agua potable y
el abastecimiento de agua mediante barcos (en el año 2008 presentó inconvenientes como, por
ejemplo, la creación en el puerto receptor de las necesarias infraestructuras de carga y descarga
y evitar que el estado de las bodegas contamine el agua de la carga).
Por su parte la planificación hidrológica vigente en Cataluña pretende solucionar el problema
con dos nuevas plantas de desalinización y la construcción de 25 nuevas plantas de regeneración
de aguas residuales destinadas a regantes e industriales a los que se les pedirá sustituir los
caudales de aguas superficiales y subterráneas que tienen concedidos por los que desde las
depuradoras les suministrará la Agencia Catalana del Agua.
La dependencia de la energía eléctrica será total. Los datos son claros: en Cataluña el 57 %
de la electricidad consumida tiene su origen en las centrales nucleares (en el conjunto de España
solo es el 20%). Y la descarbonización supondría ocupar y alterar el paisaje natural del 2,5 %
del territorio catalán con generadores eólicos, placas fotovoltaicas, centrales generadoras y
líneas de transporte. Además de alterar también el paisaje marino con parques eólicos off shore.
Hay que ser pragmático. Cada cual debe asumir su responsabilidad. Ya va siendo hora que la
asuman, en primer lugar, los votantes quienes supuestamente deciden la elección de ‘sus’
políticos (con el permiso de INDRA), gobernantes políticos que provocan el desastre con una
pésima gestión y, por tanto, han de acarrear con todas las consecuencias.
O, en otro caso, improbable, que se apueste decididamente, primero, por cambiar el actual e
inútil sistema de representación política para eliminar a toda esa purria de insensatos políticos
que gobiernan las instituciones sensibles; y, segundo, para elegir a los mejores para
proporcionar soluciones efectivas y definitivas a los problemas seculares de disposición de agua
abundante y de agua potable de calidad suficiente antes que ofrecernos un discurso falso sobre
‘la sequía’ que tiene como única finalidad velar su ineptitud profesional y política de
dimensiones estelares.
No hay, pues, sequía. Lo que tenemos es un hato de políticos inútiles, despilfarradores, que no
saben hacer correctamente su trabajo. Ya saben, la amnistía es mucho más importante.
Nota bene.- No me resisto a ocultarlo: mantengo abierto el grifo de agua cuando me lavo los
dientes; desde hace unas semanas me baño y después me ducho; cada vez que orino tiro de la
cisterna (botón de máximo volumen); me entretengo con calma, mientras escucho un poco de
música clásica, lavando a mano los platos … Mientras tanto me produce hilaridad observar a los
sectarios y prosélitos de los políticos, con desdén y condescendencia, cuando claman
mediáticamente contra el ‘gasto’ del agua.

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No se preocupe apreciado lector: desde tiempo inmemorial ya se sabe que el agua no se gasta y
su volumen es constante. Cambia de estado: sólido, líquido o gaseoso y para convertir agua
sucia en limpia al servicio del hombre y de sus actividades desde hace milenios ha tenido a su
disposición la tecnología y una inteligente gestión del agua.
De ahí surgieron, por lo demás, los primeros y grandes Imperios fluviales.
Y de ahí, en Cataluña, con una pésima gestión política del agua, ha surgido una enana regional
desgraciada gobernada por políticos etnicistas inútiles con ínfulas de imaginación imperial
trasnochada y, valga la ironía, no me refiero ni a Pujol ni a Aragonés … aunque sus políticas se
encuentren justo a su altura.

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