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AMÉRICA
A. El Derecho Castellano, Las primitivas costumbres jurídicas de los
indios aborígenes y el Derecho propiamente Indiano.
Al tiempo de producirse los descubrimientos colombinos existía en
España, desde el punto de vista político, una unidad dinástica, pero no una
unidad nacional.
En tierras de Castilla, continuaban rigiéndose según las normas
peculiares del derecho castellano. En los estados que integraban la corona
de Aragón, se mantenía la vigencia de derechos particulares: aragonés,
catalán, valenciano y mallorquín. Navarra, incorporada pronto al reino
aragonés, conservaba su condición de Estado soberano e independiente.
Lo anterior unido al hecho de que fuera Isabel quien patrocinara los
proyectos descubridores de Colón, explican históricamente que los
territorios de las que se llamaron Indias Occidentales quedaran
incorporados políticamente a la corona de Castilla, y que fuera el derecho
castellano – y no os otros derechos españoles peninsulares- el que se
proyectase desde España sobre estas comarcas del Nuevo Mundo,
modelando originariamente la vida de sus instituciones.
Este nuevo mundo presentaba características geográficas, raciales,
sociales y económicas muy diversas, los españoles tuvieron que
enfrentarse con los aborígenes de estas comarcas, muchos de los cuales
vivían dentro de fuertes organizaciones políticas. Como ejemplo están los
viejos imperios de los aztecas en México, de los Incas en Perú, cuyas
organizaciones, pasado el fragor de la conquista, convenía a los hombres
del gobierno de España utilizar, en la medida de lo posible, a su política
colonizadora.
Se decretó por los monarcas españoles, se respetase la vigencia de
las primitivas costumbres jurídicas de los aborígenes sometidos, en tanto no
estuvieran en contradicción con los intereses supremos del Estado
colonizador, y por este camino, un nuevo elemento, el representado por las
costumbres de los indios sometidos, vino a influir la vida del derecho y de
las instituciones económicas y sociales, de los nuevos territorios de ultramar
incorporados al dominio de España.
Las exigencias ineludibles del nuevo ambiente geográfico, económico
y social hicieron inaplicable en muchos aspectos, el viejo derecho castellano
para regir la vida de las nuevas ciudades coloniales. Hubo necesidad de
dictar desde la metrópoli, y aún por las propias autoridades coloniales, con
aprobación de los monarcas, normas jurídicas especiales que regulasen los
problemas surgidos a impulsos de una realidad siempre apremiante y cada
vez más alejada de los viejos módulos peninsulares. El conjunto de estas
normas constituyó lo que se llamó específicamente Derecho Indiano.
El derecho propiamente indiano, presentó pronto como rasgos más
característicos los siguientes:
1. Un casuismo acentuado y, en consecuencia, una gran profusión. No
se intentaron, salvo en contadas ocasiones, amplias construcciones
jurídicas que comprendieran las distintas esferas del derecho. Se
legisló, por el contrario, sobre cada caso concreto y se trató de
generalizar, en la medida de lo posible, la solución sobre cada caso
adoptada.
2. Una tendencia asimiladora y uniformista. Se pretendió estructurar la
vida jurídica de estos territorios con visión uniformadora y tratando de
asimilarlos a las viejas concepciones peninsulares. La realidad se
impuso y unas mismas instituciones adquirieron modalidades
diferentes en las distintas comarcas, según el ambiente social y
económico en que hubieron de desenvolverse. No faltan en la propia
legislación, preceptos dictados que admiten la vigencia de las
prácticas consuetudinarias aceptadas en cada lugar.
3. Una gran minuciosidad reglamentarista. Los monarcas españoles lo
mismo quisieron conocer de los grandes problemas políticos y
económicos que afectaban a todas las Indias o a toda la demarcación
territorial de una Audiencia o un Virreinato, que de cuestiones
pequeñas que interesaban solo a una ciudad o a un reducido distrito
rural.
Comprendían las dificultades que esto ofrecía, y movidos por la
desconfianza en sus autoridades coloniales, multiplicaron las
instrucciones de gobierno y complicaron extraordinariamente los
trámites burocráticos y administrativos.
4. Un hondo sentido religioso y espiritual. La conversión de los indios a
la fe de Cristo y la defensa de la religión católica en estos territorios
fue una de las preocupaciones primordiales en la política colonizadora
de los monarcas españoles. Esta actitud se reflejó ampliamente en
las llamadas Leyes de Indias. En buena parte fueron dictadas estas
leyes, más que por juristas y hombres de gobierno, por moralistas y
teólogos. Se acusa en ellas, sobre todo al abordar el difícil problema
del indio, un tono de plausible elevación moral, pero se desconocen al
mismo tiempo, ineludibles imperativos económicos y sociales.
Esta es la causa de que se observe, a lo largo de toda la vida jurídica
colonial, un positivo divorcio entre el derecho y el hecho. Una fue la doctrina
declarada en la ley y otra la realidad de la vida social. Se quiso ir demasiado
lejos en el noble afán de defender para el indio un tono de vida elevado en
el orden social y en el orden espiritual, y al dictar, para protegerle, normas
de cumplimiento difícil o imposible, se dio pie, sin desearlo, pata que de
hecho prevaleciera en buena parte la arbitrariedad, quedando el indio a
merced de los españoles encomenderos y de las autoridades de la colonia.
Este desconocimiento de la realidad, unido a la minuciosidad
reglamentarista de los monarcas, explica también una práctica política y
administrativa que es necesario tener en cuenta para comprender, en su
justa verdad histórica, la vida jurídica de los territorios indianos. Con
frecuencia apelaron las autoridades coloniales, frente a cédulas reales de
cumplimiento difícil. Recibida la Real Cédula, el virrey, presidente o
gobernador, la colocaba solemnemente sobre su cabeza, en señal de
acatamiento y reverencia, al propio tiempo que declaraba que su
cumplimiento quedaba en suspenso.
Frente al derecho propiamente indiano, el derecho de castilla solo
tuvo en estos territorios un carácter supletorio; únicamente a falta de
precepto aplicable en la llamada legislación de indias, podía acudirse a las
viejas fuentes del derecho castellano peninsular. Jugó este derecho
castellano un papel preponderante en lo que se refiere a la organización
jurídica de la familia y al derecho de sucesión en cuanto a la influencia
positiva que lograron ejercer en la vida de las instituciones jurídicas
coloniales las primitivas costumbres de los indios aborígenes que no
estuvieran en clara contradicción con los principios básicos del Estado
Español. Se sabe, no obstante, que dejaron huella considerable en orden a
la regulación del trabajo, clases sociales, régimen de la tierra, etcétera,
instituciones tan representativas como los cacicazgos, la mita y otras.
REGIMEN INSTITUCIONAL
Funcionarios Reales
Pasado el primer momento de la conquista, el rey buscó tomar el
control de las colonias, sobre todo a partir de 1560 con la emisión de las
Leyes Nuevas. Los reyes tuvieron plena conciencia de lo que significaba
tener en sus manos, centralizando el poder de la burocracia, convirtiéndose
en el árbitro de la situación, controlando por medio de un sistema complejo,
toda la administración de sus dominios. En esta organización,
jerarquizada, encontramos las siguientes características:
1. Recíprocas fiscalizaciones
2. Instrucciones precisas y detalladas
3. Informaciones constantes al rey
Las fiscalizaciones se hacían sobre todo a través de:
Las visitas:
Un funcionario llamado visitador fiscalizaba lo actuado haciéndose
presente en el lugar, podían ser ordinarias o extraordinarias.
La Residencia:
Era la rendición de cuentas que se exigía a los funcionarios mayores,
al término de su gobierno, aunque también podía ser el funcionario llamado
a “juicio de residencia” en cuyo caso se le separaba de su cargo.
AUTORIDADES REGIONALES
El Virrey
Representaba al rey en jurisdicciones llamadas virreinatos y era
nombrado directamente por el rey.
El Capitán General
En Guatemala, fue la máxima autoridad y también era nombrado
directamente por el rey; al principio era vitalicio, pero luego se estableció un
período de tres a cinco años. Debían mantener el orden; podían repartir
tierras y solares; por oficio era superintendente de la Real Hacienda y
velaba por la administración de la Real Renta. Era además Vice patrón por
las atribuciones en el gobierno eclesiástico por merced del Regio Patronato.
Audiencias
Este era un organismo judicial y administrativo, regido por un
presidente y compuesto por oidores.
Las audiencias podían ser virreinales o pretoriales. La de Guatemala
fue pretorial por residir en una Capitanía General, también se llamaba
sufragánea. La Audiencia se manejaba como un cuerpo colegiado.
Corregidores y Alcaldes Mayores
Para su mayor control el territorio se dividía en Corregimientos y
Alcaldías mayores, su principal función era corregir los abusos de los
encomenderos contra los indios, de modo que debían tasar y recoger el
tributo y luego enviarlo a donde correspondía. Sin embargo, ambos
funcionarios lejos de corregir, aumentaron las penurias de los indios y se
enriquecieron valiéndose del puesto ocupado, el nombramiento venía
directamente del rey y muchas veces compraron el puesto.
AUTORIDADES LOCALES
El Ayuntamiento, Cabildo o Comuna
Estaba formado por vecinos de “pleno derecho” (Propietarios).
Institución medieval española que se trasladó a América desde los inicios
de la colonización. Agrupa a los vecinos españoles y a lo largo de los años
se va convirtiendo en una representación del sector dominante criollo por lo
que muchas veces se opone a las autoridades centrales.
Ayuntamiento de Indios
Organizados en los pueblos de indios, tenían funciones judiciales
menores. Sirvió para el control de los indios y era ejercido por Caciques e
indios principales.
Jueces de milpa
Eran los encargados de inspeccionar las huertas y sementeras de
“urgir” a los indios a sembrar y de calcular el tributo por el monto de las
plantas en cosechas en el proceso de producción.
EL RÉGIMEN HACENDARIO
Impuesto y Tributo
La política comercial de España se basaba en el monopolio ejercido
sobre el comercio de una forma rígida. De esta manera la península
succionaba todo el valor de sus colonias. Todo lo que América compró
pasó por puerto español y en las colonias americanas existían
representantes de las casas comerciales prominentes de España.
Además, el gobierno ejercía el control sobre algunos ramos de la
producción y actividad económica. A este control monopólico se le llama
Estanco y también se le llamó Estanco al impuesto que un particular pagaba
al gobierno a cambio de obtener una licencia que le permitiera exclusividad
para la producción y distribución del producto; tabaco, papel sellado,
pólvora, Etc.
Para agenciarse de fondos, la corona impuso varios impuestos siendo
estos:
Alcabala: Ordenado en 1576 aplicado a los españoles. Era el 2% sobre
todas las operaciones de traspaso, compra-venta, herencias, Etc.
Almojarifazgo: Llamado también alcabala de exportación. Era impuesto
aplicado en la salida y entrada de productos de las Indias hacia España y
viceversa. Se impuso a fines del siglo XV, también se le llamó alcabala
marítima.
Media Annata: Impuesto que tuvo su origen en la orden de Felipe IV en
1625 en la cual se establecía que se descontaba una parte de los sueldos
de los funcionarios nombrados por favor real. Se cobraba la mitad del
salario en el año. Estas rentas se destinaban a gastos de emergencia e
imprevistos especialmente la corona los destinaba para caso de guerra.
Alcabala de Barlovento: Con el objetivo de defender los puertos y barcos
de los ataques piratas, la corona creó la llamada Escuadra de Barlovento y
para su manutención se estableció el llamado Derecho de Barlovento,
impuesto que se introdujo en el reino de Guatemala en el año 1638 y
consistía en el cobro por entrada y salida de mercadería del país.
Diezmo: Pagado a la iglesia, consistente en la décima parte de los
productos de la agricultura. Tuvo su origen en Europa en la Edad media.
En virtud del Regio Patronato Indiano, el diezmo lo cobraban los oficiales de
la real hacienda.
El Quinto Real: Correspondía a la corona la quinta parte del monto total de
las extracciones mineras. Fue pagado en Guatemala desde los primeros
años. El “Quinto” regía para toda adquisición de metales preciosos. Así lo
pagaban los mineros al extraerlo y los encomenderos al recibir oro de los
indios, oro que debía ser quintado, dando la quinta parte al rey. Esto
permitía que todo el oro y la plata estuviera marcada por los oficiales del
Rey.
Papel Sellado: Se inició el cobro hacia el año 1638 por Felipe IV quien
aseguraba que de esa manera los “documentos públicos y las peticiones
estaban aseguradas y que las constancias de resoluciones judiciales,
títulos, no tendrían equívocos” el papel sellado era de cuatro sellos
diferentes, según el uso y el valor.