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LA TEORIA DE KIM

I’m JaySan
LA TEORIA DE KIM
I’m JaySan

Edición en físico por Amanda Pesina


Título LA TEORÍ A DE KIM. 《KookV》 # TaekookAwards2020
autor I' mJaySan fuente https:/ / www.wattpad.com/ historia/ 194 995 602
publicado julio 23 rd, 2019 actualizado febrero 9th, 2022 palabras 4 09,3 05 capítulos 3 0 estado
Calificación completa Desconocido 80s, Boyslove, Btsfanfic, Completo, Gay, Jeon, etiquetas Jungkook, Kim, Kookv,
Taehyung, Taekook, Taekookawards2020, Viajeseneltiempo
Este libro electrónico fue creado automáticamente por FicLab v1.0.64 el 10 de febrero de 2022, según el contenido
obtenido de www.wattpad.com/ story/ 194 995 602.
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Esta historia se publicó por primera vez el 23 de julio de 2019 y se actualizó por última vez el 9 de febrero de 2022.
ID de FicLab: 3 iAxi4 - i/ kzh5 7 oa4 / 5 0c00E5
Para Ariana Ramirez Pesina
INDICE
PROLOGO
00.

California.

152 días antes de.

El tiempo es relativo; total y completamente imaginario ante los ojos de los soberbios, y frágil,
como una dulce ilusión.
—¿Es seguro estar aquí? —preguntó el mayor cuando se acercaron a ese deplorable lugar, temeroso
mientras veía sobre sus hombros a su alrededor. Su hermano ni
siquiera parecía estarle prestando atención—. Taehyung, ¿estás escuchándome?
El canto escabroso de un búho, que parecía ser más un grito de advertencia que una sonata, se
mezclaba entre el silencio de la noche. Como intentando poner sobre aviso a la humanidad del
peligro que conllevaba jugar con la realidad.
O quizá, su canto simplemente anunciaba el cambio de estación; pero a los Hermanos Kim, era
poco lo que les importaba. En especial, a Taehyung, quien parecía obsesionado con atravesar
aquella barrera de alambre.
Una malla cubría todo el perímetro del bosque, estaba oscuro, tanto que ninguno de ellos pudo leer
con claridad el cartel que prohibía de forma inminente la entrada. No,
obviamente aquel lugar no era seguro.
Taehyung maldijo cuando encontró la cadena que impedía el paso hacia lo que él creía era una gran
conspiración. El castaño estaba convencido de que algo pasaba detrás de esa malla, y él averiguaría
qué era.
—¡Por supuesto que sí! Ahora, ayúdame con esto —pidió a su hermano. Tomó las tenazas que
había traído con él y comenzó a cortar el alambre para poder atravesarlo.
—¿Qué? ¿Me trajiste aquí para allanar una propiedad privada?
El castaño mayor se cruzó de brazos, molesto, porque sin importar cuántas veces hablara, su
hermano nunca lo escuchaba. Este se volteó a verle.
—Seokjin —dijo con obviedad—, en realidad te traje porque mamá no me habría prestado el auto a
mí. Además, cuando descubra qué pasa allá adentro, tú podrás recibir un poco de mi gloria.
—Es un lago, Taehyung. No hay nada más, ni alienígenas, ni laboratorios, ni secretos de estado.
Hemos hecho esto tantas veces. Así que, por favor, vámonos antes de que sea muy tarde.
—Se trata de algo importante. Hace unos días juro que vi personas con bata blanca y decenas de
camiones entrar por aquí. Debe ser una máquina, quizás un experimento o un monstruo.
—¿Por qué eres tan raro? —dijo viendo incrédulo al otro—. Consíguete una novia o únete al club
de ajedrez, lo que sea que entretenga a tu extraño ser.
—No necesito a una novia, eso es lo tuyo. Tú eres el guapo y yo el inteligente, así es como funciona
nuestra familia.
—Como sea, no tengo tiempo para esto. Tomaré el auto y voy a marcharme, se supone que iría al
cine con unos amigos hoy.
—¿Me abandonas por una estúpida película? —Se acomodó los anteojos ofendido.
—No es cualquier película, es el estreno de la nueva película de boxeo, será de lo que todos hablen
mañana.
—Debes estar bromeando. ¿Me dejas por Sylvester Stallone?, ¿Dejas a tu hermano por un falso
boxeador?
El cielo resplandeció con un rayo antes de que un fuerte estruendo resonara por todo el lugar.
—Sí. Además, parece que lloverá pronto. Así que, te veré más tarde.
Con un movimiento de despedida, SeokJin regresó al auto, se colocó su típica chaqueta de
mezclilla y peinó perfectamente su frondoso cabello hacia atrás. Era un chico a la moda, totalmente
lo contrario al vándalo come libros que tenía por hermano menor; lo amaba, pero no entendía ni la
mitad de las cosas que decía.
Arrancó dejando solo al castaño.
—Eso es. Lárgate, traidor —masculló Taehyung mientras le veía alejarse.
Genial, ahora estaba solo en medio del bosque.
Suspiró con fuerza para hacer un último corte en la malla y atravesó la pequeña brecha que había
creado. Sus pies crujían a cada paso que daba, encendió su linterna para alumbrar el camino.
Desde que había llegado a este país se prometió a sí mismo que sería parte de algo grande, un gran
científico, físico matemático y demás; pero hasta la fecha no era más que un cerebrito con
demasiada imaginación, según las palabras exactas de su hermano.
Sus experimentos siempre salían mal, ya había incendiado la escuela, dejado sin electricidad a todo
el vecindario, acusado al gobernador de ser un extraterrestre y boicoteado el concierto de Madonna,
dos veces. Aunque lo último fue pura coincidencia.
Él sabía que si encontraba algo lo suficientemente importante quizá resolvería todas sus dudas y
reduciría su número de fracasos a cero.
Continuó caminando entre los árboles hasta que llegó cerca del lago. En el otro extremo de este,
logró ver una construcción que parecía ser más una casa que un edificio por lo compacta que era,
había antenas con luces en ella y pararrayos en su exterior, además de los vidrios oscuros que no
dejaban demasiado a la vista.
Extraordinario, si eso no era un laboratorio él debía estar soñando.
Quiso acercarse, podía ver personas discutiendo y un objeto metálico peligrosamente cerca de la
orilla. ¿Qué estaban esperando? ¿Por qué cuando parecía que la lluvia
estaba cerca? Taehyung realmente necesitaba escuchar qué decían.
Las primeras gotas brotaron del cielo una a una mojando al castaño, y empañando sus anteojos.
Siguió avanzando, pero le era imposible ver con claridad mientras el agua le
atacaba y hacía tropezar contra las rocas.
Un destello lo cegó por un par de segundos cuando iluminó completamente el cielo nocturno,
siendo demasiado abrumador para él, cayó al suelo aturdido.
Intentó ponerse de pie, pero todo estaba oscuro de pronto. Fijó su vista al frente, ya no había más
luces allí, y las personas que vio habían corrido para refugiarse de la tormenta que se desataba a su
alrededor cuando las ramas de los árboles revoloteaban con rudeza.
Era malo, tenía que irse de allí ahora si no quería terminar consumido por un rayo.
Las ondas de sonido de los truenos parecían rebotar en el centro del lago, sonaba como si estuviera
lleno de ira cuando golpeaba en el expandiendo el ruido más y más. Se arrastró por el suelo
recargando el peso sobre sus rodillas para avanzar, gateando entre la tierra hasta que chocó con otro
cuerpo completamente mojado.
La lluvia caía incesante, su campo de visión era limitado y lo único de lo que tenía certeza era que
había una persona inconsciente frente a él. Tenía que hacer algo, estaba demasiado cerca de la orilla
y lo más seguro era que se tratara de otro chico curioso como él.
La situación era estúpida, por no decir espeluznante, y estaba seguro de que se arrepentiría más
tarde; pero no era lo suficiente desalmado para dejarlo así.
Taehyung lo tomó del torso y se aferró a él para levantarlo, trastabillando entre las ramas y
golpeándose contra los árboles que le era difícil distinguir hasta llevarlo lejos del bosque. La
tempestad se había desatado, y al castaño le resultaba tortuoso caminar por la carretera con un
cuerpo mucho más pesado que el suyo en la espalda.
Un inicio en donde el agua, resbalando por las puntas de su cabello, y ese profundo sentimiento de
asedio al avanzar, le estremecieron ante la sensación de que sus pasos entre el fango eran algo que
ya había vivido.
Después de mucho maldecir a su hermano por abandonarlo y moverse con esmero bajo la lluvia,
finalmente llegó a casa. Tenía esa hermosa vocación de solidarizarse con otros, por algo él mismo
se había ofrecido como voluntario en la estación, pero esto superaba sus propios límites.
Entró por la puerta trasera; esperando no encontrarse con nadie, arrastró al chico pelinegro hasta su
habitación y los encerró en ella.
Como si llevar un desconocido a casa no fuera lo suficientemente extraño por sí solo, se dio cuenta
que temblaba demasiado y no pudo evitar pensar en que nunca debió haber salido esa noche, porque
ahora tenía un gran problema.
Quería ayudarlo, sí, sin embargo, la persona inconsciente en su habitación evidenciaba que estuvo
en el área restringida del condado. ¿Qué se supone que debía hacer ahora?
¿Debió dejarlo allí en medio del bosque? ¿Llevarlo al hospital que estaba el doble de lejos que su
casa en medio de la tormenta?
Definitivamente no se le ocurrió nada mejor para ayudarlo. Al menos ahora no moriría de frío, y él
esperaba no quedar como un tipo raro y espeluznante por haberlo salvado, porque ese altruismo que
con frecuencia buscaba esconder tras su seriedad siempre lo metía en problemas.
Le quitó la camiseta que traía, y secó su abdomen para colocarle una nueva, pues la hipotermia
podía matarlo, pensó. Después de todo, parecía haber sido escupido por el lago.
Su aspecto era extraño. Tenía una perforación en la oreja y zapatos de tela que nunca había visto,
tampoco reconocía su rostro. Así que supuso que ese chico no era de la ciudad.
Lo dejó reposar sobre su cama y se movió hasta el armario mientras él mismo se cambiaba de ropa.
Soltó un fuerte estornudo. Maldición, lo único que le faltaba era despertar en la mañana con gripe.
Continuó secándose el cabello con una toalla, los resortes de su cama rechinaron ante el
movimiento. Volteó a ver precipitado a avanzar y analizar al chico que había despertado.
—¿En dónde estoy? —preguntó consternado. Le dolía la cabeza, era notoriamente visible y se
sentía como si hubiera tragado un litro de agua.
—Hola —se acercó a él—, estabas inconsciente a la orilla del lago. Yo te traje a mi casa, llovía
demasiado. ¿Cómo te sientes?
¿Lluvia? Estaban a la mitad del verano, ¿Por qué llovería? —¿Dónde está mi familia? ¿Quién eres
tú?
Despertar en la casa de un extraño con otra ropa era demasiado escalofriante, en efecto, Taehyung
no lo culparía por darle esa mirada de temor que tenía. El chico se tocó el abdomen para asegurarse
de que sus dos riñones estuvieran en su lugar. Y pareció respirar un poco más tranquilo al notar él
se veía igual de asustado.
—Soy Taehyung, Kim Taehyung. —Su expresión asustada lo preocupó—. ¿No recuerdas nada?,
¿Sabes cuál es tu nombre?
Parpadeaba constantemente. La habitación del castaño estaba llena de pósteres que parecían
antiguos para el pelinegro, además de los casetes que estaban regados cerca de la cama.
—Mi nombre es Jungkook —declaró—. Fui a pescar con mi padrastro al lago, recuerdo que me
resbalé, caí del bote y luego...
Su voz se cortó, un escalofrío recorrió su cuerpo con un cosquilleo perenne, como si de una
descarga eléctrica se tratase.
—¿Luego...?
—Luego desperté aquí. —Jungkook intentó levantarse—. Tengo que irme, deben de estar
buscándome en el hotel.
Taehyung ladeó la cabeza. La entrada a ese lago había estado prohibida desde que tenía memoria.
¿En qué momento había cambiado eso? ¿Por qué los habían dejado entrar?
—¿Cómo rayos te dejaron entrar a pescar? No hay ningún hotel en kilómetros, ¿De qué
estás hablando?
—Un hotel grande y lujoso a diez minutos del lago. —Taehyung lo veía confundido—.
Tienen barra libre y WiFi gratis, ¿Cómo es posible que no sepas que existe?
—¿Qué es WiFi?
Jungkook se puso de pie, pero en cuanto su piel descalza tocó el piso sintió que la energía recorría
todo su cuerpo, lo había ayudado a materializarse.
—¿A qué te refieres con eso? —Jungkook se fijó por primera vez en el chico que lo había salvado.
Tenía una camisa de tela fina, anteojos y los pantalones arriba de la cintura, o al menos eso pensó
—. ¿Internet? ¿Nada? —Negó con la cabeza, esto era demasiado extraño.
—Ten cuidado, podrías lastimarte —dijo el chico, mientras le veía acercarse a la ventana.
Jungkook la abrió, y señaló hacia afuera. —¿Lo ves? Es un gran edificio que puede verse a
kiló...metros. —Parecía un sueño, lo único que podía ver eran árboles y pequeñas casas antiguas—.
No puede ser...
—Te lo dije, no hay nada así aquí.
Histérico comenzó a buscar entre sus bolsillos. —Mi celular —sacó el aparato—, mierda, mierda,
mierda —dijo frustrado y volvió a sentarse en la cama—. Está arruinado.
—¿Qué demonios es eso? —Era un objeto negro, delgado y rectangular que jamás había
visto.
—¿Un celular? ¿Acaso no tienes uno? —El chico negó. Y él quería llorar, iba a hacerlo—.
Ya sabes, un teléfono, lo usas para hacer llamadas.
—Te-tengo un teléfono —tartamudeó señalando hacia el grande y plástico aparato con botones
grandes y cordón rizado.
Jungkook caminó veloz hacia el teléfono, marcando los números en un intento desesperado de
llamar a su padrastro.
—Vamos, vamos, contesta...—La línea sonaba muerta, y comenzó a hiperventilar.
Había una prehistórica televisión en una esquina de la habitación, parecía un cajón viejo y de no ser
porque tenía suficiente conocimiento general ni habría notado que se trataba de ese tipo de
electrodoméstico.
—¿Jungkook, estás bien? Creo que debería revisarte un médico, pudiste morir ahogado.
Las paredes viejas, los focos colgantes, ese jodido teléfono y el castaño que no parecía tener idea de
lo que él le decía hicieron que se le revolviera el estómago.
No, no, no. Debía estar muerto y esto no era real. Era impensable, algo que Hollywood y los
científicos habían estado explotando por años no podía estar pasándole a él.
Vio un periódico sobre el escritorio de Taehyung, lo tomó como si temiera la respuesta.
En la contraportada, el anuncio del estreno de una película que él conocía demasiado bien se
exhibía, una que se estrenó hace más de treinta años.
Revisó la fecha, esto no podía ser verdad, maldita sea.
—No contesta su teléfono... porque ese número no existe, no aún —se dijo a sí mismo—.
El hotel tampoco existe, allá será verano treinta y cuatro años adelante, pero aquí hay una tormenta
esta noche y yo... no sé cómo mierda llegué aquí.
—Nada de eso tiene sentido.
—¡Si esto es real, ni siquiera yo debería de existir!
—¡No entiendo nada de lo que dices! —El chico que Taehyung había salvado parecía estar a punto
de tener un ataque de nervios.
—¡¿Ese periódico, es real?! —preguntó el pelinegro mientras veía asustado a su alrededor, esto era
imposible, debía serlo—. ¿Esa es la fecha de hoy?
—Es real, sí. 1 de agosto de 1986 —dijo confundido—. ¿Cuál es el problema?
—¿¡1986!? Escucha, tienes que ayudarme. Sé que suena loco, pero no pertenezco aquí. Yo —
respiró profundamente—, vengo del futuro.
—Te diste un fuerte golpe en la cabeza. ¿Realmente esperas que crea que vienes del futuro?
—¿Piensas que miento?
—Pienso que es imposible.
—¡Todo lo que digo es verdad! —Lo tomó de los hombros acercándose a él—. ¡Tienes que
creerme! Taehyung, te lo suplico, por favor.
Tragó saliva cuando lo tuvo de frente. No era la primera vez que rescataba gente de la calle; pero
esto era extraño. Como sea, el "teléfono" le daba puntos a su favor para hacerlo lucir creíble. Y
bueno, él había entrado al bosque buscando un monstruo, así que...
—Te creo —declaró para tranquilizarlo.
No tenía sentido, pero si este chico decía la verdad, Taehyung se había cruzado con el
descubrimiento del siglo o bueno, quizá con un drogadicto más.
Maldición, Taehyung había dejado entrar a un lunático en su casa.
CAPITULO 1
01

1 de agosto, 2019.

—¿Realmente piensas que puedes obligarme a ir con él?


No estaba de acuerdo con esto. Su rostro evocaba total y completa molestia mientras cruzado de
brazos se recargaba contra la pared suplicando misericordia.
Su equipaje ya estaba dentro del auto y parecía que no había forma de oponerse al jodido viaje
padre-hijo que su madre había planeado en su contra. Bueno, en realidad se trataba de un viaje
padrastro-imbécil e hijo-falso que se odian.
—Puedo y lo haré. Además, será muy divertido ya verás —dijo su madre mientras terminaba de
tomar los últimos implementos para su viaje.
—¿Divertido? Dos días en medio de la nada no suenan divertidos. Justo ahora, podría estar camino
a la playa con mis nuevos amigos, pero no, tú decidiste que yo debía pasar tiempo con él.
Ella suspiró con fuerza. —Ustedes dos tienen mucho en común, sé que se entenderán muy bien.
—Lo dudo.
—Oh, vamos. Dale a una oportunidad, ¿Por qué te empeñas en rechazarlo de esa forma?
A lo mejor, pudo haber llamado a este punto de su vida un "nuevo inicio"; pero quizá, todos tenían
razón sobre él y su mala actitud, porque era demasiado mayor para tener derecho a hacer una rabieta
de impotencia, y muy joven, para entender cómo sobrellevar la vida. Era para él un completo...
adolecer.
—¡Nos mudamos a Estados Unidos por él, mamá! Tuve que reiniciar mi vida a mitad del año
escolar solo porque tu nuevo novio vive aquí. Se supone que es coreano, ¿Cierto? ¿Por qué no
regresó él a Corea?
—Es mi esposo ahora, Jungkook —dijo con pesadez, ya habían tenido esta conversación cientos de
veces antes—. Además, yo tomé esta decisión porque era una gran oportunidad laboral para mí.
—Casarte con tu jefe no venía implícito en tu ascenso.
—Necesitábamos cambiar de ambiente, tú y yo.
—¿Y papá? —Soltó de repente, como temeroso de la respuesta—. ¿No crees que podría echarnos
de menos?
Jeon Jungkook nunca fue la clase de chico que se rigiera intencionalmente bajo el arquetipo del
rebelde. Nunca buscó serlo; pese a su ropa oscura, y muchas veces, irreverentes palabras, era en
realidad alguien demasiado ingenuo, cuyo instinto de sobrevivir lo mantenía más agonizante que a
salvo.
Ella se acercó a su joven hijo, peinó su cabello negro delicadamente y sonrió con pena.
—Cariño, él tiene su propia vida desde hace mucho tiempo, y nosotros deberíamos concentrarnos
en la nuestra.
—No tengo nada aquí, y ese tipo, no me agrada. ¿Podrías tratar de entenderme?
—Sé que esto es difícil para ti, Jungkook. También sé que quizá fue egoísta de mi parte y te pido
una disculpa por eso; pero por primera vez en mucho tiempo, me siento feliz de nuevo.
—¿Yo no te hacía feliz? —Sus orbes oscuros se abrieron con tristeza.
—Oh, cariño. Tú eres lo que más amo en este mundo, me haces demasiado feliz. —Besó su frente
—. Pero la vida avanza, hijo. Y aunque hemos sido un buen equipo estos años, me parece que
llegará el momento en el que ya no quieras que esté siempre contigo. No lo sé, buscarás alguien
para gozar la juventud, y bueno, para mí... un compañero con quien envejecer... no suena tan mal.
Él realmente no estaba listo para ver a su madre tomada de la mano con alguien más, para tener que
compartirla; pero ella no mentía, Jungkook no podía negar la luz que se había manifestado en su
mirada. Y él, no tenía corazón para romper sus ilusiones.
Suspiró con pesar y le sonrió casi con lástima.
—Está bien, la idea no me enloquece. Pero supongo que un fin de semana a solas con él
no van a matarme.
—¡Ese es mi bebé Kook! —dijo emocionada saltando para abrazarlo. El sonido del claxon los
sorprendió y ella no pudo evitar sonreír satisfecha—. Es hora de irse.
Jungkook pasó una mano por su cabello mientras trataba de mentalizarse que esto no era tan malo
como parecía. O al menos eso era lo que intentaba desde hace casi seis meses.
—Adiós, mamá —se despidió con los labios curvos, tirando del borde de su chaqueta.
Abrió la puerta y comenzó a caminar hacia el auto que lo esperaba, sonriendo tan plásticamente
como podía al ver a su padrastro. Entró al vehículo acomodándose en el asiento del copiloto, su
madre le veía desde afuera agitando una mano enérgicamente.
—¡Los amo! —gritó hacia los dos hombres que adoraba mientras ambos le sonreían—.¡Diviértanse
mucho!
El auto finalmente comenzó a avanzar y Jungkook pudo hundirse en la tranquilidad de su miseria
mental. O bueno, al menos eso intentó.
—Entonces, Jungkook —llamó el hombre—. ¿Qué tal las cosas en la nueva escuela?
—No conozco a nadie y la gente es tan racista que ha empezado a joderme la existencia. Así que —
sostuvo la respiración—, de la mierda gracias a ti, Kim.
—Oh... —mantenía su vista al frente—. Supongo que me ves como el malo; pero nosotros
podemos, ya sabes, ser...
—¿Amigos? Estoy siendo muy tolerante con todo esto, así que limítate a conducir,
Seokjin.
—No hay razón para ser agresivos, tu madre dijo que...
—Lo sé, lo sé. "Debo ser amable contigo".
—Escucha, entiendo que estés molesto. Yo no pretendo reemplazar a tu padre, o algo por el estilo.
Pero, perdí a tu madre cuando era más joven, y no volverá a pasar, ella me hace feliz. Así que si
pudieras mantener las cosas tranquilas entre tú y yo te lo agradecería muchísimo.
—Solo no te metas más conmigo y yo me mantendré al margen de su cuento de hadas. ¿Tenemos
un trato? —dijo sin despegar su vista de la ventana.
—Trato —le secundó.
Jungkook bajó la cabeza abatido, sacó sus audífonos desenredando el estúpido cable que siempre le
daba problemas, se los colocó para ignorarlo el resto del camino y fingir estar en un sueño
profundo; pero era tan débil que realmente cayó dormido.
Las cosas habían cambiado demasiado los últimos meses; su madre recibió un ascenso en el trabajo,
comenzó a llegar más tarde a casa, a pasar horas pegada al teléfono y a recibir regalos caros sin
razón aparente.
Esa noche en específico, Jungkook estaba muy feliz viendo reality shows estúpidos en la televisión
cuando de repente su madre apareció en casa con comida chatarra y un hombre en la puerta. Así que
sí, su madre le había traído un padrastro con su orden de patatas fritas extragrande.
Resultó que su nuevo jefe, era también un viejo compañero de cuando fue estudiante de intercambio
hacía más de treinta años atrás, además, de que era algo así como un amor de verano que tuvo en su
juventud. Solo que ahora con dinero y el cabello comenzando a tornarse platinado. Ellos tuvieron
un reencuentro romántico e inesperado de telenovela, lo que resultó en el anuncio de una boda.
Sí, él obtuvo una soda sin hielos y su madre un esposo. ¡Aleluya!
Realmente no le pareció tan malo, no hasta que supo que se mudarían; quizá su resentimiento hacia
él comenzó allí. Por eso y porque era una de las personas más egocéntricas del mundo, y en su casa
solo había espacio para alguien así, y Jungkook era ese alguien. Por lo que el tal Seokjin podía ir a
creerse súper modelo al asilo.
En fin, eran solo dos días, él podía lidiar con eso. Después, podría regresar a desempacar en la
comodidad de su nueva habitación, colgar sus posters y besar los muchos discos que su madre le
había regalado para sobornarlo. Era todo lo que quería hacer.
—Jungkook, despierta, Jungkook —le llamaron. Escuchar su voz lejana le producía jaqueca, o al
menos eso sintió.
Se restregó los ojos con molestia. —¿Ya llegamos?
—Así es —le sonrió—, baja, debemos dejar el auto acá y entrar caminando.
El pelinegro se levantó, renuente a las acciones del otro. Le vio luchar por sacar un par de bolsas
para dormir y unas grandes telas que parecían no tener forma del portaequipaje.
—Maldita sea. —(Me hará dormir en el suelo), pensó.
—No me culpes a mí, fue idea de tu madre; pero si no logramos armar la tienda, iremos a un hotel
grandioso cerca de aquí, te lo prometo. Pero no le digas a ella o me asesinará.
—Eso me da tanta paz —dijo sarcástico.
El poco altruismo que existía en su cuerpo le hizo moverse hacia él para ayudarlo a cargar las cosas.
No era un secreto para nadie que le costaba trabajo caminar, aunque Jungkook no conocía la razón
exacta.
—Gracias, Kook —dijo sonriéndole— mi pierna inútil comienza a traicionarme.
La amabilidad de Kim parecía quemarle. Si fuese un poco más cruel, desquitar su frustración siendo
hiriente con él sería más fácil.
—De... nada.
Ambos caminaron a través del sendero marcado y se adentraron en el bosque.
—Yo solía vivir cerca de aquí —dijo respirando el ambiente fresco—, cuando era adolescente.
—¿No era aterrador vivir tan cerca del bosque?
—De hecho, hay una gran historia sobre este lugar —Sí, Seokjin realmente quería acercarse a él—.
Cuando era joven, esta zona estaba cerrada y se decía que había algo escondido aquí adentro.
Ladeó la cabeza repentinamente intrigado. —¿Algo como qué? ¿Un animal? ¿Un monstruo?
—Solían decir que hacían experimentos a orillas del lago, y que se veían cosas extrañas caminando
entre los árboles —sonrió con nostalgia—. O al menos eso decía mi hermano.
—Ah, tienes un hermano. Eso significa que hay más tarados como tú en el mundo. Se quedó de
pronto serio. —Mi hermano falleció cuando él tenía dieciocho años.
Joder, su boca no lo ayudaba mucho últimamente. —Mierda, no quise, yo no, yo lo siento. Lo
siento mucho. En realidad, no tenía idea y...
—Está bien, fue hace mucho tiempo —La forma en la que su voz cambió le hizo sentirse culpable
—Como sea, antes de que anochezca, ¿Quieres ir a pescar?
Jungkook asintió, se había quedado sin palabras.
El lago lucia pulcro y estático; la fuerte espalda de Seokjin se marcó cuando empujó el viejo bote en
dirección hacia el agua. El pelinegro no pudo evitar pensar en su padre por un segundo, y aunque
intentó silenciar la voz en su cabeza que le decía que su padre nunca quiso pasar tiempo con él, no
pudo.
Lo vio tomar un salvavidas naranja y acercarse.
—Yo no voy a usar eso. Eres idiota si crees que lo haré —dijo, reaccionando.
—La seguridad, ante todo —insistió Kim—. Un salvavidas no dañará tu estilo de chico gótico.
—Dije que no. Y no soy gótico, no seas ridículo.
—Qué rebelde. ¿Al menos te colocaste protector solar como te pedí?
Rodó los ojos. —Sí, falso padre, lo hice.
—Bien, entonces. ¿Qué esperas? Toma una caña y vamos. Te enseñaré a pescar —dijo
sonriéndole con complicidad.
—Más te vale hacerlo bien —soltó tosco tratando de ocultar que quizá sí le emocionaba ligeramente
la idea de aprender.
La tarde avanzó entre un cielo que se tornaba de naranja a un suave rosa. Con Jungkook sin atrapar
un solo pez y Seokjin con su inconfundible risa resonando por doquier.
Jungkook vivió un momento poco amargo cuando de alguna forma extraña se sintió menos
ignorado, cuando su alma aceptó tan solo un poco a ese hombre en su vida; hasta que todo se
arruinó.
—Jungkook —llamó el mayor—. Tu madre me pidió que hablara contigo sobre algo importante, es
sobre navidad y...
—Siempre paso navidad con papá —declaró como si de una verdad absoluta se tratase.
—Lo sé; pero este año, tu madre cree que sería mejor que te quedaras aquí, con nosotros.
—¿Qué? —Un respirar, y un semblante violento acompañaron sus palabras.
—Sé que no debería decirte esto, pero, Jungkook, será bueno pasar más tiempo con nosotros. Esta
es tu nueva ciudad, deja tu antigua vida atrás. Todas las cosas de tu padre... No vale la pena hablar
de personas así...
Atribuciones que no le corresponden, y la autoridad de hablarle a Jungkook como si fuese un niño
manipulable, definitivamente, no era la mejor forma de hablar eso. Y este tipo pensaba que podía...
No. ¿Por qué su madre no habló ella misma con él? El pelinegro frunció el ceño, más indignado que
molesto.
—No lo entiendo. ¿No eras tú el que dijo que me quería lejos? ¿Ahora quieres que me quede?
Decídete, hombre. ¿O es algo sobre poder, acaso?
—Escucha, puedes estar aquí, allá, o en el fondo del lago si quisieras. No es una cuestión mía. ¿De
acuerdo?
—¿Entonces de quién? ¿De mamá? —Se levantó en el bote, mientras le veía con sorna, la madera
crujió ante su peso.
—Oye, esto es ridículo. Siéntate —habló serio—, lo digo de buena forma.
—Entiendo lo que dices, pero mi vida no era mala. Solo...
—Escucha, tu padre tiene problemas con sus deudas y el juego. No es seguro para ti
estar con él.
—No lo conoces. ¿Quién te crees para decir eso? ¡No! ¡Lo dicen para alejarme de él! Ni siquiera
deberías atreverte a hablar sobre eso. —Había heredado las peores cualidades de su padre, y su
terrible temperamento era una de ellas.
—Por favor. Sé racional y tranquilízate. Jungkook, siéntate, ahora.
—¡No lo haré! Piensas que porque mi madre te eligió a ti ambos tenemos que hacer todo lo que
digas, pero estás equivocado.
—¡No se trata sobre mí! ¡Deja de moverte o vas a voltear el bote!
—¡Todo esto es tu culpa! ¡Desde que tú llegaste ustedes dos pretenden organizar mi existencia
desde cero! ¡Te odio! ¡Desearía regresar mi vida hasta donde tú no estabas en ella!
Desear es humano, también lo es el odio.
Parecía cómico pensar que sus palabras inútiles podían tener un significado místico cuando en
realidad no tenían nada que ver con el deslizar de sus pies sobre el bote. Quizás el único sentido que
tenían era ser coincidentes a la poca estabilidad de Jungkook, y al impulso hormonal que se detonó
en su cerebro.
Sin embargo, la incapacidad de buscar un trasfondo le llamaría predecible; el poco conocimiento,
mágico, quizá; pero no era ninguna de las dos cosas. Era más complejo que eso, de hecho.
Estaban a la mitad del lago; el pequeño bote cedió ligeramente y el peso de Jungkook le hizo caer al
agua.
Su pecho ardió cuando su torso golpeó contra la capa del cristal líquido que pareció presionar su
cuerpo hacia el fondo. Luchó por mantenerse a flote; pero fue imposible porque poco a poco
continuaba hundiéndose en las profundidades del abismo oscuro en el que se sumergía y que
intentaba arrastrarlo al rasgar su piel.
El dolor que sintió fue inexplicable; comenzó a escuchar truenos y la luz de fuertes rayos le cegó.
Se estaba quedando sin aire y podía jurar que experimentó cómo las partículas de luz se dividieron
en el agua, adhiriéndose a él mientras lo separaban en partes enviándolo hacia la oscuridad total que
le quemó como si sus entrañas se hubiesen destruido haciéndole sangrar por dentro, aterrado ante el
insoportable dolor en sus huesos.
Quiso gritar, dejando escapar así su último aliento cuando el agua que lo mantenía cautivo en el
fondo del lago lo impulsó hacia afuera, elevando su cuerpo inconsciente hacia la superficie.
La lluvia había comenzado de repente y todo permanecía irremediablemente oscuro. Las ramas de
los árboles se movían endemoniadas cuando el viento brusco las agitaba; mas las ondas en el agua
guiaron su cuerpo hasta la orilla.
Él no lo sabía; pero había atravesado algo que ni siquiera alcanzaba a comprender.
1 de agosto, 1986.

152 días antes de.

Jungkook había despertado en una habitación desconocida y comenzaba a plantearse qué tanta agua
había tragado. Porque no había forma de que esto en realidad estuviera pasando.
Estaba sentado en la cama mientras temblaba y comenzaba a recordar. Su espina dorsal dolía, podía
sentir pequeñas descargas eléctricas cada que sus pies descalzos rozaban con la alfombra.
Un castaño de anteojos le veía con curiosidad. Tenía un cuaderno de apuntes y parecía anotar cada
palabra que salía de la boca de Jeon.
—Veamos. Según tu versión, un rayo te atravesó mientras te ahogabas.
—¡Sí!
—Es poco probable —dijo el castaño, sus finos labios se fruncieron incrédulos—. Un humano no
soportaría la descarga, y los iones del agua, aunque su salinidad sea baja, le hacen un conductor
natural, así que habrías muerto electrocutado.
Oh, no. El chico era todo un cerebrito. —Tyler, por favor. ¡Sé que no pertenezco aquí! No miento.
—En primer lugar, es Taehyung. Y en segundo, ¿Consumes ácidos, cocaína u opio con frecuencia?
—¿Qué? ¡No! —El castaño tachó algo de su libreta.
—¿Te inyectas?, ¿Usas éxtasis, marihuana o cocaína?
—¡No soy drogadicto! —vociferó—. Además, dijiste una de esas drogas dos veces.
Taehyung se acomodó los anteojos; aquellos ojos que le veían con seriedad detrás de los cristales
lucían gigantescos. Haciendo a Jungkook pensar en lo ciego que, probablemente, estaba ese chico.
—Nunca se sabe con la cocaína, amigo —declaró.
Bien, entonces. Si no eran drogas, y este chico Jungkook decía la verdad. ¿Cómo era que había
sucedido? Los viajes al pasado eran imposibles según la mayoría de las teorías rompían con la
estructura de la física básica, pero entonces, ¿cómo? O bueno, ¿por qué?
—Estoy jodido, terminaré en un manicomio y me quedaré atrapado aquí para siempre. —
Escondió su rostro entre sus manos. Taehyung se levantó de pronto y salió de la habitación—.
Genial, y mi salvador me deja solo.
El castaño regresó un par de minutos después con un libro en mano, se lo entregó a Jungkook solo
para luego lanzarse a su lado y quitárselo de nuevo. Era un libro de física.
—Acá —dijo señalando una página en específico—, a diferencia de otras personas que veían al
tiempo como una constante, Einstein lo consideraba como algo relativo, la
teoría de la relatividad va de eso.
—¿Significa que es imposible y que estoy loco? Sí, yo también lo creo.
—No. —Ni siquiera tomaba aire para hablar—. Él también planteó que la gravedad podría ser
capaz de curvar el tiempo. Que un objeto víctima de este fenómeno se moverían más lento en el
espacio temporal.
—¿Dices que el tiempo se alteró treinta y cuatro años por una caída?
—¿De qué año se supone que eres? ¿Cuál debería ser tu fecha espacial correcta?
—El primero de agosto de 2019... —tragó saliva, era muy raro—. Muy lejos de aquí. O bueno,
¿mucho después de aquí?
—Son treinta y tres años, entonces. Tienes mal la cuenta.
—Pues perdón, usualmente las personas no piensan con claridad después de casi morir—se quejó a
lo que Kim alzó una ceja pensativo.
—Quizá no fue la caída, quizá fue el lago. Es decir, la gravedad actúa diferente en el agua, depende
de la densidad del líquido al ser atravesado por un objeto. En este caso, tú ahogándote, pero eso no
explicaría la existencia de una curva tan grande.
—¿Eso tiene sentido?
—No lo sé. Pero la línea espacio-tiempo parece ser más débil de lo que se creía, y cualquier
alteración podría cambiar las cosas significativamente.
—No entiendo ni una mierda.
—Ni yo, aún; pero lo haré. Sólo tengo que encontrar el medio y la ecuación correcta.
No tenía ninguna opción además del adolescente de tercera que escribía cosas velozmente en su
libreta. Empezaba a creer que tal vez el lunático era otro.
—¿Y cuánto tiempo te tomaría eso? —preguntó.
—No lo sé, un par de semanas. Quizá meses.
—¿Qué? No tengo tanto tiempo. —Jungkook se acercó a él demasiado, chocando su rostro contra el
perfil del muchacho. No, él no conocía el significado de "espacio personal".

—Tranquilo— Taehyung se removió incómodo, viéndolo con extrañeza ante sus acciones—Si esto
es real, tu época ni siquiera existe aún, así que tenemos el tiempo de sobra para arreglarlo.
El sonido del motor del auto de su madre resonó a las afueras de la casa, como anunciando la
llegada de alguien más, seguido de las llaves de la puerta principal.
—¿Qué es eso? —preguntó Jungkook alejándose de él.
—Maldición, mi hermano está aquí —masculló asustado—. ¡Entra al armario, ya!
—¿Qué es esto? ¿Una película de mierda?
«Una comedia comercial, no me jodas» Pensó Jungkook.
—¡Solo entra ya, idiota! Se supone que no tengo permitido traer amigos tan tarde a casa, bueno, o
vagabundos... —Empujando la espalda de Jungkook, lo obligó a moverse hasta el mencionado
armario.
—¿Acaso tú tienes amigos, cerebrito? —se burló de él con una ligera sonrisa.
—Pues al menos no soy yo el que está atrapado en el pasado, imbécil. Entra ya.
Justo cuando logró encerrar al pelinegro, otra persona entró deliberadamente a la habitación con
aires de superioridad.
—Oye, Taehyung. ¿Sabes dónde está mamá? —Se detuvo de pronto al notarlo exaltarse—. ¿Qué
estabas haciendo? —cuestionó al castaño mientras jugaba con su evidente nerviosismo.
La habitación apestaba a tierra mojada, hormonas y desesperación. Sí, a puberto, así que le vio
serio.
—¡Nada! Sólo estaba estudiando. Y.… no-no, no sé dónde está ella.
—¿Por qué la alfombra está así de mojada?
—Porque comenzó a llover y gracias a que decidiste abandonarme tuve que caminar dos kilómetros
y medio bajo la lluvia.
—Oh, sí. La película estuvo genial, por cierto. Conocí a una chica, es nueva en la ciudad, va en
nuestra escuela y es demasiado ardiente.
—Casi te pregunto. —Rodó los ojos.
—Perdón por hablarte de lo que me hace feliz. Perdón por querer tratarte como mi
hermano, tarado.
—Deja de molestar a las chicas que vienen de intercambio, eso es bajo hasta para ti.
—Aguafiestas.
—Si no tienes nada más que hacer aquí, márchate, tengo que seguir estudiando.
Jeon veía lo que sucedía a través de las pequeñas pestañas en la puerta de madera. Y su
estómago comenzó a revolverse.
—¡Solo vine a asegurarme de que no estuvieras manoseándote!
El chico comenzó a reír; Jungkook conocía esa extraña risa, pero esperaba estar equivocado. Salvo
que no lo estaba.
—¡Fuera de mi habitación, Seokjin! —gritó Taehyung, y molesto, gruñó mientras tiraba del brazo
del mayor para sacarlo del lugar. Cuando logró expulsarlo, azotó la puerta detrás de su espalda.
—¡Oh, vamos! ¡Por favor Taehyung, no tienes que sentir vergüenza por darte un poco de amor
propio! —dijo desde el exterior de la habitación.
—¡Púdrete!
—¡Yo también te quiero!
La risa seguía y seguía haciendo que los líquidos en el estómago de Jungkook subieran por todo su
esófago quemándole cada vez más.
Taehyung colocó el seguro en la puerta y después se movió de regreso al armario para sacar de su
encierro a Jungkook.
—Disculpa por eso. Mi hermano es un imbécil y bueno, como sea —dijo el castaño con cansancio,
se preocupó al notar la repentina palidez en el rostro de Jungkook—. ¿Qué pasa? ¿Te sientes bien?
—Taehyung, ¿Qué pasa si alguien de mi época está aquí?
—¿Dices que alguien más viajó contigo?
—No, no, no. Me refiero a.… su versión joven, creo. ¿Recuerdas que mencioné a mi padrastro?
Bien, pues podría jurar que el tipo que estaba acá hace dos minutos era él.
—¿Seokjin? —dijo incrédulo—. Eso es completamente...—se detuvo a pensarlo y mierda—
posible.
—¿Eso significa que si él me ve destruiré el mundo o algo parecido?
—Tú cruzaste la barrera; te adheriste a esta realidad, pero el Seokjin de este tiempo está muy lejos
de conocerte. No es peligroso si no te relacionas con él.
Probablemente no eran las mejores conclusiones del mundo, pero ¿Qué podían esperar?
Eran dos críos asustados no muy convencidos de que el otro dijera la verdad.
—Mi madre y tu hermano se enamoraron cuando ella vino de intercambio escolar. Eso quiere decir
que ella también está aquí, ¿cierto?
—Sí, es probable.
Su mente divagó por un segundo que pareció eterno. Como lo había visto tantas veces antes en las
películas de ciencia ficción, esta era la oportunidad de arreglar su vida.
Sólo tenía que desviar ligeramente el destino del tal Seokjin para que él y su madre volvieran a su
vida de tardes comiendo zanahorias y viendo reality shows.
—¡Eso es! Mientras tu encuentras la forma de regresarme a mi época, yo evitaré que
ese imbécil se acerque a ella.
—Estás comenzando a ser estúpido.
—¿¡Por qué!? Solo piénsalo, si ellos se separan y no se cruzan en el futuro, Seokjin no me llevaría a
pescar, y yo debería, ya sabes, aparecer de regreso en mi época o algo así.
—No, de hecho, crearías una paradoja temporal.
—Vamos, ya estoy aquí, regresar no puede ser tan difícil.
—Honestamente no creo que funcione de esa forma.
—No. ¡Es el plan perfecto! Lo vi en una película, todo estará bien.
—Si es lo que estoy pensando, no. Definitivamente es una terrible idea —dijo Taehyung sabiendo
que esto de tener cultura general le impulsaría a comparar sin fin—Hollywood no va a salvarte.
—¡Claro que sí! —Cualquier idea sobre viajes en el tiempo había sido usada ya. Y en el fondo,
Jungkook se estaba burlando mucho de la necesidad en su cabeza para encontrar una referencia.

—¿Y cómo piensas hacer eso, tonto? —El enorme suéter de Taehyung lo hacía lucir más delgado
de lo que ya era. O al menos eso fue lo que Jungkook alcanzó a percibir. Su cabello aún tenía restos
de gel en el cabello y sus grandes anteojos eclipsaban la mitad de su rostro—. Reacciona, esta es la
realidad.
—En vista de que estoy atrapado aquí, me llevarás contigo a la escuela, y listo.
—¿Y qué le digo a mis padres? ¿Cómo les explico que tengo un vagabundo oculto en mi armario?
—Diles que te volviste gitano y trajiste a vivir a tu esposo a casa.
Parpadeó repetidamente. —El futuro es extraño, y tú también —agitó la cabeza—. Ya se me
ocurrirá alguna excusa, espero. Pero ni siquiera sueñes con que te llevaré conmigo.
—¿Pretendes que me quede en el armario todo el día mientras regresas?
—¿Quién dijo que yo te dejaría quedarte aquí?
Pasó una mano por el cabello del chico, tirando de un mechón castaño que sobresalía
detrás de sus orejas.
—Tú lo dijiste, genio —dijo bajando el tono de su voz—. Así que no puedes negarte, ve
esto como un experimento.
—Suena... tentador.
—¿Me ayudarás?
—En nombre de la ciencia, lo haré. Pero te prometo que si veo tus ojos ligeramente rojos, te echaré
a la calle por adicto.
—Suenas muy desconfiado para ser alguien que cargó a un sujeto moribundo hasta su casa.
—No hagas que me arrepienta —le vio con severidad, estrechando sus ojos y frunciendo las cejas.
Jungkook sonrió complacido. Esto no era tan malo, o al menos en su mente egoísta y adolescente no
se veía así de turbio.
No pudo seguir hablando porque algo se nubló dentro de su cabeza cuando un recuerdo apareció en
ella, azotándole cuando la voz de su padrastro se apoderó de sus sentidos.
"Mi hermano falleció cuando él tenía dieciocho años."
Las palabras de su falso padre le golpearon. Si esta era la casa del joven Seokjin, y él y Taehyung
era hermanos, eso significaba que...
—Taehyung, ¿Cuántos años tienes? —preguntó temeroso.
—Diecisiete —dijo con total tranquilidad, sin saber lo que pasaría.
—Tu cumpleaños, ¿Está cerca? Dime por favor que no es así.
—Cumpliré dieciocho en diciembre —la voz trémula de Jungkook lo hizo titubear—¿Cuál es el
problema?
Diciembre. Cuatro meses. Lo tomó de los hombros, acercándolo a él. Como buscando su atención;
pero el castaño no entendió sus palabras, y no debía hacerlo.
—Eres tú —declaró sin siquiera explicarse.
Jungkook tragó con fuerza, contemplando las facciones de su rostro, aquel rostro que parecía
demasiado irreal de cerca adornado con grandes cristales. Quizás estaba siendo demasiado egoísta;
pero su pecho se retorció paranoico al conocer el destino que estaba escrito.
Y Taehyung deseó con fuerza no sonrojarse cuando ese tipo raro le vio durante tanto tiempo,
manteniéndose tan cercano a él. Aunque evidentemente, no pudo evitarlo.
Después de todo, no estaba acostumbrado a estar tan cerca de otro chico.
O de un drogadicto.
CAPITULO 2
02.

151 días antes de.

No conocer el significado de la palabra "compartir" era solo una de las muchas secuelas de tener
padres exitosos y divorciados.
Jungkook lo sabía; siempre estuvo consciente de que podía llorar, hablar sobre una infancia
destruida, la vulnerabilidad dentro de su inexistente familia y conseguir lo que se le antojara,
aunque mintiera cínico; él era el centro de todo, como un ancla que mantenía cercanos a dos bandos
enemigos.
Vivió por mucho tiempo jugando a tener el control en beneficio propio mientras ocultaba sus
pensamientos. Sí, porque, aunque se empeñara en negar una y otra vez haberse visto afectado por
aquella separación, la verdad era que lo estaba, y lo estuvo por mucho tiempo. Era solo que al
crecer comenzó a sentir que ser el centro de atención no era tan increíble como solía parecerle.
Nunca tuvo que compartir nada con nadie, ni pretendía mendigar atención. Él siempre creyó que
podía manipular las cosas a su antojo. Y nadie iba a convencerlo de lo contrario.
Por eso dormir en el suelo resultaba inaceptable para él.
—Jungkook, Jungkook. Despierta, tengo una idea.
Quiso negarse a abrir los ojos; separó sus párpados renuentes a la poca luz que se colaba por la
habitación, pero al hacerlo se topó con una mata de cabello castaño que le veía desde arriba
sonriendo.
Se reincorporó sobre el piso, e hizo crujir los huesos de su espalda. Después de todo, había pasado
la noche en una terrible posición.
Se restregó la nariz y recibiendo pequeñas descargas eléctricas volteó a verlo.
—Entiendo que soy un tipo raro y desconocido. Pero hacerme dormir en la alfombra fue algo muy
desconsiderado de tu parte —dijo mientras observaba a Taehyung quien sentando sobre su cama le
sonreía burlón.
—¿Y qué esperabas? ¿Qué te llevara a la sala o a la habitación de huéspedes? Te recuerdo que no sé
por qué estás aquí, ni siquiera tú lo sabes.
—Mínimo esperaba que me dejaras dormir en tu cama y no hacerme pasar la noche así de
incómodo —reprochó irreverentemente.
—Eres demasiado exigente, deberías estar agradecido conmigo. —Le dio la espalda al
levantarse.
—¿Qué hora es? —preguntó curioso ante el cielo opaco y cambiante.
—Cinco treinta de la mañana.
—¿¡Y por qué demonios me despiertas entonces!? —(El nivel de desconsideración es demasiado
alto), pensó—. ¿Y cómo es que ya estás vestido?
Taehyung se acercó a él; su rostro parecía menos infantil sin sus anteojos. El castaño dio tres
pequeños golpes en su cabeza para hacerlo reaccionar, como intentando insultar su intelecto.
—Porque si planeo llevarte conmigo a la escuela necesito hacerte pasar desapercibido, tonto.
Además, no pude dormir nada noche, estuve pensando en las posibilidades y ya tengo varias
hipótesis.
—Tengo la impresión de que no me crees.
—Amigo, tú viste la fecha en un periódico y asumiste que estás en el pasado. Eso me deja mucho
qué pensar sobre tu cabeza defectuosa.
—¿Y qué con eso? Es lo más lógico.
—No lo sé, yo habría asumido que el cauce del río que desemboca en el lago me arrastró, terminé
perdido en algún pueblo lejano, y algún poblador me rescató. Así que tengo el presentimiento de
que podrías estar ligeramente loco.
—Si lo piensas así suena el doble de aterrador. Llámame mentiroso si quieres, casi se te sale el alma
al ver mi celular, yo elijo creer.
—Oh, dios. Juro que donde resultes ser un loco voy a llevarte a la estación de policía. Es más,
guardaré un cuchillo debajo de mi cama por si acaso.
—¿Y me dices a mí loco?
—No me jodas con eso ahora, tengo cosas que hacer —Taehyung negó con la cabeza mientras le
veía de pies a cabeza—. ¿Cuál dijiste que era tu apellido?
—Jeon —le contestó seco. Kim asintió, era curioso para él otro apellido extranjero, es decir, "Kim"
era el apellido más común en su antiguo país. Y uno no muy bien aceptado en el nuevo.
Jungkook hablaba en un inglés que mezclaba con su acento, se le escapaban palabras en coreano, y
aunque en un inicio fue difícil entenderle, Taehyung agradeció aún recordar su idioma natal, como
alguien que no había hablado en coreano desde que era un niño, le recordó un poco a sus raíces.
—Bien, Jeon Jungkook —le dijo cruzado de brazos—, vamos a trabajar en tu coartada.
—¿Y eso significa qué...? —No, a diferencia de Taehyung, el cerebro de Jungkook empezaba a
funcionar hasta medio día.
—Empecemos por lo esencial. Primero, tu atuendo apesta. Tenemos que actualizarte — hizo una
pequeña mueca mientras pensaba—, o retrasarte, de hecho.
Jungkook se levantó indignado. —¿¡Qué tiene de malo mi ropa!? —Las camisetas de sus cantantes
favoritos, pantalones sueltos y botas eran su estilo predilecto desde antes de la pubertad.
—Por favor, nadie sabe qué rayos es un Lady Gaga en esta década, así que esa camiseta fea que
traes despertaría sospechas. Además, necesitas usar un cinturón.
—Que tú uses el pantalón hasta el cuello no significa que yo deba hacerlo —dijo altanero. —Deja
de hablar como Seokjin; si quieres ayuda harás lo que yo te diga.
El pelinegro se recargó contra la pared, dejando escapar un leve chasquido de inconformidad
mientras se jactaba en su interior.
—No te ofendas, Taehyung, pero estoy seguro de que nada dentro de tu guardarropa me queda, es
decir, podemos tener casi la misma edad; pero yo soy evidentemente más grande que tú o eso creo.
Como sea, tu ropa es horrible.
Antes de que siguiera hablando, el castaño le lanzó una almohada a la cara que le hizo callar.
—Somos de la misma altura, idiota. La diferencia está en que yo soy puro músculo, por eso pude
cargarte; pero tú estás relleno y blando, por eso eres tan pesado. Así que cállate, no eres más grande
que yo.
—¡Oye! ¿Me dijiste obeso? —le dijo con cierta molestia por lo directo que había sido, bueno, su
vida sedentaria era culpable de sus libras de más, pero igual se indignó—. Qué forma tan fea de
hablarle a tus visitas. Y así quieres que use tus cosas.
—Aclaro que nunca te dejaría usar mis cosas; preferiría hacerte correr desnudo por la calle antes
que prestarte una sola prenda mía.
Jungkook intentó tragar saliva; pero lo insólito de esas palabras le hizo atragantarse con la misma,
haciéndolo toser.
—Estoy seguro de que no entiendes lo perverso y caliente que sonó eso.
—No me interesa, quédate aquí. Ya vuelvo. —Taehyung avanzó un poco y el chico le imitó—. ¿Por
qué me sigues?
—Perdón, es que no quiero quedarme solo —respondió—. ¿A dónde vas?
Kim suspiró con fuerza viendo hacia el cielo, ¿qué clase de monstruo era ese? La televisión le
mintió descaradamente.
—Iré por ropa de mi hermano, ¿de acuerdo?
—¡No! Ya me siento lo suficientemente humillado, Tyler.
—Repito, es Taehyung, y agh, tú mismo dijiste que no querías usar mis cosas.
—Lo siento, todos comentemos errores. Hay que empezar de nuevo.
—Basta. —Negó con la cabeza—. Mi ropa no va a quedarte bien, pero la de mi hermano sí. Así que
no hagas ruido y sígueme. O quédate solo.
Trastabillando se abalanzó sobre Taehyung, para tomarlo del brazo en busca de evitar que siguiera
caminando.
—¿Y qué pasa si Seokjin nos ve? Si me ve a mí, ¿cómo vas a justificar mi presencia?
—Es por eso que te desperté tan temprano. Seokjin sale a ejercitarse por la mañana. Así que no
habrá problema. Vamos.
—¿Y si nota que le faltan cosas?
Comenzó a reír. —Vendí su libro de español hace dos meses, y él ni siquiera lo ha notado. Créeme,
estaremos bien —dijo con cierta obviedad mientras movía las cejas.
Tomó a Jungkook de la muñeca para hacerlo caminar detrás de él, cuidando cauteloso sus pisadas
mientras avanzaban por el pasillo. La habitación de su hermano era el lugar más nauseabundo y
prohibido de toda la casa. O al menos así lucía para Taehyung.
El castaño giró la perilla; ambos se adentraron hasta que estuvieron totalmente en territorio ajeno.
Había gorras colocadas ordenadamente en la pared, trofeos de campeonato y zapatos por doquier.
—Salir a correr con este clima, ¿Quién demonios hace eso? —dijo Jungkook observando las
paredes blancas.
—Un atleta, supongo. Mi hermano cree que ganará la serie mundial algún día, es talentoso; pero es
un presumido de primera —comentó sin mala intención.
Béisbol.
Jungkook vio a Taehyung caminar hasta el armario y abrirlo para comenzar a tomar ropa como si de
la propia se tratase; pero había algo que no le cuadraba.
¿Cómo era posible que alguien tan egocéntrico como Seokjin nunca mencionara antes algo sobre lo
que se suponía era un prodigio? No tenía sentido, a menos que hubiera dejado de serlo. Pero ¿Por
qué?
El pasado era más depresivo de lo Jungkook creyó. Era lúgubremente devastador.
Taehyung tomó una camisa de rayas horizontales, y extendiéndola sobre los hombros de Jeon la
midió para constatar que eran casi exactamente la misma talla.
—¿Qué haces? —preguntó Jungkook cuando las manos de Taehyung se movieron lento sobre su
cuerpo.
—La espalda de mi hermano es enorme; solo quería asegurarme de que no te quedara demasiado
grande.
El chico buscó en el piso, tomando un par de zapatillas deportivas que consideró apropiadas para el
atuendo. Y cargando con el resto de la ropa, volteó hacia Jeon para entregársela.
—Él... es un atleta más de tantos. ¿No es así? El jugador que encanta a todos.
—A todas, si sabes a lo que me refiero, todo el tiempo.
La poca empatía que había nacido en el pelinegro se extinguió. —¿Dices que es el típico prototipo
sociable, capitán del equipo, líder de los tarados que hace babear a todas y que es un cretino?
—Afirmativo.
«Malditos estereotipos de mierda». Pensó Jungkook.
No tenían mucho tiempo, regresaron a la habitación del menor pocos minutos después de completar
su misión.
—Es oficial, a mi madre le gustan los idiotas —dijo cuando finalmente pudo dejarse caer en la
cama soltando la ropa que traía consigo.
—¿Tu padre es un idiota también entonces? —le cuestionó, tratando de hacerle ver su
equivocación; pero no había error en sus palabras.
—Tengo un padrastro, ¿Qué crees tú? —Soltó aire pesadamente—. Lo es, supongo.
Taehyung se sentó a su lado, tomó sus anteojos del buró y palmeó la pierna del chico en señal de
humanidad antes de colocárselos.
—Es mejor estar consciente de la verdad que ser ignorante toda una vida, creo fielmente en eso.
La forma en la que sus mejillas, y en especial sus ojos parecían aumentar al portar esos anteojos
hizo que Jungkook se perdiera un poco entre su boca húmeda y su sabiduría.
—¿Eres tú quien inventa esas frases tontas? —dijo con ligera voz intentando terminar con el
temblar de su propio cuerpo.
—Son todas mías. —El pelinegro enmudeció ante la facilidad con la que manejaba su actitud—.
Ahora, el baño está por allá. Ve y arréglate, porque tenemos mucho que hacer hoy —terminó
Taehyung.
—¿Qué harás mientras tanto?
Giró la silla que le esperaba frente a su escritorio. —Dije que tuve varias ideas, las anotaré antes de
olvidarlas. Y quizá después vaya a robar un sándwich de la cocina para alimentarte.
—¿Qué soy? ¿El perro que llevaste a casa sin permiso de tus padres? —Alzó una ceja.
—Sí, básicamente sí. Te pondré un collar y te ataré si no te comportas.
Jungkook abrió los ojos demasiado sorprendido, sin saber si era intencional o si su mente
contemporánea estaba tan corrompida que lograba encontrarle un doble significado a todo.
—No tienes ni idea...—dijo dando un par de pasos hacia atrás antes de caminar en la dirección
indicada y desaparecer de su vista al cerrar la puerta del baño de la habitación.
El castaño le restó importancia a sus extrañas actitudes y se acomodó en su escritorio mientras
intentaba escribir los pequeños detalles que había descubierto hasta ahora, pero se quedó en blanco,
no sabía por dónde empezar.
Jeon Jungkook y la electricidad:
Si las sales en el agua condujeron la energía a través del cuerpo de Jungkook, eso significaba que en
ese momento una gran cantidad de esta debería moverse a través de él; pero para ello necesitaría
alojarse en un material aislante, quizás en su cabello o chaqueta.
Taehyung mordía su lápiz constantemente en busca de una forma de hacer que todo encajase; pero
el ambiente se vio eclipsado por un aroma sublime que parecía emanar del primer piso.
No, el castaño no podía concentrarse en su investigación cuando estaba completamente seguro de
que su madre estaba preparando el desayuno. Cuando el olor de deliciosos waffles recién
preparados intentaba seducirle y la dorada miel se materializaba frente a él.
No pudo resistirse; dejó sus apuntes de lado, sin detenerse siquiera a pensarlo y corrió hacia la
cocina en busca de aquel dulce tesoro que le esperaba campante sobre el desayunador.
Los Kim eran una familia algo peculiar para esos suburbios. Además de tener como padres a una
pareja interracial entre un hombre coreano y una mujer francesa que solían residir en Corea del Sur,
eran inmigrantes en Estados Unidos.
Sus hijos supieron desde muy jóvenes que nunca encajarían con los estándares raciales o de trabajo
en Asia, mucho menos con la guerra, tampoco con los pensamientos europeos, nunca conocieron
ese mundo. Y este país, aunque igual de conflictivo, les había dado, aunque sea un poco más de
autonomía, como al resto de los que sacrifican todo por la libertad que ofrece. Así que, para los
hermanos Kim, ser inmigrantes, era lo único con lo que realmente podían identificarse, y eso era
todo lo que sus padres podían otorgarles.
18
Bastantes años después de haberse consolidado bien gozaban de las recompensas de su esfuerzo.
Sus hijos eran muy pequeños cuando llegaron a ese país; pero ya eran ciudadanos; sin embargo, por
los prejuicios de la comunidad ser parte de esa familia les daba un físico llamativo, además de una
imagen un poco conflictiva. Y el menor de la familia, no ayudaba mucho a mejorar esa reputación.
Cuando este bajó al primer piso, se encontró a su madre de espaldas. Taehyung se asomó sigiloso
para evitar ser visto por ella; pero falló terriblemente.
—Que no se te ocurra tocar un solo waffle, Kim Taehyung, o voy a castigarte —dijo severa, sin
siquiera voltear a verlo.
—¡Mamá! Buenos días a ti también. Gracias por suponer que he venido a hurtar un sabroso,
esponjoso y delicioso... waffle.
—¿Qué haces despierto tan temprano?
—Vine a ayudarte con estas delicias.
Las comisuras de sus labios bajaron, mostrando su labio inferior para denotar tristeza mientras batía
sus pestañas en un intento de apelar a su lado amable.
—Ni lo sueñes. Son para tu hermano y el resto del equipo, han estado entrenando muy duro. Se
merecen una recompensa.
Indignado. —¿Y qué hay de mí?
La castaña a quien la edad comenzaba a acechar sonrió. —Tú, puedes servirte un poco de cereal.
—¿Ves cómo rompes mi corazón, madre? Solo pido un poco de tu dulce amor y me respondes de
esta forma. —La abrazó ameno de lado, el castaño era más alto que ella por algunos centímetros.
—Oh, pobrecito. —Sus hijos no podían ser más diferentes, y el menor de ellos siempre había sido
demasiado afectuoso—. Ya que me lo pides así, supongo que podría darte uno.
—O dos...
—¡Taehyung!
—Está bien, lo que nazca de tu benevolencia.
Ambos rieron; el chico se acomodó en uno de los banquillos frente al desayunador, luego ella le
entregó un plato con tres waffles apilados y llenos de jarabe.
—Come despacio, no quiero que te atragantes.
—No me digas qué hacer, esto es entre mis waffles y yo.
—Siempre terminas con jarabe hasta en el cabello, así que no me respondas, jovencito.
—Está bien... —Taehyung sonrió tímido, intentando que sus siguientes palabras sonaran con
naturalidad al creer que era el momento de poner su primer plan en marcha—. Oye, mamá, por
cierto. ¿Recuerdas el programa de intercambio?
—¿El que dijiste que era una pérdida de tiempo?
Chasqueó con la lengua, no había forma fácil de decir esto.
—Sí, ese. Pues verás, necesitaba créditos para una asignatura y yo... me inscribí como candidato
para recibir a un alumno aquí en casa.
La mujer volteó a verlo más sorprendida que molesta, dejando caer la mantequilla al suelo.
—¿Hiciste qué?
«Coopera, madre. Necesito justificar al extraño que está en mi habitación». Pensó.
—Hoy por la tarde traeré a un compañero a casa.
—¿Con el permiso de quién? Taehyung, es lindo que quieras adaptarte, pero no puedes tomar
decisiones sin consultarle a nadie.
—Sé que a papá no le molestará. Y, tendré un amigo, ¿no era eso lo que querías?
—Me refería a que hablaras con los chicos de tu salón, no que trajeras extranjeros a vivir a casa.
—Mamá, soy menor y más inteligente que todos allí. Además, compartir la mitad de mis clases con
mi hermano el galán no me ayuda mucho que digamos.
Ella suspiró; sus dos hijos se marcharían a la universidad el próximo año.
Le tomó tiempo asimilar la próxima partida de Seokjin; fue duro, ni siquiera lo había aceptado por
completo y luego una tarde, el director de la preparatoria le llamó para discutir el porqué Taehyung
debía saltarse el último año de preparatoria e ir directamente a una gran casa de estudios.
No, ni ella ni su esposo estaban listos para dejar ir a su pequeño. Y sabían que Taehyung tampoco
estaba socialmente listo para hacerlo.
Su coeficiente intelectual era sorprendente, ella estaba segura de que Taehyung era capaz de
mantener el ritmo de los programas avanzados que estaban interesados en él; pero le preocupaba
que pasara tanto tiempo solo lejos de casa.
Creyó que adelantarlo solo un año para que pudiera convivir más con su hermano y sus amigos
dentro de la escuela lo ayudaría a socializar; pero hasta ahora, no tenían mayor progreso.
—Está bien —dijo finalmente cediendo—, pero promete que tendrás todo bajo control.
—¡Lo prometo! —Tomó sus cubiertos, sonriendo ampliamente.
Ella le vio inquieta; no tenía ni idea de quién era el otro muchacho. Las ideas de Taehyung siempre
le hacían querer abrazar el extintor ante la latente posibilidad de que quemara la casa, otra vez.
Parecía que todas sus decisiones terminaban con él en urgencias o con los bomberos apagando un
incendio en su calle.
El castaño comenzó a comer, olvidando por completo que tenía un vagabundo en su habitación y
sin percatarse de Seokjin regresando a casa por la puerta trasera como todos los días.
Su frondoso cabello era sujetado por una liga mientras el sudor aún presente en su cuerpo resbalaba
por su cuello. Entró y directamente subió por las escaleras hacia su recámara.
Se quitó la camiseta, moviendo los brazos frente al espejo intentando denotar sus deltoides. Y poco
a poco mientras caminaba buscando una toalla, se despojó del resto de su ropa prenda por prenda,
dispuesto a tomar una ducha.
Corrió hasta el baño de su habitación, se vio por última vez en el espejo y se acercó a la perilla para
abrirla; pero al hacerlo esta se desprendió de su lugar.
(Maldición. Había olvidado que necesitaba arreglarla) Pensó.
No tenía tiempo para jugar a ser fontanero; envolvió la toalla alrededor de su cintura y
tranquilamente salió de allí para utilizar la ducha de su hermano.
Cualquiera pensaría que teniendo una casa tan grande usaría el jodido baño principal o incluso el de
sus padres; pero no. Si había algo que a Taehyung le petrificaba, era que alguien más tocara sus
cosas. Así que, qué mejor que hacer dos cosas que amaba al mismo tiempo: molestar a su hermanito
y darse una ducha embellecedora.
Entró. Ladeó la cabeza al ver la cama de Taehyung desarreglada, y la mucha ropa ajena que estaba
regada por el piso. Le restó importancia, no le interesaba en realidad; pero resultaba imposible no
encontrar peculiar la habitación del menor así de desordenada, aún más con lo reservado y obsesivo
que era.
El sonido del agua cayendo le hizo suponer que su hermano estaba en la ducha y Seokjin no pudo
evitar sonreír malévolamente. Giró con lentitud la perilla solo para constatar que la puerta estaba sin
llave, entonces la empujó con fuerza deliberadamente para entrar.
—¡Manos arriba! El inspector de limpieza está aquí —dijo simulando con sus manos un arma.
No obtuvo respuesta, solo una mano que sobresalió detrás de la cortina para intentar tomar la toalla
que colgaba a un par de centímetros.
El mayor la tomó antes de que la alcanzara.
—¿Se te perdió algo? —se burló acercándose a la cortina—. Tardas demasiado en la ducha,
Taehyung. ¿Qué haces allí dentro?
Jungkook limpió el agua de su rostro, no debía abrir la boca, o estar demasiado cerca de Kim. La
versión joven de su padrastro era más estridente y molesta de lo que imaginó.
Su risa sonaba constante por la acústica del pequeño espacio. Jeon comenzó a pensar que el
universo simplemente lo odiaba al ser una fina cortina lo único que lo salvaba de ser cruelmente
expuesto. O así fue hasta que Seokjin tiró de ella, descubriendo así al pelinegro que se escondía
detrás de esta.
—¿Sorpresa? —dijo Jungkook intentando cubrirse.
Tragó saliva angustiado de haberle hecho una pequeña fisura a las reglas, o al universo.
El mayor se quedó quieto, absorto en lo extraño de la situación. Incrédulo, le lanzó de regreso la
toalla y retrocedió dando marcha atrás hacia la habitación. Jeon aprovechó para colocársela; pero
los alaridos consternados de Seokjin no se hicieron esperar.
—¡Taehyung! ¡Ven aquí ahora! —vociferó. La fuerza de su voz fue tal que resonó por toda la casa.
El menor Kim con jarabe hasta en las mejillas levantó la cabeza de su plato y tragó pesadamente. Sí,
estaba jodido.
Saltó de su lugar. En cuestión de segundos, y después de tropezarse en las escaleras, llegó hasta su
habitación, en donde se encontró con dos hombres en toalla. El más alto intentando someter a
Jungkook quien se removía inquieto de su agarre, prisionero de la fuerza de su futuro padrastro.
El castaño cerró con llave la puerta detrás de él.
—¿¡Qué rayos haces en mi habitación!?
—¿¡En serio vas a joderme con eso!? —Estrechó los ojos, el menor suspiró y avanzó hacia ellos.
—Jin, por favor. No se lo digas a nadie, yo...
—Taehyung, quiero una explicación creíble de —inhaló con fuerza—, ¿Quién es él y por qué
estaba desnudo en tu habitación? ¿Desde cuándo tienes amigos siquiera?
—No puedo explicarlo, es... muy complejo y...
—Complejas mis pelotas. ¿Por eso estabas tan extraño ayer? ¿Porque estabas escondiendo a un
chico aquí?
Su mirada era dominante, y Taehyung siempre fue un mal mentiroso cuando de su hermano se
trataba. Comenzó a ceder.
—Sonará descabellado y sé que quizá pienses que lo estoy inventando; pero anoche él y yo...—
Jungkook negó repetidas veces, no podían decirle la verdad al mayor. Era imposible, ¿Qué
demonios pensaba Taehyung?
—Estábamos fumando —intervino el pelinegro rompiendo con la primera regla: no hablar con
Seokjin—, yo quise probar algo más fuerte y se me pasó la mano. Taehyung me dejó quedarme
aquí, fue demasiado para mí.
La electricidad se manifestó entre los dos. Como un disparo de luz que se fundió en el pecho de
Jungkook cuando la barrera de su realidad se hizo menos real al colapsar contra Seokjin. No había
marcha atrás, habían creado una tangente en la historia.
La cabeza de Jeon parecía colapsar cuando la imagen de un Seokjin adulto era visible al tocarlo. La
línea temporal actual donde ambos se conocieron de jóvenes no debía existir, pero ahora lo hacía; y
su piel empezó a arder por la corriente en su interior.
—¿Tú fumas? —dijo a su hermano menor con cierto temor en sus ojos—. Eso explicaría mucho...
—desconcertado soltó a Jungkook, al hacerlo, el pelinegro volvió a ver al Seokjin adolescente.
Taehyung bajó la cabeza. El mayor era un entrometido que no le dejaría en paz, al menos no si no
lograban perturbarlo lo suficiente.
—No suelo pedirte favores, pero, ¿Podrías, por favor, dejarlo pasar? Papá va a matarme si se entera.
El castaño mayor pareció dudarlo. No estaba de acuerdo con tal comportamiento; pero tampoco
podía hacer demasiado.
—Ten cuidado con eso, ¿Está bien? No abuses, no dañes así tu cuerpo. —Frotó su cuello, y dio un
paso en dirección a la puerta—. Solo espero no tener que ir por ti a la comisaría después.
—No te preocupes, no pasará.
—Y tú —Volteó a ver a Jungkook—, ponte un pantalón, ¿Quieres?
Sacudió la cabeza quitando seguro a la puerta para salir de allí; era mucho para procesar. Así que
eligió no decir nada más, después de todo era su culpa por andar de metiche. Una vez afuera respiró
pesadamente evitar pensar en que Taehyung era cada día más extraño.
Cuando abandonó la habitación, Jungkook se mareó de pronto, como si algo en su sistema se
encendiera atacando su cerebro con violencia. Tambaleando, se sentó en la cama.
—Siento que voy a vomitar —dijo, comenzando a sudar. Su pecho se inflaba una y otra a vez
desesperado.
La bombilla de la lámpara de mesa parpadeaba subiendo de intensidad mientras la respiración de
Jungkook se agitaba más y más.
—¿¡Qué hiciste!? Se supone que no debías hablar con él. Ahora te conoce, estás dentro de su
memoria.
—No pude evitarlo, maldición. Cuando regrese a mi década él va a recordarme, ¿No es así? Estoy
perdido.
Kim se detuvo a pensarlo y en realidad no encontró mayor inconveniente por lo que sus nervios
mermaron.
—Cuando regreses tu realidad será diferente, ¿Recuerdas? Una en donde él no estará en tu vida, así
que no habrá proble...—Taehyung notó la forma en la que ahora todo el alumbrado de la casa
parecía enloquecer mientras Jungkook se frotaba la cabeza con otra toalla.
—No lo entiendes, después de que lo toqué pude ver a su yo del futuro. Eso no debería pasar,
¿cierto?
—Entrar en contacto con él alteró de alguna forma la línea; supongo que es un efecto colateral de
todo esto. La próxima vez que se repita, trata de estar alerta para entenderlo mejor.
—No pasó antes contigo, ¿Por qué?
—No me conoces en el futuro, supongo que por eso no tengo efecto sobre ti.
Jungkook se mordió el labio. Quizá no tenía ninguna repercusión porque Taehyung ya no existía en
su universo temporal.
Pequeñas chispas brotaron cuando sus pies descalzos rozaron contra la alfombra, Kim se movió
hacia él, buscando entender con detalle lo que sucedía.
—¿Taehyung? —dijo cuándo el castaño se acercó peligroso a él. Kim estaba de pronto arrodillado
sobre la cama, tocando su espalda con lentitud—. ¿Qué p-pasa?
—Intento generar una reacción, cállate —demandó con voz lenta y suave.
—¿Acaso no conoces nada de moral básica, o por qué rayos intentas manosearme?
—Los electrones son atraídos a objetos que tienen una gran carga positiva, así es como se producen
las chispas, de la fricción entre cargas. Tu cuerpo está lleno de ellas.
El castaño se colocó detrás de él y deslizó ambas manos por sus hombros; inclinando su cabeza
hacia el frente para que los mechones de su cabello tocaran con delicadeza su cuello.
Jungkook tragó con dificultad sin entender lo que pasaba; e inconscientemente disfrutando de la
respiración del otro sobre su piel.
—E-entonces, mi cuerpo atrae a otros objetos, ¿No? —hablaba tenso—. ¿Es por eso que estás así de
cerca?
—Soy la carga negativa, necesito que la fuerza me empuje.
—Eso suena tan...
El aire caliente entre ellos creció de gran manera cuando Taehyung frotó la punta de su nariz entre
las hebras oscuras que decoraban la cabeza del otro, buscando que la electricidad en su interior se
manifestara por la fricción de dos cargas opuestas.
Jungkook dejó escapar un pequeño jadeo en aquel momento en el que una leve descarga brotó de él,
cuando un pequeño toque eléctrico se desplazó hasta Taehyung para repelerlo haciendo que
retrocediera.
Parecía una sobrecarga de corriente, incluso la pequeña lámpara en la mesa de noche colapsó, y
después de parpadear incesante estalló dejándolos a ambos realmente consternados.
—¡Es increíble! —dijo el castaño a quien se le había erizado el cabello, levantándose de la cama—.
Eres energía pura, Jungkook.
—Amigo, no entiendo ni una mierda de lo que dices.
—Es simple, significa que —Taehyung fijó su vista por primera vez en el reloj de la pared—,
significa que vamos a llegar tarde —declaró angustiado de repente.
—¿Qué?
—¡La escuela! Son casi las siete treinta, tenemos que irnos pronto. Termina de vestirte rápido. —
Dejó su cuerpo de lado, rompiendo con el calor y la tensión que se había creado.
Después de diez minutos de Jungkook viéndose al espejo, y de Taehyung intentando hacer algo con
su cabello rebelde, finalmente salieron de la casa esperando que todo saliera acorde al plan.
—¿Supones que vayamos caminando, con este clima?
—Deja de culpar de todo al clima y no, iremos en bicicleta. Te daré la antigua de mi hermano —
Jungkook se rascó la cabeza—. Sabes andar en bicicleta, ¿Cierto?
(Nunca me enseñaron) Pensó. —En el futuro son innecesarios ese tipo de transportes.
Taehyung soltó una sonora risa mientras subía a su vehículo de dos ruedas.
—Con lo alta que es la contaminación actual, dudo que en el futuro no sean necesarios.
—Sonriente, continuó—: Como sea, ven, mentiroso. Solo intenta no hacerme perder el equilibrio.
No tenía idea de qué pasaba en la cabeza de este chico, ni de la confianza que le inspiraba, pues era
tan espontáneo con él que le hacía sentirse menos desquiciado.
Pasó una pierna por encima de la rueda trasera, y colocó ambos pies sobre los tubos que sobresalían
de la misma, sujetándose de los hombros del muchacho. Entonces, Taehyung comenzó a pedalear
para que ambos avanzaran entre los árboles que cubrían los senderos de esa fría comunidad.
Cada centímetro recorrido le daba a Jungkook la oportunidad de llenar sus pulmones de aire pulcro,
con el aroma a pasto mojado cuya existencia había ignorado durante tanto tiempo.
Mientras más se acercaban, la afluencia de jóvenes incrementaba y en poco tiempo estuvieron
frente a la gloriosa escuela preparatoria.
El timbre sonó al igual que el cielo que no parecía resplandecer se nubló aún más indicando que
pronto llovería.
—Mierda, nos enviarán a detención. ¡Corre! —dijo, bajando del vehículo.
—¡Taehyung, espera!
—¡Date prisa, esto no va a funcionar si no te presentamos antes! Tengo que entregar tus papees.
—¿¡Qué papeles!? ¿Me hiciste certificado de adopción o qué mierda?
—¡Ya basta, solo cállate y corre, no dormí nada por tu culpa!
—¡Ayudaría mucho si te molestaras en explicarme el plan!
Los dos jóvenes abandonaron la bicicleta para correr hacia la entrada. Taehyung se movió veloz en
las escaleras principales para ágilmente llegar al pasillo.
Jungkook intentó seguirle el paso. Sin prestar atención a su alrededor, sin considerar las
consecuencias, únicamente visualizando la delgada figura de Kim y su mochila delante de él.
O al menos así fue hasta que chocó con otra persona, cayendo al suelo junto con ella.
Presionó su mandíbula disimulando el dolor; su espina dorsal se estremeció al instante, y el sabor
metálico de su boca volvió a aparecer.
Jungkook se precipitó a tomar a la otra persona de la mano. La imagen de una mujer se manifestó
ante su tacto, la soltó inmediatamente y su figura mayor cambió a la de una chica.
—¿Mamá?
Jungkook alzo la cabeza y viendo al cielo pensó:
«Querido universo, si estás usándome para burlarte de lo predecible de la ficción o de la estupidez
adolescente, ya suéltame, por favor. ¡Te lo suplico!».
Ella a su lado en el piso, llevó un mechón de cabello negro detrás de su oreja izquierda mientras
arrugaba la nariz.
—¿Disculpa? —dijo viéndole con molestia.
—Ma-madre mía, lamento esto. No te vi, estaba apurado y terminé lanzándote al suelo.
No fue mi intención. Espero no haberte lastimado, lo siento, yo...
—Solo cállate y fíjate en tu camino, ¿Está bien? —Se había golpeado la cabeza, y su inconformidad
era notoria.
—Te ves tan joven... —masculló. Jungkook estaba en estado de shock, era como verse a sí mismo.
Una delicada y femenina versión de él, en realidad.
—¿Gracias?
—¡Oye, Sunhee! —Detrás de ellos una voz que estaba cansado de oír apareció—. Me recuerdas,
¿Cierto?
—Cómo no hacerlo, me seguiste toda la noche.
—Estuve buscándote para disculparme, pero... parece que estás algo ocupada —dijo con gracia.
Seokjin se acercó de dos pasos a ellos; extendiendo su mano hacia la pelinegra que volteó a verlo
avergonzada, y con las pupilas dilatadas.
Ella la tomó, levantándose del suelo para corresponderle con una sonrisa.
—Muy ocupada besando al suelo.
—Oh, ¡Qué afortunado es! Espero correr con su suerte algún día—se burló, tomando los libros de la
chica del piso—. Ahora que estoy aquí, y si al suelo no le importa ¿Te molestaría si te acompaño a
clase, señorita distraída?
Jungkook les veía desde abajo; estaban ligando descaradamente frente a él sin preocuparse siquiera
por su presencia. Eran la situación más heterosexualmente cliché que alguna vez vio, y le resultaba
incómodo. (Claro. Todos ignoren al chico en el piso) Pensó. Se levantó impulsivamente, decidido a
separarlos.
—Sí, claro que le molesta. —Dio un paso al frente, empujando al castaño oscuro—. Un tipo
acosador que se refiere a ella como "ardiente" con sus amigos y que además la sigue es una molestia
obvia.
—¿Y a ti qué te importa? —dijo Seokjin por impulso, y molesto por su intromisión.
—¿Qué? —Sunhee volteó a verlo confundida.
—Es un chico demasiado sociable, todas los saben. Y ni hablar de cómo trata a las demás chicas,
digo, tampoco tiene derecho a acercarse a ti cuando apenas lo conoces.
Ella agitó la cabeza sin entender las palabras de Jungkook, pero encontrando algo de verdad en
ellas.
—¿Jin? —inquirió en busca de una justificación.
Seokjin se quedó mudo un par de segundos antes de reconocer a Jungkook, entonces dijo—: ¿No
deberías estar drogándote en el estacionamiento?
—Terminé hace un rato, ¿Quieres un poco? —desafiante ante sus palabras.
Taehyung regresó por el pasillo en busca de Jeon solo para encontrarlo a punto de ser golpeado.
El Kim mayor notó a su hermano a la distancia y desistió ante sus latentes deseos de escarmentar al
chico.
—Las clases de cerebritos están por allá —señaló en dirección a Taehyung—, ¿Por qué no vas y te
fumas uno o dos libros con el resto de los niños pretenciosos?
Antes de que Jungkook pudiese contestar, ella lo hizo.
—Sí, tienes razón, deberíamos irnos. Nuestras clases de cerebritos pretenciosos nos esperan. —
Tomó del brazo a Jungkook, pero ésta vez no ocurrió ningún cambio. Su figura esbelta y joven se
quedó permanente ante Jeon.
—No, no, no. No me refería a ti, yo...
—Te veré después, chico.
—Sí, chico. Te veremos después —se jactó. El muchacho no pudo evitar sonreírle victorioso a
Seokjin.
Esa larga coleta oscura fue visible para el mayor cuando ella comenzó a caminar lejos de allí,
tirando del suéter que Jungkook traía.
Ambos se movieron por el pasillo hasta llegar a donde Taehyung les había estado observando.
Siguieron caminando ahora los tres juntos.
—Este busca pleitos es tuyo, ¿Cierto? —dijo. Jungkook pasó su vista de él a ella repetidas veces.
¿Eran amigos?
Taehyung se rascaba el cuello nerviosamente. —Él... está recién llegado de Corea. —Ni siquiera
estaba seguro de su nacionalidad, solo la supuso por las palabras que se le escapaban a veces.
—Y... ¿es uno de nosotros? —Cruzada de brazos elevó una ceja, curiosa.
—Por supuesto que sí. Lamento si te asustó, es un poco tonto, impulsivo y estúpido. ¿Ya dije tonto?
—Sí, Tyler. Ya dejaste en claro lo imbécil que soy.
La risa de ella era melodiosa, y el momento en el que apareció fue glorioso; Jungkook se sintió
confortado cuando escuchó ese sonido que tanto amaba. Tan sublime que lo hizo sentir como un
niño.
Ella le sonrió extendiendo una mano hacia él.
—Lee Sunhee, encantada.
La tomó complacido, nunca había visto una sonrisa tan resplandeciente en su madre.
Sentía que estaba ante una gran maravilla de la humanidad, una que conocía, pero no con tanta
intensidad.
"Rápido, coartada, dile que te llamas Jackson o algo". Pensó Taehyung. Estuvo a punto de
interrumpir cuando el pelinegro le ganó.
—Jeon Jungkook, un placer.
"Ah, mierda. Su cabeza sí se dañó. Qué imbécil".
Una parte de él no podía creerle, otra estaba segura de que cada vez que Jungkook abría la boca la
jodía más y más. Así que Kim se sentenció a sí mismo por dejarlo solo.
La pelinegra le sonrió en paz, antes de empujar la puerta del salón y entrar en él, dejándolos solos
en el pasillo.
—¿Dónde estabas? —preguntó Taehyung susurrando—. Creí que estarías siempre junto a mí, y
justo cuando volteo, nada, desapareces e inicias una pelea contra satán.
Ignorando sus reproches—¿Por qué no me dijiste que conocías a mi madre? —dijo con el mismo
tono.
—No sabía que era tu madre, genio.
—¿Desde hace cuánto la conoces?
—Llegó aquí a principio de semestre. Y aparentemente yo soy la única persona además de mi
hermano que habla coreano fluidamente en toda la escuela, se podría decir que somos... amigos.
Bingo, era todo lo que necesitaba saber. Se sentía atrapado en una de esas películas adolescentes de
ciencia ficción que todos conocen, y para joderlo más, él tenía el papel de chico extranjero odioso.
En su año él era genial, pero aquí, parecía ser ese tipo idiota con complejo de superioridad del cuál
él normalmente se burlaría.
Y no quería serlo; pero su boca se movía sola, además de que no razonaba con claridad.
Aparentemente su sentido común ya se había despedido de él. Definitivamente, no estaba pasando
un buen momento.
Siempre le gustó la sátira a ese país, pero no era divertido si él era parte de ellas.
Toda su desgracia era una gran sátira porque era absurda, solo faltaba que empezara a sonar la
canción del momento y que su madre se enamorara de él. Sería muy predecible, y podrían
demandarlo por eso. Agitó la cabeza.
Pero solo para asegurarse de no tener que dar regalías sobre su tragedia, era obvio que su madre no
se enamoraría de él. Además, no podía decirlo en voz alta; pero tenía un marbete imaginario en la
frente que decía: "No heterosexual". Así que definitivamente, eso no pasaría.
—¡Es magnífico! Eso me da más oportunidades de separarlos. —No pudo evitar abrazarle,
Jungkook rodeó completamente al castaño atrayendo su cuerpo hacia él. Sus frentes chocaron en el
acto.
—¡Auch! Eso dolió, idiota —le reprochó viéndole con molestia.
Detrás de ellos, otra persona carraspeó con la garganta causando que se separasen.
—El señor Kim y el niño nuevo, ¿Piensan entrar a clase?
El maestro le vio extrañado, administración le había trasladado hasta hace unos instantes el informe
del alumno nuevo. Lo cual era inusual, porque ya había comenzado el semestre.
Y Taehyung se auto felicitó mentalmente por lo convincente que podían llegar a ser sus
falsificaciones, hasta pensó que podría dedicarse a eso. Es decir, él sabía cómo funcionaba
exactamente el intercambio, lo habían hecho ordenar muchas veces esos expedientes en detención.
Así que esperaba no haberse desvelado en vano.
Ese estereotipo del nerd indefenso en realidad no encajaba con él. En el fondo sabía que quizá
jamás sería científico; pero, definitivamente, tenía mucho futuro como criminal.
Las familias anfitrionas siempre iban al aeropuerto por los chicos del programa estudiantil. Así que
no sería sorpresa para los maestros que Taehyung, el supuesto anfitrión, apareciera con los
documentos del recién llegado. Cerró los ojos por un segundo en el que dejó su vida en manos de
Newton, y esperó lo mejor.
—Sí, sí. El nuevo... —murmuró Taehyung empujando al otro para que avanzara.
Ambos asintieron y se adentraron en su salón de clases. Todo parecía preciso, tanto que Jungkook
comenzó a pensar que arreglar su destino sería mucho más fácil de lo que creyó.
Sí, todo estuvo bien hasta que notó que estaba dentro de una clase de álgebra avanzada. Suspiró
acomodándose junto a Taehyung en dos escritorios en el fondo del salón, después de todo, qué era
un pequeño sacrificio por una gran recompensa.
El castaño a su lado sacó su libreta de apuntes y tachando sus antiguas anotaciones comenzó a
actualizarla.
Jeon Jungkook: el tiempo y la electricidad ¿Estática?
El sujeto presenta constantes mareos producto del cambio de espacio en su entorno.
Su campo de visión se divide entre sus recuerdos (la realidad a la que pertenece) y la línea de
tiempo actual.
Su memoria es buena, al igual que su habilidad para utilizar el sarcasmo; lo cual evidencia que su
capacidad cerebral se encuentra en óptimas condiciones.
Fue causante de una sobrecarga en una lámpara menor a doce voltios.
Volteó a ver al pelinegro, su rostro parecía completamente perdido mientras mantenía su atención
clavada en el pizarrón y el maestro que audaz planteaba un nuevo problema.
Mordió su lápiz por milésima vez en el día antes de escribir:
Posee múltiples lunares en el cuello, piernas y rostro. Uno específicamente notorio bajo su labio
inferior, lo que le da un aspecto peculiar cuando sonríe.
Su sonrisa es bonita.
Cerró su libreta de pronto y agitó la cabeza. Todo esto no podía ser más extraño; al menos no para
Taehyung.
CAPITULO 3
03

148 días antes de.

Las manecillas del reloj suben y bajan, moviéndose en constante ritmo con el tiempo.
Sin detenerse, sin vacilar sobre la vida que se escapa a cada segundo.
—Profesor, necesito que me escuche. —El joven aprendiz tragó con fuerza antes de adentrarse en
aquella oficina. Temeroso del aspecto desquiciado de su mentor.
Su ojo izquierdo se cerraba constantemente, como si hubiese desarrollado un tic nervioso. Cientos
de papeles arrugados decoraban el piso, acompañados por colillas de cigarrillos pese a que se
supone que no deberían de fumar en un espacio tan cerrado y pequeño.
El ron estaba frente a él, media botella parecía no ser suficiente para aliviar sus penas, para callar
las voces en su cabeza que le reprochaban.
¿Qué había salido mal? La ecuación era correcta, la cantidad de energía era perfecta, la profundidad
era ideal. Entonces, ¿Por qué habían sufrido una sobrecarga?, ¿Cómo es que el pararrayos no
funcionó? La tormenta debería haberlo ayudado a crear el vórtice; pero nada había sucedido.
—Necesito tiempo para encontrar el error, déjame solo, Park —dijo el moreno tomando un
profundo trago directamente de la boquilla y arrugando el gesto ante el sabor del licor.
—Por favor, usted está muy ebrio. Necesita descansar. Además...
—Basta, vete de aquí.
—Profesor, si me dejara explicarle...
—¡Dije que necesito encontrar el error, maldición! ¿¡Dónde está, Jimin!? ¿¡Dónde!? Es el trabajo
de mi vida, y no tengo ni la menor idea de dónde me equivoqué.
Golpeó el escritorio con rudeza, desquitando toda su frustración. Namjoon había tenido muchos
fracasos en su carrera, pero ninguno comparado con este, sus años de investigación se habían ido al
carajo. O al menos eso pensó, eso debió pasar.
—Profesor —tragó temeroso—, la cuestión aquí es que... no hay ningún error.
El moreno volteó a verlo sin entender lo que pasaba.
—¿Qué intentas decir?
—El radar del lago comenzó a funcionar. Significa que el vórtice está allí, profesor. Lo logró...
—Tengo que verlo por mí mismo.
—¡Eso no es todo! Espere...
Se levantó rápidamente, en un impulso por confirmar las palabras del muchacho, sin siquiera
detenerse a analizar su mirada de preocupación, o en realidad, de miedo. Sin darle tiempo de
explicarle lo que había pasado.
Ambos corrieron por los pasillos del pequeño edificio, apresurados hasta llegar a la sala de control
del laboratorio. Entraron abruptamente; el corazón de Kim Namjoon casi dejó de latir cuando el
sonido del radar que indicaba una concentración de electricidad en el centro del lago apareció.
Era real, había logrado crear una brecha hacia otro punto del espacio. Pero no, él estaba equivocado,
y su esperado vórtice no funcionaba, o al menos no lo hacía del todo.
—¡Maldición! ¡Este es, el avance más significativo de la física en la década! —Su emoción era
evidente, comenzó a levantar los brazos en señal de victoria. Pero era el único que parecía estar
feliz—. ¿Qué pasa con esas caras largas, muchachos? ¡Lo logramos!
Todos se veían entre sí, como intentando encontrar la forma de dar malas noticias. Jimin, su pupilo,
se acercó a él y tratando de mantener la calma comenzó a explicar.
—Profesor Kim, tenemos un problema. Uno grande.
—¿Qué clase de problema? —Su corazón sonaba con fuerza, el retumbar de su pecho creció hasta
enmudecer el lugar.
—La noche de la tormenta, algo salió del vórtice.
—¿¡Qué!? ¿A qué te refieres con "algo"?
—Dije algo porque... —su mirada estaba llena de desesperación —no sabemos qué fue lo que
atravesó la grieta.
—No hay porqué alarmarse, probablemente fue una roca del fondo del lago o basura proveniente
del otro lado del agujero.
—Pues esa basura emitía ondas de calor, el sensor captó la presencia de un cuerpo en el lago y otro
más en la orilla. Ambos se movían eran...
—Seres vivos —declaró comenzando a sudar.
—Quien estaba afuera del lago se llevó consigo lo que salió de allí. O peor... quizá fue atacado por
eso.
Namjoon se quitó los anteojos y masajeó el puente de su nariz entre sus dedos pulgar e índice.
—Necesito que lo encuentren. Usen el sensor, nos guiará hasta donde esté.
—¿Cómo hacemos eso? —dijo otro de los aprendices.
—Si atravesó el agujero significa que una gran cantidad de electricidad se adhirió a su cuerpo,
creando una coraza para protegerlo.
—Profesor... —Intentó decir Park.
—No debe de estar muy lejos, si está dentro de los próximos cinco kilómetros podremos detectarlo
sin problemas. Sigan su rastro y tráiganlo al laboratorio.
Jimin levantó la vista por primera vez en horas.
—No tenemos ni idea de lo que está allí adentro, profesor o a dónde lleva ese vórtice. Es muy
peligroso acercarnos tan a la ligera.
El moreno sabía que el joven tenía razón; pero no tenían tiempo. Estaban corriendo a ciegas.
—Lo sé, pero no podemos dejar que esté suelto por la ciudad. Porque lo que sea que haya salido de
allí, probablemente no sea humano.
Todos en el laboratorio estaban aterrorizados sin saber que lo que había emergido de la brecha no
era más que un adolescente con complejo de superioridad.
El destino de Namjoon había cambiado porque se suponía él debía enloquecer cuando su
experimento fracasara; pero ahora la realidad era diferente. Él formaba parte de una nueva línea de
temporal.
Su mirada se tiñó de incertidumbre. Había fantaseado tantas veces con ser pionero en la ciencia;
pero ahora no estaba seguro de lo que había hecho. Su experimento buscaba transportar materia
entre distintos puntos en la tierra, pero esto iba más allá.
No, Namjoon no sabía lo que había creado. Después de tanto tiempo tentando al universo, este le
respondió diciendo que se jodiera.
Así que mierda, necesitaría una o dos botellas de ron más para encontrar una solución.
—Oye, Taehyung. ¿Por qué tus cejas son tan extrañas?
—¿Siquiera estás prestando atención a lo que digo?
—¡Lo siento! Pero demonios, reprobé matemáticas dos veces seguidas, ¿Y tú quieres que estudié
álgebra avanzada? Estás demente.
—Si no cooperas van a sacarte de mi salón, no podré analizarte bien y no podré hacer
absolutamente nada para regresarte a tu año.
Jungkook soltó aire pesadamente, el cerebrito tenía razón. Ambos estaban sentados en el llano de la
escuela antes de que empezara la jornada escolar.
Había llegado hacía algunos días a ese lugar y aún no tenían avances. Lo único que habían logrado
era hacer estallar otras cinco lámparas con la electricidad de su cuerpo e incomodar a Seokjin en la
cena.
Porque sí, Taehyung y él habían montado un número de actuación en la casa del castaño en donde
Jeon les hablaba sobre su intercambio estudiantil y lo mucho que adoraba este país. Pura basura,
pero bien, ahora tenía un lugar cómodo donde dormir, deliciosas comidas y a su futuro padrastro
con la bilis a rebosar por tener que pasarle la salsa a
Jungkook, el nuevo miembro de la familia Kim.
—¿Por qué tienes que tomar clases estúpidas con los extranjeros? No entiendo nada sobre esta
escuela, sabes. Deberías estar con los demás chicos de último año, ¿No?
—La escuela recibe decenas de estudiantes de intercambio cada año, todos prodigios. Ellos toman
cursos especiales dependiendo del programa universitario al que aplican. Esas son las clases que
están a mi nivel. Los preparan para ir a buenas universidades.
Rodó los ojos, el chico también era un egocéntrico. —¿Y los demás? ¿Los chicos normales?
—Pues, ellos tienen la experiencia normal de la preparatoria con materias regulares, sexo y mucho
alcohol.
—Esa mierda nunca pasa, no mientas.
—Bien, eso es lo que mi hermano dice. Así que debe ser un cincuenta por ciento cierto.
—¡Entonces suena perfecto para mí!
—Para tu mala suerte, yo necesito enfocarme en mis cursos. Y ya que eres mi experimento
personal, tienes que quedarte conmigo.
—Oye, ahora que lo pienso. ¿Qué hiciste para hacerme entrar a tus clases? ¿No se supone que los
maestros debían llevar el control o algo?
Se encogió de hombros. —Falsifiqué tu expediente y le envié tu transferencia por fax a Doris. Nada
fuera de lo común.
—¿Eso significa que falsificas cosas con frecuencia? Espera, ¿Ya existe el fax? — Ladeó la cabeza
—. Y-y ¿Quién demonios es Doris?
—En primer lugar, esas son demasiadas preguntas. Segundo, es 1986, no 1956. Y tercero, Doris es
la secretaria del director, ella te agregó a la lista de intercambio.
—¿Por qué hablas con ella? —Frunció las cejas confundido.
—Almuerzo con ella. Además, me debía un favor.
—No puede ser que digas eso. ¿No tienes ningún amigo además de Doris?
—Solía ser muy cercano a la enfermera; pero aparentemente tiene una especie de amor platónico
conmigo, y yo no quiero problemas.
Jungkook intentó no reírse, pero terminó haciéndolo. En realidad no le sorprendía que el castaño
tuviera un séquito de mujeres mayores.
—¿Hablas con alguna otra chica? Es decir, ¿Chicas de tu edad? —dijo con gracia. Recargando su
peso en ambos brazos.
—No hace falta, es...
Antes de que el castaño terminase de justificar su poca interacción social, otra persona se acercó
para hablarles.
—Kim, Jeon, ¿Qué hacen aquí tan temprano? —SunHee apareció sujetando el tirante de su bolso.
Ella sabía perfectamente que Jungkook era huésped en la casa Kim, por eso no le sorprendía
encontrarlos juntos. Lo curioso era ver que estaban a tiempo en la escuela.
Después de que Taehyung lo reprendió por usar su nombre real intentaba mantenerse alejado de
ella; pero en el fondo él era, aunque lo negara, un gran "niño de mamá". Y no podía evitar sentirse
feliz cuando la veía.
—La secadora de cabello de Seokjin no nos dejaba estudiar tranquilos —dijo Jungkook ganándose
una sonrisa de ella.
—Hablas como si no te agradara. ¿Por qué eres tan malo con él? —dijo, aún riendo. (Porque es un
narcisista de mierda que se come mi cereal, te besa frente a mí y además usa el aromatizante de
lavanda que detesto) pensó.
Le mostró una sonrisa forzada.
—Yo no le agrado y él a mí tampoco. Es un odio mutuo.
—Lo conoces de apenas unos días, dale tiempo. Ya verás. —El primer timbre sonó, dando la
indicación de que era hora de entrar a clases.
—Créeme, lo conozco bastante bien —masculló arrugando la nariz.
SunHee hablaba sin desvanecer su sonrisa, algo que la versión que Jungkook conocía de ella había
dejado de hacer.
—Como sea —dijo—, me tengo que ir. Los veré más tarde en clase, chicos. —Se volteó
específicamente hacia Taehyung quien había permanecido callado los últimos cinco minutos y tocó
suave su nariz—. Cierra la boca, Kim. Hay moscas.
Taehyung reaccionó moviéndose hacia atrás y riendo nervioso, como avergonzado.
—Sí, yo, te veo después —alcanzó a decir antes de que ella comenzara a caminar.
Una vez lejos, Jungkook le dio un golpe en el estómago al castaño.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó viéndolo con desaprobación.
Cuando finalmente recuperó el aliento comenzó a reprocharle. —¿¡Por qué me golpeas!?
—Estabas babeando por SunHee, imbécil. Hasta ella lo notó.
—¿Disculpa?
—¡Tenías un cartel con la descripción "Te amo" en la frente! ¿Qué te sucede?
—¿Cuál es el problema?
—¡Ella es mi madre! ¿Recuerdas?
Taehyung se rascó el cuello, poniéndose de pie.
—Deja de actuar como niño celoso de preescolar, ¿Quieres?
Le imitó. —¿Te gusta ella? ¿Te gusta mi hermosamente joven y perfecta madre?
—Es perturbador que digas cosas como esas. —Inhaló con fuerza—. Sí, ella es bonita.
¿Y qué? Te recuerdo que tu padrastro es Seokjin, no yo. Lo que significa que quien le gusta es él,
así que yo no soy una amenaza para tu complejo de hombre de la casa.
—No puede ser que te guste, me ofendes.
—Déjame en paz, no es como si yo tuviera una oportunidad con una chica como ella.
Jungkook se cruzó de brazos y ambos comenzaron a caminar.
—Está bien, pero para sentirme más tranquilo necesito que me veas —demandó, parándose frente al
castaño—, mírame fijamente.
—¿A dónde quieres llegar con esto? —Lo hizo acercarse a él tomándolo de los hombros. Taehyung
tragó con fuerza cuando el pelinegro deslizó su lengua momentáneamente.
—¿Ves esta sonrisa? —dijo sonriendo exclusivamente para él, con su calor cercano y latente—. Es
idéntica a la suya, ¿O no? Mis ojos, mis labios y cada parte de mi rostro lucen como los suyos. Yo
soy ella.
—Eres un imbécil, Jungkook. —Lo empujó lejos agitando la cabeza para seguir caminando.
Las pequeñas descargas que el pelinegro provocaba al contacto con su piel le hacían retroceder
cuando estaban demasiado cerca. Como si la energía dentro de Jeon quisiera adherirse a él erizado
cada centímetro de su piel, y cada poro al tocarlo, en una sensación inexplicable que recorría toda la
espina dorsal de Taehyung.
Soltó una carcajada. —Cada vez que pienses de forma inapropiada sobre ella estarás pensando en
mí también.
—Esa es una imagen mental que no quiero, cállate de una buena vez.
—Aléjate de ella. O asumiré que yo también te gusto.
—No importa lo parecidos que luzcan. SunHee es linda y tú eres una versión muy lenta e irritante
de ella.
Presionó su pecho fingiendo dolor.
—Soy su versión mejorada. Alto, encantador y guapo.
—Oh, haces que me derrita, Jungkook —se burló de él restándole importancia a sus actitudes. Era
como estar con su hermano todo el tiempo.
—Te lo advierto, no te acerques demasiado a ella o tendré que besarte para que borres esas ideas de
tu cabeza.
Apretó los ojos. —Gracias por arruinar la linda imagen que tenía de mi única amiga.
—Fue un placer —dijo sonriéndole con descaro.
Se acercaron tranquilos a su salón, entraron siendo de los primeros en aquel lugar, y se movieron en
busca de un espacio para sentarse.
Taehyung estuvo a punto de acomodarse al lado de SunHee hasta que una voz llamó detrás de ellos.
—Oye, Jeon. Necesito que vengas acá —demandó su maestro. Los dos chicos se vieron
confundidos entre sí, regresando sobre sus pasos—. Dije Jeon, Taehyung, ve a tu lugar.
El castaño bufó inconforme, y tomó lugar en el primer asiento.
—¿Hay algún problema?

El hombre volteó a verlo mientras ordenaba varios papeles sobre su escritorio, inerte.
—¿Qué tal tu primera semana aquí?
—Pues...ha sido todo muy interesante. —(La misma mierda escolar de siempre, pero sin internet.)
—Seré directo. Verás, sé que vienes de una importante escuela en Seúl. Pero... no parece que
nuestro programa académico sea lo tuyo.
—¿Qué intenta decir con eso? —Su mirada se llenó de confusión. ¿Podía estar más jodido de lo que
ya estaba?
El castaño metiche detrás de ellos que hacía un gran esfuerzo por escuchar cerró los ojos. Esto era
malo.
—Tranquilo, estuvimos leyendo tu expediente y el resto de los maestros y yo concordamos en que
quizás estarías mejor tomando clases regulares. Además de que nuestro programa deportivo sería
ideal para ti.
Jungkook asintió sin entender, ¿Qué tantas mentiras había escrito Taehyung sobre él?, O qué tanto
sabía. Sin duda alguna tenía que leer ese expediente.
—He estado un poco distraído. Sé que doy la talla para estar aquí.
—Jungkook, lo siento. El cambio está hecho —dijo entregándole una hoja—, éste es tu nuevo
horario. Pero tranquilo, seguirás compartiendo clases como historia y español con el resto de tus
compañeros de intercambio durante tu estadía.
Taehyung le veía resignado, pero a menos que quisieran levantar alguna sospecha no le quedaba
más que hacer lo que le pedían. Jeon suspiró tomando el papel, y se dio la vuelta para salir del
salón, no sin antes maldecir mentalmente.
Realmente esperaba que el castaño encontrara pronto la forma de hacerle regresar al futuro.
Extrañaba ir a la escuela dos veces por semana fingiendo enfermedad y su iPod.
Esto era realmente agotador.
Caminó buscando el salón 103 por un par de minutos, y cuando finalmente lo halló abrió la puerta
con lentitud para adentrarse cautivando las miradas curiosas de todos.
—¿La clase del señor Blake? —cuestionó cuando tuvo la atención del catedrático.
—¡Oh! Tú debes ser mi nuevo lienzo en blanco, me dijeron que vendrías. ¡Pasa adelante, pequeño!
Bienvenido a clase de economía.
Jungkook fingió una sonrisa. Ese tipo lucía más como un vendedor ambulante que como un maestro
por su aspecto desaliñado, era la contraparte del dictador que decía ser maestro de Taehyung.
Bueno, al menos estaba con la gente promedio, otra vez.
Avanzó entre los escritorios; tropezó ligeramente cuando sus pies se enredaron con una mochila en
el suelo. Chasqueó la lengua molesto y volteó para encarar a su dueño, quien había intentado
hacerle caer, pero su mirada chocó con la Seokjin que le devolvió una sonrisa malévola.
Genial. Lo último que le faltaba era tener que compartir su aire con ese tipo. Apretó la mandíbula
mientras los demás reían por lo bajo. Siguió caminando hasta el fondo del salón al visibilizar un
escritorio libre.
Se sentó; sacando uno de los cuadernillos que Taehyung le había entregado para anotar en clase y
un lápiz, comenzó a trazar líneas sin siquiera prestar atención.
Cada vez que cerraba los ojos podía ver luces y líneas, podía volver a sentir el dolor en su vientre
como si fuese un remolino que le succionaba. Necesitaba expresar lo que había visto, desde el vacío
que le atravesó hasta los rayos y la lluvia.
—Oye, nuevo. ¿Qué haces aquí? ¿No eras uno de los niños listos de intercambio? —Otra persona le
observaba atento a sus malos trazos.
Levantó la cabeza; el chico tenía una camiseta negra a rayas verdes y estaba peinado hacia atrás. No
lucia como el resto de los chicos del lugar, tampoco como Jungkook con su ropa robada. Parecía
más liberal para la época en la que estaban.
—Literalmente me echaron por no ser lo suficientemente listo. Me siento ofendido.
—Bienvenido al club. —El chico rio, extendiéndole su puño a Jungkook. Este captó a que se refería
y chocó el suyo para formar un saludo—. Llámame Yoongi.
—Jungkook —se presentó—. ¿También vienes de intercambio? No pareces...
Su nombre real era Agustus Min, bueno, y de hecho, Agustus era su segundo nombre; pero odiaba
el primero, ni siquiera lo diría. Así que prefería que lo llamaran por el apodo que usaba desde niño.
Negó con la cabeza entendiendo a dónde se dirigía con esa frase. No quería decir que eran racistas...
pero lo eran. Y Min, con los ojos grandes, aunque algo rasgados, y la piel demasiado blanca en
relación a su cabello oscuro, definitivamente se veía extraño.
Sus rasgos físicos siempre lo habían hecho encajar más con los estudiantes de intercambio, que con
los idiotas con los que había estudiado desde jardín de niños en esa comunidad.
—No, me encantaría decir que sí pero yo nací aquí. Mi abuelo vino de Corea hace años.
Tengo el rostro pero no la cultura lastimosamente si sabes a lo que le refiero.
—¿Entiendes coreano? —Jungkook rogó al cielo porqué la respuesta fuese un sí. Porque estaba
cansado de idioma local, fuera de Taehyung, el idiota de Seokjin y su madre nadie más le entendía.
—Ni una maldita palabra. De todas formas, no es como si eso les importara mucho aquí.
—Detesto este lugar, y detesto a la gente engreída —dijo Jungkook, suspirando con fuerza. En el
futuro era más fácil todo, estar en esta época era como tener que encajar constantemente en una u
otra cosa.
En el futuro no tenía que encasillarse en ser algo. Podía ser un vegetariano-ateo-gay- rapero-bailarín
alternativo-punk y aun así encontraría personas como él. Personas que lo aceptaran tan y como
quisiera ser.
Y él, que conocía otro universo, se sentía desubicado.
Era eso y que extrañaba jugar Minecraft.
—Los chicos de clases avanzadas se sienten la gran cosa por tener buenas calificaciones, así como
los deportistas por sudar como locos, son la misma basura.
El chico hablaba duramente viendo a Seokjin y el resto del equipo a un par de metros de ellos.
—Supongo que no eres ninguna de esas dos cosas —dijo observando el cuaderno pautado del otro.
Además de unas pocas notas musicales, había un dibujo bastante bueno de un rostro en el.
—Soy un genio, es diferente. —Negó—. Si necesitas una mano para integrarte a las nuevas clases
no dudes en venir conmigo, y el resto de los artistas fracasados. ¿Está bien?
—Lo haré.
Le sonrió un segundo al pelinegro antes de sentarse correctamente en su escritorio y prestar
finalmente atención a lo que sea que el maestro estuviese escribiendo en la pizarra.
Jungkook pasó las siguientes horas de su vida aprendiendo sobre impuestos, y jugando con la
bombilla del salón.
Cada vez que lograba agitar su respiración la luz parpadeaba, le resultaba cómico, sabía que
Taehyung estaría muy feliz cuando le contara lo que había descubierto, o quizá lo golpearía por ser
así de tonto y jugar con cosas que no entendía.
El timbre sonó. Las personas comenzaron a levantarse, incluyendo a Jungkook que había pasado en
blanco las últimas dos horas.
—¿Qué esperas, Jungkook? —dijo su nuevo compañero, invitándole a ir con él —. Si llegas tarde al
gimnasio te obligarán a subir por la cuerda.
—¿La clase de deportes es obligatoria?
—A menos de que estés en algún equipo o tengas asma, lo es. Incluso los cerebritos deben tomarla.
Quiso bromear sobre eso, pero Seokjin pasó su lado chocando con él accidentalmente, al hacerlo,
Jungkook vio por un par de segundos a su versión mayor. Esa que cojeaba y a la que le era difícil
pararse correctamente.
—Fíjate por donde vas, tarado —le dijo intentando seguir su camino. Su cuerpo juvenil era
perfecto, no se parecía en nada a lo que estaba destinado a ser.
Se alejó de él inmediatamente, cerró los ojos una y otra vez, intentando alejar las ideas estúpidas de
su cabeza; pero no pudo.
Volteó a ver a su padrastro, notó que estaba por salir de la escuela alejándose junto al resto de sus
amigos. Ninguno de ellos se dirigía al gimnasio como él.
—¿A dónde van ellos? —musitó para sí mismo sin ser consciente de que era escuchado por el otro
chico.
Este le contestó. —Te lo dije, el equipo de béisbol usa ese periodo para entrenar porque así pueden
utilizar la hora de almuerzo también.
Él nunca había visto al Seokjin de su época correr o moverse sin cojear, tampoco contener la
respiración por mucho tiempo. Él necesitaba verlo con sus propios ojos.
—Me tengo que ir —dijo Jungkook sin quitarle de encima la vista al castaño.
Comenzó a correr hacia la salida lateral, atravesó la puerta de vaivén. El campo de béisbol podía
verse no muy lejos de allí por lo grande que era y él no dudó en ir tras el grupo de adolescentes
anticuados que se creían geniales, al menos para Jungkook.
Bajó rápidamente las escaleras, aún corriendo para intentar alcanzarlos.
Se acercó a la malla e irrumpiendo en la barrera por la pequeña entrada llegó hasta donde los
muchachos comenzaban a colocarse su equipo de protección. Ni siquiera se habían molestado en
pasar a los vestidores, o es que quizá no tenían unos.
—No sean holgazanes, pierden demasiado tiempo. Es hora de iniciar el calentamiento. Necesito que
sean más rápidos. Diez vueltas al campo antes de comenzar, ¡Ya!
—Sí, entrenador —dijeron al unísono acatando con la orden.
Jungkook desde el borde de quedó admirado de la destreza atlética del otro. Era impresionante, una
imagen que nunca creyó tener de él. Se removió ligeramente celoso pues ahora entendía el interés
de su madre en llevarlo a la jaula de bateo cuando era niño.
Genial, madre. Me llevaste a entrenar por años exactamente el mismo deporte que tu amor frustrado
ama. Eso lleva el fanatismo a un nuevo nivel, pensó.
Aquel hombre pasado de peso con un silbato en el cuello notó la presencia de Jeon que parecía
querer inmiscuirse en el campo.
—¿Se te perdió algo, niño? —llamó irreverente. Alzando una ceja porque evidentemente él no
pertenecía a ese lugar, aunque no tenía idea de cuánto.
Estaba atrapado en ese año por algún tiempo. No sabía lo que estaba haciendo, pero si Jungkook no
podía cuidar a su madre, al menos haría que Seokjin se alejara de ella por su propia voluntad.
—Quiero entrar al equipo —dijo directo. Después de todo, no era como si su futura vida fuese a
arruinarse por un par de carreras. ¿O sí?
El hombre soltó una carcajada sonora llamando la atención del resto del equipo, que curiosos, se
acercaron a la escena siguiendo a su líder de hombros anchos.
—¿Tú? —Negó con la cabeza—. Por favor muchacho, ni siquiera sé quién eres. Además, la
selección de jugadores fue hace más de un mes.
—Soy un excelente bateador, uno tan bueno que usted se lamentará si no me tiene en su equipo.
Alzó una ceja, y dio un paso al frente.
—La confianza no es buena si te vuelve arrogante.
—Déjeme demostrarlo, le prometo que no se arrepentirá.
El entrenador sonrió burlonamente. ¿Qué sucedía con ese niño? Sólo estaba buscando avergonzarse
a sí mismo. Lo meditó un par de segundos, uno de sus chicos estaba en el hospital, si en realidad él
era tan bueno como decía, no les vendría mal un nuevo jugador. Y si era terrible, al menos podrían
burlarse al verlo fallar.
—Calienta un poco, luego ve por un casco y un bate. Intenta no lastimarte demasiado las manos,
niño —cedió finalmente, indicándole en dirección del equipo de seguridad.
—Lo haré —dijo victorioso.
El resto de los muchachos se veían entre sí y se preguntaban qué demonios pensaba el entrenador.
El mayor de los hermanos Kim se removió molesto, a él le había tomado meses de trabajo duro
conseguir un lugar en ese equipo, ¿Y a este tipo Jungkook le daban una oportunidad así de fácil?
Debía ser una broma.
—Seokjin —llamó—. Serás el pitcher. —Una sonrisa malévola fluyó entre ambos, quizá esto podía
ser entretenido—. El resto de ustedes vayan a sus puestos.
Quizá ya había sucedido una vez, Jeon no descartaba la posibilidad de que la historia se estuviera
rompiendo, y que cada una de sus acciones dañarán algo, no era tan estúpido como para ignorarlo;
pero, al final, él no era más que un incrédulo.
Jungkook era temperamental, como cualquiera de su edad, y más que eso, no le molestaría joderse
con tal de hacerle sentir, aunque sea una pizca de la impotencia que él a Seokjin. Los adultos
siempre lo trataron como alguien incapaz de pensar por sí mismo, al menos aquí, estaban al mismo
nivel, y eso de sentir que eran iguales, le divertía mucho.
Jugaron un par de carreras sin él. Jungkook se acercó a la línea inicial después unos minutos. Se
acomodó su casco y pese a que la falta de guantes hacía que se le deslizara el bate lo sujetó con
fuerza.
Todos le veían con curiosidad. Jungkook respiró profundamente cuando se situó entre el receptor
quien era un chico rubio y el lanzador, ese que le veía como carnada, su flamante padrastro
adolescente.
Era momento del primer tiro. Seokjin proyectó la trayectoria de su lanzamiento, sintiéndose
superior de alguna forma, pues su récord de enviar jugadores a la banca estaba intacto desde hacía
casi dos años ya. Así que Jungkook no duraría mucho en su campo. No tenían corredores, eran solo
ellos dos.
Levantó ligero una pierna y con un movimiento de su brazo envío el primer lanzamiento.
Jungkook intentó llegar a la pelota, sin éxito, estaba demasiado oxidado y el castaño era muy
rápido.
—Strike uno —gritó el receptor enviando la pelota de regreso. Seokjin sonrió viendo fijamente a
Jeon, esto era bastante satisfactorio.
Repitió la bola rápida, su mejor tiro, y una vez más la pelota terminó en la zona diamante, en manos
del receptor que intentaba contener la risa al escuchar refunfuñar a Jungkook.
—Strike dos. Uno más y el bateador está fuera.
Era muy difícil cachar un lanzamiento de Seokjin, todos en el equipo lo sabían, esa era la razón que
les hacía venerarlo. Así que no les quedaba más que callar y disfrutar del espectáculo.
Jungkook cerró los ojos por un momento. Si creían que Kim iba a ganarle estaban muy
equivocados. Sujetó con fuerza la madera en sus manos y se mentalizó.
La trayectoria de la pelota sería la misma. Seokjin lanzaba con un patrón rápido pero predecible,
sólo tenía que batear justo cuando el otro moviera sus brazos de regreso.
Y eso hizo.
El sonido del golpe que provocó la pelota colisionando contra la madera fue casi tan fuerte como el
de los alaridos de asombro que soltó el resto del equipo, y el entrenador.
—¡Corre, niño, corre! —gritaron varios de los atletas. Jungkook soltó el bate sorprendido de la
fuerza de su impulso, comenzando a correr alrededor del campo.
—¡Atrapa la pelota, Seokjin! ¡Sácalo de allí! —dijo ahora el entrenador quitándose la gorra al ver la
esfera volando muy alto en el cielo. El castaño se movió a zancadas mientras el sol le encandilaba.
Jungkook llenó sus zapatillas robadas de tierra, y corrió con tanta fuerza, como si quisiera mover el
suelo con los pies. Pasando de primera a segunda base en poco tiempo mientras la pelota seguía en
el aire.
—Lo va a lograr... —masculló uno de los muchachos mientras el bullicio exterior se hacía más
fuerte.
El timbre que marcaba el almuerzo había sonado; jóvenes que preferían pasearse por los alrededores
de la escuela antes que comer comenzaron a salir de las salidas laterales solo para ver un
espectáculo digno de ser recordado.
Taehyung tenía su libreta en la mano. Entre ser el único en resolver las doscientas incógnitas en
álgebra y de entregar un justificante médico falso al profesor de gimnasia para evitar la clase, había
tenido suficiente tiempo para poder desarrollar su primera hipótesis experimental minuciosamente.
Necesitaba látex, una bombilla, un imán y un Jungkook.
Tenía todos los materiales, pero ¿Dónde jodidos estaba el pelinegro? Creyó que lo encontraría en el
gimnasio y podría burlarse un poco de él mientras medía su respiración; pero no. Le había perdido
la pista entre periodos y ahora vagaba por toda la escuela buscándolo.
Estúpido Jeon Jungkook, pensó. Después de todo, él era su conejito de laboratorio, debía quedarse a
su lado. ¿Quién se creía para dejarlo solo?
Las personas hablando y la plena algarabía le llevaron a centrar su vista a través de la malla que
rodeaba al rudimentario campo.
—Oh, mierda —dijo antes de parpadear como un lunático y brincar mientras buscaba llegar hasta la
multitud tropezando en el intento.
—¿Quién es él? —escuchó preguntar a un grupo de chicas riendo con complicidad mientras veían
curiosas a Jeon.
—No lo sé, pero se nota que tiene piernas fuertes —respondió otra de ellas con tono sugerente.
Era una carrera completa, Jungkook avanzaba con gran agilidad cautivando a su repentina
audiencia.
Estaba muy cerca de la última base, Seokjin alcanzó entonces la pelota en el aire y se dispuso a de
volvérsela.
La lanzó al pelinegro en un breve instante en el que creyó haberlo sacado del juego; pero este ya se
había deslizado los últimos metros. Barriéndose en el suelo con sus brazos y piernas hasta llegar al
diamante.
Su pie alcanzó a tocar el plato antes de ser atrapada la pelota.
Jungkook tenía los ojos cerrados; perdiéndose el glorioso momento en el que Seokjin frunció el
ceño molesto.
—¿Lo logró? —gruñó quitándose la gorra y acercándose a la pérgola.
—¿Lo logré? —se dijo Jungkook a sí mismo. Aún en el suelo y lleno de tierra. El lugar era bastante
simple comparado con los campos sintéticos que él conocía.
—Lo logró —declaró Taehyung contra la malla, perdido en aquella sucia espalda y su oculta
habilidad.
"Maldita sea" Pensó Taehyung al darse cuenta de la gran cantidad de personas que veía a Jeon.
"Estamos jodidos".
No dudó en sacar un lápiz de su bolsillo y abrir su libreta para anotar cada detalle de su desempeño.
Las personas afuera comenzaron a aplaudir, como si no fueran metiches que se habían acercado a
ver. Jungkook se levantó sonriendo victorioso, levantó las manos con grandeza antes las muestras
de admiración y volteó para sonreírle a las chicas que gritaban por saber quién era.
Pero se encontró con unos ojos avellana que le veían molestos, y cuyo dueño tenía los brazos
cruzados mientras negaba. Su expresión era diferente, destacando más de lo que se imaginaba a la
luz del sol.
—Parece que tienes buena suerte. —El entrenador le extendió su mano como símbolo de respeto.
Jungkook quiso quedarse a restregarle su triunfo a todos; pero no tenía mucho tiempo.
No cuando sabía que Taehyung iba a sermonearlo.
—No es buena suerte entrenador, es talento —dijo mientras reía.
Sin darle tiempo de responder corrió hacia afuera del triste campo mal conservado. Varias chicas se
escandalizaron a medias al verlo correr hacia ellas; pero cuando Jungkook se precipitó a arrastrar a
Taehyung de la cintura y taparle la boca no fueron las únicas en verlos confundidas.
Seokjin entrecerró los ojos mientras veía a su hermano y al idiota ese alejarse de allí, su ego ardía
demasiado, tanto que lanzó su gorra al suelo y colocó ambas manos en su cintura.
¿Qué rayos era Jeon Jungkook?
Una vez lejos de todo el alboroto, el pelinegro soltó a Taehyung, este se arregló los anteojos y le dio
un golpe con la libreta.
—¿¡Qué parte de "no llames la atención" no entendiste!?
—¡Lo siento! ¡No pude evitarlo! Intenté contenerme, pero no pude, Taehyung.
—¿No pudiste evitar no ser el centro de atención? Sé coherente, imbécil. Además,
¿Desde cuándo eres tan bueno para el béisbol?
—No lo sé, entreno desde niño. Soy muy bueno con cualquier cosa que no involucre números cada
dos segundos. Deportes, canto, tejer, lo que sea.
—¿Qué eres, un robot o alguna cosa así?
—Si fuera un robot no sería tan sensible a los olores, ni me habría raspado el brazo, obviamente.
Deja de hacer locas teorías.
Taehyung abrió la boca sorprendido.
—¿Estás seguro de que no eres hijo de mi hermano? Es decir, puedes hacer todo lo que Seokjin
hace, y tu actitud es similar a la suya.
—¡Retráctate! —Agitó la cabeza, ¿Su madre no podría haberse acostado con Seokjin, cierto?
¿¡Cierto!? —Si conocieras a mi padre descartarías esa idea, además, yo debería tener unos treinta
años entonces, ¿no te parece?
Taehyung asintió, no tenía sentido. Pero hubiese sido muy entretenido de ver.
—Como sea, exponerte así ante los demás no es bueno. No hagas nada que cree más destinos, o
podrías lastimar a alguien.
Jungkook se sentó en la banca de una mesa metálica adherida al suelo.
—¿Cuál es el problema? Estoy atrapado aquí de todas formas.
Taehyung suspiró pasando una mano por su cabello. El sol lo golpeaba por la espalda, y su silueta
era visible a través de la sombra de la tela, Jungkook se fijó en ello, más de allá de sus regaños y
reproches. Algo le hacía fijarse demasiado en él.
Quizás era obra de la corriente eléctrica que le transmitió, como si lo hubiese unido a él, el imán en
su bolsillo, O quizás la simple y peculiar esencia que provenía de él, era magnetismo puro.
Taehyung se acercó a él tomándolo del brazo, y aunque le dolió por el reciente raspón en este, no
hizo más que fijarse en el brillo de los cristales que protegían sus ojos.
—La historia es una línea recta. Cuando tú regresaste creaste una segunda línea para cambiar la
trayectoria, y si sigues exhibiéndote por todas partes crearás más y más realidades alternas en la
memoria de todos ellos.
—¿Alguna vez te han dicho lo bien que te ves siendo así de paranoico? —dijo sin dejar de mirarlo
—No estoy siendo paranoico —Suspiró sentándose frente a él. Cuando sus manos entraron en
contacto con el metal cerró el circuito entre ambos.
—Solo muy adorable entonces.
—¿Qué pasa contigo, amigo? No puedes decirles cosas como esas a tus mayores, respétame,
quieres.
—¿De cuándo acá eres mayor que yo, Taehyung?
—Soy treinta y cuatro años más viejo que tú, así que cállate. Siempre he sido mayor que tú.
—Tendré dieciocho en septiembre y al menos en esta realidad seré el mayor. Así que llora todo lo
que quieras, pequeño.
Le encantaba molestarlo, y la indignación en su rostro.
Taehyung era por poco más alto, y parecía que un día iba a darle un puñetazo para que se callara
por su serio rostro. Tenía una imagen completamente recatada, masculina, que Jungkook podría
llamar anticuada, pero sería más apropiado decirle ¿Elegante? Además, de que su cuerpo lucía en
prometedor desarrollo sin siquiera ejercitarse. Así que sí, le hacía mucha gracia sentirse mayor que
alguien que aparentemente podría ser mucho más grande que él.
Jungkook sonrió genuinamente; su pecho dolió al recordar que Taehyung en realidad no llegaría
más allá de su cumpleaños.
Había perdido una semana de la vida de Taehyung y aún no sabía qué era lo que desencadenaba su
partida. Necesitaba saber la razón, pero no tenía ni idea de cómo lograrlo, su sonrisa se volvió
lastimera. La idea de pensar que alguien con tanto futuro como Taehyung desapareciera era
devastador.
—¿También notas que esta conversación no tiene sentido, cierto?
—No puedo pensar mucho cuando me miras así.
—Tú nunca piensas, Jungkook.
Con sus cuerpos y la electricidad pura fluyendo entre ambos. Una luz parecía parpadear a su
alrededor.
Una fuerza que apareció del interior de Jungkook, y que en ese momento alimentó su energía
creando un vínculo. Sin saber que aquello no provenía de la electricidad emanando de su cuerpo,
sino de la empatía y la amistad que sin querer apareció.
—Últimamente me haces pensar demasiado, más de lo que me gustaría.
El pelinegro se quedó estático cuando los vellos de su cuerpo se erizaron con levedad.
Taehyung lo observó captando cada detalle de él.
—Deja de esforzarte tanto, Jeon. Vas a dañar tu cerebro, claro, si es que no está dañado ya. —
Comenzó a reír sin malicia.
Taehyung quitó las manos de la mesa rompiendo con el vínculo.
Abrió su libreta para notar algo, agitó la cabeza y luego lo tachó. Jungkook intentó leer lo que había
escrito debajo, eso que quería borrar.
—¿Qué dice? —Quiso tomar aquel cuaderno marrón
—No te importa.
—A veces puedes ser muy grosero, Taehyung.
—Lo sé —dijo colocando sobre la mesa la bolsa de papel que había sido ignorada durante todo este
tiempo—. Ten, aliméntate un poco en lugar de seguir haciendo estupideces.
No dudó en tomar un emparedado de la bolsa.
—Ah, ¿Entonces sí soy tu mascota? —Su voz sonó pesada al hablar con la boca llena.
Enarcó una ceja ofendido, pero no sorprendido.
—No, eres mi monstruo de laboratorio —dijo y rieron por lo ameno de su compañía y su terrible
broma.
Ambos eran extraños para sus épocas. Y por un segundo, sentir que no era necesario entrar en el
estándar normal, fue sublimemente dulce. Como una compresión que, de no haberse cruzado, nunca
habrían encontrado en algún otro lugar.
Jeon Jungkook: Evaluación física.
Su habilidad psicomotora no parece haberse visto afectada por el cambio de espacio.
Espalda, cadera y piernas fuertes, en buen estado, ágiles.
La coordinación y control sobre sus extremidades, está arriba del promedio.
Masa muscular en evidente desarrollo.
Piel del antebrazo expuesta con una herida de poco riesgo. Monitorear proceso de
cicatrización. Su rostro...
Su expresión cambia cuando habla sobre mí.
La parte inferior de la hoja estaba sucia. Debajo del tachón aún era visible la prolija
escritura.
A veces pienso que está coqueteando conmigo.
CAPITULO 4
. 04

Julio, 2019.

Jungkook jugaba constantemente con el cable de sus audífonos. En ese momento eran su posesión
más preciada, aquello que le mantenía totalmente ajeno a la conversación empalagosa de su madre y
su idiota en el auto.
El parloteo incesante le irritaba; nunca fue particularmente conversador, o genuino para entablar
una charla con ellos. Se sentía hostigado por ser el foco de atención, como si ambos intentaran
acercarse a él por la fuerza por lo que prefería mantenerse distante.
Y no, Jungkook no tenía intenciones de hablar con ninguno de los dos. Así que la música en sus
audífonos era lo único que lo separaba de una conversación completamente incómoda.
O al menos así fue hasta que tiró con demasiada fuerza del delgado cable cuando el auto pasó por
un bache, destruyendo así el último tesoro que poseía.
Se quitó ambos auriculares molesto y se cruzó de brazos mientras veía por la ventana.
El camión de la mudanza les seguía el paso y él simplemente esperaba que los próximos meses
hasta su cumpleaños pasaran veloces.
-Lo único que recuerdo completamente es que tenías una camisa roja, y que te golpeaste la cabeza.
- ¿Cómo es que recuerdas el color de mi camisa y no mi declaración? Eres demasiado cruel. -
Seokjin sonrió para ella.
-Lo recuerdo porque derramaste media lata de refresco sobre ti. Y porque después de que me diste
tu chaqueta, esa fue la única imagen mental que tuve.
Jungkook se mordió la lengua. Estaba comenzando a hartarse de tanta demostración de afecto,
quizás porque estaba celoso, o quizá solo porque era demasiado antipático.
-Sabes, te eché mucho de menos, Sunhee -dijo sincero sin apartar la mirada del camino, su voz se
tornó seria-. Por mucho tiempo regresé a ese mirador pensando en
que las cosas hubiesen sido distintas si yo hubiese llegado a tiempo.
-Seokjin -llevó una mano a su hombro-, se supone que este debe ser un momento feliz, en donde yo
me burlo de ti por besarme y llenarte la ropa de refresco barato. El pasado está atrás, déjalo ir.
-Lo arruiné, ¿Cierto? Entonces y ahora también. -Ladeó la cabeza.
-Sí, pero de una forma muy encantadora.
-Eso me hace sentir un poco mejor.
-Fue un gran momento para mí. El cielo de esa noche era verdaderamente hermoso.
-No lo recuerdo, no estaba prestando atención al cielo.
-¿Ah, no?
-No. Estaba viéndote a ti.
Su madre reía. Era el único sonido que le interesaba, el único en que intentaba concentrar su mente
al ver por la ventana.
Sus palabras eran dulces; se veían completamente perdidos en el otro. Y Jungkook solo podía
presionar su estómago con ambos brazos, como intentando envolverse a sí mismo, sin entender a su
totalidad qué era lo que le hacía sentirse así de desplazado.
Seokjin notó su expresión, fijándose a través del retrovisor en el chico sin audífonos que había
estado escuchando su conversación y cuya cara larga era probablemente su culpa.
Aclaró su garganta, y dándole una mirada rápida a su esposa cambió de tema para intentar incluir al
chico en la conversación.
-Escuché que los festivales de música en la ciudad son espectaculares. No creerás la cantidad de
artistas que se han presentado aquí. Es algo de otro mundo.
-Oh, eso suena interesante. ¿No es así, Jungkook?
-Supongo que sí. -Su rostro se mantuvo estático, ni siquiera se inmutó para responder. Al pelinegro
no podía importarle menos los intentos de los mayores por llegar a él.
Seokjin se rascó el cuello frustrado. Tener un hijo adolescente era más complicado de lo que creyó.
El viaje continuó estancado en un silencio incómodo hasta llegar a su destino, una casa moderna en
un suburbio al sur de California. El personal de la mudanza comenzó con su tarea al desmantelar su
mobiliario dentro del camión para acomodarlo perfectamente en la casa cuando finalmente
estuvieron frente a ella.
Jungkook suspiró al entrar. Las paredes tenían ese peculiar aroma a nuevo y reluciente, era un lindo
lugar, pero el chico se sentía como un extraño dentro de lo que era ahora su nueva casa.
Jungkook eligió la primera habitación; al fin solo, se acostó en el piso de la alcoba desnuda y
respiró con fuerza. No le importaba el alboroto en el exterior, simple quería estar tranquilo. Pero
aparentemente, eso era imposible.
Tiempo después Seokjin entró de liberadamente y se acuclilló frente a él tocando su frente.
- ¿¡Qué demonios!? -vociferó cansado, abrió los ojos para confrontarlo.
-Para ti -dijo extendiendo una caja sellada, con una cara de plástico transparente que dejaba a la
vista un par de audífonos nuevos.
- ¿Cómo sabías que...?
-Me importas más de lo que piensas, Jungkook -dijo sonriente-, yo no soy el villano de tu historia.
Los aceptó. -Gracias...
Seokjin sonrió gustoso. -Baja a cenar, compré comida china para pasar el rato mientras termina todo
el ajetreo de la mudanza.
-Yo no...
-Ordené arroz y zanahoria para ti. No hay nada de lo que debas preocuparte. Ven, tu madre nos está
esperando.
Jungkook asintió con una sonrisa; pues por un segundo, su enemigo no parecía ser tan malo....

1986.

137 días antes de.

-Entonces, Jungkook. ¿Cómo están tus padres? -preguntó el hombre con poco cabello viéndole
directamente.
-Papá probablemente esté con dos veinteañeras en un club y mamá viendo la misma película del
perro que llora.
Los mayores se vieron preocupados entre sí.
-Jungkook es muy dramático... -dijo Taehyung intentando disimular sus palabras y lanzándole una
mirada desaprobatoria. Sus padres eran personas mayores y bastante sensibles cuando de familia se
trataba.
-Han tenido mejores ratos, pero todo de maravilla -mintió mientras disfrutaba de cada segundo en
que el puré de patatas de la señora Kim de deslizaba lento por su lengua, porque no, ni soñando
tocaría la carne en su plato.
Era viernes, la familia de Taehyung se había reunido para cenar. El padre de los muchachos estaba
sentado a la cabeza de la mesa con su esposa a su lado izquierdo, Seokjin al otro lado, junto a
Taehyung. Y Jungkook, bueno, al frente de los hermanos y siendo el blanco de los toqueteos de
mejillas de la señora Kim.
-No imagino lo mucho que tu madre debe estar extrañándote -habló la mujer.
-No lo sé, no es como si yo le importara mucho en realidad. Entre papá con sus apuestas, y mamá
con su novio creo que tengo más atención de mi perro que de ellos.
Taehyung se atragantó. ¿Qué acaso el chico no tenía filtro? Joder, la prudencia era un valor que
evidentemente necesitaba conocer.
-Él está jugando -dijo riéndose nerviosamente-. Le gusta bromear con eso, es un gran actor...
-Oh, ¿Ahora también actúas? ¿Qué otra cosa tienes escondida debajo de esa fachada, eh, Jungkook?
-Seokjin le veía intrigado, había algo en él que le hacía dudar. Su repentina aparición y sus dotes
talentosos eran demasiado convenientes para ser normales.
-Veinte centímetros a diferencia de ti.
- ¡Jungkook! -dijo Taehyung, dándole una patada debajo de la mesa. Y aunque el dolor punzante en
su pierna llegó hasta su espalda fingió sonreír.
El castaño mayor estuvo a punto de contraatacar cuando fue interrumpido por su madre.
-Muchachos, tranquilos. Dejen sus juegos para otro momento y disfruten la cena.
- ¡No, mujer! Yo quiero verlos pelear -dijo su padre.
-Tú eres un viejo problemático, quieres ver pelear a todo el mundo.
-Escuché que rompiste el record de Seokjin hace unos días, te admiro, Jungkook. Tienes mi respeto.
- ¡Papá!
-Debiste ver su cara -intervino Taehyung-, fue lo mejor que vi en años. Me llenó de vida, gracias
por eso.
- ¿Fue mejor que cuando se arruinó su secador para el cabello? -Sí, su madre se había unido al
acoso familiar conjunto.
-Mil veces mejor -dijo el menor y los cuatro comenzaron a reír a su alrededor.
-No le veo lo gracioso. -Seokjin clavó su tenedor en un trozo de zanahoria que fue víctima de su
enojo.
-Obviamente no puedes verlo, hijo. El chiste está en tu rostro.
-Oh, amos, papá. ¿Por qué recibo todas las burlas? ¿Qué hay de Taehyung?
-Primero porque Taehyung ya está acostumbrado a que nos riamos de él, y segundo, porque es
mucho más gracioso verte enojar a ti que a él.
-Además, los viernes son noches de molestar a Seokjin -le apoyó su esposa tomando su mano sobre
la mesa-. Lo siento, hijo.
Jungkook intentaba no reírse de los señores Kim, pero demonios, la pareja era una broma andante.
Tan únicos, y llenos de mutua devoción que hasta era cómica. Con un vínculo entre ambos
alimentado por la risa y la diversión, esa era su unión.
Como si ambos se complementaran tan bien que casi podía palparse su complicidad en el aire. Algo
sobre ellos encandilaba a Jungkook, pues se trataba de eso que nunca vio en sus padres.
Bajó la cabeza, aún entre todas las risas que había provocado volviéndose distante a ellas.
Taehyung notó la forma en la que pareció absorto en su plato de pronto. No era la primera vez que
pasaba, en un principio creyó que podía tratarse de un efecto colateral del cambio de espacio; pero
ahora, creía que se trataba de algo más, algo sentimental.
Volvió levantar su pierna y ahora lento, le dio un pequeño toque para llamar su atención.
Jungkook enfocó su vista en él, chocando con una sonrisa de aliento que ni siquiera él sabía que
necesitaba. Jugando un poco con sus pies, hasta que consiguió copiar su leve sonreír para salir del
nefasto lugar a donde su mente le llevó por unos instantes.
Estaban equivocados; el rostro de Taehyung era mucho más hermoso de lo que ellos creían. O al
menos esa era la humilde opinión que tenía al verlo sonreír.
Ambos reaccionaron a su alrededor cuando el sonido de un tenedor y un plato resonó al juntarse.
Seokjin ya no estaba en la mesa. Los señores Kim reían amenos mientras comenzaban a levantar los
platos.
-¿A dónde fue todo el mundo? -Taehyung volteó a ver el lugar vacío de su hermano junto a él.
-Nosotros seguimos aquí, mocoso -dijo su padre comiendo un pudín desde la puerta de la cocina.
-Me refería a Seokjin.
-Ah -cerró los ojos para lamer la cuchara-, no sabía que él era "todo el mundo".
-Se cree el centro del universo así que digamos que sí -se burló Jungkook ganándose una palmada
en el hombro por parte del mayor de los tres.
-Me agrada este muchacho -dijo conteniendo las ganas de reír.
Taehyung sonrió consciente de lo único que era ver a su padre hacer bromas malas con Jungkook, y
hablar con su madre sobre los beneficios de una dieta sin carne mientras ayudaba a fregar los platos.
Algo extrañamente adorable.
Y jungkook, simplemente disfrutaba mucho de estar allí. Olvidando ligeramente que en realidad no
pertenecía a ese lugar.
Ambos se despidieron de los mayores, y subieron hasta la habitación que compartían.
Despojándose de su ropa diaria y anhelando descansar de un pesado día de investigación y
experimentación sin avances, por cierto, estaban estancados.
Jungkook veía con curiosidad a Taehyung mientras se colocaba su pijama de franela alborotando las
hebras de su cabello al sacarse la camisa.
Tenía demasiada información en sus manos. Y por un momento pensó en las limitaciones de su
frágil y mal calculado plan. Entonces divagó, se mantuvo callado pensando en lo bien que le
vendría a Taehyung un cambio de talla; quizá con una talla menos su cuerpo sería visible para
todos. O no.
Pasos invadieron las escaleras cuando Seokjin apareció abriendo la puerta de la habitación de
repente, redireccionado su atención.
-Saldré. Necesito que me ayudes a abrir el garaje cuando regrese, Taehyung. -Su joven padrastro
apareció con su chaqueta de mezclilla favorita y las llaves del auto en la mano.
-Papá te ha dicho cientos de veces que no deberías usar el auto. Es peligroso que lo uses cuando no
funciona del todo bien. -El castaño sonaba ambiguo con aquellas palabras.
-No es nada que cinta y dedicación no puedan arreglar.
-¿Y a dónde se supone que vas a esta hora?
Jungkook se esforzó por escuchar la conversación sin parecer más metiche de lo que ya era
fingiendo esponjar su almohada.
-A una fiesta. Si todo sale bien, directo al mirador con el auto y la chica.
-Eres asqueroso.
-Vamos, no seas anticuado. Como sea, me están esperando, así que... te veo luego - terminó
saliendo de su habitación, volviendo a dejarlos solos.
-Seokjin no tiene arreglo -masculló Taehyung.
-Es un idiota, ¿Qué esperabas?
El pelinegro rodó los ojos, indignado de que el Seokjin que no lo dejó ir a la playa con sus amigos
fuese el mismo que salía de su casa casi a media noche. Pero entonces, algo se encendió llegando a
él como un recuerdo.
Semanas después a la boda de su madre con Seokjin habían pasado horas hablando del mirador, y
de su romántica historia.
Todo el universo pareció gritarle "no". Pero Jungkook, en su infinita gracia dijo: "¡Oh, sí! Claro que
sí".
Las respuestas estaban allí en su memoria. Cada maldita experiencia entre ellos estaba allí, en su
cabeza, sólo tenía que manipular cada una, y esta era una de las más importantes.
"La noche que nos besamos en el mirador".
¡Tenía que intentarlo! Si ellos no estaban juntos, él podría regresar... O algo así. Sí, digamos que
algo así.
Seokjin salió esa noche perfectamente vestido con la camisa roja que su madre dijo recordar con
total certeza. Él tenía una cita, era "la cita" que inició todo.
Jungkook tenía una gran oportunidad frente a él. Y no iba a desaprovecharla.
Se levantó apresurado del colchón que Taehyung consiguió para que dejase de dormir en el suelo, y
buscó sus zapatos por el piso. Sí, esos que había traído con él desde el futuro.
- ¿Jungkook? ¿Qué te pasa? -El castaño le vio consternado ante su repentina descarga de emoción.
-Vuelve a vestirte. Pasará algo importante; estoy completamente seguro de que Seokjin besará a mi
madre hoy. Así que vamos, levántate.
- ¿Perdón?
-Digo que será mejor que te arregles, porque iremos de fiesta.
- ¿Qué demonios, Jungkook? Es casi medianoche. Mis padres me matarán si descubren que salimos.
-Lo sé, así que deja de hacer ruido. -Jeon abrió el armario, y escogió de él la camisa más ajustada
que encontró, además de unos pantalones oscuros.
- ¡Es una fiesta del equipo! Yo no tengo nada que hacer allí, Jungkook. Además de que
probablemente Seokjin también me mataría si nos ve.
-Yo soy parte del equipo, ¿Recuerdas? No pasará nada.
-Oh, sí. Marty Mcfly de pacotilla, estás jugando béisbol con la línea temporal.
- ¿Ya existe esa película?
-¡Sí, tonto! -Pasó una mano por su cabello-. ¿¡Qué haces con mi ropa!? -dijo al ver a Jungkook
rasgando las mangas de la pobre prenda.
-Desnúdate.
- ¿¡Qué!?
—Sí, vamos a salir. Cámbiate de ropa.
—Ah... ¿No tienes nada de tacto para hablar, cierto? —Agitó la cabeza con desagrado—. Como sea,
esto es mala idea. No me sorprende que quieras intentarlo; pero sigue siendo mala idea.
-Está claro que no sabes cómo funcionan las cosas en el mundo de los imbéciles.
-Sí que lo sé. Ellos me prohibieron acercarme a sus fiestas. ¡Soy un marginado! Soy raro, no
pertenezco allí. ¿Está bien? Entiendo que quieras mejorar tu futuro, pero no puedo ayudarte más
que esto.
- ¿A qué le tienes miedo, Taehyung? ¿A un montón de cabezas huecas con chaqueta deportiva?
El chico bajó la cabeza, evadiendo la mirada de Jungkook. Tragó cuando su sombra le eclipsó,
estando de pronto de pie frente a él.
-No les temo; pero ellos... no suelen ser muy amables conmigo que digamos. Yo...
-Le temes al rechazo, ¿No es así? -Deslizó un brazo hasta llegar a su mandíbula, levantando está
ligeramente para obligarlo a verle.
-Van a golpearme. No importa cuánto quiera ir, dijeron que no me acercara. No tienes ni idea de...
-Quizá no. Pero escucha, no puedes dejar que personas como ellos te traten como basura solo
porque se les antoja. Los tipos así solos son rudos de palabras, y solo lo son hasta que eres lo
suficientemente valiente como para detener sus abusos.
-Crees que yo podría...
-Sé que puedes, Taehyung. Así que vas a vestirte y vamos a ir a la maldita fiesta porque ni ellos ni
nadie van a decirnos qué hacer.
-Tú estás diciéndome qué hacer... -Jungkook lo vio molesto-. Bien. Solo espero que esto no se salga
de control.
-No lo hará, confía en mí. -Le lanzó la camisa mutilada-. Ahora déjame arréglate un poco, y serás
un joven Johnny Depp esta noche.
-Técnicamente él es joven justo ahora.
-Bien, serás un Johnny Depp actual entonces.
-Estás loco. -Jungkook llevó ambas manos al rostro del chico para despojarlo de sus anteojos
retirando el primer botón de su pijama.
-Aún no has visto nada.
De la inseguridad y de sus leves toques, la curiosidad que obtuvo al verlo desvestirse le hizo
desvariar. Cuando el centrado castaño se evaporó en sus manos, siendo reemplazado por un
espécimen distinto, uno casi tan agresivo como provocador.
Ambos salieron de esa casa con una misión y la motivación que no tardó en opacar las luces por
donde caminaban.
Taehyung les guió hasta su destino; la cantidad de personas dentro de la propiedad era
impresionante. Lucía más como una bodega que como una casa por lo accesible y simple que era.
-Esto es abrumador... -dijo el castaño cuando se acercaron.
-Vaya, parece que no hay época para beber sin identificación, ni para bailar tan horriblemente.
-Jungkook -tiró de su brazo para evitar que se alejara-, aún no estoy muy seguro de esto.
- ¡Oh, por favor! ¡Te ves demasiado bien! Solo disfruta el ambiente mientras yo me encargo de mi
destino.
- ¿Piensas que luzco bien?
-Creeme, Taehyung. Eres mucho más atractivo que cualquiera de los chicos aquí, claro que esa es
mi opinión. Eres guapo, acéptalo de una vez, ¿Quieres?
-Gracias... supongo. - ¿Sería acaso que su cerebro se había dañado en el viaje?
-Venga, entremos.
La música resonaba estridente, como si la ecualización fuese deficiente. Y las luces de colores que
decoraban el espacio parpadeaban a destiempo con el bajo.
-Maldición, si van a tener a Madonna sonando toda la noche esto será más difícil de lo que pensé -
dijo Taehyung adentrándose entre la multitud y arrugando el gesto con desagrado.
Jungkook levantaba la cabeza para intentar ubicar a Seokjin.
-Hay que separarnos. -Volteó a ver a Kim, sin siquiera prestarle atención a sus quejas.
—En las películas de terror, todos mueren por separarse. ¿Eso no te da al menos una idea de lo
peligroso que es que el idiota del futuro ande solo por allí?
—No es una película de terror, parece más una serie para adolescentes, así que estaremos bien.
—¿Qué?
—Olvidalo, solo me estoy burlando de ti.
—Oh, dios. Adopté a un loco rabioso que se cree comediante —dijo Taehyung en voz baja mientras
negaba. Jeon realmente parecía tener la capacidad de exasperar a todos.
«Este imbécil» pensó Taehyung. Alguna vez creyó que en el futuro todo estaría más avanzado; pero
ver al idiota junto a él le hizo saber que en lo único que la sociedad evoluciona es en traumas,
aparentemente.
-Tenemos que encontrarlos. Tú derecha, yo izquierda. ¿Está bien? Haz lo que haga falta para evitar
que se besen.
-Jungkook... -El pelinegro lo soltó asintiendo. Y al avanzar, lo perdió pronto entre las personas.
Dejándole allí totalmente a la deriva-. Genial, mi experimento me dice que hacer.
La música variaba con agilidad. Taehyung intentó avanzar en buscar de los pelinegros; pero Sunhee
no estaba por ningún lado, y Jungkook parecía haber sido succionado por la multitud.
Decidió quedarse cerca de la barra casera; ni siquiera era consciente de lo mucho que estaba siendo
observado por las chicas a su alrededor. O bueno, es que en realidad no veía mucho sin sus
anteojos.
-Realmente pareces hermano de Seokjin esta noche. -La rubia a su lado se mordió el labio cuando
se acercó a él-. Me atrevería a decir que incluso pareces su versión mejorada.
-Melissa... ¿No deberías estarle rogando a mi hermano que regrese contigo? Alto, no. ¿Qué no
salías ya con otro chico? Digo, después de todo engañaste a mi hermano con...
-Deja el pasado atrás. Él está muy interesado en la chica nueva. Además... parece que tú también
tienes buenos genes.
-Tengo que aprender a ignorarte.
Ella pasó su mano por el cuello del chico, tocando su oreja. -Te pierdes de mucho... -La rubia se
alejó de él veloz. Taehyung no entendió su comportamiento hasta que una mano presionó su
hombro causándole dolor.
-Vaya, vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí? El pequeño sabelotodo sonriéndole a mi chica. - Taehyung
se levantó-. Creí haberte dicho que no te acercaras a nosotros.
-Daniel... -Oh, no. Los idiotas habían llegado-. Busco a mi hermano, hablaré con él y me iré.
El otro soltó una carcajada. - ¿Seokjin? Él no está aquí, se fue hace como media hora con una
belleza.
-Bueno, gracias por el dato, entonces me iré. Ten buena noche -hablaba rápido. Intentó marcharse,
pero le fue imposible.
-Tu hermano no está aquí... ¿Sabes lo que significa?
- ¿Qué tengo que irme muy, muy rápido para alcanzarlo? Sí, yo también lo pienso.
-Eso significa...-sonrió perverso-, que no puede defenderte.
Taehyung tragó con fuerza. No había recibido su paliza regular en que ¿Dos semanas? Esto sería
malo.
Jungkook a la distancia, volteó en dirección al castaño. Maldición, Seokjin no estaba por ningún
lado y Taehyung iba ser asesinado, esto estaba saliendo terriblemente mal.
No sabía nada de peleas, y era obvio que Taehyung tampoco. Hizo lo primero que se le ocurrió, así
que tomó la primera lata que encontró, una de refresco, y corrió dispuesto a lanzarsela encima al
chico.
Pero no tuvo oportunidad; Taehyung le había lanzado un golpe en el abdomen a su agresor, cuyo
peso le hizo vencerse hacia atrás.
Jungkook, impactado, se chocó contra la espalda de Taehyung y se manchó la camisa con su
refresco abierto.
Soltó la lata, se había mareado de repente.
-Iba a ayudarte; pero eso también funciona...-dijo cuando llegó a su lado, incrédulo.
- ¡Tenías razón! No es tan rudo como pare...
-Maldición... -Jungkook negó con la cabeza cuando el tipo en el piso comenzó a moverse-. Corre
antes de que se levante.
- ¿Qué?
- ¡Corre, Taehyung! ¡Corre! -gritó Jungkook, dando una gran zancada hacia atrás.
- ¡Estás muerto, Kim! -El chico agitó la cabeza. Su agresividad y cerebro falto de oxígeno eran
evidentes.
-Oh, mierda...
- ¿¡A dónde creen que van, par de imbéciles!? -gritó al levantarse.
De inmediato, ambos retrocedieron, empujando a las personas al salir de allí para correr veloces
hacia afuera.
Respaldado por el séquito de descerebrados, siguieron a los dos menores hasta la acera;
encontrándose con dos figuras huyendo a la distancia hacia el camino boscoso.
Jungkook tiró del brazo de Taehyung para avanzar. Eran superados en número, altura, fuerza...
bueno, eran superados en muchos sentidos, y a los dos menores no les quedaba más que seguir
avanzando mientras sudaban intentando perderlos de vista sobre el asfalto mojado y alejándose de
la zona comercial.
- ¡Van a golpearnos por tu culpa, genio! -dijo Taehyung hiperventilando.
- ¿¡Mi culpa!? Fuiste tú quien golpeó a ese mastodonte.
Jungkook volteó a ver cuándo el sonido del motor resonó; tragó saliva temeroso, porque ahora,
había un auto persiguiéndolos.
Las luces delanteras del vehículo chocaron en sus espaldas acompañadas de las risas de los hombres
en su interior.
- ¡Lo hice porque tú me dijiste que -tomó aire por la boca- lo hiciera!
- ¡Te dije que lo enfrentaras, no que lo golpearas! Cerebro mata a fuerza,
¿¡Recuerdas!?
- ¡Es lo mismo! ¡Oh, eres un completo idiota, Jungkook! -Taehyung bajó la velocidad
repentinamente, algo había hecho click en su cabeza-... Eso es, ¡Lo tengo!
- ¿¡Qué te sucede!? ¡Sigue corriendo, tenemos que perderlos!
-No, tienes razón. Cerebro mata fuerza...
- ¿Alto, qué?
Corrían sobre de la carretera. La ruta de la arboleda continuaba en línea recta por kilómetros, así
que la única forma de perderlos era salir de ella.
-Cierra los ojos, esto nos va a doler.
Taehyung tomó impulso para tacklear a Jungkook hacia la maleza de la orilla del camino,
empujándolo para hacerle caer entre los arbustos y rodando cuesta abajo en medio de la hondonada.
El motor se detuvo; los neumáticos rechinaron de pronto sobre el adoquín mojado y las voces de los
mayores se escucharon como alaridos desde lo alto.
La espalda de Kim llegó a tierra cuando ambos tocaron fondo, apretó los labios adolorido;
Jungkook aterrorizó sobre él, pero se mantuvo estático cuando las risas aumentaron al igual que las
pequeñas luces que chocaban en los árboles.
Linternas y bates.
-Demonios -dijo Jeon, quien quiso contener su respiración, pero no pudo. Un ligero alarido se
escapó de él cuando la tenue luz le permitió ver al Taehyung de frente descubierta y ojos dilatados
debajo de su cuerpo.
Un castaño que sin sus anteojos ni siquiera era consciente de la mirada extasiada de total asombro
que provocó en el otro.
Justo cuando la voz de Jungkook alertó al resto de su presencia, Taehyung soltó un fuerte aullido.
Sí, un aullido cual lobo haciendo que los matones retrocedieran antes de llegar a ellos.
-Aúlla, Jeon -ordenó en voz baja-. Se alejarán si piensan que hay animales aquí.
- ¿Qué pretendes? No hay lobos en California.
-Lo sé. Pero estoy seguro de que ellos no.
Jungkook dejó caer su cuerpo al lado del chico. Y siguiendo sus instrucciones (y con algo más de
imaginación) agitó las ramas de un arbusto cercano mientras aullaba.
Con solo un poco más de luz, ver a dos adolescentes aullando entre la maleza sería considerado algo
muy estúpido, y de hecho, lo era; pero valió la pena cuando los cinco chicos que les seguían dieron
marcha atrás regresando por el sendero aterrados.
El auto volvió a encenderse, y poco tiempo después de que las voces desaparecieran, ambos
supieron que habían logrado sobrevivir. Así que comenzaron a reír juntos.
- ¡No puedo creer que se fueran! ¿Cómo supiste que funcionaría? -dijo Jungkook recomponiéndose
sobre un tronco.
-No lo sabía.
-Tú siempre sabes qué hacer, ¿O no? Joven superdotado.
-No me molestes. -Restregó sus ojos con ambas manos-. Mis planes son casi tan malos como los
tuyos.
-Era un cumplido. -El menor habló resignado. -Como sea, esto salió terriblemente mal. Casi nos
golpean y no pude encontrar a Seokjin.
-Está en el mirador. Daniel lo dijo, y tú también. Debimos ir allí en primer lugar.
-No tengo ni remota idea de dónde está ese lugar, o de qué demonios es, maldición.
-Pero yo sí -dijo sin dejar de presionar sus párpados-. Es un punto alto en el bosque, cerca de la
carretera, puedes ver toda la ciudad desde allí. No debe estar muy lejos.
Jungkook sacó del bolsillo de su chaqueta los anteojos del castaño y se los entregó.
-Parece que estás sufriendo sin ellos -recitó casi sutil-. Creo que los aplasté cuando caímos, lo siento
por eso.
El chico los tomó y no dudó en colocarse los espejuelos. Los cuales estaban ligeramente torcidos
del armazón ahora; pero afortunadamente no se habían arruinado.
- ¿Por qué los trajiste?
-Parecías tener más confianza en ti sin ellos, pero... pensé que podrías necesitarlos, así que los traje
conmigo.
-Eres un tonto, Jungkook. -Sonrió sin permitirle ver su sonrisa al otro. Taehyung se puso de pie, el
pelinegro le imitó tomándole del brazo.
- ¿A dónde vas? Lo siento, no quise ofenderte, te veías genial sin ellos. Bueno, no es que te veas
mal con ellos, pero, tú me entiendes y... -Jeon siempre hablaba de más cuando se sentía culpable.
-Te llevo al mirador, ¿No es obvio? Así que camina, apresúrate.
- ¿No estás molesto?
- ¿Por qué lo estaría? Oh, vamos. Niño del futuro, eres el rey del drama.
Jungkook no le soltó. Se dejó guiar en la oscuridad que luchaba contra el iluminar del cielo y bajo la
bruma de los musgos y ramas mojadas del bosque.
Ambos caminaron juntos; trastabillando al silbar mientras se movían, logrando mezclar su risa con
el crujir de sus pasos y la algarabía de su juventud.
Una juventud que Taehyung experimentaba por primera vez, una que el universo dudó en dejarle
sentir en su historia original.
-Sabes... creí que vivir en este lugar sería como estar en verano todo el tiempo. Ya sabes, California
la playa, y el sol.
-La playa está a cientos de kilómetros de aquí. Además, estamos a mediados de agosto, finales casi,
el otoño está comenzando, no habrá tanto sol como esperabas. Aunque probablemente sí más calor
que en Corea.
- ¿Desde cuándo viven ustedes aquí? Seokjin... él nunca habló sobre eso.
-Él tenía nueve años cuando llegamos, yo siete. Este país ofrecía libertad, y nuestra familia ya no
tenía nada en Corea.
-Eso es... -No pudo continuar. Taehyung le había tapado la boca con la mano.
Frente a ellos, el Toyota Celica 70 de los Kim estaba estacionado a pocos metros de ellos, justo allí,
a la orilla del acantilado y con una vista espectacular.
Seokjin se frotaba el cuello con Sunhee a su lado, ambos sentados sobre el cofre del auto mientras
hablaban. Era solemne y perfecto.
Tenían una pequeña manta, velas y una canasta, la forma en la que parecía que su hermano había
planeado la cita tan detalladamente le resultó conmovedor a Taehyung.
Se mordió el labio intrigado, era la primera vez que veía a Seokjin ser tan meticulosamente cursi
con una chica. Y le encantaba.
-Desde que llegaste aquí... me tomó tiempo poder acercarme a ti. -Seokjin hablaba temeroso. Sin
duda alguna, era algo que Taehyung nunca creyó ver.
- ¿A mí? ¿Cómo es que a alguien con tanta seguridad como tú dice eso?
-No lo sé. Tú eres inteligente y muy linda, y yo solo un gran idiota superficial, estás en un nivel
muy por encima del mío.
-Parece que puedes ser muy tierno si te lo propones.
-Lo que intento decir es que me gustas, Sunhee.
-Seokjin... -Se colocó un mechón de su cabello detrás de la oreja.
-Y sé que es muy iluso de mi parte creer que me darías una oportunidad, o lo que pasará cuando
acabe el semestre, no lo sé, pero tenía que decírtelo. Necesitaba que lo supieras.
Seokjin no sabía expresar sus emociones, quizá por eso decía cosas que no estaban del todo bien;
pero era genuino, y estaba intentando darse la oportunidad de ser honesto con alguien después de
mucho tiempo.
Ambos se veían apenados; la mirada de Seokjin se derritió cuando se encontró con la de la chica
frente a él, cuando el suave sonrojo en su rostro y la tímida sonrisa etérea de la pelinegra le envolvió
con tal dulzura.
Incluso los ojos de un Taehyung deslumbrado que les observaba brillaron a la expectativa, absorto
en aquella alma genuina que se expuso ante el mundo.
Seokjin se acercó lento a ella, llevó una de sus manos hasta su cabello para darse a sí mismo el
valor para, lento, buscar llegar a sus labios dándole primero un beso en la frente.
—¿Puedo? —le dijo algo temeroso y ella asintió sonrojada; pero feliz de estar con él.
La lata de soda con la que se supone debía mancharse la camisa estaba allí; pero justo antes de que
pudiera inclinarse lo suficiente como para derramarla una piedra atravesó la ventana trasera del
auto.
Taehyung volteó a ver a Jungkook molesto cuando le vio arrojar una segunda roca en dirección a
ellos mientras se escondía detrás del auto.
Los chicos se separaron.
- ¿¡Quién está allí!? -dijo el castaño mayor con voz gélida; pero no obtuvo respuesta.
Seokjin se levantó furioso del cofre el auto para investigar haciendo caer el frasco con las velas
sobre la manta.
-La tela, la tela se quema. ¡Seokjin! ¡Oh, por dios, tu chaqueta también se quema! ¡Estás en llamas!
Sunhee se levantó para ayudarlo. Tomó una botella de agua de la canasta y le lanzó el contenido en
el rostro sin generar mayor cambio.
Kim se quitó la chaqueta y la dejó caer en el suelo, dando pisotones para pagar el fuego finalmente
consiguiéndolo.
-Deberíamos irnos -dijo cuándo pudo respirar con tranquilidad-. Es tarde, y este lugar es peligroso.
Te llevaré a casa.
Ella asintió repetidas veces, y sin dudarlo regresó al interior del auto. Seokjin se pasó la mano por el
cuello, lo hacía siempre que se estresaba, y apretó los ojos abatido cuando vio el agujero en el vidrio
del auto que se había robado del garaje de su padre.
Le dedicó una mirada al cielo, e imitó a su cita al subir al vehículo. Entonces arrancó alejándose de
allí, y su noche perfecta se fue oficialmente al carajo.
La escena se destruyó. No hubo ninguna mancha, o chaquetas cubriendo a la chica del frío, tampoco
besos con la ciudad como testigo.
-Jungkook uno; Seokjin cero.
Jungkook corrió gritando eufórico hacia donde el auto estuvo minutos antes, feliz de haber
arruinado la noche para todos. Tomó la chaqueta sucia del suelo y caminando orgulloso se sentó en
la orilla, con los pies colgando cerca del vacío.
Taehyung se sentó a su lado sin decir nada, por un pequeño segundo en el que llegó a sentir culpa.
En realidad, nunca se había planteado si esto de "cambiar el futuro" no era completamente egoísta,
y no quería hacerlo, porque no quería contestarse que de hecho lo era.
Aunque el juzgarlo le pareció sumamente hipócrita, en el fondo no le gustaba compadecerlo,
Jungkook era tan impulsivo, pero, no podía reprocharle como si no fuese Taehyung ese que en su
soledad había deseado alguna vez cambiar su vida, y soñar como todo humano con un "eso que me
dolió tanto" jamás pasó.
- ¿Eso te hizo sentir mejor? -preguntó mientras veía a Jungkook revisar los bolsillos de la chaqueta
encontrando un paquete de cigarrillos y un encendedor.
Jungkook tomó uno y lo encendió. Disfrutando del humo que inundó su organismo con lentitud y
expulsando este por la boca mientras negaba al cielo.
La ciudad que pronto amanecería colocó una manta oscura sobre sus cabezas al hacerles contemplar
las pocas luces distantes en el mirador.
- ¿Te apetece? -preguntó extendiendo su brazo a Taehyung para acercar el blanquillo que tenía en
su poder.
El castaño a su lado le veía expectante, perdido en sus labios de donde brotaba el humo asintió.
-Esto no es algo que haría normalmente -declaró, sin saber realmente cómo sujetarlo y llevándoselo
a la boca con dificultad.
-Solo tienes que succionar ligeramente sin tragar el humo, retenerlo al volver a respirar y luego
simplemente déjarlo salir.
-Haces que parezca fácil.
Jungkook sacó otro cigarrillo de su bolsillo, cuando lo tuvo en sus labios, se acercó a Taehyung al
robarle lumbrera para encenderlo, tembló ligeramente cuando notó al otro respirar sobre su mejilla.
Se alejó de él una vez encendido, e inhaló con fuerza llenando todo su interior con dulce y tortuoso
humo.
-Lo es -dijo sonriendo contra el filtro-. Solo relájate, chico listo, disfruta de la vida, y del hecho de
que arruinamos un gran momento romántico.
-No conoces el remordimiento, ¿Cierto?
-Mi generación nació condenada. No hay nada que pueda cambiar sobre eso.
El viento rompía contra su vaho; constante, mientras jugaban con sus manos sentados entre la tierra.
Jungkook levantó la vista, el rostro de Taehyung con tal cercanía le hizo sentir su cuerpo llenarse de
energía con las leves descargas que emanaban de su interior y a las que había comenzado a
acostumbrarse.
Los anteojos del chico estaban ligeramente desviados; sus brazos expuestos temblaban, y aún con la
poca luz Jungkook sabía que había tierra en su mejilla.
Se quitó su propia chaqueta, y se la colocó sobre los hombros para amedrentar su temblar sin dejar
de verlo. No supo la razón, simplemente sintió que debía hacerlo.
- ¿Por qué lo haces? -dijo Taehyung con ligereza cuando lo arropaba.
- ¿Hacer qué?
-Verme de esa forma. Es casi como si me tuvieses lástima. -Se animó a decir.
Taehyung se sentía cansado debido al ajetreo, suspiró cuando el mareo fue tan grande que hizo que
le doliera la cabeza. Jungkook no parecía ser una mala persona, a su parecer, solo era un idiota que
se creía dueño del mundo.
Había comenzado a cuestionarse si estaba desaprovechando la oportunidad de saber sobre su futuro
a través del pelinegro. Una parte de él no podía creerle por completo, otra tenía miedo de arruinar
algo por cuenta propia. Quizá por eso no se atrevía a preguntarle directamente.
-Es la única mirada que tengo, Taehyung. Imaginas cosas.
-Mientes. ¿Qué tan malo es lo que sabes como para que tengas que ocultarlo?
-Muy malo. Pero incluso si no, no necesito una razón.
-Mientes.
-El futuro no es mejor que esto, Taehyung. Las personas son egoístas, ignorantes y despiadadas.
- ¿Qué sentido tiene entonces? ¿No existe un antes y un después? ¿Hacer sentir miserables a las
personas es parte de tu naturaleza? ¿Por qué quieres separarlos?
-La cuestión está en que -volteó a verlo con determinación-, ya no soporto quedarme callado.
¿Sabes? Tenía una vida, y no era la mejor, lo sé; pero mi madre ni siquiera se dignó a hablar
conmigo ella misma. Imagina lo que es que te obliguen a cambiar tu existencia por completo con la
excusa de ser felices. Ellos fueron egoístas... ¿y yo soy el malo por serlo también? Pensarlo es
hipócrita.
- ¿Sabes qué pienso? -Taehyung lo vio curiosamente-. Pienso que estás celoso.
- ¿Celoso de mi madre y su novio? Por favor, eso es estúpido.
- ¿Entonces qué otra cosa sería? Dijiste que tu padre es un tarado, así que no creo que busques vivir
la fantasía de la "familia feliz".
-Estoy molesto, en realidad. ¿Está bien? Pero no de la forma en la que crees.
-Te molesta que tu madre sea feliz con alguien más, lo entiendo.
-Yo no... -Bajó la cabeza-. Olvídalo, es patético.
-Dilo -lo tomó de la mano-, por favor.
-No. Yo...-sonrió al cielo, nostálgico- ella y yo pasamos muchos años solos, ¿sabes? No pretendo
ser el típico hombre ridículo que tiene un trauma con el amor, que lo aborrece, y ese montón de
tonterías, en serio, por mí podrían haber corrido tomados de las manos hasta un maldito arcoiris, no
sé. Me gustaba verlos juntos. Es solo que... El amor debería ser sobre crecer, no sobre aislarte, o
hacerte perder el sentido, creo . Y ellos...
—Ellos no tenían nada que probarte. Tú tampoco tenías derecho de... —La forma en que su ceño se
frunció hizo a Taehyung cuestionarse, por primera vez en mucho tiempo, si había hablado de más.
—Existen límites, yo tenía derecho a opinar, y decidir, al menos sobre mí, ellos no podían un día
simplemente aparecer y usar su amor como excusa para las cosas que hicieron. La gente no vive de
romanticismo tonto, Taehyung. Su amor no me ayudó cuando estaba literalmente herido, se supone
que ellos son los adultos, los necesitaba.
- La necesitaba... Su amor me abandonó en mi cumpleaños, solo tenía a mi madre, pero me ignoró,
quise acercarme a él y se burló. En seis meses me hicieron odiar cosas de mí que yo no elegí, nunca
deseé al padre de mierda que tengo, pero tampoco tenían derecho a juzgarme por quererlo. Encima
de eso tuve que cambiar toda mi vida porque era lo "mejor". ¿Lo mejor para quién? Cuando Seokjin
llegó diciendo cuánta mierda pudo, incluso lo escuché hablar de lo mucho que quería librarse de mí,
pero claro, solo ven su reciente amabilidad falsa y el malo soy yo. ¿Qué hay de todo lo que sucedió
antes?
-Jungkook...
-No. Sé que es una tontería. No me interesa su vida, todos somos libres. Si me lo preguntas a mí,
mamá ya había salido con otras personas antes, y en realidad nunca me importó. Ella es humana,
tiene derecho a salir con alguien. Pero tu hermano apareció y se declaró el dueño de todo a mi
alrededor. Y sí, es puramente egoísta de mi parte, pero su "amor" me arrastró. Y encima, alardean
de tenerse como si no supieran que están haciéndome daño.
No intentaba justificar sus errores, sabía que ya había cometido muchos. Para ser honesto, hubiese
preferido que toda esta basura ficcional jamás pasara y simplemente haberse ahogado en el lago.
¿Qué sentido tenía?
Jungkook respiró pesadamente, jadeando, como quien apenas reacciona después de haber hablado
ofuscado en medio de la desesperación.
El castaño no puedo evitar verle con curiosidad. Él era demasiado inteligente como para juzgar a
alguien sin detenerse a pensar en las acciones que le llevaron a actuar así, y creía firmemente en que
todo, hasta lo más burdo, tenía una explicación coherente.
Además, nadie había sido brutalmente sincero con él, y eso le gustó mucho.
—Es un alivio, me parece que estás mejor ahora —dijo Taehyung, viéndole con un poco de pena.
—¿A qué te refieres?
—Después de sacar todo lo que sientes. No lo sé —ladeó la cabeza—, siempre he pensado que... Se
corre mejor sin peso en los hombros. ¿Entiendes?
—Ni siquiera sé si esto del viaje en tiempo sea real, y, "cambiar el futuro" no tiene sentido. Lo sé,
pero... —bajó la cabeza— aun así quería intentarlo—Jungkook suspiró, abatido—. Olvídalo, lo
siento por lo que dije. Debes llevar días pensando que un niño estúpido y berrinchudo.
Taehyung sonrió. -Creí que yo era antipático con esto del amor hasta que apareciste.
Gracias por demostrarme una vez más que no soy el único demente.
Jungkook enarcó una ceja. El aire frío golpeaba contra su espalda, podía ver el perfil de Taehyung
contrastar con los árboles a su alrededor y aquel mechón de cabello que flotaba leve entre el viento.
- ¿Dirás que tampoco crees en el amor entonces?
-No lo hago. El amor es sangre, hormonas y piel. Cualquiera puede sentirlo; pero eso no significa
que sea real. No es más que tu cerebro siendo estúpido, aunque no dudo que sea un espectáculo
digno de observar.
- ¿Dices que estar enamorado es ser estúpido?
-Afirmativo. Solo los tontos se enamoran.
Jungkook dejó caer su cabeza sobre el hombro de Taehyung cuando finalmente lanzó lejos la colilla
de su cigarrillo.
—Gracias por no decime que soy un egoísta—le dijo en medio de un suspiro—, sé que lo pensaste,
pero aprecio mucho que no lo dijeras.
—Uhm... No eres egoísta, eres un niño traumado y antipático, además. Puedo entender eso.
—¿Cómo podrías entenderlo?
—Es personal... Pero créeme, entiendo tu punto.
-Genial, eso significa que ahora podemos ser antipáticos juntos. Aunque es un poco gracioso,
¿Sabes?
- ¿Por qué se supone que es gracioso?
-Porque si te besara justo ahora ambos seríamos estúpidos.
-Soy un hombre. ¿Realmente me besarías?
-Tú mismo lo dijiste. El amor es química, solo se necesita un pequeño impulso para detonar la
reacción hormonal en tu cabeza. No importa el sexo y hacerlo no significa nada.
Parpadeó varias veces. El lunático tenía razón por segunda vez en la noche.
-Tu percepción de las cosas es... fascinante, Jungkook.
De su boca entreabierta brotó una pequeña risa.
- ¿Anotarás eso en tu libreta también?
-No. Es solo que, no suelo tener conversaciones como estas con personas reales. -
Jungkook se separó con delicadeza de él, dejándose llevar por la noche lúgubre sin ser culpable de
que la belleza del mirador parecía quejarse de la belleza del castaño.
-Mírame, Taehyung. Yo soy real.
-Pero... tú no perteneces aquí -masculló con miedo.
-A veces pienso que tú tampoco.
Poco a poco, y en las manos del universo vengativo, cedieron. La línea se convirtió en una recta
paralela, en donde aquel que cambió la historia debía reponerla sobre sí.
-No lo sé... creo que nunca he pertenecido a ningún lugar -vaciló el castaño. Jungkook estrechó los
ojos al sentirlo encogerse y por un breve impulso lo tomó del cuello para hacerle verlo.
-Ni yo -dijo, y sin dudarlo se acercó a él, deleitándose cuando sus labios tocaron con fugacidad la
frente del muchacho encontrándose con algunos cabellos en el camino.
Moviéndose por inercia, como un títere, sin saber el motivo o cuestionárselo.
Ninguno retrocedió; Jungkook inclinó la cabeza cuando Taehyung exhaló repentino en su piel. Sus
labios abiertos le dieron la pauta para sentirlo con descaro cuando le besó atento, degustando con
atención la saliva en ellos.
El cielo estaba por volverse claro; ambos sabían que debían regresar a casa. Pero no querían
hacerlo, eran dos fenómenos que por un instante conocieron la pertenecía, una que no admitirían
necesitar desde hacía tanto tiempo.
Después de todo, Taehyung no se equivocaba, nunca lo hacía. Pero cometió un error al seguir con
su movimiento el beso, porque sin saberlo se incluyó de forma irremediable así mismo en la
tangente.
El ritmo cardíaco de Jungkook se aceleró, y la descarga de electricidad que provocó en su interior
hizo que se separasen de golpe, respirando agitados y adoloridos.
Ambos regresaron a ser seres racionales. Se vieron horrorizados entre sí parpadeando confundidos.
¿Qué demonios acababa de pasar? ¿Se habían dado un jodido beso? ¿Por qué? No, no, no, debía ser
una broma.
Taehyung se tocó el pecho duramente; sus labios palpitaban y el sabor ambiguo de la boca del
pelinegro se había quedado en él.
-Dime que no sentiste nada, por favor.
-No sentí absolutamente nada -Jungkook le contestó tosco para tranquilizarse a sí mismo; mas
ambos sabían que algo les había atravesado. Y que aquello que sintieron fue real.
- ¿...Por qué hiciste eso?
-Yo no-no, no lo sé. Solo pasó y ya, no pude evitarlo. No entiendo qué pasó conmigo. El estómago
de Taehyung se llenó de cosquillas. Estaban completamente jodidos.
¿Qué clase de reacción era esa? Quizá fue obra de la humanidad que afloró entre ellos, o el universo
mandando al carajo la afable y predecible historia.
En ese momento, la línea que surgió de la fractura del tiempo no solo se tornó extraña, sino
también, tan real como la primera. Jungkook estaba por convertirse en una
partícula más de ese universo, y sin querer, arrastró a Taehyung con él. Después de todo, el tiempo
siempre ha sido celoso con sus planes.
Y quizá, no solo era celoso, también caótico y en este momento... inestable. Como una ruleta cuya
flecha gira, es impredecible saber cuándo se detendrá.
O apuntando hacia quién.
CAPITULO 5
05

136 días antes de.

919

Un paso dentro de un sueño profundo con una mente turbulenta. Correr para alcanzar un objetivo
invisible, inservible ante el leve desfase de deidad para cada hombre.
Kim Namjoon se había quedado dormido sobre su escritorio por quinta vez consecutiva. Era de
madrugada, el resto de sus asistentes en el laboratorio se había marchado a casa y él, después de
acabarse una botella completa de ron de un par de intentos y tragarse sus ganas de vomitar hastiado
se quedó en su oficina pensando estar solo.
Salvo que no lo estaba.
—Profesor, despierte, por favor. Es tarde, necesita dormir correctamente.
La voz del muchacho sonaba distante; aquella luz que percibió cuando separó sus párpados con
renuencia le golpeó el cerebro.
—Jimin...—Levantó lento la cabeza—. ¿Qué haces todavía aquí? Ve a descansar.
—Profesor, no lo dejaré solo. —Vaciló un poco en continuar hablando—. Además... usted
tiene las llaves de la entrada.
Suspiró, el chico intentaba mantener una expresión amable sobre su rostro cansado, él tenía razón,
ambos estaban agotados. Las últimas semanas habían intentado desesperadamente rastrear a su
pequeño amigo incógnito del lago; pero hasta el momento no tenían ningún avance. Suspiró al
acomodarse sobre su silla.
—Hemos estado trabajando demasiado, ¿Qué hora es?
—Poco más de las 4:00 AM.
—Bien —aclaró su garganta—, iremos a casa a dormir un poco y ducharnos. ¿Te parece? Tú
también luces terrible.
—Pero profesor, el radar necesita ser monitoreado. Yo podría...
—No —ordenó a su joven pupilo—, me prometí a mí mismo que estarías bien bajo mi cargo.
Llevamos un par de meses aquí y las ojeras ocupan la mitad de tu rostro. Iremos a descansar.
Namjoon se puso de pie haciendo crujir los huesos de su espalda al estirarse. Le sonrió cansado al
muchacho, y mientras palmeaba su hombro ambos caminaron por los pequeños pasillos del
metálico laboratorio.
La vida en Corea del Sur solía ser bastante metódica, sin llegar a los extremos en los que se
encontraban justo ahora, claro está.
Kim Namjoon no era más que un profesor cualquiera de física en la universidad del centro de Seúl,
o al menos lo fue hasta que consiguió el suficiente dinero para financiar su investigación, un
proyecto en el que había que estado trabajando durante los últimos veinte años. La mañana que
recibió aquella llamada del extranjero fue la misma en la que sin dudarlo dejó su carta de renuncia
sobre el escritorio del decano y se marchó.
Un representante de un gobierno extranjero se había interesado en su propuesta. Ellos le darían todo
el equipo, el dinero y las personas necesarias para completar su investigación; siempre y cuando
dicho logro se atribuyera a la magnánima potencia de América. Y Namjoon, quien nunca se
consideró patriota, aceptó sin dudarlo.
Nunca se sintió particularmente apegado a alguien; y el contacto humano le parecía innecesario,
vivía solo y nunca fue especialmente sociable. Durante sus años de enseñanza nunca se interesó por
acercarse a ninguno de sus estudiantes, pero el momento en el que encontró a uno de ellos
completamente borracho de nariz sangrante y con las piernas colgando desde lo alto de un puente el
temor humano que creyó no tener le sacudió.
Park Jimin era el estudiante que nunca cruzó miradas con él, uno casi tan brillante como reservado,
tanto que le sorprendió encontrar en tales condiciones. Tampoco creyó encontrarlo a punto de saltar,
ni mucho menos se imaginó que tendría que arrastrarlo para evitar que se dañara más a sí mismo.
Llevó al chico contra su voluntad hasta su casa y cuidó de él. Cuando el muchacho despertó explicó
sin derramar una lágrima que ya no le quedaba nada. No tenía una familia, tampoco un lugar al cual
regresar; Park Jimin era un corazón perdido con cero billetes en el bolsillo. Estaba a la deriva, y en
ese momento, el fondo del acantilado parecía mejor que su propia realidad.
Esa noche meses atrás; Namjoon se sirvió un poco de ron para acompañar a Jimin en su resaca. Él
le sonrió, y desde entonces, no dudó en mantener al joven a su lado. Se convirtió en su mentor, y
como un predicador, lo llenó de pasión por aquella ilógica investigación, llevándolo con él a
California, a un pequeño laboratorio a orillas del lago despidiéndose para siempre de sus antiguas
vidas.
Después de todo, ambos eran brillantes, y estaban completamente solos.
—No pretendo sonar grosero; pero realmente necesita una ducha, profesor —dijo Jimin cerrando
los ojos al sonreír.
—Eso parece; no recuerdo la última vez que tomé una. —El mayor buscó sus llaves y se aproximó
a la puerta. Las entradas del laboratorio estaban rodeadas de luces de emergencia.
—Lleva días encerrado en su oficina, dudo que recuerde la última vez que vio un grifo.
Jimin le siguió el paso cargando con un pequeño bolso. Bajó la vista al sentir su calzado flojo, y al
hacerlo, se encontró con la cinta de su zapato sin anudar. Se arrodilló a mitad del camino para
atarla; pero las luces en el pasillo comenzaron a parpadear en un rojo agresivo. Con las alarmas
activadas y sus latidos paralizados.
Ambos voltearon a verse a la defensiva. El sensor del radar había sido activado indicando una
nueva frecuencia.
Namjoon dio un paso atrás.
—No puede ser... —dijo antes de correr de regreso a la cabina de control dentro del
laboratorio.
—¡Profesor! —Jimin se levantó trastabillando para seguirle.
Ambos observaron la frecuencia en la pantalla que cambiaba de azul a un amarillo y luego a verde.
El voltímetro central había detectado algo nuevo, el aire estaba infestado de una carga positiva.
—Se mueve y es rápido.
—¿Cómo es que de pronto emana tanta energía? El radar estuvo semanas apagado.
—Debe estar rodando por el bosque. Te lo dije, si se mantiene dentro de un perímetro de cinco
kilómetros podemos rastrearlo. Triangula, Jimin. Necesito esas coordenadas.
El muchacho asintió ajustando y presionando varios botones, intentando encontrar un punto
céntrico en el plano.
—Nuestro amigo del lago está... a tres kilómetros y medio, profesor. Está...
—En el mirador, está cerca.
—¿Qué? ¿Cómo está tan seguro?
El monitor continuaba parpadeando. La energía contenida en la pantalla parecía ser más de lo que
imaginaban, y crecía por segundo; Cada centímetro que Jungkook se acercaba a Taehyung era un
voltio más en el radar. Pero ellos no tenían idea de que sus respiraciones chocantes habían logrado
disparar una señal en el voltímetro.
—No lo estoy, pero es demasiada energía. Tenemos que ir por eso antes de que cause problemas.
—Profesor, no sugerirá que...
—Jimin, enciende el auto. —Se quitó los anteojos—. Iremos de excursión.
Ambos corrieron hacia la salida; de la bodega dentro del pequeño edificio salió velozmente un Ford
75 con dos tipos a bordo a quienes les importaba una mierda la seguridad vial.
El auto llegó a la carretera después de atravesar la vereda de árboles y salir del espacio confinado y
cercado donde se ocultaban.
Los neumáticos parecían deslizarse en el asfalto mientras aceleraban. Estaba completamente oscuro,
y los defectuosos focos delanteros que difícilmente alumbraban el camino se fundieron.
Jimin dio un cambio brusco a la palanca de velocidades cuando entró al camino de tierra; no debían
de estar muy lejos, y él realmente necesitaba saber qué era lo que habían traído del otro lado del
espacio.
Aceleraban, no iban a detenerse. Rápido, rápido y sin vacilar, estaban cerca de la orilla, a
centímetros de caer al precipicio. Jimin tenía problemas para asimilar su realidad, y su percepción
del fondo caía junto con su conciencia que se nublaba de pronto.
—¡Detente ahora! —gritó Namjoon levantando el freno de mano cuando Jimin presionó el freno
con el pie, y giró el volante para detenerse.
El polvo se levantó cuando se detuvieron completamente; el moreno soltó aire con fuerza,
recuperándose, entonces abrió la puerta y vomitó sin demorar, dejándose caer de rodillas sobre la
tierra. Su mente y su cuerpo definitivamente no estaban del todo bien.
Jimin, eufórico, bajó del auto y encendió su linterna en busca de respuestas mientras caminaba
presuroso; pero no encontró nada más que una vista espectacular y colillas de cigarrillos.
—Maldita sea... debería estar aquí —dijo pasándose una mano por el cabello angustiado—. ¿Qué
es? Joder, ni siquiera sé qué es lo que estoy buscando. Esto es un fracaso.
—Relájate, Park. Es un gran avance. —Namjoon, aún mareado, caminó a su lado para quitarle la
linterna de la mano.
—¿Qué intenta decir? ¡No tenemos nada! ¡Nada! Seguimos estancados.
—No del todo. —Con la luz en su poder, Kim iluminó del suelo la chaqueta sucia ligeramente
ahumada, además de latas, y vidrios—. Al menos ahora sabemos que es un humano y que, además,
no está solo.
—Profesor —Jimin no apostaba mucho por la salud mental de su mentor—, ¿Qué lo hace llegar a
esa conclusión?
—Los vidrios en la tierra —explicó—; hay marcas de neumáticos, se alejó demasiado rápido. Se
requiere mucho tiempo o un vehículo para hacerlo. Para manejar un auto necesita pulgares, para
comunicarse necesita poder articular, es humano. ¿Entiendes?
Además—refiriéndose a la chaqueta—, he visto ese logotipo antes, pertenece a la preparatoria de la
ciudad, su "compañero" es joven. Las colillas en la tierra parecen estar en lugares opuestos, había
más de una persona aquí.
—Estas cosas son basura, profesor. —Jimin ladeó la cabeza cuando lo vio recoger la prenda del
suelo—. No significan nada.
—Las coordenadas eran correctas, el sujeto estuvo aquí, estoy seguro; pero... no está solo. Y no lo
sé, la persona que está ayudándole podría ser o muy inteligente o un verdadero idiota.
—¿Qué significa todo eso?
—Significa, Jimin, que muy cerca de aquí hay un auto con una de sus ventanas destruidas y un
deportista que perdió su chaqueta. Si encontramos a su dueño y al auto, encontraremos a nuestro
sujeto.
—Esto es una locura. —Suspiró fuertemente—. Bien, supongamos que tiene razón,
¿Cómo haremos eso? ¿Cómo cuando ni siquiera pudimos seguirlo usando el radar? Ni siquiera
tenemos idea de cómo es que luce el sujeto.
—Sencillo. En lugar de esperar en el laboratorio como las últimas semanas, lo buscaremos
personalmente. Es hora de hacer trabajo de campo.
—¿Cómo?
Namjoon soltó una carcajada producto de su turbia y alcoholizada mente.
—¿Extrañas la escuela, cierto, Jimin?
El chico apretó los ojos. ¿En qué demonios se había metido?
—Está bien, está bien. Seré el primero en hablar del elefante entre nosotros dos.
—¿Qué demonios, Jungkook? —dijo Taehyung cansado.
Ambos caminaban de regreso a casa. No tenían ni idea de la hora, pero a juzgar por el cielo
probablemente serían las 6:00 A.M. Habían atravesado todo el bosque a pie sin detenerse.
—Es una expresión, Taehyung. Significa que seré el primero en hablar de lo que pasó allá entre
nosotros.
—¡Ya sé lo que significa! No soy estúpido. — Resopló mientras masajeaba el puente su nariz entre
sus dedos pulgar e índice.
—Bueno, entonces. Lo siento, no sé qué pasó. Fue como si... Como si me controlara algo más.
—¿Cómo es eso posible? Perder el "autocontrol" es una terrible excusa. ¡Es la peor excusa del
mundo!
—Ya, ya. Y luego me llamas a mí rey del drama, cálmate.
—¡Me besaste, Jungkook! No me voy a calmar.
Taehyung parecía bastante perturbado, caminaba rápido y a juzgar por lo mucho que se mordía las
uñas su nivel de incomodidad era bastante alto. Jungkook creyó ver su rostro sonrojado, pero le era
difícil asegurarse cuando bajaba la cabeza sin darle oportunidad de verlo directamente a los ojos.
—Todo fue contra mi voluntad. Yo no quería, lo juro.
—Quisiste usar la lengua así que... Eso no cuenta precisamente como "yo no quería", amigo.
—Yo no hice eso... —Palmeó su hombro divertido. —Repítelo hasta que te lo creas.
Además, tú tampoco te apartaste, no parecías tan incómodo como ahora.
—Me siento enfermo...
Jungkook se mordió el labio. Había besado a decenas de personas antes y en realidad era la primera
vez que se sentía culpable. A veces olvidaba que estaba más de treinta años en el pasado, y que, si
ser un chico diferente en su época era todo un lío, la moral de Taehyung debía estar devorando vivo
al chico en ese momento.
—Oye, en serio lo lamento. Estoy siendo totalmente sincero al decir que no lo hice maliciosamente,
y no intento burlarme de ti.
—Cállate, Jungkook. Tú no lo entiendes.
—Somos hombres, lo sé. Pero nada es diferente. Y no está mal.
—Basta.
—Créeme, e-en el futuro, todo esto es más común de lo que parece. No es la primera vez que hago
algo como eso; es completamente normal.
—¡Maldición, cállate! Ese es el problema. —Volteó a verlo molesto—. Era la primera vez
para mí, ¿Entiendes?
—Besaste a un chico por primera vez, no es la gran cosa. —Kim negó con la cabeza y Jungkook
entendió a lo que se refería—. A menos que... Taehyung, oh, mierda.
—No suelo ser así de sentimental y pienso que esto es una estupidez, pero... no tenías
que ser tú.
—Taehyung...—sus ojos menguaron ante la ternura que su confección le provocó—¿Realmente fue
tu primer beso?
—Sí y fue un accidente. Mi vida no podría ser más patética.
Jungkook le sonrió tímido. Ahora tenía sentido su sonrojo por encima de su enojo, y los segundos
que sintió sus labios temblar.
El camino de regreso a casa era claro, y el sendero de árboles que les acogía parecía no terminar.
—Al menos fue mejor que el mío. Las primeras veces siempre son un asco —dijo Jungkook.
—¿Cómo podría ser mejor? Tengo casi dieciocho años, y lo único que puedo decir de esa
experiencia, es que me besó un lunático supuestamente del futuro que afirma que se apoderó de él
una fuerza superior.
—Auch, si lo dices así obviamente va a sonar mal.
—Vamos, supera eso, tonto. ¿Qué tan malo pudo haber sido tu primer beso?
El pelinegro arrugó la nariz. En realidad, no le gustaba hablar de esas cosas; pero Taehyung, él
parecía ser la única persona que realmente le prestaba atención cuando hablaba.
Vaciló un par de minutos en silencio, y después de morderse la lengua, comenzó a contar:
—Tenía quince, y aunque parezca imposible de creer, yo no era tan guapo como lo soy ahora.
—Eres demasiado egocéntrico, ¿Lo sabes, cierto?
—Sí, lo sé. —Jungkook sonrió al instante— pero solía ser... muy crédulo, la gente solía
aprovecharse de mí todo el tiempo.
—Entiendo.
—Había una chica en mi salón; cabello castaño, ojos ámbar y encantadora sonrisa. Yo estaba
completamente enamorado de ella, en serio, pero era muy tímido para hablarle; creí que era
cuestión de suerte cuando sentí que me veía como si estuviese interesada en mí, realmente lo pensé.
Un día, mientras yo estaba enfocado en mis cosas de niño raro se acercó a mí y sin decirme nada me
besó. Fue extraño y hasta creo que, por un pequeño momento, lindo.
—¿Y eso cómo podría ser malo?
Se rascó el cuello, riendo mientras ahogaba un suspiro.
—Era una apuesta, Taehyung. Veinte billetes a cambio de besar al chico menos apuesto, y de entre
toda la maldita generación ella me escogió a mí.
—Eso es horrible
—¿Sabes cuál fue la peor parte? —El castaño negó inocente—. Que, por un par de semanas, yo creí
que fue real, fui tan estúpido como para creer que quizás ella estaba interesada en mí. O al menos
así fue hasta que me gritó en la cara que todo era un juego frente a todos cuando intenté acercarme.
Fue un mal momento para mí, supongo... los idiotas se divirtieron mucho conmigo después de eso.
—¿Y qué hiciste? No pareces alguien que se quedaría sin revancha.
—Yo no hice nada, regresé a mi casa a llorar patéticamente. El año terminó, me desquité en la jaula
de bateo y para cuando el nuevo ciclo escolar inició la pubertad ya se había apiadado de mi pobre
ser. Las personas me veían diferente, y eso fue suficiente venganza para mí.
—¿Ella te buscó?
Soltó una carcajada. —Oh, vaya que lo hizo. Me pidió disculpas y dijo que siempre sintió algo por
mí, que estaba confundida. Incluso me siguió buscando hasta poco antes de que me mudara.
—Eso solo prueba lo despreciable que era. Buscar algo físico es... una pérdida de tiempo.
—Como sea, estoy bien ahora. El lado positivo de todo esto es que descubrí que su hermano, el
universitario, por cierto, besa mucho mejor que ella. Y el resto es historia.
—Bueno, supongo que eso me quita el puesto del peor primer beso.
—Te lo dije. —Le despeinó el cabello con una mano—. Vamos, el tuyo fue genial. Una linda vista,
pura dulzura y yo en él.
—Eres un imbécil, Jungkook. Deja de decir tonterías que hacen que recuerde que estoy molesto
contigo
—Te encanta victimizarte, ¿Cierto?
Habían entrado al área comercial del lugar; estando ya muy cerca de casa los árboles escaseaban y
las personas que caminaban felices por las calles en un sábado les sonreían amables.
Jungkook le veía sin apartar su mirada. Fijándose en cómo su cabello revuelto se colaba
delicadamente sobre sus orejas y frente, dándole una imagen completamente desaliñada. Y él
contenía su sonrisa porque le gustaba ver a Taehyung así de descompuesto.
Ni siquiera prestaba atención al frente; estaba lo suficientemente distraído como para que con un
paso en falso y sin percatarse del poste de alumbrado público, Jungkook chocó con la madera de
este golpeándose la frente y cayendo al suelo.
Agitó la cabeza, ¿De dónde demonios salió esa cosa? Pensó, pasando ambas manos por su rostro
adolorido.
—¡Dios, Jungkook! ¿¡Estás bien!? —dijo Taehyung extendiéndole una mano para ayudarlo a
levantarse.
El sol se elevaba tenue, y sus primeros rayos iluminaron a Taehyung que veía al pelinegro desde
arriba preocupado. Con los ojos abiertos y cejas fruncidas.
Jungkook parpadeó encandilado por el muchacho; la forma en la que su mente divagaba sin sentido
por eternos segundos le llenaba de inferioridad, de una casi inocente que culminaba en la nariz del
castaño.
—Sí, sí —dijo y tomó la mano del chico, en un impulso por ponerse de pie—. Mis piernas y mi
cabeza no funcionan bien últimamente.
Taehyung le soltó para llevar su mano a la frente del chico. —Estás pálido, pero tu rostro está
caliente. Será mejor apresurarnos, no luces nada bien.
—No es nada, solo me siento un poco mareado.
—Pérdida del autocontrol, desorientación y aumento de la temperatura corporal...Tengo que anotar
eso.
Kim empuñó una mano, acompañado de una mirada determinada y tiró del brazo del chico para
hacerlo caminar, estaban ya a un par de calles de casa.
Ambos se escabulleron sobre la cerca del vecino para evitar entrar por el frente; pero las luces
apagadas y la entrada abierta les sorprendieron. Entraron sigilosamente a la casa, percatándose del
espacio vacío en el garaje.
—Oye, Taehyung. ¿Dónde se supone que está el auto?
—¿Qué? —dijo apoyándose en la entrada—. Seokjin debió regresar antes que nosotros,
el auto debería estar aquí.
—Pues no está. —Preocupado—. ¿Crees que le sucedió algo? ¿Estará bien?
Taehyung enarcó una ceja. —¿Desde cuándo te preocupa mi hermano?
—Seokjin no me interesa; mi madre iba en ese auto también, ¿Recuerdas? Y sin ella ya sabes, puf,
¡Me esfumo! Tenemos que averiguar dónde está y haciendo qué.
—Baja la voz, ¿Que no ves que mis padres aún no despiertan?
Susurrando. —Pues perdón por molestarte con la preocupación de mi existencia.
Taehyung estuvo a punto de ahorcarlo silenciosamente hasta que escuchó el silbido de su hermano
desde el exterior de la casa. Seokjin era la única persona que silbaba de esa forma, se trataba de un
código secreto entre los dos.
—Es mi hermano —dijo descomponiéndose aún más la ropa—, iré a abrirle, recuerda que no debe
notar que salimos. Espérame aquí.
—Golpeamos a alguien del equipo, créeme, lo sabrá tarde o temprano.
—Tarde es mejor.
Taehyung suspiró y regresó al garaje para quitar el seguro de la puerta levantando la pestaña lento
para evitar hacer ruido. Él sabía lo que debía hacer, ayudar a Seokjin a escabullirse sin ser castigado
era su especialidad.
Jungkook se asomó por la puerta contigua, viendo a un Seokjin sonriente. Arrugó la nariz,
incómodo, esa sonrisa le molestaba, quizá porque no le agradaba su padrastro, porque era un
amargado o quizá ambas. En fin, su tonto rostro feliz le parecía sospecho.
Una vez que el mayor se estacionó exitosamente en el interior de la casa, bajó del auto sin cambiar
de expresión y negando con la cabeza.
—Gracias, Taehyung. Te debo una.
—¿Una? ¿Sabes qué hora es? Un par de minutos más y papá nos habría matado a los
dos por tu culpa.
—Oh, vamos. Deja de regañarme, sé un buen hermano menor y confórmate con tener mi gratitud.
—Vas a meterte en problemas. ¿Dónde estabas?
(Bingo), pensó Jungkook. Era exactamente la información que necesitaban. Taehyung, el pequeño
cascarrabias sin duda alguna sabía cómo conseguir lo que quería.
—En el cielo. (¿¡Perdón!?)
—Deja tus payasadas. —Taehyung rodó los ojos—. Nombre y lugar.
—Nombre; Lee Sunhee. Lugar; su casa.
(¿¡Qué!? Si se atrevió a ponerle una mano encima lo voy a.…)
—Ella es de intercambio, ¿No sé supone que vivía con unos mormones o algo así? ¿Qué hacías tú
allí? Creí que irían al mirador.
—Lo hicimos, pero no resultó. Fue todo un desastre de hecho... la llevé a su casa, hablamos un rato
y luego...
—¿Luego...? (¿¡Luego...!?)
—Ella me besó. ¡Ella! ¿Puedes creerlo? Dios, es... mejor de lo que esperé.
—¿¡Qué!? —dijo Jungkook desde la puerta denotando su presencia. Taehyung soltó aire
pesadamente por lo evidentemente tonto que era su amigo—. Ella no haría algo como eso.
Nada cambiaría la felicidad de Seokjin. Ni siquiera le importó la intervención del metiche siamés de
su hermano.
—Eso creí; yo iba a hacerlo, pero... me desmotivé. Estaba demasiado nervioso y lo arruiné, creo. —
Suspiró apenado—. Pero cuando llegamos a su casa, en la puerta... algo cambió. Fue inesperado.
—¿Eso y ya? —Taehyung, incrédulo—. ¿Qué pasó después de ese beso? Tú y ella lo...
—No, es alguien con decisión. Y me gusta eso, yo respeto eso, nunca conocí a una persona así de
segura de sí misma.
—Sí, sí, sí. Muy bonito y todo —Jungkook habló—, ¿Dijo o hizo algo más?
—No. Entró rápido y yo me quedé allí, como tonto. Taehyung no estaba convencido con su
respuesta.
—¿Y por qué llegaste hasta ahora? —Es decir, a ellos les tomó dos horas regresar caminando, él
debió llegar antes. ¿Cierto?
—Me quedé dormido en el auto. Estaba muy oscuro y ya sabes que esta chatarra no funciona muy
bien que digamos, preferí no arriesgarme.
Jungkook estaba realmente confundido; el castaño lo notó al verle negar mientras veía el piso, supo
además que su respiración se había agitado por la lámpara parpadeante.
—Bien, cierra con cuidado —dijo Taehyung ansioso por irse—, nosotros volveremos a dormir.
No le dio tiempo para contestarle; tomó a Jungkook de la muñeca para hacerlo caminar hasta su
habitación. Haciéndole correr al subir las escaleras y dejando de poner cuidado al ruido que hacían.
Una vez a solas, cerró la puerta y dejó a Jungkook enloquecer finalmente.
—¿Cómo es posible? Nosotros cambiamos la historia, ¿Cómo es que esto pasó?
—No lo sé debe haber un error, nuestro plan, nuestra hipótesis, están mal.
—Por mis pelotas. ¿Qué tan difícil puede ser evitar que dos adolescentes salgan? Esto es, ¡Es
estúpido!
—Jungkook, cálmate. —Las luces temblaban, su ritmo cardíaco y su cerebro trabajando iban a
causar un desastre—. Cálmate antes de que causes una sobrecarga eléctrica.
—No. Es que, Taehyung ¿Qué significa eso? ¿Es que acaso no puedo cambiar la historia? ¿O-o es
solo una coincidencia?
—Coincidencia o no, pasó, y eso nos deja una brecha en la historia que podemos analizar. —El
castaño caminó veloz hacia su escritorio en busca de su libreta, la abrió y comenzó a escribir en
ella.
—¿Una qué?
—Una brecha. Te lo dije, la historia es una línea recta, cuando saltaste hacia atrás creaste una curva.
Y a su vez, en ese punto, se creó una segunda línea de tiempo alternativa para mí y para ti pero real
para todos los demás, todo aquello que te incluya a ti en este lugar es parte de la segunda. Es una
paradoja, ¿Lo tienes?
—Lo tengo —se acercó a él, reclinándose ligeramente sobre él chico para ver con claridad las líneas
que trazaba sobre el papel.
—Bien. Mi hipótesis es la siguiente; los hechos en la segunda línea temporal afectarán todas las
realidades existentes.
Jungkook parpadeó inquieto.
—Eso significa que... si hago que algo cambie en la segunda línea, afectará de formas diferentes...
¿Ambas?
—Exacto. Entonces, si Seokjin y tu madre sí se besaron, eso quiere decir que la línea original está
intacta. Si logramos hacer que regreses a tu realidad nada sería diferente.
—Pero yo no quiero eso.
—Lo sé, ese es el problema. Necesitaríamos hacer algo verdaderamente significativo para cambiar
el curso de ambas o para hacer que las cosas se adapten a nuestros objetivos.
—¿Cómo?
—Primero necesitamos hacer algo con la energía de tu cuerpo, está aburriéndome tener que cambiar
los focos de la casa por tu culpa. Y segundo, tenemos que encontrar al eje de todo esto, algo que
detone los sucesos.
—Un detonante... ¿Te refieres a un motivo? No lo entiendo.
Jungkook respiraba cerca de su cuello; le era difícil explicar sus ideas e hilar coherentemente sus
teorías cuando sentía calor del chico tan cerca de él. Se movió bruscamente para alejarlo de él,
nervioso.
—Un motivo, una situación, incluso una persona. Sea como sea, algo causa tu historia y eso lo que
debemos desviar.
El pelinegro le vio de frente. Si todo tenía un detonante, la muerte de Taehyung también debería
tener uno, ¿Cierto? Solo necesitaba claridad mental para encontrarlo.
—Bien. Entonces, estamos en la nada y todo esto nos jode aún más. Mi ser necesita más tiempo.
—El tiempo es relativo. Deja de ser pesimis...—Taehyung se quedó callado de repente, como
uniendo cabos en su cabeza—. Ser, existencia, causalidad, espacio y tiempo...podría, no, sí, quizá
es... metafísica.
—Estás balbuceando palabras que no entiendo, otra vez.
—¡Eso es! Ese es mi problema, por eso no hemos avanzado nada. He estado siendo demasiado
metódico.
—Explícate.
—No es algo meramente físico es un conjunto de muchas cosas. —Taehyung no tomaba aire para
hablar—. Desde el cómo llegaste aquí hasta las formas de la existencia, son temas separados que
hemos estado mezclando.
Jungkook lo tomó de los hombros para evitar que se moviera, haciéndole concentrarse únicamente
en él. Taehyung se quedó quieto, a la expectativa de la repentina interrupción que calló su voz
cuando el chico articuló sus palabras lento.
—Escucha, castaño —le llamó—. Es evidente que me perdí a la mitad del camino, lo admito. —
Taehyung asintió lento cuando el otro le sonrió dulce—. Está bien, entonces, te suplico que repitas
todo eso en palabras más sencillas que mi cerebro inútil pueda comprender.
Al soltarlo, Jungkook suspiró con fuerza y se dejó caer de espaldas en la cama frente al escritorio,
agotado tras la noche y sus ausentes horas de sueño. Taehyung le observó con cautela, y temeroso,
caminó para sentarse a la orilla de esta acomodándose para poder recargar su espalda en la
cabecera, también abatido.
—La metafísica... es parte de la filosofía, estudia los principios de la realidad, entre otras cosas más
complejas, y abstractas, de hecho —comenzó a explicar viendo de soslayo bostezar al pelinegro.
El sol resplandecía insolente mientras se colaba iluminando la habitación más de lo que Jungkook
era capaz de tolerar.
Este se recompuso sobre la cama, dándole la espalda a la ventana con los ojos cerrados; pero al
hacerlo, su cabeza se encontró sobre los muslos de Taehyung quien se quedó quieto, sin moverse,
sin saber cómo reaccionar a las acciones de otra persona sobre él.
Con los brazos estáticos y renuentes a dejarlos caer sobre el muchacho.
A Jeon no le importaba, en realidad, le parecía una posición muy cómoda para dormir. Así que
preso del cansancio y del calor que el castaño emanaba, se quedó allí, con la esperanza de poder
disfrutar de ese momento, aunque sea por un par de minutos.
—Creí que eso era algo más... poético que científico. No sé... —La posición le resultaba acogedora,
dulce y suave.
—La poesía y la ciencia, no son tan diferentes como parecen, ambas comparten estructura y belleza.
Tienen perspectivas de la creación e ideas aparentemente imposibles, y la filosofía... te ayuda a
entender las incógnitas que te planteas, a entender las demás ciencias.
Jungkook soltó una pequeña risa; los brazos de Taehyung comenzaron a adormecerse, así que lento,
casi con miedo, los acomodó entre las almohadas sintiendo a escasos centímetros los mechones
negros y lisos prestos a su alcance.
Contagiado por el sueño, y tentando a palpar al otro, deslizó su mano por la cabeza de Jeon
sintiendo su cabello. Pausado, como si intentase que el otro no se diera cuenta.
—No sé cómo sabes tanto de tantas cosas. Yo... solo sé que no sé nada. ¿Entiendes? — dijo con
hilarante tono. Relajándose poco a poco vacilando al luchar por no dormirse.
Mientras Taehyung descaradamente, se adentraba más y más en las hebras oscuras del muchacho.
Perdiéndose entre el cansancio, el calor y su voz.
—Calla, Sócrates, entiendo la referencia. Como sea, aún necesito hacerte más pruebas.
Antes de que mi cerebro colapse. —Se fijó en los ojos del chico y al encontrarlos cerrados asumió
que estaba dormido—. Supongo que las haremos cuando despiertes — dijo, más para sí mismo que
para el otro.
Cerró los ojos dando un pequeño toque a su frente y finalmente apartó sus manos de entre el cabello
de Jungkook.
—Oye —Jeon se removió de repente y le llamó con voz cansada—, ¿Por qué te detienes?
—¿No se supone que estabas dormido?
—¿No se supone que estabas acariciándome el cabello?
—Lo siento, yo no...
Jungkook volvió a reír, no entendía la necesidad del chico por disculparse por algo como eso, algo
que evidentemente ambos estaban disfrutando. Y que también, Taehyung hacía inconscientemente,
como si los prejuicios sembrados por la década en su cabeza realmente no tuvieran sentido.
—Me gusta. —Taehyung reprimió un exhale asombrado—. Hazlo, por favor... si no te molesta,
claro —le pidió, esperando a la expectativa de que lo hiciera. Cuando sintió de nuevo el temeroso
toque sobre su cabeza por encima de sus orejas, sonrió complacido.
—¿Acaso no piensas que esto es extraño? —murmuró temeroso.
A lo que Jungkook respondió acercándose más a él para poder recargarse completamente sobre su
cuerpo. Aunque no lo admitiese, Jungkook había pasado demasiado tiempo sintiendo el frío calar en
su pecho al dormir, y ese momento le hizo sentir calidez.
La calidez que extrañaba de su hogar. Es decir, si alguna vez tuvo uno.
—No. Es placentero, así que cállate y duérmete de una vez.
—Son las siete de la mañana, no puedo dormir. Yo, nosotros, yo tengo mucho que preparar para las
pruebas que debo...
—Solo disfruta el momento. ¿Está bien? He venido del futuro y créeme, pensar de más... solo te
hará daño. —Sus palabras sonaban pausadas, y estaban llenas de impotencia—. Así que por ahora
simplemente relájate, y deja de hablar.
—Tú nunca dejas de ser extraño, ¿Cierto?
—No, por eso encajo perfectamente contigo.
Taehyung sonrió; aceptando aquello que sin pedirlo le habían entregado: una muestra de afecto
inocente.
Después de un par de minutos su respiración se mezcló con la de Jungkook.
Y en el silencio de la habitación, ese que solo era interrumpido por las ramas de los árboles contra
la ventana, ambos quedaron completamente dormidos.
Sin tomar represalias contra el tiempo, o sus pechos que subían en sintonía.
El medio día llegó dando paso a la tarde; permanecieron juntos hasta que el azote de la
puerta abriéndose los alertó.
—¡Arriba, señoritas! —dijo Seokjin apareciendo en la habitación y dándoles una mirada
desaprobatoria desde arriba al encontrarlos roncando abrazados.
Ambos despertaron sobresaltados intentando ponerse de pie de inmediato. Jungkook tambaleó, y
cayó sentado en el colchón al lado de la cama en el que acostumbraba a dormir.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que toques antes de entrar, tarado? —repuso Taehyung,
ajustando sus anteojos después de haberse quedado dormido con ellos puestos.
—Tranquilo. No pretendo interrumpir lo que sea que esté pasando aquí en el reino de los
fenómenos.
—¿Entonces qué haces aquí?
Soltó una risa burlona, realmente adoraba molestar a su hermanito. Se sentía el jefe en ese
momento, además, necesitaba ganar puntos con sus padres para que no lo asesinaran cuando viesen
la ventana del auto.
—Ah, cierto. Mamá y papá saldrán un par de horas a cenar, y como temen que ustedes quemen la
casa yo estoy a cargo.
Jungkook se burló mentalmente de su padrastro, pensando: "Claro, nadie va a quitarte el poder,
ridículo."
—¿Y eso qué? No tenemos doce años, Jin. Haz lo que quieras.
—Sí, eso haré. De hecho, invité a un par de amigos a ver el partido más tarde. Así que... no nos
molesten. Y no hagan nada raro que me meta en problemas.
—Sí, papá —dijeron al unísono sarcásticamente.
—Los estaré vigilando —respondió dándose la vuelta para marcharse con aires de superioridad.
Jungkook y Taehyung se vieron entre sí y comenzaron a reír burlándose de su actitud.
Es decir, como dos niños pequeños mofándose de su niñera.
—Dime que no es así de autoritario en el futuro, por favor. —Taehyung se puso de pie, estirando
sus extremidades.
—Es peor. Se cree un rebelde justo ahora, pero debiste verlo cuando me perforé las orejas. Fue
épico, parecía que iba a desmayarse.
—Supongo que pagó todos sus pecados teniéndote a ti como hijo.
—Hijastro —le corrigió.
Taehyung negó mientras buscaba una camisa apta para su experimento. Cambiándose naturalmente
en su propia habitación.
De sus cajones sacó un pantalón corto y se lo lanzó al pelinegro que le veía atento.
—Sí, claro. Oye, hijastro, ponte esto —dijo jugando con él. Jungkook enarcó una ceja curiosa a la
pequeña prenda.
—¿Ah, ¿sí? ¿Y eso por qué? —Su voz sonó llena de picardía por un segundo.
—Te dije que haríamos unas pruebas físicas. Yo iré a llenar la bañera mientras tú terminas de
cambiarte. ¿Entendido? Entendido.
Kim no le dejó hablar. Simplemente le dio la espalda y caminó hacia el baño de la habitación como
lo había anunciado.
—La... ¿Bañera? —se cuestionó Jungkook.
Suspiró; no es como si tuviera otra opción, tenía que cooperar si quería regresar a su década. Se
desabrochó el pantalón y lo deslizó por sus piernas quitándose los zapatos en el camino, seguido de
su camisa. Quedando en ropa interior por un par de minutos mientras se colocaba el short rojo que
se le había entregado.
Pensó en ponerse la camiseta de nuevo, pero Taehyung no le había dicho nada sobre eso. Así que lo
más seguro es que no debía usarla, ¿Cierto? Su mente estaba mal por tergiversar la información que
recibía convirtiéndola en algo caliente. Es decir, una bañera y dos personas le sonaba bastante
prometedor. "Estúpida mente puberta de mierda", pensó.
Sacudió la cabeza; se convenció a sí mismo de que no era nada de lo que se imaginaba al moverse
en dirección al baño. Pero al ver a Taehyung con un cable, un desarmador y una lámpara a la orilla
de la bañera se asustó en lugar de excitarse.
—Jungkook —le dijo acomodándose las mangas de la camisa—, entra al agua.
—¿Estás bromeando, cierto?
—No.
—¿Para qué? —Obvio—. Taehyung, hasta yo sé lo que pasa cuando mezclas electricidad
y agua.
—Tengo una teoría. Tranquilo estarás bien... eso creo. ¡Vamos!
—¿¡Eso crees!? Aleja esos cables y esa lámpara de la puta bañera, Kim. O no entraré en ella.
—No seas miedoso.
—¡Podrías matarme! Hablo en serio, así que hazlo o no pondré un pie allí. Taehyung rodó los ojos
soltando el aparato en el piso. —Aguafiestas.
Jeon exhaló pesadamente; el pequeño doctor Kim Frankenstein a veces realmente le daba miedo.
Caminó hasta el cerámico blanco con transparente líquido e introdujo con miedo sus piernas una a
una. El agua estaba helada, sus músculos se contrajeron cuando se sentó con lentitud en el fondo de
esta.
—Bien, estoy en el agua. ¿Qué se supone que prueba esto?
—¿Sientes algo? ¿Corriente, espasmos, algo?
—Uhm... no.
Taehyung pareció decepcionado. El agua con sales y el cuerpo humano eran conductores de
energía, y ambos eran capaces de dirigir la suficiente electricidad para encender una bombilla.
Entonces, y si el cuerpo de Jungkook estaba lleno de cargas eléctricas por encima del promedio,
¿Por qué no reaccionaba?
Jeon estaba en el lago. Algo en el agua era clave, Taehyung necesitaba entender qué era.
—Intentemos otra cosa —propuso arrodillándose al lado de la bañera—. Necesito que te recuestes,
intenta que todo tu cuerpo se sumerja y deja solo el espacio necesario para respirar.
—¿Justo así? —murmuró Jungkook cuando lo único que rayaba en la superficie era su rostro.
¿Cómo controlar la energía de su cuerpo? El estrés la disparaba de alguna forma, ¿Por qué? Quizá
su ritmo cardíaco o la actividad cerebral.
—Sí. —Le observó detenidamente, su pecho era visible y excepcional bajo el cristal líquido que lo
exhibía momentáneamente—. Cierra los ojos y relájate, vamos a hablar un poco.
Jungkook obedeció incómodo, cerrar los ojos significaba ver cosas horribles para él. —¿Y de qué
quieres hablar?
—Tus padres —soltó duramente—. Piensa en ellos, y cuéntame, ¿Cómo se conocieron?
—Mis abuelos eran amigos... —lento tratando de recordar.
—Últimamente he estado pensando en que quizá todo esto ya haya pasado antes, y la separación de
Seokjin y tu madre sea...
—¿Mi culpa?
—Sí. Algo así.
—Es imposible. Yo no puedo crear mi propia existencia, regresé porque ya existía, no al revés. Mi
aparición en el mundo es resultado de un fin de semana sin pastillas y una mala decisión.
—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo estás tan seguro de que no causaste el encuentro de tus padres?
Taehyung tomó el extremo del cable de la lámpara y lo introdujo con lentitud en el agua. Jungkook
hablaba cínico, sus músculos comenzaban a tensarse, y su respiración parecía ahora irregular.
—Porque ese matrimonio ya estaba arreglado —dijo, y la bombilla dio un pequeño chispazo
repentino que duró un segundo.
—¿Qué? Creí que Seokjin había hecho algo para alejarla.
—Ella regresó a casa porque debía hacerlo. Debía tener una vida normal y recatada, casarse... ser
una "buena mujer"... Tuvo un hijo después de tantos años solo porque le enseñaron que era un
requisito para ser feliz —arrastró sus palabras con pesar, sintiendo asco del deber y los falsos
estatutos—, él no hizo nada mal. O bueno, no lo hará.
—Es por eso que...
—Sí. Es por eso que cuando vuelven a encontrarse ella lo acepta; es acá donde mi plan tiene
sentido, si él lo arruina... cuando se vean de nuevo, ella lo rechazará.
—Tu padre —interrumpió firme—, ¿Por qué se separaron?
Jungkook tragó saliva al mismo tiempo que se agitaba. La energía de su cuerpo parecía conducirse
por el agua y el cable de la lámpara que luchaba por encenderse.
—Él... siempre tuvo problemas de dinero. Además, de que no es particularmente un bebedor muy
pacífico que digamos.
—¿Él te golpeaba?
— No.…—se quedó callado— no desde hace mucho.
—¿Por qué lo excusas?
—No lo estoy excusando. Es solo que... fue hace tanto tiempo, las cosas son diferentes ahora.
—No lo es. A él ni siquiera le importas.
—No es así. Él me quiere, muy a su manera.
—Sabes que es mentira, ¿Por qué lo haces, Jungkook? Comenzando a enojarse. —No miento. Es lo
que es.
—Proteger la idea que tú mismo creaste de alguien es estúpido. Finalmente, la lámpara estaba
encendida y su teoría era correcta.
Jungkook era capaz de regular las cargas de su cuerpo, cada fibra del chico se había convertido en
un generador.
No sabía si trataba de un efecto colateral o una desventaja. Era un gran descubrimiento; joder que
Taehyung se veía a sí mismo con una medalla en el cuello por sus descubrimientos. Pero había un
problema, no estaba tratando con un circuito normal, se trataba de un humano. Uno muy
temperamental.
—Ese no es tu problema, no hables de cosas que no entiendes—su voz se alzó, molesto— ¡No
sabes nada de él, o de mí! Así que deja de...
Jeon intentó ponerse de pie, pero no lo consiguió. Sus músculos se entumecieron y dejaron de
responder, todo su cuerpo se volvió pesado cuando perdió el autocontrol y se hundió por completo
en el agua.
Su rostro se quedó estático en una posición de dolor; estaba consciente de que necesitaba respirar,
de que debía ponerse de pie pero era incapaz de mover un solo músculo. Estaba preso dentro del
agua y su propia corriente.
El dolor que lo atravesó le fue familiar por un instante en el que su mente se quedó fundida en un
profundo negro. Era conocido, sí, sentía que estaba en el lago de nuevo, y los rayos que le habían
materializado fluían en su sistema nervioso; pero ahora estaba lúcido.
Su mente luchaba por sacarlo de la tetanización. Y allí en medio de sus pensamientos se encontró a
sí mismo llorando; era su subconsciente.
Sus recuerdos eran una botella de licor barato y las mujeres de su padre. Eran una golpiza tras otra y
su madre llorando en la cocina haciendo la cena para un hijo desearía no haber tenido.
Un hijo que sentía la egoísta necesidad de hacerla feliz por su cuenta para mitigar su culpa. Sin
terceros, sin más hombres que fueran capaces de lastimarla.
Sus recuerdos se mezclaban con la realidad, porque él sentía que estaba en esos lugares de nuevo.
Estaba colapsando sin entenderlo, parecía que moría. Y no sabía si se debía al dolor en su médula
espinal o a que siempre sintió deseos de morir en los momentos que recordaba tan fielmente.
Taehyung se movió alarmado a su lado. La lámpara que seguía encendida enloqueció, si él ponía
una mano dentro del agua iba a electrocutarse. La propia bombilla de la habitación palpitaba
incesante, Kim estaba casi seguro de que el alumbrado público también estaba siendo afectado al
verlo desvariar por el reflejo de la ventana.
Asustado; tomó los guantes de látex amarillo que tenía debajo del lavabo y se los colocó de prisa.
Jungkook se estaba ahogando, pero no podía tocarlo. Tenía que romper el circuito.
Se sacrificó confiando en el látex aislante en sus manos e intentó desesperarme llegar al seguro de
la bañera para dejar ir el agua en su interior. Cuando finalmente consiguió tomar la pequeña cadena
tiró de ella quitando el corcho que impedía el paso del agua.
El nivel de líquido comenzó a bajar dándole chance de tomar a Jungkook por los hombros, haciendo
su máximo esfuerzo por no mojarse.
Quiso levantarlo cuando la tina quedó vacía; arrancó la cortina de nylon para envolverlo mientras lo
sostenía. Se trataba de un hombre de casi su misma altura, cuya masa corporal era más densa que la
suya.
Al sacarlo, trastabilló. Sus pies cedieron ante el peso y Jungkook cayó sobre él aplastándolo. Pero
ya no había peligro, la cortina era aislante, Taehyung no saldría herido, lo sabía. Entonces lo rodeó
con sus brazos cuando lo sintió respirar de nuevo.
Un fuerte estallido resonó cuando quedaron a oscuras. La sobrecarga acabó con los fusibles de la
casa completa al mismo tiempo que Jungkook sollozaba casi inaudiblemente.
—Jungkook, escúchame. Todo terminó, estás a salvo. Respóndeme, por favor. Necesito saber que
estás bien, Jungkook. Pusiste morir, lo siento, enserio lo...
—¿P-por qué estoy aquí? —musitó con los ojos abiertos. Asustado de lo que vio dentro de su
memoria, de lo real que se sentía; y con las manos de Taehyung quemándole la espalda al sujetarlo
sin dejar de temblar. Jungkook... él, su subconsciente, ¿Quería morir?
—Vamos a solucionarlo, regresarás a casa pronto. —Taehyung se aferró a él tomando su cabello
aún con sus guantes puestos. Tentado a besar su cabeza y limitado únicamente por el temor de
recibir una descarga—. Lo prometo.
—¿Por qué...?
Le fue imposible terminar la oración; quizá porque sencillamente no sabía con exactitud lo que
quería decir. No, Jungkook no sabía si la pregunta correcta era: ¿Por qué estoy yo aquí? O ¿Por qué
está él aquí? ¿Por qué está aquí conmigo? Tal vez ya había sucedido antes, o ¿Era él el precursor?
Porque después de todo, Taehyung simplemente apareció en el momento oportuno para él.
Entonces tuvo sentido para él cuando Diotima se atrevió a decirle a Sócrates que el amor nace de la
necesidad y las circunstancias.
O en este caso, de la espalda helada de Jungkook, con su mirada perturbada por una idea que se
clavó en su cabeza sobre las circunstancias de la existencia de sí mismo y la muerte.
Y en la culpabilidad que sin querer provocó en Taehyung. Aquel castaño que, compasivo con su
expresión de horror y ojos oscuros sintió la necesidad de compensarlo.
Entonces sumó una tarea más a su lista de pendientes:
1. Hacer a Jungkook feliz. Muy feliz.
CAPITULO 6
06.

14 años y un día después de.

El momento en el que se despierta de una epifanía es igual de doloroso que agonizar.


Es despertar una mañana con los músculos entumecidos y un fuerte dolor de cabeza, es el momento
en el que te encuentras rodeado de nada con la certeza de que te equivocaste, de que han pasado
años. Y sí, arruinaste tu vida.
Muchos hubiesen deseado que la vida trajese instrucciones, pasos a seguir uno por uno hasta llegar
al éxito y la plenitud. Pero a diferencia de muchas personas, Sunhee creció queriendo escapar de la
voz dentro de su cabeza que le decía hacia dónde ir, qué hacer, de aquellos que le obligaban a
pensar.
Sus padres siempre decidieron lo que era mejor, quizá porque simplemente deseaban verla
convertida en lo que ellos creían era una buena mujer, quizá porque temían que destruyera su
futuro; pero después de tanto, allí estaba ella, preguntándose si había valido la pena hacer lo
correcto.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que SunHee sonrió genuinamente.
Ella hizo todo lo que se suponía debía hacer. Tomó cada indicación, y dio cada paso en la dirección
correcta, hizo todo lo que se le ordenó durante toda su vida. Estudió la carrera que sus padres
eligieron para ella, se graduó con los mejores honores, y se casó con un hombre al que no le
importaba en lo más mínimo para cubrir lo que le hicieron creer era vergüenza. Se le culpo por un
error que no fue solo suyo.
Debería ser feliz. Debería poder disfrutar de todo lo que había conseguido en medios de su dolor,
¡Se supone que hacer lo correcto debía hacerla feliz!; pero no era así. No cuando ella nunca quiso
ninguna de esas cosas, cuando cada uno de sus malditos logros no le pertenecía.
Solo quería saber qué le faltaba, ¿Qué? Deseaba haber despertado esa mañana y seguir siendo una
adolescente, desearía no haber tenido tanto miedo.
No recordaba la última vez que realmente amó algo en su vida. O que alguien le amó a ella.
Y allí estaba, su rostro había perdido ya gran parte de su belleza juvenil. Su mirada era dura, fría,
demasiado tensa para ser comparada, su actitud había evolucionado de tal forma hasta convertirla
en una persona cínica.
Esa mañana despertó de su epifanía; se colocó el labial rojo que tanto adoraba, subió a su auto y
condujo lentamente. Los papeles de divorcio estaban dentro de la guantera junto con su pasaporte;
había pasado los últimos años intentando armarse de valor para entregarlos, estaba cansada, como
una mártir silenciosa que no soportaría más de esto.
De los golpes, de la humillación e infravaloración que a diario vivía. Porque si esto significaba ser
una buena mujer, estaba dispuesta a ser la peor de todas.
Entonces, sintió como su estómago ardía, aquel inoportuno malestar que le había estado azotando
por semanas apareció de nuevo para arrastrarla.
Las náuseas eran intensas, estaba demasiado mareada, así que estacionó el auto en la primera
estación de servicio que encontró y se bajó desesperadamente en busca de un baño; pero ni siquiera
llegó a la puerta, comenzó a vomitar en medio de la calle.
Entró a la pequeña tienda de conveniencia de la gasolinera; tomó una botella de agua, mentas y una
pequeña caja blanca rectangular con letras grandes en ella. Se encerró en el baño para seguir las
indicaciones grabadas en la parte de atrás del empaque. Lo abrió y tembló por un segundo cuando
finalmente la utilizó.
Estaba abatida, ¿Podía ser? Después de tantos años luego de aquello. ¿Esto realmente estaba
pasando? ¿Aún era posible? ¿Cuánto había pasado? ¿Por qué ahora?
Tenía demasiadas preguntas, estaba asustada. Los cinco minutos de espera de la prueba de
embarazo que había comprado terminaron. Apretó los ojos antes de verificar el resultado.
Pero contrario a lo que creyó, cuando las dos líneas marcaron un positivo, sonrió. Una sonrisa
delicada que fue completa y sinceramente pura, esa que rompió su escepticismo.
Tal vez, solo tal vez ya no tenía que sentirse tan sola. Equivocada, creyendo que lo que necesitaba
para alcanzar la felicidad era aferrarse a toda costa a la existencia de otro ser humano.
Sunhee cometió un error por cuenta propia al no entregar los papeles de divorcio en ese momento.
Porque al tragarse sus verdaderos deseos por tantos años más no solo se condenó a sí misma, sino
también al pequeño Jungkook que estaba por nacer.
...

127 días antes de.

—Entonces... Taylor Mackenzie no es la misma persona que Mackenzie Taylor, y de hecho, ellas
dos se odian. Jeffrey es novio de Sarah Taylor, que es hermana de Thomas y quien a su vez es novio
de la segunda Mackenzie, además de que es quien vende cigarrillos entre clases. Todas las chicas
están enamoradas de Daniel, y los chicos le temen, excepto el equipo de béisbol, claro. Así que es
mejor no meterse con ellos.
Melissa y Seokjin terminaron hace un año porque ella lo engañó con Daniel, y luego él la dejó por
la primera Taylor. Ah y nadie habla con Antonio porque creemos que es policía.
¿Todo correcto? —Sí, Jungkook había estado estudiando.
—Así es, amigo. Y eso es sólo en nuestro salón, te falta mucho por saber para ambientarte aquí.
—Estoy aburrido, cuéntamelo todo. —Se acercó al chico—. El chisme no me gusta; pero me
entretiene.
—Lo haré, lo haré. Dame tiempo y te pondré al corriente de todo el drama —dijo el otro a su lado.
Jungkook realmente no prestaba atención a la pizarra; era lunes y si le era imposible mostrar interés
por la escuela en su año, hacerlo en un lugar al que estaba condicionado a estar era el doble de
difícil. Taehyung había estado distante desde que salieron de casa, pensativo, tanto que ni siquiera
se había inmutado en los primeros períodos de clase cuando se sentó junto a él.
Ahora que se habían separado dado a que él no encajaba en sus clases de cerebritos, Jungkook
estaba en el fondo del salón 103B esperando a que el maestro de historia terminara de explicar la
diferencia entre izquierda y derecha mientras hablaba con Yoongi, la única persona que no le
provocaba morir de la pena ajena en su maldito salón.
El timbre sonó; todos los estudiantes comenzaron a guardar sus pertenencias mientras se
levantaban. Jungkook les imitó tomando su mochila y esperando a su compañero para caminar hasta
la salida.
Taehyung le dijo que no debía hablar con nadie; pero era imposible. ¿Qué esperaba que hiciera? No
era particularmente sociable, pero, aun así, necesitaba contacto humano para mantenerse cuerdo, o
despierto. Cualquiera de las dos era buena opción.
—¿Qué clase nos toca? —preguntó cuando estuvieron fuera del salón caminando por el pasillo.
—Clase de salud... ew. —Yoongi arrugó la nariz en señal de inconformidad. La idea de pasar dos
horas escuchando sobre los vellos de su cuerpo no le emocionaba mucho, y a juzgar por la mirada
de Jungkook al él tampoco.
—Genial, esto se pone cada vez mejor. —Sarcástico.
—Detesto tener que tomar esa clase. Es demasiado tedioso, además, no es como si los parásitos de
nuestro curso entendieran una palabra de ella.
—Ya que ambos estamos de acuerdo en que es una mierda, podríamos saltarnos ese período. El
muchacho dudó, ladeando la cabeza.
—No lo sé; no me parece que sea muy prudente faltar... es un asco pero podríamos meternos en
problemas.
—Ahora que lo pienso es gracioso, no pensé que fueras el tipo de chico que le teme a la clase de
salud. No puede ser así de mala.
—Estamos en último año, Jeon. Y el maestro... Es muy descriptivo con nosotros. Hizo que a todos
nos diera miedo el sexo luego de que contó una historia de un tipo alérgico al látex.
—¿Qué?
—Sí, dijo que murió por eso. Mostró imágenes, fue horrible.
Jungkook ni siquiera se atrevió a preguntar. Le causaba un poco de gracia la forma en la que las
clases de salud de las escuelas estaban mal estructuradas. Era claro que el mensaje detrás de esa
extraña historia era "no tengan sexo", pero estaba muy mal enfocada.
Es decir, era un poco hipócrita de parte de los adultos querer negarle la información al sexo a los
adolescentes. Porque vamos... Siendo honestos, todos fueron adolescentes, y por muy maduros,
castos y recatados que se consideraran en la actualidad, alguna vez obviamente sintieron curiosidad
por sus propios cuerpos y los ajenos.
Lo mínimo que les correspondía hacer era dar herramientas, pero en fin, Jungkook no tenía ánimos
para educar a una generación.
—Oh, vamos. Faltar a una clase de salud no hará que mueras de sífilis.
—Por un demonio, Jungkook. ¿Qué rayos dices? —cuestionó en hilarante tono. Yoongi se debatía
mentalmente entre reír y golpearlo. —¿Qué tipo de clase de salud recibías en tu país?
—Escucha —el pelinegro se detuvo frente a él—, voy a darte un resumen rápido de conciencia
sexual para compensar la clase de hoy. Es fácil: no olvides ducharte, utiliza preservativo, si tu
pareja dice que no significa no, y si no es tu cuerpo no es tu decisión. ¡Ya está!
—Tienes ideas bastante liberales de eso. —Yoongi en realidad sólo estaba pensado en higiene y
talco para los pies. Pero lo que Jungkook dijo también servía.
—Es que vengo en el futuro —bromeó sin mentir en realidad.
—Si tú vienes del futuro todos estamos condenados a volvernos idiotas y la humanidad realmente
no tiene esperanza.
—Nunca la tuvo, amigo. Nunca la tuvo. —Yoongi lo vio asustado cuando el tono de su voz bajó. —
¡En fin! ¿Nos vamos o qué?
—¿A dónde?
—No lo sé, tú dime.
—La idea de saltarnos la clase es tuya, ¿Y yo tengo que proponer un lugar para pasar el rato?
—Obviamente, el extranjero soy yo, idiota. Yoongi ladeó la cabeza. El chico tenía razón.
—Eso tiene sentido para mí. —Se quedó callado meditando hasta que encontró el lugar perfecto—.
Está bien, sígueme.
Jungkook sonrió complacido caminando a su lado, y por lo fácil que resultaba hablar con él. Yoongi
era el segundo amigo que hacía en ese lugar, y no podía estar más agradecido.
Eran dos amigos más de los que tenía en su tiempo. Así que en su marcador mental hasta el
momento, la California del '86 tenía un punto a su favor.
Siguió a Yoongi por el pasillo mientras comenzaban a vaciarse. Moviéndose varios metros
empujando a las personas para seguirle el paso al muchacho, quien ansioso, parecía intentar ocultar
algo cuando se detuvo frente a una puerta.
Min sacó de su bolsillo un llavero, y de entre las llaves que este custodiaba tomó una, volteó a
ambos lados antes de abrir. Dio un paso adelante cuando finalmente consiguió dejar la vía libre.
Con un movimiento de cabeza; le indicó a Jungkook que lo imitara, adentrándose ambos en la
oscuridad y dejándola la puerta entreabierta tras su espalda.
—¿Qué se supone que es este lugar? —preguntó Jungkook intentando ver con dificultad, atento al
eco que su voz y sus pasos provocaban.
Yoongi no le contestó de inmediato. Lo hizo cuando finalmente encontró el interruptor de las luces
que llenó de brillo el lugar, dejando a la vista cuerdas detrás de un gran telón y escenografía a
medio pintar.
—Tras bambalinas, la parte posterior del auditorio —le aclaró—. Este es el único lugar que se
mantiene completamente vacío durante el día.
—¿Y por qué tienes llaves de la entrada?
—Las tengo porque soy el tramoyista encargado. Y técnicamente, es la salida, la entrada principal
está hacia allá —señaló detrás del telón, las grandes puertas delanteras estaban cerradas, había una
pequeña ventana en cada una de ellas—, pero tendríamos que haber atravesado el gimnasio para
entrar por allí.
—Y... ¿Eso significa que eres un chico raro del teatro, cierto?
—Te lo dije, todos en la maldita escuela tienen lo suyo. Hasta yo, incluso tú.
—¿Yo?
—Eres parte del equipo, ¿No? Eso te coloca dentro del rango atlético.
—No lo sé; no es como si yo fuera uno de ellos. Seokjin ni siquiera me deja entrenar con el resto
del equipo.
—¿Por qué no lo serías? Eso es estúpido, mantenerte alejado de ellos solo va a perjudicarlos cuando
la temporada empiece.
Jungkook se rascó el cuello. El inicio de la liga escolar sería en dos semanas, pero, él en realidad no
esperaba quedarse tanto tiempo.
—Ya lo sé, como sea, él me detesta lo suficiente como para obligarme a pasar toda la maldita tarde
en la banca puliendo los bates.
—Es un egocéntrico de mierda y tú lo humillaste. ¿Qué esperabas? ¿Una tarjeta de agradecimiento?
—Esperaba que no fuera un cabeza hueca para variar.
—Si alguna vez el gran Jin dejase de ser un cabeza hueca, dudo que sería gracias a tu divina
intervención, Jeon.
Yoongi se acercó a un objeto cubierto mientras le veía con obviedad, detestaba al mayor de los
hermanos Kim casi tanto como Jungkook.
Retiró la manta que le protegía dejando a la vista las rústicas y grandes bocinas que se unían a una
caja igual de ostentosa, con una pequeña compuerta transparente en el centro.
—¿Qué es eso? —preguntó Jungkook con desconcierto.
—¿Este bebé? —dio dos palmadas sobre el plástico negro, orgulloso—, un estéreo. He pasado las
últimas dos semanas intentando adaptarlo al escenario. Será la sensación ya verás.
—Si tú lo dices...
Jungkook ladeó la cabeza; el lugar era bastante pintoresco. La utilería, antigua a su criterio,
adornaba el techo de escenario con estrellas de cartón amarillo sujetadas por finos hilos desde las
vigas de las luces.
El piano en el fondo llamó su atención. El pelinegro sujetó un extremo del telón para recibir mayor
iluminación, y luego corrió hasta el instrumento sentándose en el banquillo, feliz.
Deslizó con timidez sus dedos por encima del blanco marfil que ligero sonó deleitando con las
primeras notas al azar.
Yoongi lo vio de reojo, sin atreverse a romper la emoción en la que su nuevo amigo parecía haberse
quedado estancado momentáneamente.
Hasta que de pronto, la misma se quebró al ser azotada por una voz fuerte que le llamaba indignado.
—Jeon Jungkook, ¿Por qué rayos no entraste a clase de salud?
Taehyung se acomodó los anteojos resoplando, para luego llevar ambas manos a su cintura viéndole
con, según él, furia. Mientras caminaba presuroso en dirección al pelinegro en el piano.
—Oye, oye, oye. ¿Cómo supiste que estaba aquí?
—Alcancé a ver cuando te fuiste con —volteó a ver molesto al otro— ese chico y te seguí. ¿Algún
problema?
Jungkook no entendía su repentina y tosca actitud.
Y quizá su cerebro no alcanzó a entender completamente el afán de ese día.
—Oh, vamos. ¿Qué tiene de malo?
Susurrando, bajó el tono de su voz. —Te dije que no hablarás con desconocidos, ni con nadie de
hecho.
De la misma forma, imitándole—¿Desde cuándo me das órdenes?
—Desde que rescaté del lago, genio.
—Siempre dices eso, no es justo.
—No me importa.
—¿Cómo es que te volviste tan agresivo? Has estado ignorándome todo el día, ¿Y ahora te
preocupas por eso?
—No cambies de tema. Es demasiado peligroso y lo sabes, pero lo tomas muy a la ligera. Podrías
causarle algún daño a tu futuro, estoy preocupado por ti y la investigación.
—¿Estás preocupado por mí o celoso de él? —enarcó una ceja.
—¿Perdón? Yo no estoy celoso de nadie. Mucho menos de él.
Jungkook sujetó su barbilla. —Vamos, pastelito. Relájate, aún eres el hombre más importante de mi
vida.
—La próxima vez te dejaré solo en la bañera.
—¿Necesitan espacio o.…? —Yoongi no entendía muy bien las cosas que se decían, pero le
sonaban bastante comprometedoras.
—¿Y tú quién eres? —cuestionó el castaño.
—¿Cómo que quién soy? ¿Realmente no lo sabes? —El chico negó con la cabeza—. Yoongi,
¿Agustus? Estoy en la misma clase que tu hermano desde el jardín de niños.
Estuve en la fiesta de cumpleaños de tu padre. Vivo a dos casas de la tuya, fuimos en el mismo
campamento de verano hace tres meses. ¿En serio nada? Joder, te saludé hoy por la mañana.
—Lo siento, tu rostro no me parece familiar.
—Lo dice porque está celoso. No le hagas caso, Min. Sigue en lo tuyo, yo me encargo de él —le
dijo, luego tomó a Taehyung del brazo—. Y tú, ven acá, chico listo.
—Suéltame, tarado.
—No lo haré —repitió mientras sonreía —. Respira, sé un amor y acompáñame.
—¿Acompañarte cómo?
—Yo toco el piano y tú cantas, ¿Qué te parece?
—¡Ja! Ni lo sueñes.
Jungkook negó con la cabeza. Taehyung parecía tener una aversión por la música popular, como si
su cuerpo quisiera bloquear de su sistema cualquier melodía que no fuera catalogada como lo
bastante masculina o intelectual. Al menos eso intentaba.
Le había oído mencionar decenas de veces lo mucho que odiaba a Madonna; pero eso
aparentemente no le impedía cantar "Like a Virgin" en la ducha mientras creería que nadie más lo
escuchaba. O como cuando el Taehyung que siempre tenía algo que opinar se quedaba callado
cuando se trataba sobre el físico de los protagonistas de la guerra de las galaxias.
Pasaba todo el día junto a Taehyung; había aprendido de su forma de hablar, de los ademanes y
expresiones que utilizaba únicamente cuando estaban solos, y del descaro que brotaba de su yo no
consciente al abrazarlo mientras dormían.
Tenía suficientes motivos para creer que estaba más reprimido de lo que parecía, por lo que se
propuso a sí mismo sacar al chico de su pequeña coraza de escepticismo.
Jeon lanzó un sol mayor como primer acorde en el piano mientras tomaba aire en la introducción, y
le daba tiempo a Taehyung de reconocer la canción.
Entonces, Jungkook comenzó a cantar.
—"Mama, just killed a man..." —Levantó la vista en espera de que el castaño le siguiera.
—¿Qué esperas que haga?
—Solo canta, Kim —le dijo viéndole con severidad. —"Put a gun against his head. Pulled my
trigger, now he's dead... Mama..."
Taehyung dudó por un par de segundos antes de tomar aire para comenzar. — "But now I've gone
and thrown it all away..." —dijo con leve voz, ganándose la aprobación de Jungkook.
El pelinegro tocó con fuerza las teclas para dar énfasis a la melodía. Taehyung parecía divertirse,
poco a poco cantando entregado a su presentación.
—Eso es, siéntelo —dijo con gracia. La voz del chico era hermosa, Jungkook lo sabía, demonios
que sí. Pero por alguna extraña razón desafinaba cada dos segundos.
—"Mama, ooh... Didn't mean to make you cry. If I'm not back again this time tomorrow...!" —Fue
hasta que comenzó a reírse que cayó en cuenta de que Taehyung estaba burlándose de él mientras
fingía tener un micrófono frente a su rostro—. Ay, por favor, Jungkook. Esto no es un jodido
musical.
—Cállate, Taehyung. Harás que Freddie Mercury se retuerza en su tumba —reprochó dejando de
tocar para ponerse de pie.
—¿¡Que él qué!? —dijeron los otros dos al unísono y Jungkook se abofeteó mentalmente.
—No me hagan caso. Soy estúpido, ¿Recuerdan?
Antes de que pudieran secundar su idiotez, el timbre que marcaba el cambio de periodo sonó
inquietando a Taehyung.
—Será mejor que me vaya —suspiró aún viendo con zozobra a Yoongi—, sé que a ti ni siquiera te
afecta todo esto de la escuela. Solo intenta no meterte en problemas, ¿Sí?
Jungkook caminó hacia él, ¿Qué le hacía actuar tan renuente? —No, espera. No es para tanto.
—Intenta no llamar la atención. ¿Podrías?
—Taehyung, no te vayas. Por favor, quédate aquí. Es... aburrido estar lejos de ti.
Además, es el último periodo, no importa. Vamos, quédate conmigo.
—No es eso, es que... esto del teatro y la música, es tonto. No pienso que sea correcto estar aquí.
—¿Por qué? —¿Quién había metido tales ideas en su cabeza? — No se trata de lo que pienses sino
de lo que sientas. ¿Entiendes?
Un sonido agudo resonó por los parlantes del escenario haciendo que ambos se taparan los oídos
por instinto.
Cuando este terminó se encontraron con Yoongi, quién había permanecido trabajando en silencio
saltando de la emoción.
—¡Lo logré! ¡Lo logré! ¡Funciona! —exclamó dando un pequeño salto, lleno de alegría.
—Solo tenías que unir dos cables opuestos. No es la gran cosa —dijo Taehyung con obviedad, solo
le bastó ver el aparato por un par de minutos para detectar el problema.
Pero su sinceridad le hizo ganarse una mirada desaprobatoria por parte de los dos pelinegros.
—Cálmate, Cerebrito. Es todo un logro para mí, además no pedí tu opinión.
Yoongi le dio la espalda antes de inclinarse a buscar entre los cassettes que tenía en su caja de
música.
—Él no me agrada —masculló hacia Jungkook.
—Lo dices solo porque estás celoso, es normal. Yo también me celaría a mí mismo.
—¿Qué? Ya te dije que no estoy celoso. ¿Por qué lo estaría?
—No lo sé. Imagina que soy tú y tengo detrás de mí a un estúpido y sensual viajero del tiempo que
piensa que soy adorable, y que necesita de mí para sobrevivir, dándome su total y completa atención
24/7. Pero de pronto comienza a pasar el tiempo con otro sujeto. Me siento excluido, es doloroso,
entonces lloro, mi alma se destroza, mientras pienso en lo mucho que me encanta y en que quiero
que me bese otra vez.
—Baja la voz. Ocurren cosas muy extrañas dentro de tu cabeza...—nervioso.
—Lo último es solo idea mía, pero le atiné, ¿Cierto? —se burló—. Como sea, será mejor que
cambies esa actitud, yo ya no tolero a los hombres celosos.
—¿Y si no quiero qué?
—Me obligarás a tomar medidas drásticas —dijo, sujetando a Taehyung del brazo con una ruda
expresión que hizo dudar por un instante al chico cuando lo jaló para pegar su cuerpo al suyo.
Llevó su otro brazo a la espalda del chico, dando un paso adelante, y luego otro atrás.
—Jungkook, basta. Estás... ¿Estás bailando? —reprochó consternado. Yoongi a la distancia
comenzó a reír por su reacción.
—Estamos —le corrigió— bailando, mi querido Kim.
—¿Qué sigue? ¿Haremos un estúpido musical?
—Es una gran idea —susurró contra su cuello logrando así dominar al muchacho al plasmar su
electrificante respiración en su piel bronceada—. ¿Tienes música para eso? —dijo volteando a ver a
Yoongi que de inmediato colocó el cassette dentro del estéreo, contento de poder probarlo.
—¡A sus órdenes, señor! —confirmó.
—Jungkook, ¿Qué sucede contigo? Yo no...
Poco después, la canción comenzó a sonar a través de los rústicos amplificadores.
Jungkook ahogó una fuerte carcajada, al reconocer esa canción, una que amaba desde que era niño,
y era lo suficientemente gay para funcionar.
Soltó a Taehyung para comenzar a chasquear los dedos.
"Don't go breaking my heart..."
—"...I couldn't if I tried. —Se mordió el labio tras la frase—. Honey, if I get restless. Baby, you're
not that kind..." —cantó el pelinegro siguiendo la música mientras movía los hombros sonriendo.
—Detesto esa canción. Cállate, Jeon.
—Nadie puede odiarla. No te atrevas a hablar mal de mi poderosísimo Elton John.
—Yo...
Jungkook extendió su mano esta vez invitando a Taehyung a tomarla con vergüenza.
—Soy un completo antipático, incluso peor que tú y aún así estoy pidiéndote que bailes conmigo.
No rompas mi corazón —dijo refiriéndose con su última frase al nombre de la canción.
Cuando el castaño se acercó a él igual de abochornado, Jeon tiró de su brazo para hacerle girar.
"Ooh-hoo, nobody knows it..."
Taehyung comenzó a reír mientras la canción avanzaba contagiado por la dulce risa de Jungkook.
Tomado de su mano y con el sonido de los violines en medio de la alegre tonada.
El pelinegro movía la cabeza. Deslizando sus pies sobre el piso de madera del escenario, y cantando
con fuerza palabras específicas de la canción al saltar en círculos estúpidamente graciosos junto a
Kim.
Pasó su brazo por encima de los hombros del chico. Entonces, cuando la espalda de Taehyung
quedó contra su pecho, Jungkook lo abrazó sin dejar de sonreír, sujetándolo desde atrás y colocando
su mentón sobre el hombro del castaño.
—"Ooh-hoo, nobody knows it..." —gritaron al unísono mientras se movían al compás.
Taehyung conocía perfectamente la canción.
—Nadie lo sabe... —masculló Yoongi cuando la frase volvió a repetirse. Estando simplemente allí
detrás de ellos, sorprendido.
No quería sacar conjeturas fuera de lugar. Pero esas sonrisas y el ambiente ligero, cálido, que de
pronto se había manifestado le hicieron sentir ajeno a la escena.
No quería suponer nada, pero lo hizo. Y sin ser notado por los dos menores subió el volumen de la
música dejando el equipo encendido.
Taehyung siempre fue demasiado reservado, lo conocía desde niños. Aunque aparentemente nunca
le agradó al castaño, tampoco entendía las razones, aunque no dudaría en atribuírselas a su hermano
mayor; pero justo ahora, no era el Taehyung que solía conocer, era uno que reía escandalosamente
al hacer el ridículo, enterrando su rostro en el cuello del otro chico que le rodeaba dulcemente.
Con Jungkook, siendo envuelto por su esencia. Y juntos, no hicieron más que inspirarle una extraña
sensación que no supo si llamar complicidad o temor, que lo motivó a dejarles a solas.
Comenzó a alejarse, podía volver después por su equipo, y él definitivamente no era nadie para
entrometerse en los asuntos de los demás. Se despidió de los chicos con un pequeño movimiento de
su mano, y salió por la puerta de atrás caminando lento hacia el frente.
La fuerte música resonaba también desde afuera del lugar. En medio del cambio de períodos, el
resto de estudiantes caminaba por los pasillos sin poner interés al estruendo del interior. Entre ellos
Seokjin, quien se movía presuroso buscando al resto del equipo; pero la música y el estruendo lo
atrajeron hacia la puerta principal del auditorio.
La música y las luces solo podían indicar que los fenómenos del teatro estaban ensayando. Y
Seokjin, él definitivamente no podía dejar pasar una oportunidad de tal magnitud para burlarse de
ellos y fastidiarles la existencia, como siempre.
Yoongi lo vio cuando dobló la esquina del corredor, de pie ante la puerta principal mientras se
debatía entre si acercarse o no. Tragó saliva, si Seokjin veía lo mismo que él vio, estaba seguro de
Jungkook estaría jodido. Él y el acoso que había sufrido por años estaban seguros de eso.
Así que reaccionando velozmente corrió de regreso a la parte posterior del auditorio.
El mayor alcanzó a verlo. Alzó una ceja, confundido y se acercó a la pequeña ventana del auditorio
en busca de algo para entretenerse, pero no esperaba ver tal escena.
Eran su hermano y su siamés, juntos como de costumbre. Bailando sin existir espacio alguno entre
ellos, frente a frente mientras Jungkook sujetaba de la cintura a Taehyung y el castaño sonreía
tímidamente intentando ocultar su felicidad.
Su hermano. El chico más insípido y raro de todos bailando y cantando en brazos de un hombre.
Realmente debía estar soñando o había enloquecido ya.
—¿Pero qué demonios...? —dijo por lo bajo. Los chicos eran incapaces de verlo o escucharlo.
Ambos estaban clavados en el otro. Taehyung había perdido por completo la timidez y su melodiosa
voz había comenzado a acompañar la canción.
—"Don't go breaking my heart..." —cantó con fuerza sin dejar de ver al pelinegro.
—"...I won't go breaking your heart" —respondió señalándole, como queriendo decirle exactamente
eso. Que no se preocupara, que él no iba a lastimarlo, pero estaba más que implícito.
Jungkook era incapaz de romper su corazón.
La canción terminó; el pelinegro se inclinó lentamente a su rostro. Realmente no importaba si él
pertenecía a esa realidad o no, inconscientemente comenzaba a importarle más el destino de
Taehyung que el suyo.
Estaban demasiado cerca. Taehyung tragó saliva pesadamente cuando el mechón oscuro del chico
se adentró en su campo de visión.
Seokjin no entendía lo que estaba pasando, abrió los ojos a la expectativa de que no sucediera lo
que estaba pensando. Negó con la cabeza, y justo cuando creyó que iban a besarse, las luces del
interior se apagaron de pronto. Parpadeó repetidas veces, y dio un paso hacia atrás en medio de su
confusión.
Entonces, chocó con otra persona que inocentemente caminaba por el lugar. Desviando su vista de
los niños raros por un instante para ayudar al chico que empujó a levantar sus cosas, apenado, pero
más que eso, confundido. Dejando al chico convaleciente y molesto en el piso.
Cuando finalmente pudo regresar su atención hacia el interior del auditorio ya no había nadie allí.
Incluso la música se había detenido, y todo se había sumido en una completa oscuridad. Intentó
abrir las puertas, pero fue imposible.
Definitivamente, estaba enloqueciendo.
Jungkook y Taehyung, ajenos al ataque de nervios de Seokjin estaban en el piso del escenario, solo
que ahora detrás del telón. Riendo.
—¿Por qué hiciste eso? Ahora me duele la espalda por tu culpa —recriminó Jeon al castaño.
—Lo siento. Creí ver a alguien espiando, y te empujé. Pero no esperaba que tuvieras tan poco
equilibrio como para hacernos caer a ambos.
—Claro, cúlpame a mí.
Ninguno de los dos tenía intenciones de levantarse.
Yoongi había bajado la palanca de la iluminación y estaba de pie cerca de ambos. Los había salvado
pero justo ahora era incapaz de moverse, cerró la puerta por dentro para proteger a los muchachos
de los peligros del exterior.
Negó con la cabeza sin entenderlo, encendió las luces que colgaban detrás del telón suplantando a
las estrellas como parte de la utilería. Dejando una tenue lumbrera sobre los chicos, solo entonces y
oculto en la oscuridad detrás de las cuerdas, se sentó en el suelo aún aturdido.
Taehyung volteó la cabeza para ver a Jungkook, armándose de valor para preguntar algo en lo que
había estado pensando durante días. Algo que había estado atrasando su investigación.
—Jungkook... —le llamó— ¿Podrías ser sincero conmigo?
—¿Sobre qué? —dijo viéndole asustado.
—Tú... ¿Me viste al-alguna vez? ¿Sabes quién soy, es decir, cómo soy?
—¿Quieres saber cómo lucirás en treinta años?
—No, no. Yo quiero saber si soy... ¿Alguien importante?
No era capaz de decirle la verdad. Al menos no aún. —Exactamente, ¿Qué esperas que te diga?
¿Acaso no eres tú quien habla de la fragilidad del tiempo y el azar?
—No lo sé. Es... una idea estúpida. Olvídalo.
—Ya basta, ¿A qué se debe tu repentino cambio de actitud? Has estado actuando demasiado
extraño.
—He tenido mucho en qué pensar.
—Vamos, dímelo ya. Sabes que puedes contar conmigo.
Taehyung se quedó callado, sin saber si era pertinente hablar de eso.
—¿Entiendes que estoy en un programa escolar especial, cierto? —Jungkook asintió—. Bien pues...
hace meses llené la solicitud de diferentes universidades. Y yo...
—¿Y tú...?
—En la correspondencia de esta mañana había exactamente cinco sobres para mí.
—No lo entiendo, ellos... ¿Te rechazaron? —confundido—. ¿Es por eso que estás así?
—No me atreví a abrirlos.
—¿Qué? ¿Por qué? Taehyung, eres el chico más inteligente que conozco estoy seguro de que...
—Sí, yo también estoy seguro de que entré. Pero no creí que pudiera, ya sabes, lograrlo. Cinco
sobres de ese tamaño significan que entré a más de una en distintas especialidades. Y yo...nunca he
sido bueno tomando decisiones.
—¿Por eso esperabas que yo te dijera qué dirección tomar? —Jungkook se esforzaba por hablar. El
nudo que se formó en su estómago creció hasta alojarse en su garganta.
¿Cómo decirle? ¿Cómo decirle que ni siquiera llegaría a la maldita graduación? Taehyung tenía más
futuro del que él tendría alguna vez, y aun así no tenía nada.
—Te dije que era estúpido, lo siento.
—No, no lo es. —Suspiró cansado—. El problema es que... yo no te conozco en el futuro. Lo poco
que sé es gracias a que Seokjin... suele hablar de ti.
—Hablar de mí... —se burló— quizás en tu época aún me detesta. Es por eso que no me conoces.
—¿Por qué te detestaría?
—Eso es otra historia.
—Taehyung, sé racional. Él no te odia, eres su hermano nunca podría hacerlo, él... quiere y querrá
más de lo que imaginas. Él te extraña muchísimo —se atrevió a decir.
—Como tú a tu padre —soltó de pronto.
—¿Qué intentas decir?
—Tu reacción al estrés.
—¿Qué tiene que ver eso con mi padre?
—El último experimento... Estabas asustado, entraste en un estado recesivo por el estrés, pero,
¿cómo es que tu familia te llevó a eso? Nunca creí... que hubiera una reacción tan fuerte.
Jungkook soltó una pequeña risa. —No necesitas usar palabras técnicas para preguntar eso.
El castaño suspiró cansado y se atrevió a reformular su pregunta.
—¿Extrañas a tu familia? Es decir, ¿Extrañas a tu padre?
—No.
—No trates de evadir mi pregunta, Jungkook.
—No lo hago. Pero ¿Alguna vez... te has sentido como un error? —preguntó, a lo que Taehyung
negó lentamente—. Yo... pasé sintiéndome así por mucho tiempo. Y la noche del experimento volví
a sentir eso de nuevo.
—¿A qué te refieres?
—Se sintió muy real, ¿sabes? Era como volver a vivirlo. En medio de los gritos, y del caos, como
una película donde mi yo de siete años era el actor principal.
—Un recuerdo lúcido...
—No, Taehyung. Era como si yo... estuviera allí otra vez. No solo pude verlo, pude experimentarlo.
Lo viví de nuevo. No lo sé, olvidé por unos minutos cómo moverme, olvidé incluso que yo era un
adulto, perdí la conciencia. Fue como si... los últimos diez años de mi vida nunca hubiesen
sucedido.
—¿Entiendes lo que dices? Tú... nosotros, ¿Entramos a tu subconsciente?
—Creo que fue más que eso.
Taehyung abrió la boca sorprendido. ¿Trasladar su conciencia era posible?
Controlarla hasta un punto circunstancial en donde nunca cayera al lago podría ser una solución aún
no explorada, pero eso significaría que olvidara cualquier suceso sucedido fuera de la línea actual.
Después de todo, el pasado de Jungkook era el futuro de Taehyung y parecía ser una buena
hipótesis para el castaño.
Debía ponerse a trabajar de inmediato. Apretó la mandíbula y pensó en ello como un plan de
reserva. La respiración del chico caía leve, estaba callado, Taehyung notó su distancia y se
conmovió de ella, pues Jeon no necesitaba una solución justo ahora, en ese momento, necesitaba un
amigo.
La mirada de Jungkook se había llenado de duda, demasiado evidente pese a la poca luz, pero eso
no evitó que Taehyung le viera con empatía.
—Jungkook... —dijo— eso no contesta mi pregunta inicial. —El muchacho le vio sin dejar de
divagar entre sus ojos y sus largas pestañas—. ¿Extrañas a tu padre?
El pelinegro se contestó a sí mismo antes de darle una respuesta.
—Extraño la idea de él. Quizá solo extraño ser crédulo y soñar con el día en que nosotros tres
fuéramos una familia como las demás. Yo... extraño la idea de pensar que me quería.
—No lo necesitas, Jungkook. Tienes a tu madre, él nunca ha sido indispensable.
—No es cierto. Pensé que estábamos bien, que ambos éramos suficientes para el otro y luego ella
encontró a alguien que realmente la hace feliz. Ambos son felices por su cuenta, supongo y yo... soy
egoísta, y solo quiero que todo esto acabe para poder seguir con mi vida en paz. A veces... quisiera
ser feliz como lo son ellos.
—Creo que debería dejar de hacer preguntas estúpidas...
Jungkook negó con la cabeza. Sentándose sobre la madera, Jeon pudo entonces observar a
Taehyung desde arriba al estar a su lado.
—Gracias, Taehyung.
—¿Por qué me agradeces? —confundido.
—No lo sé, se supone que yo debería ayudarte a ti y tú... te enfocas demasiado en mí. Eres... la
primera persona a la que le importa cómo siento en algún tiempo.
—Supongo que estar contigo me vuelve un poco sentimental —dijo Taehyung, Jungkook colocó
una mano sobre el pecho del castaño.
—Tú haces que sea más humano —confesó Jungkook—. Es... una cadena, me temo, pero no tengo
idea de cómo manejarla.
—¿Manejar qué cosa?
—Mi mente. Demasiados sentimientos y poca inteligencia.
—Esa es la razón por la que te gusta estar conmigo, soy tu antítesis, demasiada inteligencia y pocos
sentimientos.
—Eso explicaría mucho. Me convierte en el polo opuesto de tu vida, y ya sabes lo que dice el
magnetismo sobre eso.
—Polos opuestos se atraen, ¿Es eso lo que intentas de decir, Jungkook?
—Intento hacer un piropo científico para ti.
Taehyung soltó una carcajada instantánea, mostrando su espectacular sonrisa, cuando las palabras
del otro le hicieron sonrojar —Eres un tonto, Jungkook —dijo intentando ocultar la vergüenza en
sus mejillas rojas.
Jungkook podía verle sonreír y no alcanzaba a comprender cómo era posible que la humanidad
entera se hubiese privado de algo tan espléndido como Kim Taehyung.
Cómo era posible que de entre millones de habitantes en la tierra, ni una sola pudo ser capaz de
observar al castaño como él. Tan de cerca, y de sentir su mirada únicamente solo para él.
Jungkook sabía que no debía excederse, que tarde o temprano debía regresar a su época. Pero el
tiempo de Taehyung estaba contando y si no era él aquel que hiciera valer la juventud del castaño,
¿Entonces quién?
Taehyung se acomodó en el suelo, sentándose y sosteniendo su peso con ambos brazos detrás de él.
Entonces Jungkook se inclinó lentamente; apoyando su antebrazo en su pecho antes de llevar su
rostro hasta el del Taehyung cuando se atrevió a besarlo, dejando un corto beso en sus labios, fugaz
al separarse ligeramente para detenerse a verlo y constatar que el castaño había cerrado los ojos.
Su pecho se encogió de ternura. Taehyung siempre temblaba cuando le tenía cerca, nervioso de sus
actos y de su libre devenir. Asustado al no tener el control de sus actos y las nuevas sensaciones que
experimentaba.
Sus labios se humedecieron cuando la lengua del pelinegro jugueteó con ellos adentrándose poco a
poco en su boca, en medio del roce entre ambos, Jungkook movió su mano hasta el cuello del chico
para sujetarlo contra él con fugaz descaro al sentir a Taehyung y sus ansias de devolver el beso sin
experiencia verdadera.
Sonrió en medio de un pensamiento egoísta que quiso ocultar, al saber que esos besos eran solo
suyos. Jungkook quería desafiar al sudor y a la sangre por esos labios, con descaro cuando
mordisqueó el labio inferior del Taehyung causando que el sabor de su saliva se volviese
ligeramente amarga.
Taehyung se separó de él de pronto; y sus ojos a través de los cristales de sus anteojos lucieron
enormes al abrirse.
—¿Acabas de morderme?
—¿Oops?
—Debes aprender a controlar tus...—Jungkook llevó su dedo índice a la boca del muchacho para
callarlo.
—Antes de que digas algo más quiero que sepas que todo eso fue completamente intencional.
—¿Lo fue? ¿La fuerza sobrenatural del destino no fue quien te obligó a hacerlo esta vez? —bromeó
Taehyung.
—Esa noche también quería hacerlo, aunque justo ahora no recuerdo bien qué hacíamos allí.
—¿Cómo que no? La cita de Seokjin y tu madre, nosotros la arruinamos, ¿Recuerdas?
—¿Cuál cita?
Taehyung comenzó a alterarse, saliendo abruptamente de la burbuja en la que pareció absorto
minutos antes.
—El beso en el mirador, su primer beso, ¿No lo recuerdas? Dijiste que sunhee y Seokjin hablaron
sobre eso en el auto. Tú estabas allí y...
Jungkook sacudió la cabeza confundido. Sí, él tenía un recuerdo como ese, pero ahora, en su
memoria ya no estaba aquella montaña en las palabras de Seokjin sino la puerta de la casa de la
familia que alojaba a su madre.
—Yo... solo recuerdo nuestro beso. Sé que los seguimos y lo que hicimos, pero no puedo recordar
haber hablado sobre un beso entre ellos allí antes...
—Tus recuerdos cambiaron. ¡Maldición! ¿Lo captas?
—¿Captar qué cosa?
—¡Logramos cambiar la historia, Jungkook!
—¿Y por qué demonios no puedo recordarlo y tú sí?
—Soy un tercero, y soy ajeno a los acontecimientos de tu vida.
—¿Significa que puedo arreglar la historia después de todo?
—No lo sé, pero tenemos que averiguarlo. —El timbre que marcaba el final de las clases sonó,
anunciándoles a ambos que era hora de marcharse, Taehyung se levantó de prisa.
—Dejé mi libreta en el casillero, iré por ella y te veo luego.
—¿Irás a anotar lo que dije, cierto? —preguntó con una ceja enarcada.
—Por supuesto que sí —dijo antes de comenzar a caminar, se veía feliz y Jungkook no pudo evitar
sonreír al pensar que él contribuyó para lograrlo.
La esperanza de salvarlo se abrió nuevamente ante él y se aferró a ella, aunque no debió hacerlo,
porque quería creer en un final donde él era un héroe.
En sentido estricto, la conciencia es la creadora del universo. Y el amor es una perspectiva que
muestra lo valioso de las cosas incluso más aparentemente insignificantes, más adversas en nuestra
vida.
La metafísica del amor es explicar lo inexplicable para materializar lo abstracto en palpable
devoción.
Jungkook se levantó para seguirlo; pero al hacerlo alguien más le tomó del hombro antes de que
lograra salir.
Retrocedió asustado; y su expresión de temor no mermó incluso cuando reconoció a Yoongi a su
lado.
—Oh, mierda —dijo el pelinegro.
—Deberían ser más cuidadosos —le dijo serio.
—No-o, no es lo que parece —intentó negarlo, pero no serviría de nada. Genial, una memoria más
arraigada a la línea temporal.
—No soy estúpido, yo los vi —vaciló antes de seguir hablando—. Ustedes dos... me deben una.
Jungkook asintió aliviado. Bueno, al menos eso significaba que Yoongi era parte de su equipo
ahora.
Y sí, Taehyung iba a matarlo.
...
A la salida de la escuela Kim Namjoon esperaba dentro del auto estacionado mientras bebía. El ron
lo mantenía alerta, o al menos eso era lo que él creía.
La risa de todos esos adolescentes pretenciosos le irritaba. La juventud que poseían era un tesoro
desperdiciado que él nunca podría ser capaz de poseer de nuevo.
Un par de semanas más y tendría cuarenta y seis años. Y aunque sonara vano, Namjoon no podía
evitar sentirse abrumado en medio de la multitud de jóvenes que salían deliberadamente del
edificio.
Quizá su experimento tenía un trasfondo más egoísta que científico. Pero preferiría mantenerse
alejado de tales pensamientos.
Alguien abrió la puerta del auto por fuera, y luego otra persona entró acomodándose en el asiento
del copiloto del vehículo.
—¿Por qué tardaste tanto, Park? —preguntó exhausto.
—Un idiota me empujó en el corredor, hizo que me retrasara.
—Ah —desinteresado—, ¿Conseguiste algo importante?
—Hola, Jimin. ¿Cómo te fue en tu primer día en la escuela? —dijo el muchacho sarcásticamente—.
Oh, gracias por preocuparse, profesor. Fue un día asqueroso y no averigüé ni una mierda si es eso lo
que quiere saber.
Namjoon suspiró, la juventud era agotadora.
—Lo siento. ¿Qué tal tu primer día?
Al mayor no le fue difícil falsificar un acta de nacimiento para hacer pasar al muchacho como su
hijo, con sus influencias y el rostro casi infantil que tenía el veinteañero.
Después de todo, trabajaban para el gobierno. ¿Quién podía negarles algo?
—Horrible. ¿Ya mencioné que este es un terrible plan? Estamos perdiendo tiempo valioso que
podríamos utilizar analizando el jodido radar.
—Oh, vamos. No puede ser tan malo, solo debes acercarte al equipo de ¿béisbol? — dudó— e
identificar a nuestro sujeto, o al compañero en su defecto. Haz amigos, no sé, actúa como un niño
normal.
—No soy un niño. Profesor Kim, ¿Esto es realmente necesario?
Jimin frunció el ceño de forma cansada, bajando las comisuras de su boca en señal de protesta.
Namjoon sacudió la cabeza al verlo, lo más cerca que estaba de poseer la juventud que ya no tenía
era dudar ante su pupilo.
—No soy tu padre, Park. Soy tu jefe, y si yo digo que es necesario lo es.
Jimin suspiró. —Lo haré —dijo sin estar convencido—, Solo porque realmente quiero saber qué
demonios salió del agujero de gusano en el lago.
—Bien, solo intenta estar alerta.
Jimin se cruzó de brazos. Esto le parecía demasiado estúpido, tenía malditos veinticuatro años,
¿Qué caso tenía mezclarse con todos esos pubertos? Y peor aún,
¿Cómo era que podía encajar? Su estatura y sus facciones parecían jugarle en contra.
¿Cómo podía parecerles un niño? Incluso el profesor Kim lo pensaba, y eso era bastante malo,
bueno, al menos para sus recientes intereses.
Namjoon encendió el motor del auto. Y marcó la reversa para salir del espacio en el que estaba
estacionado.
Volteó a ver a Park de reojo mientras el otro veía molesto hacia el frente. Estando aún en terreno
escolar, condujo lento mientras luchaba por no estresarse al ver a tantas personas a su alrededor.
No podía evitarlo. El contacto humano no era lo suyo, tampoco la lentitud.
—Ese idiota... —masculló Jimin llamando su atención.
—¿Qué? —dijo sin entender su molestia concentrada en un punto más allá de la ventana.
—Nada es solo que... ese es el tipo que me empujó. Parecía agitado, y luego se fue corriendo, un
completo lunático.
Namjoon concentró su visión en la misma dirección que Jimin al maldecir. Era un grupo de jóvenes
charlando sobre un viejo auto, no le pareció la gran cosa hasta que su mente encontró un detalle que
no pudo ignorar.
Cinco muchachos portando orgullosamente la chaqueta del equipo de la escuela, y en medio de
ellos, uno que resaltaba significativamente por la ausencia de tal prenda.
—¿Te refieres al chico castaño, alto, sin chaqueta? —Jimin asintió. Sin comprender su repentino
interés, no hasta que Namjoon entrecerró los ojos intentando ver con mayor claridad.
—Sí... ¿Qué tiene de especial?
La mente del moreno creó dentro de sí una brecha con la ligera posibilidad de encajar sus piezas.
—Necesito que te acerques a ese auto. Y si la maldita ventana está rota... tendrás que pedirme
perdón.
—¿Qué? No, no lo haré. ¿Qué intenta probar?
—Que yo tenía razón y estar aquí no es una pérdida de tiempo. Solo hazlo o iré yo mismo. —
Detuvo el auto repentinamente y abrió la puerta para salir del vehículo.
Jimin lo tomó del brazo para detenerlo.
—No. ¿Qué le sucede? No irá a ningún lado, profesor. Es demasiado sospechoso, está borracho
como siempre y está usando su bata, por un demonio.
—Entonces baja del estúpido auto y ve a revisar tú mismo la ventana.
—Cada día está más loco. Vámonos ya, haré la jodida investigación, pero no justo ahora, por favor.
En medio de su forcejeó, ninguno de los dos notó que el grupo de jóvenes se había dispersado para
subir al vehículo y de entre todos ellos, aquel que creían era el dueño subió exactamente en el lugar
del piloto.
Amante de la velocidad; el muchacho aceleró saliendo del espacio designado para avanzar por el
estacionamiento.
Namjoon se soltó del agarre del muchacho; salió ligeramente del vehículo para poder visualizar al
otro auto a alejándose y se jactó mentalmente alzando la cabeza.
La ventana trasera tenía cinta adhesiva y la ausencia de un vidrio le hizo cuestionarse su verdadera
locura.
—Te lo dije, Jimin. Es el auto.
—¡Genial! Un auto viejo y un chico sin chaqueta en un día caluroso. Le entregaré su Nobel cuando
regresemos a casa. —Rodó los ojos.
—Debemos vigilar a ese chico.
—¿Qué caso tiene?
—Él... probablemente sepa más de lo que debería.
—No. —¿Cómo era que alguien tan inteligente como él podía apostar todo basándose en una
suposición tonta? —Por favor, debió ser una coincidencia.
—Créeme, Park. Nada pasa por coincidencia. La vida se basa en acción y reacción.
Ambos se vieron entre sí creyendo haber encontrado el camino hacia el conocimiento.Sin saber que
aquel joven Seokjin no tenía ninguna relación con su fugitivo experimento.
O bueno, al menos no tenía idea del problema al que su hermano acaba de arrastrarlo, cuando dos
lunáticos comenzaron a seguirlo esa tarde.
Tomando el lugar de Taehyung quien pasó al lado del auto del profesor y su pupilo sin despertar
interés alguno, y sonriendo después de actualizar su amada libreta.
Jeon Jungkook y el subconsciente como punto en el espacio:
Experimento no. 1
La capacidad de materializar situaciones y/o realidades es una posibilidad por explorar.
El sujeto se ve afectado por la descarga eléctrica provocada por la aceleración de su ritmo cardíaco
y el estrés. Generando espasmos, pérdida del conocimiento y apnea.
Su cuerpo parece ser inmune a la electricidad. ¿Cómo consiguió tal característica?
Cambios en su memoria y subconsciente.
Alucinaciones.
Pérdida parcial y momentánea de las capacidades motrices.
Daños físicos: Ninguno.
Daños psicólogos: Pertenecientes a la infancia; sin relación al experimento.
Miedo. Yo tengo miedo.
Él siempre me observaba demasiado. ¿Por qué lo hace? ¿Será acaso que se siente atraído hacia a
mí?
Pd: Mi labio está hinchado.
CAPITULO 7
07.

Septiembre, 2018.

Las primeras horas del primero de septiembre significaban para Jungkook estar un paso más lejos
de su primer aliento. Un paso más adelante hacia el último de sus días.
Abrió los ojos esa mañana en medio de un gran silencio y del frío de su habitación.
La ventana y la puerta estaban abiertas, las luces encendidas. Suspiró a sabiendas de lo que eso
significaba: estaba solo en casa, otra vez.
Se había vuelto rutinario, y Jungkook, quién nunca se sintió a gusto en soledad, optó por mantener
la iluminación de la casa encendida durante la noche, para no sentir temor al dormir. Encontrar todo
intacto al despertar era más tétrico de lo que debería.
Se levantó; apagó el radio de su habitación y caminó hacia el baño para tomar una ducha. Una larga
y helada que sintió durar horas hasta que finalmente salió de ella, vistiéndose con su uniforme
escolar lentamente, sin presión alguna por avanzar.
El dinero de su almuerzo estaba en el desayunador de la cocina como era costumbre. Al bajar lo
tomó, y guardándolo en el bolsillo de su chaqueta salió de casa en dirección a la escuela, con su
mochila en el hombro, y la música que fluyó de sus audífonos minutos después.
Desde el trayecto en autobús, y por los pasillos de la escuela el ambiente era lúgubre, quizás
producto del frío, o quizá de los esqueléticos pensamientos que esa mañana le atormentaban.
Se sentía irrelevante. Y de hecho, lo era.
Apagó su celular antes de entrar a clases; después de hacerlo e ingresar a su salón el día avanzó con
pereza. Jungkook mantuvo su vista clavada en la fecha anotada en la pizarra durante mucho tiempo
en un estado de frustración perenne.
1 de septiembre. Su cumpleaños, y hasta el momento, no parecía ser más que un día cualquiera.
Para cuando el timbre del almuerzo sonó y todos sus compañeros comenzaron a retirarse Jungkook
se quedó en su pupitre con la cabeza gacha y la vista en la madera.
Volvió a encender su teléfono; no había en el ni una llamada, ni un solo mensaje, y pese a que
intentó con todas sus fuerzas contener sus deseos de pedir atención a gritos, no pudo.
Abrió el marcador de su celular y marcó el primer número que apareció en él esperando que la línea
se abriera, cuando lo hizo y escuchó esa voz, se arrepintió al instante.
—¿Hola? ¿Quién habla? —Estaba borracho, lo sabía al reconocer la respiración pausada.
—¿No sabes quién soy? —dijo desganado.
—No conozco este número, ¿Quién eres?
Quiso colgar pero no pudo, la esperanza lo motivaba pero más que eso, lo mantenía agonizante.
—Papá, soy yo, Jungkook...
—¡Oh, hijo! Debí saberlo —su voz se volvió ambigua, el pelinegro no sabía cómo sentirse respecto
a eso—, dime, a qué debo el honor de que recuerdes a este viejo.
—Yo... quería saber si irás a casa, por mi...—tomó aire— por mi cumpleaños.
—¿Cuándo es?
—Mañana —mintió. Tener que recordarle su nacimiento a su propio padre era bastante patético.
—Oh, demonios, no. Como lo siento, Jungkook, estoy fuera de la ciudad en un viaje de negocios y
siendo realmente sincero no sé cuándo volveré.
No tenía sentido. Sin importar la fecha que dijera, él no estaría allí, ya debería saberlo.
—No te preocupes, lo entiendo. En realidad, no importa —dijo sin ánimos de confrontarlo.
—Te traeré un recuerdo de la ciudad en donde estoy. ¿Qué tal un llavero?
Fingió una risa mientras apretaba entre sus manos las llaves en su bolsillo. —Eso sería increíble,
gracias. —Sí, tenía otros tres llaveros ya.
—Está bien, te veré la próxima semana entonces, Jungkook. No puedo creer que ya eres todo un
hombre de...
—Diecisiete...
—Todo un hombre de diecisiete años, maldición, ¿Cuándo creciste tanto? Jungkook no volvió a
reír. Tragó saliva pesadamente y se limitó a terminar la conversación.
—Adiós, papá —dijo desganado y cortó la llamada. No debía seguir escuchándolo, no quería
hacerlo.
El salón y los pasillos estaban vacíos. Tomó sus cosas; le importaron una mierda los cursos que
debía tomar después del almuerzo. Él quería salir de allí, necesitaba hacerlo.
Salió la escuela un par de horas antes. Entonces corrió, corrió sin detenerse, sin dirección, sin querer
pensar.
Cada paso que daba le recordaba la irrelevancia de su existencia. Su inteligencia se sentía aplastada
por un ego retorcido y la necesidad de ser escuchado.
Un problema moderno, la soledad constante. Y la idea de un descanso eterno cuya juventud
abrazaba de la forma más desesperada posible.
Trataba de no ser sentimental, nunca lo fue particularmente; pero en ese punto, lo único que quería
era ser notado por alguien, era lo único que pedía y anhelaba. Aunque aparentemente el afecto
parecía ser más inalcanzable de lo que él creyó.
Solo e invisible, Jungkook era invisible ante las personas que amaba. Y quizá, sin saberlo, se volvía
insignificante para sí mismo también, porque cada vez, le importaba un poco menos la idea de
despertar al día siguiente.
La tarde de su cumpleaños número diecisiete regresó a casa con la esperanza de encontrar a su
madre con a un cálido recibimiento, una sonrisa y un te quiero; pero en su lugar, encontró la
calefacción apagada y un silencio abrumador.
Caminó hacia la cocina; buscó un tazón para poder servir un poco de cereal en el, solo para darse
cuenta de que ni siquiera había leche en casa y que la nevera estaba desconectada.
Diez cumpleaños seguidos olvidados eran todo lo que tenía; justo allí, a punto de llorar en soledad,
Jungkook cerró los ojos y deseó con tantas fuerzas que su cumpleaños dieciocho fuese diferente, él
mismo lo haría ser diferente.
Tragó seco cuando comenzó a llorar; en su teléfono había un mensaje de texto de su madre, uno que
decía que ella llegaría tarde de nuevo a casa esa noche.
—El próximo año será diferente, Jungkook —se dijo a sí mismo para alentarse y detener sus malos
pensamientos—. El próximo año.
Como un árbol que cae en medio del bosque hace ruido aunque no sea escuchado. La esperanza de
la juventud se apaga aun cuando no hay nadie para verla perecer.
Después de todo, la existencia es insignificante y la ilusión vana.

1 de septiembre de 1986.

121 días antes de.

Jungkook abrió la cortina de la habitación de Taehyung cuando los primeros rayos de sol brillaron a
través de la ventana. Y encendió el estéreo con el volumen a máxima potencia, estaba cantando.
Hoy sería un gran día, Jungkook estaba seguro de eso. La música a través de las bocinas que
inundaron el ambiente de sonido, y su sonrisa hacían evidente su extraña felicidad.
Se había duchado y vestido desde muy temprano con la ropa nueva que Taehyung había comprado
para él y que había estado reservando.
Porque sí, después de que Seokjin se diese cuenta (un mes después) de que Jungkook utilizaba sus
pertenencias, no tuvieron más opción que ir de compras y gastar toda la mesada de Taehyung en un
montón de ropa que ni siquiera era para él.
—Maldición, ¿Podrías callarte? —dijo Taehyung desde la cama, intentando cubrirse el rostro con
su sábana.
Jungkook sonrió al encontrarlo despierto y se dejó caer sobre él para molestarlo.
—Buenos días, dulzura. Ya es hora de levantarse.
—¡Aléjate de mí, idiota! Me estás aplastando.
—¿Por qué tan agresivo? ¡Vamos, levántate! ¡Hoy es un día especial!
Taehyung apretó los ojos. Se sentía cansado, su sistema inmunológico parecía jugarle en contra, la
nariz roja y las lagañas de los ojos solo podían significar que la temporada de alergias había
comenzado y que él era sería, como siempre, su principal afectado.
El otoño estaba demasiado cerca; el inicio de septiembre marcaría el próximo cambio de estación, y
de color, cuando los árboles de California comenzaran a tornarse ocres.
—Sí, lo es, es la primera vez en semanas que puedes despertar temprano y por ti mismo.
—Estás siendo demasiado grosero, pero está bien, lo dejaré pasar por esta vez.
—No tienes respeto por mis pocas horas de sueño, ni mi espacio personal; creí que ya tenías claro
que no soy muy amable al despertar.
—Despierto todos los días a tu lado, créeme, la percepción que tengo de ti durmiendo es muy
diferente a lo que piensas.
—Por comentarios como esos las personas malinterpretan nuestras conversaciones.
—Oh, cállate. Soy gay, todo lo que haga será malinterpretado.
—Pero yo no, y tú me arrastras contigo. Jungkook alzó una ceja para él, burlándose.
—Oh, pequeño Taehyung. Estoy seguro de que estás más de este lado que yo mismo y no lo digo
sólo por mí, sino porque tengo un sexto sentido que me dice cuando alguien es de los míos. Así que
deberías callarte y anotar en tu libreta algo como "Kim Taehyung, y su latente homosexualidad".
Estuvo a punto de insultarlo; pero notó un detalle importante. —Alto, ¿Estuviste leyendo mi libreta?
—preguntó alterado—. ¿Cuándo? ¿Cu-cuánto leíste?
—Hace un par de días, leí pocas páginas, en realidad. Me aburrí tras leer la primera evaluación
sobre mí que tenías en ella; pero —hizo una pausa dándole énfasis a la última palabra dicha—
actualicé la hoja de mis datos personales.
—Sabes que tienes prohibido tocar mi libreta.
—Lo hice por una buena causa.
—Eres un...
—Soy un grindr humano.
—¿Un qué?
El pelinegro rio por lo bajo, le divertía mucho jugar con su inteligencia. —No lo entenderías; de
todas formas, eso no importa, en realidad, estoy esperando a que me felicites.
—¿Felicitarte? ¿Por qué?
—¿En serio no sabes qué día es hoy? ¡Lo anoté en tu calendario!
Taehyung ladeó la cabeza confundido cuando preguntó y su expresión se volvió seria.
—¿Lunes?
Jungkook chasqueó con la lengua. Haber usurpado ese cuaderno no había servido de nada, aun así
no iba a ser notado.
Sonrió desganado levantándose de la cama.
—No —aclaró la garganta—, pero es una tontería de todas formas.
—Jungkook...
—Deberías bajar; tus padres quieren despedirse de ti. Nos llevarán a la escuela de camino al
aeropuerto —dijo antes de abandonar veloz la habitación.
Taehyung apretó los ojos. Había estado distraído toda la semana, tanto como para olvidar los
detalles a lápiz de su calendario, no notar la ausencia de su libreta robada o recordar que sus padres
viajarían ese día por la mañana.
Llevaba un par de días intentando avanzar con su investigación; pero no podía. Siempre había algo
que le hacía perder el rumbo, desde Jungkook dibujando sobre sus planos, hasta el mismo pelinegro
obligándole a salir de casa para saltar la cuerda en el jardín.
Parecía estúpido de pensar, pero en realidad Jungkook había dejado de lucir preocupado por su
realidad, como si inconscientemente no quisiera irse. Y quizás, una parte de Taehyung estaba
disfrutando mucho de su compañía.
Pero sabía que no debía centrarse demasiado en el chico y que, tarde o temprano, todo volvería a
tomar su curso.
Agitó la cabeza y se sentó frente a su escritorio.
Paradojas; contradicciones. Hablar de una segunda o incluso una tercera realidad era ampliar la
posibilidad de una solución relativamente correcta.
Eso lo llevaba a pensar en la física cuántica y concluir en ellas mientras mordía el borrador de su
lápiz.
Emitir energía y absorber radiación. ¿Cómo demonios plantear siquiera una jodida hipótesis? No
tenía ni idea de cómo iniciar con la ecuación, su cabeza iba a estallar, y casi podía ver al póster de
su poderosísimo Einstein pegado en su habitación burlarse de él.
Dado el resultado del primer experimento, necesitaba un lugar el doble de grande que la bañera para
contener la energía de Jungkook, algo como el lago, pero a menor escala; pero eso era algo que
debía pensar después.
Abrió su libreta para revisar sus cálculos anteriores; al hacerlo, una página doblada llamó su
atención, dado que él difícilmente marcaba de esa forma las cosas.
La hoja de información general de su sujeto de prueba ya no lucía tan pulcra como él la había
redactado. Había pequeños dibujos de zanahorias a lápiz adornando el nombre del pelinegro y
anotaciones que él no había hecho.
Sonrió sin pensarlo. Y releyó aquella información que creyó no era lo suficientemente relevante.
Jeon Jungkook; peso: 66 kg; altura: 178 cm.
Cabello negro, lacio, ligeramente largo.
Extremidades superiores e inferiores no presentan alteraciones o dificultad de movimiento.
Habilidades físicas y cognitivas en buen estado.
Actualización:
Lugar de nacimiento: Busan, Corea del Sur. Fecha de nacimiento: 1 de septiembre de 2001.
Signo del zodiaco: Virgo.
Colores favoritos: Negro, violeta, negro, blanco, negro y negro.
Comida favorita: Patatas al vapor, arroz y zanahoria rayada. Vegetariano, odia la soya.
Libro favorito: El retrato de Dorian Grey.
Deportes: Béisbol, natación, gimnasia y atletismo.
Hobbies: Cantar, leer manga, tejer y dibujar.
Debilidades: Tu mirada.
Volvió a sonreír, ¿Por qué demonios Jungkook anotó todo eso? Nada de eso era importante, pero sí
bastante específico y la lista seguía por un par líneas más que incluían programas de televisión que
no conocía, y nombres de artistas que no entendía.
Porque Taehyung no tenía ni idea de qué era un "Brittney Spears" o un "Teen wolf".
Taehyung siguió leyendo hasta que un detalle que pasó por alto llamó de nuevo su atención.
Regresó la vista a las primeras anotaciones y luego levantó la cabeza para constatar en el calendario
el primer recuadro del mes de septiembre encerrado en un círculo.
Era hoy. Era su cumpleaños. Su cumpleaños dieciocho.
Bueno, técnicamente estaba a quince años de nacer y luego a otros dieciocho de llegar a su
cumpleaños, pero esos solo eran detalles. ¿Cierto?
Taehyung se abofeteó mentalmente por pensar en cálculos estúpidos en ese momento, y se acomodó
sus anteojos recapacitando.
Jungkook realmente no hablaba demasiado sobre sí mismo a menos que se lo pidiera; el hecho de
querer ser notado esta vez hacía bastante evidentes sus verdaderos deseos.
Así que, hipotéticamente hablando, si Jungkook estaba igual de emocionado que él por su
cumpleaños, lo más probable era que extrañase su hogar y la probable celebración que recibiría de
parte de su familia.
Se conmovió porque no sabía la verdad y divagó un par de segundos pensando en el brillante futuro
de Jungkook. Entonces, pensó en que era su deber como anfitrión y adulto encargado hacer algo
especial por él.
Ah, y sí, se distrajo de su investigación otra vez.
Le tomó un par de minutos y una hoja de su libreta reorganizar su día por completo. Una idea se
había apoderado de su mente, y teniendo el nombre del pelinegro en ella, nada podría sacarla de allí.
Quizá solo quería distraerse de su misión real, o quizá Jungkook le importaba demasiado.
Probablemente ambas, pero eso era algo que no le interesaba descubrir.
Tomó una toalla y la frotó sobre su cabeza, despeinando aún más su cabello. Después corrió hacia
el baño para mojarse ligeramente el rostro. Solo entonces, y estrechando sus ojos, decidió salir de su
habitación fingiendo temblar de frío mientras se aferraba a una manta.
Bajó al primer piso y analizó fríamente la situación.
Seokjin parecía ayudar a su padre a llevar las maletas al auto, mientras Jungkook intentaba
convencer a su madre de que el tocino no era indispensable en el desayuno mientras charlaban.
Entonces, puso en acción su plan.
Pastel de zanahoria; fase uno: Limpiar la madriguera.
Entró a la cocina con una manta sobre su espalda, temblando. Su madre se removió preocupada al
verlo, y se acercó a él rápidamente. Notó la confusión de Jungkook en su mirada mientras su madre
tocaba su frente examinándole.
—Oh, por todos los cielos, Taehyung. ¿Te encuentras bien?
Carraspeó con la garganta. —Sí, mamá. Son solo las aledgias. Ya sabes, otoño.
—Tu sudor está helado —dijo ella, comenzando a angustiarse—. Creo que quizá deberíamos
llevarte al doctor antes de marcharnos.
—Oh, no. Es su anivedsadio —no pronunciaba la "r", porque en su mente eso hacía lucir más real
su constipada nariz, y de hecho, funcionaba—. No quiedo que se peocuoen pod mí.
—¿Estás seguro?
—¡Sí! Solo me quedadé aquí, y descansadé un poco.
—Me quedaré contigo —intervino Jungkook. Cayendo ante su, según él, excepcional actuación.
—¡No! —carraspeó luego de gritar— digo, no, está bien, ve a la escuela.
—¿Faltar no afecta tu récord de asistencia o alguna de tus clases? —preguntó su madre no muy
convencida.
—En lo absoluto.
Su padre apareció detrás de él con las manos en los bolsillos de sus bermudas, y sus sandalias con
calcetines.
—¿Qué sucede aquí y por qué no están todos en el auto? —Tomó su sombrero de playa del
perchero—. En realidad no me importa, pero quién no salga en cinco minutos se va corriendo detrás
del auto.
—Tu hijo está enfermo, viejo ridículo, ten un poco más de consideración —le reprendió su esposa.
—Pues que sea un chico normal y vuelva a la cama. Déjalo descansar, el mundo no terminará si
falta a la escuela un día.
Seokjin escuchaba la conversación desde la puerta principal sin prestar demasiada atención en
realidad, preocupado por sus propios problemas. Taehyung siempre había tenido un sistema
inmunológico débil, verlo enfermo era habitual, ¿Por qué tanto alboroto?
—¿Estás seguro de que puedes quedarte en casa solo? —preguntó su madre por última vez a lo que
Taehyung asintió, ella besó su frente—. Está bien, te veré el sábado —dijo, antes de alejarse de él.
Jungkook dudó en acercarse cuando Taehyung evitó su mirada alejándose de él y luego finalmente
solo decidió seguir a los señores Kim hacia el auto, el castaño parecía querer estar lejos de él, y en
realidad, Jeon también necesitaba estar solo.
Seokjin se levantó del sillón para seguirlos; pero antes de que pudiera avanzar, su hermano le tomó
del brazo, llamando su atención forzadamente.
—Esto es lo que va a pasar —ordenó Taehyung con gélida voz.
Pastel de zanahoria, fase dos: Planear la distracción.
—Oye, ¿Qué demonios? —dijo al ver al castaño de pronto tan fortalecido.
—Vigilarás a Jungkook en la escuela; evitarás que se regrese a casa antes de tiempo, porque
conociéndolo, lo hará, y luego volverás con él aquí por la tarde. ¿Entendido?
—¿Qué? Estás actuando muy extraño, ¿De qué hablas? ¿No se supone que estabas enfermo?
—Es parte de mi plan. Ahora, como te decía antes de que me interrumpieras, necesito que me
ayudes a distraer a Jungkook por un par de horas.
—¿Por qué? ¿Ya te cansaste de ser su niñera? Taehyung, es tu mascota, no la mía.
—Eres un imbécil; pero quisiera algo de ayuda tuya para variar. Es cumpleaños de Jungkook, está
lejos de casa, en un lugar lleno de desconocidos, y.… me gustaría hacer algo lindo por él.
—Oh, vamos. Tendrá muchos cumpleaños más, podrá vivir con eso.
—Entiendo por qué te odia. Serás un padrastro terrible en el futuro si piensas eso... — masculló
Taehyung.
—¿Qué?
—Nada. —Aclaró su garganta. —Es decir, lo dice el chico que tiene una gran fiesta para el solo
cada maldito año. ¡Vamos, te lo suplico!
—¿Y qué gano yo con todo esto?
—Mi infinito amor.
—Eso no me sirve, no quiero afecto, quiero... efectivo. No lo sé, ¿Cincuenta dólares por cuidar a tu
hijo? Me suena bien.
Taehyung entrecerró los ojos teniendo que recurrir al plan de emergencia: Chantaje.
—Yo te ofrezco mi silencio, y un paquete de preservativos.
—¿Qué?
—Bueno, en realidad no creo que los necesites, tienes como veinte en tu habitación. Y de hecho,
encontré uno en el auto la semana pasada, lo cual me parece sospechoso. ¿Debería preguntarle a
Sunhee?
—No ha pasado nada entre nosotros y lo sabes. Deja de mentir, no había nada en el auto.
—Pero ella no lo sabe. Entonces, ¿Si no fue ella, quién? Eso la desilusionaría mucho.
—Hijo de —se detuvo antes de maldecir a su propia madre—. ¡Es mentira! Ella jamás te creerá.
—¿Quieres apostar? —le retó.
—No puedes amenazarme con algo como eso.
—Puedo y lo haré. Entiéndelo, estás acorralado, ¿Sabes por qué? Porque eres el maldito Seokjin,
con su fama de don Juan y actitud de cazador, y si se me da la gana, puedo ir y decirle a todo el
mundo que te acostaste con tres chicas dentro del auto, ¿Y adivina qué? Todos lo creerán.
—Yo no soy más esa persona. Escúchame bien, Taehyung...
—No, tú escúchame a mí. Vas a ayudarme, irás a la escuela, mantendrás ocupado a Jungkook, y
luego regresarán juntos a casa para que él tenga un muy feliz cumpleaños. No vas a ser grosero, y
no vas a arruinar mis planes, ¿Entendido?
—¿Desde cuándo te volviste tan manipulador?
—Desde que tú comenzaste a ser un idiota.
—No voy a caer en tu juego, haz lo que se te dé la gana. Pero yo no voy a perder todo mi día
vigilando a tu amigo raro.
Taehyung sonrió. —Entonces le diré a papá que fuiste tú quien rompió la ventana del auto. Les diré
que nos obligaste a mentir por ti.
Seokjin abrió la boca sorprendido. El renacuajo sabía jugar bien sus cartas.
Cuando el padre de los Kim preguntó el motivo del agujero en el cristal trasero del auto, Jungkook
y Taehyung se vieron en la obligación moral de salvar a Seokjin, así que inventaron que un ladrón
intentó robarlo, dijeron que en medio del forcejeó ellos habían roto aquel vidrio. Y ante los ojos de
sus padres, los pequeños e indefensos cerebritos eran incapaces de mentir.
A Seokjin no le importaba lo que la gente pensara sobre él, siempre lograba salirse con la suya,
podía incluso conseguir un perdón; pero algo que no podía perder era su preciado y hermoso auto.
—Eres diabólico —le dijo a Taehyung mientras le veía molesto.
—Lo sé.
Jungkook apreció detrás del Kim mayor regresando al interior de la casa.
—Seokjin —le llamó— tu padre dice que te apresures.
—Sí, Jin. Apesúrate, antes de idte dime, ¿Estamos de acuedo?
Jungkook ladeó la cabeza sin entender lo que pasaba y solo se desconcertó aún más cuando el
mayor colocó un brazo sobre sus hombros.
—Púdrete, Taehyung. —Terminó, el castaño sonrió victorioso cuando los vio caminar juntos a la
salida.
Fase dos: completa; ahora, solo tenía que averiguar cómo jodidos encender el horno.
Después de todo, no podía ser tan difícil, ¿Cierto?
...
El nivel de incomodidad en el auto era palpable, bueno, al menos para Jungkook y Seokjin. Los
padres del mayor parecían absortos en su propia burbuja de felicidad sin prestarles suficiente
atención.
Cuando llegaron a la escuela, ambos bajaron y caminaron en silencio. Kim le seguía el paso con
lentitud, y ambos eran incapaces de cruzar una sola palabra.
Su eslabón común se encontraba ausente y estaban enfrascados en sus respectivas miserias
mentales.
Entraron a la primera clase, luego a la segunda y a la que sigue de esa. Seokjin intentaba mantenerse
al margen con su trabajo de guardaespaldas.
Perdió a Jungkook un par de veces en el corredor y dentro del baño, para encontrarlo finalmente en
el salón de clase de su cuarta hora. El chico era tan bueno para pasar desapercibido como para
llamar la atención, aparentemente.
Cuando el periodo terminó, Jungkook volvió a desvanecerse. Seokjin intentaba seguirle el paso,
pero era difícil, ¿Qué demonios le hizo a Taehyung para merecer esto? Se quedó parado en medio
del corredor cuando la espalda del chico desapareció de su campo de visión.
—¿Podrías decirme por qué luces tan preocupado? ¿Acaso estás huyendo de mí?
Sacudió la cabeza cuando una cálida y grande sonrisa apareció frente a él, proveniente de un ángel
de baja estatura, dientes grandes y cabellos negros.
—Sunhee... no, he estado un poco distraído. —Se fijó en el bolso de la chica, sus libros y su liviana
actitud—. ¿Qué haces aquí? Digo, adoro verte, pero, ¿No sé supone que tenías práctica de
laboratorio hoy?
Él realmente le prestaba atención cuando hablaba.
—Tenía, iré a casa.
—¿Qué? ¿Por qué? —¿La bella genio se marchaba temprano de la escuela? Este día no podía ser
más inusual para él.
—Encontraron vodka en el café de nuestro maestro y cocaína en el frasco para bicarbonato. Así que
para resguardar nuestra "sensibilidad" nos enviaron a casa.
—Eso es increíble.
—Lo sé, y pensar que llevaba tanto tiempo sobrio. Taehyung estará muy preocupado.
—¿Qué tiene que ver él con esto?
—Taehyung da terapia gratis los jueves —comentó con naturalidad—. A propósito, ¿Dónde está tu
hermano?
Seokjin no sabía qué era más extraño, si un maestro adicto o su hermano pro alcohólicos anónimos.
—Sobre eso, se quedó en casa. Es cumpleaños de Jeon y dijo que quería prepararle una sorpresa,
estoy seguro de que intentará hacerle un pastel, es algo tonto en realidad — dijo con tono de burla.
Pero su expresión desapareció cuando Sunhee tiró de su oreja para reprenderlo—. ¡Oye! ¿Qué te
sucede?
—Kim Seokjin, dime por favor que no dejaste solo a tu hermano en la cocina.
—¿¡Cuál es el problema!?
—¿¡Cómo que cuál es el problema!? —Lo soltó—. Hace dos meses casi nos asesina a todos
intentando encender una licuadora, y luego dejó a la ciudad entera sin electricidad enchufando la
tostadora. ¡Imagina los que hará estando solo con la estufa!
Tienes que ir a casa.

—Exageras. Eso no es posib... ¡Maldición! —dijeron al unísono—. Pero él dijo que debía
vigilar a Jungkook.
—Entonces iré yo. Intentaré ayudarlo en lo que sea que esté pensando hacer.
Seokjin alzó una ceja, bastante complacido con esa idea. —¿Quieres ayudarlo o buscas un pretexto
para entrar a mi casa?
—No me presiones, Kim.
Sonrió; estuvo a punto de contradecirla, pero reconoció a Jungkook a la distancia, y no podía darse
el lujo de volver a perderlo.
—No lo haré. —Se atrevió a bajar rápidamente para darle un beso en la mejilla irreverentemente
antes de salir corriendo—. ¡Eres la mejor! —gritó al alejarse,
dejando a la chica tan confundida como encantada.
Alcanzó al menor al entrar a clase de economía; Jungkook se sentó en el último asiento, aquel que
había comenzado a utilizar con frecuencia y Seokjin, siguiéndole, tomó el lugar que Agustus Min
solía utilizar al lado del muchacho.
Porque Yoongi, como el abuelo del muchacho solía nombrar, podía tenerle un fuerte apego a sus
raíces; pero eso no cambiaba que fuese un americano con un nombre que detestaba. Así que
efectivamente, Seokjin necesitaba fastidiarlo con eso.
Como sea, al mayor de los Kim le molestaban los suspiros constantes de Jungkook, y la insistente
forma en la que sus uñas golpeaban el escritorio con inquietud. Parecía perdido, lo suficiente como
para no cuestionarle su cercanía.
El profesor entró y seguido de él Yoongi cuya expresión cambió al ver al mayor al lado de
Jungkook, pero el menor había estado evitándolo todo el día, no entendía la razón de su adversa
actitud, así se limitó a ocupar un lugar en el frente del salón, intrigado.
Seokjin veía hacia el frente sin prestarle atención realmente. ¿Qué había de malo en él?
Había pasado los últimos diecinueve años de su vida buscando una forma de destacar. Pero debajo
de todo aquel ego, y vanidad, no había más que un ser común.
Agitó la cabeza; la clase de economía siempre había conseguido desanimarlo. Aunque quizás, era la
presión del futuro la que comenzaba a hacer estragos en su pequeña mente.
El problema estaba en la pizarra y él no lograba comprenderlo. "Taehyung lo entendería, él no es
estúpido". Se dijo a sí mismo.
Estaba colapsando lentamente. No se lo había dicho a nadie, no tenía sentido, a nadie le había
importado una mierda su distancia o su seria expresión. Ni su hermano ni nadie parecía preocuparse
por él.
Después de días de espera y de aplicar a decenas de universidades, las cartas habían comenzado a
llegar. Seokjin había esperado con ansias ese lunes para obtener una respuesta, todos los sobres
estaban marcados con el apellido Kim, pero ninguna tenía su nombre.
Taehyung, su pequeño Taehyung, era excepcional. Ni siquiera notó el momento en el que lo superó
en cada aspecto de su vida. Así que allí estaba, comparándose con la persona que siempre
subestimó.
Y es que Seokjin, al igual que Jungkook, se sentía completamente desesperado sin saber la razón
exacta.
Un día más; un dólar menos. Seokjin necesitaba conseguir apoyo económico para la universidad, la
vida de su hermano estaba resuelta, pero ¿Y la suya? Los minutos avanzaban y cada vez su
esperanza se reducía más a que el reclutador de la liga deportiva universitaria lo viera jugar.
Era su única oportunidad; nunca sería inteligente como Taehyung, y su rostro no sería eterno.
Pero luego estaba este chico, Jungkook. Talentoso e inoportuno, había algo mal en él, y necesitaba
saber qué era. Necesitaba asegurarse de no ser opacado por él.
El maestro presentó frente al resto de la clase a un nuevo estudiante. A Jeon y Kim, ni siquiera les
importó su presencia, ni tampoco esa mirada que se clavó rápidamente en Seokjin al fondo de la
clase.
El joven Park entró al salón con inconformidad visible en su rostro, se sentó un par de asientos
adelante volteando constantemente hacia el par de chicos, intentando escuchar su conversación.
El tiempo avanzaba veloz como las agujas del reloj que pronto marcarían la hora de almuerzo,
arrastrando en ellas los fuertes deseos de Seokjin por salir de esa aula.
—Sabes que en realidad no me interesa, pero tu mirada de lunático en mi cuello comienza a
molestarme —dijo Jungkook al mayor sacándolo de su trance.
—No pienses estupideces.
Entonces, fueron liberados. El timbre sonó y Jungkook se puso de pie, el otro le imitó.
—Deja de seguirme, has sido un dolor de pelotas todo el día.
—No es culpa mía que tengamos el mismo horario.
—Es la primera vez en semanas que eliges sentarte junto a mí. ¿Qué no tienes algo mejor que
acosarme? Ve a practicar con el equipo, a cepillarte el cabello o algo.
—Cierto, el equipo. A veces olvido que soy un verdadero beisbolista, a diferencia de ti.
El mayor dio un paso al frente, intentando parecer superior. Y Jungkook, quién era incapaz de
doblegarse ante él, se acercó aún más.
Min les veía a la distancia; decidió intervenir cuando la cercanía de ambos muchachos resultó
peligrosa.
Polos iguales; se repelen.
—Chicos, ¿Qué sucede aquí? —dijo Yoongi, ganándose una mirada desaprobatoria de ambos.
—No es asunto tuyo. —Seokjin habló con fuerza al tercero.
—No tengo ánimo para esto. —Jungkook se dio la vuelta sin intención de confrontar a nadie más.
Estaba cansado de él mismo y de todos.
—Eso es, Jeon. Huye, y acepta que lo tuyo fue cuestión de suerte.
—¿De qué hablas?
—El home run con el que entraste al equipo. Fue suerte de principiante.
Se detuvo y sin verlo dijo—: No lo intentes, no pongas tu reputación en juego, podría caer más
bajo.
—¿Estás seguro? ¿O tienes miedo?
Jungkook giró su cuello, y fijándose en su cínica actitud entrecerró los ojos. —¿Estás pidiéndome la
revancha?
Seokjin sacó la vieja pelota que siempre llevaba con él y la alzó hacia arriba atrapándola de nuevo
en el acto frente a los ojos de los muchachos.
—O quizás eso te... asusta.
—Muévete, Kim. Voy a patear tu atlético trasero —declaró Jungkook y comenzó a caminar.
Seokjin sonrió victorioso. Se dispuso a seguirlo; pero Yoongi lo tomó del hombro, arriesgándose.
—Suéltame, Min. —Su relación nunca pudo ser peor, sin embargo, el menor sentía la necesidad de
ayudar a su nuevo amigo.
—¿Qué pretendes? Deja en paz a Jungkook
—No es lo que piensas.
—¿Entonces qué? ¿Tu ego no es lo suficientemente grande ya?
—No lo es.
—¿Ah no? ¿Entonces qué buscas del chico?
Seokjin ladeó la cabeza meditando. Agustus no le agradaba en lo más mínimo, pero parecía tener
cierto apego a Jungkook. Así que invitarlo a la celebración debía ser lo correcto, ¿Cierto?
—Lo sabrás en la tarde. —Yoongi parpadeó, soltando al chico de su agarre—. Ve a mi casa después
de clases.
Terminó de hablar; y se alejó dejando al chico confundido en el medio del corredor al caminar en
dirección a la salida en donde Jungkook lo esperaba.
Volvió a centrar su atención en Jeon.
Genial, ahora podría vengarse de él, practicar y mantenerlo vigilado al mismo tiempo. Ambos
caminaron hacia el campo, atravesando la malla y dejando sus respectivas mochilas en el suelo.
Seokjin le entregó la pelota a Jungkook y se apresuró a voltear la visera de su gorra hacia su nuca.
El menor se colocó justo en el montículo viéndole fijamente.
Entonces, y en un vago intento de lanzamiento, Jungkook dejó ir la pelota con desdén, sin llegar si
quiera cerca del muchacho.
—Vamos, Jungkook. Parece que no lanzas tan bien como bateas —dijo Seokjin mofándose de él
intentando entretenerlo.
—Eso es porque bateo con la izquierda —retándole sabiendo que podía incómodarlo con su doble
sentido—. Es más fácil llegar a segunda base así.
—Cállate y atrapa la maldita pelota.
—Suenas demasiado confiado. Cambiemos lugares, lanza para mí y verás cómo es que desaparece
tu altanería.
—Ni lo sueñes.
—Entonces el que tiene miedo eres tú —le desafió Jungkook. La frustración de Seokjin le hacía
hervir la sangre, y apretar la mandíbula. —Te vencí antes, puedo hacerlo otra vez.
¿Cómo era posible? Jungkook había salido de la nada, y había acaparado cada aspecto importante
de su vida. Como un intruso, robándole la atención de sus amigos, sus padres, la chica que le
gustaba y por sobre todo su hermano.
Parecía ser casi intencional; Seokjin no entendía que esa era la forma en la que Jungkook se sentía.
Y que su futuro yo, irrumpiría de tal forma en la vida el muchacho.
¿De dónde venía tanto conocimiento y tantas habilidades? No lo sabía, y no le interesaba saberlo.
Lo único que quería era avergonzarlo y hacerle mendigar redención.
Se había esforzado cada maldito segundo de su vida, no era posible que alguien como él alardeara
de ser el mejor con la excusa de poseer algo tan vano como "talento" nato.
—¿Miedo de ti? Por favor.
—Entonces se trata de celos, acéptalo. No eres lo suficientemente bueno, Kim. Nunca serás como
yo.
—Harás que te golpee, imbécil.
—Inténtalo.
Seokjin dejó caer el bate en el piso; y se colocó la gorra al derecho, cayendo en su juego.
—Está bien, batea —dijo caminando hacia él.
Jungkook nunca fue tan bueno lanzando como bateando, el mayor tenía razón; pero como había
aprendido de Taehyung, la inteligencia era más valiosa que la fuerza bruta.
Le entregó la pelota a Kim en la mano al intercambiar posiciones.
—Dame tu mejor tiro.
Seokjin apretó los labios mientras le veía. Palpó el cuero de la pelota en sus manos y relajó los
músculos antes de hacer su lanzamiento. La bola rápida era su mejor movimiento, y siempre lo
utilizaba para sacar del juego a su oponente; pero Jungkook, él sabía exactamente cómo funcionaba
y por alguna razón era preciso para atajarle.
Era como si hubiese jugado con él antes. Como si, Jungkook ya lo conociera.
Hizo su primer tiro y la pelota rebotó en la malla que rodeaba el pequeño campo. Una brecha de
esperanza se abrió ante él cuando Jungkook chasqueó la lengua inconforme.
Ambos estaban molestos; frustrados; compartían la misma esencia agresiva que les mantenía con
vida. Y ahora el rencor, era mutuo.
—Te quedaste callado, ¿Jungkook? Tu gran boca no compensa su poca destreza —se burló.
—¡Cállate y lanza de nuevo!
Seokjin debió actuar con madurez, debió tomar sus cosas y salir victorioso de allí; pero no lo hizo,
porque su yo de diecinueve años era la versión más soberbia de sí mismo que alguna vez tendría.
Porque quería más, así que tomó su pelota de entre la tierra dejando su alma envanecer.
Aclaró su garganta; y con una mirada de superioridad levantó su brazo para hacer un segundo
movimiento, solo que esta vez, el sonido de la pelota al golpear con la madera resonó fuertemente
cuando el lanzamiento fue magníficamente bateado por Jungkook.
La pelota se perdió en su campo de visión, y fue imposible para él seguirle el rastro con la mirada
debido al sol.
Jungkook le vio confundido cuando comenzó a correr en dirección opuesta, hacia donde se supone
que la pelota debía haber terminado.
—¡Oye, detente! —llamó el menor, "¿Qué demonios pasa con este loco?" Se dijo a sí mismo antes
de seguirle al verlo tan alarmado. El mayor se había alejado y salido del campo, estaba de rodillas
en la maleza mientras parecía buscar algo. —¿Seokjin, qué haces?
—La pelota, ayúdame a encontrarla —serio.
—¿Qué?
—Cállate y ayúdame, necesito encontrarla.
—No me jodas, hice un movimiento perfecto y tú te enfocas en una vieja y sucia... Seokjin se
levantó del suelo; agresivamente, se levantó y empujó a Jungkook.
—Está bien, ganaste ¡Genial! Ahora cierra la maldita boca y ayúdame a encontrar mi jodida pelota.
—¿O qué?
—No es momento para tus estupideces.
—Tienes decenas de pelotas iguales, ¿Y te has puesto sentimental? Qué ternura.
—No tienes idea de lo que dices. Yo no...
—¿Tienes sentimientos entonces? Pensé que eso no era algo propio del gran Kim Seokjin.
Jungkook transpiraba insolencia y deseos de guerra, simplemente porque no sabía cómo lidiar con
todo el odio y el dolor que cada año crecían más y más en su interior, especialmente ese día, en su
estúpido cumpleaños.
Necesitaba un detonante; y a veces, las palabras al alzar son las correctas.
—Eso no me ofende viniendo de alguien como tú.
—¿Alguien como yo? —cuestionó Jungkook.
—Un maricón.
Su cabeza se llenó de hormonas; el hipotálamo le llevó con adrenalina, y ella, a darle un gancho
izquierdo a Seokjin que le aturdió de inmediato.
La sangre que brotó de su nariz se deslizó por encima de su labio superior. El rostro de Seokjin se
llenó de dolor casi instantáneamente, pero la humillación que sintió fue aún mayor, tanta, como para
impulsarlo a devolverle el golpe.
La fuerza de su empujé lanzó a Jungkook al suelo, su cabeza chocó con una piedra, abriendo
ligeramente su piel. Seokjin se abalanzó sobre él para seguir golpeándolo, acertando varias veces en
su quijada, el pelinegro levantó la rodilla para impactar en el abdomen de Kim, consiguiendo darle
en la ingle para quitárselo de encima.
Ambos eran estúpidos. Y quizá, lo único en lo que podían estar de acuerdo era en siempre llevarse
la contraria el uno al otro.
Jungkook se levantó culpable al notar como la nariz de Seokjin parecía no dejar de sangrar, y la piel
de alrededor comenzaba a tornarse violeta.
Se preocupó inconscientemente, lo último que le faltaba era tener que llevar a su padrastro al
hospital.
Maldición.
...
Pastel de zanahoria; tercera fase: Hornear el maldito pastel.
Taehyung había pasado horas estructurando una fórmula perfecta; había medido, seleccionado y
evaluado de forma procedimental cada uno de sus ingredientes.
Tenía toda la teoría. Sin embargo, eso que nunca tendría, era la habilidad para hacer algo comestible
decente.
—¡Por amor a Newton, necesito que cooperes! —dijo exaltado. No, el horno no estaba siendo muy
amable con él—. ¡Sí, por fin! —dijo cuándo la luz interior se encendió.
Sonrió victorioso con ambas manos en su cintura. Finalmente había logrado encenderlo, y ahora
solo debía dejarlo precalentar; pero ahora se enfrentaba a un nuevo problema: hornear.
Se acomodó los anteojos, amarró con fuerza su delantal y abrió el recetario de su madre. Todo debía
salir bien, tenía harina, huevos, azúcar, levadura y leche.
Según el libro no necesitaba más, y un libro nunca le había mentido, así que creerían en este.
El primer paso era hacer la mezcla; pero algo lo inquietaba. ¿Cómo hacerlo si Jungkook huía de la
leche? Bueno, no literalmente, pero tenía cierta renuencia a consumirla.
Le había prestado suficiente atención al espécimen extraño que era el pelinegro como para saber
que no consumía ningún tipo de carne, y que además, estaba intentando alejarse de todo derivado de
estos, lo suyo iba más a allá de sólo ser vegetariano. No sabía cómo se le llamaba exactamente a ese
tipo de personas, pero estaba seguro de que tenía un nombre.
Lo que hacía pensar a Taehyung dos cosas: en lo loco que estaba y lo mucho que los animales
daban sabor a la vida del humano. ¿Cómo demonios vivía ese chico? Estaba seguro de que vivir a
base de patatas y arroz no era tan fácil como parecía.
Ideas como esas aún estaban muy lejos del entendimiento de Taehyung; pero sin duda alguna,
cuestionarse era un gran comienzo.
En fin, su madre tenía varias bolsas etiquetadas como "harina" en la alacena, tomó la que él
consideró la más blanca y la colocó en el recipiente acompañada de agua y un poco de aceite
vegetal.
Estaba siguiendo la receta; pero después de eliminar las partes no aptas para Jungkook no le
quedaba más que una masa de color y consistencia dudosa.
No entendía ni siquiera por qué demonios estaba haciendo un jodido pastel; no era propio de sí
mismo. Simplemente sentía la necesidad de alegrar la existencia de su amigo. Se sentía ligeramente
desesperado por no tenerlo a su lado, aunque en realidad no sabía si eso tenía algún significado.
Chasqueó con la lengua y abrió el refrigerador en busca de algo que pudiera servir para mejorar su
creación.
Su padre había conseguido leche de coco proveniente de las dietas para bajar de peso de una de sus
vecinas. Así que eso debía servir, ¿Cierto? Entonces vertió la mitad del contenido del frasco en su
mezcla, también agregó canela y pequeños trozos de zanahoria que se dedicó a rallar por media
hora.
"No luce tan mal ahora", pensó, contemplando con satisfacción la mezcla. Entonces tomó el molde
redondo que se encontraba en lo más alto de la repisa de la cocina y la colocó en su interior.
Abrió el horno, y delicadamente introdujo su intento de postre en este, luego volvió a cerrarlo lleno
de auto satisfacción.
Suspiró con fuerza; ahora solo tenía que decorar, e invitar personas. En realidad, no sabía mucho
sobre fiestas, y la multitud le incomodaba, así que con ellos tres bastaba. Y con respecto a la
decoración, se dirigió a la sala para buscar en el cajón de baratijas de su padre, encontrando un
inflador y varios paquetes de globos de colores que pensó podía utilizar.

Perdió la cuenta cuando llegó cincuenta. La sala de la casa estaba llena de globos de colores, y aún
así siguió preguntándose si eran suficientes, entonces abrió la puerta que conducía hacia el jardín y
siguió inflando.
Le faltaba estética y él, como el maniático perfeccionista que era, los ordenó por color en las
cuerdas para ropa sobre el jardín. Corrió por la casa buscando las luces de navidad para colgarlas
por todo el lugar, en las afueras y en las escaleras. Subió hasta su habitación y observó desde el
balcón el jardín de su casa.
No, Taehyung tampoco sabía mucho sobre cosas como decoración; pero cuando encendió la
iluminación y con aquel cielo que poco a poco se volvía opaco, admitió lo cálido que se veía en
realidad.
Un par de golpes en la puerta llamaron su atención, haciéndole correr de regreso al primer nivel.
Creyó que se trataba de su hermano, pero contrario a ello, nunca se imaginó ver a Sunhee en la
puerta.
Aunque no sabía si le sorprendía más su presencia o el hecho de que ella conociera la ubicación de
su casa. Vaya, eso era... interesante.
—¿Qué haces tú aquí?
—¿Por qué eres siempre tan directo?
El castaño soltó un fuerte suspiro. —Hola, Sunhee. —Ella le sonrió y luego, él volvió a ser
Taehyung. —¿Qué haces aquí?
Rodó los ojos. —Visitar a un amigo enfermo, ¿No es obvio?
—Perdón, creo que formulé mal mi pregunta. —Aclaró la garganta—. ¿Quién te invitó a mi casa?
—Tu hermano lo hizo. Estaba muy preocupado por ti. —Entró. Taehyung cerró la puerta detrás de
ella aún viéndola con desconcierto.
—¿Seokjin? —incrédulo y burlón— ¿Preocupado por mí? ¿Mi hermano? Ni siquiera tú misma
puedes creer eso.
—¡Es cierto!
—Sunhee...
—¡Está bien! Me contó sobre Jungkook y quise venir a ayudar. ¿Sí?
—Eso es más creíble —Taehyung caminó hasta la cocina, ella le siguió—. Gracias, pero no
necesito ayuda, en realidad.
—Oh, vamos no seas aguafie… ¿¡Qué demonios pasó aquí!?
La mesa, los azulejos y el refrigerador estaban manchados de mezcla. Varios recipientes en el
lavabo, y canela en el suelo.
—¿Qué sucede? —dijo sin entender su reacción. Alzó una ceja. —La cocina está hecha un asco.
—Son detalles. No es nada que no pueda limpiar. No seas dramática, un poco de desorden no es el
fin del mundo.
—Lo dice el chico que se molestó conmigo porque no ordené mis reactivos químicos por color,
densidad, cantidad y nivel de toxicidad. ¿Quién eres y qué hiciste con Kim Taehyung?
—Me lástima que me veas como un completo lunático. —Se presionó el pecho fingiendo dolor.
—Taehyung...
Ofendido. —¿Qué quieres?
—Quiero que limpies esto, ahora.
—¿Quién es la maniática del orden ahora?
Ella se cruzó de brazos; su expresión se volvió dura, lo suficiente como para asustar al castaño, que
tragó seco cuando la vio así de seria.
—Tú ganas, limpiaré todo —dijo tomando un pequeño paño para comenzar a limpiar—. Pero lo
haré por dos razones: uno, yo quiero hacerlo y dos, tú eres una mandona.
—Lo sé.
—Suenas como mi madre. Me compadezco de tus pobres hijos —bromeó sin ser adrede. Olvidando
por un segundo que conocía parte del futuro de la chica.
Ella se sujetó el cabello en una coleta. Y se acercó al lavado para ayudarle con los recipientes
sucios.
—Creo que no soy la clase de chica que tendría algo como hijos.
—Si me lo preguntas a mí, yo los veo como una deuda a largo plazo. Así que no gracias para mí.
Desde niña se le había impuesto una idea de lo que debía ser, y hacer, pensar en eso... la hacía
desviar; estaba asustada de no poder entrar en el esquema.
—Yo... creo que quizá no estoy hecha para esa vida, es decir, ¿Qué clase de madre sería?
—Una mandona que obliga a su hijo a hacer el aseo con sus ojos de asesina.
—Estaba hablando en serio —sentenció con una dura mirada.
—Yo no; pero la solución a tu problema es simple—Taehyung se acomodó los anteojos y dijo —:
No pienses en eso, y deja que fluya. Puede que muchas de esas cosas parezcan importantes para el
futuro, pero no lo son, no ahora.
Sunhee le sonrió. —No sé cómo o por qué, pero últimamente siento que es más fácil hablar contigo.
—¿En qué sentido?
—Relajado, pareces relajado.
—Estoy aprendiendo a malgastar el tiempo.
—¿Y eso te hace feliz?
El castaño se meditó en silencio. Un momento que se sintió demasiado largo para que la respuesta
fuese un simple—: Sí. —Acompañada de una sonrisa que no supo de dónde brotó.
—Me alegra oír eso.
Taehyung podía ser más liberal. Pero eso no significaba que su curiosidad cambiaría.
—Entonces... —aprovechándose de la atmósfera de confianza que se había creado —¿Vas a
contarme la razón de que conozcas mi casa? Porque hasta donde yo recuerdo, nunca te hablé de
ella.
—No, prefiero fingir demencia.
La chica estaba de espaldas, era incapaz de ver el horno mientras reía y lavaba los platos; pero el
olor a quemado que un Taehyung despreocupado ignoró la hizo sobresaltarse.
—¿Soy yo o está comenzando a oler a..?
—¡Quemado! ¡El pastel, Taehyung, el pastel! ¡Sácalo del horno ya!
—¿¡Por qué me gritas!?
—¡Porque estás al lado del horno y no pudiste notar que el tiempo terminó!
—¿Debía tomarle tiempo?
—¡Sí!
—Oh...
Sunhee se movió veloz, colocándose los guantes para hornear y abrió la puerta del horno. Al
hacerlo, un humo oscuro brotó de su interior, y ella rescató del calor un intento de pan, tostado y de
color marrón.
Taehyung se abofeteó mentalmente, ¿Cómo pudo olvidar tomarle tiempo? Vaya, la práctica de
repostería era más difícil de lo que pensó.
El teléfono comenzó a sonar. Y él, se movió rápidamente hacia este, debían ser sus padres. No
podía no contestarles.
—¿¡A dónde vas!? —escuchó llamar a su amiga—. ¡Abre las ventanas, Kim!
—¡Silencio! Podrían ser mis padres.
Contestó el teléfono, mientras Sunhee abría las ventanas para dejar salir el humo.
—¿Hola, ¿quién habla? —dijo, intentando sonar con naturalidad, como quién no estuvo a punto de
quemar su casa, otra vez.
—¡Taehyung! Soy Seokjin, necesito que tomes cincuenta dólares de mi clóset, tu identificación
falsa y vengas por nosotros al hospital.
—¿Seokjin? —al menos no eran sus padres—. ¿Qué demonios les pasó?
—Es... una larga historia, te lo explicaré luego. Necesitamos que un adulto nos recoja, y yo no
tengo mi permiso de conducir para ser nuestro propio adulto.
Eso sonaba más a prisión que al hospital. —Pero...
—No preguntes y ven por nosotros, ¡ahora!
Iba a matarlo, bueno, iba a ir por ellos y luego a matar a su hermano—. Está bien, voy para allá —
dijo aún sin entender un carajo de la situación.
Después de cortar comenzó a buscar su chaqueta para salir. Este día no podía ser peor.
—¿Qué sucede? —preguntó Sunhee al verlo.
—Debo ir por mis idiotas al hospital. Quédate aquí e intenta que la cocina pierda el olor a quemado,
volveré pronto —le dijo.
—¿Está todo bien?
—No lo sé. Pero si se trata de una tontería, los golpearé a ambos.
—No seas tan duro con ellos. Es tu culpa por dejarlos solos —se burló ella.
Taehyung suspiró cansado y a la vez agradecido, de que al menos no habían terminado en la
comisaría.
A quince minutos de allí; Seokjin había usado la última moneda que le quedaba para llamar a su
casa desde un teléfono público.
La situación era la siguiente: su rostro estaba vendado a la altura de su nariz para contener la sangre
y ayudar a sanar su tabique desviado. Y Jungkook, él tenía cinco puntos de sutura, dos en la frente y
tres en el mentón además de un gran moretón en el pómulo derecho y el labio hinchado.
Cuando la llamada terminó, ambos caminaron de regreso a sentarse en la sala de espera.
Era estúpido, burocráticamente estúpido que dos personas de su edad necesitaran alguien para
firmar su salida del hospital; pero así era.
—¿Taehyung realmente tiene una identificación falsa? —preguntó Jungkook intrigado.
—Sí, es bastante realista de hecho.
— Ni siquiera le gustan los bares o el alcohol. ¿Para qué necesitaría una de esas?
—Para votar por su senador local.
Jungkook cerró los ojos y negó con la cabeza.
—Debí suponer que era para algo como eso.
—Taehyung no es idiota como tú o yo —agregó, soltando un ligero quejido de dolor.
—Lo sé, es por eso que esto salió terriblemente mal —dijo Jungkook, quejándose de su rostro con
gasa.
—Dímelo a mí; desperdicié mi día contigo y además perdí mi pelota de la suerte. Vaya día de
mierda.
Jungkook se quedó callado en medio de su intriga cuando finalmente se animó a preguntar.
—¿Qué tenía de especial? —cuestionó con genuino interés. Sin intención alguna de burlarse o
infravalórarlo.
Seokjin lo meditó; aquellos segundos de silencio le hicieron pensar a Jungkook que a lo mejor, él no
era digno de su confianza, y de hecho, lo entendía. Ellos no eran y nunca serían los mejor amigos
del jodido mundo.
Sin embargo; y contrario a todo lo que creía el mayor de los Kim, ese que jamás sería su amigo,
decidió hablar.
—Esa pelota... perteneció a mi abuelo —comenzó a contar Seokjin—. Me la obsequió cuando era
niño. Era lo último que me quedaba de él, y de mi país.
—Nunca entendí cómo llegaron ustedes aquí.
Suspiró, ni siquiera él mismo lo entendía. —La guerra deja secuelas, Jungkook.
—¿De cuánto tiempo hablas?
—Quince años, quizá un par menos. Corea intentó por mucho tiempo olvidar el pasado y resurgir,
pero... eso es algo imposible cuando se ha sufrido tanto.
—Ustedes... ¿Huyeron?
—Algo así. Yo era un niño, apenas lo recuerdo, y Taehyung era tan pequeño que ni siquiera
entendió las razones. Nuestros abuelos hicieron vivir a nuestros padres cosas que no quisieron para
nosotros, por eso se marcharon.
—Se trata de una década atrás, la paz era casi un hecho.
—Hablas como si nunca hubieses vivido allí. —Tenía razón. No, Jungkook nunca conoció esa
realidad—. Con una amenaza de conflicto tan grande, y un servicio militar obligatorio, la
posibilidad de terminar muerto es muy alta. Nuestros padres prefirieron ser inmigrantes y dormir en
el sótano de unos conocidos por meses a que Taehyung y yo tuviéramos que enlistarnos a la fuerza.
Quisieron darnos más oportunidades, supongo.
—Suena algo extremista...
—El miedo es una motivación abismal. Y si me lo preguntas a mí, después de todo, tampoco dejaría
a mi hijo allí. Lo traería aquí, a California, lo llevaría de pesca, y trataría de alejarlo de todas esas
reglas absurdas.
Jungkook parpadeó repetidamente, impresionado cuando la culpabilidad se apoderó de sus
recuerdos, de uno en específico que incluía a su padrastro y a él pescando en aquel lago en el que
desapareció.
Quizás, el Seokjin adolescente no era tan idiota, ni el adulto tan autoritario como creyó.
—Acabas de contarme todo eso... ¿Por una pelota?
—No era una pelota cualquiera. Nuestro amor por el béisbol comenzó con ella, era especial.
—¿Nuestro?
—Taehyung es una segunda base increíble. ¿No te lo dijo? —Jungkook negó—. Lo supuse, dejó de
jugar conmigo hace un par de años.
—¿Por qué?
—No lo sé, solo se alejó de mí y del juego. La pelota también era suya, te golpeará más fuerte que
yo si se entera que la perdiste
Jungkook se rascó el cuello, vaya que la había jodido ese día. —No creí que fuese tan importante.
Yo... lo siento.
Soltó una leve risa. —Oh, vamos. ¿Te disculpas por perder mi pelota o por romperme la nariz?
—Ambas... —se rascó ahora la frente apenado— aunque en mi defensa, tú también me hiciste
bastante daño. Aún no siento la mitad de mi rostro por la anestesia.
—Tú no me agradas, no iba a desaprovechar la oportunidad de golpearte.
—Lo sé, yo tampoco pude evitarlo.
—Como sea, supongo que debo disculparme.
—¿Por qué deberías? —dijo Jungkook confundido— fue mi culpa.
—Por hacerte pasar tu cumpleaños en urgencias. —Suspiró pesadamente—. Feliz cumpleaños
después de todo, Jeon.
Jungkook se ahogó al contener repentinamente la respiración.
—Tú... ¿Cómo... cómo sabes que mi cumpleaños es hoy? —cuestionó incrédulo.
—Taehyung me lo dijo. —El pecho del chico se removió inquieto al recordar al castaño en el que
había estado intentando no pensar en todo el día.
—Lo sabía y aún así me ignoró.
—¿Alguna vez te han dicho que eres bastante pesimista, Jeon? —El chico negó con la cabeza—.
Pues te lo digo yo ahora. Necesito que entiendas una cosa: Taehyung sería incapaz de ignorarte.
—¿Entonces por qué...? —(¿Por qué quiso alejarse de mí?)
Lo interrumpió. —¿No te parece extraño que hoy, específicamente hoy, yo te haya acosado todo el
día y haya decidido arrastrarte al entrenamiento, incluso cuando me irritas y ver tu rostro me pone
de mal humor? Lo hice porque él me lo pidió.
—¿Qué?
—Dijo que estabas muy lejos de casa; que extrañabas a tu familia y que quería hacer algo especial
por ti hoy. Me pidió que te distrajera el tiempo suficiente para que pudiera ya, sabes, "organizar"
una fiesta, y que volviéramos a casa por la tarde.
—No lo entiendo. ¿Hizo una fiesta sorpresa y tú lo ayudaste?
—No solo yo. Sunhee y Agustus, también. Estamos hablando sobre Taehyung, y mi hermano... no
tiene muchas habilidades sociales, creí que necesitaría ayuda así que los invité a esa "gran" fiesta
que se tardó todo un día en organizar. —Hizo comillas en el aire.
—Podrías darle un poco de reconocimiento al menos.
—No lo sé; en realidad, no podemos esperar más que agua del grifo, un pastel medio quemado y
papel crepé en la sala, podría apostarlo. Como sea compraré pizza de todas formas.
—En realidad... —Jungkook sonrió tímido, como un niño intentando contener su felicidad— eso no
suena tan mal.
—Lo único que realmente me preocupa es que Taehyung haya quemado la cocina, otra vez. Confío
en que Sunhee y Min no lo hayan dejado acercarse al horno.
—Te preocupas mucho por él.
—Tengo que hacerlo, siempre ha sido mi trabajo cuidarlo.
—No, en realidad no tienes que hacer nada —volteó a verlo—, pero quieres... ¿Cierto?
—Taehyung es, definitivamente, la persona más buena de este mundo. Pero eso... solo lo hace ser
un blanco fácil, él es... un imán de problemas.
—Oh, vamos, estás subestimándolo.
"Me supera en cada aspecto de mi vida y yo sigo subestimándolo" pensó Seokjin.
—No es así.
—A veces hablas como si estuvieras celoso de él. "¿Lo estoy?" —No podría, se trata de mi
hermano. Eso es...
—No tienes que explicarme nada. Después de todo, la vanidad es sólo una gran coraza para la
inseguridad.
—Piensas en mí como un egocéntrico de mierda.
—Todos lo somos en cierto punto. Tú, yo, Taehyung y hasta Einstein. Pero... eso solo significa que
eres humano.
—Significa que soy incapaz de alegrarme por mi hermano.
—Intentas protegerlo, y está bien.
La anestesia parecía llevarlos a un estado de ligereza lleno de sinceridad y palabras que eran
imposibles de decirse viéndose frente a frente.
Seokjin perdería la movilidad parcial de una pierna después de la muerte de Taehyung.
Al igual que sus ansias por continuar en el mundo, y lo único que Jungkook era capaz de asegurar
era que la desolada vida que le esperaba no podía ser más injusta.
—Cuidar de Taehyung es lo único para lo que he sido verdaderamente bueno en mi vida. Y si ya no
me necesita, no lo sé...
—Quizá sea hora de dejar de pensar en cuidar de Taehyung y comenzar a cuidar de Seokjin —le
dijo.
—Es solo que, el talento que tiene para conseguir meterse en problemas es sorprendente, he tenido
que protegerlo desde... —reflexionó— siempre.
—Lo he visto defenderse, créeme, no es tan débil como piensas, no todo se trata de agresividad.
—Ese es el punto. Taehyung es mucha mente y poca fuerza.
—El cerebro es como un músculo, Seokjin, úsalo o piérdelo. La definición de fuerza nunca ha
implicado ser únicamente física, lo sabes, y él... es un chico listo, estará bien.
—Pero yo...
—Tú también estarás bien —dijo, de la forma más sincera y pura existente en su interior.
Ambos se quedaron en silencio; uno cálido y de complicidad, que solo se rompió con una leve
mirada y la preocupada voz de un castaño que apreció de pronto.
—¡Jungkook! —Taehyung se acercó corriendo a ellos cuando finalmente pudo ubicarlos.
—Oh, diablos, ¿Cómo te sientes? ¿Qué te sucedió?
El castaño pasó su mano ligeramente por sobre la pequeña venda que cubría la sutura de su frente.
—Estoy bien, supongo; adolorido, pero en una pieza.
—Soy tu hermano y también estoy bien, gracias por preguntar —intervino Seokjin, visiblemente
más lastimado, y con las marcas violáceas creciendo alrededor de sus pómulos.
Entrecerró los ojos. —¡Tenías un solo trabajo, Seokjin! ¡Uno solo! Y lo arruinaste.
—Casi fuimos arrollados por un auto, Kim. Pudimos morir, sabes, deberías alegrarte, aunque sea un
poco —dijo Jungkook.
Taehyung alzó una ceja. —¿Es en serio? ¿Un auto?
—¡Sí! —respondieron al unísono.
—No sé qué los hace más idiotas, si pensar que pueden engañarme o tener una excusa tan terrible
para sus peleas.
—¿Cómo sabías que...? —intentó decir Seokjin.
—No lo sabía, solo lo supuse y acabas de confirmarlo. Porque sus golpes están en el lado opuesto,
lo que significa que se atacaron mutuamente, además de que Jungkook tiene un buen gancho
izquierdo, estoy seguro de que te hizo eso —señaló su nariz— de un golpe.
—Tu mente a veces me asusta —confesó el mayor.
—Aún no has visto nada —masculló Jungkook a su lado.
—Entonces, ¿tonto uno y tonto dos me van a explicar qué sucedió?
—Jungkook perdió la pelota del abuelo. —Se excusó el mayor ganándose un pequeño golpe de
parte del susodicho.
—¿¡Qué él hizo qué!? —volteó a ver al pelinegro molesto.
—¡Seokjin me dijo lo de la fiesta!
—¿¡Qué hiciste qué!? —ahora volviendo su rostro hacia su hermano. —Bien, no voy a estresarme
por ustedes dos. —Taehyung frotó el puente de su nariz entre sus dedos pulgar e índice—. Ya firmé
el acta de salida, así que levanten sus traseros de allí y volvamos a casa antes de que anochezca.
Tanto el Kim mayor como Jeon le siguieron el paso hasta la salida, en silencio y tratando de
contener las ganas de romper en carcajadas.
A las afueras del hospital tomaron un taxi; Jungkook entró y se acomodó en el asiento del copiloto,
mientras Taehyung ayudaba a Seokjin a entrar en la parte posterior del vehículo.
El taxista preguntó algo a Jungkook, intentando sacarle conversación durante el viaje; entonces,
Seokjin aprovechó para recostar su cabeza en el hombro de su hermano y susurró—: ¿Lograste
terminar con tus preparativos?
—Sobre eso... necesito que me prestes dinero.
—¿Quemaste el pastel, cierto?
—Y la cortina de la cocina también. Pero en mi defensa, fue culpa de Sunhee.
—¿Ella estuvo contigo? —cuestionó.
—Sí, de hecho, se quedó en casa, intentando quitar el color ahumado de los azulejos.
—Bueno, al menos todos estamos bien.
El trayecto era corto. El tráfico y el clima de la tarde hicieron que se alargase de tal forma que
doblaron el tiempo de regreso a casa.
Se habían quedado en silencio; pero la curiosidad de Taehyung y las palabras de la chica aún en su
mente le perturbaron lo suficiente le hicieron hablar.
—Seokjin —llamó por lo bajo— ¿Por qué Sunhee conoce nuestra casa?
—No sé a qué te refieres.
—Ella conocía perfectamente el camino; y por la forma en la que se movió por la cocina... parecía
que ella hubiese estado antes allí.
—Debe ser coincidencia.
—No mientas, sabes a qué me refiero. Ella... — Seokjin suspiró. —No puedo responder eso sin
quedar como un idiota.
Taehyung apretó los ojos; sacando más de una conjetura. Pero, ¿Debía reprocharle? ¿Tenía derecho
alguno? No, en realidad no. Así que se limitó a ver hacia el frente, se concentró en Jungkook al ver
su espalda pensando en si su estúpido plan tendría sentido alguna vez, y no pudo más que
contestarse que nunca sería así.
Mientras más se acercaban a casa, la cantidad de autos y de ruido crecían. Cuando llegaron frente a
su propiedad, notaron que todas esas personas estaban reunidas en el interior de ella.
—Pero qué demonios... —masculló Seokjin viendo por la ventana del taxi, impresionado por la
fuerte música y luces que provenían del interior. —Taehyung, ¿Qué hiciste?
—No tengo ni idea.
Los tres bajaron rápidamente del vehículo; Taehyung se adentró en la casa buscando a Sunhee entre
la multitud. Un Seokjin, adolorido, y un Jungkook sonriente le siguieron hasta llegar a la sala
encontrando a Yoongi a cargo de la música, mientras el resto de los adolescentes bebían.
—¡Jungkook! —le llamó Min a la distancia—. ¡Ven aquí, malnacido!
—¿Esta fiesta es para mí? —preguntó Jungkook con los ojos abiertos y llenos de emoción, sin
esperar una respuesta, pero recibiendo una de Seokjin.
—No lo sé, pero necesito dormir. Así que tomaré un par de estas —tomó una lata de cerveza de la
mesa de café — e iré a mi habitación —dijo el mayor palmeando su hombro.
—Oye, no.… quédate —pidió el pelinegro— Estoy seguro de que tu nariz no puede estar peor.
—No es mi fiesta. —Seokjin sonrió negando—. Así que hazme un favor y disfruta tu maldito
cumpleaños. —Kim se dispuso a subir las escaleras; pero antes de avanzar le dijo—: Ah, y
Jungkook, dale un trago a mi hermano. Realmente necesito verlo ebrio.
—Lo haré —prometió, Seokjin asintió y finalmente se alejó de la multitud.
Había frituras, golosinas y alcohol en el desayunador, y gente fumando en el jardín.
Taehyung encontró a Sunhee mientras ella intentaba que sus compañeros de clase no rompieran la
vajilla de la señora Kim en la cocina.
—¿Qué rayos está pasando aquí? —le dijo al verla.
—¡No lo sé! Ese chico Min irrumpió aquí diciendo que Seokjin lo había enviado. Le pedí que
comprara otro pastel, él se fue y regresó con dos bocinas gigantes varias cajas de cerveza, y lo
siguiente que supe fue que había cincuenta personas la sala.
—¿Quién se cree que es? —Taehyung negó ofendido. ¿Cómo se atrevía a hacer una fiesta real en su
presencia? Oh, no. Yoongi iba a oírlo.
El castaño se dio la vuelta molesto y regresó a la sala; pero no esperaba ver a Jungkook entre la
multitud ya con una lata en la mano mientras saltaba y bebía feliz.
—¡Es hora de brindar por el cumpleañero! —gritó Yoongi sobre la mesa de café, invitando a
Jungkook a subir con él. —¡El chico que le dará la victoria al equipo de la escuela este año! ¡Salud!
—dijo dando un gran trago a su bebida. El pelinegro sonrió feliz mientras era aclamado por la
multitud, tomando una botella.
—¡Oh, eres un maldito amo del caos, Yoongi! Gracias por esto.
—Soy el alma de la fiesta, lo sé. ¡Feliz cumpleaños!
Después de saber que era su cumpleaños, Yoongi corrió de regreso al campo de béisbol donde se
supone habría práctica esa tarde, y al no encontrar a Jungkook ni a Seokjin, le dijo al resto del
equipo de la gran fiesta en honor al muchacho justificando la ausencia de ambos.
Ellos, como la élite, se lo contaron a sus respectivas parejas, y ellas, a sus amigas, y los amigos de
los amigos de sus amigos. Para que, al caer la noche, toda la escuela estuviera allí.
Yoongi puso la música y las primeras cervezas; nunca supo de dónde llegaron todos esos cartones
de alcohol y las frituras. Después de todo, en las fiestas, todas esas cosas siempre aparecen solas.
Así que ahí estaba, cuando la popularidad de Jungkook se había elevado por su último juego, su
rostro surrealista y su físico excepcional con la música a todo volumen. Incluso si no podía beber
tanto como le gustaría por la anestesia.
El gran alarido se escuchaba al unísono cuando el pelinegro se integró al grupo. — ¡Fondo, fondo,
fondo! —Jeon se terminó una botella completa en cuestión de segundos y gritó eufórico al
terminarla.
Taehyung se quedó detrás de toda la multitud. Al ver a Jungkook tan animado mientras bebía y
bailaba desvergonzadamente, estaba feliz, genuinamente feliz por él, pero eso no evitó que se
sintiera así de desplazado.
Subió las escaleras lentamente; incómodo de su alrededor. Y pensó, por unos segundos, en lo fácil
que era Jungkook encajar en ese lugar, y en que él jamás podría.
Jungkook, aún preso de la emoción del momento y de la algarabía de los jóvenes, buscó con la vista
al castaño intentando que se acercara a él; pero no pudo ubicarlo por ningún lado.
Su expresión se volvió seria y se abofeteó mentalmente al pensar que estaba actuando como la clase
de chico idiota que odiaba. El desesperado por atención que realmente era.
Entonces, saludó a las personas que se acercaron a felicitarlo y agradeciendo su presencia, bajó de
la mesa, empujando a varios en el intento.
Caminó hasta la cocina con intenciones de conseguir más cerveza; pero al abrir el refrigerador,
encontró lo que supuso era un vago intento de Taehyung por hacer un postre para él, lo tomó con
una leve sonrisa.
La alegría de la fiesta y la fuerte música parecieron no detenerse, y la alegre celebración continuó
aún cuando él tomó una de las cajas de cerveza, y subió al segundo nivel de la casa.
Buscó a Taehyung en el pasillo y luego en la habitación, sin encontrarlo; se adentró en ella, pero
estaba vacía. Sin embargo, aquella cortina que se movió víctima del aire le hizo acercarse más y
más a ella.
Al hacerlo, por fin logró ver a Taehyung, de pie y con sus codos recargados en la pared que rodeaba
la azotea.
Dio tres golpes al vidrio de la ventana llamando su atención. El castaño se sorprendió al verlo.
—¿Puedo pasar? —preguntó con una cálida sonrisa, Kim asintió repetidamente, como incrédulo.
—Abajo hay una fiesta en tu honor. ¿Qué haces aquí arriba, Jungkook? —dijo cansado.
—Estaba buscándote. ¿Qué haces tú aquí arriba?
—Toda esa gente... es demasiada interacción social para mí.
—Lo sé; será mejor quedarnos aquí.
Taehyung negó. —¿Eres idiota acaso? Todos ellos están aquí por ti. Vamos, ve a divertirte.
—No conozco a la mitad de esas personas. Y estoy seguro de que están aquí solo por el alcohol
gratis. No tengo nada que hacer allí. —Dejó las latas a un lado—. ¿Una cerveza? —ofreció al
muchacho que sin dudarlo la tomó.
—No lo entiendo —dijo Taehyung dando un gran trago a su bebida. —Hicimos todo esto por ti.
—¿Hicimos? —cuestionó con una ceja enarcada—. Una pseudo discoteca clandestina no suena a
algo que tú harías. Es decir, es bastante genial, pero no es nuestro estilo, ¿Cierto?
—Yo... agh, no es importante quién o qué. Lo importante es que disfrutes tu celebración.
Jungkook se acercó a él, revelando la charola en sus manos. En donde el postre oscuro y de dudoso
aspecto reposaba.
—La verdadera celebración está aquí, contigo y este pastel quemado. Taehyung se tapó el rostro
avergonzado. Debió tirar ese estúpido pastel.
—Ni siquiera termino de comprender qué haces aquí. Tú perteneces a todo ese mundo de gente
especial y eliges pasar tu cumpleaños ¿Conmigo?
—Mírame, Taehyung. No pertenezco ni allá, ni aquí; nadie pertenece a ningún lugar, todos somos
aleatorios, todos podemos elegir a dónde pertenecer. Podemos intentar encajar o estar con las
personas que queremos.
—¿Estás seguro de eso?
—¿Por qué estás tan empeñado en hacer que me vaya?
—Estando aquí... no conseguirás nada. Quiero que seas feliz, al menos por hoy. No me importan tus
palabras rebuscadas, sé que... no eres feliz, sé que no puedes serlo. Pero necesito que lo seas,
aunque sea por unos minutos.
Jungkook bajó la cabeza, la bruma oscura en su interior que parecía crecer cada día le hizo dudar.
—Esto acaba de volverse muy tétrico para mí.
—Es tu día especial, ¿Por qué no puedes simplemente disfrutarlo?
—Ese es el problema, Taehyung, nada es especial en realidad. Nadie lo es, no existe tal cosa como
ser especial. Para el universo, todos somos igual de irrelevantes. Y yo... soy igual que todos, y este
día, tampoco significa nada más allá de un sentimiento estúpido que yo puse en él.
—Hablas del universo con mucha ignorancia.
—¿Perdón?
—El universo está compuesto de pequeñas partículas. Colisionado unas contra otras para generar
vida. Piensa que tú eres una de ellas, es más, tú y yo, somos partículas entrelazadas.
—¿Intentas decir que soy importante para el universo? Por favor, no me hagas reír.
—Digo que eres importante para mí.
—Eso lo hace aún peor. Pensar que tuve que viajar tan lejos para encontrar una pizca de afecto me
hace sentir patético.
—¡Oye! —le dio un ligero golpe—, yo tuve que esperar treinta y tres años, siete meses y un día en
el futuro y de vuelta para tener un amigo, así que no te quejes.
—Realmente quisiera quedarme en este lugar.
—¿En este año? —interrogó con desconcierto.
—No, aquí en la azotea, contigo.
El castaño bajó la mirada, no era capaz de verlo fijamente. Sus ojos oscuros se iluminaban
incandescentes cuando decía la verdad, y Kim, sencillamente no podía ignorarlos.
Tomó una de las latas a su lado y se la entregó.
—¿Otra cerveza? —dijo, y cuando Jungkook asintió, extendió su brazo para entregársela.
El pelinegro la tomó; sonrió enternecido, mareado por el alcohol y con el rostro caliente por su
repentina evasión.
Jungkook no podía evitar confirmar a cada segundo que la inocencia cautiva dentro del ser que
Taehyung era gritaba por salir a su exterior. Porque todo de él, siempre buscaba dar todo de sí.
Abrió la lata y dio un gran sorbo a su bebida.
—¿Acaso solo me verás beber?
—He bebido suficiente por hoy, empieza a dolerme la cabeza.
—Taehyung... —sonrió en señal de burla— llevas apenas un par de cervezas, no creo que tengas tan
poca resistencia al alcohol.
—Yo...
—Basta, es mi deseo de cumpleaños. Hazlo por mí.
—¿Debería?
—Por supuesto que sí. Sabes que odio compartir mi alcohol con la gente, pero tú... eres la
excepción, mi amigo. Así que venga, abre otra maldita lata y vamos a emborracharnos hasta
vomitar.
Taehyung lo meditó en silencio por un par de segundos, viendo la caja de cervezas aún a su lado.
Tragó saliva con fuerza, y luego, cuando terminó de convencerse por completo, sacó otra más del
paquete.
—Está bien —dijo al abrirla y arrugar la nariz ante la sensación burbujeante en su paladar. —Pero
si vomito en nuestra habitación, tú vas a limpiarlo.
—Lo haré, lo haré. Mañana —le respondió alzando su lata—, pero ahora, brindemos, celebremos
nuestros malditos dieciocho años.
—Aún me faltan un par de meses para eso.
Intentó seguir adelante, intentó evadirlo; pero no pudo, la culpa lo consumía por segundo, y de
seguir así, probablemente enloquecería.
—Taehyung... —le llamó serio— hay algo que quiero decirte, algo importante.
—¿Sobre qué?
—El día que fui al lago... Seokjin dijo algo sobre ti, algo que he estado ocultándote. Y sé que debí
decírtelo antes, pero yo tenía miedo, tengo miedo...
—¿Qué tan malo es? —cuestionó sin dejar de verlo.
—Es malo, mucho.
—Entonces no quiero saberlo.
—Hace unos días me preguntaste sobre tu futuro—Taehyung se había terminado su bebida y abierto
una nueva—, te diré lo que sé, necesito hacerlo, no quiero que sufras.
—¿Conoces la paradoja del gato de Schrödinger?
Jungkook parpadeó confundido. No tenía sentido evadirlo de una forma tan despiadada.
—Por favor, Kim. Estoy hablando en serio.
—También yo, es por eso que necesito que entiendas esto. —El tono de su voz se elevó causando
estragos en la poca valentía del pelinegro—. Entonces dime, ¿Sabes de lo que te hablo?
—No.
—La paradoja del gato de Schrödinger, es... uno de los principios de la mecánica cuántica. He
estado distraído intentando entenderla.
—¿De qué se trata?
—Es un experimento, en el que se plantea a un gato encerrado en una caja completamente opaca
con un veneno dentro de un recipiente de cristal que luego se rompe. Eso significa que el gato está
vivo y muerto al mismo tiempo.
—¿Qué? ¿Cómo podría? Dijiste que había veneno, el animal está muerto.
—Lo estará sólo hasta que abras la caja. De eso se trata la paradoja, de que la realidad es
manipulable y variable de tal forma, que cambia dependiendo de la intervención que tenga.
—Eso significa que si abro la caja... mataré al gato. —Jungkook tragó con fuerza, angustiado.
—Significa, que harás real su muerte, porque en nuestra línea temporal solo podemos tener acceso a
un desenlace. Entonces, de todos los finales posibles, yo sólo podré tener uno en esta realidad, uno
quizá mejor o peor al que tuve en la línea principal.
—Antes parecías muy angustiado por el futuro.
—Lo estoy; necesito saber qué es lo que hay más allá de esto. Pero no ahora.
—¿Y qué quieres hacer ahora?
—Quiero... —El castaño dudó, nunca había sentido tanta libertad. Era como si él mismo se liberara
de toda la presión de hacer lo correcto siempre cuando Jungkook le veía únicamente a él, mientras
las primeras hojas secas de los árboles caían— quiero cerveza, y sobras de pastel quemado.
—¿Solo eso? —preguntó tocando con lentitud su mejilla.
Taehyung tembló, alzando la mirada y expuesto a tal sensación que supo no era común. No se
sentía de esa forma.
—Quiero... quiero saber si logré hacerte feliz.
Jungkook sonrió; quizá era demasiado para lidiar con ello, pero Kim Taehyung había logrado
hacerle sonrojar profundamente.
—Fue... el mejor y más extraño cumpleaños que he tenido en mi vida.
—Me alegra escuchar eso.
—Pero... falta algo para hacerlo totalmente increíble.
—¿Ah, ¿sí? ¿Qué cosa? —inocente a sus acciones. De pie, con sus codos recargados en la ligera
pared que circulaba la azotea, escuchando las ramas de los árboles al moverse por el viento.
—Aún no me has felicitado correctamente.
—Tienes razón. —Taehyung sonrió únicamente para él, regalándole un cálido gesto —. Feliz
cumpleaños, Jungkook, y bienvenido al mundo adulto.

El pelinegro asintió con una ceja alzada, deslizando lentamente su mano por la espalda del chico
para acercarle a él, jugueteando ligeramente con la orilla de su camiseta cuando el alcohol y el
viento se le subieron a la cabeza.
—Sigue incompleto.
—¿Qué se supone que falta?
—Pues...—soltó una pequeña risa— el beso de felicitaciones para el cumpleañero.
Taehyung volteó su cuerpo, quedando frente a él. La mano de Jungkook recayó sobre el pecho del
chico, dominando sus movimientos por completo; pero contrario a lo que creyó, Taehyung se quedó
allí dispuesto a avanzar cuando se acercó a su rostro para tentarlo.
—Parece que has adquirido una extraña fascinación por intentar besarme.
—No parece molestarte, ¿O sí?
—No lo suficiente —dijo antes de ser él quien tomase a Jungkook por el cuello de su camisa
llegando repentinamente para recibir sus labios sin miedo.
No era el alcohol en su sistema lo que lo mareaba, sino su subconsciente enloqueciendo por la
necesidad de estar cerca de Jungkook. Era el circuito eléctrico conectándose mientras la espalda de
Taehyung entraba en contacto con el metal del balcón.
Taehyung sentía el pecho caliente y la cabeza pesada, estaba consciente de que al moverse
bruscamente vomitaría sin descanso mientras tambaleaba; por eso se quedó allí, dispuesto a lo que
sabía quería y entendía no era tan inaccesible.
La experiencia del pelinegro era notable; y al ser correspondida con curiosidad, no logró más que
ser estimulada para sujetar al muchacho, que, con los ojos cerrados, y demasiado mareado intentaba
respirar contra su mejilla.
Jungkook se inclinó frente a él para poder ahora sentir su cintura, Taehyung le dio la espalda a la
noche y la ciudad cuando su cuello fue besado sin recelo.
Elevando su reparación y su pulso, las luces del alumbrado público parpadeaban, también los
pequeños focos que adornaban el jardín y el balcón, pero a ninguno de los dos les importaba, no
cuando la humedad de sus bocas se mezclaba intensamente.
Y el calor, que de ambos comenzaba a extenderse por todo su cuerpo, amenazó con tomar control
de sus mentes jóvenes aceleradas. Peor aun cuando la desesperación, y la falta de autocontrol de
Jungkook llegaron hasta su ingle.
Deslizó insolente una mano en la parte inferior de la camisa de Taehyung, este se separó de
inmediato, exaltado, ante el toque inquieto del otro sobre la piel de su abdomen y el escalofrío que
el lento movimiento le llevó a sentir al rozar descuidadamente con uno de sus pezones.
—Lo siento —dijo Jeon al ser observado fijamente, cuando la culpabilidad le azotó por encima de
sus hormonas—. No quise... ¿Taehyung?
Ladeó la cabeza; el castaño lo había esquivado, en un intento desesperado por regresar a la
habitación y corriendo para alejarse.
Jungkook lo siguió, entrando por la ventana; pensando en lo estúpido que había sido.
"¿En serio acabas de manosear al niño, Jeon?", pensó. Joder, realmente era estúpido. Ahora estaba
caliente y había ahuyentado a Taehyung.
Lo buscó de regreso al interior de la casa. Encontrándolo en el baño de su habitación vomitando
dentro de la bañera sin control.
Jungkook evitó reír; también estaba mareado, pero aparentemente, el cuerpo de Taehyung no había
logrado soportar terminarse el paquete de cervezas tanto como el suyo.
—¡Odio esto! Haz que pare —pidió el castaño, antes de que una arcada le anunciara que volvería a
vomitar.
—Será peor en la mañana, lo juro.
—¿Qué clase de apoyo es ese?
—Vomitarte a ti mismo forma carácter. Así que, esto significa que vas por buen camino.
—¿Y no piensas ayudarme?
—No hay nada que pueda ser; pero le contaré a Seokjin mañana y él estará muy orgulloso de ti.
Ahora tengo que lidiar con otro problema gracias a ti —dijo, refiriéndose a su ajustado pantalón—
así que, prefiero ir a dormir. No olvides cepillarte los dientes antes de ir a la cama.
—¡Jungkook!
—Adiós, pastelito.
—Idiota, ¡Te —arcada—odio!
—Lo sé.
—Lárgate.
—Oh, Taehyung, olvidé decirte. —Jungkook se alejó del marco de la puerta, no sin antes terminar
—. Gracias.
En medio de su adolorida cabeza y su visión borrosa, Taehyung alzó una ceja confundido.
—¿Por qué? —preguntó
—Por todo. Por ayer, por hoy, y probablemente por mañana.
Las últimas horas del primero de septiembre significaron para Jungkook más que sus últimos
dieciocho cumpleaños; Incluso más que el día entero.
Cuando se dejó caer en la cama del muchacho, torpe ante su presencia, pues se dejó abrazar por el
suave y masculino olor del chico impregnando en las sábanas hasta quedarse dormido, sonriendo
como un idiota ilusionado, cuando la oxitocina se apoderó de su sistema y la sonrisa de Taehyung
de su alma.
La madrugada del segundo día de septiembre; con su pulso tembloroso, la visión nublada y la
garganta cansada de tanto vomitar, Taehyung abrió su libreta y seleccionó una de las últimas hojas
en blanco para plantear en ella una nueva hipótesis:
"Kim Taehyung y su latente homosexualidad:" Me siento atraído a un "Él".
La cerró; cuestionado todo lo que sabía sobre sí mismo al ver a Jungkook en la cama, tan cerca de
su cuerpo. Su piel y su corazón temieron ante aquella acción física que generó una reacción
emocional.
Porque incluso Taehyung, quien se jactaba de su inteligencia, era incapaz de entender que corría
hacia un acantilado y que el único lugar en el que podía terminar era, en el fondo.
CAPITULO 8
08.

Junio, 2019.

—¿Podrías alejarte de la ventana, por favor?


Seokjin realmente intentó mantener su curiosidad controlada y sus interacciones al margen; mas era
imposible ya.
Estaban atrasados; el mayor debía haber terminado de empacar la cristalería de las repisas y un par
de viejas cosas personales, hacía semanas, pero allí estaba, espiando a Jungkook por la ventana de
la casa mientras intentaba camuflarse con la cortina.
—No puedo. ¿Quién se cree ese tipo para hablarle así? —Comenzó con una pequeña discusión, y
Seokjin, simplemente no pudo evitar sentir la necesidad de entrometerse en medio de ellos.
—Amor, las cajas no van a armarse solas. Deja al niño y a su novio en paz. ¿Podrías, por favor?
—No. Ese tipo está cruzando los límites. La última vez Jungkook regresó a casa con el labio
partido. Es una rutina, lo maltrata, luego regresa pidiéndole perdón para luego volver a ser un
completo idiota con él, le hace esas estúpidas escenas de celos, lo sigue como un lunático. Esa
relación no me gusta, empezó a fumar después de conocerlo, ese tipo es una mala influencia para él.
—Lo sé —angustiada—; pero él dijo que no debíamos entrometernos en sus asuntos. No quiere
escucharme. No lo entiendo, él... no hacía cosas como estas.
—¿Estás segura? A mí me parece más como si ni siquiera lo notaras. Jungkook está pidiendo
atención, Sunhee. Cada semana aparece con un tipo peor en casa.
—¿A qué te refieres con eso? —subió su tono.
—Sabes exactamente a qué me refiero.
Seokjin suspiró. Debían hacer algo, Pero ¿qué? Dejarían el país en un par de semanas y podrían
liberarse del imbécil del novio de su hijastro, un tipo mayor que había estado manipulado a
Jungkook, pero hasta entonces parecía no tener más opción que soportarlo.
Él sabía que salir del país era la decisión correcta. Estaba consciente que ante los ojos del menor
lucía como un entrometido tomándose atribuciones que no le correspondían; pero quedarse en
Corea significaba tener que convivir día a día con los vestigios de dos escombros humanos, tres,
contándose a sí mismo.
Volvió la mirada hacia el exterior de la casa justo para presenciar el momento en el que el
muchacho rubio empujó el cuerpo de Jungkook contra el pórtico, furioso.
El pelinegro le devolvió el golpe intentando zafarse de su agarre, inútil al ser superado en altura y
fuerza. Su mente no estaba enfocada, su parte emocional no le dejaba contraatacar, haciéndole
vulnerable.
¿Por qué se dejaba abusar de esa forma? Jungkook tenía todas las de ganar y estaba fallando al
defenderse.
—¿¡Cómo esperas que esta mierda funcione a distancia si ni siquiera puedo confiar en ti ahora!? —
reprochó el chico sujetando a Jungkook con fuerza por los hombros.
—¡No sé de qué estás hablando!
—Te marqué quince veces, ¿Por qué diablos no respondiste?
—¡Estaba ocupado, maldición! Jay, suéltame ya.
La puerta se abrió de golpe, y de ella salió una pelota de béisbol que rebotó en la
cabeza del rubio.
—¿Qué demonios...? —dijeron ambos casi al unísono.

—Vete de aquí antes de que llame a la policía —demandó Seokjin —, y tú— encaró con autoridad a
Jungkook—, entra a la casa, ahora.
—Seokjin, este no es asunto tuyo —intervino el pelinegro. Contrario a su reproche, se soltó del
agarre del otro, levantó la pelota de la grama y caminó hacia la entrada molesto.
—Sí, anciano. Esto es entre él y yo.
—Pues este "anciano" te recuerda que estás agrediendo físicamente a un menor de edad y que
además estás en propiedad privada.
—¿Y eso qué?
—Significa... que si no te largas en este instante de mi casa ¡Voy a denunciarte por allanamiento de
morada y perversión de menores, imbécil!
—No lo haría.
—No me provoques.
—¡Bien! —Escupió en el llano—. Púdrete, Jungkook. Tú y toda tu estúpida familia. ¡Terminamos!
Eres un...
Seokjin empujó a Jeon dentro de la casa y cerró la puerta en el acto.
—No tienes porqué escuchar eso —le dijo, encendiendo discretamente los aspersores del jardín para
ahuyentar a esa bestia.
—¿Qué sucede contigo? ¡Ahora jamás volverá a hablarme!
—Esa es la idea.
Jungkook no le contestó; pasó a su lado, soltando la pelota contra un par de cajas junto a la entrada
causando que una de ellas se cayera al piso y subió las escaleras velozmente sin dignarse a mirarlo.
Seokjin en realidad no sabía mucho sobre relaciones entre chicos o cosas como esas.
Pero había aprendido demasiado de la vida como para permitir tal situación.
Se acercó a la caja en el suelo para acomodarla; de la caja abierta, un par de viejos uniformes y una
gorra de su antiguo equipo favorito se habían asomado y ahora se encontraban tiradas. Al igual que
la pelota de su abuelo, que rodó un par de centímetros más lejos después de su primer tiro en años.
La tomó y meditó en silencio un par de segundos mientras la veía, pensando en su juventud y sus
errores pasados.
Jungkook necesitaba ser escuchado por alguien, lo sabía.
Suspiró dándole una mirada cansada a su esposa antes de pasarse la mano por el cabello.
—Genial, ahora el malo soy yo —se dijo antes de tomar valentía y subir las escaleras lento.
Él era definitivamente anticuado para entender completamente al chico, estaba viejo, no había más
justificación que eso. Se estaba esforzando bastante en progresar por él.
Es decir; siempre quiso un hijo. Uno al cual llevar a la jaula de bateo y enseñarle a reparar el auto,
ese que invitaría a beber, comer filetes en exceso y con el que hablaría sobre chicas, negocios y
demás. Un hijo para hacer "cosas de hombre".
Nunca lo tuvo; y cuando Jungkook llegó a su vida, apareció siendo tan opuesto a todo lo que creyó.
Más artístico que atlético aparentemente, vegetariano (se atrevería a decir vegano, pero aún no
entendía la diferencia), homosexual y con una repulsión a los números y a la mecánica
impresionantes.
Dio tres golpes a la puerta. Al no recibir respuesta giró la perilla y la abrió lentamente.
Se encontró con el pelinegro en su cama llorando en silencio, al notar su presencia, se recompuso y
fingió leer el libro a su lado como si no hubiese pasado nada.
—¿¡Qué quieres!? —le gritó Jungkook.
—Disculparme contigo.
—¿Qué pretendes? Hace seis meses llegaste aquí siendo un idiota conmigo ¿Y ahora de repente
eres todo un héroe? No me hagas reír.
—No es así, yo... cometí errores, lo sé. Pero quiero...
—¿Arreglarlos? Por favor, las cosas que dijiste aún están en mi cabeza, y créeme, nada podrá
borrarlas de allí.
Seokjin suspiró cansado. —Solo quiero saber si estás bien, ¿Él te lastimó?
—No tienes que preocuparte. —Agitó la cabeza—. Jay es... un idiota.
—La mayoría de los chicos son idiotas —dijo jugando con la pelota en sus manos.
—Parece que sabes mucho sobre ser uno —atacó Jungkook sin despegar la vista de Seokjin. Estaba
furioso y despechado, Jungkook buscaban en los chicos la atención que nunca obtuvo en casa, y
ahora, se había quedado con uno menos.
Kim se acercó a él, adentrándose en la habitación. La mirada confundida de Jungkook apareció en
cuanto le vio caminar dentro de su espacio.
—De hecho, tienes razón. Yo sé mucho sobre ser un idiota. Lo fui por mucho tiempo, tanto como
para saber exactamente que personas como él no te llevarán a nada. Lo comprenderás en un par de
años.
—No sé por qué te molestas en decirme esto. ¿Cómo podrías entenderlo?
—Los años no llegan solos —le dijo serio—, y lo creas o no, la vida no es diferente a un juego de
béisbol. Puedes ser un jugador o un bate, Jungkook, tú eliges.
—No tienes idea de lo difícil que es ser...
—Quizá no —declaró—. Pero eso no significa que no sepa una o dos cosas sobre el amor. Y eso
que vi allá fuera, ni siquiera se le parece.
—¿Intentas darme un sermón de telenovela? —La actitud altanera de Jungkook menguaba en
cuanto era incapaz de doblegar el aura de Seokjin.
—Habrá cientos de chicos que jueguen contigo, un idiota menos es solo un partido de ligas
menores. Y tú —tragó saliva, no sabía qué demonios estaba diciendo—, tú mereces más que eso.
—Parece que estoy en medio de una constante crisis, desde que llegaste y justo ahora, ¿Y tú
intentas subirme la autoestima?
—Toda crisis genera un cambio, Jungkook. Y es parte de crecer entenderlo.
Tenía la pelota en sus manos, la alzó ligeramente en el aire mientras la veía. Jungkook no tenía ni
idea de lo mucho que significaba para él, ni de su pasado en el campo.
—Estoy seguro de que ni siquiera tú mismo entiendes tus propias analogías —dijo con gracia sin
llegar a burlarse. Había dejado de llorar, parecía más animado.
Seokjin sonrió, esperando haber logrado sacudir un poco la mala idea que Jungkook tenía sobre él.
—Lo que intento decir es que nadie tiene el derecho de hacerte sentir insignificante.
Esa pelota tenía un gran significado, se trataba del símbolo de un sueño perdido para el mayor, pero
había pasado demasiado tiempo significando tal dolor. Era momento de darle un nuevo enfoque.
Jungkook bajó la cabeza; Seokjin se atrevió a dejar su pelota sobre la mesa de noche del muchacho
como muestra de su buena fe y del lazo que sin querer brotaba de Kim y que Jungkook se negaba a
aceptar.
—Estoy bien ahora —dijo Jeon con el tono ambiguo que le caracterizaba—, ¿Algo más?
—No, no. —Entendiendo a su petición asintió con la cabeza—. Me... haces sentir más tranquilo. —
Se dio la vuelta para dejar la habitación.
No, Jungkook no era lo que esperaba. Jungkook era diferente, sarcástico la mitad del tiempo, más
inteligente de lo que parecía, él era culto, y espontáneo. Estaba fascinado por la mitología griega,
tenía un estrafalario estilo, y un carácter fuerte. Estaba tan lleno de asombro y deseos de
conocimiento que se veían opacados por el miedo a no ser tomado en serio, a ser ignorado, a ser
herido.
Jungkook era la víctima que creció para defender a otros sin saber cuidar de a sí mismo. Un valiente
artificial que solo anhelaba proteger a los suyos, y recibir una pizca de gloria; pero ya no estaba
solo, ahora lo tenía a él. Necesitaba hacerle entender eso.
No, él definitivamente no era el modelo que construyó en su cabeza durante años.
Jungkook era más que eso, era un chico maravilloso.
Seokjin formó ideas en su juventud que nunca se atrevió a cuestionar; pero después de conocerlo
descubrió su error y llegó a la mejor conclusión al entender que su hijo no era y nunca sería una
copia suya.
Después de todo, no había una sola forma de ser un hombre. No existía un patrón para forjar
humanos, nunca lo hubo. Y eso era genuino, ahora lo sabía.
Al entenderlo, muchas preguntas que desde hacía tanto había dejado de hacerse reaparecieron en su
cabeza llenando su mente de culpa y de represión.
Jungkook le hacía pensar en alguien a quien enterró hacía más de treinta años.
Alguien que siempre fue diferente a los demás chicos de su época. Un chico que siempre se
avergonzó de las cosas que amaba, ese que nunca se esforzó por comprender y aún así amó. Uno
que Seokjin estaba seguro se enamoró de Han Solo en lugar de la princesa Leia. Pero ahora era
tarde para benevolencia y amor filial, demasiado tarde.
Seokjin abrazaba con impotencia la idea de que su hermano murió sin afecto. Sin conocer la
adrenalina del calor, y sin comprensión o amor, Taehyung murió a su lado, pero solo. Y él, siendo
la única persona a la que le confió sus secretos, nunca podría perdonarse no haberlo escuchado
antes.
—Oye, Kim —le llamó el menor.
—¿Sí? —volteó a verle. Esa sonrisa le pareció inocente, pulcra en su rostro joven, como una
mínima muestra de su agradecimiento.
—Gracias.
El mayor asintió.
Jungkook le hacía pensar en su hermano. Y en qué quizá, si él se hubiese dado cuenta de aquello en
el pasado Taehyung hubiese sido feliz.
Las peleas y los múltiples romances de un par de días en los que Jungkook se metía desaparecieron
desde ese momento. Incluso tiempo después de la mudanza, justo cuando Jungkook parecía odiarlo
más que nunca, a Seokjin le gustaba observar desde el exterior la ventana de la habitación de
Jungkook, porque sabía que aunque el menor fingiera detestarlo, su odio no era real.
Prueba de ello era la pelota que ahora dentro de una caja de cristal, adornaba la repisa frente al
balcón. Justo al lado de sus libros, y los discos que amaba como un símbolo de amor y respeto
propio para el muchacho. Al final de todo, parecía que Jungkook sí había entendido sus estúpidas
palabras.
No, Seokjin no era un mal padre; pero definitivamente, fue un hermano terrible.
...

107 días antes de.

—¿Alguien podría explicarme por qué hacemos esto? —dijo el pelinegro.


El metro y los alfileres le tenían inmovilizado. Jungkook se sentía prisionero entre las capas de seda
mientras estaba quieto como un maniquí.
Taehyung y Yoongi se vieron entre sí.
—Porque eres un idiota —le contestó el castaño mientras anotaba las medidas de sus hombros en su
libreta—, y porque Min necesitaba un modelo para los trajes de su musical.
—¡Él ni siquiera te agrada! ¿Por qué permites esto?
Yoongi estaba arrodillado junto a Jeon, midiendo ahora el largo de rodillas a talones. — Si sabes
que estoy aquí y puedo escucharte, ¿Cierto, Jungkook?
—¡Esto es muy injusto! —alegó moviéndose, al hacerlo, causó que accidentalmente Yoongi le
pinchara la pierna con un alfiler—. ¡Auch! —gimió de dolor.
—¡Deja de moverte, idiota! Arruinarás la tela, y no es nada barata —dijo Min, ajustando de nuevo
el encaje sobre su traje.
—En serio, no sé qué hice para merecer esta clase de humillación.
Taehyung se acomodó los anteojos, colocó ambas manos en su cintura y alzó una ceja a Jungkook,
molesto.
—Ah, ¿no lo sabes? Déjame refrescarte la memoria —dijo acercándose a él—. Agustus nos vio
besándonos por error en el auditorio.
—Uy sí, "por error" —masculló burlesco el tercero ganándose una mirada desaprobatoria de Kim.
—Ahora por tu falta de autocontrol le debemos un favor —Yoongi carraspeó—, bueno, le debemos
muchos favores —corrigió el castaño.
—Él me usa como maniquí y a ti te encanta verme, ¿Cierto? —le reto—. Joder, ¿Por qué tengo que
ser yo y no tú?
—Porque fue tu culpa que nos viera, cariño —dijo sarcásticamente.
—Oh, vamos. ¿Y se supone que por eso debemos ser sus esclavos?
—Dejen de pelear. —Yoongi comenzó a reír —. Yo no diría que son mis esclavos, sino mis amigos
a la fuerza, ¿Qué les parece?
—¡Cállate, Min! —gritaron ambos al unísono haciendo reír el doble a Yoongi.
Agustus había notado de inmediato que algo extraño pasaba entre esos dos desde el primer instante
en el que los vio juntos. Era como un camaleón, un experto para pasar desapercibido, y un
manipulador de primera.
Después de la tarde que les vio besarse en el auditorio regresó a casa consternado. Jungkook le
había suplicado su silencio, y en ese momento aceptó simplemente debido a la conmoción que le
acusó ver dos hombres en esa situación. Ni siquiera supo por qué los había salvado de ser vistos por
Seokjin.
Es decir, el venía del Sur, las dos culturas en las que había sido educado eran bastante
conservadoras, por no decir religiosas; pero eso no había logrado escandalizarlo, de hecho, lo llevó
a cuestionarse cosas sobre sí mismo.
Sí, había decidido guardar silencio por el aprecio que le tenía a Jungkook; pero eso no significa que
no iba a sacarle provecho a su desesperación.
La situación le divertía mucho. ¿Necesitaba chantajearlos? No realmente, no era tan cruel como
para delatarlos; el simple hecho de poder volver a entrar libremente a esa casa ya era suficiente. El
estar tan cerca de Taehyung le traían cierta satisfacción extraña, porque sabía era una gran forma de
molestar a Seokjin.
¿Era vengativo? Sí, y mucho. Además, que la razón por la que los chicos estaban en sus manos
fuese la misma razón por la que Seokjin no lo quería cerca de su hermanito le parecía los más
irónico del maldito universo.
—No hay razón para ser tan agresivos, así que cierren el pico. O pueden ir a manosearse al baño si
prefieren —respondió a sus gritos, enrollando un trozo de seda más en el cuello de Jungkook—. No,
el naranja no es tu color.
Ambos suspiraron. No había más remedio que aceptar a Yoongi en su extraño grupo de amigos
inexistente, aunque claro, debían ser más cuidadosos para no revelar nada de su investigación al
chico.
Taehyung tachó el color naranja de su libreta.
—Prueba con el pañuelo azul, queda mejor con el sombrero —dijo Jungkook finalmente
rindiéndose.
—¿Mediterráneo o zafiro? —cuestionó alzando dos pedazos de tela que parecieron iguales para el
pelinegro.
—¡Mediterráneo, obviamente! —intervino Taehyung.
—Entonces será zafiro —concluyó Yoongi, colocando la tela de ese color en los hombros de
Jungkook.
La obra escolar era muy importante. Las universidades buscaban distintos talentos, chicos como
Taehyung o Jungkook tenían su puesto asegurado en alguna de ellas, Yoongi aún tenía que
sobresalir. Y el musical que había armado sobre Romeo y Julieta iba a ayudarle con ello, por eso
necesitaba toda la ayuda que voluntariamente nadie le daría.
—¿Pero qué rayos pasa aquí? —dijo otra persona en la puerta viendo de arriba a abajo al pelinegro,
quien solo estaba allí de pie pensando en lo mucho que su atuendo lo hacía sentir como salido de la
película de Shrek—. ¿Qué hace esta costurera en tu cuarto y por qué Jungkook parece el rey de los
tarados? —preguntó Seokjin viendo a Taehyung.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que toques la puerta antes de entrar? —reprochó el menor al ver
a su hermano.
Su nariz había sanado superficialmente, él podía volver a lucir su rostro y a ser un idiota sin
represalia alguna.
—Vine a decirles que bajen el volumen. Duérmase ya, mañana es día de iglesia.
—Me prohibieron la entrada a la iglesia, ¿Recuerdas?
—Lo sé, te vetaron por dos años... hace dos años. Así que, irás con nosotros mañana. Ambos de
hecho.
—No puede ser. Odio ir, no lo haré.
—¿¡Qué!? —exclamó consternado. El nivel de insolencia era demasiado alto. —No puedes no ir.
—Sabes que detesto todo lo que involucre gente. Además, soy agnóstico, y él —señaló a Jungkook
—, es peor. Créeme, no nos quieres allí.
Solamente recuerda que tuvieron que llamar a los bomberos la última vez que fui.
—Lo sé, pero por favor, haz un esfuerzo. Es por tu bien.
Todo esto era innecesario para el castaño. Nunca lo obligaron a interesarse por la religión de su
familia. Pero últimamente Seokjin, parecía ser demasiado insistente en el tema.
¿Para qué ir? Era más urgente encontrar una solución al problema del pelinegro que ir a sentarse por
horas a escuchar cosas que no alcanza a concebir.
Yoongi había tomado todas sus cosas y guardado sus instrumentos de costura en su mochila
mientras hablaban.
—Parece que tienen mucho de qué discutir —se excusó para salir—, así que esta costurera se va.
Quítate el traje con cuidado, Kook, lo terminaremos el lunes —dijo caminando hacia la puerta.
—¿No te quedarás? —preguntó Jungkook.
—No puedo, tengo algo que hacer en la mañana—se limitó a decir. Seokjin le veía con expresión
poco amable, mientras tomaba sus telas del piso.
Yoongi se acercó ligeramente al mayor de los Kim cuando caminó hacia la salida de la habitación.
La incomodidad entre ambos era evidentemente grande. Seokjin dio un paso al frente para
intencionalmente pisar el pie de Min.
—Oh, lo siento, fenómeno —se burló haciendo aún más presión.
Este se removió molesto, y observó por un par de segundos los tenis sucios de Seokjin sobre sus
zapatillas blancas dejando en ellas una marca oscura.
—Espero que te ahogues al dormir, cretino —dijo antes de empujarlo para salir.
Jungkook y Taehyung se vieron curiosos entre sí. Bueno, eso era nuevo.
—Bien, si ya terminaste de maldecir a Min mentalmente, te invito a que salgas de mi habitación. —
Taehyung estaba sentado sobre la cama con las piernas cruzadas.
—Oh, no. No he terminado, ustedes dos niños raros deben ir a la iglesia. Especialmente tú. —
Señaló a Jeon.
—¿Yo? —Algo se removió en su interior. Un recuerdo lo golpeó con tanta fuerza que no supo
diferirlo. No estaba claro.
—La temporada comenzará pronto; estaremos muy ocupados las próximas semanas entrenando, así
que no te vendría mal un poco de guía espiritual, y tú —volteó a ver a Taehyung— mamá quiere
que vayas. Es tu oportunidad de hacer las cosas bien, así que no lo arruines, otra vez.
—¡Eso no es justo!
—Pues de malas, así que quita esa cosa —ordenó señalando el radio, se dio la vuelta—, y duérmete.
—Bien. —Se rindió, Seokjin asintió aliviado y se marchó finalmente cerrando la puerta detrás de él.
El castaño se golpeó la frente lanzándose de espaldas en la cama.
—No sé qué acaba de pasar. —Jungkook se sentía ajeno, era demasiada información para su
cabeza, comenzó a sentirse mareado sin saber la razón. —¿A qué se refiere Seokjin con "no lo
arruines otra vez?
—Es una estupidez. No es la gran cosa.
—Para ser una estupidez pareces darle demasiada importancia. —Jungkook apagó el estéreo antes
de caminar hacia él, y se quedó de espaldas a la cama, mientras comenzaba a quitarse el jodido
disfraz.
—No es nada, es solo que en un lugar donde todos adoran vivir de su propia hipocresía mientras un
montón de idiotas les dan doctrina disfrazada de motivación, yo no encajo bien.
—¿Quién te hizo tanto daño, pequeño? —dijo burlándose de él—. Vamos, no puede ser tan malo.
—Detesto estar allí. Es aburrido, estresante e innecesario. Además de que... —La mente de
Taehyung divagó cuando el pelinegro comenzó a desvestirse, quitándose la parte superior del traje,
dejando su torso expuesto y el resto de su cuerpo atrapado en mallas.
—¿Además de qué...?
Agitó la cabeza reaccionando. —Ya tenía planes para mañana.
—¿Planes? —Jungkook volteó a verlo, con una ceja alzada y una pequeña risa pícara que se escapó
de él—. ¿A dónde planeabas llevarme?
—A la piscina de la escuela. He estado haciendo un par de cálculos, y necesito un espacio lo
suficientemente grande para contener tu energía. La bañera ya está descartada, así que, iremos al
siguiente nivel.
Bufó. —Matas mi emoción.
—Esa es la idea, esto es algo serio. Estamos demasiado retrasados, necesito hacer más pruebas, el
hecho de que Min pasé todo el día pegado a nosotros no me deja mucha libertad a experimentar.
—¿No sería mejor que fuéramos al lago? Digo, es el punto de inicio de todo esto, sería más fácil
comenzar desde allí.
—No, es peligroso.
—¿Cómo podría serlo? Estás siendo paranoico, de nuevo.
—El lugar está completamente rodeado, además de estar cerrado, y oculto en medio del bosque. Es
inusual, además de sospechoso, quien sea que esté trabajando en ese lugar... tiene o muchas
influencias o algo demasiado valioso.
—Ambos salimos de allí, ¿Cierto? Quizá regresar sea la solución.
—Oh, no. No "salimos", yo te saqué. Necesitamos encontrar una solución por nuestra cuenta.
—Claro, y según tú, alguna clase de científicos malvados está allí adentro haciendo quién sabe qué
cosas. ¿O me equivoco?
—Pues a no ser que creas en la magia, alguien tuvo que traerte aquí. No sé cómo y no sé por qué,
pero es lo que deberíamos estar averiguando en lugar de perder el tiempo con actividades tontas.
Jungkook había terminado de desvestirse, quedando únicamente en ropa interior mientras escuchaba
al otro reprochar. Había apagado la luz, y la habitación estaba apenas iluminada por la lámpara en la
mesa de noche del castaño.
Intentaba actuar normal; pero cada paso que daba le hacía sentir más y más pesado.
—Estás asustado de ir, ¿Cierto?
—¿Al lago? ¡Claro que sí! La última vez casi me mata un rayo.
—Me refería a la iglesia —declaró el pelinegro.
—Yo no... —Su expresión se relajó volviéndose de pronto confusa al verse acorralado por
Jungkook.
—Sé que tienes problemas para relacionarte con las personas. No tienes que usarme a mí y al
experimento para justificar que simplemente tienes miedo.
—No se trata de eso. Es solo que soy incapaz de mantener la boca cerrada. Y al resto de los
feligreses... no les agrado mucho que digamos.
—Basta ya, ¿Dime qué hiciste?
Taehyung apretó los ojos.
—Uhm... ¿La última vez?... Inundé iglesia y luego le prendí fuego a la peluca del pastor. Lo que es
curioso, porque ninguna fue intencional, pero sucedieron al mismo tiempo.
—¿Qué? —dijo Jungkook ahogando sus ganas de reír—. Dime que no es verdad.
—También le dije a una anciana que yo era Satanás, mencioné a Tesla en medio de la oración, llevé
mi calendario hebreo para desmentir la navidad, y causé el divorcio de al menos cinco personas.
—Eso suena a algo que tú harías. Tienes razón, es una mala idea aparecernos por allá.
—¿Acaso no prestaste atención? ¡Obviamente es una terrible idea!
—Las mallas me apretaban demasiado, no tenía suficiente oxígeno en el cerebro.
—Se nota.
—¿No tenemos elección?
—A menos que tengas una buena excusa para hacernos desaparecer mañana en la mañana, estamos
atados de manos.
—Descuida, algo se me ocurrirá —dijo Jungkook ganándose un pequeño bufido por parte del otro
cuando le dio la espalda.
Taehyung cerró los ojos intentando no darle demasiada importancia y quedándose dormido poco
tiempo después.
A diferencia de Jungkook, a quien le fue imposible conciliar el sueño. Había algo en él que le estaba
carcomiendo el cerebro desde hacía días.
Necesitaba recordar algo importante, pero, ¿Qué era?; sus recuerdos habían comenzado a volverse
más densos y por más que lo intentara, no podía recordar eso, parecía que su vida se volvía una
espesa masa dentro de su cráneo.
Sus memorias estaban mezclándose.
Caminó hasta el baño de la habitación; tenía calor, demasiado calor. La luz del exterior había
comenzado a parpadear sin que él se lo propusiera.
Abrió el grifo del lavabo y se mojó el rostro cuando el agua fluyó. Sus manos temblaban mientras
luchaba por mantener sus ojos cerrados, las descargas que le atravesaban el pecho volvían a
aparecer en cuanto intentaba tomar aire por la boca.
Se veía en el espejo y no podía entenderlo. Sentía que le habían arrebatado parte de su confianza,
era como si su pecho se hubiera sumido en un agujero de inseguridad pura.
Algo había desaparecido de su cabeza pero él simplemente no alcanzaba a entender qué era.
Comenzó a extrañar a personas a las que no le importaba. Y a tener pensamientos confusos, había
rostros de chicos que no tenía idea de conocer, memorias de fiestas y la sensación de estar ebrio
mientras las náuseas le invadían.
Había bares. ¿Alguna vez pasó la noche en prisión? Dejó a alguien atrás en Corea, ¿Había alguien
con él en California también? ¿Por qué de pronto parecía que había follado con más personas de lo
que recordaba?
Su vida en California se basaba en los dibujos que hizo con la vista de su ventana, lo mucho que
odiaba ese lugar y las miradas curiosas de sus compañeros, estaba seguro de eso; pero poco a poco,
las calles nocturnas, un par de pastillas y manos que no conocía se instalaron en su interior como
una verdad absoluta.
Se sentó en el piso del baño, intentando no hacer ruido, golpeándose la cabeza. Había peleas con su
madre y una perforación más que no sabía que tenía.
—¿Qué hice para cambiar esto? —musitó cuando todo se hizo real en su cerebro.
La moral que se derivó de su charla con Seokjin, y lo mucho que atesoró esa pelota no existían.
Porque al perderla en el campo días atrás, nunca llegó al futuro y tampoco fue suya.
Había cambiado un aspecto de su temperamento que le tomó tiempo corregir sin intenciones de
hacerlo. La poca madurez que poseía, se tornó oscura porque no hubo nadie para mostrarle el
camino.
Recordar.
Estaba perdido; la materia de su vida se había transformado y no sabía qué era real o hasta qué
punto desaparecía esa memoria que se estaba esforzado por recuperar.
El agua del lavabo seguía corriendo, podía escucharlo. Le hacía pensar en la playa, el puente y su
casa. San Francisco estaba al menos cuatro horas de allí, quizá si volvía podría entenderlo.
Se levantó del suelo cuidando sus pisadas; Taehyung estaba durmiendo plácidamente y era
totalmente ajeno al agujero oscuro en el que la mente de Jungkook estaba sumida.
Salió de la habitación y caminó por el pasillo. La puerta de Seokjin estaba entreabierta, lo vio
dormir cuestionando porqué su presencia parecía volver a molestarle. ¿Su recuerdo perdido tenía
algo que ver con él? Pensó sin ser capaz de responderse.
Una paradoja accidental.
Pero Jungkook no podía permitirlo, pasó antes en el mirador y estaba pasando ahora. Y él, se
negaba rotundamente a seguir perdiendo su realidad de esa forma.
Empujó la puerta lentamente; sobre la repisa de Seokjin, en donde reposaban sus trofeos, estaba
también su cámara, un pequeño aparato negro que reproducía imágenes instantáneas, así que la
tomó esperando no ser visto y se movió lento hacia la salida.
Antes de marcharse, volteó a ver la repisa de nuevo. El espacio vacío de la pelota que él mismo
perdió resaltaba impresionantemente, le dolió el pecho sin razón, pero no le tomó importancia,
después de todo, ya no podía recordarlo, el recuerdo de su futuro ya no existía.
Regresó a la habitación de Taehyung; colocó la cámara dentro de una pequeña mochila roja que el
castaño solía llevar con él, buscó en su escritorio un mapa doblado y al encontrarlo, lo guardó junto
a la cámara.
Se colocó una camiseta ligera sobre esta la chaqueta que le pertenecía desde el comienzo, un
pantalón de tela oscura y sus botas.
Entonces, se acercó a Taehyung para moverle ligeramente.
El castaño no tuvo consciencia del tiempo qué pasó, ni del momento en el que se quedó dormido
aún con su ropa puesta hasta que sintió un par de ligeros golpes en su frente.
—Oye, Taehyung, despierta —dijo, Kim abrió los ojos aturdido. Jungkook estaba de pie frente a él
intentando mantenerse lo más silencioso posible.
Se levantó desorientado; sentía que habían pasado apenas un par de horas y estaba demasiado
oscuro para ser hora de levantarse.
—Jungkook... —tragó saliva adormitado—. ¿Qué hora es? —Volteó a ver el reloj al lado de su
cama para constatar que apenas marcaba las cuatro de la mañana. —¿Qué haces despierto?
—Necesito recordar algo, y tienes que ayudarme a llegar allí.
—¿A dónde?
—San Francisco, necesito ir a mi casa.
—Jungkook... no creo que tu casa exista aún —le dijo casi con pena.
—Lo sé; yo tampoco pero no pierdo nada con intentarlo. Por favor. Taehyung apretó los ojos, le era
difícil leer su rostro sin sus anteojos.
—¿Sabes cómo llegar allí? —preguntó.
—Sí, recuerdo el camino. Pero tenemos que irnos ya. Seokjin despertará en un par de horas, y para
entonces, nosotros debemos estar a medio camino.
—Jungkook, ¿Qué sucede? Se supone que debíamos acompañar a mi familia y...
—Al diablo con esa mierda, querías desaparecer, bueno eso es lo que haremos.
—Estás más estúpido cada día, no podemos hacer eso.
—Te dije que algo se me ocurriría. Vamos, piénsalo bien, no pueden obligarnos a ir si no nos
encuentran —dijo alzando ambas cejas, esperando convencer al otro.
Taehyung se quedó callado, tenía sentido.
—Mamá va a matarme.
—¿Por qué lo haría? Seokjin hace este tipo de cosas todo el tiempo y no parece importarle mucho a
tus padres. Además, ellos te adoran, estaremos bien.
—Esto es mala idea...
—Pero quieres hacerlo, ¿Cierto? Vamos, necesito que me apoyes o terminaré dándome un tiro en la
cabeza—Taehyung alzó ambos hombros en señal de ignorancia—. Eso funciona para mí, ponte los
zapatos y ayúdame a abrir la cochera.
Kim se levantó de la cama teniendo el mismo cuidado que Jungkook al caminar. Se colocó sus
anteojos, y su chaqueta, luego de atar los cordones de sus converse altos.
Jungkook tenía ideas bastante extrañas en la madrugada. Aún así, quería seguirlo, guardó su libreta
en el bolsillo de su chaqueta y se dispuso a salir; pero antes de hacerlo tomó una hoja de su
escritorio, escribió un pequeño mensaje en ella y la dejó sujeta a la puerta de su habitación con un
poco de cinta adhesiva.
Bajó y caminó directamente a la cochera. El pelinegro lucía nervioso, estaba agitado y las pequeñas
gotas de sudor se resbalaban por su cuello.
—¿Estás seguro de que estás bien? —le cuestionó, ignorante al colapso que había vivido horas
antes.
—Sí, sí. Solo necesito salir de aquí, ahora —respondió ansioso.
—Dame las llaves del auto —ordenó Taehyung, a sabiendas de que probablemente el pelinegro las
había tomado de la entrada.
—No, yo conduzco.
—No mientras sigas así de nervioso. ¿Qué ocultas?
—¡Nada!
Taehyung se cruzó de brazos y le reprochó con expresión burlona.
—¿Intentas mentirme a mí? Por favor, no olvides que dedico todo mi tiempo a estudiarte, así que es
imposible no notar cuando algo te sucede. Pareces casi drogado.
—Yo siempre luzco drogado para ti.
—Ese no es el punto —dijo, acercándose a él para quitarle las llaves—. Abre la puerta de nueva vez
y vámonos antes de que me castiguen por tu culpa —ordenó.
Jungkook suspiró en el intento de mitigar una sonrisa, sintiendo una extraña tranquilidad atravesar
su cuerpo.
Un par de palabras fueron suficientes para convencer al castaño y quizá, la complicidad que en él
había encontrado se comportaba como un placebo para su alma. Porque no tenía que decir nada para
hacerle sentir que ya no estaba solo.
Abrió la puerta del garaje con sigilo, sosteniéndola para evitar que hiciera ruido mientras Taehyung
encendía el motor del auto y avanzaba hacia el exterior.
Cuando estuvo afuera finalmente, Jungkook volvió a cerrar la puerta y corrió hacia el auto, entrando
en el vehículo del lado del copiloto, trayendo con él la mochila y una refrescante visión de la
madrugada.
El pelinegro buscó el mapa entre sus cosas y lo extendió sobre el tablero del auto. Era malo para las
ubicaciones, parpadeó confundido viendo las líneas en el papel.
—Bueno, esto será un poco más difícil de lo que pensé —dijo el pelinegro.
—No te compliques. ¿Quieres llegar a San Francisco, cierto? Lo único que tenemos que hacer es
conducir fuera del condado y seguir hacia el norte. Confía en mí.
Jungkook sonrió; la forma en la que Taehyung complementaba sus míseros pensamientos con una
solución era digna de ovacionar.
El condado mariposa en California, nunca sería rival para la ciudad del gran puente.
—Confío en ti.
Una aventura no programada; y un día menos para ambos. Pero ninguno de los dos parecía
inmutarse por el tiempo tratándose del otro, no existía ninguna prisa.
Aún.
...
—"Te veré en la cena" ¡"Te veré en la cena"! ¿¡Puedes creerlo, mamá!?
Seokjin comía su desayuno al borde de un ataque de nervios. Había despertado un par de horas más
tarde de lo que acostumbraba para salir a correr y lo que había encontrado era una nota en la puerta
de la habitación de su hermano que sabía era para él.
—No lo sé, parece que te verá en la cena —se burló ella.
—¡No es gracioso! Vamos, ¿Cómo puedes no estar molesta?
—Es lo que consigues por intentar forzar a tu hermano a hacer algo que no quiere. Tiene los medios
y un cómplice, estaba claro que se saldría con la suya.
—¡Pero, mamá, se robó el auto! ¿Eso tampoco te molesta?
Ella le sirvió un vaso de jugo y lo colocó sobre el desayunador para complementar sus alimentos.
—Oh, por favor ese auto es más tuyo que nuestro —dijo con gracia.
—Sabes, esperaba un poco más de apoyo de tu parte en esto.
—Tesoro, ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué lo obligara a ir?
—¡Sí!
—Yo me rendí hace años, y tu hermano ya no es un niño. Las palabras Taehyung e iglesia son
peligrosas en la misma oración. Además, no entiendo tu interés en hacer que vaya.
—¡Me preocupo por él! Tengo miedo de que él...—se quedó callado, ¿Qué le preocupaba?
—¿Miedo de que él...?
—Nada, es solo que tiene ideas extrañas... supongo.
—Estamos hablando de Taehyung, todo él es extraño.
—No me refería a eso... Es decir, iremos a la universidad el próximo año, y Taehyung no ha
mencionado a ninguna chica ni una sola vez, ahora repentinamente tiene amigos diferentes y...
Ella se paró firme frente a él y lo interrumpió antes de que siguiera hablando.
—No te atrevas ni siquiera a insinuar eso.
—Mamá...
—Tu hermano siempre ha sido diferente pero no merece que lo encasilles de esa forma.
—Era difícil hacerla enojar, pero su semblante serio había aparecido—. Y si eso es lo que te
preocupa, tú tampoco estás siendo un buen cristiano después de todo.
—¿Dices que estarías de acuerdo con eso?
—No quiero tener que pensar en esa situación —declaró dándole la espalda—. Ahora ve a vestirte,
nos iremos en cinco minutos.
—¡Pero mamá!
—¡Tu hermano no es un enfermo! —volteó a verlo—. Lo que dices es repulsivo. ¡Basta ya!—le
gritó haciéndolo callar.
¿Realmente se había molestado con él por eso? Era absurdo. Estaba intentando ser coherente y
todos parecían pensar hacia distintos extremos.
—Vayan sin mí —le dijo antes de levantarse de la mesa.
Su hermano se fugaba de casa y él era el villano.
¡No tenía sentido!
Aún tenía puesta su ropa deportiva, así que decidió hacer lo único que sabía calmaría su inquietud:
salir a entrenar, otra vez.
Sin importarle los llamados de su madre salió por la puerta trasera que conectaba la cocina con el
jardín y luego comenzó a trotar por la acera.
Había pasado muchas cosas en la última semana.
La noche de la fiesta, Sunhee se había quedado a su lado para cuidarlo y lo había interrogado
intensamente para saber sí él había hablado con alguien de lo que pasó entre ellos.
Él lo negó por completo pese a haber terminado dándole demasiada información a Taehyung; pero
algo en ella le parecía demasiado temeroso, como si su relación no fuese lo bastante evidente ya.
Tenía mucho con sus problemas personales como para sumarle a su hermano paseándose por toda la
escuela con gente como Agustus Min.
¿Qué pensarían los demás? ¿Por qué Jungkook parecía estar tan cómodo con ellos?
Jeon se parecía más a él, y estaba claro que encajaba mejor con el resto del equipo que con los
fenómenos de arte.
Estaba tan concentrado en su propia porquería elitista que ni siquiera se había fijado en la camioneta
que lo seguía desde hacía dos cuadras.
Namjoon y Jimin se habían dedicado a hacer trabajo de campo durante toda la noche, en busca de la
casa del sujeto.
Después de identificar el auto, lo seguían a todos lados, pero nunca lograban dar con el lugar
exacto. Ese día en específico, ambos decidieron tomar un café en la madrugada cuando creyeron
que no habría ninguna clase de reacción; pero se equivocaron.
Al salir de la cafetería lo que menos esperaban ver era a ese maldito auto a toda velocidad, burlando
las señales de alto y los semáforos como si fuese conducido por un maniático. Intentaron alcanzarlo
pero fue inútil, había avanzado demasiado rápido.
El profesor Kim iba a perder la cabeza. El lapso de entrega de resultados de su experimento había
comenzado a contar los días, y él aún no tenía ni idea de quién había logrado atravesar el jodido
vórtice que había creado.
Después de fracasar intentando alcanzar el auto, ambos se dispusieron a regresar al apartamento que
compartían; pero no esperaban ver a su principal sospechoso trotando en medio del frío de la
mañana. Completamente solo y expuesto.
Seokjin subió el ritmo de sus pasos, comenzando a correr, naturalmente, como parte de su rutina. La
camioneta detrás de él aceleró casi al mismo tiempo llamando su atención, así que aumentó aún más
la velocidad y cambió de camino; pero ese vehículo seguía detrás de él.
No era momento para cuestionarse; en cuanto se dio cuenta de la situación corrió tan lejos y tan
rápido como pudo para intentar perderlo.
La zona residencial se había terminado. Quiso esconderse en medio de la vegetación del bosque
pero le fue imposible cuando la camioneta le cerró el paso.
—Oh, mierda dijo intentando retroceder cuando la ventanilla del auto se abrió.
Había dos personas con máscara, una de ellas le apuntó con una cerbatana antes de abrir la puerta.
Sintió un piquete en el cuello antes de marearse, le habían disparado algo desde la ventana. Se tocó
el cuello encontrando un pequeño dardo insertado en su piel.
Un hombre se bajó del lado del copiloto para subirlo al vehículo. Seokjin era incapaz de resistirse,
sus piernas se habían vuelto rígidas y su espalda quieta, además de que todo a su alrededor parecía
dar vueltas.
Como una presa, terminó en el interior de la cabina de la camioneta; intentando patalear y gritar sin
éxito mientras el auto aceleraba y golpeaba inútilmente al sujeto que luchaba por mantenerlo quieto.
En medio de la laguna mental en la que el sedante le había inducido, intentó buscar en sus bolsillos
cualquier cosa para defenderse encontrándose únicamente con la nota que arrancó de la puerta de su
hermano.
Estaba demasiado drogado; no sabía qué carajos pasaba o qué había hecho para merecer esto, pero
eso no importaba. Lo único que necesitaba era encontrar la forma de pedir auxilio.
Se quitó el zapato y metió la nota en su interior. Se inclinó hacia la ventana tan rápido como su
cuerpo al borde el colapso se lo permitió y entonces lanzó su tenis negro por ella, tomando la poca
conciencia que le quedaba para gritar:
—¡Ayuda! —asomando la cabeza por la ventanilla hasta que finalmente se desmayó y cayó rendido
dentro de la cabina.
A pocos metros de allí, Yoongi se debatía mentalmente en si haber golpeado a ese policía había
valido la pena. Al ser menor de edad y con las influencias de su padre se había reducido su castigo a
hacer servicio comunitario de recolección de basura.
Los viajeros solían arrojar basura en la carretera hacia las afueras del condado en donde el área
boscosa comenzaba; en resumen, cada fin de semana durante seis meses, él debía ir a recogerla.
Así que allí estaba, en un puto domingo limpiando el bosque, con una bolsa para basura atada a su
cintura y un palo con punta afilada recogiendo latas de cerveza y pañales.
¡Aleluya!
Una camioneta negra pasó a su lado tan rápido que apenas le dio tiempo de alejarse de la orilla. La
siguió con la vista molesto solo para percatarse del momento exacto en donde arrojaron algo desde
el vehículo en movimiento.
—¡Oye, idiota! ¡Esto no es un basurero! —gritó, agitando su puño. "¡Ayuda!"
El auto zigzagueó en medio de la carretera, como si luchara por perder el control.
Creyó que se detendría y alguien se bajaría a golpearlo, en un segundo imaginó miles de escenarios
posibles pero nunca espero reconocer esa voz y ese grito de auxilio.
Comenzó a correr detrás de la camioneta; siendo incapaz de alcanzarla debido a la velocidad y al
hecho de que esta se adentró entre los árboles alejándose del camino principal hasta desparecer
entre la maleza.
Esto era extraño, demasiado extraño. Ni siquiera sabía si había escuchado bien así que buscó entre
la grama en dirección a dónde creyó el objeto que lanzaron del auto pudo terminar. Encontrándolo
metros más adelante.
Entonces supo que tenía razón. Él conocía ese zapato, era ese estúpido tenis negro que había dañado
sus zapatillas la noche anterior.
—Seokjin... —musitó confundido. Notó el trozo de papel en el interior del zapato, lo tomó y al
desdoblarlo no le quedó ninguna duda de que algo bizarro estaba pasando.
"Te veo en la cena" -Taehyung.
¿En qué mierda estaban metidos los Kim?
...
—Creo que deberías bajar la velocidad.
—¿Por qué? ¡Esto es excelente!
Taehyung llevaba un par de horas al volante. Y Jungkook comenzaba a comprender el motivo de
que sus padres no le prestaran el auto.
Sus uñas estaban clavadas en la palma de su mano mientras Jungkook sentía que pronto le
arrancaría un pedazo de esponja al sillón por lo fuerte que intentaba sujetarse de el.
—¡Acabas de pasarte dos semáforos en rojo!
—No los vi.
Cuatro horas de camino; el sol reluciente y la autopista frente a ellos. Los vidrios del auto estaban
abajo mientras ellos aceleraban abriéndose paso por el camino.
El viejo radio consiguió captar una emisora al entrar en la ciudad, Jungkook se enfocó en ella
cuando la locutora comenzó a hablar, feliz de que el aparato por fin había funcionado.
"... Septiembre y la locura del otoño están aquí. Es un hermoso domingo para salir a disfrutar del
viento y el cálido sol... "
Taehyung estiró la mano para cambiar de emisora, dejando en su lugar el programa matutino de
noticias.
—No actúes como un anciano justo ahora, Tyler.
—Si vuelves a llamarme así una vez más, abriré la puerta y te dejaré tirado en la carretera.
—¡Te lo mereces! No pasé dos horas intentando hacer funcionar la radio para que cuando
funcionara vengas y le cambies a la música.
—¿En serio vamos a discutir por eso?
—¡Sí! ¿Cuál es tu problema con dejarme ser feliz con la radio?
—¡Te gusta la música para pubertas!
—¡A ti también!
—¡Claro que no!
—¡Claro que sí! ¿A quién quieres engañar?
—Oh, rayos. ¿Qué te hace pensar eso?
—¿Estás celoso de un electrónico, entonces? Eso sería un nuevo nivel de locura.
—Eres un idiota.
—Sí, y tú un reprimido de mierda.
—¡Basta ya! Pon tu estúpida emisora —le dijo molesto.
—Ahora ya no quiero.
Taehyung negó con la cabeza; estiró su brazo derecho para alcanzar la guantera del auto y abrirla,
en su interior se encontraban varias cajas de plástico.
—Toma un cassette de esos y cállate.
Jungkook le miró fingiendo ofenderse por su cruel mandato mientras buscaba, había escuchado los
nombres de esos artistas y conocía muchas de las versiones actuales de esas canciones; pero nunca
creyó ver una versión original tan auténtica de uno en específico.
Abrió los ojos sorprendido cuando encontró un cassette de un artista que adornaba y casi ahogó un
gemido de felicidad cuando lo tomó entre sus manos.
—¡No puedo creerlo! Estuve buscando esto en eBay por años y no pude encontrarlo.
El castaño observó de reojo la gran felicidad de Jungkook, el álbum era "Let's dance" de David
Bowie, y él había conseguido ese cassette por poco dinero en una tienda cerca de su casa hacía
meses.
—¿Te... gusta? ¿Conoces el álbum? —preguntó confundido cuando le vio abrir la caja. Había sido
un regalo para su hermano, uno que tardó mucho tiempo escogiendo; pero después de recibirlo
simplemente lo había acajonado junto con los demás en el interior de la guantera, así como todas las
veces que era ignorado al hablar de sus intereses.
Taehyung pensó que quizás era demasiado corriente, y no volvió a involucrar su gusto musical con
nadie más.
—Por supuesto que sí —dijo colocándolo en la casetera de la radio y observando el ser espontáneo
—. ¡En él está la versión original de una de las mejores canciones de Bowie de todos los tiempos!
Lo insertó en la casetera y presionó el botón de reproducción, la primera melodía resonó con un
acorde que vibró en el ambiente.
"I know when to go out, and when to stay in. Get things done I catch a paper boy; but things don't
really change. I'm standing in the wind, but I never wave bye-bye..."
—"But I try, I try... "—cantó Taehyung por lo bajo.
—Oh, no. Creí que ya habíamos superado esta etapa. ¡Vamos! Se canta con sentimiento
—le dijo colocando una mano sobre su hombro y elevando su voz—. "...I'm lying in the rain. But I
never wave bye-bye. ¡But I try, I try!"
"...Never gonna fall for modern love..."
La llegada a San Francisco se eclipsó por la felicidad que al estar juntos se irradiaba. El puente
Golden gate se presentó frente a ellos dándoles la bienvenida a un futuro pasado de Jungkook en
donde el color del cielo y la brisa se acoplaron en uno solo.
La cabeza del pelinegro parecía disiparse de toda laguna mental y de la oscuridad.
—"¡Church on time, terrifies me, church on time...!"
Jungkook sonrió al escucharlo cantar y la forma en la que la letra encajaba con el chico.
—La iglesia realmente te aterra, ¿no? —bromeó conteniendo una carcajada—, yo creo que es al
revés. Ella te tiene miedo a ti.
—Oh, cállate —le dijo sin ofenderse, simplemente disfrutando de la velocidad y el nuevo paisaje.
No caer en las trampas del universo es imposible, de eso se trata el amor moderno. No se puede
evitar que el corazón sienta, que vibre. Es un momento en el que se aprecia la vida y se disfruta,
aunque sea por un instante de aquello que los demás descubrieron en nosotros antes que nosotros
mismos.
El cabello castaño de Kim era despeinado por el aire. Jungkook intentó concentrarse con todas sus
fuerzas en su perfil mientras los recuerdos se instalaban en él.
Esas calles, aunque anticuadas, le parecían familiares de pronto. Parecía que había tenido más
amigos de lo que originalmente pensó.
—Detente aquí —pidió de pronto estando en medio de una de las calles principales, y cuando lo
hizo, Jungkook bajó el auto corriendo.
Taehyung no entendía lo que le sucedía. No tenía conocimiento de que el pelinegro había perdido la
noción de su realidad en la línea original de tiempo, siendo reemplazado por las vivencias de la
segunda en donde la pelota ya no existía.
—¡Espera! —gritó, y le siguió mientras le veía acariciar con una mano la pared de un edificio—.
¿Podrías explicarme qué demonios te pasa? ¡Has estado actuando como un lunático todo el día!
—Ellos me golpearon aquí. La sangre de mi nariz llenó toda la acera.
—¿Qué?
Era real, estar en ese lugar le había ayudado a materializarse. La segunda línea había cambiado de
nuevo.
—Cuando vine aquí... la gente comenzó a fastidiarme. —Lo hizo, y originalmente nunca se esforzó
por buscar problemas, soportó todo el maldito acoso por semanas sin desistir; pero ese temple no
estaba en él más—. Y yo, me metía en problemas todo el tiempo, incluso peores que en Corea. Pero
yo... yo no estaba solo.
—Dijiste que al llegar aquí... nunca hablaste con nadie. Nunca tuviste la oportunidad de acercarte a
alguien. —Habían jodido algo, pero ahora no estaba seguro de si era bueno o malo.
—Yo no me acerqué, él se acercó a mí —afirmó—. Su cabello era rojo, tenía unos cuantos
centímetros menos de altura que yo; pero aun así recibió un par de golpes por mí y luego me invitó
a su casa a fumar hierba. Además de colocarme él mismo el piercing del labio.
Taehyung se enfocó en su boca, Jungkook no tenía el metal pero sí la perforación bajo el labio.
¿Había tenido esa herida siempre?, se cuestionó. Y aunque quiso negarlo su mente le gritó que sí.
—¿Qué tanto contacto tuviste con él? O bueno, tendrás.
—Creo que fuimos algo, yo... me acosté con él. Seokjin enloqueció al verlo dentro de la casa, dijo
que... de nada había servido librarme de un idiota como Jay si lo primero que hice al llegar aquí fue
salir y buscar un novio igual de idiota.
—¿Conoces su nombre?
—Dominic.
Jungkook tragó saliva; esta parte de su vida era difícil de asimilar. La noche que pasó en la
comisaría con él y los reproches de un Seokjin desesperado estaban presentes.
—Nunca lo mencionaste antes. Suena como alguien importante.
—Yo no tengo idea de por qué. Solo lo supe de pronto. Es como... un sistema de datos en el que
apareció nueva información.
—Jungkook, piensa en las últimas dos semanas, piensa en qué pudiste haber hecho para crear otra
brecha.
—No lo sé.
Taehyung parpadeó repetidas veces. Esto era increíble, el mapa cronológico de Jungkook y su
cambio eran impresionantes, y lo que se derivaba de una variante era colosal; porque no sólo lo
afectó a él, sino a todos aquellos a quienes podía hacerlo.
Incluyendo nuevas personas a su futuro y un sinfín de nuevas situaciones.
—El efecto mariposa...
—¿Qué?
—Un pequeño cambio en el presente genera un gran cambio en un comportamiento futuro.
—Destruí algo importante en mi cabeza, ¿No es así?
—Creo que sí —le contestó Taehyung viéndole con lástima.
Jungkook comenzó a caminar por la calle; conocía muchos de estos edificios, y sabía exactamente
qué otros iban a ser demolidos.
Había una peluquería en donde él recordaba habría un restaurante de comida china, el mismo donde
Seokjin ordenaba la cena cuando ninguno de los tres quería cocinar en casa.
Taehyung le seguía en silencio, analizando su comportamiento. Jungkook caminaba veloz, pero se
deslumbraba en cada avenida hasta que finalmente volvió a detenerse frente a una construcción.
—Esta es mi casa. —Había personas acarreando material de construcción hacia el interior de la
estructura sin acabar.
—¿Qué es lo que quieres recordar?
—El día que fui al lago con Seokjin estaba molesto porque iría a la playa con él, veríamos el puente
desde la bahía. Y terminé en el bosque con mi padrastro.
—No recuerdo que fuera exactamente así.
—Yo quería ir, lo sé; pero nunca había sentido tan real un deseo.
Jungkook contempló la ventana de la que alguna vez sería su habitación desde el exterior de la casa
y pensó con desdén que algo faltaba allí. Su necesidad de atención era asfixiante. La ansiedad que
dentro de él existía parecía haber crecido y el aire se le escapó del pecho cuando sus ojos
comenzaron a llenarse de lágrimas.
El castaño le tomó de la mano, Jeon volteó a verlo sorprendido. Acciones como la empatía y la
consideración que nunca tuvo le hicieron suspirar.
—Entonces vamos. Apenas es mediodía, y la bahía no está lejos de la autopista.
—Taehyung...
—Lo que sea que estés sintiendo o lo que sea que intentes devolver a ti es historia ya. Tienes dos
opciones: dejar que la realidad te controle o controlarla tú mismo. No es bueno que estés tan cerca
de tu futuro, esas cosas no son importantes, no justo ahora, así que ven, regresemos al auto.
—Al menos uno de nosotros dos tiene la infinita capacidad de ser coherente.
—Es por eso que somos un buen equipo, Jeon —le dijo sin dejar de verlo alejando sus ganas de
llorar, Taehyung tiró de su brazo para hacerlo caminar a su lado—. Venga, te compraré un helado.
—¿En serio acabas de ofrecerme un helado en este momento?
—Oh, sí, lo hice.
Sonrió; sabía que Jungkook estaba a punto de tener un ataque de pánico, también sabía que no podía
controlar la ansiedad, pero sí podía intentar alejarlo de ella y quedarse a su lado hasta que esos
pensamientos fueran menos ruidosos.
—Espera —Jungkook le soltó, se quitó la mochila de la espalda y sacó de ella la cámara instantánea
de Seokjin. Entonces, le tomó una fotografía a la ventana de su casa, para luego guardarla de nuevo
junto al aparato—. Ahora sí.
Taehyung negó con la cabeza, ni siquiera hacía falta preguntar de dónde la había sacado.
El medio día trajo consigo una extraña sensación de libertad; en la que vagaron por las tiendas de
San Francisco disfrutando del poco sol y del fresco ambiente.
Tuvieron que buscar un lugar para comer; Taehyung se disculpó por haberse comido dos banderillas
de salchicha con tocino, frente a la pobre ensalada de Jungkook, y le compensó comprando para él
una paleta de hielo con sabor a chicle.
El auto tenía suficiente combustible para recoger la ciudad a toda velocidad. Sin dejar de cantar, y
disfrutando de la compañía del otro; ambos llegaron a orillas de la carretera desde lo alto en donde
la salida de la ciudad se encontraba, bajaron para detenerse a ver la ciudad al atardecer.
Sí, esa tarde en la que juntos contemplaron el paisaje pareció eterna cuando Taehyung se perdía en
el asombro de la brisa. Jungkook tomó fotografías de todo el lugar y del gran puente rojo a la
distancia cuando tuvieron una vista perfecta.
Con el lente de la cámara intentó captar el cielo; pero la luz que emanaba de Taehyung logró
capturar por completo su atención.
—¡Oye! —dijo el castaño cuando notó que era el modelo de Jungkook—. ¿Qué crees que haces?
—Intento conseguir tu mejor ángulo.
—Nunca he sido fotogénico —se excusó. —La cámara me odia.
—¿Cómo puedes decir eso? ¡Tu rostro es perfecto!
—¿Perdón?
Jungkook se ahogó, no sabía de dónde jodidos le había salido decir eso. Él siempre decía cosas
inapropiadas, pero esto no encajaba precisamente con eso.
—Sí, bueno, es decir es bonito. Tu rostro es bonito. Uhm, es diferente y te da un toque singular y no
sé por qué estoy tan nervioso...
—Eso es, porque eres un tonto.
Taehyung comenzó a reír a causa de su torpeza, y Jungkook aprovechó ese instante para sacar una
fotografía de él. Quería dejar constancia física de este día.
Y aunque buscó la forma de evadir la cámara, sin éxito, quedó plasmado en el papel. Al notar su
fuerte escepticismo sobre sí mismo, Jungkook la guardó dentro de la mochila junto a las demás con
especial cuidado.
—Será mejor que regresemos al auto, está empezando a hacer un poco de frío.
Ambos caminaron hacia el vehículo; Taehyung entró en el lugar del piloto y Jungkook del lado
contrario.
—¿Cómo te sientes? —le dijo a Jeon.
—¿A qué te refieres?
—¿Te sientes diferente?
—No lo sé. Mi cuerpo sufre una extraña combinación entre depresión, ansiedad y ganas de follar.
—Joder, eres un asco.
—Lo sé. No puedo creer que soy así de promiscuo.
—Al menos tú no tienes problemas en aceptarlo.
—¿El estar caliente y deprimido? No.
—¡No! Me refiero a todo esto del contacto físico.
Jungkook alzó una ceja curioso; el despertar hormonal de Taehyung era interesante para él.
—Los humanos tenemos necesidades. No todo se trata sobre algo emocional.
—No parece. Últimamente pienso mucho en si alguna vez podré ser como los demás, en ese
sentido.
—Oh, vamos. Entiende que realmente no importa.
—Maslow no diría lo mismo.
—Sabes que si vas a empezar con tus referencias para cerebritos debes traducirme.
Taehyung sonrió a su lado, la luz del día comenzaba a caer. La ciudad de San Francisco era gloriosa
al atardecer y mientras más hablaban, más se convencía el castaño de que estaba perdiendo su pudor
y razón.
—Maslow, planteó que todo ser humano tiene que pasar por distintos estratos para alcanzar la
autorrealización. Si puedes satisfacer las necesidades de un nivel de la pirámide, podrás pasar al
siguiente hasta alcanzar el pico.
—¿Ah sí? ¿Y eso en qué nivel nos coloca?
—De cinco apenas en el segundo; aunque no estoy tan seguro, considerando que ni siquiera soy
capaz de acercarme a las chicas para completar el primer nivel.
—¿Hablas de sexo? —, Taehyung asintió—. Querer explorar tu sexualidad no es malo.
Es natural, podrías ser hetero, bi o incluso asexual, no hay razón por la que debas encerrarte en algo
hasta no experimentarlo por ti mismo.
—¿Asexual? —cuestionó Taehyung sin comprender. Él nunca había escuchado tal cosa.
—Uhm, hay personas que no sienten atracción sexual por otras, su libido es diferente, y por ello sus
relaciones se basan más en una conexión emocional que corporal. Algo así, de hecho, es mucho más
complejo que eso. Te mentiría si te dijera que la información que te doy es completamente correcta.
—¿Eso es posible?
—Aparentemente sí. Pero tú...—vaciló viéndolo de cerca, la forma en la que Taehyung le veía los
labios como perdido en sus pensamientos estando en silencio le tentó y logró descontrolarlo
invitándolo a sentirlo. —¿Quieres que me acerque, cierto?
—No lo sé. —"Eso es lo que necesito saber", se dijo a sí mismo. Tragó en seco cuando Jungkook
colocó una mano sobre su pierna. —Cuando estoy contigo, pienso en cosas incoherentes.
—Ese es tu problema, Taehyung. Deja de pensar.
La radio se desconectó cuando la respiración de Jungkook se acercó su cuello; no había ningún
metal entre ellos, no había forma de conectar su corriente, aun así, el circuito de atracción estaba
adherido a su piel y al deseo que brotaba de la desesperación en la fricción de las cargas.
El cerebro produce suficiente energía para dar luz; más allá de eso, cuando las hormonas se
apoderaron del sistema, no había más que hacer que sucumbir ante ellas.
Como todo ser humano inconsciente por el calor.
Jungkook solía pensar en alguien. Tenía la necesidad de sentirse piel contra piel, lejos de estar
enamorado, Jungkook solía buscar atención en personas que solo se la darían a costa de su
satisfacción. No tenía idea de quién era, pero, aun así, entendía lo que su cuerpo quería cuando su
mente se nublaba.
¿Qué lo controlaba? Quizá no había más que desesperación y atracción, una en la que su existencia
ajena a la realidad quería ser parte de ella a cualquier costo.
—Jungkook... —susurró el castaño cuando un beso se clavó bajo su mentón. Y escaló por su
barbilla, quedándose contra la piel de su mejilla—. ¿Qué haces? —Jungkook se quitó su propia
chaqueta.
—Soy un experimento, ¿Recuerdas?
—Yo no quise decir eso...
—No me molesta que me veas de esa forma, es lo que soy. Después de todo, puedo ser tu proyecto
personal.
—¿Cómo? —preguntó al llenar su pecho de aire. —Dime—las manos de Jungkook se habían
colado por su ropa, y él, aunque temeroso, se declaró a su merced—. ¿Qué es lo quiero saber?
El miedo se desvanece rápido cuando se mezcla con la sangre, intoxicando todo a su paso.
—No puedo explicártelo con palabras, y un beso no es suficiente para que lo entiendas.
—Muéstrame.
El auto pareció más pequeño incluso después de mover los asientos; los anteojos de Taehyung
comenzaron a estorbar, tuvo que retirarlos. Jungkook se colocó por completo frente a él, inclinando
todo su cuerpo sobre el suyo cuando finalmente lo besó.
Su lengua se introdujo descaradamente en su boca, jugueteando directamente con la suya, dejando
en claro el deseo que en ese momento se provocaban. No habían palabras bonitas; era saliva y
testosterona luchando por estimular una reacción puramente física.
La espalda de Kim estaba contra la puerta del piloto, sentando de lado luchando por acomodar su
cuerpo en el sillón. Sentía todo su interior colapsar, el suave toque de Jungkook que intentaba
colarse por su camisa le hizo temblar, pero no quería detenerse.
Los botones de su camisa fueron retirados uno por uno, Jungkook se separó de sus labios para bajar
por su cuello hasta sus clavículas, saboreando la piel del castaño donde sabía quedarían pequeñas e
inofensivas marcas violetas mientras este apretaba los ojos.
Continuó bajando; sin la barrera de tela, el pecho del otro estaba expuesto, subía y bajaba a medida
que su respiración se volvía más incierta.
Jungkook se había arrodillado en medio de sus piernas separadas para quedar aún más cerca de él,
pasando por encima de la palanca de velocidades.
Un par de besos por encima de su ombligo y el toque sobre sus pezones. Taehyung se sintió algo
incómodo, había comenzado a excitarse.
Jungkook le vio intrigado. ¿Hasta dónde era capaz de dejarlo llegar a cambio de conocimiento? La
curiosidad del muchacho parecía darle la pauta libre a seguir hasta el final; mas la vergüenza en sus
ojos ante su notable erección le hizo reconocer que él aún no estaba listo para algo como eso.
Taehyung lo estimulaba. ¿Tanto como para que su mente libertina y su ser adolescente desearan
follarlo? Definitivamente sí; pero no podía, sabía que el chico no entendía completamente lo que
eso implicaba. Él era un experto en el sexo por impulso, pero Taehyung no se merecía eso, no allí.
Jungkook agitó la cabeza. ¿Qué demonios estaba haciendo? Quiso alejarse, quiso actuar como un
buen amigo, quiso decirle que nunca intentaría propasarse con él pero la mirada suplicante del
castaño le hizo dudar.
Su erección era notoria, y sus ojos le pedían a gritos que continuara; pero no quería ser un idiota, él
se rehusaba a ser esa clase de hombre.
Colocó una de sus manos en su entrepierna, aún sobre la mezclilla de sus jeans y la movió
lentamente sin dejar de verlo. Los mechones castaños que se interponían en el medio de su rostro, y
sus jadeos eran muestra de su libido, realmente le gustaba sentirse así.
Calor, energía y materia. Un equilibrio para su sistema, un toque de luz que parecía poseerlo, que
podía sentir mezclarse con el suyo.
Taehyung se desabrochó la hebilla del cinturón, sus ojos estaban cerrados, se sentía demasiado
avergonzado como para ver a Jungkook. Él mismo introdujo una mano dentro de su pantalón
intentando mitigar el deseo que en él existía y que rara vez salía a la superficie.
¿Debería pedir perdón? Estaba quedando como un tonto, pero no ocultaría el hecho de que su
cuerpo a veces reaccionaba por sí solo. Tenía diecisiete, y no sería hipócrita, no solo tenía acné,
desafortunadamente para su intelecto, también tenía pensamientos húmedos que usualmente no
mostraba.
Jungkook sonrió de lado. Su moral lo hacía complicarse demasiado, y ante tal situación, él sabía
exactamente lo que tenía que hacer. Así que tomó de la muñeca a Taehyung para retirar su mano,
desabotonando el pantalón del chico que abrió los ojos exaltado.
Taehyung quería una experiencia, que, de hecho, sería la primera. Y él podía darle una que no lo
lastimara.
—¿Puedo? —buscó por su consentimiento sin dejar de verlo. El castaño tragó algo ansioso.
—Sí...
—Esto va a gustarte —dijo mordiéndose el labio, y jugando con la orilla de la ropa interior de
Taehyung. La bajó lo suficiente para liberar su pene, tocándole despacio, casi con miedo a su
reacción—. Solo cierra los ojos.
La piel de su pelvis era suave; y los pequeños vellos alrededor de su miembro poseían un color
ligeramente más claro al de su cabello. El sol aún golpeaba la ventana, y aunque el atardecer estaba
al acecho, le rodeó con su mano derecha, subiendo y bajando mientras le sentía y veía endurecer
aún más. Él mismo comenzaba a necesitar ayuda.
—¿Qué ha-aces? —preguntó.
No obtuvo respuesta, nunca se imaginó experimentar lo que Jungkook haría después de retirar su
mano e inclinar su espalda sobre él. Tampoco la sensación caliente que caló hasta su vientre por
encima de su pene cuando el aliento de Jeon se aproximó.
La lengua de Jungkook se deslizó por la extensión de su miembro con lentitud, como intentando
llenarlo de saliva por completo.
Los ojos de Taehyung se mantuvieron clavados en el chico mientras todo dentro de él se llenaba de
adrenalina, cuando Jeon regresó a la punta de su pene, le dedicó una pequeña mirada antes de
lamerlo y dejar rozar sus dientes con este.
Tomó aire profundamente, e introdujo la erección de Taehyung en su boca. Succionó poco a poco,
haciendo presión con los labios y la mandíbula mientras su lengua jugaba con las sensaciones que le
provocaba cuando su saliva corría por sobre toda su piel.
—Jung... —jadeó Taehyung— Jungkook, tú no.… tú. ¡Maldición...! —gritó sujetando el timón del
auto con su mano izquierda.
Kim llevó su otra mano hasta la cabeza de Jungkook; su respiración se cortaba cada vez que Jeon
movía la lengua. Los segundos en los que dejaba su miembro expuesto al frío cuando lo sacaba de
su boca se compensaban cuando la velocidad aumentaba.
Enredó sus dedos entre las hebras oscuras de Jungkook. Tiró de su cabello, obteniendo un leve
gruñido que le llevó a ahuecar las mejillas y adaptarse hasta dejar llegar su miembro hasta la
garganta.
Fuerza sobre su área pélvica y longitud, Taehyung nunca había sentido una aplicación de presión
tan literal. Si los libros de física plantearan los problemas en formas como esta, estaba seguro de
que la educación sería más efectiva, porque Taehyung podía sacar al menos unas diez definiciones
de lo que estaba sintiendo.
En realidad, presión era igual a fuerza dividido superficie, pero no podía pensar con claridad en ese
momento. Soltó un fuerte gemido, acompañado de un suspiro que sonó casi perdido, cuando su
aliento le fue arrebatado siniestramente por la humedad y temblar de sus piernas.
La sensación de rigidez que atravesó su abdomen le dio la señal de que no resistiría por mucho más.
Intentó alejar a Jungkook de su cuerpo; pero el pelinegro se mantuvo firme en su labor, al sentir el
sabor peculiar del líquido preseminal que se hizo presente aumentó el ritmo de sus movimientos,
bajando y subiendo hasta lamer con desespero la punta de su pene.
No tenía planeado separarse de él, era magnetismo puro en el espacio con su cuerpo, la sangre y el
sudor.
Jungkook respiraba acelerado; su propia erección iba a enloquecerlo; pero esperaría, Taehyung
luchaba por contenerse y ahogar sus alaridos, y sabía, el chico perdería una de esas dos batallas
pronto.
Taehyung tiró del cabello de Jeon por última vez con fuerza sin poder impedir que un gemido ronco
brotara de sus labios cuando aquel líquido blanquecino fluyó de él aún en el interior de la boca de
Jungkook, un sonido tan exquisito que hizo al pelinegro tragar repentinamente y cerrar los ojos,
como hipnotizado por Taehyung.
Supo que había terminado, y su voz gruesa solo parecía haberse exponenciado.
Se alejó de él, regresando a su asiento y buscando satisfacerse a sí mismo cuando desabrochó el
pantalón desesperado.
Volteó a ver a Taehyung, lucía completamente desaliñado, con las mejillas sonrojadas y los
mechones castaños, que pegados a su frente por el sudor, se colaron por su rostro mientras tomaba
aire por la boca.
Jungkook introdujo una de sus manos dentro de su propia ropa interior, envolviendo su miembro y
tomando con velocidad mientras comenzaba a moverlo, podía sentirlo húmedo ya, había aguantado
por demasiado tiempo.
Su erección estaba completamente dura y la vista de un Taehyung sudado no había más que subir
las revoluciones de su excitación.
Llevó su otra mano al rostro de Taehyung y lo tomó de la mandíbula, entonces tocó el labio inferior
del chico con su pulgar mientras lo veía.
—Sigue gimiendo. Hazlo, gime mi nombre —pidió sediento de satisfacción.
—Jungkook... —dijo con tenue voz para satisfacerlo al verlo masturbarse desesperado—, estás
enloqueciendo.
La forma en la que sus ojos enormes llenos de brillo, adornados con esas largas pestañas , y fijos en
él parecían penetrar en su cabeza fueron los suficiente fuertes como para hacerle temblar.
Apretó los ojos cuando pudo liberarse; sus manos se llenaron de su semen al finalizar de satisfacer
su propio cuerpo.
Suspiró por lo alto normalizando su respiración. La radio volvió sintonizarse una vez su ritmo
cardíaco disminuyó su velocidad.
Se quitó la camisa con dificultad, y utilizó la tela para limpiarse. Taehyung a su lado se había
colocado sus anteojos de nuevo y comenzado a abotonar su camisa en un intento veloz de arreglar
su ropa acomodándose de nuevo en su puesto.
Taehyung tomó el suéter que había traído consigo y se lo entregó sin decir nada para reemplazar la
prenda que habían ensuciado. Jungkook lo aceptó y se lo colocó sin mirarlo.
A la sociedad moralista le encanta enseñarle a los más jóvenes que sentir deseos sexuales está mal.
Les hace creer que tener esos deseos los hace menos merecedores de respeto, como si su valor como
personas se basara únicamente en eso.
En ese momento, un Taehyung avergonzado descubrió que no era así. No tenía nada de malo
experimentar, y quizás era algo impulsivo de su parte averiguarlo de esa forma; pero había sido
completamente su elección.
Jungkook no le juzgaba; saberlo le gustó mucho. No lo hacía incluso si demostraba tener impulsos
como los demás en cosas que la sociedad le había enseñado a creer eran asquerosas y
desagradables. Por un segundo, ante la mirada llena de asombro del pelinegro, no se avergonzó de
haber dado su consentimiento para algo tan volátil, pues tuvo la certeza de que no estaba mal sudar
ni errar en propia piel.
No, no estaba mal ser humano.
Por eso le encantó la forma en la que el otro no parecía cambiar la percepción que tenía de él
incluso después de verlo vulnerable, es decir, no lo veía con menos valor, sino con mucha ternura y
quizá pena al ser ambos tan jóvenes, tan inexpertos.
Una pequeña vibración en su interior y no tenía pruebas, pero esto era parte de lo que había estado
deseando. Y aunque se sentía culpable, su alma se sacudió sin tener una remota idea de la calidez
que se anteponía a su lujuria.
Ambos se habían quedado sin palabras. Había una parte dentro de Jungkook que le incitaba a pecar,
a buscar problemas, pero, cuando Taehyung era lo único que veía, algo más tenía el control. Y eso,
le hacía recordar al verdadero Jeon Jungkook.
El estúpido e infantil Jeon Jungkook era él. Uno que ya no necesitaba la atención de los demás ni el
tacto para sentirse completo. Y quizá, nunca sabría de qué se trataba la memoria que perdió, quizá
su futuro se había llenado de inseguridad; pero en ese momento, aquel sonrojo inocente del chico
que apenado se negaba a mirarlo le hizo llenar ese hueco no solo en su mente sino también en su
pecho.
Aclaró la garganta. Usualmente desaparecería después de esto, pero este no era el caso, se rascó la
cabeza buscando una forma de volver a iniciar la conversación después de lo que hizo.
Así que, nervioso, buscó en la mochila eso que había guardado para sí mismo.
—Olvidé mostrarte esto —le dijo, intentando romper el silencio—. Es el recuerdo de la primera vez
que te fugaste de casa.
Taehyung volteó a verlo, aún apenado, pero sonrió al ver la fotografía en manos de Jungkook. Rio
leve, sonriendo tímido cuando la tomó.
—Si esto continúa, la próxima será en la cárcel o el hospital —bromeó.
—No, de hecho, será de la cara de Seokjin cuando volvamos a casa —dijo y comenzó a reír, al igual
que Taehyung quien no pudo evitar unirse a él.
—Quisiera ver su reacción si supiera lo que hicimos en su auto.
—Créeme, no quieres saberlo.
—Seokjin es igual de conservador en el futuro, ¿No es así?
—No estoy seguro.
—¿Por qué?
—Eso es otra historia —respondió negando con la cabeza—. Como sea, debemos irnos si queremos
regresar hoy a casa.
—Tienes razón.
Taehyung asintió sin intención de forzar sus recuerdos, ya habían tenido suficiente por hoy.
Arregló los retrovisores del auto y justo cuando quiso encender el motor se percató de que las llaves
ya no estaban en su lugar.
Volteó a ver a Jungkook y este le recibió con una gran sonrisa, una de esas en donde sus dientes
delanteros parecían más grandes de lo que eran, agitando las llaves frente a él.
—Yo conduzco —le dijo levantando ambas cejas repetidamente.
Kim bufó derrotado, resignado a tener que cambiar de lugar; bueno, al menos ahora podía disfrutar
el paisaje en el camino.
El cielo que les trajo fue el mismo que les llevó de regreso a casa.
La autopista y el gran puente en el que el sol terminó de ocultarse se alejaron en el retrovisor a
medida que avanzaban, abriéndose paso por kilómetros y kilómetros de carrera a través de la gran
California.
Jungkook tarareaba cada canción que el locutor anunciaba, moviendo la cabeza alegremente sin
despegar su vista del frente y su atención del volante.
Mientras tanto Taehyung desde el asiento del copiloto se dedicó a verlo a él. Encendió la luz
interior del auto y sacó su libreta para actualizar su bitácora.
Jeon Jungkook y San Francisco:
Segunda contradicción.
Pérdida de la noción de la realidad, profundidad y distancia.
Cambio de perspectivas, recuerdos. El sujeto intenta preservar memorias que afirman fueron reales.
Su autocontrol parece derivarse de su subconsciente, por lo tanto, este también cambia.
Respiración, y pulso cardíaco altos = aumento en las frecuencias de circuitos cerrados.
¿Magnetismo?
Evaluación física semanal: Oral. (Literalmente)
Taehyung se mordió el labio pensando más allá de lo científico de sus anotaciones, que poco a
poco, transformaban su libreta en más que una bitácora en un diario personal.
No podré volver a verlo comer helado de la misma forma.
Ama a David Bowie casi tanto como yo. Arruga la nariz cuando está molesto.
Es terrible para jugar a las adivinanzas. También con los mapas, y las ubicaciones en general.
Tomó la fotografía; y en ella anotó un par de detalles antes de colocarla entre las páginas de la
libreta.
Se acurrucó en el asiento intentando mitigar el frío. Jungkook al notarlo le entregó la chaqueta había
traído con él, sí, esa que protegía como a su vida al ser las pocas cosas que había traído del futuro
para que el viento no lo castigará más.
Cerró la libreta no sin antes anotar en ella el último pensamiento que le robó el pelinegro:
Él y yo somos extraños; me hace pensar que puedo ser normal a su lado.
CAPITULO 9

09.

Seúl, Corea del Sur. 1 de agosto de 1985.

El tiempo es incierto; pero por sobre todo inestable, como el clima. Porque sin importar el lugar, la
capacidad de controlarlo es nula.
Tanto como la lluvia que se colaba por la ventana abierta de la cocina o la llamada que decidió
ignorar esa madrugada.
Jimin estaba intentando reformar su vida.
Ya no era más un muchacho. No era el chico que intentó saltar del puente, no estaba perdido, ya no
podía estarlo. Necesitaba dejar de pensar en estupideces y enfocarse en su futuro, volver a la
universidad, conseguir un empleo real y una casa para sí mismo.
Estaba en su cama, viendo hacia el techo sin entender cómo había caído tan bajo. Es decir, justo en
ese momento se sentía como peso muerto. El profesor Kim le había abierto las puertas de su hogar,
(sí es que a eso podía llamarle de esa forma) era verdad y no podía estar más agradecido, pero
quizás era tiempo de marcharse.
Después de ser echado como un animal de su casa, había recibido de él alimento y apoyo los último
seis meses a cambio de nada más que su ayuda como asistente. ¿Realmente era importante allí?
¿Qué ayuda exactamente? ¿Clasificar sus documentos por tipo de papel? O ¿Acompañarlo a beber
cada dos noches para luego limpiar el desastre que sabía Kim dejaría en la sala? No tenía ningún
futuro allí. ¿Eran miserables? No lo suficiente.
Tenía que encontrar la forma de alejarse de su pasado. Pero, aun así, Jimin no podía evitar pensar en
su futuro, ese que unos ojos verdes extranjeros destruyeron. No, nunca podrían compensar haber
perdido su vida entera, el futuro prometedor que merecía. Sí, aún pensaba en el motivo por el que
terminó ebrio en una avenida y se repugnaba a sí mismo por estar consciente de la razón. Aún más
cuando le había tocado tener la vida de un bastardo, literalmente.
¿Cómo cambiarse a sí mismo? ¿Cómo borrar sus errores? ¿Cómo olvidarse de la debilidad?
Necesitaba un placebo, una nueva lágrima, una voz que seguir ciegamente y aferrarse.
No podía ser la propia, había dejado de confiar en sí mismo. Jimin necesitaba una razón para vivir.
La puerta de la habitación se abrió repentinamente, la luz se encendió al igual que su sentido de
alerta cuando se vio forzado a salir de sus pensamientos al ver a Kim con su camisa desabotonada,
el cabello revuelto y una cerveza barata en la otra mano, con su mirada de loco usual, sudando y
sonriéndole a mitad de la noche.
El profesor irrumpió en su cabeza tanto como en su espacio personal cuando se apresuró a acercarse
a él y tomarlo por los hombros consiguiendo que se levantara.
—¡Lo logré, Park! —dijo eufórico—. Todo está arreglado, nos vamos la próxima semana.
Jimin se sobresaltó, apartándose. ¿De qué estaba hablando el lunático ahora?
—¿A qué se refiere con "nos vamos"? ¿A dónde? Namjoon dio tres golpes a la cabeza del
muchacho.
—Hola, ¿Hay alguien allí? —se burló— ¡Iremos a América, por supuesto! Aprobaron los fondos, y
las residencias, así que no hay nada que nos impida pasar a la siguiente fase del experimento.
—El experimento... —Jimin había leído cada bitácora e interpretado cada ecuación, y en realidad no
le tenía demasiada fe a la visión de su maestro.
—Es hora de hacer investigación de campo. Estaremos en el interior de la zona boscosa de un
condado tranquilo, con suficientes hectáreas de vegetación y profundidad en el lago para comenzar.
—Señor, sé que este no es el momento. Pero he decidido mudarme —soltó de repente.
—¿¡Qué!? ¿Cómo te atreves? No puedes hacer eso, no justo ahora.
—No pretendo sonar aguafiestas; pero primero necesita dejar de beber antes de que eso se apodere
de usted, segundo, yo quiero estabilizar mi vida, un empleo real, y tercero, necesita pensar esto con
más calma, no lo sé, revisar los datos y...
—Ya he esperado suficiente, Jimin. He esperado veinte años. —Pasó una mano por su cabello—.
¿Hablas de estabilidad, buscas dinero? ¿Es que acaso no lo entiendes? Si logramos que esto
funcione, seremos más ricos de lo que puedas imaginar, más que eso, seremos intocables.
—¿Y qué pasa si el experimento falla? ¿Seremos uno lunáticos fracasados entonces?
—No lo hará —declaró como si de una verdad absoluta se tratara —, pero necesito que vengas
conmigo.
No entendía el afán por convencerlo, él mismo lo había dicho, era su trabajo, Jimin no había hecho
más que estorbar.
—Estamos hablando de atravesar una línea espacio temporal, profesor, eso es completamente
imposible.
—Oh, mi pequeño Jimin. Sé que eres joven y tu cerebro aún no muy brillante, pero créeme cuando
te digo que hay posibilidad, una pequeña, pero real.
—Profesor no podemos dejar todo por una posibilidad —dijo Park más preocupado que interesado
— la teoría de la relatividad... Einstein dijo que...
—Einstein dijo muchas cosas. Sus teorías son producto de teorías de su tiempo y de otras que
existieron mucho antes. —Namjoon alzó sus brazos derramando ligeramente su bebida en la
alfombra—. ¿Conoces el apellido Poincaré? —el muchacho negó—, exacto. Tu precioso Albert se
basó en sus apuntes para darle base a sus propias teorías. ¡Y hoy ese nombre no es ni la mitad de
famoso! Es cuestión de percepción.
—¿Y eso qué tiene que ver con salir del país y vivir en medio de la nada los próximos dieciocho
meses?
—Que solo se necesita una mente brillante para hacer que todo esto continúe. Poincaré avanzó,
Einstein planteó, pero se estancó, incluso Tesla lo intentó, y ahora nosotros podemos ejecutar. Esa
mente brillante podría ser la mía o quizá, la tuya.
—El tiempo no es una constante, lo sabe. Einstein pulió teorías, está bien ¿Dice que cometió un
error?
—A menos que la gravedad influya, él no se equivocó, solo tomó un camino más largo, y para
probarlo necesitamos crea una curva.
Agitó la cabeza. —Déjeme ver si entiendo. —No, ya no sabía qué hacer, su mentor estaba
desquiciado, y peor, Jimin había comenzado a enloquecer a su lado—. Recapitulando, quiere crear
una curva en el espacio-tiempo, que, según usted, podría ser real, para conectar dos puntos en el
plano temporal, pero para eso necesita las condiciones necesarias.
—¡Bingo! Parece que por fin nos estamos entendiendo. Se ve que has leído mis apuntes, acá es
donde entra el agujero.
—Entiendo toda esa parte ¿Pero un agujero de gusano? ¿Tiene idea de la cantidad de energía que se
necesita para crear uno, y peor aún, para contenerlo?
—Lo sé, Jimin. Créeme que lo sé. He estudiado por años las condiciones para poder desarrollar
esto.
—Esto es demasiado para mí.
—¿Estás asustado? Vamos, muchacho, que no he venido aquí para proponerte matrimonio. ¡Te
estoy llevando a la aventura de tu vida!
—Una oportunidad así es demasiado buena para ser real. Incluso si lo logramos, ¿Cómo sabremos
qué hay del otro lado?
—Entraremos.
—Hablamos de energía pura. ¡Es un suicidio! Profesor, escúcheme, piense en todas las otras reglas
físicas que eso rompería. Incluso si Einstein cometió un error, le aseguro que Newton, Tesla y
Kepler no lo hicieron.
—Basta ya de hablar de eso. Ellos tienen sus propias teorías, y yo las mías, es tiempo de cambiar las
reglas.
—¿Y eso qué significa?
—Significa que esta es la teoría de Kim.
—Ha puesto su vida en esto. Profesor...
—Te pido que hagas lo mismo. Sé que hay cosas que quieres cambiar, cosas que matarías por
entender. Sé que eres como yo, eres inusualmente brillante pero por sobre todo, estás desesperado,
esta podría ser la forma de cambiarlo todo, así que dime, ¿Vendrás conmigo?
Jimin tragó con fuerza sin saber que estaba aceptando gastar toda una vida a su lado. Asediado por
sus imponentes ojos y su inteligencia abrumadora, sin saber que al igual que Kim, estaba
condenado. Y peor, cuando a través de sus palabras se aferró incondicionalmente a la imagen de su
mentor.
El moreno no tenía certeza alguna de poder cumplirle al muchacho. Aun así, realmente no le
importaba; porque después de todo, lo único que no quería era volver a estar solo.
La locura es relativamente normal.
—Lo haré.
Y contagiosa.
...

1986

106 días antes de.

—¿Hola, policía? Quiero reportar un secuestro. Agustus Min, y la casualidad de su existencia. No,
él definitivamente no estaba dentro de los planes de Kim uno, Kim dos, o Kim tres.
Dos de ellos creyendo ser las mentes más prometedoras de la década: el primero cegado por su ego
y el alcohol; el segundo por las hormonas y su juventud; y el tercero, dominado por su prepotencia.
Era poco lo que tenía que ver con ellos tres hasta que Jeon apareció. Ahora, y para su mala fortuna,
estaba en medio de la segunda línea temporal cuyos cambios parecían ser cada vez más grandes.
Como una telaraña; frágil y llena de hilos, de relatos que al menos en esa historia eran reales.
Bueno, en realidad, Kim tres y Kim dos tenían cierta relevancia para él; mucha; aunque no fuese la
mejor de todas.
El tercero de los Kim le hacía recordar a su abuelo, quién solía escribir versos para él, canciones y
poemas que adoraba interpretar de niño; era su mejor amigo, y lo fue por mucho tiempo. Siempre
dijo que él era una estrella, su estrella. Tanto que talló en el árbol del jardín de su casa, con aquel
hangul antiguo y tembloroso el nombre con el que solo él lo llamaba, y cuyos caracteres coincidían
con la palabra "brillar".
Para todo el mundo podía ser Agustus; pero ser Yoongi era la única forma en la que sentía que
realmente brillaba, y era, el nombre que su abuelo le otorgó.
Sí, su abuelo fue la mejor persona que alguna vez conoció. Cuyo altruismo era tan grande, que
cuando el hijo de un viejo amigo apareció en la puerta de su casa pidiendo posada para él y su
familia, no dudó ni por un segundo en ayudarlo. A ese hombre, su esposa y sus dos pequeños.
Yoongi estuvo esa noche allí; cuando en medio de la lluvia la familia Kim llegó a California con
poco más que un par de maletas. Recordaba perfectamente haberse acercado a los niños que curioso
conoció aquella vez.
El menor, que permaneció abrazado a su madre toda la noche como el pequeño que era, y que
Yoongi estaba seguro que tenía poco más de cinco años. Ni siquiera pudo acercarse a él, le veía con
desconfianza y con los ojos cristalizados, ajeno, asustado; pero el mayor, él parecía estar demasiado
cansado para ser tan joven. Min se acercó a él intentando ser un buen anfitrión e imitando a su
abuelo al ser hospitalario con Kim, así que cuando los adultos los dejaron solos en la sala intentó
lleno temor hablar con el chico.
Se presentó ante él y consiguió una pequeña sonrisa en respuesta acompañada de su nombre.
Seokjin era notoriamente más alto que él y su mirada era dura. El castaño no hablaba inglés más
allá de unas pocas frases y resultaba difícil para Yoongi entender sus palabras. Dijo una frase una y
otra vez en su idioma natal que no pudo comprender. Al menos no hasta que su abuelo apareció
detrás de él para traducirle: "Seokjin intenta saber si quieres ser su amigo. " le dijo, palmeando su
hombro.
El pequeño Min nunca había recibido una oferta así de importante. Nunca fue particularmente
sociable, era el chico que iba solo a todos lados y que nadie comprendía. Se sentía patético al
recordar la emoción con la que su pequeño yo le pidió a su abuelo que le diera al castaño mayor una
respuesta por él: "Yoongi dice, que desde hoy promete ser tu mejor amigo."
California y sus historias escondidas; Yoongi tenía una sobre cómo su mejor amigo se convirtió en
un imbécil de metro setenta y nueve. El inicio de una pesadilla para Min y el final que debía
mantenerlos en sentidos contrarios, una realidad en donde Yoongi jamás intentaría acercarse a los
hermanos Kim de nuevo. Pero con Jungkook en ella, su línea se había cruzado con las suyas otra
vez. Pero no era momento de pensar en eso.
La verdadera pregunta era ¿Qué demonios estaba pasando?
—Min, sabemos que este es el teléfono de tu casa. Deja de molestar.
—Oficial Kennedy, estoy hablando en serio.
—No tengo tiempo para perderlo contigo.
Era la décima vez que marcaba a la estación de policía en una hora. ¿Qué se supone que debía
hacer? Literalmente había visto a Seokjin pedir auxilio desde una camioneta negra, y eso era
exactamente el tipo de cosas con las que debería lidiar la autoridad.
Después de regresar corriendo a casa para lavarse el rostro y vomitar sin razón aparente, había
pasado todo el día intentando conseguir ayuda.
—No es una broma. Por favor, estoy siendo completamente sincero, uno de mis vecinos
desapareció esta mañana.
—¿Quién fue esta vez? ¿Peter Pan o Wendy?
Yoongi apretó los ojos, molesto. ¿Qué le hizo pensar que los ineptos policías podían hacer su
trabajo bien? una vez para variar.
—Púdrase —dijo, y colgó con fuerza el teléfono.
¿Cómo podían tenerle tanto rencor? Es decir, las bolas del oficial habían sanado y él cumplía con su
servicio comunitario, solo tenían que hacer su maldito trabajo. Pero bien, era definitivo, la policía
no iba a ayudarlo.
Su casa estaba en la misma calle que la casa de los Kim; salió de ella y meditó en acercarse a ese
lugar. Entonces caminó con pasos firmes pero inciertos para llegar a ella.
Se paró en el frente y tocó el timbre; era mediodía, probablemente los padres de los chicos ya
estarían de vuelta en casa. Y él esperaba, realmente esperaba haberse equivocado y que quien le
abriese la puerta fuera Seokjin.
La puerta se abrió, y esa figura femenina le llenó de nuevo nerviosismo.
—¡Oh, Agustus! ¡Tanto tiempo sin verte! ¿Cómo has estado, hijo?
—Señora Kim, yo también me alegro mucho de verla.
—Lo mismo digo. ¿Qué te trae por aquí?
Se rascó el cuello; estar allí le resultaba incómodo, le hacía sentir como un pequeño de nuevo, aún
más por las palabras que estaba a punto de decir:
—¿Seokjin está en casa? —dijo a la expectativa, con ojos abiertos y llenos de incertidumbre—.
Necesito hablar con él.
—Oh, no. Lo siento, salió a entrenar y no ha regresado aún.
Min asintió; ella parecía demasiado calmada, no lucía como alguien cuyo hijo había desaparecido.
Agitó la cabeza, debía encontrar a los otros dos también.
—¿Y Taehyung? —preguntó —él, ¿Está en casa?
—No. Él y Jungkook huyeron de aquí para molestar a Seokjin. Volverán en la tarde.
—¿Están en problemas? —cuestionó asustado.
—Aún no; pero lo estarán cuando regresen.
—¿Está bien si los espero?
—¡Claro, pasa adelante, hijo!
—No, no... Yo... preferiría esperarlos aquí afuera —dijo apenado. Su yo actual ya no era capaz de
ser así de sociable.
—Como quieras, si necesitas algo ya sabes... solo toca la puerta —le dijo ella, dulcemente y se
despidió con una amable sonrisa.
Yoongi asintió despidiéndose nervioso y con un leve movimiento de cabeza. Tal vez debería ir a
buscar a Seokjin por sí mismo; pero no estaba seguro de lo que encontraría allí.
Sus pasos parecían pesados, quizás solo estaba enloqueciendo. Sí; quizá, las últimas semanas no
había hecho más que enloquecer. Ante sus recuerdos, e inconsciente de cómo sus acciones y su
rumbo cambiaron.
Es decir, se trataba de los chicos Kim. Del par de hermanos más egocéntricos de toda la ciudad. Se
trataba del maldito Seokjin y de, probablemente, un montón de conflictos en los que no le
correspondía entrometerse.
Pero sabía que algo no estaba bien; algo no era normal. Intentaba ser racional, pero sabía, Yoongi
sabía que lo que sea que estuviera pasando bajo el apellido Kim era extraño.
Se sentó en el pórtico de la casa cuando el sol de la tarde resplandecía, y se recargó en el barandal
mientras esperaba que los chicos regresasen pronto mientras pensaba que tal vez no debería estar
allí.
Los árboles se habían llenado en su gran mayoría de ocre y naranja, en un cálido otoño que parecía
anunciar la recta final del año. Un 1986 que estaba a unos cuantos meses de comenzar a helar y de
finalizar.
Aquellos arbustos alrededor de la entrada de la casa le rozaban la pierna; se fijó en ellos y en los
rosales que adornaban con cuidado la misma, pensando en lo vulnerables que serían cuando el
invierno llegara. El color y la pertenencia le hicieron recordar, le hicieron traer a su mente etapas
que debería haber superado.
Como todo buen artista fracasado, alguna vez Agustus Min intentó escribir poesía. Y aunque lo
intentó y nunca logró rimar, anotó todo lo que vino a su mente durante un par de años. Lo hizo
detrás de sus partituras, en donde esos patéticos versos se convirtieron en canciones que
actualmente solo podían provocarle un sentimiento parecido a la rabia.
Ya no existían; sus primeras canciones eran un asco y aunque las destruyó, algunas palabras
parecían ser incapaces de desaparecer aún, como si, la vergüenza detrás de ellas fuera a
atormentarlo por siempre.
Recordaba en específico la que le costó diez puntos sutura y una noche en urgencias, una que
parecía más un relato que una canción, pero que era demasiado larga para ser un poema.
Esa que iniciaba con la frase: "En mi jardín planté un rosal; alrededor del árbol en el que tallé tu
nombre junto al mío..."
Agitó la cabeza tratando de dejar de pensar en eso; ¿Qué tenían que ver esas tonterías con el hecho
de que sus amigos estaban metidos en quién sabe qué problemas? Nada, absolutamente nada.
Siempre se sintió ajeno a Taehyung; nunca pudo acercarse como quería, jamás logró ser
particularmente su amigo, sin embargo, el nexo que había logrado coincidir con Jungkook era
preciso para él en ese momento. Porque por patético que sonara, Jungkook era la primera persona
en la que sentía que podía volver confiar en algún tiempo.
La historia, así como el tiempo, no es unilateral; tiene muchos lados y aspectos. El libre albedrío de
los humanos, es decir, sus decisiones afectan todos y cada uno para crear una nueva o posible
realidad diferente.
Se levantó y dio unos cuantos pasos sobre el llano del jardín; mas se detuvo a ver la casa. Debió
marcharse, pero al decir quedarse allí selló su unión. En el momento en el que quiso avanzar todo
cambió, y aunque logró moverse un par de metros en el jardín, cerró los ojos mareado y abatido
perdiendo su conciencia, mientras allí, yaciendo desmayado entre los arbustos se convirtió en una
partícula de la constante, en donde estaba condicionado a sentir su pasado. Y su futuro incierto, en
una incógnita diferente a despejar.
"En mi jardín planté un rosal; alrededor del árbol en el que tallé tu nombre junto al mío.
Tus manos en mis hombros, y una leve respiración, admito que me gusta soñar que me perteneces,
que eres solo mío..."
9:30 P.M
—¡Solo falta un poco más! ¡Tú puedes!
—¡Cállate, maldita sea, y ayúdame a empujar!
Jungkook estaba colapsando, bueno, no literalmente. Ambos estaban sudando, despeinados y
desesperados por llegar a casa.
—No hay razón para ser así de grosero, Jeon. Solo intento darte mi apoyo moral.
—Tu apoyo físico me sería muchísimo más útil justo ahora, genio.
Taehyung caminaba junto al auto del lado del piloto manteniendo el timón en dirección al frente,
Jungkook en la parte trasera, mientras ambos intentaban empujar el vehículo para avanzar hasta su
casa.
Estaban a pocos metros de distancia, la fachada de la casa lucía cada vez más como la entrada al
cielo para un Jungkook que no calculó bien la cantidad de combustible que iban a necesitar para
recorrer medio estado y que tampoco tomó en cuenta que no debía gastar el poco dinero que
llevaron con ellos en golosinas.
Después de empujar por mucho tiempo, por fin, desistieron frente a la casa.
—La próxima vez, yo cuidaré el dinero —dijo el castaño arreglándose los anteojos y negando con
la cabeza.
Jungkook le vio con una ceja enarcada, ofendido. —Oh, cierra la boca, Taehyung. Agradece que al
menos regresamos vivos.
—No discutiré contigo...
Taehyung lo reprendió con la mirada. Guardaba un pequeño galón de gasolina en el interior de su
cochera, así que solo tenía que entrar por el, hacer que el auto encendiera para poder guardarlo y
luego golpear a Jungkook por ser un terrible tesorero del equipo.
—Oh, ¿Ahora vas a ignorarme? —le llamó el pelinegro siguiéndole a través del jardín.
—Sí.
—Eso es demasiado infantil de tu parte.
—Miren quién lo dice...
—¡Kim Taehyung! ¡Dame atención! Soy como un hada, moriré si comienzas a ignorarme.
—Cállate, es tarde. Y tú, eres como un megáfono en el cuerpo de Campanita.
—¿¡Un megáfono!?
—Sí, idiota. Tu voz se escucha en todo el vecindario, así que deja de hacer tanto ruido.
Taehyung le dio la espalda mientras caminaba en medio de la oscuridad para llegar a la puerta
trasera. Sacó sus llaves e intentó abrir, Jungkook lo siguió mientras seguía llamando su nombre,
antes de llegar a él, su pie pateó algo blando detrás de los arbustos y casi invisible por la poca luz.
—¡¿Pero qué demo...nios?! —dijo, cuando tropezó. Taehyung volteó a verlo molesto, más al verlo
en cuclillas, ladeó la cabeza, confundido.
—¿Qué sucede? —El castaño regresó hacia donde él estaba.
Había un hombre en el jardín. Jungkook agitó la cabeza ahogando un grito agudo muy poco
masculino por el susto.
Aclaró su garganta, bueno, al menos eso no era lo más raro de la noche, lo verdaderamente confuso
era que se trataba de Yoongi. Temblando y sin nada en sus manos mientras sudaba.
—¿Min? —le llamó al reconocerlo. Despierta —Jungkook palmeó ligeramente su rostro para
hacerle reaccionar—, vamos.
El chico soltó un quejido de dolor. No sabía cuánto tiempo había pasado, ni por qué estaba en el
suelo, aun así, su piel ardió al igual que sus párpados reaccionando agresivo al intentar levantarse.
Cuando finalmente se puso de pie, se tambaleó tratando de llegar a Jungkook.
—¿Te encuentras bien? Hombre, te ves terrible.
—¿Qué hora es?
Taehyung revisó el reloj en su muñeca.
—Un cuarto para las diez.
—Para las... diez... ¿¡Qué!? Maldición, es tarde. No, no, no. Yo tenía que... —estaba confundido—,
tenía que...
Maldición, le dolía muchísimo la cabeza, y el resto del cuerpo. Notó sus manos vacías y se precipitó
a buscar entre la grama, tan agitado como nervioso cuando tomó algo del suelo.
—Estás comenzando a asustarme... ¿Tarde para qué?
—¿¡Dónde demonios estaban!? He estado aquí todo el maldito día.
—¿Qué sucede contigo, Yoongi?
—Debían estar aquí.
—Alto, alto, alto ustedes dos. Primero vamos a calmarnos —dijo Taehyung sin entender la
situación y suspirando—. Y luego vas a decirnos, ¿Qué fue lo que pasó?
—Esto —le extendió el zapato de Seokjin—, esto fue lo que pasó.
—¿Un zapato? —Jungkook negó confundido, a diferencia de Taehyung quien sí reconoció dicha
prenda—. ¿Dormiste en el jardín por un zapato?
—Seokjin... —masculló Taehyung. Yoongi tragó pesadamente al verlo.
—Él... —su voz tembló antes de comenzar a hablar. No sabía cómo explicarlo.
—¿Intentó golpearte, cierto? ¿Te lastimó? ¿Volviste a pelear con él? Min... —cuestionó Kim
intentando encontrar una respuesta lógica sin éxito. Se había comenzado a acostumbrar a que el
chico estuviera todo el día junto a Jungkook; pero verlo allí, en medio de la oscuridad de la noche, y
hablando sobre su hermano le hizo temer.
El semblante del castaño cambió cuando Yoongi negó. —No se trata de eso. Yo-o en realidad no sé
qué demonios pasa, tenía la esperanza de que regresaran los tres juntos. Intenté buscar ayuda, pero
no tengo idea de si lo que vi fue real o...
—¿Qué pasó con Seokjin? —dijo Taehyung directo.
—Se lo llevaron. —Serio.
—¿Qué?
—No sé quién y no sé por qué, pero creo que está en problemas.
—¿A qué te refieres con que "se lo llevaron"?, ¿Qué fue lo que viste?
—¡A eso exactamente! Estaba en la carretera recogiendo basura, una camioneta pasó junto a mí,
parecía descontrolada, luego alguien gritó y lanzó esto desde el auto en movimiento. Quise
alcanzarlo, pero la camioneta aceleró y después desapareció en medio de la zona cercada del
bosque.
Taehyung y Jungkook voltearon a verse entre sí. ¿Habían cambiado algo más? O peor aún, ¿A
alguien más?
—¿El bosque?
—Sí.
—¿Que tan lejos estabas del lago?
—¿Acaso no me están prestando atención? Dije que estaba en el área cercada, no lo sé, a uno o dos
kilómetros.
Taehyung volteó a ver a Jungkook con dureza. —¿Me llamarás paranoico ahora?
—No puede ser... —masculló Jungkook.
—Silencio—dijo Taehyung—, entremos a casa.
Ambos asintieron y le siguieron a través de la puerta trasera, avanzado entre la oscuridad hasta
pasar por la cocina y luego a la sala.
Entonces, una luz se encendió.
Su madre estaba en el sillón esperándolos, molesta.
—Bueno, hasta que decidieron aparecer.
Taehyung apretó los ojos. Ya estaban lo bastante jodidos como para sumarle a su madre molesta a
la ecuación.
—¡Mamá! No tenías que esperarnos despierta...
—Señora Kim, buenas noches —dijeron Jungkook y Yoongi al unísono.
—Hola, muchachos —dijo amablemente, antes te tomar de la oreja a su hijo —. Kim Taehyung,
¿Tienes idea de lo preocupada que estaba? No, por supuesto que no.
—No es para tanto, mamá... —masculló.
—¿Dónde estabas, jovencito?
Taehyung volteó a ver a Jungkook y Yoongi en busca de ayuda, mientras estos contenían la risa en
el fondo de la habitación.
—Solo salimos a pasear y...
—¿Todo el día? —severa.
—Habrían vuelto antes —intervino Yoongi—, pero yo los entretuve en la entrada y luego los invité
a cenar a mi casa, estuve aquí en la tarde por eso. Mi abuela está en la ciudad y no quise
desaprovechar la oportunidad.
No, la mujer ignoraba totalmente el hecho de que había pasado toda la tarde desmayado entre sus
arbustos. Y ella amaba la comida de la señora Min.
—¿Dónde está Seokjin? —preguntó ella. Sus hijos estaban creciendo y simplemente quería que no
fueran a traicionar la confianza que al darles libertad les concedió. Pero era un poco tarde para eso.
—El equipo tenía una reunión hoy... —dijo ahora Jungkook—, así que probablemente esté en casa
de Daniel.
Ella suspiró; no era la primera vez que Seokjin desaparecía después de molestarse con ella, y tenía
miedo de que Taehyung comenzara a hacer lo mismo.
—Si todos están bien, supongo que puedo ir a dormir tranquila —dijo cruzándose de brazos con su
bata para dormir.
—Gracias, mamá.
—Aun así, están castigados ustedes dos —dijo señalando a Jungkook y Taehyung, antes de caminar
hacia las escaleras—. Ah y tú —señaló al castaño—, ve a saludar a tu padre antes de irte a dormir.
Este asintió y esperó un par de segundos antes de que ella subiera.
—Volveré pronto, ustedes quédense aquí y esperen a que regrese —dijo a los otros dos antes de
seguirla por las escaleras—. Tenemos que arreglar esto.
Jungkook negó con la cabeza, y caminó lento hacia la cocina.
—Oye —le llamó Min—, Taehyung dijo que nos quedáramos aquí. ¿Qué crees que haces?
—Técnicamente, esta es mi casa. Así que iré por un vaso de agua. Aunque creo que necesito una
ducha, en realidad.
Yoongi le vio desde el desayunador.
—¿Dónde demonios estaban? Realmente.
—Fuimos a San Francisco, a ver la playa.
—Seokjin desapareció y ustedes... ¿Estaban en una cita? No me jodan.
—En primer lugar, estás malinterpretando las cosas. Y segundo, no fue una "cita" fue más bien una
excursión.
—¿Ah sí? ¿Y qué hicieron en la playa?
—Nosotros hicimos... —Jungkook se quedó callado ante el recuerdo de Taehyung gimiendo en el
auto, y de las canciones que cantaron en la carretera— cosas de playa.
—Claro, sigan pensando que soy idiota. Como sea, lo que pasa entre ustedes no es normal.
—¿Te refieres al hecho de que quizá sea nuestra culpa que se hayan llevado a Seokjin o a.…?
—La segunda. Oh bueno, no lo sé, a todo.
Jungkook se burló de las suposiciones del chico.
—Taehyung y yo tenemos nuestros propios problemas y con respecto a lo otro, simplemente es cosa
de amigos.
—¿Es normal para ti manosear a tus amigos?
Jungkook se ahogó con su bebida.
—¿De dónde sacas esa información?
—De tu ropa desaliñada y las marcas en el cuello de Taehyung.
—Min —dio un trago al vaso con agua que ya se había servido—, déjalo pasar. No es asunto tuyo.
—Como sea, me sorprende que Taehyung haya superado su enamoramiento por Sunhee, después de
todo.
—¿Qué? —Interesado de pronto, con los celos que siempre habían existido en su interior.
—Pensé que lo sabías.
—Nunca mencionó nada acerca de eso.
—Ah. ¿No? —Min alzó una ceja, incrédulo.
—Es decir —corrigió Jungkook—, no creí que fuera algo así de serio. No sé, pensé que solo era una
broma.
—Su hermano el galán le robó la atención de la única chica que le ha interesado en toda su vida.
—Él no podría...
—Es bastante obvio, en fin, no es asunto mío.
Jungkook entrecerró los ojos, el chico sabía mover sus cartas.
—Taehyung y yo hemos estado investigando cerca del lago, y puede que quizá eso sea ilegal. Y
puede que tal vez, solo tal vez, sí sea nuestra culpa que hayan secuestrado a Seokjin. Es más
complejo que eso, en realidad, pero Taehyung me matará si te lo digo.
—Gracias por el voto de confianza.
—Ahora con respecto a Sunhee...
—No hablaré sobre eso.
—¡Oh, por favor! ¿Qué quieres de mí?
—¿Qué pasa con esa actitud? ¿Estás celoso? ¿Tú también te sientes atraído a Sunhee?
—¿Qué? —Horrorizado—. No, no, no. Dios, eso es tan desagradable de pensar que... — Yoongi
alzó una ceja—. Es decir, la chica es literalmente como yo, de dónde vengo es alguien común.
—Entonces... ¿Es por Taehyung? —curioso.
—¿A dónde quieres llegar con esto?
—A ninguna parte, solo me gusta verte enloquecer.
—Mierda, dime lo que sabes o cállate, Agustus —dijo Jungkook alargando las letras "u" de su
nombre para molestarlo.
—Te odio.
—Yo también me odio, así que gracias.
Yoongi suspiró. ¿Qué podía esperar del cabezahueca de su amigo? —Puede que sea solo una idea
mía, pero si no estoy mal, Taehyung solía tener una especie de platónico con ella y ahora lo tiene
contigo. Es así de sencillo.
—Él y yo no.… tenemos nada. No es lo que parece.
—Es un secreto entre ustedes, está completamente bien si no soy parte de esto. Todos tienen sus
asuntos personales.
—No se trata de... —suspiró— eso.
—He sido un rechazado bastante tiempo, créeme, lo entiendo. Fuerte y claro. Pero aun así... pienso
que sea lo que sea, intentar ocultarlo es bastante difícil.
—Oh, por favor...
—No soy idiota. Sus acciones, las cosas que dices... Actúas de forma bastante extraña.
—Se le llama ser extranjero, Agustus.
—A veces pienso que no eres lo dices ser. Eres algo así como un gran misterio, ¿O me equivoco?
—¿A qué te refieres con eso?
—Taehyung. Él y tú... nunca lo había visto actuar de la forma en la que lo hace cuando está contigo.
—Estás exagerando.
—Tiene una terquedad increíblemente infinita, lo que sea que le hayas mostrado logró conseguir
más que su atención, sino su... determinación.
—Oh, vamos. No hay nada inusual aquí. Bueno, no más inusual que la persona desaparecida.
—Solo digo que él no es el tipo de chico que llevaría a una persona de buenas a primeras a su casa,
nunca compartiría su espacio con un desconocido. Tampoco es sociable o extrovertido. Por eso no
consiguió a la chica, incluso cuando la conocía desde mucho tiempo antes que su hermano. No
entiendo cómo es que alguien como él sea capaz de...
—Basta. —Parpadeó cansado—. ¿Y qué si no es ninguna de esas cosas? Nada de eso es importante,
y lo sabes. Además, ¿Qué podría tener yo de especial?
Alzó los hombros.
—Tengo varias teorías acerca de eso. Pero me inclinaría exactamente por dos.
—Ya veo. Y según tú, ¿Qué es eso tan interesante?
—Pienso que te ve como un reto, algo así como un afrodisíaco para su inteligencia. Entenderte es su
manera de entender un mundo al que no pertenece, o bueno, quizá que no había conocido antes.
—¿Y la segunda?
—Podría ser que a él... simplemente le gusta estar contigo. Como sea, es algo bastante enfermizo.
Jungkook suspiró. El chico frente a él parecía ser tan intuitivo como creativo, porque sin saber nada
y manteniéndose en silencio, había entendido cosas que ni él mismo sabía explicarse bien.
No sabía con exactitud a qué se refería. Si a saber que él no pertenecía a ese lugar o a eso con lo que
Taehyung parecía estar lidiando en su interior.
—¿Cuándo llegaste a esa conclusión?
—No tuve que hacerlo. Es evidente, haces que cambie la perspectiva sobre sí mismo.
—¿Y tú qué piensas sobre eso?
—¿Sobre su bizarra relación? Nada. Lo que yo piense no es importante.
—¿Y eso es bueno?
—Supongo que podría serlo, pero... si es tan diferente como tú, quizá este no sea el lugar para ser
visto como algo bueno.
—Entiendo lo que dices, —dijo comprendiendo—, pero no hay nada entre él y yo. Nada de lo que
te imaginas es...
—Díselo a él, porque hasta donde yo veo el chico parece estar entrando en medio de una crisis
existencial por tu culpa, tarado.
—Yo no busco cambiar nada de él.
—Toda crisis genera un cambio, Jungkook. Es lo que siempre digo. —Agitó la cabeza, sintiendo el
vago recuerdo de haber escuchado esa frase antes.
—Suenas preocupado.
—Lo estoy. Taehyung siempre ha sido alguien peculiar, lo que sea que haya visto en ti es lo
suficientemente preocupante como para estimularlo. Las acciones inconscientes...pueden tener
secuelas.
—¿Insinúas que estoy jugando con él o algo por el estilo?
—No. Solo pienso que... deberías tener cuidado con las ideas que metes en su cabeza. Es bastante
susceptible y en cuestiones de "amistad" —no se atrevía a decirlo directamente— ingenuo.
—Pareces que sabes mucho de eso.
—Solo soy observador.
—¿Alguien jugó contigo y piensas que le haré lo mismo a Taehyung?
—¿Qué? ¡No! Solo trato de hacerte ver que él podría ya sabes... Confundirse con tus acciones. Está
deslumbrado por ti, es evidente, y eso es peligroso, así que sé precavido y no le des ese tipo de
esperanzas.
—Oh, vamos. Hablas de mí como si fuera un fenómeno o algo. —El chico bajó la cabeza—. No me
refiero a que tú, es decir, yo... no quise decirlo—Yoongi arrugó la nariz, y Jungkook negó apenado.
Él también notaba cosas, como el hecho de que Min tuviese una aversión por esa palabra.
—No te preocupes. La palabra "fenómeno" puede llegar a ser una gran compañera de vida. ¿Sabes?
—No quise...
—Por mucho que duela. A veces, te recuerda que no eres la misma mierda que todos a tu alrededor.
Te recuerda que vales la pena.
—Es una buena forma de decir que todos somos unos fracasados. Soltó una pequeña risa. —Ser un
fenómeno tiene un precio, Jungkook.
—¿Y eso qué significa?
—Chicos —dijo Taehyung, interrumpiéndoles y llegando junto a ellos sin prestarles realmente
atención—, le dije a mamá que dormiremos en casa de Agustus, conseguí las herramientas y llené el
tanque, así que todo listo, es hora.
—¿No se supone que estaban castigados? —cuestionó Min, admirado de la forma en la que
Taehyung se salía con la suya.
—Usé a tu abuela de pretexto para salir, así que si te preguntan solo di que sí.
—¿Tenemos un plan siquiera? —dijo Jeon.
—Hablaremos de eso en el auto. Así que ya, muévanse.
—Te lo explicaré luego —musitó Min a Jungkook sin dejar de ver al castaño que les veía insistente
por partir.
Ambos asintieron cuando Taehyung salió de la habitación dispuestos a enfrentar lo desconocido
siguiendo sus pasos.
Pero antes de salir, Jungkook tomó a Yoongi del brazo para cuestionarle algo que se había estado
preguntando durante la media hora:
—Ustedes dos, solían ser cercanos... ¿Cierto? —dijo pensando que, a lo mejor, Yoongi y Taehyung
se conocían más de lo que les gustaba aparentar.
—Olvídate de eso, hay cosas que es mejor dejar en el pasado.
—Supongo que eso es un sí.
—No tienes ni idea de lo equivocado que estás.
Se soltó de su agarre y caminó en dirección al auto que finalmente había recobrado el impulso, cuyo
motor ahora encendido les indicaba que debían marcharse.
Jungkook permaneció en silencio. Había pasado demasiado tiempo preocupándose por su futuro,
por sus padres, y la posible muerte del muchacho, que había estado ignorando el hecho de que el
presente era lo único verdaderamente importante. Entonces pensó, en que tal vez su amigo tenía
razón y le asustaba.
¿Era posible que Taehyung sintiera algo por él? Terminó sonriendo y muy en el fondo de su pecho
deseó que la respuesta fuese un sí, aunque no fuera a admitirlo.
El amor le parecía algo vano y estúpido, pero después de todo, ¿Quién era él para impedirle a
Taehyung fantasear un poco? ¿Quién era él para arrebatarle todo el afán y los deseos de sentir el
calor que sabía existían en el chico?
Cuando el auto arrancó y avanzó por la vereda, Jungkook supo que, a lo mejor, no era tan malo
terminar en el fondo del acantilado. Sin entender que estaba saltando hacia algo que no conocía.
Jungkook nunca jugó bien en cuestiones de amor. Y la revancha era inevitable, tanto como llegar al
fondo sin saber que había comenzado a caer.
El universo elige a sus favoritos, y él, evidentemente no era uno de ellos.
...
Seokjin despertó aturdido; sus ojos ardieron cuando una luz enceguecedora se asomó frente a él. No
tenía idea de qué demonios era el lugar en el que estaba, ni de su ubicación, mucho menos de
cuánto tiempo había pasado.
La habitación era blanca; las salidas de aire en ella, pequeñas en contraste con el gran vidrio
polarizado que cubría una de las paredes. Parecía una de esas salas donde la policía interrogaba
detenidos, salvo que era más reducida y parecía tener más presupuesto.
Estaba esposado a una silla soldada al suelo, y frente a él una mesa larga. Apretó los dientes; le
dolía el cuello y podía sentir bajar por el su sudor.
Era ignorante al hecho de que era observado por dos personas con bata del otro lado del cristal,
atentos a cada una de sus acciones.
—Despertó —dijo Jimin viéndole. Namjoon sacó su bolígrafo y abrió su carpeta de expediente
mientras fijaba su atención en el chico.
—Genial, parece que podremos conversar con él un rato.
—Profesor... —le llamó— sigo creyendo que esto es una mala idea.
—El interrogatorio no está a discusión, Park.
—Me refería al hecho de secuestrar a un chico de preparatoria.
—¿Actuarás como un buen samaritano ahora? —le dio dos pequeños golpes en la cabeza—. Los
días corren, no tenemos mucho tiempo hasta que se venza el plazo del proyecto.
—Lo sé... pero creo que esto es extremo.
—Detalles. No son importantes en este momento.
—Sin la orden, no podemos retenerlo, esto es ilegal.
Kim soltó una risa ronca mientras pasaba una mano por su cabello. —Trabajamos para el gobierno,
Jimin. Las cosas que pasan aquí no son necesariamente correctas.
Namjoon avanzó para tomar el picaporte de la puerta; pero el rubio le tomó del brazo para
detenerlo, entonces volteó a verlo.
—No planea lastimar al chico, ¿Cierto?
Dudó. —No si coopera.
—Entraré con usted para asegurarme que no haga algo que pueda dañar nuestro progreso —dijo
firme.
—¿Con quién crees que hablas? —Enarcó una ceja—. Tu lugar es aquí, monitorea desde afuera si
quieres.
—Pero yo...
—Entiende que este tipo podría ser peligroso. No pretendo exponerte de esa forma.
—Es solo un niño...
—Nada, quédate lejos del sospechoso. Necesito que sigas con tu trabajo de campo, y por lo tanto,
exhibir tu rostro no es opción. ¿Entendido?
Jimin asintió. Namjoon se acomodó los anteojos. Su joven pupilo era más que su responsabilidad, a
veces era todo un problema. Bueno, al menos cuando su moralidad entraba en conflicto con sus
intereses.
Finalmente le quitó llave a la puerta y entró a la pequeña sala de observación. Cerró de nuevo detrás
de él y se acercó a la mesa.
—¿Dónde está? —inició directo, mientras se acomodaba frente a él. Con voz serena y una mirada
fija.
—¡Esto es un delito, no pueden retenerme aquí contra mi voluntad! —Seokjin se removió inquieto
en su lugar.
—No voy a repetirlo de nuevo.
—¿Quién demonios eres tú? ¡Exijo saber en dónde estoy!
—No tengo nombre y este lugar no existe. —Serio—. ¿Alguna otra duda?
—Hijo de...
—Gracias, es justo el comportamiento de alguien de tu edad, Jin.
—¿Cómo saben mi nombre?
Buscó entre sus bolsillos y sacó de entre ellos una pequeña tarjeta con únicamente una fotografía
del chico y su nombre en ella. Era su pase de biblioteca, uno que ni siquiera sabía que aún tenía con
él.
—La verdad me siento un poco decepcionado, cuando te requisamos creí que tendrías al menos una
identificación decente. No lo sé, permiso de conducir o algo, pero supongo que esto sirve.
—¿Qué quieren?
—Por ahora, solo conversar. Entonces, dime, ¿Dónde está?
—¿Qué se supone que debería saber?
—La noche del primero de agosto, ¿En dónde estabas?
—Eso fue hace meses, ¿Cómo espera qué recuerde eso? Ni siquiera recuerdo lo que desayuné esta
mañana.
—Hubo una tormenta eléctrica y un apagón durante un par de minutos. ¿Dónde estabas?
Seokjin parpadeó recordando. No había vuelto a llover en un par de meses desde ese día.
—Fui a ver una película—dijo ambiguo.
—¿Con quién?
—Con mi novia.
—¿Qué película?
—Rocky cuatro.
—Piensas rápido... ¿No es así? Sé que estabas aquí. Encontraste algo, lo llevaste contigo.
—No lo sé.
—¿Tienes idea de lo jodido que podrías estar? —Golpeó la mesa—. Esto es propiedad del gobierno,
entraste aquí sin autorización. Podrían procesarte por allanamiento, o robo de secretos de estado.
Hay muchos delitos fuertes en esa lista. Así que no me hagas más difícil esto y contesta. ¿Qué era y
dónde está? —le repitió.
—¡Ya le dije que no lo sé!
Jimin veía desde afuera. Su mentor estaba enloqueciendo cada día más, y sí, él también estaba
seguro de que las conjeturas del profesor eran correctas. Se trataba de un humano, y sí, alguien más
lo había ayudado a salir del bosque. Pero este chico, Seokjin, no era la persona que estaban
buscando.
Había estado observándolo durante semanas, pero era una persona tan común que... realmente Jimin
dudaba que tuviera capacidad de hacer lo que el profesor creía.
Se quedó quieto mientras veía a Namjoon anotar algo dentro de su carpeta. Se acercó al chico y
luego le cubrió el rostro soltando una bofetada hacia él.
—¡Suéltame! ¿Qué crees que haces? —dijo Seokjin.
Namjoon caminó hacia él y le dijo en voz baja.
—Te llevaré a un lugar que te hará que tu memoria se refresque. —Después, se dio la vuelta para
salir de la habitación dejando al chico forcejeando aún en la silla.
—¿Qué fue todo eso? —le cuestionó Jimin al verlo salir, pero no se detuvo a escucharlo.
—Llévenlo a la sala b, haré un par de pruebas físicas —dijo a otros de sus ayudantes mientras
seguía avanzando—. Si es necesario, vuelvan a sedarlo.
—¿Siquiera está escuchando?
—Yo iré en un rato, necesito verificar ciertos datos antes de seguir.
—¡Profesor!
—¿¡Qué, por un demonio, qué!?
—Si no le molesta, iré a descansar —dijo con voz baja, a lo que Kim sí contestó.
—Haz lo que quieras.
Namjoon abrió su carpeta y tachó de ella algo que Jimin no alcanzó a ver. Intentó seguirlo, pero el
resto de los integrantes de su equipo había entrado a la sala de observación y sujetado al chico para
sacarlo de allí.
Se quedó de pie en medio del pasillo, viendo a Namjoon caminar hacia un lado y al chico agitado y
vendando ser llevado hacia el otro.
Vio desaparecer a su mentor cuando cruzó en la esquina, y aunque quiso seguirlo, decidió avanzar
en sentido contrario.
La sala de contención, o sala b, era un lugar acolchado en donde era imposible abrir desde adentro,
utilizado para ver la evolución de los efectos secundarios de la radiación con la que normalmente
trabajaban.
No pretendía desconfiar de su mentor, no, él quería creer que sería incapaz de lastimarlo, salvo que
no podía confiar él.
Esperó a que sus compañeros lo encerraran y luego se dedicó a ver a Seokjin por las cámaras
durante treinta minutos. Era de madrugada, cada uno regresó a su estación de trabajo, excepto él. En
realidad, no tenía una en específico, así que cuando se quedó solo encendió el micrófono de la
habitación.
Y comenzó a hablar en su idioma natal.
—Si uso este lenguaje contigo, ¿Dejarás de tener miedo? —le preguntó—. ¿Puedes entenderme?
Seokjin asintió. Estaba sentado en el piso, y no tenía idea de quién era el sujeto hablándole desde el
altoparlante.
—¿Quién eres tú? —dijo al aire, en idioma local.
—No tengo nombre.
—Tu voz es diferente a la del otro sujeto sin nombre. ¿Qué es lo que quieren de mí?
—Quiero que me digas lo que sabes.
—¡Ya les dije que no sé nada!
Jimin suspiró, viéndolo agitar la cabeza a través de la pequeña pantalla, tomando una decisión.
—Te creo.
—¿Qué?
—Esto es lo que va a pasar. La cámara se apagará por cinco minutos después de que yo termine de
hablar, te quitaré las esposas, pero debes permanecer con los ojos cerrados, ¿Entendido? Encuentra
la forma de salir de aquí y lárgate.
—¿Quién eres? —volvió a preguntar—. ¿Por qué haces esto?
—No lo sé.
Jimin se puso de pie y apagó el rústico servidor que alimentaba la cámara de contención. Y caminó
hacia la puerta sabiendo exactamente que Namjoon iba a enloquecer, se adentró en la habitación y
sacó de entre sus bolsillos las llaves de las esposas que él mismo le había colocado al chico.
Se dio la vuelta y dejó la puerta abierta antes de salir. Seokjin separó sus brazos, presuroso,
retirándose ligeramente la venda de sus ojos para alcanzar a ver a Jimin por la espalda, era una bata
blanca y un cabello rubio.
Se levantó del suelo y caminó hacia afuera. Nunca había visto un lugar como ese, lucía como un
cuarto de vigilancia o peor, de tortura.
Salió de allí y caminó lentamente por los pasillos. ¿Era un hospital? Quizá. No lo sabía con
exactitud, no había ventanas a la vista. Siguió avanzando hasta que una voz le detuvo, se quedó
quieto detrás de la cortina plástica de lo que parecía ser una oficina.
Era la única habitación con vista hacia el exterior.
—Creí que te irías a descansar.
—Lo intenté, pero puedo.
Seokjin quería conocer ese rostro. Jimin se acercó al marco de la puerta, y abrió grandemente los
ojos cuando reconoció la figura de su fugitivo sujeto detrás de ellos. Mierda. No había llegado
demasiado lejos como para ser atrapado de esta forma.
El castaño apretó los ojos, pero contrario a lo que creyó, la persona que lo vio pareció decir
ignorarlo.
—Eres demasiado joven para tener ese tipo de problemas —dijo Kim.
—¿Y usted? —nervioso—. Cuando dijo que necesitaba revisar datos supuse que fumaría hasta el
amanecer.
—Busco aclarar mi mente.
—¿Puedo? —preguntó a lo que su mentor le vio intrigado. Park nunca fue amigo del tabaco—.
Necesito mantenerme despierto.
—¿No crees que sería mejor tomar un poco de café?
—Quizá. Pero... —buscando una idea para sacar a Namjoon de allí—. Soy un hombre, necesito más
que eso.
—Lo que tú eres es un niño cansado. —El mayor se levantó, y apagó su cigarrillo en el escritorio—.
Sígueme, es mejor que te alejes de todo este humo.
Kim se acomodó los anteojos y salió de la desolación de su oficina sin percatarse lo suficiente. Pero
entonces, la luz de emergencia se encendió en el pasillo.
Ambos se vieron al saber lo que esa luz amarilla significaba. —El sensor... —dijeron al unísono.
Un perímetro de cinco kilómetros, el sujeto estaba cerca. Ambos corrieron hacia el cuarto del radar.
No habían tenido interacción en más de un mes, esto solo podía significar un avance.
Cuando ambos se alejaron, Seokjin entró a la oficina. Solo entonces, pudo ver el exterior y supo en
donde se encontraba. Llevó su vista hacia el escritorio, una carpeta plástica llamó su atención, pues
recordaba haberla visto antes.
La tomó y la escondió dentro de su ropa.
Ya sabía en dónde estaba, ahora solo necesitaba encontrar una salida.
Entonces, el vidrio de la ventana comenzó a lucir tentador.
...
—Tienen una hora.
—¿A qué te refieres con "tienen"? ¿No sé supone que vendrías con nosotros? —dijo Jungkook
cuando Yoongi pareció negativo ante la idea de acompañarlos.
—En vista de que los dos son terribles al volante, y el plan de Taehyung es un asco, yo conduzco
así que, yo esperé en el auto.
—Claro, quédate aquí, cobarde —secundó Taehyung.
—Soy realista, no suicida. Además, se trata del cretino de tu hermano. Es problema de ustedes, no
mío.
Estaban en medio del bosque, dónde comenzaba el perímetro cercado. Taehyung había olvidado
donde estaban los agujeros que había hecho con anterioridad en la malla.
Así que tomó su pinza y decidió hacer uno nuevo.
—Como quieras —dijo intentando romper el alambre—, pero recuerda que si no salimos de aquí en
una hora debes conseguir ayuda.
—Lo tengo.
Jungkook asintió cuando el castaño finalmente consiguió hacer una abertura lo suficientemente
grande como para que ambos pasaran por allí.
Encendió la linterna que llevaba con él y extendió hacia Taehyung su mano, invitándole a tomarla.
—¿Listo? —preguntó Jeon viéndole antes de atravesar la malla. Taehyung tomó su mano y se
aferró a ella con fuerza. —Listo.
Juntos se adentraron en el bosque con la única y débil luz que poseían.
Podría sonar patético, pero para Taehyung, era inmensamente surreal que alguien estuviera
dispuesto a arriesgarse así con él.
Porque el misterio y la adrenalina, eran cosas a las que siempre se sintió atraído, y hasta ese
momento, Jungkook era la única persona que sabía se atrevería a sentirlas a su lado.
No entendía cómo era capaz de colocar el sufijo "pero" antes del nombre del chico. Porque poco a
poco, sentía que todo el mundo podía estar mal pero Jungkook... pero Jungkook estaba con él.
Lo hacía sentirse como un creyente. Aunque no sabía exactamente de qué.
Juntos caminaron por el bosque sin saber qué encontrarían. ¿Armas? No, realmente no tenían nada
además de un par de cuerdas y un bate de béisbol, pero aun así, se habían decidido encontrar al
mayor.
—Hay algo que no entiendo —dijo Jungkook mientras avanzaban—. Si esto tiene que ver con
nosotros, es decir, conmigo, ¿Por qué querrían a Seokjin?
—Deben estar siguiendo pistas al azar. O están desesperados. Probablemente ambas.
—¿Tanto como para secuestrar a un adolescente?
—Son los suburbios de un pueblo, Jungkook. Las únicas personas capaces de entrometerse en esto
son adolescentes idiotas.
—¿Te refieres a nosotros?
—Exactamente.
—Entonces... ¿Supones que lo confundieron con alguno de...?
—Conmigo, específicamente —dijo lleno de culpabilidad.
—No puedes asegurar que...
—La noche que te encontré, Seokjin estuvo conmigo. Y no sé cómo, o por qué, pero lo vincularon
de alguna forma.
—No es tu culpa.
—¿Perdón?
—Conozco ese tono. Seokjin estará bien, lo encontraremos, ya verás.
—No se trata de eso. Es simplemente que últimamente no sé qué hacer y esto solo significa que
estoy llegando a mi límite.
—Oh, vamos... aún nos falta mucho por descubrir.
—¿Y qué pasa si alguien resulta herido?
—No pasará.
—Eres el menos indicado para decir eso.
Jungkook sintió un golpe en el pecho que le hizo detenerse cuando el dolor punzante se instaló en
su interior, se sostuvo de la rama de un árbol cuando sintió tropezar.
—Oh, maldición —masculló por el espasmo que recorrió todo su cuerpo.
—¿Jungkook?
—¿Por qué soy el "menos indicado"? —dijo adolorido, apretando los ojos.
—Porque serías el primero en salir lastimado.
—Deberías preocuparte más por ti mismo.
—No es a mí a quién arrastra la gravedad.
—¿A qué te refieres con eso?
—La vida está regida por la gravedad; mientras más pesada sea tu mente, las posibilidades de
terminar en el fondo son más fuertes.
—¿Y qué se supone que hay en el fondo?
—Oscuridad.
—¿Cómo estás tan seguro de eso?
Taehyung se debatió entre si contestarle o no. Tragó con dificultad cuando lo hizo.
—Tu ser consciente está lleno de ella; eso solo significa que tu inconsciente... tiene problemas.
—Yo no...
—Puedes intentar negarlo, yo te creeré; pero las cosas que has visto, los recuerdos y esa sensación
de dolor, no podrían salir de ti, aunque quisieras, ni siquiera si lo intentaras.
—Mi inteligencia me asfixia. Es un problema, ¿Cierto?
—Lo es.
Ninguno de los sabía en dónde estaban, ni la forma en la que los sensores habían enloquecido por la
presencia de Jungkook allí. Ni de la mente de Jungkook desvariando cuando el sudor comenzó a
deslizarse por su cuello.
—Intento controlarlo, pero no puedo. Nunca pude.
—¿Hablas de la electricidad en tu cuerpo o de tu ansiedad?
—Ambas.
—Los neurotransmisores, tus emociones, son el detonante de tu energía. Eso te convierte en un
sujeto inestable. Desde la última vez que tus recuerdos cambiaron, es como si tu mente se hubiera
saltado una etapa de maduración.
—¿De eso se trata tu experimento, cierto?
—¿A qué te refieres?
—Piensas que puedes manipular mis emociones para controlar también la energía en mí.
—Es parte de... —carraspeó— necesito entender cómo es que tú cuerpo es capaz de soportar el
voltaje.
—¿Y el tuyo?
—¿El mío?
Jungkook se acercó a él, chocando ligeramente con el tronco de un árbol.
—¿No has considerado lo peligroso que podría ser estar así que de cerca de mí?
—¿Hablas de la mera posibilidad de que me transmitas corriente?
—Sí, ¿Qué pasará si tengo una sobrecarga? Una fuera del agua, y estás adherido a mí, ¿Cómo
romperías el circuito?
—No lo haría.
—Estoy seguro de que hasta tú entiendes que eso sería mortal.
—Un paso a la vez, Jungkook. Lo solucionaremos en el camino.
El pelinegro contuvo la respiración ante el "nosotros" implícito en sus palabras, sin saber cómo
procesar cada pequeño detalle de Taehyung que hacía su mente colapsar.
Le transmitió luz; y supo que lo que sea que acabaría con el chico podría esperar, de todas formas,
tenía todo el tiempo del mundo, mientras su lujuria parecía alimentarse de la respiración del
muchacho.
—¿Qué haces? —preguntó, cuando la mirada densa y ámbar del castaño penetró en él, cuando el
pecho de Jungkook chocó con el suyo.
—No lo sé, siento que debo acercarme.
—No es el momento, tenemos que llegar del otro lado.
—No lo entiendes... Es... inevitable, quiero estar cerca de ti. Necesito sentir tu piel.
—Jungkook, basta. Estás enfermo.
—Puedes sentirlo también, ¿Cierto?
—¿Qué cosa?
Sonrió triste. —El dolor.
El viento estaba lleno de estática, lo sabía por la forma en la que el cabello oscuro del chico se
encrespaba, al igual que los pequeños vellos cerca de su cuello y mentón, erizando su piel cuando
su cuerpo se sentía condicionado a unirse con el suyo.
Electromagnetismo, dos fenómenos unidos y un idiota demasiado cerca del origen.
Cada centímetro más cerca del agua, era un paso que Jungkook debía retroceder. La fuerza dentro
del campo era tal, que la energía y la polarización intentaban alejarlo.
Estaba siendo repelido sin darse cuenta. Parte de la electricidad del lago estaba adherida a él, lo que
significaba que, al ser igual, debía repelerse; pero no podía moverse, no cuando estaba atrapado en
medio de sus dos polos.
No pudo hacer más que adherirse a su carga opuesta, esa que no entendía ahora estaba dentro de
Taehyung. Sí, su polo equivalente, ese cuya espalda estaba contra un árbol y le veía con ojos
abiertos y los labios húmedos.

Estaba sudando y sus extremidades parecían dormidas, con una sensación hormigueante en ellas. Su
pecho temblaba y a juzgar por su visión borrosa sabía que la "sobrecarga", como él mismo había
decidido llamarle a sus ataques ocurriría pronto. Cada vez, parecía que podía entender lo que sentía
un poco más. No sólo en su cuerpo, también en su subconsciente y en su yo real.
El abismo no se contempla de la misma forma desde el fondo. Y el momento antes de saltar es un
segundo infinito de eterna culpa.
Las luces aparecían de nuevo y sus recuerdos mezclados con la realidad. El dolor en su espina
dorsal y pies, él sabía lo que iba a pasar.
Su juicio se nublaba. Pero debía evitarlo, contempló a Taehyung con temor, necesita sentirlo,
necesitaba aferrarse a lo único que era real para él en ese preciso instante y su estúpido sistema lo
único que anhelaba era cerrar el circuito y desconectarse.
Taehyung temió cuando creyó que colapsaría en ese momento; pero por, sobre todo, se quedó
sorprendido cuando de pronto, Jungkook lo tomó de la mandíbula para besarlo.
Respirando agitado y por un segundo, ebrio de la pesadez de su boca.
En un beso fugaz, y doloroso que el castaño supo estaba lleno de una desesperación que bien
conocía, la lucha por mantenerse consciente.
Así que cerró los ojos, y llevó su mano hasta el cabello del chico para enredar sus manos en el,
haciéndole jadear levemente contra sus labios. Era veloz, su saliva tenía hiel, metálico sabor y
electricidad mezclada con lujuria.
Debían avanzar; pero Jungkook era incapaz de dar un solo paso más al frente sin lastimarse más.
En ese momento, los reflectores del otro lado del lago que se encendieron acompañados de sirenas y
alarmas de alerta les hizo reaccionar. El estruendo en medio de la noche y los tétricos árboles
confirmaron que no estaban solos.
Se vieron fijamente a los ojos cuando se separaron levemente. Jungkook tragó saliva asustado y
Taehyung temió cuando su mirada oscura se clavó cruda en él, aún más cuando sus labios volvieron
a abrirse para susurrar un casi inaudible:
—Corre.
A la distancia, los perros guardianes y la seguridad interna del lugar se habían desplegado. Pero no
se trataba de la presencia de los chicos, sino de una fuga en el área de confinamiento.
En donde el sujeto, había logrado salir.
Seokjin había roto una ventana hacia el exterior y ahora buscaba desesperadamente despertar o salir
de allí.
Intentaba esquivar las ramas de los árboles mientras corría; necesitaba salir a la carretera, en el
momento en el que había logrado escapar del laboratorio todas las sirenas y alarmas se habían
disparado.
Había luces y un gran revuelo, lo estaban siguiendo e iban a alcanzarlo; pero no, Seokjin no se iba
dejar atrapar tan fácilmente, no de nuevo.
Después de años de correr por kilómetros y de ejercitarse, este era el momento en el que podía
probarse a sí mismo cuan rápido era en realidad. Y lo ágil que alguna vez sería. Así que respiró con
fuerza, moviéndose a zancadas para avanzar en la fría hierba.
Sabía que la forma más rápida de llegar del otro lado era a través del agua, pero no estaba seguro de
si sus habilidades como nadador fuesen confiables ni de la profundidad. Aun así, se lanzó al agua
desde uno de ellos extremos e intentó con todas sus fuerzas contener el aire mientras desesperado
buscaba salir de ese maldito bosque.
La corriente en el interior de agua era fuerte, como nunca la había sentido a pesar de lucir como
estático líquido. Podía ver las luces de las linternas buscando entre la maleza los pocos segundos
que sacaba la cabeza del agua.
Sentía demasiada presión, como si la fuerza del lago intentara hundirlo, arrastrarlo; así que cuando
supo que estaba cerca de unos de los extremos, se aferró a un tronco que flotaba para impulsarse
hacia afuera y caer entre la tierra.
Levantó la vista, no había logrado atravesarlo; pero sí se había evitado gran parte del bosque, un par
de kilómetros hacia afuera y llegaría a la malla de seguridad y él sabía exactamente el punto en el
que podría salir.
Se levantó cuando los ladridos de perros acercándose le alertaron. Su cuerpo estaba demasiado
cansado y no respiraba con regularidad, pero no podía detenerse, no podía dejaría que lo atraparan
esos idiotas de nuevo.
Parecía un sueño, y en este punto, Seokjin ni siquiera estaba seguro de que no lo fuera.
Alcanzó a ver un poste de alumbrado público a la distancia, estaba cerca y creyó que ya nada podía
joderlo más hasta que su pie se deslizó por encima de la hierba mojada y se resbaló cuesta abajo
chocando con piedras y troncos mientras rodaba.
Yoongi había hecho aún más grande el agujero en la malla, se había adentrado en el bosque cuando
pasada una hora ninguno de los tres había regresado.
Entonces, y cuando por fin tuvo valentía de avanzar a pesar de la oscuridad, un objeto pesado
impactó contra su cuerpo haciéndole caer.
—¿Seokjin? —dijo cuando con la poca luz logró reconocer al Kim mayor apretando los ojos a
causa del dolor.
—¿¡Agustus!?
—¡Seokjin! ¿Por qué estás todo mojado?
—¿¡Qué demonios haces aquí!?
—Vinimos a salvarte, cretino. —Kim abrió los ojos, sorprendido, mientras comenzaba a levantarse
del suelo.
—¿Vinimos? —le dijo haciéndolo él mismo.
—Jin... Tu hermano y Jungkook, ellos entraron a buscarte.
—¿Qué? ¿Trajiste a mi hermano a un lugar como este?
—¿Cuál es tu jodido problema?
—Tú y tus ideas lo ponen en peligro.
—Te tiene a ti dentro de su casa, eso es suficientemente peligroso.
—Maldición... no hay tiempo para esto. Tenemos que irnos, ahora. Ya vienen. Levántate —negó
con la cabeza y tomó a Min del brazo para hacerlo correr junto a él.
El estruendoso sonar de las alarmas incrementó acompañado de bullicio. Y los alaridos de una voz
conocida a la distancia.
—¡Enciende el auto! —gritó Jungkook mientras se acercaba, y que detrás de ellos era posible ver
linternas apuntando contra sus espaldas—. ¡Enciende el maldito auto, min!
—Bueno, parece que estamos todos... —dijo Yoongi al verlos.
Taehyung se sentía cansado; cada vez que corría, había algo en su pecho que le hacía sentir la
necesidad de respirar por la boca. Pero su adrenalina era aún mayor, no le permitía prestar atención
a tu cuerpo, solamente le impulsaba a buscar desesperadamente una salida.
Alcanzó a ver a su hermano a la distancia y recuperó el aliento, entonces tuvo fuerzas para seguir
avanzando.
Volteó a ver a Jungkook; su respiración estaba agitada y por un momento dudó en si las alarmas
habían enloquecido por haber entrado o por la simple presencia del pelinegro.
Los focos del auto también parpadeaban; ¿Qué había allí? No lo entendía, pero aparentemente era lo
suficientemente fuerte para marearle y peor aún, para desestabilizar a Jungkook.
Fue testigo del momento exacto en el que el cuerpo de Jungkook cayó al suelo cuando pasó al lado
de la cerca metálica rozándola por accidente con la palma de su mano en medio de un destello que
le arrojó con fuerza. Estaban afuera del bosque a la orilla de la carretera, a pocos metros de los otros
dos.
La energía en su cuerpo estaba destrozándole, Taehyung lo sabía por lo doloroso que era incluso
acercarse a Jungkook. Lo sabía porque había pasado esto antes.
El pelinegro estaba desmayado, parecía como si no respirara; pues estaba en un completo estado de
trance, paralizado.
Yoongi se acercó a ellos para intentar levantar al muchacho; pero Taehyung lo detuvo.
—¡No lo toques! Si lo haces morirás.
—¡¿Qué!?
—La electricidad mata humanos. ¡No puedo explicártelo ahora! —dijo asustado. Las luces se
acercaban y él no tenía ni idea de qué hacer para sacar a Jungkook de allí.
No pudo entender sus palabras; pero sin duda alguna, había puesto suficiente atención a las
conversaciones de ambos las últimas semanas.
—Mi suéter es de algodón, no puede transmitir corriente, el suyo tampoco. Tómalo y ayúdame a
levantarlo —dijo con seguridad mientras se quitaba su propio suéter y lo dejaba caer sobre los pies
de Jungkook para envolverlo.
—¡Eso es una pésima idea...!
—Si sabes tanto de ciencia como yo de telas, sabrás que tengo razón.
Preso del miedo; Taehyung se quedó quieto sin saber cómo reaccionar, por primera vez, realmente
asustado. Pero ya no tenían tiempo, Yoongi sujetó a Jungkook desde los pies, intentando aferrarse a
la tela para moverlo.
Entonces el castaño dejó a un lado su temor y tomó a Jungkook de los hombros, sosteniendo con
fuerza la tela para entonces levantarlo de la tierra húmeda.
—¡Tenemos que irnos, ya! —gritó Seokjin, quién se había movido hasta el asiento del piloto y
había encendido el auto.
Quitó el neutro de la palanca y se acercó los metros que les faltaba a los chicos para llegar al auto.
Yoongi abrió con dificultad la puerta del baúl para luego tomar un gran impulso y casi lanzar el
cuerpo pesado de Jungkook al interior cerrando la puerta en el acto.
—¡Taehyung, al auto, ya! —Min empujó al castaño por la espalda para hacerlo avanzar.
Abrieron la puerta del copiloto, y ambos entraron en el auto sin importar que estuvieran apretados
en el mismo asiento.
—¡Deténganse! ¡Están cometiendo un delito federal! —dijo una voz detrás de ellos desde un
megáfono
Seokjin apretó el acelerador para alejarse. Los neumáticos rechinaron sobre el asfalto,
definitivamente no era la forma en la que esperaban recibir la llegada del último lunes de
septiembre.
—Esos hijos de puta creen que pueden secuestrarme y salirse con la suya.
—¿Por qué nos están siguiendo? Necesito que alguien me explique qué jodidos pasa aquí
—Yoongi volteaba a ver constantemente mientras su vista se posaba de Taehyung a Seokjin sin
entender la situación.
Taehyung sabía exactamente la razón; pero no esperaba que su hermano contestara con otra
respuesta.
—Me robé esto —dijo sacando de debajo de su camisa una carpeta de color marrón. Igual de
mojada que el resto de él.
—¿¡Qué hiciste qué!? —le respondió Taehyung tomando el objeto incrédulo.
—Creo que es importante, anotaban todo lo que yo decía allí, creo que es una especie de bitácora,
no sé. Malnacidos, espero que puedan seguir jugando al médico nazi sin su estúpido libro.
El castaño abrió la carpeta, la tinta se había corrido por el agua, pero aun así era medianamente
legible, se quedó mudo cuando leyó las palabras "tiempo" y "energía" en la misma oración. Además
de un encabezado a máquina de escribir que decía "K'sT, hipótesis no. 100."
—Eso no responde mi pregunta.
—Joder, Min. Créeme que yo tampoco tengo una puta idea de qué pasó allí o por qué. — Ambos se
quedaron callados y voltearon a ver a Taehyung absorto con la carpeta en sus manos—. ¿Y tú,
Taehyung?
—¿Yo? ¿Qué les hace pensar que yo sé algo?
Seokjin enarcó una ceja para él mientras le veía serio.
—Oh, no lo sé. Quizá sea porque que cada vez que pasa algo extraño en la ciudad tiene que ver
contigo o por el hecho de que es tu amigo quien está desmayado en el baúl del auto.
—Yo no.… no puedo decirles. No aquí, no ahora —declaró tragando saliva con fuerza—,
necesitamos ir a un lugar seguro.
—Su casa no es segura por ahora, iremos a la mía —dijo Yoongi a lo que los dos Kim asintieron.
Seokjin conocía el camino perfecto para llegar allí, pasando detrás de la terracería por calles que
aún no estaban asfaltadas.
Después de un par de kilómetros en los que se alejaron de la arboleda hasta llegar a la zona
residencial disminuyeron la velocidad; ya nadie les seguía y ahora lo único que parecía atacarlos era
el pesado ambiente en el que se encontraban.
Seokjin estacionó el auto directamente en la parte trasera de la casa; al detenerse, Taehyung bajó del
vehículo para correr a ver Jungkook y constatar que siguiera con vida.
Abrió el baúl, se veía pacífico y sereno. Su respiración se había regulado, parecía completamente
inofensivo, acercó ligeramente su mano a la frente del chico para tocarlo, estaba frío pero no había
nada de corriente.
Era confuso, no entendía qué le había causado una sobrecarga. Quería entenderlo, necesitaba
entenderlo, necesitaba saber qué era lo que provocaba eso en el chico; porque tenía miedo, sentía
que Jungkook podía un día simplemente no ser lo suficientemente fuerte para soportarlo.
—La sangre sabe a metal. Odio ese sabor —dijo el pelinegro, removiéndose ante su tacto.
—Jungkook... —musitó— ¿Cómo te sientes?
—Débil. —Tragó saliva—. Me duele el pecho...
Seokjin y Yoongi bajaron del vehículo también, y se quedaron de pie detrás de Taehyung mientras
temblaba frente a Jungkook.
—No había estrés, ni nada para aumentar el voltaje. No deberías haber colapsado. ¿Qué sucedió?
—No lo sé. Yo solo... —Se quedó callado, no sabía cómo describir la sensación de ser arrastrado,
como si todo su cuerpo se hubiese quedado atrapado por poco en un campo invisible, era el
magnetismo literal— tropecé.
Taehyung negó, estaba seguro de que mentía. Pero prefirió no decir nada pues si la carga eléctrica
no lo consumía; quizá la mental lo haría.
—¿Crees poder levantarte?
Jungkook asintió e intentó sentarse para bajar del vehículo, se sentía perdido pero el aire de la
madrugada le hizo recuperar la estabilidad poco a poco.
—Taehyung... ¿Qué pasa? —cuestionó Seokjin, Yoongi eligió guardar silencio y sin dudarlo, abrió
la puerta de su casa para dejarlos entrar.
Los cuatro atravesaron el marco de la puerta, llegando a la sala en pocos segundos. —Es un ataque
de asma, le pasa seguido —mintió serio mientras lo ayudaba a moverse—, le tomará un par de
horas volver a estabilizarse, pero estará bien. Yoongi, ¿Tienes un botiquín?
Min asintió, pero antes, tomó una de sus telas que estaban regadas por el lugar y cubrió el sofá antes
de indicarle al Kim menor que llevase a Jungkook hasta allí, para dejarlo recostarse.
Taehyung se mantenía atento a la palidez del pelinegro; mientras Seokjin caminaba inquieto por la
habitación. Es decir, lo habían raptado, y ¿aun así era más importante Jungkook que él? Además de
que parecía ser el único idiota que no tenía ni idea de lo que acababa de pasar.
Se recargó contra una estantería viendo a su hermano tomarle la temperatura a Jungkook. Estuvo a
punto de decir algo más; pero gruñó cuando sintió la fría presión que le quemó en el hombro cuando
el raspón en el fue limpiado.
Volteo para ver a Agustus, que a su lado parecía intentar desinfectar su brazo herido.
—¿Qué crees que haces? —le dijo, casi tan molesto como sorprendido.
—Intento curarte, ¿Acaso no es obvio?
—¿Qué te hace pensar que quiero que...
—Cierra el pico, imbécil. No olvides que conozco exactamente lo que piensas, y que sé que tu gran
ego te asfixia mientras ves que tu hermano le da atención a alguien más, entiende que no es un
objeto que puedas tener solo para ti. Así que, por una vez, deja de ser un idiota y cállate.
—¿Cómo es que haces para ser así de hiriente todo el tiempo?
—Pregúntate a ti mismo.
Seokjin observaba a Taehyung examinar a Jungkook, la forma en la que le abrió la boca para
revisarlo y luego en cómo le tomó el pulso para anotarlo en la libreta que siempre llevaba con él.
No sabía si estaba cuidándolo, estudiándolo o quizá ambos. Aun así, le resultaba demasiado
extraño. Todo esto le resultaba casi irreal.
—Estás deshidratado, te pondré un suero después.
—Tenemos que regresar a casa —dijo Seokjin llamando la atención de su hermano.
Entonces Taehyung se levantó y caminó hacia él.
—Estamos en casa.
—¿Qué? —confundido.
—La reina llegará en un par de minutos, alista el banquete, es hora. Tic tock...
—¿Qué rayos...?
—Lo siento.
Yoongi frunció el ceño; nada de lo que Taehyung decía tenía sentido alguno, o al menos no lo tuvo
hasta que vio al castaño menor estampar un puño contra la sien de su hermano. Kim cerró los ojos y
su peso se venció hacia abajo cuando el golpe le desmayó.
—¿¡Taehyung, qué demonios te pasa!? ¿Por qué hiciste eso?
—Estará bien, no es como si no hubiera hecho esto antes.
—¡Acabas de noquear a tu hermano! ¿Qué te sucede? Espera, ¿Cómo es que esta no es la primera
vez que lo haces?
—Es la mejor forma; no necesito a Seokjin en esto, él no debe saber nada. Despertará en su cama
mareado, pensará que se le pasó la mano con su medicamento y creerá que tuvo una alucinación,
eso es todo.
—¿¡Saber qué!?
—Tú tampoco deberías saberlo; ni siquiera yo debería. Es peligroso, hoy lo confirmé.
—Oh, maldición, Kim. ¿Qué tan malo puede ser como para que pienses eso?
Taehyung tragó; ¿Era conveniente decirle? Probablemente no, pero no podía seguirle ocultando
cosas. Es decir, no era como si pudiera engañarlo igual que su hermano. No, definitivamente, era
imposible manipularlo a él de tal forma.
—Si te lo digo... prométeme que no se lo dirás a nadie. Es más, júrame que nadie más sabrá de esto,
júrame que nunca dirás una sola palabra, hazlo y prométemelo por lo que más ames en el mundo.
—Esto es...
—Júralo por tu abuelo.
Yoongi frunció, a veces olvidaba que Taehyung conocía parte de su pasado.
—Lo juro.
Taehyung tragó con fuerza, no había forma sencilla de explicar esto.
—Hace unos meses encontré a Jungkook desmayado a la orilla del lago. No es un estudiante de
intercambio, yo lo llevé a mi casa y he estado intentando ayudarlo.
—¿Qué?
—Estaba seguro de que no era el único que sabía sobre esto y no me equivoqué. Aún no sé qué es lo
que hay allí adentro, o quién lo trajo; pero lo averiguaré y encontraré una forma de que Jungkook
regrese a casa sin que lo lastimen.
—Wow, alto. ¿Y por qué se supone que Seokjin no debe saberlo? ¿Qué me hace diferente a él?
—Tienes tantas agallas como cerebro, puedo verlo. Y yo ya no puedo solo con todo esto, necesito
ayuda, necesito alguien que mantenga a mi hermano al margen de nosotros y ese, eres tú. Además,
la paradoja que causaría si Seokjin se enterara que el chico que duerme en mi habitación es el hijo
de su novia de la preparatoria sería terrible. Yoongi se ahogó con su propia saliva. Si antes entendía
poco, ahora entendía menos.
—¿Cómo es eso posible? Taehyung, no es momento para juegos.
—No estoy jugando. Jungkook quería cambiar su vida, pero en este momento creo que sería más
fácil simplemente volver al punto donde nada había cambiado aún.
—¿Volver a dónde?
—A la mañana del primero de agosto de su año.
—Sé directo y dime de una vez por todas qué jodidos pasa.
Taehyung le vio serio y se acomodó los anteojos antes de seguir hablando.
—Jungkook viene del futuro —soltó.
Yoongi asintió esperando que fuera una broma; en tanto la mirada del chico no cambió, supo que
decía la verdad.
—Estamos jodidos, ¿Cierto?
—Y mucho.
¿En qué demonios se había metido?
Oh, mierda.
105 días antes de.

Para cuando Seokjin volvió a abrir los ojos, lo primero que pudo reconocer fue el techo de su
habitación.
Volteó su vista hacia su mesa de noche y encontró su caja de pastillas para dormir sobre ella,
además de su gorra.
Se recompuso sobre su cama adolorido, y parpadeó lleno de confusión. Hizo crujir su cuello y
después se levantó para bajar al primer piso de su casa.
Todo parecía normal; se movió cauteloso mientras avanzaba por el pasillo hasta que llegó a la
cocina en donde se encontró a Taehyung comiendo cereal tranquilamente mientras leía el periódico.
—¿Cómo me trajiste hasta acá?
—¿Disculpa? —le dijo el castaño mejor fingiendo demencia—. Buenos días a ti también.
—Ya sabes, el bosque y los... los tipos esos del laboratorio.
—No tengo idea de qué estás hablando.
—Pero tú y... Jungkook...
—Regresamos anoche y te encontramos en tu habitación durmiendo.
—No... —parpadeó confundido— estábamos en casa de Min y...
—¿Desde cuándo eres su amigo siquiera?
—No pude haber imaginado eso también.
—Escucha —le llamó serio—. Mamá me dijo lo que hiciste. No debí escapar así, intentaré no
alterarte así de nuevo.
—¿Lo que hice...?
Taehyung frunció el ceño. —Se te pasó la mano de nuevo, ¿Cierto? Si prometes dejar de tomar esa
basura. Y yo prometo no extralimitar tus nervios.
—Yo no lo entiendo...
Taehyung caminó a su lado, en el fondo culpable de utilizar los problemas pasados de su hermano
como chivo expiatorio para sus propios intereses.
Le tomó casi una hora cargar el pesado cuerpo de su hermano hasta el auto y luego de regreso a
casa para colocarlo en su cama. Además de que había dejado a Jungkook en casa de los Min con
suero y siendo atendido por su nuevo ayudante.
—Solo tuviste un mal sueño, grandote. Venga, ve a ducharte o llegaremos tarde —le dijo
palmeando su espalda para hacerle caminar de vuelta a las escaleras.
El doctor dijo que necesitaba un par de pastillas para dormir hacía un par de años. A la fecha,
parecía que seguía teniendo cierta tendencia a ellas.
—Taehyung...
—Ah, y sobre el auto... Yo te lo explicaré luego, pero... será mejor que se quede en la cochera —le
dijo.
Regresó a su habitación confundido y se sentó en la cama viendo la mesa de noche de nuevo.
Todo esto se había sentido tan real que le resultaba imposible pensar que simplemente había
enloquecido. Sonrió triste, pero después de todo no era la primera vez que despertaba así de
desorientado por una de esas cosas.
Suspiró con fuerza y se dispuso a retirar su ropa para dirigirse a la ducha; pero se detuvo cuando su
reflejo en el espejo cautivó su atención en la gasa de su brazo. La retiró levemente y se encontró con
una herida que había sido limpiada.
El recuerdo de Yoongi desinfectado su brazo apareció junto a un amargo sabor, porque eso solo
podía significar una de dos cosas, la primera: que estaba enloqueciendo.
Y la segunda:
—Taehyung miente

CAPITULO 10

10

El tiempo es inestable, así como la vida fortuita. Y juntos, hacen que la existencia misma sea solo
un accidente.
Lo primero que vio al abrir los ojos fue una mata de cabellos negros que se deslizaban por sobre
una piel blanquecina y tersa. La chica a su lado dejaba ver poco más de su espalda baja mientras
dormía delicadamente.
Él volteó a ver hacia el reloj en su mesa de noche, era la una de la madrugada y él no podía creer
todo lo que había pasado el día anterior.
Quizás era la chica, quizá su buena suerte. Fuese lo que sea, él empezaba a creer que su vida no era
tan vacía como siempre creyó.
Cerraba los ojos y los momentos se repetían una y otra vez frente a él. Había tenido una de las
mejores tardes de su vida, y quería no sonar tan patético pero la calidez en su pecho comenzaba a
quemarle.
Tuvo un gran partido, fue la estrella. Incluso después de pasar horas con su amada en el bosque, de
llegar tarde al juego y de creer que estaba acabado, no fue así.
Uno de sus compañeros resultó lesionado y él llegó justo a tiempo para ser el salvador del
marcador, ganaron el juego y él consiguió despertar con la pelinegra en su cama.
Ella se removió, despierta, y volteó su cuerpo hacia él. Sunhee le sonrió con timidez, por la forma
en la que sus ojos le recorrían y su pose, en la que recargaba la cabeza sobre su brazo junto con su
pecho expuesto.
—Basta de verme así, me avergüenzas —le dijo.
—Lo siento, no me canso de admirar lo bonita que eres.
—Cállate, eres un tonto.
—Tendrás que acostumbrarte a mis tonterías.
Él sonreía; pero la mirada de aquella joven estaba llena de incertidumbre por encima de su locura.
Cuando su expresión se volvió más bien seria en medio de la tribulación de sus pensamientos.
Por una vez en su vida, parecía que todo le salía bien, hasta que ella le vio con pesar.
—Seokjin.... Tú...
—¿Yo?
—¿Me extrañarás cuando me marche? —soltó Sunhee sin dejar de verlo. La luz del exterior de la
ventana se reflejó en sus ojos.
Seokjin definitivamente abrazaba la idea de que ella se quedara a su lado para siempre, un futuro
desconocido no sonaba tan mal si podía vivirlo a su lado y sentirse como un pequeño ilusionado
todos los días de su vida.
Como un adolescente, había comenzado a soñar cometiendo el error más humano de todos: estaba
demasiado enamorado de ella como para darse cuenta.
Pasó una mano por su cabello, y le dio un pequeño beso en la frente exhalando contra su piel, sin
saber qué decir, sin saber que eso exactamente iba a destrozarlo.
—Eso no responde mi pregunta —volvió a hablar ella. La manta blanca sobre su cuerpo contrastaba
con la oscuridad de su cabello y su figura en sombra que solo dejaba a la vista la silueta de sus
senos.
El castaño tragó saliva con fuerza y sus labios temblaron cuando intentó abrirlos.
—Creo que... —suspiró—no quiero que te marches.
La noche que fue la sensación del lugar estaba a punto de desaparecer. Cada recuerdo es a un
accidente, así como un aleteo de mariposa, un huracán.

100 días antes de.


—Para ser un principiante, eres bastante bueno.
La vida funciona de forma irónica; y te coloca exactamente en donde debes estar para lograr su
cometido, convirtiendo a todo ser en su cómplice.
El sol resplandecía sobre las cabezas de los muchachos, que, en el campo, buscaban dar lo mejor de
sí mismos, intentando pulirse para comenzar con pie derecho la temporada de juego.
O bueno, la mejor parte de la temporada.
Habían vencido a varias escuelas meses atrás, y ahora que se acercaban a semifinales no podían
descansar. Era un juego importante, que iniciaba la recta final de la liga.
Era el último año para muchos de ellos, lo que hacía aún más fuerte su deseo de ganar. Ya sea para
conseguir la atención de un reclutador o simplemente para dejar un legado.
Seokjin estaba lanzando mientras el resto de sus compañeros de equipo bateaban firmemente. A
diferencia de Jungkook, a quién se le había castigado y ahora corría sin camiseta alrededor del
campo como castigo por haber faltado a tantos entrenamientos.
Sí, el sol resplandecía, aún más sobre la espalda del pelinegro al moverse bajo su luz y sudar en
medio del constante exhale de su boca y ojos cansados.
—Taehyung, ¿Estás escuchándome? —El castaño ni siquiera le prestó atención, era difícil para él
asimilar la idea de que ahora tenía otro amigo.
Más allá de la malla, en la pequeña tribuna, se encontraban dos chicos ajenos a los viriles atletas.
Un castaño, que había adquirido un reciente gusto por faltar a clases que sabía iba a aprobar, y un
artista que sabía que de todas maneras reprobaría.
Taehyung intentaba enfocar su visión con los anteojos mientras veía a Jungkook ser reprendido por
el entrenador. Le gustaba estudiar cada parte de su torso, la imagen de sus omóplatos al moverse le
hacían querer capturar cada detalle de él.
Comer sano y la cantidad de ejercicio que hacía al jugar habían comenzado a pulir su cuerpo.
Le resultaba fascinante, tanto que había comenzado a llenar de dibujos su pequeña libreta. Parecía
que había desarrollado un gusto culposo por las evaluaciones físicas que hacía sobre Jungkook cada
día.
Kim recibió un pequeño golpe en la cabeza que le hizo dejar de ver al frente y redireccionar su
mirada hacia el chico a su lado.
—¿Qué te sucede? —le dijo a Yoongi.
—En vista de que estabas distraído, lo repetiré—se burló—, dije, que tus dibujos son bastante
buenos. Tengo un gran ojo para cosas como esas.
—¿Esto? —Negó con la cabeza—. Son terribles, pero... necesito tener referencias para mi
expediente.
—¿Por qué no le tomas una fotografía? —le dijo. Sabiendo a ciencia cierta quién era la persona que
Taehyung observaba con tanto esmero. Y comprendiéndolo completamente—. Puedo hacerlo por ti
si quieres.
Yoongi poseía su propia cámara, a diferencia de los muchachos que habían tenido que robar la de
Seokjin. Y que habían tenido que devolver después de que el chico lo notase.
—El tiempo es muy frágil, una evidencia de esa magnitud sobre él es... peligrosa.
—Aún no entiendo bien todo esto de Jungkook, el robot del futuro.
—Tengo mucho que explicarte, demasiado. Y no, no es un robot, solo un exhibicionista...
—dijo volviendo su vista por un par de segundos al muchacho en el campo.
Agustus asintió con la cabeza. Habían pasado los últimos días intentando reparar las hojas rotas de
la carpeta que Seokjin había sacado del laboratorio y que ambos habían prometido explicarle.
Hasta el momento solo tenían unas cuantas páginas, pero Taehyung ya casi podía saborear sus
premios al recabar un par de datos nuevos mientras Yoongi le ayudaba con la cinta adhesiva y
Jungkook coloreaba un oso amarillo a su lado.
Pero en ese momento, Taehyung intentaba actualizar su propia libreta con sus nuevos datos. Ambos
estaban sentados en la tribuna alrededor del campo de béisbol en la parte trasera de la escuela.
—Podrían ser mejores, pero no son "terribles" —dijo Min entrecerrando los ojos mientras veía los
trazos—. Quizá solo necesitas mejorar las proporciones de tus dibujos.
—¿Cómo se hace eso? —Taehyung encontraba un reto en cualquier disciplina que no dominase
aún. Bueno, excepto cuando se trataba de comida, las artes culinarias eran su gran excepción.
—Es cuestión de práctica y un buen ojo. —El chico extendió ambas manos en dirección al pequeño
cuaderno —, ¿Puedo? —le preguntó antes de tocarlo.
Taehyung dudó por unos segundos; finalmente, cedió entregándole la libreta abierta en una página
en blanco y su lápiz mordido. El otro los tomó sonriendo liviano, era una buena señal, significaba
que confiaba en él.
—Divide mentalmente tu dibujo en figuras geométricas para guiarte, —dijo comenzado a trazar un
círculo delimitado por un triángulo invertido en su parte inferior— y luego, unes cada línea. Intenta
visualizar lo que quieres antes de hacerlo.
Yoongi había hecho tan solo un par de trazos, y en cuestión de minutos, logró dibujar un pequeño
cachorro en la página en blanco.
—Vaya, parece que eres bueno en esto.
—Algo así... el arte es lo mío.
—Se nota —dijo sonriéndole. Agustus bajó la cabeza, sintiéndose avergonzado de recibir un
cumplido. No era algo que le pasará a menudo.
Mientras tanto, Jungkook se había cansado de correr. Bajó la velocidad por algunos segundos al
intentar recuperar el aliento, entonces levantó la cabeza y fijó su vista en el graderío donde le intrigó
la escena de un Taehyung socializado sin su ayuda.
Se quedó parado en medio del campo llamando la atención de Seokjin, quien, al verlo detenerse,
volteó a ver en dirección de eso que había capturado el enfoque del pelinegro, incomodándose
instantáneamente.
Se ajustó su gorra, y lanzó la pelota hacia la malla, causando que ambos se sobresaltaran, para luego
acercarse a ellos desde adentro.
Necesitaba sacarse de la cabeza las dudas que tenía, pero aún no sabía cómo.
Realmente necesitaba saber qué estaba pasando, y el porqué su hermano se atrevía a mentirle tan
descaradamente. Solo que aún, no había encontrado el momento preciso para averiguarlo.
—¿Qué hacen ustedes dos aquí? —preguntó desafiante.
—Vemos el entrenamiento, ¿No es obvio? —dijo Taehyung. —Tenemos pasión por el deporte.
—Su repentino interés es demasiado sospechoso. Largo, saben que no son bienvenidos aquí.
—Estamos esperando a Jungkook para almorzar, y no nos iremos sin él —dijo Taehyung.
Yoongi a su lado permaneció en silencio, sentía la mirada pesada de Seokjin sobre él e intentaba
evitarla.
El mayor tenía demasiadas dudas, sabía que lo que había vivido fue real y que su hermano intentaba
engañarlo; pero no sabía cómo conseguir esa información, volver allá era mala idea, Taehyung
obviamente no diría nada, aunque lo confrontase y Jungkook era la caja fuerte de su hermano.
Así que solo le quedaba atacar hacia el eslabón débil de su pequeño y extraño grupo. O bueno,
quién él creía sería más fácil de quebrar.
—Su primer juego es esta noche. Él tiene mucho que entrenar hoy, así que, lárguense.
—¿Qué clase de capitán eres tú? Han estado aquí durante horas sin descansar un solo minuto. Es
béisbol no el ejército.
—No lo entenderían —dijo viendo con dureza a Min, quién simplemente parecía evitarlo.
—Así que fuera de aquí.
Se dio la vuelta y les dio la espalda antes de alejarse de la malla, regresando junto con el resto de
sus compañeros de equipo.
Taehyung era su hermano, y lo amaba, pero él... no pertenecía a su círculo social. Nunca tuvo
problemas con eso hasta ahora, usualmente Taehyung evitaba a cualquier persona con quién no
pudiera debatir intelectualmente o que pudiera causarle mucho dolor físico; pero ahora, lo veía por
todas partes hablando con cada vez chicos más y más dañinos para su imagen.
Es decir, estaba sentando con Agustus Min, jugando con la ridícula boina de este y colocándole el
brazo sobre el hombro mientras reían, aunque todo el mundo les veía. Además de que Jungkook
tampoco era precisamente la mejor opción para ser su amigo.
Sí, prefería lo tiempos donde su hermano estaba solo.
—Parece que tienes un par de fanáticos, eh... ¿Seokjin?
El mayor arrugó la nariz ofendido. Cuando el resto del equipo comenzó a reír burlonamente, odiaba
cuando hacían eso, pero no había mucho que hacer, él mismo se lo había ganado por permitir tanta
cercanía de ellos.
Estuvo a punto de decir algo estúpidamente grosero, cuando alguien más habló por él.
—De hecho, son fanáticos míos —dijo Jungkook redireccionado todas las miradas hacia él. —
Aunque bueno, después de esta noche ¿Quién no será fan mío?
—Eres un engreído, Jeon —dijo Daniel, quien solo negó riendo y se dio la vuelta para caminar
hacía en montículo en medio del campo de béisbol—. No fastidies.
—Oh, vamos, muchachos. Veo demasiada negatividad en sus rostros. Yo propongo un receso, ¿Qué
les parece?
—¿Quién te crees que eres? —Seokjin le vio molesto. A veces le agradaba Jungkook, la mayoría
del tiempo quería golpearlo—. Tú no tomas las decisiones aquí.
—Suena bien —secundó uno de sus compañeros. —Sí, todos estamos exhaustos.
—¿Qué? —Los chicos asintieron mientras veían a Seokjin. —Oh, vamos. No puede ser que estén
así de cansados.
Jungkook se tocó el pecho, fingiendo pesar y negando con la cabeza.
—Son solo humanos, capitán. Solo humanos.
El entrenador apareció detrás de ellos e hizo sobresaltar al mayor con el sonido se su silbato.
—El chico nuevo tiene razón, además de que siento que voy a morir del hambre. Vayan a
descansar, muchachos —ordenó el entrenador —, los veré de nuevo a las cinco.
—¡Sí, entrenador! —gritaron los muchachos y se dispersaron en medio del lugar, incluyendo a
Jungkook.
—Alto, espera, Jeon —le llamó el hombre antes de que se alejara lo suficiente.
—¿Todo en orden? —preguntó ansioso por marcharse.
—Sí, es solo que ya que, aunque eres un miembro de respaldo; me parece lo correcto que tengas
esto— dijo tomando una bolsa y entregándosela al chico.
Jungkook la abrió, en su interior se encontraba parte del uniforme del equipo. La camisa, gorra y un
par de complementos más.
Nunca había pertenecido a ningún círculo. Y por un momento, se sintió bien el ser aceptado.
—Gracias... entrenador. Esto es genial. Lo digo sinceramente. —La tomó sonriendo.
—La chaqueta es algo de los chicos, supongo que ellos te la darán... algún día —bromeó—. ¿Cierto,
Kim?
Seokjin estaba de pie detrás de Jungkook, el pelinegro se sobresaltó ligeramente al notarlo allí.
—Eso no pasará —dijo sujetando el tirante de su mochila para darse la vuelta y salir del campo.
—Como sea, te quiero aquí a las cinco, Jeon, jugarás si tienes suerte. Ahora ve, esos dos llevan
horas esperándote.
—Estaré aquí.
Jungkook acomodó su ropa, colocándose su camisa y sudadera, y luego atravesó la reja de salida
sujetando la bolsa de su uniforme con él.
Cuando llegó al lado de los otros dos les sonrió cómplice. Era un gran día para él; uno de esos en
los que olvidaba por completo que él no pertenecía ni a esa ciudad, ni a ese lugar, mucho menos a
ese equipo.
Su mente estaba lúcida; después de su último ataque parecía estar lleno de energía. Y más atrevido
que de costumbre.
—¿Qué se supone que haremos ahora? —preguntó Yoongi cuando los tres comenzaron a caminar
juntos.
—No sé ustedes, pero yo muero del hambre.
—También yo. ¿Vamos por hamburguesas al centro? —sugirió Min revisando su reloj—. "Chesse
and cake" se mantiene vacío a esta hora.
—¿Qué es eso? —Jungkook había comenzado a conocer la ciudad. Y ahora el centro era su lugar
favorito del momento.
Había tiendas y restaurantes por todo el lugar, lo cual le hacía sentir al pelinegro un poco menos
ajeno a la realidad.
—Una cafetería —aclaró Taehyung— es un lugar más para socializar que para comer.
—¿A qué te refieres con eso?
Yoongi rodó los ojos y comentó: —La gente popular va a perder el tiempo allí. Pero su pastel de
queso es fenomenal y antes de las cuatro puedes tener todo lo que puedas comer por cinco dólares.
—Lo último me convenció, andando. Taehyung se removió incómodo.
—Es un lugar para gente pretenciosa, chicos, y nosotros somos los marginados. ¿Quieren que nos
golpeen o qué?
—Deja la paranoia, Kim. Es un país libre, podemos ir a dónde queramos. Además, si quieren
problemas, pues vamos y les partimos la cara —dijo Agustus.
—Tú ni siquiera sabes pelear.
—Yo no, pero ustedes sí. Son mi barrera humana de protección.
—¿Recuérdame por qué está con nosotros? —le dijo Taehyung a Jungkook señalando a Min.
—Sabe demasiado —dijo Jeon tratando de no reírse.
—Y aún tienen mucho que contarme.
—¿A quién demonios se le ocurrió decirle la verdad? —maldijo el castaño.
—A ti.
—Oh... cierto.
Yoongi pasó un brazo por encima de los hombros de ambos chicos pese a que le superaban en
altura, quedándose en medio mientras se burlaba.
—Es el poder de la amistad —les dijo.
Los tres caminaron por la calle exterior de la escuela, dirigiéndose como muchos de sus compañeros
hacia la zona comercial del condado Mariposa.
Hacía frío, y mientras avanzaban, Jungkook se detenía a ver a las personas pasar, las vitrinas
relucientes. Era imposible negar lo pintoresco de las calles y que era imposible compararlas con la
metálica vida y ciudad de duro concreto que conocía tan bien.
Una juventud que merecían disfrutar.
Cuando se pararon frente a la afamada cafetería, algo similar a la nostalgia invadió a Jungkook.
Porque lucía exactamente como si hubiese salido de alguna serie ochentera de internet y porque la
última vez que estuvo en un lugar así tenía siete años.
Los chicos entraron delante de él y buscaron una mesa redonda en la esquina del lugar.
Las paredes eran de un verde suave, y las sillas blancas.
Taehyung se sentó frente a él. Había un gran cartel con una malteada en la pared detrás del chico
con la leyenda: "Está lleno de leche". Jungkook quiso burlarse, pero no era momento para sus malos
pensamientos.

—Bien, jóvenes. Estamos aquí para poner al corriente a este estúpido acerca de nuestro plan para
salvar el mundo. —Jungkook comenzó a hablar colocando ambas manos sobre la mesa.
—¿Salvar el mundo?
—Mi mundo.
—Jungkook... deja de decir tonterías.
—Vengo del futuro, tengo derecho a ser más dramático.
La mesera se acercó poco después de que se sentaron, dándoles apenas tiempo para ojear el menú.
—¿Qué van a comer, chicos? —les dijo interrumpiendo su conversación. Amable hasta que
reconoció a Taehyung en la mesa.
—Oh, mierda... —masculló Taehyung bajando la cabeza.
Yoongi lo notó y comenzó a hablar por él. —Sí, sí. Dos hamburguesas con papas y malteadas, y
uhm... —dijo, entonces volteó a ver al pelinegro.
—Yo quiero una ensalada —ella asintió— una ensalada de la casa con pasta y jugo de mora —
ordenó guiándose por el menú.
—¿Algo más?
—Estamos bien por el momento...
La mujer apenas prestó atención a su orden, estaba viendo con molestia al castaño quien intentaba
pasar desapercibido. Jungkook al darse cuenta, pasó la mirada de ella a él un par de veces hasta que
ella se marchó.
—¿Qué fue eso? —preguntó indignado el pelinegro a Taehyung.
—¿Qué cosa?
—Uhm... ¿Por qué la mesera te vio como si le desagradaras?
—No lo sé, está loca, ni siquiera la conozco.
Ella regresó cargando consigo las bebidas; las dejó sobre la mesa con fuerza, casi golpeando la
charola con la mesa, en medio de un ambiente pesado.
—Ahora traeré su comida —dijo y volvió a marcharse. Los dos pelinegros volvieron a ver a
Taehyung con intriga.
—¿Nos dirás ahora?
—No, ya les dije que no la conozco.
—Ella parece que a ti sí —intervino Jungkook comenzando a beber su jugo.
—No es cierto, ¿Por qué mientes?
—Le debo dinero.
—¿Si no la conoces por qué le debes dinero? —cuestionó Yoongi atrapándolo aún más.
—Taehyung... ¿Qué ocultas? —Jungkook frunció el ceño, curioso y con una sonrisa casi burlona.
—¡Nada! Dejen de molestar —dijo ajustando sus anteojos mientras les veía con enojo.
—Como quieras...
Ambos se quedaron en silencio viéndole fijamente, sabiendo que el pobre castaño no soportaría la
presión social por mucho tiempo.
Chasqueó derrotado. —Maldición, está bien. Quizá haya aceptado salir con ella una vez y luego la
dejé plantada con la entrada del cine...así que técnicamente sí le debo dinero.
—Alto. ¿¡Qué!? Tiene como treinta años, ¿Qué sucede contigo?
—Tiene veinticinco y yo solo quería un waffle gratis, no una cita.
—Y luego dices que el idiota soy yo —le reprendió Jungkook. —¿Qué tienes las mujeres mayores?
—No sé qué me impresiona más. Si las cosas que haces por un postre o qué realmente alguien
quisiera salir contigo —dijo Agustus—. ¿Qué eres un gigoló o algo así?
—¡Oye! ¿Y eso qué tendría de extraño? Soy muy deseable.
—No lo sé, tú eres tú.
—Oh, por favor. Cállense ambos, par de vírgenes, siento que estoy presenciando una pelea de
tarados.
—¿Y tú qué? ¿Eres todo un galán?
—Lo soy, de hecho. —Ladeó la cabeza—. Antes de venir aquí creo que fui popular.
—¿Nuevas memorias? —le preguntó Taehyung concentrándose más en las palabras de Jeon que en
la mesera con la comida a su lado y que se alejó cuando no consiguió encararlo.
—Sí, y al menos unas diez de esas están en clasificación para adultos. —Jungkook tomó el plato
con ensalada y comenzó a comer.
—¿Qué quiere decir con eso? —dijo Yoongi. Tanto él como Kim habían comenzado a comer con
tranquilidad sin importarles mucho las dudas del chico.
—No lo sé, lo estuve pensando y parece que tuve una buena racha al mudarme aquí, bueno, allá.
—Espera, ¿Qué pasó con el chico solitario de San Francisco? — Taehyung estaba fascinado, su
futuro cambiado alteraba rasgos de su actitud.
Después de todo, el futuro no era nada sin el pasado.
—Yo... recuerdo más peleas y sexo que soledad.
—Estoy confundido —dijo Yoongi.
—Digo que aparentemente, alguna vez pude follarme a quien yo quisiera. —Ambos voltearon a
verlo asqueados. —Eso explica que me metiera en peleas, ya sabes, quizás haya arruinado un par de
relaciones.
—¿Tus recuerdos son más concretos ahora? —dijo Taehyung, desde la última vez que su memoria
cambió había estado comportándose más y más extraño.
—Lo suficiente como para saber que me gusta que me muerdan y las clavículas de la gente.
—Oh, eres asqueroso —le dijo Taehyung acomodándose los anteojos.
—¡Vamos! No es como si no hubieran hecho algo así antes. —Ninguno de los dos contestó—.
Bueno, contigo no necesito preguntarlo —dijo viendo al castaño que volteó la cabeza apenado—,
¿Qué me dices tú, Min?
—Uhm... no te interesa —le contestó este.
—¡Oh, vamos! Tus ojos están llenos de perversión, no puedes engañarme a mí.
—¿Qué caso tiene? A estas alturas de mi vida creo que es... —Soltó aire pesadamente—. Bien, si lo
que intentas preguntar es si soy virgen o no, la respuesta es no.
—No me esperaba eso. Como sea, la "virginidad" no es algo real más allá de lo social. Sería más
apropiado decir que comenzaste a... Ya saben. Y ya.
—Lo sé. La gente me ve siendo raro y piensa que soy incapaz de hablar con una chica linda. En
fin... no es como si negarlo cambiara el hecho de que pasó.
—Pensé que serías alguna clase de activista pro-abstinencia o algo así.
—La primera vez pasó y luego no lo sé...
—¿Fue así de mala?
—Golpeé la cabeza de la pobre chica por accidente, fue terrible. —Apretó los ojos, recordando tal
vergüenza.
—A mí me sangró la nariz sobre el pecho de un chico... la habitación parecía una escena del crimen,
lo juró. —Jungkook hablaba con gracia, hablar sobre eso era tan cotidiano para él, y realmente se
sentía feliz de ver cómo sus amigos bajan poco a poco sus tabúes.
Taehyung a su lado se quedó callado, él no tenía nada que aportar a la conversación en ese sentido.
Y Jungkook, no podía evitar pensar en saber que el chico no sabía más allá del sentido teórico del
tema mientras lo veía de reojo medio sonrojado con el sol brillando tras su perfil.
—Un chico... —masculló Min pensativo.
—Todos estamos de acuerdo en que yo duermo con hombres, ¿Cierto?
—Y eso... ¿Duele?
Jungkook soltó una pequeña risa.
—Depende de qué lado estés. Aunque al final te acostumbras, y es... bastante similar a lo
convencional.
—Parece que tienes experiencia...
—Un par de personas después y comienza a parecerme gracioso.
Taehyung y Yoongi se vieron entre sí incrédulos y luego se formó un silencio lleno de duda.
—¿Qué pasa con ustedes dos? —Volvió a hablar Jungkook—. No es la gran cosa. Parece que salgo
con un par de ancianas en lugar de dos adolescentes.
—No somos la misma clase de adolescente que tú, evidentemente. —Taehyung mantenía su mirada
en la mesa, fija en su almuerzo. Tenía muchas preguntas y la sensación de calor que se extendía
cuando Jungkook hablaba eufórico parecían afectarle a él también.
Quizá era un efecto secundario de su energía. O quizá, solo sus hormonas reaccionando a las
sensaciones que le hacía revivir.
Y no, él no quería ser esa clase de chico; pero, aun así, su cuerpo se comportaba de formas que
nunca le habían preocupado.
—Leí que los animales en las granjas consumen tantas hormonas que a largo plazo afectará a los
humanos del futuro, debe ser eso. Por eso Jungkook es promiscuo y hormonal —cuestionó Min.
—Primero que nada, no soy promiscuo, y segundo no como carne.
—Acabas de contarnos cómo te acostaste con al menos diez personas diferentes, dime tú a mí, si
eso no es ser promiscuo, no sé qué lo sea.
—Se le llama ser sexualmente activo, y no es nada fuera de lo común mientras estés de acuerdo con
hacerlo. Diablos, que en serio tengo que actualizarlos —dijo Jungkook.
Taehyung se quedó meditando, entonces, por fin recuperó la compostura para hablar.
—Quizá sea el agua. No sé, la contaminación o la sociedad decadente.
—Tienen razón, no somos la misma clase de adolescente. Yo soy divertido, y ustedes me
avergüenzan.
—Oh por favor, ¿Qué eres?
—Soy un chico malo.
Min se atragantó con su malteada mientras reía. —¿Tú? ¿Un chico malo? Te vi llorar por mi guion
de Romeo y Julieta —le dijo Yoongi.
—En mi defensa, fue muy intenso. Cierra la boca, fenómeno.
—¡Oye! Eso solo está bien cuando yo lo digo.
—Sí. Eso solo está bien cuando él lo dice —le reprendió Taehyung.
—¡Él me llamó promiscuo!
—Oh, Jesús. Cállate, Jungkook. No eres un chico malo, solo eres un idiota.
—¿Qué acaso este es el día de atacar a Jeon Jungkook?
—Sí, el martes fue día de tacos y mañana será día de molestar a la señora de enfrente —se burló
Taehyung.
—No debí enseñarte a ser sarcástico.
—Se me da natural.
—¡Chicos! —dijo Min, redirigiendo su atención hacia él—, nos estamos desviando del tema, no es
momento para esto. Dijeron que iban a explicármelo todo, ¿Cierto? Bien, estoy esperando.
Había pasado días intentando entender por completo lo que sucedía. Y hoy estaba decidido a
hacerlo.
—¿Quieres comenzar tú? —Jungkook volteó a ver al castaño, esperando su apoyo antes de
comenzar a hablar.
—No, no. Empieza tú.
—Pues... déjame ver. ¿Por dónde empiezo? —Bufó, no había forma fácil de decir esto—. Mi
nombre es Jeon Jungkook, nací en Busan, tengo dieciocho, y pertenezco al año 2019.
—Esto no es alcohólicos anónimos, Jungkook. Ve al grano.
—El grano está en tu frente, Taehyung.
—¡Oye! —gritó inmediatamente cubriéndose la frente. Porque sí, había pasado todo el día
intentando ocultar el hecho de que una gran masa adolescente crecía en su frente.
—No se ve tan mal, ¿Cierto? ¿¡Cierto!?
—Digamos que hay un poco de cara en tu grano —le respondió Jungkook.
—¡Chicos! —intervino Min, hablar con esos dos era como hablar con un par de niños pequeños—.
¡Lo hacen de nuevo! Seriedad, por favor.
—Estoy intentando hacerte entrar en contexto —continuó Jungkook, y Taehyung rodó los ojos—.
Como te decía antes de ser brutal y dolorosamente interrumpido, sí, vengo del futuro. Y estoy
atrapado aquí con la versión joven de mi madre, y un grupo de científicos que quieren hacerme
brocheta de cerdo.
—Ew, menos específico, gracias —el castaño arrugó la nariz.
—¿Cómo llegaste aquí?
—La situación es la siguiente... —se rascó el cuello—, y es que... no sé cómo llegué aquí. Y por lo
tanto, tampoco sé cómo regresar —le sonrió encogiéndose de hombros.
—¿Y tu madre? ¿No puedes hablar con ella? ¿Dónde está?
—Sunhee, ella es mi madre. ¿Por qué no vas a preguntarle allá afuera?
Yoongi y Taehyung, voltearon a ver hacía la ventana, solo para encontrarse con Sunhee y Seokjin
caminando por la calle mientras compraban tomados de la mano.
—¿Desde hace cuánto están allí? —dijo el castaño, irreverente. Su hermano odiaba que él se
acercara al centro, se la pasaba diciendo que era un lugar estúpido. Pero allí estaba, como el
hipócrita que era.
—No lo sé. ¿Diez minutos? En fin, ella es mi madre, y tengo que soportar a su estúpido novio
también.
La chica tembló de frío; Seokjin se quitó su suéter para entregárselo mientras ella agradecía con una
pequeña sonrisa.
Los dos menores habían dejado de ponerle atención a Jungkook al hablar. Ambos estaban
concentrados en la escena empalagosa de diferentes formas.
—¡Oh, por favor! ¿No me jodan con que a los dos les gusta mi madre o voy a cortarme el cuello?
—dijo, moviendo la mesa para llamar su atención.
—A Taehyung sí —incriminó Min cuando el otro se quedó callado.
—¡No es cierto!
—Sí lo es. Dile a tu amante del futuro lo que hiciste a inicios de semestre.
—Es una estupidez que no resultó bien, es todo. —Vio con severidad a Yoongi—. Y tú, eres
terrible para guardar secretos.
—Parece que ustedes dos hablan mucho cuando yo no estoy. —Ofendido—. Dime que no intentaste
besarla.
—¿Qué? No.… yo solo... —masajeó su nariz entres sus dedos pulgar e índice—. La invité a salir, le
envié una nota firmando con mi apellido y luego ella salió con mi hermano, no es la gran cosa. Fue
algo temporal.
—Ajá...
—¿Hiciste qué? —Jungkook le dio un golpe en el brazo.
—¡Duele! ¿Y eso por qué fue?
—¡Es tu culpa que tenga padrastro entonces!
—No. Yo no los obligué a casarse, eso es culpa de ella, tarado.
Yoongi se quedó viéndolos a través de la ventana hasta que desapareció de su campo de visión,
deseando poder saber qué estaban diciendo, ignorando a los otros dos.
¿No se supone que Seokjin debía entrenar también? ¿Qué hacían ellos allí?
Era totalmente ajeno a saber que él solo la acompañó hasta el lugar y luego se marcharía.
—Pobrecilla... —musitó Yoongi—. Ella no tiene la culpa.
—¿A qué te refieres? —Jungkook, curioso.
—Ella no tiene la culpa de haber parido a alguien tan pero tan imbécil.
Recibió un golpe del pelinegro mientras Taehyung intentaba contener la risa.
—Está bien, señor bromista. Como sea, volviendo al tema, salí a pescar con Seokjin un día, me caí
al agua y terminé aquí.
Yoongi se quedó callado mientras su sonrisa se desvanecía siendo reemplazada por una expresión
incrédula poco a poco.
—Espera... ¿¡Eres hijo de Seokjin!? ¿¡Seokjin ti-tiene un hijo¡?
Taehyung no pudo resistirse más, y comenzó a reír con fuerza, mientras Jungkook negaba con
ambas manos ante la interrogante del nuevo miembro de su equipo.
—¿¡Qué!? ¡No, no, no, no! Bueno...
—Pero tú dijiste que...
—¡Padrastro! ¿Está bien? Seokjin se casó con mi madre en abril. Nos mudamos aquí en junio. No
aquí... pero tú entiendes.
Yoongi asintió. Bueno, era muchísima más información de la que esperaba.
—Entonces... ¿Él no es tu padre?
—¡No!
Respiró tranquilamente de nuevo.
—Bien... ¿Qué pasó con tu padre?
—Él y mamá no congeniaban en realidad. Se separaron cuando yo tenía doce. Años después,
Seokjin reapareció en su vida, en fin, ya sabemos cómo terminó eso.
—Eso explica por qué lo odias.
—Es un cretino. En el futuro y ahora. He intentado los últimos meses hacer que se aleje de mi
madre y lo único que he logrado fue perder un recuerdo valioso y quemarle la chaqueta.
—Eso suena a un plan bastante arriesgado.
—Te lo agradezco, Taehyung piensa que es una estupidez, pero al menos alguien aquí me
comprende.
—Oh, no. No me mal entiendas, viejo. Yo también pienso que es algo muy estúpido, pero... por otra
parte, tampoco soportaría vivir con él diciéndome qué hacer.
—¿Ves? La única persona a la que le agrada Seokjin es a Tyler aquí presente. —Señaló a Taehyung
a sus espaldas con el pulgar.
—Juro que voy a golpearte si vuelves a llamarme así... —Apretó los ojos—. Es mi hermano, par de
ineptos. ¿Qué esperaban?
—Alto, alto, alto —intervino Yoongi agitando la cabeza—. Si ella es tu madre... y Seokjin es tu
padrastro, eso haría de Taehyung... ¿Tu tío?
—¡No! —dijeron al unísono.
—Es decir, políticamente tal vez. Pero yo no tengo nada que ver parentalmente con los Kim.
—Eres un imbécil, Jungkook.
—¿¡Y ahora qué fue lo hice!?
—Maldición, descubriste que puedes viajar en el tiempo. Deberías haber llevado la paz a medio
oriente o curar enfermedades, no volver y manosearte con tu tío.
—Creí que ya habíamos aclarado que no soy su tío...
—Ni tampoco arruinar el romance de verano de tu madre.
—Ese no es el punto. La cuestión aquí es que no tengo idea de cómo regresar a mi año.
—¿No olvidas decirle algo? —sugirió el castaño llenándose la boca de papas fritas y salsa.
—Le hice un oral a Taehyung en el auto.
—¡Eso no! —escupió junto con su comida.
—¡Dijiste que le diríamos todo!
—¡Sobre el experimento!
—Oh, eso —apenado—, pues aparentemente tengo demasiada electricidad adherida a mí, mis
emociones la detonan y además no sé manipularla, veo cosas cuando entro en trance, al punto de
sentir que estoy allí. Ah, y mis recuerdos cambian dependiendo del curso actual.
—Déjame ver si entiendo, si cambias algo importante para ti ahora... ¿Creas una nueva realidad?
—Algo así —Taehyung se acomodó los anteojos—, nuestra historia es una línea recta y con
Jungkook en ella, se creó una diagonal, paralela para él, para mí y hasta para ti, pero real para todos
los demás —le explicó.
—Significa que... ¿esta no es la realidad que me correspondía vivir?
—Probablemente no. Ni siquiera estoy seguro de que sea la mía tampoco —dijo Kim y Jungkook
guardó silencio.
«La realidad de ustedes dos, es bastante injusta» pensó. Y se sintió ligeramente feliz de saber que al
menos en esta, dos chicos solitarios eran amigos. Bueno, tres chicos contándose a sí mismo.
—Lo bueno, es que podemos coincidir en que es un gran momento, ¿Cierto? Yo propongo un
brindis.
—¿Brindis? —cuestionaron al unísono.
—Sí, por el comienzo de una extraña gran amistad —dijo alzando su vaso de jugo frente a los otros
dos, sonriendo al haber descubierto algo positivo—. ¡Salud!
—¡Salud! —le contestaron chocando sus copas entre los tres.
Sus emociones positivas le mantenían en equilibrio. Tanto como para que su energía fuese
inofensiva.
—Taehyung, reporte de avances —le preguntó animado. Después de semanas intentando arreglar
los apuntes del laboratorio habían logrado avanzar.
—Según mis datos, parte de tu existencia aquí se debe a un cambio gravitación dentro de un campo
eléctrico.
—¿Un agujero?
—Tal vez, aún no llego a esa parte.
—¿Es posible?
—Tendríamos que generar nuestro propio campo electromagnético. Y colocarte en el medio, es
todo sobre electricidad, y estática. Pero para eso necesitamos... cables y material que no tenemos.
—¿Dónde podemos conseguir algo así?
—No lo sé, supongo que podríamos ir a la central eléctrica e intentar conseguir un par de metros de
cableado. Y algo que funcione como imán.
Yoongi sonrió de lado.
—Sé dónde podemos conseguirlos. ¿Necesitas cobre, cierto?
Taehyung asintió. —Quizá no debemos buscar las cosas desde su exterior sino hacia su interior,
musicalmente hablando.
Ambos voltearon a verlo interesados.
—Habla, Romeo —dijo Jungkook, curioso.
—Como yo lo veo, lo que necesitamos es una bocina.
Jungkook negó con la cabeza. No había entendido eso último.
—¿Hablas de un amplificador? Esto no es como reparar un viejo estéreo. Sería mejor buscar
conexiones directas o...
—No —interrumpió Taehyung—, Agustus tienen razón. Las bocinas de los estéreos tienen imanes
adentro, eso podría funcionar.
—Incluso si tiene sentido, ¿Dónde encontraríamos una bocina así de grande?
Taehyung se quedó callado, meditando y utilizando su mente para encontrar una solución.
Volteó a ver hacia la mesa de al lado cuando un pequeño volante llamó su atención, las letras le
golpearon abruptamente junto con la solución.
—Un concierto.
—¡Exacto! —secundó Min—. Escuché que habrá uno la próxima semana.
—Entraremos, aún no tengo el plan pero quizá podamos lograrlo.
—Adoro la forma en la que arruga la nariz cuando tiene la solución —pensó en voz alta Jungkook
mientras veía al castaño, ganándose una mirada desaprobatoria de los otros dos. —Es decir... sí, es
una gran idea.
—Tu sinceridad es patética, amigo —dijo Min negando con la cabeza.
—Lo sé.
Habían terminado de comer; después de pagar la cuenta, (dejar propina a la mesera que los odiaba)
y levantarse terminaron vagando por las calles de regreso a su vecindario.
Yoongi se adelantó despidiéndose de los chicos y entrando a su casa a sabiendas de que se verían en
la noche para el partido.
Y los otros dos avanzaron hasta su propia casa, entrando por la puerta principal como casi no lo
hacían, querían llegar veloces a su habitación; pero fueron detenidos en la entrada.
"—Te veré en las gradas de la entrada de la escuela en quince minutos. "
Al entrar lo primero que escucharon fue a Seokjin hablando por el teléfono de la casa. Y segundo al
padre Kim extasiado de la felicidad al poder ver el partido de los jóvenes.
—¡Muchachos! ¡Vengan acá, están justo a tiempo para una fotografía! —Sacó la cámara y le llamó
para tomarse una fotografía juntos.
En el momento en el que soltó el flash, Taehyung se interpuso veloz para evitar que Jungkook
saliera en ella.
—Taehyung, ¿Qué intentas?
—Eso fue muy irrespetuoso —le dijo a su padre—. Jungkook le teme a las fotografías.
Jeon se cubrió el rostro, siguiéndole el juego. Sabía que no podía evidenciar su presencia allí.
—Tengo un trauma —serio.
—Oh, lo siento. No tenía idea de que fuera un temor legítimo...
—Lo sé, pero no te preocupes, lo superará, pero supongo que necesita tiempo. ¿Jungkook, me
sigues?
—Te sigo.
Los señores Kim estaban realmente sorprendidos por lo extrovertido que se había vuelto el castaño
y aunque la idea de que los estuvieran evitando no les encantaba, estaban felices de que Taehyung
actuase como alguien de su edad.
—¿Qué hay de ti? ¿Una foto? —le dijo el mayor a Seokjin quién ya estaba en la puerta dispuesto a
irse.
—No puedo, tengo que irme —le indicó y se despidió con la mano—. Los veré allá —dijo antes de
salir de la casa.
—Genial, dos hijos, uno falso, y ninguno le presta atención al viejo —dijo y se tomó así mismo una
fotografía.
En el piso de arriba, los menores se reían a carcajadas luego de la excusa más tonta de todas, y eso
que ya habían mentido demasiado.
—Tenemos una hora. ¿Qué planeas hacer?
—Tomaré una ducha —dijo Jungkook buscando una toalla en el perchero—. Puedes acompañarme
si quieres.
—Estar contigo en el agua no me inspira confianza. No quiero terminar electrocutado.
—Pensé que dirías que no confiabas en mí desnudo.
—Tampoco.
—"Like a virgin..." —canturreó sabiendo que Taehyung odiaba esa canción, y lo que significaba,
además.
—Sabes, considero que ser virgen es gran un acto de rebeldía.
—Oh, por favor, entiende que solo estoy jugando contigo, me hiere tu falta de humor — lo tomó de
los hombros.
—Saca tus hormonas de aquí, Jeon.
—Bien ya que me desprecias, iré a ducharme.
Jungkook le dio la espalda y caminó hacia el baño, minutos después el sonido del agua corriendo le
anunció que estaría solo por algún rato dejándole finalmente con sus propias ideas.
Taehyung se sentó en su escritorio mientras actualizaba su libreta, escribiendo inquieto e intentando
avanzar en aquello en lo que se había estancado.
Necesitaba construir algo lo suficientemente capaz de contener la energía. Es decir, algo que fuera
capaz de aislar la electricidad y entender cómo funcionaba el vórtice.
La llave de la ducha se apagó; el castaño estaba tan concentrado en sus apuntes que ignoró
totalmente a Jeon saliendo de del baño en ropa interior después de haberse secado y con el cabello
aún pegado a la frente.
El chico caminaba por la habitación buscando el resto de su ropa; Jungkook se quedó de pie frente
al espejo de cuerpo completo que estaba en la pared contraria al escritorio y se vio detenidamente
en el.
En realidad, nunca le había preocupado lo suficiente su estado físico. La pubertad le había hecho
perder un par de kilos y ganar centímetros de altura, y él estaba bien con eso, ser decente estaba
bien para él.
Pero no podía negar que estaba adornando la forma en la que los huesos de su cadera estaban
comenzando a marcarse, junto con su abdomen.
Había recibido tantos castigos durante los últimos dos meses que estaba seguro de haber hecho
muchísimas series de abdominales, y de correr kilómetros.
Quizás, tenía más potencial del que su vida sedentaria le permitía ver.
Y no podía negar, que le gustaba lo que veía. Se paró recto frente al espejo y dobló sus brazos para
ver sus bíceps endurecer, constatando que estaban creciendo.
Alzó una ceja, y le sonrió seductoramente a su reflejo mientras pasaba una mano por su cabello.
Demonios, que la línea ligeramente oscura que bajaba por su ombligo hasta perderse por su ropa
interior combinaba con su abdomen y pectorales.
Taehyung levantó la cabeza de su libreta cuando encontró la habitación extrañamente silenciosa.
Había una pequeña repisa de vidrio frente a él desde la cual podía ver a Jungkook de espaldas.
Sin buscar levantar revuelo, volteó a verlo disimuladamente mientras el otro tonteaba con su reflejo
y contraía los músculos de su espalda en una perfecta muestra de testosterona contenida en aquel
raro espécimen que era el pelinegro
Kim tragó saliva; las medidas de la espalda del chico habían cambiado de cuarenta y ocho
centímetros a cincuenta y tres según su evaluación física semanal.
Impresionado, Taehyung estaba impresionado por lo bien que su cuerpo respondía a los estímulos
corporales. Y peor, lo mucho que él estaba disfrutando sus avances.
Porque convertir a su experimento en un modelo de Armani también contaba como avance,
¿Cierto? Bueno, incluso si no, eso no significaba que no podía estar complacido con los efectos
secundarios.
Jungkook se dio cuenta que lo observaba; también lo veía a él en el espejo. El castaño tenía ambas
cejas alzadas, y la boca ligeramente abierta mientras parpadeaba.
Se mordió el labio y flexionó ambos brazos a los costados para arquear su espalda hacia atrás.
También frotó su cuello y giró ligeramente su cintura, sí, definitivamente le gustaba lo que veía.
Y él no el único.
—Soy sexy, lo sé —dijo en voz alta, levantando la vista para hacerle saber a Taehyung que estaba
consciente de lo mucho que lo veía.
El castaño reaccionó asustado y se volteó de regreso a su libreta fingiendo inocencia.
—¿Disculpa?
—Puedes tocar si quieres, todo lo que ves está a tu disposición.
—Yo no estaba viéndote. Estaba evaluándote, es diferente.
—No te engañes. Eres un pequeño mirón pervertido.
Taehyung se puso de pie al mismo tiempo mientras soltaba una carcajada.
—Nadie te juzga a ti por ser un narcisista de mierda.
—¿Yo?
—Sí, tú. No todo se trata sobre ti.
—La última vez que revisé todos los planetas giraban a mi alrededor.
—No sé porqué me molesto si eres un tarado.
—Demonios, eso me hiere —fingió dolor en su pecho—. Yo no soy el fisgón aquí. Además, es
difícil saberlo cuando lo único que veo es a mí mismo.
—¿Qué pretendes? —le dijo con descaro mientras Jungkook se burlaba de él.
—Heriste mis sentimientos, tienes que compensarme.
—¿Qué? En vez de estar aquí, jugando al stripper deberías apresurarte para regresar al juego.
—Estoy en la banca, ni siquiera importo.
—El entrenador confía en ti.
—Eso es irrelevante, aún no olvido el hecho de que me siento muy expuesto por tu culpa justo
ahora.
—Pues vístete, genio.
—O....
—¿O?
—Tú podrías comenzar a desvestirte.
Taehyung abrió los ojos con sorpresa. Testosterona era igual a libido, y eso era demasiado notorio
en su tonto amigo.
—Alucinas. Estás demasiado lanzado hoy.
—¿Qué te tiene tan cohibido? ¿Si yo fuera Sunhee lo harías?
El castaño ladeó la cabeza, con los ojos entrecerrados. Él estaba... ¿Celoso?
—¿Realmente crees en lo que dijo Agustus sobre ella?
—No lo sé, quizá.
—Relájate, Jeon. Es linda, pero no me interesa tu madre, ya es suficiente para mí la idea de que
salga con mi hermano como para sumarle a eso el hecho de que literalmente saliste de ella.
—Primero, eso es perturbador y segundo, quisiera verte decir eso sin camisa.
—¿Cuál es tu obsesión con que me desvista?
—¿Cuál es tu obsesión con cubrirte tanto?
—Yo pregunté primero.
—No me interesa. Solo quiero ver con claridad lo que ocultas debajo de ese feo chaleco.
—¿Y si no lo hago qué probaría?
—Que estás asustado.
—No intentes retarme.
—Hazlo entonces.
Taehyung asintió con la cabeza. Aceptando el reto cuando se despojó la primera prenda que le
protegía.
Usualmente utilizaba ropa ligeramente más grande para verse más "cuadrado", es decir, sus
hombros y su altura estaban bien, se sentía bastante seguro de ellos, pero más allá de su torso sentía
que su cuerpo no encajaba.
No acostumbraba cambiarse frente a él y las pocas veces que le había visto así estaba demasiado
concentrado en el exterior como para pensar en sus inseguridades.
—No tienes ni idea —le dijo al pelinegro, cuando se quitó la camisa y respiró con fuerza.
—Muéstrame.
Su cuerpo no era específicamente delgado, y la curva que se formaba abajo de sus costillas le
acomplejaba de tal forma cuando se volvía pequeña en su cintura y luego se ensanchaba con
descaro hacia su cadera.
Tenía un perfectamente pecho definido, en contraste con el resto de su torso. Todo en Taehyung,
aunque plano, era masculinamente bien proporcionado.
—A diferencia de ti, no necesito un montón de ejercicio para verme así.
Dio un paso al frente y colocó una de sus manos sobre el pecho de Jungkook.
Compartían la misma altura, pudo contemplar su expresión intrigada cuando este le dijo:
—No entiendo por qué insistes en ocultar todo esto —masculló, intentando llevar sus manos a su
cadera para acercarlo. Tenía una debilidad por la forma recta de sus hombros, lo masculino de sus
clavículas y una obsesión con lo trigueño de su piel.
Taehyung no se intimidó ante él; su moral y su timidez se desvanecían por segundo.
Aun así, retrocedió cuando sintió un ligero roce duro en su estómago del cuerpo adolescente y
necesitado del otro.
—Es evidente —dijo riendo. Dándole la espalda y caminando hacia el armario para cambiarse de
ropa.
Jungkook agitó lo cabeza, apenado.
No sabía qué estaba pasando, pero le fascinaba. Ver el castaño con tanta confianza, era demasiado
provocador.
Aclaró la garganta. Y le imitó al colocarse su uniforme del equipo, esa camisa de rayas azules que
se complementaba con su pantalón blanco y calcetines altos también azules.
—Creo que será mejor apresúrarnos.
Cuando bajaron vivieron los diez minutos más incómodos por parte de los padres del castaño
cuando los detuvieron de nuevo en la salida.
Finalmente, se encontraron caminando de regreso a la escuela para el gran debut de Jungkook, el
beisbolista, o bueno, Jungkook el chico de la banca.
Las estaciones cambiantes, al igual que el cielo, marcan el paso del tiempo de forma silenciosa, y
artística.
Siendo inadvertidos por los ojos comunes y expuestas únicamente a aquellas que necesitan ver más
allá.
El pelinegro se fijó en que la libreta del chico era lo único que llevaba consigo, a diferencia de él
con toda su bolsa deportiva al hombro.
—¿Por qué la trajiste? —preguntó.
—¿La libreta? Por si necesito anotar algo importante.
—Es un partido de béisbol, ¿Qué podría ser importante?
—Últimamente también estudio los comportamientos humanos, actitudes, cosas como esas.
—¿Me mencionas a mí?
—Eres mi sujeto de prueba, tu nombre está por todos lados —dijo dejando salir una pequeña risa—.
Creo que hasta he anotado cosas innecesarias solo para recordar que te gustan.
—Eso no es justo.
—¿Por qué?
—Porque yo apenas sé de ti.
—¿Qué quieres saber?
Lo meditó. Había muchas cosas que quería saber, no sabía por dónde comenzar.
—¿Signo zodiacal?
—¿Es en serio? —le sonrió con más vergüenza que ternura—. Capricornio.
—¿Libro favorito?
—"El viaje al centro de la tierra", de Julio Verne.
Se alejaron del área residencial cuando vagaron por los árboles alrededor de la carretera
desviándose de su curso sin razón aparente.
Jungkook se sentía emocionado con el uniforme, aunque pareciera un idiota por los calcetines altos.
Taehyung en contraste, usaba un sudadero amarillo y pantalones de mezclilla, junto con converse
blancos.
Jeon meditó en silencio y luego se atrevió a preguntar:
—¿Por qué dejaste de jugar béisbol?
—¿De dónde sacas eso?
—Seokjin dijo que eras una segunda base increíble, pero que tú no...
—Simplemente —le dijo seco— me alejé de un mundo que no me pertenece.
—Creo que te subestimas demasiado. Apuesto a que eres genial.
—No se trata de eso. Sé que soy bueno.
—¿Entonces de qué?
Suspiró. —El deporte es todo para mi hermano, no podía quitarle eso también. No quería que me
odiara más.
—¿Qué? No digas eso, él no te odia.
—Crecer a la sombra de alguien te hace ser observador.
—¿Te sientes opacado por él?
—Alguna vez... sí. Pero al crecer dejó de ser así. Dejó de importarme, pero a él... —Se encogió de
hombros—. No lo sé, es como cuando nuestros padres hablan sobre nosotros.
—Tus padres son excelentes, no exageres.
—Lo son, para mí. Pero no para él, papá lo presiona mucho a jugar bien, dice que es la única en la
que puede sobresalir. Es como si eso fuera su única cualidad. Nunca ha perdido la oportunidad para
recalcarle que no es lo suficientemente inteligente para algo más.
—¿Y tú?
—Yo soy quien se saltó un par de años de escuela y ahora consiguió ofertas para becas completas
en universidades prestigiosas.
—Él es tu sombra... —musitó con tristeza.
¿Qué pasaría después de que perdiera la pierna? Se sentía cada vez más culpable de callar algo tan
importante como eso.
—No iba a robarle la atención del juego también. No se lo merece.
—Nunca creí que tu padre fuera la clase de persona que compara a sus hijos.
—La relación entre nosotros tres es compleja. Además, creo que todos los padres cometen ese error.
—Al menos tienes buenos recuerdos junto a ellos.
—Quizá solo de la infancia, como venir juntos al bosque.
—¿A qué?
Taehyung se quedó quieto, y con ambas manos en sus bolsillos, soltó.
—Papá solía buscar troncos secos para la chimenea, por aquí. Nos divertíamos mucho, aunque
Seokjin y yo éramos todo un dolor de trasero para él en ese entonces.
Sonrió a medias. —¿Por qué lo dices?
—Por eso —señaló cuesta abajo un árbol casi ya sin hojas, del cual colgaba en una de sus ramas un
par de neumáticos atados con cuerdas gruesas simulando dos columpios.
—¿Qué?
—No teníamos mucho dinero, ni espacio para jugar, así que papá hizo eso para nosotros. Mi
hermano y yo... solíamos venir aquí cuando éramos niños para jugar con las hojas y a correr como
estúpidos.
—¿Y eso cuándo terminó?
—Uhm... crecí, supongo. Él también.
Había sentimientos que Jungkook no alcanzaba a comprender; era hijo único y sus padres estaban
divorciados, eso le convertía en alguien solitario y le hacía pensar en lo mucho que le habría
gustado tener un hermano.
—Él se convirtió en idiota y tú en antipático.
—Exacto.
Jungkook le tomó del brazo para hacerle caminar.
—Venga, chico listo. Vamos a jugar.
—¿Qué dices? —negó apartándose.
—Te has puesto un poco sentimental, es hora de aligerar el ambiente. Ven, toma mi mano.
—Jungkook, esto es una tontería —le dijo buscando esconder su rostro en un intento de que su
extraña sonrisa no fuese aún más evidente. — Es para niños solamente, ha pasado demasiado
tiempo.
—No temas hacer el ridículo. No debería importarte nada ni nadie más, solo importa lo que tú
sientas, lo que tú desees.
—¿Y si digo que no quiero ir?
—Estarías mintiendo, y cariño, eres un terrible mentiroso.
—Estás siendo todo un personaje justo ahora —se burló de él, mientras veía las hojas secas por todo
el lugar.
—Los personajes ficticios somos sujetos bastante encantadores.
Taehyung negó con la cabeza, mientras dejaba de pensar por un segundo. Quizá, una parte de él
realmente anhelaba sentir todo aquello.
—¿Carrera hasta los columpios?
Jungkook no tuvo oportunidad de contestar, Kim comenzó a correr cuesta abajo al terminar de
hablar. Ganando ventaja mientras reía a carcajadas.
—¡Detente! Eso es trampa.
Su sudadera era ligera para la estación, y el aire frío de un entrante octubre que comenzaba a
acechar se clavó en su espalda.
Taehyung llegó antes al columpio y se sentó en aquel viejo neumático que se encontraba en una de
las ramas de un árbol. Se sentía más pequeño de lo que recordaba, era todo un hombre ahora y sus
piernas tocaban perfectamente el llano por lo que podía impulsarse a sí mismo.
Le resultaba irónica la forma en la que sus tennis se habían llenado de tierra, al pensar en los pocos
momentos en los que había disfrutado tanto de toda la naturaleza a su alrededor, con el sol y la brisa
haciéndole resplandecer mientras internamente se negaba a admitir que era un chico como cualquier
otro.
Más allá de ser aquel prodigio, el chico perfecto que él mismo se exigía ser; era un adolescente
tonto más, en busca de luz, de calor y de amor.
Y Jungkook, quien nunca había estado en presencia de algo tan genuino, admiró con asombro la
perfección en la imperfección de sus hombros y su cabello despeinado cuando comenzó a
columpiarse, porque algo dentro de él se llenaba de calidez al verlo.
La oscuridad en su cabeza se mitigaba por instantes. Y quizá, escucharlo reír le hacía valorar un
poco más el haber despertado.
Taehyung tenía una infinita capacidad de hacerle amar la vida.
—¡Ven acá, tonto! —gritó el castaño, con una amplia sonrisa mientras se movía al ritmo del viento
en ese antiguo columpio.
Y para alguien como Jungkook, eso significaba haber encontrado una nueva pasión a la cual
aferrarse ciegamente, sin entender qué era lo que realmente pasaba en su interior. Sus manos
estaban sudando, y sus piernas temblaban con nerviosismo, pero no entendía a qué. Solo sabía con
certeza lo mucho que el sol hacía brillar el cabello del otro en finas hebras miel y sus ojos en un
tono ámbar cual gema.
Jungkook suspiró y caminó hacia él para tirar de una de las cuerdas que colgaban de la rama, al
tomar impulso para subir en el columpio junto a Taehyung, y balancearse al mismo tiempo.
El atardecer estaba en su punto cúspide y había perdido la noción del tiempo. Pero al menos podía
intentar atesorar ese momento por, aunque sea un par de minutos, en los podía ver sonreír a
Taehyung en cámara lenta en medio del cielo y la belleza de un otoño volando a su alrededor.
—Veremos quién llega más lejos —dijo Jungkook, retando al chico para que junto a él fuese a
lanzarse luego de impulsarse con más y más fuerza haciéndoles llegar muy alto.
—A la cuenta de tres, saltamos —aceptó, cómplice y mordiéndose el labio inferior.
—¡Uno!
Tres segundos...
—Dos...
...para dos fenómenos...
—¡Tres!
...eran tan hermosos como una eternidad.
Ambos saltaron al mismo tiempo; pero no esperaban que la rama que sujetaba los columpios,
después de tantos años, finalmente se rompiera. Haciéndoles caer tan solo un par de centímetros
más lejos, sobre un montón de hojas de colores que volaron a su alrededor cuando las aplastaron.
Se quedaron atrapados entre sus carcajadas y las cuerdas que cayeron junto con ellos.
Jeon se sentó sobre las hojas mientras sacudía la cabeza. Aparentemente, eran demasiado pesados
para la pobre rama, volteó a ver Taehyung, este le había imitado al sentarse a su lado, y se había
colocado sus anteojos en el cuello de su camisa mientras intentaba limpiar la tierra en su rostro.
El pelinegro esbozo una sonrisa enternecido, y llevó una de sus manos a la mejilla de Kim para
quitar de ella la suciedad.
No supo qué le motivó a hablar, pero lo hizo, diciendo:
—¿Me extrañarás cuando me marche?
Taehyung se quedó callado, con el calor de la mano del otro sobre sí, y su pulgar acariciando
ligeramente sus pómulos. Sin saber que seguía el curso de una historia que nunca tuvo y que no le
correspondía vivir.
Enamorarse en primavera es fácil, con las flores adorando los campos y la fresca brisa en el viento;
pero el amor en otoño estaba lleno de frío, sencillez y eterna devoción.
Los árboles habían terminado de perder sus hermosas copas y sus ramas desnudas lucieron tétricas
cuando la noche comenzó a caer. Pero allí, y con el último rayo de luz,
Jungkook comenzó a creer que la primavera estaba subestimada.
Los ojos del castaño lucían perdidos sin los cristales que los protegían; no supo qué contestar y
aunque no debió hacerlo, colocó su mano sobre la de Jungkook antes de acercarse a besarlo en la
frente, una caricia corta que duró tan solo unos instantes, en los que sus pestañas rozaron con su piel
sin saber por qué lo hacía.
Con dulzura, y en cámara lenta, al ritmo del viento del otoño.
Su inocencia era tan adictiva como su saliva, y el accidental cariño que brotaba de Taehyung como
una alegre canción, le aceleraron el pulso al sentir sus labios deslizarse por su rostro llegando a la
comisura de los propios con ternura. Y la electricidad en su interior, pareció ser incapaz de
lastimarlo.
Quizás, una emoción positiva hacia a sus neurotransmisores capaces de dominarse y a todo lo que
estaba en su interior.
—Eso no responde mi pregunta —volvió a hablar Jungkook, separándose tan solo un poco, para
musitar cerca de su oreja.
«Creo que... no quiero que te marches» pensó Taehyung.
—Lo haré —le contestó sin decirle la verdad totalmente.
—Yo también te extrañaré.
Se quedaron en silencio, Taehyung se colocó sus anteojos de nuevo y se fijó en el uniforme del
equipo de béisbol que Jungkook utilizaba, entonces recordó que estaban demasiado retrasados.
—¡Jungkook! ¡El partido! —le dijo, reaccionando.
—Maldición, es cierto. —Jeon se puso de pie, extendiendo su mano frente a él para ayudarlo a
levantarse.
Tomó también su bolso, y sin soltarlo corrieron juntos por el camino antiguo de la ciudad de regreso
a la escuela mientras anocheció abrigándoles de oscuridad.
Quizás era la historia de alguien más o quizá no. A lo mejor solo eran dos chicos necesitados de
atención eligiendo sentir, aunque sea por un instante porque el calor que experimentaban era
genuino y les pertenecía en su totalidad.
Parecía ser una tarde cualquiera de un día cualquiera en el mes de septiembre; salvo que no lo era.
Porque ese día en específico, Jungkook sintió que era capaz de amar la vida.
El momento se acercaba; Yoongi regresó a la escuela luego de dejar sus cosas en casa y comenzó a
buscar entre la gente a sus amigos.
No era particularmente fanático de las multitudes o los deportes. Pero, admitiría que el ambiente era
prometedor, los colores blanco y azul de su escuela estaban por todo el lugar y él había comenzado
a cuestionarse si estaba vestido adecuadamente para la ocasión.
Al no poder encontrar a Taehyung entre la multitud, se acercó al campo y notó que los jugadores
estaban calentando, pero hacían falta tanto el Kim mayor como Jeon, así que supuso que a lo mejor
seguían en los vestidores.
Ya que estos debían ser compartidos con el equipo de natación, se encontraban del otro lado de la
escuela. Min rodeó la piscina hasta llegar a los vestidores, en donde escuchó ruidos.
Entró tranquilamente, y buscó con la mirada cuando lo encontró aparentemente desocupado.
—¿Jungkook? ¿Taehyung?... —Avanzó por el lugar, las duchas estaban vacías y todo lucía
deshabitado—. ¿Están aquí?
Uno de los casilleros se cerró causando un gran estruendo, el pelinegro se giró sobresaltado.
—¿Qué haces aquí? Sabes que tienes prohibido entrar a los vestidores.
Seokjin se terminaba de abotonar la camiseta cuando se acercó, viéndole desde arriba con
superioridad. Este era el momento.
—¿Quién eres? ¿El presidente? —le dijo retador.
—El capitán del equipo, y este espacio es para atletas solamente.
—Lo sé, huele a eso. Como sea, solo estoy buscando a los chicos.
—Parece que pasas demasiado tiempo con ellos.
—Sí, ¿Eso qué? —Lo evitó—. Y ya que no están aquí, me iré.
Yoongi intentó caminar hacia la salida; pero Seokjin le detuvo, bloqueando la puerta con su cuerpo
y de brazos cruzados.
—Quiero saber algo —le dijo.
—¿Qué haces? Muévete, Jin.
—Ellos dos están metidos en algo muy extraño y ahora tú también.
—¿Qué? No tengo idea de lo que dices.
—¿Por qué intentas evadirme? Dime— lo tomó del brazo— ¿Qué están ocultando?
—Quítate de la salida o voy a quitarte. No estoy jugando, Kim.
—Por favor, los dos sabemos que eres incapaz de moverme. —Se burló, haciendo énfasis a la
diferencia de tamaños.
—¡Suéltame! —le gritó como ultimátum.
—¡Tengo que hablar contigo, maldita sea!
Yoongi frunció el ceño, empujándolo para que se alejara. ¿Quién demonios se creía que era ese
idiota para hablarle de esa forma?
—¿Qué te sucede, cretino?
—No irás a ninguna parte hasta que me digas exactamente qué fue lo que pasó la otra noche en el
lago.
Tragó en seco. No esperaba que saber demasiado comenzara a causarle problemas tan rápido. Sus
palabras y su memoria le congelaron el cuerpo.
Hizo lo que siempre hacía y tomó la acción evasiva número uno: fingir demencia.
—¿De qué estás hablando? ¿Qué noche? ¿Cuándo?
—¿Acaso piensas que soy idiota?
—Sí, pero estoy seguro que eso no tiene nada que ver con el hecho de que alucinas
—Mi hermano, Jungkook y tú fueron por mí al lago luego de que me secuestraron. Y ahora todo el
mundo se empeña en actuar como si no hubiesen visto lo mismo que yo.
—¿Estás tomando esa mierda de nuevo?
—¡Joder, no! Sé que están intentando manipularme.
—Pienso que estás enloqueciendo.
—¿Por qué mientes tú también? ¿Qué pasa que es tan malo como para que tú tengas que cubrirlos
en sus mentiras?
—¿Cuándo, en mi maldita vida, he salido contigo y tu hermano al mismo tiempo? ¿No eras tú quién
decía que no me quería cerca de él? ¿Ahora resulta que yo estoy cubriéndolo?
—Atravesé una ventana esa noche, y luego rodé cuesta abajo.
—¿Y eso a mí qué?
—Que si nada de lo que pasó fue real, y es todo un invento mío, ¿Por qué desperté con el brazo
vendado al día siguiente?
Min abrió los ojos acorralado. Y Seokjin pensó por un momento que había logrado quebrar al
eslabón débil; o así fue hasta que este tomó la segunda acción evasiva: negarlo todo.
—¿Y? ¿Qué se supone que tengo que ver yo en todo eso?
—Tú me curaste, lo recuerdo bien. No pude haber imaginado eso también.
—Eres crédulo, no me sorprendería que lo hubieses hecho.
—¿No dirás nada más? Pues bien, nos quedaremos aquí hasta que hables —dijo y cerró
la reja del vestidor. Yoongi alzó los hombros.
—Está bien —le dijo restándole importancia y deslizó su espalda por la pared y se acomodó en el
suelo, para luego exhalar con pesadez.
—¿Qué pretendes?
—Dijiste que nos quedaríamos aquí hasta que yo hablara, y como yo no diré nada, prefiero sentirme
cómodo.
—Es una terrible idea.
El pelinegro tomó un pequeño recipiente de golosinas en su mochila, y lo destapó.
—Quizá lo sea... pero hasta donde yo sé, tengo todo el tiempo del mundo para estar aquí y tú solo
tienes hasta que empiece el partido que será... —revisó la hora en su reloj— exactamente en diez
minutos.
Seokjin se sentó en la banca a su lado, abatido. Estaba demasiado confundido como para sumarle a
eso el hecho de que estaba siendo superado por esos tres sabelotodo.
—No entiendo qué demonios pasa.
Min lo observó de reojo; estar cerca del tipo que se encargaba de joderle a diario la existencia le
incomodaba en gran manera. Aun así, su humanidad afloró por encima de su satisfacción al verlo
así de desconcertado.
—Bienvenido al club... Solo intenta mantenerte al margen.
—No puedo.
Min negó con la cabeza. No iba a discutir más sobre el tema, era algo que no le correspondía a
ninguno de los dos saber, y él ya sabía demasiado.
—¿Quieres? —le dijo, extendiendo su brazo hacia él para ofrecerle una pequeña galleta de miel y
fresa.
—¿Y eso qué significa? —molesto por la forma abrupta en la que cambió de tema.
Rodó los ojos. Seokjin solo era Seokjin, lo cual era sinónimo de ser un completo idiota.
—Significa que estoy obsequiándote una galleta, genio. Así que tómala y cierra la boca.
El castaño la tomó con una ceja alzada, y se la comió de una sola bocanada.
—¿Intentas sobornarme con comida?
—En realidad intento hacer que te calles, porque ya comenzaste a hartarme.
—Imbécil... —Yoongi era incapaz de ser amable con él por dos segundos—. ¿Tienes alguna de
nuez?
Extendió el recipiente completo hacia él para dejarle escoger. Tomó una de nuez con ¿Chocolate? Y
le dio un gran mordisco abriendo los ojos cuando el sabor a quemado invadió sus papilas gustativas
haciendo una cara de disgusto al instante.
—Ah, olvidé advertirte, dejé a Taehyung a cargo de la bandeja de nuez y bueno... es Taehyung.
—Deja de involucrar a mi hermano en tus cosas, es asquerosa la forma en la que intentas llegar a él.
—¿Perdón? Él quería aprender... además, no es como si tú no amarás comer de estas galletas.
—Comerlas no es lo mismo. Un día despertaré y él tendrá un mandil igual al tuyo.
—¿Nunca puedes dejar de ser así de estúpido?
—Es un chico, la cocina no es algo que se le dé muy bien.
—Jungkook y yo podemos hacerlo perfectamente, incluso tú. ¿Cuál es el problema?
—No quiero que termine metido en cosas extrañas.
Yoongi le vio decepcionado. —Es tu culpa, lo sabes, ¿cierto?
—¿Qué cosa?
—Que tu hermano no tenga las habilidades básicas para que un adulto sobreviva en el mundo real.
—¿Es mi culpa querer que no lo maten a golpes?
—Es tu culpa pensar que tienen motivos para hacerlo. Si no puedes cambiar tu forma de pensar,
¿Qué te hace pensar que el resto lo hará?
Se puso de pie, exaltado.
—Escúchame bien...
—Basta, no tienes que probarme nada a mí —Min le imitó para encararlo, levantándose sin miedo.
—Tus amigos no están aquí, no soy más uno de ellos, no necesitas actuar rudo. Es más, deberías irte
o no llegarás a tiempo al partido.
Quiso golpearlo, pero sabía que había perdido ante él. Su concentración se perdió al recordar que
debía llegar cuanto antes al campo.
—Es cierto. ¿Qué hora es?
—Poco más de la cinco —dijo serio.
—Maldición... —masculló tomando su bolsa. Estaba vestido ya, solamente se colocó su gorra y
volteó a ver al menor antes de abrir la puerta.
—Suerte, cretino.
—Jódete, fenómeno —le dijo antes de salir.
Agustus Min suspiró cansado y se dijo a sí mismo: «Aquí vamos de nuevo».
Seokjin comenzó a correr por la parte de atrás de la escuela, pensando únicamente en su gran noche.
Sin tener en cuenta que estaba pasado por alto algo importante.
Cuando cruzó por la salida de la escuela, se topó con la aparición de un hermoso cabello pelinegro
hasta la cintura, quién sentada veía la grama mientras se abrigaba del viento con el suéter celeste
que le pertenecía a él.
Sunhee estaba exactamente en el lugar donde se supone se verían, y le había esperado durante
varias horas.
Parecía cansada, suspiró a sabiendas de que esa expresión de desgano en los ojos que adoraba eran
totalmente su culpa.
Había olvidado por completo su compromiso por culpa de sus delirios y sus ansias de conocimiento.
Se acercó a ella apurado; pero no tuvo tiempo de hablar.
—¿¡Dónde estabas!? —vociferó con enojo.
—Lo siento, en serio. No quise...
—¿Dejarme plantada? Claro.
—Lo juro. Yo no soy esa clase de chico, algo surgió y me atrasé...
Ella se quedó callada, como intentando comprenderlo. Suspiró. —¿Esa es tu explicación?
—¿Podemos hablarlo después? —interrumpió—. El partido...
El bullicio se escuchaba cerca. La afición y el equipo contrario habían comenzado a llegar.
—¡Es increíble! —le dijo, retomando su enojo. —Ni siquiera te interesa.
—No es eso. Sabes que lo siento, por favor no te molestes, eres demasiado importante para mí, fue
un simple error y...
—¿Siquiera pensaste en lo que te dije esta mañana? —Se quedó callado, no tenía ni idea de qué
hablaba—. Vete. En realidad, no vale la pena. Te veré después.
—¿No te quedarás al partido?
—Lo haré, solo para ver a Jungkook salir de la banca. En realidad, no quiero verte a ti justo ahora.
Otro de los chicos del equipo apareció detrás de ellos llamándole:
—¡Oye, Kim! Ven acá, ¡Ahora! Te necesitamos para comenzar.
Seokjin volteó a verla con pesar.
—Te lo compensaré, lo prometo —le dijo dedicándole una última mirada antes de seguir al otro
chico.
Ella simplemente asintió y con una triste mirada, se alejó en sentido contrario sin saber que lo que
le hacía sentir así de mal no era su ausencia, sino lo que eso significaba.
Haciendo que la línea temporal se distorsionara de nuevo hacia la segunda, con una historia
diferente.
Caminó hasta la entrada del graderío, en donde se encontró con Agustus a quién saludó sin muchos
ánimos.
Él había estado lo suficientemente cerca como para escuchar su discusión, después de salir del
vestidor se quedó quieto detrás de la salida para que no le vieran. Le resultaba fácil pasar
desapercibido, y caminar de regreso al campo no le dio ningún problema.
Así que ahí estaba, tomando fotografías a algunos de los jugadores en el segundo escalón, incluso
tomó una de Seokjin cuando entró al campo, pocos minutos antes de que Sunhee se sentara a su
lado. La saludó con un ligero movimiento de cabeza, con más zozobra que agrado. En realidad,
ellos dos no eran cercanos.
No eran amigos, y no había compartido nada más allá de un par de palabras antes sin tener a
Taehyung de por medio, porque el castaño era lo único que le interesaba de ella, así que mientras
Sunhee se perdía con su vista en el suelo, él la veía con incomodidad.
Su rostro era bastante neutral, siempre lo era; de todas formas, eso no cambiaba el hecho de que él
no dejase de pensar que ese suéter no le favorecía en nada a la chica.
Es decir, sus manos presionadas en la orilla de la prenda la estaban estirando, parecía aferrada a el
suéter de Seokjin. Joder que no era nada especial, hasta él había usado ese maldito suéter, y tenía el
conocimiento para pensar que ese color no le sentaba.
En realidad, a nadie le quedaba ese color; y recordaba haberle dicho al Kim mayor que debía
quemarlo por lo horrendo que era. Aun así, era patético querer cambiar algo de eso.
Agitó la cabeza; era tan maduro como siempre lo había sido. Finalmente le regaló una sonrisa a la
chica a la vez que todos se pusieron de pie para apreciar la alineación de los jugadores.
El partido comenzó con la primera entrada, en un ambiente alegre y lleno de expectativas para todos
los demás; excepto para cualquier persona relacionada con el apellido Kim.
Las ideas dentro de la cabeza de Seokjin estaban quitándole la concentración, confundiendo
izquierda con derecha y la realidad cambiando. No sabía qué pasaba, pero no podía coordinar sus
pies.
Para el final de la cuarta entrada, se había tropezado un par de veces, fallado atrapadas y corrido tan
solo algunas bases, sus piernas estaban demasiado rígidas.
Sus padres estaban entre el público viéndolo extrañados de su comportamiento al igual que el resto
de sus compañeros. Él tampoco lo entendía, sentía que algo lo sujetaba, simplemente no podía jugar
bien.
Estaban a mitad de una jugada; él volteó a ver a Sunhee charlando con Yoongi. Ni siquiera pudo
prever el momento en el que su vista se nubló y su cabeza comenzó a dolerle tras el impacto.
La pelota salió volando con una fuerza impresionante hacia la cabeza de Seokjin, impactando en
ella con dureza, aturdiéndole lo suficiente como para hacer que se cayera.
No estaba enfocado, y él definitivamente nunca esperó que un tiro como ese terminara justo en su
sien.
Pudo ver a Sunhee levantarse de su lugar en la tribuna, cubriéndose la boca con ambas manos
preocupada por él e intentando avanzar entre las personas para bajar del lugar.
Sonrió en medio de su dolor y su estupidez. Sabiendo en que este era el momento menos indicado
para pensar en que ella no estaba tan molesta como decía estarlo.
Estaba tendido en tierra, soltó un quejido adolorido cuando apoyó sus codos contra el suelo.
El silbato del ampáyer sonó para detener el juego.
—Si el chico no puede continuar, suspenderemos el evento.
—Vamos, Kim. Levántate, te necesitamos para ganar.
Seokjin puso todo su empeño en ponerse de pie; pero todo se veía doble para él. Dio un paso y se
tambaleó hacia el frente.
—Por falta de jugadores, el equipo rival ganará por default.
—No, no, no. Entrenador sé que puedo...
El árbitro colocó dos dedos frente a él.
—¿Cuántos dedos ves?
—¿Cuatro? —dudó.
—Es todo, se acabó —dijo el uniformado. Pero antes de que terminara oficialmente, los alaridos a
la distancia aparecieron.
Jungkook se acercó junto con Taehyung en el momento en el que la enfermera y el entrenador
habían entrado al campo para ayudarlo a levantarse.
—¡Alto! —gritó Jungkook desde la reja cerrada—. Estoy aquí, el equipo está completo.
El árbitro alzó una ceja no muy convencido mientras le veía. Era el inicio de la séptima entrada, les
hacía falta tan solo mantener su titularidad para ganar y podía ver la desesperación en los ojos de
todos.
—¿El chico es parte del equipo? —preguntó.
—¡Lo es! —afirmó el entrenador haciendo señas hacia las personas de la entrada para que lo
dejarán entrar.
Lo hizo, al igual que Taehyung, al que no le importó colarse en el campo para llegar hasta su
hermano. Sus padres a la distancia se vieron confundidos cuando el castaño se acercó a él y le
ayudó a caminar hacia las bancas.
—Jeon, al jardín central. ¡Vamos! ¡Seis, cuatro, tres! —gritó anunciando sus posiciones antes de
volver al encuentro.
Los alaridos de las personas sonaron de nuevo. La afición local sonaba aliviada mientras la visitante
parecía alegar el cambio de jugador tan repentino que pudo haber marcado su victoria.
Daniel se colocó de lanzador, y vio de frente al bateador que había logrado darle en la cabeza a
Seokjin con molestia.
Nadie estaba conforme con dejar a Jungkook dentro del equipo, pero ahora, no tenían elección por
culpa de ese malnacido.
Hizo su mejor lanzamiento y después de tres intentos que logró curvear, sacó ese bateador del
juego.
Después de varios bateadores más, tenían la delantera. Todos corrían levantando el polvo con sus
zapatillas al correr, la multitud gritaba por la emoción de la última entrada y en lo único que Seokjin
podía pensar era en que él no era parte de toda esa algarabía.
—Si siguen jugando así... ganaremos la temporada —dijo entre dientes. Taehyung a su lado había
conseguido una compresa con hielos y la sostenía a la altura de su frente, parecía que el destino se
empeñaba en lastimar físicamente al Kim mayor. —¡Auch! —se quejó cuando el castaño menor
presionó con dureza los hielos contra su rostro.
Taehyung estaba concentrando en los brazos de Jungkook y su habilidad para burlar a sus rivales al
correr. Tanto talento le tenían hipnotizado. Y no solo a él, audiencia estaba fascinada, incluyendo a
Agustus, quien olvidó hacer caso a las indicaciones de Taehyung y disparó el flash de su cámara en
dirección a Jeon.
Un par de minutos más y se terminaría.
Era momento de lanzar de nuevo. El resto de los jugadores de su equipo parecían hacer lo posible
para que Jungkook no tocase la pelota.
El equipo contrario lo notó; y planearon batearla exactamente en esa dirección para ganarles con su
propia jugada en la última carrera.
El pitcher local lanzó y el sonido de la madera cuando el bate golpeó la pelota con fuerza intentando
direccionarla hacia el centro.
Jungkook retrocedió; estaba sudando, las luces en el campo comenzaron a parpadear cuando la
adrenalina se disparó en su sistema. Taehyung se puso de pie inquieto, al ver todas las señales de
una sobrecarga cuando incluso el equipo de sonido del narrador falló.
La afición elevó un bullicio de sorpresa cuando las luces parecían colapsar por la energía, sin perder
de vista al jardinero central, el número nueve, Jeon Jungkook corriendo de espaldas para atrapar la
pelota.
Los corredores habían comenzado a moverse. El equipo rival iba a superarlos por una carrera, se
podía sentir el ambiente tenso, expectante, cuando el pelinegro dio un salto de superior altura con
sus brazos extendidos para alcanzar la pelota en el aire. Era increíble, y más que eso, imposible.
Su realidad parecía moverse más lento; la mirada impresionada de Taehyung sobre él y la gente
buscando la victoria se aislaron poco a poco hasta que el sonido de su propio corazón fue lo único
pudo sentir. Volviéndose tan fuerte en su cabeza hasta enmudecer el lugar.
Soltó aire con fuerza, y arrugando la nariz, lanzó de regreso la pelota a la primera base, dejando
fluir de él toda su corriente eléctrica.
El pequeño objeto blanco fue atrapado apenas por otro de los receptores de su equipo quién tocó al
corredor, dejando fuera al mismo y terminando así con su última carrera.
El ampáyer atravesó el campo gritando. —¡Están fuera! El equipo local avanza a semifinales.
Todos los jugadores corrieron hacia Jungkook. ¿Cómo? No lo sabían. Simplemente le veían
impactados, es decir, Jeon no alcanzaba a comprenderlo, pero había logrado saltar una gran altura y
caer de pie para lanzar de regreso en cuestión de segundos, como un balletista súper dotado, algo
que ni el mismo Seokjin había hecho antes.
Aunque en realidad no les interesa la razón. ¡Habían ganado! Y eso, más que suficiente para poner
el talento del chico por encima de sus ridículas peleas.
Seokjin se sintió feliz por su victoria; pero algo en su pecho se removió al pensar que pudo ser él
aquel que recibiera esa gloria, peor aún, algo en su interior le decía que específicamente debió ser
él.
Jungkook se abrió la camisa cuando sus compañeros de equipo comenzaron a tirar de ella. Le
entregaron la pelota del juego y luego le vitorearon hasta el montículo en el centro del campo.
Luego se acercaron hasta Seokjin para llamarle a la celebración.
—Venga, Kim. ¡Pasamos!
Le dolía la espalda y le quemaba la presencia de Jungkook frente a él, la energía era demasiado
abrumadora entre ellos. Tanto, que le hacía querer alejarse, repelerse.
Volteó a ver hacia el graderío y vio a Sunhee alejarse para finalmente perderse entre la multitud.
Así que se levantó en un intento de seguirla, sin alcanzar a saber que su presente cambiando había
redireccionado el final de su noche.
Jungkook se alejó el equipo; pues mientras todos intentaban demostrarle su atención, él sentía como
era atrapado por algo más. Era la fuerza sobrenatural manifestándose sobre él como la primera vez,
y no sabía cómo controlarla o detenerse, eran solo ideas aleatorias llenando su cabeza hasta
convertirse en decisiones.
Había atrapado la pelota, y el ganador del juego siempre obtenía a la chica. O en este caso, al chico
castaño que buscaba furioso a su hermano con los brazos en la cintura entre la gente luego de que se
escapara.
Caminó hacia él y lo tomó del hombro. Taehyung se sobresaltó al verlo cuando una pequeña
descarga de electricidad le tocó.
—¡Estuviste fantástico! Nada mal para una inesperada entrada —le dijo, dándole un ligero toque en
la mandíbula, en señal de admiración—. ¿O no, súper estrella?
—Parece que la suerte está de mi lado, ¿No crees?
—Lo está.
Jungkook se pasó una mano por el cuello. Sonriendo de lado al chico que tímidamente se sintió
cohibido ante su mirada. Las personas se habían marchado al estacionamiento a festejar y las luces
del graderío no paraban de titilar.
—Ten —colocó la pelota frente a Taehyung—. Es para ti.
—¿Qué?
—Eres la razón de mi juego. Te pertenece.
—Estás comenzado a delirar.
—La pelota ganadora se le obsequia a la persona más hermosa del lugar, así que —se la colocó en
la mano—, es tuya.
—Jungkook, basta, eres un tonto.
—No puedo dejar de apreciar lo bonito que eres, estoy enloqueciendo.
—¿Te sientes bien? —Solo un disparo de adrenalina. Uno solo.
Los latidos de su corazón se alzaron al mismo tiempo que su respiración, con tanta fuerza,
intensamente.
—No sé por qué digo cosas como esta o por qué hago lo que hago, pero yo...
Tanto, que las luces alrededor del lugar finalmente colapsaron y estallaron una a una, en fila
alrededor del campo soltando grandes destellos.
—¿Jungkook? —preguntó Kim, asustado. O más bien, intrigado de las reacciones. Cada detalle era
importante para su investigación, desde las corrientes hasta el sudor deslizándose por el cuello de
Jeon justo frente a él.
Ambos se cubrieron la cabeza para protegerse de las centellas; el cuerpo de Jungkook se aferró al de
Taehyung instantáneamente, sosteniéndose contra él como buscando protegerse.
Y el castaño, abrió los ojos ante tal muestra de necesidad del muchacho hacia él.
Cuando el lugar quedó sumido en la oscuridad. Ambos se vieron fijamente, mientras sus jadeos
parecían unirse al romper con el vaho del otro.
Taehyung bajó la cabeza; no iba a besarlo ahí, sabía que era demasiado arriesgado. Pero tan solo el
hecho de estar tan consciente de querer hacerlo le llenó de nervios que nunca sintió.
Si toda crisis genera un cambio; significa que todo cambio generará una crisis. En un bucle infinito
y constante en el que cada situación y sus rumbos se colapsan unos a otros.
La noche de Seokjin no terminó como debía. Y el día siguiente a ese tampoco resultó de forma
predestinada. Porque sin cita, sin atrapada, y sin chica, dormiría solo esa noche; parecía que todo se
movía en círculo, o bueno, quizá, al contrario.
Sin embargo, aquí entraba un factor muy importante: la voluntad de querer hacerlo.
Después de todo, el deseo, destino y autocontrol, son cosas imposibles de ignorar y peor, de
combinar.
—Oye, Taehyung —dijo Jungkook con miedo. Palpando lento la piel de su mejilla.
—¿Qué sucede?
—¿Realmente crees en la virginidad?
Deseamos cambiar nuestro destino aún sin tener autocontrol.
Se trata de lujuria y egoísmo; lo cual significa ser completamente humano.
"Kim Taehyung y su latente homosexualidad"
«Han pasado cincuenta y dos días desde iniciado el experimento, tantos como para comenzar a
cuestionarme a mí mismo. Un efecto colateral es inminente; pero no sé hasta qué punto sea real. En
mí.
Bitácora personal: Soy más idiota de lo que creí.»
CAPITULO 11
11.

Octubre, 1986.

87 días antes de.

El silencio inspiraba temor. El plazo se había vencido y justo ahora, la respiración de los presentes
en la sala era casi tan fuerte como los pasos secos en la habitación.
Las doce personas encargadas del trabajo de campo en medio del pequeño laboratorio del bosque se
encontraban en fila mientras con la mirada en el suelo intentaban no encarar a su mentor.
—Necesito saber... —dijo el moreno. —Necesito entender qué sucedió aquí.
—La grabación está incompleta, Profesor. Nosotros hicimos todo lo que...
—¡Silencio! —gritó—. Elegí un número exacto de ustedes para venir aquí, por habilidades y por
destrezas. Se supone que... —se quitó los anteojos para evitar dañarlos antes de continuar— ¡Son
las mentes más brillantes de su generación! ¿Y qué sucedió? ¡Dejaron escapar al sujeto!
—Profesor, por favor escúchenos —intentó intervenir uno de sus ayudantes. Todos estaban
angustiados, excepto uno entre ellos, el rubio Park que veía con desdén hacia el frente sin apartar la
mirada de su mentor. Sin remordimientos, sin miedo.
—Teníamos un plazo que cumplir. El experimento debía ser un hecho concreto para este momento.
—Masajeó su nariz entre sus dedos pulgar en índice—. Ellos estarán aquí en cuestión de minutos y
nosotros no tenemos nada... ¡Nada!
Habían perdido demasiado tiempo intentando localizar a su experimento en fuga. Y la fecha que se
había fijado para dar resultados había llegado.
Porque sí; como todo en la vida, el apoyo para realizar su investigación tenía un costo. Y sus
queridos inversionistas no estaban muy contentos con la tardanza del proyecto.
Sus palabras le quemaban en la consciencia una y otra vez. Pronto tendría la soga al cuello y no
encontraba una forma de avanzar. Después de todo... había utilizado una visión muy sucia de su
experimento para conseguir un financiamiento.
«Moverse a través del espacio podría hacer de la guerra un simple juego de escondidas.» Les dijo.
«Un juego en donde el tiempo y el espacio no limiten los movimientos de las tropas... o quizá, un
botón de emergencia para comenzar de nuevo.»
«Una ventaja más allá de lo que podríamos imaginar.»
Porque incluso cuando pudo haber vendido sus teorías como algo positivo para la sociedad, decidió
venderlo como aquello que sus inversionistas militares buscaban: un arma.
Pero su amado vórtice no funcionaba como él esperaba. Y aunque había logrado crearlo ahora no
tenía ni una puta idea de cómo usarlo. Por eso necesitaba a aquel que salió del agujero en el lago,
porque era preciso saber qué era lo que estaba del otro lado.
Estaban jodidos. Namjoon estaba, personalmente, bastante jodido.
Ahora, no le quedaba más que aceptar su destino y poner la cara frente al grupo de uniformados que
venían desde Washington para revisar sus avances.
—Profesor... —llamó uno de sus subordinados con voz tan tenue que colmó su paciencia.
Tenía en sus manos el radio que le comunicaba con los guardias del exterior.
—¿¡Qué!? Por un demonio, ¿¡Qué!?
—Llegaron.
Namjoon chasqueó con la lengua y acercando su brazo a la botella de ron sobre una de las repisas
de su oficina la destapó para luego tomar un gran trago de licor que le quemó la garganta a su paso.
—Abran las rejas, y que les den la bienvenida. —Volvió a colocarse sus anteojos—. Quiero que
sepan que fue un honor haber trabajado como su líder.
Se dio la vuelta disponiéndose a abandonar el cuarto de control. Jimin se apresuró a tomarlo del
brazo antes de que se marchara.
¿Había sido tan grave dejar ir al niño beisbolista? No esperaba que lo fuera. Ahora se sentía
culpable, pero no podía cambiar nada, además, él sabía que ese chico era inocente y era... Era tan
solo un niño que no entendía ni la mitad de las cosas turbias que pasaban dentro de ese laboratorio.
Jimin sabía que, si el chico no hablaba, no saldría con vida de allí.
—¿Qué pasará ahora? —le preguntó en voz baja.
Namjoon alzó la mirada hacia los demás, diciendo: —¡A sus puestos de control, ahora! — e
ignorando al rubio por completo.
Todos comenzaron a moverse del lugar, ansiosos, a excepción de Jimin.
—Kim... —le llamó captando su atención puesto que él nunca se atrevía a llamarlo por su apellido
solamente—. ¿Qué pasará? —volvió a preguntarle.
—No lo sé. —Se jactó un poco—. El que tiene el dinero manda.
—No comprendo.
—Deberías de concentrarte en no desconectar las cámaras de vigilancia la próxima vez entonces,
así entenderías lo que sucede.
Jimin le soltó cuando sus palabras y sus ojos le acusaron. ¿Namjoon sabía lo que hizo? Por supuesto
que lo sabía, era la persona más inteligente en el lugar, además de que le conocía tan bien que,
aunque no tuviese pruebas sabía lo que hizo.
—No somos criminales —le dijo angustiado— somos científicos. Estamos aquí para crear, no para
secuestrar y lastimar adolescentes.
—¿Es que acaso realmente no lo entiendes? El mundo real no funciona de esa forma. Y tu acto de
buena fe le dio el tiro de gracia a nuestra investigación.
—No iba a permitir que lo asesinara —declaró con firmeza—. Ni a él ni a nadie.
Namjoon se dio la vuelta para caminar hacia la entrada donde las camionetas habían comenzado a
aparcar en las afueras del laboratorio. Por primera vez en años, las rejas de la zona prohibida del
bosque habían sido abiertas.
—No iba a hacerlo, —abrió la compuerta; se acomodó su bata y antes de salir, volteando hacia
Jimin dijo—: pero ellos lo harán.
Entonces avanzó hacia el exterior, dejando a su joven pupilo sumido en la devastación y a él
mismo, lleno de incertidumbre.
Serán cinco vehículos blindados con al menos cuatro soldados en cada uno.
Namjoon contó la cantidad de hombres cuando comenzaron a descender en medio de la oscuridad.
Finalmente, del último vehículo bajó un hombre mayor con muchas estrellas y medallas colgando
de su pecho. Con el rostro blanco, y su cabello naturalmente platinado como en una película
antigua.
Este avanzó los pocos metros que quedaban hasta llegar a Namjoon y comenzó a hablar.
—¿Funciona? —fue lo primero que dijo al acercarse.
—Coronel Miller, bienvenido.
—¿Funciona o no? —dijo tosco sin detenerse a ser cortés.
Namjoon trató de serenar su mente cuando le habló sin tartamudear.
—Tuvimos un contratiempo y...
—Eso significa que no funciona. Que es un fracaso.
El moreno tragó saliva antes de continuar.
—Si recuerda que el tiempo es relativo, no lo vería de esa forma.
El hombre le vio con curiosidad mientras Namjoon sudaba frío.
—Teníamos fecha acordada.
—Si me permite explicarle... entenderá que estamos más cerca de lo que la humanidad entera podría
haber esperado.
Lo dudó por algunos segundos, y después de dar un paso al frente, aceptó con duro semblante.
—Habla.
—Acompáñeme, por favor —dijo, cuando el hombre comenzó a caminar y fue seguido por el resto
de sus oficiales, Namjoon carraspeó con la garganta y agregó—. Usted solo, por favor.
El coronel hizo una seña con la mano, dejando a su séquito en alerta mientras él accedía a las
peticiones del demente Kim.
Ambos entraron al cuartel, y comenzaron a caminar por los estériles pasillos en total calma.
Llegaron hasta la sala de control principal desde donde, a través de un enorme cristal polarizado,
podían ver hacia el exterior del bosque, y específicamente, el lago.
Nam se colocó frente a la serie de botones mientras el otro le veía a la expectativa. Tomó un par de
gafas de seguridad, y se las entregó al anciano indicándole en silencio que se las colocara.
—¿Qué se supone que es esto? —cuestionó al verle comenzar a presionar botones.
—Esto, mi coronel, es una vista al futuro.
Entonces, encendió una por una las torres que se encontraban alrededor del bosque, cuando
encendió la última y dejó fluir la energía a través de ellas se formó una especie de luz incandescente
en el centro que reflejaba en el centro del lago y que comenzó a abrir un vórtice en el centro,
agitando las aguas violentamente.
El hombre abrió los ojos impresionado.
—Funciona, pero aún no sabemos si es seguro usarlo. Conocemos el punto de origen, pero no el
punto del final.
—¿Por qué no simplemente enviar a un par de hombres a su interior?
—Es energía pura... es demasiado peligroso romper con la onda porque no sabríamos hasta dónde
podría terminar ni en qué estado físico o mental.
—¿Acaso será este otro Chernóbil como el abril pasado? —le dijo con una ceja alzada.
—No puedo asegurar nada.
—Entonces... ¿Cómo está tan seguro de que funciona?
—Aquí es donde entra mi contratiempo. Nosotros trajimos algo del otro lado.
—¿Un monstruo?
—Un humano —El coronel sonrió incrédulo—. Pero escapó, más bien, lo ayudaron a escapar.
Hemos pasado los últimos meses buscando entre los pobladores sin poder ubicarlo. Logramos
someter a uno de sus supuestos cómplices hace un par de días, pero lo perdimos en el intento.
—¿Y las cámaras de seguridad?
Se quedó callado, no podía exponer a alguien de su equipo, ni mucho menos a su joven estrella.
—Fallaron por la sobrecarga eléctrica—mintió—. Las cámaras exteriores apenas y lograron captar a
un par de individuos por el bosque y un auto sin placas.
—Entrégame ese vídeo y nosotros nos encargaremos del resto.
—¿A qué se refiere?
—Te daré el tiempo que necesites... pero, no puede haber más errores. A partir de ahora, habrá
custodia militar por todo el bosque, nadie entra y en especial, nadie sale de aquí. ¿Entendido?
—¿Qué hay del vídeo?
—Haces muchas preguntas.
—A eso me dedico, así que me gustaría saber, ¿Qué hará con la grabación?
Su valentía le convenció de hablar.
—Lo enviaré a la base. Después a cotejar con cada persona que habite en este pueblo, y con cada
auto dentro del perímetro.
—Muchísimas gracias por el apoyo, señor.
—Hemos invertido demasiado dinero en esto, no me importa si es humano o no, lo que sea que
salió del lago es propiedad del gobierno de los Estados Unidos. Y quiénes estén encubriéndolo están
cometiendo un delito federal. No pueden esconderse para siempre.
Namjoon tragó en seco, no esperaba que su amado descubrimiento despertara deseos tan egoístas en
las personas.
Pero después de todo, la base misma de su experimento era saciar su culpa y egoísmo.
Era regresar al momento en donde pudo verle por última vez, pero ahora su camino era totalmente
diferente.
Esa parte del universo que había creado era, al igual que él, peligrosa e inestable.
...
Algunos kilómetros al sur, en una casa de los suburbios que necesitaba pintura. Había una
habitación pequeña con una ventana que no cerraba bien y dos chicos en distintos azares mentales.
Jungkook se había acostumbrado a la tetanización de su cuerpo; tanto, que los espasmos en su
espalda y muslos que le impedían moverse no eran capaces de perturbar su sueño.
O quizás, más que eso, se encontraba en trance.
Había algo extraño sobre sus sueños, más que eso, era que especialmente esa madrugada, con el
campo eléctrico encendido a la distancia y la onda magnética extendiéndose por todo el pueblo
había comenzado a sentirse parte de ellos. Sus recuerdos nunca se habían visto tan reales como esa
noche; y peor aún, cuando ese recuerdo en específico era algo que nunca debió vivir.
"«Basta, no me siento bien haciendo esto.
—Un minuto y te gustará... ya lo verás —dijo el mayor tirando de su cremallera para comenzar a
desvestirlo.
—Detente. Yo no quiero esto...
—Cállate, no puedes incitarme toda la noche y luego simplemente decir que quieres que me
detenga.
—No. Ya basta, para... te lo suplico.»
¿Qué le pasaba? Quería defenderse, pero no podía, era solo un espectador de su propia vida.
Apretó los ojos cuando la luz lo golpeó.
Jungkook tenía una mala reputación en la que él mismo era incapaz de creer. Su frágil e infantil
mente se retorció cuando los recuerdos le quemaron.
¿Se había quedado dormido? Sí, estaba en la habitación de Taehyung, estaba en California, no en
una estúpida fiesta. Nunca más en Busan.
No había bebido lo suficiente, de hecho, no había bebido casi nada. Su estómago estaba revuelto al
igual que su cabello en su frente. Era un sueño, solo un sueño.
¿Pero por qué estaba allí? Definitivamente no recordaba haber subido hasta la habitación con ese
chico. Tampoco lo que pasó después; pero estaba tan mareado que no podía ni siquiera moverse.
Apretó con fuerza la sábana entre sus dedos y contuvo las lágrimas cuanto pudo, al voltear a ver al
joven que, a su lado, comenzaba a vestirse en la oscuridad mientras él yacía a medio vestir en la
cama.
¿Si era un sueño por qué se sentía tan real? Si era un sueño, ¿Por qué tenía que sufrir tanto?
Se sintió estúpido; tan ingenuo, tan volátil.
Sus piernas dolían y, su pecho, palpitaba con fuerza mientras seguía incrédulo de lo que había
pasado. Porque el rostro que alguna vez cautivó tanto su mente, era el mismo al que veía con tanto
desprecio.
Estaba demasiado mareado aún, las luces del exterior apenas le dejaban verlo. Y no entendía si
estaba soñando o si realmente se había jodido. Se sentía débil, no podía levantarse.
Necesitaba despertar.
«—¿Jaehyun? El vaso... ¿Qué demonios tenía el... —masculló— vaso?
—Yo no te obligué a tomar nada.
—Pero...
—Silencio. Digas lo que digas, nadie te creerá. Después de todo, ¿A quién le importaría alguien
como tú?»
Su voz resonó con eco dentro de la habitación, al igual que la puerta al marcharse.
Jungkook se quedó callado y abatido con su conciencia apenas a flote.
Las imágenes dentro de él se volvieron oscuras, ni siquiera podía llorar o entender la razón de su
mente colapsando. Quizá porque era muy joven para hacerlo, o porque estaba demasiado roto para
enfrentarlo.
Las torres eléctricas no solo lograban abrir el vórtice, sino también, controlar la energía de
Jungkook. Y aún más, de potenciarla, mezclando sus recuerdos con la realidad, ayudándolo a
materializarse en otro punto de su espacio.
Ajeno al colapso del muchacho. Se encontraba el segundo de la ecuación sentado frente a su
escritorio sin saber cómo continuar.
Una gota de sudor, las cortinas abiertas y el sonido tembloroso del papel al ser arrancado. Una hoja
más en el suelo y el exhale de frustración en medio de la noche.
Después de mucho tiempo intentándolo, Taehyung había logrado encontrar un espacio para
concentrar su atención por completo en la investigación.
Sabía que era estúpido; pero quería intentarlo.
Se encontraba frustrado; había unido todas las hojas de la carpeta que hurtaron del "laboratorio"
(como él mismo lo había nombrado), y traducido exitosamente la mitad de ellas.
Le llenaba de intriga; los extremos de las hojas estaban marcados en tinta roja además de varias
anotaciones sobre los datos que existían plasmados en ellas. Una de las últimas páginas tenía escrito
en letra cursiva y diminuta una letra N y una J.
¿Quién había escrito todo esto? Quería saber, quería entender la razón de todo esto.
Hablaba por páginas sobre paneles solares, pararrayos y radiación. Mencionaba cosas sin sentido,
cosas que le parecían demasiado personales para parecer entre esa información y que, le recordaron
un poco a sí mismo.
También, se encontraban los detalles y medidas de una especie de red eléctrica que lucía más como
una bobina que como un poste de alumbrado; pero la escritura era bastante difícil de entender, por
lo que no estaba cien por ciento seguro de si se trataba de medidas o coordenadas.
Abrió su propia libreta, y comenzó con un pequeño trazo que luego se convirtió en un boceto a
escala de lo que él creía era el medio para transgredir el espacio.
En los apuntes de su desconocido rival, se mencionaba un perímetro de al menos diez kilómetros,
pero también hablaba sobre profundidad y resistencia.
Taehyung sentía que estaba enloqueciendo con tanta información, pero a su vez tenía la sensación
de que algo estaba mal. Tenía demasiados tachones y parecía que su otro yo había vacilado
demasiado al crear toda esta siniestra puerta.
¿Qué tenía que ver el lago con esto? ¿Por qué exactamente allí? Era como si lo hubiesen colocado
en el centro a propósito.
Negaba una y otra vez mientras seguía con sus ambiguos planos de trabajo; intentó combinar lo que
había en los datos con las torres que había visto por el bosque en el perímetro que habían descrito.
Se rascó la cabeza, sí, recordaba haber visto unas torres entre los árboles. Cuatro, para ser exactos,
que concordaban con las imágenes en la carpeta, pero no había tenido tiempo para medir las
distancias; tampoco estaba seguro de si encerraban el lago de forma exacta.
Si esto tenía sentido y él en realidad no estaba loco; era una especie de trapecio para contener algo.
"¿Contener qué?" Escribió remarcando con fuerza. Maldición, esto resultó ser más difícil de lo que
creyó.
Las noches en las que Jungkook parecía desmayarse él sufría del efecto contrario, no podía dormir,
le costaba trabajo estirar sus músculos, pero al menos, había logrado darle un uso a su insomnio al
trabajar de madrugada sin que nadie le interrumpiera.
El universo es vasto; hablar sobre el tiempo y la gravedad era solo una teoría para muchos, e incluso
por mucho tiempo, él lo creyó, así.
Abrió el segundo cajón de la derecha en su escritorio y sacó otra hoja en blanco. Había leído todo lo
que pudo rescatar y según lo que había entendido, se había utilizado una especie de pararrayos para
alimentar una bobina.
Pero no entendía, el punto o el objetivo, los informes estaban escritos en una especie de hangul con
una caligrafía terrible que difícilmente entendía por lo ilegible y porque hacía años no escribía en
ese idioma.
Fuera de Jungkook, toda su vida estaba escrita en inglés, las palabras "gusano" y "salto" se repetían
una y otra vez haciéndolo dudar de si su traducción era correcta, en una frase sin sentido para él:
"El gusano que saltó hacia el otro extremo".
Remarcó en su libreta, copiando el título de las hojas de informe a cuyo creador desconocía escribió
con su propia letra adueñándose del encabezado:
"K'sT, Hipótesis no. 101"
Debajo, trazó en la hoja en blanco una línea recta horizontal e hizo dos puntos distantes sobre ella.
Si el primer punto representaba a 1986 y el segundo a 2019, entonces, ¿Cómo podrían conectarse?
Mordió su lápiz, y meditando en silencio llegó a una vaga conclusión que no estaba lejos de la
verdad.
—Saltando... —masculló mientras dibujaba sobre la línea recta una curva que unía ambos puntos
desde el segundo al primero y no pudo evitar pensar de nuevo en la primera palabra que le daba
conflicto—saltando hacia atrás sobre un gusano.
Soltó su lápiz asustado y pasó su mano por su rostro cuando comenzó a sudar. Un agujero de
gusano era impensable de crear y peor aún de contener... ¿Sería posible que...? Lograrlo quizás era
más que un mito.
—El hiperespacio y el tiempo curvo a través de dos bocas de densidad... —Tenía sentido, aunque
no contaba con la información suficiente.
Estuvo a punto de seguir escribiendo cuando un fuerte jadeo llamó su atención.
Se levantó rápidamente y se acercó a su cama, o bueno, abajo de ella.
Algo extraño había sucedido con Jungkook desde el último juego después de que ellos... tuvieran
una extraña noche.
Con el pasar de los días se había vuelto incluso más confuso y borroso para él. Como un mal
recuerdo.
Regresaron a la habitación; hacía mucho calor y podían sentirse transpirar el uno contra el otro
incluso con las ventanas abiertas. Recordaba a Jungkook arrancándose la camiseta y verlo con sus
calcetines altos de béisbol cuando lo recargó contra la cabecera. Recordaba el aliento caliente en su
cuello y la estática quemándole el pecho.
Pero más que eso, recordaba la mirada perdida de Jungkook como un ente que no se encontraba en
sus cinco sentidos; en trance y luchando contra sí mismo por controlar sus acciones mientras mordía
sus labios y jadeaba.
Pero en medio de toda la euforia, Jungkook se había alejado abruptamente de él y luego, desmayado
a mitad de la habitación sin razón aparente.
Después los días pasaron desde esa noche, y parecía como si Jeon fuera incapaz de dormir al lado
del castaño sin sentir náuseas. Incluso le había hecho sacar del ático un viejo colchón para dormir
separado de él.
Y realmente, no entendía qué había convertido al Jungkook hormonal en un niño asustado; pero
fuese lo sea, sabía que era la razón por la que se encontraba llorando justo en ese momento. Como
si su sensatez hubiese regresado por las malas a él.
Llevó su vista a la lámpara; no parpadeaba; el voltaje de Jungkook no era peligroso, supo que no era
una sobrecarga, por lo que se animó sin represalias a enredar sus dedos en el cabello oscuro del
muchacho acariciándole con lentitud.
Jungkook se sentía atrapado, pudo ver sus manos frías y sus pies caminando entre la nieve hasta que
después de un par de pasos se cayó haciendo que reaccionara violentamente de sus sueños.
Abrió los ojos, asustado y respirando con fuerza.
—Jungkook... —musitó con suave voz y continuó por un par de minutos hasta que las pestañas
mojadas del chico se separaron.
—¿Dónde estoy?
—California, 1986. El piso de mi habitación.
Intentó recomponerse sobre el colchón, pero le fue difícil moverse.
—No es real, —jadeó—, no, no, no. No es real. Nada de eso pasó.
—Jungkook... —temeroso—, ¿Todo en orden?
El silencio fue demasiado grande para responder un simple—: No.
¿Cómo explicar lo que había vivido? Lastimosamente no había forma sencilla de hacerlo.
Taehyung pensaría que estaba loco si le decía que creyó haber dejado la habitación por algunos
minutos.
—¿Tienes pesadillas de nuevo? —preguntó. Los ojos de Jungkook estaban dilatados.
Taehyung se veía a contraluz. El pelinegro había tomado la decisión de no sucumbir a los carnales
deseos que el muchacho despertaba en él.
Con todo lo que pasaba en su cabeza, comenzaba a pensar que su cerebro se volvía agua dentro de
su cráneo.
—¿Por qué estabas despierto? —le dijo Jungkook, huyendo a su pregunta cuando logró ser más
consciente de sus actos.
—¿Por qué lo dices?
—Traes anteojos, y estoy seguro de que no los necesitas para dormir. Taehyung se los quitó con
lentitud y los colocó en la mesa de noche.
—Te has vuelto muy observador —comentó—, y también evasivo a mis preguntas.
—Tú también ignoras mis preguntas.
Taehyung se quedó callado; internamente, no quería hablar con él sobre sus avances, era como
dejarlo ir lentamente.
—Tengo tarea, aún estoy en la escuela, ¿Recuerdas? Aún necesito pasar este año — mintió—. ¿Y
tú, qué soñabas?
—No puedo decírtelo, es asqueroso.
—¿A qué te refieres?
—Un recuerdo nuevo. O algo así...
—¿Nuevo?
—Sí... y no sé porqué, no sé de dónde viene o porqué de pronto apareció. No he hecho nada, no
cambié absolutamente nada.
Taehyung se mordió el labio. Decía la verdad, no había nada en su agenda destructora de realidades,
pero la única explicación racional era que algo parecía ser diferente por su culpa.
—Quizá sí pero simplemente no lo sabías qué pasaría.
—Explícate.
—Algo cambió, te lo he explicado muchas veces, algo que tú ni siquiera sabías que sucedió antes.
Solo que ahora no formabas parte de ello y detonó en tu cabeza un recuerdo en cadena. Ya sabes,
acción y reacción
—No-o lo entiendo.
—Si un cuerpo actúa sobre otro, este reacciona contra otra fuerza, pero en sentido contrario.
La realidad era confusa, y si los eventos no se cumplían como debían, aquello que se desencadenaba
era algo total y completamente opuesto.
La segunda línea de tiempo se balanceaba frágil. El destino que no se cumplió le quemó a Jungkook
el pecho cuando en su libre albedrío decidió no sucumbir ante sus impulsos carnales.
Después de que atrapara la pelota debía haber dormido en el pecho de su contraparte; pero se negó,
inconscientemente, pues no sabía lo que estuvo escrito alguna vez. Eran partes de la historia que
desconocía y a las que, a su vez, ahora pertenecía.
La silueta de Taehyung en la oscuridad le seducía y le llenaba de un sentimiento parecido a la
impotencia. Cuando su torso y leve camisa le encendían; pero su yo verdadero le decía que estaba
mal verlo de esa manera, mezclando consigo una nueva tangente.
Desapareciendo por completo una parte de la historia, creando: la noche que nunca pasó. Y otra,
que jamás debió suceder.
—Si no es parte de mi historia, entonces ni siquiera debería afectarme.
—No lo sé... es casi como si hubieses robado el secreto de alguien más.
—¿Alguien más?
—Por ejemplo... uhm, cuando evitamos el beso sabías dónde y qué pasaría, el cambio hizo
desaparecer un recuerdo en ti. Pero este... ni siquiera lo conocías en el futuro — intentaba explicarlo
lo mejor que podía.
—Detesto que esto pase. Taehyung, yo...
—Supongo que dejará de pasar hasta que la historia vuelva a tomar su curso. O hasta que...—tragó
saliva— hasta que no exista nada más que cambiar.
—Ya no quiero que esto siga pasando —musitó con la voz quebradiza—. Cada vez que algo
cambia, me siento como una mierda. Parece que no he logrado mejorar nada, mi futuro cada vez se
ve peor. Y yo ya no... —tragó saliva— ya no quiero sentirme así.
Taehyung se bajó de la cama, quedando a su lado en el colchón que estaba en el piso. Le acarició el
cabello con lentitud, deslizando sus manos por sus espesas hebras oscuras, sintiendo sin miedo las
pequeñas cargas de estática que se desprendían del otro.
—Está bien... ven aquí —le dijo— atrayéndole hacia él para que Jungkook colocara la cabeza sobre
sus piernas. —Dime, ¿Qué viste ahora?
—Algo que no quería —comenzó a llorar leve, evasivo.
—Solo fue un sueño, Jungkook. Las cosas que ves...
—Son recuerdos —respondió secó—. Lo siento adentro. Necesito cambiarlos, pero ya no quiero...
ya no...
Se sentía vulnerable. Estaba lejos de saber que la noche que nunca pasó desapareció junto con una
serie de cosas que fueron importantes para su madre y por consiguiente, repercutiendo en él mismo.
Lo único que Jungkook era capaz de entender era lo mucho que su subconsciente sacaba a relucir
sus deseos por dejar de sentir. Él realmente deseaba desaparecer,
¿No es así?
—Tengo un ángel que me cuida... me acompaña cuando es de noche y cuando es de día... —Su
llanto se hizo menos fuerte cuando la voz de Taehyung se coló con el frío de la noche. Tersa y
profunda, con un tono grave cuando comenzó a cantar. —Me protege del mundo y me llena de su
luz...
—¿Qué haces? —le preguntó, viéndole ligeramente confundido.
—Es una canción de cuna, te ayudará a dormir.
—No tengo cinco años, Taehyung.
—No. Pero me parece que sigues siendo tan inocente como un niño
—¿Estás diciendo que soy un niño llorón entonces?
Taehyung no le respondió. Soltó una pequeña risa y continuó con la canción, esa que solían cantar
para él cuando era pequeño.
—Dame la mano, antes de que me pierda en la brisa. Hazme volar... y guardaré por siempre en mi
rostro una sonrisa...
Se quedó en silencio un momento, en el que el perfil de Jungkook se vio más pequeño para él. Pasó
una mano por su mejilla húmeda viéndole con ternura.
Los sucesos aleatorios eran más importantes de lo que pensaban, y Jungkook, quién nunca entendió
lo que era el cariño genuino sucumbió ante su cambiante destino y el suave toque de las manos
tibias a del castaño.
Alucinando antes de que el cambio fuese real; y quedándose dormido con el pensamiento de que, a
lo mejor, había encontrado a su propio ángel de la guarda.
Porque estaba tres décadas en el pasado, e incluso así, sentía que podía pertenecerle a esas manos.
...
10:30 A.M.
Ambos despertaron con un terrible dolor de cuello producto de pasar la noche dormidos en el
colchón del suelo en una mala posición.
Era de mañana; después de apurar a Jungkook para que saliera de la ducha y de encontrar algo de
ropa limpia entre el montón de prendas que compartían finalmente habían logrado bajar al primer
piso de la casa.
Sí, se habían despertado "temprano" en un sábado, cosa que en realidad nunca pasaba.
Pero bien, era importante continuar con su proyecto para enviar a Jungkook de vuelta a su realidad.
Taehyung había pensado en experimentar a escala, y por ello los había ofrecido como voluntarios
para limpiar la piscina de la escuela debido a que durante el otoño e invierno permanecía cerrada al
estar al aire libre y por las bajas temperaturas que pronto llegarían.
Por eso y porque el club de natación se estaba extinguiendo, pero los detalles no eran importantes,
se trataba de un espacio abierto, sin supervisión y que a nadie le interesa solamente para ellos.
Así que sí, todo era viable para comenzar a construir. Aún les faltaban algunos componentes, pero
los conseguirían en poco tiempo cuando el día del concierto llegara, y bueno, cuando encontraran la
forma de entrar en el.
Después de desayunar, se dirigieron a la cochera en donde colocaron dentro de la vieja carretilla de
Taehyung su caja de herramientas, algunos tubos, unas viejas láminas de metal y cables que habían
pasado años allí dentro, además del viejo aparato soldador de su padre.
En el mismo lugar, se encontraba el mayor de los hermanos Kim viéndolos curioso, mientras ellos
reunían chatarra en su carrito, él tenía puesta una camiseta blanca sin mangas, tenía las manos llenas
de aceite y su cabello sujetado con una banda mientras intentaba preparar el auto.
—¿A dónde creen que van con todo eso? —preguntó.
—Necesitamos dinero, venderemos esto al reciclaje de chatarra —le dijo Taehyung con total
naturalidad. Ya se había acostumbrado a mentirle, y era tan inteligente que comenzaba a asustarle la
velocidad con la que inventaba una excusa.
—¿No tenían que ir a la escuela?
Intervino ahora Jungkook. —Nos queda de camino.
—Sí, así que, si no te importa, ya nos vamos.
Seokjin les vio no muy convencido, pero finalmente dejó de prestarles atención.
—Traten de volver temprano, ¿Está bien? —dijo con una ceja alzada.
—No prometo nada —dijo Taehyung y empujando su carrito, salió del garaje seguido de Jungkook.
Avanzaron por la acera; su carga era bastante pesada y el hecho de que se detuvieran un par de
veces a recoger madera que encontraban solo incrementaba su peso.
Jungkook soltó un suspiro pensando en voz alta cuando fue su turno de empujar.
—Es una pena que el auto no funcione, podríamos habernos ahorrado toda esta caminata.
—Da igual, de todas formas, es peligroso usarlo.
—¿Por qué lo dices?
—Oh, no lo sé, quizá porque los frenos no le funcionan bien o porque huimos de un laboratorio
secreto del gobierno en el, y que pudo haber sido fichado y estar siendo buscado justo ahora.
—No tienes que ser sarcástico conmigo, me hieres —le dijo colocándose una mano en el pecho.
—No estaba siendo sarcástico, en realidad ambas cosas son ciertas. Aunque es una fortuna que no
sirva, así reducimos el riesgo de que sea usado.
—Entonces espero que Seokjin no logre repararlo.
—No hay que preocuparse por eso. El auto no funcionará.
—¿Cómo estás tan seguro de eso? —le preguntó Jungkook. Taehyung alzó ambas cejas antes de
sonreír malévolamente.
—Porque le quité eso —dijo señalando dentro de la carretilla una pieza metálica.
Y Jungkook, quién realmente no era fanático de los autos frunció el ceño.
—¿Y eso qué es?
—Es un pistón... —ya que la cara de confusión del pelinegro no cambió, siguió hablando—, debería
estar dentro de uno de los cilindros de motor. Así que tardará un par de días en encontrarlo.
—No creo que eso sea suficiente para evitar que lo repare.
—Sin un pistón el cilindro no hará compresión, y el motor no tendrá suficiente fuerza para arrancar.
—No intentes explicarme sobre autos. No es mi fuerte, y no creí que fuera el tuyo.
—Cuando llegamos a este país mi padre comenzó trabajando como mecánico. Así que sé bastante
sobre autos, también sé algo de herrería y carpintería. Lo normal
Jungkook le vio sorprendido. Era el prospecto de hombre multitareas y ni siquiera parecía darse
cuenta.
—¿Lo normal?
—Sí. ¿Nunca aprendiste alguna de esas cosas?
—No, yo tomé el curso de crochet en la escuela, e hice un mantel bordado.
—Tu imagen de chico rudo es cada vez más inexistente para mí —dijo con gracia. —Pero es genial,
al menos no terminarás quemando la casa como yo el día que intenté arreglar la caja de fusibles de
la cochera.
—Eso suena a algo que tú harías. Espera —reflexionó sobre la información—, ¿Eso significa que
Seokjin también sabe mecánica, cierto?
Taehyung rio negando con la cabeza. —Sí, pero por si acaso encuentra la falla... también le quité la
batería, y si eso no funciona, siempre podemos pincharle los neumáticos.
—Tú me das miedo.
—Estoy siendo lo más normal que puedo.
El sol era leve, y aunque era de mañana el frío que había comenzado fluir era notorio cuando el
vaho se escapaba de ellos.
La escuela estaba vacía, por lo que no les tomó mucho tiempo atravesar el estacionamiento y el
campo de béisbol para finalmente llegar a la piscina.
Se quedaron de pie frente a la reja con candado que les impedía el paso.
Taehyung rebuscó en sus bolsillos una llave y se dispuso a abrirlo.
—A veces pienso que esta escuela se toma muchas libertades.
—¿Cómo cuáles?
Jungkook le observó mientras el otro quitaba los candados.
—Apareciste en la oficina de la secretaria, dijiste una mentira y te dieron una llave. Así de fácil —le
dijo incrédulo.
—En realidad la engañé para que me la prestara y le saqué una copia.
—Bueno, eso tiene más sentido viniendo de ti.
El área de natación estaba casi abandonada; no era un secreto para nadie que los fondos de la
escuela, entre los programas académicos de intercambio y el equipo de béisbol no dejaban mucho
presupuesto para apoyar al resto de clubes que tenían como propuesta.
Tanto que ni siquiera le daban mantenimiento a la piscina y de no ser porque uno que otro
estudiante todavía se interesaba en el arte, el auditorio estaría igual de descuidado.
Entraron empujando el carrito lleno de chatarra y lo dejaron a un lado.
Taehyung tenía la intención de llenar la piscina, pero las hojas secas de los árboles estaban por todo
el lugar.
Además, antes de comenzar con su experimento debía hacer la armazón de su bobina y pararrayos.
Puso ambas manos en su cintura y suspiró profundamente viendo a su alrededor. No era mucho,
pero también era todo lo que tenía para comenzar.
Tomó uno de sus empíricos planos y lo extendió en el suelo para revisar; pero el sonido de las
ruedas sobre el asfalto exterior llamó la atención de ambos.
Agustus se acercaba a velocidad sobre su patineta, estaba usando pantalones cortos anchos y la
gorra hacia atrás, también con su mochila en la espalda.
Se detuvo al llegar a la entrada, entonces levantó su patineta y se la colocó bajo el brazo.
—¡Viniste! —dijo Taehyung, animado al verlo.
—Dijiste que era importante. Ten —se quitó la mochila—, aquí está lo que me pediste.
—Genial, yo traje el compresor de pintura que tomé del almacén de herramientas el otro día.
Jungkook les observó curioso. Él no sabía que Yoongi los ayudaría ese día, es decir, era genial, pero
le resultaba extraño lo fácil que parecían haberse conectado.
Ahora que él había debutado como la súper estrella del equipo, pasaba demasiado tiempo con
Seokjin y el resto del equipo, tanto como Taehyung y Agustus juntos. ¿Se sentía desplazado? Quizá
un poco.
—Bien —intervino en su plática—, ¿Qué se supone que vamos a hacer?
Taehyung le sonrió ajeno a sus pensamientos estúpidos.
—Necesito soldar varias láminas de metal en la punta de estos parales —dijo señalando a los tubos
metálicos que rodeaban la piscina, estos tenían luces y unas pequeñas banderas.
—¿Y cómo hacemos eso?
—Oh, para eso es el soplete —agregó Agustus—. Ese es mi trabajo, lo estuve ayudando a dibujar
los planos, así voy a hacer las uniones de metal mientras él hace el cableado, aunque en realidad no
tengo suficientes metros de alambre para comenzar.
No entendía porqué se sentía molesto, el chico era tan inteligente como Kim además de hábil y en el
fondo parecía que no podía seguirles el paso intelectualmente.
—Okey..., ¿Y yo? —Quizá era su imaginación y narcisismo jugando con él, pero lo que le dijo el
castaño definitivamente logró matarlo.
—Encárgate de limpiar la piscina —dijo Taehyung viendo a contraluz sus diseños.
Alzó las cejas ofendido. Si ellos eran el cerebro eso hacía de Jungkook ¿La fuerza? La fuerza bruta,
de hecho.
Asintió con desdén y se alejó para tomar un balde y una escoba de entre las cosas de su carreta.
El sol de mediodía comenzó a resplandecer sobre sus hombros; él barría las hojas desde el interior
de la piscina mientras las guardaba en una bolsa plástica además de dejar caer un poco de agua en
las baldosas para quitar la mugre y les veía medir los tubos en el exterior.
Sus actitudes eran volátiles; y aunque quería ser racional... también quería atención.
Taehyung levantaba la cabeza constantemente para verlo, y él, al estar consciente de eso, mojó un
poco sus manos y las pasó por su cabello.
El castaño le veía de soslayo, atento a sus movimientos mientras sujetaba un trozo de metal para
unirlo a la reja.
Jungkook estiró sus brazos y cuando supo que era observado se levantó la camisa hasta quitársela.
Estaba sudando, así que utilizó la tela para secarse el rostro y luego la dejó caer en las baldosas.
Después continuó limpiando con tranquilidad, silbando y mofándose un poco al sentir la mirada
sobre su espalda.
Taehyung le observaba con disimulo y él sonreía malicioso mientras se mordía la lengua al verlo
entrar en conflicto por querer acercarse.
Había descubierto que el pequeño Kim heterosexual del pasado tenía una extraña fijación por la
espalda de los hombres, y en especial por la suya así que dejarla al descubierto y flexionar sus
omóplatos le resultaba bastante positivo cuando quería obtener algo de él.
—Taehyung... el cable, estás moviendo demasiado el cable. Kim, ¡Oye, Kim! ¡Los ojos al frente!
El castaño regresó su vista al chico cuando lo llamó interrumpiendo su atención hacia Jungkook que
se secaba el abdomen mientras agitaba la cabeza.
—¿Qué te sucede?
—Idiota, harás que me queme la mano.
Taehyung reaccionó al ver que por su culpa la unión estaba quedando torcida. Agitó la cabeza.
—Lo siento.
Yoongi se levantó y se restregó los ojos.
—Descuida, de todas formas, no puedo continuar, necesito más electrodos.
Taehyung asintió buscando una solución, él tenía exactamente el equipo, y estaba tan distraído que
ni siquiera lo había traído con ellos.
—Tengo muchos en casa. ¿Podrías ir por ellos?
—¿Ir a tu casa? No, ni loco.
—No seas negativo. Tú tienes la patineta, volverás pronto, y a mí aún me falta cerrar el circuito con
estaño.
Yoongi bufó. —Está bien.
—La puerta del garaje está abierta, solo entra y búscalos en alguna de las repisas.
Jungkook se había jactado mentalmente y acercado a ellos por lo que ahora escuchaba su
conversación, pensando que quizás podía quedarse a solas con el castaño mucho más tiempo del
estimado.
El pelinegro mayor tomó su gorra y su patineta del suelo y comenzó a caminar a la salida. Jeon lo
alcanzó para decirle lo primero que se le ocurrió.
—Min, ¿Podrías traer los destornilladores amarillos de cruz también? Los olvidé en la mañana, y
creo que van a necesitarlos.
—Claro —le dijo lanzando su patineta al asfalto y poniendo sobre ella un pie antes de subirse—.
Volveré pronto —terminó y se alejó.
«No lo creo», pensó.
Cuando se vieron solos de nuevo; Taehyung se paró detrás de él y le lanzó su camisa.
—Sé lo que haces, imbécil —le regañó mientras regresaba hacia sus labores.
Jungkook soltó una risa burlona, atrapando la tela.
—¿De qué hablas?
—Ponte la camisa y deja de distraerme.
—No lo hice a propósito.
—Sí, claro. No pienses que soy estúpido, mejor ven aquí y ayúdame con esto.
Jungkook caminó hacia él feliz de retomar su papel de ayudante volviendo a vestirse.
—Deberíamos recalcar el hecho de que admites que te encanta verme.
—Soy alguien observador, ¿Qué tiene de raro?
—No contestaré a tu pregunta porque no va a gustarte la respuesta.
Jungkook se mofaba constantemente de la aversión por sus impulsos, incluso cuando él mismo
estaba luchando por las cosas que sus recuerdos le hacían sentir.
—Lo dice el chico que decidió que quiere dormir solo ahora. Y que se aleja de mí sin razón.
—Uuh... esto se volvió personal. Actúas como mi esposo.
—No me molestes —le dijo apuntándole con el soplete.
Jeon alzó ambas manos. —Okey, okey. No seas gruñón, cariño.
—Cállate, sé que no eres honesto conmigo.
—Lo soy... ¿Qué quieres saber?
—Tus recuerdos nuevos. Has estado muy misterioso con ellos.
—Estoy caliente, deprimido y ahora tengo un trauma. ¿Algo más?
Jungkook se rascó el cuello cuando Taehyung le ignoró para enrollar en cinta aislante un trozo de
cable.
Soltó aire pesadamente cuando decidió ceder tan solo un poco.
Dio un paso al frente y llevó su mano al mentón del chico dándole un leve toque haciendo que le
viera al sentir la piel debajo de su labio inferior.
—Es malo, ¿Está bien? —le dijo serio.
—Jungkook... —su repentina seriedad le asustó, tanto como sus ojos enfocados en él y su toque
suave.
—Si me dejo llevar terminarás igual que yo. Y tú no te mereces eso, ¿Lo entiendes?
—Deberías ser más condescendiente.
—No. Y lo peor es que estoy empezando a entender que soy mucho más peligroso para ti de lo que
creía.
—Estás exagerando...
—Lo único que quiero es que nada te haga daño.
Taehyung realmente quería comprender todo lo que le decía, pero era imposible cuando no conocía
ni la mitad de las cosas que el pelinegro sentía y además, sabía.
Jungkook le quitó un mechón de cabello de la frente, justo después, y en medio de la confusión del
muchacho, le dio un pequeño beso en ese mismo lugar antes de sonreírle extrañamente.
No. Kim definitivamente no entendía sus cambios de actitud, y aunque sabía que era información
importante que debía archivar en sus hipótesis, optó por sonrojarse y acomodarse los anteojos
apenado.
—Deberíamos continuar, ¿Te parece? —dijo, refiriéndose a su máquina en proceso.
Jungkook asintió con una sonrisa y le acompañó para seguir avanzando.
...
A un par de calles de la escuela, Agustus Min había regresado a su vecindario para buscar los
electrodos de soldadura que le hacían falta.
Hizo una breve parada en su propia casa para tomar algunas otras cosas y luego avanzó a la casa de
los Kim atento a su misión.
La puerta trasera del garaje estaba abierta, justo como Taehyung dijo, así que entró con facilidad y
en pocos minutos se vio a sí mismo buscando entre las repisas.
Arrugó el ceño cuando su zapato tocó algo pegajoso en el suelo. Bajó la vista y se encontró con
aceite de motor derramado y herramientas tiradas por todos lados.
Le restó importancia y continuó buscando.
Después de un rato, finalmente encontró lo que Taehyung le había pedido en uno de los cajones de
abajo en un pequeño mueble en la esquina, los tomó y guardó feliz en su mochila.
Bien, había logrado uno de sus objetivos; pero aún le hacían falta los destornilladores que sin
importar dónde los buscase no parecían por ningún lado. Incluso había encontrado unos guantes
para calor que creyó podían servirles, pero no encontraba esos putos destornilladores de mierda.
Obviamente porque no existían y Jungkook los había inventado de forma muy patética; pero el
mayor obviamente no sabía eso, así que siguió buscando por todo el lugar.
Mucho tiempo después alcanzó a ver una caja metálica vieja debajo de la estantería.
Era el único lugar que le faltaba por revisar, así que se agachó para alcanzarlo.
Estaba muy lejos, y su mano no llegaba hasta ella incluso cuando estaba en el suelo sin ver a la
persona que apareció desde la otra puerta.
Seokjin regresó al garaje mientras se limpiaba las manos con una toalla luego de lavarlas. Ese auto
estaba peor de lo que pensaba, ya había cambiado el aceite e intentado arreglar el motor, pero
irremediablemente le hacía falta demasiado trabajo.
Estaba sudando y bastante estresado como para tomar con calma al intruso rebuscando entre sus
cosas.
—¿¡Quién eres!? —vociferó violentamente.
Yoongi levantó la cabeza de repente, golpeándose en el acto con una de las repisas.
—Auch... —musitó poniéndose de pie.
—¿Min? —Su tono de voz se relajó al reconocerlo. —¿Qué haces en mi casa? —dijo desafiante
mientras se recargaba de brazos cruzados en el marco de la puerta.
Gimió de dolor y llevó una mano a su frente para frotarse.
—Hola a ti también, cretino.
—Buenos Tardes, Min—le saludo con una mirada burlona al verlo lastimarse—, ¿Qué haces en mi
casa? —repitió.
—Los chicos olvidaron un par de herramientas aquí, así que vine por ellas.
—¿Herramientas? —dijo extrañado—. Ellos sacaron muchas cosas de aquí en la mañana.
—Sí, metal y cosas para el calor —alzó los guantes frente a él para que los viera.
—Si ya los tienes puedes irte.
—No, Jungkook dijo que olvidó un juego de destornilladores, pero no los encuentro por ninguna
parte.
—Eso es bastante específico... —lo observó de arriba a abajo—, y lamento decepcionarte, pero no
creo que estén aquí.
—¿Por qué estás tan seguro?
—Taehyung siempre lleva sus herramientas de bolsillo en su mochila. Ya sabes, destornillador,
tornillos, cinta, pinzas... cosas así.
—Creo que se han equivocado.
—O solo querían deshacerse de ti.
Yoongi abrió los ojos al entenderlo. Jungkook había estado bastante extraño con él los últimos días.
Y él, quién era un experto en sentir el hedor de los celos lo entendió.
—Hijo de... —masculló pensando en Jungkook—. Bien, gracias de todas formas —dijo y se
dispuso a marcharse solo con los guantes en mano.
—Espera —le llamó Seokjin.
—¿Sí?
—Llévate algo de la cocina para que puedan merendar. Yoongi parpadeó incrédulo. —¿Qué haga
qué cosa?
—Esos dos idiotas ni siquiera se preocupan por sí mismos. Así que si no te molesta... podrías llevar
algo para que almuercen, supongo que tienen mucho trabajo hoy.
Agustus asintió conmovido hacia la puerta que daba paso a la cocina.
—Vaya, parece que a veces puedes ser un buen hermano mayor. O humano...
—¿Podrías dejar de juzgarme por cinco minutos, por favor?
—Y ahora usas las palabras mágicas. ¡Vaya! Me parece todo un avance.
Abrió la nevera mientras buscaba un poco de jamón y queso, además de un par de tomates.
—Últimamente no me ha funcionado tan bien ser demasiado rudo.
Seokjin le alcanzó de la repisa más alta de la alacena el pan en rodajas y luego se sentó a un lado del
desayunador mientras le veía hacer un par de emparedados.
También le indicó que tomara un cuchillo del interior del gabinete. Min soltó una carcajada. —¿Y
es que eso alguna vez te ha funcionado?
—Debería hacerlo...
—Anímate, las cosas se dan mejor cuando las dejas fluir. Y al menos, la última hora, has sido un
sujeto bastante agradable.
Seokjin en realidad no podía hablar de sus cosas con nadie, su hermano nunca le escuchaba y sus
amigos del equipo tenían una nuez por cerebro, además de que haberse vanagloriado como
mujeriego por años frente a ellos y la imagen que había estado manteniendo tampoco le eran de
mucha ayuda.
Sabía que era patético lo que estaba a punto de hacer, pero de todas formas lo hizo.
—¿Puedo pedirte un consejo? —dijo haciendo que Yoongi le viera asustado. ¿Qué le había
sucedido que le hacía ser tan dócil?
—Su-upongo que sí.
Tragó saliva, él no era bueno con sentimientos y esas cosas; pero sabía que su antiguo amigo sí.
—¿Cómo logro que alguien me perdone?
El otro le vio serio eligiendo con cuidado sus palabras. —Eso depende mucho de la persona a la que
hayas lastimado.
—¿En qué sentido?
—Puede que sin importar la magnitud de tu error la persona decida perdonarte. Grande o pequeño,
también influye lo que hagas para conseguir ese perdón.
—¿Cómo qué?
—Sé sincero —la garganta le quemó, él intentaba no levantar mucho la vista concentrándose en
llenar de mostaza el pan en sus manos—, discúlpate y espera lo mejor.
—Yo fui un idiota con Sunhee, y en serio quiero que me perdone. No quiero que nuestra pelea se
vuelva más grande de lo que es.
—Allí está tu primer error. Lo ves como algo sin importancia cuando puede que ella no lo vea así.
Seokjin asintió prestando atención a sus palabras.
—¿Crees que debería ir a buscarla? —le preguntó mientras le ayudaba a empacar los sándwiches en
servilletas y plástico.
Yoongi suspiró agitando la cabeza cuando finalmente levantó su mirada.
—Creo que deberías hacerlo. Admitir que cometiste un error siempre es la mejor forma de
demostrar cuánto quieres a alguien.
El mayor sonrió; se sentía más tranquilo ahora.
—Tienes razón —dijo poniéndose de pie— iré a buscarla.
—Solo intenta no ser demasiado intenso, se nota demasiado que es la primera vez que alguien te
interesa en serio.
Pasó una mano por su cuello apenado.
—¿Es así de evidente?
—Acabas de pedirme un consejo a mí... A mí y tú me odias.
—Oh vamos, no es para tanto —dijo riendo genuinamente. Yoongi se sorprendió, hacía mucho
tiempo que no lo escuchaba reír a su lado.
El mayor se agachó para buscar entre los compartimientos de abajo en la alacena. Del interior de
estos, sacó una pequeña canasta que guardaba en ella un mantel y la colocó sobre la mesa.
—¡Oye! —dijo Min al reconocerla—. ¡Esa canasta es mía!
—¿En serio? Wow, no sabía. Apareció entre las cosas del ático un día y mamá decidió quedársela.
—¿Cómo terminó aquí?
—No lo sé, supongo que debiste prestármela y yo lo olvidé o alguna tontería así. Llévatela, mamá
estará muy apenada si se entera que se adueñó de tu canasta.
El pelinegro asintió con desdén mientras terminaba de guardar sus alimentos en ella sin entender
por qué se sentía tan molesto de pronto. Seokjin ni siquiera lo recordaba.
—Genial... —masculló con pesadez—. Creo que será mejor que me vaya, los chicos deben estar
esperándome.
—Sí, sí. Te acompaño a la salida.
Ambos salieron de la cocina, y avanzaron por la sala hasta la puerta principal.
«La chica es un ángel» pensó. «Logró convertir al idiota en alguien casi decente.»
Y luego recapacitó en quién era el castaño en realidad, así que cuando la puerta se abrió, se volteó
para encararlo.
—Seokjin, una cosa más —le llamó y luego le dijo con rudeza—. Si solo buscas jugar con ella ni
siquiera te atrevas a buscarla. Sunhee no se merece algo como eso, no merece que seas hipócrita.
Pero sus cuestionamientos parecieron afectarle.
—No estoy siendo hipócrita. Yo realmente quiero disculparme, quiero su perdón.
—Bien... —suspiró— aunque creo que ella no aguantaría tanto tiempo el rencor como tú la culpa.
Seokjin volteó a ver hacia el lado contrario. —¿Y tú?
—¿Yo qué?
—¿Cuánto tiempo más puedes soportar tu rencor hacia mí? —dijo crudo. Porque él estaba tan
consciente de quién era el menor, así como el otro de él.
Yoongi negó con la cabeza mientras reía.
—Es a ti a quien le encanta joderme la existencia. ¿No debería ser al revés? Sé directo, ¿Quieres?
—¿Tú me perdonaste? —soltó sin tapujos. Seco, y duro.
El semblante de Min cambió.
—¿Alguna vez te disculpaste conmigo? —le preguntó sabiendo que nunca lo intentó, y que ni
siquiera se preocupó por hacerlo.
—Yo...
—Allí tienes tu respuesta.
Finalmente dio un paso hacia atrás en la entrada para salir de la casa.
—No quise que terminara así, se me salió de las manos.
—¿Se te salió de las manos? ¡Tú no hiciste nada! ¡Absolutamente nada! Te quedaste viendo como
el animal que eres mientras usabas a tu hermano como excusa.
—¡No fue mi culpa! No quería que le sucediera algo malo a él. Y tú ibas a arrastrarlo hacia tus...
—Esto no tiene sentido. Eres tan estúpido e irracional que sigues pensando que yo... — se detuvo,
esas cosas no eran buenas y él lo sabía, contuvo su respiración, calmándose—, ¿Sabes qué? No
tiene sentido explicarle eso a alguien como tú.
El pelinegro se dio la vuelta y salió abriéndose paso por el jardín aplastando un par de rosas de la
entrada.
—¡Solo quiero llevar las cosas en paz! —le dijo Seokjin desde la puerta.
Yoongi se permitió contestarle cuando casi llegaba a la acera, harto de Seokjin, de sus memorias y
de sí mismo.
—Aléjate de mí —le respondió antes de marcharse finalmente.
Por mucho que quisiera, creer en la falsa bondad del castaño, no podía. Porque sabía que, en el
fondo, lo único que le interesaba era él mismo.
Cuando la historia retoma su curso, las tangentes deben obedecer al orden lógico de la realidad. Y
seguir avanzando hasta chocar una y otra vez.
...
—Se ve bastante prometedor —dijo Taehyung.
—Yo solo espero que el director no te obligue a quitarlo —comentó Jungkook viendo la unión
eléctrica alrededor del perímetro del área de natación.
—Me debe un favor, así que no creo.
—¿Qué clase de favor? —Alzó ambas cejas de forma sugerente, pero olvidó que Taehyung... era
Taehyung.
—Le arreglé su declaración de impuestos, no es gran cosa.
—No sé por qué todavía me sorprende que todos tus amigos sean personas mayores.
—Tengo amigos de mi edad.
—Tienes exactamente dos amigos casi de tu edad, de los cuales Yoongi es mayor y yo vengo del
futuro, así que...
—Son detalles.
—Bien... mejor sigamos hablando del hecho de que debimos construir esto en casa.
—No podía construirla en el jardín de mi casa, necesitaba la piscina.
—¿Tu máquina del tiempo?
—Mi máquina del tiempo. Aunque aún me falta mucho estudio para construir un capacitor de
flujos.
—¿Dónde he escuchado eso antes? —dijo, intentando recordar por qué le resultaba tan familiar
todo eso.
—No lo sé. ¿Una película? ¿Un libro?
Jungkook se quedó quieto intentando recordar, cuando una alegre tonada del año dos mil y tantos
apreció frente a él.
—¡Como canción! Oh, por dios. —Emocionado por su repentino descubrimiento—. Si esto
realmente funciona será como vivir en una de mis canciones favoritas.
Taehyung sonrió sin entender de qué rayos hablaba. —¿Qué canción?
—"Year 3000", de los primeros álbumes de los Jonas Brothers. Ya sabes, "...He told me he built a
time machine. Like one in a film I've seen, yeah..." Bandas de chicos, máquinas del tiempo y
castañas, es casi lo mismo. O bueno, creo que la canción original es de otra banda; pero son
detalles.
—Te recuerdo que no entiendo tus referencias del futuro.
—Ni de bandas de chicos, o Pop en general.
—¡Lo haces de nuevo!
—"Oops, I did it again..."
—¿Qué diablos, Jeon?
Jungkook se burló arrugando la nariz.
—Referencia a Britney Spears.
—Si no vas a explicarme entonces cállate.
—¿Qué quieres saber?
—Todo. Esas bandas, y las cosas raras que mencionas.
—Oh, vamos. No te molestes conmigo, déjame ilustrarte, te pondré en contexto— aclaró su
garganta—: las bandas de chicos están por todas las décadas. "The backstreet Boys", por ejemplo,
aparecen a finales de los noventa, y luego NSYNC. Ya sabes, son grupos de chicos que cantan y
bailan.
—¿Y qué tienen de especial?
—No lo sé. Son guapos —dijo con gracia—, luego a inicios de los dos mil aparecen las bandas de
punk rock, con toda esta onda rockera que viene desde los ochenta, pero ahora más alternativa, pero
explicar eso sería irme hacia un lado mucho más extenso con My chemical romance o como All
Time low, bandas con un estilo propio, mucho más estético en donde sí eran músicos. Y bueno, al
mezclar a una banda de chicos guapos comerciales con instrumentos aparecieron los Jonas brothers,
la banda de la que estaba hablándote.
—Okey... Esa fue demasiada teoría para mí.
—No eres el único chico listo por aquí.
—¿Y qué pasó con ellos?
—Vivieron el sueño y decidieron retirarse por algún tiempo. Luego surgió otra banda de chicos, acá
One direction, a partir del 2010. Y bueno, aquí estamos superando su separación.
—¿La separación de los Jonas brothers o de one direction?
—Ambas.
Taehyung parpadeó confundido. ¿Jungkook acaba de hacerle una cronología de cosas que pasarían
y de las que probablemente no debía de hablar? Sí. ¿Le había entendido? No. ¿Le encantaba oírlo
hablar? Definitivamente.
—Tendrás que anotarme todo eso porque me perdí después de la segunda banda.
—Te lo explicaré con más calma luego. Aunque creo que estoy considerando ir a Reino Unido
solamente para asegurarme de que nazca Harry Styles.
—¿Y él es hermano de los Jonas?
—No, él es de One direction.
—¿No eran lo mismo?
—¡No, Jesús, no! ¿Cómo te atreves?
—¡Son muchos nombres!
—Mi Harry Styles es como tu Mick Jagger joven.
—Él era lindo.
—Te encantaría, lo sé.
—No tanto como David Bowie.
—¿Estás diciendo en voz alta que tienes un platónico con él?
Taehyung suspiró mientras negaba. No tenía sentido mentirle a Jungkook.
—Es mejor que guardes silencio, me distraes —le dijo intentando cambiar de tema.
—Oh, sí, claro. Sigue con tus cosas científicas. Ignórame, tarado.
Taehyung se burló de él con una gran sonrisa y luego le dio la espalda para seguir atornillando la
placa de metal al paral del alumbrado alrededor de la piscina.
—Pásame el destornillador —le dijo.
—Ten, idiota.
Jungkook entrecerró los ojos. El tonto, tonto Taehyung era muchísimo más adolescente de lo que le
gustaba demostrar.
Le pasó el destornillador que había solicitado y luego alzó la vista hacia la reja de la entrada en
donde la silueta de Agustus regresó acompañado de una canasta y más cajas.
—¡Min! Creí que no regresarías —le dijo Taehyung al verlo.
—Sí, ¿Por qué tardaste tanto? —preguntó Jungkook.
—Hice una parada para traer el almuerzo... —Vio a Jungkook molesto. Había tenido que regresar a
su propia casa para lavarse el rostro —. No sé ustedes, pero yo estoy muriendo del hambre.
—También yo —secundó Jungkook—. ¿Necesitas ayuda con eso? —Se acercó para tomar la
canasta cuando el chico asintió.
Entonces el pelinegro se movió hacia el exterior de las baldosas, y comenzó rebuscar en el interior
de la canasta del chico en donde encontró una pequeña manta que posteriormente extendió en el
piso.
La tarde había comenzado a caer y pronto llegaría la noche. El cielo era un reloj inexacto de un
tiempo inexistente.
Por otro lado, Yoongi caminó hacía Taehyung para entregarle los electrodos y los guantes para
ayudarlo a soldar las piezas que le faltaban.
Habían logrado avanzar muchísimo, y aunque aún les faltaban piezas, Taehyung comenzaba a
pensar que realmente tenían una oportunidad de lograr algo importante.
Los tres terminaron sentados a orillas de la piscina vacía mientras el cielo se tornaba oscuro.
Cada uno con un sándwich en la mano mientras veían con orgullo el progreso del día. A Jungkook
en realidad le hacía mucho más feliz el hecho de que Yoongi haya intentado rellenar su emparedado
con tomate y mostaza, que, en sí el avance del proyecto, también le hacía sentirse culpable por
haber intentado deshacerse de él antes.
Se sentía feliz, nunca había tenido amigos que se preocupasen por él o que le diesen importancia a
lo que decía. La soledad era buena, pero se había comenzado a acostumbrar a la compañía de los
muchachos.
Ni siquiera estaba prestando atención, y lo hizo hasta que la conversación de los chicos le hizo
reaccionar.
O más bien, era la vibra que transmitían.
Agustus Min era su amigo ahora, pero por alguna razón, no podía dejar de pensar en lo mucho que
parecía enfocarse más en Taehyung que en él.
El castaño le hablaba sobre su experimento mientras le enseñaba las notas de su libreta y reían. Su
cercanía le llenó de un sentimiento que podría llamar celos, pero que en realidad no estaba seguro
de qué era.
—Como sea, aún necesito metros de cableado y el imán.
—Cierto. Deberíamos pensar en cómo conseguir las entradas del concierto. Es en un par de días,
¿No?
—Sí.
Jungkook aclaró la garganta interviniendo después de haber pasado un largo callado. — No
tenemos dinero para eso ¿No podemos simplemente colarnos y ya?
Agustus volteó a ver a Jungkook con extrañeza. —Por supuesto que no —le dijo haciendo denotar
que era una mala idea.
—Bueno... De hecho, ese es el plan —declaró Taehyung. —Literalmente iremos a robar, Min.
Hazte a la idea de que somos delincuentes.
—Ni siquiera entiendo al cien por ciento esto de la máquina del tiempo, pero supongo que si es
necesario...
—Sobre eso... —dijo Taehyung levantándose del suelo.
Los dos muchachos se vieron confundidos entre ellos por su repentina reacción al verlo caminar
alrededor de piscina conectando los cables entre los parales.
El cielo se había terminado de teñir de negro y era el momento preciso para comenzar a probar su
trabajo.
—¿Qué crees que haces? —dijo Jungkook al verlo.
—Quiero enseñarles algo. Es tiempo de saber si desperdicié mi día o qué tan equivocado estoy.
—¿No es un poco pronto?
—Es solo la base, ya verás.
—No te fatigues —comentó Agustus—, acabas de comenzar a construir. Está bien si no funciona.
—¿Qué insinúan? —preguntó.
Taehyung tenía dos cables en las manos, unidos a la iluminación exterior de la piscina.
Luego bajó dentro de ella para dejar la batería del auto en el centro.
—Que eres un lunático —dijo Jungkook sin dejar de verlo.
—Lo que él dijo —agregó el otro pelinegro cuando lo vio salir de la piscina vacía y alejarse lo
suficiente hasta llegar de regreso al paral principal.
—Déjenme decirles algo: nunca subestimen la inteligencia de los demás.
—¿Cuál es tu punto?
Taehyung soltó una risa traviesa que asustó a Jeon por un segundo antes de hacer que las luces
chispearan.
El castaño conectó dos cables y la iluminación entera del lugar se apagó concentrándose en los
cuatro parales alrededor de la piscina.
—Lúnatico es sinónimo de genio, querido.
Un pequeño rayo de electricidad rebotó en el centro de la caja hacia sus cuatro lados uniéndose así
en un círculo eléctrico cuya intensidad era manejable y cuyo voltaje no era mortal.
El pelinegro se levantó del suelo para seguirlo.
—Me encanta cuando actúas como desquiciado —le dijo Jungkook cuando la luz reflejada en sus
anteojos y su sonrisa se burlaron de su incredulidad.
—Lo sé.
El lugar y el momento exacto. La inteligencia de Taehyung lograban hacer que de él brotara
demasiada admiración; pero más que eso, la luz que emanaba del chico le cautivaba en todos los
sentidos.
Le hacía pensar que haber caído dentro del lago en realidad no era tan malo como pensaba.
—Podríamos lograrlo... realmente podríamos... —musitó el pelinegro pasando una mano por su
espalda.
—Te dije que te llevaría de regreso a casa, y voy a cumplirlo.
Jungkook tragó pesadamente. Un pequeño—: Gracias — se convirtió en lo único que fue capaz de
esbozar cuando de alguna forma cayó en cuenta de que comenzaba a amar el lugar.
Comenzaba a sentirse vivo allí.
Taehyung le sonrió orgulloso y desconectó los dos cables que tenía en su poder.
Entonces intentó enrollarlos alrededor de la cerca para ocultarlos.
—Chicos —le llamó Yoongi—, creo que es hora de marcharnos —dijo para luego comenzar a
levantar la basura del piso.
—Terminen de limpiar aquí —pidió Taehyung tomando el soplete que había conseguido—, yo iré a
devolver esto al armario de mantenimiento.
—Iré contigo —dijo Jeon dando un paso al frente.
—No te preocupes, ya vuelvo. —Entonces les dio la espalda y salió del área de la piscina.
Cuando se quedaron solos, Yoongi fue el primero en hablar.
—¿Qué sucede contigo hoy?
—¿Perdón?
—Has estado bastante callado desde que llegué.
—No es nada.
—¿Querías una tarde a solas con él y me enviaste de regreso a su casa para sacarme de la escena?
Sí, yo también lo creo.
—¿Qué? ¡No! ¿Por qué crees eso? —culpable.
—Porque Seokjin me dijo que en su casa no tienen ningún estúpido destornillador de cruz amarillo,
y ya que perdí muchísimo buscándolo, me parece que merezco una disculpa.
—Lo siento... solo estoy siendo un idiota.
—Se nota, odias a la gente celosa y actúas como un niño solo por mí. Relájate, hombre, solo soy yo.
No soy un peligro para él.
—¿Piensas que quiero protegerlo? ¿No estás molesto conmigo?
—Es eso o que eres un posesivo de mierda. En fin, no te preocupes, entiendo lo que ambos sienten.
—¿Cómo... me siento?
—Estar solo no es fácil, pero estar en multitud... es mucho peor.
—Él y tú son bastante unidos ahora, ¿Cierto?
—Es irónico porque yo siempre he...
Jungkook siguió hablando sin darle chance a terminar—Es extraño cuando no estoy en el medio.
—Supongo que sí, me gusta estar con ustedes. Aún si tengo que ser el tercero de su romance
clandestino.
—¿A dónde intentas llegar?
—No entiendo lo que sucede entre ustedes, pero si no estás consciente de lo que estás causando en
él eres un verdadero idiota. Así que no tienes que sentir celos por mí.
—¿Quién dijo que estoy celoso?
—Tú y tu actitud de perro alfa.
Molesto. —¿Cuál es tu problema? ¿Estás obsesionado con Taehyung o algo así?
—¿Qué? ¡No! ¿Acaso no me escuchas? Es solo que... —negó con la cabeza. No tenía sentido hablar
de eso— como sea, olvídalo.
¿El pelinegro siquiera le había escuchado? No. Yoongi retrocedió y comenzó a caminar hacia la
salida.
—Lo siento. No quise ser grosero, espera.
—No importa. En realidad, no iba a regresar, entendí que querían su espacio pero yo... necesitaba
hablar contigo sobre algo. Y pensé que tal vez tú podrías ayudarme.
—¿Qué sucede?
Había comenzado a cuestionarse un par de cosas desde hacía semanas; esa tarde en el garaje le hizo
pensar aún más y aunque necesitaba sacarlo no podía, nunca podría.
—Quizá después, es tarde y yo tuve un día difícil.
—Agustus...
—Estamos bien, ¿Sí? —sonrió cansado—. Te veré el lunes.
Hizo un gesto rápido con las manos antes de guardarlas en los bolsillos de su chaqueta mientras se
llevaba consigo su canasta y caminaba hacia la salida.
Jungkook permaneció callado y confundido vio su silueta alejarse hasta que no pudo verlo más.
Minutos después regresó Taehyung en busca de sus cosas para marcharse.
—¿Nos vamos? —le dijo al encontrarlo viendo hacia la salida.
—Sí... supongo que sí.
—¿Y Min?
—Se adelantó, lo esperan para cenar.
—Oh, está bien. De todas formas, a nosotros también.
Juntos caminaron fuera del perímetro de la piscina; Taehyung cerró la puerta de la reja y colocó el
candado antes de avanzar.
Ambos regresaron a través del estacionamiento empujando su carreta ahora vacía hasta llegar a la
calle principal.
Jungkook suspiró cansado. Él odiaba muchas de las actitudes que tomaba, y simplemente no
entendía cómo era que sus impulsos eran capaces de hacerle reflejarle la verdad, al egoísta y
egocéntrico Jeon Jungkook.
Cuando llegaron a casa entraron por la parte trasera y guardaron sus utensilios de nuevo en sus
respectivos lugares.
Cenaron e incluso pasaron un par de horas hablando en la mesa con los señores Kim y Seokjin en la
cena. El padre contando su día de trabajo y el chico culpándoles de que el auto finalmente hubiese
colapsado.
Había risas, y amena compañía, pero Jungkook simplemente no estaba allí. Estaba lejos de saberlo,
pero la poca energía que habían logrado producir le había dañado tan solo un poco.
Él se levantó de la mesa antes que los demás y terminó sentado en el balcón de la habitación del
castaño en completo silencio.
Su mente ni siquiera era negra, tampoco brillaba; era gris, se había sumido en un completo gris.
—Kook... —dijo Taehyung cuando lo alcanzó en la habitación, ya cuando la noche estaba en su
cúspide—. ¿Todo bien?
Al no obtener respuesta, se acercó con lentitud y se sentó junto a él en la ventana.
—No lo sé.
—¿Los recuerdos de nuevo?
—No, están lejos cuando estoy consiente.
—Entonces no busques atormentarte, es tarde, ven a dormir.
—No puedo, no quiero volver a ellos. Y si vuelvo a soñar lo haré.
—Me parece que has estado perdido todo el día...
—A veces siento que estoy en automático.
—Es la ansiedad, es algo imposible de evitar. Lo sabes.
—Sí, pero...
—¿Pero...?
—¿Alguna vez te has sentido como si todo lo que haces es un error? —Soltó sin saber si sonaba tan
mal en voz alta como en su cabeza—. Como si, fueras incapaz de actuar con lógica.
—Tengo la sensación de que me has preguntado esto antes.
—Suena estúpido... lo siento.
El castaño le vio con desdén. La forma tan compleja de la situación de Jungkook no era lo que le
fascinaba de él, no, el hecho de que viniera del futuro no le asombraba tanto como su cercanía.
Porque Taehyung, quién nunca pudo ser cercano a nadie, se sentía abrumado ante tantas emociones
ajenas.
Jungkook se mordía el labio inferior cuando algo le inquietaba, sus cejas caían mostrando un
perfecto ceño fruncido contrario a sus grandes ojos oscuros abiertos con temor.
La noche, y discusión con su amigo habían sido suficientes para descompensar su poca estabilidad
emocional.
Además de que le tenía miedo a volver a cerrar los ojos.
—¿Qué fue lo que viste?
—Nada.
—Oh, vamos... ¿Mentiras ahora?
—No se trata de lo que vi, sino de lo que sentí. —Suspiró—. Algo está muy jodido dentro de mi
cabeza.
—No es solo un recuerdo, ¿Cierto?
—Son miles. Casi ninguno es claro y los pocos que lo son, se vuelven tan reales que logran que
quiera vomitar.
—Tienes que entenderlos antes de lograr dominarlos. Uno a uno.
Jungkook bajó la cabeza. No entendía de dónde brotaba tanta vulnerabilidad.
Peor aún porque le hacía cuestionarse, si alguna vez tuvo un sueño bueno, o quizá alguna clase de
aspiración. Porque su realidad cada vez lucía peor y más desolada en sus visiones.
Le hacía preguntarse: —¿Quién soy en realidad?
Taehyung sonrió; se acomodó sus anteojos ladeando la cabeza.
—Eso es algo que solo tú puedes responder.
—¿Realmente lo crees?
—Claro, después de todo... todos necesitamos encontrar un significado para nuestras vidas.
—¿Tú tienes uno?
Taehyung se quedó en silencio. ¿Su vida tenía algún propósito? Y cuando no pudo responderse,
algo le gritó que nunca había tenido un propósito que le apasionara tanto como hasta que Jungkook
apareció.
—No —le dijo— también soy un fracasado sin futuro.
Jungkook sonrió cuando el chico llegó a la misma conclusión que él.
—Escucha, esto va a hacerme sonar como un completo tonto, pero me gusta que estés tan jodido
como yo.
—Es una forma muy extraña de decir que te gusto.
—Eso es malo, ¿Cierto? —dijo bajando la cabeza, apenado.
Taehyung al notarlo colocó su mano sobre el hombro. —¿Por qué tendría que serlo? —le dijo.
—¿No vas a darme un sermón extraño para que deje de ser raro?
—No debería.
—¿Ah, no? ¿Por qué?
Exhaló con fuerza y apretó los ojos. No tenía ni idea de dónde había sacado la motivación para
decirle: —No lo sé, porque tú también me gustas, supongo.
—¿De una forma amistosa o de una forma pecadora? —bromeó alzando las cejas, a lo que recibió
un pequeño golpe en la frente—. ¡Auch! —se quejó—. ¿Qué dije de malo?
—No me presiones, Jeon —dijo. Escucharlo animarse le había regresado la tranquilidad, aunque sea
por unos instantes.
—Decir que te gusto no es muy heterosexual de tu parte. ¿Cómo vas con ese segmento de tu
investigación?
Taehyung se ahogó con su propia saliva.
—¿Mi investigación...? —entonces abrió los ojos molesto recordando un par de enunciados que
escribió semanas atrás—. ¿¡Volviste a leer mi libreta, idiota!?
—¡Lo siento! Tenía curiosidad... se la prestaste a Agustus y no a mí. Sé que estuvo mal, lo lamento.
El castaño masajeó con sus dedos pulgar e índice el puente de su nariz. Algunas veces era tan
maduro y otra solo un niño pequeño.
—Está bien —dijo suspirando—, pero la próxima vez que lo hagas dormirás afuera.
—Eres cruel, algo está fallando aquí arriba. —Jungkook le dio dos pequeños toques a la frente del
muchacho.
—Cállate, estamos intentando arreglar tu cabeza, no la mía.
—Oh, no. Eso no tiene arreglo, a este paso terminaré por darme un tiro.
—¿Por qué siempre piensas en cosas así? Es decir, creo que todos tenemos pensamientos como
esos, pero tú lo llevas a otro nivel.
Jungkook alzó una ceja curioso, ese "todos" incluía a Kim, y en realidad no se lo esperaba.
—No lo sé... es solo que por mucho tiempo pensé en la muerte como una solución a mis problemas
y ahora... solamente se ve más claro —dijo avanzando lento con sus palabras.
—Se llaman pensamientos intrusivos y son un reflejo de lo que pasa en nuestra cabeza. La realidad
apesta; pero muchas de las cosas que pasan aquí —dio dos toques a la sien del muchacho con
suavidad devolviéndole el gesto— no son reales. Incluso la mitad de tus memorias no son reales
aún.
—Esos pensamientos de mierda me hacen pensar que desperdicié un día importante para ti hoy con
mis problemas. Temo que, estés desperdiciando tu vida por intentar ayudarme.
Kim rio sin conocer el trasfondo de sus palabras.
—Oh, vamos. Me divertí mucho contigo hoy.
—Sí, claro. Tú hiciste cosas científicas mientras me hacías limpiar la piscina sin camisa.
—Yo te pedí que limpiaras, tú, te quitaste la ropa, eso ya no es asunto mío.
—¿Pero te gustó, cierto?
—Basta.
Jungkook meditó un par de segundos si era pertinente preguntarle lo que quería saber pero, si
Taehyung se la pasaba indagando en su mente, significaba que era justo que él hiciera lo mismo,
¿Cierto?
—Taehyung —le llamó serio—, si supieras que morirás, si supieras que no te queda mucho
tiempo... ¿Qué harías?
—Tu pregunta está mal formulada. —Jungkook alzó una ceja—. El conflicto real está en el
"cuándo" lo haré. Sé que moriré, todos lo haremos, es natural.
—Bien, señor sabelotodo. ¿Qué harías si supieras que mañana es tu último día?
El chico se quedó callado. Nunca se había detenido a pensar en algo como eso por tanto tiempo.
—Si las dimensiones físicas no me limitaran creo que... —negó con la cabeza— saldría a maldecir
y a pintar las calles de colores.
Jungkook dejó escapar una pequeña sonrisa.
—¿Qué cosa?
—De niño quería ser pintor, mis padres nunca me dejaron pintar dentro de la casa y creo que con el
tiempo lo fui olvidando. Últimamente he pasado tanto tiempo con ustedes que comencé a recordar
lo mucho que amaba ser así.
—¿Ser cómo?
—Creativo, supongo. Así que sí, eso, llenaría cada rincón del maldito Condado Mariposa con
pintura de colores.
—Eso es hermoso. Dime más —le dijo, entregándole su total y completa atención. La mente de
Jungkook estaba desesperada por desaparecer; mientras que la de Taehyung gritaba por sentir.
El castaño se llenó de nervios mientras le veía.
—Comería hasta desmayarme, me haría un tatuaje, me afeitaría la cabeza e iría a la casa del alcalde
a gritarle que su administración apesta.
—Un liberal... ¿Eh? Mi pequeño Kim es todo un vándalo en su interior. Espero que te hagas un
mohicano.
—Creo que mejor reconsideraré lo de raparme —se burló.
—Si quieres hacerlo, hazlo. No te juzgaré, al final, soy una persona que ha tenido la cabeza de todos
colores, pero el tinte no me dura más de tres semanas porque mi cabello es tan oscuro que las raíces
vuelven a aparecer.
—¿Cómo rayos es que aún tienes cabello?
—Supongo que puedo borrar "ser calvo", de la lista de cosas que pasarán antes de muera.
Taehyung rio y luego lentamente se quedó en silencio cuando la pregunta le golpeó con más fuerza.
Más allá de su euforia y desenfreno.
—Si fuera mi último día —dijo con voz trémula— correría kilómetros por la carretera hasta que...
—¿Qué...?
—Hasta ser capaz de dejar de llorar —tragó con fuerza.
—Taehyung tú... —No pudo continuar, la voz del muchacho le detuvo.
—...Llegaría al borde del acantilado y luego solo —hizo una pausa para contener su aliento— me
dejaría caer en el lago desde lo alto cuando la hora llegara.
—¿Por qué harías algo así? —Incrédulo de sus intenciones. Al parecer, él no era el único que había
fantaseado con desaparecer antes.
—Soy un controlador de primera. Y es mi muerte, tengo derecho a decir sobre ella, ¿o no?
—La idea de controlar al universo es bastante ambigua... y narcisista —se burló cuando sabía sus
palabras estaban llenas de historias escondidas que fue incapaz de preguntar al entender que era
algo en lo que el castaño había pensado mucho tiempo atrás.
Lo que le llevó a reformular sus cuestionamientos. Y si la pregunta no era, ¿Qué terminó con la vida
de Taehyung? Sino ¿Quién?
Entonces se asustó, al encontrar una gran cantidad nombres en esa lista, pero principalmente el suyo
e incluso el del castaño.
—Venga, deja de pensar en tonterías —golpeó su hombro ligeramente—. Somos demasiado
jóvenes para morir.
—Lo somos, ¿Cierto? —le dijo tragándose el nudo que se formó en su garganta—. Pienso que tal
vez... deberíamos empezar a vivir como si...
—¿Como si fuera nuestro último día?
—Como si fuera nuestra última noche.
Taehyung alzó el meñique frente a él y acercó su mano a la del muchacho.
—Promete que no vas a olvidarme.
Tragó en seco. ¿A dónde iba todo esto? Su corazón tembló cuando se percató de que estaba frente a
la única persona con la que se había sentido real en años. Era un humano en busca de algo a lo que
se aferró sin saberlo.
—Lo prometo —le aseguró alzando su propio meñique y se desgarró con fuerza su alma al leer lo
que estaba implícito en sus ojos—. Pero tienes que hacer algo por mí.
Devoción u obsesión; no lo sabía. Jungkook no tenía palabras para definir lo que sentía cuando
inevitable sonrió a la fuerza ante una promesa de la cual no tenía certeza. Y de unos ojos, que
brillaban viéndolo únicamente a él.
—¿Qué cosa? —preguntó el castaño, iluso, inocente al entrelazar sus meñiques.
Sin entender que el pesar de Jungkook no solo se derivaba del conflicto moral de su pasado; sino
también de la cobardía al callar la verdad y del universo uniendo en sus miradas una constelación.
—Si alguna vez sientes deseos de saltar hacia el acantilado... debes prometerme que te quedarás en
la orilla.
—No entiendo lo que quieres decir... Jungkook.
—Solo promételo. Lo entenderás algún día.
Taehyung tragó con fuerza, siendo lo suficientemente inteligente como para saber que Jungkook
estaba escondiéndole algo.
—Lo prometo —declaró con tal seguridad que logró hacer flaquear a Jungkook.
—No lo olvides —le dijo. Y en medio del silencio cortó, pudo escuchar al castaño aclarar su
garganta antes de hacerle otra pregunta.
—¿Qué hay de ti? —cuestionó Taehyung—. ¿Qué quieres hacer antes de morir?
Jungkook sonrió ante su curiosidad; cautivo, estaba preso en él y el nexo que difícilmente sintió
antes. Y aunque en medio de sus recuerdos podía intentar comparar cada sensación con la de la
calidez de la presencia del chico, no había nada que se le pareciera.
Un anhelo de ser ese algo para él.
—Quiero ser especial.
Taehyung dejó escapar una pequeña risa que logró avergonzarlo por un segundo cuando le dio un
ligero empujón.
—Me parece que puedes borrar eso de tu lista.
—¿Puedo? —Alzó una ceja en dirección al castaño.
—Oye, súper estrella —se burló de él con suave voz—, no tienes ni idea de lo especial que eres
para mí.
Jungkook extendió su brazo para tocar con suavidad el cabello de Kim para luego deslizarla por su
mejilla con miedo.
Era demasiado estúpido para él aferrarse de esa forma a un sentimiento que sabía era incapaz de
prosperar; pero allí, cuando estaba frente a él, ni su futuro ni su pasado eran relevantes, lo único que
le importaba era el presente en el que se encontraba justo en ese momento.
Un octubre del que comenzaba a enamorarse. Y un otoño, en el que ya no le asustaba más el
cercano invierno.
—Quiero aprender a andar en bicicleta —declaró rompiendo con el silencio que se había formado.
Taehyung agitó la cabeza confundido, y con temor de que sus palabras hubiesen llegado demasiado
lejos.
—¿Qué?
—Es la siguiente cosa en mi lista —le explicó levantándose del balcón repentinamente.
—Oh, no. Creo que sé a dónde va esto y quiero que sepas que es demasiado tarde para...
—Jungkook había comenzado a vestirse, y para callarlo, le lanzó un pantalón a la cabeza. —¿No te
importa, cierto?
—No. Así que levántate, y sígueme.
—Yo y mi gran boca —dijo más para sí mismo cuando cayó en cuenta de que una sola palabra era
capaz de hacer que Jungkook tuviera ideas extrañas. Pero allí estaba él, levantándose para seguirlo.
Taehyung chasqueó con la lengua mientras se ponía de pie y buscaba sus anteojos en el buró junto a
su cama. Se los colocó, mientras intentaba ponerse sus tennis a los que ni siquiera les había
desatado las cintas en primer lugar.
—Toma tu mochila, y no hagas ruido —dijo Jungkook, tirando del brazo del chico para que le
siguiera al caminar.
—¿A dónde vamos? —preguntó, cuando con sus cosas en mano avanzaron por el pasillo.
—Hace mucho que no salimos por la noche. —Jungkook caminó hacia el garaje y rodó la bicicleta
de Taehyung hacia la puerta.
—Sí, lo sé. Hace mucho que no me obligas a fugarme de mi casa en medio de la noche — le
reprochó.
—Estamos en una aventura nocturna, cállate.
—Eso suena al nombre de una revista para adultos —susurró mientras ambos salían por la puerta
trasera procurando quitar el pestillo para no quedarse afuera.
—¿Por qué demonios piensas eso tú?
—No lo sé, supongo que paso demasiado tiempo contigo.
—Oh, señor. He creado un monstruo.
Se escabulleron por el jardín hasta llegar a la acera, Jungkook caminaba rápidamente jalando al
chico para hacerlo caminar a su ritmo mientras ninguno de los dos subía a la bicicleta.
—No me molestes.
—Te he corrompido.
—No lo suficiente, aún no entiendo tu afán por salir de casa por la noche.
—Ni yo, pero es un viejo hábito aparentemente. Cuando no puedo dormir, necesito aire fresco.
—¿Solías hacer esto antes?
—Eso creo. Además, tuve un par de ideas y no puedo sacarlas de mi cabeza. Tampoco tengo mucho
tiempo para postergarlas.
Avanzaron un par de casas. Taehyung vio con curiosidad a Jeon cuando se inclinó frente a la casa
de los Min para levantar una piedra y más aún cuando la lanzó hacia la casa.
—¿¡Qué rayos crees que haces!? —le dijo cuando tomó otra y volvió a lanzarla esta vez golpeando
en la ventana.
—Si existieran los mensajes de texto o el internet no tendría que hacer esto.
Créeme.
Lanzó una piedra más, luego la ventana se abrió y de ella emergió un ente adormitado además de
visiblemente molesto.
—Buenas noches, Señora. ¿Yoongi está en casa? —dijo, burlándose al ver a su amigo desde el
balcón con una liga deportiva en la frente para sujetar su cabello y un pijama reluciente roja.
—Por un demonio, Jungkook. ¿Sabes qué hora es? ¿Qué quieren?
—¡Vine a pedirte perdón!
—Maldición, ¿Y no podías esperar a que amaneciera?
Taehyung les vio intrigado; no sabía de qué se había perdido entre esos dos, pero le encantaba la
escena de un Jungkook arrodillado en la grama y de Agustus maldiciendo desde su habitación.
—¡En realidad no!
—Te dije que estamos bien. —Sincero, nunca había sido capaz de ser rencoroso —. Ya lo olvidé,
ahora, váyanse y déjenme dormir.
—¡Espera!
—¿¡Ahora que!?
—Necesitamos pintura, y supuse que tú tendrías así que...
—Es casi medianoche, ¿Para qué la necesitan?
—¿Tienes pintura o no? —le dijo desafiante.
Yoongi le mostró el dedo de en medio desde lo alto y luego se alejó de la ventana.
—¿Tú crees que se haya enojado? —le preguntó Taehyung a Jungkook, aún sin entender bien
porqué estaban allí a esa hora. Y el motivo por el que le había hecho sacar su bicicleta si ni siquiera
se acercaba a ella.
—No lo sé, hay que esperar —dijo encogiéndose de hombros.
La luz de la habitación se encendió y pasados unos minutos en los que los dos chicos esperaron a la
expectativa, la puerta principal se abrió revelando a su amigo molesto y con una bolsa de plástico
negro en la mano.
Ambos se acercaron a la entrada, siendo capaces de visualizar con claridad a Min ahora con su bata
y pantuflas combinando con su pijama de cuerpo entero.
—No voy a preguntar para que la quieren, así que tómenla y lárguense de aquí —dijo extendiendo
una bolsa frente a ellos.
Jungkook la tomó sin poder borrar la sonrisa burlona de su rostro. Sus ánimos habían vuelto.
—No quiero ser indiscreto, pero, ¿Qué demonios llevas puesto? — Abrió la mochila y comenzó a
guardar las latas que le habían entregado—Se ve muy suave... y fresca por abajo...
—Se llama seda y estoy seguro de que tu piel no sería capaz de apreciarla.
—No, pero creo que también quiero un camisón de esos —admitió Taehyung en voz alta riendo.
—¡No es un camisón!
—Como sea, lamentamos haber interrumpido tu sueño reparador —dijo Jungkook.
—Sí, sí como no. Fuera de aquí, par de idiotas, déjenme dormir —les dijo antes de despedirse con
la mano y cerrar la puerta en sus caras.
—Vaya, parece que alguien tiene el sueño pesado.
—Lo sé. Sea como sea, recuérdame pedirle que nos haga unas pijamas como esas.
—Lo tendré presente.
Ambos caminaron por la acera, alejándose de la casa.
—¿Para qué necesitamos la pintura? —preguntó el castaño.
Jungkook sonrió complacido al notar que lo que Min le había entregado eran latas de aerosol, sacó
una de la mochila y la agitó diciendo:
—¿Acaso no es obvio? Vamos a pintar la ciudad.
—¿Qué hay de la bicicleta? ¿Realmente quieres aprender?
—¡Lo haré! ...Algún día. Pero por ahora no planeo recorrer este maldito pueblo corriendo, así que
conduce, llévanos al centro.
—Eres un idiota —se burló sabiendo demasiado bien que Jungkook le tenía mucho miedo a caerse
como para intentarlo. Y que sus excusas eran tontas.
—Lo sé —le confirmó con una gran y tierna sonrisa, de esas que le hacían enseñar sus dientes de
más.
Entonces, Taehyung subió a su confiable vehículo, y el pelinegro se situó de pie sobre los tubos de
la rueda trasera, sosteniéndose con ambas manos de los hombros de Kim.
El aire era frío; la fresca brisa de la noche golpeaba en sus rostros con fuerza llenándoles de ansias y
de energía mientras se movían cuesta abajo hasta llegar a la carretera que les llevaba de camino al
centro. Habían aprendido a aprovechar cada minuto del día y de las noches que el universo decidió
permitirles estar juntos.
Se detuvieron cuando la zona residencial se acabó, justo en frente de la alcaldía.
Jungkook buscó en el interior de la mochila dos latas, destapó la primera y presionándola, hizo una
línea de color verde por sobre una pobre pared de ladrillos detrás de él, mientras reía. Comenzó a
dibujar una pequeña flor en ella seguida de líneas a su alrededor.
—¿Qué esperas? —le dijo a Taehyung extendiendo hacia él la segunda lata para que la tomara—.
Este es tu deseo.
Taehyung parpadeó incrédulo. ¿Realmente le había dado importancia a su conversación?
Había sido algo muy estúpido, pero allí estaba, intentando hacerlo realidad.
Debió prestar atención a la culpabilidad del chico; pero ante sus ojos llenos de ilusión fue incapaz
de racionar los verdaderos motivos.
Jungkook solo quería enseñarle la vida de una forma que valiera la pena recordar. Una que sabía no
tendría, y estaba seguro se merecía más que cualquier persona en el mundo. Incluso más que él
mismo.
O quizás, simplemente había comenzado a adorar hacerlo feliz porque aceptaba que su sonrisa le
llenaba de la paz que por mucho tiempo buscó.
No lo sabía, aun así, tomó una lata y sonrió cuando la tapa cayó al suelo, luego comenzó a llenar de
espirales azules la pared sin importarle que sus garabatos no tenían ningún sentido.
Alzó la ceja cuando Jungkook se alejó ligeramente de él, le vio subir rápidamente el graderío de la
entrada y comenzar a pintar sobre los escalones.
—"Tyler estuvo aquí" —leyó en voz alta el castaño a lo que Jeon se burló de él por la forma en la
que sus ojos se entrecerraron.
—¡Lo siento! ¡Tenía que hacerlo! —se excusó mientras seguía garabateando por encima de las
estatuillas blancas y las paredes de alrededor.
—Ja, ja, ja. Muy gracioso. Se supone que debíamos escribir algo más profundo que eso.
—Hazlo —le motivó asintiendo con la cabeza.
Taehyung lo meditó por un par de segundos y finalmente se animó a subir el graderío para pararse
frente a la puerta de la alcaldía.
Tomó el aerosol rojo de la mochila; entonces manchó con esmero en la blanca pared principal justo
en la entrada escribiendo lo primero que vino a su mente seguido de una gran "x" en la puerta.
—¿Qué te parece? —le preguntó a Jungkook cuando pareció haber terminado.
—"Ningún futuro es real" —leyó ahora Jungkook—. Me gusta, pero no lo entiendo, ¿Por qué?
—Pienso que si alguna vez el futuro luce mal puedo recordar que existen miles de posibilidades de
cambiar mi destino.
El pelinegro se alejó de él suspirando y pasó una mano por su propio rostro, pensando en que la
sopa de cerebro que tenía dentro de él se volvía menos pesada cuando la tranquilidad de estar a
salvo le llenaba.
El tiempo es una ilusión del humano. Es la continuidad de la vida y los pocos instantes en los que
somos conscientes de los años que han pasado.
—Entonces creo que tu frase está incompleta. —Jungkook agitó otra lata y se acercó para escribir
más abajo y en color negro tardando un poco más de tiempo para escribir el resto.
"Ningún futuro es real; si elijo quedarme en el presente".
Taehyung estuvo a punto de leer la frase completa cuando una luz se encendió directamente hacia
ellos seguida de una voz que les interrumpió.
—¡Ustedes dos! ¿¡Qué creen que hacen!?
Ambos se vieron entre sí diciendo un unánime: —Corre. —Antes de salir a gran velocidad en
sentido contrario para huir, dejando la bicicleta tirada en la calle junto con la mochila.
Uno de los vecinos había llamado a la policía después de escuchar sus risas y el estruendo, así que
pasados unos minutos habían aparecido solo para encontrarles a medio graffitar.
—¡Alto, deténganse! —gritó el hombre cuando comenzó a correr detrás de ellos. La patrulla con el
otro agente encendió y les siguió.
—Maldición... —masculló Jungkook mientras intentaban esconderse entre los arbustos de los
comercios cerrados por la hora.
—Oh, dios. Estamos jodidos —le dijo Taehyung detrás del árbol cerca del callejón.
—No, si no descubren que fuimos nosotros. Así que baja la voz, no olvides que esto no es
precisamente legal.
—Cierto, olvidé que a esto de pintar las calles se le conoce como vandalismo. Soy tan tonto, en
serio.—Solo cállate, Kim —le regañó.
—¿Qué hacemos?
—Corremos hacia los callejones y luego lo perdemos en bosque. Sígueme, a las tres.
—Bien.
—Una... dos...
—¡Tres! —dijo el policía que les había localizado desde hacía un par de minutos alumbrando de
nuevo con la linterna y colocándole la mano a Jungkook en la espalda.
Ambos apretaron los ojos al verse acorralados. Fueron requisados contra la patrulla con dureza y
luego subieron sin resistirse.
Pero contraria a la mirada preocupada de Jungkook, Taehyung comenzó a reírse escandalosamente
cuando el viejo y gordo policía le empujó la cabeza hacia el interior del vehículo.
—Están en serios problemas, jovencitos —les dijo el oficial al volante viéndolos por el retrovisor
cuando subieron a la patrulla.
Jungkook volteó a ver a Taehyung en busca de alguna señal de miedo, pero no la obtuvo.
—¿Estás bien? —le preguntó.
—Sí —respondió intentando no reír—. Demasiado sorprendido, de hecho, el idiota tenía razón.
—¿A qué te refieres?
Después de todo, parecía que Seokjin tenía razón al decir que algún día terminarían en la comisaría.
—No es relevante —dijo—, como sea, parece que también puedo tachar "ser arrestado" de mi lista
de deseos. ¿Cierto?
Jungkook rio. —¿Cómo puedes estar tan tranquilo?
—Supongo que no tengo miedo cuando estoy contigo.
—¿Y eso es bueno? —La franqueza en sus palabras le inspiró ternura. Él era más transparente de lo
que imaginaba.
—No necesito saberlo.
Taehyung negó con la cabeza. La vida era más divertida cuando rompía las reglas, pero en especial,
su existencia, era mejor con Jungkook a su lado.
Y todo lo demás, realmente no le importaba.
Cerró los ojos cuando comprendió lo que eso significaba al sentir su pecho acelerar.
Porque hacía demasiado frío y estaba en la parte trasera de una patrulla, porque sus padres y su
hermano iban a matarlo y aun así era incapaz de dejar de sonreír. Porque estaba cansado de trabajar
bajo el sol todo el día, pero accedió a vagar por la oscuridad de las calles. Porque esto era una
locura y su parte libertina de todas formas quería besar a Jungkook una y otra vez por ser tan idiota,
por hacerlo atreverse a hacer estupideces que nunca pensó fuera capaz.
Sentirse joven e iluso le asustó.
Tenía la certeza de que estaba perdido en más de una forma.
Por él. Mierda.
Kim Taehyung y su latente homosexualidad:
Siempre me he sentido diferente pero ahora no tengo idea de lo que quiero.
Creo que realmente quiero besarlo. Me gustaría saber si él piensa lo mismo... de mí.
¿Quién soy?
CAPITULO 12
12.

Abrió los ojos repentinamente; el sonido del teléfono martillando sus tímpanos le hizo sobresaltarse
en la cama.
Suspirando, volteó a ver a su lado derecho encontrándolo vacío. La luz del baño de la habitación
estaba encendida por lo que supuso que su esposa estaba allí adentro.
El teléfono continuaba sonando, llevó su atención al aparato y lo tomó con molestia. Es decir, era
más de medianoche, ¿Quién jodidos se atrevía a perturbar sus preciadas horas de sueño?
Presionó el botón verde y contestó con voz dura.
—¿Sí, diga?
—Buenas noches, ¿algún padre o encargado de Jeon, Jungkook?
—Sí, sí. —Aclaró la garganta, en realidad no esperaba eso—. Soy su padrastro. ¿Qué sucede?
—Hablo del departamento de Policía de la ciudad de San Francisco para notificarle que su hijo fue
detenido y se encuentra custodiado en la estación central.
—Disculpe, ¿¡Qué!? —Seokjin se levantó exaltado. El sueño había desaparecido por completo.
—Se negó a tomar su llamada por derecho; pero al ser menor de edad nos vemos en la obligación
de informarle.
—No lo entiendo, es imposible. ¿Detenido bajo qué cargos?
—Posesión de alcohol y vandalismo.
«Maldición, Jungkook...» pensó.
—Está bien. Muchísimas gracias, iré enseguida. Tenga una buena noche —dijo, y cortó mientras se
levantaba de la cama.
Pasó una mano por su cabello y luego por su rostro. La llamada había logrado quitarle el sueño de
forma bastante eficaz. Tomó unos pantalones de su perchero, y luego una camisa mientras negaba
con la cabeza, molesto.
Sí, estaba demasiado molesto. Es decir, hasta donde él sabía Jungkook debería estar en su
habitación viendo cosas por internet hasta las tres de la mañana. Pero, aparentemente, el niño había
decidido fugarse de la casa, hacer quién sabe qué cosas para terminar en la cárcel y encima de eso
pretendía que nadie se enterara.
Se colocó sus anteojos junto con su chaqueta, y mientras buscaba su chequera (porque claramente
iba a tener que usarla), su esposa salió del baño, sorprendida al verlo ya completamente vestido.
—Amor, ¿Está todo bien? ¿Qué sucede?
Estuvo a punto de desatar sus palabras con furia; pero se contuvo. Su esposa había estado enferma
las últimas semanas, lo último que necesitaba era preocuparse por su hijo el futuro convicto.
—Sí, sí... Bueno, realmente no. Uno de mis socios estrelló su auto en el centro y necesita ayuda,
nada grave.
—¿Estás seguro?
—Por supuesto. No te preocupes, volveré pronto.
—Está bien, te quiero, cuídate —le apoyó despidiéndose de él.
—Intenta descansar. —Seokjin besó su frente y le sonrió al separarse de ella, entonces se dio la
vuelta y caminó hacia la puerta llegando al pasillo.
Soltó aire pesadamente. ¿En qué demonios pensaba el chico? O peor, ¿Qué tan mal padre era como
para no darse cuenta de que se había escapado?
Antes de marcharse hizo una parada en su oficina para tomar la copia de la llave de la habitación de
Jungkook. Y en contra de todos los principios en los que quería creer, abrió la puerta para
encontrarse con la computadora encendida reproduciendo una serie cualquiera, la ventana abierta y
una soga colgada en dirección al poste de luz.
«Esto debe ser el karma.» Se dijo a sí mismo antes de volver a cerrar la puerta con llave para evitar
que Sunhee fuera a buscarlo y devolver la copia a su lugar.
Entonces salió de la casa y finalmente subió al auto. Condujo sin saber realmente cómo reaccionar.
Él había hecho cosas bastante estúpidas en su juventud, pero eso no le había llevado a nada, y
últimamente, Jungkook estaba más incontrolable que nunca.
Esto de tener un hijo adolescente era más y más difícil cada día.
Apenas habían pasado un par de semanas desde que habían llegado a San Francisco y Jungkook
parecía evadir todas sus palabras. Sabía que no tenía derecho alguno para regañar al chico, pero
maldición, a este paso tendría que ir a visitarlo a la correccional.
«Es idéntico a mí.»
Tal vez lo era, y no lo entendía. Curiosamente irónico pensar que alguien tan opuesto a él podría ser
tan parecido al mismo tiempo. Pero después de todo, él sabía que el camino que Jungkook estaba
siguiendo lo llevaría al mismo lugar que a él.
Nunca esperó que su vida terminara de la forma en la que lo hizo. Las noches en vela pensando en
su amada, y el otoño que vivió a su lado jamás le prepararon para lo que pasó después.
Las calles parecían inquietas, al igual que su mente. Esa oscuridad en el cielo contrastaba con las
luces de los edificios, y de los semáforos que le hacían detenerse cada dos minutos mientras sus
nudillos se volvían blancos por la presión al volante.
Se estacionó frente a la comisaría, y suspiró con fuerza, no podía evitar sentir que había vivido esto
antes. No podía pasar por alto ese sentimiento en el que su cabeza fallaba. Algo no cuadraba.
Bajó del vehículo, y colocó sus manos en sus bolsillos al caminar lento hacia el interior de la
estación. Entró recibiendo un par de miradas curiosas de algunas personas en el lugar. Su imagen le
daba un aire imponente al denotar tal seriedad.
—Buenas noches —dijo al acercarse al lugar de información—, busco a mi hijo, lo detuvieron hace
poco.
La mujer levantó la cabeza y le examinó de arriba abajo alzando una ceja al verlo.
—¿Es usted el encargado del chico Jeon? — Asintió—. Bien, ¿Tiene alguna identificación?
—Acá tiene. —Seokjin abrió su billetera y le mostró su identificación. Ella escribió su nombre en
una papeleta verde, y luego hizo señas a uno de sus compañeros para que se acercara.
Cuando finalmente lo hizo, ella le dijo a Seokjin. —Mi compañero le atenderá. —Le entregó otra
hoja al oficial—. Viene por el chico de los grafitis —le indicó ahora al otro.
—Acompáñeme.
—Gracias. —Le imitó cuando comenzó a moverse, asintiendo. Era incómoda la forma en la que los
oficiales le veían al caminar por el pasillo.
A través de los corredores de la comisaría había varias salas con grandes vidrios desde donde se
podían ver a muchas personas en sus propios problemas con la ley.
Pudo ver a Jungkook en la carceleta de la comisaría al fondo del lugar. Estaba en pijama y tenía el
cabello mojado.
—Bien, déjeme ver —dijo el oficial llamando su atención, luego abrió el expediente cuando se
acercaron de las rejas—. Delito menor, su hijo... Jared....
—Jungkook.
Desinteresado. —Sí, Jacob. Manchó las escaleras de la biblioteca, además de vandalizar dos
estatuas en la entrada de la misma. Incendiando botes de basura que rodaron por el césped frontal,
presuntamente intoxicado y en compañía de otro menor.
—Demonios...
—Como sabe, es propiedad del estado así que se ha fijado una fianza de novecientos dólares por
cabeza equivalente a daños. O...
—No necesita decir la otra opción. Tomaremos la fianza.
El tipo pareció jactarse en voz baja.
—Es bastante evidente Alzó una ceja y le entregó otra forma, junto a varias hojas que había
firmado minutos antes—. Cancele este formulario y luego regrese para que podamos terminar el
papeleo para dejar ir al chico.
Comenzó a leer las hojas en sus manos. Sentía que estaba cometiendo un error, era como si hubiese
tenido que hacer esto antes. Le dolía tanto la cabeza que sintió marearse de repente.
Sabía que no debía prestar atención a las conversaciones ajenas, y aun así lo hizo. No pudo evitarlo
al sentir todas las miradas sobre él.
«—Te lo dije. Me debes cincuenta billetes.
—Lo sé, lo sé. Los idiotas como él nunca reciben su merecido.
—¿Y qué esperabas? Solo basta con ver el reloj del tipo que vino por él. El dinero mueve al mundo.
Papá pagará la fianza y el niño volverá a su lujosa casa de brazos cruzados porque no obtuvo lo que
quería por una vez.
—Puede que sí, y lo peor es que, las personas como ellos, nunca entenderán cómo funciona el
mundo en realidad.»
Dejó de escribir. Había algo de cierto en sus prejuicios, y le hizo pensar que quizá, si alguien lo
hubiera detenido, Seokjin no habría arruinado gran parte de su vida.
Jungkook, su Jungkook. Era un rebelde sin causa, justo como él mismo. Y aunque no los unía
ningún nexo sanguíneo, podía ver en él su pasado.
Como el hijo que nunca tuvo; ¿Es que estaba destinado a ser un mal padre? Bajo cualquier
circunstancia, sentía que era su culpa.
Seokjin volteó a ver hacia el interior de la carceleta, un Jungkook que veía hacia el cielo
despreocupado, sin sentido y un pelirrojo desconocido viendo hacia el suelo abatido.
Regresó al escritorio con la forma ya llena, y dos cheques a nombre del estado.
—Disculpe, el otro chico, ¿Alguien ha venido por él?
—No, y de hecho no ha cumplido con la fianza, él pasará un par de días aquí.
Inquieto. —Yo pagaré ambas —dijo, entregándole las formas—. Puede encargarse usted del resto.
El oficial le vio con los ojos entrecerrados.
—Bien, si es lo que desea, intentaré contactar a algún representante del chico, por lo pronto, enviaré
por ambos.
—Quiero pedirle un favor —dijo serio y a sabiendas de que era exactamente el tipo de idiota con
dinero que aparentaba ser.
—¿Disculpe?
Seokjin se acercó y le habló por lo bajo, pero aún con firmeza.
—Le daré efectivo si dejar salir a mi hijo hasta mañana.
—¿Qué cosa?
—Lo que escuchó; así que tómelo o déjelo.
—Señor, eso va en contra de las políticas del departamento y...
—Por favor, no me venga con esa basura. Ambos sabemos que este departamento no tiene nada más
importante que hacer que controlar el tránsito, y que de todas formas son unos corruptos de mierda.
El hombre pareció meditarlo mientras le veía de soslayo, casi tan ofendido como intrigado.
—Está bien —se acomodó el cinturón sin darle mucha importancia—, solo márchense a primera
hora en la mañana —dijo, avanzando por el pasillo.
—Disculpe las... molestias —respondió Seokjin cínicamente.
El hombre resopló cansado cuando llegaron frente a la carceleta colocando su tarjeta llave en el
lector para abrirla.
—Sí, sí. Como sea —la puerta se abrió y él la deslizó dando un pequeño paso adelante—. Oye,
Heart —el pelirrojo levantó la cabeza —. Puedes irte.
Jeon alzó la vista consternado cuando su amigo se puso de pie, al hacerlo, lo primero que observó
fue la figura de brazos cruzados de un Seokjin que le veía molesto mientras negaba con la cabeza.
—¿Realmente puedo irme? —le preguntó el chico al oficial.
—El padre de tu amigo pagó tu fianza, así que largo de aquí —se movió de la puerta para dejarlo
salir—, y deja de dar problemas.
Jungkook suspiró, le esperaba un largo sermón camino a casa. Se levantó de la banca en la que
estaba sentado y se dirigió hacia la salida; pero no esperaba que el oficial cerrase la puerta de
nuevo.
Confundido, volvió su vista a Seokjin quien simplemente se acomodó lentamente en la banca de
afuera de la carceleta. Sin dejar de verlo, y con expresión dura.
El chico se acercó al espacio mallado en el que podía hablar.
—¿Lo sacaste a él y no a mí? —le cuestionó.
—Ese chico estaba aquí por tu culpa, era mi deber sacarlo.
—¿Qué hay de mí?
—Tú —alzó una ceja— debes cargar con tus propias consecuencias, hijo.
—Oh, no. No me vengas con esa mierda moral —le dijo riéndose de su actitud.
—Bien —se acomodó sus anteojos y sacó su teléfono para ignorarlo —, será a tu manera.
Jungkook se frotó el cuello inquieto. ¿Qué más quería? Sí, la había jodido. Sí, estaba en una muy
mala posición y ahora el imbécil tenía una excusa perfecta para molestarlo.
—¿Qué es lo que esperas de mí? ¿Quieres que me disculpe? ¿Acaso quieres que llore?
—No obtuvo respuesta—. ¡Deja de ignorarme!
Seokjin levantó la vista. —Lo siento, esto del celular es adictivo —le dijo sarcásticamente.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —cansado.
—Quiero que dejes de ser tan arrogante.
—Tienes que ser muy hipócrita para pedirme eso.
—Hay una diferencia muy fina entre la hipocresía y la madurez, Jungkook. Estoy intentando que la
entiendas por las buenas.
—¿Y qué si no?
—"¿Y si no?" —reprochó ofendido. Finalmente se levantó, su paciencia se había acabado—. ¿Crees
que la vida se trata de esto? ¿Realmente lo piensas? Jungkook, la vida no es buena enseñando por
las malas. ¿Piensas que vale la pena tirar tu futuro por una estupidez de estas? Hoy logramos
solucionarlo. ¿Qué pasará mañana? Pudiste haberte lastimado o causar algo mucho peor. Sé que
eres más inteligente que esto y que crees que yo solo soy un viejo ridículo al que le encanta joderte
las pelotas, pero no es así. ¡Lo peor es que ni siquiera te importa el daño que podrías causar siendo
así de estúpido, maldita sea! Solo acepta que te equivocaste y enfrenta las consecuencias de tus
actos. ¡Por un demonio!
Jungkook se quedó callado; con la boca y los ojos abiertos sin saber cómo reaccionar ante el enojo
del mayor.
—Tienes razón... Lo siento —murmuró apartando su mirada.
Kim le vio por encima de sus anteojos.
—¿Qué dijiste?
Suspiró. —¡Dije que tienes razón!
—Bien —Seokjin se levantó de la banca y colocó ambas manos dentro de los bolsillos de su
chaqueta—, supongo que eso es suficiente —le dijo antes de darle la espalda.
—¡Oye! —le llamó cuando vio sus intenciones de alejarse —, ¿A dónde vas?
—A casa. Tengo una reunión mañana temprano así que, necesito descansar.
—¿Planeas dejarme aquí?
Seokjin se detuvo para verlo; Jungkook era como él, y sus impulsos iban a marcar su historia tanto
como lo habían hecho con la suya. Lo único que quería, era que el muchacho no tuviera que esperar
a ser un viejo para madurar.
—Lo que no entra por los oídos; entra por los poros, hijo.
—¿Eso qué se supone que significa?
Seokjin negó con la cabeza cuando una sonrisa casi burlona escapó inconsciente escapó de él.
—Que te veré en un par de días, Jungkook —le dijo dándose la vuelta y caminando por el pasillo
antes de dejarle completamente solo en la celda.
Salió de la estación de policía; regresó a su auto y se quedó sentado en el asiento del piloto cuando
comenzó a sentirse mareado.
Observó su reflejo por el retrovisor mientras los recuerdos le llenaban de nostalgia y confusión.
Quizá fue el cansancio el que le atacó cuando se abrazó a sí mismo en su asiento mientras intentaba
encontrar entre sus memorias el recuerdo específico; pero no podía.
No supo en qué momento se quedó dormido, o si quizá se desmayó. Pero los golpes en su vidrio le
hicieron despertar, había amanecido y Jungkook había salido de la estación.
Jungkook no esperaba encontrar al mayor afuera; pero allí estaba, durmiendo con la boca abierta
mientras lo esperaba.
Seokjin abrió la puerta del auto, y el pelinegro entró lentamente.
—Creí que tenías una reunión temprano —le dijo sin verlo al cerrar la puerta.
—Primero iré a desayunar —encendió el motor pensando en si había hecho lo correcto— , ¿Vienes?
—¿Manzanas y avena? —se animó a pedir con pena.
Kim asintió. —Manzanas y avena.
La misma miseria mental, un abismo sin fondo.

86 días antes de.

2:27 A.M. Estación central de policía del condado Mariposa, California.

Taehyung estaba sentado en la banquilla dentro de la rústica celda cuando esta se abrió.
—¿Y ahora qué? —dijo viendo a Jungkook regresar de tomar su llamada por derecho. —
¿Conseguiste ayuda?
El reloj de la pared y las letras sobre la puerta les recordaban la urgencia de solucionar el lío en el
que se habían metido.
Habían pasado casi dos horas desde que llegaron a la estación; no tenían cómo identificarse y
tampoco tenían dinero.
Además de que les habían fotografiado contra su voluntad a ambos en la entrada; sí, la habían
jodido. Otra vez.
—Tenemos que salir de aquí —dijo Jungkook.
—¿Qué hiciste con tu llamada?
—Nada, marqué un número falso. El castaño se puso de pie exaltado.
—¿¡Qué!? ¿¡Por qué hiciste eso, idiota!?
—Saldremos de aquí por nuestra cuenta.
—¿Se te secó la cabeza o qué?
—No pueden vincularnos, ¿Está bien? Di un nombre falso para las fotografías también. No tiene
cómo comprobarlo, pero van a notarlo y será peor.
—¿Qué?
Jungkook negó con la cabeza viendo al policía acercarse a la celda para llevarse a Taehyung.—No,
solo niégate a tomar la llamada —dijo viéndole.
—¿Y qué esperas que haga, animal? ¿Planeas quedarte aquí por siempre?
—No podemos. Tenemos que salir sin que nos identifiquen.
—Somos menores de edad, esto no será tan grave.
—Yo soy "extranjero", ¿Recuerdas?
—Maldición, sin pasaporte...
—Exacto. ¡Enfócate, Kim! No tengo ningún maldito pasaporte. Vengo del futuro, obviamente soy
un sujeto desconocido.
—Oh, mierda. Tienes razón, eres ilegal.
—¡Gracias! Tu cerebro volvió a funcionar.
—Como sea, llamaré a mi casa y le diré a mi hermano que venga por nosotros.
Jungkook apretó los ojos inquieto. Sí, ahora recordaba perfectamente la noche que pasó en prisión,
sus recuerdos eran más claros y, eso le hacía molestarse aún más con Seokjin.
El oficial señaló al castaño y Taehyung caminó hacia él dejando a Jungkook solo en la celda.
Trataba de tranquilizarse; esto no era necesariamente malo. Maldición, a quién quería engañar, era
malo.
Conocía el protocolo, y ellos definitivamente no tenían dinero. Al menos en su realidad tenía a su
madre adulta y a su padrastro imbécil gerente de la compañía. ¿Pero qué tenían justo ahora? Solo a
Taehyung enloqueciendo y a un Seokjin adolescente que no les ayudaría en nada.
Pensó en fugarse, pero no conocía esa comisaría. Ya había desperdiciado su oportunidad de llamar,
¿Qué debía hacer ahora?
Su mente se debatía entre tantas posibilidades que le comenzaban a marearlo.
Pasados unos minutos, el sonido de la reja y las llaves volvió a resonar. Él levantó la cabeza y vio a
Taehyung con una mano en el cuello viéndole con pesar.
—¿¡Alguien contestó!? —preguntó cuando le vio acercarse.
Taehyung tragó saliva.
—¿Recuerdas que dijiste que no llamara a Seokjin?
—¿Él contestó? —cuestionó ansioso—. ¿Vendrá por nosotros?
—Pues... —el bullicio del fondo se hizo más fuerte cuando otro oficial apareció por el pasillo
sujetando al castaño mayor pataleando y diciendo cosas sin sentido— algo así.
Seokjin entró a la celda luego de ser empujado en su interior, seguido de Taehyung quién entró
ahora preocupado.
Fueron encerrados de nuevo.
Jungkook alzó una ceja con los brazos cruzados, incrédulo y más que eso, divirtiéndose con lo
irónico del pasado.
«Vaya, vaya, vaya. Don perfecto está aquí, quién lo diría», pensó mientras estrechaba los ojos.
—¿Está ebrio? —le preguntó a Taehyung.
—Lo está.
—Joder —Taehyung suspiró con fuerza—, ¿Cómo terminaste aquí? —preguntó a su hermano.
Los dos menores se vieron entre sí, luego al castaño con el rostro rojo y sudando.
—Fui a buscar a Sunhee a su casa... bueno —hipó— la casa de sus tutores. Y pues, al parecer a
ellos no les hizo mucha gracia un tipo cantando en la calle a las dos de la mañana.
—Eres patético —escupió Jungkook. Pero a él no le importaban sus burlas.
—Lo sé —dijo abatido.
—¿Y ahora qué hacemos? —le dijo Jeon al castaño.
—Sí, Taehyung. ¿Qué hacemos? —cuestionó también el mayor de los tres.
—¿Por qué me ven a mí? No tengo ni idea de cómo sacarnos de aquí.
—Tampoco yo —secundó Jeon pasándose la mano por el cabello antes de sentarse abatido en la
pequeña banca de la celda.
—Piensen, ustedes son los inteligentes.
—Realmente necesito mi celular —masculló Jungkook con pena.
—Piensa en algo que sí exista, genio —le regañó Taehyung.
Jungkook frunció el ceño hacia el mayor que jugaba con los bordes de su chaqueta y se concentró al
máximo para encontrar una solución.
—Seokjin no ha hecho su llamada, ¿Cierto? —le dijo a Taehyung quién volteó a ver al mayor. Este
negó. —Eso es, usaremos su llamada para conseguir ayuda.
—¿Cuál ayuda? ¡Él era nuestro plan de reserva, y está aquí actuando como un bebé!
—¡Oye!
—Cállate, ella no te ama.
Jungkook apretó los ojos intentando que su cerebro trabajara.
—Yoongi —dijo apresurado—, él dijo que conocía a la gente de la estación, él podría ayudarnos.
—No estoy seguro si "conocer" a los policías sea algo necesariamente bueno.
—Pero quizá sí. ¿Sabes el número de su casa?
—No, pero...
Ambos voltearon su vista a Seokjin cuando no encontraron otra alternativa.
—¿Yo qué? —dijo temeroso ante la mirada siniestra de los siameses.
—No lo niegues, conoces el número —declaró Taehyung—, llama a su casa y dile que venga por
nosotros.
—Yo no voy a hacer eso, prefiero quedarme aquí antes de pedirle ayuda.
—Ay, mierda. Sí sueno como él —dijo Jeon pasándose una mano por el cabello.
—Te lo dije.
—Dejen de decir tonterías. No lo haré. Llamaré a casa, espero que papá conteste.
Taehyung se aproximó a él velozmente y lo tomó por los cuellos de la camisa cuando comenzó a
agitarlo.
—Escúchame bien, imbécil. Papá tiene el sueño tan pesado que dudo que conteste y tú ya estás en
edad de ser juzgado como adulto, pasarás más tiempo aquí que nosotros.
Así que cuando venga el oficial levantarás tu ebrio trasero, llamarás a casa de Min y le dirás que
venga por nosotros, ¿Entendiste?
Seokjin le vio con molestia soltándose de su agarre.
—Está bien, lo haré —le dijo y se levantó.
Acompañó al oficial por el pasillo hasta el teléfono que estaba en el escritorio de la recepción.
A tientas, le dio vueltas al disco de los números para marcar el número de los Min.
¿Estaba tirando su dignidad a la basura? Sí. ¿Estaba así de necesitado? También.
La línea sonó por un par de segundos en los que se llenó de preocupación; pero contrario a lo que
creyó, la línea se abrió.
—¿¡Min!? — Su ansiosa voz era evidente.
Pero no estaba hablando con el menor de esa casa, sino con su cabeza, el padre de Yoongi.
—¿Buenas noches? —cuestionó el hombre.
Aclaró su garganta, no tenía mucho tiempo. —Soy Seokjin, el nieto de Kim Hyun Joong, amigo de
su hijo Agustus —ni siquiera tomaba aire para hablar—, sé que esto es muy irrespetuoso de mi
parte, pero mi hermano y yo, estamos detenidos en la estación de policía, y no hay nadie en casa.
Pensamos que quizás su hijo, o b-bueno, ustedes podrían...
La llamada se cortó.
Seokjin volteó a ver al oficial quien alzó los hombros y le dijo—: se acabó el tiempo, chico.
Resopló resignado pensando «al menos lo intenté».
Caminó lento de regreso a la carceleta; al volver, vio con desdén a los otros dos. Los dos menores
se levantaron a la expectativa cuando le vieron.
—¿Nos ayudará? —preguntó Taehyung.
—No lo sé... —rezongó frustrado.
—¿Cómo qué no sabes?
—Me cortaron la llamada. Así que...
—Estamos jodidos, ¿cierto?
—Ajá.
El castaño resopló por la nariz, frustrado.
—Todo es tu culpa, Jin. Si hubieras estado en casa, podríamos salir.
—¿Mía? —ofendido—. ¿Cómo terminaron ustedes aquí en primer lugar?
—Ese no es el punto.
—Uy sí. Al menos yo tengo una razón casi válida, ¿Cuál es su excusa? No me extrañaría que los
hayan arrestado por andar vagabundeando como lo han hecho las últimas semanas.
—¡Lo nuestro es investigación, lo tuyo es un romance pasajero!
Seokjin suspiró.
—Es más que eso, así que cállate, Taehyung.
Jungkook se había mantenido en silencio hasta que la conversación comenzó a interesarle. Su
madre se estaba alejando de Seokjin sin necesidad de que él interviniera, así que no sabía si su plan
estaba saliendo muy bien o muy mal.
—Bueno... —dijo intentando sonar natural— supongo que ustedes terminaron.
—Te equívocas — soltó una estruendosa risa—, la veré cuando salga de aquí. Ella me perdonó,
Jeon, lo hizo. Aún con todo... sé que me quiere.
—Maldición. No entiendo qué es lo que te ve. —«Ahora y en futuro», pensó Jungkook.
—A muchas personas les gustan los tipos guapos y descerebrados como este imbécil, debe ser eso
—comentó Taehyung cruzado de brazos.
—No tienes que entender a las chicas, Jungkook. Solo tienes que amarlas.
El pelinegro intentó no burlarse de sus palabras ante lo ridículos cliché que eso sonó.
—Se nota demasiado que ustedes dos no saben nada sobre mujeres —les dijo a los hermanos
viéndolos con gracia.
Seokjin alzó una ceja.
—¿Qué podrías saber tú sobre mujeres que nosotros no?
—No es tan complejo como parece, no es ciencia. Es decir, no se necesita ser un genio o un galán
para entender a las chicas. Solo tienes que escuchar, y listo.
—Es lo más tonto que he escuchado.
—Tu problema es que las tratas como si fueran seres extraños. Son humanos, solo debes prestar
atención y todo tendrá sentido.
—Y si me gusta una chica, ¿Cómo consigo su atención? ¿Me quedo escuchando? Por favor,
Jungkook. A las chicas les gusta la acción y la emoción. Quieren fuerza e iniciativa.
—Demasiada "fuerza" e "iniciativa" —hizo comillas con las manos—, son innecesarias. Necesitas
su consentimiento, ¿Sabes? A todos nos gusta sentirnos importantes. Ese es el punto.
—Nadie quiere salir con un blando.
—Tampoco con un patán.
—Chicos, chicos, chicos, paren —intervino Taehyung—. Están confundiéndome. ¿Es escuchar a la
fuerza o cómo?
Jungkook se removió curioso. El castaño menor era un genio en muchos aspectos, pero ninguno
social. Su mirada curiosa le indicaba que era genuinamente ignorante en el tema.
—No le hagas caso a Seokjin, es un tarado.
—Mira quién lo dice. —Bufó mientras veía a Jeon, y luego volteó a ver hacia Taehyung—.
¿Quieres saber cómo conquistar a alguien, hermanito?
—¡Sí!
—Primero, ignora a Jeon, se nota que no ha follado en meses.
—Pues...
—Y segundo, sé directo, gracioso y encantador. Tu primera impresión ayuda mucho.
Puedes hacerle cumplidos, siempre debes ser respetuoso, amable y no lo sé, creo que usar colonia te
da un toque extra.
Jungkook ladeó la cabeza confundido de que Kim dijera algo casi decente.
—Oye... eso no sonó tan mal.
—No soy tan idiota como parece. Además... me resulta prometedor que a Taehyung le interesen
estas cosas.
—¿A qué te refieres? —cuestionó el menor.
—Esas marcas extrañas llevan días en tu cuello. ¿Me dirás quién es?
«Oh, mierda. Se me pasó la mano» pensó Jungkook. «O bueno, la boca.»
—¿Quién es qué?
—La chica con la que sales.
—Yo... —volteó a ver al pelinegro en busca de ayuda— no es nadie. Es solo una amiga.
—¿Amiga? —cuestionó Jungkook con una ceja alzada.
—¿Mejor amiga? —intentó corregir pasándose la mano por la parte de atrás del cuello, apenado—.
Es decir, es una tontería, no hablaré de eso contigo.
—Soy tu hermano mayor, deberías contarme cosas como estas. Es más —sonrió perversamente—,
creo que debería tener "la charla" contigo.
Taehyung negó con la cabeza.
—No, por favor no empieces con tus tonterías.
—Cuando una abeja y una flor se quieren mucho...
—¡Basta! —gritó antes de que continuara—, sé cómo funciona, no necesitas explicarme nada.
—Aguafiestas —le dijo burlándose de su notable incomodidad—. Solo ten cuidado, ¿Quieres? La
paternidad no te luce.
—No creo que Taehyung sea mal padre, creo que tú serías peor —Jungkook rio ante sus palabras.
Asintió repetidamente.
—Oh, sí. Yo sería un terrible padre, créeme que tener un hijo no es algo que quiera, bueno, no justo
ahora.
—Ew, nadie quiere ser padre —le dijo Taehyung pensando en lo difícil que eso era—. Piensa en
todo el dinero que eso significa.
—No lo sé, sería bastante irreal tener a alguien que piense que soy su héroe, ¿No les parece?
—No puede ser que seas un egocéntrico hasta en eso —le dijo Jungkook.
—Tener hijos es un gran —abrió los ojos haciendo énfasis—, gran problema para tu bolsillo, pero...
por otro lado, siempre tendrías alguien para entrenar, o para ver tus programas favoritos de la
televisión, aunque piense que son tontos. No sé, —se quedó callado, aún estaba ligeramente ebrio
—, quizá... dentro de muchos años no sea tan mala idea.
—¿Algún día? —murmuró Taehyung viendo al pelinegro, amaba molestarlo al recordarle que era,
técnicamente, su hijo.
—Algún día —afirmó Seokjin.
Jungkook se sintió culpable de alguna forma y se preguntó ¿Qué estaría haciendo su verdadero
padre justo en esos momentos? Él... ¿Pensaría igual sobre su nacimiento?
Su madre nunca habló mucho sobre esos años, y pensó que, a lo mejor, no había nada bueno que
contar.
El tintineo de las llaves apareció de nuevo en la escena. Los tres levantaron la vista para ver ahora a
otro oficial abriendo la reja, cruzaron miradas entre sí sin saber qué estaba pasando.
—Sus padres vinieron por ustedes —le dijo—, Alvin y Taehyung, pueden irse.
—¿Quién carajos es Alvin? —cuestionó Seokjin alzando las cejas confundido.
—Yo, mucho gusto—dijo Jungkook intentando disimular.
Taehyung le restó importancia a sus tonterías.
—Espere, ¿Qué hay de mi hermano? —señaló al castaño mientras avanzaba hacia la salida.
—No, él saldrá de aquí mañana por la tarde. No hizo ningún daño a la propiedad pública; pero de
todas formas está ebrio, y sería muy negligente dejarlo salir así.
Seokjin se dejó caer de regreso en la banquilla y se despidió de ellos con la mano.
—No se preocupen por mí, los veré cuando salga de rehabilitación, tontos —les dijo burlándose de
su propia desgracia.
Ambos le dedicaron una mirada lastimera y caminaron fuera de la celda, luego, la reja de esta
volvió a ser cerrada.
Taehyung y el oficial comenzaron a avanzar; pero la parte vulnerable de Jungkook le hizo quedarse
de pie frente al castaño mayor.
Realmente quería restregarse su libertad en la cara... aun así, no fue capaz cuando entendió que
quizás era un idiota justo ahora, pero algún día, Seokjin tendría razón.
—Vendré a verte en la mañana.
—¡Oye, chico! Ven acá —le gritó el oficial. Jungkook se despidió de él con la mano.
—¡Te traeré el desayuno! —terminó de decir mientras se alejaba por el corredor.
Seokjin no lo entendió y se quedó en silencio, sin saber que en medio de todos sus errores futuros,
había hecho algo bien.
Cuando los dos menores regresaron a la recepción se encontraron con algo con lo que no esperaban
lidiar.
Los veían de brazos cruzados, los padres del castaño, el padre de Yoongi y su amigo mismo
mientras parecían querer comérselos vivos.
—Hola... —intentó saludar Taehyung a su madre, pero la mujer lo pescó de la oreja haciéndole
agacharse a su altura.
—Kim Taehyung, ¿quieres explicarme qué hacías rayando paredes a medianoche?
—¡Mamá! ¡Duele!
—La fianza salió de tus ahorros para la universidad, así que debes pensar en lo que hiciste.
—¡Lo haré, mamá! ¡Lo siento!
—Y tú —la mujer volteó a ver a Jungkook—, más te vale dejar de apoyarlo en sus tonterías.
El pelinegro asintió con miedo. Esa señora inspiraba demasiado temor para alguien tan pequeño.
Al parecer, y aunque Yoongi le rogó a su padre que no lo hiciera después de haber escuchado la
llamada, el señor Min había caminado dos casas en su calle y tocado el timbre de los Kim para
contarles la noticia de que sus hijos estaban en prisión.
Y bueno, después de saludar a un amigo en la estación y de pagar una pequeña fianza los habían
dejado ir.
Cuando salieron de la estación, se acercaron a la camioneta del padre del pelinegro.
Aunque eso no cambiaba el hecho de que estaban castigados y lo estarían mucho tiempo.

79 días antes de.


Pasadas varios días la situación era la misma. Seokjin salió de la estación y después de encarar a su
enojada madre, había sido igual de sentenciado que ellos.
Todos los días debían volver directamente de la escuela para hacer una tarea específica cada uno.
Hasta el momento, la cochera, el ático y la cocina estaban impecables gracias a su trabajo forci-
voluntario.
Octubre corría; Seokjin apenas tenía chance para entrenar después de clases, mientras los otros tres
aprovechaban ese reducido tiempo para organizar sus planes.
Habían salido de la escuela y caminaban siguiendo a Min por el extravío entre el bosque y el centro.
—¿A dónde se supone que vamos? —preguntó Taehyung—. Si llegamos tarde a casa, mamá nos
cortará el cuello.
—Relájate, Kim. Olvidé recoger algo aquí. La luz del mediodía les hacía apresurarse.
Después de dos masajes de pies, y de teñirle el cabello a su madre, Taehyung finalmente había
conseguido permiso para llevar a otro de sus amigos a dormir a casa.
Esta era la noche que habían planeado por semanas. Se trataba de un concierto en la ciudad, y si
bien no estaban ni remotamente cercanos a terminar su castigo, él había ideado una coartada para su
escape.
Todo en su plan era perfecto, bueno, debía serlo; aunque no estaba seguro de qué tanto podrían
robar entre los tres huyendo a pie.
Cada minuto era clave para una buena ejecución; pero claro, al idiota de Min se le había olvidado su
coartada y ahora debían ir por sus cosas a quién sabe dónde.
—Joder, ¿por qué no simplemente vamos a tu casa? Hombre, vives a dos putas casas de la nuestra
—le dijo Jungkook.
—No tardaré, lo juro —les dijo—, dejé mi bolsa de dormir en la bodega la otra noche. Además,
compré algunas cosas para ustedes que escondí aquí el otro día, las tomaré y ya.
—¡Pero no vamos a dormir! —le respondió ahora el castaño.
Los tres se detuvieron al llegar frente a una gran galera metálica.
—¿Dónde se supone que estamos?
—Oh, es la antigua bodega del aserradero —explicó Min al pelinegro.
—¿Aserradero? —le cuestionó Jeon. Realmente, había muchas cosas que no conocía—.¿Qué hacías
tú aquí?
—Trabajo aquí, bueno —ladeó la cabeza—, cuando no estoy perdiendo el tiempo con ustedes o en
auditorio. Vengo a ordenar este lugar.
Sacó sus llaves y abrió la pequeña compuerta dejándoles entrar. En el interior del lugar había
decenas de troncos apilados además de sierras y demás herramientas.
—¿No es un poco negligente dejar trabajar a un adolescente en un lugar de estos? — dijo Taehyung
sin dejar de ver el montón de objetos afilados a su alrededor.
Agustus soltó una risa mientras caminaban hacia la parte trasera.
—Sé manejar esas sierras desde los diez años, no es la gran cosa.
—¿Qué? ¿Por qué? —Jungkook le siguió.
Suspiró, ambos eran unos idiotas.
—Por si no es lo bastante evidente, este lugar es de mi familia —les explicó—. Mi padre dijo que
podía quedármelo si lograba limpiarlo todo.
—¿No se supone que tu familia tenía una cosa rara con las plantas? Por el vivero de tu casa, creí
que eran una especie de jardineros budistas o algo así. ¿Ahora resulta que cortan árboles?
Se rascó el cuello. —Mi abuelo pensaba que por cada árbol talado debían sembrar dos más; y mi
abuela ama las flores así que... técnicamente sí tenemos algo extraño con las plantas.
Los dos pelinegros se movieron hasta la oficina donde las cosas de Min se encontraban. Mientras
Taehyung exploraba el lugar admirándose de la cantidad de herramientas a las que el chico tenía
acceso.
Avanzó un par de metros en dirección a la salida y se topó con la pieza que le hacía falta para
completar su malvado plan.
—¡Oye, Min! —le llamó cuando les vio regresar cargando una mochila y un par de bolsas.
—¿Este aún funciona?
Había eco, por lo que llamó su atención de inmediato. Taehyung estaba de pie frente a un camión
estándar, aunque bastante antiguo.
—¡Claro! Es viejo, pero es mi bebé. Lo usaban para llevar leña, porque siempre ha sido pequeño a
comparación de los nuevos camiones; pero ahora es chatarra.
Jungkook colocó su mano sobre el frente del vehículo.
—Tienes todo un lugar lleno de cosas geniales, ¿Y esperaste hasta ahora para decirnos?
—Amigos, les di tres latas de pintura y terminaron en prisión. ¿Qué crees que pasará si les doy un
hacha?
—Buen punto.
—Venga, vamos —le dijo a Jungkook y le tomó del hombro para salir; pero Taehyung no se movió,
estaba uniendo los puntos en su cabeza—. Oye, Kim —, gritó llamando la atención del castaño que
levantó la cabeza—, ¿Vienes?
Taehyung asintió y le siguió en silencio.
Tenían una gran oportunidad justo allí; y no iban a desaprovecharla.
Caminaron por la vereda de regreso a los suburbios mientras él reestructuraba su plan.
Los chicos llegaron por la tarde a la casa del castaño y entraron con total naturalidad encontrándose
con su hermano mayor del chico discutiendo con sus padres.
—No es no, Seokjin. Basta con eso.
—¡Pero mamá! Tengo las entradas desde hace un mes, ¡Y tengo una cita además!
—No me interesa. Te arrestan, repruebas, huyes de casa, ¿Te parece poco?
—Solo será una noche... por favor.
—¡Dije que no! —ella volteó a ver hacia la entrada cuando la puerta se cerró, llenándose de pena al
notar al hijo de sus vecinos en la puerta. Reaccionó y le sonrió.
—Buenas tardes, Señora Kim —le saludó Agustus con su bolsa de dormir bajo el brazo.
—¿Y estos qué? —dijo Seokjin al aire.
—Tu hermano tiene una pijamada.
—¿Lo dejaste tener una pijamada y yo no puedo ir a un concierto? ¡A él también lo arrestaron!
—Él no tiene antecedentes, y estará en casa.
—Perdón por interrumpir —dijo Taehyung al sentir la tensión del momento—. Estaremos arriba,
mamá —se limitó a decir empujando a los otros dos para que subieran las escaleras.
Se sentía mal por engañar a su madre; pero estaba tan cerca de lograr terminar su generador y no iba
a detenerse justo ahora.
La situación era la siguiente: una banda de rock bastante conocida llegaría al pueblo. O bueno,
técnicamente ya estaban allí.
Después de monitorear el campo donde se realizaría el concierto durante semanas desde lo alto de la
escuela, Taehyung tenía el plano completo de la zona. Había estudiado cada lugar y rincón para que
todo fuera preciso y ahora, necesitaba darle el toque final.
Entraron la habitación y ni siquiera les dio chance de hablar cuando abruptamente dijo:
—Necesito que saques tu camión esta noche —seco y directo.
—¿¡Qué!? No, ni lo sueñes —dijo Agustus a quien la petición había tomado por sorpresa.
—¡Oh, por favor! Es importante para lo de esta noche, es necesario para movernos.
—¿Lo ven? Por eso prefiero no decirles nada. Mi padre va a enfadarse si lo saco.
—Él no tiene que darse cuenta.
—Ya escuché tu plan varias veces, y el camión no entra en él.
Jungkook ladeó la cabeza, en realidad, era buena idea. El plan original era terminar de reparar el
auto, y sacarlo arriesgándose a ser vistos en el.
Pero esto... tenía muchísimo más sentido.
—¡El plan puede cambiar! Somos versátiles aquí. —Se movió a su escritorio y tomó un auto de
juguete de su repisa. Extendió el mapa de la Ciudad. —¿Ves? Iremos del centro a la bodega en
cuestión de minutos.
—Taehyung tiene razón —le apoyó Jeon—, además, tu padre no tiene que enterarse.
Temeroso. —Si descubre que...
—No lo hará —dijo Taehyung con determinación—, nuestro plan tiene solo media hora para
funcionar.
Suspiró. ¿En qué demonios se había metido?
—Solo... prometan que esto no va a salir mal.
—Nada saldrá mal —le dijo Jungkook antes de verle asentir.
—Bien... —¿Qué podía esperar? Jeon siempre le seguía el juego a Taehyung y este siempre se salía
con la suya... Qué cruz para Min.
—¡Genial! Ahora —el pelinegro volteó a ver Kim—, ¿cómo carajos va a funcionar esto?
—Estuve explorando la zona e hice un pequeño mapa del lugar —dijo Taehyung extendiendo su
cartulina en su escritorio. Entonces colocó sobre esta una piedra, un caramelo y una moneda además
de un pequeño auto de juguete.
—¿Y eso? —cuestionó Jungkook.
—Tomando en cuenta nuestros cambios, el auto representaría al camión, así que Yoongi
—tomó el caramelo y lo puso encima del juguete—, estará aquí detrás del campo esperando a que
sea hora de la última canción.
—¿Y nosotros? —dijo el pelinegro.
—Tú y yo utilizaremos la multitud para colarnos. El escenario está aquí, pero vamos a rodearlo y a
trabajar por fuera, es la mejor opción.
—Yo quiero ser el caramelo —interrumpió Jeon.
—Bien, Jungkook será el caramelo y Yoongi la piedra —declaró cambiando de lugar los objetos.
—¡No se vale! Yo era el caramelo. Es mi camión y tengo derecho a ser el caramelo. — Yoongi alzó
los brazos inconforme.
Taehyung sacó otro caramelo de su bolsillo y lo colocó sobre la mesa.
—¡Listo! Los dos son caramelos. Jungkook arrugó la nariz celosa.
—Pero ahora no se entiende quién es quién.
—¡Maldición, cierren la boca! —Taehyung golpeó la mesa —, yo seré el caramelo, Jungkook la
piedra y Gus el centavo. ¿Quedó claro?
—No tienes que ser tan grosero con nosotros.
—Entonces dejen de exasperarme —agitó la cabeza—, como decía, nosotros dos seremos la
distracción para que cuando logremos abrir la puerta de atrás del escenario podamos sacar las cosas.
—¿Y yo? —preguntó Min.
—Acá entras tú. ¿Crees llegar a tiempo?
—Eso espero; si no llego para antes de que el concierto acabe significa que me atraparon y estaré
castigado hasta que tenga edad para que pueda recibir ayuda del gobierno.
—Ese entusiasmo me mata —le dijo Jungkook dándole un pequeño golpe en la cabeza.
—¿Se supone que debo ser el entusiasta del grupo? —preguntó con incomodidad. — ¿Qué parte de
nuestro contrato dice que debo de ser feliz?
—Debes ser nuestra parte optimista, Taehyung es la racional y yo la sensual.
—Oh, cállate, Jungkook. Nuestro equipo no funciona así, somos más como un cuerpo humano —le
interrumpió el castaño.
—¿Entonces cómo?
—Tú eres la fuerza, Min las manos y yo el cerebro.
—¿Y eso qué significa?
—Que mientras ustedes cargan el camión yo distraigo a los guardias.
Los dos pelinegros se vieron entre sí.
—¿Y cómo vamos a lograr que nadie nos vea, genio? —dijo Yoongi cuestionando el plan.
—No pueden atraparnos si no pueden vernos. Así que tendremos que hacerlo a oscuras.
—Taehyung movió el caramelo y la piedra hacia lo que en el dibujo era el público. — Jungkook y
yo entraremos y luego iniciaremos una pelea para distraerlos, eso nos dará tiempo para
escabullirnos y lograr sacar las cosas.
—Estarán ocupados controlando el disturbio, no habrá seguridad... tiene sentido — murmuró
Yoongi.
—Veinte minutos como máximo, chicos, ¿Entendido?
Ambos asintieron esperando lo mejor y no ser arrestados (de nuevo) en el intento.
¿Taehyung estaba loco? Sí. ¿Valía la pena intentarlo? No lo sabían, pero al menos, lo averiguarían
en la noche.
Les hacían falta piezas para su pseudo máquina del tiempo, y solo tenían un tiro para lograr
conseguirlas.
—Bien, ahora que todo está claro. Debemos resolver el otro problema —dijo Yoongi moviéndose
hacia el espejo.
—¿Qué problema?
—¿Qué usarán para ir al concierto?
Taehyung alzó ambos hombros. Tenía pantalones rectos y un suéter de botones como de anciano.
—Yo iré así —dijo sin darle importancia.
—La ropa de Jungkook pasa, pero la tuya... ¡Ni lo sueñes! —se jactó viendo al castaño de pies a
cabeza para desaprobar su atuendo.
—No es un paseo recreativo, Min. Da igual como me vista.
—¡Parece que vendes biblias! Es un concierto, Kim. Será más fácil mezclarte con la multitud si
luces como una persona normal. ¿Tengo razón o no? —volteó a ver a Jeon.
—Él tiene razón —secundó Jungkook intentando no reírse de la indignación de Taehyung. —
¿Sabes lo que eso significa?
—¡Cambio de imagen! —gritó Agustus tomando una de las bolsas que había traído consigo. —
Conseguí esto en el centro comercial aquí que ese suéter feo, a la basura.
—¡Fashion police! —gritó Jungkook casi al mismo tiempo desconcertando a los otros dos. —Lo
entenderán en veinte años —dijo poniéndose de pie junto a Min.
Los dos pelinegros se vieron perversamente el uno al otro viendo a Kim como una indefensa presa
ante dos depredadores que lo único que querían era jugar a las muñecas con él.
Yoongi había elegido su propio atuendo con cuidado, y como el artista que en el fondo era, había
elegido el de los chicos también.
Le lanzó a Jungkook su bolsa, en la que había una camisa de cuadros sin mangas y unos vaqueros
negros rotos. No hubo necesidad de preguntarles sus tallas, él realmente tenía todo calculado
cuando se trataba de telas.
Jungkook comenzó a vestirse mientras Taehyung se negaba a utilizar la ropa que habían elegido
para él. Se colocó el pantalón, que era una especie de deportivo ajustado oscuro, pero realmente
tenía sus dudas con respecto a la camiseta.
—Ni siquiera estoy seguro de que esto sea ropa de hombre —le recriminó a Min mientras alzaba la
camiseta en sus manos.
La prenda era ligeramente más pequeña que las de los otros dos, y Taehyung estaba seguro que le
quedaría demasiado arriba de la cadera.
—Silencio, "Macho Men", pruébatela y ya verás —le alentó Jungkook.
Taehyung suspiró; sus amigos eran cada vez más y más raros. Jungkook había encontrado un barniz
de uñas transparente de la madre del chico y se lo colocaba con calma mientras esperaba que
Taehyung se animara a vestirse.
Tomó la camiseta; después de quitarse su suéter, terminó de acomodar su ropa y justo como
pensaba, al moverse, la camiseta dejaba ligeramente a la vista su abdomen.
Yoongi tomó el frasco de vaselina de su mesa de noche y le colocó un poco en el cabello para
peinarlo.
—¡No se vale! Ustedes lucen intimidantes y geniales y yo luzco como salido de un vídeo de
aeróbicos.
—¿Qué te parece? —le preguntó a Jungkook alzando ambas cejas.
El pelinegro levantó la cabeza para ver a Taehyung cohibido con su ropa ajustada, se mordió el
labio complacido.
—No importa que ropa utilice —dijo atrevido— sé que se vería mejor sin ella. Yoongi le lanzó una
almohada a la cara. —¡Oye! ¿Qué te pasa?
—No es la clase de opinión que necesito que le des al niño, tardado — le dio un golpe en el hombro
—. Dile algo bonito.
Taehyung enrojeció y empujó a Yoongi para que dejara de molestarlo. Jungkook sonrió, le encanta
la actitud de ambos.
—Te ves increíble, Kim —le dijo sincero, con una sonrisa de lado que logró avergonzar aún más al
castaño.
—Bueno, parece que mi trabajo está hecho aquí. —Juntó ambas manos—. ¿A qué hora se cena en
esta casa? —preguntó robándole la seriedad al momento.
Taehyung aclaró su garganta.
—Hay pastel en la cocina, si tienes hambre sírvete —le dijo sintiéndose un poco más confiado.
—La hospitalidad de este lugar me sorprende, pero bien, lo acepto. —Caminó hacia la puerta—. Ya
vuelvo—terminó antes de dejarles solos.
Tenía que admitir que le gustaba mucho la forma en la que Taehyung se intimidaba ante la belleza
de su propio cuerpo. Era casi hipnótico, tanto como para hacerle negar con la cabeza mientras
bajaba por las escaleras.
Era observador, y el hecho de pasar tanto tiempo con ellos le hacía darse cuenta de que sus
pensamientos eran más reales de lo que creía y que además... se materializaban sin necesidad de ser
parte de ellos.
Era un contraste digno de retratar en pintura y la química entre esos dos le hacía sentirse tan ajeno
al pensar en que a lo mejor su único error fue la persona que provocó sus oscuros deseos.
Entró a la cocina, y tomó dos porciones del pastel que se encontraban sobre el desayunador. Estaba
tan hambriento que no le importó acabarse la primera de un par de bocados.
Y luego, con su plato en mano se dispuso a subir de regreso a la habitación de Taehyung.
Avanzó un par de metros en el corredor hasta que un brazo le atrapó tapándole la boca y
arrastrándolo hacia el interior del cuarto de limpieza.
Se removió inquieto e intentando no soltar su pastel sin éxito, dejándolo caer en la alfombra.
Seokjin lo empujó contra la pared para tenerlo de frente y luego comenzó a hablar.
—Voy a soltarte si prometes no gritar —Yoongi asintió repetidamente—, bien —dijo Seokjin
quitando su mano de la boca del chico.
—¡Ayuda! — rompiendo su promesa— ¡Me tienen como rehén!
El mayor volvió a taparle la boca.
—¡Dijiste que no gritarías! —Yoongi arrugó las cejas y no vio más opciones que morderle la mano
—. ¡Oye! ¿¡Qué jodidos te pasa!? ¡Solo quería hablar!
Se separó de él rápidamente viendo su mano herida y luego al pelinegro viéndole con enojo.
—¿Qué quieres? —le dijo desafiante. ¿Qué se creía este tipo para molestarlo de esa forma?
—Quiero saber la verdad. ¿Qué es lo que está pasando allá adentro?
—Estamos usando tacones altos mientras vemos calendarios de bomberos si eso es lo que querías
saber.
—¿¡Qué!?
—Maldición, sabes que solo bromeo. Es noche de chicos... ¿Sí? Peleas... historias de terror y
comida, nada extraño. Gracias por arruinar mi pastel, por cierto.
—No mientas. Los escuché hablando sobre un plan, dime, ¿Qué demonios es eso?
—Estabas... ¿¡Estabas espiándonos!?
—No... —culpable— las paredes son delgadas.
—Maldita sea, Kim. ¡Deja crecer a tu hermano de una puta vez!
—¡No se trata de eso!
El menor se cruzó de brazos. —¿Entonces de qué?
—Bueno sí, pero … Maldición, es sobre el lago, ¿Está bien? Quiero saber qué pasó esa noche y por
qué se siguen negando a explicármelo.
—Oh, por favor. Sabes que nada de eso pasó en realidad.
—¡No estoy loco! Sé lo que vi.
—¿Acaso tú puedes ver algo? —dijo con una ceja alzada—. Deja de imaginar cosas o cómprate
unos anteojos.
—No me jodas con eso.
—¿Tienes miedo, imbécil?
—¿Miedo de qué?
—De que tus ojos estén tan jodidos que inventan cosas —dijo burlándose de él. Seokjin lo empujó
haciendo que su espalda chocara contra la pared de nuevo.
—¡Suéltame, miope de mierda! —gruñó molesto
—¡No me llames así, idiota!
—Estás tan ciego que alucinas.
—Deja de buscar problemas conmigo, no tienes idea de lo que dices.
—¿Yo soy quién busca problemas contigo? Hasta donde yo recuerdo, tú me arrastraste hasta aquí.
—Voy a partirte la cara si no me dices lo que oculta mi hermano.
—¿De nuevo? —Soltó una carcajada. —¿Qué harás? ¿Llamarás a tus amigos para defenderte de un
debilucho como yo?
Lo soltó. —No sé qué cosas bizarras estés metiéndole en la cabeza a los chicos, pero no te atrevas
a…—La risa de Min lo interrumpió, este le puso la mano en el pecho para confrontarlo más que
para alejarlo—. ¿De qué te ríes, fenómeno? —dijo.
—Nada, nada... solo de lo irónica que es la vida. ¿Qué es lo que te preocupa realmente?
—cuestionó— ¿Los lunáticos del lago o.?. —se acercó a su oreja para decir en voz baja— que
alguien esté corrompiendo a tu hermanito?
—Depende —respondió sin retroceder— ¿Estás confirmando alguna?
—¿Tú qué crees? —dijo burlándose de él con una risa perversa—. Aléjate de nosotros —terminó.
Seokjin se separó del chico dejándole libre el paso, consciente en su interior que había perdido.
Agustus Min le dio la espalda antes de pasar a su lado y avanzar hasta la habitación de los chicos.
La mejor forma de controlar el paso de las cargas eléctricas era mantener entre ambas un aislante.
Taehyung tuvo razón al decir que la única forma de mantener a Seokjin a raya era confrontarlo con
él para repelerlo. O en este caso, aislarlo.
Un átomo que no cede.
En el interior de la habitación, los chicos habían terminado de vestirse. Y ambos se veían al espejo
felices de su imagen.
En especial Taehyung, quién comenzaba a creer que su rostro tenía mucho más potencial del que
pensaba.
Jungkook le veía divertido, recostado desde la cama y sujetando su cabeza con su brazo mientras le
veía fanfarronear frente al espejo.
—No sabía que eras tan vanidoso —dijo sonriente.
—No lo soy... tanto. Pero oye, parece que puedo lucir decente después de todo.
Jungkook asintió. De hecho, estaba bastante satisfecho con la forma en que el pantalón del castaño
se ajustaba a su cadera.
—Estoy totalmente de acuerdo.
—Sí —afirmó con la cabeza—, creo que soy guapo.
—¿A qué te refieres con que crees que eres guapo? Cariño, eres todo un "material boy", —
canturreó, haciendo referencia a la cantante favorita no oficial del castaño.
Le veía de arriba abajo pensando en lo mucho que se parecía a Jonhy deep en "A Nightmare on Elm
Street" y lo mal que estaba pensar en él de forma indecente.
—Oh, cállate.
—No miento. Te juro que si estuvieras en mi año... cientos de personas se morirían por ti. Es más,
dejarías toda una hilera de corazones rotos a tu paso.
—¿Qué hay del tuyo? —cuestionó con una ceja alzada
Jungkook sonrió ante su atrevimiento. ¿El chico estaba aprendiendo a coquetear? Probablemente sí,
e iba a atribuirse ese logro.
—El mío está bien por el momento, gracias por preguntar —le contestó descaradamente poniéndose
de pie al mismo tiempo.
Taehyung rio volviendo a verse en el espejo. —Esto de la ropa está empezando a gustarme. —Pasas
demasiado tiempo con Yoongi —se burló.
—Lo sé, pero aprendo cosas interesantes con él.
—¿Cómo qué?
—Que las rayas horizontales te hacen ver más ancho. Y que los pantalones de campana ya no están
de moda desde el 82'.
—Pensé que dirías que te enseñó cómo hacer un arma con jabón o cómo bailar tap.
—También me enseñó a declamar, ahora le ayudó a ensayar su obra de teatro.
—¿Qué? ¿Y eso cuándo pasó? No creí que te gustara la actuación.
—Pues... descubrí que cuenta como actividad extraescolar; ya que él es el presidente del club, y
único miembro al parecer, puede firmar mi asistencia, así que después de todo es bueno para mi
expediente. Además, necesito algo que hacer mientras estás entrenando.
—¿Entonces... eres Julieta? —dijo levantando ambas cejas sugerentemente.
Taehyung le dio un golpe en el pecho.
—¡Auch! Solo decía...
Pero el chico negó apenado.
—De hecho, sí lo soy...
—¿¡Qué!? ¿En serio? —Asintió con la cabeza—. Oh, vamos. Muéstrame lo que has ensayado.
—No lo haré, apenas voy aprendiendo un monólogo. Es...
—¡Por favor! —le suplicó mostrándole el labio inferior.
—¡Dije que no!
Jungkook lo tomó de los hombros para sacudirlo.
—¡Te lo suplico! —Le mostró el labio inferior arrugando las cejas—. Eres muy injusto conmigo.
Chasqueó la lengua derrotado. No había mucho que pudiera hacer, al final, sabía que iba a
molestarlo de todas formas.
—Está bien, pero... eso solo el fragmento que recuerdo.
Taehyung suspiró sin poder negarse a hacer el ridículo. Tragó con fuerza serenando su rostro antes
de recitar.
La puerta de su habitación se había abierto lentamente; Min estaba de pie en el marco intentando no
causar mayor estrago en la escena.
—«La noche me oculta con su velo; si no, el rubor teñiría mis mejillas por lo que antes me has oído
decir.» —Levantó los brazos exclamando, pero su voz era ronca y suave—«¡Cuánto me gustaría
seguir las reglas, negar lo dicho! Pero, ¡adiós al fingimiento! ¿Me quieres? Sé que dirás que sí y te
creeré. Si jurases, podrías ser perjuro: dicen que Júpiter se ríe de los perjurios de los amantes. ¡Ah,
gentil Romeo! Si me quieres, dímelo de buena fe.»
Jungkook conocía a la perfección esa historia. Un amor que no era permitido y una juventud que no
valía nada.
Se mordió el labio agregándole a las líneas del chico su propia esencia.
—Te quiero —dijo a secas, sin dejar de verlo jugando con su personaje.
Taehyung negó con la cabeza entendiendo lo que buscaba hacer.
—Ni siquiera lo intentes. Eres un terrible Romeo, Jungkook —se burló dando un paso al frente para
sujetarlo de la mandíbula.
—¿Ah, sí? ¿Cómo te atreves a decir eso? —Los ojos de Taehyung estaban clavados en sus labios.
Atentos a cada palabra del chico.
—Romeo es apasionado, es... un poeta. Y tú... eres un idiota.
—Soy un idiota que habla bonito, que es casi lo mismo. —Jungkook tomó la muñeca del chico
acariciando ligeramente su brazo. —Podría derretirte con mis encantos.
—Jódete, Romeo. Eres incapaz de decir algo que logre impresionarme.
Taehyung levantó la cabeza, llevaba un par de días con la sensación de querer tocarlo, pero sin
poder lograrlo. Solo quería saber qué era lo que le daba tanta motivación.
—Hueles bien —le dijo—, ¿Desde cuándo usas colonia?
—Desde siempre, claro...
—¿No estarás intentando conquistar a alguien, cierto?
—Depende... ¿Funciona?
Suspiró y estuvo a escasos centímetros de rozar sus labios contra los de Jungkook cuando el intruso
en su habitación decidió hablar.
—Como director artístico de este equipo quisiera agregar un par de sugerencias a esta escena —
dijo, causando que se separaran abruptamente—. Me gusta la atmósfera aquí, les doy un diez por su
química, pero un tres por su falta de atención en el escenario.
Jungkook cerró los ojos molesto y se volteó para ver a su amigo.
—¿Por qué carajos siempre apareces de la nada? Voy a ponerte un cascabel.
—¿Disculpa? —ofendido— Ustedes son demasiado descuidados, tienen suerte de que sea yo y no
Seokjin. ¿Qué crees que le pasará a Taehyung si alguien los ve?
El castaño se acomodó los anteojos y carraspeó con la garganta apenado. Agustus tenía razón, su
estúpida cabeza adolescente no le dejaba pensar con lógica.
—Tienes razón —le dijo a Min— deberíamos ser más precavidos. —Les dio la espalda y se movió
de regreso a su escritorio en donde el mapa descansaba—. ¿En dónde nos quedamos?
Yoongi se rascó el cuello con la sensación de que tal vez se había excedido con sus palabras, por lo
que decidió simplemente acercarse al escritorio.
Pero para Jeon, la forma en la que la mirada del castaño cambió le gritó a Jungkook lo desesperado
que estaba por dejar de esconderse. Y pensó, en qué habría sido de un chico como Taehyung sin él a
su lado.
Pensó en el pasado que le correspondía vivir; en un Taehyung que se fue en silencio hacia el otro
lado sin siquiera cuestionarse sobre la vida. Quizá las noches de soledad que pasó en su habitación
deseando cambiarse a sí mismo, y el vacío que al tocarlo intentaba llenar de su devoción.
Jeon se acercó a la puerta y la cerró asegurándose de colocar el seguro. Los chicos le vieron con
curiosidad cuando caminó por la habitación cerrando las cortinas de las ventanas una por una.
Entonces tomó una almohada de su colchón y se acercó a ellos.
—Es tarde, deberíamos salir ahora mismo.
—Aún no, debemos esperar a que Seokjin y mis padres se duerman.
Jungkook soltó una risa llamando la atención de los otros dos.
—Bueno, parece que tenemos tiempo para que obtengas tu merecido, Min... espero que sepas
defenderte...
Taehyung y Yoongi se vieron confundidos por unos instantes ante las extrañas palabras del chico,
que tuvieron sentido un par de segundos después cuando Jungkook levantó sus brazos para golpear
a Yoongi con la almohada.
—¡Oye! —se quejó Min tomando otra almohada para devolverle el golpe pero al hacerlo, Jungkook
se movió de lugar por lo que terminó golpeando a Taehyung en la cara. — ¡Toma esto!
A Taehyung se le desacomodaron los anteojos cuando fingió llorar por el golpe.
—No te atrevas a tocar a mi hombre —dijo Jungkook viendo retador al otro, intentando escudar con
su cuerpo al castaño—. ¡Venganza!
—Oh, no. Eso déjamelo a mí —respondió Taehyung tomando un viejo oso de felpa de su cama,
antes de lanzarlo con fuerza causando que su costura cediera y su relleno se saliera y volara por la
habitación cuando impactó contra Min.
—¡Pelea! —gritaron los dos pelinegros al unísono y se prepararon para librar una batalla campal
entre los tres mientras reían.
La puerta estaba cerrada con llave.
Seokjin en el pasillo quiso acercarse para tocarla y callar el alboroto que se escuchaba desde su
interior.
Se quedó de pie frente a la habitación siendo incapaz de tocar la madera. Los sonidos particulares
que percibió le llenaron de culpa. Pensó en lo fácil que sería abrir esa puerta e intentar unirse, en lo
mucho que quería saber qué era lo que unía a tres personas tan diferentes como ellos.
Las risas no se detenían; hacía tiempo que no se escuchaba tanta felicidad en esa casa, al menos no
desde que era más joven. Su hermano gritando ofendido porque aparentemente estaba perdiendo la
pelea y Agustus riendo victorioso le hicieron pensar en lo rápido que la existencia avanza, en
Jungkook suplantando su lugar y en la vida que estaba por delante y de la que no tenía ni una jodida
idea de cómo afrontar.
Pero por, sobre todo, lo mucho que extrañaba a su hermano, y en que quizás, también se extrañaba a
sí mismo siendo genuinamente él. Suspiró intentando borrar esos pensamientos de su cabeza y
retrocedió caminando hacia las escaleras para bajar a la cocina.
Entró y se sirvió un vaso con agua buscando disipar su miseria mental; pero entonces, escuchó que
alguien le llamaba en voz baja.
Confundido, y algo temeroso, volteó hacia la ventana donde la silueta de una persona le chistaba.
Abrió la cortina con lentitud, bajando su vaso para evitar romperlo en caso de tener que golpear al
desconocido, pero al correr la tela, solo se encontró con su ángel de cabello negros.
—¿Sunhee? —volteó a ver al reloj en la pared para constatar la hora—, ¿Qué haces aquí? —farfulló
en voz baja.
—Quiero disculparme, y yo... necesitaba —soltó aire pesadamente— necesito hablar contigo.
Seokjin casi se desmaya de la felicidad y aunque trató de disimularlo, no pudo.
Le sonrió intentando mantener la compostura.
—Si es sobre lo de la cárcel, olvídalo, no es la gran cosa y no fue tu culpa. Yo me lo gané por
imbécil —le dijo con una sonrisa cansada.
—No, bueno, sí, pero no es de eso sobre lo que quiero hablar —ansiosa—, es algo urgente.
—Es demasiado tarde, ¿Tus tutores saben que estás aquí?
—Piensan que estoy durmiendo, además, no pueden saber que estoy aquí, han estado extraños
últimamente y eso nunca es bueno.
Seokjin lo meditó un par de segundos; sería demasiado imprudente y desconsiderado de su parte
dejarla allí afuera. Entre sus padres en sus cosas y la pijamada de su hermano nadie notaría la
presencia de la chica en la casa, ¿Cierto?
El aire frío resopló por la cocina haciendo chillar las bisagras de la ventana.
—Pronto lloverá —dijo viendo hacia afuera— si quieres hablar entonces entra.
—No puedo estar mucho tiempo aquí.
—Entonces entra rápido —murmuró.
—Rayos... —dudó—. Está bien.
Volteó a ver hacia ambos lados para asegurarse de estar solo y le hizo señas para que avanzara,
luego se acercó a la puerta trasera abriéndola con suavidad para dejarla entrar en la casa.
—No hagas ruido y sígueme —le dijo tomando su mano antes de salir de la cocina.
Revisó el perímetro antes de caminar, subiendo un par de escalones para visualizar si las puertas de
las habitaciones de sus padres y su hermano estuviesen cerradas, al confirmarlo, ambos subieron las
escaleras de prisa, después corrieron por el pasillo para finalmente encerrarse en la habitación del
castaño.
—¿Estás seguro de esto? —cuestionó frotándose el antebrazo por el frío sentándose a la orilla de la
cama del castaño—. Alguien podría...
—No te preocupes por ellos, tienen el sueño pesado. Y Taehyung... él está entretenido.
Seokjin parecía calmado pese a que creyó que estaría molesto con ella. La forma en la que sus ojos
cansados la veían le hizo flaquear.
—Yo... —dudó, a lo mejor estaba exagerando pero no sabía cómo hacer esto
—¿Tú...? —Seokjin se sentó a su lado, dejándose caer de espaldas sobre el colchón. —Estás pálida.
¿Todo está bien? ¿Quieres que cierre la ventana? Hace demasiado frío.
—No, no, no —suspiró negando con la cabeza —, es solo que estoy nerviosa, no sé cómo decirte
esto.
—¿Decirme qué? —Seokjin volvió a sentarse correctamente para verle de frente.
Estaba temblando; sintiéndose tan pequeña por la forma en la que en silencio las cosas se le salían
de las manos.
—Antes de que lo diga... necesito saber algo. —Tragó con fuerza—. ¿Qué piensas del futuro?
Seokjin bajó la mirada.
—¿Qué pienso sobre el futuro...? —murmuró—, no lo sé. Nunca he tenido un plan realmente,
¿Sabes? Y ahora... creo que simplemente espero que todo mejore.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que fue sincero sobre sus sentimientos con una
persona, desde que pudo ser brutalmente honesto sobre sus aspiraciones y temores.
—¿Te asusta? —le preguntó con sus enormes ojos oscuros; pudo ver en ellos incertidumbre que no
supo entender; pero, aun así, pensó que si debía confiarle sus secretos a alguien sería a ellos.
—Mucho... —declaró — pero, aún le tengo fe al tiempo.
—¿Fe?
—Dirás que soy un soñador... pero sí —de su boca brotó una pequeña risa que a ella le provocó
ternura—. Tendré a toda la afición gritando mi nombre yo... seré importante algún día, lo prometo.
Sunhee se encogió internamente en su lugar. Seokjin estaba soñando con las grandes ligas y ella...
estaba atada de manos.
—Quisiera tener esa determinación —le dijo.
—Oh, vamos. Eres asombrosa, sé que tú...
—Justo ahora, no sé qué rayos pasará con mi futuro. —Le interrumpió, abatida.
—¿Por qué lo dices?
Intentó hacerlo, pero no pudo. Su mente se nubló por completo y fue apenas capaz de cumplir a
medias con el propósito de su visita.
—Mis padres... ellos quieren que regrese a casa cuanto antes.
—¿¡Qué!? Dijiste que te quedarías hasta el final de semestre.
—Lo sé...
—¿Qué hay de la universidad? Intentarías entrar a una universidad aquí para poder quedarte. ¡Ese
era el plan!
—¡Sí, eso ya lo sé! —se detuvo antes de decirlo— ellos tienen otros planes para mí aparentemente.
—¿Y qué dijiste tú? Tenemos que hacer algo.
—Los tutores intentarán convencerlos de que me quedé hasta terminar el año, pero... Es
complicado.
—Y tú, ¿Quieres irte?
—Tengo que.
—No, sabes que no es así. Se trata de ti misma, y tú... ¿Quieres irte, cierto?
—Seokjin... sabes que no. Pero lo arruiné todo y no podré lidiar con esto yo sola.
—No estás sola, yo estaré aquí.
—Sí pero no es eso... es que...
—¿¡Entonces qué!? —Frustrado, sin comprender su actitud.
—¡Eres demasiado inmaduro para entenderlo!
El castaño abrió la boca sorprendido. Nunca creyó que le diría algo como eso.
—Tal vez lo sea... pero al menos soy honesto. Y si márchate es lo que quieres, adelante, hazlo. —
Sus ojos se volvieron brillantes por un momento—. Pero si no, debes de entender que lo que están
haciéndote no es justo.
—Estoy consciente de eso. Lo único que puedo hacer es... resignarme y esperar.
—Puedes quedarte conmigo hasta que el tiempo se acabe —dijo con miedo de su reacción.
Ella le sonrió conteniendo su tristeza. No podía hacerle esto a sus padres, ni a sí misma; pero él...
maldición que sufriría al alejarse de él. Aun así, tampoco podía joder más a Seokjin.
—Lo haré —le dijo como si de un juramento se tratase, tocándole las mejillas con la mano cuando
creyó que iba a llorar.
La noche era tan joven como ellos; y tan oscura como sus destinos escritos y sin remedio.

—¿Qué ves? —preguntó Taehyung mientras sostenía un pequeño espejo desde su ventana hacia el
exterior.
Jungkook tenía la cabeza fuera del balcón para intentar ver hacia la habitación contigua.
—La luz de su habitación se apagó —murmuró—. Está dormido.
Yoongi asintió con la cabeza y se colocó su gorra al revés antes de acercarse a la ventana. Habían
movido el escritorio de Taehyung para evitar a toda costa que la puerta se abriera.
—Hora del show, chicos —dijo tomando su mochila y esperando lo mejor.
Jeon le imitó y terminó de pasar su cuerpo del balcón hacia la pequeña terraza con una gruesa
cuerda en sus manos, caminando en silencio para llegar a uno de ellos árboles junto a la casa.
Su primera tarea era atar la cuerda que les ayudaría a bajar. Se tambaleó por la rama hasta que logró
llegar al tronco y envolver este con la soga dándole dos vueltas y un fuerte nudo al final.
Cuando logró asegurarla; se colgó de ella para deslizarse hasta tocar el suelo. Una vez cerca de este,
se soltó y cayó de pie flexionando ligeramente las rodillas en el acto.
Hizo señas con las manos para indicarle a los otros dos que bajaran. Yoongi tomó su mochila, la
lanzó hacia el suelo, imitando a Jungkook al tomar impulso del barandal para luego pedirle piedad a
Jesús al caminar lento sobre la rama que crujió ante su peso.
Los tres se estremecieron, no debían hacer ruido. Era completamente necesario pasar inadvertidos,
Min respiró con fuerza y cuando logró tomar la cuerda se balanceó un poco antes de bajar.
Taehyung se encargó de apagar las luces; tragó saliva pesadamente cuando se acercó a la orilla. Es
decir, estaban en un segundo piso, y por alguna razón, la idea de caerse le había estado persiguiendo
constantemente.
Tenía sueños donde caía hacia el vacío que le perseguían, y ahora, parecía que también le estaban
acechando en la realidad.
—¿Qué le sucede? —le preguntó Yoongi a Jungkook viendo a un castaño que les veía desde arriba
sin moverse.
—Tiene miedo —levantó la cabeza.
—No tenemos tiempo para esto, tiene que bajar ya mismo.
No podían gritarle. Min levantó los brazos para llamar su atención, haciendo ademán para decirle
que bajara.
Taehyung agitó la cabeza; tenían que avanzar o arruinaría todo el plan. Y él, no podía hacerle eso
Jungkook. Cerró los ojos por unos breves instantes y luego dio el primer paso del balcón hacia el
árbol.
—Allí viene —murmuró Jungkook.
Temblaba; aun así, a diferencia de los otros dos, Kim Taehyung siempre tuvo la cualidad de ser más
fuerte que sus miedos.
Dio un par de pasos inciertos en la rama y se sentó en ella con lentitud para luego sujetarse de la
cuerda antes de intentar bajar por la misma.
Pero sus manos sudorosas le fallaron cuando se resbalaron causando que soltara la cuerda.
Los dos pelinegros exhalaron sorprendidos y corrieron hacia él, en especial Jungkook, en su calidad
de deportista, lanzándose a tiempo para atraparlo antes de que cayera al suelo.
Taehyung tenía los ojos cerrados solo para esperar el impacto; pero cuando los abrió solo se
concentró con un pelinegro que le rodeaba luchando por no caerse él también ante su peso.
—¿Estás bien? —le preguntó con sus enormes ojos oscuros viéndolo detenidamente.
El chico asintió sin poder hablar, percatándose de la cicatriz en la mejilla y de su preocupada
expresión. No entendía la razón de que Jungkook cuidara tanto de él, y en realidad no quería
entenderlas, solo quería tener toda su atención para él.
Aunque tampoco entendía bien qué significaba eso.
—Baja a ese niño, Jeon y vámonos. Yo aún tengo que lograr sacar el camión sin que mi padre me
crucifique.
—Déjame tener mi cliché de cuento, ¿quieres? Eres un amargado. Además, no es un niño, es un
hombre.
—¿Me puedes bajar ya? —se burló Taehyung al escucharlos pelear por algo tan estúpido—. Digo,
soy pesado y te están temblando las piernas.
—No, espérame, aguantaré. Estoy defendiendo mi escena románica de este antipático. ¿Qué tienes
en contra de verme feliz? ¿eh?
—Son dos hombres grandes como osos actuando como si fuera un libro de princesas.
—¿Y? Todos merecemos un momento cliché romántico en nuestras vidas. Hasta él ... Hasta tú.
Agustus se quedó callado, había muchas ideas que no entendía del todo, y que le hacían sentir
ajeno, pero... A la vez le hacían cuestionarse si sus actitudes eran correctas.
—Ya, ya. Una disculpa por romper su burbuja de magia. ¡Lo siento! Mi error. ¿Nos podemos ir por
favor?
—¡A sus órdenes, capitán! —dijo Jungkook con burla, bajando al castaño quien se acomodó la ropa
y sus anteojos.
Taehyung aclaró la garganta.
—¿Todo listo? —les preguntó.
—Todo listo —le contestaron al unísono.
Jungkook tomó la punta de la cuerda y la lanzó hacia arriba para ocultarla entre las ramas.
—Andando —ordenó.
Se separaron al llegar al centro de la ciudad. Yoongi caminó hacia el aserradero de su familia,
temeroso de que su padre notara que se había robado las llaves de la persiana y del camión.
Los otros dos caminaron hacia la arena donde el concierto se estaba desarrollando. A pesar de la
hora había muchas personas en las calles, en su mayoría jóvenes que corrían con carteles
emocionados.
Bon Jovi se presentaba en esa noche. Jungkook se jactó mentalmente pensando en que su madre del
futuro moriría por tener la oportunidad de tenerlos en vivo ya que eran su banda favorita y luego
pensó en lo extraño que era que al tenerlos tan cerca no fue al concierto.
En fin, había muchas cosas que no le correspondían saber y realmente había comenzado a tener
cuidado de sus acciones para cambiar nada más de lo necesario. Es decir, ya no quería sentirse
como basura de nuevo.
Se quedó de pie frente a la entrada analizando todo el contexto del lugar.
—Hay tres guardias en la entrada —le dijo a Taehyung.
—Cuatro —le corrigió—, el tipo alto no parece parte del público.
Había una fila ordenada, eso afectaba ligeramente el plan.
—¿Cómo vamos a entrar? —le preguntó al castaño siguiéndolo—. Es imposible colarnos por el
frente sin que nos vean
Taehyung se acercó a la fila lentamente.
—Tengo un arma secreta —contestó sonriendo.
—¿Qué?
La fila avanzaba y los nervios de Jungkook crecían al no saber lo que tenía en mente Kim. Solo
esperaba no tener que golpear a nadie, porque tratándose del castaño, no le sorprendería que atacar
guardias fuese parte del plan.
Le vio nervioso cuando llegaron a la entrada.
—Boletos —pidió el guardia. Jungkook volteó a ver a Taehyung sin saber qué hacer.
—Acá tiene —dijo amable.
Pero se confundió aún más cuando el castaño sacó tranquilamente de su bolsillo dos boletos rojos
marcados como exclusivos.
—Bienvenidos, adelante —le respondió el hombre siendo rápido para hacerles avanzar hacia
adentro.
Jungkook se acercó a su oído para decirle:
—¿Son falsos? —le murmuró.
A lo que Taehyung negó con una risa.
—No.
—¿De dónde los sacaste?
—Duh, obviamente los compré, genio.
—No mientas —incrédulo, viéndole con los ojos entre cerrados—. Se supone que estaban agotados,
¿Cómo los conseguiste? ¿Cuándo?
—Digamos que... —se rascó el cuello—, se los robé a mi hermano para conseguirlos.
—Explícate, Kim.
—Seokjin compró los suyos desde hace semanas. Pero está castigado, deprimido y yo le ofrecí
dinero. Es un tonto, pensó que me había estafado porque se supone que nosotros también estamos
castigados y al final nadie los usaría. ¿Pero qué crees? Yo gané.
—Eres un genio malvado, ¿O no, pequeño?
—Lo soy.
Ambos caminaron hacia el interior de la arena. El humo y las luces eran increíbles, también el
sonido les eclipsó por completo cuando los músicos en el escenario gritaron anunciado la siguiente
canción.
"Shot through the heart, and you're to blame. Darling, you give love a bad name..."
El sonido de guitarras resonó por todo el lugar. No tenían tiempo para disfrutar el concierto; pero
ambos se habían quedado hipnotizados por la música y el ambiente.
Jungkook pensó en que Seokjin jamás le habría dejado ir a un concierto de estos, y Taehyung en
que nunca se habría atrevido a venir solo.
Ambos conocían la canción, era una de las más esperadas de la noche y les fue imposible no cantar
fuertemente mientras se mezclaban con la multitud.
Las luces de colores le alumbraban el rostro al castaño. Jungkook intentaba mantener su vista al
frente para disfrutar, aunque sea un poco el concierto; pero no podía, no cuando el verdadero
espectáculo estaba a su lado moviendo los hombros y cabeza al ritmo de la música.
Quizá fue la canción o el destino que se robaron sin saberlo; pero como un prisionero encadenado,
su pecho se sintió pequeño, mientras le veía, aquella sonrisa y esa cadera le prometían el cielo,
aunque sabía probablemente le llevarían al infierno.
Comenzó a marearse; algo estaba cambiando de nuevo. Las historias de cualquier persona en la
nueva línea de tiempo estaban mezcladas entre ellas repercutiendo todas en aquel que osó
entrometerse en el destino en primer lugar.
Las luces le estaban lastimando. Su pulso se aceleraba y era incapaz de caminar entre la multitud.
No podía respirar, sentía su garganta cerrándose mientras tambaleaba.
Las personas lo empujaron y le fue imposible mantenerse en pie. Estaba agitado y sentía ahogarse
cada vez que intentaba respirar.
No podía continuar, se arrastró un par de pasos hacia atrás y cayó en el suelo mientras luchaba por
mantener la calma.
No había electricidad que pudiera lastimarlo; pero seguía siendo tan solo un niño con problemas
que no sabía lidiar con el pánico de la multitud.
Demasiadas personas.
Demasiado ruido.
Poco aire.
Una historia dentro de la historia de otra que no conocía.
Taehyung volteó a ver a su alrededor al notar la ausencia de chico. —¿¡Jungkook!?
¿¡Dónde estás!? —gritó el castaño a la distancia levantando los brazos en un intento de encontrar a
su cómplice.
Apenas podía moverse debido a la aglomeración. Avanzaba con dificultad abriéndose paso entre las
personas apresurado.
Un chico a su lado levantó una pancarta que golpeó su cabeza e hizo que sus anteojos salieran
volando, limitando aún más su visión.
Taehyung maldijo y se arrodilló para buscarlos entre los pies de todos, rogando al cielo que nadie
fuese a pisarlos antes de que los encontrara.
Tocó la grama hasta que finalmente los encontró, y se los colocó luego de recibir empujones de
varias personas. Parpadeó recuperando su vista, entonces, alcanzó a ver las botas de Jungkook a la
distancia entre las piernas de todos.
Se arrastró empujando a todos a su paso para llegar al lado del muchacho. Cuando estuvo junto a él
se inclinó para intentar hacer que se levantara.
Tragó pesadamente, una sobrecarga con tantas personas a su alrededor era malo, muy malo.
—No aquí, por favor, Jungkook. No aquí —le dijo, pero al verlo, lo único que encontró fue miedo
en sus ojos.
No le importó el riesgo cuando lo tomó del rostro para obligarle a verlo; aliviado, respiró con fuerza
cuando en sus manos no sintió ninguna clase de corriente, su electricidad estaba controlada.
—Yo... —exhaló abatido—, quiero salir de aquí. Son muchas personas yo...
Quizá no siempre tenía que ver con sus experimentos, a veces, era más sobre sus traumas.
—Estarás bien, saldremos de aquí, pero tienes que levantarte —le dijo mientras la banda en el
escenario comenzaba con la siguiente canción—. Puedes hacerlo, has hecho esto muchas veces
antes.
Las luces comenzaron a parpadear; mierda, esa era la señal. Si sus cálculos eran correctos, Yoongi
debía estar detrás del escenario en ese momento, tenían que irse ya.
—No puedo respirar.
—Es un ataque de pánico, eres más fuerte que eso. Vamos, mírame.
La fragilidad de la mente de Jungkook combinaba con la delicadeza de las manos de Taehyung.
Cuando con sutileza le hacía sentir que no necesitaba aire para levantarse.
Porque, aunque Taehyung estaba afuera del agujero oscuro en el que se encontraba, sus manos
parecían ser lo único que podía llevarle a la salida.
—Ayúdame... —musitó —no puedo conmigo mismo.
El castaño pasó una mano por su cabello. ¿Qué clase de recuerdo había tocado esto? No lo sabía,
pero le estaba golpeando internamente en todas las formas posibles, y lo peor, es que ni siquiera era
suyo.
—No hay nada, ni nadie más. Solo somos tú y yo, aquí, justo ahora.
—Tae-taehyung... No puedo.
—Respira, estoy aquí.
Jungkook abrió los ojos incrédulo de la belleza inusual del castaño; porque su cabello se había
esponjado por el sudor, y los cristales de sus anteojos hacían a las luces eclipsar sus ojos. Tenía los
labios entreabiertos, y vello ligeramente visible en el mentón. Su imagen masculina le hacía
perderse; pero más que eso, le ayudaba a persuadir su mente.
—Estás aquí... —masculló con una leve sonrisa cuando logró tranquilizarse a medias. Sabiendo que
eso que comenzó a abrirse en su pecho le dolería enormemente si alguna vez tuviera que cerrarlo.
Nunca comprendió el amor de la misma forma que los demás. Y mientras que los sueños de
Taehyung estaban llenos de ambiciones, de luz, el sentimiento que en Jungkook apareció lo golpeó
con fuerza, tomándolo como rehén de su corazón.
Todo nacer es sufrimiento; pero por, sobre todo, el nacer del amor.
Jungkook apretó los ojos y se armó de valor para levantarse. El castaño le imitó tomándolo de la
mano para llevarle a rodear a la multitud, el toque le erizó su piel mientras le seguía sin discutir.
—Es la canción —le dijo—, tenemos veinte minutos para sacar las cosas. ¿Podrás hacerlo?
Aclaró su garganta, tenía que hacerlo. No podía fallarle a su equipo.
—Sí, hagámoslo —afirmó.
El castaño se colocó sus anteojos en el cuello de la camisa por un segundo antes de apretar los
nudillos y mandíbula.
Entonces, le tocó el hombro a uno de los sujetos del público y antes de que pudiera voltear a verlo
consiguió darle un golpe en el rostro haciéndolo enfurecer.
Jungkook empujó por la espalda a otro a su alrededor; cuando ambos tipos se voltearon, se vieron
entre ellos con molestia pensando que el otro estaba buscando problemas.
Los chicos retrocedieron viendo con diversión cuando comenzaron a gritarse entre ellos, luego la
novia de uno de ellos le lanzó su bebida al otro en la cara. Comenzaron los gritos y el bullicio entre
la gente, poco tiempo después, una gran revuelta.
Jungkook le dio la señal para salir cuando un par de guardias de seguridad llegaron intentando
contener el disturbio entre el público. Taehyung asintió, y con una mirada determinada corrieron
hacia el estacionamiento en donde una pared de concreto les separaba de la parte trasera del
escenario con una puerta metálica que solo podía abrirse desde adentro.
Min se encontraba ya listo en el interior del pequeño camión de su familia para comenzar a sacar las
cosas. Retrocedió lentamente para dejar a Jungkook subir en la parte trasera quedando lo
suficientemente alto para alcanzar el borde de la barda.

Era el turno de que hiciera honor a su cargo en el equipo; aún estaba mareado, pero debía actuar
como quien no estuvo a punto de tener un colapso mental a media arena, entonces, se asomó y
efectivamente, no había ninguna persona en el área de carga. Estiró sus brazos, colgándose del
borde para luego impulsarse y caer dentro del otro lado.
Por dentro, la puerta era más rústica que lo que pudo imaginar. Quitó los cuatro grandes pines que
la aseguraban y luego la abrió de par en par para darle acceso a los otros dos hacia el interior.
Yoongi y Jungkook comenzaron a sacar todo lo que podían sin detenerse a pensar si era útil o no.
Cargaron bocinas, cables, amplificadores, y cualquier cosa que no estuviera fijada al suelo.
Mientras, Taehyung se colocó sus anteojos de nuevo y corrió hacia bambalinas buscando los
controles de electricidad. Es decir, no era la primera vez que saboreaba un concierto. Una vez lo
hizo sin querer por meterse al vestidor de la cantante por equivocación, y ahora solo tenía que
apagar las luces. Era sencillo.
El punto central de toda la electricidad estaba concentrado en un generador que parecía obtener
energía del alumbrado público.
En medio de todo el bullicio alcanzó a escuchar la bocina del camión que le indicaba que era el
momento de huir.
Conocía tan bien la canción que estaba sonando que esperó hasta el último segundo para
desconectar el generador y llevarse la pieza que necesitaba para el suyo.
Entonces, y justo a tiempo, los fuegos artificiales del escenario del escenario se activaron
contrastando con la falta de luz que causó al desconectarlo.
Los instrumentos se apagaron y el sentido de alerta de los guardias se encendió cuando los controles
se quedaron sin energía. Una pequeña chispa brotó del cableado. Taehyung no sabía si había tocado
algo mal o si realmente tenía el talento oculto como pirómano, pero comenzó a oler a quemado,
haciéndole saber que la había jodido.
En medio de la noche, todo quedó sumido en la oscuridad por un par de minutos.
Taehyung se quedó paralizado, no podía moverse, ni salir.
Corrió a ciegas hacia la salida cuando escuchó pasos acercándose detrás de él y aceleró sus
movimientos en un intento de huir. Lo único que podía ver era más luces traseras del camión
indicándole su destino.
—¡Date prisa, Kim! —gritó Yoongi desde la cabina del piloto encendiendo el motor del vehículo. Y
viéndole desde la ventana del conductor avanzado un par de metros en el campo. Estaban sobre el
tiempo, y ninguno de los tres podía ser arrestado de nuevo.
Taehyung corría detrás del camión en movimiento. —¡Sube rápido! —gritó Jungkook.
—¡El lugar va a incendiarse!
El cielo resonó con un gran trueno cuando las grandes gotas de agua comenzaron a caer.
—¡No creo que sea un problema! —le respondió con una gran sonrisa.
—¡Es un incendio eléctrico, tarado, el agua solo lo empeorará!
—¡Me parece que ellos ya lo saben! —gritó Jungkook, Taehyung volteó a ver y observó a los
guardias demasiado ocupados con los extintores en la cabina como para enfocarse en ellos huyendo
a la distancia.
Jungkook estaba de pie junto a las cosas en la parte trasera del camión, Taehyung logró alcanzarlos
alterado. El pelinegro le extendió la mano para ayudarlo a subir y una vez adentro cerraron las
puertas quedándose encerrados.
Cuando Yoongi escuchó el sonido del seguro presionó con fuerza el acelerador para escapar. El
empuje hizo tambalear a los chicos dentro del furgón.
No podían verse y aun así ambos estaban seguros de que el otro sonreía. ¿Estaba mal sentirse tan
bien después de robar? Probablemente sí, pero ambos eran adictos a la adrenalina que no sabían
lograban provocar en el otro.
—¿Todo en orden? —le preguntó Taehyung aún asustado.
—¿Por qué no debería estarlo? —respondió cuando finalmente consiguió respirar con regularidad.
—Perdón por esto —dijo en voz baja desconcertándole un poco.
Taehyung palpó con su mano el pecho de Jeon para ubicarlo. Y luego, se reprendió mentalmente al
no poder frenar sus impulsos cuando en la oscuridad se atrevió a robarle un corto beso en los labios
que sorprendió al chico abriéndole más la herida en el pecho.
El castaño intentó retroceder avergonzado; pero no pudo, ya que las manos de Jungkook le tomaron
de la cintura.
—¿Por qué te disculpas?
—Yo... lo siento. No volverá a pasar.
—¿Quién te crees que eres? —le escuchó decir divertido mientras soltaba una pequeña risa.
—No puedo evitarlo, necesito saberlo. —¿Saber qué cosa? —El tono de pregunta en el aire se
mezcló con lo caliente de su aliento. Taehyung tembló cuando lento, se animó a llevar sus brazos al
cuello del muchacho para entrelazarlos detrás de este haciendo su pecho quedar contra el de
Jungkook.
No era la pregunta que quería hacerle; pero tampoco sabía exactamente qué era lo que quería saber.
Solamente buscaba aprobación en medio de su ignorancia para sentir por encima de su racionalidad.
—¿Tú también quieres besarme, cierto?
—Me temo que... sí —Jungkook se quedó callado unos segundos que utilizó para contestarse a sí
mismo. Luego se inclinó para devolverle un beso fugaz—, y mucho.
Taehyung suspiró cayendo en la trampa del tiempo cerrando los ojos cuando Jungkook juntó sus
labios con los suyos mordiéndole sin separarse de él. Y Jungkook, se sintió encadenado a hacia sus
brazos.
Quizá lo único que necesitaba un incrédulo como él para caer era encontrar aquella esencia que
nunca creyó capaz de existir.
Porque existían muchos destinos y muchas vidas; pero el corazón escéptico de Jeon Jungkook se
aferró con ilusión a unos labios por primera vez en su vida.

CAPITULO 13
13.

El tiempo es una línea recta hecha con tinta oscura y permanente.


Cuando esta es alterada y una línea de tiempo nueva aparece, algunos sucesos parecen
fragmentarse, para unirse a la nueva historia.
De todas las historias que Jeon Jungkook rompió, esta es la primera.
La noche en la que una fuerte tormenta azotó el condado mariposa en California, Kim Taehyung se
vio acorralado en medio de los árboles del bosque. Él estaba buscando respuestas de lo que creía era
una conspiración a orillas del lago, pero lo único que había logrado conseguir era terminar a su
suerte en medio de la oscuridad.
Las primeras gotas comenzaron a brotar del cielo, una a una mojando al castaño, logrando empañar
sus anteojos. Siguió avanzando, pero le era imposible ver con claridad mientras el agua le atacaba y
le hacía tropezar contra las rocas.
Un destello lo cegó por un par de segundos cuando iluminó completamente el cielo nocturno, casi
aturdiendo al chico.
Su hermano lo había abandonado por una estúpida película; y a menos que quisiera terminar
alcanzado por un rayo necesitaba salir de allí justo ahora.
Agitó la cabeza; comenzó a correr intentando esquivar las ramas de los árboles. La historia original
y aquello que Taehyung encontró esa noche no tenían nada de científico.
No tropezó; no había nadie en su camino; simplemente siguió avanzando mientras maldecía
mentalmente a Seokjin. Le importaban un carajo los experimentos y la gente alrededor del lago, así
que huyó del bosque sin detenerse a mirar hacia atrás.
La carretera estaba vacía y las gotas de lluvia le golpearon la espalda con rudeza. Su campo de
visión estaba limitado y de no ser por la adrenalina estaba seguro de que estaría temblando por el
frío y la ropa mojada pegada a su cuerpo.
Avanzó por el extravío hacia la zona residencial, corriendo por los jardines traseros de las casas.
Entonces, la suela de sus converse altos se deslizó sobre el asfalto mojado cuando intentó saltar la
cerca de uno de sus vecinos.
Finalmente tropezó cayendo hacia su destino alguna vez escrito.
Se quedó sobre la acera dolorido mientras que quejándose del dolor intentaba levantarse; pero
entonces, encontró algo en lo que no debió entrometerse.
A pocos metros había otra persona igual de idiota que él en el suelo bajo la lluvia.
Era un chico que lloraba y tiraba de su cabello con fuerza. Estaba de rodillas entre la tierra y
arrancaba las rosas en medio de su jardín.
Estaba gritando, pero su llanto desgarrador era eclipsado por el sonido de la lluvia; aún así,
Taehyung frente a él fue capaz de contemplar la desesperación pura del dolor en esos ojos y la
forma en la que parecía desear con ansias desaparecer mientras gemía.
Un alma necesitada.
Taehyung reconoció a ese chico, iba en la misma clase que su hermano. Le vio con pesar y se
levantó del suelo; entonces caminó hacia él transgrediendo con una de las reglas que le había
impuesto su hermano desde que habían terminado en el mismo grado, en la que no debía hablar con
nadie cercano al mayor.
—¡Oye, detente! —le dijo corriendo hacia el chico. Tomándolo de los hombros para hacerle
reaccionar—. ¿Qué sucede contigo?
El chico Min levantó el rostro al verlo. Sus ojos estaban hinchados, su cabello pegado a su frente, y
sus manos temblaban del dolor al igual que el resto de él. El vacío le ardía por dentro, tanto que
sentía que iba a terminar por quemarlo.
La imagen del joven alto frente a él logró confundirlo por un segundo. ¿Qué clase de aparición era
esta? Los anteojos, el cabello castaño y desordenado al igual que esas manos le hicieron pensar por
un segundo que a lo mejor el arrepentimiento existía cuando por un instante sintió que había
regresado en el tiempo.
Pero supo que se había equivocado al reconocer a Taehyung cuando este se arrodilló a su altura.
—¿¡Qué haces tú aquí!? —cuestionó entre sollozos. Él ya conocía al menor de los Kim y no era
exactamente a quién esperaba.
—¡Lo mismo digo! —Yoongi parpadeó, no recordaba así de alto a ese niño—. ¿Qué demonios estás
haciendo? ¿Por qué estás aquí afuera? ¿Que no ves que hay una tormenta?
Taehyung se pasó una mano por el cuello preocupado; las manos del pelinegro estaban llenas de
sangre. Las espinas de las rosas que había arrancado preso de su desesperación solo habían logrado
causarle aún más dolor físico desgarrando la piel de sus dedos y palmas.
—Yo... yo... —¿Qué debía decir? No había una explicación coherente para lo que estaba haciendo.
Respiró con fuerza y tartamudeó—. Mi abuelo...
Taehyung levantó la vista hacia la casa. Las luces estaban encendidas a pesar de la hora, había
personas adentro además de una gran guirnalda de flores en la puerta. No había que ser un genio
para entender lo que había acontecido.
—¿Cuándo sucedió?
—Anoche.
El castaño asintió, nunca supo ser sentimental.
—Vamos, levántate. Entremos a la casa.
—No, es un maldito funeral—se negó cuando el chico intentó tomarlo por los hombros poniéndose
de pie—, hay muchas personas adentro, incluso tus padres están allí. No quiero que nadie me vea
así.
Lo meditó por unos instantes, no podía dejar allí al chico. Sus heridas podían empeorar o incluso la
hipotermia podría matarlo, pensó.
—Vamos a mi casa —le dijo—. Si mis padres están aquí, no habrá problema con que te ocultes allí
un rato.
—¿Qué hay de tu hermano? —preguntó.
—Salió con una chica; relájate, estaremos bien.
El pelinegro suspiró con fuerza, ahora más consciente del frío que caló en los músculos de su
espalda.
Su padre lo ignoraba; no tenía más a su abuelo, y la persona de la cual esperaba recibir al menos el
mínimo rayo de afecto que necesitaba se encontraba a un par kilómetros de distancia viviendo un
romance de película.
Estaba solo.
La única opción que tenía era la benevolencia que brotó del más joven de los Kim esa noche.
Volteó a ver por un segundo a su casa y asintió al chico. Taehyung lo tomó del brazo y lo hizo
caminar a su lado fuera del jardín atravesando la acera.
Corrieron bajo la lluvia dos casas a la derecha y luego entraron en la casa de los Kim por la puerta
trasera intentando pasar desapercibidos en caso de que alguien hubiese regresado.
El mayor se tambaleó en las escaleras cuando siguió al muchacho hacia el segundo piso.
Taehyung cerró la puerta de la habitación con llave cuando llegaron y se dispuso a buscar en su
closet. El otro le vio con curiosidad sin alcanzar a comprender por qué demonios había sido él quien
apareció.
Kim le lanzó una camiseta y un pantalón deportivo seguido de una toalla, el mayor se sentó a la
orilla de la cama.
—Ponte esto —le dijo Taehyung mientras él mismo comenzaba a secarse y cambiar su propia ropa.
—¿Por qué me dejas entrar en tu casa? —preguntó siendo directo—. Es más, ¿Por qué siquiera
estás hablando conmigo?
—¿Por qué no lo haría? —respondió Taehyung. Yoongi parpadeó, el chico parecía no saber nada.
—No lo sé, yo ... soy raro.
Taehyung terminó de vestirse y buscó entre su escritorio un par de vendas antes de volver a
acercarse al pelinegro que se colocaba la camisa seca con dificultad.
—Bienvenido al club —le dijo con gracia—, relájate, chico raro, enséñame tus manos.
Ladeó la cabeza consternado cuando le vio sentarse a su lado y extendió sus manos hacia él para
que el otro le examinara con delicadeza.
Nunca había cruzado más allá de un par de palabras con el muchacho y ahora resultaba que quería
ayudarlo.
No lo entendía; y se sentía estúpido al imaginar a través de él a su antiguo amigo cuando era un par
de años más joven, pero es que le era imposible no hacerlo, eran tan parecidos desde su cabello
ondulado hasta la forma de sus hombros.
Taehyung limpió sus manos con un poco de alcohol retirando un par de espinas aún clavadas en su
piel haciéndole arrugar la nariz y cejas, para luego colocar pequeñas vendas en sus dedos.
El chico tenía el rostro más pálido de lo usual debido al frío; pero pese a esto, su nariz y mejillas se
habían vuelto rojas anunciando que, efectivamente, se había resfriado. Sus ojos oscuros lucieron tan
grandes, y su completa imagen pareció indefensa ante un castaño que nunca fue capaz de hacer un
amigo por sí mismo, ni de sentir empatía por otra persona.
Quizá fue esa miseria mental aquello con lo que pudo identificarse, o quizá, simplemente se había
tropezado con algo que no supo definir. Taehyung se compadeció de aquel que incluso siendo
mayor parecía un pequeño a su lado.
—¿Por qué haces esto? —volvió a hablar.
—¿Piensas que soy un tirano o algo así? Soy humano también, no podía dejarte allí.
Él sonrió débilmente; había pasado tiempo desde la última vez que alguien le mostró bondad.
—Gracias... supongo.
Kim se acomodó los anteojos. —¿Puedo preguntarte algo sin parecer demasiado tonto?
—¿Qué cosa?
—¿Sería muy cruel de mi parte decir que no recuerdo tu nombre? —declaró avergonzado.
Soltó una carcajada. Taehyung era bastante despistado con las personas.
—Se supone que mi nombre es Agustus—aclaró—; pero es difícil de pronunciar y no combina con
mi apellido—se burló de sí mismo—, así que mejor llámame Yoongi.
El cabello oscuro de Min se había esponjado cuando lo frotó con la toalla.
Taehyung sonrió, él era frágil a comparación suya, mucho.
—Entonces, Yoongi... —Se acercó lentamente para retirarle un mechón oscuro de la frente. —
¿Qué tienes en contra de las rosas?
Se rascó el cuello; era una larga historia que no estaba dispuesto a contarle. Menos mientras el otro
tenía el descaro de tocarle el cabello.
A las afueras de la casa, el sonido del motor del auto de la madre de Taehyung resonó, como
anunciando la llegada de alguien más, seguido de las llaves de la puerta principal.
—¿Qué es eso? —preguntó Yoongi alejándose de él.
—Maldición, mi hermano está aquí —masculló asustado—. ¡Entra al armario, ya!
—¿Qué se supone que soy? —le dijo ofendido cuando el otro lo tomó del brazo para obligarlo a
moverse.
—Eres mi secreto, así que coopera, chico raro.
En la segunda línea de tiempo propiciada por la aparición de Jeon, en la que el menor de los Kim se
tropezó literalmente con el descubrimiento de la década, esto jamás sucedió.
El ángel nunca fue lastimado por la primavera.
Agustus Min se quedó solo bajo la lluvia, Jeon Jungkook fue salvado por aquel castaño angelical y
Kim Taehyung, no descubrió aquello que le hizo ser diferente al resto.
Hasta mucho después.

71 días antes de.

—No, no, no. Lo haces al revés. Vamos a empezar de nuevo —el mayor volteó hacía el piano—.
Jungkook, música por favor.
—Deja de presionarme; ¡Hago lo que puedo!
Con el correr de los días; la etapa final del año había llegado, esa que estaba llena de festividades,
alegría y dinero desperdiciado.
Había muchas cosas la lista antes de que las vacaciones de invierno llegarán y las bajas
temperaturas comenzarán a congelar el lugar. Principalmente, el final de la temporada de béisbol
escolar.
Era la semana de la semifinal; había emoción y altas expectativas en el aire debido al gran
desempeño del equipo este año gracias a su novato estrella. Pero a este en realidad no le interesaba
lo suficiente, de hecho, en ese momento estaba en el auditorio practicando una mala obra en lugar
de entrenar con el resto del equipo.
Bueno, en realidad, sí le importaba un poco; pero no podía perderse el ridículo que hacía Taehyung
al equivocarse con sus líneas sobre el escenario.
—Debo hacerlo. Necesito tus habilidades pulidas para poder presentar la obra al público —le dijo
Yoon.
—¿Quién dijo que yo haría esto en público? —bufó agitando el libreto en sus manos.
—Tú, así que vamos, haz tu monólogo.
Sí, Jungkook se divertía muchísimo viéndolo tambalear sobre la madera del escenario. Habían
llegado al acuerdo de que representaría a Romeo en la vista al público, porque obviamente, dejar
salir a Taehyung en falda a mitad de la obra escolar (por mucho que quisieran) solo causaría que los
golpearan, así que, estaba ensayando sus nuevos diálogos. Cosa, que parecía ser incapaz de ejecutar.
El pelinegro se levantó del piano y con un rápido salto subió al escenario junto a ellos.
—¡Eso intento!
—¡Pero debes decirlos con emoción!
—Chicos, chicos, chicos —entonces intervino—, esto es sencillo, solo hay que agregarle un poco
más de sentimiento.
Taehyung alzó una ceja. —Oh, claro. Jungkook, el robot del futuro podría hacerlo mejor —se burló.
El pelinegro le sonrió descaradamente y se precipitó a quitarle su copia del libreto en sus manos
dándole una rápida ojeada a la escena.
—Por supuesto que lo haré mejor —le retó.
Detrás de ellos se encontraba una escalera que simulaba la torre y una luna a medio pintar cuya
pintura fresca se escurría en el piso.
—Si lo que quieren es perder el tiempo pues bien —dijo Yoongi—, Kim, sube a la escalera. Jeon,
eres Romeo. Y yo, encenderé los reflectores.
Taehyung suspiró y se movió un par de pasos hacia la escalera. Subiendo los escalones y
sentándose hasta la parte más alta mientras veía a Jungkook desde abajo. Las luces se volvieron
tenues dejando apenas visibilidad, luego un solo reflector se encendió hacia el centro del escenario,
iluminando a Jungkook cuyas pupilas se contrajeron debido a la fuerte luz.
Dio tres pasos al frente que resonaron en todo el lugar, desordenó su cabello entrando en personaje
y volteó a ver a Taehyung mientras éste le sonreía cómplice.
Entonces aclaró su garganta y respiró profundamente antes de comenzar a hablar.
—...Alto —exclamó abriendo los ojos en señal de sorpresa—. «¿Qué luz alumbra esa ventana?» —
leyó con suave pero segura voz. Entonces el segundo reflector se encendió ahora hacia la falsa torre
en donde el castaño reposaba. Él levantó la vista, y contempló con asombro la imagen reluciente de
Kim Taehyung desde lo alto.
—«Es el oriente, y Julieta: el sol. Sal, bello sol, y mata a la luna envidiosa, que está enferma y
pálida de pena porque tú...»
Jungkook se quedó callado cuando perdió la concentración. Están leyendo y había perdido el
sentido de su lectura. Y es que, las palabras escritas en ese papel no podían ser más adecuadas a la
realidad. Más aún cuando los pantalones cortos que llevaba dejaban reflejar la luz en la piel de sus
piernas.
—¿Yo? —dijo Taehyung al notarle divagar mentalmente. Parpadeó un par de veces, batiendo sus
largas pestañas que detrás de esos cristales no hacían más que engrandecer sus ojos.
El pelinegro sonrió y colocó ambas manos en su pecho antes de seguir hablando.
—«...Tú que la sirves, eres más hermosa...» —Se arrodilló—. «...Dos de las estrellas más hermosas
del cielo tenían que ausentarse y han rogado a tus ojos que brillen en su puesto hasta que vuelvan...»
Maldición... —dijo negando con la cabeza y soltando su libreto —porque la belleza que posees es
inusual. Algo demasiado complejo para explicar y demasiado único para mostrárselo al mundo.
Eligiría ser egoísta antes que dejarte a merced del destino, oh, amado mío.
Taehyung carraspeó.
—Lo último no es parte del guión —le dijo.
—Lo sé —constestó Jeon aún de rodillas y sin dejar de verle.
La actitud de Jungkook siempre variaba, pero últimamente parecía haber entrado en otra etapa, una
más... ilusa. Quizá ninguno lo entendía, pero se sentía diferente.
Las luces se encendieron y un aplauso resonó en el aire.
—¡Excelente, Jeon! Taehyung —volteó a verlo —Estás despedido.
—¡Oye, no seas grosero! Soy tu único actor.
—Es cierto —lo meditó—, quedas re-contratado.
Jungkook hizo una pequeña reverencia.
—Gracias, gracias. Fue un honor deleitarlos con mi presencia.
—Lo reconozco—dijo Yoongi regresando al escenario—. Eso estuvo muy bien, apoyo la
improvisación —levantó su libreto y le dio un golpe en el pecho con este— pero no lo hagas en mi
escenario.
Jungkook soltó una risa mientras se levantaba. Entonces caminó hacia la escalera para extender su
mano y ayudar a Taehyung a bajar lentamente.
El timbre sonó y los chicos comenzaron a alistarse para salir del auditorio. Este era su periodo libre,
Taehyung tenía laboratorio de química; Yoongi y Jungkook, clase de literatura. Y ninguno de los
tres estaba realmente enfocado en sus estudios.
—¿Qué te pareció a ti? —le preguntó Jungkook al castaño.
Este se acomodó sus anteojos.
—Pudo ser mejor.
—¡Oh, vamos! Te destrozaría en el escenario.
—Sigue soñando —le dijo dándose la vuelta para tomar sus cosas; su libreta, mochila y chaqueta
estaban en el suelo. Pasando a su lado dedicándole una mirada de reto antes de darse la vuelta y
avanzar lentamente.
Jungkook tomó su mochila (una que le habían robado a Seokjin, de hecho) y se la colocó en el
hombro antes de seguirlo. Dio un par de pasos, al hacerlo, ambos notaron que el tercero de ellos se
había quedado atrás.
—Oye —le llamó Taehyung—, ¿Te sientes bien?
Yoongi se acercó; ser el tercero entre ellos le hacía marearse. Asintió acercándose. —Sí, sí. Solo me
mareé por un segundo.
Jungkook le puso la mano en la frente.
—Tienes fiebre —preocupado—, ¿No crees que deberías ir a casa?
—No es nada; me resfrié hace poco y parece que aún no me recupero —dio un paso y tambaleó un
poco—, iré por un antigripal a la enfermería —les dijo adelantándose—, los veré después.
—Tenemos planes para esta noche, no lo olvides. El chico asintió separándose de ellos lentamente.
—¿Planes? —dijo Jungkook cuando se quedaron solos.
El otro le dio un golpe en el hombro.
—¿Tú también lo olvidaste? —asintió, a lo que Taehyung contestó abriendo su libreta y señalando
con el dedo en una de las páginas. —Es día de pruebas experimentales, ¿Recuerdas?
Jungkook apretó los ojos. Habían pasado un par de días construyendo su extraña máquina del
tiempo en la piscina de la escuela y aún les hacía falta probarla.
La fecha estaba remarcada en la libreta; pero él... tenía algo más que hacer.
—¿Tiene que ser justamente hoy?
Con obviedad. —Sí, no tenemos mucho tiempo antes de que octubre termine.
—¿Y eso es un problema?
—¡Claro! Cuando las temperaturas comiencen a bajar más, no podremos siquiera intentarlo.
Tendremos que vaciar la piscina.
—Maldición, ¿Y no funciona vacía?
Rodó los ojos. —Necesitamos el agua, tarado.
—¿Siempre tendremos el lago, cierto?
—No, se congelará también.
—¿Dices que se volverá una pista de hielo? Eso no suena tan mal.
—De hecho, no lo hará. La capa de hielo será muy delgada, así que técnicamente será agua helada
con trozos de hielo del tamaño de una casa flotando en la superficie hasta que el sol vuelva a
calentar.
—¿Y que se supone que haré con el partido?
—No vayas y listo.
—Yo...
Taehyung se quedó quieto y volteó a verlo con una ceja alzada.
—¿Realmente te importa el juego?
Se rascó el cuello.
—Tal vez... no lo sé. Se siente extraño ser importante en el equipo, ¿Sabes? es algo estúpido pero
genial a la vez.
—Eso creo.
Avanzaban por los pasillos de la escuela. El aire azotaba las puertas de los casilleros abiertos y en lo
único que el castaño podía pensar era en que el invierno había llegado. Y el frío en sus manos no
tardaría en aparecer.
Jungkook tenía un libro en sus brazos.
Mientras caminaba pequeñas tarjetas cayeron de este. Taehyung lo notó y se agachó para
recogerlas.
—¿Y esas notas? —cuestionó al ver su letra desprolija en ellas.
—Oh, cierto. Tengo examen de literatura la próxima semana así que estuve estudiando.
—Jungkook...
—Ya sé, ya sé, ni siquiera soy un estudiante real, pero, tengo que disimular un poco. Taehyung
negó con la cabeza y no se atrevió a decirle lo que estaba pensando.
¿Se estaba volviendo parte de esa realidad o solo... le gustaba sentir que encajaba?
Quizá ambas, pensó Taehyung y la duda se clavó en su cabeza para analizar la situación después.
—Está bien... lo intentaremos antes del partido. Te tomará dos minutos llegar de la piscina al
campo, así podrás estar en los dos lugares, ¿Te parece?
—¡Sí! Gran idea.
—Bien, Súper estrella —palmeó su hombro—, te veré a la salida.
Estaban frente al salón de Taehyung; este abrió la puerta dándole una mirada preocupada a
Jungkook antes de entrar.
La clase no había empezado aún, se sentó en uno de los primeros asientos y abrió su libreta para
comenzar a escribir un título que había dejado de aparecer.
Jeon Jungkook y... ¿Sus secretos?
Lenguaje corporal cambiante.
Extrema preocupación o pérdida del sentido de importancia repentinas.
Empieza a crear una ilusión donde idealiza su realidad actual.
Se siente parte de ella, ¿O lo es?
Miente. ¿Por qué?
¿Qué oculta?
La cerró cuando el profesor entró y el resto de sus compañeros se acomodó correctamente en sus
asientos. Se removió en su asiento suspirando, él sabía exactamente de qué hablaba el maestro,
pero... le había dejado de importar.
Tanta inteligencia se había quedado en segundo plano el día que su mente descubrió que era capaz
ser algo más que eso, el prodigio. Cerró los ojos y divagó fantaseando las palabras tontas y halagos
del otro.
Estaba sentado en el borde, y sabía exactamente lo que pasaría si se dejaba caer.
Mientras tanto, en el ala sur de la escuela Jungkook prestaba atención a su profesora. El entrenador
le había ofrecido un puesto titular que se vería muy bien en una solicitud universitaria; pero debía
igualar sus calificaciones para poder mantenerse en el equipo.
Era estúpido pensar que lo estaba intentando cuando ni siquiera era parte de, aún así, era un reto que
quería tomar. Lastimosamente no sabía que ese puesto nunca debía corresponderle a él.
Estaba sentado solo; Agustus ni siquiera apareció en esa clase ni a la que siguió de esa.
En uno de sus períodos sintió un golpe ligero en su nuca, era una bola de papel. Volteó a ver y se
encontró con uno de sus compañeros del equipo llamándole.
Chistó. —Oye, Jeon. Saldremos para calentar antes del entrenamiento, ¿Vienes?
—¿No es un poco temprano? —murmuró.
Volteó a ver a Seokjin. Este no parecía estar prestando atención a lo que sus amigos decían, llevaba
días distraído.
—Vamos, hombre. Almorzaremos también.
Jungkook lo meditó; le parecía curiosa la forma en la que ellos habían comenzado a seguirlo
después de que Seokjin fallara un solo tiro.
Entonces asintió.
Uno de ellos se levantó; los otros le siguieron sin incluir al mayor Kim. La profesora no se inmutó
al verlos salir.
Los muchachos caminaron por los pasillos hablando animadamente hasta salir de la escuela y llegar
a los terrenos del campo.
Estaban corriendo como estúpidos y haciendo volteretas para impresionarse entre ellos.
Era posible verlos desde los salones del segundo piso, incluso desde el salón 204 de química en
donde Taehyung se encontraba.
La algarabía del exterior le llamó la atención. Y entonces, vio a Jungkook en su hábitat natural.
Bajo el sol y siendo el centro de atención.
«Si esta fuese una historia... él tendría más madera de protagonista que yo.»
Pensó, viéndole sabiendo que el chico debería estar en clase en ese momento y aún así decidió ir
con ellos.
Pensó en qué incluso el pelinegro viniendo de futuro había logrado encajar y él... Seguía siendo un
inadaptado sentado junto a la ventana. Volteó a ver de nuevo hacia el campo y suspiró.
Quizá en otra vida, Jungkook era como él.
Pero en esta, ya no estaba tan seguro de que lo fuera.
Jungkook se divertía en la tierra; no había mucho dónde correr en Corea y toda su infancia se basó
en las metálicas paredes de su apartamento en Busan.
El viento y los estragos del universo le hacían creer que, a lo mejor, era la oportunidad que merecía.
Quizá California nunca fue tan malo como imaginó.
Uno de los chicos apareció con una hielera y un recipiente lleno de algo que Jungkook no supo
definir; también unos vasos que le entregó a cada uno.
—Hora del descanso, señoritas —dijo y comenzó a servirles.
Jungkook lo tomó; estaba frío y era bastante espeso. Le dio una oportunidad, curioso al darle un
gran trago.
Era salado, aunque no desagradable.
Siguió tomándolo hasta casi terminarlo, realmente sentía que moriría del hambre y a juzgar por la
cara de esos idiotas este era el almuerzo al que se referían.
—¿Qué se supone que eso? —cuestionó cuando se lo terminó.
—Pura proteína, hermano.
—¿Qué? —Parpadeó confundido, no le estaba gustando a dónde iba eso—. ¿Qué tiene
exactamente?
—Ya sabes —dijo otro de ellos—, huevos crudos, zanahoria, carne y no sé qué demonios más le
agrego Tom.
—Esto es... —volteó a ver su vaso vacío y luego a los chicos repetidamente cuando las náuseas
comenzaron a aparecer.
—Es su batido de la suerte. Nos dará la energía que necesitamos para ganar hoy.
Era momento de vomitar.
Sintió que su estómago se cerró cuando luchó por tranquilizarse con todas sus fuerzas.
—Me tengo que ir —logró decir antes de dar un paso hacia atrás para alejarse.
Todos le vieron confundidos cuando comenzó a correr. Y lo hizo por kilómetros sin detenerse.
Había estado haciendo esto a escondidas y hoy lo habían atrapado. Bueno, él mismo se había
atrapado.
No quiso esperar a Taehyung o alguno de sus amigos. Solo siguió avanzando con la esperanza de
que la brisa en su rostro disipara las náuseas.
La idea de que alguien lo viera vomitar le asqueaba tanto como el mismo vómito. No quería, no
quería. Nadie en el maldito pueblo lo vería vomitar porque eso lo hacía sentir débil. Le hacía
recordar a su padre empujándole la cabeza en el plato de estofado mientras él luchaba por no sacar
todo el contenido de su estómago.
Por eso se contuvo cuanto pudo mientras corría, tal vez debió detenerse en el bosque; pero sentía
que no era capaz de pensar.
No quería pensar en cosas que habían dejado de importarle hace años; pero aún así, lo hizo y se
sintió como un niño pequeño de nuevo.
Entró a la casa por la puerta de atrás que de todas formas siempre estaba abierta.
Soltó sus cosas en medio de la sala y corrió hacia el lavabo de la cocina donde finalmente comenzó
a vomitar con tanta fuerza que intentó hacerse sentir menos culpable.
Siempre se había sentido tan culpable de lo que pasó. Probablemente porque desde ahí pareció ser
culpable de todo.
La señora Kim entró y le vio preocupada.
—Cariño, ¿Estás bien? —dijo poniéndole una mano en la espalda.
Se recompuso y abrió el agua del grifo, no quería que le viera así. Comenzó a lavarse la cara y la
boca con insistencia.
—Sí, mamá. No es nada —respondió temblando. Luego abrió los ojos reaccionando que la mujer no
era su madre—, es decir, Señora Kim, estoy bien.
—Descuida, hijo. —Ella le pasó una mano por el cabello—. ¿Estás seguro de que no es nada?
Él asintió aclarando su garganta. Y apenado se movió fuera de la cocina para subir a la habitación
de Taehyung.
Se sentó en el piso y se quedó viendo el techo por un largo tiempo.

Yoongi salió de la enfermería después de haber dormido tres horas allí adentro. Luego de tomar un
té de manzanilla con la enfermera y un analgésico, la camilla con cobertor de gatitos en el lugar
empezó a parecerle muy cómoda.
El timbre de la salida había sonado hacía un par de minutos y los pasillos de la escuela se habían
quedado vacíos.
Buscó a Taehyung y Jungkook junto a las escaleras de la salida; al no encontrarlos comenzó a
caminar por el estacionamiento suponiendo que se habían marchado ya.
Entonces, se quedó quieto cuando tuvo un mal presentimiento. Últimamente tenía la sensación de
que alguien lo observaba.
Volteó a ver ligeramente solo para reconocer una camioneta que recurrentemente aparecía por la
escuela o por su vecindario, y que él pensaba, estaba demasiado cerca de ellos. El castaño le había
contagiado su paranoia; tanto, que ahora creía que tal vez intentaban fotografiarlo.
Pero no había nadie más allí, solo él y las siluetas dentro de la camioneta blanca.
Se quedó quieto y la rodeó antes de salir del área de la escuela; no tenía tiempo para estupideces así
que si querían joderlo él iba a dar el primer paso; entonces se acercó para tocar la ventanilla del
auto.
Pero alguien más le tocó el hombro haciendo que se sobresaltara.
—¿Qué haces todavía aquí? —le preguntó el desconocido a lo que él exhaló sorprendido.
—Es tarde.
Su respiración volvió cuando reconoció al castaño detrás de él.
—Oh, mierda. Eres solo tú —gruñó molesto a Seokjin comenzando a caminar hacia la acera
exterior de la calle de la escuela.
—Luces extraño, ¿Estás drogado o algo así? —dijo siguiéndole por el camino. Tenía una camiseta
sin mangas, pero sus brazos estaban ocultos por un suéter abierto celeste cuyo color nunca le quedó
bien.
—Estoy resfriado, no es la gran cosa. —Caminaba lento bajo la vereda de árboles, inquieto de que
el otro mantuviera el ritmo de sus pasos—. ¿Se te perdió algo o qué?
—¿A mí?
—Deja de seguirme.
—No estoy siguiéndote. Somos vecinos, idiota.
—Oh... —apenado. Era lógico—. Como sea.
Seokjin soltó una pequeña risa.
—Deja de ser tan cascarrabias. ¿Qué tiene de malo que camine contigo?
—Que estoy seguro de que quieres un favor. Y no estoy interesado en ayudarte.
—Nah —restándole importancia— estoy siendo agradable para variar.
—¿El equipo te abandonó de nuevo, cierto?
—Uhm está bien. Sí, admito que se fueron sin mí.
Cerró los ojos y negó burlándose de él. —Eres patético.
—Oh, vamos. Tú también regresas a casa solo. ¿Dónde están tus hizo una mueca como si fuese a
vomitar para molestarlo— tus amigos?
—No lo sé; tienen sus propios asuntos supongo.
—Eres el menos necesario de los tres. ¿O no, tercera rueda?
—Eso creo. Pero está bien, al menos no tengo que almorzar solo.
Seokjin se quedó callado.
—Lo siento por decir eso —soltó sinceramente.
—Nah —alzó los hombros—, estoy acostumbrado.
No sabía qué más decir. Era incómodo y era tan egoísta simplemente decir que estaba junto a él por
lo solo que se sentía.
—¿Vendrás al partido de hoy? —preguntó.
El otro arrugó el gesto. —No, de hecho, tengo algo que hacer más tarde.
—Uh... —alzó las cejas sugerentemente—¿y eso que harás tiene que ver con mi hermano y sus
mentiras?
—Joder, eres un fastidio. No te diré nada; no sé qué fue lo que pasó y, si lo supiera tampoco te lo
diría.
Había avanzado un gran tramo de sendero y entrado a la zona residencial llegando casi a su calle. El
verano parecía ser algo ficticio al ver las ramas desnudas de los árboles y la suave llovizna que se
hizo presente.
—Lo sé —dijo resignado—, pero no perdía nada con intentarlo.
—Yo pierdo la paciencia con tu presencia.
—Eso rimó.
—Agh, púdrete.
Cuando llegaron frente a la casa del pelinegro; Yoongi se dio la vuelta para caminar por su jardín,
pero el otro le siguió.
—¡Solo quiero conversar!
Suspiró molesto y se sentó en las gradas de su entrada. Cruzando los brazos.
—¡Bien! Entonces habla y luego déjame en paz.
Seokjin tragó en seco. Así de bajo había caído.
—Okey, está bien. Me atrapaste, necesito hablar contigo.
—Si es sobre tu hermano; puedes retirarte. ¿Creí que ya habíamos acordado que ibas a dejarnos en
paz?
—Yo no acordé nada. Además, esto no es sobre ustedes, idiotas, es sobre mí. — Rodó los ojos.
—Siempre se trata de ti de todas formas.
Seokjin le dio un pequeño empujón sentándose a su lado en el pórtico de la casa.
—Deberías sentirte afortunado. Estoy a punto de contarte un nuevo episodio de la telenovela de mi
vida.
—¿Debería? —fingió emoción—. Oh, rayos. Es todo un honor.
—No seas cruel... Eres el único al que puedo contársela.
—No recuerdo haber aceptado ser tu confidente. El otro ladeó su cabeza, quizá era una mala idea.
—Como sea, debo irme. Aún tengo que recoger un par de cosas en mi casa antes del juego —dijo y
se dispuso a irse.
Yoongi se mordió la lengua y le tomó del brazo para evitar que se levantara.
—¿Es sobre la chica, cierto? —él asintió—. Está bien, cuéntame antes de que la curiosidad me
mate, ¿Qué fue lo que pasó?
—Ni yo lo sé. ¿Recuerdas la noche de su pijamada?
—Ujum...
—Bueno, Sunhee apareció en mi casa.
—¿En la noche?
—¡Sí! Ella... dijo que se marchará.
El pelinegro frunció el ceño.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Ni siquiera me dio una razón. Dijo que era cosa de sus padres, pero... yo no le creo.
—¿No?
—Actúa como si estuviera ocultando algo. Maldición, pareciera que todos estuvieran ocultándome
algo.
—¿Cuándo se irá?
—No lo sé; pronto, supongo. Volvió a evitarme y no logro comprender. Esa noche nosotros...
Negó con la cabeza.
—No hace falta que lo digas.
—¿Qué voy a hacer? —Pasó ambas manos por sus ojos suspirando—. No quiere hablar más
conmigo. Tampoco me escucha.
—Escríbele una carta, —sugirió de pronto—, y guardarla en su casillero.
—¿Qué?
—Ella parece una chica dulce, el tipo de persona a la que le gustan esos detalles.
—¿Y eso de qué serviría?
—Ella te escuchará sin necesidad de que hables, ¿Entiendes? Las letras... son poderosas. Incluso si
se marcha, te llevará con ella.
—Ese es el problema, yo no quiero que se vaya.
Yoongi alzó una ceja, conmovido, y le dio una palmada en la espalda al entenderlo en el fondo.
—Escríbeselo entonces, es mi más humilde consejo. Algo tan profundo que haga que la lea una y
otra vez hasta que sea tu voz la que escuche mientras lo hace.
Seokjin soltó una risa casi inocente que golpeó al pelinegro con nostalgia.
—Tú y tus cursilerías nunca cambian, ¿Eh?
—Lastimosamente no...
El alma de un escritor enamorado nunca podría alejarse de los versos a los que tanta alegría dedicó.
—Oye, tú sabes sobre escribir y eso, ¿Cierto?
—¿Y eso te importa porque...?
—Oh, vamos. Necesito tu ayuda. ¡Eres la persona más inteligente que conozco!
—No mientas, vives con el genio de tu hermano.
—Bueno... sí, eres la segunda persona más inteligente del lugar después de él. Pero, oye, Taehyung
no sabe nada de sentimientos y cosas tontas, pero tú sí.
—¿Gracias...? No sé cómo debería sentirme cuando dices eso.
—Tómalo como quieras, necesito que me ayudes a escribir un poema.
Yoongi intentó con todas sus fuerzas no burlarse de él, pero no pudo resistirse por mucho tiempo.
Comenzó a reír y no se detuvo hasta que el semblante molesto del otro no cambió.
—Oh, ¿Lo dices en serio?
—¡Por supuesto que sí! Ya lo he intentado todo.
—No lo sé. ¿Qué gano yo con ayudarte?
Seokjin bajó la cabeza, en realidad no tenía nada que ofrecer.
—Nada. Es estúpido de todas formas, da igual.
—Oh, vamos. Se supone que eres el galán que muere por la chica de sus sueños, tu actitud apesta.
Deberías ser más optimista.
—¿De qué servirá cuando se vaya?
—No te preocupes, ya sabes lo que dicen: "Es al separarse cuando se siente y se comprende la
fuerza con que se ama" —citó alzando sus brazos.
—¿Tú inventaste eso? —le preguntó.
Yoongi suspiró; era tan estúpido quedarse ahí y aun así lo hizo.
—Eso quisiera. —Soltó una pequeña risa—. Es de Shakespeare, ya sabes Romeo y Julieta.
—Estás obsesionado con esa historia.
—Algo... —apenado— mi ensayo para la universidad es un guión adaptado de ella.
—¿Y está lleno de frases tontas como esa? —le preguntó.
—Están por todas partes.
Seokjin se quedó pensando. —Déjame ver —dijo.
—¿Mi libreto?
—Sí.
—Ni lo sueñes.
—¿¡Por qué no!? —lloriqueó.
—No te lo mereces... —Era demasiado humano para no darle su ayuda al castaño—; pero, puedo
darte algo mucho más interesante en su lugar. Espera aquí —le dijo.
Yoongi se levantó del pórtico y caminó hacia el interior de su casa dejando a Kim confundido al
verlo marcharse. La tarde era joven y fría, aún así, estaba llena de culpa.
Corrió hacia su habitación y tomó de su librero un tomo pequeño y polvoriento de los poemas de
Emily Dickinson y se lo llevó consigo.
Estuvo a punto de regresar cuando aquellos cristales le llamaron la atención desde la repisa donde
sus pinturas reposaban. Se acercó a tomarlos y los metió en su chaqueta antes de salir de la
habitación.
—¿Qué demonios estoy haciendo aquí? —se dijo a sí mismo Seokjin bajando la cabeza. Al hacerlo,
logró ver las rosas que ahora habían cambiado de lugar desde la última vez que estuvo allí. Ahora
estaban en el jardín principal alrededor de los escalones de la entrada.
Cuando la puerta volvió a abrirse, Agustus Min regresó cargando con él un pequeño libro que
parecía ser viejo.
Se quedó de pie, extendiendo el libro al muchacho.
—Ten; podría darte una o dos ideas, haz lo que quieras con el.
—¿Un libro? —con la ceja alzada. —Sabes que yo no leo —le respondió casi con obviedad.
Yoongi sonrió vagamente sacando los antiguos anteojos de Seokjin dispuesto a entregárselos.
—Lo sé —le respondió— necesitarás esto también. Espero que aún sean de ayuda. El mayor los
tomó confundido y con la boca abierta. ¿Cómo? O bueno, ¿Por qué?
—Todo este tiempo... ¿Por qué los guardaste?
—No preguntes. Soy raro, ¿Recuerdas?
Seokjin los tomó sin terminar de entender el motivo por el que el karma se empeñaba en lastimarlo.
—Gracias —dijo con desdén.
El otro asintió. —Ahora que ya sabes que hacer, vete, tengo asuntos más importantes que escuchar
tu melodrama de vida.
Kim tomó su bolsa y se puso de pie; debía ir a entrenar antes del partido. Bajó un par de escalones,
entonces volvió a ver las rosas.
—Oye, Min —le llamó—, ¿Crees que podría cortar una?
Su mirada se tornó fría.
—Claro, pero recuerda que si la tocas demasiado se marchitará.
Seokjin asintió con la cabeza; y meditó en regresar a cortarla después, para el momento en el que
realmente la necesitara, que sería cuando hubiese escrito la carta para su amada.
Se despidió con un gesto de la mano y comenzó a caminar hacia su casa. Mientras Yoongi
regresaba al interior de la suya para lavarse el rostro desesperado y preparar sus utensilios para el
experimento de esa tarde.
Una rosa y un atardecer.

Taehyung regresó a casa luego de salir de la escuela y no encontrar a Jungkook en el campo.
Supuso que había salido con el resto del equipo.
No le molestaba en realidad. Bueno, quizá un poco, pero no había mucho que pudiera hacer sobre
eso.
Entró a la cocina; parecía que su madre había salido ya que ni su abrigo ni sus llaves estaban junto a
la entrada. Así que comenzó a buscar por la alacena algo rico para poder almorzar.
Sacó una cacerola y la llenó de agua agregándole un poco de sal. Tomó una bolsa de arroz que
encontró en el gabinete y la midió en dos tazas para ponerla dentro de la cacerola. Luego la tapó.
Recordaba haber visto a su madre hacer arroz así antes.
Así que esperó y le agregó unos cuantos guisantes a la olla, además de cortar un jamón que
encontró en el refrigerador para comerse un trozo como premio por su gran desempeño.
Mientras avanzaba por la habitación; vio la mochila de Jungkook en el suelo así que la levantó.
Ladeó la cabeza; eso significaba que el chico estaba en casa.
Apagó la estufa y salió de la cocina para subir las escaleras.
Luego abrió la puerta de su habitación y se encontró con Jungkook en la alfombra sudando mientras
se ejercitaba.
—No sabía que estabas aquí —le dijo observándolo detenidamente al ver que no tenía camisa.
El otro no le respondió más allá de un leve resoplido.
—Me adelante para ejercitarme un poco.
Su cabello estaba mojado por el sudor y su respiración era irregular.
—¿Cuánto tiempo llevas haciendo eso?
—No lo sé. ¿Unas dos horas?
Taehyung entró a la habitación y dejó la mochila sobre su escritorio. Luego se sentó en la silla
frente a este, sin dejar de verlo.
—¿Debería preocuparme? —le dijo viendo su cuerpo bajar casi al nivel del suelo.
—¿Tienes algún motivo?
—Has hecho muchísimas flexiones ya... —dijo tratando de no ser muy obvio.
Jungkook rio mientras volvía a flexionar sus codos, haciendo bajar y subir su cuerpo nuevamente —
¿Estás contándolas, acaso?
—No...
—Si mentir te da paz mental, yo fingiré que no me siento acosado cada vez que me quito la camisa.
—Yo no estoy acosándote, me preocupas—. Taehyung se levantó y carraspeó con la garganta. —
Haces demasiado ejercicio últimamente. Te estás convirtiendo en "uno de los chicos" —dijo
haciendo comillas con las manos refiriéndose a los idiotas del equipo de béisbol.
—Lo soy, aparentemente —contestó tensando sus brazos, haciendo que el músculo de sus bíceps se
marcara.
—Relájate, un par de series de abdominales más y habré terminado.
—Eras más delgado cuando llegaste aquí.
—Lo sé —su respiración resonaba pesada mientras sus omóplatos se mantenían expuestos ante los
ojos de un curioso que quería tocarlos— he hecho cosas de las que no estoy orgulloso.
—¿A qué te refieres?
Jungkook dejó caer su cuerpo, su pecho tocó la alfombra exhalando. Entonces se dio la vuelta para
sentarse en el mismo lugar, flexionando sus piernas para luego abrazarlas.
—Soy selectivo con... la comida. Pero no puedo, es demasiado complicado.
—¿Hablas de la carne y eso?
Asintió. —He tomado suplementos por algún tiempo, ya sabes para reemplazar algunos nutrientes...
—se rascó el cuello. —Pero no puedo conseguirlos aquí; el deporte me provoca el doble de hambre
y yo... hice algo malo.
—¿Jungkook?
—He estado comiendo cosas que no debería y luego intento sentirme menos culpable haciendo
ejercicio.
—¿Qué tanto?
—Mucho...
Taehyung ladeó la cabeza; él no entendía los ideales del pelinegro, pero no tenía corazón para
preguntarle qué lo impulsaba a pensar de esa forma. Además, también sabía que no borraría la
culpabilidad de su cabeza.
—Puedo preguntar la razón de que seas... ya sabes... así.
—Me preocupa que el consumo de carne dañe al planeta...
—Eso tiene sentido, pero no vale la pena que mientas.
Jungkook suspiró.
—¿Quieres saber mi secreto?
—Si tiene que ver con tu dieta extraña sí —dijo con gracia.
—Verás... cuando cumplí doce mi madre me obsequió un conejo mascota.
—¿Por qué un conejo?
—Se burlaban de mis dientes en la escuela y bueno... me hacía pensar que si él era lindo yo también
podía serlo. Era una estupidez.
(¿Cómo se atreven? Su sonrisa es adorable). —No, de hecho, es muy inocente.
—Papá dijo que eso era raro, quiso dormirlo. Él estaba ebrio y mi madre se opuso, se pelearon, ella
terminó inconsciente en el suelo de la cocina y mi conejo...
—¿Jungkook?
—Fue la cena de esa noche.
—Oh, mierda. Eso es escalofriante.
—Se divorciaron un mes después. Mi madre dijo que no quería estar cerca de un lunático como mi
padre. Y él que no soportaría ver cómo ella me convertiría en un marica. Yo... no pude comer carne
en seis meses sin vomitar y luego... no lo sé, intenté encontrarle el lado positivo.
—Se llama trauma, Jungkook. ¿Hablaste de eso alguna vez?
—No.… y soy tan imbécil que me fallé a mí mismo. He estado comiendo cosas que tu madre deja
en el refrigerador, comí una jodida hamburguesa ayer —soltó una risa irónica—, maldición, creo
que comí huevos crudos hoy.
—Parece que perdiste el camino—dijo con suave tono— no es el fin del mundo. ¿Está bien?
—Creo que tiré años de esfuerzo a la basura.
—No te preocupes, es solo un desliz. Ahora, relájate. La cena está lista de todas formas y podrás
redimirte... hice arroz blanco, bueno, café porque se quemó un poco.
Suspiró con ternura. ¿Realmente acababa de ofrecerle eso? La inocencia con la que intentaba
sanarlo era abrumadora. Sabía que sería incómodo si lo decía en voz alta, pero de alguna forma,
estaba tan agradecido con el cielo por haber sido benevolente con él al permitirle chocar con la
persona más comprensiva, y atenta del universo.
—¿Tú cocinaste?
—¿Por qué a todos les sorprende tanto?
—Tienes cierta reputación —se burló.
—Oh, no molestes y levántate. Baja a ayudarme a la cocina.
—Aún no, debo terminar esto —dijo flexionando de nuevo sus brazos.
—Apresúrate —dijo, y se dispuso a irse cuando el otro le llamó de nuevo.
—En lugar de presionarme, deberías venir y ayudarme a terminar más rápido. —Dejó caer su
cuerpo, soltando un grave quejido. Y luego se acomodó en la alfombra doblando las rodillas. —
Sujétame los pies —le dijo limpiándose el sudor de la frente.
Las pequeñas gotas caían lento por su cuello, mezclándose con su aliento caliente.
Taehyung tragó en seco.
—¿Qué dices? —cuestionó arrastrando sus palabras.
—Ya que estás empeñado en observarme, deberías venir aquí y ayudarme a hacer ejercicio.
—Yo no...
Jungkook soltó un pequeño jadeo, aún le faltaba mucho para terminar su rutina del día.
—Ven aquí —levantó la cabeza para verlo detenidamente—, y sujétame con fuerza —le ordenó.
El castaño asintió curioso. Luego se movió hacia él; temblando; y se arrodilló frente a Jungkook
quien sentado en la alfombra le sonrió complacido.
Jungkook llevó su espalda al suelo para luego colocar sus manos detrás del cuello, dejando sus
piernas flexionadas y sus pies fijos en el piso. Taehyung colocó ambas manos sobre estos para
evitar que se moviera.
El pelinegro exhaló con fuerza, y emitiendo un pequeño quejido, levantó la parte superior de su
cuerpo, flexionando su abdomen para hacer tocar su pecho en sus rodillas al hacer varias
repeticiones.
Taehyung intentaba mantener las piernas del chico sujetas mientras el otro hacía abdominales
elevando su respiración. Su rostro quedaba cerca del suyo cada que se levantaba, y Jeon con los
ojos cerrados era incapaz de verle morder su labio al fantasear con la línea húmeda en su pecho.
—Quince... —dijo Taehyung en voz baja cuando le vio acercarse.
Sus ojos estaban cerrados y su mente completamente enfocada en el calor en su parte abdominal
mientras comenzaba a contar en voz alta.
—Dieciséis ... —gruñó ya cansado de sus series anteriores.
Su espalda tocó la alfombra, entonces abrió los ojos; al levantarse se encontró con el cabello
revuelto de Taehyung y su mirada libre de cristales mientras le sonreía con perversidad.
Volvió a bajar; Kim le deslizó una de sus manos por la pantorrilla hasta subir a su rodilla en donde
presionó su agarre rozando sus uñas ligeramente en su piel.
Parecía que el sonido de la respiración de Taehyung se hacía más y más fuerte en cada
levantamiento. Tanto como para aturdirlo, como para dominarlo.
Cuando volvió a levantarse se quedó quieto viendo la mano del otro sobre sí mismo.
—¿Por qué te detienes? —le preguntó Taehyung. Ambos se vieron por unos segundos en los que las
dos manos del castaño llegaron a sus piernas.
—No puedo concentrarme... Siento que pasará de nuevo eso.
—¿Qué cosa?
—Por alguna razón, siempre que tenemos una conversación profunda terminamos manoseándonos
—le dijo con gracia.
—Y luego vamos a fingir que no pasó nada. Es algo muy nuestro, ¿no te parece?
—¿Entonces no soy el único que lo piensa? —Jungkook soltó una carcajada.
—Desafortunadamente no.…—dijo Taehyung. Se quedaron quietos antes de comenzar a reir juntos,
escandalosos mientras negaban apenados.
Jeon divagó un segundo en el que la coraza de escepticismo del chico parecía haber desaparecido.
Nunca lo sabría, que él era la única persona con la que Kim Taehyung podría ser él mismo. Su yo
real era uno que no solo pensaba, también sentía mucho. No importaba una linea ajena, el único
cuyas manos eran genuinas y delicadas para tocar al castaño era él.
—Necesito saber algo —dijo mordiéndose el labio.
—¿Sobre el experimento?
—No, sobre ti.
Intrigado. —¿Qué quieres saber?
—Taehyung... ¿Sientes algo por mí?
—¿Por qué la pregunta?
—Quiero saber... ¿Qué sientes cuando te toco?
La mirada del castaño estaba fija sobre él, parecía inquebrantable y llena de locura que deseaba
poseer.
—Siento... insectos en el estómago.
Jungkook soltó una risa inocente.
—¿No querrás decir mariposas en el estómago?
—Las mariposas son insectos, lepidópteros, de hecho.
—¿Cómo puedes decir eso en un momento como este? —se burló—. Eres la persona más pura del
maldito universo, ¿Lo sabes, cierto?
—Yo no estaría tan seguro de mi "pureza" —le respondió divagando entre su cuello y sus clavículas
—. Así que será mejor que me digas, ¿Qué sientes tú cuando te toco, cuando estás conmigo?
Jungkook alzó una ceja ante sus cuestionamientos, llevando una de sus manos al mentón del chico
para sujetarlo mientras veía sus labios.
—Yo siento arañas en el estómago — le dijo burlándose de su respuesta.
Taehyung negó con la cabeza.
—Las arañas no son insectos, tarado. Son artrópodos.
Jungkook tragó saliva y aguantó un suspiro; él era extrañamente perfecto.
—Insúltame todo lo que quieras, sabelotodo. Nunca sabrás lo que siento.
—¡No es justo!
Llevó su mano a la suya y la colocó encima mientras el otro acariciaba su mejilla con lentitud,
cediendo ante su piel y el abismo.
—Taehyung... —le llamó en un leve susurro, esbozando una pequeña sonrisa casi incrédulo de lo
que estaba por decir.
—¿Sí?
—Tú me haces sentir real.
Apenas abrió la boca cuando se aproximó a besarlo atrayendo todo su cuerpo sobre él.
Taehyung se acercó, y colocó una pierna de cada lado dejando a Jungkook en el medio y sentándose
sobre su regazo para sujetar su cuello.
Era adicto o estaba obsesionado; bueno, quizá solo era un adolescente emocionado.
No podía dar créditos a lo que sus impulsos le llevaban a hacer, Taehyung quería tener más de él
mientras deslizaba sus labios sobre los del pelinegro, casi asustado de dejar de respirar si se alejaba
de él.
Jungkook estaba seguro de que, aunque existían ya demasiados escritos sobre la belleza en el
mundo; ninguno era capaz de definir con precisión lo hermoso de esa piel trigueña que se
estremecía con cada toque.
Como un sueño, una canción cuyo compás avanzaba a medida que los ojos del otro se perdían en
los suyos. Y lo peor, era que todas esas cosas que alguna vez le llenaron parecían vanas, haciéndole
pensar que su vida nunca tuvo un significado hasta ese momento.
Su aliento le hipnotizaba. Para Taehyung, era una clase de atracción física mezclada con el estímulo
mental que necesitaba, y eso, estaba volviéndolo loco. Era una sobredosis de dopamina, pero esto,
solo se le hacía confundir las palpitaciones de su pecho, y el mareo constante en él con excitación y
no con lo que realmente era y debió ponerle sobre aviso.
Era ignorante; pero más que eso, terco de buscar en Jungkook algo que no sabía que necesitaba y
ahora era adicto.
Taehyung comenzó moviéndose sobre el pelinegro, mientras este cerraba los ojos fascinando con
los avances de su proyecto personal y es que, Jungkook no tenía ni la más mínima idea de lo que
había hecho para merecer esto; pero no iba a detenerse a preguntárselo, estaba disfrutando
demasiado al sentir al chico sentado sobre su ingle mientras le besaba desesperadamente.
Quemaba; le quemaba demasiado.
Le hacía pensar en si él realmente había cambiado algo en la historia del muchacho, siempre se
tenía como si ocupara el lugar de alguien más, en el campo de béisbol, en el bosque y ahora entre
sus piernas.
Jungkook estaba lejos de comprender que había caído en el centro de una telaraña, y se había unido
no solo a la historia de aquel inocente que le encontró esa noche, esa que sin querer atravesó y que
marcaba el inicio de una tragedia para el castaño tomando el lugar de su verdugo; sino también a
aquellas en las que osó entrometerse con malicia. Y eso sin contar que mantuvo a flote un
experimento que debió perecer esa noche.
El cuento del ángel, su verdugo y los amantes mártires.
Estaban atados; y aunque su destino era incierto, en él recaída la responsabilidad de llevarlos ilesos
al otro lado.
Quizás era preciso preguntarse qué fue lo que debió pasar la noche que apareció y qué pasaría el día
que decidiera irse. Pero no le interesaba, era egoísta y estaba cegado, cegado por un amor que nunca
había experimentado y unos labios que al morder los suyos le hacían perder la cordura.
La forma en la que Taehyung le besaba le hacía reflexionar en que era, en efecto, el hombre más
afortunado del mundo. Siendo el único capaz de tomar al chico.
No; la sola idea de pensar en compartirlo le removió el estómago. Incluso si se trataba de un pasado
del que ya no eran parte, no quería que nadie más se atreviera a colocar sus manos en la cadera del
Taehyung de la forma en la que él lo hacía justo en ese momento.
Subió una de sus manos por su espalda dándole pequeños toques y cuando finalmente llegó hasta su
cuello, enredó sus dedos con delicadeza mientras saboreaba necesitado, sus suaves labios.
Sí, era egoísta. Aún más cuando se aferró a la vana idea de que quizás su existencia estaba destinada
a poder tocarlo. Se encerró en la idea de poseerlo.
Quizá Jungkook había nacido para adorarlo.
—Tengo que entrenar...—murmuró contra sus labios— p-para el juego.
A lo mejor en otra línea Taehyung se había chocado con alguien más; pero nunca encontró ni amor,
ni compasión. Mucho menos esa euforia que venía junto a las manos que le tocaban de tal forma
que lo estremecían sin dañarlo. Y esos ojos, que, aunque estaban llenos de dolor, eran incapaces de
herirlo. Sí, Jeon Jungkook era todo lo que necesitaba.
—Lo sé —le respondió Taehyung separándose ligeramente de él para respirar agitado y viéndole
con ojos llenos de brillo—, pero no me interesa —declaró acercándose a su oreja para darle un
pequeño beso en esta.
Jeon estaba sudando, sí. ¿Eso qué? Había mucho de excitante en ser tan humano, según Taehyung.
Y si el pelinegro no lo juzgaba... El tampoco lo haría.
—¿Qué hay de las pruebas del experimento? No podemos posponerlas más. —Podía sentir la
erección del castaño contra su vientre; parecía desesperado por avanzar.
—Pueden esperar...
—No lo entiendes —su juicio necesitaba salvarlo, pero sus manos buscaban poseerlo—, el tiempo
está corriendo.
—Tampoco me interesa —dijo con tal seguridad y supremacía que la sonrisa que esbozó junto a
esas palabras lograron estremecer el pecho del pelinegro.
Llevó sus manos a la orilla de la camisa del chico y comenzó a subirla; Taehyung levantó los brazos
para ayudarle a retirarla.
Jungkook no esperaba que el castaño comenzara a besar su cuello, succionando la piel debajo de su
mentón mientras le clavaba las uñas en los hombros. Parecía que quería devolverle las marcas que
accidentalmente le había dejado en días pasados.
Jungkook puso sus manos en la espalda baja del castaño, ansioso de saber qué tan lejos estaba
dispuesto a llegar esta vez; quería sentir a Taehyung subir y bajar sobre él cuanto antes, y no estaba
seguro de si aguantaría mucho tiempo más en abstinencia.
Escabulló una de sus manos por encima del pantalón corto del muchacho, tocando con descaro su
pene causando que Kim alzara la voz en un gemido grave e inconsciente.
Quiso comenzar a bajar el elástico que las prendas que le mantenían protegido, pero se abstuvo de
hacerlo cuando un fuerte golpe resonó detrás de ellos. Seguido de un intento por abrir la cerradura.
—¡Oigan, idiotas! —les llamó Seokjin desde afuera. Jungkook colocó rápidamente su mano en la
boca de Taehyung después del gemido que había resonado—. Abran la puerta.
El sonido del pomo de la puerta que intentaba ser girada acompañada de golpes les alertó, se vieron
entre sí asustados.
Ambos intentaron recomponerse al ponerse de pie rápidamente. Taehyung se colocó la camiseta a
toda velocidad, la voz de su hermano había logrado llevar su libido de diez a cero en segundos.
A Jungkook no le dio tiempo de vestirse; no tenía ninguna puta idea de dónde estaba su camisa, así
que simplemente se sentó a orillas de la cama, inclinándose hacia el frente para intentar disimular su
aún notoria erección.
Taehyung se acercó a la puerta; suspiró para mantener la calma y luego quitó el seguro para abrir la
puerta.
—¿Qué quieres? —le dijo molesto a su hermano recargándose en el marco de la puerta.
—¿Por qué siempre cierran la puerta con llave? —cuestionó con una ceja alzada. No quería admitir
que los espiaba, pero esta vez, sencillamente se había acercado inocentemente a la habitación de su
hermano para terminar asustado de lo que su imaginación le hacía creer que sucedía allí dentro.
—Porque es mi habitación y puedo hacer lo que quiera con ella, ¿Tal vez? —le contestó a la
defensiva—. Pero ese no es asunto tuyo, en fin, ¿Qué quieres? —volvió a preguntar.
—Lo que digas, tonto —respondió—. Mi ducha se descompuso y vine a usar la tuya.
Seokjin tenía una toalla alrededor de su cintura y les veía con curiosidad, en especial a Jungkook
sudando a medio vestir.
Tenían las mismas marcas; y él realmente intentaba no pensar en tonterías, pero... había comenzado
a angustiarse más de lo debido.
Jungkook parecía ser una buena persona; un imbécil; pero buena persona. Alguien incapaz de
hacerle daño a su hermano, pero no sabía si atribuirle sus actitudes a la extraña confianza entre
ambos o a algo más.
Después de todo, él siempre había sido alguien intuitivo y justo en ese momento no sabía si le
preocupaba más que su hermano se hubiese vuelto un mentiroso, sus alucinaciones o...
Seokjin tenía miedo de tener razón.
Taehyung rodó los ojos. —Haz lo que quieras —le dijo— yo iré a terminar la cena.
El castaño se movió hacia la puerta y salió de la habitación para llegar a la cocina.
Jungkook tomó su camisa ante la mirada juzgona de Seokjin quien le veía con el rostro serio.
Se la colocó.
—Creo que yo... iré a ayudarlo —dijo siendo incapaz de ponerse de pie sin evidenciar su erección.
—Par de fenómenos — le respondió dándole la espalda para caminar hacia la ducha dejando solo a
Jungkook.
Pasó una mano por su rostro. Tenía que controlar sus impulsos mejor o.… encontrar un lugar más
tranquilo para estar a solas con el castaño
Agitó la cabeza; se regañó mentalmente antes de ponerse de pie. Se colocó sus zapatos, tomó su
bolsa para el juego y salió de la habitación más tranquilo.
Entró a la cocina.
Taehyung tarareaba una canción que no supo identificar, pero se veía gracioso mientras movía la
cabeza y servía dos platos.
Había unas pequeñas flores en la mesa y se movía arreglando el mantel.
—¡Oh, eres tan romántico! —dijo sonriendo desde el marco de la puerta.
—Cállate, soy detallista. Es diferente.
—No, creo que en realidad es parte de.
—¿Ser romántico? No, no, no. Creo que serlo tiene que ver más con el hecho de adorar a una
persona y eso es... algo tonto.
—Lo dice Julieta —se burló.
—No me lo recuerdes. No puedo creer que lograras improvisar tan bien.
—¿Qué puedo decir? Tenía inspiración.
Suspiró frustrado. —Definitivamente, esto del romance no es mi fuerte. Tampoco la actuación.
—¿Qué dices?
—Es... no lo sé —bufó—. A veces, pienso que la actuación es simplemente cuestión de actitud.
Pero cuando se trata de romance, no lo sé. La idea de idealizar a un humano es... absurda.
—Oh, mi pequeño Taehyung. Le das demasiadas vueltas al asunto, es un poco de ambos.
—¿Por qué lo dices?
Jungkook dio un paso al frente y colocó una mano en su espalda baja. Sonriendo de lado.
Taehyung parpadeó confundido.
—El mundo se basa en seducción más que en belleza. Un toque, o las palabras indicadas hacen
que... todo gire en la dirección correcta.
—¿Y tú sabes mucho sobre eso cierto? —dijo con voz baja. Asintió. —Ser encantador va más allá
de ser un simple talento.
—No digas cosas tontas —se burló.
—Quizá no tenga el mejor rostro de todos; pero podría seducir a alguien como tú con una sonrisa.
—¿Alguien como yo?
—Bueno, a ti, específicamente.
Taehyung se separó de él negando con la cabeza.
—Estábamos hablando de la actuación. ¿Yo que tengo que ver en esto?
—Tú eres bonito de nacimiento, y yo soy un hablador por naturaleza.
—Eso significa que yo gano, ¿O no? —dijo con una ceja alzada.
—Te equivocas. No olvides que la belleza es subjetiva, pero la seducción... —sonrió de lado— Es
todo un arte.
Taehyung le dio un pequeño empujón en el pecho para alejarlo ganándose una sonrisa burlona de
parte del otro.
—Aquí no, genio. Tenemos prisa, ¿Recuerdas? Come rápido y vámonos. Aún hay mucho por hacer.
—Se te bajó la calentura y ahora sí te importa el tiempo. ¿Eh?
—Come y deja de molestar. ¿Quieres? —le respondió frustrado por sus burlas.
Taehyung no lo admitiría, pero últimamente tenía muchos dilemas corporales, además de conflictos
en cuanto a cómo satisfacerlos. Y cuando por fin tenía oportunidad de hacerlo sin quedar como un
hormonal de mierda el universo se ponía en su contra.
Como sea, detalles.
Jungkook se sentó frente a él y tomó el tenedor para comenzar a comer. La tarde pintaba ser
prometedora.
Después de una rápida comida y la ducha que Jeon tuvo que tomar en el baño principal, salieron de
casa cargando con ellos la ropa deportiva de Jungkook y el equipo de seguridad para el
experimento.
Habían tomado la bicicleta de Seokjin, porque después de todo, habían perdido la de Taehyung la
noche que fueron a prisión.
Avanzaron a través de la verdadera de árboles en la que Jungkook se sentía tan familiar hasta llegar
de regreso a la escuela.
Una vez en la piscina, Jungkook dejó sus cosas en el azulejo de alrededor. Y se quedó en una ligera
camiseta y pantalón corto. Tenían media hora para esto, y luego debía irse al partido.
—¿Cuál es el plan, profesor Kim? —le dijo bromeando. Taehyung sacó una cinta adhesiva gris y la
utilizó para pegarle cables en la sien y en las muñecas.
—Básicamente, conectaré las cuatro torres, buscando dirigir la energía del alumbrado público hacia
un generador conectado al cableado alrededor de la piscina contigo en el medio.
—No sé...eso suena doloroso. ¿Para qué necesitas eso?
—No tengo un voltímetro, pero... necesito estar al pendiente de tus cargas eléctricas.
—¿No vas a freírme vivo, cierto?
—En realidad, si mis cálculos son correctos, tu cuerpo debería repeler las cargas o bien conducirlas.
—Solo espero que realmente logremos avanzar con esto.
—¿Estás listo?
—Eso creo —le contestó no muy seguro.
Se movió hasta el borde de la piscina; y se sentó en ella para luego introducirse lentamente en el
agua. Primero sumergiendo sus piernas y haciendo sonar sus dientes cuando tembló por el frío.
El agua le llegaba casi hasta el cuello; levantaba la cabeza para evitar tragar agua intentando llegar
al centro.
Yoongi apareció en la reja antes de que llegara.
—¿No es muy tarde, cierto? —les dijo.
—Justo a tiempo para verme morir frito —le gritó Jungkook desde el agua—, ¿Dónde estuviste
todo el día?
—No me creerían si se los dijera —respondió.
Taehyung alzó una ceja y se colocó sus gafas de seguridad; Yoongi, tomó la careta de soldadura y
también se la colocó. Ambos se vieron entre sí y luego a Jungkook.
—Bien; quiero que relajes tu mente. Cierra los ojos y no pienses en nada por el momento. —
Jungkook tomó aire y relajó su cuerpo. Tenía un mal presentimiento sobre esto. —Vamos a repetir
el primer experimento. Hablaremos, intenta mantenerte consciente, ¿Lo tienes?
—Lo tengo.
—Entonces... cuéntame sobre tu madre. Lo primero que se te venga a la cabeza.
—Le gusta fumar y hace críticas muy acertadas del gobierno.
—¿Ese es el primer recuerdo que tienes sobre ella?
—Es realmente buena escuchando.
—Dime más, algo más personal.
Jungkook hizo una pausa; y Taehyung le hizo señas con las manos a Yoongi para que encendiera el
interruptor de su generador.
Las luces de alrededor de los laterales se encendieron; Jungkook y su energía estaban estables.
—Hacía galletas en navidad y me... me dejaba decorarlas, aunque lo hiciera terrible.
—¿Y eso es importante para ti?
—Es un gran recuerdo; no he comido una de esas galletas en años.
La luz parpadeó. —¿Por qué?
—Paso navidad en casa de mi padre desde los doce años.
—¿Y tu padre? ¿Qué hacías con él?
—Él... me llevó a esquiar una vez. Me caí y tuve la pierna inmovilizada por un mes.
—No suenas triste.
—No lo fue; se sintió tan culpable que me compró un enorme oso de felpa y lo usaba como títere
para hacerme reír.
—Parece que tienes buenos recuerdos de él.
—Algunos.
Taehyung necesitaba una reacción más fuerte para entrar en su subconsciente.
—¿Qué hay del divorcio?
—¿Qué esperas que te diga? Tomaron caminos diferentes. —Si Taehyung pensaba usar su
conversación para provocar una reacción estaba demente.
Ahora el alumbrado público también pareció subir de intensidad. Yoongi retrocedió cuando la luz
comenzó a lanzar pequeños destellos en dirección a las bobinas de los cuatro extremos de la piscina.
—Funciona... —masculló Min. Taehyung asintió antes de seguir hablando.
—Quiero que vayas a ese día y me digas que puedes ver.
—Fue hace mucho tiempo yo...
—Hazlo, ¿dime qué ves?
—Salí a buscar hojas y ramas para mi mascota. Era un poco tarde y yo... los escuché pelear.
—¿Qué más?
Su pecho comenzó a temblar. Y su respiración se volvió pesada a medida que la electricidad en él
crecía.
—Me senté a cenar y comí sin decir una sola palabra.
—¿Por qué peleaban?
—No lo sé. —Las descargas se volvieron más fuertes, todo su cuerpo se sintió pesado y él creyó
que iba a hundirse.
—Sí, lo sabes.
—¡Ya te dije que no lo sé!
—Estaban peleando por tu culpa, y lo sabes.
—¡No!
—Taehyung, basta. Esa cosa lo lástima —intentó detenerle Yoongi pero el castaño siguió hablando.
Necesitaba elevar su estrés al máximo.
—¿Entonces qué fue lo que pasó después? O antes, piensa en qué los llevó a ese extremo Exacto,
fuiste tú.
Jungkook se removió en el agua, intentó salir pero la corriente era ya muy fuerte. Tanto que le
atrapó entumecido sus extremidades y arrastrándole hacia el fondo.
Todo se volvió negro de pronto; como si estuviera durmiendo y eso creyó hasta que volvió a abrir
los ojos.
Lo primero que vio fue el techo de su antigua habitación; había un póster un Pokémon cuyo nombre
ya no recordaba.
Levantó sus manos, y al verlas se sorprendió, eran pequeñas.
¿Todo esto era una alucinación? Pues si era así, se sentía más real que cualquier otra antes.
Se levantó de la cama y se colocó sus pantuflas. Sus juguetes estaban intactos y al verse en el espejo
se dio cuenta de que era su versión joven la que estaba frente a él, estaba despertando de su siesta
vespertina.
Escuchó un chillido a su lado y volteó a ver incrédulo. Su blanco y peludo amigo le estaba
saludando.
Se acercó y abrió la jaula de su conejo para acariciarlo lentamente.
—Yo también te extrañé, Billy —le dijo. —Parece que necesitas una nueva rama para roer. Iré a
conseguirte una.
Cerró la jaula y bajó de prisa las escaleras en dirección al jardín, sin percatarse de sus padres
hablando. Al notarlo, se quedó quieto afuera de la cocina.
—Lo estás deformando —escuchó decir a su padre.
—Es solo un niño, déjalo tranquilo.
—Debería ser como los demás chicos de su edad. Pero se la pasa hablando con ese animal todo el
día.
—¿Y eso que tiene de malo?
—¡No es normal!
—No me jodas con eso. El hecho de que tú seas un enfermo de mierda no significa que el niño
tenga que soportar tus tonterías. Si te molesta tanto verlo ser feliz, lárgate, lapuerta está abierta. Mi
hijo no te necesita tanto como tú necesitas mi dinero.
—Ya tiene doce años y actúa como un bebé o como un imbécil. Y es tu culpa.
—¿Qué estupideces dices? —él la empujó haciendo su espalda chocar contra el refrigerador.
Jungkook quería moverse de allí. Su versión adulta sabía lo que iba a pasar y aún así fue incapaz de
moverse. Su recuerdo se había apoderado de él.
—Él está mal de la cabeza por ti y la forma en la que lo mimas.
—Yo estoy actuando como su madre.
—¿Desde cuándo eres una buena madre? Nunca lo fuiste, ni antes ni ahora. No me vengas a esa
mierda.
—Al menos yo intento mejorar.
—No intentes aparentar. Siempre has sido una perra.
No lo soportó más; le lanzó una bofetada ante la cual él solo frunció el ceño. Ella se arrepintió
instantáneamente al saber de lo fácil que era hacerlo enojar y lo violento que era.
Le devolvió el golpe y la sujetó del cabello para hacerle doblar las rodillas. Con la otra mano le
apretó las mejillas obligándole a verlo.
—Quiero el divorcio —logró decir.
—Eso te saldrá muy caro.
—Me das asco, tú, oportunista de mierda.
La golpeó tan fuerte en la cabeza que tambaleó chocando contra el gabinete.
Jungkook estaba allí y su consciencia mayor quiso intervenir haciendo a su cuerpo pequeño entrar
abruptamente.
—¡Basta! ¡Déjala sola!
—Jungkook, vete a tu habitación... —masculló Sunhee.
—¡No! —Corrió con intenciones de empujar a su padre; pero este era veloz y más fuerte, le golpeó
en el pecho haciéndole caer detrás de la mesa.
—¿Tu hijo quiere ser un héroe ahora? —le dijo a ella. Quiso levantarse, pero él la pateó y le negó el
paso —. Tú aprenderás una lección esta noche, Jungkook —la tomó del cabello—. Así es como se
trata a la gente insolente.
—¡Déjala!
En la piscina, las luces habían comenzado a parpadear. La onda se expandía de tal forma que
incluso las del campo de béisbol y la escuela a unos metros de allí iban a colapsar.
Las personas comenzaron a angustiarse por la sobrecarga de energía.
Taehyung le vio allí en el fondo atrapado dentro de su cabeza.
—¿¡Qué demonios hiciste, Taehyung!? —gritó Yoongi.
—¡No lo sé! ¡Esto no debería pasar!
—¡Se está ahogando!
No podía acercarse sin sentir dolor causado por la estética. —¡Tengo que entrar por él! —dijo
quitándose sus anteojos.
—Si lo haces... morirás.
Taehyung tragó en seco y volteó a ver hacia la piscina en donde Jungkook estaba sin poder
moverse. Estaba inconsciente en etapa de tetanización un par de minutos más y dejaría de respirar,
bueno, Kim ni siquiera estaba seguro de que aún respirara.
El viento azotaba las rejas de la piscina y hacía volar hojas a su alrededor. No sabía qué demonios
había logrado hacer pero estaba seguro de que el universo se había enojado con él.
—Lo sé.
El castaño corrió hacía el agua intentando sacar a Jungkook de allí; pero era demasiado arriesgado.
El campo eléctrico alrededor de él era demasiado fuerte.
—¡Taehyung! ¡No! —gritó Yoongi intentando bajar la palanca sin éxito. Sus experimentos
amateurs eran la prueba de lo terriblemente calculado de su plan.
Algunas ecuaciones son imposibles de resolver cuando se ignoran todas las variantes.
El viento empujaba a Taehyung como intentando alejarlo, antes de buscar llegar al borde y lanzarse
a la piscina.
Yoongi levantó la cabeza buscando una solución, asustado; entonces se colgó del cable que unía la
energía de las bobinas con el alumbrado público causando que la unión se zafara y rompiendo con
el circuito.
Las luces colapsaron todas a su vez; no sólo las que rodeaban la piscina sino también las de la
escuela, la calle y campo de béisbol en donde todas las personas se cubrieron la cabeza cuando las
chispas del alumbrado y el marcador explotaron sumiendo el terreno entero de la escuela en total
oscuridad.
El castaño había caído al agua; y aunque era doloroso, parecía que no había más corriente dañina en
ella, o al menos eso pensó.
Intentó con todas sus fuerzas llegar hasta el cuerpo de Jungkook para tomarlo por el pecho,
rodeándolo con sus brazos para intentar sacarlo de allí.
Pero era demasiado pesado, se sentía incapaz de moverse. Taehyung lo arrastró para llevarlo al
costado de la piscina en donde había una pequeña escalera.
Logró levantar su cuerpo para colocarlo en el borde y luego, salió del agua para terminar de
arrastrar al chico por el azulejo del exterior.
Le tomó de los hombros para agitarlo, y se arrodilló a su lado para hacerle reaccionar.
Comprobó su pulso, pero aún así no se movía.
Si la sobrecarga había acabado con el circuito eléctrico de la escuela, ¿Qué podía esperar que le
causara al cuerpo humano?
—Por favor no, por favor despierta —comenzó a llorar sobre el cuerpo del pelinegro que no parecía
reaccionar—, por favor.
El partido había comenzado desde hacía rato; el marcador estaba a su favor hasta que un fuerte
destello les interrumpió.
Seokjin y el resto del equipo llegaron a la piscina, quedándose consternados de la escena que solo la
luna era capaz de iluminar.
—¿¡Qué pasa aquí!? —gritó uno de ellos, entrando todos al lugar y viendo al pelinegro que yacía en
el suelo.
Seokjin fue el primero en acercarse al ver a su hermano mojado y llorando desesperado. Min estaba
en el otro extremo del lugar, aferrado al barandal pálido del miedo.
—Maldición, es Jeon —dijo cuando logró reconocerlo intentando tomar a Taehyung por los
hombros— ¡Está inconsciente!
—¡Tenemos que llevarlo al hospital! —gritó otro de los muchachos cuando el revuelo se armó.
Min se levantó, mareado, y corrió hacia ellos para interponerse entre el equipo y los chicos que
temblaban.
—¡No los toquen! ¡Es peligroso! —les advirtió—. ¡Atrás!
La incertidumbre estaba presente al igual que la estática en el aire. Cuando Seokjin dio un paso
hacia atrás obedeciendo al menor todos los demás lo hicieron.
Jungkook en medio de su trance estaba escondido detrás de la mesa de su antigua casa mientras
lloraba como el pequeño indefenso que era.
Quería correr y necesitaba volver; pero no encontraba la forma de hacerlo. Esta parte de su
subconsciente era algo que su mente había intentado bloquear por mucho tiempo.
—Vamos, despierta. Te lo suplico, Jungkook, quédate conmigo... —murmuró Taehyung frente a
todos.
Golpeó su pecho repetidas veces, haciéndole presión para intentar sacarle el agua que había tragado;
la piscina era profunda y se sentía tan imbécil por haber sometido al pelinegro a sus peligrosas
pruebas.
Sunhee apareció de entre la multitud y se acercó a ellos, evadiendo a Yoongi quien intentó
detenerla. El magnetismo puro la atraía hacia él.
Había algo en ese chico Jungkook, que hacía que se preocupara por él, y de hecho, no lo entendía,
era poco lo que le conocía pero aún así, era una extraña calidez que le motivaba a ayudarlo.
Jungkook se puso de pie en su trance, su madre estaba en el suelo y él... él no era más que un niño
indefenso. Caminó hacia ella para intentar ayudarla a levantarse; pero al tocarla, vio sus propias
manos, ahora eran grandes.
Solo era un recuerdo, y él no tenía porqué estar más allí. Agitó la cabeza y sintió hiperventilar hasta
creer que colapsaría, pero contrario a eso, abrió los ojos sin saber con certeza en dónde estaba.
Comenzó a toser cuando reaccionó, había regresado a su estado normal. Todo estaba oscuro, pero
era capaz de reconocer las figuras a su alrededor.
La silueta joven de su madre desde arriba le llenó de tranquilidad. Nada de eso había pasado aún.
—Estás aquí... —murmuró apenas viéndola, logrando alarmar al resto, pero algo había cambiado
dentro de él. Algo se había tornado vulnerable ante el dilema que en su mente apareció.
Ella no pudo contestarle, la multitud finalmente se acercó al chico dejándola atrás entre las
personas.
«Oh, no. Ha sido bastante malo esta vez», pensó.
—¡Jungkook! ¡Despertaste! —dijo Kim tocando sus mejillas. Apenas logró levantar la cabeza para
ver a su alrededor y a las personas que le veían a la expectativa.
—¿Dónde estoy?
—California, 1986.
Él luchó por levantarse; pero no pudo. Su pecho subía con dificultad mientras razonaba lo jodido
que estaba si pretendía regresar a su época de esta forma. El castaño que mojado temblaba sobre él
le hizo reaccionar.
«Me salvó, otra vez, me salvó», pensó y no supo cómo sentirse respecto a eso, pues era el mismo
Kim quien lo había llevado a tal extremo. Quería regresar, sí, pero ya no estaba tan seguro de si era
correcto.
Taehyung, su Taehyung había logrado llevarlo a un lugar que eran incapaces de controlar. ¿Cómo le
explicaría lo que revivió?
—Taehyung...
—¿Sí?
—No puedo más.
Se quedó allí con los ojos abiertos mientras reflexionaba en lo que había visto. Pero es que se había
sentido tan real y ahora simplemente, solo quería apretar el botón de reinicio dentro de su cerebro
para olvidar todo esto.
Quizá, Taehyung era quien estaba destinado a salvarlo a él.
Jungkook intentó levantarse de nuevo; logrando sentarse. Al castaño no le importaron las miradas
de Seokjin y sus amigos en su espalda cuando se lanzó a abrazar al chico mientras lloraba.
—Lo siento, lo siento. No sé qué haría si algo te sucediera. Perdóname, Jungkook, por favor.
Seokjin abrió la boca sorprendido; él conocía esa mirada, él sabía que había algo diferente en su
hermano, pero no sé atrevería a decirlo. Él, mejor que nadie, conocía los estragos de la ilusión.
Devoción.
No había otra forma para definir lo que existía entre ellos.
La semifinal que se suspendió esa noche debido a la electricidad dejó un marcador a favor del
equipo local. Haciendo que el equipo del Condado Mariposa avanzara a finales.
Y Jungkook, ante las miradas de preocupación y los brazos de Taehyung se desmayó cuando
comenzó a cuestionarse si realmente valía la pena regresar a su hogar.
Un hogar.
¿Es que acaso tuvo uno alguna vez?
CAPITULO 14
14.

El tiempo nunca se detiene. Ha sido llamado sanador de heridas por muchos. Sin saber, que el
tiempo no te cura, solamente es hipócrita para consolar.
De los miedos, los errores y la agonía del alma, el tiempo, es el primero en burlarse.
—Necesito la descripción completa del muchacho.
Las luces rojas y azules de la patrulla hacían que las sombras de los árboles lucieran un poco más
tétricas que de costumbre.
El sector completo del bosque había sido evacuado; y en especial, el área del lago circulado con
cinta amarilla para evitar que los turistas continuaran acercándose.
La policía y los paramédicos se encontraban alrededor. El cielo había comenzado a oscurecer y
Seokjin no sabía qué demonios hacer, todo había sucedido muy rápido.
Agitó la cabeza e intentó enfocarse en el oficial que le hablaba.
—Disculpe, ¿Qué dijo?
—Necesito una descripción física completa del muchacho —repitió con su bolígrafo en mano.
—Tiene cabello negro, estaba usando una chaqueta de mezclilla oscura y una camiseta negra con
letras rosas. Uhm, tiene perforaciones varias perforaciones y.… los ojos grandes.
El oficial asintió.
—Excelente, nos servirá para identificarlo. Por el momento, continuaremos buscando en los
alrededores del lago mañana, en caso de que se encuentre en la orilla.
—¿¡En la mañana!?
El hombre pareció restarle importancia. Cuando esto pasaba, difícilmente encontraban respirando al
desaparecido.
—En la mañana —volvió a decir el oficial duramente.
Seokjin asintió; era apenas capaz de hablar por lo consternado que estaba, tenía una toalla en su
espalda que le habían dado los paramédicos cuando lo sacaron del agua después de tranquilizarlo.
No había mucho que explicar, en el momento en el que Jungkook cayó al agua intentó llegar hasta
él pero fue imposible. Alguna vez pudo moverse con facilidad, pero esos tiempos estaban muy lejos
ya.
El chaleco salvavidas le mantuvo a flote el suficiente tiempo como para que otros turistas se
alarmaran y llamaran a los guardabosques del lugar.
Su pecho dolía. Y no sabía si se trataba de la falta de oxígeno o de la culpa.
Se sentó en la parte trasera de la ambulancia que llegó al lugar mientras temblaba.
Había al menos diez personas con linternas recorriendo el lugar como parte del protocolo de
rescate; pero él sabía que eso no llevaría a nada.
La voz del oficial y de los guardabosques a la distancia le tenían petrificado.
Y es que ellos, aún después de horas y con todos sus intentos... no creían que fueran a encontrar
algo en realidad.
Al menos no hasta dentro de un par de días.
—Creen que está muerto, ¿No es así? —murmuró para sí mismo. Él que creció en ese lugar y que
había visto la voracidad del lago de cerca, no fue capaz de tener esperanza—. Yo también lo creo.
Se escuchó bullicio del otro lado lado; Seokjin levantó la cabeza con desdén y encontró a su esposa
discutiendo con un policía que no le dejaba pasar del área acordonada.
Levantó una mano para que ella le notase, al hacerlo, él se levantó de prisa e intentó correr hacia
ellos; pero nuevamente, su pierna le traicionó y cayó entre la tierra.
Gimió de dolor y de rabia en un triste intento de ponerse de pie; ella llegó a su lado y le tomó del
brazo para ayudarle.
Después de tanto tiempo, seguía arruinando todo. Estaba perdido; era inútil y completamente
patético.
Logró ponerse de pie a tientas; su esposa le veía asustada.
—¿Seokjin, te encuentras bien? ¿Qué sucedió? Recibí la llamada del oficial.
—Yo... —Levantó la mirada llena de pesar.
—¿Dónde está? —preguntó alterada—. Dime por favor que lo encontraron.
—Llevan horas buscando, dijeron que... —respiró con fuerza— dijeron que lo buscarán en la
mañana.
—¿¡Qué!? Seokjin... eso significa que...
Él se acercó a ella y dejó caer su cabeza sobre su hombro cuando comenzó a llorar.
El chico no se merecía esto, y ella tampoco. Ninguno de los tres merecía seguir sufriendo.
Carraspeó con la garganta cuando un nudo se formó en ella, y entonces, finalmente fue capaz de
hablar.
—Desapareció, perdí a nuestro hijo —dijo él mientras luchaba por no tartamudear.
Ambos se abrazaron en medio del llanto desesperado. Ninguno de los dos podía hacer esto.
No otra vez.
...

60 días antes de.


La luz de la mañana es amigable. Está llena de bondad, y buenos deseos.
Jungkook estaba en cama, al abrir los ojos, lo primero que encontró fueron los rayos de sol
colándose por la ventana y el olor chocolate recién preparado a su lado.
Habían pasado un par de días desde su último colapso y le había tomado un poco más de tiempo
recomponerse.
Lo cual no había sido problema ya que, gracias a su divina intervención, el circuito eléctrico de la
escuela había fallado y, por ende, las clases estaban suspendidas hasta la próxima semana mientras
arreglaban el problema.
Se sentó en la cama de Taehyung (ya que se había adueñado de ella) y estiró sus brazos. Aunque
probablemente debieron llevarlo al hospital, no lo hicieron.
Taehyung sabía que eso despertaría demasiadas sospechas. Es decir, ir a urgencias por un par de
golpes era algo sin importancia; pero, ¿Qué se suponía que dijeran? No podían simplemente
aparecer con un chico cuyo cuerpo parecía tener un repelente de energía adherido. Por lo que
decidieron encargarse ellos mismos del problema.
En fin, el castaño tenía razón, siempre la tenía. Sí, no había pisado el hospital; pero Taehyung y la
señora Kim lo habían estado mimando tanto que se sentía como si tuviera la atención del mejor
hospital de todos.
Tomó su chocolate de la mesa de noche y le dio un gran trago dejando que este calentase todo su
interior antes de dejarlo nuevamente en su lugar. Después de las cosas que había visto, se sentía
vulnerable, apenas había querido hablar sobre eso.
Cuando el director de la escuela preguntó qué había sucedido. Taehyung y Yoongi reaccionaron
asustados inventando una historia de cómo ellos inocentemente estaban limpiando la piscina cuando
el sistema eléctrico colapsó. Y diciendo, que Jungkook había intentado arreglarlo.
Jeon pensó que era una excusa patética; pero el director pareció creerles. Y eso era más que
suficiente.
Ahora solo les restaba mantener oculto su generador y recalcular los datos; pero lo cierto era, que
ninguno de ellos tres tenía la valentía para intentarlo de nuevo.
¿Qué si la onda eléctrica les había afectado? No lo sabían. Pero de lo que sí estaban seguros, era de
que habían logrado hacer algo extraordinario. Y que, si tan solo tuvieran el resto de los apuntes,
podrían controlarlo mejor.
Pero hoy, no había tiempo para experimentos.
Jungkook se levantó animado; el calendario junto al escritorio de Taehyung le confirmó aquello que
había estado esperando. Y es que finalmente, octubre había terminado, o bueno, casi. Era el último
día de octubre y eso significaba que era uno de los días favoritos para el pelinegro.
Oh, sí. Su amado Halloween había llegado.
Es decir, para él representaba un día de vandalismo con dulces de por medio, ¿Cómo no amarlo?
Escuchó el sonido de la ducha apagarse. Supuso que Taehyung saldría en cualquier momento, así
que caminó hacia el armario y se escondió dentro de este.
Taehyung salió del baño a medio vestir. Sin camisa y con su cabello que aún parecía mojado, tomó
una toalla y comenzó a frotarse para secarlo. Notó que Jungkook ya no estaba en la cama, por lo
que supuso que había bajado a comer algo.
Colgó la toalla en el perchero para luego acercarse a su closet para buscar una camisa limpia; pero
al abrir la puerta el pelinegro saltó hacia fuera.
—¡Feliz Halloween! —le gritó, asustándole.
—¡Ahhh! ¿¡Qué rayos te pasa!?
—¡Estoy emocionado!
—¿¡Y por eso tienes que asustarme, idiota!?
—¡Sí, esa es la idea del Halloween!
—No puede ser —maldijo—, será mejor que me quede en casa hoy.
—¿¡Qué!? ¡No! Hay que salir a pedir dulces más tarde. ¡Ya sabes! ¡Con disfraces, huevos y papel
higiénico!
—Yo paso, gracias.
—¿Por qué eres tan aburrido?
Taehyung le empujó cansando. No era un escéptico sobre las fiestas... pero en realidad no le
agradaban mucho.
En especial, Halloween. Para él, significaba terminar colgando de algún árbol con el ojo morado y
sin zapatos.
Bueno, al menos así habían sido los últimos diez años.
—¡Es tonto!
—¡No lo es! —Jungkook se sentó en la cama, volvió a tomar su chocolate entre ambas manos
mientras le veía con los ojos abiertos y las comisuras de los labios hacia abajo.
—Los idiotas querrán meterse con nosotros, lo sé.
—¡No puede ser que les tengas miedo! Eres un tipo de casi metro ochenta que siempre está de mal
humor.
Taehyung tomó una camiseta sin mangas y se la colocó. El nuevo cambio de actitud de Jungkook
según sus estudios incluía demasiada energía física y una actitud casi infantil.
—Siendo honesto, me sorprende lo mucho que he crecido en estos dos años. Cuando Seokjin entró
a preparatoria yo apenas le llegaba al hombro y ahora somos casi de la misma estatura.
—Estás a nada de ser más alto que él.
—Eso creo.
—¿Lo ves? Eso es algo positivo.
—Sí, al menos ya no quepo dentro de los casilleros —se burló de sí mismo.
Jungkook quiso decirle algo grosero; pero su nariz cosquilleó y él no pudo resistirse a estornudar.
Apretó los ojos sabiendo lo que les esperaba.
El castaño se alarmó y caminó hacia él.
—¿Estás resfriado? —le preguntó con preocupación—. ¿Malestar, dolor, mareos, náuseas? —
Volteó a verle los pies—. ¿Por qué estás durmiendo sin calcetines de nuevo?
Tendré que volver a revisarte la presión. Oh, no. Había despertado a mamá oso.
Negó con ambas manos, él ya había tenido decenas de exámenes y de revisiones por el paranoico
Kim. Y precisamente hoy, no quería pasar el día entero en cama como los últimos días.
—No, no, no. Me siento genial, ¿Ves? Todo luce bien en mí.
Taehyung tomó su libreta del escritorio para revisar el control de su sujeto de prueba.
Su última revisión había sido hace dos días, y todo parecía estar en orden. Mientras lo hacía, el
moretón en su brazo llamó la atención de Jungkook.
—¿Qué te sucedió en el brazo? —preguntó.
—¿Qué cosa? —Taehyung volteó a verse en el espejo, entonces notó unas marcas violáceas
ligeramente más abajo de su hombro derecho.
—Allí —señaló—, tienes un moretón. Luce como si alguien te hubiese golpeado.
Taehyung pareció restarle importancia, le interesaban más sus apuntes.
—Ah, eso. Tengo varios iguales en las piernas —confesó—, es mi culpa por ser torpe.
—Comienzas a preocuparme, quizá deberías revisarte a ti mismo.
El castaño se colocó también sus anteojos y, entonces, se cruzó de brazos molesto viendo al
inocente Jungkook que solo quería evitarse esta situación.
—No intentes cambiar el tema, jovencito.
—¡Ya te dije que estoy bien!
—¿Seguro? —se acercó preocupado.
—No tienes que monitorear todo lo que hago —respondió Jungkook rodando los ojos.
—¡Claro que sí! Te tengo en observación.
—Tú siempre me tienes en observación.
—Sí, pero ese no es el punto.
Jungkook terminó su chocolate, dejó la taza en la mesa y se levantó.
—Relájate, ¡Estoy bien!
A Taehyung no le importaban sus palabras. Caminó hacia su escritorio y buscó en la gaveta el
termómetro, lo tomó y caminó de regreso hacia el pelinegro.
—Casi te vi morir ahogado y pides que me relaje.
—¡Te prometo que estoy bie...— No pudo terminar de hablar, ¡en el momento en el que abrió la
boca Taehyung le había colocado el termómetro en ella para monitorearlo!
Luego, le retiró el objeto pasados unos minutos y lo observó detenidamente.
—Uhm... parece que no tienes fiebre.
—Estás siendo ridículo.
—Perdón por preocuparme por ti.
—Oh, vamos. No deberíamos estar peleando, deberíamos estar camino al centro.
—No creo que sea necesario salir.
—¡Es Halloween! Hazlo por mí —dijo sacudiendolo.
Taehyung suspiró; nada iba a quitarle esas ideas de la cabeza, ¿Cierto?
—Está bien; pero volveremos antes de que anochezca.
—Eso es suficiente para mí —dijo feliz—, ahora, lo siguiente importante en la lista es encontrar un
disfraz.
—Los disfraces de mi hermano de hace un par de años están en el cuarto de limpieza, podría ir a
buscarlos.
—¿Ves cómo todo se resuelve? Tú ve a buscarlos y yo tomaré una ducha.
Jeon le palmeó la espalda antes de pasar a su lado, en dirección a la ducha.
Taehyung volteó a ver su libreta abierta y pensó en los últimos detalles del experimento. Jungkook
parecía renuente a dejarlo solo, o demasiado interesado en leer sus apuntes. Así que este era el
momento indicado para anotar sus descubrimientos de los últimos días.
Es decir, habían fallado al no medir riesgos, pero... Jungkook había logrado moverse a través de un
espacio dentro del plano.
De lo poco que logró explicar, manipuló las acciones dentro de uno de sus recuerdos. Y el castaño
no entendía cómo, o porqué, pero si lo que decía era real y él no estaba demente, quizá la solución
sería manipular un recuerdo en específico, para encontrar una salida.
Se acercó al escritorio, pensando que, a lo mejor, encontrarían la respuesta si regresaban al lago;
pero sabía que el cuerpo de Jungkook no lograría estar así de cerca de la corriente eléctrica.
Ya había colapsado tres veces sin contar la noche que lo encontró. La primera, en la bañera; la
segunda, cerca del lago y la tercera, dentro de la piscina.
Pero, ¿Cómo es que su cuerpo resiste? En especial, su cerebro. Abrió los ojos pensando que a lo
mejor había estado enfocándose demasiado en su cuerpo y no en su cabeza.
Tomó su lápiz y comenzó a morderlo mientras intentaba sacar una nueva hipótesis para sus teorías.
Si el cerebro humano emite suficiente energía para encender un bombillo; ¿Cómo se regulan las
ondas eléctricas de su cerebro en su caso particular?
Sabía que existían distintas clases de ondas, recordaba haber leído sobre eso en alguna parte; pero le
faltaba información.
Así que comenzó a anotar:
Jeon Jungkook y sus ondas cerebrales:
Anteriormente se descartó la posibilidad de una lesión cerebral; mantener en observación.
Podría repercutir en cambios de actitud; regulando su respiración y corazón.
Cerebro sobrestimulado.
Buscar información de ondas delta, y theta.
Cerró su libreta, y apretó los ojos. Se sentía cansado, últimamente parecía que no lograba dormir lo
suficiente, además de que constantemente le dolía la cabeza.
Escuchó a Jungkook comenzar a cantar en la ducha; entonces recordó que no se encontraba solo y
que debería estar buscando los disfraces.
Escondió su libreta dentro de la gaveta de su escritorio. Se levantó y caminó fuera de su habitación;
entró al pequeño cuarto de limpieza y comenzó a buscar entre las repisas sin encontrar nada.
Arrugó la nariz. La última vez, la caja de disfraces estaba allí, entonces regresó a su habitación y
abrió su armario. ¿Había olvidado dónde los guardó, quizá?
Se arrodilló para buscar en el fondo sin encontrar nada. Jungkook salió del baño, se había duchado
y caminaba vistiéndose por la habitación mientras veía al chico revolver las cosas del armario.
Cuando terminó de vestirse se acercó a él viéndole frustrado.
—¿Qué sucede? —le preguntó.
—Deberían estar aquí —dijo Taehyung—, papá quería deshacerse de ellos, pero yo los guardé. —
Se cansó de buscar en el clóset y suspiró mientras pensaba.
—Quizá tu madre los tiró.
—No creo que mamá haya tenido corazón para tirarlos, ella los hizo.
—Entonces piensa —Jungkook rio—, ¿En dónde termina toda la basura con valor sentimental de
esta casa?
Taehyung lo meditó por un segundo.
—¡El ático!
—Eso es, vamos allí —secundó Jungkook.
El castaño tomó una escoba del armario y ambos avanzaron hacia el pasillo de su habitación.
Taehyung la utilizó para jalar de la cuerda que estaba pegada al techo en la entrada.
Como cualquier casa de la época, la entrada al ático constaba de una escalera plegable que aparecía
cuando se jalaba de la pequeña compuerta en el techo.
Su padre había puesto mucho esmero en esa casa. Kim terminó de jalar la escalera y comenzó a
subir lentamente en ella para asegurarse de que aún funcionara.
Cuando estuvo arriba, Jungkook le imitó subiendo uno a uno los peldaños de madera para llegar
hasta el oscuro interior del ático.
—Vamos, sube —le llamó desde arriba.
Era la primera vez que estaba allí; había visto a Taehyung subir un par de veces a ese lugar, pero
nunca lo había visto por sí mismo. Se sentía en una película, era un lugar espacioso, aunque no muy
alto, en el que había cajas y otras cosas por todos lados.
Estaba hecho de madera y había una pequeña ventana en una de las paredes.
Siguió a Taehyung, quien parecía buscar entre una de las cajas.
—¿Encontraste algo?
El lugar estaba más limpio de lo que esperaba, había olvidado que uno de los castigos de su Seokjin
había sido limpiarlo.
—Deberían estar aquí —dijo molesto—. Creo que mi hermano los tiró. Supongo que nos quedamos
sin disfraz.
Jungkook le vio decepcionado; dio un par de pasos hacia atrás chocando con unas cajas causando
que estas se cayeran y él tambaleara por no hacer lo mismo.
—Oh, mierda —dijo inmediatamente y se arrodilló para recoger los adornos que habían caído al
suelo.
Taehyung soltó una carcajada al verlo.
—Jungkook, deja de jugar con los adornos de navidad, ¿Quieres?
Jeon entrecerró los ojos para verlo molesto. Parecía que a Taehyung le divertía su torpeza.
Tomó un par de esferas navideñas y las colocó dentro de la primera caja acompañada de unas luces.
—Lo siento, es que adoro la navidad —dijo sarcásticamente intentando arreglar todo.
—Uy sí, se nota.
Se paró derecho y dio un vistazo a su alrededor. Siempre había querido disfrazarse para Halloween
y nada iba a detenerlo.
—Eres un aguafiestas; Halloween da inicio a la mejor época, las fiestas. Así que no mates mi
espíritu.
—No olvides mi cumpleaños, es casi en Año Nuevo.
—¿Lo ves? Es la mejor parte del año.
Jungkook comenzó a abrir las demás cajas y a buscar entre los estantes.
—¿Qué crees que haces? —le preguntó el otro.
—Busco algo con qué poder disfrazarnos.
Taehyung negó con la cabeza al verle caminar por el lugar y se movió hasta donde las cosas de su
antigua habitación estaban.
—¿En serio esperas que salgamos a pedir dulces?
—No, quizás estamos muy viejos para eso; también pensé que podríamos salir a repartirlos. Y hacer
una que otra broma.
—¿Qué cosa?
—¡Sí! Es una gran idea, ¿no te parece?
—Estás muy bondadoso hoy, ¿Eh? ¿Y eso a qué se debe?
De todos los cambios que había tenido la actitud de Jungkook, este era el que más le sorprendía.
Una extraña mezcla de inocencia y positivismo que le parecía casi irreal.
—Mi cerebro está dañado, ¿Qué esperabas? No lo sé, solo pensé que sería divertido.
Taehyung se recargó contra un viejo colchón que estaba allí.
—Podríamos ir a comprar dulces si quieres —sugirió cómplice.
Jungkook volteó a verlo emocionado y asintió; pero algo llamó su atención detrás del chico.
—¿Eso es otro colchón? —le preguntó caminando hacia él, Taehyung asintió.
—Ah, sí. Seokjin y yo tuvimos una litera cuando éramos pequeños. El otro colchón es el que
tenemos extra, abajo en mi habitación.
—¿Hablas de mi supuesta cama?
—Exactamente.
Jungkook notó que había varios osos de felpa, también libros de cuentos y muchas frazadas. —¿Por
qué tienen todo esto aún?
—Uhm, a nosotros... —se rascó el cuello avergonzado— nos gustaba subir a jugar aquí.
Construiamos un fuerte con todas estas cosas, incluso dormíamos aquí. Supongo que ninguno de los
dos quiso deshacerse de esto.
Jungkook sonrió enternecido. A él le habría gustado mucho tener un hermano.
Recordaba haber pasado por esa misma etapa y a sus padres castigándole por mover los cojines del
sillón.
—¿Podríamos hacer uno nosotros? —preguntó.
—¿Por qué? —dijo el otro extrañado.
—Porque es divertido.
—No puedes estar hablando en serio. Jungkook, no tenemos siete años.
—Piénsalo, sería nuestro lugar secreto. Solo tú, yo...tus viejos osos de felpa... y chocolate caliente
cuando empiece a nevar.
Taehyung no entendía de dónde venía tanta inocencia, era demasiado infantil, tal vez pura.
Suspiró; quería decir que no, pero en el fondo... no podía.
—Está bien —le dijo—, pero primero ayúdame a mover este colchón. —Jungkook asintió feliz y se
movió veloz para ayudarlo a colocar horizontalmente el colchón sobre el piso.
Taehyung tomó unas sillas viejas colocándolas a los extremos y comenzó a desenvolver unas
frazadas.
A Jungkook le ganó la curiosidad mientras le ayudaba a colocar el techo de su fuerte. Y siguió
revisando las demás cajas. Lo siguiente eran unas cajas con libros y carpetas con hojas; pero estas
ya se encontraban abiertas.
Tomó una carpeta, al abrirla reconoció la letra del castaño y su nombre escrito en la portada.
"La tundra y los osos polares" por Taehyung Kim, 3er. Grado.
Sonrió, había un oso polar mal dibujado con una sonrisa y grandes orejas en la portada, además de
al menos unas tres hojas de mucha información.
Tomó otra carpeta.
"Gymnopédies: La elegancia del rechazo a las estructuras de la música clásica" por Taehyung Kim,
7mo. Grado.
La letra parecía más prolija y pulcra. Cuatro años después y parecía existir una abismal diferencia.
—¿Conservas todos tus ensayos viejos? —dijo rebuscando entre las hojas, a lo que Taehyung
asintió. Siguió buscando extrañado, él apenas podía recordarse de presionar "guardar" en su
computadora.
Había muchísimas hojas allí escritas a mano sobre diversos temas; desde tareas de álgebra hasta
ensayos sobre libros. Todas ordenadas perfectamente por tamaño de hoja y de curso.
—Es basura, déjalo así.
—¿Si es basura por qué no lo tiras?
—No puedo decírtelo —Taehyung sonrió de lado colgando las luces de navidad alrededor del fuerte
de almohadas para adornarlo.
—¿¡Por qué!?
—Porque eres un burlón de primera.
—Oh, vamos. No seas cruel, ¡Dime!
—No es nada malo. Es solo que... hace algún tiempo, descubrí que Seokjin suele venir aquí a buscar
información para estudiar. No es la gran cosa.
—Define "buscar información".
—Ha estado copiando de mis apuntes todo el semestre.
—Pero, estamos en el mismo grado. ¿Cierto?
Taehyung soltó una risa. —Llevé esos cursos el año pasado, es por eso que entré al programa
especial.
—Alto, alto. Está haciendo trampa... ¿Y tú lo dejas?
—Sí —dijo tranquilo—, incluso los ordené para que fuese más fácil buscar. Es... mi forma de
ayudarlo.
—Eso explica porqué sus calificaciones han mejorado, tú lo ayudas. —Asintió—. ¿Y él lo sabe?
—Algo así; hace dos semanas se quedó dormido en la cocina mientras hacía su tarea de álgebra, así
que decidí dejar mi libro abierto con las respuestas coincidentemente a su lado.
—Lo sabe y prefiere fingir demencia.
—Supongo que es mejor para ambos así.
—¿Por qué? ¿No sería más fácil simplemente preguntarte y pedirte tu ayuda?
—Oh, por favor, Jungkook. Es Seokjin.
—Es un egocéntrico.
—Eso también.
Jungkook negó con la cabeza. Taehyung tenía muchos libros en su habitación, y allí arriba había
muchos más.
—Creo que podríamos armar una biblioteca con todos los libros que hay en esta casa.
Taehyung chasqueó con la lengua conectando las luces. Le gustaba como se veía, entonces se dejó
caer en el colchón, con todos los osos de felpa a su alrededor.
Sí, era tan cómodo como lo recordaba. Y él estaba muy cansado.
—Ahora que lo pienso, creo que la bibliotecaria me odia.
—¿Por qué?
—Nunca devolví ninguno de estos libros... o sus llamadas —confesó.
—Prefiero no preguntar... — dijo Jungkook sabiendo que por alguna razón Taehyung parecía ser
perseguido por cualquier mujer arriba de los veinticinco.
—No es lo que estás pensando.
—Lo que tú digas, galán.
Jungkook se burlaba de él mientras seguía revisando las cajas; entonces encontró lo que parecía ser
una versión antigua de su actual libreta. Esta tenía todas las hojas manchadas y una calcomanía de
un árbol en la pasta.
Abrió la que tenía en su poder, al hacerlo notó que había un par más de ellas allí.
—¿Desde cuándo haces esto?
—¿Qué cosa? —Taehyung volteó a verlo—. Oh, ¿Las libretas? No lo sé, desde siempre, creo. Me
gusta anotar todo lo que no entiendo, a veces también escribo cosas que me preocupan.
Había dibujos sobre flores y animales. Su letra era bastante desordenada, como si un pequeño
Taehyung hubiese estado ansioso por entenderlo todo.
Jungkook sonrió al escucharlo.
—¿Eso significa que no me entiendes y te preocupo? —dijo, sabiendo que su nombre aparecía en
cada página de su actual libreta.
—Digamos que sí.
Sus diarios de investigación estaban junto a sus libros de trabajo. En una de las últimas cajas había
unas hojas unidas con una grapa y cuyo título llamó la atención de Jungkook.
"El eterno retorno de Nietzsche”, por Taehyung Kim, 11vo. Grado.
—Eterno retorno... —murmuró— ¿De dónde he escuchado eso antes? —pero no esperaba obtener
una respuesta.
—De tu clase de literatura, probablemente.
—¿Cómo lo sabes?
—Leí tus notas; creo que te falta profundizar.
—Mi examen es... —comenzó a leerlo para confirmar— es sobre esto.
—¿El eterno retorno? Es bastante simple entonces.
Jungkook apretó los ojos mientras asentía. No sabía qué le indignaba más: si Taehyung leyendo sus
notas de estudio, o el hecho de que él sí entendía algo que Jeon llevaba días intentando memorizar.
—¿Tú sabes sobre eso?
—Por favor, Jungkook. Eso es lectura de secundaria para mí.
—Voy a golpearte si sigues siendo así de engreído —suspiró cansado acercándose a él y dejándose
caer a su lado entre todas las sábanas—. Llevó mucho tiempo estudiando sin comprender nada.
—Es filosófico—le dijo Taehyung—. Digamos que el tiempo es cíclico; los sucesos ocurren una y
otra vez eternamente. Entonces, las cosas vuelven a ocurrir, quizá en diferentes circunstancias, pero
con la misma esencia.
—¿Eso significa que todo está destinado a pasar de nuevo?
—Es una teoría, nadie sabe con certeza lo que pasa después de la muerte. La idea de ese capítulo en
tu libro es... aprender a ver el eterno retorno como algo bueno.
Jungkook suspiró mientras abrazaba oso amarillo de felpa. —Supongo que entonces la única forma
de vivir la vida es de una en la que, si tuvieras que repetirla valiera la pena, ¿Cierto? —dijo
mientras meditaba.
Taehyung sonrió a su lado, explicarlo había sido más fácil de lo que pensó.
—Es sencillo, ¿ves? Ahí tienes la respuesta de tu examen, superestrella.
—¿¡En serio!? —Jungkook se sentó emocionado. El otro asintió imitándole—. Demonios, a veces
quisiera besarte el cerebro.
—Me conformo con saber que soy más inteligente que tú y con tu eterna gratitud —le dijo
buscando molestarlo.
Jungkook sonrió perversamente, el niño genio iba a pagársela.
—Ambos sabemos que tendré que compensarte. ¿Debería quitarme la camisa ahora o después?
—¿Qué cosas dices? No dejes que la parte gay de tu cerebro se apodere de ti.
—¿Me lo dices a mí o intentas convencerte a ti mismo?
—¡Te lo digo a ti! —carraspeó con la garganta.
Jungkook se aproximó a él, como queriendo jugar con sus impulsos cuando se pasó la lengua por el
labio inferior.
—No mientas, creí que ambos teníamos claro el descubrimiento de que tienes un fetiche.
—¿¡Yo!?
—Sí, tú.
—¡Por supuesto que no!
—No te engañes.
—Oh, vamos. Y según tú, ¿Qué clase de fetiche tengo?
—Al pequeño Kim intelectual le gusta mi espalda... —Se acercó un poco más, en total control, con
calma— y los besos en el cuello.
Taehyung tragó saliva con fuerza cuando sintió su respiración tan cerca, entonces, cerró los ojos.
Pero contrario a lo que creyó; Jungkook se alejó para luego ponerse de pie.
—¡Oye! ¿Qué crees que haces? —le dijo viéndole extender dos sábanas blancas que había sacado
de las cajas.
Jungkook fingió demencia mientras hacía dos agujeros en la primera manta.
—Hago un disfraz de fantasma —contestó inocente—. ¿Por qué? ¿Esperabas que hiciera algo más?
El castaño entrecerró los ojos. Vaya que Jungkook sabía cómo molestarlo.
Se puso de pie y se acercó a él.
—¿De dónde sacaste esas tijeras? —le preguntó al verle cortar la tela.
—Hay una caja llena de ellas, y de productos para el cabello. —Taehyung soltó una risa; Jungkook
volteó a verlo sin entender la gracia—. ¿De qué te ríes?
—Nada, nada. Solo recordé cuando mamá quiso ser estilista y terminó rapando por accidente a
Seokjin.
—No me jodas. ¿Eso en realidad pasó?
—Sí, por eso está la vaselina y el resto de sus cosas de estilista aquí.
—Oh, no. Supongo que ser calvo es el peor miedo de tu hermano.
—Sí y no. Eso es algo superficial, debe existir algo que realmente le aterre.
—¿A qué te refieres?
—Todos tenemos diferentes miedos. Creo que entre más crecemos... más difíciles se vuelven.
—Y tú... ¿Le tienes miedo a algo? —preguntó Jungkook mientras comenzaba a cortar la segunda
manta.
—Prefiero no hablar de eso
—¡Es Halloween! ¿Qué mejor momento para hablar sobre tus miedos?
—Entonces hazlo tú.
—Le tengo miedo a las muñecas —dijo, ganándose una mirada de desaprobación del otro.
—Pensé que estabas hablando en serio.
—Las muñecas son horribles, son un temor legítimo.
—¿Temes que cobren vida o algo así?
—Por supuesto, ¿Quién no?
—Yo no. Por un segundo, creí que dirías algo más profundo.
—Hay más cosas. No lo sé... a los ratones muertos, a la oscuridad, a los temblores, los políticos...
—Tienes los miedos de un niño pequeño.
—No seas cruel.
—Yo dejé de temerle a esas cosas cuando tenía unos diez años.
—Para ti es fácil decirlo, este pueblo está completamente rodeado de bosque. Sería tonto que
tuvieras esa clase de miedos.
—Eres casi un adulto.
—Y según tú, ¿qué calificaría como "miedo adulto"?
Jungkook pensó que a lo mejor el castaño solo estaba jugando con él; pero no esperaba que
comenzara a hablar.
—Supongo que aquellos que aparecen cuando crecemos. Por ejemplo... recuerdo que mientras yo
tenía miedo de las cosas que los niños más grandes decían de mí, mi padre le temía al día que
llegaban las cuentas. O mamá, ella le temía a que alguno de nosotros tres enfermara.
De entre todas las cosas a las que podía temerle, Jeon Jungkook nunca se había puesto a reflexionar
si alguna de ellas se había quedado el suficiente tiempo con él para ser un temor real.
El miedo te persigue hasta que decides enfrentarlo; a veces, logras vencerlo y se marcha para
siempre. Otras, simplemente se sienta a tu lado y te palmea la espalda mientras aprendes a vivir con
él.
Quizás, eso era lo que había estado haciendo Jungkook todo este tiempo.
Dejó las tijeras de regreso en la caja y ni siquiera levantó la cabeza cuando dijo:
—Tengo miedo de despertar un día y encontrar el radio encendido; de saber que si dejo la ventana
abierta por la noche estará igual por la mañana.
—Tú... ¿Tienes miedo de que nada cambie? —preguntó, Jungkook volteó a verlo.
—Tengo miedo de estar solo —confesó.
—Ese es un temor legítimo —dijo intentando animarlo.
—¿Ah sí? —Jungkook se jactó casi incrédulo. Había estado solo por tanto tiempo y aún así le
asustaba. Tanto, que el hecho de ser escuchado hacía que su temor se hiciera más grande—. ¿A qué
le temes tú? —volvió a preguntar.
—Yo... no sé cómo decirlo. Pero creo que mis temores no han cambiado desde que era pequeño.
—¿Le temes a los niños más grandes? —bromeó inocentemente sin dejar de verlo.
—Últimamente pienso que quizás siempre he tenido miedo de ser yo mismo.
—Las personas siempre le tienen miedo a lo diferente, Taehyung.
—¿Eso significa que yo también?
«¿Tengo miedo a ser diferente?» pensó.
—Eso es algo que solo tú puedes contestarte.
Taehyung suspiró; esto de ser consciente de sus miedos era aún más abrumador de lo que creyó.
Vio a Jungkook doblar las sábanas que había cortado para llevarlas consigo.
Su mirada estaba calmada. Y aunque sabía removió algún recuerdo, no pareció alternarse. Eso era
todo un avance.
—Oye, Jeon. ¿Quieres ir por tus caramelos al supermercado? —sugirió.
A lo que Jungkook le respondió animado.
—¡Vamos!
No pudo evitar sonreírle. Quizá, el mayor de los avances en su experimento era haber logrado que
Jungkook se emocionara; porque esos ojos, estaban llenos de asombro por cada pequeña cosa a su
alrededor.
Siguió al pelinegro; ambos bajaron al segundo nivel de la casa. Hizo una breve parada en su
habitación para tomar dinero y luego se dirigieron hacia la planta baja.
Los padres de Taehyung parecían haber terminado de desayunar sin ellos, y muy al fondo en el
garaje. Se encontraba Seokjin, quién había aprovechado estos días libres para intentar arreglar el
auto.
—Oye, Taehyung —le llamó cuando les vio cruzar la puerta de la cocina—. ¿Qué demonios fue lo
que le hicieron al auto?
El castaño se acercó, mientras Jungkook siguió de largo para entrar a la cocina y robarse un pan
tostado con jalea.
—Comenzó a calentarse —dijo restándole importancia—, y después la batería falló.
—No mientas. Le hacen falta dos pistones al motor. ¿Qué fue lo que hiciste con el auto para eso?
—Oh, no. No intentes culparme de tus cosas —dijo, fingiendo demencia y chasqueando la lengua.
Maldición, Seokjin se había tardado menos de lo que esperaba en encontrar el fallo del auto—. Tú
comenzaste a desarmarlo, estoy seguro de que dejaste algo mal.
Seokjin suspiró frustrado y limpiándose las manos con un trozo de tela. No estaba seguro de haberlo
armado bien.
—Como sea, alguno de ustedes dos tiene que ayudarme a repararlo.
—Jungkook te ayudará más tarde. Yo tengo cosas que hacer.
—¿Jeon sabe algo de mecánica?
—Oh, sí. Es un gran mecánico.
El pelinegro había caminado hacia el garaje después de oír su nombre.
—¿Qué yo qué?
—Le estaba contando a Seokjin que eres bueno con los autos. Y que lo ayudarás más tarde.
Jungkook ladeó la cabeza. Definitivamente no sabía nada sobre mecánica, y el último auto que
había sido amable con él era el Rayo McQueen en Disneyland.
Taehyung le dio un pequeño empujón al otro para que le siguiera la corriente.
—Sí, claro. Yo te ayudo más tarde.
—Asunto arreglado —dijo el Kim menor tirando del suéter de Jungkook— ahora vámonos de aquí.
Evadieron la voz de Seokjin y salieron de la casa por la puerta del garaje abierta. Si se quedaban
mucho tiempo él comenzaría a hacer preguntas, y eso era algo que a ninguno de los dos le convenía.
Cuando se encontraron afuera de la casa, Jungkook le preguntó a Taehyung con un tono casi tan
burlón como impresionado.
—¿Desde cuándo soy un buen mecánico?
—Es solo una coartada.
—Es tu hermano, ayúdalo tú.
—No seas tan dramático.
—La última vez que intenté aprender algo de autos con Seokjin terminé con aceite de motor hasta
en el cabello. ¡Soy terrible para eso!
—Ya lo sé.
—¿Entonces por qué me ofreciste a mí como su asistente?
—Porque él ya encontró la falla y necesito que lo retrases, obviamente.
—Tus palabras me duelen —dijo ofendido.
Taehyung había comenzado a caminar hacia la acera, pero notó que Jungkook había dejado de
seguirle. Entonces volteó a ver, y se encontró con el pelinegro de pie y cubierto por la manta que
había cortado.
—Jungkook... ¿Qué demonios haces?
—¿No es obvio? Soy un fantasma. —Jungkook se colocó unos anteojos de sol por encima
de la tela.
—¿De dónde sacaste esos?
—Se los robé a Seokjin de su habitación —confesó y le extendió la otra manta—, aquí está la otra
por si quieres disfrazarte tú también.
—Yo no voy a ponerme eso.
—Esta es una gran idea para que nadie se dé cuenta de que saliste a pedir dulces hoy. Claro a menos
que quieras que todos te reconozcan.
Taehyung bufó; Jungkook sabía cómo manipularlo. Halloween no era una buena fecha para que los
idiotas lo vieran vagando por la calle.
El pelinegro sonrió debajo de la manta y se apresuró para cubrir a Kim con su disfraz.
—¿Ya estás feliz? —preguntó.
—Mucho.
—Bien, ¿Ahora qué se supone que haremos?
—Ir por Yoongi y luego al supermercado. El primero en llegar gana —dijo Jungkook.
—¿Qué? —El pelinegro salió corriendo dejando a Taehyung en desventaja mientras avanzaba hacia
la casa de su otro amigo—. ¡Espera!
Jungkook parecía tener demasiada energía al reírse con fuerza como un niño emocionado. Al ser
más veloz llegó antes hasta el jardín de Min.
Para cuando Taehyung le alcanzó él ya se había aproximado a la puerta para tocar el timbre un par
de veces.
Quizás se debía a su poco apetito, y aunque el castaño no le hubiese dicho a nadie cada vez que se
acercaba a ese jardín comenzaba a sentirse mareado.
—¿Crees que esté en casa? —dijo Kim llegando a su lado en el pórtico.
—No lo sé; eso espero.
Se quedaron de pie frente a la puerta esperando, y luego volvieron a tocar el timbre.
Agustus escuchó sonar el timbre la primera vez, pero decidió ignorarlo. Él se encontraba en el
jardín, su abuela y su padre habían salido de casa, por lo él había decidido aprovechar su tiempo al
máximo.
El día trigésimo primero de cada mes se había convertido en una fecha importante para Agustus
Min. En ese momento, él se encontraba en su jardín cortando unas pequeñas flores mientras las
acomodaba en su canasta, la cual había recuperado de casa de los Kim.
Después de que el timbre sonara incesantemente; Yoongi decidió levantarse para ir a abrir.
Alarmado, pensando que quizás habían vuelto antes y que habían olvidado las llaves.
Pero al abrir la puerta se encontró con dos idiotas que parecían haberle quitado las sábanas a su
cama.
—¿Y ustedes qué? —dijo intentando no burlarse de ellos.
—Somos fantasmas —constestó Jungkook alzando los hombros.
Agustus comenzó a reír con fuerza.
—¿Es en serio?
—Sí, ¿Vendrás a pedir dulces con nosotros? —preguntó Jungkook viéndole con sus guantes llenos
de tierra.
—¿Dulces? ¿No estamos un poco grandes para eso?
—¡Basta con eso!
—Solo decía, además, creí que irías a la fiesta del equipo. Porque eres, ya sabes, uno de ellos.
—¿Qué fiesta? —Jungkook pareció confundirse. Es decir, la mitad del equipo lo había visto casi
convulsionar al rededor de la piscina y con la escuela cerrada, él apenas había estado asistiendo a
los entrenamientos.
Taehyung rodó los ojos, recomponiéndose para hablar.
—Lo hacen cada año, la misma mierda elitista de siempre.
—Sí, son unos tarados—secundó Yoongi—, pero son buenos para las fiestas.
—El año pasado terminé atado al semáforo por culpa de su estúpida traición de bromas.
—Al menos te dejaron en la ciudad—dijo Yoongi—. A mí me dejaron de cabeza en un árbol de la
carretera hace dos años.
Jungkook lo meditó; él en realidad no estaba listo para tener que darles una explicación a ellos. Es
más, no quería hacerlo.
Pero... él se merecía ir, ¿Cierto? Los chicos también. Era su último año y a juzgar por las anécdotas
que contaban sobre quién la había pasado peor, supuso que era un buen momento para crear un
recuerdo positivo.
—Deberíamos ir.
—La última vez casi nos golpean, estás loco, Jeon.
—No, gracias. Yo aprecio mis órganos internos.
—Oh, vamos. Al menos acompañanos a pedir dulces —pidió Jungkook.
—Quizá más tarde, no he terminado mi disfraz aún.
—¿¡Qué!? Literalmente tienes un perchero lleno de disfraces en tu habitación — reprochó el
pelinegro, pensando que debieron pedirle uno a él en primer lugar.
—Se le llama utilería de escenario, no "disfraces". —Agustus agitó la cabeza.
—Lo siento —Jungkook se cruzó de brazos—, al menos, ¿podrías... prestarnos tu cámara?
—Está bien. —Yoongi asintió con la cabeza, retrocediendo de regreso a la sala de su casa. En uno
de los pequeños estantes junto al televisor se encontraba su cámara nueva dentro de su estuche, así
que la tomó y regresó a la puerta—. Promete que vas a devolverla — dijo a Jungkook.
—Lo prometo.
—Mejor se la daré a Taehyung —declaró entregándole el aparato al castaño.
—¿Seguro de que no quieres venir? —dijo ahora Kim, tomando la cámara y colgándose el estuche
en el hombro.
—Los alcanzaré después, tengo cosas que hacer.
Ambos se vieron confundidos entre sí cuando Min se despidió de ellos, y cerró la puerta sin darles
tiempo para objetar algo más.
—¿Nos acaba de rechazar? —dijo Taehyung incrédulo.
—Ajá.
—¿Crees que tenga otros amigos?
—No lo sé, a veces me gustaría saber qué hace cuando no está con nosotros.
—También a mí —contestó Taehyung.
Los dos caminaron de regreso a la calle y se dirigieron hasta el centro. Arrepentidos de no llevar la
bicicleta de Seokjin y de una caminata que les tomaría al menos una hora.
...
Después de que los chicos se marcharan, Yoongi revisó el reloj ansioso. Y suspiró aliviado, aún
tenía tiempo antes de que su padre regresara.
Volvió al jardín trasero de su casa, ese que parecía ser más un vivero por toda la vegetación que
tenía y terminó de ordenar las flores que había cortado en el interior de su canasta.
Las margaritas de su abuela lucían hermosas, y pensó que se verían aún más hermosas como
adorno.
Después, se había sentado en la grama para cortar delicadamente las begonias y armar una pequeña
corona trenzando las ramas y hojas de estas para poder unirlas.
Sonrió complacido, ya tenía todo listo por lo que tomó la canasta al igual que sus llaves y salió de
casa.
Pensó en llevarse su patineta, pero sus flores necesitaban un cuidado especial, por lo que él no
pretendía dañarlas. Así que decidió irse caminando en sentido contrario al centro, en dirección al
cementerio de la ciudad, mientras silbaba alegre.
Se burló un poco mentalmente de los chicos y sus tonterías. Es decir, la última vez que él salió a
pedir dulces tenía unos doce años. Parecían muy animados por hacerlo, y él, cuya alma parecía
tener más daños que años pensó que a lo mejor sería divertido ir con ellos.
La hora marcaba poco más de mediodía, y creyó que tal vez si regresaba antes del anochecer le
daría tiempo para ir por su disfraz y alcanzarlos.
Cuando llegó a la entrada del cementerio saludó amablemente al velador de la entrada quién ya le
conocía y que de hecho no le agradaba.
Caminó un par de metros desde la entrada, hasta el viejo roble donde se encontraban las tumbas de
su familia.
Se acercó a la primera, y la limpió un poco antes de dejar sobre ella una pequeña corona de
begonias. El cementerio tenía grama verde a su alrededor, y aunque le preocupaban las personas
que se acercaban al lugar ese día, terminó de acomodar sus flores, y quitó las viejas que había
dejado el mes pasado.
Después, se movió un par de pasos y se sentó frente a la lápida del centro, dejando su canasta entre
la grama.
—Hola, abuelo—dijo sonriente—, vine a ver a mamá, pero no creas que me olvidé de ti—. El
pelinegro tomó unas pequeñas margaritas blancas y comenzó a ponerlas alrededor de la tumba
intentando adornarla con delicadeza—. Te traje las flores que la abuela plantó a inicios del año,
pensé que se verían lindas aquí. A papá no le gustaron mucho así que, bueno, ya sabes cómo es...
El frío de la temporada le golpeaba en la espalda mientras él seguía hablando.
Es decir, no es como si alguien fuese a contestarle, pero aún así, no había encontrado un mejor lugar
para desahogarse. Después de todo, se sentía tan solo en casa y no quería perturbar a sus amigos con
las cosas que pasaban dentro de su cabeza.
—...Desde que te fuiste papá parece pasar más tiempo en casa, lo cual es bastante malo para mí;
pero... hizo que la abuela se sintiera un poco mejor...
Unos cuantos metros más en la carretera, Seokjin caminaba en dirección a la gasolinera para
conseguir algo de combustible para probar el auto.
Él recordaba tener un poco en su garaje, no entendía a dónde se había ido, pero bien, cargaba con él
un pequeño galón vacío mientras caminaba maldiciendo, ya era más de medio día y Jungkook ni
siquiera había aparecido para ayudarlo.
«¿De qué sirve tener dos hermanos si ninguno me ayuda nunca?» Pensó.
Ya que los entrenamientos estaban limitados por la escuela cerrada, intentaba hacer todo el ejercicio
que fuera necesario por su cuenta. Así que caminar hacia la gasolinería también contaba como
ejercicio. Tenía puesta su gorra favorita hacia atrás y una camiseta sin mangas, era su ropa de
trabajo.
Quizás en el fondo le había tomado cierto gusto a pasar horas reparando el auto porque al menos así
no se preocupaba por las demás cosas que estaban mal en su vida.
Algo extraño había pasado la última semana. Las cartas de admisión de las universidades habían
seguido llegando a casa, no le sorprendía, él sabía que al menos tres de esas eran para su hermano;
pero contrario de lo que esperó, uno de los sobres tenía escrito su nombre completo.
Tenía una oportunidad. Y el saberlo solamente hacía que volviera a tenerle miedo al futuro.
Quizá su peor miedo, siempre había sido no ser suficiente.
Mientras caminaba a la orilla de la carretera, pasó a su lado una camioneta blanca que pareció bajar
la velocidad por un segundo al pasar junto a él. Volteó a ver discretamente, y esta se había detenido.
Por instinto, corrió hacia los árboles que rodeaban una pequeña reja de metal para salir del camino y
esconderse.
Sí, sí. Estaba paranoico, ¿Eso qué? Sus temores siempre lo habían mantenido a salvo.
Alzó la vista; la camioneta ya no estaba. Vio a su alrededor solo para constatar que estaba dentro
del campo santo. Mierda, ese lugar siempre le había causado escalofríos.
Desde lo alto de la colina, vio a varias personas bajo el sol. Ladeó la cabeza, era Halloween y no le
sorprendía que la gente se acercara a los cementerios, aunque era algo terrorífico a su parecer.
Se movió más tranquilo, caminando entre las tumbas; de todas formas, este era un buen atajo.
Continuó avanzando hasta que captó una voz que charlaba amenamente, o al menos eso parecía.
Se ocultó detrás de un mausoleo cuando reconoció a Min de espaldas y hablando solo.
—Parece que alguien enloqueció... —dijo en voz baja. Pero cuando quiso acercarse a joderle la
existencia, el otro siguió hablando.
—Papá piensa que la universidad no vale la pena. Dijo que cuando termine la escuela debería
enlistarme, dice que debo abrirme al mundo, y ser un hombre real... Él no cree que pueda lograrlo.
Seokjin frunció el ceño confundido. Tantos años, y el mayor de esa familia no había cambiado de
opinión.
«No puede obligarlo» pensó el castaño.
—...en fin, basta de malas noticias. Me siento mejor ahora, ¿Sabes? Hice un par de amigos y.… he
estado comiendo tres veces al día, hasta más... Estoy casi arriba de mi peso ideal —se rascó en el
cuello—, supuse que te hubiera gustado escuchar eso.
Yoongi abrazó sus piernas mientras seguía hablando. A diferencia de los demás, él no tenía miedo
del futuro, a la soledad o a la sociedad. Pensaba que cada día era una oportunidad para descubrir
algo nuevo; pero en el fondo, tenía miedo de regresar a dónde tanto trabajo le costó salir. Su peor
miedo era equivocarse.
—Ellos no lo entienden, pero sé que tú sí lo entenderías —dijo suspirando con fuerza.
El ocaso de ese día se trataba sobre temores, y él, se tenía miedo a sí mismo.
Por mucho que quisiera llorar, no lo haría. Porque no tenía fuerzas para compadecerse de sus
errores. Había pasado demasiado tiempo sintiendo lástima por él mismo, que ya no soportaría verse
así de débil otra vez.
Pero eso no significaba que dejara de ser vulnerable ante los ojos ajenos. Seokjin quiso acercarse, al
hacerlo, su pie se deslizó sobre una rama rompiéndola, causando que Min se sobresaltara.
El castaño retrocedió y se pegó detrás del mausoleo casi por instinto de no ser visto.
Agitó la cabeza y se recompuso para avanzar, pero ya no había nadie, Yoongi se había marchado.
Esperó unos minutos antes de salir de su escondite; dio un par de pasos en dirección hacia esa
tumba y la observó mientras recordaba la última vez que habló con él.
Recordaba haber tocado la puerta de esa casa con desesperación después de semanas de esperar la
oportunidad de acercarse y la mirada de molestia que recibió cuando esta se abrió.
"Ya no eres bienvenido aquí", le dijo mirándole con la más profunda de las decepciones antes de
cerrar la puerta de nuevo, y Seokjin entendió que ese hombre siempre supo más de lo que le gustaba
alardear.
—Gracias por dejarme entrar a su casa la primera vez, Señor —dijo al arrodillarse, quitándose la
gorra y colocándola sobre la tumba. —Lamento haberlo decepcionado.
Era preciso reconocer, que le debía una explicación a ese viejo. Pero no tenía una más allá de su
cobardía y vanidad.
Suspiró viendo las pequeñas flores junto a su gorra, e hizo una reverencia, antes de ponerse de pie y
alejarse bajo el frío de la tarde.
Yoongi salía del cementerio con su canasta ahora vacía, debido a la hora, su estómago comenzó a
rugir, así que creyó que era buena hora para ir por una merienda.
La estación de conveniencia de la gasolinera no estaba muy lejos, y él no tenía mucho tiempo antes
de tener que regresar a terminar su disfraz así que pensó que un par de caramelos antes de la noche
no estarían mal.
Comenzó contando su dinero mientras se acercaba a la entrada; no tenía mucho dinero en realidad,
solo un par de billetes arrugados y unas monedas que no le alcanzarían para mucho.
Estaba afuera de la tienda de conveniencia cuando algo le llamó la atención. La puerta se abrió
bruscamente y de ella salió una chica trastabillando.
Caminó un par de metros y luego pareció tropezar. Se sujetó de un basurero para no caerse.
—¿Sunhee?
El pelinegro corrió hacia ella preocupado. Parecía enferma, o más que eso, desubicada.
—Oh, rayos. ¿Estás bien? Parece como si fueras a vomitar—le dijo amable. Ayudándola a
recomponerse, la tomó suavemente de la mano—. Siéntate un momento.
—Sí, sí, no es nada —respondió sentándose en la orilla de la acera.
Le vio incrédulo. —Eso no parece nada, luces pálida. ¿Estás segura de que te encuentras bien?
¿Quieres que te acompañe a casa?
—No te preocupes. He estado bajo el sol todo el día, y me mareé un poco. Es todo.
Agustus dudó ante su actitud.
—Espera aquí —le dijo y se dio la vuelta para entrar a la tienda de conveniencia de la gasolinera.
Ella pareció sorprenderse. Él siempre era tan serio que le resultó extraño cuando comenzó a hablarle
con tanta confianza.
Se tardó un par de minutos antes de regresar. Cuando lo hizo, extendió un pequeño paquete frente a
ella acompañado de una botella.
—¿Chocolate? —cuestionó.
Él asintió y se sentó junto a ella.
—Te ayudará con el mareo, pero no te excedas. También agua, puede que solo estés deshidratada.
A veces, tu cerebro se sobrecalienta, es por eso que te duele la cabeza.
—¿Cómo sabes eso?
—Mi abuela cree que ha perfeccionado el arte de los remedios caseros. Así que algo se me quedó.
Sunhee sonrió. Su sonrisa era tan pura que consiguió hacer sonreír también a Min.
Ninguno de los dos entendió porqué de pronto se sentía tanta paz entre ellos, como si algo hubiese
cambiado en el guión.
—¿Vives con tus abuelos? —preguntó curiosa.
—Por ahora solo somos mi abuela, mi padre y yo, de hecho.
—¿Y tu madre?
—Ella falleció cuando era pequeño. En realidad, no tengo mucho que contar sobre eso — le dijo
pero su tono era tranquilo, casi ameno.
—Oh... lo siento. No quise incomodarte.
—No te preocupes, me encanta hablar sobre mi madre. —Agustus sabía que no debía entrometerse
en los problemas que no eran suyos, pero... la oportunidad estaba allí y él no iba a desaprovecharla
—. ¿Qué hay de ti? Escuché que regresarías antes a casa.
Ella pareció alternarse.
—¿Cómo supiste eso? —solo la encargada de intercambio y Seokjin sabían de eso.
Oh, mierda. No podía decirle que su no-amigo Kim se la pasaba lloriqueando en su hombro todo el
día por ella, ¿Cierto?
—Lo escuché por allí. Nadie suele regresar antes de que acabe el programa, muchos incluso
deciden quedarse aquí. Así que... se volvió un rumor.
Volvió a respirar tranquila, parecía que nadie era discreto en ese lugar.
—Es cosa de mis padres.
—Luce como algo personal... —murmuró Min. Ella mantenía la mirada fija como evitándole; y
Agustus, como el observador que era, se llenó de curiosidad ante sus gestos.
—Lo es.
—Entonces supongo que te irás en un par de días.
—No lo sé en realidad. Quizás a finales de noviembre. Mis tutores enviaron una carta a mi casa, no
sé cuánto tiempo tarden en responder.
Siempre había sido excepcional para leer personas, y aunque era muy buena al fingir, él sabía que
estaba mintiendo, así que parecía ser que el Kim mayor tenía razón.
Vaya, quién diría que Seokjin aún tenía el don de la intuición, pensó.
Y quizá el talento de ser inoportuno, ya que después de salir del cementerio caminaba finalmente
hacia su destino principal, la gasolinera, pero parecía haber encontrado a
Min de nuevo. Al verlo hablar con la chica se quedó quieto, escuchando.
No quería parecer acosador, pero le resultaba increíble que esos dos siempre se escabullian de él
para evitarlo cuando buscaba llegar a ellos. Y el día que no intentó acercarse a ninguno de los
pelinegros, casualmente los encontró, y juntos.
Negó con la cabeza, su vida era una ironía constante.
—Sí —se levantó de la acera—, tengo que irme. Me esperan en casa —le dijo con intenciones de
marcharse—. Gracias por la ayuda.
—Oye, Sunny—le llamó, siempre olvidaba su nombre.
—¿Perdón?
—Es decir, Sunhee —corrigió apenado. Pero a ella le causó gracia.
—Puedes decirme así, es lindo, de hecho. Me gusta.
Él le sonrió apenado. —Sunny, ¿Tienes algo que hacer después de clases? Bueno, cuando abran la
escuela.
—¿Y esa pregunta?
—Sé que no es el momento, pero... nos hace falta una actriz en el club de teatro y pensé que podrías
unirte. Ya sabes, para distraerte un poco. Haremos una presentación en un par de semanas, supongo
que si aún estás aquí podrías participar.
Ladeó la cabeza. —No sabía que había un club de teatro.
—Básicamente somos Taehyung, algunos chicos de primer año y yo intentando no dejar morir el
auditorio —ella sonrió—, ¿Qué dices? Tengo una vacante para Julieta y podría ser tuya.
—Lo haré —dijo feliz y dio un par de pasos—. Tengo que irme —terminó de decir.
Yoongi se despidió de ella alzando la mano y luego la vio marcharse.
Amable; ser amable le llenaba de tranquilidad.
Él comenzó a caminar pero, ahora y sin represalia alguna, Seokjin salió detrás de la caseta de la
tienda para encararlo.
—¡Buu! —le dijo saltando frente a él.
Min se sobresaltó al verlo aparecer de pronto.
—¡Deja de hacer eso! —le reprochó.
—¿Te asusté acaso? —sonrió mientras se burlaba.
—Obviamente, tu disfraz es horrible.
Seokjin ladeó la cabeza.
—No estoy disfrazado —le dijo confundido.
—¿Y esa máscara de imbécil que traes qué? Ah, no. Espera, es tu rostro.
Yoongi comenzó a reír cuando el otro le dio un pequeño golpe en el hombro.
Definitivamente amaba molestarlo.
—Eres un idiota, en serio.
—¿Vas a llorar? Tú empezaste.
—Yo me acerqué inocentemente, no merecía ser atacado.
—Ahora que lo pienso, ¿Qué quieres?
—Te vi hablando con Sunhee —dijo directo, aunque claro, no iba a decirle que le había visto en el
cementerio también.
Mierda, sí era un acosador.
—Ajá, ¿Y eso qué? Alto, alto. ¿Estás siguiéndola?
—¡No! Fue casualidad. Decidí darle su espacio antes de que me odiara.
—Eso es muy maduro de tu parte.
—¿Por qué estabas hablando con ella? —le reprochó.
—Eso no.
—No me importa lo que pienses de mí. Quiero saber porqué hablaban.
—Es muy agradable, además, parecía algo perdida.
—¿Te gusta o algo así?
—¿¡Qué!? No empieces con tus ridiculeces, por favor.
—¿Entonces por qué la invitaste a salir?
Yoongi alzó una ceja.
—No la invité a salir.
—¿Y eso qué fue entonces?
—Oh, sí, eso. Ya que está ignorándote decidí aprovechar el momento para declararle mi amor, así
que huiremos a México al amanecer —le dijo sarcásticamente.
—No me jodas.
Le dio tres golpes en su cabeza, poniéndose de puntitas para alcanzarlo.
—Calma, cabezahueca. La invité al club de teatro. Solo intentaba ayudarte.
—¿Ayudarme?
—Además, me hace falta una chica en el elenco. Es perfecta para el puesto, supongo que ella y
Taehyung cantarán bien juntos.
—¿Taehyung canta?
—Y baila también. Pero ese no es asunto tuyo.
—Claro y de todas las personas en la escuela debiste elegirla precisamente a ella. ¿Por qué?
—Taehyung necesita alguien a quien le tenga confianza para desenvolverse mejor.
—Oh, no. Déjala fuera de tus cosas raras.
—Pues a menos que quieras que tu hermano salga al escenario usando vestido, necesitamos una
chica.
—Pensé que el de los vestidos serías tú —se burló.
—Oh, por favor. Tú y yo sabemos que tengo las piernas para hacerlo; pero no puedo, soy el
director.
—Ew, aún no entiendo cómo podría ayudarme esto.
Yoongi sabía que era inútil intentarlo; que el destino había predicho ya que ella se marcharía, y que
no la vería en treinta años más; aún así, no podía decírselo.
Darle un poco de esperanza no estaba mal, ¿Cierto?
—Ella estará conmigo todos los días después de clases, así que podremos averiguar porqué está
evitándote, al menos hasta que se marche.
—¡Eres un genio! Así podré saber dónde está.
—Wow, wow, alto allí. No me malinterpretes, me refiero a ganarnos su confianza. No te quiero
molestando a mi nueva actriz. Ya tengo suficiente con que espies a tu hermano todo el tiempo como
para tener que aguantarte siguiéndola a ella también. Ni sueñes con que te dejaré entrar al auditorio.
—¿Y entonces qué caso tiene?
Yoongi podría haberle dicho la fecha de su partida, su destino o las conjeturas que tenía. Pero eligió
sacarle provecho a su afán por acercarse a ella.
—Si quieres verla tendrás que venir a nuestro show.
Suspiró. —¿Y eso cuándo será?
—En un mes.
—¿¡Qué!? ¡No puedo esperar tanto tiempo!
Min sonrió perversamente, necesitaba mucho más apoyo. Estaba retrasado, sus únicos dos
ayudantes constantes se la pasaban besándose en lugar de ayudarlo, y él necesitaba agilizar las
cosas.
Además, aún le faltaba encontrar más personas para armar su elenco.
—Supongo que podría dejarte entrar si me consigues... apoyo para armar el escenario.
—¿Apoyo?
—Sí, necesito tres o cuatro chicos fuertes que me ayuden con la utilería.
—¿Qué? Estás loco. ¿Dónde crees que voy a conseguir...? —se quedó callado entendiendo—. No
me gusta hacia dónde va esto —le dijo.
Quiso refutar contra él, pero su rostro se había vuelto serio de pronto. Estaba enloqueciendo, y
sentía que le observaban.
Era eso, y el hecho de que había alguien oculto detrás de los árboles.
—Entre más ayuda consigas, mejor —se burló Min sabiendo que se mantendría alejado—
. Ahora si me disculpas... —Estuvo a punto de avanzar, pero Seokjin le tomó del hombro para
detenerlo—. ¿Qué te sucede?
Seokjin se había quedado callado, y su mirada estaba fija en un punto detrás del menor.
Eran ellos y su estúpida camioneta otra vez.
—Alguien está siguiéndome —dijo serio, rompiendo con la tranquilidad del momento.
—¿Qué? ¿Por qué lo dices?
—Esa camioneta, la he visto afuera de la escuela, de tu casa, la vi de camino a aquí. Y ahora, está
demasiado cerca.
Yoongi quiso voltear, pero el otro le tomó del rostro para evitar que lo hiciera. Se tensó, él también
sentía que lo observaban desde hacía días.
—¿Cómo sabes que...?
La ventanilla de la camioneta estaba a la mitad, pero no había nadie en el asiento del piloto. Seokjin
levantó la vista, como intentando encontrar un indicio de que no estaba enloqueciendo, entonces, a
la distancia se encontró con la mirada de un rubio que parecía atento a sus acciones.
Apenas podía distinguirlo; pero incluso con su defectuosa visión, él podía jurar que había visto a
ese hombre antes.
—Escúchame, vas a hacer lo que yo diga. ¿Está bien? No voltees y avancemos al mismo tiempo.
—Solo estás siendo paranoico... —murmuró el otro tentado a voltear.
—Eso espero; pero vamos a comprobarlo.
Camina hacia el frente y yo lo haré hacia atrás. Guíame.
Yoongi no entendió a qué se refería; pero aún así lo hizo, tomó al castaño de ambos brazos y avanzó
un par de pasos esperando que solo se tratara del cerebro dañado del castaño.
Despistar al enemigo con movimientos tan sutiles como si de un baile se tratara.
—¿Sigue allí? —Kim asintió.
En tanto se movieron, el hombre cambió de posición comenzado a seguirlos caminando rápido. Al
hacerlo, otro tipo salió detrás de la camioneta, imitándole.
—Son dos —dijo Seokjin. Cuando aumentaron su velocidad, los sujetos comenzaron a correr detrás
de ellos.
Uno de ellos sacó una pequeña arma y apuntó en su dirección, jalando el gatillo en dirección a los
muchachos. El mayor empujó a Agustus hacia un lado y una punta filosa se clavó en la madera de
uno de los parales de la estación.
—Eso es... ¿¡Un dardo!? —dijo Min, incrédulo. ¿Querían sedarlos?
—Oh, no. No van a hacerme esto otra vez —le dijo Seokjin—. ¡Corre! —Yoongi se paralizó un par
de segundos que tardó en reaccionar cuando Seokjin le dio la espalda para comenzar a moverse—.
¿¡Qué esperas!?
Sus pies se movieron pesados; Seokjin comenzó a tirar de la camiseta del chico para hacerlo
avanzar.
¿Por qué les querían a ellos? Ninguno de los dos tenía nada que ver con los experimentos. No podía
dejar de pensar en cómo jodidos los habían ubicado.
Rodearon la estación de servicio con la intención de escabullirse entre los callejones, sin tomar en
cuenta la pared de concreto que dividía esa calle con la otra.
—No hay salida —masculló Seokjin al ver el muro. Estaban acorralados.
Agustus vio a su alrededor en busca de un milagro, y cuando lo encontró, ni siquiera se detuvo a
pensarlo.
A su lado había un gran contenedor de basura metálico, de ese que las tiendas utilizaban para
almacenar sus desperdicios. Veloz, se acercó a el y levantó la tapa.
—Rápido, entra —le dijo al castaño. Colgándose del borde para intentar impulsarse desde afuera,
sin poder lograrlo debido a que sus brazos no soportaron su peso.
Seokjin entendió lo que intentaba hacer y corrió hacia él para tomarlo de las piernas y levantarlo.
—¿¡Qué haces!?
—Te ayudo a subir —le reprochó.
—Oh, mierda...
Los pasos se aproximaban, y Min no tuvo más opción que perder su dignidad sujetando los
hombros de Kim para subir; finalmente logró entrar al contenedor cayendo apenas de pie.
Seokjin volteó a ver inquieto. Se sujetó de la orilla y tomó impulso para subir, logrando que una de
sus piernas entrara y luego dejándose caer entre todas las bolsas de basura.
Se quejó del dolor.
—Cierra la tapa, ciérrala ya —le dijo a Yoongi. Y este asintió, jalando del borde para conseguir
cerrarla.
Ambos se quedaron en silencio a la expectativa de no ser encontrados.
—¿Qué fue todo eso? —murmuró Yoongi.
—Eso es lo que yo debería preguntarte a ti —respondió en igual tono.
—No me jodas con eso ahora. ¿Por qué nos siguen?
—Saben que nos robamos algo de su laboratorio —dijo Seokjin refiriéndose a la carpeta que había
traído con él esa noche.
—¿Qué? ¿Cómo qué le robamos algo a esos maniáticos? —«¿Jungkook les pertenece?» Pensó,
malentendiendo todo.
Se escucharon pasos afuera y ambos volvieron a callarse.
—Saltaron el muro —dijo con fuerza, la voz de una persona joven y angustiada.
Luego se escuchó un gran estruendo seguido de un golpe al metal del basurero, como si lo hubiesen
pateado lleno de enojo.
Agustus colocó su mano sobre su propia boca para evitar emitir algún sonido. El otro contuvo la
respiración y cerró los ojos, realmente no quería que sucediera de nuevo.
—Si tienes razón será mejor apresurarnos a alcanzarlos en el bosque—dijo otra voz, hablaba con
serenidad pese a la situación—. Debemos encontrarlos antes que ellos.
Los dos chicos asustados, escucharon voces discutiendo y luego pasos alejándose. Se habían
marchado; el gobierno y sus científicos, siguiendo sus colas gracias a la incertidumbre.
Esperaron inmóviles un par de minutos y luego Seokjin volvió a hablar.
—¿Crees que ya se fueron?
—No lo sé. Asómate a ver.
—¿Y por qué yo? Eres más grande, nada más basta con que levantes un poco la cabeza para abrir la
tapa.
—Eso no es justo. Ser enano no te hace especial.
—No porque tú seas alto significa que yo sea enano. Yo estoy dentro de la altura estándar.
—Si eso te hace sentir mejor... Bien, yo lo haré—Seokjin alzó los brazos e intentó levantar la tapa,
pero no consiguió hacerlo.
—¿Qué pasa?
—No puedo abrirla —dijo preocupado.
Yoongi le imitó, arrodillándose sobre la basura y empujando la tapa para abrirla, incluso con la
fuerza de ambos, fracasaron.
El impacto al cerrarla había hecho que el seguro también cayera dejándoles encerrados dentro del
apestoso y reducido sitio.
—No puede ser, ¿Y ahora qué?
—Esperar —dijo frustrado.
Seokjin se acomodó; al hacerlo, su pie rozó con la pierna de Yoongi causando que se alarmara.
—¡Algo se movió cerca de mí!
—¡Mierda, mierda, mierda! —estaba oscuro y sin importar cuánto lo intentaran era imposible abrir
el contenedor de basura desde adentro. Se movió, sus tennis causaron un pequeño rechinido.
—¡Creo que es una rata!
—¡Mátala, mátala! —Yoongi tomó un trozo de madera ( o al menos eso creía que era) y la lanzó en
dirección hacia donde la supuesta rata se estaba moviendo.
Al hacerlo, Seokjin gimió del dolor.
—Ese era mi pie, idiota.
—Ay, perdón.
—¡Lo hiciste a propósito! —no podía verle por la oscuridad, pero eso no impidió que lo empujara.
—¡Claro que no! —Yoongi lanzó un golpe al aire que terminó dándole en el estómago al otro.
Molesto, buscó el cuello del menor para sujetarlo. —No hagas que te golpee. Aquí adentro no
puedes escapar.
—Inténtalo, cretino.
Seokjin frunció el ceño y le soltó cuando sus amenazas no surtieron efecto alguno.
¿Qué caso tenía ser intimidante si no lograba su cometido?
Se sentó a su lado, ambos tenían la espalda recargada a uno de los laterales metálicos y las piernas
perdidas entre las bolsas.
—¿Te das cuenta de que estamos atrapados con este montón de basura y lo único que nos importa
es pelear?
—Es tu culpa, yo solo quería mis dulces de Halloween. Además, parece que por fin estás en el lugar
a donde perteneces, en la basura.
—Hoy amaneciste bromista, ¿Cierto?
—Tienes que admitir que es gracioso. —Yoongi sacó una paleta de su bolsillo, le quitó el empaque
y comenzó a comérsela.
—¿Estás comiendo? —preguntó incrédulo.
—Sí, mi estómago me lo exige.
Seokjin apretó los ojos. —Dime que no sacaste eso de la basura.
—La compré en la tienda hace veinte minutos, claro, antes de que termináramos atrapados aquí.
El mayor suspiró. —Bueno, al menos creo que estamos a salvo de los lunáticos.
—¿Estamos? Oh, no. Ellos te quieren a ti, no a mí.
—¿Estás seguro? —Yoongi no le contestó—. Vamos. No tiene sentido que lo sigas negando.
Suspiró. ¿Él también estaba en peligro?
—Es complicado. Pero... ¿Por qué me quieren a mí?
—Si me hubieses explicado qué sucedió esa noche, yo podría haberte dicho qué fue lo que pasó allí
adentro. Y tendríamos una explicación lógica.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—Porque sea lo que sea... estoy seguro de que tu rostro también está incluido.
Yoongi chasqueó con la lengua, atrapado.
—Habla primero tú.
—¿Por qué yo?
—Porque tú no eres de fiar.
Quiso contradecirlo, pero sabía que tenía razón.
—Conozco a ese tipo rubio. Sé que lo he visto antes, fuera del lago, pero no sé dónde.
Además, él me dejó escapar, pero... yo me llevé una libreta esa noche. Y no sirvió de nada porque la
perdí, era mi única prueba y desapareció.
Yoongi se quedó callado, no podía decirle que Taehyung la tenía. Él mismo había ayudado a reparar
las hojas de esa carpeta, era por estas que habían avanzado con el experimento.
—¿Hablaron contigo?
—Sí. Me tuvieron atado a una silla por horas preguntando "dónde estaba".
—¿Qué cosa?
—¿Cómo saberlo? No soy el sujeto que buscan. Creo que es por eso que él me dejó escapar. Así fue
como conseguí salir.
—Si te capturaron... ¿Por qué te dejaría escapar? ¡No tiene sentido!
—Lo sé. Quizá no son malos, pero...—se rascó el cuello—, están desesperados. Como sea, te toca.
—¿Qué cosa?
—Uhm... ¿Explicarme lo que sabes?
—Ah, sobre eso... No lo sé, pregúntale a Taehyung.
—¡Dijiste que ibas a contarme la verdad!
—Quisiera hacerlo, en serio, pero yo tampoco sé un carajo... —mintió—. Lo siento.
—¡No es justo! ¡Yo confié en ti!
—Terrible elección.
Seokjin se cruzó de brazos. Estaban atrapados y no sabía por cuánto tiempo más. Toda esta
situación era estúpida para él.
—Este es el peor Halloween de mi vida.
Yoongi comenzó a reírse.
—¿Qué hay de la vez que se te atoró la cabeza en el buzón? —le recordó haciendo negar al otro,
logrando sacarle una pequeña risa.
—Es cierto, ese pobre disfraz de dinosaurio no volvió a ser el mismo. Creo que este es el segundo
peor. —Suspiró.
—¿Lo ves? Podría ser peor.
—¿Recuerdas cuando destruimos las calabazas de tu abuelo?
—Agh, te odio. Te pusiste a llorar y me castigaron solo a mí.
—No te quejes, a mí siempre me castigaban de todas formas.
—¡Eso no es cierto!
—¡Claro que sí! Una vez —carraspeó— recuerdo que debía cuidar a Taehyung y lo perdí por estar
hablando con una niña. Terminé encerrado como por dos meses.
—Típico Jin.
—En mi defensa, juro que lo estaba vigilando, pero él se alejó para seguir a unas hormigas.
Yoongi rio. —Lo recuerdo, llegaste a casa llorando y diciendo que eras el peor hermano del mundo.
Todos se volvieron locos buscando, pero a la media hora Taehyung apareció sonriente y con una
bolsa llena de insectos en la sala.
—¿Cuántos años teníamos? ¿Diez?
—Yo tenía diez, tú once.
—No puede ser que haya pasado tanto tiempo.
Yoongi bajó la cabeza. Nunca había estado tan consciente de lo rápido que avanzaba la vida. Y
ahora, lo único que podía sentir era que le hacía falta algo; más no podía entender qué era.
Había culpa y resentimiento en su interior y simplemente no encontraba una razón para sentirse así.
Se sentía como si estuviera en piloto automático, como si el universo quisiera empujarlo a hacer
algo. Pero... no era precisamente algo fortuito.
—Seokjin —le llamó temeroso—, ¿Nunca has sentido como si estuvieras en el lugar equivocado?
—¿En qué sentido?
—Es como si las cosas que le suceden a los demás debieron sucederte a ti. Y saber que es tonto,
pero aún así no dejar de pensar que ese...
—¿...Deberías ser tú? —dijo como si supiese lo que iba a decir. Yoongi se quedó callado—. Yo
también lo siento.
Agustus había estado pensando en las cosas que Taehyung decía, lo cual le llevó a cuestionarse...
¿Cuál era el destino que le correspondía en realidad?
Porque sabía que la vida de Seokjin terminaría bien después de todo, al menos de lo poco que
conocía de su futuro. Lograría salir del pueblo y después de algunos años tendría una linda familia,
una carrera. ¿Y él?
Parecía ser el único sin destino. Y es que, ni los escenarios ni el ejército lucían como algo en su
futuro.
—No lo sé, pero... siento como si mi único propósito en la vida hubiera desaparecido.
—Quizá no desapareció, tal vez... solo cambió de rumbo, la vida es confusa.
—¿Desde cuándo dices cosas tan profundas?
—He pasado demasiado tiempo contigo últimamente.
—No me culpes a mí.
—Deberías estar orgulloso, es un indicio de que no soy tan estúpido.
—Uy sí, llenarás con tu sabiduría el mundo algún día. Es más, los hijos de tus hijos serán unos
completos sabios.
Seokjin rio. —Oh, no. Cállate. Ni siquiera sé si algún día llegaré a ser abuelo, es más, no sé qué
tanto soportaré en esta vida de mierda.
—Conociéndote, estoy seguro de que no tardarás en multiplicarte, acuérdate de mí.
—¿Estás llamándome promiscuo?
—Sí.
—Jódete, ¿Puedes imaginarte a ti mismo siendo padre? Porque yo honestamente no puedo.
—¿Tú como padre o yo como padre? Me confundes.
—No, no. Me refiero a mí. Tú eres alguien hogareño, estoy seguro de que terminarás viviendo en el
campo con una esposa muy religiosa y un montón de niños.
Se mordió la lengua y suspiró. —¿Y eso se supone que es bueno?
—No lo sé, eso creo. —Agitó la cabeza—. Mi punto es que serías buen padre, no como yo. Es
decir, aun con toda mi sabiduría —dijo sarcásticamente—, ¿Cómo crees que sería mi hijo?
Yoongi pensó en Jungkook por un segundo mientras se burlaba mentalmente.
—Como creado por Satanás.
—¡A eso me refiero! Súper extrovertido, súper incontrolable...
—Súper hablador... —recibió un golpe en el hombro—. Auch, no me golpees solo porque estás
siendo dramático. Relájate, no será así. ¿Por qué de pronto parece afectarte tanto el tema?
Seokjin se quedó callado. Quizá Yoongi iba a tomarlo por loco, pero no le importaba, después de
todo estaban atrapados y él necesitaba hablar con alguien. Bueno, parece que después de todo
Agustus iba a escucharlo a la fuerza.
—He tenido sueños muy extraños —confesó.
—¿Sueños?
—Hace unos días... tuve un sueño muy extraño sobre mí buscando a mi hijo.
—¿Lo recuerdas?
—No mucho; soy yo y.… estoy corriendo por el bosque. Hay policías, estoy agitado. Una mujer se
acerca llorando y.… yo le digo que perdí a su hijo. —Tragó saliva pesadamente—. Que perdí a
nuestro hijo.
—Solo son pesadillas.
—Sí, sí, lo sé; pero... se sienten muy reales.
—Pero no lo son. ¿Me escuchas? No dejes que la basura en tu cabeza logre hacerte daño.
—Eso intento...
—Vamos, grandote. Relájate y deja que las cosas fluyan.
—Tienes razón, no me angustiaré con eso ahora. En este momento solo quiero graduarme, abrazar a
la chica que me gusta, dejar este asqueroso pueblo, y todo estará bien.
Yoongi suspiró con los ojos cerrados.
«Lo harás, saldrás de aquí, y ella será tu esposa», pensó mientras meditaba.
Le habría gustado ver al mayor en su faceta de padre vergonzoso, esa de la que Jungkook siempre
se quejaba.
Maldición que había muchas cosas que quería explicarle; pero no podía. Eso era ponerlo en riesgo,
aún más del que ya estaban. Además, por mucho que quisiera, nunca podría lastimarlo.
Seokjin se acomodó y dejó caer su cabeza sobre el hombro del menor.
—¿Qué haces? —preguntó este.
—Estoy cansado, así que voy a dormir. —Yoongi se removió para hacer que se alejara—. ¡Oye! No
seas agresivo.
—¿Realmente estás pensando en dormir? Ellos podrían seguir allí afuera.
—¿Tienes una mejor idea? El camión de basura pasa mañana por la mañana, hasta entonces no
tenemos opción, así que prefiero dormir. Claro, a menos que quieras escucharme hablar toda la
noche.
—Agh —dijo resoplando—, duérmete. —Yoongi cerró los ojos sin encontrar otra alternativa. Pero
la voz del otro volvió a perturbarle.
—Oye...
—¿Y ahora qué? —dijo cansado.
—Lamento lo de tu abuelo. Era una gran persona.
Seokjin había escuchado lo suficiente como para sentirse diminuto ante la vida misma, ahora tenía
más que claro que Yoongi la había pasado mal en todo este tiempo, al igual que él. Y pensó, que
quizá si hubiera sido un poco más valiente, ninguno de los dos hubiera tenido que pasar por eso
solo.
—Ni siquiera fuiste a su funeral —dijo, recordando haberse quedado en su jardín mientras llovía—.
Hoy se cumplen exactamente tres meses desde que se fue.
—Debí hacerlo, iba a hacerlo. Es solo que... —(Él dijo que no volviera acercarme a tu casa.)
—No querías problemas, lo entiendo —Seokjin asintió incluso si el otro no podía ver sus acciones.
—Fui al cementerio hoy —confesó sin decirle más allá de lo que quería—. Él también fue
importante para mí.
—Creo que... logró ganarse su lugar en la vida de muchas personas. Espero ser como él algún día.
—Lo serás —le dijo.
Seokjin se quedó callado; suspiró cuando comenzó a sentirse mareado. Volvió a recargarse sobre él
antes de desmayarse.
Y Agustus pensó en que su viejo tenía el poder de molestarlo aún en el más allá cuando creyó que
Seokjin se había dormido sobre él.
La esperanza dentro de un destino desconocido parecía ser algo demasiado inocente para dos
incrédulos amigos. Sin entender que al igual que el resto, estaban atrapados entre sus acciones, sus
miedos y su pasado.
Agustus recargó su cabeza contra la del muchacho con los ojos cerrados y suspiró.
Después de todo, él era la asíntota de su existencia entera.
...
Después de vagar un rato en el centro de la ciudad, Taehyung y Jungkook entraron al supermercado
con sus haraposos disfraces; seguían usando las mantas sobre sus cuerpos.
Cuando llegaron al supermercado, las personas que estaban en el lugar les vieron con gracia; la
mayoría eran amas de casa realizando sus compras cotidianas.
Entraron; Jungkook tomó una de las carretillas del supermercado y caminó hacia Taehyung que se
había detenido a leer una oferta de arroz en un aparador.
—Mi señor, su carruaje lo espera — dijo empujando el carrito frente a él.
—¿Esperas que me suba allí?
—Sí.
—Jungkook, ¿Cuál es el propósito de eso? Harás que nos saquen.
—¿Propósito? Algunas veces solo se trata de diversión.
—¿Eso es todo lo que tienes para ofrecerme?
Jungkook asintió. —Quizá nunca tendré nada que ofrecerte. Así que si quieres puedes salir a buscar
un nuevo propósito mañana, pero elegir ser feliz conmigo, hoy.
—Estás enloqueciendo —le dijo, no tenía puestos sus anteojos bajo la manta, y en realidad no veía
nada. Se estaba sonrojado por un idiota que fingía ser un fantasma.
—Creí que ya estaba claro que estaba loco —Taehyung comenzó a reír—, por ti.
—No me sorprende—afirmó.
Había planificado cada aspecto de su vida por años; y ahora, lo único en lo que podía pensar era
malgastar el tiempo no era tan malo después de todo.
Sujetó la carreta, y levantó una pierna, tomando impulso del borde para poder subirse dentro de
esta.
Jungkook se quitó los anteojos de sol y se los colocó a Taehyung.
—Ten, estos te quedan mejor a ti —le dijo.
—Serás un fantasma sin estilo, entonces.
El pelinegro soltó una carcajada.
—Tienes razón, ¡Al pasillo de los sombreros! —exclamó y colocó un pie sobre el soporte de abajo
del carrito y se empujó con el otro haciendo que avanzaran por el pasillo.
Con Taehyung dentro de la carreta, el pelinegro lo empujó por los pasillos del supermercado
mientras compraban un montón de golosinas innecesarias; Kim había sacado más dinero de sus
ahorros, así que podían gastar a su antojo.
El castaño iba tomando cuánta bolsa de dulces podía mientras Jungkook no podía dejar de pensar en
lo barato que era todo en ese tiempo, en su época no compraría ni la mitad de estas cosas con cien
billetes.
Terminaron consiguiendo otro par de anteojos y unos sombreros vaqueros que colocaron sobre sus
disfraces de fantasma.
Además, de que no pudieron evitar pasar por el pasillo de papel higiénico para tomar un par de
paquetes. Se reían escandalosamente y avanzaban desperdiciando tiempo, dinero y aliento.
Jungkook sonrió pensando que, en su año, ir al supermercado calificaba como cita. Y era tan
sublime, que incluso la canción de la tienda le hacía querer ponerse a cantar.
Su último recuerdo le había puesto en contacto con su yo inocente, y esa parte de él que aún no
moría.
Le gustaba sentir que podía ser solo un chico; a ambos; les gustaba la forma en la que la juventud
les permitía experimentar la ilusión de ser libres.
Aunque sea por un día, y aunque sea hasta que el invierno llegara.
"—Los fantasmas del pasillo dos, ¿Podrían dejar de jugar con la carreta por favor? —" dijo una voz
por alta voz, y ellos comenzaron a reír.
—¿Ya tenemos todo? —le preguntó Jungkook a Kim.
—Afirmativo.
—Bien, vayamos a pagar estas cosas antes de que nos echen.
El cajero se limitó a reírse de ellos mientras cobraba sus productos, y más aún cuando Taehyung
sacó los brazos debajo de la sábana para buscar su billetera en el bolsillo de su pantalón.
El chico detrás del mostrador les vio extrañado, mientras comenzaba a empacar sus pedidos.
Eran dos idiotas con unas sábanas sobre ellos, era imposible no verlos.
—¿Qué pasa? ¿Nunca has visto fantasmas en la tarde? —le dijo Jungkook y él no pudo contener sus
ganas de reír.
Ambos salieron del supermercado; Jungkook había tomado un par de fotos mientras recorrían el
vecindario.
En lugar de pedir dulces habían terminado regalándolos a los niños que pasaban a su lado mientras
corrían en las avenidas del Condado Mariposa con la tarde que avanzaba.
El cielo parecía comenzar a ceder cuando se tornó de naranja.
Cuando se les acabaron las cosas, Jungkook recordó la razón de haber comprado huevos también.
—Oye, Taehyung —le llamó, el castaño se había distraído jugando con los niños que habían
comenzado a salir.
—¿Qué pasa?
—¿Alguna persona a la que quieras fastidiar? —mientras buscaba las las bolsas del supermercado.
Pronto comenzaría a anochecer, y era el momento perfecto para iniciar con una travesura.
Taehyung lo meditó unos segundos para encontrar dentro de su catálogo de gente estúpida una
víctima perfecta.
—La casa de Daniel está a dos cuadras de aquí... —propuso con tono sugerente.
—Esa me parece una excelente idea. Ven. —Jungkook soltó una pequeña risa, y extendió
inconscientemente su mano para tomar la del castaño. Pero Taehyung la empujó—. ¿Qué sucede?
—preguntó confundido.
Kim tragó pesadamente.
—¿Qué haces? —dijo—, estamos a la mitad de la calle.
—¿Eso qué? ¿No puedo tomarte de la mano por eso?
—La gente nos ve.
—Taehyung, tienes una jodida sábana en el rostro. Ellos ni siquiera saben quiénes somos nosotros.
—Hay muchísimas personas cerca, ellos podrían pensar que somos... —se quedó callado— ya
sabes...
Jungkook intentó no reírse, pero aún así lo hizo.
—¿Homosexuales?
—Sí... —murmuró Taehyung mientras se acercaba.
—Taehyung —le llamó serio—. ¿Si te das cuenta de que las cosas que hacemos son muy gays,
cierto? Literalmente, me masturbé frente a ti después de chupártela.
—¡Baja la voz! —dijo volteando a ver hacia todos lados, y luego carraspeó con la garganta—. Lo
sé, pero eso es diferente. Eso es privado, es como besarnos, por ejemplo
—Ah, claro. Son cosas de amigos.
—¡Exacto! Besar a mi amigo no me hace homosexual.
—Pero que te guste hacerlo sí.
Taehyung pareció morderse la lengua mientras el otro hablaba. «Estúpido Jungkook y su lógica de
mierda», pensó.
—Yo...
—No es necesario que lo digas —interrumpió Jungkook—, hacen falta un par de años para que sea
normal para ti.
—El futuro —dijo con miedo—, ¿Tiene lugar para las personas así?
—De hecho, no —confesó—. El futuro es igual de ignorante y egoísta.
—¿Entonces qué sentido tiene?
—La diferencia es, mi querido Taehyung, que nosotros elegimos ser nosotros mismos. — Extendió
su mano, hacia el chico—. Entonces, ¿Vienes conmigo?
—¿Al futuro? —dijo burlándose de él.
—Al futuro, y lo que le sigue —le respondió viendo hacia el cielo.
Taehyung exhaló con fuerza antes de animarse a tomarle la mano en plena avenida ganándose un
par de miradas de las personas que pasaban incluso si eran incapaces de reconocerlos.
Sin soltarse corrieron hacia la casa de su víctima mientras reían.
Quizá, de todos, él único que había conseguido enfrentar a sus miedos era Taehyung.
Quién sin saberlo, llevaba un largo tiempo ahuyentando a sus temores.
La casa de Daniel fue fácil de reconocer. De entre todos los jugadores, parecía que él sería el
anfitrión de la fiesta de esa noche. Aún no estaba llena, pero parecía que habían comenzado a
adornarla por fuera.
Se escondieron detrás de los arbustos mientras preparaban sus proyectiles.
Habían conseguido una lata de pintura azul en oferta y un pequeño saco de harina que estuvo
haciéndoles estorbo toda la tarde hasta ese momento.
Comenzaron llenando de papel higiénico los árboles de afuera y el buzón.
Taehyung destapó la lata de pintura y colocó en su interior un poco de la harina, entonces se movió
rápidamente para colocarla arriba de la puerta de la entrada.
Luego regresó hacia los arbustos, desde donde Jungkook había comenzado a lanzar los huevos,
marchando las blancas paredes de la casa.
—¿Cuánto a que le no le das a la ventana abierta? —dijo Taehyung viendo hacia arriba con un
huevo en la mano.
—Cinco dólares y que me ayudes con mi tarea de economía.
—¿Y tú para qué quieres eso? ¿Desde cuándo entregas tus tareas?
—Eso no es asunto tuyo. ¿Tenemos un trato o no?
Lo meditó, podría ser interesante.
—Trato —aceptó.
Jungkook tomó uno de los huevos y lo alzó para luego lanzarlo en dirección a la ventana abierta,
entrando directamente hacia la habitación.
—¡Perdiste! —se burló.
—¡No es justo! Fue suerte.
—Estás retando a un beisbolista a lanzar, Kim. No es suerte, eres tú quien no estás siendo muy
inteligente.
—Yo también puedo hacerlo.
—Dale a la puerta entonces.
Taehyung tomó un huevo decidido; y lo lanzó creyendo que impactaría en la puerta sin esperar que
esta se abriría y terminaría dándole en el pecho al dueño de la casa.
—Oh, mierda —dijo alarmado.
—¡Par de idiotas, están muertos! —gritó Daniel desde la entrada.
Jungkook volteó a ver la lata de pintura que no se había caído al abrirla. Entonces tomó una piedra
del suelo y la lanzó, atinandole para hacer que rodara sobre las tejas del pórtico.
Cuando Daniel avanzó, un litro de pintura azul cayó sobre él manchandolo por completo.
Por mucho que quisieron quedarse allí para admirar lo patético que se veía. Ambos corrieron en
sentidos opuestos antes de ser identificados.
Jungkook, corrió hacia el centro y Taehyung hacia la avenida de regreso a su casa.
Se quitó su disfraz en el camino y lo dejó tirado quién sabe dónde antes de que pudieran alcanzarlo.
¿Qué si ese imbécil iba a golpearlo cuando se enterase que fue él?
Probablemente, pero no le importaba.
Había perdido a Jungkook en el camino; así que cuando llegó a casa lo único que hizo fue tomar la
bicicleta de Seokjin (ya que había perdido la suya el día que los arrestaron) y se fue a buscarlo
cuesta abajo.
Pensó que a lo mejor el otro se encontraba asustado corriendo entre los autos de centro; pero
contrario a eso, lo encontró comienzo afuera de la cafetería con la mayor tranquilidad que había
visto antes.
También se había quitado su disfraz y estaba sentado en una banca con una paleta de hielo en la
mano. Se había angustiado en vano, su idiota estaba bien.
—Estuve buscándote —le dijo llegando hacia él—. ¿Qué crees que haces?
—Me oculto a plena vista.
—Creí que te había alcanzado, tarado.
—No te preocupes; se cansó después de dos cuadras. Lo perdí y vine a comprar comida —dijo
mostrándole una bolsa de papel—. ¿Quieres?
—¿Qué tiene la bolsa?
—Una hamburguesa para ti.
Taehyung negó con la cabeza. Bajó de la bicicleta, dejándola recargada en la calle y se sentó a su
lado.
—No la aceptaría si no tuviera tanta hambre.
El ocaso finalizaba. Podían ver a lo lejos cómo el sol terminaba de ocultarse detrás de las montañas
mientras charlaban de cualquier tontería.
Una pequeña luz iluminó a un costado del castaño haciéndole voltear a ver.
—¡Oye! ¡Detente!
—¡No hice nada malo! Solo quiero una fotografía de ti sonriendo y con mostaza en la cara.
Taehyung volteó avergonzado luchando por no reír mientras comía.
—¡Basta, Jungkook! —le dijo intentando tapar el lente, pero la fotografía ya había sido tomada.
El pelinegro la contempló con una sonrisa.
—¿Quieres verla?
—No, apuesto a que es terrible.
—Está bien —dijo Jungkook, guardándola en el bolsillo de su chaqueta.
—¡Espera! Tenías que insistir.
—No, el tiempo expiró. Ya no puedes verla.
Había terminado su hamburguesa; entonces se cruzó de brazos. Viéndolo molesto.
—Idiota.
—¿¡Y ahora qué hice!?
—Nada, ese es el problema.
—Oh, vamos. ¿Qué esperabas que dijera?
—No lo sé, algo bonito para que pudiera seguir negándome.
Jungkook alzó una ceja ante sus reproches. —Creo que te estoy consintiendo demasiado —le dijo
—¿Y eso es malo?
—Sí, el único niño mimado aquí soy yo.
—Alucinas, Jungkook. Ambos sabemos que harías lo que yo te dijera.
—¿Qué puedo decir? Siempre tuve una debilidad por la gente bonita.
—Ya sé que soy bonito, gracias.
—¿Lo ves? Estoy alimentando demasiado tu ego.
—No puedes decir eso cuando eres un gran egoísta.
—Lo sé. —Jungkook suspiró. —¿Admitir que soy un egoísta de mierda me hace menos egoísta?
—No, te hace un imbécil.
Suspiró. —Lo sé, solo quería confirmarlo.
Taehyung sonrió mientras el atardecer caía. Los niños comenzaban a salir de sus casas y las risas en
el vecindario no se hicieron esperar.
El viento que despeinaba su cabello era el mismo que hacía volar las hojas secas por el lugar. La
vida está llena de matices. Por cada suspiro, un anhelo; por cada noche de insomnio un amanecer
lleno de incertidumbre.
Y es que, mientras una persona sonríe; otra en el universo pasa el momento más amargo de su vida.
—Creo que... reconocer que estás equivocado es parte de madurar.
—Nunca había estado tan consciente del dolor de trasero que puedo llegar a ser. No entiendo cómo
es que mi madre me soporta.
—O Seokjin... —se burló Taehyung a su lado.
Jungkook sonrió. —¿Sabes? Me desagrada tanto que nunca me detuve a pensar que probablemente
él la estaba pasando igual de mal conmigo.
—¿Por qué lo dices?
—La última vez que estuve con él... quizá haya sido un imbécil.
—¿Él?
—Yo. Él se comportó bastante decente, de hecho; aunque fue una terrible idea salir ese día y aún así
ambos aceptamos.
—No pudo ser así de malo.
—Solo piénsalo; un viejo anticuado hablándome sobre colocar correctamente el anzuelo, y
obligándome a usar protector solar. Creo que, de no haber caído al agua, habría terminado
ahorcándome con mi propio hilo para pescar.
—El día del lago... —dijo curioso— ¿Fue la última persona con la que hablaste?
—Sí, lastimosamente —bromeó.
—Nunca hablaste sobre ese día.
Jungkook sonrió pesadamente.
—No hay mucho que decir, ahora que lo pienso, pudo ser un día genial. Pero lo arruiné desde el
principio. El clásico Jeon haciendo estupidez tras estupidez.
—¿Qué sucedió? Seokjin no parece ser tan malo en el futuro.
—No era la idea de ir con él, era... lo que me perdí por marcharme ese día. Es una larga historia,
necesito que entiendas el contexto.
—Tenemos mucho tiempo —dijo Taehyung acomodándose para escucharlo.
El pelinegro suspiró mientras recordaba. —Nos habíamos mudado a San Francisco. No tenía
muchos amigos por lo que siempre regresaba a casa solo; un día, mientras caminaba distraído
tropecé con un chico que... parecía estar tan jodido como yo. ¿Sabes?
—¿Deprimido y perdido?
Jungkook rio ante su pregunta.
—Algo así; había terminado en un hogar temporal en San Francisco porque ninguno de sus padres
había aparecido en años. Lo único que sabía era que su padre había sidomilitar.
—¿Huérfano?
—Probablemente. Sintió que yo lo entendía y podría decirse que...
—Conseguiste un amigo —declaró, sin dejar de verlo. Completamente atento a sus palabras y
siendo incapaz de entender cómo es que su historia parecía no ser tan mala.
—Conseguí un amigo —confirmó—. El tipo estaba loco, me hizo este piercing —se tocó el labio—,
terminó en el hospital por mi culpa, fuimos a prisión. Y ese día en específico
—sonrió—, iríamos a la playa.
Taehyung tragó pesadamente. No estaba seguro de si eran sus nuevos recuerdos o de si la historia
debía ser de esa forma; pero la intriga le llenó y él fue incapaz de contenerse.
—¿Estabas enamorado de él? —le preguntó directo.
—No lo sé. Quizá debí, pero yo... creo que no puedo enamorarme.
—¿Cómo estás tan seguro de eso? —Un inexperto, viendo a través de sus deseos y su ignorancia.
—Es como, saber que hay algo aquí —se tocó el pecho— pero ser demasiado inseguro como para
aceptarlo.
—¿Miedo?
Jungkook negó sin decir una palabra, y luego prosiguió con su historia.
—Recuerdo bajar a desayunar esa mañana temprano y ver mis maletas empacadas para ir de pesca.
Estaba tan cansado que después de todo, terminé con Seokjin en medio de la carretera, llegué a este
pueblo mientras escuchaba sus historias y canciones viejas. Me burlé de él un par de veces, le hice
enojar, y ese malnacido aún así se comportó decente conmigo. Incluso cuando no pudo cargar la
tienda de campaña...
Se quedó callado. Las imágenes en su cabeza le golpearon cuando volvió a recordar haciendo que
su semblante cambiara de uno nostálgico a otro más bien lúgubre.
Recordó a Seokjin usando la sombrilla como bastón; lo difícil que le fue bajar su equipaje. Recordó
acercarse a él para ayudarlo, su caminata en el bosque y la conversación que eso desencadenó.
—¿Jungkook? —dijo Taehyung cuando le notó divagar.
—Su pierna —dijo serio—. Nunca pude preguntarle qué fue lo que sucedió.
—¿A qué te refieres?
Jungkook dudó; pero en el fondo, sabía que era tiempo de contarle la verdad.
—Ese día... —dijo con pesar— yo cargué con el equipaje solo, porque... en el futuro Seokjin no
puede caminar bien.
Las cejas de Taehyung se alzaron a la vez que su boca se abrió. Su hermano era un atleta, su vida
entera estaba dedicada a su cuerpo y él... no. No era posible.
—¿Qué?
—Él mismo decía que su pierna inútil lo traicionó. Se supone que pasó cuando era muy joven, dijo
que fue difícil empezar de cero; pero estando aquí, entendí la razón de que le tomara tanto tiempo.
—P-pero ¿Qué hay del béisbol y de... la universidad y de...?
Taehyung había hablado una y mil veces sobre lo peligroso que era hablar sobre el futuro, sabía que
no debía escuchar al pelinegro y que el conocimiento era un arma de doble filo; pero nunca imaginó
que aquello le esperase a Seokjin.
Y es que, sin importar sus diferencias, todo lo que siempre quiso era lo mejor para su hermano.
—No lo sé. De hecho, no supe que era un prodigio hasta que llegué aquí. El Seokjin que yo
conozco, es un hombre serio, que usa traje y hace análisis sobre finanzas.
Taehyung contuvo sus ganas de llorar. Su hermano tenía tantos sueños, tenía un brillante futuro en
el campo. Soñaba todas las noches con esa beca, ¿Y ahora resultaba que eso jamás pasaría?
—No... —musitó—pero, eso significa que...
—Me temo que él nunca logró llegar a las grandes ligas, Taehyung.
—Seokjin...—musitó Taehyung. No estaba preparado siquiera para imaginarlo.
Podría ser un tonto, pero era el tonto que le enseñó a andar en biciclera, aquel que llegaba a su
habitación a pedirle que le leyera un cuento cuando no podía dormir y el mismo, que le había
cuidado desde que tenía memoria. Su hermano y él corriendo por el bosque; las ventanas de los
vecinos que rompieron jugando béisbol no podían ser en vano.
Seokjin era parte de sus mejores recuerdos.
Jungkook notó sus ojos brillar y comenzó a temblar. Debía decirle la verdad, necesitaba hacerlo o
colapsaría. El pasado le quemaban en medio de su culpabilidad. Las imágenes corrían dentro de su
cabeza tan reales que un escalofrío le recorrió cuando recordó esa conversación en específico.
Luchó contra el dolor en sus entrañas y se armó de valor para seguir hablando.
—Hay más.
—¿Más? —tragó con fuerza—. ¿Qué le sucedió a Seokjin?
Jungkook negó.
—No es sobre él... es... —se quedó callado.
—¿Entonces de quién?
—Es sobre ti.
—¿Qué? —dijo confundido—. Dijiste que no sabías nada sobre mí.
—Te mentí. ¿Está bien?
Parpadeó indignado. —¡No, no está bien!
—He estado ocultándolo por meses, pero no puedo hacerlo más. Y lo siento, lo siento tanto. He
intentado todo, pero nada funciona.
—¿Jungkook?
—Seokjin... él me habló sobre ti. Pero yo fui a tan estúpido como para... pa-para...
—Jungkook... ¿Qué sucede?
Se pasó una mano por el cabello mientras volvía a hablar.
—Estábamos en el bosque; él hablaba sobre su juventud, yo me burlé. Él te mencionó, dijo que su
hermano solía tener ideas muy extrañas de ese lago, de ese bosque y.…—se quedó sin aliento
cuando un nudo se formó en su garganta. "...O al menos eso decía mi hermano."
Después de tantos días había sido incapaz de borrar el único recuerdo que le interesaba sacar de su
cabeza. No había encontrado el motivo ni el tiempo, mientras las horas seguían corriendo.
"Ah, tienes un hermano. Significa que hay más tarados como tú en el mundo. "
—¿¡Y.…!? —comenzó a alterarse cuando los ojos de Jungkook se llenaron de lágrimas.
—Seokjin dijo que su hermano... —tragó saliva pesadamente— bueno, tú...—no tenía el valor.
Necesitaba encontrar las agallas para decirlo.
Taehyung frunció el ceño molesto. ¿Qué más podía ocultarle? Sin duda alguna, era igual de terrible.
Se levantó y se paró frente a él. Lo tomó de los hombros para hacer que lo viera.
—Basta de rodeos —le encaró—. ¡Dímelo ya!
"Mi hermano falleció."
Jungkook suspiró con fuerza cuando su garganta ardió, y se limpió la lágrima que inoportuna se
deslizó por su mejilla.
—Él dijo que estabas muerto, Taehyung —le llamó, bajando la cabeza mientras lloraba—, Seokjin
dijo que su hermano, dijo que... murió a los dieciocho.
Levantó la mirada con miedo; al hacerlo, pudo contemplar el momento exacto en el que las densas
pestañas del castaño cedieron cuando las lágrimas aparecieron.
—No puede ser...
Negó consternado. Quizá por eso parecía ser el único al que no le afectaba su presencia.
—Lo siento.
—¿Qué? —negó con la cabeza—. No es cierto, ¡Dime por favor que no es cierto! —le suplicó
agitando su cuerpo.
—Es verdad. No pude preguntarle la razón, él se veía tan devastado y tan culpable que no tuve
corazón para abrirle aún más la herida.
—¡Debiste decírmelo! Pude encontrar una salida. ¡Un motivo!
—¡Lo intenté! —Se levantó—. Maldición, lo intenté tantas veces. Pero tú mismo dijiste que era
demasiado peligroso conocer el futuro. ¡Solo quería protegerte!
—¿Protegerme? ¡Es mi maldita vida, Jungkook! Pudiste decírmelo, pero no, elegiste joderle la
existencia a tu madre antes que ayudarme.
—No es así. Taehyung... lo siento. Sé que debí decírtelo antes, pero pensé que podría— Jungkook
intentó tomar su mano; sin éxito; ya que el castaño le empujó y dio un paso hacia atrás.
—¿Pero qué? —dijo interrumpiendo—. ¿Pensaste que podías cambiarlo?
—¡Sé que puedo hacerlo! ¡Podemos lograrlo!
—Mira hacia atrás, Jeon. Nada de lo que hemos intentado cambiar ha resultado bien.
—Será diferente. Si encontramos la forma de que pueda regresar; podré preguntarle a Seokjin sobre
tu muerte. Y luego...
—¿Realmente piensas que ese es un buen plan? ¡Casi te mueres ahogado!
—Lo sé, pero vale la pena intentarlo. Cálmate, por favor.
—¿Cómo te atreves a decirme que me calme? Jungkook, faltan dos meses para mi cumpleaños.
¡Dos malditos meses! Después de ese momento... podrían ser días, semanas o quizás horas.
—Te prometo que he hecho todo a mi alcance para que nada te suceda.
Taehyung se quitó los anteojos que ya estaban empañados, los colocó en el cuello de su camisa, y se
limpió los ojos con el antebrazo. Eso significaba que todas las palabras de Jungkook... ¿Nunca
fueron reales?
—¿De eso se trata entonces? ¿De tu lástima hacia mí? —se pasó ambas manos por el cabello—.
Soy tan imbécil, maldición.
—No, Taehyung. No es lo que piensas.
Las aventuras nocturnas y ese extraño interés que el pelinegro tenía por saber todo de él. La forma
en la que le abrazaba para la espalda y los besos que le daba en la frente cuando creía que Taehyung
estaba dormido. ¿Por qué haría todo eso? ¿Por qué?
—Ahora todo tiene sentido—dijo cuando creyó haberlo entendido—. Las charlas profundas y.… las
atenciones estúpidas. Querías compensarme en caso de no lograrlo, ¿No es así?
—Yo... —su dudar hizo que el otro sacara cientas de conjeturas erradas.
Kim negó mientras reía amargamente. Arrastrando las palabras que era apenas capaz de decir. Él...
no tenía a nadie realmente, ¿Cierto?
—Soy tan iluso. Joder, Seokjin tenía razón, soy estúpido y manipulable.
—Taehyung...
—¿Sabes? Por un momento llegué a pensar que hacías todo eso porque tal vez tú y yo...
Porque tal vez estabas... —suspiró, ¿Él lo estaba? Incluso si apenas comprendía sus sentimientos
fue incapaz de contestarse que no.
Luego recordó que el mismo Jungkook le había dicho muchas veces antes que estaba tan roto y era
tan egoísta que nunca podría llegar a enamorarse. No había mentido en eso al parecer.
—¿Qué cosa?
—Olvídalo, no vale la pena entenderlo —dijo en medio de su sollozo.
—Perdóname, te lo ruego... —Jungkook se acercó a él para rodearlo con sus brazos, pero este
retrocedió y le vio con severidad.
—Déjame solo.
Le dio la espalda y comenzó a caminar hacia su bicicleta.
—¡Alto, espera! —Jungkook lo siguió rápidamente para tomarlo del brazo.
—Suéltame —ordenó con dura voz.
—Si me escucharas, si entendieras mis motivos...
Se soltó de su agarre, y no le dejó terminar. —Entiendo tus motivos, pero quisiera saber si alguna
vez te interesó algo además de ti.
—¿Qué? —ladeó la cabeza, y el otro se subió a su bicicleta.
—Joder, ¿Alguna vez te detuviste a pensar por dos segundos en alguien que no fueras tú mismo?
—Basta, no es así.
—Piénsalo con lógica, Jungkook. Nosotros lo logramos y te marchas sin decir una palabra; tú...
vuelves a tu época, mi hermano pierde una pierna, tu madre vive infeliz, yo muero... y todo seguiría
su curso. Tendrías tu vida de nuevo. —Se jactó indignado—. No, tendrías la vida que querías,
maldición. ¿Acaso alguno de nosotros significa algo para ti?
—Dijiste que era peligroso para un hombre saber demasiado sobre su futuro.
—Sé bien lo que dije... —Apretó la mandíbula—. Pero si esa es tu excusa, solo significa que no te
importa cuando se trata sobre ti mismo, como siempre.
Jungkook bajó la cabeza; le era imposible levantar la mirada cuando lloraba. Mientras creció dejó
de hacerlo frente a los demás y justo en ese momento volvió a sentirse frágil.
Taehyung comenzó a pedalear avanzando y dejando en medio de la calle a un joven con el alma
destrozada.
Jungkook se arrodilló sobre el asfalto y aunque quiso correr detrás de él no pudo hacerlo.
Así que allí, en la noche que le cobijó, siguió llorando hasta perder el aliento.
El castaño que se marchó se movió rápido por la carretera intentando alejarse de sus pensamientos.
Intentaba limpiarse las lágrimas del rostro con el codo mientras apenas sostenía el timón de la
bicicleta sin poder dejar de llorar.
Los últimos meses le había hecho sentir que su vida valía la pena. ¿Ahora resultaba que eso era lo
único que le quedaba? Y ese futuro prometedor al que se había aferrado con tantas fuerzas en
aquellas noches de soledad, en realidad nunca llegaría.
Se quedó parado en medio de la carretera cuando sintió que no podría seguir manteniendo el
equilibrio para avanzar sollozando mientras las hojas volaban en el aire. Así que soltó la bicicleta y
la dejó tirada a un lado del camino comenzado a correr.
El viento, que golpeó su rostro, y la desesperación de la verdad se clavaron en su cabeza de una
forma que quiso ser capaz de olvidarlo todo. Una desesperación que le hizo saber que el futuro
estaba sobrevalorado.
Siguió corriendo; sin detenerse y pensando que Jungkook era un idiota por la forma en la que le
hizo sentir aún sabiendo lo que pasaría. Taehyung era, como todos decían, solo un niño inocente.
Una pequeña espina en su pecho se hundió profundamente cuando pensó que al parecer estaba más
perdido que Jungkook.
Quizá ninguno de los dos tenía salvación.
CAPITULO 15
15.

La última vez o quizá la primera; el final de algo es el inicio de otra cosa quizá muy distinta a la
anterior.
La luz del día hace parecer que la vida avanza rápido; por eso, las noches son eternas cuando no se
le teme a la oscuridad.
—¿Cara o cruz?
Cada brecha del destino crea una historia por accidente. A veces un hermoso momento, otras una
tragedia; pero siempre, una anécdota nueva para contar.
Jungkook volteó a ver al chico a su lado, quien sostenía una moneda frente a él.
Estaba oscuro, y la luz de la calle era lo único que le ayudaba a asimilar los objetos a su alrededor.
—Creí que estabas durmiendo —le dijo acomodándose para verlo mejor.
El chico negó viendo hacia el techo, y sentándose entre las sábanas de la cama.
—Elige, cara o cruz.
—¿Qué sentido tiene?
—Solo hazlo.
Jungkook frunció el ceño.
—Cruz —eligió sin saber realmente a qué se debía su pregunta.
—Entonces supongo que debo irme —le dijo.
El pelinegro se recompuso sobre la cama, sentándose al verlo comenzar a levantarse.
—Alto, alto, espera. Eso no es justo, no sabía las reglas de tu juego
—Elegiste cruz, así que sí.
—Eres un tramposo.
El chico rio negando con la cabeza mientras tomaba su ropa del suelo para volver a vestirse
—De todas formas, si hubieses elegido cara también te habría dicho lo mismo.
—Dominic... —le llamó con suave voz sin dejar de verlo—. No tienes que irte.
El otro se puso de pie, abotonado su pantalón y batallando por ponerse sus zapatos sin tambalear
mientras se sujetaba de la repisa de Jungkook.
—Odio ese nombre —le interrumpió—. Además, sí, tengo que, te recuerdo que tu padrastro está a
dos habitaciones de esta.
—¿Le temes a Kim?
—No, pero seguir follando con su hijo no sería un gran agradecimiento de mi parte por sacarme de
prisión.
Jungkook se rascó el cuello apenado. El chico ya estaba vestido, y Jeon le vio caminar hacia la
ventana.
—Como sea, es tarde, las calles no son seguras a esta hora.
Este solo rio, y quitó el pestillo para abrir la ventana y empezar a pasar una pierna por el marco.
—¿Acaso no recuerdas de dónde vengo? —le dijo casi burlándose de él—. Chico, las calles de
Nueva York podrían darles una paliza a las calles de San Francisco.
—Dejando tu altanería de lado, yo hablo en serio, podría sucederte algo. Es peligroso.
El pelirrojo negó con la cabeza, antes de pasar la otra pierna por el marco y sujetarse el balcón.
—Tranquilo, sé cuidarme solo —respondió—. Descansa, Jungkook. Te veré en la mañana, no
llegues tarde —dijo, antes de soltarse finalmente para trepar por los balcones, y aterrizar entre las
hojas que estaban cerca de la acera de la casa de Jeon.
Jungkook suspiró y se dejó caer de espaldas sobre su cama de nuevo. No tenía idea de la hora, pero
el sonido de su reloj sobre la mesa de noche era lo único en lo que podía concentrarse.
Se sentía culpable, probablemente debió decirle a Dominic que no iría con él a la playa al día
siguiente; pero no lo hizo.
Quizá porque no quería fallarle a su único amigo, o porque no era bueno diciendo la verdad. Quizás
ambas.
Bueno, después de todo, decir la verdad nunca le había traído nada favorable.

60 días antes de.

Los árboles de la carretera parecían gritarle que se apresurara, mientras avanzaba velozmente, a
zancadas, como si intentara mover el suelo con los pies.
Su pecho temblaba al jadear, respirando por la boca. Sin detenerse y corriendo en la oscuridad del
pueblo.
Taehyung estaba desesperado por escapar de sus pensamientos y sus ideas.
Apenas podía ver el camino debido a las lágrimas en sus ojos.
No pretendía ser dramático. Pero se sentía como si toda la parte racional de su cerebro se hubiese
apagado.
Toda esta inteligencia no le servía para nada mientras buscaba una solución.
Estaba corriendo de regreso al pueblo, la zona residencial estaba cerca. Lo sabía por las luces y las
voces que se escuchaban no muy lejos.
Cuando llegó al centro, se quedó quieto viendo a las personas a su alrededor con sus disfraces y
riendo alegres.
Es cierto, aún era Halloween.
Los niños corrían por las avenidas con gran alegría y las calles estaban iluminadas por velas en las
ventanas de unos cuantos comercios que aún se encontraban abiertos.
El color de las calabazas que adoraban, combinaba con las hojas ocres que estaban por toda la
acera, y a su vez, estas en contraste con las tétricas ramas desnudas de los árboles.
Se limpió el rostro y comenzó a caminar por el lugar con calma. Habían pasado años desde la
última vez que estuvo un Halloween en el centro. Y estaba tan jodido, que hasta la melodía de una
canción que cantaban los pequeños disfrazados le pareció deprimente.
Un par de metros adelante. Se paró frente a la única licorería abierta para comprar algún licor de
trago amargo.
Entró sin problema alguno y se acercó a uno de los aparadores tomando una botella de líquido
transparente. Luego se acercó al mostrador para pagar, sin decir mucho.
¿Beber le parecía estúpido? Sí. ¿Estaba desesperado? También.
Sabía que no tenía sentido; pero sus pensamientos comenzaban a hartarlo. Tanta inteligencia, y lo
único que quería era desconectar su cerebro por un momento.
—¿Seguro de que quieres llevar eso? —le dijo a la dependiente.
—En este momento llevaría lo que sea —confesó con cansada expresión.
—Voy a necesitar tu identificación, jovencito.
Sonrió tranquilamente y tomó su billetera para sacar de ella su identificación falsa para deslizarla
sobre el mostrador hasta la cajera, quien no estaba muy convencida de la edad que decía tener.
—Veintiún años, ¿eh? —le dijo con una ceja alzada. Sabiendo que él iba a la misma escuela que su
sobrino.
—Recién cumplidos —declaró antes de tomar varios billetes y ponerlos frente a ella—. Puede
quedarse con el cambio.
La mujer dudó en tomar el dinero; pero el sonido de la caja registradora abriéndose le confirmó que
había salido todo bien.
Tomó su botella y se dio la vuelta camino a la salida.
Estando afuera, la destapó, dando un vistazo rápido a su alrededor y al constatar que no había nadie
cerca, la acercó a su boca para darle un gran trago que le quemó la garganta cuando bajó a través de
esta.
Agitó la cabeza con el ceño fruncido. Esto del alcohol estaba sobrevalorado. Como sea, no había
mejor forma de hacer a los miserables, aún más miserables, que estar ebrio.
Se había quitado sus anteojos, y tenía las mangas de su camisa dobladas a la altura de sus codos
avanzando a la mitad de la calle.
La hora pasaba un poco más de las ocho p.m. y ya no había muchos lugares para ir.
Caminó hacia la alcaldía; y subió lentamente las escaleras. Cuando llegó a la última, se sentó para
contemplar mejor el pueblo.
Las calles resplandecían; debía admitir que esto de las fiestas siempre les había dado cierto brillo
especial a las personas.
Abrazó sus piernas y colocó su mentón sobre sus rodillas con triste expresión.
Le habría gustado tener su libreta para desahogarse en ese momento; quizá se había convertido más
en un diario por todas las cosas personales que había escrito en ella.
«¿Qué es la muerte?» Se preguntó a sí mismo, como si estuviese escribiendo en su libreta. «Nada
más que el inicio del final.» Se contestó.
¿Cuántas variables existían en su historia? Porque algo iba a matarlo, pero, ¿Qué?
Le dio un trago pequeño a la botella.
Era muy joven para pensar en morir y aún así se burló, después de todo, ¿no es ese el
final que todos obtendremos?
Alzó la vista, observando la luna en cuarto menguante y dejando el olor de fresco lugar calar en sus
pulmones.
A su lado izquierdo, una mancha en la pared de la alcaldía llamó su atención. Se concentró en ella,
y encontró sus propios en trazos de pintura.
Sonrió vagamente. Aún no habían limpiado el mural que él y Jungkook dejaron la otra noche allí.
—Ningún futuro es real, eh, Taehyung —se dijo a sí mismo con zozobra. Se sentía demasiado
estúpido pensando en su positivismo de mierda.
Pero al bajar la vista, esta vez, logró ver por completo la frase que Jungkook había escrito debajo de
la suya. Y no pudo evitar sentir deseos de llorar otra vez.
No sabía qué le dolía más; si la repentina revelación de su final, o su primera ilusión rompiéndose
abruptamente.
Quizá Jungkook le había ocultado cosas; pero incluso con eso, en el fondo estaba seguro de que sus
actos eran genuinos.
Porque aun sin conocer sus intenciones, por primera vez, al menos por unos segundos, Taehyung
sintió que alguien en el universo lo había elegido a él.
Negó con la cabeza; eso no cambiaba el hecho de que no quería verlo. Regresó su vista a la botella,
un par de tragos y había perdido el deseo de seguir bebiendo.
El hecho de que no supiera cómo exteriorizar sus emociones no significaba que estas no estuvieran
allí.
Se sentía un poco mareado; aparentemente el alcohol sí funcionaba. Pero no era exactamente lo que
estaba buscando.
Así que se levantó, y dando una vista rápida al mural en la alcaldía, tomó su botella para luego
dirigirse al camino de regreso a casa.
En medio de los suburbios, las casas decoradas con heno y calabazas le hicieron sentir como un
niño. Sus pasos eran lentos, y aunque no quería, seguía sobreanalizando todo.
Había estado hablando de lo que quería hacer antes de morir por meses; y ahora, no se le ocurría
nada realmente bueno para hacer valer el tiempo que tenía.
Estaba despeinado y su ropa desordenada. Su imagen desaliñada sin los anteojos y su expresión
dura le hacían lucir intimidante mientras avanzaba ganándose algunas miradas de otras personas
que vagaban por la calle.
Hasta el momento había sido metódico y racional en todo; pero aquello que le caracterizaba no era
todo lo que podía ser.
Cuando llegó a la calle de su casa se apresuró a moverse sin ser visto por algún vecino, corriendo
hacia el garaje para poder entrar por la parte de atrás de la casa.
Entró lentamente, la casa estaba en total silencio. Sus padres pasaban mucho tiempo en las
actividades de la iglesia, así que en una noche como esa no le sorprendió que no estuvieran en casa.
Avanzó por su morada hasta las escaleras para subir a su habitación. Cuando entró, lo primero que
vio fue el uniforme de béisbol de Jungkook que estaba en una sercha, y se reprochó a sí mismo.
Sabía que alguien de su familia podía entrar en cualquier momento a la casa y verle a media crisis;
y eso era algo último que necesitaba para culminar un día fantástico.
Así que tomó las sábanas de su cama, y su almohada sin soltar la botella. Y se dirigió al único lugar
donde sabían que no iban a encontrarlo.
Regresó al pasillo, y tiró del cordón del techo para abrir la puerta del ático desplegando las
escaleras. Para después subir con desgano y cerrar la puerta desde arriba.
Era la analogía del teléfono público. La llamada duraría hasta que esos veinticinco centavos
terminaran, y desgraciadamente, él le había colocado la moneda hace tiempo.
Dejó su botella sobre un pequeño mueble que llevaba años allí y luego se sentó sobre una caja con
sus sábanas encima, mientras veía sus libros pensando que, si alguien podía encontrar una solución,
debía ser él mismo.
Debía ser alguien con su intelecto.
Y no el chico con la mente turbulenta que, de todas formas, era un caso sin esperanza.
...
El encargado de la estación de servicio de la gasolinera marcó su salida del lugar a las ocho y dos
minutos de la noche.
Se puso aquel sombrero que utilizaba para ocultar la calvicie y subió a su auto para marcharse a
casa.
Minutos después; los dos adolescentes que trabajan en el lugar asomaron la cabeza para constatar
que su tirano jefe ya se hubiese marchado. Cuando estuvieron seguros de estar solos, se movieron
rápidamente a cerrar las persianas del lugar para poder irse más temprano.
Mientras el chico comenzó a tallar el piso, su compañera juntó toda la basura del turno para poder
sacarla de la tienda.
Arrastró las dos pesadas bolsas y caminó por la parte trasera, hacia el contenedor de basura.
Le quitó el seguro a la tapa y la levantó, para después alzar la primera bolsa hacia su interior; pero
no esperaba que la bolsa gimiera de dolor cuando cayó dentro del contenedor.
O bueno, en realidad no se trataba de la bolsa. Sino de un pelinegro que se levantó sobresaltado
cuando la basura le cayó encima.
Agustus Min abrió los ojos de golpe y se puso de pie casi por instinto.
La chica se asustó y comenzó a gritar cuando le vio emerger del interior del basurero.
—¡Oye, oye! ¡Calma! —pidió agitando las manos y rogándole al cielo que la chica se callara.
Su compañero salió corriendo desde dentro de la tienda con una escoba en la mano y dispuesto a
apalear a Yoongi.
—¿¡Qué demonios sucede aquí!? —gritó amenazando a Min con su escoba.
El pelinegro negó con las manos y la cabeza. —Estábamos buscando botellas y la puerta del
contenedor se cerró, llevamos encerrados horas, lo juro —dijo intentando tranquilizar a los otros.
—¿Estábamos? —cuestionó el chico.
—Oye, levántate, animal. Tenemos que irnos.
Min movió la pierna para patear a Seokjin y hacer que reaccionara. El castaño se quejó, pero
cuando abrió los ojos y vio el cielo no dudó en levantarse para poder salir de allí.
—¿Seokjin? —dijo ella viéndole desconectada.
Ellos eran de primer año, y no entendían ¿Qué hacía alguien tan popular como él en la basura de su
trabajo?
Kim no le contestó, en realidad ni siquiera sabía quién era ella; simplemente tomó impulso para
saltar fuera del contenedor. Para después extender sus brazos hacia Yoongi para ayudarlo a salir.
—Esto nunca pasó, ¿Está bien? —les dijo dándoles una rápida mirada. Ambos asintieron.
Yoongi comenzó a caminar por la carretera. Estaba sucio, le dolía el cuello y casi fue secuestrado
por unos lunáticos. Definitivamente su Halloween había ido mal desde que comenzó.
—Estúpido lago y estúpido pueblo —masculló molesto mientras avanzaba—. Estúpido gobierno,
estúpidos lunáticos de los dardos...
Kim volteó a ver al notar que el menor se estaba alejando.
—Oye, espera —dijo comenzando a caminar detrás de él.
Yoongi suspiró cansado y apretó los ojos.
—...Y estúpido Seokjin —resopló cuando el otro llegó a su lado.
—¿A dónde vas?
—Me voy a casa, ¿No es obvio?
—¿Crees que volverán por nosotros?
Meditó un par de segundos mientras caminaban. Hacía demasiado frío y ambos parecían sentir los
estragos del viento.
Bueno, después de todo, habían pasado horas en el resguardo del contenedor.
—Probablemente, aunque... —pateó una piedra que encontró en el camino— no sé porqué nos
quieren a nosotros. Es decir, yo solo soy un artista fracasado, ¿Qué clase de peligro represento para
sus planes?
—No lo sé, tal vez podrías hacerlos deprimirse hasta la muerte. Yoongi levantó su mano para
golpear en el estómago a Seokjin.
—Gracioso... —rodó los ojos mientras el castaño contenía su risa por encima del dolor.
—Sabes que solo bromeo. Como sea, puede que nos estén confundiendo, además, ya estoy
acostumbrado, es más, casi me dan ganas de saludar al lunático de los secuestros.
—¿El rubio que intentó dormirme con un dardo?
—Sí, él... —Seokjin frunció las cejas. Él lo había visto mucho antes, pero no podía recordar dónde.
—Tenemos que ocultarnos.
—No creo que sea necesario.
—¿Qué pasará cuando abran la escuela? Ellos tienen nuestros rostros, nos encontrarán.
—No se atreverán a entrar a la escuela.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Está llena de menores, por eso. De hecho, creo que entre más concurrido esté el lugar más seguro
será para nosotros.
Seokjin se rascó el cuello.
—No entiendo en qué demonios estamos metidos. Es como si estuvieran controlando mis
movimientos.
Yoongi no le respondió de inmediato. No creía que les hubiesen identificado realmente, o los
habrían atrapado hace tiempo; en realidad, lucía como si estuvieran siguiendo una especie de retrato
hablado o de cronograma.
Porque de ser así, la imagen de un castaño alto y un pelinegro con perforaciones encajaba no solo
con Taehyung y Jungkook, sino también con ellos dos.
No quería sacar conclusiones erradas; pero era lo único que se le ocurría.
—No exageres. De todas formas, la próxima vez que se acerquen a nosotros estaremos preparados.
—¿Cómo?
—Yo los deprimo y tú los golpeas, ¿Vale?
Kim no pudo evitarlo, y soltó una gran carcajada. De esas que evitaba para que su extraña risa no
quedara al descubierto, Yoongi sonrió con la vista al frente.
—No puedes usar mis propias bromas contra mí. Agustus, estamos en peligro, yo hablo en serio.
—Yo también. La próxima vez que se acerquen, espero que tengas tu bate listo, porque vamos a
pelear.
—Uuuhh... ¿Desde cuándo eres tan rudo, rarito?
—Desde la vez que ocho tipos me golpearon hasta que me desmayé.
Seokjin se removió incómodo y carraspeó con la garganta.
—No era el momento para que dijeras eso.
El otro sonrió cínicamente. —Lo sé, simplemente me encanta atormentarte.
Había mentiras bonitas, e historias incompletas; pero más allá de eso, las anécdotas de ambos eran
un compendio de ambas. En las que por mucho que quisieran fingir demencia, ninguno podía.
—Eres cruel, la culpa no me dejó dormir por meses.
—Uy, sí. Como no. Eres un adicto a los relajantes musculares, Kim. Tus drogas te hacen caer como
costal de papas.
—Ya no las tomo —confesó.
—¿Ah, no?
—No, he mejorado mucho. La última vez que lo hice o bueno —ladeó la cabeza—, que creí
hacerlo, fue hace meses. Estoy limpio.
—Eso es bueno.
—¿Y tú? —le preguntó con ambigua voz. No quería delatarse a sí mismo y decirle que le había
escuchado hablar solo en el cementerio. Agustus Min siempre había tenido problemas para su
alimentación, y quizá, se sentía culpable de saberlo. Porque siempre lo supo, pero lo había olvidado.
—¿Yo que?
—¿Has estado comiendo?
—Sí —dijo cortamente, pero su voz no sonaba triste—. Taehyung y yo estamos aprendiendo nuevas
recetas, aunque creo estoy comiendo demasiado ahora —se burló de sí mismo.
—Me alegra que estés mejor... —Su hermano era todo un cocinero ahora, ¿Eh?
—Subí dos tallas, ¿Sabes? —se animó a contarle—, pura proteína y ejercicio.
—¿Haces ejercicio? —Ladeó la cabeza sin llegar a ser ofensivo.
—Jungkook ha estado ayudándome con eso, y creo que vamos por buen camino.
—Vaya, parece que tienes a tu propio entrenador personal...
—Ellos se preocupan por mí, y no lo entiendo.
Seokjin volteó a verlo; estaba celoso, pero no sabía de quién de los tres. Si de su hermano por ser
tan cercano a Min, de Yoongi por tener tanta atención o de Jungkook por ocupar su lugar con
ambos.
—Deberíamos buscarlos —dijo restándole importancia a sus pensamientos, rompiendo con el
momento en el que divagaron en los vestigios de su confianza.
—¿Qué?
—Si nos están buscando, es probable que a ellos también. Lo mejor será que nos mantengamos
juntos.
—Quizá tengas razón.
—Es tarde, espero que hayan vuelto a casa.
Yoongi chasqueó la lengua y negó con la cabeza.
—No creo que ellos estén allí —dijo mientras se acercaban al centro— salieron a pedir dulces, y
después... —No sabía si era prudente mencionarlo.
—¿Después qué?
—Se supone que irían a la fiesta del equipo.
Seokjin arrugó la nariz. La fiesta de Halloween era usualmente oficiada por el capitán del equipo de
béisbol cada año; este era su año; pero había estado tan distraído que cuando Daniel se ofreció a
hacerla él... no le puso ningún "pero".
Últimamente, los chicos del equipo comenzaban a parecerle molestos; bueno, quizás en especial él.
—Hará que lo maten; la última vez que se acercó a una reunión de esas casi tuve que golpear a la
mitad de mis jugadores por perseguirlo. ¿Por qué querría ir Taehyung a esa fiesta?
—Por la misma razón que no lo atraparon la última vez. —Seokjin alzó una ceja—. Porque
Jungkook irá.
—Cierto, él es parte del equipo. —Suspiró—. Tendremos que ir por ellos.
—¿No deberíamos darnos un baño primero?
—Ya tendremos tiempo para eso después. Venga, date prisa, Agosto.
Entraron por la zona residencial, sin necesidad de pasar por el centro. Caminando por la acera
mientras se acercaban a la casa de Daniel.
El jardín estaba lleno de personas, al igual que la entrada de pintura azul que parecía habían
intentando cepillar, pero solo habían logrado ensuciar más el pórtico.
Seokjin sonrió con gracia viendo la casa de su compañero así de sucia; con huevo en las paredes y
papel higiénico enredado en todo el barandal.
Avanzó hacia la puerta, pero sintió un pequeño jalón en su camisa. Volteó a ver a Yoongi. —Te
esperaré aquí, apresúrate —le dijo.
—Estás idiota si piensas que te dejaré quedarte aquí solo. —Kim negó repetidamente con el ceño
fruncido.
—No necesito que me cuides.
—Lo sé; pero aún no han hecho la broma de la noche, y estoy seguro de que si te ven vagando solo
por allí terminarás en el asta de la bandera. Tú mismo lo dijiste, bro, ocho contra uno.
Yoongi resopló, el miope tenía razón.
—Bien, entremos —aceptó moviéndose hacia el interior de la casa a través de la puerta abierta.
Había muchas personas en el lugar, estaban bebiendo y el gran estruendo de risas resonaba por toda
la casa.
Yoongi pensó que la fiesta tenía mucho estilo; Seokjin pensó que él pudo haberlo hecho mejor.
Varias de las chicas comenzaron a murmurar entre ellas al ver entrar a Seokjin, y su atuendo de
mecánico sucio.
Porque sí, había pasado encerrado horas con la misma ropa que usaba para arreglar el auto, en el
que su camisa sin mangas dejaba al descubierto sus brazos.
Comenzó a caminar entre las personas buscando a su hermano.
Min en realidad no se sentía incómodo; amaba la música, en cualquiera de sus formas.
Se distrajo un momento con la canción que sonaba, y cuando volvió a reaccionar notó que Seokjin
no estaba a su lado.
—Maldición, "Sí, claro, no voy a dejarte solo" —masculló negando con la cabeza—, estúpido,
Seokjin —suspiró—. Estúpido Yo.
Volteó a ver a todos lados; pero no había rastros del castaño. Entonces se movió un par de pasos, y
al toparse con la mesa de bocadillos, decidió quedarse allí.
Después de todo, era comida gratis, y él tenía mucha hambre.
Tomó un tazón de nachos, un emparedado, un trozo de jamón y medio melón; después volteó a ver
el pastel que estaba allí, lo observó con los ojos entrecerrados y decidió que lo atendería luego.
Quizá debería estar más preocupado por los chicos; pero joder, ni ellos mismo se preocupaba. De
hecho, le preocupaba más la madre de Jungkook que el mismo Jungkook.
"Ella es un poco misteriosa", pensó, "Igual a su hijo, atractiva y traumatizada". Y luego agitó la
cabeza.
¿De cuándo acá le importaba eso? No lo entendía, la empatía que fluyó hacia ella le hizo ver que la
mirada triste de Jungkook era un reflejo de la de ella.
Tomó una servilleta y se limpió la boca, para luego buscar una bebida. Sabía que el ponche estaba
alcoholizado, así que optó por tomar una lata de refresco en su lugar.
La destapó y estuvo a punto de comenzar a beberla cuando una mano le tocó el hombro.
—Min —le dijo el chico—, justo a tiempo para la diversión.
—Yo ya me iba. Solo estaba buscando a un amigo.
Apretó los ojos, y volteó para encontrarse con Daniel. Al hacerlo, su temor se desvaneció, y su risa
se hizo presente al ver al mayor con manchas de pintura azul en el cabello y rostro.
—¿De qué te ríes, fenómeno?
—¿Cómo que de qué? —Sabía que iban a joderlo, pero no pudo evitar seguir hablando—. No
puedes disfrazarte de mierda de pitufo y esperar que la gente no se burle.
Un bullicio en conjunto se escuchó cuando eso sonó como una declaratoria de guerra.
Yoongi se paró firme, esto iba a dolerle.
Seokjin había recorrido toda la casa sin ver a los chicos. Incluso había preguntado a los presentes,
pero nadie había visto a Jungkook o a su hermano. Cuando la atención de todos se posicionó en el
centro de la sala, al igual que todos, volteó desde el desayunador de la cocina para conocer el origen
del revuelo.
—Adoras visitar la sala de urgencias, ¿Cierto, idiota? —le dijo a Min a para intimidarlo.
—Soy cliente frecuente —le respondió con la sonrisa más burlesca del mundo.
Vio el momento en el que Daniel tomó del cuello de la camisa a Yoongi frente a todos, como si de
un espectáculo se tratara. Y se abofeteó mentalmente al recordar que no venía solo, moviéndose
veloz hacia ellos.
Entonces, se avanzó rápido para meterse en medio de ambos.
—Suéltalo —le ordenó.
—¿Pero ¿qué mier-, Seokjin? —dijo incrédulo—. Creí que no vendrías.
—Tuve que hacer algo de camino —se acercó imponente, los demás miembros del equipo
retrocedieron. —¿Qué esperas? Te dije que lo soltaras.
—¿Por qué?
—Él viene conmigo, ¿Algún problema con eso? —El silencio de sus compañeros se vio
interrumpido por un unánime "uuuh".
—¿De cuándo acá te convertiste en salvador de los fenómenos, eh, Kim?
—Oye, oye, deberías bajarle a tu tono —Seokjin avanzó sin miedo.
—¿Qué te sucede, Jin? Fallas tiros, te juntas con inadaptados y te ciegas por un par de piernas
bonitas.
—¿Y eso qué? ¿Estás así de obsesionado conmigo?
—¿Quién eres? Siento que no te conozco.
—Yo... no lo sé. Quizá nunca me has conocido en realidad.
—Estás jodido, amigo. Ni siquiera estoy seguro de que seas importante para el equipo aún.
—Alto, ¿Entonces de eso se trata? ¿Crees que puedes ser mejor que yo?
—Claro, ¿Qué clase de líder eres cuando no te importa el equipo?
Seokjin negó con la cabeza, ni siquiera él mismo entendía qué era lo que había cambiado.
—La clase que no necesita rebajarse a patear tu trasero, hacer fiestas ridículas o decir estupideces
para sentirse superior.
La música había bajado su volumen, y las miradas de todos parecían estar centradas en la riña entre
ambos jóvenes.
El ambiente se volvió increíblemente tenso cuando el resto de las personas aumentaron el bullicio.
—Hijo de p.…—Quiso avanzar, pero Seokjin lo evitó empujándolo de los hombros.
La espalda de Daniel chocó contra un chico detrás de él, quién estaba junto a Yoongi. Al hacerlo, su
refresco se derramó casi por completo sobre su camisa roja.
—¿Quieres ser el líder? Demuéstralo en el campo —le dijo dándole un ultimátum—. No te metas
conmigo
Entonces, dio una corta mirada a Yoongi para que le siguiera, el otro estaba demasiado ocupado
intentando limpiarse, así que simplemente, pasó al lado de Daniel restándole importancia al chico, y
se acercó a Min para tomarle del brazo, y hacerle caminar junto a él.
Se abrieron paso entre la gente para salir de esa casa y una vez en el jardín, Yoongi se atrevió a
mirarle para hablar.
—¿Qué fue todo eso allá adentro? —preguntó casi incrédulo.
—¿A qué te refieres?
No sabía cómo decirlo, pero lo hizo.
—Unas treinta personas allá adentro te vieron conmigo...
—¿Eso qué? —dijo caminando en el jardín y viendo el árbol de enfrente lleno de papel higiénico.
La existencia de un sentimiento puro hacía que los cambios de la historia marcharan por rumbos
positivos para todos.
—¿Estás loco o eres hipócrita? ¿Qué es lo esperas de mí?
—¿Quieres que sea honesto contigo?
—Sí.
—Amo el béisbol, pero me importan una mierda los imbéciles del equipo. No sé qué sucede
conmigo, ni porqué de pronto me siento tan culpable. Necesito llenar el vacío de mi cabeza. ¿Está
bien? Quiero que dejen de verme como un imbécil, quiero saber porqué mi hermano me miente, y
porqué alguien que dijo que me ama decide actuar como si fuera una desconocida para mí.
—¿Y como a ellos no les interesas piensas que soy un comodín o algo así?
—No. Sobre eso en realidad... solo quería a mi mejor amigo de regreso.
—No es así de simple.
—¿Por qué no?
—Porque tú eres un idiota y yo... —tragó saliva— yo no quiero estar cerca de ti.
—Entonces, velo como un trato. Tú me ayudas a entenderlo todo y yo te dejo en paz.
—Ya hice suficiente —dijo, consciente de que no debía ayudarlo más. Entonces comenzó a caminar
por la acera para alejarse de él.
Ambos habían olvidado por completo su misión de buscar a los chicos.
Seokjin le siguió e intentó detenerle, comenzó a avanzar a su lado mientras ambos se movían a la
mitad de la calle.
—Pero yo no. ¿Sabes? Últimamente siento como si tuviera un nuevo sistema. Quiero... cambiar.
—¿Y a ti qué mosco te picó?
El último cambio en su futuro le había golpeado de lealtad y energía.
—Lo que haya sido, me hizo reconocer que soy un idiota. ¿Está bien?
—¿Y eso cómo me afecta a mí?
—Llegué a la conclusión de que la única forma de entender qué sucede en este jodido pueblo es ser
uno de ustedes. Así que eso es lo que seré.
Yoongi alzó una ceja interesado. Un lugar nuevo, y una ruleta de papeles que en el libreto de su
historia se había movido de lugar otra vez, sin rumbo y sin patrón alguno.
Historias chocando y mezclándose unas contra otras de todas las formas posibles.
Habían llegado a la zona boscosa, y aunque sabían que no era buena idea caminar por allí, era la
única forma de regresar a casa.
—Quiero verte intentarlo —le dijo—. La vida en este lugar es como sentir dos historias a la vez, y
créeme no quieres entenderlo.
Seokjin caminó un poco más rápido para pararse frente a él y detenerlo. Min chocó contra su pecho,
y se sintió tan pequeño cuando tuvo que levantar la cabeza para verlo al rostro.
—Puedo cambiar la historia, y lo voy a lograr porque vas a ayudarme.
—Ponlo en palabras que entienda. ¿Qué podría hacer yo? —sarcástico.
—Conviérteme en tu musa. Dime qué hacer y lo haré, pero por favor, necesito saberlo todo. Quiero
saber lo que hay dentro de ese lago.
Yoongi tragó; Seokjin le colocó una mano en el hombro.
—¿Desde cuándo sabes el significado de la palabra "musa"?
Seokjin parpadeó confundido y agitó la cabeza.
—Desde... siempre, creo.
El pelinegro retrocedió sin entender su comportamiento. Seokjin le veía tan fijamente como había
dejado de hacerlo desde hacía años, y él era incapaz de ignorar sus labios que brillaban.
—No —dijo seco—. Estás delirando, tienes que seguir tu historia original, y yo no debería estar
hablando contigo.
—¿Qué significa eso? —Confundido. —¿Y cuál se supone que es mi "historia"? ¿Cuál es mi
maldito papel en todo esto?
—Eres la estrella, el chico por el que todos mueren, el galán de la novela. No tienes nada que ver
con nosotros.
—Yo... creo que dejé de serlo —confesó sin pensarlo mucho.
Yoongi tragó; él tenía razón. Estaban acorralados, y sus destinos condicionados a chocar y cambiar
unos contra otros las veces que sus acciones les empujaran.
Quizá nunca sería tan inteligente como Taehyung; pero sabía que entre más personas se incluyeran
a la línea alterna, más variables podrían existir.
Estaba lejos de entender que, de seguir así, dentro de poco cada jodido habitante del Condado
mariposa sería una variable de la ecuación.
—¿Qué hay de ti? —volvió a hablar Seokjin desde su limitado conocimiento—. Si existieran dos
historias en este pueblo, ¿Quién serías tú?
—No lo sé. Creo que... en esta soy un hada madrina.
—¿Y en la otra?
—Un villano.
—¿Cómo lo sabes?
—No lo sé. Pero... algo se siente diferente. Tú también lo sientes, ¿Cierto? —le dijo, y el otro
asintió.
Mientras los cambios de Seokjin eran positivos, empujándolo a sacar su verdadero yo; la segunda
línea de la historia de Yoongi separándose le hacía sentir una impotencia enorme.
Es decir, él no había hecho nada malo, nunca haría algo dañino, su único propósito había sido
ayudarlos a todos. Pero aún así, sentía un dolor enorme cada vez que su futuro cambiaba, como si...
se reprochara algo a sí mismo.
No podía explicárselo a Seokjin; y en realidad no sabía cómo.
—¿Tienes miedo de hacer algo malo, cierto?
—Yo... creo que ya lo hice.
Seokjin le veía con recelo; más allá de su ignorancia, con infinita curiosidad. Mientras caminaba, su
pie pateó algo que estaba en medio de la carretera.
—¿Mi bicicleta? —dijo Seokjin confundido cuando llevó su vista al suelo.
En el momento en el que todo hizo click en sus cabezas; ambos voltearon a verse para decir al
unísono:
—Taehyung...

Seokjin tragó saliva pesadamente, asustado de que algo malo le sucediera a su hermano.
El tiempo corría, y ahora más que nunca necesitaban encontrar al castaño.
...
Jungkook había vagado el pueblo completo y los senderos de árboles buscando a Taehyung.
Pensó en los lugares en los que podría estar y caminó por ellos con la esperanza de poder redimirse
un poco.
Los niños que pasaban por la calle le saludaban, lo cual le hizo fijarse en un pequeño de cabello
oscuro estaba llorando mientras otros niños más grandes le molestaban e intentaban quitarle su
bolsa de dulces.
Jungkook caminó tranquilo hasta ellos y se colocó detrás del más alto.
—Chicos, chicos, consigan sus propios dulces —les dijo con dura voz. Los tres voltearon a verlo y
palidecieron al ver a un chico tan grande. Así que retrocedieron dejando solo al pequeño.
—¡Gracias, señor! —comentó el pequeño. Su disfraz de superhéroe parecía menos elaborado que el
de los otros niños, como si él mismo lo hubiera hecho.
—De nada. —Jungkook se sentó en la acera para quedar a su altura—. Pero no me digas señor, no
soy tan viejo —comentó con gracia.
—¿Cuántos años tiene?
—Tengo dieciocho.
El niño frunció el ceño. —Sí es viejo.
—No es justo. ¿Cuántos tienes tú?
—Siete —dijo mostrándole ocho dedos al pelinegro, que no pudo evitar reír.
—Está bien, sí lo soy, lo admito. —Volteó a ver a ambos lados— ¿Dónde está tu mamá?
El chico señaló la licorería de enfrente.
—Ella está trabajando, por eso solo puedo pedir dulces en esta calle —mencionó un poco
decepcionado.
Alzó la vista para ver a la mujer desde el cristal mientras sudaba para atender a los clientes.
—Entiendo el sentimiento, pero deberías ir con ella, es tarde—le dijo cuando se recordó de sí
mismo—. Oye, me gusta tu disfraz.
—¿¡En serio!? —emocionado—. Yo lo hice, con una funda de almohada y papel.
Jungkook asintió. —Te ves muy genial, como todo un héroe.
Los ojos del niño brillaron. —Gracias, a ninguno de mis amigos les gustó.
—No te preocupes por ellos, mejor busca otros amigos —dijo con gracia—, los que tienes son un
poco amargados.
El niño se tapó la boca con sus pequeñas manos para reírse. Estuvo a punto de decir algo más
cuando su madre salió de la tienda para llamarlo.
"Jack, ven acá ahora mismo" —le gritó preocupada.
—Me tengo que ir —dijo volteando a verla—. Adiós, usted es un buen viejo —le dijo con una
sonrisa y dejándole un caramelo aplastado en la mano antes de correr hacia el interior de la
licorería.
Jungkook sonrió y se jactó un poco. Existía algo en todo esto que le hacía pensar diferente, había
dejado de sentirse ajeno a la ciudad, a los árboles y a ese cielo nocturno.
El ambiente estaba lleno de sensaciones que combinadas con su propia miseria mental le hicieron
cuestionarse si realmente valía la pena regresar a su tiempo.
Taehyung le regañaba por todo, y le hacían ver como un idiota la mitad del tiempo; también peleaba
con él por el estéreo y le dejaba dormir en su pecho cuando Jungkook tenía miedo.
Hubiese querido regresar mucho más tiempo atrás. Tener dieciséis para buscar a Taehyung cuando
comenzó la preparatoria y que fuese primavera para ver las flores cubrir los campos alrededor del
pueblo.
Habían pasado un par de horas y le preocupaba lo que podía hacer el castaño.
Necesitaba saber dónde estaba, y asegurarse de que entendiera que nunca tuvo intención de
engañarlo.
Revisó en la biblioteca, el ayuntamiento, un par de bares, e incluso una vieja cafetería en busca del
castaño.
No le quedó más remedio que caminar de regreso a su vecindario con la esperanza de que Taehyung
estuviera escondiéndose en la casa de Min.
Caminó por la acera desganado; pero se detuvo antes de llegar a la puerta, viendo a la distancia las
luces de la casa de los Kim encendidas. Regresó sobre sus pasos para correr hacia la puerta
principal e intentar abrirla, sin éxito.
Así que rodeó la casa, la chapa de la puerta trasera no servía, y siempre estaba abierta. Cuando entró
al garaje, comenzó a caminar agitado por toda la casa.
Sala, nada. Cocina, nada.
Subió al segundo piso, y revisó la habitación de Seokjin, estaba vacía también. El armario de
limpieza, los baños, incluso se atrevió a entrar a la habitación de los señores Kim; pero no encontró
a nadie.
Se movió hacia la habitación que compartía con Taehyung; entró deliberadamente para buscarlo.
Revisó debajo de la cama, en la ducha, movió las cortinas y se sentó en la cama frustrado.
¿Sería acaso que Taehyung se había perdido en el bosque?
Entonces, recordó las palabras del castaño y la afición que tenía por el acantilado del mirador. Negó
con la cabeza, levantándose. Era tarde, debía encontrarlo antes de este hiciera una tontería.
Salió de la habitación dispuesto a correr hacia el bosque incluso si eso le haría daño.
Pero se detuvo, cuando por un pequeño instante, en el que se quedó de pie en el pasillo y alzó la
vista, notó que hacía falta algo en el techo.
La puerta del ático no tenía la pequeña cuerda que normalmente colgaba de allí.
«Está cerrada por dentro», pensó.
—¿Taehyung? —llamó viendo hacia el techo del pasillo. La puerta estaba ligeramente desencajada,
este era el lugar.
Kim estaba encerrado allí dentro mientras buscaba entre sus cosas algo que le ayudara a salir de su
colapso, retrocedió sobresaltado cuando escuchó a Jungkook llamándole desde abajo y se chocó con
una caja de su madre haciendo que sus cosas de peluquería cayeran al piso.
—Oh, mierda... —murmuró por lo bajo.
Sus pasos se escuchaban. Jungkook dedujo que no había otra forma de entrar a menos que se
subiera al techo. Así que intentó hablar con él.
—Sé que estás allí arriba, y sé que estás enojado; pero juro que nunca quise hacerte daño. Y si me
lo permites, podríamos empezar de nuevo, prometo decirte siempre la verdad.
Taehyung se acercó hacia la pequeña compuerta del ático, y se sentó a un lado para verle a través de
un pequeño espacio entre las tablas de madera en el suelo.
Le veía caminar por el pasillo mientras divagaba hablando. Lo había encontrado; se retractó de
haberle enseñado ese lugar al pelinegro.
—Me alegra saber que estás aquí, estaba muy preocupado buscándote. Pensé que podrías lastimarte
a ti mismo.
Taehyung alzó una ceja.
«Creíste que haría algo estúpido, ¿O no, Jeon?» pensó.
—Soy un tonto, y sé que piensas que hago cosas para manipularte, pero no es así. Yo... — se jactó
con una sonrisa dolida— creo que nunca he sido real con nadie más y.… maldición.
—¡Lárgate! ¡No quiero hablar contigo! —le contestó Taehyung confirmando su presencia.
Jungkook se sentó en el pasillo, mientras abrazaba sus piernas. Su inocencia recuperada, y la culpa
de no saber si hizo lo correcto le quemaban. Y es que, Jungkook no sabía cómo actuar cuando algo
era realmente importante para él.
—Está bien, entonces solo escuchame.
Era evidente que Taehyung no iba a abrirle.
Entonces continuó—: Las disculpas nunca han sido lo mío, ¿Sí? Siempre termino haciendo el
ridículo, pienso que es algo inútil que las personas hacen cuando no pueden vivir con sus errores. Es
como cuando llamas a la radio para dedicar una canción, y que luego te terminen. Te sientes
estúpido y quieres borrar lo que sucedió. —Jungkook se burló de sí mismo—. Estoy divagando
mucho...
El castaño negó con la cabeza y se dejó caer de espaldas en la madera. No había más que eso, solo
una fría resignación y vanos sentimientos para él.
—Y sé que tengo razón, porque es lo que estoy sintiendo justo ahora. —Tenía secretos y muchas
preguntas, pero estaba dispuesto a contarle cada una de ellas—. ¿Sabes? La última canción que
escuché antes de llegar a este pueblo ha estado sonando en mi cabeza por meses y justo ahora no me
está ayudando mucho...
Jungkook suspiró; más allá de sus palabras llenas de orgullo, entendía que había algo de amor y
bondad en arrepentirse.
—... Y es curioso porque es popular. Y creo que la han dedicado millones de veces. Pero...—
Jungkook exhaló y luego murmuró por lo bajo— esta podría ser hoy la primera.
Ambos se quedaron en silencio. Taehyung veía hacia la pequeña ventana que estaba en el ático, aún
con la luz encendida, se sentía tan sumido en la oscuridad.
Es decir, quería ser racional. Quería actuar con esa inteligencia que le caracterizaba, pero... ¿Cómo?
Si después de tanto, en un par de meses no valdría la pena.
Se sentía como un enfermo terminal; alguien cuyo final ya había sido anunciado.
Incluso si Jungkook decía la verdad, cómo contestarle a esa parte vulnerable de sí mismo que todas
sus esperanzas por ser alguien, siempre fueron inútiles.
Lo que le llevó a cuestionarse en: si lo hubiese sabido antes, ¿Habría disfrutado estos meses de la
misma forma?
Porque aun sin conocer la historia original, su cabeza se había llenado de recuerdos, y su libreta
tenía cientos de historias donde era el protagonista.
En medio de su confusión, la voz del pelinegro volvió a interrumpirlo. Con poca fuerza, como si
estuviera conteniendo sus ganas de llorar.
—"Come up to meet you, tell you I'm sorry. You don't know how lovely you are..." — Taehyung
frunció el ceño. Él estaba... ¿Estaba cantando? —"I had to find you, tell you I need you. Tell you I
set you apart..."
Después de todos sus secretos y las palabras que compartían, Taehyung creyó que a lo mejor no era
el destino lo que le calaba, sino su corazón rompiéndose por primera vez.
Ese dolor solo le hacía recordar dos cosas: estaba vivo, y segundo, había desarrollado sentimientos
por su experimento.
—"...Tell me your secrets and ask me your questions. Oh, let's go back to the start "—su voz se
quebró un poco cuando un nudo se formó en su garganta "Nobody said it was easy No one ever said
it would be this hard.."
Taehyung sabía que era inútil; pero su rostro se sintió caliente cuando una lágrima se atrevió a bajar
por su mejilla.
Aún tenía tantas preguntas sobre el universo, sobre la vida y sobre el verano que necesitaba
contestar.
Pero su voluntad se había quebrado desde mucho antes; y no pudo seguir fingiendo cuando alcanzó
a escuchar los pequeños sollozos del pelinegro.
—Taehyung —musitó—. Necesito que entiendas que ningún futuro es real —dijo con fuerza
cuando los deseos de llorar le causaron estragos.
Kim se encogió de dolor mientras luchaba por dejar de llorar; pero entonces entendió que esa frase
estaba incompleta. Siempre lo estuvo.
—no si elijo quedarme en el presente — murmuró Taehyung para sí mismo mientras una lágrima se
deslizaba por su mejilla
Pensó en las noches estrelladas corriendo por las calles de la ciudad y en las palabras escritas en las
paredes de esta.
Pensó en pasteles quemados, y hojas secas. En la forma en la que su alma se sentía cálida cuando se
reía con sus amigos, y en lo feliz que lo hacía bailar las canciones de moda.
Taehyung amaba una vida que nunca le correspondió. Así que el destino podía joderse, porque no
pensaba dejarla ir tan fácilmente.
Se levantó y abrió la puerta del techo. Jungkook tenía los ojos cerrados, ni siquiera se percató de
que había conseguido persuadirlo.
Cuando alzó la vista, exclamó con alivio, y se puso de pie rápidamente para tirar de las escaleras
plegables para poder subir.
Se apresuró a llegar al ático.
Una vez arriba, se acercó al castaño que le veía molesto, intentó abrazarlo, pero su intento se vio
frustrado por una repentina bofetada.
—Eres un idiota, Jungkook. —Jeon soltó un quejido de dolor, desconcertado—. Eso es por
mentirme.
—Lo merezco —dijo frotándose el rostro.
Intentó acercarse de nuevo; pero Taehyung levantó la otra mano y le dio una bofetada más en el
lado contrario del rostro.
—Y eso por joderle el verano a tu madre.
Abrió la boca para poder mover la quijada. Kim tenía bastante fuerza.
Frunció las cejas ligeramente molesto, como quien acaba de ser golpeado, pero no esperaba que
Taehyung se acercara a él ahora para dejar caer su frente sobre su hombro.
Lo vio confundido cuando el chico lo abrazó. —¿Y esto por qué es? —le dijo con suave voz.
—Porque me duele el alma —respondió sincero.
Jungkook sonrió débilmente y le rodeó con sus brazos percibiendo el ligero olor del alcohol en su
aliento.
—¿Estuviste bebiendo?
—Solo un poco, pero no sirvió de nada.
—¿El magnífico Kim intelectual está ebrio? —cuestionó con una ceja alzada. Taehyung negó.
—Si no me crees ve la botella. —Jeon volteó hacia su izquierda, y la encontró casi intacta. Él decía
la verdad.
—¿Debo asumir que el alcohol no te gusta?
—Aparentemente no sirve en mí.
—¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo aquí arriba?
—Hice mi testamento —confesó— te dejé mis discos para que puedas venderlos en el futuro como
coleccionables. Y un ensayo de economía a Seokjin para que pueda entrar a una buena universidad
cuando... no pueda jugar más.
—Taehyung...
—Y la fotografía que me tomaste hoy para mamá...
—Oh, vamos. Mírame, Kim —le dijo separándose de él—. No vas a morir, al menos no aún, ¿Está
bien?
—Lo sé, pero... tengo que tachar cuantas cosas pueda de mi lista, solo en caso de que salga mal.
—Pero nada. Esto funcionará de alguna forma.
—¿Recuerdas eso de... las cosas que queríamos hacer antes de morir?
—Por favor, no pienses más en eso.
Taehyung dudó un poco, mientras salía de su zona de confort. Él era una persona que no hacía nada
a no ser que supiera que resultaría, sin embargo, había estado dudando mucho sobre esto. Y ya no
quería. Taehyung clavó su mirada en la suya. No sabía cómo pedirle esto, pero de todas formas sacó
valor de sus entrañas para hacerlo.
—No, es solo que recordé la razón por la que me quedé callado tanto tiempo cuando preguntaste.
—No es necesario, está bien.
—No. No está bien, yo... —respiró un poco agitado—, siento cosas y... No sé—respiró con apnea
—, no sé cómo definirlas.
Jeon sonrió de lado, y le vio con tranquilidad.
—Creo que hay cosas que no necesitan definición, ¿sabes?
—Eres tan tonto que quiero golpearte tanto hasta sentirme mejor. Y gritarte toda la noche, aunque
sé que es estúpido.
—¿Qué te detiene? Ya me disté dos golpes, podría aguantar un poco más —se burló con leve voz
mientras lo veía temer.
—Que yo también lo soy—murmuró—. Porque quiero... besarte. Y quiero que me toques.
Jungkook, no sé qué somos, no necesito saberlo.
—¿Taehyung?
—He estado buscando una excusa para decirte esto, pero creo que ya no necesito una. Y sé que vas
a burlarte, pero... Yo...
La seriedad de su rostro le asustó un poco. Taehyung era usualmente directo, y ahora, estaba
perdiendo la compostura, además. Jungkook parpadeó algo incrédulo.
—Jamás me burlaría de la sinceridad de alguien.
—Yo... —tomó aire— no quiero morir virgen.
—Sabes que no creo en esas cosas, ¿cierto? —Se ahogó un poco con su saliva—. Es más, una
cuestión de... ¿es lo que quieres en realidad?
—No sé qué quiero, Jungkook. Me gustaría no preocuparme por lo que pasará después, quisiera que
no hubieras arruinado todo.
—No te presiones a hacer algo de lo que no estás seguro. Sé qué estás confundido y asustado,
pero...
—No —lo interrumpió—. No estoy confundido. Arruinaste mi noche, realmente pensé que
terminaría diferente cuando... —se quedó callado, intentando asimilarlo.
—¿Cuándo qué?
—Cuando estás cerca de mí, y te ríes de tus defectos, Jungkook... Creo que me vuelves estúpido.
Las cosas extrañas que pienso sobre ti... —divagó un segundo—las cosas que hacemos, la forma en
la que cuando creí estaríamos solos hoy pensé en... —se burló—. Dios, soy tan imbécil.
—Taehyung... —Jungkook sonrió de lado, y le observó asombrado de su confianza.
—No es así. Anda, ríete de mí. Sé un idiota inmaduro como siempre, no me interesa. He tenido
miedo durante demasiado tiempo y ya no quiero saber qué hay más allá de esto. Yo necesito
saberlo.
—No quiero que hagas algo de lo que te arrepentirás mañana.
—Mañana, mañana. Me he convencido a mí mismo de que esperar es lo mejor, pero Jungkook, me
he despertado a tu lado las últimas semanas pensando en si tú también...—se quedó callado, no
pretendía manipularlo o forzarlo a nada. —Lo siento, no debí...
—Escúchame, Taehyung—le pasó las manos por el cabello—, por supuesto que quiero hacerlo;
pero estás delirando. ¿Si entiendes lo que dices?
—Sí, lo entiendo... —murmuró—. Y me asusta —terminó por confesar.
—Felicidades —dijo Jungkook soltó una pequeña risa, acariciándole con miedo la mejilla.
—¿Qué?
—Piensas como un chico normal de diecisiete, Kim.
El castaño lo tomó de los hombros para acercarse a él, conteniendo las lágrimas en sus ojos.
—Ya no tengo tiempo para esta mierda.
A lo mejor no era sobre su muerte; sino sobre la vida que estuvo negándose a sí mismo por tanto
tiempo.
—Tuviste razón antes. Nosotros solo hemos logrado destruir la historia, tenemos que parar. Esto no
es correcto...
—Yo no quiero hacer lo correcto.
—Taehyung...
—Tócame.
Aclarar sus sentimientos... ¿Por qué sería necesario? Probablemente deberían ser maduros, hablar
de lo sucedido, pero... Ellos eran el perfecto ejemplo de adolecer; incluso si parecía impulsivo. O
volátil.
Tan necesitados por calor. Sedientos de conocimiento. Completamente humanos.
El silencio que se formó fue tan grande que Jungkook se sintió como si fuese capaz de escuchar su
propio corazón.
Sus piernas temblaban al igual que su pecho, y es que, la pureza en los ojos del castaño le hizo
flaquear cuando la inocencia que pareció haber recuperado le hizo dudar en avanzar.
Parecía que había hecho esto antes pero no había manera que se sintiera igual.
Estaba consciente; y asustado de lo que quería.
Se acercó lentamente a Taehyung para quitarle los anteojos del cuello de la camisa y dejarlos sobre
una caja mientras tragaba saliva pesadamente.
Levantó una de sus manos para deslizarla por sobre la mejilla del chico, acariciándole con dulzura
el pómulo en un intento de hacerle saber que estaría con él lo que el universo le permitiese estar, y
con una sonrisa casi amarga, que le regaló cuando sus ojos avellana se encontraron con los suyos.
Entonces, decidió arriesgarse cuando atrajo su rostro hacia él para rozar sus labios y ser bienvenido
por los del castaño, quien cerró los ojos cuando le correspondió sin miedo.
Taehyung, cuyo pecho se pegó al de Jeon, suspiró en medio de su leve toque cuando las manos del
otro vagaron de su cuello hacia su espalda para luego terminar en su cintura, sujetándolo mientras le
daba pequeños besos en la comisura de la boca.
Sea lo que fuese a pasar; allí y justo en ese momento, Taehyung necesitaba entender por completo
qué era eso que había estado subestimando de sí mismo por tanto tiempo.
No le temía a lo desconocido después de la muerte; le temía a nunca poder conocerse a sí mismo en
vida.
Y aunque estaba aterrado, en el fondo, estaba seguro de que la única persona con la que sería capaz
de sentirse así de correspondido, así de amado, era el chico cuyos labios temblaban por la
incertidumbre.
Dio un par de pasos hacia atrás, haciendo que ambos se movieran trastabillando hacia su fuerte de
almohadas, lleno de tonterías e ilusión.
Jungkook se separó de él por un momento, dándole un pequeño empujón para que se sentara sobre
el colchón que estaba debajo de las sábanas que colgaron como un techo y que ahora tenía las
cobijas de la cama del castaño; este se quedó en el centro del colchón, y colocó ambas manos hacia
atrás para sostenerse mientras le veía desde abajo.
Jeon se quitó la camiseta ante la mirada atenta de Kim, quién solo le sonrió mientras negaba cuando
le vio dejarla caer al piso.
—Tenías que hacer eso. ¿Cierto? —le dijo con gracia. Jungkook rio, y le respondió—: Es parte del
show.
Extendió su brazo hacia la pared para apagar el interruptor del pequeño foco que luchaba por
iluminar todo el ático.
Al hacerlo, las luces de navidad, que habían colgado alrededor de su fuerte en la mañana y que aún
estaban conectadas, resaltaron particularmente dejando una lumbrera tenue por encima de ellos, en
donde los pequeños destellos y la luz de la calle que se colaba por la ventana eran lo único que les
iluminaba.
Entonces, el pelinegro se armó de valor, y se movió hacia Taehyung, arrodillándose sobre el
colchón para poder llegar a él. Colocando una pierna de cada lado, para dejar
las del chico en medio.
Taehyung agachó la cabeza al sentirle tan cerca; aún más cuando la mano de Jungkook llegó al
borde de su camisa para comenzar a retirar esta; botón por botón hasta dejar su pecho expuesto.
Ninguno de los dos entendía de dónde venía tanta delicadeza y docilidad. Pero fue eso mismo lo
que le hizo saber que ninguno se había sentido así antes, un sentimiento que quizá de no haberse
chocado, no habrían encontrado en ningún otro lugar del espacio.
Jungkook no se sentía obligado por el momento, en realidad, le emocionaba saber que Taehyung
también pensaba en cosas tan vanas como él mismo. Amaba saber que tenía su aprobación para
tenerlo cerca, para verlo de esa forma y sentirlo... Sin embargo, era joven, estaba muy nervioso. Sí,
más que sentir presión, tenía miedo. Miedo de equivocarse, miedo de que lo odiara al amanecer
como él odió a la persona con la que despertó la primera vez.
El pelinegro llevó ambas manos a los hombros del otro, colocándolas sobre su piel por debajo de su
camisa para luego deslizarlas por sus brazos haciendo que la prenda terminara por caerse.
Se aproximó a besarle rápidamente en los labios antes de comenzar a moverse por su mentón. A
medida que Jungkook avanzaba los brazos de Taehyung, que le sostenían, iban cediendo hasta
dejarle recostarse por completo entre las almohadas y los osos de felpa.
El temblar de su respiración, y la forma en la que esas manos parecían tocarle con tal sutileza
demostraban que esa chispa de luz se había apoderado de él.
Dándole un segundo, en el que la media noche duraba por siempre.
Jungkook nunca había tenido tanta iniciativa para estos momentos; y tenía miedo de lastimarlo. Él
realmente deseaba hacer feliz a Taehyung con lo poco que estaba en sus manos y eso era, un
momento que valiera la pena atesorar.
Y aunque no lo dijera, aunque fuese consciente de que había alterado el destino de mil formas, y de
que besarlo en el cuello mientras sentía su piel como lo hacía en ese momento rompía con todas las
leyes de la física y la existencia misma, Jungkook sabía que nada podría reemplazar la sensación de
tenerlo solo para él.
Incluso si era por treinta años más; incluso si era solo por una noche. Dentro de él, no le importaba,
porque sabía que jamás sería capaz de encontrar algo o alguien que le llenara de tanta pasión con el
castaño.
Sí. En el fondo, Jungkook sabía que había pedido la batalla entre su razón y sus anhelos.
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —le preguntó Jeon viéndole a los ojos.
Las luces que le iluminaban desde arriba, hacían parecer como si Jungkook brillara.
Taehyung podía verlas resplandecer por encima de las sábanas, como pequeñas lumbreras sobre su
cabeza.
Sentía que en cualquier momento comenzaría a llorar, y que su cabeza explotaría; saber que moriría
le había hecho pensar que el presente era lo único que tenía. Y ese futuro que por años creyó tener
asegurado ahora era incierto como el de todos los demás.
Después de todo, el Taehyung nunca se equivocaba, esta vez, se permitiría aceptar que finalmente
cometió un error.
Así que asintió; seguro de lo que quería, y también de que no volvería a tener un momento como
este.
—Sí, estoy seguro.
Jungkook tragó en seco.
—¿Quieres... hacerlo tú? —preguntó cuando las ideas que creyó Taehyung tenía sobre su
masculinidad le inquietaron—. ¿Quieres estar arriba?
—¿En serio crees que sé cómo follar con otro hombre? —le digo con gracia intentando no reírse—.
Tienes que ser tú.
El pelinegro se rascó el cuello apenado. Estaba tan nervioso que preguntaba tonterías.
La primera vez que se experimenta el mundo es así; impaciente, graciosa... Cómplice.
—Creí que lo sabías todo.
—Pronto lo sabré —respondió acomodándose sobre el colchón.
Jungkook llevó sus manos a la cadera del muchacho acariciando por un momento su abdomen para
luego tomar el borde de su pantalón y desabrocharle el cinturón para llegar hasta su cremallera.
La abrió; pero cuando se dispuso a retirarle el pantalón, Taehyung se removió inquieto, tomándole
de la muñeca.
—¿Qué sucede? —dijo Jungkook, preocupado.
Agitado. —N-nada... pero —tragó saliva aferrándose a su propio pantalón—, quítatelo tú primero.
Jungkook le sonrió. —¿Por qué no lo haces tú? —le retó alzando las cejas. Parecía ingenuo, pero
sabía exactamente lo que buscaba.
—¿Puedo? —preguntó con timidez viendo a Jeon, y sentándose un poco para poder alcanzar su
cintura.
Jungkook se mordió el labio ante su curiosidad. —Adelante —le dijo, dándole vía libre a seguir.
Bueno, era hora y no podía sucumbir ante su miedo en este momento. Él quería saber qué era eso
que volvía locos a muchos, más que eso, necesitaba experimentarlo por sí mismo.
Tomó valentía y desabotonó el pantalón de Jungkook para deslizarlo por sus muslos dispuesto a
quitárselo.
El pecho expuesto del castaño y su delicadeza para actuar hacían a Jungkook pensar en tantas cosas
que no podía decir en voz alta sin quedar como un tonto, podía verle debatirse entre sí tocarlo o no.
Pero su curiosidad más allá de motivarlo, le provocaba demasiada ternura.
—¿Qué supone que debo hacer? —preguntó viéndole.
—Puedes comenzar tocándome así —dijo tomándolo del brazo, y llevando la mano de Taehyung
para colocarla sobre su abdomen—, y luego bajar poco a poco....
El castaño sonrió entendiendo a qué se refería; así que levantó la vista para concentrarse en su
rostro. Y después deslizó su mano hacia abajo, rozando con su miembro por encima de la ropa.
Jungkook contuvo la respiración por un momento en el que no creyó que el otro realmente
avanzaría. Cerró los ojos, cuando Taehyung se atrevió a acercarse y darle un pequeño beso en el
vientre.
Se removió un poco cuando sabía que su erección comenzaba a aparecer entre las manos de Kim.
La lentitud y la abstinencia iban a matarlo, eso era seguro.
—¿No crees que vamos un poco lento? —cuestionó Taehyung.
—¿Por qué lo dices? Admiro tu entusiasmo le dijo con gracia por sus palabras tan serias—. Pero
estoy nervioso, así que no me molestes o me vas a desconcentrar.
—¡Lo siento, soy nuevo en esto!
—¿Quieres ir más rápido? —Jungkook alzó una ceja, y el otro asintió —. Bien, es momento de
agilizar las cosas entonces. Solo dime que me detenga cuando quieras que lo haga.
—¿Qué significa eso?
—Solo espera —dijo estrechando los ojos y empujándolo ligeramente para hacerlo caer de espaldas
de nuevo.
Jungkook estaba arrodillado con las piernas abiertas sobre él; terminó de quitarse el pantalón de los
tobillos para tener más libertad y se precipitó a pasar sus manos por la cadera de Taehyung para
retirarle los suyos, tocando sus muslos con descaro con la excusa de retirar la tela hasta finalmente
dejarlo sin la prenda.
Después se acercó a él, para poder besarle el pecho como tanto había imaginado. Le dejó un beso
fugaz en el mentón para luego pasar una de sus manos por encima de su abdomen.
Sus labios en los pezones del chico, y el deseo de besarlos no tenían ningún impedimento esta vez.
Aún más cuando podía sentir su pecho temblar cada vez que su lengua tocaba aquella piel virginal.
Y mientras lo hacía, se aseguraba de bajar la cadera, para rozar el miembro de Taehyung con el
toque del suyo. Era preciso comenzar a prepararlo, mientras bajaba, al besar su vientre, podía
respirar aquella fragancia masculina en la piel trigueña del chico.
Taehyung sabía mucha teoría sobre la vida; pero quizás era momento de que empezara a poner las
cosas en práctica.
Jeon le observó por un momento hasta él para buscar su aprobación cuando sus manos se colaron en
el elástico de su ropa interior. Taehyung soltó un pequeño jadeó y abrió los ojos a la expectativa,
pero aún así seguro de querer que el otro continuara.
Jungkook levantó la mirada para buscar visualmente en la habitación. Cerca de allí, la caja de cosas
para el cabello de la señora Kim estaban regadas por el suelo. Cuando lo encontró, el pelinegro se
alejó un poco de él para extender su brazo y tomar lo que estaba buscando.
Se debatió mentalmente un par de segundos, ¿debería buscar otra opción? Bueno, era todo lo que
tenía.
Dejó el frasco de vaselina a su lado por un momento, y aún arrodillado, tiró de la última prenda que
resguardaba al castaño.
Kim volteó la cabeza, sonrojado, no podía asimilar con claridad el hecho de que estaba desnudo
frente a alguien más.
Era una situación en la que nunca se imaginó que estaría.
Jungkook sonrió orgulloso. Kim Taehyung era la persona más hermosa del mundo y lo tenía
temblando frente a él.
Con esos brazos fuertes, y cintura en perfecto contraste con su cadera, con el pecho naturalmente
esbelto, cuyos músculos se marcaban sin intención de hacerlo.
Maldición, que Newton había descubierto la gravedad; pero Jungkook había descubierto estas
piernas. Él ganaba, y por mucho.
—Ojalá pudiera tomar una fotografía de lo que estoy viendo —dijo acariciando con una mano la
parte interior de uno de los muslos del otro.
Taehyung volteó a verlo, le vio tomar el frasco de vaselina del piso para destaparlo.
—¿Para qué es eso? —dijo confundido.
«Tan inexperto...», pensó. —Uhm... estoy seguro de que entiendes para qué.
—¿Es completamente necesario?
—Dolerá mucho si no lo hago —dijo serio.
El castaño tragó saliva, bueno, esto estaba causándole más conflictos de los que esperaba. Aún así,
él necesitaba experimentar esa euforia por sí mismo.
Asintió, y Jungkook sabía que era la señal pasa continuar.
Tomó un poco de vaselina en su mano izquierda, antes de separar las piernas de Kim; cuando tuvo
el espacio suficiente, se inclinó ligeramente sobre él, para verle con la mirada fija y colocó su otra
mano junto a la cabeza del otro para sostenerse.
El momento en el que su mano se atrevió a convertirse en un intruso entre sus glúteos; y la forma en
la que Taehyung abrió los ojos en sorpresa cuando comenzó a introducir un dedo él le hizo tener
sentimientos encontrados.
No podía quitar sus ojos de él. Más allá de su excitación, los pequeños jadeos que el otro emitía al
mover su mano le hicieron pensar en lo mucho que le habría gustado estar viviendo este momento
como él lo hacía.
Y en que la primera vez que se encontró en esa situación, en realidad no le había importado a la otra
persona lo que sentía o necesitaba. Se recordó de una mísera habitación sucia, llena de vasos rojos y
un tipo diciéndole que esto estaba bien, y que el sexo no era más que eso.
Pasó la lengua por sus labios cuando, lento, se animó a introducir un segundo dedo en el muchacho.
Intentando con los movimientos de sus manos hacer que su cuerpo se acostumbra a la presión.
Taehyung ahogó un pequeño gruñido, arrugando la nariz y apretando los ojos, mientras abría la
boca. Dolía, no iba a negarlo.
Jungkook lo notó, así que se recompuso para poder llegar más cerca de su pene, tomándolo con su
otra mano para estimularlo en medio de su doler. El chico lo notó, y apretó la mandíbula mientras
las frías de Jeon le tocaban con descaro.
Comenzó a sudar, había muchas sensaciones nuevas en su cuerpo; su erección estaba creciendo en
tanto el otro le acariciaba con paciencia. Podía ver al mismo Jungkook inquietarse cuando la tela de
su propia ropa interior pareció estorbarle demasiado.
Su respiración se agitó cuando el pelinegro se atrevió a agregar un tercer dedo. En medio de sus
movimientos, tocó por poco el punto exacto en su interior que hizo salir de su boca un gemido
fuerte y arquear ligeramente la espalda.
—Eso es, justo aquí —dijo con gracia mientras le veía removerse bajo su cuerpo, al buscar
encontrar el equilibrio entre el dolor y repentinamente pero fugaz placer que había experimentado.
Cuando la erección del chico llegó al punto máximo, Jungkook no pudo resistirse más. Así que con
alejó ambas manos del cuerpo del castaño para deslizar por sus piernas su propia ropa interior,
dejando en libertad su miembro después de mucho tiempo pidiendo atención.
Taehyung no podía ocultar su rostro avergonzado; apenas podía verle a los ojos, ni mucho menos
verlo sin sentirse cohibido mientras Jungkook acariciaba su propio pene con vaselina.
De todos los escenarios posibles; este era el único en donde la primera vez de Kim Taehyung estaba
llena de inocencia, y deseos de descubrir el mundo.
Incluso el mismo Jungkook estaba consiente de eso; y creyó, que imaginar que esta también era su
primera vez no era tan mala idea. Porque hacía frío, y estaban rodeados de un montón de cajas
viejas, pero la persona frente a él, representaba más que cualquier otra antes.
Y se convenció a sí mismo, de que quizás, este era un pago del destino, por haberle jugado tan sucio
al hacerle viajar tanto hacia atrás, como un premio del universo.
Polo positivo y negativo; en una unión por defecto.
Intensidad es igual a tensión por resistencia. Un voltaje producto de las cargas eléctricas y de la
estática que provocaba el cabello despeinado del castaño, pegado a su frente.
Adrenalina en su piel, y dulzura en sus ojos.
Suspiró y le entregó la más cálida de sus sonrisas antes de acomodarse bien entre sus piernas,
separando estas y acercando su pelvis para llevar su pene a la entrada del chico.
—¡Ahh...! —exclamó Taehyung cuando lo sintió introducirse en su cuerpo—. Jungkook...
No tenía palabras. Intentaba respirar por la boca buscando no gruñir cuando todo su ser se llenaba
de sensaciones; sus músculos se tensaron y su pecho tembló cuando lentamente Jungkook volvió a
tocar aquel punto especial en su interior.
Jeon permaneció atento a no moverse con fuerza hasta que escuchó su respiración volver a
normalizarse.
Entonces, se inclinó hacia el frente para darle un beso en la mejilla que luego se extendió desde la
comisura de sus labios, hasta llegar a los mismos. Lo recibió con la boca abierta, esa que le
provocaba un cosquilleo acompañado de una sensación tan dulce, la saliva del castaño mezclada
con la suya y sus alaridos.
Intentaba mantener un ritmo constante al mover la cadera, para penetrarle con delicadeza. Todo en
él era tan preciado para Jungkook, que dudó en si ese momento era real.
Cerró los ojos por un momento. Sabía que estaba jodido, porque, aunque no quisiera decirlo, había
empezado a sentir amor.
Y se sentía tan real, tan puro, que cada que su piel rozaba con la suya no podía escuchar nada más
que la voz de aquel chico, que clamaba su nombre.
Los gemidos roncos de Taehyung comenzaron a resonar por todo el ático; celestialmente dolorosos,
pero de eso se trataba la vida. Un breve instante en el que a través de todo el dolor se podía tocar el
paraíso.
—Sostente de aquí —le dijo Jungkook. Haciéndole llevar sus manos detrás de su cuello para
tomarse de sus omóplatos. Taehyung pasó sus brazos por encima de los hombros del otro para
sujetarse mejor.
Cuando lo hizo, Jungkook deslizó sus manos de sus muslos trigueños hacia su cadera, entonces le
tomó de ella y lento, buscó llegar más profundo en él, moviéndose ahora un poco más rápido.
Se mantenía atento a la forma en la que su voz cambiaba para asegurarse de no lastimarlo, y la
forma en la que comenzó a gemir mientras buscaba tomar aire por la boca parecieron indicarle que
estaba haciéndolo bien.
Cuando sus movimientos se hicieron más rápidos, y sus piernas temblaron, logró tocar aquel punto
en el que se encontraba en placer el castaño.
—Oh... ¡Maldición! —Sus ojos se abrieron sorprendidos y no pudo evitar gruñir, clavando casi por
instinto sus uñas en la piel de la espalda de Jungkook.
Este sonrió; a sabiendas de lo mucho que le gustaba ser rasguñado y lo melodioso que era
escucharlo maldecir mientras deliraba.
Entonces, repitió su acción con más velocidad. Permitiéndose gemir para luego besar el espacio
entre el cuello y la clavícula Taehyung, atreviéndose a morderle debajo del mentón solo porque le
gustaba ver las marcas en su cuerpo.
Sí, definitivamente cerraría los ojos e imaginaría que esta era su primera vez.
Y aunque él nunca creyó en el amor como posesión, al escuchar los gemidos de Taehyung contra su
oído, y sentir sus uñas clavándose en su espalda mientras le penetraba se sintió delirar.
—¿Podrías ser mío? —le preguntó en voz baja, esbozando sus palabras contra la piel de su cuello.
—¿P-por hoy...? —musitó el castaño ahogando un alarido con los ojos cerrados.
—Por siempre.
Kim se sujetó del cuello de Jungkook con una sola mano, y dejó caer la otra sobre el colchón. A lo
que Jeon no pudo evitar prestar atención, así que la tomó, entrelazandosus dedos mientras apretaba
la mandíbula.
Él era todo lo que siempre deseó, así que le dio un beso por cada palabra que quiso decir y nunca
diría.
Taehyung abrió los ojos solo para ver las luces sobre ellos parpadeando. Con su defectuosa visión,
el brillar de estas lucía como pequeñas estrellas a su alrededor. titilando sin detenerse mientras la
adrenalina crecía en Jungkook. Si de esto se trataba la juventud, Taehyung no se arrepentía de nada.
Se aferró con tantas fuerzas a su espalda cuando comenzó a llorar. No por la extraña mezcla de
dolor y placer que estaba experimentando; sino porque nunca había necesitado a alguien tanto en su
vida. Y por primera vez, sentía que alguien lo necesitaba también.
La misma persona que era capaz de hacerlo reír con sus bromas malas, y de cuidarlo; era la misma
que le tocaba con tanto esmero.
Era la misma que sostenía su cintura mientras él arqueaba la espalda; cuyo pecho pegando al suyo,
rozaba sus pezones en cada movimiento.
Se burló mentalmente de sí mismo, cuando rescató a un desconocido del lago no esperaba que
terminara así. Pero no podía estar más agradecido.
Jungkook sintió su vientre tensarse. Era como sentirse a punto de tener una sobrecarga, sin serlo
realmente. Todos sus sentidos parecían estar exponenciados, en especial su tacto y su olfato, cuando
el perfume de Taehyung y su suave piel le hicieron delirar.
Sabía que estaba alcanzando el punto cúspide de su próximo orgasmo, así que luchó por recuperar
el aliento para poder hablar.
—Taehyung... —jadeó, sin saber si era prudente alejarse—, voy a-a llegar.
El castaño soltó su mano para volver a poner ambas detrás del cuello de Jeon.
—No te perdonaré si te detienes —le dijo con tono necesitado y los ojos cerrados.
Sabía que iba a terminar pronto; pudo sentir el pene húmedo de Kim en su abdomen cuando aquel
líquido transparente apreció. Así que aumentó la velocidad, haciendo ruido mientras sus cuerpos
sudando chocaban.
Las luces sobre ellos y en el exterior comenzaron a parpadear; eran ajenos al saber que las lámparas
de toda la casa, y del vecindario parecieron enloquecer.
Varios vecinos salieron a la calle, e incluso Yoongi y Seokjin quienes caminaban por la cuesta de
regreso a su casa fueron capaces de ver la energía de un pueblo completo dispararse.
Haciendo cálculos, si velocidad multiplicada por tiempo era igual a aceleración, y con Jungkook
moviéndose de esa forma, eso significaba que a este paso Taehyung no podría mantener la
compostura por mucho tiempo.
Mucho menos cuando Jungkook perdió la batalla antes que él; y comenzó a eyacular en su interior
haciendo que todo su cuerpo se estremeciera, causando que a su vez que las luces del exterior de la
casa colapsaran y el vecindario se sumiera en total oscuridad.
Aquella sensación caliente hizo que sus piernas temblaran de tal forma, que separó sus labios para
soltar un gemido exhausto y abrir los ojos en medio de sus éxtasis.
La oxitocina a la que era adicto se apoderó de él cuando el blanco vital emergió de su miembro.
Manchando su propio abdomen y el de Jungkook.
Ambos se quedaron quietos un par de segundos; cuando el pelinegro abrió los ojos, lo primero que
captó fueron los orbes avellana Kim Taehyung brillando exclusivamente para él como e mejor
espectáculo del universo.
Le sonrió y le dio un pequeño beso en la frente mientras le veía respirar cansado.
Con suavidad, retrocedió un poco para salir de él y se dejó caer a su lado; tomando una vieja funda
de almohada para limpiarse un poco y también al chico.
Taehyung, quien respiraba eufórico, volteó a verlo con una sonrisa cómplice; y ninguno de los dos
pudo evitar reírse del otro.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó Jungkook preocupado, cuando notó sus pestañas mojadas, él
había llorado—. ¿Te lastimé?
Negó con la cabeza. —Solo estaba pensando en tonterías. No te preocupes, todo está bien... —
Quizá no tenía que apresurarse. «Todo estará bien» se dijo a sí mismo.
—Eso me tranquiliza.
Jungkook flexionó su brazo, y colocó una mano detrás de su nuca viendo hacia arriba.
Él era el tipo de personas que estaba acostumbrado a vestirse y salir de la habitación después de
acostarse con alguien; pero estaba claro que Taehyung era su gran excepción.
—Oye, Jungkook. Estuve pensando—le dijo—, ¿Crees que existan más realidades? — estaba
apenas cubierto con la sábana que se había enredado en su cuerpo.
—Por supuesto. Miles y miles de realidades, tú mismo lo dijiste. Aunque me gusta pensar más en
ellas como... otras vidas.
—¿Eso significa que existe alguna en donde nada malo suceda, cierto?
—Claro. Es más —dijo Jungkook—, en una de todas, aún es otoño, y estamos jugando en el jardín
mientras esperamos que sea hora de la cena.
—Me gusta eso... ¿Podemos tener un perro?
—Claro, deja que lo anote en mi lista de cosas para hacer en otra vida.
Taehyung no pudo evitar reír, aunque sabía que se estaba burlando de él.
—Eres un tonto.
—Es broma. En otra vida, viviremos el uno junto al otro, y te molestaré desde mi ventana. Y tú
podrás hacer que mis padres se enojen cuando te vean salir de mi habitación en la madrugada.
—Voy a —bostezó —ir de campamento contigo—. Taehyung se removió, acercándose a él para
acurrucarse contra su espalda—. Y a tener un San Valentín decente por primera vez en mi vida.
—¿Me invitarás a cenar...?
Asintió, Jungkook pudo sentirlo al ser abrazado.
—Sí, te llevaré a la playa. También te compraré flores...
Sus palabras se volvían más y más ambiguas mientras el cansancio le ganaba.
Jungkook se separó de él, y se dio la vuelta para verle cuando dejó de hablar; al hacerlo, notó que se
había quedado dormido.
Sonrió enternecido, y se dispuso a vestirse a tientas, colocándose su ropa interior. Al igual que al
chico, a quien intentó colocarle correctamente la camisa de nuevo para que el frío no le calara con
fuerza.
Luego los cubrió con una frazada. Y sólo entonces, cuando le vio seguro, volvió a acomodarse junto
a él para poder dormir en paz consigo mismo, y sus deseos.
—Taehyung... —murmuró, pero no tuvo respuesta —te quiero más de lo que debería.
La respiración del castaño le confirmó que estaba dormido. Entonces suspiró, y clavó su vista en el
techo mientras pensaba, en que, si existiera otra realidad, haría lo que fuera para encontrar al
castaño en esa también.
Cerró los ojos por un momento, sin saber que se quedaría dormido dejando llegar a la madrugada de
un nuevo mes.
Ninguno de los dos era consientes de la conmoción que había en el pueblo debido al gran apagón de
la noche anterior, en donde los fusibles de muchas casas habían colapsado.
Tampoco les importaba mucho. Cuando la mañana llegó, la luz cálida y tenue que les anunció la
llegada de un nuevo día, estuvo llena de paz, y de un sentimiento tan inexplicable que le hizo
preguntarse a Jungkook si realmente se merecía experimentar ese momento.
Y por una vez, en la que se permitió ser humano, se contestó que sí, pues después de todo, el
universo nunca negaría que tenía derecho de estar enamorado.
No estaba acostumbrado a despertar al lado de personas con las que se acostaba.
Taehyung estaba durmiendo a su lado, a medio cubrir con las viejas sábanas; extendió una mano
para tocar con dulzura su cabello, al hacerlo, el castaño se removió ligeramente, y abrió los ojos.
Taehyung alzó la vista y esbozó una pequeña sonrisa acompañada de una somnolienta y ronca voz.
—Buenos días...
—Buenos días —le respondió con suavidad sin dejar de verle, acariciando su mejilla—. ¿Cómo te
sientes?
—Adolorido —confesó—. Siento que me pasó un tráiler encima.
—Espera a que intentes caminar —dijo con gracia, ganándose un ceño fruncido y un puchero de
inconformidad. Pero no podía molestarse, estaba demasiado hipnotizado por él.
—¿Podrías dejar de verme tanto?
—Lo siento —se burló—, no puedo dejar de apreciar lo bonito que te ves así de despeinado.
El castaño se avergonzó, e intentó cubrirse con la sábana.
—Oh, cállate. Jungkook.
—¿¡Qué tiene de malo!? Solo digo la verdad. Además, parece que tú mismo eres la única persona
que tiene problemas para aceptar tu belleza.
—¿Ah sí? ¿Y qué teorías respaldan esa brillante conclusión?
Jungkook negó con la cabeza, viéndole mantenerse oculto entre la sábana.
—Pienso que... las personas han pasado tanto tiempo hablando de tu cerebro, que a veces olvidas
ver lo hermoso que en realidad eres.
El castaño bajó un poco la sábana para verle, al hacerlo, se encontró con la más genuina de sus
sonrisas. Esa que Jungkook había confesado que no le gustaba de sí mismo y de la que
inconscientemente, se había declarado dueño.
—Supongo que... tengo que recordarlo más seguido entonces.
—No —dijo Jungkook, y Kim ladeó la cabeza—, para eso me tienes a mí.
Taehyung no pudo evitar reír dándole un pequeño empujón. Luego carraspeó con la garganta.
—Deberíamos levantarnos antes de que alguien suba —sugirió el pelinegro.
—No quiero... —lloriqueó. Jungkook se acomodó completamente a su lado, pasando un brazo por
debajo de su cuello para atraerlo hacia él, abrazándole— quiero quedarme aquí.
—Te convertiste en un gran bebé.
—No es cierto, esta es mi verdadera forma de ser —dudó frunciendo el ceño—, bueno, eso creo.
—Está bien, está bien. ¿Qué hora crees que sea? —cuestionó acurrucándose contra su pecho.
—¿Las siete? No lo sé, lo único de lo que estoy seguro es que fue él Hallowen más épico de mi
vida.
—El tiempo pasa muy rápido.
—Ya lo creo; juraría que ayer era agosto y estaba desempacando mis cosas en mi habitación.
—Es curioso, ¿Sabes? —dijo suspirando —eso de tu pasado y el ayer.
—¿Por qué lo dices?
—Tu ayer es mi futuro, Jungkook. Y en realidad... no sé qué esperar de él.
—De eso se trata.
—Aun así... duele —confesó. Había llorado demasiado, tanto que sentía que no podía derramar una
lágrima más; para su mala suerte, el dolor en su pecho se mantenía ahí, donde había encontrado una
nueva estancia.
Jungkook suspiró y estrechó aún más sus brazos, sintiendo su respiración en su cuello.
Cerró los ojos, hundiendo su nariz entre el cabello de Taehyung, para luego dejarle un pequeño beso
sobre la cabeza.
—Lo único que quiero hacer es abrazarte hasta que el futuro no duela.
—No creo que alguna vez deje de doler.
—Entonces no voy a soltarte.
Taehyung cerró los ojos; y se aferró con tantas fuerzas, con tanto deseo a la esperanza de encontrar
un camino diferente.
Un escéptico, que nunca creyó en nada más allá de su entendimiento, le rogó a aquello a lo que
llamamos destino, universo, o quizá Dios, dejarle quedarse en ese momento para siempre.
Y es que, incluso si no estaba escrito en su historia, él agradecía haber caído en ese abismo.
Ahora esperaba con temor el día de su cumpleaños; a sabiendas de que lo sabía todo y a la vez nada,
un crudo bucle de impotencia en el que quedó atrapado.
—Supongo que solo me queda esperar —dijo en voz baja.
—Es una pérdida de tiempo pensar eso. Todo avanza muy rápido.
—¿Eso crees? —preguntó con miedo.
—Amaneció mientras hablábamos; no sólo lo creo, lo sé.
—¿Eso significa que perderemos este día también, cierto?
Jungkook sonrió; había miles de razones, pero él necesitaba solo una para sentirse afortunado.
—Sí. Así que bendito sea noviembre, Kim.
Taehyung apretó los ojos con fuerza. No sabía cómo terminaba, pero mientras tanto, solo le restaba
disfrutar el viaje.
1 de noviembre de 1986.

59 días antes de.

Kim Taehyung y su latente homosexualidad:


Estoy enamorado de un "él."
CAPITULO 16
16.

California; 1984.

El sonido de una guitarra al atardecer marcaba el final de las vacaciones de verano. La luz que
resplandecía por todo el lugar llenaba cada rincón de los verdes follajes de California, pero en
especial, del jardín trasero de la casa de Agustus Min.
—Creí que esto sería divertido, pero veo que me equivoqué— dijo el castaño a su lado mientras le
veía escarbar la tierra.
—No actúes como bebé. Deja esa guitarra y ven a ayudarme.
—No tienes que ser grosero conmigo...
—Entonces apresúrate, el abuelo volverá pronto y nos castigará si nos ve holgazaneando.
Habían pasado muchos años desde que Seokjin apareció junto a su familia en la sala de su casa.
Años en los que el pelinegro no volvió a necesitar de nadie para llenar sus tardes.
Como cada final de estación desde que tenía memoria, Yoongi se encargaba de cuidar el jardín que
con tanto esmero había construido en compañía de su abuelo; y en el que obviamente, no podía
faltar la ayuda de su fiel compañero de idioteces, el mayor de los chicos Kim.
Habían comenzado podando la maleza y haciendo nuevos injertos de flores en los alrededores de la
casa. Ahora, se encargaban de colocar tierra abonada en las macetas que adornaban las ventanas, y
de recortar las hojas de la frondosa copa del árbol que caían hacia la ventana de la cocina.
—Como sea, debemos darnos prisa. Mañana es el inicio de nuestra gran vida como chicos de
preparatoria.
Yoongi rodó los ojos, recién había cumplido dieciséis años y realmente no le entusiasmaba la idea
de la preparatoria. Pero Seokjin... él estaba demasiado emocionado. Era de lo único que había
hablado el verano entero, y justo en ese momento... estaba a punto de ser aplastado por las ansias de
que la mañana siguiente llegase.
—No es la gran cosa, relájate. Volveremos a la escuela, ¿qué más da?
—Serán los mejores años de nuestra vida, lo sé. Seré popular, las chicas me amarán y luego iré a la
universidad para lograr salir de este pueblo.
—Ajá, y según tú, ¿cómo vas a lograr todo eso?
—Entraré al equipo de béisbol. Ya verás, seré el capitán del equipo para cuando estemos en último
año.
—Eres bastante ambicioso para alguien que debería estar ayudándome con las rosas — dijo con
alegre tono.
Seokjin abrió los ojos, emocionado. Tenía poco más de diecisiete años, y era tan optimista como
alguna vez pudo ser.
Sus sueños eran lúcidos y prometedores, pero no podía pensar mucho en ellos cuando su amigo
sostenía frente a él con delicadeza los tallos verdes para injertarlos en la tierra.
Y es que Seokjin amaba las rosas casi tanto como amaba el béisbol.
Su época favorita del año era aquella en la que los rosales del jardín de su amigo comenzaban a
florecer, pero para ello, primero debían de plantarlos.
Dejó su guitarra de lado y corrió hacia Min para verle colocar con lentitud los tallos entre la tierra,
alrededor del gran árbol en el centro del jardín.
Seokjin sonrió cuando el otro lo hizo. En un par de meses, podría ver los rosales completamente
llenos de color y eso le emocionaba incluso más que cualquier cosa.
Colocó sus manos en los hombros del muchacho con satisfacción. «Sí, definitivamente será un buen
año», pensó.
Levantó su vista hacia el tronco del árbol; entonces, las viejas marcas en su corteza llamaron su
atención.
—Oye, Gus. ¿Qué significan estos símbolos? —le preguntó tocando el tronco lentamente.
El pelinegro sonrió. —Es mi nombre, mi abuelo lo talló hace años, se supone que los símbolos
significan mi brillo y mi paso por la vida, pero me sorprende que aún se entienda.
—Luce increíble —le dijo. Su fascinación por el mundo era real cuando estaba en ese jardín. Un
Seokjin que era capaz de amar la brisa en el viento del verano.
Agustus se puso de pie tendiendo en mano una pequeña navaja de jardinería.
—¿Quieres que escriba el tuyo? —le preguntó.
—¿Lo harás?
—Claro —clavó en la corteza su navaja—, será el símbolo de tu paso por el mundo—dijo imitando
las palabras de su abuelo. Yoongi asintió con tranquilidad y se acercó al árbol en donde talló su
nombre junto al suyo.
Seokjin se sentó en la tierra mientras le veía tallarlo. Siempre había sido más alto que su amigo,
pero se sintió pequeño en ese momento porque tenía miedo del futuro.
Cuando terminó, Yoongi se acomodó a su lado dejando caer su espalda entre la grama. Luego,
Seokjin le imitó para quedar ambos viendo hacia el último cielo de su utopía.
—¿No estás asustado? —le preguntó con las manos detrás de su cabeza mientras veía las nubes
pasar.
—¿De qué?
Yoongi volteó a verlo. El castaño estaba enfocado en el cielo mientras que él solo podía ver el perfil
de su rostro, nunca supo de qué se trataba... Era algo tan simple como lo mucho que le gustaba estar
a su lado.
—Ya sabes, de nuestro futuro.
El castaño sintió su mirada, así que volteó su cuerpo hacia él causando que el otro se sobresaltara un
poco cuando lo tuvo tan cerca. Seokjin le sonrió y extendió su brazo para colocar su mano sobre el
pecho del menor, este no apartó sus ojos, y rogó al cielo que el chico no fuera capaz de sentir la
forma en la que sus latidos aumentaron con su toque.
—No —dijo con serenidad, cuando los miedos hicieron lucir tan grandes los ojos de Kim—, y tú...
¿Estás asustado?
Seokjin tragó saliva con fuerza.
—Mucho —le contestó.
De una línea con una intersección, a punto de convertirse en dos líneas en ángulos totalmente
diferentes.

49 días antes de.

Todas las realidades coexisten unas con otras al mismo tiempo. Los pasos y decisiones que
tomamos, cambian todo a nuestro alrededor cada segundo.
Pero ¿Qué es un segundo?
Después de todo, el tiempo es relativo e inexistente.
La pequeña luz verde se encendió en plena madrugada en medio de la oficina. La cena no había
sido más que frutos secos y mucho licor barato.
Namjoon sabía que sus conocimientos eran cuestionados debido a su tendencia a consumir alcohol;
pero más allá de una adicción, era un estilo de vida.
Para un hombre de sus dimensiones físicas, y con la resistencia que había conseguido durante años,
él estaba seguro de que podía actuar como si estuviese completamente lúcido incluso después de
una botella de ron.
Pero hasta él mismo sabía que las cosas que sentía últimamente no eran normales. Le dolía la
cabeza, y se mareaba sin razón aparente.
Lo cual le llevaba a cuestionarse muchas cosas. Y es que, no estaba seguro de si su salud
empeorando era producto del campo eléctrico que cubría todo el pueblo, de la misma radiación, o
de no haber tenido un plato de comida decente en meses.
Park le veía con desdén desde la silla frente a él; quizá tan exhausto como abatido. Mientras
intentaba encontrarle un sentido lógico a las docenas de expedientes que estaban regados por el
escritorio entre la basura de algunos maníes.
Ese maldito experimento estaba consumiéndoles en todos los sentidos posibles.
Namjoon se reía de sí mismo en medio de su desesperación tan solo de pensar que quizás de haber
fracasado, caer en la miseria no habría sido tan malo.
Es decir, ahora sí eran lo bastante miserables.
La situación era la siguiente: todo el perímetro del bosque siendo recorrido por agentes del gobierno
vestidos como civiles para no levantar sospechas entre los pobladores. Y con la instrucción de
actuar solo si el sujeto era identificado.
Con lo poco que habían logrado conseguir de las cámaras de seguridad en algunos comercios, y las
placas del auto; habían conseguido varios nombres.
El primero, y quién era su sospechoso estrella:
—Kim, Seok Jin. Casi veinte años, parece ser un miembro respetable de la comunidad local y
escolar —dijo el rubio dando un trago a su café—. Joder, hemos leído este expediente mil veces.
Tenían expedientes médicos, policíacos, escolares entre otras cosas de todas las personas entre
quince y treinta años en el condado. Los agentes del gobierno les habían dado acceso a ellos; con la
escuela cerrada y su trabajo de campo paralizado, Jimin había pasado las últimas semanas
archivando hojas y fotografías en carpetas por persona.
Sí, ahora era el jodido secretario del profesor.
Volviendo a lo del sujeto, Seokjin, Jimin había recabado toda su información. Así que, de aquel
tabique desviado, las noches que pasó arrestado por desorden público, del auto que usaba para ir a
la escuela, su puesto como capitán del equipo... maldición, ese libro que el mayor de los Kim jamás
devolvió a la biblioteca, ellos también lo sabían.
Tenían escatimado cada aspecto de su vida y aún no encontraban cómo era que podía relacionarse
con sus intereses.
Namjoon se quitó los anteojos, cansado.
—¿Y el otro? —dijo mientras veía la fotografía del castaño—. El chico que estaba con él.
Jimin abrió el otro expediente, y le entregó la otra fotografía. Ambas imágenes provenían de los
archivos de la comisaría.
—Min, April Agustus. Diecinueve años. Su historial médico no es muy grande salvo por una
estancia de meses en recuperación hace un par de años. Calificaciones regulares, cumple con un
servicio comunitario de seis meses después de agredir a un oficial de policía.
Kim observó la fotografía detenidamente. Eran sus dos únicos sospechosos, y ninguno de los dos
lucían como una amenaza real.
Se levantó con ambas fotografías en mano. Y tomando un par de tachuelas, las clavó en el pizarrón
detrás de él, en donde las fotografías del auto, y otras descripciones también reposaban.
Se cruzó de brazos. —Hay algo que no estamos viendo —meditó. —Dame ese libro que
conseguiste en la escuela el otro día.
Sus corazonadas y su cerebro casi nunca se equivocaban. Algo le hacía sentir que iban en la
dirección correcta, aunque estuvieran errados.
—¿El anuario?
—Sí —declaró, extendiendo el brazo. Quizá Jimin tenía razón y se estaba confundiendo de jugador.
Park asintió tomando del suelo un anuario del año anterior que había conseguido durante sus
investigaciones de campo en la preparatoria.
—Aún no entiendo cómo puede ser esto de ayuda. He estado en esa escuela por meses, y lo único
que he logrado descubrir es que evaden impuestos.
El otro lo tomó y lo abrió en una de las primeras páginas en donde los jugadores del equipo
posaban. Reconoció el rostro de Seokjin en una fotografía donde posaba con su bate en el pecho y
leyó con burla su dedicatoria: "A Dios, a mis padres y a mi hermano."
«Nada especial», pensó.
Después negó, al seguir buscando entre el resto de fotografías en el libro. Ninguno de ellos encajaba
con la descripción física de su sujeto, y él volvió a negar con la cabeza.
Todos esos jugadores, y ninguno era el que estaba buscando.
—Si no es Seokjin, no sé quién sea —golpeó la mesa—. Mierda, ¿Tiene algún clon malvado acaso?
Porque no encuentro una explicación lógica de cómo pasó esto —dijo frustrado hasta que las
palabras de las que se había burlado le golpearon de nuevo—. "A Dios, a mis padres y a mi
hermano." Un clon... El chico Kim tiene un hermano ¿Qué sabes de eso?
—Uhm, no mucho en realidad.
—¿Es adulto, vive aún en el condado?
—¿Adulto? —A Jimin pareció hacerle gracia—. Creo que tiene un hermano menor que va en su
mismo curso, pero hasta donde sé, no se llevan bien. El chico es bastante extraño, casi no habla con
nadie.
—Quiero un nombre —dijo tomando el expediente médico de Seokjin de nuevo para revisarlo.
También tenían el nombre de sus padres, y la persona que había firmado su acta de salida del
hospital no cuadraba con ninguno de los dos.
—No lo sé —divagó mientras pensaba—, algo como Tayson, Tyler...
—¿Taehyung? —dijo Namjoon, levantando la vista intrigado cuando encontró ese hombre en el
acta del hospital.
Septiembre uno, y la salida de Seokjin del hospital había sido firmada por este Kim desconocido.
—¡Sí! Eso, Taehyung. Él es su hermano.
Namjoon volvió a colocarse sus anteojos intentando atar cabos correctamente.
¿Cómo había firmado como su responsable si según Jimin era menor de edad? ¿Cómo si era incluso
menor que el mismo Seokjin?
—¿Estás seguro de que es más joven que él?
El rubio asintió. —Se saltó el segundo año, todos los maestros lo saben.
Namjoon entrecerró los ojos. —¿De dónde sacaste una identificación falsa, niño? — murmuró para
sí mismo. Luego alzó la voz—. Jimin, busca ese expediente.
El rubio se levantó, moviéndose hacia las muchas cajas en el suelo comenzando a buscar algún
rastro de él en los documentos que sus amigos federales les habían entregado.
El profesor Kim tomó el anuario de nuevo y ahora, dejando de buscar conocimiento en lo obvio, en
lo superficial, lo abrió en las últimas páginas buscando las clases de primer año. Y para su sorpresa,
no había ninguna fotografía de él, ni en la cuadrícula de su promoción, ni en los artículos alusivos.
«No le gustan las cámaras...» pensó. «Muy reservado de su parte»
Creyó que estaba perdiendo su tiempo, estuvo a punto de cerrar el anuario frustrado; pero cuando
llegó a las menciones de alumnos destacados encontró su nombre... oh, joder, su maldito nombre
estaba por todos lados.
"Taehyung Kim, ganador de las olimpiadas matemáticas nacionales, 1985."
"Taehyung Kim, premio a la excelencia estudiantil."
"Pasante de verano seleccionado por el M.I.T."
"Premio de literatura, ensayista a nivel estatal."
"Reconocimiento por su trabajo en el proyecto de cableado y alumbrado público del Condado
Mariposa, California".
"Bombero voluntario."
"Premio para..." "...Reconocimiento a Kim..." "Taehyung, ganador de..."
La lista seguía y él parpadeó incrédulo; eso explicaba el hecho de que estuviera en el mismo curso
que su hermano mayor con su edad. El chico era toda una joya.
Después de rebuscar entre las cajas, Jimin volvió a acercarse al escritorio con una carpeta nueva y la
colocó frente a Namjoon, bloqueando su visión.
—¿Es de él? —preguntó, con incredulidad, estaba casi vacía.
Entonces Kim la abrió a la expectativa; no había mayor historial médico, más allá de un par de
visitas al consultorio por alergias.
Le intrigó mucho su expediente académico, y es que sus calificaciones eran impecables, en
contraste con sus llamadas de atención. Llegadas tarde, roces con compañeros, detención por activar
la alarma de incendios. Además de varias pruebas psicométricas, y de coeficiente intelectual
marcadas como "arriba del promedio" según la escuela.
Él como antiguo maestro, sabía que este chico era el tipo de persona por el cual las universidades
pelearían. Demasiado interesante para ser benigno.
También tenía una carta de su médico adjudicándole asma para librarse de la clase de gimnasia;
pero sus registros del hospital no tenían nada de eso.
«Es todo un genio de la falsificación, ¿Cierto?» pensó.
Entonces, llegó a la parte de su investigación que realmente le interesaba: su historial policíaco.
Había sido detenido por vandalismo recientemente, y adjunto a su ficha policial se encontraba una
fotografía suya.
Namjoon sonrió; una sonrisa cínica y casi demente que brotó sin querer de sus labios.
—Es él —confirmó cuando su complexión física encajó con los datos que habían utilizado para
identificar a su hermano—. Tiene que ser él.
Tomó la fotografía del castaño, y la clavó junto a las otras en el tablero, colocando un trozo de
papel en el que se atrevió a escribir:
"Nuevo objetivo identificado".
Alguien estaba jugando con la electricidad de su experimento desaparecido; más que eso, estaba
redirigiéndola. Pero ¿Por qué? O, mejor dicho, ¿cómo?
Las fallas eléctricas del Condado provenían del área sur, del sector de la escuela. Así que, debía ir a
investigar qué era lo que había logrado condensar su corriente.
Por eso nunca estaba en el radar, por eso no podían localizarlo. Habían contenido la energía de su
experimento en otro lugar, o bueno, habían conseguido regularla y para hacer algo como eso debía
ser alguien con conocimiento del alumbrado público, del pueblo y con la suficiente destreza como
para pasar desapercibido en todos lados.
«Camaleón de biblioteca... ¿Qué fue lo que encontraste?» pensó.
Se pasó las manos por el cabello, necesitaba actuar ya. Pero debía ser cuidadoso y lo sabía, en el
momento en el que diera la orden tendría a las fuerzas especiales invadiendo esa casa. Pero no
quería poner en riesgo la vida de ninguna persona por una suposición suya.
«¿Qué fue lo que te llevaste de aquí?»
Una cosa eran él y su asistente chantajeando adolescentes; y otra muy diferente, quince soldados
apuntando a todo lo que se moviera.
Jimin se puso de pie, tenía los tres expedientes, y los extendió sobre el escritorio para verlos mejor.
No estaba conforme con el descubrimiento.
—Algo no está bien —dijo captando la atención de su mentor, quien volteó a verlo.
—¿Qué cosa?
—Las fichas policiales de los hermanos, son del mismo día. Pero por diferentes actos y a distintas
horas.
—¿Y eso que tiene de especial?
—Que la ficha del tal Taehyung está escrita en plural, es decir, lo detuvieron junto a otra persona.
Pero esa persona no fue su hermano, incluso sus salidas fueron en días diferentes. Y el recibo del
dinero de fianza está por el doble de la cantidad fijada, pero su hermano estaba allí por beber en vía
pública así que no necesitaba fianza. Usted sabe cómo funciona esto, había alguien más.
Namjoon agitó la cabeza, sorprendido. Park había aprendido bastante bien.
—Y Min tiene el historial limpio desde el año pasado, tampoco es él... —Joder, ¿Cuántos eran? —
Rápido, busca en los expedientes de la policía, encuentra esa fecha.
—Ya lo hice, no hay mucho que revisar en una comisaría de los suburbios. La única persona que
concuerda con la hora es un tipo sin identificación alguna llamado... ¿Alvin?
Además, no encaja con nadie en los registros de la escuela o el hospital.
—¿Y la fotografía?
—Ese es el punto, el expediente la menciona, pero no se ve bien, no entiendo por qué se ve así de
oscura. Y las huellas... tampoco están prolijas, parecen manchas.
—Piensas que es más que un error de redacción... ¿Cierto?
—Exacto. Además, en las observaciones del historial clínico del atleta, el médico de emergencias
escribió que el chico tenía ambos ojos hinchados por un golpe en la nariz.
—¿Qué intentas decir?
—Alguien más lo llevó, no creo que haya sido capaz de caminar hasta el hospital solo, y sin ver
nada. —Se rascó el cuello desesperado—. No lo sé, quizá fue su hermano o solo estoy siendo
paranoico. Namjoon negó viéndolo.
—No.… tienes razón. No cuadra del todo. —Frunció el ceño—. Es demasiado sospechoso, falta
algo.
—Profesor... ¿Cree que nuestra mascota fugitiva tiene conciencia?
Namjoon suspiró, debía tenerla. Porque entonces, no lo estaban protegiendo, "eso" se estaba
escondiendo.
Este tomó una hoja en blanco; destapó con la boca el marcador que tenía en su poder arrojando la
tapa lejos y finalmente trazó en ella un signo de interrogación ignorando el llamado de su pupilo.
Entonces la llevó a su tablero y la clavó en el centro, justo debajo de la fotografía de Taehyung.
Se colocó ambas manos en la cintura abatido cuando volvió a hablar diciendo:
—¿Quién demonios eres tú?
Un eslabón faltante.
No muy lejos de allí, en una casa de los suburbios que necesitaba pintura, había un chico cuya
inteligencia parecía jugarle en contra.
Los humanos tienen la capacidad de ser masoquistas por defecto. Es genuinamente humano sentir
atracción por las cosas que parecen difíciles, y más que eso imposibles.
Y a Kim Taehyung, encontrar una solución nunca le había parecido tan estrictamente necesario.
Jungkook estaba durmiendo plácidamente abrazado a él cuando este lo único que podía hacer era
ver hacia el techo sin dejar de pensar.
El sonido del reloj y la oscuridad iban terminar por romper su paciencia.
Se pasó la mano por la frente, cansado. Estaba llegando a su límite, necesitaba ayuda para entender
qué camino tomar, había hecho un esquema de posibilidades y en todas, al menos uno de ellos
terminaba con el pulso a cero.
¿Y si todo esto ya había pasado una vez? Se preguntaba. Qué tal si estaban atrapados en un ciclo
que iba a repetirse sin descanso hasta causar el colapso de todas las líneas temporales. Qué tal si era
Jungkook lo que estaba haciéndole daño, o peor, si era él mismo el propio detonante de su muerte.
Se separó un poco del cuerpo del menor y se sentó a la orilla de la cama. No, no podía ser solo una
cosa, era un conjunto de factores.
«Quizá tuve un accidente» Se dijo a sí mismo. «O enfermé». «Tal vez me deprimí tanto que llegué a
lastimarme a mí mismo o.… alguien más me mató, alguien podría haberme orillado a hacerlo.»
No podía más con sus pensamientos, lo estaban asfixiando. Se puso de pie y caminó hacia el baño
en medio de la oscuridad, encendió el tenue foco en su interior antes de abrir la llave del lavabo y
mojarse el rostro, también el cabello, pensando en que no había solución aparente para él.
Se observó en el espejo, ¿Y si esto era una especie de bucle y todo estaba destinado a pasar otra
vez? Incluso si esta era la primera vez que sucedía, si estaban atrapados significaba que se repetiría
sin descanso hasta que lograra hacer que Jungkook volviera al punto de inicio. Pero, ¿Cuál era
exactamente ese punto?
Porque si sus conclusiones eran correctas, terminar con su experimento era el equivalente de aceptar
su propio destino.
Pensó en su hermano y en que podía lastimarse en el partido, o simplemente bajando las escaleras.
Sin saber que el castaño había perseguido uno de sus sueños tan desesperadamente que se quedó a
medio camino, que él no llegó a tiempo para alcanzar su más reciente ilusión.
Se pasó una mano por el cuello, su cabello estaba bastante largo ya. Así que abrió el buró bajo el
lavabo y sacó de él unas tijeras, para cortarse un poco el mechón que se escondía detrás de sus
orejas.
Pero al hacerlo, comenzó a angustiarse. No tenía certeza de si ya estaba loco o no cuando comenzó
a cortarse el cabello de los lados como poseído, agitó la cabeza dejando la tijera por un lado un
momento en el que volvió a verse en el espejo antes de mojarse el rostro y la parte de enfrente de su
cabello.
Entonces, tomando de nuevo la tijera, se cortó un trozo del mechón del frente sin dejar de ver su
reflejo.
¿Y qué tal si todo esto estaba en su imaginación y este mundo no era real? ¿O si era parte de la
imaginación de alguien más y entonces él no era real?
O peor, si era real y no podía cambiar absolutamente nada. Si el destino se encargaba de moldear la
historia a su antojo y la acción de intentar cambiarlo era lo que lo causaba en realidad.
Estaba desesperado y sus teorías iban a aplastarlo por dentro.
El sonido del agua cayendo hizo que Jungkook abriera los ojos. Se movió inquieto entre las sábanas
cuando notó la ausencia del castaño.
Se sentó sobre la cama, pero ahora era el sonido acompañado de jadeos casi dolorosos.
Entonces, se levantó velozmente para dirigirse hacia el baño. Al entrar se encontró con trozos de
cabello en el piso, y un Taehyung que ahora había decidido bañarse con ropa, estaba parado dentro
de la bañera y con el grifo aéreo de la ducha encendido.
Aún tenía la tijera en la mano, y los ojos abiertos mientras el agua caía sobre su cuerpo.
—¡Taehyung! —le llamó— ¿Qué te sucede?
Estaba a medio colapso mental, ni siquiera le contestó, apenas y volteó a verlo. A Jeon no le
importó, tomó una toalla del perchero y se aproximó a él para hacerle salir de allí.
—Me dolía la cabeza —dijo con voz baja.
—¿Qué te hiciste? —le preguntó preocupado quitándole la tijera de las manos.
—No puedo pensar correctamente —sus palabras salían como si estuviera a punto de llorar mientras
restregaba sus ojos con las manos cerradas.
Jungkook comenzó a revisarle el rostro, el cuello y orejas para asegurarse de que no se hubiese
lastimado.
Le observó los brazos, muñecas y uñas también; pero todo parecía en orden.
—Respira... vamos, Taehyung eres más fuerte que esto —le dijo.
—Jungkook, mi cerebro se está volviendo inútil —sollozó cuando su poca inteligencia emocional
golpeó su intelecto.
—No es así, solo que estás cansado.
—No he podido avanzar en dos semanas con el experimento —confesó.
—Lo sé, pero no es importante. —Jungkook le quitó el cabello del rostro para poder verlo—. Has
dado mucho de ti mismo, te estás esforzando al máximo.
—No quiero tocar mi límite...
—No lo harás, mírame bien —lo tomó del rostro—, no te esfuerces más. ¿Sí? Tienes que descansar
de esto.
—Pero necesitamos...
—Las respuestas están en mi cabeza, solo tenemos que sacarlas. ¿Está bien? Ahora, vas a regresar a
la habitación, te pondrás ropa seca e irás a la cama. ¿Entendido?
Taehyung quiso contradecirlo, pero no pudo. Tenía razón, estaba exhausto.
Así que asintió, y temblando se movió lento fuera del baño. Jeon tomó otra toalla para secarle el
cabello mientras el otro se cambiaba la ropa con lentitud.
Jungkook le arropó en la cama antes de acostarse a su lado y ahora, pero, aunque quisiera,
Taehyung seguía sin poder conciliar el sueño.
Tanta actividad física hacía que Jungkook tuviera el sueño. Y Kim no se equivocó al suponer que
volvería a caer rendido poco después.
Así que esperó a que sucediera mientras debatía mentalmente con la idea estúpida que se había
clavado en su cabeza.
Jungkook no podía acercarse al punto de origen... pero él sí.
La madrugada se asomó, y él fue capaz de contemplarla cuando se levantó antes que todos.
Seokjin había dejado de salir a correr, y eso es extraño; pero decidió no preguntarle nada. Bajó al
primer nivel de la casa y con su mochila al hombro caminó hacia la carretera.
¿Hasta dónde era capaz de llegar por conocimiento? No lo sabía y tenía miedo de averiguarlo.
Para cuando la mañana siguiente llegó y el pelinegro volvió a abrir los ojos, se topó nuevamente
con la ausencia de Kim.
Es decir, a plena luz del día las crisis del otro eran menos frecuentes, había aprendido eso de él.
También notó que no estaban ni su mochila, ni anteojos en el escritorio, además de que la escuela
había sido abierta de nuevo.
«Quizá quería llegar temprano» pensó consternado de que no le hubiese despertado.
Fijo su vista en el reloj y maldijo al ver que ya era tarde.
Se levantó apurado, tenía que ir a entrenar. Seokjin les había avisado que el entrenamiento
empezaría antes.
Había pasado poco más de una semana desde la noche en la que la ciudad completa se vio sumida
en la oscuridad.
En algunas partes del pueblo no fue nada más que un apagón que duró unas cuantas horas; para los
residentes del límite, había significado tener que reparar fusibles y cableado entero de varias casas.
Y la escuela, que había estado cerrada desde mucho tiempo antes, finalmente había logrado ser
habilitada.
Estaban a casi nada de la final y debían recuperar todo el tiempo que perdieron las últimas semanas.
No quería sentirse culpable, pero... quizá lo era. Incluso las personas del ayuntamiento tuvieron que
salir a recolectar fondos para reparar los daños de la central eléctrica del condado.
Pero bien, él creía que si los políticos no se robaran el dinero de los pobladores estarían preparados
para emergencias como esta.
Bueno, a quién quería engañar. Sí, la habían jodido y mucho. Les tomó días reparar las luces de la
casa, mientras que en el centro algunas calles seguían cerradas por la falta de electricidad.
Se abofeteó mentalmente, porque o aprendía a dominar sus impulsos eléctricos o vivía en
abstinencia los próximos años de su existencia. Y la segunda no era una opción.
El entrenamiento había sido riguroso, todos estaban sudando y bastante cansados. Seokjin les había
hecho pasar de trotar a correr por veinte minutos sin descanso solo como calentamiento. Pero
entendía el trasfondo, Jungkook comenzaba a creer que podía tener un buen futuro como jugador
universitario.
Incluso en su época, aún le faltaban seis meses para aplicar a alguna universidad. Seokjin le había
dicho que podía quedarse a estudiar en California, pero hasta el momento, solo tenía una oferta
porque seguía sin adaptarse completamente, y esa oportunidad estaba en Boston.
Ahora podía ver el deporte como oportunidad. Así que, si lograba regresar, no dudaría ni por un
segundo en marcharse hacia el norte.
En fin, él y resto de los jugadores caminaron hacia el vestidor de camino a las duchas.
No se sentía particularmente incómodo; pero le parecía irónico el ambiente de no homosexualidad
que intentaban proyectar todos mientras se cambiaban.
Eran un montón de hombres en ropa interior y toallas charlando. Y bueno, a él le parecía un
escenario conocido.
Jungkook, cubierto solo con su toalla, esperaba que una de las duchas se desocupara, cuando lo
hizo, caminó hacia ella para darse un baño veloz.
Jaló la cortina, y se introdujo en ella encendiendo la llave. Aún le quedaba algo de shampoo, así que
lo utilizó rápidamente.
Contó exactamente dos minutos, y apagó la llave. No es que no gustara bañarse, es que tenía miedo
de que su cuerpo tuviera una reacción con el agua.
Según Taehyung y los apuntes que había leído sin permiso, la última vez se había tardado cuatro
minutos exactos en colapsar dentro del agua, así que prefería no arriesgarse.
Salió del cubículo envolviendo su toalla de nuevo en su cintura. Se movió hasta su casillero, porque
sí, le habían asignado un casillero para que no tuviera que cargar todo su uniforme por la escuela.
Lo abrió; se colocó su ropa interior y tomó un poco de desodorante que le había robado a Seokjin y
se lo aplicó antes de dedicarse a buscar su ropa.
Pero escuchó voces y tuvo el presentimiento de que estaban hablando sobre él.
—Vaya, vaya... —dijo Tom, uno de los mejores bateadores— alguien se ha vuelto popular...
Otro de los chicos rio. —Parece que a Jeon le gusta lo rudo.
Jungkook se dio la vuelta viéndoles con una ceja alzada mientras tomaba su pantalón para comenzar
a vestirse.
—¿Qué insinúan? —les preguntó con gracia. Los chicos de último año eran las personas con las que
más tiempo pasaba entre entrenamiento y clases. No podía evitar hablarles.
—Vamos, amigo. Tienes llena de aruñones la espalda. ¿Qué clase de chica te hizo eso?
Todos rieron. —Una con manos de oso —bromeó uno más causando que volvieran a reír.
Él rodó los ojos. No podía mentir, había pasado una semana y él seguía con marcas rojas sobre sus
omóplatos, que eran innegablemente causadas por uñas.
—Ya que les importa tanto, confesaré que tengo gustos muy específicos.
—Eso no tiene sentido. Eres un extranjero, no me sorprendería que estuvieras metido en alguna
cosa rara.
—¿Soy raro por ser selectivo? Por favor, que haya logrado en un par de meses, lo que tú no has
conseguido en años no me hace raro —dijo consiguiendo que el resto de los presentes abucheara al
bromista.
—No lo molestes, Tom. Al menos Jeon puede elegir, a ti nadie te da chance de tirar.
—Es que estoy esperando a la mujer ideal.
—Uy, sí, claro. Lo que tú esperas es una mujer que parezca salida de playboy pero eres feo y
desagradable.
Seokjin apareció detrás de ellos secándose el cabello cuando todos se burlaron del otro chico. —No
sean payasos. Dejen soñar al idiota —dijo uniéndose a la conversación—, todos tienen un tipo. Y
eso no excluye a ninguno de ustedes.
—Ustedes son asquerosos —musitó Jungkook negando con la cabeza.
—Eso tampoco te excluye a ti —dijo Seokjin al escucharlo—, todos tienen un punto débil.
—No estábamos hablando de eso —negó con las manos otro de sus compañeros—, lo importante
aquí es que Jungkook tiene una chica, y no quiere hablar de ella.
—¿Ah sí? ¿Un par de meses y has conseguido liarte con alguien? —Kim le vio inquieto, a él
también le resultaba curiosa su misteriosa pareja.
—¿Qué clase de persona se fijaría en primer lugar? —Se burló y los demás rieron.
—Tú sabes quién —dijo, y se jactó mentalmente, sabía a donde iban las palabras acusadoras de
Seokjin. Así que no dudó en perturbar su paz. —Si lo que quieren saber es si tengo un tipo pues sí,
lo tengo. ¿Que si salgo con alguien que encaja perfectamente en el? Eso también. Nunca he podido
resistirme a alguien castaño, de piernas largas y sonrisa bonita.
Se formó un alboroto. Hormonas... eran hormonas. —Uhhh, engreído. ¿Dónde están los detalles? —
dijo otro de los muchachos.
—Voy a reservarme eso. La privacidad de mi pareja es importante para mí, y no soy un degenerado
como ustedes.
Seokjin se quedó callado. Habían pasado cosas muy extrañas, fuera de Yoongi no había nadie en
quien pudiera confiar, y justo ahora tenía mucho con qué lidiar.
Primero, tenía que resolver el problema de que hubiese dos lunáticos intentando capturarlo,
segundo, tenía que cambiar de estrategia si quería recuperar a su chica, tercero, ganar la final y
entrar a la maldita universidad, y cuarto, pero no menos importante, sacar de su cabeza la idea de
que su hermano se había desviado.
Porque no existía manera de que su hermanito se estuviera tirando a Jeon, ¿Cierto?
Agitó la cabeza. Tenía que ir un paso a la vez y poner en marcha su plan para conseguir la
información que quería.
Para comenzar, apelar al lado amable de su eslabón débil.
—Chicos, chicos —dijo interrumpiendo—. En lugar de estar holgazaneando, deberían terminar de
vestirse, tenemos muchas cosas que hacer.
Todos voltearon a verlo confundidos.
—Dijiste que el entrenamiento terminaría temprano —cuestionó uno de los más jóvenes reclutas.
Sonrió de lado. —Yo nunca dije que había terminado.
—¿Y entonces por qué salimos del campo?
Seokjin había encontrado la forma de dejar de ser burlado. Y no dejaría que su orgullo le arrebatara
una gran oportunidad.
—Muchachos —les dijo llamando la atención de todos—, hoy haremos algo diferente.
El tiempo pasaba, y ya nadie estaba dispuesto a seguir el guion del destino.
...
Romeo y Taehyung tenían el mismo dilema.
Y es que buscaban poseer algo que parecía remotamente imposible. Ya sea un amor, conocimiento,
o en su caso particular, ambos.
Había caminado hacia el bosque con intenciones de llegar al lago, se acercó al área cercada, pero se
había acobardado a medio camino.
Así que aquí estaba, de regreso a la escuela a tiempo para su ensayo con el club de teatro.
Atento, como quien no tuvo una crisis existencial a las tres de la mañana.
Le gustaba estar en el teatro porque mientras más leía la historia más fácil le resultaba asimilar sus
propias emociones. Había diálogos y acciones que él no creyó que quedarían bien juntos. Es decir,
nunca se había interesado en las lecturas de ficción tanto como ahora.
¿Se sentía mejor? Sí. ¿Completamente bien? Definitivamente no. Después de todo, algunas cosas en
su interior nunca habían sanado, y su vida en peligro, definitivamente no desaparecería de su cabeza
en un par de semanas.
Estaba en el escenario, había llegado temprano al ensayo. Así que aprovechó para practicar en
soledad.
Su cabello estaba esponjado, y no importaban las veces que había intentado planchar su ropa, su
camisa se veía arrugada en conjunto con sus pantalones de mezclilla rotos.
¿Había perdido la compostura? Sí.
Estaba bastante enfrascado en su lectura, que ni siquiera notó a Agustus llegando al auditorio
tranquilamente. Yoongi sonrió feliz de verlo; había sido encomendado para una tarea, y el encontrar
aquí a solas al castaño hacía más fácil su trabajo.
Se acercó tranquilamente y le tocó la espalda. Cuando Taehyung volteó a verle, quiso saludarle,
pero su boca fue más rápida que su filtro moral.
—¿¡Qué jodidos te pasó!? —dijo viendo al menor.
—Tengo un colapso mental, ¿Por qué?
—No.… por nada —¿Este niño se unió a una secta o una banda de rock?, pensó. —Te
queda bien.
—No mientas.
—¿Por qué mentiría?
—Porque sé que me veo asqueroso.
—No, no. Te ves bien, lo digo en serio, pero podría ser mejor —abrió su mochila y sacó una lata de
fijador para el cabello—, un poco de spray, la camisa más abierta y quedarás listo para la conquista.
Taehyung quiso burlarse, pero no pudo, esto de tener hada madrina le gustaba mucho.
Se inclinó hacia el frente para quedar a su altura y dejar que Yoongi le rociara un fijador en el
cabello. Otros estudiantes comenzaron a entrar por la parte posterior y Kim alzó la vista para ver
con duda a su amigo.
—No sabía que tendríamos compañía hoy —dijo desconcertado.
—No creerías que montaría un musical con un solo actor, ¿O sí?
—¿De dónde sacaste más actores?
—Convencí a la profesora de música para incluir chicos de secundaria, así que... —Volteó hacia la
entrada y reconoció a Sunhee entrando tímidamente—. Y allí viene tu coestrella...
La había estado visitando en su casa para practicar a escondidas, no era algo que los demás
necesitaran saber.
—Oh, Dios. ¿Ella? —Alguna vez tuvo un platónico secreto por la chica, le avergonzaba la idea de
que ya no era tan secreto.
—¿Qué? No le tengas miedo a tu suegra, Taehyung.
—No es mi suegra, y no le tengo miedo.
—Entonces no hay ningún problema.
—A veces te detesto tanto.
Yoongi le sonrió, y estuvo a punto de alejarse cuando recordó su misión. —Oye, idiota. Por cierto,
antes de que se me olvide, ten—Taehyung alzó una ceja cuando el otro extendió su brazo y su mano
con una hoja doblada hacia él — tu novio Jungkook te manda esto.
—¡No es mi novio! —dijo exaltado.
—A ver, amiguito. —Suspiró—. Vives con él, lo besas, le pides su opinión sobre tu ropa, le
compras comida, le cepillas el cabello... Hasta donde yo veo, adoptaste un novio salvaje del bosque.
Titubeó atrapado. —Eso no lo hace mi novio.
—Te acostaste con él —dijo directo y el otro se ahogó con su saliva—. Ponle la etiqueta que
quieras, a lo que sea que tengan, no es mi problema.
—No debí contarte eso —reprendió.
—Pero lo hiciste. Así que siéntete feliz, no todos tenemos la suerte de encontrar un novio en medio
de la nada y llevarlo a casa para que nos cocine y nos diga que somos bonitos —dijo pestañeando
para joderlo—. ¿O sí, "Pastelito"?
Quiso decirle algo completamente inapropiado, pero se quedó callado cuando el bullicio a su
alrededor se clavó en el total silencio.
Los estudiantes de primer año que la maestra de música había obligado a ayudar a Agustus con su
obra alzaron la vista deteniendo sus labores cuando las puertas principales del auditorio se abrieron
causando un gran estruendo.
Taehyung ladeó la cabeza. O estaba más ciego que de costumbre o todos estaban enloqueciendo a
su ritmo.
Yoongi abrió los ojos sorprendido al ver entrar al equipo completo de béisbol por la puerta
principal, incluyendo a Jungkook y Seokjin con ellos.
—¿Pero qué mierda sucede? —masculló mientras les veía acercarse, consternado. Volteó a ver a
Taehyung—. Tú ve a practicar yo tengo que encargarme de una plaga.
Dejó solo al castaño y saltó del escenario hacia el suelo apoyándose con sus brazos sobre la madera
de este para bajar y luego caminó rápidamente hacia Seokjin.
—¡Sorpresa! —le dijo el Kim mayor sarcásticamente al ver la confusión en su rostro—. Llegó la
verdadera ayuda.
—¡Chicos...! Que alegría verlos aquí...—incómodo fingiendo sonreír—. ¿Nos darían un segundo?
¿Sí? Bueno, gracias. —Jaló al Seokjin del brazo arrastrándolo cerca del telón para luego murmurar
— ¿Qué jodidos crees que haces?
—Dijiste que querías uno o dos chicos fuertes que te ayudaran con el auditorio. Así que bueno, traje
nueve.
—¡Estaba bromeando contigo!
—Pero yo no. Así que... me debes una.
—No pensé que fueras a hacerlo realmente. ¿Cómo jodidos los convenciste de hacer esto?
—Estar en el equipo también te da créditos para las clases. Les dije que firmaría sus hojas de
actividad extraescolar solo si cooperaban aquí.
—Oh vamos, ¿Y si me niego a cumplir nuestro trato?
—No puedes, sé demasiadas cosas sobre ti. Así que, tómalo o déjalo.
Yoongi apretó la mandíbula, el estúpido Seokjin quería jugar así y no le molestaba, le parecía un
reto.
—Siete —dijo burlón.
—¿Qué cosa?
—Jungkook no cuenta; él ya es mi ayudante oficial. Y tú, sólo vienes molestar a Sunny aquí. Así
que solo trajiste siete personas.
Seokjin le sonrió, logrando hacer que el otro le imitase.
—¿Y son suficientes para que me dejes estar aquí? —frunció las cejas—. Seré bueno, lo prometo.
—Suspiró. Esto iba de mal en peor para su dignidad. —.

—Está bien, pero no olvides que te odio mucho por esto—dijo aceptando.
—Lo tendré presente.
Ambos caminaron de regreso hacia el equipo—. Entonces, chicos —dijo Min—. Ustedes dos, los
más altos, ayuden con las luces. —Vio hacia otros— ustedes tres, a colgar la luna de la viga de
arriba, y tú —dijo señalando al moreno que le vio con desagrado. — Ayúdame a sacar la utilería de
la bodega.
—¿Qué hay de mí? —cuestionó Seokjin.
—Toma un cepillo y quita la pelusa del telón. Ah, y cuando termines, quita la goma de mascar bajo
las butacas
—¿Qué clase de tarea es esa? ¡Eso no es justo!
—Tú dijiste que venías a ayudar, como lo siento —le contestó mostrándole su labio inferior—. Así
que, si no te molesta, iré a ensayar con mi actriz principal mientras trabajas.
Agustus Min le dio la espalda dejándole abatido con una expresión de fastidio cuando le vio
caminar hacia la pelinegra Lee que le esperaba atenta, y feliz de verle.
Sabía que yoongi estaba disfrutando mucho su frustración, y vaya que Seokjin quería golpearlo por
eso.
En medio de toda la algarabía, a Yoongi ni siquiera le había importado el Jugador faltante.
Jungkook se alejó de su grupo para colarse detrás del escenario. Taehyung aún no era lo
suficientemente sociable, y estaba seguro de que lo encontraría allí.
Se escabulló detrás de las tramoyas para llegar hasta el castaño quien se asustó cuando le sacudió de
los hombros.
—Oye, Julieta —le llamó apareciendo detrás suyo.
—¡No hagas eso! —Taehyung se sobresaltó asustado, al verlo le dio un pequeño empujón. —Y no
me digas Julieta aquí, tarado.
—¿No lo eres?
—No, soy Romeo. Tu madre me ha quitado el papel.
Jungkook sonrió de lado. —Oh, pequeño Kim. No me digas que te has decepcionado de no tener
que salir con peluca.
—No me jodas, la peluca es lo de menos. Las líneas son lo importante.
—No seas pesimista, lo haces genial.
—Como sea, no sé porqué sigo haciendo esto si ni siquiera sé si llegaré al final del año escolar.
Jeon negó. Probablemente la había jodido, pero... al menos ya no sentía que colapsaría cada dos
horas, una conciencia limpia y una paz inefable.
—¿Cómo te sientes? —dijo preocupado, con sus enormes ojos oscuros atentos al chico.
—Naturalmente cansado de mi vida, pero está bien.
—En lugar de pensar así deberíamos enfocarnos en avanzar con el experimento.
—No puedo, estoy ensayando —le respondió dándole la espalda. Estaba en una clase de acción
evasiva para no deprimirse. Es decir, mantenerse ocupado le hacía permanecer en su estado racional
normal.
—Me gusta lo que le hiciste a tu cabello —dijo Jungkook al verle de espaldas, se había cortado
ligeramente los costados, y con su cabello largo del encima le hacían lucir como si tuviera una
especie de mullet despeinado. Al no recibir respuesta, se acercó a él para tomarlo por la espalda, y
decirle al oído—. También me gusta cómo te queda el pantalón que tienes hoy.
—¿Qué te pasa, animal? Hay como quince personas allí afuera. —Kim se removió para separarse.
—Lo sé, pero en vista de que te gusta ignorarme me veo en la necesidad de tomar medidas
desesperadas para obtener tu atención —dijo—, además, tengo la obligación moral de cuestionarme
si tus piernas se ven igual de bien sin ellos —y entonces le soltó.
Taehyung se volteó para verlo con una ceja alzada. —Idiota.
—Sí, pero —dijo con gracia para molestarlo—, ahora que ya tengo tu atención, quiero saber si
recibiste mi nota.
—Ah, eso. Sí.
—¿Y bien? ¿Es un sí o un no?
—No la he leído.
—¿Por qué no?
—Porque estaba ocupado.
Jungkook presionó su pecho fingiendo dolor. —Cuánta frialdad, me lastimas.
—Además, cuando pienso en ti me recuerdo de que estoy molesto contigo porque eres un estúpido
y me enojo conmigo mismo también.
—Eso explica porqué me has insultado unas diez veces en el poco tiempo que llevo aquí.
Entrecerró los ojos. —Imbécil.
—Eso ya lo sabemos; ahora vamos, vamos. Lee mi nota.
Taehyung suspiró llevando su mano al bolsillo de su pantalón para sacar el trozo de papel doblado
en cuatro. Lo extendió y alzó la vista a Jungkook con confusión.
—¿Un anuncio? —dijo deteniéndose a ver la hoja. Era el anuncio de la nueva exposición de un
museo en una ciudad vecina.
—Es una galería sobre la mitología griega —dijo emocionado—. No creo que sean las pinturas
originales, pero lo poco que se ve parece prometedor. Es su último día de exhibición, así que,
espero una respuesta tuya pronto.
—¿Respuesta de qué?
—Dale la vuelta a la hoja, genio —dijo con obviedad. Taehyung obedeció a sus palabras girando la
hoja para encontrarse con algo escrito con crayón en la parte de atrás.
—"Tú, yo, cita, hoy." —leyó en voz alta, intentando contener la sonrisa que se le escapó sin querer
al ver dos cuadritos para marcar "sí o no"
—¿Qué es esto, Jeon? —le dijo cuando lo desprolijo de su letra y su petición le causaron más
ternura que molestia.
—Es mi forma de invitarte a una cita formalmente.
—¿Y eso cómo por qué?
—Por ningún motivo en específico. Estuve pensando que técnicamente he estado saliendo contigo
los últimos meses y nunca hemos tenido una cita real en donde yo no quiera matarme o alguien
quiera hacerlo, así que pensé que sería una buena idea.
—¿Te parece correcto salir con un muerto del pasado?
—Oh, dios. Si lo pones así suena tan mal.
—Sin contar que soy tu tío político y también soy treinta y cuatro años mayor que tú.
—Matas mis ilusiones, Tyler. ¿Qué tienes encontra de hacer a este pobre tonto feliz?
—Bien, en el hipotético caso que aceptara salir contigo. ¿Cómo se supone que llegaríamos a la
exposición? Eso está del otro lado del condado y no tenemos el auto. Además, es demasiado tarde.
—Apenas son las diez de la mañana, si nos vamos ahora llegaremos justo a tiempo.
—Ya te dije que estoy ensayando. Además, creí que tenías examen de literatura hoy.
—Ay, por favor. Puedes hacer eso después. Y sobre mi examen, es la segunda vez que lo
reprograman, mi profesora tuvo problemas con la electricidad de su casa.
Taehyung se rascó el cuello. Ellos se habían levantado la primera mañana de noviembre solo para
fingir demencia al ver a sus vecinos furiosos y a los pobres electricistas del pueblo intentando hacer
algo. El castaño intentaba no sentirse culpable, es decir, una sobrecarga de energía podría haber
sucedido por cualquier motivo y no tenía nada que ver con los niveles de adrenalina de Jungkook
mientras jadeaba, ¿Cierto?
—Como sea, aún te falta resolver el problema del transporte.
—Lo tengo cubierto, relájate.
—¿Y cómo crees que iremos hasta allá, genio?
—Como los simples mortales que somos —dijo alzando ambas cejas ante la mirada intrigada del
castaño—, en autobús. Así que dime, pequeño Kim intelectual, ¿Nos fugamos o qué?
Taehyung sonrió estúpidamente por la gracia que le causó, antes de voltear y constatar que no
hubiese nadie a su alrededor para tomarle de la mano tirando de su brazo para hacerle avanzar
cuando asintió.
El telón les ocultó cuando salieron detrás de bambalinas hacia la salida de emergencia.
Las aulas habían esperado por ellos durante dos semanas, así que podían esperar un día más.
Siempre pensó que esto de salir de la escuela antes de tiempo era una estupidez; pero nunca esperó
que hubiese algo de encanto en la rebeldía.
Esta vez no tenían cámaras, o algún propósito. Solo sus mochilas sobre el hombro cuando sin
importarles salieron del edificio para dirigirse a la parada de autobús más cercana, seguro de que
eso que les motivaba ya no era un sentimiento extraño para ninguno de los dos.
...
De regreso en el auditorio, Yoongi había tomado su borrador original para comenzar a repasar las
escenas con el resto del elenco. Sunhee se había sentado a merendar a su lado a orillas del escenario
mientras practicaban juntos.
Era demasiado encantadora, debía admitirlo. Había llevado dos emparedados para que comieran
juntos, y le había pedido su opinión sobre su suéter. Sí, aparentemente Agustus Min tenía una nueva
amiga.
Cuando terminaron de comer, se puso de pie, —ven, Sunny —le dijo y extendió su mano hacia ella
para ayudarla a levantarse. —Es hora de comenzar, iré a buscar a Taehyung.
Yoongi se alejó para moverse detrás del escenario, donde gustaba practicar al castaño, pero al
llegar, no encontró a nadie. Asomó la cabeza hacia el escenario en busca de Jungkook y tampoco lo
encontró.
Los maldijo mentalmente y caminó de regreso hacia su amiga.
—¿Recuerdas que te dije que en el mundo del teatro la fama es efímera? —preguntó y ella asintió
—. Pues Taehyung acaba de fugarse.
—Oh, no —dijo triste. —¿Y no tienes un suplente o algo así?
—De hecho, sí, pero estoy seguro de que mi suplente se fugó con él.
—¿Qué tal alguno de los chicos de primer año?
—Necesito alguien que cante...—dijo frustrado viendo a los miembros del equipo cargar la luna
para colgarla. Y no supo si la idea que tuvo era buena o mala —En vista de que Romeo escapó,
necesitaré un reemplazo —dijo cansado. Alzó la vista para ver a Seokjin luchando por quitar la
pelusa de la cortina—. Perdóname por lo que voy a hacer —le dijo a Sunhee, y luego elevó el tono
de su voz diciendo— Oye, cabeza hueca.
—¿Yo? —dijo Seokjin señalándose a sí mismo con el dedo.
—Sí, tú, ven acá.
Sunhee se removió un poco consternada cuando Kim fijó su vista en ellos. Se supone que estaba
aquí para evitarlo, y su nuevo amigo parecía no entender su necesidad de evadir al castaño. Y sabía
que debía explicárselo, pero no podía.
—Gus, yo... —inquieta.
—Sé que es un gran cambio, pero es temporal —dijo, intentó calmarla alzando su mano derecha—.
Promesa de director.
—Sí, lo sé, pero... Él... no puedo.
—Creí que salías con él, ¿Pasó algo malo? —Era el momento adecuado para conseguir la
información.
Dudó. —No, no...
—No intentes mentirme, señorita. Estoy preocupado por ti. Dime la verdad, así puedo echarlo de
aquí sin sentirme culpable.
—Gracias por cuidarme... —Ella suspiró, dejando una sonrisa llena de nostalgia—. Pero él no ha
hecho nada mal.
—¿Entonces? —Tomó su mano para transmitirle paz, hablando solo para ella.
—Sé que él te agrada, a mí también, y no entiendo lo que pasa entre ustedes, pero sí sé de sobra que
es un idiota. Así que te prometo que en el instante que me lo pidas yo voy a echarlo de aquí, ¿Está
bien?
Negó con la cabeza. —No, no. Es solo que, quiero alejarme de él para no lastimarlo. Yo... no soy lo
que espera, y no puedo quedarme aquí.
—Lo estás torturando antes de tiempo. Venga, niña, sé que quieres estar con él y te entiendo.
Inténtalo, déjalo ser feliz al menos por hoy, mira que obligó al resto de sus idiotas a venir a
ayudarme para estar cerca de ti.
—¿Eso hizo?
—Si te contara... —dijo recordando al mayor en su jardín pidiéndole una rosa para regalársela a
ella.
—A veces puede ser muy tierno...
—Lo sé —confesó.
—El problema es que yo...—se quedó callada cuando un nudo en su garganta se formó, como
buscando las palabras para decirlo.
Yoongi se pasó la mano por el cuello; sus teorías iban a volverlo loco, pero sabía que no era
prudente confrontarla. ¿O quizá sí?
—El problema... —dijo con tenue voz— es que él sepa que estás diferente... ¿Cierto? — dijo con
miedo.
—¿Cómo lo sabes? —Ella abrió los ojos, asustada—. ¿Es muy evidente ya?
Pero Yoongi negó. —No, solo estoy suponiendo cosas —le respondió. —Si es lo que creo... aún
falta mucho para eso, y no te preocupes que yo no sé nada, ¿Está bien? —Agustus Min le guiñó un
ojo en complicidad.
Ella le sonrió agradecida. —Entonces... ¿Comenzamos a ensayar?
—Ya vuelvo —le dijo.
Entonces se bajó del escenario para llegar al lado de Seokjin quién les observaba curioso. Parecía,
que todos eran amigos de todos, excepto él.
—¿Y ahora qué? —le dijo cansado.
—Es tu día de suerte, campeón. Tengo una vacante, y es tuya. Así que trae tu trasero al escenario.
—Alto, alto. No entiendo lo que dices.
—Tu hermano se fugó con el otro idiota que es su suplente, y yo necesito avanzar con el ensayo de
hoy. Así que, ¡Felicidades! Eres Romeo ahora.
—¿Qué te pasa? No haré eso —dijo negando rotundamente.
—Solo serás el reemplazo de Taehyung, relájate.
—Yo no conozco las líneas.
—Solo será vocalización, cantarás un poco.
—Oh, no. Esta no es la jodida "Grease".
—Ay, por favor. No actúes como si no te encantara. Además, tú querías estar aquí, ¿O no? Ve y
canta con la novia que te ignora.
Seokjin volteó a ver a Sunhee sonreír con su libreto mientras practicaba sus diálogos.
Tragó saliva, sus intentos por acercarse a ella sin ser un idiota cada vez eran más desesperados; Pero
¿qué podía hacer? Podía verla allí sobre el escenario, con esa falda blanca que a ella le encantaba
usar, y que pocas veces vestía al sentirse insegura de sí misma, con las ondas de su cabello negro
suelto batiéndose al mismo tiempo que reía. Y el gran suéter rosa con el que la había visto por
primera vez. Ella era su sueño.
Genuina carisma y belleza, sumadas a la inteligencia que no podían hacerle más que sentirse
infinitamente pequeño ante ella.
Se armó de valor. Después de todo, él decía estar enamorado, y ¿No era el amor aquello que daba la
fuerza de ser capaz de hacer el ridículo?
—Dame ese libreto —dijo decidido. Yoongi asintió feliz entregando su copia, una voz como la suya
y podría tener al mejor elenco de todos.
Ambos caminaron de regreso al escenario; Seokjin subió por las escaleras y Yoongi se quedó abajo,
le vio llegar tímidamente hacia ella.
—Bien, chicos. Estamos en la cuarta escena, es la fiesta de los Capuleto y Romeo consigue colarse
a ella. Allí es donde se encuentra con Julieta. Seokjin empiezas tú junto a Lucas —dijo señalando a
un chico de primer año quien tenía el papel del primo de Romeo—. Sunhee tú entras después.
¡Vamos!
Todos se movieron a sus puestos y él los observó mientras ejecutaban sus acciones tal y como
estaban plasmadas en su libreto.
Seokjin era un perfecto Romeo, y sus movimientos eran tan idénticos a como se vieron en su cabeza
cuando arregló ese libreto que le hicieron confundirse por un momento.
Él cantó unas cuantas palabras, Sunhee no pudo evitar sonrojarse. Tampoco se negó a él al verle
inclinarse para tomar su mano y darle un beso en el dorso de esta antes de presentarse ante ella
siguiendo la escena. Y cuando Kim sonrió, más de una persona en el auditorio se perdió en lo
genuino de su presencia.
No supo si fue la química entre ellos o su ejecución la que se robó su atención, pero mientras más se
acercaban la brecha de sus recuerdos se abría abismalmente. Yoongi retrocedió y se sentó en la
primera fila mientras les observaba atento.
Y aunque le dolió reconocer que aquello todavía existía en su interior, se sintió agradecido de nunca
haberlo dicho en voz alta.
Bueno, al menos su ensayo salió bien.
"Si tuviera que construir un puente para llegar a tu ventana, lo haría, aunque perdiera la razón.
Chico, dame una oportunidad para demostrarte cuánto vale para mí tu sonrisa. Una oportunidad es
todo lo que necesito, y llenaré de rosas tu balcón..."
...
Después de esperar por media hora a que pasara un autobús, Taehyung y Jungkook habían
encontrado uno que los llevase al condado vecino. Estaban en los últimos primeros, Jeon hablaba de
cosas que el otro era capaz de entender mientras veía por la ventana.
El invierno había comenzado a hacer estragos por el lugar, las calles tenían una leve escarcha que
provenía de la brisa comenzando a congelarse.
Los últimos días Taehyung se sentía incapaz de hacer algo bien, había errado en sus clases y se
estaba presionando mucho por encontrar una solución.
Era un círculo de factores. En donde a, b y c, eran el detonante uno del otro.
Y aunque quería ser optimista, el transporte público siempre había tenido la cualidad particular de
hacerlo sentir miserable.
Hace un par de días que bajo su puerta había llegado un sobre con la información de una
universidad. No le importaban las demás solicitudes, esta era la buena.
Se trataba del Instituto Tecnológico de Massachusetts, con una tasa de ingreso de aproximadamente
el diez por ciento de los aspirantes, y a él lo estaban dejando entrar por la puerta grande y mientras
le aplaudían.
Así que ese gran fondo universitario que había ahorrado por años ya no era tan necesario.
Pero estaba tan sumido en su miseria mental que no sabía si comprarse una casa cerca de la
universidad o comprarse un féretro. Bueno, ambas eran buenas opciones.
Negó con la cabeza saliendo de sus pensamientos cuando el autobús se detuvo.
Les tomó aproximadamente una hora y media llegar a su destino; bajaron y caminaron atentos a
esas calles desconocidas.
Jungkook estaba nervioso, no iba a ocultarlo. Es decir, esto de tener una cita formal era extraño para
él.
—Esto es raro.
—¿Qué cosa?
—No lo sé, formalidad.
—¿Nunca habías tenido una cita, acaso? —preguntó Taehyung por curiosidad.
—No.
—¿Que no eras tú el que tenía como diez novios?
—No diez, fueron solo dos. ¿Ves cómo exageras?
—Dos novios con los que pudiste tener muchas citas.
—Que no involucraran sexo no. Aunque bueno —lo meditó—, una vez salí con Dominic al estreno
de una película de superhéroes. Eso califica como cita oficial, creo.
—Ah, cierto. Tu amigo el pelirrojo —dijo con molestia rodando los ojos.
—¿Enserio estás celoso de un chico que técnicamente no he conocido aún?
—¿De tu ex, el teñido ese? No, por favor.
—Es pelirrojo natural, por si querías saber.
—Ahhh, y lo defiendes. Vete con él entonces.
—A Dominic Heart le faltan unos quince años para nacer, literalmente, ni siquiera existe aún.
—Pues lánzate al lago y ve a buscarlo.
—Sí, eso confirma que estás celoso, aunque lo niegues.
—Sueñas, Jeon. Sueñas.
Oh, no. Taehyung había mutado a esposo celoso.
Después de caminar un par de minutos llegaron a ese pintoresco museo. Se acercaron a la taquilla
del lugar, en donde Jungkook habló amablemente al cajero para pagar dos entradas.
El lugar era bastante lindo; lucía limpio y pulcro. Además de tener grandes vitrales de colores.
—Tengo una sorpresa para ti —le dijo escondiendo sus manos detrás de él.
—¿Un regalo? ¿De dónde sacaste el dinero para hacer esto, eh? —dijo curioso con una ceja alzada
—. Y para el autobús, la entrada... y la paleta que te compraste allá afuera.
—Eso es información confidencial.
—Jungkook... —dijo viéndole con severidad.
El pelinegro alzó ambas manos en su defensa. —Está bien, está bien. Digamos que tengo un
empleo.
—¿¡Qué!? Tú sabes que no debes relacionarte con más personas —dijo confundido.
—No me regañes, deja que te expliqué —le reprochó con gracia—. Hace unos días me ofrecí a
ayudar con el aseo en casa, y pues, creo que tus padres se sintieron culpables y comenzaron a
pagarme.
—Espera... —ladeó la cabeza— ¿Eres tú quien ha estado lavando mi ropa?
Jungkook asintió feliz. —También secándola, y guardándola. Limpié el horno, el fregadero y dejé a
Seokjin sin calcetines iguales.
Taehyung se pasó la mano por el cabello avergonzado. Sus padres trabajaban y los hermanos ya
eran lo suficientemente grandes como para encargarse de la casa por sí mismos.
Pero ninguno de los dos lo hacía, y el hecho de que las cosas aparecieran limpias nunca les había
importado.
—No puede ser. Creí que mamá se había apiadado de mí desde que encogí toda mi ropa.
—Eres tonto para ser un genio —le dijo Jungkook burlándose de él.
—¡Oye! No seas malo —Taehyung se cruzó de brazos —simplemente hay cosas que no me
esfuerzo en ver.
—Tu cerebro es enorme pero tus ojos no sirven, es una pena.
—Idiota.
Taehyung frunció el ceño; Jungkook le sonrió porque le gustaba verlo enojado, acercándose y
atrayéndolo de la cintura con una sola mano, con la otra detrás de su espalda para sacar una pequeña
flor de papel que le había tomado medio día hacer.
—¡Ta-da! —le dijo entregándosela.
—¿Origami? —Taehyung la tomó con cuidado.
—Silencio, es un tulipán de papel. Regalar flores reales se ha vuelto algo completamente idílico,
pero no en el buen sentido.
—No creo que sepas qué significa esa palabra.
A la defensiva. —¡Claro que lo sé!
—A ver, úsala en una oración.
—Las piernas de Kim Taehyung son Idílicas.
—¿Lo ves? Estás perdido. —Se cruzó de brazos—. "Idílico" es algo que está demasiado idealizado
o visto como perfecto.
—Ya lo sé —dijo guiñando un ojo hacia él—. Por eso lo dije.
Taehyung acomodó sus anteojos.
—No puedes decir cosas como esas, ¿Qué te pasa?
—¡Lo siento! Creo que me desbloqueaste un nuevo fetiche, entonces es tu culpa.
—¿Y yo qué hice? No tengo la culpa de que seas extremadamente bizarro.
—¡No puedo evitarlo! Estás grabado en mi mente.
—Wow, calmado, súper estrella. Te daré una mano para que salgas de tu imaginación — dijo
dándole un pequeño golpe en la cabeza.
—Con esas manos ahórcame, por favor.
Taehyung se ahogó con su saliva por lo repentino que fue escuchar eso.
—Oye, oye. Bájale a tus hormonas, niño.
—Ah, claro. Como ya obtuviste lo que querías de mí te alejas.
—No seas dramático.
—Está bien, pero quiero que quede claro que soy más que un objeto sexual.
—¡Jungkook! ¡Basta o voy a bañarte con agua fría!
—Bien, bien. Lo siento.
Avanzaron un par de metros. El lugar estaba completamente vacío, por lo que Taehyung no le
encontró ningún problema a tomar de la mano a Jungkook mientras caminaban y que este llevara
ambas dentro del bolsillo de su chaqueta para que ninguno de los dos tuviera frío.
Es decir, eso hace la gente en las citas. ¿Correcto?
No tenía muchas referencias, pero le parecía algo bonito de intentar.
Se quedaron de pie donde había una representación de los nueve círculos del infierno, de Dante
Alighieri.
—¿Sabes? Creo que ser escritor es algo para gente perversa.
—¿Por qué lo dices?
—Por eso —señaló hacia la imagen. Era una ilustración de los círculos del infierno—. Imagínate
que eso salió de la mente de alguien —tembló—, es tenebroso.
—Uy, parece que a alguien no le gustó leer "La divina comedia".
—Claro que no, la leí a los diez años. Creo que me traumó.
—Hay libros peores.
—Lo sé y prefiero no leerlos. Soy sensible —dijo Taehyung convencido.
—Si esto te hace sentir mejor diré que es verdad.
—Me traumó, pero es un libro bueno, lo admito.
—Yo lo conocí por un artículo de internet, decía que Dante era fan de Virgilio, e incluso en la
primera parte de su obra, se escribió a sí mismo charlando con su héroe. Recuerdo haber leído que
decía que su historia era considerada como el primer fanfic de la antigüedad.
—Me perdí en la última parte. ¿Qué es "fanfic"?
Jungkook rio. —Oh, eso. Es ficción escrita por los fans de algo o alguien, usando a ese famoso
como personaje.
—¿Eso es legal?
—Cincuenta-cincuenta —estrechó los ojos—. Yo y los fanfics que escribí sobre el vocalista de
alguna banda emo enamorándose de mí preferimos no opinar sobre eso.
—¿Tú escribes?
—Ya no, no soporté la presión de mis cinco lectores.
Taehyung no pudo evitar reírse.
—¿Imaginas ser tan famoso como para que las personas escriban una historia inspirándose en ti? —
cuestionó mientras caminaban por los pasillos del museo.
—Lo sé. Tanta fama debe ser irreal. Imagínate que seamos solo personajes ficticios de un libro de
alguna persona que no tiene nada mejor que hacer, que fantasear sobre nosotros.
—Es una posibilidad, Jungkook —le dijo agradecido de que el otro le siguiera el juego.
Cuando llegaron al centro del lugar, dónde la exposición que le interesaba al pelinegro.
Jungkook no pudo ocultar su emoción cuando se movió veloz. Eran pinturas inspiradas en mitos y
otras fotografías ordenadas con una estética impresionante.
El museo tenía un aspecto pintoresco. Estaba casi vacío y su piso cerámico lucía reluciente; a cada
paso que daban, el eco se expandía por toda la habitación. Y sobre sus cabezas, un gran tragaluz de
vidrio que llenaba con los rayos del sol el lugar.
Taehyung le observó cuidadosamente mientras el otro rebosaba de felicidad. El último cambio de
actitud de Jungkook no era necesariamente malo, tenía un poco de cada cosa que le hacía ser al
pelinegro quien era.
Tenía ilusión, ingenio y un toque de romance.
—Taehyung —volvió a hablar Jungkook—. Mira esto.
El castaño obedeció, enfocando su vista cuando una sonrisa enternecida se asomó en su rostro.
—¿Qué cosa? —le preguntó. Le parecía muy lindo ver a un hombre de su tamaño casi dar brincos
al emocionarse tanto por un par de pinturas.
Jungkook le soltó para colocarle el brazo sobre el hombro.
—¿Ves acá? Son pinturas de artistas locales. En esta —dijo señalando la primera y leyendo la
descripción abajo. Era un cuadro en tonos grises—, se representa a Cronos y a su hijo Zeus. Y en
esta —señaló la otra en tonos rojos y amarillos—, su batalla por el poder. Y si las ves juntas, puedes
captar cómo Zeus vence a su padre.
Taehyung entrecerró los ojos. Había dejado de leer cosas como estas desde que estaba en ¿Segundo
año? De un tiempo atrás, todo habían sido números para él.
—No puede ser que hasta el dios del Olimpo tenga problemas con su padre —comentó cuando
encontró irónica la historia.
—Oh, por favor. La paternidad es un asco hasta para los dioses —se burló Jeon.
—Zeus es mal padre porque su padre Cronos intentó comérselo.
—Mismo camino, pero diferente forma de ser el padre del año —secundó Jungkook—. Por eso
Zeus tuvo hijos por todos lados
—Oh, por favor. Dime algo que no sepa.
Jungkook rio mientras se alejaban de las pinturas, sentándose ambos en una pequeña banca frente a
estas.
—Según la mitología griega, el nombre de la flor "Jacinto" proviene del romance homosexual del
dios sol y un príncipe mortal—comentó.
—¿Qué? —dijo con gracia. ¿De dónde sacaba esas cosas? —¿Qué tiene que ver una cosa con la
otra?
—Pues, Apolo, el sol, era cortejado por varios dioses, pero él estaba enamorado de su amante, un
humano noble llamado Jacinto, y cuando bajaba a la tierra, se dedicaban a lanzar discos para
entretenerse. Pero como el dios Céfiro estaba inconforme con que Apolo no lo eligiera a él, envió
un gran viento para hacer que Apolo golpeara con su disco a Jacinto, causando que muriera. De su
sangre creó una flor y después, la nombró con su nombre.
—¿Eso significa que técnicamente lo asesinó por celos?
—Sí. Lo curioso es que Eros le protegió porque fue "un acto en nombre del amor".
—No entiendo, ¿Acaso este Céfiro no era hermano de Apolo?
—No. Él es hijo de un titán, y Apolo hijo de Zeus. Es como... su tío en segundo grado.
—Son muchos nombres, ayuda. ¿Apolo no era el dios de la virginidad o algo así?
—No esa esa es su hermana, Artemisa. Arquera, cazadora, y muy intensa. Es genial, de hecho,
restringe su culto solo a mujeres. Ella está en otro nivel.
—¡Claro! Ya lo recuerdo, él es el Sol y ella la luna.
—Algo así, tendría que meter a Helios en la explicación. Y es mucho contexto que dar.
—Oh, Dios. Olvidaba que esto es bastante complejo.
—Sí. Apolo es un caso aparte. Es dios de todo lo que me gusta, del arte, la música y demás.
—Dime otra cosa.
Taehyung no lo admitiría, pero estaba muy embobado por él.
—La expresión de "tomar al toro por los cuernos" proviene de Hércules y sus doce trabajos.
—No entiendo cómo es que sabes tanto de cosas como esa.
—Hay algo poético en todo esto de la mitología.
—Eso es bueno —mencionó ganándose una mirada curiosa de parte del otro—, significa que no soy
el único cerebrito aquí.
Jungkook negó con una sonrisa. —¿Sabes? —dijo antes de comenzar a contarle— Cuando era
pequeño, y mis padres acababan de divorciarse, mamá consiguió ese empleo en el que tenía que
trabajar todo el día. Recuerdo que solía esperarla en la biblioteca de la escuela, y cuando ella iba a
buscarme, dejaba que le contara lo que había aprendido, incluso si yo le repetía la misma historia
una y otra vez. Me escuchaba y luego, cuando llegábamos a casa, me preguntaba cómo estuvo mi
día, antes de hacer la cena.
—Me parece que siempre fueron muy unidos.
—Quizás lo fuimos mientras la necesitaba. Y suena estúpido, pero después, ella se volvió
importante, yo comencé a hablar con gente por internet y a pedirle dinero para comprar comida
afuera.
—La mayoría de nosotros no tiene una buena relación con sus padres porque de alguna forma,
cuando empiezas a pensar por ti mismo, una parte de ti que amaban muere.
—Dijiste eso con mucha seguridad ¿Cómo sabes eso?
Taehyung negó con la cabeza. —Mamá y yo solíamos cantar en el coro de la iglesia.
—¿Tú? ¿En la iglesia? —dijo con gracia.
—Sí, me peinaba como ella quería y practicamos los salmos por días, yo tenía unos once años, creo.
—Me da ternura pensar en ti de pequeño, joven e inocente —dijo con voz suave.
—Oh sí, soy tan inocente que un par de años después me hice echar de la iglesia para no tener que
ir.
—Creí que esa era una historia graciosa.
—Lo fue, al menos para mí—confesó—. Pero mamá... ella lloró cuando le dije que no quería ir
más, lloró mucho cuando le dije que no creía en todo eso, y yo me sentí terrible por meses por lo
molesta que estaba, incluso llegó a ignorarme.
—Tu madre... —dijo con miedo de decir algo incorrecto—. No parece el tipo de persona que haría
algo como eso.
—Lo sé, eso prueba mi punto. Yo... entendí que, le dolía saber que el hijo que podía recitar las
cuarenta parábolas de memoria, y que era excelente con los cánticos había llegado por sí mismo a
otra conclusión. Le dolió saber que yo pensaba diferente.
—Es una pena, digo, después de todo se supone que la biblia dice que tienes libre albedrío, ¿Cierto?
—Eso creo; el tiempo pasó y todo volvió a la normalidad. O bueno, algo así.
Jungkook frunció el ceño cuando lo notó divagar. Las emociones de Taehyung parecían extrañas
cuando salían a la superficie, dejando en evidencia que solo eran aún más complejas en su interior.
—¿A qué te refieres con "algo así"?
Se quedó callado un instante y después soltó: —A veces siento que ella siempre me ha querido
menos que a mi hermano.
—Taehyung, no creo que eso sea posible.
—Es lo más lógico. Solo piensa que yo había hecho todo bien durante años y por una sola cosa que
hice diferente, comenzó a tratarme como un extraño. Pero Seokjin podría hasta dejarla en
bancarrota y ella de todas formas se ofrecería a hacerle el desayuno.
Jungkook le vio con pesar. El chico tenía razón, su relación con sus padres era una pantalla, y él era
lo suficientemente inteligente como para no tocarla y dejarla como estaba.
—Quisiera decirte algo que te anime —confesó—. Pero lo que acabas de decir es cierto. De todas
formas, estoy seguro de que ella te ama.
—Ya no me importa —murmuró.
—Taehyung...
Avanzaron un par de metros viendo los cuadros hasta llegar a uno en donde había uno con una
mujer hermosa y una caja.
Taehyung no quiso seguir hablando sobre su familia, el espacio de sinceridad se había cerrado. —
¿Ella es Pandora, cierto? —dijo en su lugar, señalando al frente.
—¿Quién? —notando su acción evasiva lo dejó pasar.
—La mujer de la pintura; ya sabes, la historia de Pandora, su maldad y la caja.
—Creo que estás equivocado.
Taehyung parpadeó confundido. ¿De cuándo a acá alguien tenía la solvencia intelectual para decirle
eso?
—¿Qué?
—Esta es mi zona, Taehyung. No puedes contradecirme aquí.
—Entonces, cuéntame cómo fue —le dijo riendo, antes de recargarse en el paral de cemento a su
lado—, Oh, sabio, Jungkook.
Quería molestarlo, pero logró hacer que Jeon volviera a emocionarse por hablar.
—Pandora fue enviada por los dioses a Epimeteo como regalo luego de que su hermano robara el
fuego y se lo diera a los hombres. Además, se supone que es un jarrón, aunque es más popular la
versión de la caja. Pero, hasta donde recuerdo, no era mala.
—Se supone que ella causó los males del mundo, ¿No?
—No a propósito —dijo Jungkook viendo la pintura—. Se supone que... los dioses — regresó su
vista hacia al castaño—, la dotaron de todos los dones y belleza que podían obsequiarle. Era
perfecta, así que Epimeteo no dudó en aceptarla como su compañera. Incluso cuando su hermano
Prometeo quien podía ver el futuro le dijo que los dioses no eran de fiar. Es un poco confuso, no sé
si es información exacta, pero Prometeo se roba el fuego y por eso envían a Pandora con su
hermano. Algo así, creo —dijo con pena de estar errando.
—¿Era una trampa? —Taehyung parpadeó, y el pelinegro asintió ante sus dudas. Ambos se
sentaron en la pequeña banca que estaba frente a la pintura.
—Le entregaron una caja cerrada, que no debía ser abierta bajo ninguna circunstancia.
Pero... era tan curiosa que una noche le robó a su esposo la llave para saber qué era lo que estaba
adentro.
Kim recargó su mejilla contra su mano mientras el codo sostenía su cabeza. La forma en la que los
ojos del otro brillaban cuando hablaba de algo que le apasionaba le hacían temblar el pecho. Y más,
mientras le contaba miles de cosas que no conocía, un momento en el que él no era el más culto de
la sala.
—¿Y qué pasó después? —le preguntó interesado por escucharlo.
—Se decepcionó al ver que no había nada adentro; pero lo que no sabía, es que en ese momento
escaparon todos—extendió los brazos—los males del universo. Y la tristeza, las guerras y
enfermedades se extendieron sobre el mundo afectando a los hombres.
Cuando lo notó, cerró la caja rápidamente dejando atrapada a la esperanza.
—Ahora lo recuerdo... de allí viene la frase. Esa de que "la esperanza es lo último que se pierde".
—Eso creo —secundó recargando su cabeza en el hombro del castaño.
Parecía un buen momento para regresar a casa; era poco más de medio día y sabía que no era
pertinente pasar tanto tiempo en el exterior.
Pero en el fondo, no quería irse de aquellos lugares en los que se llenaba de paz.
—¿Qué sucede? —dijo Taehyung viéndolo de reojo.
—¿A qué te refieres?
—Te quedaste callado de pronto.
—Solo estoy pensando —confesó.
—¿En qué piensas?
—En si salió bien la cita. Quería hacerlo más especial, pero también soy nuevo en esto. Nunca
había salido con nadie así antes.
Un alma cuya dulzura infinita había rasgado la superficie.
—Oye... —dijo en voz baja— perdón si he sido pesado contigo. Es solo que no me siento bien con
todo esto de saber la verdad y si pienso demasiado sé que solo lograré deprimirme...
—Lo sé, no puedo obligarte a actuar como siempre cuando sé que es imposible. Tampoco puedo
presionarte a avanzar con el experimento o a encontrar una solución cuando ni yo mismo he podido
hacerlo en meses.
Taehyung sonrió de lado. —Tú, por otro lado, actúas como un gran algodón de azúcar cuando
quieres.
—Es involuntario, lo siento.
—Ah, ¿sí?
—Yo soy el tipo de chico que quiere ser rudo para aparentar que no le importa nada; pero al final
del día, sé que te voy a terminar preguntando si ya comiste, si tienes puesto suéter y a llorar si no
me haces cariñito.
—Oh... pobrecito —dijo llevando el brazo a su cabeza para acariciarle el cabello—. ¿Y qué
podemos hacer para que te sientas mejor?
—¿Puedo darte un beso?
—No, las pinturas nos miran —dijo en son de broma.
—No creo que les importe.
Jungkook levantó la cabeza para tocar sus labios cuando le vio sonreír, dándole varios besos en la
comisura de la boca, que se extendieron hacia el centro y finalmente llegaron hasta su mejilla,
dónde a Taehyung le causó cosquillas su respiración. Haciendo que se moviera de lugar.
Era preciso decir que el arte a su alrededor había estado celoso de ellos desde que entraron, y más
ahora, cuando el roce de sus narices pareció opacarle.
—Ya, ya, tonto —le dijo separándose solo un par de centímetros—. ¿Vamos a casa?
Jungkook asintió; era tan cálido escucharlo que su razón y sus recuerdos parecían mezclarse.
Cuando salieron a la calle la temperatura había descendido, era lógico que pronto comenzaría a
atardecer.
Tuvieron que resguardarse del frío y correr un par de calles para alcanzar el último autobús que les
llevaría cerca de la carretera que conducía a casa.
Quizás su mente había logrado sentirse menos perturbada.
Subieron tambaleando hasta llegar a los últimos asientos, en donde Taehyung se sentó junto a la
ventana.
Le gustaba salir de la ciudad, saber que equivocarse en dos preguntas de su examen no significaba
que estaba mal, y que las arrugas de su camisa no le hacían menos interesante. Era ese sentimiento
de incertidumbre y extraña paz en la que se encontraba, como un trance del que no quería salir.
No era suficiente con sentir que amaba a alguien más, ese era un sentimiento que había llegado sin
proponérselo. No, a él le encantaba entender que además de eso, había comenzado a amarse a sí
mismo, como nunca antes creyó.
Taehyung amaba lo que había más allá de las colinas, pero por, sobre todo, amaba cada parte de
aquellas cosas que descubría en sí mismo. Desde los pájaros emigrando por el invierno, hasta el
celeste manto que podía ver desde la ventana del autobús.
Y es que todo estaba mal pero aun así había momentos en los que la vida se sentía diferente, como
aquellos tiempos en los que su hermano le abrazaba en la parte trasera del auto mientras esperaban
en el semáforo, quizá la sonrisa de su padre cuando él se disfrazó de León de sexto grado o
simplemente la vez que condujo al otro lado de la ciudad mientras tenía al chico que le gustaba
como copiloto cantando a todo pulmón por el puente.
Odiaba romantizar cada pequeño detalle, porque era algo que usualmente no haría; pero mientras
veía los árboles al avanzar, y con el brazo de Jungkook sobre sus hombros para abrazarlo ocultos en
los últimos asientos del autobús... sintió que tenía un lugar al cual pertenecer.
Y todo lo que representaba ser él estaba bien, siempre lo estuvo. Pero ya no era lo que quería.
Cuando bajaron del autobús ya había comenzado a oscurecer.
Taehyung tuvo que soltar la mano de Jungkook antes de entrar al pueblo, porque era lo más
prudente. Aun así, caminaron juntos, intentando que el frío no calara en sus cuerpos.
Entraron a casa; los señores Kim estaban en la sala leyendo tranquilamente. Ni siquiera se
inmutaron más allá de un cálido saludo al verlos llegar.
Avanzaron hacia la cocina. Jungkook se lavó las manos en el fregadero antes de llamar su atención.
—¿Quieres que prepare algo para cenar? —le preguntó, tomando el mandil de cocina del perchero.
—Estás muy consentidor, ¿No te parece?
—¿Con mi chico favorito? Claro que sí.
—Voy a darte un poco de crédito por eso.
El castaño se recargó ligeramente contra el gabinete. Jungkook se acercó a él para tomarle de la
cintura dándole un pequeño jalón.
—Lo he estado haciendo los últimos cinco meses, gracias por notarlo.
Taehyung sonrió, y pelinegro no pudo evitar acortar un par de centímetros para robarle un corto
beso en los labios antes de alejarse de él.
El castaño bajó la cabeza; él estaba muy feliz con esto. ¿Por qué las cosas simples tenían la
capacidad de hacerle sentir tanto?
—Iré a dejar mis cosas arriba —dijo tímidamente—. Bajo a ayudarte en cinco.
Se dispuso a salir de la cocina mientras intentaba ocultar su sonrojo. No le importó Jungkook
riéndose de él a la distancia, ni tampoco chocarse con Seokjin quien recién regresaba a casa.
Subió a su habitación, y dejó su mochila en el suelo, cansado.
La ventana estaba abierta, así que se movió para cerrarla. Al hacerlo, notó que la tela de la cortina
ya no estaba rota.
La tocó con suavidad; había sido perfectamente remendada, tanto, que las nuevas costuras apenas y
se veían.
Jungkook había desarrollado un complejo de héroe tan grande, que lejos de alarmarle, le llenaba de
miedo.
En el fondo no quería salvarse para seguir con el plan que había hecho para sí mismo.
Quería salvarse para dejar ese pueblo, escapar hacia el norte y escoger la pintura de su nueva
habitación.
Nunca supo que existía tanta vulnerabilidad en él y ahora lo único que intentaba era subsistir. Pero
luego estaba este chico Jungkook, quien se empeñaba en reparar las viejas cortinas con hilo y aguja,
que quería creerse todopoderoso con respecto al futuro.
Alguien que le hacía correr en dirección al acantilado y que sabía nunca le correspondió conocer.
Pero incluso sabiéndolo que no podía quedarse con él, se sentía tan suyo que dudó querer conocer
una realidad en la que no tuviera esas manos y esa piel.
Caminó hasta su escritorio, se sentó mientras quitaba todos los papeles que tenía regados sobre este,
para poner su libreta. La abrió seguro de que nada podía joderse más dentro de su cabeza y
comenzó a escribir:
Jeon Jungkook... y su primera cita.
Nuestro intento fallido de primera cita.
Estoy seguro de que no conoce el significado de la palabra "idílico", porque se empeñó en
describirme con ella.
Sus ojos brillan cuando habla de algo que le apasiona. Nunca creí que pudiera aprender tanto con
alguien.
Poniendo en síntesis la hipótesis planteada anteriormente; si salgo con él, vivo con él y duermo con
él, ¿Eso lo convertiría en mi novio? Abro espacio a formulación de nuevas preguntas.
Estado del proyecto de campo actual: Satisfactorio.
Adjunto documentos de respaldo.
Tomó un pequeño trozo de cinta, y lo cortó para pegar las esquinas de la nota que le había regalado
fijándola en la página en blanco.
Había mantenido la flor de papel en su mano todo este tiempo para cuidarla. Después sonrió con
pena mientras la veía, ahora un poco más arrugada y suspiró, dejándose caer en la cama con la flor
en su pecho.
Pero no esperaba que la puerta se abriera de golpe, ni a su hermano viéndole con expresión dura que
le dijo:
—Taehyung, tenemos que hablar.
Tragó saliva pesadamente. Mierda, ¿Qué había en el fondo de su caja?
CAPITULO 17
17.

California, 1986.

46 días antes de.

Las manecillas del reloj se mueven constantemente; si corrieran hacia atrás, ¿Significa que el
tiempo retrocede, o simplemente que el reloj está roto? Después de todo, el tiempo parece ser
abstracto.
Los pobladores del condado mariposa dormían; completamente ajenos a las camionetas de vidrios
oscuros que comenzaron a aparcar en el estacionamiento de la escuela, ni de las personas y el
equipo que comenzó a desplegarse allí.
Quizá había mucho en juego; quizá tenían pistas poco claras. Pero inclusive de esa forma, las
personas a su alrededor estaban cometiendo un gran error con ellos.
Después de todo, nunca se debe subestimar a un hombre humillado.
El profesor Kim Namjoon bajó de la primera camioneta con sus anteojos oscuros, y cubrebocas. No
utilizaba su usual bata, estaba vestido completamente de negro, y sí, había tomado una ducha. Su
cuerpo podría estar sobrio por primera vez en mucho tiempo; pero su alma estaba ebria de
conocimiento.
—Tienen dos horas, muchachos —dijo a su equipo—, quiero ojos por todo el maldito lugar.
Los hombres asintieron; antes de extenderse por todo el terreno de la escuela.
Tenían vía libre para colocar cámaras que cubrieran cada centímetro del edificio, el estacionamiento
y sus alrededores.
—Profesor —le llamó Jimin a sus espaldas haciendo que volteara a verlo. Con él traía los planos de
la escuela. Esto de tener acceso a tanta información era reconfortante.
—Park, justo a tiempo.
—¿Para qué necesitamos esto? —cuestionó. Namjoon tenía la idea de colocar un duplicado del
radar del bosque en lo alto de la escuela. Así, podría tener una imagen de la energía del sujeto
fugitivo dentro de ambos perímetros.
Ya habían identificado al infractor principal; este chico, Kim Taehyung había estado ayudando a su
experimento a mezclarse entre las personas. Y con un talento innato para la falsificación, le hacía
saber que no podían confiar del todo en los expedientes que tenían, así que su amigo del otro lado
podría ser cualquier persona.
—Nos será útil en un par de días —Namjoon tomó los planos complacido—. Y tú, deberías ir a
descansar. Es tarde.
—Señor, no soy un niño —le dijo molesto.
—Sí, eres un niño. ¿Recuerdas? —volteó a ver su reloj—. Ve a prepararte, tienes clases en un par
de horas, hijo —le dijo fingiendo una sonrisa.
No era suficiente con las cámaras; mientras comenzaba a trabajar en el duplicado del radar.
Necesitaba ojos... entre ellos.
A este paso, o lograba recuperar a su mascota, o le conseguía un smoking Park para ir al baile.
Jimin suspiró.
Se habían estancado, pero ya no más. Era la visión de un inestable mental.
...
Incluso si el tiempo retrocediera, ¿sigue siendo real?
Taehyung se levantó ese día con el propósito de avanzar, aunque sea en lo más mínimo en su
investigación.
Era demasiado temprano, el cielo aún estaba oscuro. Puso ambos pies sobre la alfombra, y suspiró
con fuerza antes de tomar sus anteojos del buró junto a su cama. Encendió la lámpara de escritorio
que había reemplazado como cien veces ya, y tomó su libreta antes de comenzar a escribir.
Una explicación.
Taehyung había aplicado correctamente el método científico, justo ahora estaba en la etapa de la
experimentación; pero debía replantearse todo lo que sabía hasta ahora.
Jungkook atravesó la barrera del espacio tiempo; si sus hipótesis eran correctas, de alguna manera
las corrientes eléctricas se habían adherido a sus ondas cerebrales. Pensaba que solo a las ondas
Theta, las cuales le permiten ponerse en contacto con su subconsciente.
Pero ¿Qué tal si todas sus ondas cerebrales hubieran sido alteradas? Alfa para manipular sus
recuerdos, las beta para poder estar consciente de su espacio y las delta... quizá solo para
mantenerlo a salvo, o cuerdo. En conjunto, hacen a su cerebro absorber la energía y poder canalizar
al ser él mismo un conductor natural.
Bien; esto era casi posible. Y se sumaba a la lista de cosas que no podía verificar por su falta de
equipo. Se pasó la mano por la frente; se estaba cansando de eso.
Ahora, si sus recuerdos eran manipulados de esa forma. Significaba que a lo mejor no necesitaba
encontrar la forma de hacerlo atravesar el punto de origen.
Jungkook tenía la misma energía del lago. Es decir, nunca podría acercarse al origen físicamente;
pero qué tal hacerlo en sus recuerdos.
Taehyung levantó la cabeza mareado. La carga mental cada vez era más grande, pero él no podía
darse el lujo de flaquear. No ahora. Se quitó los anteojos y pasó su mano por su cabello para
llevarlo hacia atrás, estirando sus extremidades y haciendo crujir los huesos de su espalda.
Entonces, se sentó en la alfombra. Para después pegar el pecho a esta, y comenzar a levantar su
cuerpo sosteniéndose con sus brazos cuando comenzó a hacer flexiones. Cuando su mente no
parecía soportar el peso de todo el conocimiento, el resto de su cuerpo debía salir en defensa de sí
mismo. O al menos eso intentaba el castaño, dolor físico para mantener clara la mente.
Su abdomen y espalda se tensaron mientras seguía pensando.
¿Qué tan manipulables eran los recuerdos del chico? Porque su Jungkook era el Jungkook del futuro
y a la vez del presente, y este sentía cuando las cosas que el Jungkook del pasado cambiaban.
Agitó la cabeza cuando comenzó a sudar. Eso no estaba bien planteado.
Recapitulando, su Jungkook en 1986 podría sentir las cosas que cambiaba del Jungkook de 2019,
incluso, las cosas que le hacían daño a la versión de Jungkook siendo niño.
Eso significaba que este era capaz de permanecer en contacto con otras versiones de él. Y al ser él,
la versión del presente, era quien tenía acceso a manipular la historia de los otros dos porque parte
de sus acciones estaban en él.
Si lograba mantenerlo estable al momento de entrar a su subconsciente, ¿podría hacer que hablara
con las personas a su alrededor? Porque Jungkook cambiaba la versión de sus recuerdos cada que
un mínimo detalle se movía de lugar. Como un dominó existencial, el pasado, el presente y el futuro
ocurrirían al mismo tiempo, cada uno siendo consecuente del otro.
Al plantear una teoría, si no se comprueba una hipótesis, o si resulta falsa se debe reformular con
nueva información. Y adquirir esa información era todo un proceso. Así que primero tenía que
hacerlo entrar en la piscina, y terminar el generador para que contuviera la energía de Jungkook,
absorbiendo está y luego, manipular sus recuerdos hasta el punto de hacer que Seokjin le dijera qué
le había sucedido a su pierna, y a su hermano.
Cierto, también estaba el asunto de su muerte. Taehyung había comenzado a ejercitarse y a
controlar con cuidado sus alimentos para mantener su cuerpo estable, lo cual era un problema ya
que estaban en invierno y sus alergias siempre le atacaban.
La muerte de una persona tan joven como él le hacía inclinarse a dos probabilidades. La primera, se
accidentó, o la segunda, él se suicidó. Así que mientras se mantuviera cuerdo, y no se dañara a sí
mismo podía mantener en punto y aparte la idea del suicidio.
Además, estaba en esta otra situación con su hermano. Seokjin se había aparecido en su habitación
para chantajearlo.
"—Quiero tu papel en la obra —le dijo. Sin tapujos, sin detenerse a pensarlo."
—¿Y eso cómo por qué? —respondió a la defensiva no conforme con la forma en la que le habló.
—Intentaron secuestrarme dos veces por tu culpa, ¿No te parece suficiente motivo? "
Aparentemente, su hermano había vuelto a encontrarse con los lunáticos del bosque. Y sí, seguían
buscándolo. Pero sus cuestionamientos tocaron un punto muy sensible en Taehyung, por favor, solo
al gran Kim Seokjin se le ocurría poner a prueba la paciencia de alguien aún más testarudo que sí
mismo.
Así que Seokjin podía joderse, porque ahora quería más ese papel.
Cuando Jungkook sintió su ausencia en la cama, despertó; lo primero que encontró fue a Taehyung
en el suelo de la habitación, haciendo flexiones con la espalda recta. Tenía el cabello desordenado,
y la camiseta pegada al cuerpo por el sudor.
No quiso opinar, al parecer esto le hacía sentirse menos agobiado. Así que cerró los ojos para fingir
que estaba dormido, ni siquiera había terminado de amanecer aún.
Bueno, en realidad no pudo mantenerlos así mucho tiempo, por lo que los mantuvo entrecerrados
todo lo que pudo.
Pero Taehyung, oh... él estaba demasiado concentrado como para notarlo.
Dejó caer su pecho en la alfombra, y gruñó ligeramente adolorido al mover los músculos de su
espalda en donde sus deltoides se movieron rígidos.
Así que se levantó, comenzó a desvestirse. Despojándose de su camiseta mientras buscaba una
toalla limpia por la habitación, al encontrarla, retiró también los pantalones sueltos que usaba para
dormir; quedándose en ropa interior.
Jungkook tenía la esperanza de que terminara de desvestirse; pero contrario a eso, le vio entrar al
baño para tomar una ducha. Así que finalmente, el pelinegro se levantó de la cama.
Se pasó una mano por el rostro. La temperatura de mediados de noviembre había comenzado a
descender, y aunque aún no nevaba, el viento se había vuelto voraz. Le preocupaba el tiempo que
pasaba Taehyung en la ducha, es decir, estaba helando y toda el agua que caía de ese grifo siempre
parecía atravesarle como cuchillos por lo fría queestaba. Podía escucharlo jadear desde afuera, pero
no podía hacer nada.
Un ancla con el dolor.
Se puso de pie para buscar su propia ropa, y le llamó la atención la libreta abierta del muchacho.
Vio los dibujos que tenía y la caligrafía desesperada llena de tachones y de marcas. A lo mejor, si le
decía que no quería irse... todo el estrés del castaño desaparecería.
Pero... ¿Desear quedarse era egoísta? Es más, no le sorprendería si lo fuera, después de todo era una
parte de él mismo de la que no había podido despegarse.
Taehyung salió del baño más tranquilo; secándose el cabello con una toalla pequeña y con otra
atada a su cintura. Haciendo que Jungkook se sobresaltara.
El castaño le vio con una ceja alzada y Jungkook no pudo evitar verlo de arriba a abajo.
—Deja de husmear en mis cosas —le dijo, y Jeon tragó saliva.
—Buenos días a ti también.
—Buenos días, súper estrella —la toalla del castaño se deslizó por accidente hasta caerse, pero a
Taehyung ya no le incomodaba—. Deja de husmear en mis cosas — repitió.
Jungkook clavó sus ojos en el rostro molesto del chico, quieto, con deseos de bajar la vista hacia su
desnudez; pero no quería parecer desesperado.
Taehyung lo notó, y alzó una ceja, Jeon era todo un maestro del autocontrol ahora, ¿eh?
—¿Qué haces? —dijo cuando las ganas de molestarlo del otro se hicieron evidentes.
—¿Yo? Nada. Tú deberías estar desvistiéndote.
—¿Que yo qué? —Taehyung se sentó sobre la cama, secándose el torso con cuidado sin dejar de
verlo.
Su mente estaba tan despejada que comenzaba a actuar como el Jeon Jungkook que era, ese que
calentaba la situación pero que en el fondo no intentaba avanzar. Además, no quería que Taehyung
pensara que había un pervertido de mierda en su habitación.
¿A quién quería engañar? Ambos estaban demasiado corrompidos ya.
—Sí, dúchate o llegaremos tarde a la escuela —dijo con gracia. El rostro de Jungkook estaba
completamente rojo mientras le veía secar sus piernas. Y él no entendía el porqué.
«No eres tan valiente así, ¿Cierto, Jeon?»
—Tienes razón —le contestó Jungkook antes de tomar una toalla seca y correr a refugiarse hacia el
interior del baño.
«¿Y a este qué le pasó?» pensó divertido cuando Jungkook no fue capaz de caer ante sus
preocupaciones casi tan decepcionado como enternecido.
Negó con la cabeza y sonrió. Estaba muy cansado mentalmente; pero, le causaba mucha gracia que
Jungkook se cohibiera ante su confianza.
Terminó de vestirse rápidamente; se colocó un poco de fijador para el cabello para mantenerlo fuera
de su frente y después se roció un poco de su nueva colonia.
La vida en casa era bastante tranquila; sus padres habían asistido a la boda de una amiga fuera de la
ciudad. Así que cuando bajaron a la primera planta todo estaba en silencio.
Tomaron un par de cosas del refrigerador para desayunar en la escuela y salieron.
Taehyung observó con curiosidad al pelinegro a su lado, su chaqueta era bastante ligera a
comparación de su suéter, así que se dejó una nota mental de comprarle un abrigo a Jungkook antes
de que se resfriara. Pasaron tocando el timbre de la casa de los Min, y esperaron unos minutos para
luego encontrarse con su amigo, quien salió vestido como habitualmente lo hacía, sin protección
alguna y sin preocuparse por el clima.
El castaño pensó que, a lo mejor, él era el único con tanta aversión al frío. Y Jungkook al notarlo
temblar, pensó que si hubiera podido colocar su brazo sobre sus hombros para atraerlo a él lo habría
hecho.
Las hojas del suelo estaban mojadas, al igual que la tierra como consecuencia de la leve llovizna
que caía sobre ellos mientras caminaban hacia la escuela.
—¡Oigan! —gritó un hombre detrás de ellos—. Esperen.
Los tres voltearon solo para ver a Seokjin quien se acercaba corriendo a ellos con su mochila y su
bolsa de entrenamiento colgada en el hombro. Taehyung siguió caminando, pero se vio forzado a
parar cuando los otros dos lo hicieron.
Realmente no quería estar cerca de su hermano.
Seokjin llegó al lado de Jungkook y Yoongi saludándolos con el puño antes de incorporarse a
caminar.
Un grupo en discordia; pero una gran escena de contemplar cuando el auto de Daniel pasó al lado
de ellos, con el resto de los antiguos amigos de Seokjin adentro.
Parecía que tenían una extraña amistad entre los cuatro. Hacían falta dos kilómetros, y bueno, ellos
tenían mucho que caminar.
No había bromas, o sentimientos de compañerismo. Quizá porque había demasiado frío en el
ambiente, o porque su eslabón común decidió permanecer callado.
Cuando llegaron a la escuela; los dos pelinegros y el mayor Kim se dirigieron a sus salones. Habían
comenzado a charlar entre los tres.
Taehyung se quedó en las primeras aulas.
Caminó por el pasillo que llevaba hacia el laboratorio, entró tranquilamente tomando una de las
batas del perchero para colocársela y se sentó en la primera banca de trabajo.
Sunhee entró unos minutos después y se sentó junto a él. La saludó con un gesto sin cruzar más
palabras.
La nueva maestra explicaba algo sobre partículas y materia que él no tenía ganas de escuchar otra
vez. Así que tomó una hoja en blanco de entre sus cosas, y su libreta, obviamente antes de seguir
escribiendo:
«Entonces, supongamos que el detonante de mi muerte estuvo en nuestro entorno» pensó mientras
hacía tres círculos en la hoja.
«Es decir, todo afecta; por ejemplo, si compro carne hoy y me enfermo. Entonces todos dicen: "Ah,
este idiota no cocinó bien su carne". Pero, no piensan en los factores:
A. Carnicero, B. Carne, o C. Cocción. Puede que solo uno de los tres me enfermara, ese sería el
detonante; pero al ser desconocido, los tres me conducen al final»
La puerta de la clase se abrió; todos los alumnos vieron a la secretaria del director entrar, y a la
profesora acercarse a ella. Esta le dijo algo en voz baja y la otra asintió.
«...Entonces, si la carne estaba mal, el carnicero no la limpió y yo no la cociné bien, todos somos
culpables en igual medida...»
—¿Taehyung Kim? —dijo en voz alta la maestra—. ¿Taehyung Kim está en este salón? — repitió
dando un paso al frente.
Todas las personas del salón voltearon a ver al castaño que ni siquiera se había preocupado en
prestar atención a lo que pasaba a su alrededor.
«Pero si todo es circunstancial... estaba destinado a enfermarme porque yo la compré.»
Cuando el silencio se hizo demasiado grande; Sunhee le dio un empujón para que levantara la
cabeza.
—¡Oye! —le dijo saliendo de sus pensamientos abruptamente pues se había asustado.
Ella señaló con la cabeza hacia el frente haciendo que alzara la mirada.
—Señor Kim —le llamó su profesora—, tome sus cosas, lo esperan afuera.
Taehyung volteó a ver a tus compañeros. Estaba tan absorto en sus propios asuntos que por un
momento dudó en si esto era por algo malo.
Simplemente se levantó, guardando su libreta y el resto de sus cuadernos dentro de su mochila para
colgarsela. Caminó hacia la puerta dejando la bata, todos le veían y él tragó en seco, si así se sentía
ser popular no quería serlo.
La secretaria del director le saludó cuando le vio, y le pidió que la acompañara hasta la oficina del
director. Con frecuencia era Taehyung quién se presentaba allí por su voluntad, esto le parecía
extraño.
Cuando llegaron a la dirección; ella tocó la puerta, y le anunció con enérgica voz, dándole paso a
que pasara.
Al hacerlo, Taehyung vio al viejo director que ya conocía en su escritorio y frente a él, una mujer de
aspecto prolijo e impecable ropa con un aura que gritaba "costoso" a los cuatro vientos.
—Buenos días —saludó tímido cuando entró. Ella le sonrió viéndolo de arriba a abajo, se puso de
pie para extender su mano.
El castaño la tomó sin entender mucho de la situación.
—¿Taehyung? —cuestionó, él asintió y ella pareció satisfecha—. Emma Salas, del Instituto
Tecnológico de Massachusetts. Encantada de conocerte, por favor, toma asiento —le dijo señalando
con su brazo la silla vacía a su lado.
Kim obedeció casi consternado.
—Taehyung —llamó ahora el director—, la señorita Salas es la encargada del programa de becas de
excelencia del M.I.T. está aquí para entrevistarte.
—Enviamos correspondencia con información a tu casa; pero no obtuvimos una respuesta —le dijo
—. Quiero que sepas que tuviste un gran desempeño en tu pasantía el año pasado, y realmente
lamentaríamos que no te unieras a nuestra institución. Así que decidí venir personalmente.
Abrió los ojos atrapado. Tenía dos cartas de ellos que ni siquiera se había preocupado por leer.
—Esto es un honor para mí. Lamento que haya tenido que venir hasta acá.
Ella le sonrió. —Oh, no. Al contrario, así puedo conocerte un poco más. Así que dime, Taehyung,
revisé tu expediente. Calificaciones excelentes, talleres de escritura... ¿Qué tal tus idiomas? ¿Es
cierto lo que dice tu archivo?
—Oh, sí. Hablo coreano nativo, inglés, francés y algo de español básico.
—Ya veo que te interesan otras culturas. Me gusta. —Él sonrió, al hacerlo a ella pareció agradarle.
La entrevista era más sobre sus habilidades sociales que sus logros académicos. Él tenía un cien en
esa parte, ahora, ella quería tener una interacción real con el aspirante. —Dime, ¿Alguna clase
interesante que estés tomando este semestre?
—En realidad, no sé si califiqué como clase; pero me uní al taller de teatro —confesó con una
sonrisa tímida—. Es increíble, yo... estuve trabajando en la utilería e incluso tengo un papel en la
obra.
—¿En serio? Eso es increíble. ¿Un papel importante?
—El estelar —le respondió feliz.
—Eso significa que no eres nada cohibido.
—Siendo honesto, aún me aterra un poco la idea de salir al escenario; pero es... algo con lo que
estoy aprendiendo a lidiar.
—Me gusta mucho tu forma de pensar, Taehyung. Es... interesante.
Taehyung estaba nervioso. Las expectativas que tenían de él eran altas.
—Gracias —dijo un poco apenado, ganándose por completo el lado carismático de la mujer por lo
simpático que le pareció.
Inteligente y encantador, un digno representante.
—Ahora, esto será un poco más personal. Pero quiero saber dos cosas: ¿Cómo es tu relación con tu
familia? Y la segunda, ¿tienes pareja? ¿Algún grupo de amigos?
—Uhm... —se pasó la mano por el cuello. —Honestamente nunca hablo mucho sobre eso... me
toma por sorpresa.
—Disculpa mi inquietud, como podrás saber nuestras instalaciones se encuentran un poco lejos de
acá. Hemos tenido aspirantes que al poner en una balanza el programa contra sus relaciones
personales se encontraron conflictuados por lo que representa el cambio de ciudad.
Lo meditó un par de segundos; ¿Podía decirle que descubrió sus traumas paternales y que estaba
molesto con su hermano? Probablemente no.
—Mis padres y yo nos llevamos bien. Tenemos una relación bastante abierta, me apoyan
muchísimo. Y con respecto a lo otro... creo que sí.
—¿Crees? —le dijo ella con gracia.
—Sí, no estoy muy seguro en realidad —le respondió haciéndola reír. Ella asintió; abrió la carpeta
que tenía en las manos y pareció anotar algo.
Una parte de él se inquietó, creyó que había algo raro es todo esto; pero otra... Le hizo tragar saliva,
pesadamente, y sonreír esperanzado.
Kim Taehyung era muy joven como para tener que pasar sus días preocupado por la gente que lo
seguía, por los daños que la energía le hacía a su cuerpo o el hecho de que su paranoia lo hundía
más y más.
—Ya que estás siendo honesto conmigo, yo también lo seré, te pregunto esto porque como
departamento de admisiones, queremos que seas parte del grupo de estudiantes que se incluya a la
orientación de la universidad antes de que inicie oficialmente el semestre. Por lo que necesitaría que
estuvieras dispuesto a asistir a nuestras instalaciones a partir de la segunda semana de abril del
próximo año.
—¿Abril?
—Sí; según tu expediente escolar, tienes créditos para culminar el ciclo escolar por suficiencia. Pero
no te preocupes, en junio puedes venir a tu acto de graduación con toda tranquilidad, para que
puedas convivir con tus compañeros de promoción.
—Pero... —era mucha información— eso significa tener que mudarme, en un par de meses.
—Teniendo un sí como respuesta tentativa, te agregamos a la lista de dormitorios para estudiantes.
Los gastos de matrícula y materiales de la primera carrera están cubiertos, lo menciono porque
muchos de nuestros estudiantes optan por especialidades, y espero, que seas uno de ellos.
—Yo...
—Sé que es una decisión que debes consultar con tus padres; pero Taehyung, es una gran
oportunidad para ti. —Se puso de pie—. Me encantaría que fueras a visitarnos durante las próximas
semanas para poder orientarte un poco sobre el campus. Así que, ¿Puedo estar segura de tener
noticias tuyas pronto?
Ella tomó una carpeta de color carmín, y la extendió hacia él. Taehyung la tomó; era pesada y el
logo de la universidad estaba bordado en ella. Toda una vida de esfuerzo se reducía a ese momento.
Esa vida ejemplar que siempre quiso tener, en la que esos extraños experimento jamás debieron
aparecer.
Tragó saliva, cuando le imitó al ponerse de pie.
—Cuente con ello —le dijo con determinación.
Si alguien en el mundo se merecía estar allí era él, definitivamente, él.
...
Los alumnos de último año se encontraban reunidos en el salón de la única clase que debían tomar
todos juntos.
Exacto, la clase de salud.
Había un gran cartel con imágenes muy gráficas pegado en la pizarra que evitaban mirar por lo
incómodo que era.
Jungkook estaba sentado junto a Yoongi mientras veía con desagrado hacia el frente.
Estaba consciente de que el boom del SIDA había sido en los ochentas, pero esto era ridículo.
Además, la definió como "la enfermedad de los homosexuales". Su maestro lo recalcó varias veces,
haciendo énfasis a que las prácticas inmorales conducían a enfermedades como esa.
Habló sobre jeringas, y condones, pero por, sobre todo, de las consecuencias de ser desviados. Más
allá de salud, era una especie de propaganda loca.
Y él, que venía de un futuro donde esos estigmas fueron desmentidos se sentía bastante incómodo.
Además, odiaba que los maestros mezclaran su religión con la enseñanza.
Los estudiantes de cursos avanzados entraron en silencio. Vio a su madre entrar, ella los saludó y no
dudó en acomodarse en el lugar vacío junto a Min.
Todos entraron, excepto Taehyung.
Jungkook se inclinó hacia un lado para chistar, llamando a Sunhee.
—Oye, ¿Dónde está Taehyung? —le preguntó murmurando.
—Lo enviaron a dirección—respondió en el mismo tono.
—¿Y ahora qué hizo?
—Nada malo. Según los chicos del salón, un reclutador universitario vino a hablar con él. Se fue
desde el tercer periodo.
—¿¡Qué!? —dijo demasiado fuerte haciendo que todos voltearan a verlo.
El maestro se cruzó de brazos aclarando su garganta.
—Señor Jeon, ¿Tiene algo que compartir con el resto de la clase?
—Eh... no. Lo siento. — Él lo vio con desagrado.
—Por favor, adelante. Explique a sus compañeros la clase, si es que sabe tanto como para
interrumpirme.
Jungkook no pudo evitar soltar una carcajada. No iba a decir nada, pero ya que le estaban retando,
no iba a contenerse más.
Ese señor estaba pidiendo a gritos que dijera algo imprudente, y Jungkook podía complacerlo.
—En resumen, muchachos, no se olviden de usar condón, y consigan sus drogas de fuentes
confiables— dijo en voz alta causando que todos comenzaran a reír.
El maestro le vio con severidad.
—Está a un paso de tener un reporte. ¿Algo más que agregar?
—Sí —se puso de pie—, de hecho pienso que toda esta charla debería enfocarse a prevenir en vez
de asustar y que usted está desinformando a los compañeros.
—Su actitud es demasiado irrespetuosa e inaceptable.
Jungkook llevaba un tiempo midiendo sus palabras, pero no podía quedarse callado.
Levantó la vista y dijo con firmeza:
—Solo quiero que todos sepan que ser homosexual no es sinónimo de tener SIDA. Y que usted es
un fanático extremista.
Un gran silencio se clavó en el salón, en medio del tabú y la prepotencia. El miedo se alimenta de la
ignorancia, pero Jungkook no le tenía miedo a personas como él.
—¡Fuera de mi clase! —le dijo molesto—. Irá a detención.
—¡Amén! —resopló aliviado. Realmente ya no aguantaba estar ahí.
Tomó sus cosas alegre y caminó hacia la salida, sin importarle la tensión del ambiente.
Seokjin le vio con curiosidad mientras Yoongi y Sunhee se vieron entre ellos preocupados.
Abrió la puerta con completa tranquilidad cuando el maestro le entregó su ficha para ir a detención.
Finalmente, se había librado de esa clase.
Cada vez que pisaba ese salón le daban náuseas. Ese tipo se la pasaba marginando a todos, y
haciendo sentir inferiores a las chicas. ¿Pero qué podía esperar? Eran los jodidos ochentas, la
música era genial pero la sociedad un asco como de costumbre.
Caminó hacia la dirección para sellar su ficha de detención. Saludó a Doris, la secretaria, y le
entregó su ficha, él ya sabía cómo funcionaba esto, así que se sentó en una de las sillas de espera.
Pero al asomarse a la oficina, no esperaba ver a Taehyung a través de la puerta entreabierta llenado
unas formas sobre el escritorio mientras charlaba con el director.
"—Si todo sale bien, te veré en Boston en abril."
Jungkook abrió la boca sorprendido; quería seguir escuchando, pero vio a Taehyung entregar unas
hojas y comenzar a guardar sus cosas.
Él sabía lo que eso representaba. «Lo aceptaron» Pensó feliz, casi orgulloso.
Él tomó el reporte de mala conducta que le había hecho la secretaria, y salió rápido de allí
quedándose en el pasillo.
Minutos después, el castaño apareció fuera de la oficina. Caminando mientras pensaba en muchas
cosas, tantas, que no lo notó afuera hasta que Jungkook le jaló del brazo.
—¡Oye! ¿Qué haces aquí? —le dijo feliz de verlo—. Creí que tenías clase.
—Se supone que estoy castigado. ¿Y tú?
Jungkook le sonrió, ya quería escuchar la buena noticia.
—Lo de siempre, ayudando al director con sus impuestos —dijo y la sonrisa de Jeon se desvaneció.
—Ah... Ya veo. ¿En serio? ¿Solo eso?
Taehyung asintió con calma, su temple para mentir era muy fuerte ahora. Jungkook frunció el ceño,
pero eligió no presionarlo; el otro pareció notar su cambio de actitud.
El timbre del almuerzo sonó; las personas comenzaron a salir de los salones
—¿Qué sucede?
—Nada... Es hora de almuerzo, y honestamente no estoy de humor para ver a tanta gente en la
cafetería —dijo Jungkook. «¿Me oculta cosas?»
—¿Quieres que te muestre algo secreto? —le sugirió, estaba de muy buen ánimo.
—¿Secreto? —dijo alzando una ceja.
Kim asintió tomándolo del brazo. —Sígueme.
Quizá no era algo que fuera a pasar; de alguna forma Taehyung sabía que no había muchas
posibilidades de que llegara a la universidad, pero... aún así no pudo evitar emocionarse.
Y esa emoción, por mucho que quisiera a Jungkook, era algo que quería atesorar solo para él.
Juntos caminaron hasta la salida de emergencia de la escuela, pero antes de salir, Taehyung empujó
la puerta a su lado con un cartel que decía "no pasar" que él mismo había puesto, llevando a
Jungkook hasta unas escaleras de cerámica que comenzaban allí.
Subieron varios escalones; Jungkook veía su espalda y era incapaz de preguntar porqué le mentía,
ya había hecho suficiente para dañarlo. Y genuinamente, Jungkook no quería hacerlo más.
Llegaron hasta otra puerta; pero esta vez, esta estaba cerrada.
—Oh, mierda —dijo Taehyung decepcionado.
—¿Qué es este lugar? —le preguntó el otro.
Volteó hacia él, Kim se veía más alto. Estaba parado un escalón más arriba.
—Las escaleras antiguas hacia la terraza —le dijo antes de comenzar a explicar —, nadie sabe que
aún existen; arriba es muy lindo, puedes ver todo el centro desde allí.
Es uno de mis lugares secretos.
—Está cerrado, creo que ya te descubrieron —bromeó.
—No lo creo, antes venía a almorzar aquí, siempre está vacío.
—Podemos quedarnos aquí si quieres—le dijo. Jungkook le sujetó de la cintura, Kim aceptó
mientras se acercaba. Ambos estaban conscientes de que las multitudes... no eran lo suyo.
Se sentaron en los escalones; mientras almorzaban en paz. Suave compañía, y el frío comenzó a
calar.
A pesar de eso, Jungkook se quitó la chaqueta y la dejó sobre el barandal para evitar que se
manchara y comenzó a contarle su día entero al castaño.
—¿En serio le dijiste eso?
—Sí, se puso morado de la vergüenza —le respondió contándole sobre porqué lo habían echado de
clase.
—Eso quedará grabado en la historia de tu vida, y las cosas imprudentes que nunca te arrepentirás
de decir.
—Oh, no —negó—. No planeo quedar como el bufón de mi propia historia.
—¿Y entonces quién serías?
—Si estuviera escribiendo la historia de mi vida... me daría el papel más importante — dijo
colocándose sus puños en la cintura.
—¿El galán? —se burló Taehyung.
Pero el otro volteó a verle con determinación. —El héroe —dijo con firmeza.
—No, claro que no.
—¡Tengo todo para ser un héroe!
—No eres un héroe, Jungkook. Solo eres un niño traumatizado.
—Auch. Esta relación no va a funcionar si sigues siendo malo conmigo.
Taehyung recordó la pregunta de la entrevistadora y de las cosas que su otro amigo le había estado
insinuando.
Quizá... solo quizá podía animarse a aclarar sus dudas.
—Sobre eso... Yoongi me dijo algo gracioso el otro día que volví a recordar hoy —soltó una
pequeña risa.
—¿Qué cosa?
—Bueno, en el hipotético caso de que yoongi tuviera razón, tú... Serías algo así como mi novio —se
rascó el cuello apenado.
—Soy muchas cosas; un gran jugador, un artista innato y hasta viajero en el tiempo. Pero no
recuerdo haber aceptado ser tu novio.
—Sí, lo sé. Sólo... me pareció una irónica conclusión.
Jungkook reprimió una sonrisa. Su pequeño Kim intelectual nunca se atrevería a decir cosas como
esa, y estaba bien, él podía hacer esa parte. Avanzar lo que hiciera falta con tal de llegar a él, y de
hacerlo sentir la personas más afortunada del mundo. Y si tenía que dar el noventa y nueve por
ciento faltante, él lo haría.
—Digo, en el hipotético caso de que yo te pidiera justo ahora que fueras mi novio, ¿De cuánto sería
la probabilidad de que dijeras que sí?
—Uhm... ¿De uno a cien? — Jungkook asintió— apenas del uno por ciento—dijo para molestarlo
— Claro, en un caso hipotético.
—¿Y bajo qué circunstancias se da esa única probabilidad?
Taehyung sonrió cuando el otro le colocó la mano en la rodilla.
—Uhm... no lo sé. Quizá si me lo preguntaras directamente.
Se mordió el labio apenado. Y le vio con esos ojos enormes y oscuros que poseía. — ¿Necesitas que
te pregunte si quieres ser mi novio? —le dijo si dejar de verlo.
—Sí —Kim no pudo evitar apenarse—. Hipotéticamente, claro está.
Entre tantas probabilidades en el universo; cuánto representaba para el universo dejar que el pecho
de Jeon Jungkook latiera con tanta intensidad. Porque él podría ser ajeno a esa época... oh, pero el
alma del hombre frente a él le pertenecía. Estaba seguro de eso.
Jungkook sonrió con el rostro rojo; y quiso inclinarse a besarlo.
Pero el sonido del timbre que marcaba el cambio de periodo hizo que se contuviera de hacerlo.
—Me tengo que ir.
—Es el último periodo, déjalo —le dijo Taehyung.
—Tengo que ir a entrenar. Y no sé a qué hora termine —le dijo y Taehyung lo entendió.
—¿Te veo más tarde en casa, entonces? Haré chocolate caliente si llegas temprano — mencionó
para animarlo.
—Joder, sí —dijo robándole un beso en la mejilla—. Haría lo que sea por una taza del chocolate
caliente de Kim Taehyung.
Ambos se pusieron de pie, con sus cosas sobre el hombro. Jungkook asomó la cabeza para constatar
que no hubiera nadie, antes de que salieran de la entrada que llevaba a las escaleras de la azotea.
Jeon Jungkook estaba muy emocionado por el partido de la final, tenía que entrenar duro si quería
sobresalir. Y Taehyung... Él caminó de regreso a casa cuando las clases terminaron, viendo los
panfletos de los programas que estaban interesados en él.
Entró a casa, y se sentó en la mesa del comedor. Tomando el paquete que le habían dado en sus
manos para abrirlo. Por primera vez, dejó su libreta de lado, y se dedicó a leer los cursos, y los
libros que iban a entregarle.
Ellos... estaban tan seguros de que Taehyung no rechazaría la oportunidad, que le habían incluido
en la lista de dormitorios. Sonrió a medias, su nombre estaba allí, incluso su talla de camiseta.
Tenía un número de habitación... y una carta de bienvenida.
Taehyung no pudo evitar colocar ambos brazos sobre la mesa, e intentar esconder su rostro entre
ellos mientras luchaba por no llorar sobre sus papeles.
Para un caso como el suyo, el junio del próximo año nunca se vio tan lejano y a la vez, tan lleno de
esperanza.
...
April Agustus Min era un hombre de pocas palabras... y muchas lentejuelas.
Faltaba poco para estrenar su obra, y la presión de que todo saliera bien era cada vez más fuerte.
Salió tarde de la escuela después de probar las luces con una misión en mente. Y es que, había
escondido varios de los trajes que había hecho en la bodega de su familia. Porque entre la utilería
del auditorio podrían dañarse, y a su padre no le gustaba la idea de ver un montón de vestidos en el
perchero de su habitación.
Así que, el viejo aserradero fue su última opción. Para ser honesto, no se había acercado allí en
semanas, intentaba vivir su vida tan normal como podía, pero le asustaba bastante la idea de que lo
siguieran o se lo llevaran.
Pero hoy, definitivamente tenía que ir. Estaba decidido. O bueno, ese era el plan hasta que le
pusieron un brazo encima.
—Oye, Min. ¿A dónde crees que vas? —le dijo el mayor de los Kim, feliz de encontrarse a alguien
en el camino de regreso.
—¿Y a ti qué te importa?
—Ohh, que tierno. Gracias por esperarme —le dijo.
—Suéltame, cretino. Apestas —le reprochó viéndole con su bolsa deportiva, era obvio que había
estado entrenando.
—No mientas, me acabo de duchar.
El entrenamiento terminó dejando a todos los chicos exhaustos, pero él había logrado salir un poco
antes, intentaba no caminar solo cuando estuviera oscuro. ¿Paranoia? Sí.
¿Privilegios de capitán? También.
—Igual, quítate de encima. Apestas a tarado.
—No seas grosero —le vio con molestia—. ¿No te parece que te estás arriesgando mucho? Podrían
encontrarte.
—¿Los lunáticos del bosque? Ya te dije que no les tengo miedo. Además, tengo algo que ir a
buscar.
—¿Tan cerca del límite? ¿Qué perdiste entre los árboles?
—Mi familia tiene un aserradero, genio. ¿Recuerdas?
Seokjin suspiró, tomando su bolsa de entrenamiento con fuerza y su bate antes de caminar a su lado.
—Está bien, vamos —le dijo con tranquilidad.
—Wow, alto ahí. ¿Cómo que vamos?
—No voy a dejarte vagar solo por el bosque, Min.
—¿Eres mi guardaespaldas ahora o qué?
—Sí, soy tu barda humana de protección. Así que cállate.
—Es un poco escalofriante que te la pases siguiéndome. Siempre te pareces de la nada en donde
estoy.
—Eres la única persona que no intenta hacerme quedar como idiota. ¿Qué esperas que haga?
—Yo no necesito hacerte quedar como un idiota porque ya sé que lo eres.
Seokjin le dio un pequeño empujón con su bolsa.
—Eres cruel.
—Lo sé —no pudo evitar reírse—; adelante, nada te detiene, vete.
—¡Basta de atacarme!
—Lo siento, es que es viernes de molestar a Seokjin.
—Ja, ja, ja —Seokjin se sentía tan bien cuando lo insultaba. Al menos sabía que eso sí era real—.
Oye, fenómeno. ¿Ya almorzaste?
—¿Eh?
—Porque me estoy muriendo por una hamburguesa. Así que, qué tal si compramos comida y
después vamos a buscar tus cosas.
—¿Cómo es que te incluiste en mi ruta?
—Venga, Min. Es comida gratis.
—Eh... no. Tengo cosas que hacer —negó rotundamente—. Así que vete por tu lado y yo por el
mío. ¿Está bien?
—Pero...
—¡Pero nada! Tengo cosas mejores que hacer que almorzar contigo. Un parpadeo y Agustus Min
estaba perdiendo el control de su vida.
La campanilla de la puerta del local de comida rápida del centro resonó cuando entraron.
¿Cómo había caído tan bajo? Ni él lo entendía, pero bien. Allí estaba frente al mostrador del
restaurante esperando a que Seokjin se dignara a ordenar.
—Quiero una hamburguesa, con doble carne, extra tocino, y pan blanco con mayonesa. Aros de
cebolla tamaño familiar para acompañar, y un refresco de uva —volteó a ver a Min—, ¿Y tú qué
quieres?
Tragó pesadamente, era uno de esos momentos en los que su mente hacía que se le quitara el
hambre. Además de que no tenía dinero.
—Uhm... ¿Un helado?
Seokjin negó con la cabeza. Su amigo estaba mejorando, no iba a dejar que recayera.
Seokjin regresó su vista hacia el cajero y dijo:
—Uhm, él quiere lo mismo que pedí yo —yoongi le empujó—. ¿Qué?
—No me voy a terminar todo eso. Así que gracias, pero no gracias.
—Entonces que sea un menú infantil de nuggets... —alzó la vista hacia la lista de precios— con un
helado de fresa. ¿Está mejor? —volteó a ver a Yoongi buscando aprobación, y este aceptó apenado.
El cajero asintió—Una orden jumbo, un menú infantil y un helado de fresa adicional. ¿Correcto? —
Kim asintió—. Sería un total de $10.00
Seokjin sacó su billetera para pagar tranquilamente, mientras el cajero le entregaba a Min un
pequeño gato de peluche que venía en la compra de su comida.
¿Qué clase de historia era esta?
A Agustus le estaban sudando las manos; había llegado a la conclusión de que cada vez que se
mareaba era porque estaba a punto de hacer algo fuera de la línea de tiempo original.
Sí, él también había estado estudiando.
Se sentaron en una mesa cerca de la ventana, Seokjin cargó la comida hasta ella con una mano
mientras se negaba a soltar sus cosas con la otra.
El castaño estaba frente a él, y Yoongi no alcanzaba a entender su amabilidad. Le vio empezar a
comer mientras meditaba.
—Vamos, Agosto. Cómete tus papas —dijo robándole una para molestarlo.
—No me llames agosto, imbécil.
—Agosto, Agustus, ¿Cuál es la diferencia? Tienes todo el calendario en tu nombre.
Yoongi abrió con cuidado el empaque de su comida, y lo dobló antes de comenzar a comer.
—Técnicamente, yo debería llamarme August, pero papá escribió mal mi nombre en el hospital. Y
el otro... —dijo apenado.
—¡Ya sé! Yo recuerdo esa historia. "April" porque creyeron que serías niña, y que nacerías en
Abril.
—Si le dices a alguien que me llamo April voy a matarte.
Simuló un Zipper en su boca. —Nada sale de aquí —le dijo antes de volver a comer su
hamburguesa.
Yoongi no pudo evitar sonreír por lo bajo.
Mientras lo veía mancharse de salsa.
—Oh, dios. Eres tan desordenado para comer —le dijo extendiéndole una servilleta—. Limpiate,
¿Quieres?
—¿Desordenado? —articuló con la boca llena para molestarlo. Yoongi le lanzó una papa frita a la
cara para que se atragantara.
—Y desagradable también.
Seokjin comenzó a reír sin proponérselo. Había pasado algún tiempo desde la última vez que no le
importó encajar con sus amigos.
Tragó. —Déjame ser feliz, ¿Quieres?
—Tú me arrastraste hasta aquí, ahora soportame.
—Ahora que lo pienso, ¿Dónde dejaste a mi hermano? Jungkook estaba entrenando, creí que él
estaría contigo.
—No lo sé, se fue a medio día. Quizá tenía una cita —dijo con gracia.
Seokjin se removió inseguro. Sus padres no estaban en casa y él había convencido al entrenador de
hacer correr a Jungkook el doble para retrasarlo. Así que podía calcular el tiempo en el que estaban
separados.
—Tú... ¿Puedes ser honesto conmigo? —Yoongi asintió—. Taehyung... ¿Tiene novia, cierto?
Agustus quiso reírse, pero pensó que no era el momento.
—¿Por qué me lo preguntas a mí?
—Tú eres su amigo.
—¡Y tú su hermano!
—Lo sé... ¡Lo intenté! ¿Está bien? Pero me acobardé. Además... estamos en sentidos diferentes
justo ahora.
—¿Por qué te asusta tanto? —No le contestó—. Escucha, grandote. Ambos sabemos que no es eso
lo que quieres saber.
—Taehyung ni siquiera se animó a hablarme de sus cosas raras del bosque, ¿Qué te hace pensar que
va a decirme algo de las cosas raras que hace en su habitación?
—Que la pelota que te golpeó el otro día te haya removido el cerebro, y que ahora seas casi
tolerable no significa que Taehyung vaya a confiar en ti. Has sido un idiota con él los último diez
años de su vida. ¿Qué esperabas?
—Yo...
—Podrías preguntarle a Jungkook, digo, se la pasa siempre con él, debe saber algo —le dijo porque
ya no aguantaba las ganas de burlarse de Seokjin.
Kim rodó los ojos. Sus comentarios solo le hacían sentir que todos sabían cosas que él no.
Bien, ¿Podía dejar de mentirse? Su casa tenía dos habitaciones para huéspedes, su madre le había
ofrecido una a Jeon y aún así él seguía durmiendo en el colchón del piso de la habitación de su
hermano. Seokjin era crédulo, pero no tanto.
Pero mientras no tuviera una prueba real; no iba poder colgar a Jungkook en paz.
Apretó los ojos con fuerza, y pegó su frente a la mesa.
—No sé cómo lidiar con esto. Disparame, Min. Házlo en el pecho para no dañar mi rostro.
—Vamos, deja de pensar en el matrimonio de tu hermano, eso es algo que no te incumbe. —Yoongi
le dio un empujón en la cabeza, para que el resto de su rostro chocara con la mesa—. En lugar de
lloriquear, cuéntame cómo te fue con la chica.
Se recompuso. —¿Ahora sí te interesa la telenovela de mi vida?
—Claro, no me pierdo ningún capítulo. Ya casi voy en la parte en donde el protagonista deja de ser
una basura humana.
—Gracioso...
—Ya, ya, llorón. Dime, ¿Cómo te fue?
—Después de que se acabó el ensayo, salimos un rato. Me dijo que se va a finales de noviembre, ya
le compraron su boleto de regreso.
—Eres un mal narrador, ¿Dónde están las emociones?
—¿Qué quieres que te diga? Es la persona más hermosa del mundo; te lo juro, y ya decidió que no
hay nada que yo pueda hacer.
Se removió incómodo.
—Ella es increíble... Al menos lograste hacer que dejara de ignorarte.
—Eso creo, iré a cenar con ella hoy.
Seokjin sonrió apenas. A veces pensaba que estaba maldito, porque de alguna forma, la vida parecía
empeñarse en quitarle cosas que eran importantes para él.
Oh, un psíquico ignorante de su futuro.
Se levantaron de la mesa, habían terminado de comer. Yoongi observó con curiosidad la forma en la
que el otro tomó una servilleta para limpiar con cuidado la mesa, antes de ordenar la basura para
poder tirarla.
—¿Terminaste? —le dijo casi sorprendido de la delicadeza de sus acciones. Seokjin asintió con una
sonrisa cansada.
Caminaron hacia la salida. Quizás era mala idea pasearse por el pueblo sin protección más que el
bate de Seokjin, pero... ¿Qué podían hacer? La paranoia nunca ha ayudado a alguien.
Se movieron tranquilamente por las calles del centro. Yoongi debería enfocarse en el experimento
con sus amigos... pero no podía. Era adolescente y estúpido, bueno, si es que eso no fuera casi lo
mismo. Tampoco pudo evitar estornudar.
—¿Tú también tienes alergias de temporada? —cuestionó Seokjin.
—Llevo semanas sintiéndome mal, creo que la gripe va a matarme.
—Oh, dios. ¿Y aún así sales con ropa ligera? Ya veo porqué te llevas con mi hermano, no te
preocupas por ti mismo, bro. Aquí hay un frío de la mierda.
Yoongi rió. —Y va a ponerse peor —dijo volviendo a estornudar.
Seokjin abrió su bolsa deportiva, y tomó un suéter que había sacado de su casillero esa mañana.
—Ten, imbécil. Póntelo antes de que te mueras.
—¿Qué piensas? No soy el reemplazo de tu hermano.
—No es eso... no soy una persona de invierno, me causa escalofríos solo ver a la gente temblar. Así
que úsalo y cállate.
Yoongi lo tomó con desconfianza, para ser honesto, el frío lo estaba molestando mucho.
Y este guión... estaba siendo demasiado conveniente para él.
No le parecía normal, y quizá debía aceptarlo. Pero si se dejaba llevar... solo el cielo sabría qué
tantos males eso podría detonar. Disimular nunca le había parecido tan difícil.
—Seokjin —le llamó—, es que no lo entiendo ¿Por qué estás aquí conmigo?
—Por nada en particular. ¿No puedo caminar con un amigo?
—No. ¿Qué es lo que quieres? —le cuestionó, porque las cosas no podían ser así de buenas.
Seokjin suspiró y se quedó parado en medio de la acera.
—Oye, sé que últimamente te pido demasiados favores. Pero...
—¿Pero qué? —le reprochó serio.
—¿Podría quedarme un poco más en tu obra?
Yoongi sintió como su saliva llegó de golpe a su garganta antes de comenzar a ahogarse.
Dudó un momento y luego con ambas manos al aire logró hablar.
—¿Que tú quieres qué?
—Me gustó mucho lo del otro día. Y... —se rascó el cuello—quisiera intentarlo.
—Y no tiene nada que ver con el hecho de que Sunny volvió a hablarte, ¿Cierto?
—No...
—Amigo, perdón por romper tu burbuja. Y me duele porque eres muy genial actuando, pero no
puedes estar en el elenco.
—¿¡Por qué no!?
—Estrenamos en menos de dos semanas. Ya hay vestuario, diálogos, tendremos que ensayar
muchas horas diarias, y tú tienes que entrenar.
—Podría balancear mis horarios.
—Jin... —le vio serio— tú no coordinas ni tus horarios para dormir.
—¡Pero sé que podría!
—¿Te estás escuchando? Tienes que cumplir con tus cursos, exámenes de semestre, entrenos y la
final de béisbol. ¿Planeas exigirte aún más?
—Yoongi, sé que en una parte muy profunda de ti aún te agrado. ¡Te lo suplico! Déjame estar en la
obra.
Frunció el ceño.
—No.
—¡Por favor!
—Puedes ser un árbol si quieres.
—¡Necesito ser Romeo!
—Por primera vez en tu vida, déjale algo de crédito a tu hermano por algo que él mismo consiguió.
A ti ni siquiera te hubiera interesado la obra de no ser por él.
—Eso no es cierto. Yo nunca le he quitado nada.
—Escucha —suspiró, Kim le exasperaba—. En serio quisiera dejarte ser Romeo. Pero no puedo,
Taehyung ha practicado muchísimo.
—¡Sé que puedo hacerlo mejor que él! —Yoongi también estaba seguro de eso.
—¡Pero tú no te lo mereces! —le gritó rompiendo con su voz el ambiente de superioridad que creó
el otro. Suspiró y se pasó una mano por la frente—. Lo siento...
—¿Sabes qué? Olvídalo, fue patético pensarlo de todas formas.
Algo se removió en él haciéndole sentir culpable cuando Seokjin salió por completo de la zona
comercial y comenzó a caminar lejos.
—Seokjin, espera... —dijo intentando tomarlo del brazo, pero este le empujó con fuerza sin
intención de hacerlo.
Los ojos de Yoongi se llenaron de miedo ante su impulso, y el otro fue incapaz de ver el trauma en
ellos.
Había comenzado a oscurecer, y se supone que no estarían separados.
—¡No! Taehyung siempre puede hacer lo que quiera. ¿Por qué no puedo tener eso?
—¿Qué? —ofendido—. Estás hablando de tu hermano. ¿Qué te pasa?
—Es demasiado despreocupado, y aún así todo le sale bien.
—Deja tus estúpidos celos de mierda y metelos por tu esófago hasta que entiendas la gravedad de lo
que dices.
—¿Y eso qué? ¿Vas a decirme que Taehyung no puede actuar como le dé la gana sin que lo jodan?
¿Y yo no tengo que competir contra él todo el tiempo? Dime que no es él quién no tiene que
esforzarse por absolutamente nada. Que todas las cosas importantes salen de él como si tuviera un
súper talento especial y que su cabeza funciona el doble sin proponérselo. —Apretó los ojos y negó
con la cabeza——¡No! No es justo que él pueda entender las cosas a su alrededor. Yo veo borrosas
las páginas de los libros y las letras se desordenan en mi cabeza hasta el punto de hacer que me
mareé. ¿Y Taehyung es la persona más sobresaliente de la promoción? ¡No es justo!
—Taehyung ha estado solo desde que lo conozco. El equipo comenzó a molestarlo por tu culpa ¿Y
vienes con esa mierda?
—¿¡De qué lado estás!?
—¡Del suyo!
Un silencio incómodo se clavó entre ellos.
—Es un poco obvio, ¿O no? —dijo negando con la cabeza.
—Seokjin, no te lo tomes a mal. Es —suspiró frustrado—Él hasta dejó de jugar béisbol por ti.
—¿Qué?
—Yo te di el anuncio a ti, tú fuiste a la audición, tú entraste al equipo. ¿Y sabes quién no? Exacto,
él.
—Taehyung tiene demasiadas cosas a su favor.
—Ambos sabemos que él pudo haber entrado. Pero ni siquiera lo intentó.
—¿Y ahora debería estar agradecido con él?
—Deberías ser un buen hermano por una vez.
—¡Soy un buen hermano!
—¡No! ¡Solo intentas manipular las cosas como lo haces con todo siempre porque solo te interesas
por ti mismo!
Seokjin se quedó callado, abrió la boca ofendido, y volteó a ver hacia otro lado.
—No sé porqué pensé que podía funcionar —masculló, al parecer, aunque intentara cambiar todos
lo odiaban.
—Jin... —la expresión del chico consiguió lastimarlo— Perdón, no quise decir eso. Yo...
—Jódete —le dijo dándose la vuelta.
El pelinegro bajó la cabeza cuando le vio alejarse. Quizá quería ir detrás de él y darle todo lo quería,
pero no lo haría, le había tomado años recuperar su dignidad.
Y si Kim iba a dejar de hablarle por algo tan estúpido como eso, estaba bien. Ya había pasado
demasiado tiempo sin él.
Caminó hacia el lado contrario, después de todo, las calles que llevaban de regreso a casa siempre
habían estado de su lado.
...
Jungkook exhaló aliviado cuando el entrenador finalmente le dejó salir del campo.
Estaba demasiado exhausto; había estado toda la tarde pensando en la receta de pastelillos que
Taehyung ya había aprendido a hacer sin quemar la cocina y sumado a eso, al entrenador se le
ocurrió hacerle pulir bates después del entrenamiento.
En fin, ya había salido de eso. Ahora podía volar a casa.
Corrió hacia los vestidores para arreglarse un poco, y tomar el resto de sus cosas; pero al hacerlo,
notó que su chaqueta ya no estaba con él.
Frunció el ceño; ni de chiste saldría así. Meditó un par de segundos en dónde podría haberla dejado.
Así que, recapitulando, el último lugar donde había estado eran las gradas camino a la azotea. Así
que quizá lo había dejado allí, ya que no recordaba tenerla puesta.
Tomó su mochila, y salió de allí para llegar a la salida de emergencia de la escuela.
El sol aún resplandecía, así que la encontró aún abierta.
Entró tranquilamente, y como Taehyung le había enseñado, caminó hacia las escaleras secundarias
para llegar hasta las que conducían a la azotea.
Llegó hasta el lugar donde había estado sentado. Alcanzó a ver la tela en uno de los escalones
entonces respiró aliviado, había traído esa chaqueta con él desde el futuro, y no podía perderla.
Cuando se acercó a tomarla, notó que la puerta hacia la terraza que les había detenido estaba entre
abierta.
Así que decidió avanzar los escalones que faltaban para llegar a lo más alto de la escuela.
Jungkook subió a la azotea de la escuela. Era uno de sus lugares favoritos del pueblo hasta el
momento. Podía ver las montañas, en contraste con el centro.
Era luz, y naturaleza en infinita armonía.
Pero cuando llegó, no esperaba encontrarse con alguien más allí.
—Sunhee —le dijo sorprendido, ella estaba de espaldas, volteó a verlo al escucharlo acercarse—.
No esperaba verte aquí.
Al parecer, Taehyung no era el único que sabía cómo colarse ahí arriba.
—Me gusta la vista —dijo tranquilamente.
Jungkook se acercó con nervios. Estar tan cerca de ella le hacía temblar, pero no de una mala forma,
sino de las ansias de querer decirle tantas cosas.
Ella tenía un cuaderno de dibujo en sus manos además de unos cuantos lápices de color.
—Es muy hermosa, es un gran lugar para practicar —comentó viendo su trabajo—. No sabía que te
gustaba dibujar.
Ella sonrió. —Hay mucho que no sabes de mí, Jungkook.
—¿Cómo qué? —le dijo, recargando sus antebrazos en el borde de la terraza.
—Soy buena para muchas cosas. Cantar, dibujar hasta tejer, creo.
—Señorita polímata, eso me gusta —dijo con gracia cuando de alguna forma... verse tan similar a
ella le llenó.
—Oye, ahora que lo pienso, ¿Qué haces tú aquí?
—Taehyung me echó de casa.
—¿Qué?
—Es broma, vine a recoger algo y.… me desvié un poco del camino.
¿Cuál era el detonante de su existencia? Porque si tenía uno, también significaba corregir las cosas
en su vida sin dañar a nadie más. Y es que... había comenzado a tenerle aprecio al pueblo.
—Creo que es muy lindo que seas su amigo —confesó ella viéndolo. El cabello oscuro de ambos
era despeinado por el viento.
—¿Por qué lo dices?
—Cuando llegué acá... Taehyung realmente no hablaba con nadie, y no es como que no lo intentara.
Jungkook ladeó la cabeza. —¿A qué te refieres con eso?
—Las chicas lo veían extraño y.… los chicos lo molestaban mucho.
—Él siempre ha dicho que le gusta estar lejos de la gente.
—Jungkook —le dijo seria—. Cuando yo lo conocí almorzaba con la secretaria del director porque
sabía que nadie podía molestarlo allí.
—No puede ser... —dijo. Antes le había parecido cómico, pero ahora que lo entendía le resultaba
triste.
Se preguntó qué clase de línea era la original. Ajeno a que en un 1986 que nunca conoció, eso
terminaría pronto. Que mientras su madre vivió un romance de verano con el mayor de los Kim, su
amado Taehyung dormía oculto en la parte de atrás del auditorio. Quizá porque el alma de
Taehyung era demasiado pura, y se deslumbró por alguien que nunca le mostró miedo.
Y es que, de qué le servía toda esa inteligencia cuando al final de ese noviembre, había terminado
con la certeza de que a lo mejor... él estaba destinado a estar solo, y que la vida real... no era como
las novelas de romance que le gustaba leer a escondidas de su hermano mayor.
Lee Sunhee intentaba no hacer suposiciones de nada. Su familia le había enseñado a creer en
muchas cosas que nunca se cuestionó hasta que pisó ese pueblo, así que justo allí, y con los ojos
brillantes del chico, supo que a lo mejor todos esos prejuicios en los que le habían inculcado a creer
estaban equivocados.
—Pero luego apareciste tú —dijo ella con una sonrisa—. Y no sé qué le hiciste, pero te juro que
jamás imaginé que Taehyung fuera esa clase de persona.
—¿Qué clase de persona?
—La que... sonríe de repente cuando cree que nadie lo ve—dijo con un suspiro—. Como si algo
bonito pasara por su mente.
—Yo... —Jungkook no pudo evitar sonreír al escucharlo—. Creo que encontré algo increíble aquí
—confesó.
La chica le palmeó la espalda. El cuaderno del que Taehyung nunca se separaba tenía el nombre
Jeon Jungkook escrito por todos lados. Ella sabía lo que significaba, pero las limitantes de la época
le hicieron censurar sus palabras.
No iba a decirlo, pero estaba implícito.
Volteó a ver al pelinegro, y de alguna forma, la sonrisa de este hizo que el pecho se le llenara de
orgullo. Había algo en este chico Jungkook que la hacía sentirse tan cercana a él, Sunhee no sabía
que su alma estaba ligada a la suya... porque era una parte de sí misma.
Al universo le gustan las bromas; y es que aún faltaba mucho para que ellos se encontraran. Y aún
así, sentía que le quería sin saber la razón.
Jungkook sería... el hijo que crió sola. El chico que lloró de la felicidad cuando ella le dejó usar su
barniz de uñas favorito, y al que llevó en su auto al concierto de ese cantante que a ella le asustaba
pero que él amaba demasiado.
Y aunque todo este tiempo las personas supieran poco de su historia, y le juzgaran diciéndole ser
una mala madre. Lo único de lo que alguna vez estaría segura... Era de que aún sin saber el camino
hizo todo lo que estuvo a su alcance para darle felicidad. Y en su momento sabría, que Jungkook era
aquel hombre cuyo amor hacia ella era tan incondicional, que sería capaz de hacer cualquier cosa
por hacerla feliz.
Jungkook sería su niño, y ella iba a amarlo tanto.
—Pienso que... hay algo especial en este pueblo —le dijo con la mirada puesta en las hojas de la
calle.
—¿Por qué lo dices? —preguntó curioso.
—Las personas y la vida aquí... son más interesantes de lo que podría haber imaginado.
Jeon no pudo evitar reír. —Es bastante extraño que lo digas. Apenas y te he visto en estos meses.
—Pasaron muchas cosas.
—¿Ah sí? ¿Cuáles?
—Pues... estuve saliendo con un chico cuando se supone que no debía, y supe que soy alérgica a las
fresas —le dijo con gracia—. También comencé a practicar danza y... descubrí que la cerveza no
sabe tan mal.
—Oh, no. Una rebelde... ¿Y qué dicen tus tutores de eso?
—Ellos piensan que estoy enloqueciendo.
—¿Y tus padres?
—Ellos también. Sé que no debería hablar de eso, pero mis padres son extremadamente correctos.
Jungkook contuvo una pequeña risa.
Vaya que los conocía, sus abuelos casi le habían echado de la última cena de año nuevo por llegar
con la cabeza rosada.
No lo hicieron porque después de increíbles treinta años, eran más "abiertos" pero sí le vieron con
incomodidad toda la noche y le dijeron que no se acercara a la caja fuerte.
A lo que su madre decidió irse, porque no toleraría que marginaran a Jungkook de esa forma.
—Son bastante tradicionales, ¿Eh? —dijo, y ella asintió—. Además de importantes, ¿No es así?
Jungkook había descubierto que casi no había mujeres en el programa de intercambio debido a la
época. Lo cual hacía denotar que su Sunhee tenía influencias monetarias en ese tiempo.
Es decir, la casa de sus abuelos era enorme, y él y su madre vivían en un apartamento comercial lo
cual representaba poco apoyo de su parte después de algún tiempo.
—Uhm... papá inició una empresa con un amigo suyo hace años a la que le ha ido bien. Así que sí,
digamos que son importantes.
—Tu plan es regresar a dirigir la empresa algún día, ¿Cierto? —dijo ignorante.
Pero ella pareció burlarse en su cara.
—No creo que tenga que explicarte esto, tú también vienes de allá. Pero el socio de papá tiene un
hijo, un hijo varón. Entre él y yo, ¿A quién crees que le darán ese privilegio?
A Jungkook se le revolvió el estómago.
—Se nota que no te agrada.
—Es mi amigo de alguna forma, crecimos juntos. Antes éramos muy unidos, pero es un tonto, te
juro que, si fuera por él, apostaría todo el dinero de sus padres.
—Oh, vamos. Estás siendo muy dura.
—Tengo derecho. Quizá en el futuro sea menos tonto, y volvamos a ser los mejores amigos del
mundo. Pero justo ahora, por mí, Jeon Yugyeom puede joderse.
—Suena a que saliste con él —dijo cuando se mareó un poco. Había escuchado el nombre de su
padre y la cabeza le había dolido.
—Técnicamente... sí salgo con él.
—Pero, ¿Y qué hay de Seokjin?
—¿Entiendes mi punto ahora? Hace tiempo pensé que podía quedarme, pero ya no más. Hay cosas
que es mejor dejar acorde al plan.
—Lo dices como si aceptarlo fuera fácil.
—La templanza es una virtud, Jungkook. Pero, ¿Qué hay de ti? Siento que te he contado tantas
cosas y apenas sé sobre ti.
Se rascó el cuello.
—Pues... solía vivir con mi madre en Busan. Y ella estaba tan loca que me hizo entrenar béisbol
cuando era pequeño, cuando llegué aquí, me di cuenta de que podía ser bueno para eso. Recibió un
pequeño golpe en el hombro.
—Oye, respeta a tu madre, niño.
Él comenzó a reírse. Si hubiese podido decirle quién era él en realidad, lo hubiera hecho.
—Está bien, está bien. Pero eso es lo que he estado haciendo aquí, cuando no estoy siendo usado
como maniquí humano, juego béisbol y también le enseño a Taehyung a cocinar, hago un arroz
excelente.
—Tú y él... —dijo ella cuando le notó sonreír inconscientemente— parece que son muy cercanos.
—Taehyung es... la mejor persona que he conocido en mi vida entera, ¿Sabes?
El chico suspiró cuando los ojos oscuros de ella se clavaron en los suyos. Eran los mismos ojos, una
conexión innegable y muchos recuerdos en la cabeza de Jungkook que le hacían querer llorar.
Era su madre... aquella cuyo cariño siempre temió perder. Y estaba ofreciendo su más genuina
amistad.
Pensó en que nunca hubo alguien lo suficientemente importante como para ser presentado en casa o
alguna de esas mierdas que él se empeñaba en rechazar. Y de alguna forma, se sentía como un niño
pequeño cuando ella le prestaba atención como lo hizo en ese momento.
Le sudaron las manos. Si alguna vez hubiera llevado a alguien como Taehyung a su casa, sabía que
Seokjin y su madre lo habrían adorado. Era el tipo de chico del cual habría podido entrar del brazo
por la puerta principal... e invitarlo a cenar con su familia, ese que llevaría a su graduación de la
universidad y con quien podría elegir el color de las cortinas de su apartamento antes de mudarse
juntos.
—Lo sé —dijo casi enternecida—. Es por personas como él a las que me refiero cuando digo que
este lugar es especial.
—Yo... —suspiró— no sé qué pasará cuando me vaya. Me gusta aquí.
—Quizá no sea el lugar... quizá te gusta lo que encontraste aquí. Digo, el cambio de estación nunca
me pareció tan bonito en Seúl como aquí.
—Oye... parece que tenemos más en común de lo que creí —le dijo suspirando. La ventana de su
antiguo apartamento nunca tuvo una vista tan hermosa como esta. Ambos lo sentían, y quizá era el
destino burlándose de ellos al mostrarles cosas que no podían tener.
—Lo sé, estamos igual de perdidos.
—¿Ah sí? ¿Y según tú por qué?
—Jungkook... —le dijo con voz suave— creo que encontraste lo mismo que yo aquí.
—No sé qué es lo que insinúas —respondió nervioso.
—La historia del chico nuevo que llega a la escuela y otro totalmente diferente a él descubriendo
que quedan muy bien juntos... no me suena tan lejana.
Quizá había estado tan absorto en lo que estaba viviendo con el castaño, y con sus rencores a su
padrastro que se había desviado de su propósito original. Pero eran pocos los momentos que el
mundo conocía sobre ellos, al igual que Jungkook, el mundo nunca presenció a Seokjin y su madre
en la feria, o cuando él se quedó colgado de la ventana tratando de huir de su casa. O las historias
que ella le leyó porque había descubierto que no veía bien mientras le acariciaba el cabello.
Tampoco de la noche que decidió que quería entregarse a él, mucho antes de que septiembre
llegara, ni a las que siguieron de esa.
En una historia que inició antes, y que nadie se detuvo a apreciar hasta que todo comenzó a parecer
lazos rotos y peleas.
—¿Estás hablando sobre mí... o sobre ti?
—De ambos, creo. Yo... pienso que he visto un par de cosas que hacen que saque conclusiones
extrañas.
«Ella lo sabe, ¿Cierto?» pensó Jungkook. «No me hagas salir del clóset contigo otra vez, madre»
—No intentes hacerme hablar así, eso nunca te ha funcionado —dijo sin pensar—. Si quieres
obtener algo de mí... va a costarte.
—No lo haré, pero si la respuesta es sí... me gustaría que sepas que no tienes que preocuparte por
mí.
Jungkook levantó la cabeza, e infló de aire sus pulmones. El frío se sintió tan bien en su pecho que
le hizo reflexionar.
Nunca se imaginó que podría decirle a su madre algo como esto—. Quisiera saber que seré incapaz
de dañarlo—dijo con miedo—. Quisiera poder ser la persona que se quede con él por siempre.
—Jungkook...
—Yo lo quiero —confesó—. Lo quiero más de lo que debería.
Sunhee no pudo evitarlo. Más allá de su humanidad, su instinto le hizo rodear al chico con sus
brazos, intentando hacer que la herida que él mismo se había abierto en el pecho doliera menos.
Hacía mucho tiempo que los cambios en su entorno no ocurrían; pero cuando la tocó, juraría
haberla visto con su cabello platinado y las arrugas bajo sus ojos.
Jungkook tembló; no había abrazado a su madre en años. Y aunque no hubiera cambiado mucho
físicamente, le quemó sentirla tan pequeña, después de todo, sus manos alguna vez fueron más
grandes que las suyas. Y cuando las tomaba, Jungkook siempre se sintió seguro.
—Lo sé —murmuró la pelinegra.
Ella siempre lo quiso como era; se sacrificó por él, y Jungkook se sintió como una mierda por
intentar quitarle lo que tenía ahora.
Su cambio le había llenado de remordimiento, y una madurez que no conocía.
Quizá quedaban solo un par de semanas para que ella regresara; pero al menos en ese tiempo,
Jungkook se prometió no interferir en lo que sea que pasara entre ella y Seokjin. Y cuando
volvieran a verse en el futuro, él prometía no cerrarle la puerta de su vida.
Lo único que le hubiera gustado era borrar el recuerdo de la boda de ambos, para no odiar a Seokjin
adulto por las cosas que le dijo.
No se dio cuenta, pero sus ojos se habían cristalizado.
—No se lo digas a nadie. ¿Está bien? Ni a sus padres, o a los maestros, yo qué sé—pidió tragando
saliva al separarse—. No quiero que le suceda nada. La vista es bonita, pero los prejuicios son
muchos aquí.
—Seokjin no lo sabe, ¿Cierto?
Jungkook negó. —No debe saberlo. No creo que se tome bien la idea de que su hermano se volvió
marica.
—No digas esas cosas, Jungkook. Usar esa palabra está mal.
—Sí, mamá. Lo siento —dijo burlándose.
—Como sea, hiciste que Taehyung intentara hacerte un pastel. Si fuera mi hermano, yo te daría un
premio.
—¿Cómo es que estás tan bien con esto?
—No soy nadie para juzgar a las personas. Además, se ven bonitos juntos.
—Eres demasiado buena.
—Eso intento.
—Oye, Sunhee. ¿Puedes prometerme algo?
—¿Qué cosa?
—Si alguna vez tienes hijos... no los dejes salir solos cuando esté nevando.
—¿Qué clase de promesa es esa?
—Nada... olvídalo, es solo algo que me ocurrió.
—Eres un tonto, Jungkook. Pero bien, lo prometo.
Jungkook sonrió; esperaba que, si su teoría era correcta, sus recuerdos cambiarían.
Aunque supo que debía anotarlo, no lo hizo, porque realmente quería borrar cualquier rastro de ese
día. Y si no, al menos lo habría intentado.
—Es un poco tarde. ¿Quieres que te acompañe a casa?
Ella asintió; él le ofreció su brazo para que pudiera entrelazarlo con el suyo y ella sonrió al
aceptarlo.
Jeon Jungkook, definitivamente era un hombre bastante encantador.
Finalmente oscureció; ambos pasaron por el supermercado en donde Jungkook compró unos
cuantos vegetales para la cena, y ella le regañó por no saber elegir entre especias.
Él hizo bromas en doble sentido que ella no pudo evitar reprenderle, y decirle que su cabello
necesitaba un corte.
Su egoísmo se volvía menos denso cuando los demás le daban un poco de empatía. Y experimentar
la juventud junto a ella le hizo saber que nunca dejaría de quererlo. La acompañó hasta su casa, y se
despidió de ella con la mano antes de verla entrar.
Después, continuó caminando tranquilamente por las calles del condado mariposa, con la
tranquilidad que solo podía poseer un completo desconocido en los planes del gobierno.
Se atravesó varios jardines mientras jugaba con las líneas de la acera y silbaba. ¿Qué tenía San
Francisco que no podía tener aquí? Se regañó mentalmente, ¿Qué tuvo Busan para hacerle querer
aferrarse con tanta fuerza a ese lugar? Quizás eso representaba su temor al cambio.
Llegó a su calle, y avanzó con tranquilidad hasta que una silueta recargada en el paral del pórtico de
la casa de los Min llamó su atención.
—¿Yoongi? —dijo cuando reconoció a su amigo.
Se acercó lentamente para ver al chico sentado en la entrada jugando con un pequeño muñeco en
medio de la oscuridad.
—Hola... —le respondió con voz tenue, aclarando su garganta.
—¿Qué haces aquí afuera?
—Olvidé las llaves de mi casa adentro.
—Ven a la mía, bueno, no mía, pero tú me entiendes. Hace frío.
—No, no.… estoy bien así —dijo y ocultó su rostro en un intento de limpiarse las lágrimas con el
suéter grande que tenía puesto.
—¿Qué te sucedió?
—No es nada, son solo las alergias. —Yoongi se puso de pie e intentó avanzar—, creo que intentaré
entrar por atrás—pero Jungkook lo detuvo.
—¿Cómo esperas que crea que no es nada? Estás llorando.
—Jungkook por favor, déjalo así.
—No —le tomó del hombro—. Agustus Min, vas a decirme justo ahora qué es lo que pasa contigo.
—Ya te dije que no es nada. Jungkook, déjame solo por favor.
—Yoongi, estás mal. No voy a dejarte así, dime qué fue lo que pasó de una vez, me estás asustando.
—Es... —dudó— solo que llevo un tiempo sintiéndome mal.
—¿Estás enfermo?
—No... Es más, sobre mi historia aquí, no sé qué cambió pero ahora no puedo dejar de sentirme
harto. ¿Ves? Es algo estúpido.
—Oye, estamos haciendo todo lo posible por encontrar una solución. Si sientes algo, no tienes que
atravesarlo solo, estamos aquí, podemos ayudarte.
No le dijeron a Yoongi sobre la muerte de Taehyung. Ya era suficiente carga mental para ambos, no
querían joder a alguien más con eso.
—Nunca me había importado estar solo, pero... los últimos meses, siento como si el universo me
estuviera castigando por algo que ni siquiera hice.
—El malestar... sientes que algo te falta, ¿No es así? —murmuró. «¿Los cambios también le afectan
a él?» pensó. Pero Jungkook estaba equivocado, no siempre se trataba de sus experimentos, a
veces... Era más sobre sus deslices humanos.
—Creo que sí, pero... no es algo que no supiera desde mucho antes. Incluso desde antes de que tú
llegaras aquí.
—¿A qué te refieres? —cuestionó mientras le veía dudar. Agustus estaba tartamudeando y por más
que intentara sonreír no podía. Se estaba quebrando frente a él. — ¿Yoongi?
El mayor alzó la vista hacia el frente, y se limpió de la mejilla esa lágrima traidora que escapó de él.
Había pasado tanto tiempo en segundo plano, admirando toda la belleza que emanaba la presencia
de Taehyung cuando resplandecía en los brazos del otro, y de esa sonrisa de complicidad que le
llenaron de envidia.
Si tan solo él hubiese sido capaz de hacer lo mismo en la otra historia la vida para él habría sido
diferente, pero no lo sabía. Y tampoco era eso lo que quería. Si tan solo hubiera encontrado un poco
de clemencia no habría tenido que llorar tanto.
Jungkook era lo más cercano a un amigo que tenía, así que cuando no pudo resistirse más, comenzó
a contarle.
—Resulta que... hay un chico —volteó a ver a Jeon cuando comenzó a hablar—, que vive a dos
casas de la mía, que siempre ha tenido problemas para ver y que... es todo un personaje desde que lo
conozco.
—No... —negó con la cabeza. Quizá por eso Yoongi nunca le había juzgado, porque era
exactamente como él.
—Yo... intenté mantenerme lejos de él todo lo que pude, me reprimí, quise estar al margen, pero sin
querer —se ahogó con sus palabras—, terminé caminando de regreso a casa con él, y contándole
mis historias.
Comencé a escucharlo.
—Yoon... —murmuró con el ceño fruncido cuando creyó saber hacia dónde se dirigían sus
palabras. —¿Estás enamorado? —cuestionó sin obtener una respuesta.
—Quise demostrarme a mí mismo que todo estaba bien pero ya no puedo, sé cómo termina esto,
Jungkook. Ya lo viví una vez, y no quiero, maldición, no quiero que se repita.
—¿Cómo estás tan seguro de eso?
—Porque lo conozco. Sé que hará hasta lo imposible por quedar bien además... él ya tiene a alguien.
Y sé que, aunque esa persona no pertenece aquí, aunque sé que tiene que irse, también sé... que no
hay nada que pueda hacer para reemplazarle. Yo...
—No estás hablando de un simple amigo, ¿Cierto? —No le contestó—. Yoongi, ¿De quién estás
hablando? Desde que te conozco actúas como si nada te importara, y ahora resulta que eres...
—No —dijo fuerte—. Yo no soy así, ¡Yo no puedo ser así! Estaba feliz con mis flores y mis
canciones estúpidas hasta que él apareció, con su gran ego de sabelotodo y esa capacidad de
hacerme dudar de mí mismo.
—Cómo pudiste...—dijo ignorante, con un temperamento desequilibrado.
—Solo era un niño, ¿Está bien? Y no sé qué fue lo que hizo que mi cabeza se confundiera de esa
forma antes. Creí que lo había superado, pero no, aquí estoy, llorando mientras estoy seguro de que
está esperando a alguien más.
—Basta. Debiste decírmelo, pude haberme limitado, alejado de él o yo qué sé.
—¿Qué? —Yoongi parpadeó confundido cuando un silencio se clavó entre ambos—. ¿De qué
demonios estás hablando?
—De que estás enamorado de Taehyung —dijo directo, seco, como a la defensiva.
—No, eso no fue lo que dije.
—Todo este tiempo sentí que había algo extraño entre nosotros tres, y resulta que te quité al chico
que querías. ¿Es eso?
—Oh, por Dios. ¡Jungkook, eres un gran idiota!
—¿Ah sí?
—¡Sí! —frustrado se pasó las manos por el rostro—. ¡No reconocerías la verdad ni, aunque
estuviera frente a ti! ¿Pero sabes qué? Esto es una pérdida de tiempo. No sé porqué creí que podía
confiar en ti.
Yoongi quiso alejarse de allí; pero Jungkook volvió a impedírselo.
—¿Confiesas que estás enamorado de él y ahora solo te vas?
—¡Por un demonio, Jungkook! Escucha bien lo que te voy a decir —le tomó del cuello de la camisa
con enojo—: yo no estoy y nunca he estado enamorado del maldito Kim Taehyung. En mi puta vida
podría verlo de esa forma —y después le soltó.
Culpable. —Tú... —murmuró cuando las piezas de la historia se removieron en su cabeza.
—¿Y sabes por qué? —tomó aire por la boca—. Porque de entre todas las personas de este estúpido
pueblo me fijé en su maldito hermano, ¿Está bien? Porque si tú no hubieras aparecido la persona
más viable para mí habría sido él, y de todas formas yo no lo habría aceptado. ¡Porque soy un
crédulo, e iluso imbécil que creyó que las personas podían verle de esa forma porque soy un
masoquista de mierda!
—Yoongi tú...
—Soy la única persona que ha intentando con todas sus fuerzas ayudarlos a estar juntos, y me
vienes con esto. No es justo que me trates así, Jungkook. No es justo, no es justo.
—No puede ser —dijo Jungkook viéndole con pena. Y es que ese dolor en sus ojos debía tener un
trasfondo muy grande para causar que sus manos temblaran de tal forma.
—¿¡Qué, Jeon, qué!? ¿¡Seguirás reclamandome ahora!? ¿Seguirás viéndome como amenaza?
¿Inventarás excusas para que los dejé solos otra vez?
—Él y tú...—murmuró con pena.
Apenas pronunciaron frente a él esas palabras, y su pecho colapsó. Sentía que en cualquier
momento se desmayaría, su rostro estaba rojo, y sus labios llenos de verdades que no podía callar
más.
—No lo digas, por favor —musitó bajando la cabeza—. No lo hagas real.
—Te enamoraste de Seokjin.
—No lo digas —rogó de nuevo, con una voz tan cansada y débil que hizo Jungkook llenarse de
enojo.
Jungkook le vio con lástima, y se atrevió a llevar su mano al rostro del chico para hacer que lo
viera.
—¿Qué fue lo que pasó?
—Teníamos ideas diferentes, es todo.
—¿Qué fue lo que te hizo?
—¿Qué? ¿Por qué tendría que haberme hecho algo?
—Yoongi, no soy idiota. Tu mejor amigo no se convierte en un extraño de la noche a la mañana.
¿Por dónde podía comenzar a contarle? ¿Desde que conoció a un niño castaño que le prometió que
sería su amigo por siempre... o hasta el asco con el que decidió alejarse?
—Seokjin creció los centímetros que le hacían falta, y yo me quedé igual. Cuando entramos a
preparatoria, él... consiguió nuevos amigos y comenzó a alejarse.
—¿Te cambió por el equipo?
—Digamos que sí. Pero lo entiendo, es decir, él tenía todo para ser popular y yo...siempre he sido
un fenómeno.
—Yoongi, sabes que eso no es cierto.
—Todo estuvo bien hasta que el equipo comenzó a meterse conmigo. Ellos... —se quedó callado
como con miedo de recordar.
—¿Ellos qué?
—Jungkook, ya no más. No puedo seguir pensando en eso, se supone que lo había superado ya.
Su respiración estaba agitada. Temía tanto recordar, porque la madera dura contra su piel y el dolor
punzante por los golpes en las costillas cuando le causaron fracturas no podían borrarse de sus
traumas. Porque ellos se graduaron al semestre siguiente sin remordimientos, y él aún los veía en
sus pesadillas.
Incluso a plena luz del día, nadie intentó ayudarlo, su nariz estuvo sangrando al igual que sus labios
y él apenas pudo abrir los ojos. Porque recordaba su camisa manchada de rojo, y las luces de la
ambulancia antes de desmayarse por completo. Su padre estaba lejos, y su abuelo descubrió las
razones, aquéllas que nunca quiso contarle, pero siempre supo.
Porque no comió en meses, y porque... su alma no alcanzaba a entender qué había hecho para
merecer esto.
—Vieron lo que hice, vieron el apellido Kim en mis estúpidas canciones—tragó saliva—. Ellos...
cuestionaron a Seokjin. Dijeron que habíamos estado juntos toda la secundaria porque había algo
raro entre nosotros, le mostraron todo, le hicieron dudar y él... fue tan cobarde que nos usó de
excusa.
—¿Nos?
—Creí que iba a ayudarme, pero me empujó. Dijo que él no era el sujeto del que yo hablaba, dijo
que yo —su voz se cortó—... estaba intentado propasarme con su hermano, que siempre lo veía
extraño, y que estaba arrepentido de haberme dejado entrar en su casa.
—Usó... ¿Usó a Taehyung de excusa? —Había sido capaz.
—Ellos dijeron que yo era depravado, me acorralaron en el estacionamiento y luego...
—Por favor, dime que él no te lastimó.
—Él solo se fue. Eran ocho tipos de último año, y yo... apenas había entrado a preparatoria. Un par
de días después desperté en el hospital, vi a mi abuelo llorando, y mi padre... prefirió no opinar.
—Ven acá —le dijo Jungkook sin debatirse en abrazarlo o no. Sintió su camisa mojada y supo que
el chico había comenzado a llorar entre sus brazos—. Él debió quedarse, ese imbécil... debió hacer
algo.
—No pudo, tenía demasiado miedo.
—¿Eso qué? ¡Era tu amigo!
—¿Sabes qué es lo peor? —Jungkook negó—. Que aún con todo eso... estos últimos meses volví a
sentir que... había algo bueno dentro de él otra vez.
—¿Has estado cerca de él?
—No de la forma en la que creí que pasaría. Aún así, por alguna extraña razón volvió a acercarse a
mí sin que yo lo buscara. Volvió a.… hablarme como si el arrepentimiento existiera.
—Él te hizo daño.
—Ya lo sé, esa es la cuestión. Y es que, yo… Aún así quiero ayudarlo. Aún así le curé el brazo, y le
ayudé con su poema. Le di una rosa para su novia y quiero creer que es alguien diferente.
—¿Son amigos de nuevo?
—No —declaró—. Pero lo vi con la nariz hinchada, y ser golpeado por una pelota—dijo sonriendo
—. Lo vi en prisión, recordé a qué olía su perfume Estos últimos meses lo he visto reír y jugar
como lo hacía antes. Yolo vi dejar de tener miedo. Era como un sueño.
—¿Como un sueño?
—Como si mi amigo estuviera allí todavía. Como si nunca hubiera dejado de ser él.
—Decidiste perdonarlo, es eso lo que te duele.
—No. Yo lo perdoné hace tiempo, eso es algo que se me da casi involuntariamente. El problema es
que yo... siento cosas. Pero ya no quiero sentir esto. Y no sé porqué, pero creo que es tu culpa.
—¿Mi culpa?
—Sí, porque yo nunca habría vuelto a acercarme a él de no ser por ustedes. O quién sabe, quizá lo
habría hecho para joderle la existencia, pero no para escucharlo y.… desear que todo pudiera
mejorar.
—Yoongi, te prometo que yo no hice nada.
—¿Cómo lo sabes? —le dijo serio—. Cambiaste muchas cosas intencionalmente, ¿Qué hay de las
que no notaste?
Parpadeó confundido, Yoongi entendía más que él. —Yo...
—No sé qué fue lo que hiciste, pero algo cambió dentro de Seokjin. Y quiero odiarlo, en serio lo
intento, pero no puedo.
—No me hagas sentir culpable.
—Entonces ayúdame, Jungkook, te lo suplico. Ya no quiero sentir esto, por favor. Quiero ser
normal, quiero poder enamorarme de una chica linda, y tener una familia. No quiero ser esto.
—Temo que... —le dijo muy a su pesar— no es algo que podamos elegir.
—Eso creí —respondió por lo bajo.
—Lo único que te queda es sobrevivir. Eres fuerte, sé que puedes con esto.
—Fuerte... —se jactó—. Creo que al final tomaré la salida fácil. Voy a largarme y a pretender que
ni él, ni este lugar existen.
—¿Cuál salida fácil?
—¿No te lo dije? Si no entro a la universidad, me enlistaré en el ejército. Así quizá podré vivir un
tiempo en Nueva York.
Las luces del auto del señor Min alumbraron todo el pórtico haciendo a ambos entrecerrar los ojos
por la luz.
Yoongi le vio con expresión cansada, sabía que Jungkook no se atrevería a decirle nada a
Taehyung. Así que se movió un par de pasos atrás para limpiarse el rostro.
—¿Te veo mañana? —dijo Jeon viendo al padre del chico bajar del auto.
El otro asintió.
—Te veo mañana, Jungkook.
El pelinegro saludó al hombre con la mano, y se despidió de ambos para luego caminar fuera del
jardín delantero de la casa de los Min. Aún pudo ver al hombre regañar a su amigo por dejar las
llaves, y la expresión lastimera del otro mientras apretaba algo entre sus manos.
Sus pasos se sentían pesados, casi arrastrados por el asfalto que comenzaba a llenarse de escarcha.
El invierno había llegado con fuerza, y el viento sumado a sus pensamientos le hacían confirmar
que pronto todos tendrían frío.
Se quedó de pie frente a la puerta de la casa, y entró por la puerta principal como muy pocas veces
solía hacerlo.
Pero contrario al frío del exterior, el golpe cálido que recibió cuando entró en ella le causó
remordimiento.
Pasó por la sala, viendo que la leña que estuvo por meses en la chimenea se habían calcinado. Esos
pocos troncos eran lo que se utilizaba cuando apenas comenzaba a helar.
Lo cual le hizo saber que Taehyung decía la verdad con respecto al hielo del lago.
Se fijó en el sofá lleno de mantas, y en los pastelitos que había sobre la pequeña mesa del centro.
Llegó a la cocina para dejar sus compras sobre el desayunador. Taehyung estaba lavando los platos
de espaldas cuando le notó llegar.
—Oye, ¿Dónde estabas? —le dijo tranquilo.
Jungkook le sonrió, pero su cabeza tenía demasiado que asimilar.
—Yo... estuve charlando con mi madre. Así que me desvié un poco del camino.
Taehyung se secó las manos, luego se movió hacia la estufa para tomar un jarro de donde comenzó
a servir chocolate caliente en dos tazas que había preparado anteriormente.
Los papeles de su beca estaban guardados bajo llave en la gaveta de su escritorio. Se había lavado el
rostro para no denotar que estuvo llorando y había bajado a la cocina a distraerse.
—¿Y.… todo en orden? —cuestionó al notarle un poco callado. Jungkook asintió con la cabeza—.
Bien... Ayúdame a llevar esto a la sala.
—¿No crees que es un poco riesgoso ser tan cercanos aquí? —dijo pensando en que las personas de
ese lugar quizá no eran todas tan maravillosas como pensó.
—Mis padres volverán hasta mañana, Seokjin llamó para decir que dormiría en casa de Tom y yo
quiero ver televisión. Así que... no.
Taehyung tomó una charola donde había colocado dulces y galletas, y salió de la cocina.
A Jungkook, el concepto de "merecer" le parecía un poco ambiguo. Porque mientras estaba allí,
pensó en todo el amor a su alrededor corriendo en direcciones distintas, algunos hacia personas que
no eran dignas de, y otros amores que, aunque lo intentarán jamás podrían serlo.
Y luego estaba él, viendo a Taehyung encender la televisión para luego envolverse con un montón
de mantas frente a esta mientras intentaba no derramar su taza de chocolate.
—Oye, Jeon —volvió a hablar el castaño—. ¿Vas a venir o qué?
Jungkook asintió y se movió hasta el sillón, para sentarse a su lado. Las casas de madera eran más
frías de lo que se imaginó.
Kim estaba recargado en un extremo del sillón, y él en el otro. Taehyung desdobló la cobija con la
que se estaba cubriendo y la extendió de tal forma que pudiera cubrirlos a ambos.
—¿No te parece que desperdicias mucho espacio así? —le dijo Jungkook.
—¿Por qué?
Jungkook sonrió, al final del día, él también necesitaba afecto. Así que se movió para acortar la
distancia entre ellos, arrodillándose sobre el sillón para darle pequeño beso en el mentón antes de
sentarse muy cerca de él.
—Porque si estamos cerca, tendremos menos frío. ¿No te parece?
El castaño negó divertido; entonces Jungkook no pudo evitar acomodarse contra su cuerpo, dejando
su espalda recaer en el pecho del otro. Tampoco esperaba que Taehyung soltara una pequeña risa
contra su oído y le envolviera en sus brazos colocando su mentón sobre la cabeza de Jeon.
¿Jungkook era digno de esto?
No quería saberlo porque él siempre creyó que para ser amado debían hacerse méritos, y no estaba
seguro de haberse ganado este amor.
Taehyung tenía un pequeño tazón de palomitas de maíz, tuvo que colocarlo en regazo de Jungkook.
Y él, con los brazos libres, tomó varias de estas y las llevó hasta la boca del otro mientras esté
disfrutaba la película que veían.
La película era demasiado vieja para Jungkook; pero aún así se sentía tan pleno. Entre el calor de la
chimenea y los brazos de Kim Taehyung.
Nunca creyó que hubiese negado la existencia de algo tan hermoso, y que esto además, fuera tan
complicado.
—Taehyung —le llamó con voz suave.
—¿Qué sucede?
—¿Qué haces cuando te enamoras de alguien que no se lo merece?
—Creo que el amor no es algo que deba ganarse.
—¿Tú crees que enamorarse pueda ser un castigo?
El castaño lo meditó demasiado tiempo, para luego contestar un simple—: Sí.
—¿Por qué?
—Porque las personas se enamoran contra su voluntad de personas que jamás pidieron ese amor.
—Muchos no merecen el amor que tienen.
—¿Quién eres tú para decidir eso? Nadie elige de quién enamorarse. Y, es más, las personas
tampoco eligen quién se enamora de ellas.
—Quise decir que...
—El amor es una condena, Jungkook. Es terco e infinitamente incomprensible.
—¿Incluso con los errores?
—Por sobretodo con los errores.
—¿Desde cuándo piensas así?
Taehyung suspiró. ¿Se había vuelto menos racional o simplemente más humano?
—Todos merecen amor, Jungkook. Y no hay nada que puedas decir para refutar eso.
Se quedó callado unos segundos.
—¿Tú me quieres? —le preguntó con miedo.
Taehyung suspiró. —Yo te quiero —confirmó, aunque sabía que le quemaba.
—Y.… si yo no estuviera, ¿Serías capaz de querer a alguien más?
—No.
—¿Y si yo te lo pidiera?
—¿Por qué preguntas eso?
—Taehyung...
—¿Sabes qué? Cállate, ¿Quieres? Es mejor que no me lo digas.
Jungkook pensó en la vida que Taehyung podría tener si salía de este lugar.
—Sé por qué te fuiste antes de clase hoy —le confesó dejando el tazón de palomitas sobre el suelo.
—¿Qué cosa?
—La universidad, quieres irte.
Taehyung suspiró... estaba atado de manos.
—Yo... iba a decírtelo. Pero no era nada concreto aún. Pensé que... si logramos salvarme, sería una
gran oportunidad.
—¿Estarías bien allí solo?
—Sí —dijo sin temor—, podría ser mi puerta de escape de este pueblo. Además, allá tendría más
equipo, herramientas y un gran programa de estudios. Todo un sueño.
—Tu lugar soñado está lleno de cerebritos —bromeó.
—Oh, ni me lo recuerdes. Los chicos listos pueden ser muy pretenciosos a veces.
—Tú eres uno de ellos.
—No me molestes, yo no soy tan irritante.
—¿Ah, no?
—No, soy puro encanto y personalidad.
Jungkook comenzó a reír enternecido, se removió entre sus brazos para darse la vuelta, colocando
una mano en el pecho de Taehyung para quedarse de frente con él.
—Sí —le dijo viéndolo—, eres completamente encantador.
Taehyung le pasó una mano por el cabello antes de inclinarse a besarlo lentamente, en un instante
en el que con su boca entreabierta sintió su lengua rozar ligeramente con sus dientes.
Jungkook abrió un poco los ojos al separarse confirmando que Taehyung tenía los suyos cerrados
mientras buscaba regresar a sus labios.
Sonrió en medio del beso enternecido y pidió perdón al cielo por las cosas que quería hacerle. Un
exhale casi inocente teñido por la capacidad de tener algo tan excitante exclusivamente entre ellos.
Era demasiado afortunado, no iba a negarlo; sin embargo, un nuevo dilema moral se había clavado
en su cabeza.
Merecer.
Al final, todos obtienen lo que merecen, ¿Cierto?
CAPITULO 18
18.

California, 1984.

Mientras más pasa el tiempo, la esencia humana se vuelve peligrosa. Es el destino de todo ser
humano ser corrupto, al final la inocencia es una virtud que muy pocos logran mantener.
—No estoy seguro de que se vea bien.
—¿Bromeas? El rojo es tu color.
Era la noche previa a su gran día en la preparatoria. Seokjin y Yoongi habían terminado de trabajar
en el jardín, y se habían dirigido a la casa de los Kim a merendar.
El hermano de Seokjin siempre estaba encerrado en su habitación, al igual que ellos, quienes se
habían encerrado en la del mayor.
Seokjin quería dar una buena impresión.
Por ello, le había pedido su opinión a Agustus sobre su ropa. El pelinegro aceptó con gusto, pero no
esperaba que fuera tan difícil.
Era la tercera vez que Kim se cambiaba, y su ansiedad no parecía calmarse.
—¿No crees que me veo ridículo?
Agustus le vio con molestia, iba a golpearlo si seguía diciendo tonterías.
—Jin... te prometo —aclaró la garganta— te juro que te ves bien.
—Pero...
—Pero nada, cállate.
Suspiró; habían pasado muchas cosas en las vacaciones. Por ejemplo, Seokjin había llegado a esa
edad en donde los muchachos se volvían hombres.
Siempre había sido un chico alto y un poco llenito; pero ahora, sentía que la pubertad le había dado
una patada. Es decir, era mucho más alto que antes, y la masa corporal de su cuerpo parecía haber
crecido en su espalda, por lo grande y fornida que se veía. Aún no tenía marcado el abdomen, pero
unos cuantos meses más de ejercicio y él sabía que los tendría.
—No seas grosero conmigo.
—¡Me estresas, tarado! ¿Cómo es que estás preocupado por eso? Yo soy quien debería estar
acomplejado, no tú.
—Tú estás bien así, no me jodas.
—Seokjin —le dijo serio— parezco una marioneta a tu lado.
El mayor quiso decir algo que lo animara; pero no pudo, una fuerte carcajada salió de su boca sin
proponérselo. Era gracioso, de hecho, su hermanito y Min eran de la misma altura pese a que el
pelinegro era mayor que él.
Yoongi se cruzó de brazos.
—¡Lo siento! —intentó disculparse mientras su fuerte risa resonaba por toda su casa—. Eres April,
la marioneta.
—Justo cuando creí que no podías ser más idiota sales con esto.
—¿Qué tiene de malo? Oh, vamos. No entiendo por qué no te gusta tu nombre. ¡Es genial! Es
bastante ingenioso si lo piensas en realidad.
Seokjin negó con la cabeza, quitándose la camisa que se estaba probando. Min volteó a ver hacia
otro lado casi inconscientemente, Kim sonrió apenado.
—No digas cosas así.
—¿¡Por qué no!?
—Me siento tonto.
—Oye, no puedes culparme, tú eres mi abril de agosto.
—¿Y eso qué significa?
—Primavera en otoño.
En otra vida, Agustus Min habría deseado no voltear a verlo para notar la mano en su cuello, no
divagar entre su pecho descubierto y esa sonrisa tan ligera que le regaló sin saberlo.
Quizá si hubiera nacido en un cuerpo diferente... él no se sentiría tan culpable.
—Es un poco tarde —le dijo poniéndose de pie.
—No —confundido—. ¿Qué pasa? Lo siento, no quise decir nada malo.
—No, no —atrapado—, eso solo que aún tengo cosas que arreglar en casa.
Min tomó su chaqueta, y se movió hacia la puerta; pero Seokjin le tomó del brazo.
—Solo estaba jugando. Dime que no estás enojado conmigo.
Suspiró. No podía estarlo, aunque quisiera.
—No lo de estoy —confesó—. Descansa, grandote —le dijo antes de salir de su habitación.
Cuando la mañana siguiente llegó; Kim se vistió con la ropa que habían elegido para él y emprendió
el camino hacia la escuela emocionado.
Seokjin aún no tenía permiso de sus padres para utilizar el auto por lo que con su bicicleta esperó a
Agustus en la parada del autobús. El pelinegro apreció en su patineta y la ropa ancha que solía
utilizar.
Yoongi nunca antes se había preocupado por lo que las demás personas pensaran sobre él, al menos
no hasta el momento en el que puso un pie dentro de esa aula. Las miradas se clavaron sobre ellos
más que sobre cualquier otra persona, lo cual le resultó incómodo; quizá por la manera tan extraña
en la que se vestía o por el apuesto y sonriente castaño, pulcro y de masculina imagen que
permaneció detrás de él todo el tiempo. Y es que, era imposible no ver el contraste entre ambos.
Tan opuestos y a la vez, tan cercanos.
Los días comenzaron a pasar; y a diferencia de las expectativas de Seokjin, no había ocurrido nada
emocionante. No hasta que el inicio de la temporada llegó.
Una mañana mientras caminaba a su salón, Agustus se detuvo frente a la cartelera de avisos de la
escuela, frente a esta también estaba el menor de los Kim, ambos parecían estar leyendo el mismo
aviso sobre el reclutamiento de nuevos jugadores para el equipo de la escuela.
A Yoongi no le importó la presencia del otro; emocionado, arrancó la hoja del tablero para doblarla
y llevársela consigo.
La preparatoria no era tan genial como Seokjin esperaba. Las clases iban a matarlo; y aunque no lo
dijera en voz alta, realmente deseaba ser más inteligente como su hermano o su amigo.
Esa tarde estaba sentado afuera de la escuela mientras luchaba por ver el problema de matemáticas
en su libro; o al menos así fue hasta que otro papel cubrió su visión.
—¡Oye! ¿Qué te sucede? —le reprochó su amigo.
Min le dio un golpe en la cabeza.
—Es tu momento de brillar, Kim —le dijo alzando las cejas.
—¿Qué dice? —le preguntó apenado.
—Léelo por ti mismo.
Seokjin volteó hacia ambos lados para constatar que nadie les estuviera observando y se colocó sus
anteojos para poder leer con claridad.
Entonces, abrió la boca emocionado y luego sonrió volteando a ver a su amigo. La luz reflejada en
los cristales, junto con su rostro lleno de esperanza, se clavaron en Min de una forma en la que fue
incapaz de entender que estaba caminando hacia el matadero.
—¡Es nuestra oportunidad! —se fijó en los detalles de la hoja—, esta tarde, iremos al campo y
entraremos al equipo.
—Oh, no. A mí ni me veas. —Negó con ambas manos—. Soy terrible jugando, ve tú y ya sabes...
rómpete una pierna.
—No empieces con tus cosas de teatro —se burló. Abrazándolo para agradecerle.
Yoongi lo alejó. —No me molestes y ve a entrenar un poco, ¿Quieres?
—Lo haré.
Seokjin asintió guardando sus cosas en su mochila, se quitó los anteojos colocándolos en la mesa
antes de despedirse de él.
Agustus Min no hizo más que verlo alejarse creyendo haber hecho lo correcto, al volver su vista a la
mesa notó que el chico había olvidado sus anteojos, así que los guardó por lo descuidado que era el
otro.
No lo vio en la tarde, ni a la mañana siguiente o la que sigue de esa. Lo que supo después fue que su
amigo había retado al actual capitán del equipo y que además había roto su récord. Estaba de sobra
decir que había ingresado exitosamente al equipo; pero su credibilidad aún estaba a prueba. Ya que,
como parte de la élite, sus habilidades deportivas no eran lo único que interesaba, sino también sus
habilidades sociales.
Estaba tan absorto en su nueva popularidad que todo lo demás parecía haber pasado a segundo
plano cuando estaba rodeado de las chicas y los chicos haciendo preguntas y elogiándole.
Estaba claro que no encajaba con su nueva imagen y él... no tenía el corazón para arruinarle eso a su
amigo. Así que se conformó con verlo un par de minutos en el almuerzo, y de esperar la salida de la
escuela para que le contara su día y así poder tenerlo solo para él, aunque sea unos instantes.
Pero al pasar las semanas, Yoongi comenzó a cansarse de esperarlo para regresar a casa, y de
guardarle su lugar en la cafetería. Los nuevos amigos de Seokjin tenían un auto y preferían comer
afuera; lo entendía; él ya no era necesario.
Seokjin tuvo una novia tras otra en poco tiempo. Fue a su primer partido, ganó un par de trofeos y
su nombre era conocido por los corredores, incluso en el pueblo.
Los rosales que cuidó con tanto esmero florecieron, y no hubo nadie para apreciarlos.
Min se quedó junto a ellos mientras los meses corrían y el vacío de su pecho crecía pensando en el
motivo de su tristeza.
Es decir, Seokjin estaba cumpliendo su sueño, debería estar feliz por su amigo; pero no podía. Lo
veía con una chica diferente cada semana, y sabía que hacía bromas estúpidas en clase porque era
incapaz de leer lo que estaba escrito en la pizarra.
A veces le saludaba en el corredor; otras en clase cuando le escuchaba luchar por esconder su risa y
él solo podía pensar en lo mucho que amaba ese sonido y que... ninguno de ellos lo parecía tanto
como él. Miles de cosas pasaban por su cabeza, tantas, que esos pensamientos comenzaron a
asustarlo.
La guitarra de Seokjin se había quedado en su casa desde la última vez que estuvo allí.
Así que la dejó junto a su cama mientras descubría cómo tocarla. Le gustaba cantar y la suave
melodía de esas cuerdas.
Así que encontró un nuevo pasatiempo escribiendo; no tenía a nadie con quién hablar... así que ese
papel, la guitarra y esas letras se convirtieron en su única compañía por algún tiempo.
Pero mientras más escribía, más le quemaban las historias sobre las tardes en las que se sentó afuera
del campo para ver a Seokjin entrenar y lo perenne de su colonia que se había quedado impregnada
en su nariz, su ausencia le llenó de sentimientos que se hicieron cada vez más reales para él.
No pudo evitar escribir sobre eso. Escribir sobre él y aquello que no estaba listo para decir en voz
alta y que probablemente nunca haría era su forma de sanarse a sí mismo.
El tiempo pasó; la maestra de música lo descubrió hurgando en el auditorio, y le vio tocando el
piano en secreto, por lo que decidió darle la llave luego verlo sentado comiendo solo en un rincón
de la cafetería. Sí, había encontrado su lugar.
Los idiotas no se metían con él, Seokjin parecía mantenerlos a raya, y eso estaba bien.
Todo marchaba bien dentro de lo posible.
Una tarde; el timbre que marcaba el cambio de periodos resonó mientras él almorzaba en el
auditorio. Así que tomó todas sus cosas para guardarlas tan rápido como pudo, y corrió hacia la
salida colocando su cuaderno de dibujos bajo su brazo.
La puerta le dio trabajo, así que no notó cuando un par de hojas se deslizaron de esta cayendo al
suelo. Él corrió hacia su salón, sin darle importancia a su alrededor.
Un chico le vio a la distancia y por curiosidad se agachó a recoger el papel.
Era uno de los tipos del equipo, de último año en ese entonces, quien descubrió un torso masculino
semidibujado en él y que luego se llenó de intriga cuando notó el nombre de una persona que
conocía a medio borrar.
Y fue peor cuando el chico le dio la vuelta a la hoja y encontró un poema escrito en ella que solo
confirmaba sus sospechas. Aún más, cuando se lo mostró al resto del equipo y el morbo les invadió
por completo. Para ellos era normal que los chicos pensaran en mujeres desnudas, pero...
¿Hombres? Joder. Esto era todo un escándalo.
La tarde que acabó con su fe llegó a finales de noviembre; Yoongi salía del auditorio como
cualquier otro día ignorando a todos a su alrededor. Atravesó la puerta principal, pero cuando llegó
al estacionamiento una pelota lo golpeó en la parte trasera de la cabeza.
—¡Lo siento! —dijo sarcástico uno de los muchachos en su dirección.
Se volteó molesto.
—¿¡Cuál es tu jodido problema!? —le reprochó.
Los tipos se acercaron, casi rodeándolo.
—Oh, vaya. Parece que la mariposa tiene agallas.
En el momento en el que todos rieron supo que algo estaba mal. Tragó con fuerza y retrocedió
reconociendo el pedazo de papel en sus manos.
—Jódanse —les dijo intentando alejarse, pero cuando quiso huir otro tipo lo tomó por la espalda
sujetándolo y quitándole su bolso para luego lanzarlo al líder del equipo.
Él lo tomó. —Veamos, ¿Qué tenemos por aquí?
—¡Deja mis cosas! —gritó intentando zafarse del agarre.
El chico rebuscó entre sus libros al cuaderno dueño de esa hoja revolviendo el resto de sus cosas
entre la grama. Varias fotografías también cayeron al piso, y Agustus comenzó a temblar de
desesperación.
—Yo no sería tan grosero si estuviera en tu posición, Min —le dijo— es más, ni siquiera deberías
estar en este país.
—¿Qué mierdas dices?
El tipo se burló; finalmente encontró lo que estaba buscando. Le dio una rápida ojeada y luego lo
tomó del cabello para obligarle a verlo.
—Esa obsesión que tienes por espiarnos es extraña, ¿No te parece? Pero claro, ahora tengo una idea
de porqué lo haces. Eres un degenerado, ¿Cierto? Uno con dotes de artista.
—¿Qué...?
—La forma en la que siempre estás merodeando por el campo de béisbol. ¿Te excita vernos
entrenar acaso? ¿Ver hombres sudar hace que se te ponga dura?
—Yo no... —no pudo contestar, recibió una patada en el estómago que le hizo tambalear.
Otras dos personas lo sujetaron.
—Esto será bueno. —Aclaró su garganta. —"Sé que ella es un juego para ti, y aún así la envidio,
porque, aunque sea mentira mientras yo vivo en un recuerdo tardío" —se puso una mano en el
pecho fingiendo dolor —. Es devastador.
—¡Basta! Devuélvemelo... —musitó entre sus llantos mientras luchaba por zafarse del agarre del
resto de los chicos.
—Sabía que eras raro, pero no creí que en realidad fueras un marica. —Empuñó su mano antes de
darle un fuerte golpe en el estómago que le dejó sin aliento.
Estaba siendo sometido entre seis personas que no solo le superaban en fuerza, sino también en
altura y estupidez.
Se armó un gran revuelo después del primer golpe. Seokjin había salido de sus clases antes para
recoger a su hermano en las aulas de secundaria, Taehyung ya tenía catorce años, en un mes tendría
quince y le resultaba fastidioso tener que cuidarlo tanto.
Ambos salieron por la parte posterior de la escuela; el mayor escuchó el bullicio seguido de risas y
gritos, alcanzó a ver las chaquetas del equipo a la distancia, esa que él estaba intentando ganarse.
—Quédate aquí —le dijo a Taehyung indicándole que se sentara en el graderío de la salida—, y
cuida mis cosas.
Se quitó la mochila y se acercó velozmente hacia el montón de personas que parecía haberse hecho
más grande. Realmente creyó que se trataba de una pelea, pero nunca se imaginó tener que
presenciar aquella escena.
—...Es solo... solo una estupidez sin importancia, nada de eso es verdad —masculló Min en voz
baja.
El siguiente golpe fue directo a su mandíbula, escupió la sangre de su boca en un intento de respirar
mientras sollozaba.
—¿¡Qué demonios les pasa!? —gritó Seokjin tratando de intervenir y abriéndose paso en medio de
las personas.
—Oh, Kim. ¿Vienes al rescate de tu novio?
—¿¡Qué te pasa, idiota!? —gruñó, pero cuando quiso avanzar, otro chico de último año lo sujetó
del brazo.
El mayor vio cínico a Yoongi; él había leído su cuaderno entero y no había que ser demasiado
inteligente para concluir que el hombre sobre el que hablaba en su diario era exactamente el único
amigo que tenía.
—Ya que estás aquí, deberíamos seguir leyendo. Veamos qué más dice —aclaró su garganta—"En
mi jardín planté un rosal; alrededor del árbol en el que tallé tu nombre junto al mío. Admito que me
gusta soñar, que me perteneces, que eres solo mío..." —
Tenía sus poemas y los leía en voz alta mientras se burlaba—. Oh, vaya. Creo que alguien está
enamorado.
Seokjin volteó a ver a Yoongi sabiendo exactamente que era su nombre el que estaba en ese árbol.
—¿Qué pasa, Kim? Te has quedado mudo. ¿Es que acaso no sabías que él era un fenómeno?
Estaba quieto. No podía moverse ni tampoco despegar la vista de su amigo, ¿Realmente hablaba
sobre él? ¿Por qué? No, no podía ser real.
Su pecho se llenó de dolor. Dentro de su caja torácica había sentimientos que nunca entendió y
omitió por miedo a ser juzgado y ahora... resultaba que no era el único confundido. Él era un
hombre, así que nunca podría ser más que eso: confusión.
No, su amigo de la infancia no podía estar enamorado de él.
—Yo... no, no lo sabía —dijo Seokjin desconcertado.
—"El ámbar de tus ojos esconde miles de secretos que soy incapaz de ignorar. Necesito que me
entregues lo que hay más allá de tu piel, quiero acariciar tu alma"... —mientras más leían, las ganas
de llorar de Min se hacían más grandes en relación a las risas de los otros. —¡Quién diría que eres
todo un poeta!
El sabor a óxido que provenía de su labio sangrante le llenó de rabia y de una impotencia que sabía
no serviría de nada.
—Basta... por favor —suplicó luego de recibir otro golpe en el estómago. Pero aún más, asustado
porque conocía exactamente cómo terminaba ese poema. Él había escrito su nombre; luego decidió
borrarlo. Pero ese manchón y la letra marcada en el papel seguían allí.
—Oh, oh. ¿Qué es esto? —dijo rebuscando entre las hojas. —¿Kim? ¿Eres tú? Oh, no — señaló al
castaño mientras veía a Agustus—¿Estás enamorado de él? Me haces reír.
—¿Qué? ¡Yo no soy un desviado! ¿Qué les pasa?
—"Aunque finjas ser uno de ellos, aún tengo tus anteojos en mi bolsillo, por si algún día deseas ver
un mundo en el que eres libre ".
—Alto, alto, alto —intervino otro de ellos—. Vamos, Kim. Respóndele al chico. ¿También te
gusta? —se burló.
—Yo no sé de qué hablas...
—¿Cuántas personas de apellido Kim crees que hay en la escuela?
—Solo yo y.…—masculló casi inaudible. Taehyung estaba sentado a la distancia, Seokjin volteó a
verlo casi por inercia haciendo que el resto del equipo lo hiciera.
—Oh, mierda. Entonces, ¿Habla de tu hermano? —Cierto, había dos Kim en la ciudad—. Hombre,
aparte de marica, "asalta cunas" —dijo viendo a Yoongi, y todos rieron.
—¿Gus? —le cuestionó viéndole en el suelo. La luz tenía cegado al pelinegro, pero aún así, le fue
imposible no grabar la expresión de dolor en su rostro.
—No los escuches, no es lo que piensas. Es solo un malentendido.
Sus latidos se aceleraron, debía ser valiente, debía empujar al capitán y tomar el cuaderno de
Yoongi. Tenía que hacer algo, pero no pudo, su cuerpo parecía de cemento.
Seokjin lo entendió todo y a su vez encontró la salida para desvincularse de este problema.
El castaño solo quería jugar béisbol para ser una estrella, y si este era el camino para lograrlo iba a
tomarlo.
—¿Es por eso que te gusta merodear por mi casa?
—¿Jin? No...
—¿Has estado acosando a mi hermano? ¿Qué te sucede? Es un niño. ¿Qué clase de enfermo eres?
—¿Qué? —dijo Yoongi sin entender lo que decía—, tú sabes que no es así. —Estiró su brazo para
tocarlo, pero el castaño empujó su mano ante el intento.
—¡No me toques! ... Te dejé entrar en mi casa y tú... maldición —Seokjin tragó con fuerza cerrando
los ojos antes de empujarlo para evitar que pudiera levantarse del suelo—. Te juro que si te atreves
a tocar a mi hermano te arrepentirás.
Las miradas de todos estaban sobre Kim; quién preso del miedo eligió el camino de la cobardía por
sobre el de su amistad. Seokjin dio un paso hacia atrás y le vio casi con asco.
—¡No lo entiendes! Yo nunca le haría daño a tu hermano. Yo...
—Aléjate de mí, fenómeno... —dijo negando con la cabeza. Le dio la espalda sin atreverse siquiera
a mirarle
—No, no me dejes —suplicó arrastrándose en el asfalto—. ¡Jin, ayúdame! ¡Jin! ¡Ayuda! Alguien,
por favor... ayuda.
El sonido del golpe cuando la madera del bate impactó contra su torso se quedó en el aire junto a su
voz desesperada. Aunque pudo escuchar las risas del grupo de chicos a sus espaldas y los gritos
desesperados de su amigo, no se detuvo, avanzó, y contuvo sus lágrimas hasta regresar junto a su
hermano.
No dijo nada, no quiso opinar. Él estaba completamente convencido de saber quién era la persona
sobre la que Agustus escribía, pero aún así decidió vincular a su hermano antes que a sí mismo.
Estaba temblando, quería regresar, quería salvarlo, quería decirle que jamás pensaría en lastimarlo;
pero hacerlo era condenarse y su frágil alma se llenó de culpa, aún más cuando los sentimientos que
escondió le gritaron traidor.
Taehyung caminó hacia él cuando le vio acercarse. Seokjin ladeó la cabeza para hacerlo moverse a
su lado y así alejarse de los gritos en el estacionamiento.
—Seokjin. ¿Estás bien? —le preguntó el menor—. ¿Por qué estás llorando?
—Sí, estoy bien—dijo sin dejar de ver hacia el frente—, es solo que me arden un poco los ojos, es
todo.
Un Taehyung completamente ajeno terminó por destrozar su pecho.
—Deberías decirle a mamá que perdiste tus anteojos, así podrías tener unos nuevos — le dijo
inocente.
Seokjin se quedó parado en medio de la carretera cuando los árboles le juzgaron en silencio en una
tarde de noviembre.
Entonces lloró.
Lloró al saber que había perdido toda una vida por aceptación que ni siquiera valió la pena cuando a
la semana siguiente le entregaron su preciada chaqueta del equipo, ni cuando le incluyeron en su
grupo.
Esa chaqueta que le costó dos meses en el hospital a la primera persona que hizo su pecho temblar,
esa que le hacía pensar que la primavera era para siempre, su confidente, su mejor amigo.
Aquella chaqueta que le quemó la piel al usarla todos los días cuando entraba en el salón y el
asiento de su lado se encontraba vacío.
Lloró cada noche de diciembre por los mensajes que dejó escritos en la nieve del jardín de Agustus
para que el chico los viera desde su ventana y supiera que estaba arrepentido.
Por las veces que tocó el timbre de esa casa sin poder verlo, por la vez que el abuelo del chico le
golpeó en la cara antes de echarlo, y por el montón de pastillas que se metió a la boca cuando quiso
acabar con la culpa que lo consumía.
Lloró porque era cobarde.
Para cuando Agustus Min regresó en febrero ambos eran dos completos desconocidos.
Y Seokjin, no volvió a sonreírle a las rosas de nuevo.
Oh, Kim Seokjin creyó que nunca iba a sonreír de nuevo, hasta que ella apareció.

39 días antes de.

—¿Que te irás a dónde?


Todos en la mesa voltearon a ver a Taehyung quien había tenido el descaro de sorprender a su
familia con una noticia así de importante abruptamente en el desayuno.
El castaño suspiró. Él odiaba el dramatismo familiar, pero aparentemente no había forma fácil de
hacer esto.
Jungkook le veía atento, al igual que los demás. Todos querían una explicación.
—Una reclutadora universitaria vino a buscarme hace una semana, me ofreció una visita y yo... la
llamé el mismo día. Así que me voy por tres días a Boston.
Su padre pareció confundido; pero no sorprendido. Es decir, Taehyung siempre había sido el más
independiente de esa casa.
—Eso es... increíble, ¿Cierto, Cielo? —dijo volteando a ver a su esposa, quién no parecía conforme
con la situación.
—¿Confirmaste tu asistencia sin siquiera comentarnos nada? —ofendida.
—De hecho... lo menciono ahora porque necesito que firmen un par de documentos.
—¿Cuándo se supone que te irás?
—Sobre eso...
—Taehyung —le llamó su padre con dureza.
Seokjin parecía impaciente, pasaba su vista de sus padres a su hermano repetidas veces. Y
Jungkook, tenía la vista en su plato sin opinar nada.
El castaño lleva un par de días comprando cosas para su viaje, y él, como su confidente, no podía
hacer más que callar.
—Me enviaron un boleto, mi vuelo sale mañana.
—¿Y este te parece el momento más oportuno para decirnos eso? —le dijo molesta.
—Sí, es una gran oportunidad. Entré a una de las mejores universidades del país. ¿Por qué no están
felices?
—¡Porque lo dices tan a la ligera! Hijo —su padre negó con la cabeza—, nos alegra, pero... debiste
decirnos antes.
—Papá, no me estoy mudando aún. Serán solo tres días.
—No me parece correcto —le repuso su madre—, iré contigo. ¿Cómo es posible que te dejen viajar
tan lejos solo?
—Mamá —dijo serio—, tengo un solo boleto. Soy casi adulto, no necesito supervisión.
¿Que si Jungkook estaba preocupado? Sí, mucho. Temía que su repentina impulsividad le lastimara
de alguna forma.
—Taehyung, no creo que estés listo para esto —le dijo ella con dureza.
—¿Por qué no?
—Eres un niño, ¿Qué pasará si vas solo a allá? ¡Y en avión! Siempre haces cosas como esta, te
encanta alterar mis nervios.
—No soy tan estúpido. ¿Por qué ahora te preocupa?
—Mamá tiene razón, es un lugar totalmente desconocido —intervino Seokjin.
Taehyung volteó a verlo. —Esto ni siquiera tiene que ver contigo —dijo alzando una ceja y luego
regresando la vista a su madre.
Jungkook y el padre de los chicos se vieron entre sí preocupados mientras se pasaban el jugo. La
forma en la que Taehyung contestaba era bastante agresiva.
—No le hables así a tu hermano. Todos queremos lo mejor para ti.
—Mamá —le dijo serio— esto es lo mejor para mí. Y créeme, ahora soy perfectamente capaz de ser
un adulto funcional.
Ella resopló. Lo amaba; pero le molestaba saber que no tenía control sobre Taehyung.
Nunca lo tuvo.
—Aún así, no puedes decir cosas como esas así de repente. Debe haber alguna persona que autorice
que te acompañemos.
Taehyung se inclinó para tomar de su mochila su carpeta y la extendió frente a ellos.
—Solo necesito una firma —dijo y volteó a ver a su padre.
El hombre leyó su rostro, era esa mirada que el pequeño Taehyung solía tener. Esa que aunque no lo
dijera buscaba aprobación.
Este tomó el bolígrafo del bolsillo de su camisa y aún con la mirada pesada de su esposa sobre él,
decidió firmar el papel que el castaño le estaba entregando.
—Espero que cuando te mudes en julio nos avises al menos unos días antes —le dijo con una risa
ante poniéndose al pesado ambiente.
—Bueno... sobre eso. Si todo sale bien, me iré antes. Abril, creo. Parece que soy importante o algo
así.
Seokjin suspiró en su lugar. Su hermanito hacía todo bien como de costumbre, ¿Cierto?
Tomó su plato y se levantó de la mesa siendo ignorado por todos. Dejándoles solos para marcharse.
—Tengo muchos créditos, dicen que es un hecho, estoy al final de la preparatoria.
—Eso es increíble —le dijo sin querer tocar más el asunto. —¿No vas a desayunar nada?
—No —dijo evasivo—, comeré algo después.
Su cambio de tema decepcionó un poco a Taehyung. Honestamente, esperaba una reacción más
grande que esa. Pero bueno, tenía tiempo para lamentarse de su invisibilidad en esa casa.
Espero a que Jungkook terminara de desayunar, para despedirse respetuosamente de sus padres y
ayudarle a quitar los platos sucios antes de dirigirse a la escuela.
El hecho de que hubiesen despertado tan temprano como para desayunar con la familia en un día de
escuela no era coincidencia.
Tenían pruebas muy importantes que hacer hoy. Taehyung tenía toda la semana intentando
encontrar la forma de probar su nueva teoría y Jungkook... él tenía examen de literatura, al fin.
Pero siendo honestos, aunque había pasado mucho tiempo estudiando, no era bueno con las fechas.
Sus primeras clases las tomaron juntos siguiendo con el horario.
Taehyung le vio concentrado en todas las clases, y pensaba, en qué tal sería la vida de Jungkook en
su año. Porque Jungkook no se consideraba alguien inteligente, pero vaya que tenía madera para ser
como él.
Pensó en la forma en la que escribía y levantaba la cabeza atento. Una parte de él estaba asustada
por el futuro y todos los cambios; pero le gustaba notar que le había crecido el cabello y lo gracioso
que era verlo quitárselo de la frente porque le estorba para estudiar.
Cuando la hora de separarse llegó; caminaron hacia el salón de literatura de Jungkook mientras
ambos se llenaban de valor. Se quedaron frente a la puerta.
—Relájate, todo saldrá bien —dijo Taehyung al ver a Jungkook, quien parecía batallar por no
comerse las uñas.
—Si no gano esta cosa van a sacarme del equipo.
Taehyung rio. —Oh, vamos. No van a sacarte, eres su jugador principal. ¿O no súper estrella?
—Okey, pastelito. Si tú lo dices, lo creeré.
—No me digas así... —le reprochó dándole un pequeño golpe—. Pero bien, por si acaso, tengo un
plan.
—¿Un plan?
—Ten —le extendió una hoja que había arrancado de su libreta doblada a la mitad—.
Son las posibles respuestas.
—¿Cómo sabes eso?
—Tomé ese examen el semestre pasado.
—No creo que sea el mismo examen.
—Sí lo es, a ella le gusta mucho reutilizar preguntas.
—¿No crees que está mal hacer trampa?
—Es el plan de respaldo sólo en caso de que necesites ayuda.
—No me tientes, no quiero sentirme estúpido después.
Taehyung negó. Un cambio extraño, madurez y principios que no creyó que tuviera.
Abrió su libreta, escribió algo antes de arrancar esa hoja también y doblarla de la misma forma.
—Ten. Guardarlas en tu bolsillo, una es una nota y la otra son las respuestas. No estarás tentado a
buscar las respuestas si no sabes cuál es cuál. Es una trampa para tontos.
Jungkook las tomó escondiéndolas en su bolsillo.
—Lo tendré en mente.
—Ahora, ve allí y demuestra que eres más que una cara bonita.
Jungkook le vio sonriendo.
—¿Debería sentirme ofendido u halagado?
—No me hagas caso, no sé hacer cumplidos.
—Está bien, aquí voy. Adiós, pastelito —le dijo dándose un beso en la mano para después ponerla
en la mejilla del chico.
Finalmente entró a su salón.
Observó el lugar cerca de la ventana y lo tomó feliz de haber logrado conseguirlo.
Saludó a Yoongi, quien se sentó a su lado. Y minutos después, Seokjin al lado de Min.
Entrecerró los ojos. Le molestaba el cinismo con el que el mayor se acercaba a su amigo.
En serio, si su madre no lo quisiera tanto ya le habría desviado el tabique de nuevo.
Es más, le habría partido la cara correctamente.
Seokjin veía de reojo al menor, estaba jodido en esta clase y tenía la leve ilusión de que Yoongi no
estuviera molesto con él para poder rescatar un poco su exámen.
Estuvo a punto de hablarle, pero Jungkook llamó su atención antes.
—Min, ¿Podemos cambiar de lugar?
Yoongi no pareció entenderlo; pero Jungkook no quería que el mayor de los Kim se acercara más a
él.
—¿Por qué?
—Tú solo cambiáte —pidió serio.
La profesora entró al salón haciendo que todos se sentaran correctamente y ellos en sus nuevos
asientos.
—Jóvenes, buenos días —dijo sujetando un paquete de hojas en sus manos—. Tomén prueba y
pasen la demás hacia atrás.
Ella se movió y repartió las pruebas a los primeros de cada fila. Todos obedecieron a su instrucción.
Jungkook respiró profundamente cuando tuvo la suya en sus manos y luego observó las preguntas.
Pero eran más sencillas de lo que esperaba.
Sonrió feliz al notar que sabía la respuesta a la primera pregunta. Quizá no debía estar tan
preocupado.
Comenzó respondiendo las primeras emocionado. Rellenando los círculos avanzando rápido.
Todo marchaba bien hasta que volteó a ver a la derecha y notó la hoja de Seokjin con solo algunas
preguntas contestadas.
Él había comenzado a agradarle, pero... eso no cambiaba el hecho de que era un cobarde de mierda.
Y que estaba molesto con él.
Agitó la cabeza y regresó la vista a su propio examen.
La segunda sección de preguntas era fácil. Era sobre Don Quijote, cuando estudió ese tema,
Taehyung le había dado una uva en la boca por cada respuesta correcta, y esas respuestas las
recordaba muy bien.
Le faltaban muy pocas preguntas; pero instintivamente volteó a ver de nuevo a Seokjin cuando este
exhaló cansado.
Se veía realmente mal.
Y Jungkook, verdaderamente tenía unas malditas ganas de azotarle la cara a Seokjin contra la pared
para después bañarlo en jugo de lima.
Sin embargo, la reciente madurez que había adquirido le hizo pensar que él era el menos indicado
para juzgarlo. Después de todo, el miedo nos hace tomar malas decisiones.
Yoongi a su lado terminó su examen, y simplemente se levantó junto con sus cosas antes de
acercarse al escritorio de la maestra para dejar su prueba antes de salir del salón.
Seokjin lo vio irse, y se resignó a joderse en ese curso. No era que él no intentase estudiar, es que
realmente, cuando veía muchas letras su cabeza se confundía, además de que ni siquiera las veía
bien.
Jungkook cerró los ojos, no quería que su complejo de héroe apareciera justo ahora.
Así que su benevolencia le hizo llevar la mano al bolsillo de su chaqueta para tomar la hoja de
respuestas, le faltaban solo un par de preguntas cuyas respuestas sí conocía; pero pensó que quizá
ayudar a su némesis no estaría tan mal.
—Pst, Jin —le llamó por lo bajo— oye.
El castaño levantó la cabeza ligeramente. Jungkook bajó la vista y haciendo que el otro lo hiciera
para notar el papel que intentaba entregarle.
Seokjin asintió, quiso estirar el brazo para tomarlo, pero la voz de la profesora le interrumpió.
—Jungkook, ¿qué tienes en la mano? —dijo y ambos tragaron saliva pesadamente. Tenía un trozo
de papel en la mano y ella le había visto hablar con Seokjin.
Vio que la profesora se puso de pie y apretó los ojos. Bueno, allá iba su oportunidad de sobresalir.
—No es nada.
—Déjame ver —le dijo ella. Resopló y le entregó el papel. Ella lo extendió, y le dio una mirada
desaprobatoria cuando la leyó.
—Yo... —quiso excusarse. Este era un buen momento para recordarse a sí mismo que él no era un
estudiante real.
La mujer negó con la cabeza—Sigue trabajando —le dijo dándole de nuevo la hoja.
Parpadeó desconcertado.
Volvió su vista al escritorio para ver la nota sobre este y negó casi con ganas de reír cuando la leyó.
Había olvidado que tenía dos de esas notas, y le tranquilizaba el hecho de que no se la había
entregado a Seokjin.
Buscó entre sus bolsillos cuando ella se dio la vuelta. No lo pensó, lanzó el papel restante hacia el
escritorio de Seokjin.
El mayor le puso la mano encima por inercia para ocultarlo. Y después, cuando la profesora estuvo
de nuevo en su lugar, lo abrió para comenzar a copiar.
No le fue muy díficil, era la misma letra de la que siempre copiaba. Suspiró al reconocer que era la
letra de su hermano.
Jungkook respiró más tranquilo antes de volver la vista a su examen. Contestó la última pregunta y
le dio la vuelta, no le gustaba levantarse antes que los demás en los exámenes, prefería ser el último.
Luego, volvió a extender la nota con la que se había quedado, esa que le pareció muy tonta y aún así
le robó una sonrisa que quiso ocultar al ver el corazón que tenía y aquello que decía:

"Tú puedes, ¡Te quiero! ❤️"

Negó con la cabeza. Eso explicaba la reacción de su profesora, y la forma en la que ahora lo veía
raro.
Solo faltaba que ella creyera que estaba en alguna clase de romance con su
padrastro/cuñado/capitán/enemigo.
«Kim equivocado, señora» pensó acomodándose en su asiento.
Mientras tanto, Taehyung había salido del edificio para llegar al vestidor de hombres cerca de la
piscina.
Después de las clases de la mañana, había decidido usar su periodo libre para mentalizarse. Tenía
mucho planeado para hoy.
Hizo compras, los de la Ferretería lo vieron extraño por la cantidad de cable que compró y los de la
farmacia también; pero eso no era lo importante, no tenía mucho tiempo.
Sacó sus herramientas de dónde las había ocultado y realizó la unión que le hacía falta de cable. Su
intención era conectar los parales y el generador de la piscina a una banca metálica del vestidor.
Terminó de hacerlo rápido y corrió de regreso hacia el edificio para rodearlo.
Taehyung tenía un propósito. Y con una determinación como la suya, era imposible hacerlo
flaquear.
Después fue hasta el auditorio a sacar la bolsa deportiva que había resguardado allí. Cerró los ojos
creyendo que estaba loco por lo que iba a hacer, y apretó el tirante de esta caminando por el pasillo.
Esperó a Jungkook fuera del salón de su última clase con nerviosismo. El timbre sonó unos minutos
después marcando el final de la clase y la llegada del almuerzo.
Cuando lo hizo y todos comenzaron a salir él tragó saliva con fuerza. El pelinegro salió del salón
con una gran sonrisa que le tranquilizó al menos un poco.
—¿Cómo te fue?
—¡Todo en orden, sé que tengo ese examen ganado! —dijo alegre.
Seokjin salió del salón y vio a Jungkook hablar animadamente con su hermano.
—Oye, Jeon —le llamó, haciendo a Taehyung resoplar. No estaba verdaderamente molesto con su
hermano, solo que... su actitud le irritaba.
—¿Lograste terminar? —dijo Jungkook hacia él.
—Sí, por poco no. —Extendió su puño hacia él —. No sé qué habría hecho sin ti.
Jungkook aceptó su saludo chocando el puño con él. Taehyung le vio confundido, y el pelinegro
decidió explicarle.
—Le ayudé en su examen, no es la gran cosa.
Seokjin sonrió. —Sé que era tu letra —le dijo a Taehyung.
—¡Oye! ¿Le diste mi nota? —Taehyung le dio un pequeño empujón reprochándole.
—La que tenía las respuestas sí —le contestó y Taehyung rodó los ojos ante su tono burlón.
—Como sea —interrumpió Seokjin—, gracias a los dos, en serio —dijo sincero mientras se pasaba
la mano por la parte de atrás del cuello.
—No fue nada. —Taehyung le sonrió a medias. —Hablamos después—dijo antes de jalar de la
chaqueta a Jungkook.
Estaba muy nervioso, y las preguntas de su hermano solo lo inquietaban más.
Todo tenía que salir bien, o él iba a darse un tiro de la vergüenza.
—Oigan, ¿No van a almorzar o qué? —les dijo con cierta intriga apuntando hacia la cafetería que
estaba al otro lado.
—Tengo papeles que recoger antes de viajar mañana. Así que te veremos después — respondió con
total calma—. Jungkook, ¿Vienes?
Jeon asintió moviéndose de su lado; Seokjin no objetó nada, simplemente se movió al lado contrario
mientras el murmullo en su cabeza crecía más y más.
Estando un poco más lejos en el corredor, Jungkook decidió hablar cuando siguió a Taehyung hacia
la salida trasera de la escuela.
—No vamos a recoger papeles, ¿O sí? Se burló un poco.
—Obviamente no.
—¿Y entonces qué?
—Está empezando a haber escarcha, tengo que mover el generador de la piscina o va a dañarse.
Jeon volteó a verlo detenidamente. Taehyung tenía una maleta deportiva cuya presencia no se había
molestado en cuestionar hasta ese momento.
—¿Qué tienes en esa mochila?
Atrapado. —Algo de ropa para no mojar la nuestra.
Llegaron a la reja de la piscina, y se quedó quieto cuando lo analizó.
—¿No pensarás en hacerme entrar allí de nuevo, cierto?
Taehyung suspiró.
—Perdí toda la semana reformulando el experimento, y el viaje es mañana. No tenemos mucho
tiempo, y tengo que hacer pruebas de campo.
—No a costa de mi integridad física.
—Oye, tranquilo. Tengo todo controlado.
—Claro, como tú no eres el Jungkook de laboratorio no te preocupas.
—Si te sirve de consuelo, esta parte de mi investigación la tengo que comprobar físicamente yo
también —abrió su mochila y sacó una toalla—. Ahora, ve a cambiarte mientras yo arreglo esto —
le dijo lanzándosela.
Jungkook suspiró. Estaba un poco asustado, pero bien, necesitaban seguir adelante. Se movió hacia
el vestidor.
Kim se pasó las manos por la frente. Quería encontrar una forma menos vergonzosa de decirle esto;
pero no la había.
Su amado generador estaba oculto y protegido; ni siquiera tenía que moverlo, pero... necesitaba una
excusa para enviarlo al vestidor.
Se agachó para tomar unos cables que le hacía falta conectar, que salían del vestidor hasta su
pseudo máquina de energía.
Y entonces, la encendió. Ahora solo le hacía falta cerrar el circuito.
Se dirigió él mismo al vestidor de hombres.
Entró tranquilamente, Jungkook debía estarse cambiando así que fue directamente hacia uno de los
cubículos y luego cerró la puerta.
Bien estaba aquí y tenía que hacerlo.
Esto era no solo vergonzoso, sino también, intimidante. Es decir, sería la ¿Segunda?
¿Tercera vez? Que hacía algo como esto. Obviamente no era un experto en la materia, y su ansiedad
aumentaba a cada segundo.
Había pasado los últimos días haciendo pruebas y cientos de esquemas de riesgo.
Después de mucha investigación, tenía una nueva hipótesis que comprobar.
Se quitó la camisa y la dobló perfectamente antes de continuar desvistiéndose. Había hecho un par
de compras, y se había limpiado a sí mismo varias veces.
Ya había tomado una ducha, y aún así, decidió colocarse solo un poco más de colonia antes de salir.
De su bolso tomó una bata de seda que había robado del auditorio unos días antes, se la colocó, y
con toda la valentía que logró encontrar en sus entrañas salió del cubículo.
Jungkook parecía distraído cuando le vio de espaldas.
Jeon tenía sus dudas sobre volver a entrar a la piscina con esa cosa encendida. Pero no esperaba
escuchar el sonido del seguro de la puerta sonando detrás de él.
Volteó a ver, y se sorprendió al ver a Taehyung cubierto con una de las túnicas que usaban para los
ensayos de teatro, y su libreta abierta en la mano.
—¿Taehyung? —dijo confundido.
—¿Ya estás listo? —le preguntó. Jeon tenía la camiseta y un pantalón corto de elástico.
Lo vio con curiosidad; el chico tomó su mochila del tirante y la colocó sobre la banca que estaba
cerca del pelinegro, acercándose lentamente sin dejar de verlo.
—Creí que estábamos aquí por el experimento... —cuestionó confundido.
Taehyung se mordió el labio apenado. No había forma sencilla de no ridiculizarse a sí mismo
haciendo esto.
—Este es el experimento —le aseguró tomando valentía.
—Taehyung... —murmuró cuando el chico dio un último vistazo a su libreta y luego la cerró,
guardándola dentro de su mochila— ¿En qué estás pensando?
—Es lo mismo que las otras veces, vamos a charlar un poco e indagar en tu mente. Pero con
diferente nivel de estrés. Es todo.
—Oye, no necesitas excusas para estar a solas conmigo —le dijo con gracia.
—No es excusa, es coincidencia. Creo que... descubrir cómo mantener tu mente y tu cuerpo
estables.
Jeon le observó de pies a cabeza, no tenía zapatos puestos.
—¿Planeas entrar en la piscina conmigo?
—No vamos a usar la piscina. —El castaño se burló un poco—. De hecho, si me lo permites, vamos
a.… probar una nueva forma de subir tu adrenalina.
—¿Acaso te me estás insinuando? —dijo casi incrédulo. Pero después de todo, era el Jeon
Jungkook que lograba encontrarle un doble sentido a todo. Y no sabía si era producto de su mente
corrupta o si... realmente estaba sucediendo.
—Esto es lo que va a pasar —le dijo Taehyung quitándose los anteojos para colocarlos sobre un
casillero—. Vas a sentarte allí, e intentarás controlar tu ritmo cardíaco todo lo que puedas.
—¿Que yo qué? —dijo confundido, Taehyung dio un par de pasos al frente haciéndole retroceder,
la parte posterior de sus piernas topó con la banca. El castaño le colocó ambas manos en los
hombros haciendo un poco de presión para hacer que se sentara, este lo hizo. Jungkook le vio desde
abajo como deseando poder leer sus pensamientos.
Kim tomó aire profundamente antes de colocarse en el espacio entre las piernas de Jungkook al
tomarlo del cuello para sujetar el rostro del pelinegro presionado su mandíbula con su mano
mientras le hacía verlo, entonces apoyó la otra en la pared inclinándose para besarlo con lentitud.
—Es momento de reformular mi hipótesis —le dijo separándose ligeramente de sus labios—.
Después de varios intentos, concluí que necesito manipular tu energía, y mantenerte consciente a la
vez. Pero eso... solo se logra cuando tu cerebro está lleno de hormonas. Lo descubrí
accidentalmente.
Taehyung llevó su mano hacia el borde del pantalón corto de Jungkook para jugar con el elástico. El
pelinegro tragó saliva con fuerza; Taehyung siempre era muy decidido, y Jeon... le había dado el
conocimiento que necesitaba para ser totalmente dominante.
—¿Qué intentas hacerme? —le dijo sin poner resistencia. Él estaba de acuerdo.
—Lo que haga falta... —le sonrió— ¿Estás dispuesto? —le preguntó buscando por su
consentimiento.
Jungkook estaba perdiendo la cabeza, y era demasiado débil cuando de la piel trigueña se trataba.
Además, esta parte de la investigación sí que le interesaba.
—Si es completamente necesario... —dijo jugando con él.
—¿Puedes? —cuestionó refiriéndose a su pantalón.
—Quieres... hacerlo ¿Aquí, Ahora? —cuestionó con una ceja alzada, Taehyung se mordió el labio
al asentir.
En ese perímetro, el generador contendría la energía lo suficiente como para evitar una sobrecarga.
—Tiene que ser aquí.
No le puso ningún impedimento al momento en el que Taehyung quiso bajar su pantalón corto;
incluso levantó un poco su cuerpo para poder deslizarlo por sus piernas dejándole en su ropa
interior para resguardar su miembro.
—¿Tu idea para controlarme es excitarme? —le dijo retándolo, llevando sus manos a la cadera del
castaño.
—No solo eso —Taehyung se burló un poco de él, después de todo, él tenía una teoría que
comprobar, y no iba a irse de allí sin su respuesta—, voy a hacer que colapses.
—Es la cosa más fetichista que me has dicho —murmuró cuando el chico le pasó la lengua por los
labios.
—A diferencia de ti... estar caliente no me hace menos intelectual.
El generador estaba encendido, y los cables conectados a la banca de metal en la que Jungkook
reposaba. Si su teoría era correcta... podría redireccionar su electricidad corporal.
Taehyung sonrió con superioridad antes de avanzar hacia su cuerpo, pasando sus piernas por
encima de las del otro, colocando sus rodillas sobre la banca para poder sentarse sobre su regazo.
Jeon no pudo evitar sonrojarse cuando rozó con su mano el muslo del castaño. Debajo de esa bata...
no había nada.
¿Hasta dónde era capaz de llegar por conocimiento? El límite cada vez era más alto.
—Taehyung —murmuró, le gustaba demasiado, no iba a negarlo. Él estaba dispuesto a lo que sea
que el otro quisiera hacer; sin embargo, había algo que le inquietaba —, ¿Que tal si las luces...? —
Taehyng enredó sus brazos alrededor de su cuello haciéndole divagar—. ¿Si la electricidad falla de
nuevo?
—Primero, mantén la mente despejada mientras charlamos, y segundo...—murmuró contra su oído
— déjate llevar, tengo eso cubierto.
Jungkook no pudo evitar reírse cómplice. La sensación caliente en él comenzó a extenderse de una
forma bastante curiosa, en la que su libido estaba mezclada con una clase de devoción hacia el
chico. Porque le quería y le seducía tanto que sentía que los latidos de su corazón ensordecerían el
lugar.
—Creo que tus experimentos tomaron un rumbo bastante turbio... —le dijo sin dejar de verle,
deslizando las manos dentro de su bata por encima de sus muslos hasta su cintura—¿Qué se supone
que debo hacer? —le preguntó ansioso.
Pero las acciones de Taehyung estaban calculadas para hacerle enloquecer poco a poco; Kim movió
lentamente la cadera hacia adelante, haciendo su pene rozar contra el del otro, como buscando que
llegara a endurecerse tanto como él sabía que lo haría.
Jungkook tragó saliva; ¿Qué demonios estaba pensando Taehyung? Viéndole con los ojos fijos y los
labios brillantes mientras le incitaba a pecar.
El castaño bajó una de sus manos hacia el elástico de la ropa interior de Jeon, jalandola para dejar
que su creciente erección quedara al descubierto, sin cohibirse, o detenerse a dudar.
—La primera regla de este experimpento es hacer todo lo que Taehyung diga, así que, cierra los
ojos —dijo. Jungkook acató su pedido, los deseos de Taehyung eran como órdenes para sus
sentidos.
Kim extendió su mano a su mochila junto a ellos y tomó el frasco que había tenido la valentía de ir
a comprar a la farmacia. Es decir, no era muy común que alguien como él buscara algo como eso,
pero bueno, ser él también implicaba estar preparado.
Y sí, había sido algo muy vergonzoso que prefería no contarle a nadie.
Lo abrió, y vertió una cantidad de contenido acuoso en su mano para luego llevarla hacia Jungkook,
acariciando con paciencia la extensión de su pene.
Jeon no pudo evitar abrir los ojos al sentir el frío que le caló hasta el vientre; Kim sentía un
profundo miedo por hacer algo mal, e intentaba procesar sus expresiones para saber que él le estaba
permitiendo hacer esto.
Le acarició lentamente, el espacio entre sus cuerpos era reducido; pasó el pulgar por el pene del otro
causando que exhalara con fuerza esbozando una pequeña sonrisa.
Taehyung tragó pesadamente antes de tomar su propio miembro para masturbarlos al mismo
tiempo.
Su pene comenzaba a ponerse rígido, al igual que el de Jungkook cuya respiración pareció alzarse.
Es decir, no iba a trabajar en su investigación mientras Jungkook disfrutaba él solo, ¿Cierto?
—Tae... —intentó hablar Jungkook, pero el otro le interrumpió.
—¿Por qué no te has quitado la camisa? —se burló—. Vamos, hazlo.
Jungkook asintió con los ojos cerrados, alzando los brazos para sacarse la camisa con dificultad. El
sudor comenzó a descender por su cuello.
—¿Así está mejor? —le preguntó tensando la mandíbula, Taehyung se sostuvo con una mano de su
hombro, y continuó con la otra su labor.
—Mucho mejor... —le respondió dándole un pequeño beso en los labios—. Ahora busquemos un
recuerdo.
—¿Re-ecuerdo? —jadeó cuando Taehyung apartó sus manos de él al verle necesitado.
No podía permitir que terminara tan rápido.
Asintió. —Uno inofensivo y que podamos manipular. Por ejemplo... —quería el motivo de su odio
a Seokjin— la boda de tu madre.
Jeon se removió debajo de él pidiendo atención, quiso llevar su mano a su miembro, pero Taehyung
le tomó de ambas muñecas para evitar que se satisficiera a sí mismo.
—No puedes hablarme de mi madre mientras hacemos esto... Harás que se me baje...
Taehyung se burló. —Esa es la idea, genio. Te necesito estable. Tragó saliva pesadamente, ahora
entendía lo que intentaba hacer.
—¿Qué es lo que quieres saber?
—¿Cómo empezó la ceremonia? Tu madre se estaba casando con el tipo que odias, ¿Qué fue lo que
pasó?
—Yo... —Taehyung movió ligeramente la cadera sobre él —mierda, ah-ah, estaba molesto. Lo
escuché hablar por teléfono.
Su corazón estaba acelerado, Kim le soltó con suavidad.
—¿Puedes tocarme tú? —pidió con los ojos abiertos. Jungkook acercó su mano hacia ambos
cuerpos, pero Taehyung le detuvo —. Solo a mí, tú tienes que controlar tus impulsos.
Jeon resopló conteniendo sus ansías, y pasó el pulgar sobre la punta del miembro del castaño quien
jadeó sin proponérselo, aún más cuando le acarició la piel de la ingle.
El castaño cerró los ojos por unos segundos; la piel de esa área era tan delicada que cada que
Jungkook le rozaba sentía temblar hasta sus hombros.
Taehyung tomó el frasco de lubricante mientras le escuchaba, y lo acercó a la mano del chico para
llenarla de este.
—¿De dónde sacaste eso? —dijo cuando el lubricante le causó curiosidad.
—Las preguntas las hago yo. —Entonces se apoyó sobre sus rodillas para que Jungkook le ayudara,
y él sabía exactamente qué hacer—. Dime, ¿Qué fue lo que escuchaste?
—Seokjin dijo que era una pena que hubieran pasado tantos años...
—¿Por qué? —murmuró abrazándolo, para tentarlo mientras le daba un beso en el cuello.
Entre todos los escenarios posibles, este le gustaba mucho. Jungkook acercó el cuerpo de Taehyung
al suyo para poder llevar sus dedos hacia la entrada del chico, separó sus glúteos con delicadeza, y
deslizó dentro de él su dedo medio.
Su plan original era usar la boca para subir su adrenalina, pero... eso no le daría el mismo resultado,
cuando se masturbó en el auto apenas había conseguido una reacción moderada, lo supo por el
cambio de frecuencia del radio. Necesitaba una reacción más intensa. Kim se aferró a su espalda,
apretando los ojos y respirando irregularmente.
—Dijo que... —movió su mano haciendo círculos contra las paredes de su interior— de haber
encontrado a mi madre quince años antes, no tendría que lidiar con su hijo el marica.
Su pulso cardíaco aumentó, él lo sabía, su energía estaba creciendo. Estaba en contacto con el estrés
de sus traumas y aunque estaba mareado seguía consciente. Quizá Taehyung tenía razón, oh... el
dueño de esas piernas largas siempre la tenía.
Introdujo un segundo dedo; la espalda de Taehyung se tensó ante su toque.
—Pensé que... —se removió— Ah, mierda...—tomó aire cuando sintió el toque en su interior—
pensé que el Seokjin adulto era más razonable.
—Planteó la idea de enviarme a un internado. Los primeros meses... fue insoportable...—dijo
viendo su erección, completamente dura y necesitada—. Después... creo que comenzó a sentirse
culpable.
—¿Culpable por qué? —murmuró Kim con los ojos cerrados. Jungkook había comenzado a
hiperventilar, como si fuera a tener una sobrecarga sin tenerla realmente.
—No lo sé... él solo pareció ser menos pesado conmigo.
—Eso es... —dijo contra su oído, ese era el punto—. Piensa, ¿De qué color era tu corbata de la
boda?
—Roja.
—Cuando tu energía se dispare, tienes que buscar ese recuerdo, y elegir otro color — masculló
cuando su cuerpo pareció acostumbrarse a la intromisión del tercer dedo de Jungkook, penetrando
con lentitud en él.
—¿Eso qué prob-aaría? —dijo, su visión se estaba nublado.
—Que podemos arreglar el futuro en el presente... ¡Maldición! ...Con tu pasado.
Las clavículas de Kim Taehyung y su tersa piel, parecían hipnotizarlo; le vio luchar por mantener la
compostura, observó la curva que se formaba por su espalda arqueada, y lo perfecto de su cintura
esbelta en armonía con las caderas.
—¿Y cómo piensas detonar eso? —cuestionó alejando su mano de él cuando creyó podía hacer
necesitar al castaño.
Pero no esperaba que Taehyung estirara el brazo para poder tomar de su mochila un pequeño
paquete plateado.
—Póntelo —le ordenó entregándole el condón a Jungkook—. Póntelo rápido.
—¿No estás listo para ser padre? —se burló.
—Definitivamente no —le contestó con gracia, entonces Jeon abrió el paquete sin pensarlo. —
Eso... y que necesitó tener un aislante para tu energía... el látex servirá.
Bueno—le dijo—, eso espero.
Taehyung sabía que debía mantener el enfoque en su investigación; pero le vio colocar el condón en
la punta de su miembro para desenrollarlo hacia abajo y sintió su cuerpo temblar.
A la mierda la compostura; en nombre de la ciencia, él quería sentirlo ya.
—¿Debería castigarte por ser tan agresivo conmigo? —dijo Jeon al notar la desesperación que había
surgido en el otro.
Pero no esperaba que Taehyung le besara en los labios, con el rostro caliente y el sudor bajando por
su frente mientras su saliva se mezclaba con la suya.
Kim aprovechó su sorpresa para acomodarse correctamente sobre su regazo, tomando el pene de
Jungkook para dirigirlo a su entrada.
La conexión que tenían era inevitable, quizá el destino se sintió culpable de colocar dos personas,
cada una perfecta para la otra, tan lejos en el tiempo, que decidió dejarlos encontrarse para que
encajaran en una unión única e irrepetible.
Taehyung gimió en medio del beso cuando comenzó a bajar la cadera mientras Jungkook se
introducía por completo en él. Tan profundo... y tan sublime como solo él podía hacerlo.
Enredó sus manos en el cabello oscuro de Jeon cuando su respiración se agitó pegando su frente a la
del chico. Jungkook tragó saliva pesadamente, Kim estaba acostumbrándose a la sensación de esa
mezcla de dolor y placer que se negaba a admitir en voz alta que le encantaba.
—Necesito que te concentres, Jungkook... ah... —murmuró Taehyung cuando su cabello se pegó a
su frente—. Encuentra e-ese recuerdo —le dijo moviendo la pelvis adelante mientras batallaba por
no perder su voz.
Jungkook cerró los ojos, y llevó ambas manos a la cintura del chico. Este se apoyó sobre él para
comenzar a subir y bajar lentamente en él.
—Lo intento... —dijo fantaseando con esa clavícula, y ese perfecto trasero cuyo reflejo necesitaba
poder ver en el espejo, pero que era ocultó por la larga túnica.
Tenía que hacerlo, estar consciente. En el momento Taehyung dio un pequeño brinco sobre él,
Jungkook alzó la cadera, y con la fuerza de sus manos le atrajo hacia abajo, penetrándolo con
fuerza, hasta llegar al punto en el que podía tocar su próstata por dentro.
Taehyung no pudo evitarlo, abrió la boca con los ojos perdidos, clavando sus uñas en la piel de su
espalda. Y sabía que no debía dejarle más marcas que le delataran, pero... le encantaba oírlo gruñir
cuando sentía el ardor en su piel.
En respuesta, y en medio de su desliz mental, Jungkook volvió a penetrar en él. Esto era sobre
experimentar, y personalmente, la parte egoísta de Kim necesitaba saber cuál era el punto exacto en
su cuerpo que al ser tocada iba a hacer que las piernas le temblaran al terminar.
Jungkook intentaba visualizar el recuerdo de la mañana de la boda, mientras estaba vistiéndose. Se
sentía mareado, sus pulsos eléctricos estaban envolviéndolo, pero no lo lastimaban.
Cerró los ojos cuando encontró lo que necesitaba. Se sentía pesado, como si fueran desmayarse,
pero simplemente no lo hacía, estaba en una línea delgada entre buscar llegar al orgasmo o a la
sobrecarga.
Taehyung quería usar sus hormonas para equilibrar sus neurotransmisores y sus ondas cerebrales.
Se levantó esa mañana. Jungkook se vio en el espejo de su baño con profunda resignación, observó
sus manos y decidió que quería tomar el bote de shampoo a su lado, así que extendió su brazo para
hacerlo.
Él... podía moverse en su recuerdo.
Salió del baño; algo se sentía extraño. Parecía que una parte de su confianza estaba de nuevo en él.
Como si se le hubiera quitado un trauma de encima.
Se acercó al buró de ropa, comenzó a vestirse. Y vio la corbata roja que se supone debía usar para
combinar con los padrinos de la boda.
Y a su lado, otra azul que le había pertenecido a su padre alguna vez. Su cuerpo se sentía pesado.
Sentía la respiración de Taehyung en su cuello; pero aún así era capaz de moverse por la habitación.
Y si esto era real, y su teoría correcta, Jungkook había conseguido eso que la humanidad buscó por
años: Un nuevo comienzo.
Tomó la corbata azul que iba a desentonar; y se la colocó viéndose al espejo.
¿Qué tanto podía avanzar? No lo sabía y tenía miedo de averiguarlo. Estaba atrapado entre las
sensaciones de su cuerpo, y la forma en la que conectaba con una versión pasada de sí mismo.
Su pecho estaba caliente, y sentía su hombro ser mordido; estaba desvariando, pero aún así avanzó
hasta la puerta cuando todos sus músculos se tensaron.
Jungkook abrió los ojos repentinamente cuando los gemidos de Taehyung en su oído le regresaron
la cordura.
No tenía una jodida idea de qué había sido eso; pero se sintió tan real que pensó que se desmayaría.
Porque de pronto sus recuerdos eran más claros que antes.
Tomó aire con la boca, el peso completo de Taehyung recaía sobre sus muslos y cadera, cuyos
músculos parecían estar aún rígidos.
Recordaba a Seokjin hablando por teléfono, y ahora, además, molesto por la forma en la que su traje
desentonó con el resto de los padrinos.
Mierda, sentía que iba a desmayarse en cualquier momento.
Deslizó sus manos por la extensión de la espalda del castaño hasta llevarlas a su cintura, en donde le
tomó con fuerza.
Su visión era borrosa, pero la imagen de Taehyung con la boca abierta y su cabello alborotado sobre
él le mantuvieron consciente.
Su vientre se sintió mojado; llevó su vista ligeramente hacia abajo a dónde el pene de Kim
evidenciaba que estaba perdiendo el control de su propio cuerpo.
El rostro de Kim estaba rojo, su pecho temblaba, pero aún así no se detenía al mover la cadera con
velocidad, respirando con apnea cada que llegaba muy profundo en su interior.
Oh, cuánto habría deseado Jungkook poder ponerse de pie para cargarlo y empujar su cuerpo contra
la pared hasta que hacerle gritar tan fuerte.
Pero estaba muy débil.
Jungkook se inclinó hacia el frente para darle un respiro al aroma de la piel bajo su mentón
dejándole un beso en este y subiendo para encontrarse con sus labios contra los que murmuró cosas
que solo las almas perdidas dirían con tanta devoción.
—Creo que tienes razón... —le dijo cuando una punzada le recorrió desde su espina dorsal hasta la
punta de su pene cuando su energía y su adrenalina alcanzaron su punto máximo.
Su pecho se manchó cuando Taehyung terminó sobre él, dejando pequeñas gotas blancas sobre la
extensión de la piel cerca del ombligo de Jungkook.
Ese toque, era justo y necesario, para alcanzar su preciado conocimiento.
...
Ajeno a la situación. Seokjin veía inquieto el reloj de la pared; había pasado demasiado tiempo y ni
su hermano ni Jungkook habían regresado ya.
Y la ansiedad iba a matarlo. Esa sensación de incertidumbre le carcomía de tal forma que no podía
soportarlo más.
El sonido que marcaba el final del almuerzo sonó y las personas comenzaron a levantarse para
regresar a sus salones.
A diferencia de Seokjin quien tomó sus cosas y salió de la cafetería con un rumbo opuesto. Se
acercó al casillero de su hermano, pero estaba cerrado, y no parecía haber nadie dentro de la oficina
del director.
Corrió por los pasillos, llegando hasta el auditorio; pero las luces estaban apagadas y el lugar
completamente vacío.
Salió del edificio para buscarlos en el campo. Tampoco los encontró y él iba a volverse loco si es
que no lo estaba ya.
Estuvo a punto de regresar a clase; pero la piscina a la distancia le hizo sentir que algo no estaba
bien. Le quemaba, eso a lo que llamamos destino, o quizás el campo eléctrico invisible que se
extendía desde la piscina hasta el estacionamiento le estaba atrayendo.
Como a cumplir su papel escrito, pero con la variante la situación. Así que caminó los metros que le
hacían falta para llegar.
La reja estaba abierta, le pareció extraño. Por alguna razón, Seokjin siempre había tenido el don de
la intuición, bueno, quizás era una maldición.
Volteó su cuerpo hacia el vestidor de hombres, y se acercó a la entrada. Abrió la primera reja,
después quiso abrir la puerta con lentitud para no hacer ruido, pero está se encontraba cerrada por
dentro.
Escuchó un choque seco acompañado de fuertes jadeos y comenzó a sudar. Cerró los ojos y se dijo
a sí mismo que diera la vuelta, que debía alejarse; pero ya no soportaba sentirse ignorante.
El vestidor tenía unas pequeñas ventanas que Seokjin acostumbraba dejar abiertas para fumar
tranquilamente, así que caminó hacia la parte trasera del lugar, y se trepó en una de las ventanas
grandes que estaba cerrada, luego se asomó a ver con miedo de lo que encontraría.
Estando allí solo confirmó dos cosas. La primera, su hermano era gay y la segunda que la
ignorancia estaba infravalorada.
Había hecho un gran esfuerzo por dejar de regirse por las cosas que todos le incitaban a creer.
Pero... no había otra explicación para lo que estaba viendo.
Taehyung estaba de espaldas; tenía puesta una bata larga y gemía mientras se movía inquieto. Su
cabello estaba mojado por el sudor, y arqueaba la espalda abriendo la boca.
Ni siquiera podía ver a la otra persona, pero era demasiado obvio. Jungkook le sostenía de la
cintura, le estaba besando el cuello. Gruñía, y lo acercaba más a él mientras le murmuraba cosas que
no alcanzaba a escuchar.
Era una situación desafortunada trás otra.
En especial, por la luz verde que se encendió en la azotea del edificio de la escuela.
Park Jimin estaba sentado allí, oculto mientras se tomaba un descanso de su doble vida como
estudiante en la bodega de la biblioteca que el gobierno había utilizado para monitorear de forma
remota.
No había pasado nada extraño en días y él creía que esto era una pérdida de tiempo, incluso había
comenzado a dudar que el segundo radar funcionara. Pero el sensor en el tablero comenzó a
parpadear y las pantallas de las cámaras fallaron, el circuito cerrado tuvo una interferencia
dejándole sin imagen del exterior.
Pensó que se trataba de un apagón, pero las luces a su alrededor seguían encendidas.
El sensor estaba conectado y funcionaba a la perfección.
Lo supo por el sonido que marcaba la aparición de una gran concentración de energía en un
perímetro de cinco kilómetros. Y crecía.
—Mierda... —masculló intentando triangular la información.
Estaba cerca, mucho. Su experimento fugitivo estaba dando señales de vida.
Revisó los planos. No debía estar muy lejos, venía de la parte de atrás de la escuela, más allá del
campo de béisbol.
Sabía que lo más prudente era avisarle al profesor Kim, pero no tenía mucho tiempo antes de que la
corriente se perdiera. Algo más la estaba absorbiendo.
Salió de la bodega y atravesó la biblioteca, corriendo desesperado hasta llegar al pasillo.
Jimin respiraba agitado. Él necesitaba con cada fibra de su maldito cuerpo la respuesta, qué era, o,
mejor dicho, quién era aquel que había soportado viajar en el tiempo.
Corrió apresurado empujando las puertas de vaivén de la escuela y vio hacia ambos lados, mientras
se movía a zancadas por el llano desesperado por llegar al campo.
Cuando estuvo allí, se aseguró de que no hubiera nada; se movió un par de pasos más hasta la
piscina pasándose las manos por el cabello. Frustrado, se recargó en la malla que rodeaba la piscina
y sintió un ligero toque proveniente del metal.
Alzó la vista, cuatro parales en perfecta posición y cables muy bien ocultos, trenzados por los tubos
para bajar por estos y mezclarse entre el llano. Parecían estar unidos a lo que había en el interior de
un bote de basura.
No entendía qué clase de generador monstruo amateur era esto.
«¿De dónde viene tanta corriente?» pensó, siguiendo con la mirada el cableado.
Se movió siguiendo el camino; la extensión entraba por un hueco pequeño al espacio de concreto
que llamaban vestidor. Se trepó de la reja de la puerta para llegar a ella.
Entonces, se asomó a ver. Pero no estaba mentalmente preparado para la escena que encontró.
Parpadeó una vez y luego otras dos más para asegurarse de que sus ojos no le mintieran.
Su querido sujeto, Kim Taehyung, estaba besando descaradamente a otro chico bajo de él mientras
se movía con fuerza y jadeando al jalarle el cabello.
—¿Pero qué mierda? —dijo confundido intentando ver hasta dónde llega el cable.
Ladeó la cabeza. La unión terminaba en la banca, y ellos... ¿Cerraban el circuito? ¿Por qué? Eso no
tenía ningún sentido, a menos que... No, eso era humanamente imposible.
Abrió los ojos sorprendido, pero eso solo significa que estaba demente.
Su mascota... ¿Era un adolescente?
Y este tipo Kim... Un degenerado. Le pareció la cosa más aberrante y desagradable del mundo.
Jimin vio los cables, iba a cortar la conexión a como diera lugar. Si el chico colapsaba significaba
que la energía provenía de él y que efectivamente, lo había encontrado.
Se inclinó para intentar tomar el cable, pero su pie se deslizó de dónde estaba haciéndole casi caer.
Seokjin se había alejado de la ventana. Estaba a media crisis nerviosa cuando al avanzar solo un
poco logró ver al tipo rubio que lo seguía, igual de consternado, como si él también hubiese
descubierto a su hermano y al estúpido de Jeon.
Se llenó de temor.
A la mierda el experimento y que lo fueran a secuestrar de nuevo. Él no podía permitir, bajo
ninguna circunstancia, que alguien viera a su hermano en esas condiciones.
Seokjin dio pasos ligeros para rodear el vestidor y llegar por detrás hasta el rubio.
Park estaba intentando romper la unión de dos cables fijados a la malla de la piscina, y no se percató
del instante en el que fue tacleado por otro cuerpo haciéndole caer entre la tierra.
Intentó resistirse; podía hacer que los militares llegaran en cuestión de minutos. Pero el cuerpo del
otro era más grande, le lanzó un golpe a la cara, y el chico se lo devolvió en el estómago dejándolo
sin respiración por un segundo.
El rubio intentó ponerse de pie al ver al castaño luchar por recuperar el aliento; pero Jimin tenía una
mala condición física, y Seokjin se había ejercitado toda su vida.
Kim se recompuso y le tomó el tobillo para desestabilizarlo. Le hizo caer de bruces raspándose el
mentón con la grama, dándole a Seokjin el tiempo exacto para arrastrarse hasta él.
—Malnacido, no eres tan valiente sin tus armas. ¿Cierto? —le dijo Seokjin subiéndose sobre él para
someterlo.
Jimin regurgitó y le escupió en la cara en son de burla.
—Estás jodido, imbécil. Todos lo están.
En medio del forcejeo, recordó un viejo truco que le había enseñado su abuelo en caso de
emergencias.
Sujetó al rubio del cuello, y antes de que pudiera escapar; le dio un golpe en la cien dejándolo
inconsciente bajo su cuerpo.
Respiró agitado y se pasó las manos por el cabello desesperado. Quería entrar a ese maldito vestidor
y arrancarle la cabeza a Jungkook; pero tenía problemas más grandes en ese momento.
Tomó el cuerpo del hombre rubio y se lo colocó a cuestas para cargarlo lejos de allí.
Corrió hasta el campo de béisbol; abrió la compuerta bajo las escaleras del público y dejó caer el
cuerpo dentro.
Había unas cuantas cajas que el equipo guardaba allí. Tomó un par de calcetines que solo el cielo
sabe de quién eran, y los uso para amordazar al hombre. Después, se quitó el cinturón del pantalón
y le ató ambas manos a los parales de la tribuna.
Suspiró.
Bueno, siempre se puede estar peor. ¿Cierto?
...
Ser un simple mortal dentro de esa escuela tenía un precio. Es decir, cualquier persona que tuviera
algo diferente y pudiera saltarse esa clase se salvaría de aquella agonía.
Pero Yoongi no era especial en ningún sentido.
Así que estaba con su ropa para la clase de gimnasia viendo cómo el resto de sus compañeros
trepaban por la cuerda que colgaba por el techo. Él nunca había sido específicamente atlético,
pero... esto sería toda una tortura para él.
Tragó saliva; él realmente no quería tener que subir esa cuerda. Así que rogó al cielo un poco de
benevolencia divina porque a menos que sucediera un milagro, iba a tener que hacerlo.
La puerta del gimnasio se abrió.
—Disculpe, entrenador —dijo la persona que había entrado—. ¿Agustus Min puede salir un
momento?
Yoongi abrió los ojos sorprendido; mierda, el cielo sí lo había escuchado.
—Oye, Min. —Volteó a ver, y se dio cuenta de que no era un milagro, sino una condena al notar a
Seokjin en la puerta— Ven acá —le llamó el hombre.
Era extraño, no creyó que Seokjin volviera a hablarle. Apretó los ojos; bueno, no era lo que
esperaba, pero esto podría servir. Así que se acercó.
—¿Qué sucede?
Seokjin se veía nervioso, movía las piernas constantemente. —Tenemos una emergencia familiar.
El entrenador le restó importancia y se alejó de ellos, después de todo, Seokjin nunca le mentiría.
—¿A qué te refieres con "emergencia familiar" ni siquiera somos parientes?
—Tengo una persona secuestrada.
Yoongi quiso decir algo, reprocharle, burlarse o lo que sea. Pero lo único que salió de su boca fue
un confundido—: ¿Qué?
—Baja la voz. —Seokjin le jaló del brazo para hacerle salir por completo del gimnasio y le vio
serio. — El tipo rubio que nos estaba persiguiendo, lo encontré merodeando por la escuela y.… lo
ataqué.
—¿¡Eres imbécil!? —murmuró en forma de regaño—. ¿Por qué mierda hiciste eso?
—Es que yo... —tragó saliva pesadamente— No vine a que me regañaras, necesito ayuda.
—¿Ayuda para qué, idiota?
—¡Para sacar su cuerpo de aquí!
—¿¡Lo mataste!?
—¡No! Solo está inconsciente.
Yoongi masajeó su nariz con sus dedos índice y pulgar. ¿Qué clase de pecado debía pagar para
cargar con una cruz tan grande como Kim Seokjin?
—¿Dónde está?
—Encerrado debajo de las escaleras del campo de béisbol.
—Solo a ti se te ocurre dejar un rehén allí —le dijo molesto.
—¡No sabía qué más hacer! Ayúdame, ¿Quieres?
—Maldición, veré que puedo hacer. Esto es malo.
—Ven —le dijo haciendo un movimiento de cabeza para que lo siguiera.
Seokjin estaba asustado, molesto, confundido. Bueno, eran tantas cosas que no sabía ni qué sentir.
El camino hacia el campo de béisbol nunca se había sentido tan corto como en ese momento.
Atravesaron medio estacionamiento; Seokjin abrió la reja y le dio la vía libre al mejor para que
entrara primero.
—Oh, mierda —dijo cuando le causó impresión ver con tanta claridad a la sombra que le había
estado siguiendo—. No me sorprende que tengas talento natural para ser un psicópata.
—¿Crees que vendrán a buscarlo?
—Obviamente vendrán.
—Necesitamos sacarlo de aquí sin que se den cuenta.
—¿Y llevarlo a dónde? Estamos jodidos, Jin, jodidos.
—Por un demonio, ¿Qué hice? —resopló colocándose la mano en la frente.
Yoongi negó repetidamente con la cabeza. No podían simplemente tener un tipo amordazado como
si fuera lo más normal de este mundo. Y él no pensaba empaparse más de los problemas de los
Kim.
—No, yo no puedo con esta mierda. Me largo —le dijo retrocediendo.
—¿¡Qué!? No puedes dejarme así —Seokjin se movió rápido para tomarle del brazo.
—Oh, sí. Puedo y lo haré. No sé por qué crees que tengo la obligación de ayudarte cada vez que
metes la pata.
—Por favor, te lo pido como amigo. ¡No quiero ir a la cárcel!
—Mi obra es en una semana yo no puedo ir a la cárcel por tu culpa.
—¡Dijiste que me ayudarías! Tú eres parte de esto, Min.
—¿Yo? ¡Es a ti a quién quieren en primer lugar! ¿Por qué me sigues arrastrando a tus cosas?
—¡Eres la única persona con la que puedo contar! No puedo poner a Sunhee o a mi hermano en
riesgo.
—Ahh, o sea que mientras ellos estén a salvo, yo puedo joderme. ¿Cierto? —negó con la cabeza
molesto.
—Eso no fue lo que quise decir.
—En serio, no sé porqué piensas que puedes tratarme como una mierda y luego simplemente
regresar a pedirme ayuda.
—Te lo explicaré todo, lo juro, pero no aquí. —No sabía qué tan prudente era decirle lo que vio
haciendo a su hermano.
—¿Explicarme qué? Escucha, ya no puedo seguir haciendo esto, me lastima.
—¿Ayudarme te hace daño?
—Tu presencia me hace daño. Así que, si los científicos quieren venir y raptarte de nuevo, está bien
por mí.
—Creí que eras mi amigo.
—Solo me buscas cuando me necesitas. No te importo, y no conoces el arrepentimiento.
—Claro que me importas y sé que te debo un millón de disculpas; pero yo... no soy bueno diciendo
cosas así.
—Hay cosas que nunca sanan, Seokjin.
—Lo sé —murmuró.
—Entonces dilo.
—¿Qué?
—¿Quieres mi ayuda? Discúlpate conmigo entonces. Dilo, di que lo sientes.
Pensó que le soltaría, que lo dejaría irse; pero no lo hizo, contrario a eso, levantó la vista y se tragó
su orgullo.
—Lo siento, April—le dijo sin dejar de verlo —. Lo siento por todo.
Los ojos que inspiraron tantas noches de piano estaban frente a él, llenos de preocupación, de
miedo. Yoongi sabía que no debía confiar en esa mirada, que de su amigo no había casi nada allí
dentro.
Aún así, pecó al estar consciente de que lo seguía no porque fuera el buen samaritano que todos
creían que era. Sino porque había una parte de él en la que mantenía intacta su devoción hacia Kim.
Seokjin divagó al soltarlo. El destino cambiante, y su mente lúcida le hacían sentir enfermo. Porque
él estaba seguro de quién era, de a quién amaba y de lo que quería. Lo tenía claro.
Sin embargo, la espalda de su amigo siempre se había visto frágil para él, pero ya no más. Ambos
habían crecido y aunque ya no se sentía como antes, ese fragmento que ocultó de sí mismo, le
preguntó cuánto tiempo había pasado desde la última vez que su espíritu fue más grande que el de
Agustus Min. Bueno, si es que alguna vez lo fue.
Yoongi se dio la vuelta. Seokjin le observó de arriba abajo, como temeroso de que lo dejara solo.
—Quédate aquí, y cuida el cuerpo —le dijo Yoongi.
—¿Qué? ¿A dónde vas?
—A casa, por el auto de papá—le dijo serio—, no creerás que cargaremos a un tipo inconsciente
por todo el pueblo.
—Gracias —murmuró y Yoongi quiso golpearse a sí mismo.
—No me agradezcas. Te juro que, si nos matan por una de tus estupideces, voy a revivirnos a
ambos solo para matarte yo mismo otra vez.
Seokjin sonrió un poco menos agobiado. Le gustaba saber que todos los insultos que salían de esa
boca eran las palabras más sinceras que podría escuchar.
Era imposible negar que eran incondicionalmente mejores amigos uno del otro desde aquel día
hasta el fin de los tiempos.
...
El tiempo parecía moverse veloz, al igual que el viento que agitaba la cortina.
Taehyung y Jungkook habían aprovechado las duchas del vestidor para limpiarse a sí mismos. Y
luego salir antes de que fuera hora del entrenamiento de béisbol de la tarde.
El castaño salió de allí sin poder dirigirle la palabra. Se sentía un poco abochornado por la situación
y es que había gritado su nombre tan desesperado que ahora no sabía cómo quitarse esa humillación
para su ego.
El lado positivo, es que, al salir, todo parecía normal. Volteó a ver hacia dentro del edificio, pero no
había señas de una sobrecarga. Las luces, los vidrios, todo en orden.
El generador contenía su energía y las hormonas correctas le mantenían estable. Si en un par de días
sus recuerdos cambiaban, significaba que la teoría de poder controlar sus ondas cerebrales tenía más
sentido del que esperaba.
Taehyung caminó lentamente hacia el área de la piscina para desconectar con cuidado los cables y
colocar un poco de basura encima para volver a esconderlo.
—Oye, es tarde. Tenemos que irnos —le dijo Jungkook. Su mente estaba bien, su parte hormonal
demasiado bien, Y, de hecho, tenía tanta energía que se sentía capaz de correr media ciudad.
Taehyng le vio con los ojos entrecerrados. —Me duele caminar, dame algo de tiempo. ¿Quieres?
—No me mires así. Fue tu idea. Además —se acercó un poco— no creo que eso te haya importado
antes.
—Cállate, tonto. Lo único que quiero ahora es dormir y aún tengo que arreglar mi equipaje para
mañana.
Jungkook asintió siguiéndole por el estacionamiento. Se supone que debía quedarse a entrenar, el
partido final sería en poco más de una semana, y él se había estado esforzando mucho. Pero caminar
a casa le pareció una mejor opción para no dejar solo al castaño.
Avanzaron por la acera de camino al sendero de regreso a su vecindario. Taehyung se quejó un
poco a su lado y no pudo evitar preguntarle.
—¿Quieres que te cargue? —sugirió.
—¿Parece que quiero que lo hagas? —le respondió sarcástico.
—De hecho, sí. —No pudo evitar sonreírle en un intento de contener su risa.
—Deja de burlarte de mí, ya pasé por demasiados momentos vergonzosos hoy como para que me lo
recuerdes.
—¿Al menos lograste comprobar algo de la investigación?
Taehyung lo meditó. —Sí, en realidad salió mejor de lo que esperaba—. Ahora sí, Jungkook soltó
una pequeña risa —. Oye... ¿Y tú de qué te ríes?
—Nada, nada. Solo... no imagino ser tú, tener que construir una máquina para poder follar a gusto
con mi novio sin dejar a medio estado sin electricidad y luego tener que regresar caminando un
kilómetros y medio hasta mi casa.
—¡Ese no es el propósito de mi generador!
—No, pero eso fue lo que hiciste. Además, no negaste que eres mi novio... Así que ya está. Eres
mío de mí, respetando tu consentimiento, claro está.
—Tengo que dejar de prestarte atención, en serio. Tu cabeza está mal.
—Mi cabeza sí, pero mi espalda no —. Se detuvo y se arrodilló a su lado—. Vamos, sube.
Taehyung le vio extrañado. —¿Por qué haces eso?
—Mi parte traumatizada necesita cuidarte, así que no digas nada.
El castaño volteó a ver a su alrededor para confirmar que no había nadie; y suspiró antes de pararse
detrás de él y abrazarse a su espalda, pasando ambos brazos por sus hombros. Jeon sonrió
complacido, le tomó de las piernas reincorporándose de pie para sujetarlo.
Taehyung colocó su mentón sobre el hombro del chico; quien creyéndose super fuerte siguió
avanzando por la vereda.
—¿A qué te refieres con "tu parte traumatizada"?
—A nada en especial.
—No me mientas.
Jungkook se quedó callado un momento y después decidió contarle.
—¿Recuerdas que hace unos meses no podía dormir? —Kim asintió—. Pues... tuve un sueño.
Bueno, en realidad fue un recuerdo de cuando tenía unos quince años.
—¿Uno malo?
—Mucho. Yo... estaba con un chico en una fiesta. Estaba nevando y empecé a sentirme mal,
recuerdo que no quería estar con él, pero de todas formas nosotros...
—¿Jungkook? —le llamó cuando se quedó callado.
—Estoy seguro de que entiendes qué pasó. Me sentía tan mal que ni siquiera llegué a casa, me
desmayé afuera, en la nieve. No lo sé, quizá por eso soy tan molesto con querer asegurarme si estás
bien.
—¿Se lo dijiste a alguien alguna vez?
—No. Pensé que había sido mi culpa, además, ni siquiera estoy seguro de haber dicho que no.
—No fue tu culpa. Eras un niño.
—¿Sabes qué es lo más gracioso? Hace unos días le pedí a Sunhee que no me dejara ir a esa fiesta.
O bueno, que no le dejara salir cuando nevara, así podría quitarme un par de cosas de encima.
—No creo que tus recuerdos funcionen de esa forma, Jungkook...
—Lo sé. Al menos lo intenté.
—Lamento que haya sido así —le dijo abrazándolo con fuerza—. Cosas malas siempre les pasan a
las personas inocentes.
—Es solo un mal recuerdo, ya no es real —le respondió tranquilo.
Taehyung le prestaba atención con cuidado. Jungkook parecía haber dejado expuesta su alma, la
exhibía sólo para él. Y no sabía si era producto de madurar o de si realmente confiaba en Kim.
Fuera cual fuera la razón, Taehyung sabía que Jeon Jungkook se volvía cada vez más transparente.
Después del gran silencio que se formó. Jungkook decidió volver a hablar.
—Hay algo que me he estado preguntando toda la tarde.
—¿Qué cosa?
—¿Yoongi sabe para qué ibas a usar la bata que tenías?
—No, me la robé.
—¿Es en serio?
—Sí, cuando nos cuente que alguien se robó uno de sus disfraces, los dos vamos a actuar
sorprendidos. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —le dijo sin dejar de avanzar y sonriendo de lado.
Había atravesado una línea en donde su lujuria ya no tenía morbo. Sentirlo tan cerca... oh, era otra
clase de unión.
Cuando llegaron a su calle, Kim bajó de la espalda del chico para no levantar miradas de sus
vecinos y caminaron tranquilamente hasta su casa.
Cuando entraron, Taehyung vio a sus padres como de costumbre, papá en la sala con el periódico y
mamá en el comedor.
Ninguno de ellos se inmutó por la presencia de los chicos. Y sentía que había vivido esta escena mil
veces que ni siquiera le sorprendía.
Subieron al segundo piso; ambos dejaron sus mochilas en el suelo. Taehyung se sentó en la cama y
comenzó a preparar las cosas que le hacía falta empacar.
Quizá le hubiera gustado que alguien le dijera que estaba haciendo lo correcto, porque el silencio en
su cabeza era demasiado violento como para dejarlo permanecer allí, un silencio que se encargaba
de juzgarlo.
El tiempo había fluido constante los últimos meses y ahora de golpe parecía ir más rápido.
Jungkook llegó detrás de él. Había estado mareado todo el día, y aunque quiera preguntar sobre la
investigación, no lo hizo, porque no quería sobrecargar al castaño de preguntas.
—¿Tienes todo listo? —preguntó viéndole con algo parecido a la nostalgia.
Taehyung suspiró.
—Sí, solo serán un par de días. Así que creo que tengo todo.
Jeon sonrió; era algo muy suyo organizar hasta los más mínimos detalles.
—¿Llevas tus vitaminas?
—Sí.
—¿Bufanda y guantes?
—Jungkook, es Boston, no la Antártida.
—Hace frío, no quiero que te resfríes.
—Por favor, no te preocupes por mí. Todo está bien.
Jungkook negó con la cabeza. ¿Cómo es que su familia estaba así de tranquila? Si él tuviera un hijo
menor de edad con intenciones de salir de la ciudad solo estaría entrando en un ataque de nervios.
Le habían firmado el permiso y habían seguido con sus vidas tranquilamente; Seokjin ni siquiera
había aparecido y todo parecía tan normal como siempre.
—Lo que pasó esta mañana... —se animó a decir— sé que estás molesto por eso.
—¿Qué cosa?
—Lo que dijo tu madre.
Kim negó con la cabeza.
—No me sorprende. Es decir, "Taehyung hizo algo sin nuestro consentimiento otra vez, qué
sorpresa"—dijo imitando su voz—. Es lo que siempre hace, asumir que no puedo ser normal. Ni
siquiera debí decirles.
—Hay algo que no entiendo.
—¿Solo "algo"? —le dijo burlándose de él.
—Sí, sabelotodo. Digo... te he visto falsificar al menos unas diez firmas desde que llegué. Es
irónico que le hayas pedido su firma a ellos, una que has hecho miles de veces...
Taehyung suspiró atrapado.
—Bien, tú ganas. Quería su opinión.
—Lo sé —le dijo sabiendo que en el fondo solo era un niño en busca de orgullo.
—¿Pero qué conseguí? A mi madre tratándome como un bicho raro otra vez. Luego está Jin, con
sus estúpidos celos de mierda. ¿Y papá? Por favor, ni siquiera se atreve a opinar cuando se trata de
mí.
El castaño parecía molesto, metió con fuerza una camisa dentro de su valija.
—No seas duro con ellos.
—Por una vez, siento que puedo llegar a ser algo. Y mi familia actúa como si hubiera hecho algo
malo. ¡Solo serán tres días!
—Están asustados.
—¿De qué? —suspiró cansado—. A veces quisiera decirles que voy a morir para que me tomen en
serio por al menos unos días.
—Taehyung... —le llamó mientras le veía empacar sus cosas.
—¿Qué sucede?
—Pase lo que pase, quiero que sepas que no hay otra persona en el universo que se merezca esto
más que tú. Y todos estamos muy orgullosos de ti.
—¿No estás molesto porque decidí ir?
—¿Por qué lo estaría? Es una gran oportunidad para ti, ¿Qué clase de novio psicópata crees que
soy?
—No puede ser que el lunático del futuro sea la única persona que me entiende —le dijo con gracia.
Jungkook se sentó a su lado en la cama y le dio un empujón con el hombro. —No creo que esté aquí
por mucho tiempo, y si lo estoy... no me importaría recorrer medio país para verte.
—Vendrás conmigo, ¿Cierto? —le dijo directo. Su vuelo saldría en la madrugada y estarían allá a
medio día.
—¿Qué?
—Dijeron que puedo llevar a un acompañante a la visita, me dieron dos boletos. Supuse que serías
tú.
—Creí que... solo tenías uno. ¿Mentiste?
—Soy muy bueno en eso, ¿No?
—Eres un mentiroso compulsivo ahora.
—No me juzgues, lo último que quiero es a mamá subestimándome frente a las personas de la
universidad.
—Lo sé, pero no puedo ir. Ni siquiera tengo equipaje, no esperarás que corra desnudo por las calles
—le dijo con gracia.
—Pues... —tomó una bolsa de papel que estaba cerca de su cama— te compré eso —dijo
entregándosela—. Y ya me encargué de tu maleta...
Jungkook le vio con curiosidad y la tomó dando un vistazo.
—¿Me compraste un abrigo?
—Hace mucho frío, no lo sé. Usualmente soy muy susceptible al frío. Pensé que quizá tú también y
no quería que tú...
—¿No quieres que tiemble? —le dijo con una pequeña sonrisa cálida viendo que tenía una bufanda
y gorro a juego también, el chico asintió—. Gracias, es muy lindo...—era de un color azul oscuro y
la tela suave.
—Hubiera comprado más cosas, pero... necesito ahorrar —le confesó.
—Me sorprende el repentino interés por cuidar tus finanzas.
—No hagas preguntas tontas, y apresúrate. Tenemos un par de horas para arreglar todo.
—Taehyung, ¿Realmente esperas que vaya?
—Sí, no te dejaré aquí donde no puedo monitorearte.
—Es una forma muy extraña de decir que quieres que te acompañe.
—Eso y que me acostumbré a usar tu espalda de almohada.
Jungkook no pudo evitar reírse. ¿Qué clase de límite había roto? No lo sabía, pero la parte honesta
de la confianza de Taehyung le fascinaba mucho.
—¿Y cómo harás que me dejen subir al avión?
—¿A qué te refieres?
—Ni siquiera soy una persona real aquí.
—Te haré un pasaporte. Dame treinta minutos, es lo único que me falta.
—¿No necesitas una foto para eso?
—Son detalles.
—Kim, ¿Te estás escuchando?
—¿Qué tiene de malo que quiera que vayas conmigo?
—Nada, pero... no quiero cambiar nada más. ¿Está bien?
—No pasará nada, es un viaje inofensivo. Recibiré un montón de charlas aburridas por la mañana, y
en la tarde podremos ver la ciudad. Vamos, sé que también quieres ir.
—Te dieron un boleto académico gratis y tú quieres usarlo como turista.
—Sé que es una tontería y sé que probablemente ni siquiera esté vivo para cuando tenga que ir a la
universidad, pero yo —hizo una pausa— quiero ver lo que hay más allá de este pueblo. Quiero salir
de aquí.
—No digas eso, es como si estuvieras aceptando tu muerte.
—¿De qué me sirve ser optimista? Tú te irás y yo...
—Basta, no digas cosas que me hagan sentir mal.
Taehyung infló el pecho en medio de los deseos que ya no luchaba por ocultar.
Se había despojado de sus límites.
—¿Qué tan malo sería que te quedaras aquí? —le dijo sin darle chance de seguir hablando, directo,
sin poder callar más lo que sentía.
—¿Qué? —respondió incrédulo.
—Sé que suena egoísta, pero no tienes nada por qué regresar.
—Es peligroso. ¿Qué tal si causamos algo peor?
—Hoy avanzamos mucho. Sé que podríamos lograr que el experimento funcione. Pero... tal vez...
Jungkook le tomó la mano para detenerlo.
—Eso puede esperar. ¿Por qué estás tan empeñado en decir cosas como esa?
—Salvarme no es tan importante si de todas formas voy a quedarme en medio de esta mierda.
—Maldición, no. ¿Dónde está el Taehyung que no se rinde? Porque quiero hablar con él, gracias.
—Es una estupidez, olvídalo.
—Taehyung... —le llamó, observando cuando el otro suspiró, Kim estaba cansando del misterio y
de hablar entre líneas.
—Es que yo... —volteó a ver a otro lado— simplemente no quiero que te vayas.
Inocencia es aquello que se sacrifica para llegar a la madurez.
La capacidad de hacer daño es algo por defecto humano, aún así, si se tiene miedo al dolor, y se
construyen barreras para evitarlo, solamente se sufre sin recibir nada a cambio. Si el sufrimiento es
inevitable, burlarse de la vida sería una buena forma de padecerlo.
Su pecho estaba lleno de sentimientos que nunca alcanzó a comprender. Pero ese chico, es decir,
ese hombre a su lado era un sentimiento que nunca escuchó, y del que nadie había escrito.
—Deja de lado la investigación, volver a mi año no es tan importante eso puede esperar, Taehyung,
tienes que cuidar de ti mismo.
—No intentes manipularme.
—Kim Taehyung, la única forma de evitar tu muerte es dejando de hacer suposiciones locas y
enfocarte en ti, en las cosas que te hacen feliz. La única persona que puede salvarte eres tú mismo.
—Las cosas no funcionan así.
—¿Entonces cómo?
—Alguno de nosotros se jode, y el resto vive miserablemente.
—El papel del adolescente depresivo en nuestro equipo ya lo tengo yo —le dijo ganándose una
mirada desaprobatoria—, así que deja de decir tonterías.
—Revisa el guión, creo que te quité el estelar.
—Escucha —le dijo haciendo que Taehyung bajara la cabeza—. Hagamos un trato
—¿Qué clase de trato?
—Si tú prometes luchar, si cuidas de ti. Yo prometo... —sonrió sabiendo que era su mayor anhelo.
Taehyung se había convertido en su más grande sueño.
—Jungkook...
—Mírame —Taehyung levantó la cabeza lentamente—. Prometo quedarme aquí para verte llegar
lejos.
—¿Por hoy?
—Por siempre.
El castaño se dejó caer de espaldas en la cama. No tenía ni la más remota idea de lo que estaba
haciendo.
—Lo haré—confirmó cerrando los ojos por unos segundos.
Jungkook sabía mucho de soledad, lo habían ilusionado tantas veces. Por eso, era incapaz de
abandonarlo.
Y si había un camino de regreso a casa, en el fondo, no quería tomarlo. Porque ahora conocía unos
brazos que le hacían sentir que tenía un hogar.
Hogar.
Había encontrado uno.
CAPITULO 19
19.

En la vida, a veces hay cosas que simplemente no necesitan ser explicadas. Y otras, que el tiempo
prefiere dejar sin explicación.
Quizás no estaba lo suficientemente perturbado ya, o no quería sentirse más culpable, pero... sentía
que colapsaría en cualquier momento. Seokjin caminaba molesto por los pasillos de la escuela
después de terminar el entrenamiento. Estaba frustrado y adolorido; sabía que no debía ser egoísta
pero no podía evitar sentir envidia de su hermano.
El chico se había marchado solo de la ciudad hacía un par de días para conocer su nueva
universidad. Y Seokjin realmente quería estar feliz por él, pero le quemaba demasiado saber que él
nunca sería suficiente como Taehyung.
Regresaría a casa por la tarde; últimamente, parecía que peleaba con su hermano todo el tiempo,
Taehyung incluso le había gritado que se jodiera antes de salir hacia el aeropuerto. Y sabía que
quizá debería disculparse con él, decirle lo que sabía todo, pero no estaba mentalmente preparado
para eso.
La madrugada del primero de agosto de 1986, después de que la lluvia cesara, Kim Seokjin se había
sentado en su balcón para fumar porque de todas formas no podía dormir bien; pero no esperaba ver
a Agustus Min salir de la ventana de la habitación de su hermano, y colgarse de la rama del árbol
frente a esta para luego salir de la casa, usando la ropa de Taehyung y con las manos vendadas.
El pelinegro volteó a verlo cuando le notó afuera y simplemente lo vio con desdén.
Seokjin hubiese querido correr hacia su hermano para decirle que se alejara de gente como él pero
no podía hacerlo sin quedar como un imbécil.
Decirle, "Hey, si sigues por ese camino van a joderte la vida como yo se la jodí a él",
definitivamente no era una opción.
Los últimos meses había hecho cosas de las que no estaba orgulloso. Lo había amenazado un par de
veces y había detonado algo muy malo en el interior de Min porque quizá la había jodido más de lo
que pensaba.
Incluso le repitió hasta el cansancio que si intentaba ponerle un solo dedo encima a su hermano iba
a matarlo, lo siguió por días en el camino de regreso a casa, y lo recargó contra la pared cuando la
tensión física entre ellos aumentó antes de encerrarlo en el baño de un restaurante para gritarle que
estaba enfermo.
Y es que, Seokjin siempre fue alguien intuitivo cuya corazonada le hacía sentir que algo no estaba
bien. A finales de noviembre, la desesperación y el egoísmo continuaban siendo las cruces que
siempre llevaba.
Suspiró, y caminó hacia su casillero. Entonces lo abrió, al hacerlo, un sobre se cayó de él,
llenándole de intriga. Ladeó la cabeza y se agachó a recogerlo.
Se le revolvió el estómago cuando alcanzó a leer las palabras del frente; porque conocía esa letra, y
aún con su defectuosa visión entendió lo que significaba.
Desesperado, abrió el sobre para sacar su contenido y cuando lo tuvo en sus manos sintió
desmayarse. Ahora sí estaba seguro de que vomitaría.
Pegó su espalda al casillero y se deslizó lentamente mientras la rabia se apoderaba de él, haciéndole
llorar de la mera impotencia mientras negaba con la cabeza. Esto era su culpa.
La primera era una fotografía de Taehyung durmiendo; la segunda, una de un poco más lejos donde
se podía observar del torso hacia arriba al muchacho, con el pecho desnudo y una marca roja en el
cuello.
Y la tercera... Seokjin ni siquiera tenía corazón para seguir viendo.
Volvió su vista al sobre y leyó con asco el enunciado: "Adivina quién se atrevió a tocar a tu
hermano."
Se le subió la sangre a la cabeza cuando comenzó a respirar agitado. Aunque su hermano quisiera
esconder lo que estaba sucediendo, Seokjin no era tan estúpido, y si lo había dejado vagar con el
más joven de la familian Min fue porque en el fondo, Kim sabía que no había nada malo con él. O
bueno, eso quiso creer.
Quizá como en los cómics de ciencia ficción, Seokjin era el origen del corazón roto del villano.
—Yo lo mato —dijo molesto poniéndose de pie y azotando la puerta de su casillero.
Entonces, corrió hacia el estacionamiento hasta su auto. Ni siquiera dejó que el motor calentara
bien, arrancó apretando sus manos en el volante tanto que sus nudillos se veían blancos.
Había comenzado a nevar, aunque los neumáticos viejos de su auto no eran muy confiables, no le
interesaba. Porque él podía estar celoso del castaño, y él mismo podía ser una mierda de persona,
pero Taehyung seguía siendo su hermanito.
En medio de su miseria mental, frenó de golpe cuando un camión atravesó de forma inesperada la
avenida. Respiró agitado y agradeció al señor en secreto de que los frenos defectuosos no lo
hubieran traicionado esta vez como solían hacerlo.
Llegó a su calle y se estacionó frente a su casa. Tomó el sobre y su bate del asiento del copiloto para
bajarse del vehículo y dirigirse a la casa de Min.
Pero no esperaba encontrarlo cómodamente sentado en el pórtico de su propia casa, y a su hermano,
quien recién regresaba con sus maletas feliz de verlo.
Su sangre estaba hirviendo, así que se movió con pasos firmes hasta el pelinegro, ignorando a su
propio hermano en el acto.
—Tú —dijo y empujó a Agustus—, hijo de perra. —Pensó en usar su bate para golpearlo, pero en
el fondo, quería utilizar las manos para sentir su dolor. Así que soltó las cosas en la grama al
tomarlo del cuello de la camisa con la mano y golpearle el rostro con la otra.
—¡Seokjin, no! —gritó Taehyung intentando intervenir. —¿¡Qué pasa contigo!? ¡Suéltalo!
El Kim mayor volteó a verlo. —¡Tú no te metas! —le respondió golpeando a Min de nuevo.
A Yoongi le estaba sangrando la nariz, pero aún así había comenzado a reír escandalosamente,
haciendo a ambos hermanos dudar. Él sabía lo que había hecho.
Taehyung quiso acercarse, pero al hacerlo, su pie aplastó el sobre que ya estaba arrugado.
Se inclinó a recogerlo y sacó su contenido dejando de ponerle atención a los otros dos cuando un
escalofrío le recorrió la espalda.
—Ambos sabemos que golpearme no servirá de nada. ¿O sí? Mátame, házlo. ¿Qué ganas con eso,
Jinnie?
—Recuperar mi estabilidad mental.
—Y la mía... ¿Cómo recupero mi estabilidad?
—Si lo que querías era verme sufrir está bien, lo lograste. Yo sé que me merezco esta mierda, pero
él no.
—Qué ternura. El gran Kim Seokjin se ha puesto sentimental.
—¡Aléjate de él!
—¡Oh, el héroe! —se burló—. ¿Por qué no le cuentas a tu hermano lo que hiciste? Dile la verdad,
que es tu culpa que nadie en la escuela quiere ser su amigo, que es por ti que su madre lo trata
diferente. Dile que me dejaste desangrarme en la calle, dile que nosotros...
—¡Cállate! —le gritó sujetándolo con fuerza. —Esto es entre tú y yo, ¿Como no quise saber nada
de ti, elegiste tirarte a mi hermano? Estás tan enfermo que te atreviste a jugar con la única persona
que me importa. ¿Es eso? ¿¡Es eso!? —lo agitó—¡Contesta! ¿¡Qué es lo quieres de mí!?
—Quiero que te quedes solo —murmuró, y le lanzó un beso que le hizo salpicar un poco de sangre
de su labio.
—Jin... —le llamó Taehyung con gélida voz—. ¿Qué... qué es esto?
—Es lo que pasa cuando te mezclas con fenómenos como él. Sabía que algo extraño pasaba con
ustedes y debí detenerlo antes.
El mayor volteó a verlo. Las manos del castaño estaban temblando, al igual que su espalda. Negó
desesperado y confundido cuando vio las fotos y las notas que él mismo había escrito una por una.
Ni siquiera estaba seguro de haber estado consciente en el momento de las últimas imágenes. Inhaló
con fuerza y contuvo sus ganas de llorar tanto como pudo.
—Deja que se vaya —le ordenó a su hermano—. Ya tuvo suficiente.
—¿Qué?
—Suéltalo, no quiero verlo aquí.
—¿Es que no lo entiendes? Él estaba usándote para joderme la existencia a mí, y lo tiene que pagar.
El nudo de su garganta apenas le dejó de hablar.
—Te juro que llamaré a la policía si no lo dejas ir. Jin, estoy hablando en serio—le dijo dolido.
Seokjin respiró exaltado y empujó hacia atrás al otro cuando lo soltó. —Y tú —le lanzó el sobre a
Yoongi—, lárgate de aquí antes de que sea yo quien te golpeé.
Min se levantó del pórtico, apenas tomó sus cosas viendo a Taehyung desde abajo cuando buscó
alejarse de allí. Seokjin estaba destrozado, pero... eso no lo había hecho sentirse mejor. Y eso solo
lo confirmó cuando volteó a ver a Taehyung por un breve instante en el que la venda del odio se le
cayó de los ojos.
El correr del frío aire parecía ser más fuerte que el sonido de la respiración de los hermanos Kim.
Seokjin caminó un par de pasos hasta el castaño para ponerle la mano en el hombro.
Él realmente no sabía cómo hacer esto. Y quería consolarlo, quería decirle que todo estaría bien,
pero era terco, y demasiado impulsivo.
—Tae...—intentó hablar, pero el chico se removió incómodo.
—Déjame solo.
—Oh, no. Me debes una explicación. ¿Qué pasa contigo? —dijo Seokjin cuando su hermanito le vio
con molestia buscando alejarse de él, y caminando hacia el interior de la casa.
—¿Qué pasa conmigo? —le dijo indignado—. Acabo de descubrir que no hay ni una sola maldita
persona en el mundo que me tome en serio. Ah, sí, y soy más crédulo de lo que pensé.
—Eso no es cierto.
—¿Ah, no? ¿Entonces por qué todos piensan que pueden hacer lo que quieran conmigo como si esa
mierda no me afectara? Todos, incluso tú.
—Si me dejaras explicarte...
—¡No! ¿¡Crees que soy imbécil!? Maldición, sé que todos en la escuela piensan que soy una cosa
rara por tu culpa, es por ti que yoongi tiene marcas de fracturas en el pecho, sé que algo pasó entre
ustedes antes de que yo me fuera de viaje. Y sé que...—se quedó callado—yo solo le intereso
porque... luzco como tú.
—No fui yo quién te obligó a meterte con él.
—¡Es tu culpa!
—¡No es mi culpa que seas un homosexual de mierda! —le gritó sin importarle la presencia de los
padres del chico en la sala.
Se armó un gran silencio en la casa cuando la madre de ambos se puso de pie consternada.
—Taehyung —le llamó—. ¿Qué está sucediendo?
Kim Taehyung se quitó sus anteojos para poder limpiarse las lágrimas con el antebrazo.
Su primera ilusión se hacía añicos a cada palabra y no podía dejar de sentir que se lo merecía por
ser ingenuo.
—Está bien —dijo apenas—. Es mi culpa.
—Si me hubieras escuchado nada de esto habría pasado.
—Yo... lo siento. Pensé que había algo especial.
No pudo seguir hablando, soltó sus maletas en la sala y corrió hacia las escaleras para buscar
refugiarse en su habitación.
—¡Espera! No quise... —dijo Seokijn en un intento de seguirlo, pero al subir al segundo piso la
puerta de la habitación del chico se cerró en su cara.
Taehyung se dejó caer en su cama mientras aún temblaba. Ir a Boston fue increíble, el lugar era
hermoso, pero pensó que a lo mejor le hacía falta algo, y él ya no quería estar solo. Pensó que
comenzar de nuevo allí no sería tan malo.
Había una pequeña casa cerca de la universidad que podía comprar usando el fondo que ya no
necesitaba ahorrar. Tenía el número del dueño guardado dentro de su billetera y la certeza de que si
Seokjin quería alejarse de ese pueblo con él podría hacerlo. Pensó que su hermano merecía conocer
la gran ciudad.
Afuera de su habitación se escuchaban los gritos de Seokjin y su madre tocando la puerta para que
saliera. Pero no valía la pena hacerlo.
En su lugar, se abrazó a sí mismo. Quizá fue su corazón roto o su ego lastimado, jamás estuvo tan
seguro de algo hasta que conoció el sentimiento de que nunca debió haber regresado. Y que al final,
estaba tan solo como siempre lo había estado.
Pero tal vez, esto no tenía que suceder.
...
38 días antes de.

La madrugada era fría, pero no tanto como la nota de despedida que Jungkook y Taehyung habían
dejado en la mesa del comedor antes de irse.
Apenas comenzaba a amanecer, se encontraban en el aeropuerto, su equipaje ya había sido revisado
y esperaban para abordar el avión.
Les había costado trabajo llegar al aeropuerto pues este estaba muy lejos de su pequeño pueblo, y
tuvieron que salir muy temprano de casa para salir de la ciudad.
Pero allí estaban, mientras intentaban parecer lo más normales posible, como quiénes no intentaban
pasar un indocumentado con pasaporte falso por la barrera de seguridad.
—¿Desde cuándo me llamo Jacob Kim? —le reprochó viendo su pasaporte falso cuando se
acercaron a la fila.
Era terrorífico de lo real que se veía. Además, le había colocado un sello de inmigración, y le
asustaba preguntar de dónde lo había sacado.
—También tienes veintidós, no olvides eso.
—Me hiciste más viejo, no es justo.
—No te hice viejo, te hice mi acompañante designado. Tenía que tener un familiar a cargo, así que
ahora eres parte de mi familia.
—Oh, vamos. Ahora además de ser tu sobrino, tu mascota y tu novio, ¿Soy tu primo también?
Taehyung se pegó la mano a la frente.
—Por dios, Jungkook. Deja de pensar tonterías que me dejen en mal—dijo inquieto.
—¡Perdón! Es que estoy nervioso.
—Ya lo sé, hablas demasiado cuando eso pasa así que cierra el pico.
—Uy...
—¿Uy qué, animal?
—Tú también estás nervioso.
Taehyung negó con la cabeza.
—Claro que no.
—¡Estás asustado! —dijo acusador—. Siempre te pones a la defensiva y me tratas feo cuando tienes
miedo.
—Eso no es cierto... Me duelen tus acusaciones.
El castaño se ofendió mientras avanzaba en la fila. Es decir, ellos habían llegado a Estados Unidos
en barco y él era tan pequeño que ni siquiera lo recordaba. Ahora, la idea de subirse en un pájaro
gigante metálico y estar encerrado respirando el mismo aire que los demás por horas no lo asustaba
ni un poco. Por supuesto que no.
—¡Siguiente! —gritó el guardia mientras le indicaba a Taehyung que debía avanzar. El castaño
caminó hacia él jalando el tirante de su equipaje de mano, al acercarse, colocó esta en la banda de
rayos antes de entregar su pasaporte, licencia de conducir y boleto.
El oficial corroboró sus datos, y le observó por tan solo unos segundos antes de devolverle sus
identificaciones dándole vía libre para seguir.
Taehyung se adelantó y tomó su mochila que había salido ya del otro lado de la banda. Y volteó a
ver con nerviosismo el momento en que el oficial hizo señas a Jungkook para que se acercara. Jeon
tragó saliva pesadamente.
Entregó su boleto y su pasaporte, sus manos temblaban un poco y no pudo evitar sonreírle
enormemente al oficial quién se sintió extraño por su quieta expresión.
—¿Qué clase de permiso tienes, muchacho?
—Estudiantil —dijo un poco nervioso.
El otro lo vio con curiosidad.
—¿Tienes otra identificación?
«Sí, señor. Déjeme volver a 2019 para traer la tarjeta verde de residente que me dieron por mi
padrastro cuando me mudé aquí, ya vuelvo.»
—No creo que sea necesario.
—Si no tiene una, tendré que llamar a migración.
Taehyung abrió los ojos con pánico deteniéndose y volteando a ver al pelinegro.
—¿Qué? Pero mis papeles están en orden. —«Obvio no los hicimos anoche.»
—Los controles con las personas de fuera del continente son más estrictas.
—Eso es muy racista. ¿¡Me estás llamando ilegal!? Quiero hablar con tu superior —dijo llamando
la atención de los demás.
—Viniendo de su país...
Jungkook rodó los ojos en su mente. E hizo uso de uno de los trucos que mejor funcionaba en ese
país de mierda cuando quería evadir algo.
Así que comenzó a hablar en su idioma natal.
—Estúpido, ¿Quién te crees que eres? —dijo alzando la voz sabiendo que nadie le entendería.
—Joven, no comprendo.
—Arroz, cerdo, pantufla, tres tristes tigres tragan trigo en un trigal —dijo en coreano—. Las ruedas
del camión girando van, girando van.
—Esto es solo una formalidad —le respondió confundido.
Taehyung un metro más lejos se mordió la lengua cuando entendió a medias lo que decía.
Jungkook hablaba demasiado rápido sin tomar aire y alzando las manos, al oficial parecían salirle
signos de interrogación a su alrededor.
—¡El señor es mi pastor y nada me faltará, en pastos delicados me hará descansar, junto a aguas de
reposo me pastoreará. Confortará mi alma y me llevará por sendas de justicia! —dijo
completamente ofuscado y ofendido.
El hombre se dio por vencido, no le pagaban lo suficiente para esto. Cerró el pasaporte de Jungkook
y se lo devolvió.
—Que tenga buen viaje —le dijo rindiéndose y dándole vía libre a pasar.
—Thank you —le respondió con una gran sonrisa antes de seguir caminando.
Una vez al lado de Taehyung de camino a la pista, ambos comenzaron a reír escandalosamente
cuando estuvieron lejos.
No había muchas personas en su vuelo.
Así que no les tomó mucho tiempo en la fila para subir al avión cuando llegaron a este.
Taehyung suspiró pensando que todo esto era nuevo para él, y Jungkook pensó que la última vez
que había estado en uno había sido para dejar el país y mudarse a su nueva vida.
Guardaron el equipaje de mano en los compartimientos de arriba de sus asientos y se acomodaron
en estos cuando las azafatas se los pidieron.
Pasó algún tiempo cuando las puertas se cerraron.
"Estimados pasajeros, les habla su capitán, estaremos despegando en breve. "
Taehyung comenzó a respirar agitado y a inquietarse, aún había chance de arrepentirse pensaba, el
otro lo notó y le colocó la mano en el muslo ya que nadie los veía.
—Oye —le dijo con voz suave—, respira conmigo. Uno... —inhaló profundamente para después
soltarlo—. Dos... —exhaló.
—Jungkook, no.
—Uno... —dijo al inhalar de nuevo sin dejar de verlo haciendo que se rindiera. Taehyung lo imitó
con los ojos cerrados—. Dos...
Cuando el avión comenzó a elevarse, y estuvieron así de cerca de las nubes, Taehyung supo que
todo estaría bien.
...
Había malas ideas, pero esta sin duda era la peor de todas.
Seokjin y Yoongi se encontraban en las afueras del bosque dentro de la bodega del aserradero de la
familia de los Min mientras nerviosos pensaban qué hacer.
Es decir, eran más de las doce del mediodía, técnicamente habían tenido secuestrado a un hombre
todo un día. Justo ahora lo tenían atado a una silla en el centro de la bodega.
—Deberíamos cortarle un dedo o algo —dijo Yoongi.
El otro volteó a verlo perturbado.
—¿Qué pasa contigo? No vamos a hacer eso.
—¿Entonces para qué lo secuestramos?
—¡Para sacarle información! —le dijo. Min asintió con la cabeza y le soltó un golpe en la cara al
rubio que le hizo gemir de dolor—. ¿¡Por qué hiciste eso!? —le reprochó Seokjin.
—¡Dijiste que querías información!
—¡Pero no así!
—¡Entonces cómo!
—¡No me presiones es mi primer secuestro!
Jimin negó con la cabeza mientras les veía discutir.
—Mocosos, puedo escucharlos.
—Tú te callas —dijo Seokjin dándole otro golpe haciéndole sangrar la nariz al rubio.
—¡No sé vale! ¿Por qué tú puedes golpearlo y yo no?
—¡Porque a mí sí me secuestró!
—Buen punto.
Ambos se quedaron pensando. Yoongi se removió inquieto, sabía que en su casa se preocuparían
mucho si no aparecía. Porque siempre que eso pasaba, terminaba colgado de un árbol o en la
carceleta de la comisaría. Tomó a Seokjin del brazo para alejarse del rehén.
—Oye, ¿Qué haces? —le dijo.
—Tengo que ir a casa o será sospechoso.
—¿Qué?
—Sí, escucha. Esto es lo que haremos, te dejaré encerrado aquí con él mientras yo voy a casa, le
diré a mi abuela que estaré con tu hermano para que no se preocupe, devolveré la camioneta, y
traeré comida.
—¿Tu padre regresa hoy, cierto? —Uh, había dado justo en el clavo. El padre del chico nunca
estaba en casa, pero cuando lo hacía Min prefería evitar problemas.
—Sí, por eso debo estar allí cuando regrese.
Seokjin suspiró. —Está bien, apresúrate. Ve por mi auto, las llaves están puestas, ya sabes que la
puerta del garaje no funciona —le dijo. —Y si te cruzas a mamá dile que estoy en tu casa y que
saldremos por allí, no sé, inventa algo.
—¿Tu madre no sospechará?
—No de mí —le dijo con total honestidad.
—Alto, ¿No se supone que tu auto no funciona?
—Logré repararlo hace unos días, Pero ten cuidado, los frenos son algo sensibles.
—Está bien, no me tardo.
Así como le había dicho, April Min, le dejó solo el rehén.
—Oye, ahora que ya se fue —escuchó decir al rubio a sus espaldas—. ¿Podemos hablar?
—¿Qué?
—Los he estado siguiendo, y él... digo los otros dos, no pareces uno de ellos.
Seokjin alzó una ceja mientras volvía a acercarse.
—¿Qué sabes tú de eso?
—Solo lo justo, como el hecho de que estás cometiendo un delito federal justo ahora, además de lo
obvio.
—¿Delito? —No le respondió. No tenía tiempo para sus juegos, así que Kim le dio un golpe en el
estómago. —¿Por qué te interesamos tanto?
Maldijo mentalmente, compungido. —No nos interesan ustedes. Solo el chico que se la pasa pegado
a tu hermano.
La forma en la que habló en plural hizo que se le revolviera el estómago.
—¿Por qué están aquí?
—Operación K.S.T. 100, bajo el seudónimo de mariposa, estamos estudiando el flujo del tiempo
para el gobierno. Pero el resto es información clasificada.
—Estás mintiendo —dijo serio.
—Todo lo que digo podría tener sentido para ti si me dejas ir, podrías salir ileso de esto.
Jin se burló. —¿Qué te hace pensar que te dejaré salir?
—Yo te dejé salir la otra noche.
—Fue real... —murmuró para sí mismo.
—Claro que fue real, así que, me debes una.
Seokjin bajó la cabeza, él quería saber la verdad, pero tal vez estaba cansado de ser un traidor. Así
que tomó la mordaza y se la colocó de nuevo para evitar que le siguiera hablando.
—Lo que tú digas, lunático —le dijo antes de sentarse unos cuantos metros lejos de él y recargar su
espalda contra la pared.
Suspiró. Ya no sabía ni qué mierda pensar.
Al igual que Min, quien conducía paranoico por las afueras de la bodega.
Ya no era secreto para nadie que estaba mareado, al igual que Seokjin, y él sabía que las cosas
cambiaban constantemente y no podía hacer nada para evitarlo.
Mientras se dirigía a casa, pasó frente al supermercado y no pudo evitar detenerse a comprar cosas.
Quizá otra soga y algo para que el idiota de Seokjin no se muriera del hambre.
Entró rápidamente, comenzó a moverse ansioso por los pasillos tomando cosas como pan, jamón y
agua embotellada. Esto de la paranoia y el pánico no eran para él.
Estaba tan alterado que no notó la presencia de otra persona y chocó con ella.
—¡Lo siento! —dijo apenado hasta que la reconoció—. Oye... —le habló saludandola.
Sunhee le sonrió en respuesta.
—¿Estás siguiéndome? —preguntó con gracia.
—No.… hoy no. —Estaba usando la ropa del día anterior, y lucía desaliñado, pero debía actuar
natural—. ¿De compras? —dijo curioso cuando vio su canasta llena de dulces.
—Sí... algo así. —Ella se abrazó a sí misma por el frío
—Es demasiado azúcar para una sola persona.
—El doctor dijo que no debería, pero no puedo evitarlo, lo necesito.
—¿Los dulces?
—El chocolate.
Min bajó la cabeza para verle el abdomen.
No quería ser indiscreto, pero ya no lo soportaba. Él necesitaba desesperadamente saber si sus
conjeturas eran ciertas y no desmayarse en el intento si resultaba que Seokjin tendría un hijo.
—¿Desde hace cuánto lo sabes? —dijo esperando que ella lo entendiera.
—Dos meses, creo. Debí darme cuenta mucho antes, pero... —negó con la cabeza— no sé qué pasó.
Sintió el rostro caliente y su pecho pesado.
Es decir, él no era malo, solamente le dolió un poco saberlo. En su alma no existía tal malicia, él era
incapaz de decir algo cruel, porque la maldad en su interior jamás se había detonado. Aún con todos
sus traumas, quizá la aparición de Jungkook sí tenía un buen efecto colateral.
Le sonrió.
—Debes estar terminando el primer trimestre, entonces —entrecerró los ojos.
—¿Por qué lo dices?
—Los antojos son normales —le dijo animado.
—Es mi quinta barra de chocolate en todo el día. Y lo curioso es que no solía gustarme, ahora no
puedo dejar de comerlo, tengo que parar.
—Creo que debes satisfacer tus antojos o tu hijo sufrirá las consecuencias.
—No creo que eso sea algo real.
—Ni yo, pero mi abuela dice que una vez evitó que mi madre comiera un dumpling hervido, y por
eso yo parezco uno ahora.
Ella no pudo evitar reírse.
—No puede ser así de cruel contigo.
—Ohh, mi abuela es un caso serio. El otro día me castigó por quitar su foto de Kennedy del
refrigerador. Mamá nunca me habría hecho eso, pero, en fin, es lo que pasa cuando vives solo con
ancianos.
—¿Extrañas a tu madre?
Se quedó callado. —No —dijo sincero—, pienso que no puedes extrañar a alguien a quien apenas
recuerdas. Es decir, he pasado catorce años de mi vida sin ella.
—Eso es un poco frío hasta para ti.
Yoongi sonrió por lo bajo. —Yo la quiero, pero no anhelo que regrese.
—Se nota que fue una gran madre... —dijo algo desanimada.
—Oye... sé que quizás yo no sea la mejor persona para preguntarlo. Pero, ¿Estás bien con esto?
Tengo muchos problemas justo ahora, pero si quieres hablar con alguien o ayuda para buscar otra
solución, yo estoy aquí.
—Eso es muy tierno de tu parte, gracias...
—Lo digo en serio.
—Tengo miedo —confesó ella apretando sus manos—. No sé qué pasará cuándo vuelva a casa.
—¿Tus padres ya lo saben?
—Sí —respondió a secas—. Voy a casarme antes de lo esperado.
—¿A qué te refieres con eso?
—Mis padres arreglaron mi compromiso para dentro de cinco años. Pero... van a "salvar"—alzó las
cejas— su honor adelantando la fecha a este diciembre.
—¿Cuándo se lo dirás a Seokjin?
—No lo haré.
Yoongi suspiró, tenía razón. Y no solo porque no sabía cómo reaccionaría el castaño, sino porque
así estaba escrita la historia ya.
—Solo haz lo que creas correcto, ¿Está bien?
Ella asintió. —Y tú... —dijo temerosa— ¿Se lo dirás?
Él negó. —No es mi problema. ¿Por qué debería?
—Por él... Él es tu amigo.
—Sí, pero yo nunca me meto a joderle la vida a los demás. No es a mí a quién le corresponde
decirle.
—Eso significa que...
—Guardaré tu secreto —le dijo—, solo intenta mantenerte lejos si lo que quieres es no levantar más
sospechas. ¿Está bien? Ahora, tengo que irme, te veré después.
Pasó a su lado para alejarse, pero ella le llamó.
—Sé que estás enamorado de él.
Se detuvo en medio del corredor y su mandíbula se tensó.
—Deberías tener cuidado con lo que dices.
—Él dijo que solían ser buenos amigos, y tú... Él es el Romeo de tu libreto, ¿Cierto?
Cuando lo leí creí que lo estaba imaginando, pero...
La interrumpió. —Quiero que entiendas algo, yo no me meto con nadie—volteó a verla serio—pero
tampoco dejo que se metan conmigo.
—Lo sé, y está bien —dijo sin llegar a ser maliciosa—. En realidad, me tranquiliza.
—¿Por qué lo haría?
—Porque sé que vas a cuidarlo por mí, al menos como su amigo si es lo que quieres.
Yoongi negó con la cabeza.
—Las cosas no son tan fáciles como piensas. Además... ¿Qué pasa contigo, no deberías estar
molesta o algo?
—¿Por qué lo estaría?
—¡Porque es tu novio!
Ella volvió a reír. —¿Y qué esperas que haga? ¿Una escena de celos o que cantemos una canción
sobre ser rivales?
Yoongi no entendía porqué no se inmutaba. Él no estaba confirmando nada, pero si lo hiciera, ella
debería repudiarlo y gritarle que se iría al infierno, decirle que estaba enfermo. Pero no, y eso le
llenó de asombro. Tal vez cuando Jungkook decía parecerse a su padre estaba equivocado, y se
parecía a ella más de lo que pensaba.
—Si íbamos a hacer lo segundo debiste avisarme, porque así podríamos haber combinado nuestro
vestuario.
—Puedes elegir la canción. Pero yo no voy a usar tacones —le dijo tranquila devolviendo la broma.
—¿Cómo puedes estar tan bien con esto?
—Estoy intentando hacerme a la idea de que tendrá una vida lejos de nosotros, así que...
Yoongi se removió triste. Él hubiera querido decirle que no se preocupara por eso, que al final de la
historia ella terminaría con una gran casa, y el amor de su vida en la sala de esta.
Pero no podía fracturar la línea intencionalmente, no debía, no quería dañar a Jungkook.
Aunque ahora quería saber sobre su hermano, porque si sus cálculos eran correctos, no se trataba de
su amigo y nunca se le había ocurrido preguntar eso.
—¿Podré visitarte? —le dijo con sinceridad.
—¡Claro! Me alegra saber que hice un buen amigo aquí.
Quizá de todos los habitantes de la ciudad, la única amistad desinteresada y completamente
aleatoria que había resultado de la ruptura de la historia había sido la suya. Al parecer, la señorita
perfección y el fenómeno desastre resultaban encajar muy bien juntos.
Se despidió de ella, y se apresuró a llegar a casa. Justo a tiempo para dejar la camioneta en su lugar
antes de que su padre regresara del viaje.
Tomó un par de minutos para ducharse y cambiarse de ropa, porque aún tenía puesto su uniforme de
gimnasia. Cuando su padre entró él le recibió con total naturalidad.
Después, llenó su mochila con comida, y tomó su bolsa de dormir para poder ir a la casa de los Kim
por el auto de Seokjin.
Pero en tanto se acercó a la puerta su padre le llamó molesto.
—April —le dijo con dura voz—, ¿A dónde vas?
Apretó los ojos deteniéndose frente a la puerta. —Yo... —se dio la vuelta— olvidé decírtelo, tengo
un compromiso, saldré de excursión con unos amigos.
—¿No pueden juntarse por la mañana?
—No.
—Es hora de comer, así que verás a tus amigos mañana. Ahora siéntate.
—No tengo ham...
—No me importa —no fue un grito, era su voz llena de superioridad que le hizo temer—. No
comiences con tus tonterías de no comer, la cena está servida.
—Pero...
—¡Te he dicho que te sientes! —le vociferó golpeando la mesa. Su abuela no dijo nada, se quedó
tan ajena como siempre lo había sido.
—Sí, padre —dijo el muchacho acercándose a la mesa.
En pocos minutos le extendieron un plato completamente lleno de comida, que tuvo que comerse
sin chistar para no reñir con el mayor.
Se sintió terrible por dejar solo a Seokjin, pero... tenía miedo de salir de su casa cuando estaba él.
Por eso no aceptaba salir con los muchachos, pero sus detalles nunca eran importantes.
Antes de subir a su habitación no pudo evitar vomitar y luego, cuando llegó a la cama no pudo
cerrar los ojos. A la espera de que el sol saliera para todos otra vez.
...
Jungkook avanzó contemplando su alrededor, habían llegado por la tarde a su destino.
Las luces de los edificios lucían magníficas en contraste con los árboles de ramas oscuras y
congeladas.
Las aceras tenían nieve por doquier y la leve escarcha blanca caía por sobre todos aquellos que
caminaban presurosos por las calles de Boston.
En una de las últimas tardes atareadas de noviembre, y en donde la blancura pulcra se mezclaba con
lo reluciente de la ciudad. Y es que hacía frío, pero... la calidez que le envolvía venía de su interior.
—¡Está nevando! —le dijo feliz a Taehyung sin poder contener su felicidad.
—Estamos oficialmente en invierno —le contestó jalando de su brazo para hacerlo avanzar.
Taehyung suspiró un poco abrumado, había muchos edificios. Sí, definitivamente ya no estaban en
el condado.
Se movieron entre las personas hasta la orilla de la calle. Taehyung alzó la mano para detener un
taxi, Jungkook nunca creyó ver uno tan viejo, bueno, al menos para él, y en su cabeza, parecía la
escena de una película antigua.
El castaño le abrió la puerta, dejándole subir primero mientras él acomodaba las maletas en el
portaequipaje del auto. Para luego sentarse en la parte de atrás con él.
Cuando Taehyung cerró la puerta y el motor volvió a encenderse, ambos se removieron ansiosos.
Kim le dio un par de indicaciones al taxista mientras avanzaban y Jungkook ni siquiera les prestó
atención al hablar mientras veía por la ventana.
De alguna forma, se sentía demasiado ligero. Y no entendía la razón, pero los pequeños copos que
golpeaban el vidrio le causaban gracia. Como si tuviera en él... una plenitud que no había conocido
antes.
Es decir, siempre había sido fanático de la playa, pero esto también tenía su encanto.
Negó con la cabeza. Quizá, si Seokjin lo hubiese dejado ir a la playa con Dominic Heart nada de
esto hubiera sucedido.
Cuando llegaron al hotel que les habían designado, entraron animados. Pero Jungkook no quería
quedarse ni por un minuto dentro de la habitación.
El itinerario era el siguiente: Hoy tendrían tiempo de descansar, mañana Taehyung tenía una
reunión con las personas de la universidad y el día al que sigue de ese, debían alistar sus cosas para
regresar.
Era sencillo, y de no ser porque literalmente estaban a más de ocho horas de distancia, les habría
gustado quedarse más días. Por esto, Jungkook sabía que no había tiempo que perder.
—¡Vamos a caminar por la ciudad! —dijo en cuanto Taehyung se dispuso a querer dormirse en la
cómoda cama.
—Jungkook acabamos de llegar.
—¡Lo sé! ¡Ya desperdiciamos mucho tiempo!
—Estás demasiado eufórico, déjame dormir un poco.
—¡Tenemos que ver la ciudad! Taehyung, ¡Está nevando!
El castaño ladeó la cabeza confundido. La última vez que Jungkook mencionó la nieve no había
sido un recuerdo muy amable.
—¿Desde cuándo tanto entusiasmo por la nieve?
—Mamá nunca me dejó salir cuando nevaba así que me daré el lujo de desobedecer —le dijo.
Kim se levantó de la cama de un salto. El recuerdo, ese mal sueño ya no estaba.
—Está bien, saldremos —le confirmó tomando su abrigo y su paraguas veloz, maldición que él
tenía que comprobarlo.
—¡Sí, vamos de compras!
Atravesaron el vestíbulo antes de salir del hotel antes de incorporarse en las calles abarrotadas. El
castaño salió extendiendo ante ambos un paraguas para evitar que la nevisca cayera sobre ellos.
Era difícil intentar encontrar una solución, pero a Taehyung le pareció increíble la forma en la que
los ojos de Jungkook brillaron cuando los copos de nieve le tocaron la nariz.
Jeon tenía razón, la petición a su madre había hecho que algo cambiara.
Después de entrar a todas las tiendas que pudieron y de no comprar nada más allá de unas cortinas
nuevas que le gustaron a Taehyung y algo para cenar, ambos creyeron que esta no era una mala
vida.
Había anochecido completamente y ambos continuaban vagando por las calles de Boston con total
libertad.
A Jungkook le parecía encantadora la forma en la que Taehyung dominaba la calle con su gran
abrigo y su mirada seria. Demasiado encantador, de hecho.
Habían cenando en un pequeño restaurante del sector. Y aunque su ensalada había sido muy buena,
una parte del cuerpo de Jungkook había temblando por el filete de carne que comió el otro.
Sus recuerdos eran menos densos, pero aún así no podía evitar recordarse comiendo pavo en acción
de gracias y.… almorzando atún en la secundaria por alguna razón.
En fin, sus memorias se estaban mezclando de tal forma que, aunque le dejaban un vacío ese mismo
le hacía sentir más ligero.
—¿No crees que deberíamos regresar al hotel?
—No, ya fuimos a cenar y de compras, ahora iremos a divertirnos.
—Wow, wow, wow. Detente justo allí. ¿Qué clase de viaje crees que es este?
—Uno sin supervisión de cualquier tipo.
—Jungkook, son casi las nueve.
—Lo sé, por eso es hora de buscar algo más fuerte.
Taehyung negó, y quiso retroceder, pero al hacerlo, chocó con dos personas que iban pasando por la
calle.
—Lo siento, señoritas —dijo, pero parpadeó confundido cuando la ropa que usaban parecía lucir
diferente a su rostro y complexión física.
No le contestaron, y pasaron de largo como ignorándolo.
Jungkook se rió un poco de su expresión. Es decir, Taehyung era conservador en su interior, y
nunca había visto un tipo de metro setenta en vestido.
—¿Por qué pones esa cara? —le dijo con gracia.
—¿Ellas son... prostitutas? —murmuró.
Jungkook no pudo evitar reírse más fuerte ante su desconcierto.
—No —le dijo con gracia—, son drags, creo. Y con un gran estilo, de hecho —dijo viéndoles los
zapatos.
—¿Eso es normal para ti?
—Escucha, Kim. Es un personaje para ellos, además es sólo ropa, y toda la ropa es "unisex" cuando
te importa una mierda.
Jungkook les vio llegar a la otra esquina y el momento exacto en el que les sellaron la mano antes
de entrar. Era un club.
—¿No te parece algo extraño?
—Por favor, si algo logra perturbar suficiente la moral convencional, significa que va por buen
camino.
—Lo siento, es un poco nuevo para mí —confesó y Jungkook tuvo una idea.
—Venga, hay que seguirlos.
—¿Qué?
—Ven —le dijo tomándole del brazo—, acerquémonos.
Taehyung no entendía porqué seguía cediendo, pero de todas formas terminaron de pie frente al
lugar. De hecho, era una tienda de ropa que parecía tener una fiesta dentro.
El hombre de la puerta no les impidió la entrada, simplemente, les vio con curiosidad por lo jóvenes
que se veían.
Confundido— ¿Qué clase de lugar es este? ¿Una discoteca clandestina o algo así?
El pelinegro sonrió feliz de haber acertado en sus suposiciones.
—Oh, no, mi querido Kim intelectual. No es una discoteca cualquiera, esta es una "maricoteca".
—¿Qué?
—Lo que oíste, así que ahora puedes conocer un poco de tu cultura —le dijo burlándose de él.
—Pero...
—Taehyung, no soy quién para decirlo, pero tu clóset de vidrio se quebró hace mucho.
—¿Clóset de vidrio?
—Todos ven que estás dentro de él, pero nadie dice nada. Así que si lo que quieres es alejarte de los
pedazos, este es un buen lugar.
El castaño tragó saliva con fuerza; ¿Era peligroso estar en un lugar así en una ciudad desconocida?
Sí. ¿Habían hecho suficientes cosas estúpidas ya? No.
Taehyung no quería preguntarse más a sí mismo sobre las cosas que sentía. Estaba cansado de
buscar una identidad, y de negar lo que era.
Él ya sabía cuál era la respuesta.
Así que cuando Jungkook le tomó la mano para atravesar la segunda entrada, la sujetó con fuerza.
Había comenzado a entender que el mundo, y la vida, iban más allá de los prejuicios, y mucho más
allá de los papeles que a cada uno se le asignan al nacer.
Había telas de colores que tapaban las ventanas, y confeti por todos lados. También muchas
personas, hombres adultos a los que no les importaba lo que opinaran de ellos.
Nadie les veía, y sus manos entrelazadas ni siquiera levantaron mirada alguna.
La música era fuerte, al igual que las luces. Jungkook no quería entrar en el estereotipo, pero
conocía la canción que estaba sonando. Una canción conocida del grupo ABBA y no pudo evitar
reírse por ver a Taehyung tararear.
Kim abrió los ojos sorprendido. Realmente no sabía cómo reaccionar todos estaban bebiendo, en
realidad, nadie parecía tener intención de golpearlo por haberse colado a su fiesta, y eso era nuevo
para él. Además, de que el sujeto al lado de él estaba bailando muy bien a pesar de sus tacones de
diez centímetros y eso le intimidaba un poco.
El pelinegro le soltó para ponerle ambos brazos sobre los hombros, y abrazarlo por detrás mientras
le hacía caminar hacia la barra.
Jungkook había leído un poco sobre historia. Al conocer la época, y lo que pasaría después, él
estaba convencido de que las personas en ese almacén eran muy valientes.
—¿Algo para beber, chicos? —les dijo la persona llena de pintura neón.
—Algo ligero —pidió Jungkook.
—Okey, salen dos tequilas —le respondió este.
Taehyung frunció el ceño cuando Jungkook se separó para tomar su bebida. Arrugó un poco la
nariz, cuando le dio un sorbo al licor. Bueno, debía ambientarse un poco, ¿O no?
—¡Vaya! ¡Alguien tiene sed! —dijo quién estaba a cargo de la bebida ofreciéndole más.
—No, no. Así estoy... —ni siquiera pudo terminar, su vaso estaba lleno de nuevo.
El ambiente era animado y cálido, cuando por un momento, un reflector se encendió hacia el pseudo
escenario.
Y ellos esperaban a cualquier persona, pero no al taxista que les había llevado con un gran vestido.
Aunque bueno, sin duda se veía mejor con su peluca roja que con la gorra sucia que tenía en la
mañana.
—¡Atención, atención! —dijo tomando la palabra con el micrófono cuando todos le vieron—.
Debido a los recientes acontecimientos, hace unos días, la novia de Sally murió a manos de la
policía en una protesta, y mis amigos Rick y Dan.… fueron atacados, al igual que muchos de los
nuestros en las calles de esta ciudad, no pudieron lograrlo. Así que, tengamos un minuto de silencio
para honrar a los compañeros que perdimos.
La música se detuvo por un momento.
Taehyung volteó a ver a su alrededor, la forma en la que todos bajaron la cabeza en señal de respeto
le llenó de miedo, aún más cuando Jungkook a su lado hizo lo mismo.
Su madre contaba historias; durante los últimos años personas como ellos habían estado saliendo a
manifestar a las calles de las ciudades grandes. Kim siempre se mantuvo callado en la cena cuando
su familia opinaba que no era correcto, y nunca supo el motivo hasta el momento en el que
comenzó a cuestionarse porqué las sensaciones que en él habitaban eran diferentes a lo que los
demás decían sentir.
Tenía miedo de estar allí, y de saber que quienes salían en los titulares como "desaparecidos" eran
las personas inocentes de aquellos lugares, quienes no habían hecho nada más que exigir un trato
digno, de saber que la sociedad les rechazaba y creía tener el derecho de juzgarlos.
Y peor aún, saber que Taehyung era uno de ellos. Saber que él también pertenecía allí.
Valentía para enfrentar la realidad es lo que le hace falta al mundo. Y los mártires de cada lucha,
debían ser recordados no por su dolor, sino como lo que eran: héroes.
La música había comenzado de nuevo, y Taehyung estaba tan perdido entre sus pensamientos
cuando decidió tomarse el contenido de su vaso de golpe.
—Siguiendo la velada para las reinas de la noche, la primera canción es nada menos que "Dancing
Queen"—el bullicio se extendió por el lugar —¿Algún voluntario para el karaoke de esta velada?
Jungkook abrió los ojos, esta era la oportunidad que necesitaba.
Entonces no dudó en levantar la mano.
—¡Aquí! ¡Aquí hay un voluntario! —dijo señalando a Taehyung—. ¡Él quiere cantar!
Taehyung le vio incómodo.
—Oye, ¿Qué pasa contigo? —murmurando—. Yo no voy a hacer eso.
—¡Pero adoras esa canción!
Volteó a ver a Jungkook cuando el reflector los enfocó y todos les vieron fijamente.
—Yo... no, no, ni siquiera conozco la canción.
—Te he escuchado cantar en la ducha por meses. Sé que te encanta.
—Pero... —estaba asustado, su corazón latía muy rápido.
—Kim, sé qué es lo que te preocupa, pero—le dijo con una sonrisa inocente—. Adelante, hazlo.
Las luces de colores se encendieron y una de las chicas que bailaba con su novia se atrevió a
colocarle a Taehyung una bufanda de plumas en el cuello.
—¡Vamos! ¡Canta! —le dijo otra de las mujeres allí animándole a subir al escenario.
Taehyung suspiró ante todas las miradas y tomó el micrófono, ganándose varios aplausos de las
personas a su alrededor. No pudo evitarlo y se tomó su tercer trago de la noche pues comenzaba a
sentir ya caliente el rostro.
Cuando el sonido del piano comenzó y las letras inundaron las bocinas, todas las miradas se
clavaron en Taehyung, quien subió apenas al escenario sujetando el micrófono con ambas manos.
—Vamos... tú puedes —murmuró Jungkook tomándose un trago de alcohol que había tomado de
una de las mesas.
Taehyung se mentalizó que debía cantar, las palabras salieron de su boca lentamente y fueron
subiendo de tono cuando las personas comenzaron a aplaudir y a silbar para él.
Se sonrojó un poco mientras se animaba a cantar con fuerza.
Mientras sonreía al cantar, se acercó a la orilla del escenario para extender su mano hacia Jungkook
invitándolo a que subiera.
El pelinegro la aceptó gustoso, subiendo por los escalones hasta llegar sobre el escenario. En donde
le sintió emerger a su lado cuando llegó el coro de la canción.
Debajo de todos esos prejuicios sociales, de tantas aspiraciones y normas a seguir, Kim Taehyung
solo tenía diecisiete años. Y era, sin duda alguna, la persona que más brillaba en todo el lugar.
—"You are the dancing queen. Young and sweet, only seventeen..." —cantó Jungkook señalándole
mientras le hacía dar una vuelta—"dancing queen. Feel the beat from the tambourine, oh yeah..."
El resto de los fenómenos comenzó a aplaudir y cantar mientras dos muchachos como ellos se
movían sin represalia alguna. Taehyung le vio y comenzó a reír. Alguien le había dado a Jungkook
unos collares de perlas que se movían cada vez que el chico lo hacía.
—¡Tenemos al primer rey karaoke de esta noche! —dijo el presentador acercándose con una corona
de plástico en las manos.
Jungkook no dudó en recibirla para colocarla en la cabeza del otro entre sus hebras castañas. Y sin
dudarlo, cantaron al mismo tiempo, como si la barrera entre sus épocas no existiera. Como si ambos
supieran que estaban completamente hechos el uno para el otro.
Kim Taehyung, quién alguna vez fue la persona más reservada del pueblo entero, se quitó la
bufanda de plumas del cuello y la alzó para pasarla alrededor de los hombros de Jungkook, y tirar
de ambos extremos para atraerlo hacia él.
La música era fuerte, y los colores estaban por doquier. Todo estaba bien y este era el reflejo del
universo siendo benevolente con un alma tan pura como la de Taehyung.
El pelinegro se acercó a él, preso entre las plumas con una enorme sonrisa.
—¿¡Qué esperas, niño!? —gritó alguien del público—. ¡Bésalo!
Taehyung se sonrojó completamente, cuando la sala se llenó de alaridos.
Jeon Jungkook, quién nunca se consideró valiente, le tomó de la cintura para pegar su cuerpo al del
chico, hasta hacer que sus rostros se encontraran, acariciando con dulzura sus labios frente a todos
aquellos marginados que el destino eligió como testigos de un amor tan inocente como el de una
juventud que apenas comenzaba.
Y así el tiempo, tergiversado y malévolo, mostró piedad cuando encontró algo más grande que el
mismo. Porque incluso treinta y cuatro años después, Jungkook nunca sería capaz de amar a alguien
de esta forma y Taehyung, treinta y cuatro años antes, nunca descubrió esa parte de él, que estaba
llena de brillo y un deseo impresionante por aferrarse a esa espalda.
Quizás era cuestión de suerte, pero ambos se desearon aún sin conocer la existencia del otro.
Jungkook había conseguido una lata de cerveza, porque personalmente le gustaba más, pero cuando
quiso darle un trago; su ebrio e impulsivo Taehyung, le tiró del brazo para hacer que le diera la lata
tomándose el contenido con velocidad.
Entonces, la música se detuvo abruptamente cuando los sonidos de las sirenas de patrullas
comenzaron a escucharse a la distancia.
Los sujetos de la entrada llegaron rápidamente y todos parecieron alarmarse.
—¡Viene la policía! ¡Todos fuera de aquí! —gritó uno de ellos y los dos menores voltearon a verse
preocupados. No irían a la cárcel otra vez.
Jungkook se bajó rápidamente del escenario, Taehyung tambaleó porque la bebida le golpeaba con
mayor fuerza y honestamente ya estaba mareado.
Era momento de correr, se empujaron entre la multitud intentando salir del lugar.
Lograron salir a la calle cuando las patrullas se estacionaron y bajaron con intención de someterlos
a todos. Pero si había algo que sabían hacer juntos, era escapar de los problemas. Oh... eso se les
daba muy bien.
Taehyung sentía el rostro caliente y su visión parecía borrosa; pero no sabía si era la adrenalina, el
alcohol o si necesitaba otros anteojos. Se atravesaron la avenida sin detenerse a mirar, causando que
los pocos autos que aún transitaban frenaran.
La nieve bajo de sus zapatos lucía graciosa cuando al patearla se levantaba. Y aunque a lo lejos
escuchaban pasos persiguiéndolos, no les importaba.
Quizá, ser cómplices era su forma de decirse lo mucho que sentían por el otro. Quizá, prometer
cosas que no podían cumplir era su forma de decir que se amaban.
Ninguno de los dos conocía las calles del lugar y aún así lograron llegar hasta un callejón en donde
pudieron esconderse del bullicio de las personas.
Taehyung lo vio, los ojos de Jungkook estaban llenos de asombro. Y pensó, en aquella vez en la que
la policía les atrapó por correr como lunáticos pintando la ciudad, e hizo lo que hubiera querido
hacer en ese momento.
El castaño le tomó con ambas manos del rostro para besarle de la forma más genuina, y pura que
conocía. Ese leve toque decía cuán agradecido estaba por haberse cruzado en su camino. Tal vez
estaba ebrio, o solo enamorado, pero... Jeon Jungkook era el inicio de una historia que nunca creyó
que viviría.
Y así, lento, abrió los ojos cuando se separó de él. Para encontrarse con unos ojos oscuros y una
sonrisa que era tan suya que le quemó saber que Jungkook se la había entregado.
Esperaron unos minutos a que el ruido de la lejanía se detuviera, para entonces, salir del callejón
donde se encontraban. Taehyung agradeció que Jeon no le dijera nada que pudiera avergonzarlo y le
tomara del brazo para entrelazarlo con el suyo mientras caminaban de regreso a su habitación.
Estaba bastante mareado, pero su estómago parecía tener mayor resistencia al alcohol, pues no
sentía náuseas, aunque estaba claro que la pesadez del resto de su cuerpo iba a ganarle en cualquier
momento.
Entraron con mucho sigilo al hotel intentando no reír al chocar con los muebles del vestíbulo, como
si a alguien le importara su presencia allí. Pero al menos en su mundo, nadie debía verlos ni
preguntar los motivos por los que dos muchachos tan jóvenes como ellos lucían así de ebrios.
Subieron por el elevador, Jungkook estaba conteniendo el peso de ambos para que ninguno se
tropezara.
—Creo que debiste controlar mejor tus tragos, mañana tienes la reunión en la Universidad...
—Oh, vamos. No sería la primera persona capaz de ser productiva con resaca.
—Oficialmente, eres un alcohólico de mierda.
Taehyung se ahogó con su propia risa. —Cállate, tonto.
—Mientras no te hundas en el mundo de las drogas, todo bien.
—Lo dice quien parece que inhaló dos líneas de cocaína.
—¿Por qué siempre piensas que estoy drogado?
—Tienes cara de adicto.
—Eso no es mi culpa, es por la electricidad de mi cuerpo. Es más, un día podría causar un incendio
de tanta sobrecarga.
—Voy a encerrarte en la estación de bomberos, creo que aún tengo la llave.
—¿Y tú por qué tienes la llave?
—Soy bombero en mis ratos libres.
—No es cierto.
—Por eso te saqué del bosque, salvar personas es mi vocación secreta.
—¿Lo dices en serio?
—Sí, solo piénsalo. ¿Qué clase de idiota rescata y cura desconocidos de la calle?
—No te creo, las cosas siempre se queman cuando estás cerca.
—¡Lo sé! Por eso fui a la estación a pedir ayuda, a ellos les pareció gracioso un niño de unos quince
años que creía ser pirómano, y mamá creyó que era buena idea considerando que una vez incendié
las sábanas del tendedero.
Taehyung se dejó caer de espaldas en la cama, sacándose sus zapatos.
—¿Sabes primeros auxilios entonces? —le preguntó Jungkook.
—Sí, también salí en el calendario de la estación hace dos años.
—Uy, un bombero sexy.
—No, yo aún estaba enano. Y, de hecho, era la mascota, me pusieron orejas y un gorrito.
Jungkook mostró su labio inferior por la ternura que su sinceridad etílica le provocaba.
—Necesito conseguir una copia de ese calendario.
—Ni lo sueñes.
—¿¡Qué tiene de malo!?
—No quiero que veas a mis compañeros. El único bombero guapo que tienes permitido ver soy yo.
—Extendió sus brazos—. Así que deja de decir tonterías y ven acá, es hora de dormir.
—Me encanta lo cariñoso que eres ebrio —le dijo acercándose—. Solo no intentes manosearme, no
estamos en condiciones de hacer nada aquí.
—No lo haré—hipó—, terminaría follando contigo y dejaríamos a medio estado sin electricidad.
Jungkook se dejó caer a su lado en la cama soltando una gran carcajada.
—Mañana en los titulares de los periódicos. "¡Boston colapsa!" —dijo alzando los brazos haciendo
reír al otro—. En otras noticias, "Taehyung y su latente homosexualidad."
—Eres un imbécil. —Le dio un pequeño golpe en el abdomen—. De todas formas, eso del sexo es
algo riesgoso. Y no nos hemos cuidado mucho.
—¿Por qué lo dices?
—Un descuido y ¡Puf! ...De repente tendríamos que pagar una hipoteca y un montón de porquerías
de "Los picapiedra''.
Jungkook comenzó a reír. —Oh, Jesús. No creo que eso aplique con nosotros.
—¿Por qué? Es una pérdida de tiempo, pero podríamos tener un hijo.
—¿Qué? No, ¿desde cuándo quieres ser papá?
—Desde siempre, pero me da vergüenza admitirlo. Así que, cuando estés embarazado, estaré listo.
Pero espero que no sea pronto.
—¿Y por qué tengo que ser yo el embarazado?
—Me conoces, sería un atentado dejarme a mí con un niño adentro.
—Bueno, tienes razón. Pero si nos organizamos podríamos...—Jungkook agitó la cabeza— espera,
espera. Somos hombres, no podemos estar embarazados.
—Ah, cierto.
—Y estás muy ebrio.
—Eso también —dijo decepcionado.
—Te ofrezco un perro y ya es mucho.
—Bueno, está bien, lo tomó. Pero entonces abrázame para compensar —dijo con los ojos cerrados
cuando el efecto del alcohol le comenzó a provocar demasiada pesadez, haciéndole sentir deseos de
dormir—. Tengo frío.
Jungkook asintió y le envolvió entre sus brazos para que no temblara más.
—Ven acá...
—Ahora acaríciame el cabello —le demandó—. Y tienes que besarme mucho o lloraré.
—¿Pastelito quiere que lo mime? —se burló, y Taehyung asintió casi dormido.
Jungkook extendió su brazo para acariciarle la parte de atrás de la cabeza, tocando con delicadeza
las hebras de su cabello.
—Estoy colapsando —le dijo—me merezco ser feliz, ¿No crees?
—Taehyung... —murmuró cuando comenzó a dudar del valor de sí mismo— te mereces toda la
felicidad.
Jungkook se quedó callado. «Toda la felicidad que no sé cómo darte» pensó.
—Ya no pienses más —le respondió como si pudiera leer sus pensamientos siendo incapaz de
moverse, escondiéndose en su pecho—. Recuerdas... ¿Recuerdas lo que te pregunté el día de tu
cumpleaños?
Pareció divagar. —¿Qué cosa?
—Quiero saber si logré hacerte feliz... —no le dejó hablar—. Porque si lo hice, significa que todo
valió la pena. Y eso... me hace muy feliz a mí.
—Taehyung...
Jungkook nunca creyó en nada más allá de su entendimiento y aún así rogó al cielo fuerzas para no
quebrarse porque su madurez le decía que debía rendirse y soltar ese amor, pero... no quería, ya
estaba perdido.
Y el futuro ya no prometía esperanza para él.
—¿Logré hacerte feliz? —le preguntó con la voz casi apagada.
—Mucho.

37 días antes de.

—Taehyung, despierta —el castaño se removió molesto e intentó cubrirse con sus sábanas.
Su voz ronca resonó por la habitación. —No quiero... —dijo adormitado.
Jeon volvió a empujarlo. —¡Levántate, tonto! La universidad, tienes que estar allí a las ocho. Faltan
quince minutos, es tarde.
Taehyung abrió los ojos con sorpresa cuando su cabeza volvió a funcionar, dando un gran brinco
para levantarse de la cama
—Maldición—dijo quitándose la camisa alterado, en un intento de desvestirse para correr al baño a
tomar una ducha.
Jungkook le vio correr y sonrió complacido. Eran las seis treinta, pero no podía decirle la verdad o
no querría levantarse.
Él ya se había bañado y vestido, su resaca nunca había sido tan grande. Y con su plan siendo todo
un éxito, decidió salir a comprar algo para desayunar. Así que tomó la billetera de Taehyung, su
gorro para el frió y se dispuso a salir, no sin antes dejarle una nota al chico para que no se alarmara
si no le veía en la habitación.
Caminó por el pasillo tranquilamente mientras silbaba y se sentía como protagonista de una película
por su abrigo y el clima. Es decir, su madre nunca le había dejado salir mientras nevaba y estar allí
caminando entre la blanca escarcha le parecía un sueño.
Salió del edificio y vio hacia ambos lados antes de cruzar la calle. No conocía el lugar, pero
encontrar una cafetería no debía ser muy difícil. Avanzó por la avenida viendo algunas casas del
sector, el vecindario era pintoresco, una mezcla que mezclaba la urbanización con áreas verdes y
hermosas casas de estilo compacto.
En la esquina de esa calle, alcanzó a ver un dibujo de un bizcocho. Bueno, ese debía ser el lugar, así
que siguió caminando, pero al avanzar una persona le llamó.
—Oye, muchacho. Sí, tú —escuchó—, el del gorro azul —dijo la otra persona y él volteó a ver. Al
hacerlo, se encontró con un anciano quien le estaba llamando desde la entrada de una casa. —Ven
acá.
Jungkook se acercó tranquilamente. —Buenos días, ¿Está todo bien? —le dijo cuando estuvo cerca.
El anciano se acomodó su chaleco. —Hola, hola. Disculpa por molestarte, pero he estado quince
minutos esperando a que alguien pueda ayudarme y parece que nadie escucha a un viejo. Oh bueno,
¿Tú si me escuchas, cierto, muchacho?
—Sí, lo escucho —dijo sonriendo amistoso.
—Gracias a Dios, es que estoy tan viejo que a veces pienso que soy parte de la casa — dijo con
gracia y Jungkook rió con su broma.
—No se preocupe, ¿En qué puedo ayudarle?
El hombre se movió despacio para mostrarle un cartel de plástico que estaba recargado en la pared.
—Estoy intentando colocarle el anuncio de "en venta" a la casa en la ventana, pero no alcanzo el
balcón —se quedó pensando— bueno, tampoco alcanzo mis pies, pero eso es un problema
diferente.
—Claro. Yo puedo ayudarlo con eso —se ofreció.
—¡Oh, excelente! —se alejó de la entrada—. Ven, ven. Pasa adelante, sígueme.
Jungkook dio un par de pasos dentro de la casa; era pequeña, de no más de unos cuantos metros
cuadrados y un segundo piso. Las paredes eran de madera y sus cortinas le hacían ver más acogedor
de lo que era.
—Permiso —dijo respetuosamente. El chico tomó el cartel y le siguió con paciencia hacia las
escaleras de la casa mientras el mayor subía lentamente.
—¿Cómo te llamas?
Jungkook lo meditó, ya la había jodido suficiente diciendo su nombre real.
—Jacob... —aclaró la garganta—. Jacob Kim.
—Demetrio, mucho gusto —dijo presentándose—. Vaya, mi horóscopo del periódico decía que
conocería a un Kim hoy, pero creí que sería una Kimberly.
—Lamento la decepción —dijo sumándose a la risa del señor.
—Da igual, no eres de por aquí, ¿Cierto, muchacho?
—¿Lo dice porque me veo perdido y desubicado? —bromeó haciendo al hombre reír.
—Además de eso, lo digo por tu acento —Jungkook negó, su inglés había mejorado mucho. Ya casi
no hablaba en coreano con nadie, ni siquiera con Taehyung, aún así, mantenía un tono de voz
característico de su dialecto natal.
—Soy de Busan, en Corea del Sur. Pero hace medio año que vivo en California.
—Diablos, California —silbó—, eso está del otro lado del país. Pero Corea... uf, del otro lado del
charco. ¿Qué haces perdido por aquí? De seguro eres uno de esos chicos que vienen a la universidad
de la ciudad.
—Algo así... mi pareja estudiará aquí, vinimos de visita, yo solo soy el guardaespaldas molesto del
viaje.
—Ahh, sabía que eras un buen muchacho. —El anciano respiró con fuerza cuando llegaron al
último escalón y señaló hacia la ventana—. Ese es el lugar —le indicó.
Jungkook le sonrió cargando el cartel. Abrió la ventana haciendo que el hielo congelado cayera en
la acera cuando empujó la persiana. Él chico se arrodilló en el marco para poder colocar el anuncio.
—¿Está bien así? —preguntó.
—No sé, ya no veo bien. ¿Tú crees que se alcanza a leer desde allí?
—Espero que sí —dijo riendo ligeramente, si hubiese podido elegir a su abuelo habría escogido a
ese señor, quince minutos y le caía mejor que toda su familia.
—Déjalo así. Ojalá alguien lo vea y se venda de una vez por todas. O no, no sé, la verdad no me
importa.
Jungkook cerró la ventana y preguntó con curiosidad.
—¿Por qué quiere venderla? Es muy linda.
—Mi hija menor tiene un nuevo trabajo importante y me llevará a vivir con ella.
—¡Eso es genial!
—Sí... no quería irme, pero sin mi esposa aquí... no vale la pena soportar todo este frío.
La casa no tiene calefacción y ya no puedo encender solo la chimenea.
El hombre se movió de regreso a las escaleras y comenzó a bajarlas con la misma lentitud del
inicio. Era un poco llenito para su altura, a Jungkook le pareció gracioso con su bigote blanco.
Le siguió. —Al menos estará cerca de su hija.
—Sí, no me quejo. Será interesante conocer otra ciudad y veré a mi nieto, cuando se venda la casa...
no me quedará nada más aquí, así que espero que sea pronto.
Jungkook se fijó la linda alfombra. —Eso depende de cuánto pida por ella.
El mayor caminó unos metros hacia la mesa de café de la sala, y tomó una hoja que estaba en ella.
—No sé qué número dice allí —le dijo a Jungkook extendiéndole la hoja— mi hija fijó ese precio.
El chico la vio casi incrédulo, de donde él venía, hasta las casas más pequeñas representaban vender
un riñón y la mitad del otro.
—¿Está seguro de que este es el precio?
—Sí, es una ganga. Lo sé. El agente de bienes raíces me dijo que estaba loco, y yo lo mandé al
demonio.
—¿Podría quedarme con este anuncio?
Volteó a verlo. —¿Te interesa la casa? —Jungkook asintió—. ¡Excelente! Llévatelo, el teléfono
está anotado allí, si te decides llámame.
—Lo haré —le dijo pensando en muchas cosas.
—Oye, ¿Quieres una galleta? Hice un ayer.
—Disculpe, ¿Qué? —dijo volviendo a ponerle atención.
—No intento sobornarte, es para pagarte tu ayuda.
Negó con una sonrisa. —No, no. No se preocupe —volteó a ver el reloj de la pared— de hecho
tengo que irme, se supone que solo saldría a comprar el desayuno.
—Te pondré un poco de café y galletas para llevar entonces. No me tardo.
El pelinegro asintió y el hombre se movió hacia la cocina.
Jungkook sonrió sin saber lo curioso que era el destino y dobló la hoja con el número antes de sacar
la billetera de Taehyung y guardarla en ella.
Después de despedirse del amable extraño y tomar la comida que le ofrecía, corrió de regreso al
hotel esperando que Taehyung no se hubiera marchado sin él.
Cuando entró a la habitación se encontró con un muy apuesto Kim Taehyung, con el cabello
ordenado, recién afeitado y vestido de forma casual pero encantadora, listo para marchase a su gran
día como universitario.
—¿Llego tarde? —dijo respirando agitado.
—Justo a tiempo —le respondió colocándose sus anteojos.
Caminando, la universidad estaba a unos quince minutos del hotel.
El ambiente estaba lleno de frescura pese al frío, y un espíritu de compañerismo que con frecuencia
es asociado a la juventud.
Cuando llegaron a la entrada del campus, ambos suspiraron al ver los banderines colgados en
algunos árboles que parecían moverse en cámara lenta, y los vitrales de colores, que, aunque
congelados, lucieron hermosos.
Varios estudiantes caminaban hacia distintos edificios, y ellos no se sentían ajenos. En especial
Taehyung, quien sentía que pertenecía a ese lugar.
Se perdieron un par de veces entre el gran campus antes de encontrar el edificio administrativo,
después de preguntarle a varias personas en el camino y de tener que detenerse porque al castaño se
le empañaron los anteojos, finalmente entraron.
Eran exactamente las ocho treinta. El castaño se acercó al escritorio de información.
—Buenos días, tenemos una reunión con la encargada de admisiones.
Ni siquiera tuvo que seguir hablando cuando la puerta de una de las oficinas se abrió y de ella salió
la misma mujer que le había entrevistado semanas antes.
—¿Taehyung Kim? —preguntó, el chico se puso de pie feliz.
—Señorita Salas, es un gusto verla.
—¡Me alegra que hayas decidido venir! ¿Estás listo para comenzar con tu recorrido? — le preguntó
amenamente, ella vio a Jungkook y le sonrió.
El pelinegro le devolvió la sonrisa y volteó a ver a Taehyung para animarlo.
—Sí, estoy listo —le dijo.
Ese día pasó velozmente, Jungkook los siguió en silencio por la universidad mientras Taehyung
veía su próxima habitación, los laboratorios e incluso la piscina.
Amarlo también significaba respetar su espacio y esa emoción que sabía era algo que Taehyung
quería atesorar solo para él. Así que todo encajaba justo como debía hacerlo.
...

36 días antes de.

Cuando el sonido de la puerta resonó con eco en toda la galera vacía, Seokjin se despertó aturdido.
Agustus Min entró al lugar cargando varias bolsas, apenado por haberlo dejado solo tanto tiempo.
Estaba oscuro, era la madrugada del tercer día y el castaño estaba demasiado cansado, el rehén
permanecía atado a unos metros de él.
—Jin... —dijo con algo de pena.
—¿Por qué tardaste tanto? —le reprochó—. Dijiste un par de horas, y pasó más de un día.
—Lo sé. Papá...
—Mejor no me expliques —repuso—, no estoy en condiciones de enojarme más en este momento.
—Tuve que esperar a que saliera. Yo sé que no te agrada papá, déjalo así, no es cosa tuya.
—Es un odio mutuo, descuida.
Yoongi negó caminando hacia la oficina del aserradero, esa que era su escondite secreto.
—Ya, ya. Olvida eso, y ven a comer algo —le dijo.
Kim le siguió, entrando lentamente. El lugar tenía otra cama, disfraces y varias telas por el lugar.
—¿Vas a decirme que vives aquí? —le dijo con gracia.
—Es mi segunda habitación. —Min comenzó a sacar la comida de su mochila para colocarla sobre
el escritorio. Abrió la gaveta de este, y sacó un par de platos que guardaba allí. —Papá cree que
vengo aquí con chicas, y que me la pasa cortando madera.
—¿Escondiste tu máquina de coser aquí, cierto?
—Sí, allá atrás tengo unos maniquíes.
Seokjin negó con una sonrisa. Conocía tan bien a ese idiota. Vio a su alrededor, le llamó la atención
las fotografías de animales y plantas que tenía pegadas cerca de la ventana.
—¿Aún sigues haciendo tu álbum de la naturaleza? —le dijo con gracia. Una navidad pasada
Yoongi le había pedido a su abuelo una cámara para hacer un álbum.
—Ya no. Comencé a tomar fotos de la gente, y luego perdí el interés, bueno, también perdí mi
cámara.
—¿En serio? ¿Tú siendo descuidado?
—Corrección, le presté mi cámara a tu hermano, y la perdió.
—Eso es más creíble... —Seokjin notó que había una caja al lado de la ventana. —¿Puedo ver? —le
preguntó notando que había más fotografías allí.
—Claro.
La tomó, mientras comenzaba a buscar entre las imágenes. Había algunas muy antiguas y otras que
parecían recientes, ladeó la cabeza cuando se vio a sí mismo en una de ellas.
Era él, con su uniforme de béisbol de los últimos partidos.
—¿Por qué tienes una foto mía aquí? —el otro levantó la cabeza de golpe.
—Dame eso —le ordenó.
Seokjin comenzó a reír cuando le vio acercarse para quitársela, entonces alzó ambos brazos para
que no pudiera alcanzarla.
—¡Es una buena foto! Voy a quedarme con ella —bromeó.
—Tarado... —murmuró.
Kim solo sonrió, luego tomó la foto que estaba atrás de esa y la observó frunciendo el ceño.
—Creí que era especial pero también hay una de Jeon aquí.
El pelinegro había olvidado que tenía esa fotografía allí. Enfocó su vista en ella, a diferencia de la
Seokjin, esta parecía borrosa casi opaca como una mancha.
—Maldición, debió mojarse —dijo restándole importancia para tomar los platos del escritorio y
moverse a la vieja cama para sentarse en ella.
Había muchas formas de decir lo que pasaba en su cabeza, pero Kim nunca supo elegir la mejor. Y
lo confirmó cuando en el fondo de tantas fotos volvió a encontrarse a sí mismo.
Se sentó a su lado, dejando la caja y su flamante fotografía de beisbolista tomando otra foto en lugar
de esa.
—¿Qué tan vieja es esta cosa? —le dijo llamando su atención. Eran ellos dos, Seokjin tenía sus
anteojos enormes y Yoongi se veía tan bajito a su lado.
—Unos tres años, estábamos terminando la secundaria.
—Ya lo recuerdo, fuimos a la playa y le pedimos a un extraño que la tomara...
—Sí —dijo dándole su comida para que el otro dejara de preguntar cosas que le avergonzaran—.
Ahora, deja de ver eso y come.
Seokjin suspiró tomando su plato, y el refresco que le dio. Pero en lugar de dejar la fotografía con
las demás, la tomó y la guardó en el bolsillo de su pantalón sin que el otro se diera cuenta.
Quizá el menor había significado más para él de lo que Jin quería admitir.
Comenzó a comer.
—¿Vas a decirme por qué jodidos tenemos a un tipo a media bodega? —cuestionó Min.
Seokjin tomó fuerza para hablar.
—Él... estaba viendo a mi hermano y tuve que hacerlo.
Yoongi abrió los ojos preocupado. ¿Seokjin sabía que su hermano no era amigo de los del
gobierno?
—¿Iba a llevárselo?
—No.… de hecho, estaba de fisgón —rió nerviosamente— igual que yo de hecho. Y ahora tengo un
trauma de por vida.
—¿Fisgón?
—Es que yo...
—¿Tú?
No sabía cómo explicarle esto. —¿Has escuchado esa historia de que cuando una abeja y una flor se
aman mucho ellos...?
—Sé cómo funciona —le detuvo—, ¿Eso qué tiene que ver con el rehén?
—Es que yo... —volteó a ver a otro lado— vi a mi hermano follándose a Jeon.
Agustus frunció el ceño y comenzó a ahogarse cuando se le reinició el sistema mental.
—Alto —negó repetidamente con la cabeza—. ¿Que tú viste qué?
—Eso, a mi hermano en pleno acto con el imbécil que vive en mi casa.
—Espera un momento, ¿Cómo que tirándoselo? ¿Taehyung va arriba? —le respondió con
incredulidad.
—¿¡Eso es lo que te preocupa!?
—¡Lo siento! Estoy confundido, no era la versión que tenía.
Seokjin aclaró la garganta, su hermano podía ser muy gay, pero antes de eso era un Kim, y los Kim
nunca iban abajo.
—Sí —dijo con decisión.
Bueno, después de todo... técnicamente él estaba arriba. Seokjin verdaderamente quería golpearse
en el rostro, y la risa de Yoongi le hizo frustrarse aún más.
—¿Por qué te ríes?
—¿Por qué? El karma es una perra, y no creo que tú le agrades mucho.
—No me jodas. Cuando salga de esta te prometo voy a darle la arrastrada de su vida al imbécil de
Jeon.
—Oye... es tu hermano, no tu novio. ¿O no me digas que estás celoso? Eso no sería muy normal de
tu parte.
—Taehyung es un niño.
—A Taehyung le sale más barba que a ti, cállate, déjalo en paz.
—Está bien, es un hombre ¿Cómo puede gustarle? No lo entiendo.
—No creo que sea alguien que se deje llevar por algo físico, pero bien, tú deberías conocer a tu
hermano mejor que yo.
—¿Qué significa eso?
—Imagina que estás solo todo el tiempo; y de pronto, aparece una persona que no solo es igual de
extraña que tú, sino a la que también le importa lo que piensas, lo que haces o lo que sientes. Creo
que... eso doblega a cualquiera.
—No creo que sea el caso.
—Él cuida mucho de Taehyung.
—Eso no significa que sienta algo por él.
Yoongi suspiró; y negando con la cabeza acompañado de una sonrisa no pudo evitar decir:
—Me parece que... amar y cuidar, son la misma cosa.
Seokjin se pasó la lengua por los labios inconsciente cuando volteó a ver a Min, y la piel lechosa de
su rostro sonrojada.
Y el otro le vio darle un trago a su jugo, sonrió al notar lo hambriento que estaba cuando se lo acabó
de un par de sorbos.
—No sé qué pensar de todo esto. Mi hermanito tiene novio, es algo enfermo.
—No —se burló—. Es tu parte de hermano celoso sobreprotector lo que te hace sentirte así.
—¿Por qué lo dices?
—No lo sé, creo que ya lo sabías, y eso de que sea "hombre" no te perturba tanto como saber que
quedaste como crédulo.
—Déjame. El otro día podría jurar que los vi besarse en la cocina, subí a la habitación de Taehyung
y estuve a punto de decírselo, pero elegí decirle que me diera su papel en la obra.
—¿Por qué?
—Fue lo primero que se me ocurrió.
—No me refiero a eso, sino a por qué no dijiste nada.
—Jungkook estaba sonriendo como estúpido mientras le hacía la cena a mi hermano y no pude...
—Ya, grandote —le dijo Min palmeando su pierna—. Sé que fue difícil para ti, pero hiciste lo
correcto.
—Esto es ridículo, pero Taehyung me obligó a acompañarlo a comprar un perfume y pensé: "Oh,
qué alivio. Tae es normal, quiere gustarle a alguien" pero ahora entiendo que lo usa para gustarle a
Jungkook.
—No le digas que sabes eso—. Yoongi rió. —No seas malo con el niño. ¿Nunca has hecho algo
estúpido por alguien más?
—Muchas cosas, pero ese no es el caso.
—¿Cómo qué?
Seokjin sonrió de lado. —Yo... Confieso que salía a regar las rosas de tu jardín a escondidas para
asegurarme de que tuvieran suficiente agua.
—Lo sé —le dijo con total tranquilidad.
Seokjin negó incrédulo.
—¿Cómo que lo sabes?
—Tú eres el único que sabe cómo abrir la llave de agua del jardín —explicó viendo hacia otro lado
— Ni siquiera mi padre sabe.
—Todo este tiempo... ¿Por qué no me dijiste nada?
—No lo sé. También te escuché cantarle a mis flores.
—Maldición... —dijo empujando su cabeza hacia atrás—. Es solo que, las plantas son felices
cuando las personas hablan con ellas, y yo no quería que tus rosas pensaran que... —negó con la
cabeza— Olvídalo, es una tontería que solía creer.
—Nunca entendí porque hacías eso.
—Ni siquiera yo lo entiendo. Ni entonces, ni ahora.
—Oh, qué ternura. El gran Kim Seokjin se ha puesto sentimental.
Le empujó. —Últimamente me siento muy sentimental.
—¿Y eso por qué?
—Supongo que son la nostalgia, el clima... tú. —Se pasó la mano por el cuello—. No lo sé.
—Seokjin... —hizo una pequeña pausa—. Las flores ¿Por qué hacías eso? —le preguntó
directamente.
—Yo... supongo que quería sentirme cerca de ti.
Agustus Min se sentía mareado. Dentro de él había una bomba que por mucho tiempo amenazó con
explotar dañando a todos a su alrededor, pero... justo allí, y en esa línea de tiempo, parecía que la
cuenta regresiva de su destrucción se había detenido.
Desde hacía mucho tiempo, quizá desde el momento en el que prestó su cámara y esta nunca
regresó su capacidad de hacerle daño a Taehyung quedó destruida. Ese era el objetivo que perdió,
pero ahora ya no estaba ni tenía motivos.
Al igual que la pelota de Kim Seokjin, ambos objetos se encontraban perdidos en algún lugar del
Condado Mariposa, y las historias que estos detonaron jamás fueron escritas.
Quizá porque él siempre tuvo una personalidad demasiado fuerte y un aire inestable, que mezclados
con la pureza de alguien como Kim Taehyung, solo habían logrado consumir al castaño.
Taehyung era como las hojas secas del otoño, él necesitaba a alguien que le tomara como si tuviera
miedo de romperlo, alguien como Jungkook cuya alma fría solo podía sentirse acogida solo cuando
el ocre del castaño estuviera a su alrededor.
Y Agustus como las flores de primavera. Delicadas a simple vista, pero llenas de espinas en el
fondo. Con la capacidad de lastimar a quien se atreviera a tocarlas.
Por eso, su ser se había ensañado con aquel que nunca tuvo miedo de tocarle sin guantes.
Porque al final, las flores no necesitan ser tocadas. Sino que viven para esperar la llegada del
verano, un verano en el que Seokjin vivía y que lo abandonó cuando más lo necesitaba pero que aún
así anhelaba.
Quizá, solo quizá, el otoño estaba hecho para dejarse envolver por el invierno.
Y la primavera, para anhelar la llegada de la brisa del verano.
—¿Sabes? Todo esto de la historia y las cosas que se supone debimos ser... hacen que piense
demasiado.
Seokjin soltó una risa dándole un trago a su refresco y dejando su plato en el suelo.
—Dímelo a mí —dijo burlándose—. Siento que tengo agua en el cerebro.
El otro volteó a verlo, y en medio del amanecer, el reflejo en sus ojos hizo brillar estos.
Seokjin no pudo evitar acercar su rostro a él, por poco y temblando confundido.
—¿Por qué lo dices? —le dijo el menor completamente benigno.
El mayor de los hermanos Kim, ese que siempre tenía miedo, sonrió cuando el pequeño que alguna
vez fue suspiró a raíz de los sentimientos encontrados que tenía.
—Porque... —negó con la cabeza— me siento como si hubiese vuelto a tener diecisiete.
—Tal vez romper con la tensión que tenían no sería tan malo, quizá así dejaría de pensar tonterías.
—Seokjin, tengo algo que decirte —Yoongi tragó saliva pesadamente.
Quizá estaba mal, y a él no le correspondía; más ese momento de sinceridad quiso con todas sus
fuerzas decirle lo que había descubierto.
Decirle que probablemente a su hijo le gusten las cosas dulces porque a su madre le tranquilizaba
comer chocolate, como a Seokjin cuando era un niño y April le obsequiaba caramelos para hacerlo
sentir mejor.
Decirle que ella quería alejarse porque no quería ser un estorbo para él.
La parte egoísta del chico quería hacer que Seokjin se quedara a su lado, pero el problema era que el
verano se había enamorado del sol, y juntos, vería la llegada del atardecer en la playa.
Así que su verano ya no tenía aquel sentimiento por las flores.
—Sunhee está... —se quedó en silencio.
Fueron segundos en los que un estruendo resonó desde la ventana de la bodega haciendo que ambos
se sobresaltaran.
Seokjin se puso de pie velozmente.
—Maldición —dijo—, está huyendo. —La ventana estaba rota, y Jimin se había lanzado con todo y
silla a través de esta para romper el vidrio y la silla a su paso.
Se encontraba afuera del aserradero, retorciéndose del dolor.
—Síguelo por el bosque, yo iré por el auto —le ordenó Min con las llaves en la mano.
Fue el tiempo exacto para que Jimin se antepusiera a su dolor y se levantará para huir entre los
árboles del bosque.
Seokjin salió por la entrada y le siguió cuando alcanzó a verle correr a la distancia.
Estaba nevando y todo estaba mojado, los músculos de Kim se contrajeron por el frío al igual que
su mandíbula cuando la tensó por el enojo.
Park Jimin solo debía encontrar la cerca del lago para esconderse allí, de regreso en su base de
experimentos. O toparse con alguno de los militares que rondaban por el bosque para poder
quebrarle el cuello al atleta que parecía mover el suelo con sus pies mientras corría.
No sabía qué tan lejos estaba, pero sin duda alguna, no llegaría lejos a este paso. Así que como
siempre, cerebro mata fuerza, tomó un tronco del suelo, y corrió hacia la carretera.
El otro lo siguió, estaban a la orilla, el rubio volteó a ver hacia todos lados. Era el kilómetro
veinticinco, no estaba lejos del lago, así que espero a que Seokjin se acercara para voltearse y darle
un golpe con la madera que había recogido.
Seokjin no lo vio venir y se retorció cuando el impacto le golpeó en el pecho.
—Hijo de... —masculló adolorido quitándole el tronco, y devolviéndole el golpe con el puño
cerrado.
Fue mucho para él cuando trastabilló y cayó al suelo.
Jimin corrió hacia el bosque y en cuestión de minutos tuvo la ventaja de desaparecer entre los
troncos de los árboles.
Seokjin apretó los ojos derrotado. Ahora sí estaban muchísimo más jodidos que antes.
Su auto se detuvo cerca de él después de haber intentado alcanzar al rubio.
—¡Jin! —De este bajó Agustus quien corrió hacia él para levantarlo de entre la nieve.
—Alcánzalo —gimió— se fue por allá.
Min alzó la cabeza. —Ya no está. Levántate, no puedes quedarte aquí.
Resignado, Seokjin hizo un esfuerzo por levantarse. El otro lo dejó recargarse en su hombro para
ayudarlo a llegar al auto.
¿Qué más daba? De todas formas, estaban en peligro, no podían quedarse y ser un blanco fácil.
El castaño se acomodó en el asiento del copiloto, y suspiró. Yoongi rodeó el auto antes de entrar en
este y resoplar contra el volante.
—¿Y ahora? —dijo Kim sin tener una puta idea de qué hacer ahora.
—Voy a curarte, iremos a mi casa.
Seokjin se removió. —Ellos saben quiénes somos, saben todo de nosotros.
—Lo sé, pero quedarnos aquí y ser un blanco fácil no es una opción. Ya veremos qué hacer
mañana. ¿Está bien? —le dijo con fuerza y el mayor se quedó en silencio.
De una gran impotencia, a una caída en picada.
...
En California había comenzado a nevar, pero aún así, no se comparaba con el hielo que cubría toda
la ciudad de Boston.
Cuando regresaron a la ciudad, Jungkook pensó que era malo que hubiese helado tan pronto,
estaban a una semana de la final y todo este clima parecía que iba a afectarles.
Taehyung estaba despeinado y sus anteojos empañados cuando salieron del aeropuerto.
No le sorprendió que no hubiese nadie esperándolos cuando regresaron, pero no le importaba. Tenía
lo único que necesitaba, unos billetes, un buen abrigo y a Jungkook intentando hacer que un taxi se
detuviera.
Le vio sacar un bizcocho de chocolate de su bolsillo y le vio con extrañeza.
—¿Jungkook? ¿Por qué estás comiendo eso?
—¿A qué te refieres?
—El pastel tiene huevos y leche.
—¿Eso qué? —dijo Jungkook restándole importancia y Taehyung abrió la boca sorprendido.
«¿Es posible que haya cambiado algo?» pensó.
—Nada... me pareció curioso. —Sonrió como quien halla una respuesta. Y luego negó con la
cabeza—. Oye, nunca me contaste cómo era tu traje de la boda.
Jungkook rió—. Era negro, con corbata y pañuelo rojos. Pero me puse una azul para hacer enojar a
Seokjin, y también me aparecí con un piercing en la nariz. Fue inmaduro de mi parte, pero admito
que fue gracioso.
Taehyung se quedó de pie en medio de la acera. ¿Habían cambiado más de una cosa?
—Lo logramos —le dijo feliz.
—¿Qué cosa?
Quiso explicárselo, pero... no quería hacer que recordara cosas malas. Así que dejó su posible
descubrimiento sin explicar.
—Ignórame, son tonterías mías.
Un taxi paró frente a ellos y Jeon solo negó con la cabeza pensando que a Taehyung se le había
zafado un tornillo, había olvidado el motivo de su experimento en el vestidor.
Para él, simplemente habían sido ellos impulsados por la adrenalina. Llevó las maletas al baúl antes
de que ambos subieran al vehículo.
No tenía náuseas, y ahora, se sentía realmente libre. Sin un par de cadenas que le habían perturbado
por algún tiempo. Lo sabía, Jungkook comprendía que había cambiado algo, solo que ahora no le
importaba buscar qué era.
El camino de regreso a casa fue más corto de lo que esperaban.
Cuando el taxi se detuvo en su casa. Jungkook suspiró de lo acogedor que sentía poder decir que era
esa su casa, aunque no le correspondía.
Estaban frente a la entrada cuando el pelinegro detuvo a Taehyung de entrar tras abrir la puerta.
—Alto —le dijo, tomándole del hombro.
—¿Qué pasa?
—¿Puedo cargarte?
—¿Qué?
—Sí, regresar a casa como en las películas.
—No tuvimos una luna de miel, Jungkook.
—Pues en mi cabeza es así como se vio.
Taehyung le dio un pequeño empujón y sonrió por lo estúpido que sonaba. Así que tomó la manija
de su maleta y la lanzó hacia el interior de la casa, al igual que la de Jungkook.
—Está bien, tú ganas.
Jungkook pensó que Taehyung era más fácil de convencer cada vez, y luego, se acercó a él para
alzarlo en brazos. Por la hora, sabían que no abría nadie en esa casa.
Así que entraron tranquilamente cuando Kim se sujetó del cuello del chico, como en su película
favorita, su pecho se estremeció cuando Jungkook le dio un suave empujón con el pie a la puerta
para cerrarla, y luego dar una pequeña vuelta con él en brazos antes de dejar a ambos caer en el
sofá.
—Ahora eres un Kim —le dijo Taehyung.
—Gracias por el apellido...
—¿Ya estás feliz? —le dijo Taehyung.
—No me culpes, soy muy romántico en el fondo.
—Lo sé —murmuró.
—¿Qué piensas hacer ahora?
—Voy a dormir aquí. Luego cuando despierte a desempacar y, actualizar mi libreta.
—Oh, ¿Y qué colocarás en ella, tu viaje al otro lado del país, o que me seduciste en propiedad
pública?
—No me molestes —Taehyung divagó. El motivo, Jungkook no lo recordaba.
—Es que eso no fue muy pastelito de tu parte.
—¡Jungkook!
—Ya, ya. Lo siento, me callo, te dejaré dormir.
Taehyung rodó los ojos sin malicia, antes de acomodarse entre los cojines. Ojalá estuviera
mintiendo con eso de dormir, pero realmente estaba cansado y sí, tenía que ordenar sus ideas, pero
no justo ahora.
No muy lejos de allí, Seokjin se estacionó en la parte de atrás de la casa para guardar el auto. Estaba
cansado, asustado y muy estresado.
Tomó su bate de béisbol del asiento del copiloto, y se bajó del vehículo mientras intentaba
encontrar una explicación coherente para esto.
Entró por la puerta trasera pensando estar solo, pero no esperaba encontrar a los muchachos en la
sala.
Gruñó molesto, después de todo lo jodido que estaba, ¿Cómo se atrevía Jungkook a pasearse por su
casa después de haberse metido con su hermano? Y peor, ahora sabía que todo esto quizá no era
culpa de Taehyung, sino de él. Y los lunáticos secuestradores le querían a él.
Ninguno de los dos le escuchó llegar, las maletas estaban regadas por la estancia y Taehyung
parecía estar completamente cansado.
Apretó su bate con fuerza, y se acercó con la intención de confrontarlos; sin embargo, como todos
los demás y con la historia rota, se detuvo cuando Jungkook sonrió quitándole los anteojos a su
hermano para dejarlos sobre la mesa del centro.
Taehyung tenía los ojos cerrados y roncaba ligeramente. Siempre fue un mal viajero, Seokjin lo
sabía.
Estaba dormido en el sofá, Jungkook permanecía sentado a su lado y lo veía con tanta fascinación,
que hizo el pecho de Seokjin retorcerse.
Le vio extender esa pequeña manta que siempre permanecía en el sofá para cobijarlo.
Le pasó una mano por el cabello para descubrir su rostro y sonrió antes de inclinarse sobre él para
dejarle un pequeño beso en la frente.
Seokjin sabía que su hermano era la persona más especial en el universo y ahora, parecía ser ese
algo de alguien más. El chico que siempre fue tan independiente necesitaba delicadeza para conocer
la paz.
—Idiota... siempre tienes frío —escuchó decir al héroe, quedito, mientras veía a su ángel temblar.
El mayor de los Kim tragó saliva cuando las palabras de su amigo le resonaron dentro de la cabeza.
«Me parece que... amar y cuidar, son la misma cosa.»
Jeon Jungkook se puso de pie para levantar las maletas haciéndole a Seokjin dar un par de pasos
hacia atrás sin hacer ruido. El menor ni siquiera prestaba atención a su alrededor, tenía deseos de
encender la chimenea.
Se arrodilló frente a esta, aún dándole la espalda al entrometido, mientras intentaba encontrar la
forma de acomodar las escasas ramas que permanecían allí. Suspiró, le hacían falta leños. Pensó que
era buen momento para ir a buscar unos al garaje.
Justo cuando se dispuso a voltearse, Seokjin atravesó la puerta de la cocina para ocultarse en ella. Y
Jungkook, volteó a ver a todos lados por la sensación extraña que tuvo de ser observado antes de
restarle importancia y pasar de largo de la sala hasta el garaje.
La línea de la historia se había difuminado por el libre albedrío del mayor al elegir no ser un mal
hermano. Seokjin soltó su bate y apretó los ojos mareado cuando fue incapaz de arruinar el
momento.
Entonces, con el corazón en su mano se armó de valor y salió de la cocina, con pasos pesados hasta
el garaje donde se encontró a Jungkook levantando los leños en la esquina.
Y pese a que quería preguntar por qué había acompañado él a su hermano, aunque quería saber qué
sucedía más allá del lago, aunque estaba sucio y herido se paró en el marco de la puerta, diciendo:
—Oye, Jungkook. ¿Qué tal el viaje?
El pelinegro lo notó, y le saludó con la cabeza.
—Increíble, Boston es realmente hermoso —le respondió feliz.
—¿Qué buscas aquí?
—Oh, hace frío. Quería encender la chimenea...
Ladeó la cabeza; cuando eran tan solo unos niños, él solía ser quien encendía la chimenea para que
Taehyung no temblara. Porque era cierto, su hermano nunca fue fanático del hielo. Y ahora... su
papel de guardián del chico estaba en peligro cuando alguien lo llenaba mejor que él.
—¿Necesitas ayuda con eso? —dijo refiriéndose a los troncos, Jeon asintió y él se acercó.
Seokjin tenía cien problemas, pero por un momento, saber que Jungkook era totalmente sincero, le
restaba pesadez a su cuerpo.
Sí, noventa y nueve problemas eran mejores que cien.
...
Jimin golpeó la puerta de la entrada al laboratorio con desesperación. Cuando esta se abrió y él
corrió directamente hacia la oficina de Namjoon todos le vieron asustados.
—¿¡Qué demonios te pasó!? —le dijo el profesor al verlo. Su nariz estaba sangrando y tenía tierra
en el cuerpo además de estar temblando.
—Lo tengo, señor. Sé quién es él —se rió como desquiciado—sé dónde está el sujeto. Sé qué es lo
que están intentando hacer.
—Jimin tienes que sentarte —le dijo tenía el rostro hinchado y la forma en la que esa marca violeta
parecía extenderse más allá de su cuello hizo preocuparse—. ¡Primeros auxilios, ya! —ordenó y el
personal de enfermería que los acompañaba salió en defensa.
—¡Estoy bien! —gritó agresivo—. Señor tiene que escucharme, es el chico Kim, está replicando
sus torres, ¡Hizo otro generador! Está controlando la energía del experimento.
Lo he visto, he visto al chico.
—¿Chico? —murmuró, Jimin se resistió ante la persona que quiso limpiarle la sangre de la cara.
Namjoon se quedó totalmente consternado. Otro generador, ¿Cómo habían logrado hacerlo?
Quizá no le intrigó tanto eso como la persona detrás del mismo. Kim Taehyung era una amenaza
más grande de lo que pensaba. O bien, una herramienta muy poderosa.
—¡Estoy bien! ¡Lo estoy, no me toquen! —se removió agresivo—. ¡Señor, tenemos que ir por ellos,
tengo la ubicación!
—Esto que tienes se llama estado de shock, así que vamos a esperar a que mejores.
—¡Pero señor!
—Duérmanlo —ordenó ayudando a sujetarlo mientras el enfermero del lugar le colocaba un suero
en el cuello para hacer que su cuerpo perdiera fuerza, Park se resistió, pero sus ojos se cerraron.
—Profesor Kim...—dijo uno de sus asistentes— su pulso es demasiado inestable, la hipotermia va a
matarlo si no entra en calor.
—Yo me encargaré de eso —dijo refiriéndose a su ropa—. Lo quiero con suero y en observación
las próximas cuarenta y ocho horas, estuvo tres días desaparecido, debe estar deshidratado, necesito
una radiografía de su tórax y que alguien le contenga la hemorragia de la nariz.
Dentro del edificio compacto había una pequeña enfermería, Park Jimin terminó en una camilla de
esta mientras permanecía dormido.
Kim Namjoon regresó hasta su propia oficina para buscar un poco de la ropa que Jimin guardaba
allí. No quería exponer que de alguna forma había cruzado la línea profesional con el chico, no era
algo de lo que estaba orgulloso, sin embargo, era precisamente eso lo que le daba la autoridad para
hacer lo que debía.
Regresó a la enfermería para cerrar la puerta sin dejar entrar a nadie más y tomando una toalla
limpia, comenzó a secarle el cuerpo, retirándole primero la camisa, después los zapatos y el resto de
su ropa para colocarle una nueva.
Le vio desde arriba con el pecho descubierto, tenía golpes, pero no parecía haber contusión. Su
cabeza no necesitaba sutura, por lo que creyó que a lo mejor no estaba delirando, pero no podía
arriesgarse.
Le quitó el cabello de la frente, y colocó otra toalla seca debajo de su cabeza para que su cabello
mojado no le hiciera enfermarse.
Terminó de vestirlo y sólo entonces dejó entrar al encargado de la enfermería para que le colocara
el suero y le curara el rostro.
El profesor Kim Namjoon se sentó al lado de la camilla pensando que esto se le estaba saliendo de
las manos.
Quizá encontrar a su hermana no valía todo este sacrificio.

Acercándose al final de noviembre.

35 días antes de.


CAPITULO 20
20.

Enero, 2019.

El tiempo crea y destruye a su antojo, como los humanos, quienes creen tener el control
de todo.
Cuando Seokjin bajó del avión y se instaló en su nueva habitación temporal, nunca esperó sentirse
tan abrumado. Le había tomado algo de tiempo resurgir, pero allí estaba, finalmente haciendo de
relacionista público con otra franquicia de la compañía a la que representaba.
Lo eligieron por su dominio del idioma, y el carisma que complementaba sus estudios de economía.
Corea del Sur había cambiado mucho desde que era un niño, y esas calles le resultaban ajenas.
El edificio de la compañía era muy grande, y él sentía que era una oportunidad para comenzar de
nuevo. Tenía su gran presentación al día siguiente, pero ese día, Seokjin eligió visitar el edificio
para conocer un poco el lugar.
Se paseó por los pasillos observando a todos correr en sus labores, como intentando tener a la
perfección para la junta del próximo día.
Cuando se cansó, porque su pierna no le dejaba moverse tanto como quería, se acercó a la cafetería
del lugar para poder pasar algo de tiempo fuera del hotel. Pero al entrar, notó que todas las mesas
estaban ocupadas. A excepción de un pequeño lugar en la barra.
Se acercó, había una mujer de espaldas, y él no quería incomodar; pero estaba solo en una nueva
ciudad para él, y necesitaba algo de contacto humano para sentirse menos nervioso.
Aclaró la garganta llamando su atención. —¿Puedo sentarme? —preguntó cuando volteó a verlo.
Ella veía su celular, parecía ser un vídeo de música antigua así que presionó el botón de pausa.
—Adelante —le dijo asintiendo con la cabeza.
Se arregló la ropa, y se sentó a su lado. El olor peculiar de su bebida le llamó la atención. Era...
¿Whisky? Mezclado con café aparentemente.

El teléfono de ella comenzó a sonar, y contestó sin darle importancia al extraño a su lado.
La escuchó hablar mientras él ordenaba un café y su curiosidad aumentó al mismo tiempo que su
tono de voz. Algo en ella le resultó inquietante.
—¡Ya te dije que no, Jungkook! ¡Ni se te ocurra aparecer en casa con un tatuaje porque juro que
voy a castigarte! —No supo qué dijo la otra persona, pero la escuchó a ella—. Quedamos que en la
oreja sí, pero en la nariz no. Y no puedes usar el auto, no me importa lo que diga tu padre, aún no
tienes permiso de conducir. ¡Jungkook! ¿Jungkook?
Maldijo por lo bajo, al parecer le habían cortado. Seokjin sonrió de lado por su frustración casi
cómica.
—Oye... ¿Estás bien? —le dijo cuando ella golpeó su celular con la barra.
—Lo lamento —agitó la cabeza—, mi hijo. Está intentando encontrar su propio estilo. Y es, ya
sabes, agotador.
—Adolescentes, ¿Eh?
—Adolescentes. —Ella suspiró—. ¿También tienes hijos?
—No, en realidad no. Pero sé lo que es lidiar con un divorcio.
—¿Es tan evidente? —dijo apenada ante el acierto de él.
—Estás bebiendo sola en la cafetería del edificio a las seis de la tarde mientras escuchas música de
los ochenta y discutes por teléfono. Es solamente un poco... — sonrió ligeramente—, muy evidente.
Ella le devolvió la sonrisa, —¿Quién eres tú? ¿Eres de mantenimiento o algo así? ¿Qué pasó con
Eunwoo?
Seokjin dudó. La situación le parecía extraña, pero más que eso, graciosa. Además de que su
coreano ya no era tan fluido como solía serlo.
—¿Intentas decir que has estado bebiendo con el personal de mantenimiento aquí antes?
—Eso no tendría nada de malo. Solo... —hipó sin negar que estaba ebria— no se lo digas a nadie de
administración. Enloquecerán si se enteran que hago esto.
—No lo haré si haces algo por mí...
—¿Qué cosa? —le preguntó curiosa del misterioso sujeto.
—Dame un poco de lo que le pusiste a eso —le dijo, señalando el café adulterado a su lado.
No tenía nada que esconder, así que sacó una botella pequeña de su bolso y se la entregó.
Seokjin la tomó y dejó caer un poco de alcohol dentro de su café con tranquilidad. Se sentía
desorientado en ese lugar, vivió toda su vida en América, y ahora, estar de regreso en Corea era
demasiado para él, y en el fondo, sentía que nunca perteneció allí.
Ni siquiera había asumido su nuevo cargo y todo el estrés se había triplicado. No, él no debería estar
así; pero definitivamente necesitaba ese trago.
—¿Trabajas aquí? —cuestionó ella, y él asintió. Una cara nueva dentro de sus odiosos compañeros
no era tan malo.
—Es una locura allá arriba, ¿Cierto? —dijo, refiriéndose a los preparativos de la junta del próximo
día.
—Es la presión del nuevo delegado. Todos están estresados, y me hacen perder la cabeza a mí
también.
—No puede ser tan malo.
—El cambio de administración es un chiste. Estoy segura que será un idiota más al que tenemos que
acostumbrarnos.
—¿Por qué lo dices?
Ella suspiró. —He esperado un ascenso por años, tengo toda la preparación necesaria y lo único que
sé, es que el nuevo administrador apareció de la nada.
—Oh... —Seokjin se removió inquieto no creyó que le tuvieran tanto resentimiento.
—Como sea, ¿Qué hay de ti? ¿Qué te trae por aquí?
—Tengo un buen negocio aquí así que decidí... regresar a mi país. Aunque te confieso que ya nada
es como lo recuerdo.
—¿Cuánto tiempo estuviste fuera?
—Casi toda mi vida.
—Vaya... es mucho tiempo —ella sonrió y llevó sus manos a su cabello para atar este en una coleta.
Volteó a verlo.
—Lo sé, pero es algo que no puedo recuperar —dijo dándole un gran trago a su bebida cuando
recordó algo importante sobre Busan y la forma en la que ella se recogió el cabello le hizo dudar.
—¿Todo en orden? —cuestionó al verlo quedarse callado de pronto.
Seokjin se acomodó los anteojos cuando la nostalgia lo golpeó, y es que no era posible pero sus ojos
eran iguales.
—Sí —murmuró lleno de intriga—. ¿Alguna vez has deseado irte lejos y no volver? Ella asintió—.
Si te contara... no me creerías —dijo sin entender la actitud del otro.
El castaño se pasó una mano por el rostro antes de seguir pensando tonterías. Se puso de pie.
—Parece que tenemos algo en común.
—¿Cómo te llamas? —le preguntó cuando le vio poner un billete sobre la barra con intenciones de
marcharse.
Pero Seokjin no le dijo quién era, en cambio, le contestó con algo que no escuchaba hace años. —
Fue un placer verte, Sunny —dijo dejándole confundida cuando se marchó de allí.
Luego de que el extraño la dejara, decidió que era momento de no beber más. Así que se dirigió a
casa para esperar que un nuevo día de trabajo comenzara.
Cuando la mañana siguiente llegó, se levantó con total resignación en medio de la monotonía de su
vida. Obligó a su hijo a salir de la cama, y a desayunar, aunque sea un poco de avena para luego
dejarlo en la escuela.
Todos habían esperado por meses ese día. La compañía se expandía a América, y el representante
llegaba hoy a presentarse frente a todos.
Llegó tarde al lugar y se colocó junto a sus compañeros de administración en la junta directiva
cuando los dueños comenzaron a hablar sobre los planes a futuro que tenían.
Pasaron un par de horas, y ella no podía concentrarse. No cuando su celular vibró con un mensaje
de la escuela, diciendo que Jungkook había sido suspendido por mal comportamiento, y que debía ir
por él.
Maldijo mentalmente por milésima vez en la semana mientras tomaba sus cosas para salir.
En ese momento, le dieron la bienvenida al nuevo relacionista y todos se pusieron de pie para
recibirlo excepto ella.
Cuando levantó la cabeza abrió los ojos sorprendida. La suerte no era lo suyo, y la última persona
que esperaba ver frente a ellos era la misma que estuvo bebiendo la tarde anterior.
Joder; había dicho que su nuevo jefe era un chiste, frente a su nuevo jefe. Tragó saliva pesadamente
y bajó la cabeza para ocultar su vergüenza.
Y fue peor por las palabras que brotaron de la boca de aquel sujeto que lograron hacerle sentir que
se desmayaría.
—Antes que nada, quiero decir que me alegra muchísimo estar aquí con ustedes. Mi nombre es Kim
Seokjin, y estaré a cargo del departamento de relaciones internacionales. Espero que estos cambios
durante mi gestión sean tan prósperos para ustedes como para mí.
Los latidos de su corazón se volvieron tan fuertes dentro de su cabeza cuando cientos de recuerdos
le golpearon hasta enmudecer el lugar.
Después de tantos años y tantos errores. De mantenerse en silencio por guardar la compostura era
imposible que se tratara de aquel que dejó ignorante de lo que había en ella.
Hubo aplausos en toda la sala y no pudo mantenerse enfocada; el teléfono en sus manos comenzó a
vibrar incesantemente, e incluso después de que ignoró la llamada entrante, llamaron de nuevo.
Volteó hacia el aparato para ver la foto de su hijo brillando. Jungkook debía estar en el la dirección
esperándola mientras ella sentía que el aire le faltaba.
Necesitaba salir, pero no quería verse poco profesional. Intentó contener el aliento; pero la presión
en su pecho le aplastó haciéndole incapaz de seguir allí.
De pronto sentía que todos estaban viéndole y efectivamente, así era, al parecer habían dicho su
nombre. Levantó la cabeza ignorante a las miradas de sus compañeros para ver con curiosidad a su
nuevo jefe con su traje pulcro, anteojos y el cabello peinado hacia atrás.
—... es la encargada del sector legal de la compañía, como te comentaba, se ocupará de todo el
papeleo a partir de tu llegada.
Seokjin intentó acercarse a ella. La había reconocido desde la noche anterior en la cafetería, pero
simplemente su mente se negó a creer que se trataba de ella realmente hasta el momento en el que le
dieron nombre a la dueña de esos ojos, entendió que no estaba alucinando.
Él extendió su mano frente a ella.
—Es una gran sorpresa —dijo sonriendo como no lo había hecho en años—, es todo un gusto.
Ella no supo reaccionar; su teléfono seguía sonando y tenía las miradas de todos sobre ella. No pudo
soportarlo.
—Me tengo que ir —respondió desconcertando a todos a su alrededor. Y dándole a entender a
Seokjin que aún se recordaba de él con sus acciones cuando salió de la sala rápidamente.
Comenzó a correr por el pasillo. Era una jodida mujer adulta y acaba de tirar al carajo su
profesionalismo, pero no le interesaba. Realmente necesitaba alejarse de allí, no quería revivir los
tormentosos años que pasó cuando regresó a Corea. Presionó los botones del elevador muchas veces
cuando llegó a este.
—¡Oye, espera! —escuchó a la distancia. Este tipo, el supuesto Kim, venía detrás de ella intentando
correr, pero era evidente lo mucho que se le dificultaba.
La vio salir del edificio y aunque quiso disculparse por aparecer de repente, no pudo, no logró
alcanzarla, otra vez.
Así que regresó a la reunión, disculpándose por su comportamiento, lo cual no fue tan necesario, ya
que a todos parecía gustarles su espontaneidad.
Realmente quería hablar con ella, pero los días pasaron y no la vio en la oficina. Su secretaria le
informó que se había reportado enferma y que tenía licencia de un par de días para ausentarse.
¿Lo estaba evitando? Sí.
Adjunto a sus documentos personales, Seokjin vio su dirección y debía ser profesional, pero tenía
muchas preguntas que le impulsaron a conducir a ese vecindario. Eran unos apartamentos cómodos,
algo baratos a comparación de la estancia que él tenía. Así que se acercó a la puerta y la tocó un par
de veces.
Pero no esperaba que un hombre atendiera a su visita. O bueno, un muchacho que parecía estar
preparado para salir.
Vestía completamente de negro; usaba una sacola de piel, y sus botas lucían demasiado grandes.
Quizás no se fijó bien, pero podía jurar que el chico traía lápiz negro en la parte de abajo de los
ojos. Tenía una pequeña cadena que colgaba entre las dos perforaciones de su oreja, sumados al
cubrebocas negro que ocultaba la mitad de su rostro.
Era extraño, y las letras de tu camiseta decían "Aléjate" literalmente.
—¿Lee SunHee vive aquí? —preguntó.
—Eso depende —le contestó con voz dura—. ¿Quién eres tú? —cuestionó viéndolo de pies a
cabeza.
—Un... viejo amigo.
Seokjin tragó pesadamente. No sabía que había sido de Sunhee los últimos treinta años, pero algo
era seguro, ese chico lucía como todo un obstáculo.
En uno de tantos inicios, el adulto frustrado conoció al chico problema.
...
California.

4 de Diciembre de 1986

26 días antes de.

—¡Es hora de despertar!


Seokjin se removió incómodo cuando las cortinas de su habitación se abrieron dejando entrar los
primeros rayos de luz, y aún más incómodo cuando fue aplastado por los dos idiotas que se lanzaron
sobre él.
—Jungkook, ¿Adivina quién es el cumpleañero de hoy? —le dijo Taehyung a su cómplice cuando
entre los dos se esforzaron por molestar al castaño mayor.
—Oh, no lo sé. Taehyung, ¿Quién es? —le contestó Jeon en medio de risas.
—¡Vamos, Seokjin! ¡Arriba! No olvides que los viejos siempre se despiertan temprano.
—Ya basta, par de idiotas —les dijo recomponiendose—. Fuera de mi cama.
Los menores se vieron entre sí sin dejar de reír.
—No seas aguafiestas, Jin —Taehyung se levantó de su cama—. Estamos aquí para ser los
primeros en presenciar cómo ingresas a una nueva etapa de tu vida.
—¿Etapa?
—Sí, una en donde se te empieza a caer el cabello —declaró su hermano menor haciendo que
Seokjin frunciera el ceño y que Jungkook estallara en risas.
Kim Seokjin cumplía veinte años. A diferencia de sus compañeros, él había tenido que nivelarse por
el idioma antes de adaptarse a la escuela, por eso daba la impresión de haberse retrasado un par de
grados. Pero eso no era importante, al fin podría salir de la estúpida escuela.
—Ja, ja, ja. Muy gracioso, espero que no intentes dedicarte a ser comediante, Taehyung.
—A mí sí me causó gracia —le dijo Jungkook.
—Qué sorpresa. Tu opinión no cuenta, Jeon. Ambos sabemos que siempre vas a seguirle corriente a
este tonto.
—¡Oye! —reprendió taehyung—. No seas cruel con nosotros, solo venimos a traerte el desayuno,
eres un malagradecido.
Seokjin volteó a ver hacia la mesa de noche en donde reposaba una pequeña charola con unos
hotcakes apilados, con mucho maple y mantequilla como le gustaban a él. Además de jugo de
naranja y un intento de rostro sonriente conformado por dos huevos con una boca de tocino.
Sonrió de lado. No estaba molesto, sencillamente estresado porque no había estado durmiendo bien
y porque había pasado una semana completa desde que dejó escapar al lunático de los secuestros.
Aunque esa no era su única preocupación, y es que, en contra de lo previsto, el final de la
temporada coincidió con el día de su cumpleaños.
—Gracias, chicos —dijo sincero—. Ahora, sean unos buenos hermanos menores y lárguense de
aquí.
Taehyung sonrió acatando su petición al igual que Jungkook, levantándose para seguir al otro. Con
todo esto del partido y el último año, Seokjin estaba seguro de que no recibiría una fiesta como
siempre acostumbraba tener. Y el otro Kim también lo sabía, pero quería hacerle saber a su
hermano que le importaba su cumpleaños.
Y es que, una de las cosas que más le emocionaba a Kim Taehyung eran los cumpleaños, lo había
demostrado ya antes.
—Como quieras, viejito —Taehyung le vio con ojos entrecerrados—. Hoy tenemos mucho que
hacer, pero te prometo que comeremos pastel más tarde.
Negó. —No es necesario, en serio.
—No te estoy preguntando si quieres o no. Te estoy diciendo que vamos a comer pastel y punto.
El aire era frío, aún así, en casa se respiraba un ambiente de compañerismo que difícilmente habían
experimentado antes.
Seokjin asintió y los dos menores salieron de su habitación para dejarle arreglarse correctamente.
Así que se sentó en la cama y suspiró viendo de nuevo su desayuno. El pan un poco quemado era
indiscutiblemente obra de su hermano, y la nota con caligrafía perfecta pertenecía a Jungkook.
Bueno, siempre era buen momento para comenzar algo diferente.
Jungkook también estaba listo para el gran día; las vacaciones de invierno llegarían pronto y estaba
emocionado por eso, pero antes de que las evaluaciones del final de semestre se intensificaran como
el hielo de las calles, esta semana debían culminar con las actividades extra curriculares. Además de
que habían limpiado la escarcha que se formó en el campo de béisbol, y según la predicción del
clima, hoy sería la noche perfecta para jugar.
Se había aprendido todas las jugadas y eso mantenía a raya sus nervios por el partido.
A diferencia de Taehyung, quien leía atentantamente su libreto para no fallar en ninguna frase.
Había pasado todo el asueto del día de acción de gracias ensayando, es decir, su padre decía que
como extranjeros no tenían nada que celebrar. Así que cenaron un poco de pavo que le regalaron a
su madre en el trabajo y luego todos volvieron a sus respectivas ocupaciones.
Taehyung siguió batiendo la mezcla para hacerse un omelet de desayuno mientras repetía sus líneas.
Su padre leía el periodico y su madre parecía sumamente impresionada con las nuevas habilidades
culinarias de su hijo.
Jungkook en la mesa, comía tranquilo un plato de avena con maple y manzana mientras tarareaba
feliz la canción de un comercial de dulces que se le había quedado pegada.
—Hijo, ¿Estás seguro que estarás bien con eso? —le preguntó el padre de los chicos a Jungkook
refiriéndose a su plato—. Deberías comer algo que te de más energías.
Pero el chico negó amable. —No, no, gracias. Así estoy bien, nunca he podido comer cosas
pesadas, es un pequeño sacrificio al mantener una dieta como la mía por años.
La madre de los Kim le vio intrigada. —Ahora que lo pienso... nunca te preguntamos por qué no
comes carne.
Jungkook no pudo responder de inmediato, y pensó que era cierto, que él había dejado de comer
cosas como esa durante su adolescencia, pero... recordar los motivos no le dolieron como antes.
Taehyung volteó a verlo preocupado por el tiempo en el que se quedó callado con miedo de que
colapsara, pero contrario a eso, obtuvo una sonrisa.
—Hay muchas buenas razones para no hacerlo —explicó—, empecé a hacerlo hace un par de años
después de que sentí que era lo correcto. A papá no le hizo mucha gracia, pero mi madre apoya
mucho en eso, ella siempre dice que hay que respetar a los animales. Justo ahora yo... intento
mantenerme lejos de la carne y quizá en el futuro pueda hacerlo de sus derivados.
«Un retroceso», pensó el castaño. Jungkook no solo era vegetariano por su trauma sino por esos
principios y eran parte de él.
Si algo borró su trauma... otra cosa le dejó conservar su esencia. Pero era demasiado inexacto saber
qué efecto colateral podría tener que sus memorias cambiaran con tanta frecuencia.
—No entiendo la diferencia —dijo el padre con ignorancia.
—Son acciones sencillas. Por ejemplo, el maple —señaló la botella a su lado—, proviene de la
savia y la miel, de las abejas. Podríamos usar uno como reemplazo del otro. Las abejas son
importantes para nuestro ecosistema. Si cuidamos de los integrantes más pequeños desde ahora,
podremos lograr grandes cosas.
Sonaba animado, Taehyung exhaló. —¿De dónde sacaste esas ideas? —le preguntó, pero todo en
Jungkook emanaba con calidez.
—¿No te lo mencioné? Fui niño explorador por años.
—¿Desde cuándo?
—Finales de secundaria, me uní a un club de consciencia por el ambiente. Y he estado... cambiando
poco a poco mi estilo de vida.
Taehyung frunció el ceño, era un recuerdo lúcido. Su nuevo cambio... ¿Regresó a Jungkook, el
chico de la naturaleza?
En realidad, a Taehyung no le interesaba saberlo. Porque lo que estuviera ahora en su cabeza le
daba tranquilidad, y no iba a molestarse en averiguar qué era.
Y que tenía demasiadas cosas en su libreta, y ya no sabía ni qué problema resolver.
—Ahora ya sé a quién no dejar a cargo de la cena de navidad —bromeó el padre de Taehyung
haciendo a su esposa y Jungkook reír.
El castaño se sentó a comer junto a Jeon observando su cabello largo. Si bien su enunciado actual
era: "Jeon Jungkook y sus cambios en la realidad"
A veces tenía deseos de escribir en su libreta algo como: "Jeon Jungkook y la forma en la que sujeta
el tenedor".
O "Jeon Jungkook y el botón abierto de su camisa". Pero no lo haría, se conformaba con verlo.
Seokjin apareció por la puerta de la cocina, al hacerlo, sus padres se pusieron de pie para felicitarlo
por su cumpleaños.
El cuarto día de diciembre siempre había sido muy importante para ellos, así que ese día estaría
lleno de elogios y felicitaciones hacia Seokjin.
Por primera vez en mucho tiempo, Taehyung no se sentía incómodo por la atención que recibía su
hermano. Era lo más lógico, y le alegraba saber que tenía un año más con él.
Sonrió terminando con su desayuno mientras todos en la cocina hablaban sobre el partido de la
noche.
¿Les había dicho a sus padres que estaría en una obra ese día? No. Prefirió evitarse los comentarios.
Y estaba bien con eso, al final aparecería en el campo de béisbol cuando terminara, y todo encajaría
como debía hacerlo.
Los tres se despidieron de sus padres antes de dirigirse juntos a la escuela. Seokjin tenía pánico de
caminar solo, y esto le daba un extraño sentimiento de paz.
¿Qué si había paranoia? Sí, bastante.
Yoongi y Seokjin habían hecho un pacto de silencio para no levantar más temor.
Así que al menos para los dos adolescentes que eran completamente ajenos a lo que sucedía, todo
parecía marchar bien.
—Oye, ¿A qué hora es lo tuyo? —dijo Seokjin a Taehyung cuando estuvieron lejos de casa.
—¿Qué? —respondió incrédulo.
—Tu cosa del teatro. ¿Vas a invitarme, cierto?
—Yo no.… no pensé que te interesara. Es para raros.
—No quisiste darme tu papel, más te vale hacerlo bien. ¿O no puedes?
—Imbécil.
Jungkook negó con la cabeza. A veces quería golpear a los hermanos "no sabemos comunicarnos y
siempre la jodemos" por tener la misma actitud.
—Es a las cinco —intervino Jeon—. Llega a tiempo.
Seokjin asintió después de obtener la información que quería. Por primera vez en muchas semanas,
Seokjin no sentía náuseas o dolor alguno, y sentía que este sería un día increíble.
Así que cuando llegaron a la escuela, no le sorprendió ver sus amigos esperándolo para darle la
respectiva felicitación del equipo.
Se separaron para dirigirse a sus clases, Taehyung aún tenía que validar su asistencia, aunque ya
hubiese completado sus créditos.
Seokjin y Jungkook presentaron la exposición oral para su clase de economía ya que habían
reprobado la última evaluación.
Se equivocaron un par de veces y el menor rompió por accidente el cartel que obligaron a Yoongi a
hacer; pero su maestro les puso un siete de calificación, y eso era suficiente para ambos.
Porque eso no era lo importante de hoy, lo importante era estar listos para el partido, ambos salieron
al campo después de un par de períodos.
—¿Por qué hay tantas personas aquí? —cuestionó Jungkook sin entender el motivo del bullicio
alrededor del campo.
Y es que, parecía que había demasiadas personas, pero su cumpleaños también había coincidido con
un día de conmemoración para los estudiantes de esa escuela.
—¿No es obvio? —Seokjin le sonrió de lado acomodándose la gorra—. Vinieron a vernos a
nosotros —le dijo con un poco de ironía.
Como tradición escolar, la mañana antes la final, el equipo realizaba su último entrenamiento del
año a la espera de que sus contrincantes de la ciudad vecina llegasen para recibirlos con un
calentamiento amistoso antes de la gran noche.
Lo que representaba tener el doble de hombres atléticos vagando por los alrededores de la escuela y
eso emocionaba a las aficionadas muchísimo más que el partido.
Tenían que aprovechar los escasos rayos del sol antes de que las ventiscas fuertes de diciembre les
acecharan.
Aún no estaban usando sus uniformes oficiales, eso lo reservarían para más tarde. Jungkook no
entendía la necesidad de comenzar a entrenar desde tan temprano; no notaba que eso no era para
prepararse sino para mantener su imagen.
Pero no tardó mucho en darse cuenta de ello cuando a pesar del frío, varios de sus compañeros de
equipo abrieron sus chaquetas para dejar al descubierto las camisetas ligeras que traían debajo.
Como todo, hasta la actitud más vana tiene un propósito.
El baile de fin de invierno estaba cerca, y sería muy humillante para ellos que las chicas de su
escuela aparecieran del brazo con algún sujeto foráneo que fuera del equipo rival.
Así que parte de la tradición también era conseguir pareja para el baile antes de la noche de la final,
se hacía cada año, y nadie estaba a salvo, todos querían una cita.
Los chicos del equipo habían hablado un poco sobre eso, Jungkook no creyó que fuera en serio. Se
burló en silencio, pensando que no había forma de que eso realmente funcionara. Sin embargo, hoy
había varias chicas que comentaban emocionadas entre ellas afuera del campo y eso lo sorprendió.
Bueno, al menos él no tenía que preocuparse por eso, él no era un estudiante real.
Comenzaron calentando alrededor del campo, a Seokjin se le mojó un poco la camiseta cuando
bebió agua en medio del trote y todas le aplaudían cuando lograba hacer un buen lanzamiento.
Jungkook rodó los ojos, al mayor ni siquiera le interesaba ninguna de las personas allí, solo se
exhibía porque amaba la atención que le daban. Y Jeon no lo podía culpar, él era igual.
Cuando el entrenador lo envió como lanzador no dudó en moverse hacia el centro. Se pasó las
manos por el cabello, era demasiado largo y le estorbaba, de seguir así pronto tendría que atarlo.
No estaba lo suficientemente atento como para percatarse de que era observado por varias personas
desde la malla. Para muchos, Jungkook era un tipo alto y misterioso, que no hablaba mucho y que
tenía ideas extrañas. Para las chicas que habían desarrollado una especie de platónico con él, Jeon
era eso, además de un tipo apuesto, en forma y de gran sonrisa con modales impecables.
Así que al menos una de ellas esperaba ser la elegida para su cita. Para su mala suerte, aunque
gritaran su nombre cada vez que lograba sacar a un bateador, él no podía enfocarse en ellas.
Cuando volteó en su dirección se escandalizaron a medias; pero él solo se había fijado en la mata de
cabello castaño despeinado que pasó desapercibido por los demás en dirección a las escaleras de la
tribuna.
Kim Taehyung ya no tenía mucho que hacer en su salón de clases, así que salió del edificio.
Probablemente debería ir al auditorio para ayudar a Agustus con su obra de la tarde, pero aún no
estaba seguro de sus líneas y prefería practicar un poco más antes de aparecerse allí y ser enjuiciado
por el dictador que tenían por director de escena.
—"Tus labios son más peligrosos que treinta soldados desafiándome" —murmuró leyendo su
libreto—. "Un solo beso me dará el coraje para enfrentarme a todos con temeridad. ¿Me lo
concedes?"
El fuerte alarido de sus compañeras rompió su concentración. Alzó la vista, su hermano bateaba
contra su Jungkook y eso las emocionaba mucho.
Sí, sí, gran espectáculo. No es como si él no los hubiera visto hacer eso antes.
Taehyung divagó alejado de la multitud mientras veía a Jungkook ser el lanzador desde el
montículo del centro en el campo.
La forma en la que su conjunto deportivo gris se marcaba cuando alzaba ligeramente la pierna antes
de tomar impulso para marcarle strike a Jin mientras reía.
No quería parecer inmaduro, y volteó a ver solo un poco a las porristas gritándole a Jungkook. Si se
emocionaban así por un simple calentamiento, no quería ni pensar en cómo sería en el partido.
Se removió un poco incómodo cuando alguien junto a él gritó de nuevo el nombre del pelinegro. Ni
siquiera mostraba nada como lo intentaban los otros, y de todas formas lo veían. Y su parte
inmadura se burló cuando por el movimiento de sus brazos se le alzó la sudadera causando
conmoción por su abdomen.
«Si verlo las emociona... imagínense dormir sobre él.» Pensó con una ceja alzada.
Jeon sintió su mirada sobre él y volteó a ver en su dirección, dándole una sonrisa de lado
acompañada de un guiño cuando el silbato que marcaba el final del entrenamiento sonó.
El autobús del equipo rival había llegado al estacionamiento y era momento de que despejaran el
campo para que ellos pudieran entrenar.
Seokjin saludó a un par de personas que se acercaron a felicitarlo mientras veía llegar al otro
equipo, y luego, quiso seguir a Jeon, porque con Sunhee y Agustus ocupados, no tenía otro amigo
confiable además del pelinegro.
Tomaron sus cosas para salir, y comenzaron a caminar fuera del campo; Seokjin alzó la vista entre
la multitud para buscar a Sunhee, pero no la encontró en ningún lugar. Y era extraño porque,
tampoco la vio en la mañana cuando se supone debía ayudarla a ensayar.
Debía pedirle que fuera su cita para el baile o bueno, su última cita con ella aquí.
No encontró con la pelinegra; en su lugar notó a Jungkook de pie en medio de todos mientras veía
hacia la tribuna. Taehyung caminaba hacia él, pero fue detenido por una chica que lo tomó del
brazo.
Se acercó un par de pasos hacia Jeon y se quedó detrás de él mientras ambos observaban la escena.
La rubia le sonrió a Taehyung apenada, y le dijo algo que causó que sus mejillas se tornaran rojas.
El chico se pasó por el brazo cuando le respondió, parecía dudoso.
Jungkook frunció el ceño, no estaba celoso, era más una clase de impotencia, los observó pensando
en cómo sería si pudiera darle a Taehyung esa vida normal que quería, era ignorante de la mirada
juzgona del castaño mayor sobre él.
Seokjin notó lo que sucedía por la forma en la que su mirada cambió. A Jeon no le gustaba la idea
de compartir a su hermano, ¿Eh? Eso era nuevo.
—Jeon, ¿Vienes? —le dijo intentando que el chico reaccionara.
Jungkook agitó la cabeza saliendo de sus pensamientos.
—Yo... creo que alcanzaré al equipo después —murmuró.
La chica negó con la cabeza y se acercó a abrazar a Kim antes de alejarse de él.
Taehyung caminó hacia ellos bastante avergonzado.
Los tres caminaron de regreso al edificio de escuela, Jeon estaba en silencio, incómodo.
Quería preguntarle, pero no quería verse desesperado.
El mayor Kim decidió que debía tomar el control de la situación, era parte de su honor de
compañeros.
—Oye, ¿Qué fue eso? —le preguntó Seokjin a Taehyung curioso ante su actitud inquieta.
—Es algo extraño —sonrió un poco—, me invitaron al baile.
—¿Y tú qué le dijiste? Digo, si puedo saber.
—La verdad, que no me interesa eso de los bailes.
Jungkook volteó a ver a Taehyung cuando volvió a respirar tranquilo. Algo no se sentía correcto
desde que despertó, estaba más ligero, pero... aún así, tenía una mancha en su interior.
«De nada, Jungkook.» Pensó Seokjin.
El timbre del almuerzo sonó y el mayor recordó que tenía algo muy importante que hacer antes de
que llegara la hora del partido.
—Eso suena a algo que tú dirías, no me sorprende —dijo despidiéndose con la mano—, los veo
luego.
Los chicos caminaron hacia la parte trasera de la escuela en donde la mesa más lejana se
encontraba, esa que habían elegido para ello.
Taehyung se sentía feliz preparando el almuerzo para ambos porque le hacía sentirse no tan inútil
para la vida.
Le dejó a Jeon su recipiente para que pudiera comer mientras él, cuyo apetito era leve, sacaba
nuevamente su guión.
No tenía en el olvido su libreta, pero abrirla era recordar que esa no era la vida que le correspondía
y le dolía pensarlo.
Entonces, cuando él comenzó a declamar, Jungkook almorzó mientras veía un show especialmente
para él.
La ansiedad le provocaba hambre, y se había comido su almuerzo y la mitad del de Taehyung quien
sufriría el efecto contrario por los nervios.
Estaban en las mesas del exterior, por el frío, nadie más estaba afuera y eso les dio la ventaja de
estar solos.
En unas horas Taehyung iría a alistarse para debutar, pero no quería hacerlo sin estar
verdaderamente seguro.
Pero mientras hablaba, Jungkook divagó en su imagen. No era secreto para nadie que el castaño era
un hombre atractivo.
—¿Me estás escuchando?
En plena flor de la juventud superando su adolescencia, su porte y esa forma tan espectacular de
moverse le hacían destacar mucho.
A Jungkook no le sorprendería que todos estuvieran enamorados de Kim Taehyung en secreto.
—Perdón, ¿Qué? —dijo cuando cayó en cuenta de que hablan con él.
—¿Todo en orden? Luces un poco distraído.
—No es nada, solo estoy algo preocupado.
—¿Por qué?
—Los demás comienzan a notar que eres hermoso, y eso me deja mucho en qué pensar.
Taehyung cerró su libreto para acercarse a robarle un poco de su ensalada.
—Es por la chica, ¿Cierto? Vamos, no me digas que estás celoso.
—No estoy celoso, me gusta que todos lo sepan, me gusta que te vean como lo que eres.
—No es momento para ser cursi, Jeon —se burló.
—Lo siento, solo estoy mínimamente celoso de que ella pueda tener la capacidad de invitarte y
eso...
—¿Qué hay de ti?
—¿De mí?
—Sí, había al menos diez chicas esperando a que las invitaras.
—No lo noté, tenía a alguien más en mente...
Taehyung alzó una ceja, Jungkook negando cosas obvias era uno de sus conceptos favoritos.
—¿Ah, sí? Es una pena.
—Oye... no sé si debería hacer esto, pero los muchachos dijeron que es una tradición y pensé que...
—Jungkook —le detuvo—, ¿Estás tratando de invitarme al baile, cierto?
—Sí —dijo con algo de pena. No estaba celoso, bueno, tal vez un poco.
—Cuando dije que no creía en esas cosas no estaba mintiendo.
Parpadeó incrédulo.
—¿Me... me estás rechazando?
—Lo siento, Superestrella. Pero sí, me temo que... —se sentó a su lado para dejar caer su cabeza en
el hombro del muchacho— nunca me ha gustado eso de las tradiciones de la escuela, siempre salí
lastimado por ellas.
Jungkook sonrió por lo bajo; muy en el fondo todo esto de la escuela y la extraña vida adolescente
que nunca vivió le hacían querer ponerse un traje y.… tomarse la foto en la entrada de la escuela
como todos los demás.
Pero Taehyung tenía razón, y él respetaba su decisión de negarse. Así que asintió un poco
decepcionado.
Esa decepción se desvaneció cuando Taehyung fue veloz para darle un beso en la mejilla.
—¿Y eso por qué fue? —le dijo recibiendo en respuesta una pequeña sonrisa.
—No quiero que te desanimes; dije que no quiero ir al baile, no que no quiero estar contigo.
—¿Y eso significa que...?
—Mientras todos ellos fingen que saben bailar, hay muchas cosas que podríamos hacer.
Por ejemplo, el cine siempre está vacío la noche del baile.
—¿Cómo sabes eso?
Taehyung aclaró la garganta. —Eso no es relevante.
Muchas cosas suceden en la espera de un gran amor. Pero, ¿Cuánto tiempo se supone que se debe
esperar?
Jungkook sonrió pensando que incluso si retrocedía, no le importaba el tiempo.
—Hablando de estar solos, ahora que lo recuerdo, el otro día guardé algo que podría gustarte en tu
billetera.
—¿Mi billetera? —dijo Kim buscando entre sus bolsillos para sacarla y dársela a Jungkook.
Este la tomó y sacó de la una hoja doblada.
—¡Ta-da! Es una gran oferta si lo piensas bien.
—¿Qué es esto? —le preguntó viendo el volante.
—Oh, solo una tontería que pensé en Boston.
Taehyung la abrió viendo la foto de la casa acompañada de sus descripciones.
—¿Por qué guardaste esto?
—Yo... pensé que ya que estoy atrapado aquí. Cuando vayas a la universidad, será muy difícil
estudiarme si me quedo en el pueblo. Así que vivir allá me pareció una buena opción.
—Tú quieres que... ¿vivamos lejos?
—Afirmativo, juntos y lejos.
—¿Y de dónde planeas sacar dinero para eso? —le dijo con gracia.
—Eso te lo dejo a ti —se burló y Taehyung le vio con severidad—. No lo sé, puedo trabajar... soy
bueno en la cocina. Podría conseguir empleo de mesero o yo qué sé.
—No creo que eso sea suficiente...
—Pues entonces tendré doble turno.
—Bueno, ya que lo pones así...puedo hacerte un préstamo, si quieres.
—¿Ah, ¿sí? ¿Qué clase de préstamo?
—Podría ayudarte con el pago inicial, y después podrías devolverlo poco a poco.
—¿Y eso a cambio de qué?
—Puedes ayudarme a mantener ordenada mi vida, y dejarme vivir contigo, claro está.
—¿Qué hay de los dormitorios de la universidad?
—Voy a enloquecer si estoy demasiado tiempo solo. Hace mucho que deje de estar acostumbrado a
la soledad y me parece un trato razonable.
—Sí, sí, es un trato justo.
—Y Jungkook... —dijo en voz baja—. Si muero, quiero que seas tú el que se encargue de todo,
¿Está bien?
—Ya te dije que eso no va a suceder.
—Lo hará. Ya sea en un par de meses o en quince años, pero si sigues aquí, necesito que seas tú.
Jeon suspiró, el chico tenía razón. No debían temerle a la muerte, al final es lo único seguro en la
vida.
—Está bien, no te preocupes por eso.
Ya no se sentía perturbado por los acontecimientos. En su lugar, le robó un pequeño beso en los
labios a Jungkook antes de levantarse.
—Ahora, a ensayar —le dijo con una sonrisa leve.
Aclaró su garganta antes de comenzar a hablar y Jungkook le observó atento de no fallar ninguna
frase.
Se puso de pie para llegar al muchacho sin preocuparse por ser visto cuando sintió que debía
hacerlo, y pasándose la lengua por los labios, le besó, en una muestra de agradecimiento infinito.
Oh, Kim Taehyung era perfecto ante la vista de todos. Pero nadie le vería con la misma apreciación
como la que Jungkook le veía.
Pero para algunos... verlo era suficiente para despertar su intriga.
...
Si lunático es sinónimo de genio, una pizca de astucia es lo que marca la diferencia entre ambos.
Quizá Taehyung era inigualable, pero para su equivalente intelectual, representaba más un misterio
que una amenaza.
Kim Namjoon apagó su cigarrillo en el cenicero mientras entrecerraba los ojos viendo las cámaras.
Justo en ese lugar, tenía una toma perfecta del perfil de Kim, quién tenía el descaro de pasearse con
su experimento por toda la ciudad sin represalia alguna.
Y de besarlo como si no entendiera con lo que estaba jugando, de lo que ponía en riesgo.
—Déjame ver si entiendo —el moreno se puso de pie—. Ellos... replicaron las torres.
Se encontraban desde el cuarto de control del laboratorio después de haber redirigido el circuito de
grabación de las cámaras hacia allá.
Eso les tomó un par de horas, recapitular lo que había sucedido los últimos meses; días.
A Kim Namjoon le gustaba pensar que la ciencia y la música tenían cierta relación; para él,
encontrar un cabo suelto era tan preciso como un compás de violín, en el que es imposible no ligar
una pasada del arco por las corcheas.
El sonido de los violines siempre fue su favorito porque le gustaba asociarlo con el sentimentalismo
y la adrenalina. Como en el Titanic cuando comenzó a hundirse, o Tartini con el diablo, creía que
marcaba el inicio del final.
Para un huérfano en medio de tiempos de guerra, la vida no era nada favorable, mucho menos para
dos de ellos. Quizá por eso Namjoon intentó mantener a su hermana a su lado todo lo que pudo y
asegurar que nada la dañara, pero como todo humano, era incapaz de controlar el destino.
¿O no?
Sentado de frente a las cámaras de vigilancia observó con curiosidad a los dos muchachos que se
movían por la escuela. Quizá las cámaras habían estado fallando, pero con su experimento
identificado le fue más fácil unir cada pieza.
No sabía qué tanto de su expediente era real; pero sí tenía la certeza de que se había mezclado
bastante bien entre los pobladores. Jeon Jungkook, si es que era su nombre real, apareció en los
registros de la escuela el tres de agosto, y encajaba perfectamente con todo lo que necesitaba.
Revisando el carrete de grabación de las últimas semanas, tenía no una, sino cientos de tomas del
pelinegro; algunas al lado de los sospechosos que habían estado persiguiendo, otras con el infractor
principal y un par de ellas en el campo de béisbol.
Namjoon suspiró. ¿Qué había del otro lado? Si era real, Namjoon efectivamente había logrado
fracturar la línea de la realidad temporal, el pasado estaba a su alcance.
Pero... Jeon no era su experimento, bueno al menos ya no personal.
Este chico Kim había creado un generador de energía, y nadie lo notaba, pero permanecía
conectado al cableado de la ciudad, por lo que el Condado Mariposa por completo estaba atado a la
energía que provenía del chico Jeon.
Lo supo después de que su radar no funcionara como debía, estaba colapsando, pero era porque la
energía de Jungkook se había regado por la ciudad a través del alumbrado público.
—Tienen un generador de energía lo suficientemente fuerte como para contener al experimento —
le dijo su pupilo.
—Más de veinte años de trabajo e investigación y logré hacer que un humano fuera capaz de
sobrevivir entre dos puntos. Y este chico... está intentando revertirlo.
Park Jimin estaba a su lado, después de estar en observación por días, el profesor finalmente se
dignaba a escucharlo.
—¿Por qué lo dice?
—El apagón de hace unas semanas destruyó dos fuentes de energía de la central eléctrica pero la
zona sur aún tiene electricidad. Es el chico, está alimentando todo y ni siquiera parece darse cuenta.
—¿Qué?
—No creo que Kim busque llevarse mi trabajo, él... quiere aislarlo.
—¿A qué se refiere con "aislar"?
—Te lo dije antes, si el experimento atravesó la brecha, el agujero formó una gran coraza de
corriente alrededor de él para protegerlo. Pero al chico no le interesa, quiere separarlo de ella,
quiere hacer a Jeon "normal".
Parecía... inestable. Pero para Namjoon, él chico no intentaba controlar la energía del experimento.
Kim Taehyung buscaba extraerla, y si lo estaba intentando, significaba que sabía muchas cosas que
ellos no.
—¿Qué gana él con eso?
—Volverlo invisible.
—Él sabe que viene del futuro, pero... —Jimin negó con la cabeza cuando lo entendió. — ¿No está
intentando enviarlo de regreso, cierto?
—Maldición, Jeon es el único humano conocido capaz de soportar tanta electricidad.
Tanta inteligencia, y Kim... está jugando a ser su novio.
—Es un adolescente. ¿Qué esperaba que hiciera? Encontró la oportunidad de vivir su propia
película de ciencia ficción y la tomó.
—Se topó con el equivalente a un super humano, Jimin. ¡Un viajero del tiempo! Y logró
camuflarlo.
—Eso no lo hace brillante.
—Replicó los elementos del vórtice a escala y con chatarra, por un demonio, lo hace un genio.
—¡Es un niño!
—¿Recuerdas que una vez te dije que solo se necesitaba una mente brillante para cambiar el
mundo?
Park asintió. —¿Eso qué?
—Pues me temo que no esa mente no es ni la tuya, ni la mía —se quitó los anteojos y volteó a ver
hacia la pantalla—, es la suya.
¿Qué motivaba a Taehyung a desafiar a la realidad? Porque el moreno sabía que debía exigir un
propósito, así como el suyo.
Veinte años en el pasado, Kim Namjoon recibió una carta de una mujer desconocida contándole que
estaba bien, que había logrado llegar a América, diciendo que había sido acogida por un viejo
bondadoso y que se había enamorado del hijo de este. Le dijo que estaba casada y que pronto
tendría un hijo.
Después de que contestó la primera carta, se convirtieron en miles. Ella comenzó contándole lo feliz
que era y poco a poco, el color de sus letras cambió. Le dijo que se sentía atrapada, que ya no
soportaba a su esposo, que soñaba todas las noches con desaparecer pero que no era lo
suficientemente valiente para terminar con su vida.
Él no conocía ese nombre, pero... la forma en la que las letras de su carta parecían hablarle por lo
doloroso de su escritura, le hicieron sentir la necesidad de tener una familia por primera vez en
mucho tiempo. Un joven Namjoon tomó todo lo que estuvo a su alcance para intentar llegar a
América cuando leyó el final de la última carta.
Incluso cuando pudo hacerlo meses atrás, eligió el peor momento para hacerlo y llegó tarde. Ni
siquiera pudo encontrar su tumba, nunca supo el apellido de la mujer que le escribía, pero no le
importaba, sin importar el nombre que le dieran, ella era una Kim.
Él sabía que era su hermana.
El hecho de pensar que no tuvo suficiente tiempo le hizo desear ser capaz de retroceder el tiempo, a
la última vez que pudo verla o al momento de su primera carta.
Así que ahora estaba loco, y sediento de redención.
Namjoon aprovechó su descubrimiento para avanzar sin vacilar y encender las cuatro torres de
energía que abrían el vórtice.
Incluso a la distancia y con ese violín mental que siempre lo acompañaba, la música no se detendría
hasta que no hubiera algo más que cambiar.
Así como los reflectores que se encendieron en el auditorio parpadearon por la corriente cuando
después de mucho tiempo abrió sus puertas principales.
Quizás era un efecto colateral, pero muchas personas en el pueblo estaban interesadas en la obra de
teatro, hacía frío afuera, y era más fácil esperar dentro de la escuela el inicio del partido que en la
tribuna donde el viento azotaba.
Agustus Min tenía su traje de gala puesto mientras organizaba a los demás. Las luces y el brillo del
espectáculo son solo la parte fácil del arte. Existe mucho más allá de eso. Comenzaba el atardecer y
todos los actores corrían en los vestidores del auditorio
Había luces, color y telas finas por todo el vestidor.
April Agustus Min iba a impresionar a la reclutadora de la escuela de arte de Nueva York a como
diera lugar, así que, no había espacio para errores.
El tiempo corre veloz cuando nadie le presta atención. Jungkook y Taehyung se acercaron a él
después de casi llegar tarde
Porque eran ingenuos como dos niños enamorados, y, de hecho, eso eran.
Y habían perdido horas fingiendo que ensayaban para terminar viéndose el uno al otro.
—¿Ustedes dónde estaban? —les dijo ansioso al verlos.
—Lo siento, es mi culpa —dijo el pelinegro.
Suspiró. —Bien, como sea, Taehyung, tu atuendo está en el perchero ve a alistarte —le indicó a lo
que el castaño asintió.
Si esto fuera la escena de una película, definitivamente tendría el sonido de un capricho de violín de
fondo, acompañado de un reloj que perseguía a los infractores del tiempo.
Jungkook les deseó suerte con una sonrisa antes de dirigirse él mismo hacía el vestidor del exterior
para tomar su uniforme, debía estar listo y él sabía que si quería ver la obra completa no le daría
tiempo de cambiarse para la final.
Así que entró velozmente y comenzó a vestirse.
Pero por cada prenda que se quitaba, la pesadez de su cabeza se volvía más grande, no sabía que el
campo magnético se expandía por todo el pueblo.
Estaba usando su uniforme blanco con rayas azules que combinaban con sus calcetines altos, como
todo un atleta y encima se colocó la chaqueta de mezclilla que siempre cargaba con él.
Él no lo entendía, pero ese sabor a óxido en su boca provenía del momento en el que comenzó
desprenderse de su propia realidad.
Se sentó en la banca, mareado y negó con la cabeza cuando reconoció tener nuevas memorias. Su
último verano en Busan, su llegada a San francisco y el inicio de las grandes ligas aparecieron en su
cabeza. Estaba cambiando, pero no lo comprendía.
Simultáneamente, Seokjin caminaba por los pasillos de la escuela. Todo el día, ese sentimiento de
buscar a Sunny se había mantenido con él. Estaba muy paranoico, y nadie lo podía culpar.
Así que se movió a su casillero a dejar sus libros antes de ir al vestidor, pero no esperaba que al
abrirlo se cayera de este un sobre.
Se agachó a recogerlo y sonrió a medias cuando reconoció la letra que decía: "Para el cumpleañero.
-A.A. "
Lo abrió para hurgar en su contenido, y se encontró con varias fotografías.
La primera que era de él, su foto jugando béisbol, la misma que había visto en la caja de fotografías
de Agustus, y la segunda, una mucho más antigua de cuando era más joven, durmiendo entre la
grama del jardín que decía en la parte de abajo:
«Para que nunca olvides quién eres, quién fuiste y quién quieres llegar a ser.» Sonrió, luego notó
que tenía algo escrito en la parte de atrás:
«Pd: Puedes poner estas fotos junto con la que te robaste. :) » Apretó los ojos atrapado, no podía
negarlo.
Así que hizo exactamente eso, y pegó con cinta ambas fotografías a la parte interior de la puerta de
su casillero, justo donde había colocado la otra.
Allí también tenía una de Taehyung pequeño y una de su novia. Así que sumada a la foto de su
mejor amigo, y de él mismo joven, se podría decir que tenía todo lo que le importaba.
Seokjin no tenía idea de que su benevolencia hacia tambalear toda la historia.
Cerró la puerta del casillero y se encaminó a buscar a Sunhee antes de que terminara el atardecer,
pero supuso que la vería en el auditorio, así que caminó directo al vestidor para cambiarse y ver un
poco de la obra de los chicos.
Pero cuando entró, se encontró con Jungkook tosiendo y con el rostro rojo.
—¡Jungkook! —le dijo —, ¿Qué sucede?
—Algo no está bien, no, no, no está bien.
Quizá el problema de esto fue tratar a la nueva historia como una línea paralela.
El castaño le vio confundido y su rostro le hizo sentir a Jungkook como si sus rencores se borraran,
pero esa parte de él que lo odiaba, era la misma que lo había enviado aquí.
El viejo Seokjin alguna vez le dijo que odiaba las despedidas por teléfono, y cuando el joven le
puso la mano en el hombro descubrió la razón.
—¿Jeon? —dijo para hacerlo reaccionar.
—¿Dónde está el auto? —le preguntó cuando el circuito de las historias de su cerebro comenzó a
conectarse.
—En casa, ¿Por qué?
Jungkook negó con la cabeza; era hoy, y no podía permitirlo. Se levantó de la banca y corrió de
regreso al auditorio con Seokjin detrás de él.
—Oye, ¡Espera!
Cual títeres del destino, ambos en el mismo papel. Un segundo y una carretera cerrada; siempre
lamentando no llegar a tiempo.
Cuando entró exhaló fuerza. Min parecía alterado, pero Jungkook no se detuvo a preguntar, corrió
hacía Kim quién le vio desconcertado.
—Tienes que ayudarme —le dijo a Taehyung casi llorando—, todas mis memorias se están
mezclando.
—¿Qué, cómo lo sabes?
—Porque estoy seguro que uno de ustedes va a accidentarse hoy. Y no sé quién, pero es malo, muy
malo.
Taehyung se pasó la mano por el rostro cuando la discusión a su lado llamó su atención, ambos
voltearon a ver. Min le preguntó algo a su hermano y este le contestó igual de preocupado:
—La he buscado durante todo el día, no está aquí.
—Llama a su casa, tendría que haber estado aquí hace media hora —dijo Yoongi a Seokjin. —Hay
una cabina de teléfono en el estacionamiento, tiene que estar aquí pronto.
—¿Qué sucede? —le preguntó Jungkook a Taehyung.
—Sunhee no está por ningún lado, la necesitamos para empezar —le respondió preocupado—. La
hemos intentando localizar por una hora.
Ser un espectador puede hacerte sentir impotente, ante la vida y las decisiones de los otros.
Antes no existía una historia en donde Lee Sunhee fuera la protagonista de una obra escolar, ni
donde Kim Taehyung su pareja en el escenario; sin embargo, estos acontecimientos nunca se
interpondrían a aquellos que provenían de sus decisiones.
Jeon Jungkook no era más que el espectador de la vida de ellos cuatro, porque por mucho que
influyera, la historia no estaba atada a sus acciones sino a las de ellos.
Vio a Min darle unas monedas a Seokjin y luego al castaño correr lejos.
—Si ustedes tres están aquí, y alguien debe accidentarse por la nieve eso significa que... —se quedó
callado cuando Taehyung volteó a verlo.
—Sunhee —murmuraron ambos al mismo tiempo.
—No puedo dejar que eso pase —declaró Jungkook, ansioso por salir—. Tengo que asegurarme de
que llegue al aeropuerto.
—Jungkook—le pidió Kim tomándolo del brazo antes de que se fuera—, podría no ser real.
—Son mis recuerdos, todo está aquí. Si alguien no encaja en medio de todo esto somos ella y yo, si
algo le sucede...
—Te sucede a ti también —murmuró asustado. Jungkook asintió. —No dejes que Seokjin me siga.
—¿Por qué lo haría?
—Va a decirle que se marchará. Y él intentará alcanzarla, ha estado en mi cabeza todo el tiempo.
Él... —tragó saliva— podría morir.
—No lo entiendo, Jungkook. ¿Por qué de pronto te importa tanto Seokjin?
Respiraba agitado. Las memorias de él saliendo de compras en pijama con su padrastro, y de las
noches jugando béisbol eran parte de él. La bondad del joven Seokjin y el cariño del viejo le
estaban abriendo el pecho.
Si Seokjin cambiaba su forma de pensar, los errores que cometió con Jungkook tampoco existían.
—No lo sé, no tengo un recuerdo claro; pero no quiero que nada le suceda —dijo antes de soltarse
del agarre de Taehyung y correr hacia afuera del auditorio.
El castaño negó con la cabeza sin lograr entender lo que pasaba, y en el momento en el que este se
alejó, Seokjin regresó por el otro lado del escenario corriendo hacia ellos.
—¿¡La encontraste!? —dijo Min, poniéndose de pie al verlo llegar.
—No vendrá —le respondió recuperando el aliento—. Su vuelo sale en dos horas —dijo abatido.
—Hay trescientas personas allá afuera —dijo el pelinegro asustado. Todo se estaba yendo a la
mierda.
—Chicos —murmuró Jin—, lo siento, tengo que alcanzarla. Si me voy ahora podré verla antes de
que salga de la ciudad.
Taehyung negó con la cabeza. No podía ser, Jungkook tenía razón.
—No puedes irte, te necesitamos aquí —le dijo el menor acercándose a él.
—Taehyung, no dejaré que se vaya.
—Aunque no lo intentes, no servirá de nada. Lo mejor que puedes hacer es esperar, la encontrarás
en el futuro.
—¿Qué? —El castaño parpadeó completamente consternado.
—Todo esto de la vida y las cosas que debimos hacer. Seokjin, no deberías saberlo, pero si te vas
ahora, serás miserable los próximos treinta años.
—¿Cómo estás tan seguro de eso?
—Yo... te mentí. Y sé más de lo que debería saber sobre tu vida.
Seokjin negó más indignado que molesto.
Pero si el lunático del laboratorio dijo la verdad, eso significaba que Taehyung también sabía algo
sobre el futuro y los extraños experimentos, así que lo más inteligente que podía hacer era no
meterse con los problemas del tiempo.
Y funcionaba, porque a diferencia del gran cerebro de su hermano, la inteligencia de Seokjin
siempre estuvo ligada a sobrevivir.
—Vas a decirme toda la verdad después de que esto acabe. ¿Lo prometes?
El otro tragó pesadamente. —Lo prometo.
Seokjin resopló en contra de todos sus principios. Iba a arrepentirse de esto. —Bien, ¿Qué se
supone que tengo que hacer?
—Necesito reemplazar a Sunny —el pelinegro negó buscando una solución mientras los dos
hermanos le veían enloquecer, y cuando la encontró, les vio esperanzado. — Taehyung, ¿Qué talla
eres de vestido?
—¿Qué? —dijo confundido.
—Dale tu ropa a Jin.
—¿Qué pretendes?
—Tú Romeo —dijo viendo a Seokjin—. Tú Julieta —ahora hacia el castaño menor.
—No voy a hacer eso. —Taehyung se pasó la mano por el cabello preocupado.
—Yo tampoco.
—Son los papeles que querían, ¿O no? Sé que estuviste ayudando a Sunny a ensayar, conoces la
obra. Y Taehyung se sabe de memoria los diálogos de Julieta.
—Pero —intervino Jin—, somos hermanos. ¿Qué pasará en la última escena, vamos a cerrar el
círculo incestuoso de nuestra familia?
—Eso no tiene que ser un romance—. Yoongi negó con la cabeza—. Será una comedia.
—Se volvió loco, ¿Cierto? —le preguntó Jin a su hermano, el castaño asintió.
Agustus Min inhaló con fuerza. —Dame el libreto, tengo arreglos que hacer —le dijo a Taehyung
antes de presionar el botón de su bolígrafo.
...
A veces es preciso considerar las dimensiones del deseo y la responsabilidad que conlleva desear.
Todo humano es egoísta, es parte de la esencia misma anhelar para sí mismo ya sea un algo o
alguien; pero la capacidad de anteponerse a esos impulsos es la que nos mantiene a salvo.
Incluso desear una realidad diferente es un intento por protegerse de las cosas que nunca debieron
doler.
Jungkook siempre lo supo, y por irracional o incluso cómico que pudiera llegar a parecer, sus
intenciones siempre fueron las de buscar un camino diferente; pero ahora, no lograba contestarse a
sí mismo porqué había hecho todo esto.
Una parte de su egoísmo se había desprendido de él mientras olvidaba los motivos de su rencor.
El sol de la tarde que comenzó a esconderse le hizo saber que no le quedaba mucho tiempo, corrió
hacia la casa de huéspedes donde su madre se alojaba; pero las cortinas estaban cerradas, y aunque
tocó el timbre muchas veces nadie le respondió.
Algo estaba mal, lo sabía, lo sentía.
Buscó correr en sentido opuesto, hacia la casa de los Kim, el aeropuerto estaba muy lejos y él debía
asegurarse de que ella subiera a ese avión.
Quizá sus motivos eran distintos, pero sus acciones iguales a los de aquel cuyo propósito
redireccionó.
Llegó hasta el garaje de la casa, y entró por atrás. Las llaves del auto estaban puestas como siempre,
y él tembló un poco cuando abrió la puerta para sacarlo.
Jungkook ya no recordaba haber tenido intenciones de arruinar la cita de Seokjin y su madre, en su
lugar, solo recordaba haber vagado con el castaño por el bosque.
Recordaba ser rescatado, y ver esos ojos ámbar cuando despertó. Jeon Jungkook no supo porqué
acompañó a Taehyung ese día a la escuela, no encontró un motivo más allá de sus deseos puros en
su cabeza.
Lo acompañó porque no quería estar solo, y todo lo que hizo fue genuinamente porque de él nació.
Jungkook sabía que lo besaba porque su pecho temblaba cuando estaba con él, eso lo tenía claro,
pero de lo demás ya no estaba tan seguro.
Había muchos destinos, millones de realidades, y cada acción creando una nueva.
Si el pasado, el presente y el futuro coexisten, significa que todo ocurre en el mismo momento.
Por eso, el momento donde Lee Sun hee se despidió de sus tutores en el centro de la ciudad para
tomar un taxi, y el momento cuando Jeon Jungkook arrancó el motor del auto fueron el mismo.
Y estos dos, fueron simultáneos a Kim Taehyung entregando su traje a su hermano para que este
pudiera cambiarse.
Seokjin tenía náuseas, pero pensó que quizá solo se trataba de los nervios de salir al escenario.
Veía constantemente el reloj, tenía el tiempo demasiado exacto para salir de la obra para salir al
campo.
Dejó su uniforme doblado y comenzó a colocarse el traje de aspecto antiguo que se supone Romeo
debía utilizar.
Agustus Min le vio batallar un poco mientras se vestía, así que se acercó a él.
—¿Necesitas ayuda, cumpleañero? —le dijo con una sonrisa, en el fondo, sus deseos egoístas
estaban satisfechos de que el castaño estuviera allí con él.
Seokjin se burló un poco de sí mismo, con todo esto del partido hasta él mismo había olvidado que
era su cumpleaños.
Asintió. —Gracias por tu obsequio, por cierto.
—Neh, no es nada. Tengo que deshacerme de esas viejas fotos, y parece que te gustan más que a
mí.
El castaño titubeó.
—No sé cómo hacer esto —confesó viendo su corbatín.
Min se acercó a él para tomar ambos extremos de este buscando colocarlo correctamente. Levantó
la cabeza un par de segundos solo para notar que Seokjin le veía y que sus largas pestañas estaban
mojadas.
Había llorado mucho desde que habló con Sunhee por teléfono.
—¿Cómo te sientes? —le dijo porque no soportaba verlo así de mal.
Seokjin tragó saliva cuando las manos del menor se acercaron a su cuello.
—Son muchas cosas, no-no, yo no, no sé cómo explicarlo.
—Vamos, grandote. Si quieres que te ayude, tienes que intentar expresarte.
—Es que yo... —negó confundido, como si no pudiera hilar sus palabras.
—Tú puedes —dijo con delicadeza cuando ajustó los botones de su camisa—, un sentimiento a la
vez. ¿De acuerdo?
Seokjin suspiró, su suave voz aún tenía ese extraño efecto tranquilizante sobre él.
—Estoy preocupado por el juego y.… nervioso porque nunca había hecho algo como esto.
—Jin, eres el mejor jugador que conozco, y para mi mala suerte, también un gran actor. Estarás bien
—le dijo, atando la pañoleta por encima de su cuello para complementarla con su corbatín.
—Ella se fue... —murmuró con los ojos cristalizados—. Y yo soy una mierda por sentirme así.
—¿Qué sucede contigo? No digas eso, es normal estar triste, y está bien.
—No... —le dijo con total sinceridad— no estoy triste, estoy confundido.
—¿Por qué?
—Si no hubiera sido un imbécil antes no habría conocido a Sunhee, y ahora no está. Yo no la
merezco, pero siento que la necesito. Quiero que se quede conmigo, tener una maldita casa de
campo con ella y.… un montón de estúpidos niños.
—Escucha... —le quitó la mirada de encima porque le quemaba lo que sabía.
—Pero me confundo, porque otra aparte de mí...—Min intentó intervenir, pero Seokjin no lo dejó
hablar, llevó con su mano el mentón del chico para hacer que lo viera— quisiera saber cómo sería
todo si no me hubiera equivocado —sonrió cansado al tenerlo cerca y notar que el chico olía a
suave jazmín.
—¿Equivocado con qué?
—Contigo.
Nadie tiene porqué ser una opción, cuando amas a alguien, lo eliges sin dudarlo. Jin lo entendía, por
eso estaba convencido de que no merecía a ninguno de los dos.
Lo que sea que se hubiera quebrado dentro del alma de Kim Seokjin estaba lleno de sentimientos
que April podía ver en cámara lenta. Porque, aunque el castaño no le perteneciera, en él estaba el
motivo de todas sus canciones y el dueño de sus lágrimas.
Taehyung se acercó en silencio desde la otra parte del escenario y se detuvo curioso al verlos así de
cerca.
Agustus sonrió a medias porque sus heridas habían comenzado a sanar, ahora era incapaz de
aprovecharse de la vulnerabilidad de Seokjin, y unos centímetros serían suficientes para crear otra
línea de tiempo.
Acercó su cuerpo a él por unos instantes en los que deseó saber si su corazón se aceleraría al tocarlo
cuando le acomodó la solapa del saco.
—Quizás en otra historia... —le dijo tocando su pecho— pudimos ser los protagonistas.
Sonrió, cuando en contra de sus deseos se alejó de él. Agustus siempre tuvo más autocontrol que
cualquiera de los otros.
Se dio la vuelta, pero se detuvo al ver a Taehyung de pie frente a ellos. El chico carraspeó y le
sonrió.
—¿Me ayudan con el vestido? —dijo con pena, a lo que Agustus asintió y Seokjin no pudo evitar
esconderse de la mirada del menor.
Estaban a poco tiempo de empezar, y aún faltaba arreglar el cabello de Taehyung y su maquillaje.
Min se colocó detrás de él al tirar de los listones del corsé para ajustarlos a la silueta de Taehyung
quien cerró los ojos cuando le apretó el cuerpo. Afortunadamente era un chico alto, porque de otra
forma al no ponerse los tacones habría arrastrado más el vestido.
Exhaló con nerviosismo cuando el pelinegro le indicó que debía sentarse frente a uno de los espejos
con luces y quitarse los anteojos.
De una forma casi experta, Agustus tomó una brocha delgada y una sombra oscura para poder
delinear ligeramente los ojos del castaño haciendo que lucieran un poco más grandes de lo que eran.
Colocó crema en su piel antes de llenarla con un rubor de tono rosa ligero, adecuado para su piel
naturalmente bronceada y peinó con precisión sus cejas.
Finalmente, puso en sus labios un brillo de tono rojizo que contrastaba con su peculiar sonrisa.
Buscó entre su inventario de pelucas una que se acoplara al tono del chico, y la sujetó a su cabello
usando unos clips, fijador y un pañuelo.
—Ya está —le dijo cuando logró completar su transformación—. No te muevas mucho, yo iré a ver
si los otros actores ya están listos.
El pelinegro estaba muy atareado, tanto que en cuestión de segundos ya se había alejado de
Taehyung. Este suspiró y se vio al espejo, no se veía mal, pero sin duda no era la forma en la que
creyó terminaría este día.
—Oye, bonita —escuchó una voz detrás de él—. No sé si decirte esto, pero tengo un hermano muy
parecido a ti.
Volteó a ver, Seokjin le sonrió.
—No me molestes, en serio, no estoy en mi mejor momento —dijo al mayor.
—No, no. Solo bromeaba, de hecho, luces mejor de lo que esperaba.
—Gracias...
Seokjin extendió su mano hacia él.
—¿Quieres ayuda para caminar? Digo, nunca he usado un vestido, pero debe ser difícil usar uno así
de largo y ajustado.
—No puedo respirar —bromeó. Taehyung asintió y la tomó, porque aún con su calzado deportivo
sus piernas se enredaban en las capas de la tela.
Cuando se puso de pie, Seokjin entrelazó su brazo con el suyo, y a su vez, sujetó un extremo del
vestido para levantarlo un poco y evitar que se le dificultara caminar.
Juntos, avanzaron hacia la parte de atrás del telón, en donde el escenario se escondía. Afuera había
muchas personas esperando porque comenzara la obra, era la primera vez en mucho tiempo que ese
auditorio volvía a ser usado, y ambos estaban nerviosos.
—Tae... —le llamó—. ¿Dónde está Jungkook?
—No lo sé —respondió con preocupación—. Espero que regrese a tiempo para verme actuar.
Seokjin sintió temblar a su hermano pequeño y pensó que era buen momento para hacer algo que
nunca creyó que haría.
—¿Sabes? Hace algún tiempo que tú y yo no hablamos.
—¿A qué viene eso?
—Oh... nada. Es sólo que con todo esto de la universidad pensé que en un par de meses ya no te
veré tanto como antes.
Taehyung rio.
—¿Vas a extrañarme?
—Por supuesto, te conozco desde que mamá entró contigo por la puerta. Y llámame sentimental
pero después de tenerte tantos años en la habitación de al lado... será difícil acostumbrarme a estar
sin ti.
Al Kim menor se le formó un nudo en la garganta.
—Fui tu primer amigo a la fuerza, ¿Eh?
—Algo así... pero no es eso de lo que quiero hablar contigo.
—¿Entonces de qué?
—Pues, no sé si papá ya tuvo esta conversación contigo, pero cuando una abeja y una flor se aman
mucho... O bueno, una abeja y otra abeja o...
Negó con la cabeza. —¿Qué?
Seokjin suspiró porque no tenía ni idea de cómo hacer esto. Así que dejó de intentar elegir las
palabras correctas y comenzó a hablar con lo que le salía del pecho.
—¿Recuerdas cuando tuve mi primer beso? —Taehyung asintió sin entenderlo—. Estaba asustado,
y... ¡Emocionado! Corrí a casa a contartelo, nos encerramos en el ático porque no quería que nadie
nos escuchara, fuiste el primero en saberlo.
—Sí, tenías como doce años —dijo cuando esas memorias le abrazaron—, creíste que mamá te
castigaría o algo así. Me hiciste jurar que no diría nada.
—Estás olvidando algo —dijo con temor.
—¿Qué cosa?
—También juraste que... yo sería el primero en saber cuando dieras el tuyo.
—No sé por qué de pronto te interesa, hace años que me ignoras.
—Me convertí en un idiota, lo reconozco, pero... eso no cambia el hecho de que rompiste tu
promesa.
—Jin...
—¿O vas a decirme que mi encantador hermanito no ha besado a nadie?
El menor titubeó nervioso.
—Yo... no sé qué esperas que te diga.
—No intento presionarte, pero quiero que sepas, que estoy aquí si quieres contarme.
Taehyung respiró profundamente, sin saber qué sucedía. Su pulso se había acelerado, tenía miedo,
pero quizá podía permitirse ser sincero. Además, conocía tan bien a su hermano que estaba seguro
de que, si era capaz de preguntarle eso de frente, él... ya lo sabía.
—Pues...—no tenía sentido seguir negándolo, después de todo sin importar lo que pasara, Taehyung
estaba cansando de ocultar lo que era— resulta que hay alguien que me gusta y... —sonrió apenado
— creo que yo también... le gusto.
—Eso es muy tierno —dijo casi incrédulo de que le confiara eso a él—. Pero no deberías dudar,
eres un Kim, conquistarías a una roca si quisieras —le dio un pequeño empujón.
—Es bueno saber que piensas eso —dijo en voz baja.
—Y la... persona que te gusta, ¿Cómo es?
—Diferente. Es diferente a cualquiera que haya conocido, es inteligente, también algo extraño
cuando habla, pero muy cuidadoso con todo lo demás.
Tragó saliva. —Te gusta alguien diferente. Porque... ¿Eres diferente, cierto? —Seokjin le vio de
reojo como temiendo que lo rechazara.
—Sí, lo soy —contestó con total seguridad, lleno de esa valentía que le caracterizaba aún si sentía
sus manos sudar.
Esperaba cualquier reacción, pero no que Seokjin negara con una sonrisa.
—En realidad, no esperaba menos de ti. Siempre has sido alguien peculiar.
—¿Si entiendes lo que trato de decirte, cierto?
Le dio un leve golpe en la cabeza sonriendo. —Oye, niño. No soy tan idiota como parezco, ¿Sí?
—Lo siento, no soy bueno para estas cosas.
—Tampoco yo, me están temblando las piernas.
Había algo que no cambiaba en ninguna línea temporal, y era el amor que los hermanos Kim tenían
el uno por el otro.
Taehyung se pasó la mano por la parte de atrás del cuello.
—Mi primer beso fue en el bosque —le confesó con un poco de gracia, intentando no faltar a su
palabra— y fue por accidente. En realidad... nunca se lo dije a nadie.
—¿Entonces sí soy el primero?
—Sí, así que estamos a mano. Fue muy extraño para mí, no lo había sentido antes.
—Descuida, la vida es extraña, y creo que estás viviendo tu primer amor así que disfrútalo, si tienes
suerte, también podría ser el único.
—¿Qué tal el tuyo? —dijo acusador.
—¿Mi primer amor? Oh, señor. Lo dejé muy lejos de aquí, así que prefiero no hablar de eso.
—Al menos ahora sabemos que no somos tan insensibles como pensábamos.
Seokjin no pudo evitar respirar profundamente. —Y tú... ¿Crees que esa persona te quiere?
—Me quiere —murmuró apenas.
Su hermano estaba enamorado, lo sabía. Lo supo cuando su egoísmo fue incapaz de sobreponerse
ante el brillo de los ojos del muchacho, cuando aún con todos sus perjuicios, esa parte de él en la
que su bondad se escondía le llenó el pecho con un sentimiento parecido al orgullo, al entender que
aquel pequeño al que había acompañado por tantos años ya no lo necesitaba porque había
encontrado a alguien que lo amaba.
Su hermanito era más valiente de lo que él alguna vez pudo ser.
—Taehyung —dijo con suave voz—, y eso... ¿Te hace feliz?
—Sí. Pero —tartamudeó—, no sé si sea correcto. No quiero decepcionar a nadie.
—¿A quién podrías decepcionar?
—A mamá, papá...
—No voy a mentirte, tendrás que ser muy fuerte, las personas son crueles. Y este camino... no será
nada fácil.
—Jin... —musitó cuando su voz casi se perdió— lamento haberte decepcionado a ti.
Seokjin creía firmemente en que su hermano tenía el alma más pura de todas.
Necesitaba encontrar las palabras adecuadas mientras le veía a su lado con la cabeza gacha. Le
colocó la mano en la espalda y le regaló la más cálida de sus sonrisas mientras sus ojos se llenaron
de lágrimas.
—Mírame —le llamó, quería evitar llorar, pero aún así lo hizo—. Quiero que sepas que no hay nada
en este mundo que haga que me decepciones. Eres mi hermano. ¿Lo entiendes, Taehyung?
—¿Qué? —dijo desconcertado con el rostro rojo.
—Yo te quiero, eres más que mi sangre; y ni la sociedad, ni un montón de reglas absurdas harán
que deje de hacerlo. Por mi parte, eres libre de amar a quien quieras.
Taehyung se lanzó a abrazarlo, recargando su frente sobre el hombro del mayor.
Seokjin le rodeó con sus brazos, alguna vez, su hermano lució tan frágil a su lado y ahora incluso le
superaba en altura.
Un leve susurro hizo que se le erizara la piel cuando contra su oído le escuchó decir:
—...Gracias.
Taehyung tenía un nuevo héroe, y él podía retirarse. Sí, su hermanito estaba enamorado, lo supo por
la forma en la que sonreía.
Las luces del exterior se encendieron acompañadas de una oleada de aplausos, el show estaba por
comenzar.
Min llegó corriendo detrás de ellos.
—¡Chicos! ¿Están listos para comenzar?
Ambos se recompusieron. Después de todo, si algo caracterizaba a los Kim era esa capacidad de
sobresalir en todo lo que hacían.
Asintieron dándole la pauta al otro para comenzar. Y así, con sus manos entrelazadas, en medio de
un amor filial que nunca antes se esforzaron por rescatar rompieron aún más la línea del destino.
Jungkook conducía a gran velocidad. El aeropuerto estaba en la ciudad vecina, y él necesitaba
asegurarse de que su madre se marchara ilesa.
Su existencia completa dependía de ese momento.
Pero sus manos comenzaron a sentirse rígidas mientras las memorias en su cabeza se revolvían
golpeándole cada vez que Taehyung se movía sobre el escenario.
En medio de ellas, se encontró viendo a Seokjin echar a su novio por ser un cretino con él, se
encontró a sí mismo charlando afuera de la nueva casa y comiendo palomitas de maíz mientras
veían una película de terror y criticaban a los actores.
Jungkook negó con la cabeza sin entenderlo; quería odiarlo, pero de pronto ya no tenía motivo para
hacerlo.
Pensó en la boda, pensó en lo que dijo, pero se preguntó a sí mismo "¿Qué fue lo que dijo?" cuando
no pudo encontrar el recuerdo en su memoria.
Pensó que Seokjin fue quien le enseñó a andar en bicicleta en una tarde de julio y por alguna razón,
la versión de cómo se había reencontrado con su madre se volvió diferente al igual que su vida
entera.
Las luces de la carretera comenzaron a cegarlo cuando se mareó y entendió la forma en la que se
había adherido a esta realidad. La forma en la que estaba atrapado.
En el cruce de la carretera, su cuerpo entero se llenó de dolor cuando sus piernas se tensaron. Él no
lo sabía, pero había comenzado la tercera escena de la obra de teatro. Y el público se reía por lo
ridículos que se veían los hermanos Kim declarándose su amor el uno al otro.
Aún así, estaban riendo con una comunión que antes no existía. Y es que quizá, si el Seokjin joven
se redimía, el viejo tendría más puntos a su favor. Incluso los compañeros del equipo les vieron y
aplaudieron cuando comenzó a cantar.
Jungkook tenía ambas manos en el volante e intentó con todas sus fuerzas que sus recuerdos no se
mezclaran para preguntarle a su padrastro qué era eso tan malo que le pasó a su hermano.
Cuando el último acto llegó, en lugar de inclinarse a besar a Julieta en la boca, Romeo le dio un
beso en la frente y Jungkook perdió una gran parte de sus vivencias.
Frente a él, un camión intentó cruzar la avenida sin mucho éxito, era casi un hecho que chocaría
contra los árboles.
Jungkook aún estaba lo suficientemente lejos como para detenerse, pero sus manos no fueron
capaces de mover el volante. Y los frenos, aunque hizo el intento presionandolos, no cedieron.
—Lo salvé —murmuró cuando la última de sus nuevas memorias apareció.
Justo después el gran estruendo resonó por todo el lugar. Fueron segundos en los que el furgón del
camión derrapó sobre el asfalto chocando contra los árboles.
Y el auto, diminuto en comparación, contra este, en un impacto que hizo que todos los vidrios del
vehículo se quebraran cuando sus neumáticos lisos arrastraron la nieve de las orillas de la carretera.
Simultáneo a los aplausos que Kim Taehyung recibió cuando el pecho le dolió.
Había sido todo un éxito y aún así no podía creer que todo había salido bien.
Seokjin no tenía mucho tiempo, aún no comenzaba a nevar de nuevo y tenía un partido que ganar,
recibió un poco de su gloria como actor y corrió hacia el vestidor para cambiarse de ropa.
Esta era la primera vez que tenía una oportunidad como esta.
Dejó su disfraz de lado para colocarse su uniforme de béisbol, era el momento que había esperado
por mucho tiempo y en muchas realidades.
Taehyung le vio salir del auditorio mientras él terminaba de agradecer a algunas personas del
público que se acercaron a felicitarlos antes de moverse tras bambalinas para quitarse el vestido.
Con dificultad, deshizo el nudo del corsé antes de quitarse la peluca y limpiarse el labial con la
manga de su atuendo.
Agustus se acercó a él, ajeno a la expresión de pronto sombría que el castaño tenía.
—¡Fue excelente! —dijo animado—. ¡La reclutadora dijo que tendré noticias pronto!
—¡Es increíble!
—Lo sé... —murmuró con cierta alegría—. ¿Dónde está Jin?
Kim agitó la cabeza. —El partido, ¡Seokjin tiene que ganar! —dijo alertando al otro.
Podían regresar a limpiar más tarde. Min ayudó a Taehyung a terminar de quitarse su traje para
vestirse correctamente y luego salieron de la escuela para correr hacia el campo. Le habían retirado
la nieve y ahora el equipo rival estaba abajo por dos carreras.
Seokjin corría tan majestuosamente como nunca antes, y la afición le gritaba. Sin duda alguna, era
el tipo de persona que a pesar de cualquier presagio encontraría la forma de brillar.
Al accidentarse, le tomó meses ponerse de pie de nuevo. Y su depresión después del funeral de su
hermano solo lograron hundirlo aún más en sus adicciones. Kim Seokjin, a sus treinta años deseó
como nadie dejar de respirar; pero se levantó, trabajó duro por volver a la universidad siendo un
viejo y luchó por dejar de beber para hacer algo con su patética vida.
Seokjin encontraría el camino de una u otra forma de regreso a ella.
Todos veían el juego animados, incluyendo a Taehyung, quién se distrajo por un momento cuando
el sonido de las ambulancias en la calle fue un poco más fuerte que el de la afición.
Quizá era el destino o esa curiosidad que le impulsaba a hacer cosas que no debía; pero se alejó de
la valla del campo para caminar hacia la acera de afuera del estacionamiento.
Veía personas que negaban y hablaban entre ellas en medio de la calle.
—Taehyung, ¿A dónde vas? —le dijo Min con intenciones de que regresara a ver el partido.
—Algo no está bien —le dijo caminando hasta unos hombres mayores que comentaban.
—¡Taehyung, espera!
El castaño tocó el hombro a uno de ellos viendo los autos haciendo fila. —¿Qué sucedió? —dijo
desconcertado.
—Un accidente en la carretera —respondió el hombre—. El clima nunca es amable con los autos
viejos.
—¿En dónde exactamente?
El otro pareció dudar ante su insistencia.
—La avenida principal, saliendo casi del pueblo.
—¿Hace cuánto? —preguntó Min, él sabía qué era lo que Taehyung pensaba.
—Quince minutos.
El castaño volteó a ver a Yoongi.
—Taehyung no... —dijo preocupado intentando detenerlo.
—Tengo que irme.
Los latidos de su corazón se aceleraron, la fila de autos se extendía por toda la carretera y
continuaba por kilómetros. Le dolía el pecho, y estaba demasiado mareado, pero no podía detenerse.
Él tenía un mal presentimiento.
Así que comenzó a correr en la carretera en donde se topó con un grupo de personas que veían a la
distancia con gran curiosidad mientras se lamentaban.
La nieve se hizo presente cuando los copos de esta comenzaron a golpearle el rostro con rudeza.
Jadeó, tomaba aire por la boca mientras las luces de los autos le alumbraban la espalda y sus pies se
sentían mojados cuando la nieve atravesó la tela de sus tenis blancos.
Taehyung sabía que muchas cosas estaban mal. Su instinto le dijo que debía avanzar sin detenerse.
¿Y el destino? Ese hipócrita contempló con recelo la forma en la que levantaba la escarcha con sus
pies cuando sus mejillas se tornaron rojas por el frío y el sudor descendiendo por su frente.
Correr como si no existiese un mañana, y luchar contra ese deseo de desfallecer.
Correr hasta que sus pulmones dolieran por el aire frío que sentía le acuchillaba cuando entraba en
él.
Correr intentando alcanzar el tiempo, o en su caso particular, correr como si tuviera un mañana.
Si había un final, Taehyung no quería que fuera este, se negaban a aceptarlo. Y como el ángel que
era, los kilómetros en la carretera no fueron nada para él quien deseaba poder volar.
Llegó hasta donde había mucha gente reunida. Los guardabosques y la policía intentaban alejar a
los curiosos mientras cerraban el lugar.
Taehyung apenas alzó la vista cuando dejó escapar un poco de su aliento, cuyo vaho caliente fue
visible por las luces de las ambulancias.
Había un camión atravesado a mitad del camino, y bajo este, el auto de su familia casi aplastado.
Negó con la cabeza sin poder ver bien; el chófer del camión estaba siendo atendido por los
paramédicos, estaba consciente mientras le limpiaban la herida de la frente.
Se acercó un poco más; era de noche, pero la luz de la calle le permitió ver la sangre que goteaba
sobre la nieve y que provenía del asiento del piloto del auto. Una nueva unidad de paramédicos
llegó del otro lado de la calle, estos se bajaron velozmente cargando su equipo hasta el auto donde
abrieron la puerta.
El primero se acercó, introduciéndose a la cabina.
—¡Tiene pulso! Hay que trasladarlo —gritó haciendo que los otros paramédicos se alarmaran—.
¡Una camilla, pronto! ¡Hemorragia externa en la pierna derecha!
Cuando era un niño, Taehyung siempre creyó que amar a alguien era la cosa más estúpida que podía
hacer. Porque amar a alguien significaba dejar que todo tu ser se entregara devotamente a otra
persona, era darle el control para destruirlo.
Y en muchos aspectos, Taehyung no se equivocaba, solo que ahora, entendía que ese control que
creyó existía, no estaba ni en sus manos ni en las del otro. Porque como humanos, somos
insignificantes ante la realidad. Así que sentir amor por lo vano era estar condicionado a sufrir.
Lo supo cuando entre dos paramédicos arrastraron a Jungkook fuera del auto, con sumo cuidado
mientras luchaban por mantenerlo respirando.
La chaqueta que trajo con él del futuro, esa que cuidaba con su vida, estaba totalmente manchada de
sangre que no sabían de dónde provenía, al igual que su rostro debido al impacto.
Kim Taehyung no pudo soportarlo más y avanzó los metros que le hacían falta empujando a las
personas para llegar hasta donde el cordón policial estaba. Intentó atravesarlo, pero uno de los
oficiales lo detuvo.
—Perímetro cerrado, atrás —le dijo con fuerza.
—Por favor —sollozó— tengo que ayudarlo.
—¡Atrás, no puedes pasar de aquí! —dijo el oficial deteniendo a Taehyung quien luchó por
avanzar.
—¡Usted no lo entiende! —gritó desesperado, no estaba llorando. Fue su garganta, su voz rasgada
la que despertó lástima entre las personas de alrededor quienes le vieron con pena.
Jungkook era su gran amor, y aún así, tuvo que mentir para acercarse.
—¡Es mi hermano! —gritó sin saber que en alguna realidad ya lo había dicho—. ¡Déjeme pasar, se
lo suplico, es mi maldito hermano!
El oficial que lo retenía le soltó y el castaño casi se cae por su falta de estabilidad; avanzó un poco
hasta donde los paramédicos intentaban contener la herida a Jungkook.
Ya le habían hecho un torniquete, y entre tres personas levantaron al chico después de ponerlo sobre
la camilla para trasladarlo.
Kim aún tenía un poco de maquillaje en los ojos que se corrió cuando una lágrima se escapó de él y
su cuerpo se paralizó sin poder saber qué hacer.
Caminó hasta la ambulancia cuando la nieve que caía comenzó a intensificarse.
Había demasiado revuelo y fue apenas capaz de llegar hasta el vehículo. Una persona podía ir con
Jungkook en la ambulancia, pero estaba bastante mal según los médicos por el shock en el que
había entrado.
Las personas de la estación vieron a Taehyung, no se inmutaron cuando se subió en la parte trasera,
él sabía que hacer, pero estaba demasiado asustado. Así que solo cerró las puertas de la ambulancia
por dentro mientras veía a los otros dos bomberos intentar mantener estable a Jungkook.
Su padre solía decirle que cuando llegara el momento, él también acompañaría al amor de su vida al
hospital. Que tenía que crecer y ser un hombre fuerte para que cuando su esposa lo necesitara él
estuviera allí, a su lado para tomarle la mano y decirle que no la dejaría.
Papá le dijo que cuando fuese a convertirse en padre, tenía que subir a la ambulancia y sonreírle a
su esposa. Pero Jungkook no era una mujer, y sus manos estaban llenas de sangre.
Jungkook estaba desmayado, los paramédicos utilizaron una compresa para intentar limpiarle el
rostro en busca de otra herida en este o en su cabeza.
Pero el chico no había impactado contra el vidrio, parecía haberse movido del lugar antes de que
algún vidrio le atravesará. Tenía algunas cortadas en los brazos, pero sin duda, la más crítica en la
pierna.
En un pueblo tan pequeño, llegar al hospital fue cuestión de minutos en los que el aliento de
Taehyung parecía desvanecer.
Los médicos de urgencias se movieron veloces cuando la ambulancia aparcó en la entrada del
hospital y abrieron las puertas desde afuera para ayudar a la unidad de auxilio a bajar a Jungkook.
Taehyung bajó consternado, temblando al ver a todos actuar tan fríamente en sus labores.
Y es que, él jamás lo entendió porque nunca le había importado nadie realmente. Pero allí, cuando
la camilla con Jungkook en ella fue empujada más allá de la unidad intensiva de emergencias, supo
lo era la impotencia.
Tenía miedo de que descubrieran que Jungkook era diferente, y que no supieran cómo controlarlo.
Porque si el mundo se enterase de quién era el pelinegro, estaba seguro que querrían hacerle daño
para conocer cómo es que un viajero del tiempo terminó varado en su pequeño pueblo.
Pero ellos no sabían nada, pues para Kim, existía algo que le hacía más especial a Jungkook que
venir del futuro. Más allá de la electricidad de su cuerpo, de su realidad cambiante o de esa
capacidad que tenía para resistir como ningún otro humano antes.
Jeon Jungkook era único por la forma en la que pensaba y por las cosas que le hizo sentir.
No, nadie nunca lo entendería, pero Jungkook era especial porque era el amor de su vida.
Una vida que nunca debió tener, y que ahora no sabía cómo sobrellevar.
Kilómetros al norte de allí, en una escuela que no tenía mucho presupuesto, el sonido del bate que
golpeó la pelota en una jugada ganadora resonó por todo el lugar causando que las personas se
levantaran emocionadas.
El reclutador universitario se puso de pie para aplaudir cuando el equipo local de la preparatoria del
Condado Mariposa se coronó como el campeón de la temporada gracias a su capitán del equipo,
Kim Seokjin.
Quién lleno de gloria, fue envuelto por sus compañeros a pesar del mal clima habían logrado vencer
a sus últimos rivales.
Seokjin volteó a ver hacia las escaleras feliz solo para notar que Agustus Min se acercó a los
señores Kim para decirles algo que no alcanzó a escuchar.
Vio a su madre taparse la boca con ambas manos y voltear a ver a su padre quien se pasó la mano
por el cabello y negó un par de veces.
Los vio comenzar a bajar las escaleras siguiendo a Min para salir de la tribuna del campo.
El chico parpadeó confundido cuando el pecho le dolió, esa corazonada que siempre tenía cuando
algo no estaba bien. Así que se alejó de sus compañeros en un intento de seguir a su familia.
—¡April! —gritó cuando les vio en el estacionamiento para que lo esperaran.
El pelinegro volteó a verlo, Seokjin corrió cuando sintió como su cabeza se volvió más pesada.
—Jinnie... —dijo al verlo, y fue testigo del momento exacto en el que Kim perdió la estabilidad
cayendo al suelo inconsciente—. ¡Jin! —gritó al verlo desfallecer causando que los padres del chico
se alarmaran.
Corrió para levantarlo, pero, como con un hilo invisible a todos aquellos conscientes de estar en una
nueva realidad, Agustus apretó los ojos cuando él también se desmayó al tocar al muchacho
cayendo a su lado.
En medio de la fría acera, eran incapaces de saber lo que sucedía ni de la manera casi obscena el la
que el universo perdió el control de todo.
Ni de Kim Taehyung entrando por la puerta del hospital con la sensación de la hiel en su boca y ese
mareo constante que experimentaron todos excepto él durante todo este tiempo.
Caminó con pasos lentos por el pasillo mientras los enfermeros le vieron con desconcierto. Su
destino se evaporaba, y su cuerpo no podría aguantar por mucho tiempo.
Estaba mareado, más que eso aturdido. Taehyung, asfixiado, se arrodilló como queriendo pedir
perdón y se puso la mano en el pecho alzando la vista, luchando contra las fuerzas del destino.
Entonces colapsó frente a todos cuando no pudo soportarlo más en la entrada, siendo esta, a
diferencia de los demás, la primera vez que él se desmayaba.
Kim Taehyung supo cómo se sentía perder una parte de su propio destino.
Cinco de cinco destinos, finalmente alterados.
CAPITULO 21
21.

Ser un desertor no es algo de lo que alguien pueda enorgullecerse, menos cuando se trata de dejar el
ejército.
Los años que pasaron y el entrenamiento al que fue sometido eran cosas que quería dejar atrás por
muchas razones, y la principal, es que había abandonado la base sin autorización alguna.
Ser parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos durante el inicio de la década de los años dosmil
no era algo que te hiciera apostar por seguridad.
El conflicto en medio oriente se había extendido de tal forma desde septiembre once del año
anterior, que Agustus Min, no tenía ninguna intención de morir como cualquier otro soldado en
plena línea de fuego.
Así que terminó vagando por las calles de Nueva york en medio del invierno, sin dinero y sin tener
idea de a donde ir después de fugarse. Estaba demás decir que nunca terminó la universidad y que
su culpabilidad le hizo tomar la salida que su padre le planteó por años.
Es que, ni siquiera estaba del todo cuerdo pero la moña negra colocada en una de las casas vecinas y
la esquela con fotografía en la entrada de la escuela le hicieron sentir culpable, así que quedarse en
el condado dejó de ser una opción para él.
Tal vez marcharse fue su forma de castigarse a sí mismo, o una cobarde salida. Sin importar la
respuesta, eso no cambiaba el hecho de que ya habían pasado muchos años desde que dejó su
pueblo, y ahora, no tenía un lugar a donde ir.
Así era en la segunda línea, y todas las que le siguen.
Estaba oscureciendo, preocupado, se sentó en las escaleras de uno de los tantos edificios viejos de la
ciudad mientras pensaba en qué hacer; pero no esperaba que su espalda se empapara por completo
de un momento a otro.
—¡Como lo siento! —dijo una mujer detrás de él desde la puerta de su casa, pues había lanzado un
gran balde con agua para limpiar la entrada.
Yoongi se puso de pie y volteó a verla molesto. Pero la expresión de pena en ella disipó su enojo.
—No, no. No importa —dijo viéndola de pies a cabeza. Tenía un mandil a cuadros roto, y su
cabello de tono rojizo hacía lucir más pálido su rostro lleno de pecas.
—No puede ser... lo lamento. ¡No quise arruinar su ropa!
—No es nada, sé que no fue intencional. Además, no es como si esta ropa vieja valiera algo —dijo
con una sonrisa casi lastimera dispuesto a marcharse.
—Espere —le llamó ella viéndolo atenta, notando la bandera bordada en su maleta y sus botas
militares —. Puede pasar a limpiarse, si quiere.
—No. No hace falta.
—Le daré ropa seca —hablaba con mucha seguridad—. Además, es muy tarde, lloverá pronto.
El pelinegro vaciló por unos segundos, él no tenía un lugar a donde ir y todo lo que tenía en su
maleta era ropa sucia. Esta era la oportunidad perfecta para no tener que dormir en la calle.
—Voy a aceptarlo, pero solamente porque hace mucho frío aquí afuera —le dijo siguiendo a la
mujer hacia adentro.
La casa tenía varios niveles, como un mini edificio de apartamentos común de Nueva York. Ella
abrió la puerta del primer apartamento y le dejó entrar con pena. Sus últimos inquilinos habían
dejado muy mal la entrada y por eso ella se había dado a la labor de limpiarla.
Observó por un segundo al otro, sus botas y su bolsa eran cosas que ella conocía perfectamente
bien, por eso le inspiró confianza, eran iguales a las de su esposo.
—Disculpe mi imprudencia, pero tengo que preguntar... ¿No debería estar en servicio?
Se tensó. —¿Como sabe eso?
—Mi esposo, Dominic, se fue hace un par de días, lo eligieron para el despliegue de fuerzas —dijo
mientras se disponía a buscar ropa para él.
—Yo también debí hacerlo —confesó—. Pero no pude, así que técnicamente, soy un fugitivo, y.…
—él bajó la cabeza apenado— vagabundo también al parecer.
Pensó que lo juzgaría, pero le sonrió y a él sorprendió la reacción tan pacífica que tuvo.
Ella nunca lo diría en voz alta pero su esposo siempre puso a su país antes que, a su familia, en el
fondo su ausencia no le calaba tanto como se supone debería y ver un desertor le hizo gracia por un
segundo.
—Parece que... usted es alguien con muchos problemas —le dijo mientras le entregaba un juego de
ropa que había tomado del clóset acompañado de una toalla—. Puede cambiarse por allá —le indicó
señalando un pequeño cuarto detrás de él.
Asintió y se movió hasta este, al entrar notó un par de maniquíes y un mantel a medio bordar en una
vieja máquina que le llenó de nostalgia, al pensar que el hilo estaba mal colocado y que en esa tela
sería imposible coser con ese número de aguja.
Se secó con la toalla y se vistió con lentitud, pensando en lo mal costurera que debía ser ella. Pero
no lo diría, no quería ser malagradecido, nadie había sido amable con él en años.
Cuando salió de la habitación, encontró que la mujer había servido dos tazas de café y se movía por
la cocina tranquilamente.
—Lamento las molestias, pero yo... —dijo regresando a la cocina— no escuché su nombre.
Ella le sonrió. —Serenity Heart —respondió extendiéndo su brazo para invitarlo a sentarse.
—April Min, es un placer.
Un romance complejo, para alguien complejo.
20 Días antes de.
Si no hay tiempo, ni espacio; cuando no existe, creo que eso es la nada. Un vacío infinito en el que
la consciencia y los atares físicos no son reales.
Quizás lo que Jeon Jungkook experimentó después de desmayarse fue exactamente eso, la nada.
Estar en contacto con múltiples versiones de su realidad le hizo colapsar de una forma que no había
conocido antes.
Jeon era ajeno a las personas a su alrededor en el hospital; ignorante ante la destreza de los médicos
que le inmovilizaron una pierna para poder salvarla, y a la piel morada de su rostro que era
iluminada por la fuerte luz de la sala de operaciones.
Fueron varias horas de trabajo, y días de incertidumbre hasta que finalmente lo trasladaron a otra
habitación. Hubo algo de desconcierto entre los médicos por la forma en la que una de las heridas
en sus muslos parecía cicatrizar demasiado rápido.
Pero Jungkook no tenía idea de nada. Lo que fueron días, fue una vida entera para él, ese camino a
través de la nada se convirtió en algo cuando su mente se esforzó por organizar sus memorias de
una forma lógica en el espacio y tiempo.
La vida entera es incierta, y Jungkook nunca lo entendió, pero su existencia se reprodujo una y otra
vez, de a pequeños instantes.
Era momento de decir que los cambios que hizo causó que cayera en un bucle; pero no siempre fue
así, sino que este apareció sin que lo notara cuando el catalizador de su historia empezó a
cuestionarse su rumbo.
El efecto mariposa y un bucle son opuestos, en varios aspectos, porque uno implicaría cambios
divergentes y caóticos cada vez más incontrolables, y el otro, un ciclo que se repite. Así que, estaba
bastante jodido, en uno o en el otro.
Y es que, quizás ahora estaba atrapado en una especie de bucle, pero en medio de este encontró algo
que no pareció ser tan malo.
Sedado, no del todo inconsciente y así estaba bien, ese estado le ayudaba a mantenerse tranquilo
mientras sus memorias cambiaban.
Había cosas de su vida que no sabía que antes existían. Por ejemplo, el divorcio de sus padres,
porque sucedió mucho antes de lo que había sido en el primer círculo, dándole, aunque sea unos
años más de infancia feliz.
Por lo que se encontró a sí mismo abrazando a su conejo en el jardín de su casa cuando su madre
echó a su padre de esta y él apenas lo recordaba al ser tan joven pero ya no existía el pequeño
apartamento de Busan.
Recordaba peleas y dificultades, pero todo de una manera distinta.
Parte de su vida nunca sucedió porque con sus padres separados su madre se levantó más rápido. Y
sin Seokjin en la compañía, quien obtuvo el puesto de trabajo fue ella; e irónicamente, por su
dominio del idioma y ese carisma que tenía, fue enviada de Corea a Estados Unidos para las
negociaciones, pero fue un par de años antes de lo esperado.
Jungkook llegó a ese lugar desconocido con apenas dieciséis años, y si bien, nunca conoció las
manos de los chicos que le daban atención a costa de su satisfacción física, siempre se sintió
extraño.
Su madre se sentía culpable por dejarlo todo el día solo en la casa en San Francisco y decidió que
hacerlo tener un pasatiempo no sería tan malo.
Una tarde en específico de abril, después de ver un anuncio, decidió conducir hasta la jaula de bateo
para inscribirlo al equipo de béisbol de ligas menores, Jungkook estaba nervioso y asistió con algo
de pena; pero ninguno de los dos se imaginaba que allí encontraría al complemento que le hizo falta
a su familia por años.
Cuando un castaño se presentó como entrenador del equipo de los muchachos y sonrió en dirección
a la tribuna, ella sintió que colapsaría, tal vez tener un reencuentro en cámara lenta y con laureles de
fondo era algo a lo que estaban destinados.
Jungkook se llenó de celos, pero estos solo desaparecieron cuando descubrió que no era una
amenaza, sino alguien a quien podía ver como un ejemplo a seguir.
El entrenador Kim era un tipo relajado y bastante liberal.
Se apareció en su cumpleaños diecisiete con un pastel sin gluten de zanahoria y globos para adornar
la sala de su casa. Hizo un montón de bromas malas que no le dieron risa a nadie más que a su
madre, y le obsequió un viejo casete de uno de sus cantantes favoritos. Le agradaba.
Y es que, el Kim Seokjin producto de su bucle nunca logró ser tan famoso o adinerado como
esperaba, se había deprimido por mucho tiempo y había tomado malas decisiones, pero... los años lo
habían premiado.
Jungkook nunca tuvo una familia feliz, y en el fondo, era todo lo que quería. Por eso, cuando él se
mudó con ellos, en su mente se clavaron las memorias de las tardes en las que jugó béisbol con
Seokjin, y de su madre tiñendo el cabello de ambos, sintió una paz tan inexplicable; llena de brillo y
deseos por ser mejor.
Ellos... eran el tipo de padres que cerraban su ventana por la noche y apagaban la luz cuando dormía
antes de arroparlo. Y Jungkook comenzó a dormir tan a gusto en su habitación con la calefacción
encendida, que dejó de preocuparse por lo demás.
Algunas personas se empeñan en decir que la felicidad es una decisión personal, y tal vez haya algo
de verdad en eso. Pero, sin duda alguna, es más fácil ser feliz cuando sabes lo que es ser amado.
Sin embargo, como en toda telaraña, había puntos en los que las líneas volvían a tocarse.
Incluso con los recuerdos de su nueva vida perfecta, pensó en el chico que le observó con desdén
desde afuera del campo mientras bateaba, con esa sonrisa extraña que siempre tenía y la mirada fija;
pero que parecía ser demasiado conflictivo, tanto como para que su madre no lo aprobara.
Aún así, se acercó a él para hablarle con la sensación de que ya había tenido esa conversación antes,
en un deja vu constante en el que vivía.
Fue esa necesidad de buscar algo que lo atara a la otra realidad la que le hizo seguirlo esa noche por
las calles de San Francisco a un mal barrio donde terminó siendo golpeado, pero... él apareció para
salvarlo, o bueno, para que los golpearan a ambos.
Dominic Heart y la causalidad de su existencia.
El tal Heart era el chico que le desagrada a todos, al que pasaban por alto. Algunos hasta parecían
hartos de oírlo mencionar, pero él no era más que un efecto colateral de esto. Nunca mereció todo
ese odio irracional de personas que no se esforzaron en ver más allá de él o leer entre líneas.
Inocente y ajeno a cualquier historia, porque no conocía de dónde venía, ni quienes eran los suyos.
Quizá era necesario preguntarse cuál de todos los sucesos detonó su existencia, o por qué apareció
únicamente para encontrarse con Jungkook, pero era difícil saberlo.
Porque no era una constante en la línea original; y de pronto, en la segunda y tercera se volvió
importante.
Jungkook nunca entendió porqué este chico Dominic terminó enamorado de él, pero así fue.
Aunque Jungkook no podía quererlo de la misma manera, lo sentía y la versión de Jeon que se
encontraba en el 86' siempre supo la razón, era tan fácil como intentar decir que amaba a alguien
que todavía no conocía.
Aún así, le enseñó a preparar ramen y lo dejó dormir en su cama, incluso si Seokjin enloqueció
cuando lo vio salir por la ventana y por las perforaciones que Jungkook comenzó a hacerse o las
clases que se saltó para vagar con él por la ciudad mientras fumaban.
Fue por eso mismo que en agosto, Seokjin no lo dejó salir por la mañana y en su lugar decidió
llevarlo a pescar a la ciudad de su juventud para pedirle que se alejara de esas amistades, pero solo
logró hacer que Jungkook se molestara con él.
Heredó lo peor y eso no cambiaría. Por eso cuando Kim le dijo que si seguía por ese camino
terminaría igual de jodido que su padre, Jungkook volvió a ponerse de pie en el bote y a caer en las
profundidades del lago rompiendo con la tercera línea para regresar a la segunda.
De alguna forma, las cosas sucedieron de nuevo hasta colapsar en un punto en donde su existencia
en 1986 fuera posible, así que sí, varios círculos, una especie de bucle recientemente creado por los
cambios más grandes y un espacio entre las líneas temporales que comenzó a gustarle mucho.
Si no odiaba a Seokjin, nunca caería al lago; pero si él no caía, nada cambiaba y volvía a odiarlo; así
que creó un ciclo por accidente. Pero la historia encontró otra forma de arrojarlo de regreso allí,
enredándose aún más.
Quizá esta era la primera vez que todo sucedía; pero si estaba destinado a repetirse de nuevo, el
único propósito de Dominic Heart era y sería llorar solo en la playa, por un Jungkook que jamás
apareció.
Lo cual era complejo y un poco burdo de explicar.
Quizá él cayó o el lago lo jalo hacia su interior, nadie nunca lo sabría, pero allí estaba, conviviendo
en una realidad que había creado tras facturar la segunda línea; sedado, y con suero, pero
profundamente tranquilo.
Afuera, en la sala de espera en el hospital, Taehyung recargaba sus codos en sus piernas y se mordía
las uñas nervioso.
No sabía qué más hacer, quizá debió prever que esto sucedería, pero nunca creyó que todo fuese tan
rápido.
Se burlaba de sí mismo... la palabra "rápido" implicaba menos tiempo, tiempo con el que había
estado jugando y que ya no tenía.
Su ropa estaba sucia, al igual que su cabello, alborotado mientras el cansancio parecía querer
ganarle.
Él se despertó en una camilla, le dijeron que se había desmayado, pero ahora estaba estable, que
todo debió haber sido a causa del shock que le provocó ver un accidente tan de cerca.
Ni siquiera lo entendía; le dijeron que lo mejor era ir a casa, pero él no iba a irse. Así que estaba
allí, en las sillas de la sala de espera mientras pensaba en cómo salir de esto.
Tenía miedo. Mucho miedo.
No había nada qué hacer, Jungkook estaba mal y él no podía curarlo como las otras veces. Y se
preguntó qué tanto de todo esto valía la pena.
Le habría gustado tener su libreta para actualizar su bitácora mientras esperaba.
Bueno... ¿A quién quería engañar? En realidad, se había convertido en algo así como su diario, y él
necesitaba desahogarse.
Sonrió a medias.
¿Que por qué habían llegado tarde a la obra? Sencillo, fue porque les tomó demasiado tiempo
conseguir monedas.
Y es que, para hacer llamadas de larga distancia era necesario tener mucho cambio o una línea
telefónica.
Jungkook insistió en que debían conseguir esa casa antes de que alguien más decidiera comprarla.
Logró negociar el pago y parecía absurdo, pero... el dueño confió en él desde el momento en el que
supo de quién se trataba.
Ahora no sabía en qué pensar o cómo actuar. Nunca había experimentado tantos sentimientos, y
estaba allí, deseando abrazarse a sí mismo. Jungkook permanecía estable, pero no le dejaban verlo.
Kim Taehyung necesitaba estar allí para controlar su ritmo cardíaco y para evitar que la electricidad
se disparara. Pero estaba atando de manos.
Sus padres estaban preocupados por el estado del chico y se habían encargado del papeleo en el
hospital, así que todo parecía normal. Taehyung sabía que él debía hacerlo, pero no tenía cabeza
para nada.
Estaba bloqueado, para alguien con un intelecto como el suyo, sentirse así era el sinónimo de estar
desesperado. Pero no lloraría, porque él sabía que... no serviría de nada.
No prestaba atención hasta que sintió como una suave tela caía sobre sus hombros. Alzó su vista y
se encontró con su hermano con una manta, sonriéndole para animarlo.
—Tae... ¿Cómo te sientes? —le dijo con suave voz, sentándose a su lado. Dejó la bolsa de
entrenamiento que cargaba en el piso.
Seokjin había ido a la escuela en la mañana, como debía hacerlo, y ahora por la tarde, se encargaría
de cuidar a su hermano.
El castaño suspiró. —Estoy bien...
—Has estado aquí por mucho tiempo, te ves muy cansado.
—No importa, necesito que me dejen entrar a verlo. ¡Han pasado días!
—Lo sé... pero es así como funcionan los hospitales. Solo espera un poco, ¿Sí?
—Es que no lo entiendo —no cuadraba y su cerebro no daba para pensar más.
—¿Qué fue lo que te dijeron?
Suspiró, los enfermeros estaban nerviosos, y lo evitaban. Quizá los había hostigado mucho.
—Está mejor, pero sedado. Perdió mucha sangre y no puede esforzarse mucho por ahora.
Taehyung estaba asustado, tenía sus anteojos colgados en el cuello de la camisa; cosa que hacía
cuando estaba estresado y su ceguera le impedía concentrarse.
Seokjin negó con la cabeza y recostó su espalda en el respaldo de la silla, después extendió su brazo
para poder rodear con este Taehyung y atraerlo hacia él.
Cerró los ojos, y sintió a su hermano acurrucarse contra él. No sabía cómo debería de actuar.
Taehyung siempre había sido muy reservado. Ahora Seokjin tenía que lidiar con sus propias
emociones, y, además, las del pequeño.
—Él es fuerte, estará bien —le dijo intentando ayudar.
Seokjin estaba triste, pero ver a tu novia marcharse no se comparaba con tener a tu novio en el
hospital. Así que tenía que ser condescendiente, y ese instinto protector que era tan distintivo de él
se compungió al ver a su hermanito mal así, que no le dejaría ver su tristeza.
Deprimido, pero siempre rudo, ¿Eh?
—Eso creo... —murmuró cuando Seokjin le quitó el cabello de la frente.
—Ahora, tú... deberías ir a descansar. No lo sé, comer algo. Te traje ropa para que te cambies.
Taehyung negó cerrando los ojos, el sueño y el calor de su hermano comenzaron a ganarle.
—No, me quedaré aquí... El doctor podría decir algo y... —bostezó— tengo que estar aquí.
El mayor de los Kim siempre tuvo un arma secreta contra su hermano. Es decir, Taehyung sabía
cómo noquearlo, pero él tenía algo más simple y efectivo. Cuando eran pequeños, y el Seokjin de
ocho años quería un poco de tiempo a solas, la mejor forma de librarse del pequeño era hacerle
tomar una siesta.
Así que le pasó la mano el cabello peinándolo poco a poco para que se relajara y cerrara por
completo los ojos.
Para alguien que llevaba días sin conciliar el sueño, caer rendido fue bastante fácil.
Seokjin se sentía extraño, diferente; la física cuántica plantea que existen millones de universos y
realidades diferentes creándose a cada momento. Pero esto de estar en contacto con ellas y de
alguna forma ser consciente de que eran reales le enfermaba.
—¿Tampoco quiso irse hoy de nuevo, cierto? —dijo alguien, el mayor volteó a ver encontrando a
Yoongi, acercándose por el pasillo con su abrigo para el frío.
—No sé cómo lo hizo, pero convenció a una enfermera de dejarlo ducharse aquí, y ordenó todas las
revistas de la sala de espera por año de publicación y tipo de papel. Ya está loco.
Min negó y se sentó junto a Taehyung, dejándolo en medio. Todo se había vuelto muy extraño de
pronto.
Hace unos días, ambos sintieron la misma presión que Jungkook sentía en el pecho todo el tiempo
al desmayarse; pero cuando Yoongi despertó, lo primero que encontró fue el rostro de Seokjin
dormido frente a él.
En la camilla de a su lado, el castaño permaneció dormido por más tiempo que él.
Todas las personas que estaban en el partido se alarmaron, y ellos terminaron en las camillas de la
enfermería de la escuela mientras se despertaban.
La enfermera lo regañó cuando le vio levantarse, al igual que su abuela, ambas supusieron que el
chico había pasado demasiado tiempo sin comer. Y de hecho era verdad, no había estado comiendo
mucho; pero eso no explicaba por qué Seokjin se había desmayado al igual que él.
—Su novio se estaba desangrando, yo también me habría vuelto loco ya.
Suspiró. —Aún no me acostumbro a eso.
—¿Lo del "novio"? —asintió—. ¿Por qué?
—No lo sé, es raro para mí. El otro día hice una broma en doble sentido y Tae la entendió. Eso no
me ayuda mucho.
—¿Y qué esperabas? No podía ser casto e inmaculado toda su vida.
—Ahora no sé cómo procesar esa información.
—Vele el lado positivo, al parecer ustedes son igual de sucios —dijo con algo de gracia.
—¿Vas a decirle que lo viste?
—Estoy intentando olvidarme de eso.
—No seas anticuado, grandote. Creí que ya lo habías asimilado.
—¡Eso intento! Aunque saberlo solo hace que se active el modo asesino en mi interior.
Agustus negó, divertido con la situación sin dejar de verlo. —Por favor. ¿Vas a empezar con eso?
—Lo siento, me preocupa mi niño. Los hombres son idiotas.
—Tú eres un hombre.
—¡Exacto!
—Dios. —No pudo evitar sonreír—. Me encanta la forma en la que te insultas a ti mismo, me
ahorras trabajo.
—Ya no voy a darte ese privilegio —le respondió Seokjin alzando las cejas.
Taehyung abrió apenas los ojos cuando la risa y el movimiento de Seokjin le hicieron despertar.
Había cosas que siempre observó, pero nunca preguntó por simple respeto a sus secretos. Pero
ahora, si sus hipótesis eran correctas... no podía ser así de condescendiente.
Se removió inquieto, sentándose correctamente mientras restregaba sus ojos, haciendo que ellos se
movieran.
—¿Cuánto tiempo me fui? —dijo interviniendo—. ¿Dijeron algo?
—Hola... quince minutos —Min aclaró la garganta—, y no, todo sin novedad.
Asintió con la cabeza; pero el sonido de su estómago fue tan fuerte que incluso los otros dos
pudieron escucharlo.
—Kim Taehyung —dijo severo el castaño mayor—. ¿Cuánto tiempo llevas sin comer?
—No sé, déjalo así.
—Sabes que eso no está bien.
—Ya, ya, mamá. Lo siento, comeré unos dulces después.
Rodó los ojos. —¿Y planeas comer golosinas?
—No es tan malo, una gaseosa y estaré bien de nuevo —se excusó.
—Dios, quiero golpearte —dijo poniéndose de pie—. Iré a buscar algo para cenar, April, quedas a
cargo.
—¡Estoy bien! ¿Yo no puedo opinar? —dijo Taehyung ganándose una mirada seria y una negación
del mayor.
Seokjin se movió para ir en busca de comida para su hermano; pero se detuvo en el pasillo y volteó
a ver.
—Disculpa, no te pregunte —dijo viendo a Min—. ¿Tú quieres algo?
—No, no.… no te preocupes —le respondió algo apenado.
Seokjin negó rodando los ojos.
—Entonces... chocolate caliente para el otro irresponsable, lo tengo —dijo antes de darse la vuelta y
alejarse por el pasillo.
Agustus bajó la cabeza sabía que estaba mal darle importancia a Seokjin, pero... se sentía tan bien.
Sonrió apenas, como perdido en sus pensamientos cuando la voz de Taehyung le sacó de ello.
—No sabía que tu segundo nombre era ese —dijo con una ceja alzada.
—Es el primero, de hecho, y es... una tontería de mi madre. No me gusta, no lo uso mucho por eso.
—Es lindo.
—Ni se te ocurra decirme así porque voy a golpearte.
—Claro, y dejas que Seokjin lo haga porque es él.
Negó. —Es una broma entre nosotros, no es algo que te interese.
El silencio que se formó entre ellos fue acusador, al igual que la voz de Taehyung cuando rompió
con este.
—Escucha, sé lo que pasa y no voy a reprocharte nada, pero... no lo hagas, por favor.
Min ladeó la cabeza. —¿A qué te refieres con eso?
—Escucha, entiendo que quieras estar cerca de él y que pretendes ser maduro. Pero sé que en el
fondo te estás encariñando con Seokjin, y mi hermano... —suspiró— esto no va a terminar bien.
—Creí que te gustaba que fuéramos amigos...
Taehyung se quedó en silencio un momento y después se atrevió a enfrentarlo.
—¿Recuerdas que hace unos años Seokjin tenía un cachorro? —le preguntó de pronto, a lo que el
otro asintió confundido—. Se perdió en el bosque y mamá le compró un hamster para consolarlo.
—¿Cuál es el punto?
—El punto es que su cachorro regresó... y él dejó morir al hamster.
—No entiendo tu afán por acusarme. Taehyung, yo no...
Intentó negarlo, pero la mirada cansada del castaño le impidió seguir mintiendo.
—Espero que entiendas lo que acercarte a él implica. —Le vio con dureza—. Él está deprimido e
inconscientemente quiere que lo saques, pero hacerlo va a hundirte.
—Supongo que... —Yoongi se pasó una mano por el cuello, después de todo, le había dicho a
Sunhee que lo cuidaría, aunque no aceptara que solo era una excusa— todos terminaremos en el
fondo, ¿Cierto?
Agustus se levantó, no había tenido ningún malestar los últimos días. Y eso lo hacía sentirse seguro
de sí mismo, demasiada seguridad para ser honestos.
—¿A dónde vas? —le dijo cuando le vio desde abajo.
—Yo... no importa, vuelvo pronto —respondió en voz baja tomando la bolsa deportiva de Seokjin y
se la dio—. Ve a cambiarte, hace frío.
Taehyung estaba muy cansado como para lidiar con él. Así que la tomó, y asintió retrocediendo
para caminar en dirección opuesta al chico.
¿Qué tanto influía él en la historia? Quizás era preciso preguntarselo, pero era una casualidad.
Agustus caminó por los pasillos del hospital en silencio hasta llegar a la cafetería del lugar en donde
se quedó parado en la puerta.
Quizás era buen momento para contarle a los demás que había entrado a la universidad; pero algo
no se sentía correcto.
No se había hablado mucho de su futuro antes; pero Agustus Min llegó a nueva York para
enlistarse, a esa ciudad en específico, porque siempre soñó con estar allí. Y su futuro borroso ahora
tenía un artista fracasado que terminó en el ejército cuando botó su carrera a la basura.
Pero... su aparición en el Condado Mariposa, en California, se debía a los refugiados inmigrantes
que su familia solía alojar.
Así que la sangre que corría por sus venas siempre tuvo la maldición de ser benevolente con otros.
Por eso, aunque no se lo propusiera, se sentía atado a aquellos que lo necesitaban; pero no podía
pensar del todo en Taehyung y sus acusaciones, en su particular caso, le interesaba el castaño que
luchaba por caminar con varias bolsas de comida y las bebidas, que le sonrió al verlo y lo confundía
mientras su realidad chocaba y Jungkook tambaleaba.
Tragó saliva pesadamente. Para Agustus Min era extraño, porque la persona que le gustaba era un
Seokjin más llenito y con acné que no veía nada de extraño en abrazarlo.
Pero el Seokjin alto y en forma que chocaba su puño con él no era tan malo.
Y puede que Seokjin pensara igual, así que rozaban constantemente la posiblidad de otra línea más.
Sin Jungkook cerca, la naturaleza de Yoongi parecía... conflictiva.
Más allá de eso, todo este ambiente se sentía incómodo.
—¿No se supone que te dejé a cargo? —dijo Seokjin al verlo.
—Taehyung está bien, necesitaba algo de tiempo a solas para cambiarse.
Pareció aliviado. —Bien, entonces ayúdame ¿Quieres? —sonrió.
Se acercó lentamente a él con pasos pesados, como si el universo entero le gritara que no bailara
sobre las líneas fracturadas.
Y quien no notó al hombre cualquiera en la cafetería que le dio la señal al cajero para luego asentir.
—¿No crees que es demasiada comida? —cuestionó con una ceja alzada.
—Es mi dinero —. Seokjin negó—. Así que cállate, y ten —extendió frente a él un vaso
acompañado de una bolsa de papel pequeña— algo dulce para el enano amargado.
Quiso sonreír; más esa extraña sensación de que alguien lo observaba le hizo desviar la vista hacia
el cajero de la cafetería, era extraño.
Tomó lo que ofrecían y se movió a su lado con desconfianza de regresó al ala de cuidados donde
Jeon se encontraba.
—Jin... —murmuró— ¿Te pidieron identificación para entrar al hospital, cierto?
Al castaño le pareció curiosa esa pregunta de repente. —Sí, ¿Por qué?
—Por nada... —avanzaron por el pasillo cuando pasaron cerca de la recepción y efectivamente una
chica más lo estaba viendo—. Curiosidad —dijo cuando el silencio del área le pareció más extraño.
Cuando regresaron a la sala de espera de esa área, les sorprendió que Taehyung no hubiese
regresado aún. Así que se sentaron de nuevo en sus puestos, colocando la comida en la mesita frente
a ellos.
Las manecillas del reloj se mueven con un ritmo constante, como si fueran un corazón que late
mientras todo avanza.
Mordió el emparedado que Seokjin le había dado y le dio un sorbo a su vaso, era chocolate con
crema; pero el sabor se sentía diferente.
Se mordió la lengua ligeramente cuando le provocó náuseas al tragarlo. Volteó a ver a Seokjin
beberse su refresco y dejar de masticar poco a poco para voltear a verlo igual de asqueado.
Agustus Min comenzó a sudar frío y su respiración se sintió pesada de pronto.
Respirar.
Un lento respirar.
Frente a ellos, aparecieron por el pasillo otras tres personas vestidas con ropa particular bloqueando
la salida.
Seokjin soltó su vaso causando que cayera y se derramara cuando entendió lo que sucedía.
Ni siquiera tuvieron que seguirlos esta vez, estaban demasiado controlados, y oh, no.
Los lunáticos del lago se habían multiplicado.
—Pase lo que pase... —murmuró al menor— quédate detrás de mí.
Se levantó lentamente, alzando las manos como si diciendo que no intentaría nada; pero ellos
habían fracasado antes intentando raptar a esos dos, y esta vez, no podían fallar.
—Maldición... —murmuró Yoongi cuando la náusea fue demasiada—, es la comida.
Puso los ojos en blanco antes de desfallecer en su lugar; y de los tres desconocidos, uno señaló al
pelinegro antes de escuchar por su radio la orden:
"Avancen".
Se aproximaron velozmente con intenciones de levantar a Min; pero Seokjin se interpuso.
No es como si pudiera pelear contra los tres, pero si eso querían, eso iban a tener.
Le lanzó un golpe al rostro de uno de ellos y aprovechó su desconcierto para empujarlo contra los
otros dos para hacer que tambalearan.
Por un demonio, ¿Y dónde mierdas estaba Taehyung? Él lo hacía personalmente responsable de
esto.
Quiso levantar al Yoongi sedado del sofá; pero él también se había tomado demasiado somnífero y
empezó a ver todo doble.
"Plan B". Escuchó decir.
Su visión borrosa no le dejó prever el momento en el que sintió un toque eléctrico que le dolió hasta
la espalda, en el cuello cuando trastabilló y aunque puso resistencia quedó demasiado dopado como
para moverse.
Lo dejaron caer en el piso para sujetarle con esposas los brazos detrás de la espalda.
El líder del equipo exhaló con fuerza antes de hablar por su intercomunicador:
—Tango a Bravo, procedemos a trasladar, cambio. "Adelante, Tango. Tienen diez minutos, cambio
y fuera".
El rubio que se divertía dirigiendo a todos desde las cámaras soltó una fuerte carcajada después de
apretar el botón del radio.
Este niño Seokjin y su cómplice le dieron muchos problemas. Park Jimin se peinó hacia atrás antes
de levantarse y ver con gracia como sus cuerpos eran cargados fuera del hospital.
Era tiempo de dejar su tarea remota e ir a acompañar al equipo.
La situación era la siguiente: el profesor Kim no dejaría jamás que algún médico cualquiera se
atreviera a poner sus manos en su experimento.
Así que por la noche y con los infiltrados que tenían por todos lados, cuando les informaron de la
colisión, no les costó nada aparecer con una ambulancia señuelo en medio de la carretera para
encargarse de su "querido" Jungkook.
Dejaron que los paramédicos hicieran los suyo frente a las personas del pueblo, como una gran obra
de teatro.
El hospital era grande, y a nadie tenía que importarle lo que pasaría allí. Cuando la ambulancia se
estacionó en la entrada de emergencias, la camilla con el viajero en el tiempo entró directamente a
su custodia.
Se preocupó enormemente cuando lo vio desangrarse, pero... Jungkook se recuperaba rápido.
Tras unos días monitoreando descubrió que sus células se movían en un patrón distinto.
Y eso le daba una noción de porqué la electricidad no lo dañaba físicamente.
Así que, durante esos días en los que necesitaba estabilizar al chico antes de avanzar, se encargó de
que todo a su alrededor pareciera normal.
Desde los policías en la carretera del accidente, los mirones, hasta el papeleo del hospital y el
supuesto médico encargado. Cada pieza en su lugar, y el profesor Kim estaba por darle un premio a
la actuación del año a su equipo.
Finalmente tenía a su esperado sujeto en sus manos, y eso, lo hizo enloquecer de poder.
Bueno, siempre estuvo loco de todas formas.
...
Taehyung se secó el rostro con una toalla de papel en el baño y se vio al espejo con desdén.
Se veía muy acabado y esa era su propia opinión.
Salió del baño después de cambiarse, con la bolsa de Seokjin en el hombro y regresó más tranquilo
por el corredor cuando las luces parpadearon ligeramente.
Ladeó la cabeza porque no era común, se colocó sus anteojos (que no había estado usando) y alzó
una ceja mientras pensaba que era inusual.
Dobló la esquina a pasos lentos y lo primero que le llamó la atención fue el refresco de naranja
derramado en la sala de espera y la comida a medio probar en la mesa de esta.
Se acercó a esta y tragó saliva pesadamente cuando por el reflejo de una estantería de vidrio de
enfrente pudo ver al guardia del hospital haciendo ronda como siempre.
Siguió caminando como si nada pasara para no lucir sospechoso, mientras su cerebro volvía a
enchufarse.
Pensó en que la electricidad fallaba cada vez que el pulso Jungkook era irregular, porque la energía
que le extraía era lo que alimentaba a parte del pueblo.
Pero, si habían tenido que intervenirlo, debieron haberlo conectado y sus pulsos cardiacos no serían
normales. La electricidad debería haber fallado desde hacía días, a menos que...
«Mierda...» pensó apretando los ojos, su generador debía estar encendido.
Supo que algo estaba mal cuando se percató de que de entre todo el hospital, no había visto una sola
persona además de ellos tres en horas.
Doctoras... enfermeros... nadie específicamente en ese pasillo.
—No.… esto es demasiado conveniente para ser bueno. —Negó con la cabeza y se acercó a la
ventana cuando su sentido de alerta se activó, había camionetas aparcadas en la parte trasera del
hospital.
Se pasó la mano por la frente, y volteó a ver discretamente. Esos no parecían ser guardias de
seguridad convencionales; sí, ahora eran dos.
Todo el tiempo estuvieron aislados, o peor, acorralados.
Le importó una mierda y corrió en el pasillo de regreso hasta la habitación donde tenía a Jungkook.
No le pusieron resistencia, es más, lo estaban esperando.
Abrió la puerta cuando su respiración comenzó a agitarse, pero no esperaba ver a tantas personas
adentro, quiso retroceder, pero le bloquearon el paso en la puerta. La persona de la cafetería y la
chica de recepción, lo hicieron entrar por completo en la habitación.
Le sorprendió ver el montón de cables que había alrededor de Jungkook; pero le sorprendió más
reconocer su propio generador monstruo a su lado.
Un hombre, notoriamente más alto y mayor que él, volteó a verlo y dio tres pasos en su dirección.
—Vaya, justo a tiempo —le dijo con una sonrisa fija.
—Pero qué demonios... —masculló. Taehyung tragó saliva pesadamente, esos no eran médicos
comunes.
—Todos, por favor, ¡Un aplauso a la mente más brillante de la generación! —se burló dando
aplausos lentos.
—¿Cómo sabe quién soy?
—¿Bromeas? Yo sé todo sobre ti —volvió a reír—. Kim…Tae... Hyung. El niño prodigio, ¿O me
equivoco?
—¿Quién es usted? —dijo dando un paso hacia delante, pero al hacerlo el personal médico que los
rodeaba pareció alarmarse y le apuntaron con una especie de arma extraña.
—Soy... el dueño del experimento que te robaste.
Volteó a ver a Jungkook y la forma en la que la pantalla marcaba un gran voltaje. —No tienen ni
idea de lo que hacen, van a joderlo todo, no pueden contenerlo.
—Nosotros nos encargaremos del experimento de aquí en adelante.
—No es un experimento, ¡Es un humano, maldita sea! ¡Y está herido!
—Créeme, ya me he ocupado de eso, aunque tener que intervenir quirúrgicamente a mi experimento
por tus descuidos no me hizo muy feliz que digamos.
—¿Qué fue lo que le hicieron? —dijo, pero fue ignorado.
—¿Sabes cuál es la parte más importante de la experimentación, Taehyung? —El chico negó. —La
atención al detalle.
—¿Eso qué tiene que ver conmigo?
—Tu mente es muy brillante pero tu trabajo es desordenado. Como sea, gracias por el estabilizador,
por cierto.
—¿Qué? —dijo desconcertado.
—Usualmente no doy explicaciones innecesarias, pero... necesito saber —se acercó al castaño—,
¿De dónde sacaste la información para hacer eso? —le dijo señalando a su máquina.
—Yo... —Taehyung tenía miedo, pero aún así, tenía que encontrar una salida. Y las piezas en su
mente se unieron cuando entendió a quién pertenecía la carpeta que se había robado— tengo mucha
imaginación.
Lo habían dejado vagar por el hospital, a él e incluso a su familia. Estaban esperando, pero, ¿Por
qué?
Si lo habían dejado acercarse tanto era porque les interesaba algo en su cabeza, concluyó.
El castaño se acomodó los anteojos. Si cerebro mata fuerza, los dos podían jugar a esto.
Quizás el propósito original de Taehyung cuando intentó replicar lo que vio en las anotaciones de
Namjoon era encontrar una forma para enviar a Jungkook de regreso a casa. Pero cuando comenzó
a entender la situación, descubrió un error meramente técnico.
Desde la perspectiva del creador se veía como una falla en sus cálculos, de allí las hojas tachadas.
Pero desde la perspectiva de alguien como Taehyung, quién lo vio al revés, lució como una salida.
Y es que, nunca se lo dijo a nadie, pero su amado generador nunca fue capaz de producir nada. En
su lugar, funcionaba como una radio, una especie de difusor que canalizaba las ondas que recibía, y
las convertía en algo positivo.
Jungkook era el emisor, y la electricidad del pueblo, el receptor.
—Suficiente imaginación como para crear un canal difusor de energía...
—¿A qué se refiere con eso? —dijo intentando saber qué tan expuesto estaba ya.
—No finjas demencia, puedes engañar a todos con tu actitud de niño bueno, pero yo sé exactamente
qué es lo que has estado haciendo.
—¿Piensa que puede intimidarme? —se jactó aún cuando sabía que estaba desprotegido.
Namjoon le sonrió acomodándose la bata y pasando una mano por el cabello—. Quizá debí
encargarme de ti de la misma forma en la que lo hice con los otros dos, pero... me parece que te
ganaste una presentación adecuada.
Negó confundido. "Los otros dos..." —¿Dónde está mi hermano? —dijo agresivamente—. ¿Qué
hicieron con mis amigos?
—Oye, oye... tienes mi tolerancia, pero no mi simpatía —dos de los enfermeros sujetaron a
Taehyung colocando una aguja cerca de su cuello—. Así que, será mejor para ti estar tranquilo a
menos que quieras tomar una siesta.
—Dije, ¿Dónde está mi hermano? —repuso con voz grave y removiéndose inquieto.
—¿Por qué piensas que tienes derecho de hacer preguntas?
—Porque sé más que ustedes, evidentemente.
Namjoon alzó una ceja.
—Si lo pones así... será más entretenido de lo que pensé. —El moreno se quitó los anteojos y negó
cuando sus palabras le hicieron gracia—. Vamos a comparar teorías, niño.
—Hijo de... —no pudo terminar de hablar porque la aguja que lo amenazaba finalmente se clavó en
su cuello.
Su espalda se volvió rígida al mismo tiempo que sus piernas cedieron haciendo que tambaleara.
Quiso luchar por contenerse, pero no pudo, sus ojos se cerraron cuando cayó sedado en los brazos
de sus captores.
—Lo quiero vivo y en una pieza —ordenó Namjoon. Su voz sonó fuerte viendo a Taehyung
desmayado y alzó una ceja.
—Sáquenlo de aquí, yo me encargo de mover al experimento —dijo Kim Namjoon dándole una
vista rápida a Jungkook.
Su asistente personal se había mantenido en una esquina, recargado en la pared como un espectador
después de completar su parte del plan exitosamente.
—Profesor... —llamó Park— Jungkook sigue en observación, es peligroso sacarlo de aquí.
—Mírale la pierna, Park, el imbécil está sanando más rápido de lo que un humano normal debería, y
no perderé la oportunidad de ver eso. No puedo esperar más tiempo.
—¿Cómo va a sacarlo sin que nos vean?
—Somos diez personas con bata blanca en un hospital —se burló— saldremos por la puerta grande.
Jimin sonrió satisfecho cuando se movió hacia la salida.
—¡Muchachos! Cambio de locación —dijo Jimin haciendo a todos moverse de puesto.
A plena luz del día y mientras dos de sus asistentes vestidos de civiles cargaron al castaño
inconsciente para sacarlo por la parte posterior, liderados por Jimin hasta las camionetas negras que
los esperaban.
Namjoon caminó con total seguridad detrás del resto de su equipo, quienes aún con camilla,
oxígeno y ropa médica se atrevieron a movilizar a un inconsciente Jeon Jungkook por los pasillos
del hospital.
En cámara lenta, sin levantar sospecha alguna de poseer el descubrimiento del siglo.
No parecía ser algo extraño, en un pueblo al que el gobierno no le daba muchos recursos, era común
que los enfermos fueran trasladados a otras partes del estado.
Así que con total tranquilidad, se abrieron las dos puertas de la salida de emergencias por dónde
empujaron la camilla de Jungkook seguido del generador que lo mantenía estable hasta llegar a una
ambulancia cuyo chófer había sido reemplazado por alguien de su equipo.
Los motores se encendieron; desde una vista aérea se podría haber visto a las cinco camionetas
negras que escoltaron a la ambulancia por la carretera, en donde los árboles desnudos y la nieve
estaban de fondo.
Kilómetros que parecieron ser eternos para llegar a la base en el lago mientras cometían un gran
error al ignorar el poder de su sujeto.
En una de las camionetas, al pasar un bache, el efecto de las drogas pareció disiparse poco a poco
cuando la luz de la ventana chocó con la vista del Kim mayor.
Seokjin abrió los ojos, estaba desorientado y ah, sí, esposado y amordazado también aparentemente.
Yoongi estaba cerca de él, pero permanecía aún inmóvil. Estaban en un vehículo que se movía
veloz.
¿Cuánto tiempo había pasado? A juzgar por el cielo naranja de la tarde llegando al anochecer, solo
un par de horas.
Vio el vidrio y pensó en qué tan difícil sería atravesarlo.; pero no podía dejar a su amigo allí. Así
que tendría que deshacerse de sus custodios, o joderse en el intento.
Yoongi abrió los ojos ligeramente; Seokjin lo pateó para llamar su atención. A diferencia de sus
manos sus pies estaban atados, no esposados.
Así que intentó acercarlos a las manos de Min y rogó a Dios que el chico entendiera el mensaje y le
ayudara a zafarse.
Lo hizo y se movió un poco para llegar a él. El pelinegro estaba molesto y muy mareado así que
esto debía funcionar o él mismo se iba a entregar con San Pedro para dejar de pasar estos momentos
de mierda.
Con dificultad, se esforzó por llegar a los tobillos del otro para buscar quitarle el nudo, lo cual era
difícil con una cuerda tan gruesa y una sola mano en la tarea.
Pero lo logró, justo a tiempo para el momento en el que les vieron por el retrovisor.
Seokjin tomó impulso para pasarse a los asientos de adelante del auto haciendo que el conductor y
el copiloto se alarmaran cuando él pateó en la cara a alguno, no supo de cuál fue, pero sabía que le
dio en la nariz y que su espalda golpeó con el tablero.
Jimin estaba a cargo del castaño menor; su piloto seguía la ruta de la operación y él desde su asiento
vio por el retrovisor para percatarse de la camioneta trasera zigzagueando en la carretera.
Encendió su radio para poder comunicarse.
—Bravo a Tango. ¿Todo en orden? —soltó el botón, pero no obtuvo respuesta—. Tango, responda.
Seokjin había logrado sacarle las llaves al más débil y las lanzó hacia atrás.
Yoongi apenas podía moverse y aún así intentaba encontrar una llave para poder liberar sus brazos,
a ciegas, porque estaban esposados detrás de su espalda.
Kim apenas logró ver los otros autos entre el copiloto y el piloto que intentaban sedarlo de nuevo,
pero era muy difícil ver algo cuando el chico lanzaba golpes en cualquier dirección con sus piernas
a medio a atar e intentar no soltar el volante al mismo tiempo.
No faltaba mucho para llegar al laboratorio, sólo debían atravesar esa barrera y los rehenes serían
trabajo de los militares que aún custodiaban el lugar.
Jimin suspiró porque estaba harto del tal Seokjin y le dió orden a su piloto de esperar a la otra
unidad. Pero tenían problemas más serios que esos.
Su intercomunicador se encendió con un mensaje entrante:
—¡Alfa a todas las unidades, avanzar al punto, preparar área de contención! —Era el profesor, y su
voz sonaba alterada—. ¡Alfa a Bravo, tenemos una mala reacción, repito, tenemos una mala
reacción! Cambio.
Tic tac, y un poco de energía; el estruendo que resonó fue impresionante cuando las luces de los
vehículos explotaron en medio de la carretera lanzando pequeños vidrios a su alrededor haciendo
que los neumáticos de los autos derraparan de la impresión y estos mismos comenzaran a fallar.
Jimin negó con la cabeza confundido. «¿Qué carajos?» pensó cuando las luces de la carretera
parpadearon incesantemente estallando una a una sobre ellos mientras avanzaban.
—¡Bravo a todas las unidades, aléjense de la ambulancia, ya! —gritó Jimin, por el
intercomunicador.
Volteó a la parte trasera donde Taehyung se encontraba, y maldijo mentalmente cuando lo tuvo que
inyectar de nuevo para despertarlo.
Taehyung abrió los ojos exaltado y tomó aire por la boca respirando agitado, como desesperado
cuando su pulso se aceleró y la cabeza le dolió como si se la martillaran.
—¿¡Qué mierda!? —gritó sin tener idea de qué sucedía.
—¡Las luces! ¿¡Qué sucede!? —le dijo Jimin esperando obtener una explicación.
Taehyung parecía perdido, pero cuando vio a lo lejos como explotaban las lámparas de la carretera
negó preocupado.
—Es la sobrecarga —murmuró—. Es malo, muy malo. Estamos jodidos.
Como Kim Namjoon dijo a Kim Taehyung, era importante prestar atención a los detalles.
Así que cuando las luces de la ambulancia y la señal de radio se perdieron definitivamente se
inquietaron.
Namjoon negó repetidamente, el monitor al que había conectado a Jungkook comenzó a parpadear.
—Pero qué mierda... —masculló poniéndose de pie en el interior de la cabina.
Estaban demasiado cerca del lugar de origen, y como la teoría de Kim Taehyung decía, la energía
del lago comenzó a repeler a Jungkook.
«—Profesor, tenemos un problema.» Namjoon escuchó decir a través de su propio radio, pero la
señal era débil y se cortó.
Jungkook en medio de su trance sentía que había vivido una vida entera alterna, y, de hecho, así era.
Pero la corriente comenzó a quemarle y el dolor le hizo ser apenas consciente de esta realidad.
Abrió los ojos enormemente mientras luchaba por respirar.
Los músculos de su abdomen estaban rígidos al igual que sus piernas; le dolía el cuerpo entero por
sus heridas y más aún por la corriente que intentaba alejarlo.
Namjoon se movió para evitar que se moviera, pero sintió una leve descarga eléctrica cuando
intentó tocarlo.
Entonces supo que esto ya no estaba dentro de su control.
La noche llegó, y las luces, no solo del condado mariposa, sino de toda California parpadearon
como endemoniadas cuando la caravana de autos atravesó la malla de seguridad que rodeaba el
bosque en cercanías del lago.
El primero en llegar fue el auto que tenía al rehén problemático que se negaba a ser sometido.
Los neumáticos de la camioneta derraparon ligeramente en la nieve al estacionarse. Pero las puertas
se abrieron desde afuera, entonces, al equipo militar le importó una mierda cuando tomaron a
Seokjin para lanzarlo hacia el suelo para apuntarle con un arma real después de darle un golpe en el
estómago que le dejó sin aliento.
Agustus Min apenas comenzaba a recobrar la cabeza cuando también fue empujado fuera de la
camioneta para hacerle arrodillar en medio de la nieve.
Seguido de ellos se aproximó la ambulancia y tres de los autos de los asistentes. Pero no podían
hacer mucho, las puertas del vehículo se abrieron y los falsos enfermeros que acompañaban a
Namjoon salieron veloces, como huyendo.
Kim estaba sudando, era el único que se había atrevido a tocar al Jeon. Pero sus guantes de látex no
eran suficientes, dolía mucho estar cerca de él.
Por último, llegó la camioneta restante, en donde Park y su más importante herramienta se
transportaban.
Porque en ese momento, de nada les servía tener a Jungkook sin los conocimientos que Taehyung
tenía sobre él.
Taehyung estaba mareado y no sabía en dónde estaba; lo siguiente que supo fue que le tomaron del
cuello para hacer que se moviera hasta donde sus amigos se encontraban.
Le dolió ver que a Seokjin le estaba sangrando la nariz por su culpa y la forma en la que la punta del
arma de uno de los militares estaba en la espalda recta de Yoongi por haber intentado escapar.
El cielo nocturno lució como una gran pantalla; eran ajenos a saber el colapso que se vivía en la
ciudad.
Kim no flaqueó, cuando le dieron un golpe para que se arrodillara lo hizo sin bajar la cabeza.
Se burló un poco de sí mismo; de haber sabido que acercarse a ese laboratorio le causaría tantos
problemas, se lo hubiera pensado dos veces antes de hacerlo.
Analizó con cuidado la situación. Solo militares... ningún científico afuera. Algo estaba mal.
Entre cerró los ojos viendo cómo el cabello de Seokjin se había esponjado; y era irónico, porque eso
solo pasaba por la humedad o la estática.
Apretó los ojos uniendo todo, esto era malo.
Los daños de una una sobrecarga de tal magnitud eran casi imposibles de calcular.
El rubio de bata blanca y larga salió de entre la compuerta con una careta puesta, seguido del
mayor.
—Niño, repite lo que dijiste antes —le ordenó Park a Taehyung.
—Causaron una sobrecarga, imbéciles —El castaño tenía un privilegio en este lugar, era el único
que no estaba inmovilizado, así que no pudo evitar levantar el dedo medio en su dirección—. ¡Nos
jodieron!
Casi inmediatamente los militares lo empujaron sobre la nieve para reducirlo al orden; pero al
profesor no le importaban sus altanerías.
—Déjenlo hablar—dijo Namjoon haciendo que se alejaran de Taehyung—, el estabilizador, está
perdiendo fuerza.
—¿Es que no lo entiende? Solo funciona como un canal, debe estar conectado a algo más que solo
Jungkook. Además...
—¿Además de qué?
Taehyung pensó en si debería decir la verdad, pero estaba seguro del daño que la corriente le hacía
a Jungkook, y no podía permitir eso.
—Tenemos que aislar a Jungkook o.… su corriente hará colapsar todo el pueblo —dijo serio—. Es
como una bomba, al explotar la carga será expansiva.
Namjoon asintió con la cabeza al entender al chico.
—Esos dos, enciérrenlos —dijo señalando a Seokjin y Min—. Niño listo, tú vienes conmigo —dijo
dando la orden para que lo soltaran.
Dio un paso incierto al frente, volteó por unos instantes para ver a su hermano y amigo ser
empujados por los militares para llevarlos hacia el interior del laboratorio.
Él no era un hombre precisamente libre tampoco, sabía que le estaban apuntando por la espalda.
—No intentes salirte con la tuya, o ellos pagan las consecuencias —dijo Jimin cuando se acercó a él
y lo empujó para que se moviera rápido.
El club de los fenómenos se separó cuando fueron enviados en diferentes direcciones.
Seokjin regresó a la misma sala donde había estado encerrado meses antes pero ahora en compañía
de Yoongi; y para asegurarse de que esta vez no huyera, le colocaron esposas en las manos y pies.
Cuando Taehyung apostó a que ese lugar era un laboratorio no se se había equivocado. Las paredes
blancas y metálicas parecían cerrarse cuando entró empujado para que caminara siguiendo la
espalda del desconocido frente a él.
Este sujeto sin nombre que aparentemente estaba tan desesperado como él.
Llegó hasta una habitación de vidrio desde la cual pudo observar a Jungkook en su interior con
cables adheridos a la sien y el pecho, además de un tubo en la boca.
Se le revolvió el estómago cuando comenzó a sudar. El vidrio no dejaría salir por completo la
energía de Jungkook, pero eso solo la contenía, seguía en contacto con él.
«Lo está lastimando» pensó con enojo.
Volteó a ver hacia el frente, había un pequeño cuarto, atravesó las cortinas de plástico hasta entrar
poco completo en el estéril lugar.
—¿Cómo lo detenemos? —dijo Namjoon al chico.
—Revirtiendo su corriente.
El moreno asintió, colocándose lo que para Taehyung era una especie de casco.
—Profesor —dijo uno de los ayudantes quién tomó un traje de caucho bastante extraño para ayudar
al hombre a vestirse—. El voltaje sube.
—Lo sé, por eso está él aquí —respondió señalando al chico quién tragó pesadamente, no tenía ni
una idea de qué esperaban que hiciera—. Denle un traje.
Pesaba; los guantes eran ásperos por dentro y la careta le hizo sentir que se asfixiaba cuando le
ajustaron el casco a la cabeza, aún más cuando le cerraron el traje por la espalda.
Esto lo supera por mucho; tragó saliva y se armó de valor para dar el primer paso al frente cuando la
entrada de la habitación que resguardaba a Jungkook se encontraba.
Las botas de su traje le hacían moverse lento, y todas las luces de alrededor se alteraron cuando
entraron allí. El hombre al que llamaban "profesor" lo siguió observando con cautela sus
movimientos.
—¡Estabilízalo! —le ordenó cuando se acercó al cuerpo del chico. Era la misma situación que en la
piscina, pero a mayor escala.
—¡Es demasiada energía, es como si algo lo atrapara!
Namjoon se quedó callado unos segundos con el ceño fruncido; el lago lo repelía, pero algo volvía a
hacerle entrar en tetanización.
Se movió rápidamente hacia el intercomunicador que daba hacia afuera.
—¡Apaguen las torres! —ordenó—. Bobinas fuera de funcionamiento, ¡Ya!
Taehyung asintió cuando vio todas las herramientas a su lado, tomó una pinza para poder sujetar
unos cables pequeños que estaban adheridos a su pecho, hasta el generador que solo él sabía cómo
utilizar.
El sonido punzante de la alerta le estresaba por lo fuerte y agudo que sonaba.
Quizás era demasiado obvio para explicarlo, pero, el castaño comenzó a desvariar cuando encontró
una salida diferente.
Había comenzado a extraer la energía a Jungkook para que pudiera acercarse al lago; al estar en el
punto de origen, regresar a su tiempo sería mucho más fácil pero después descubrió que mientras
más energía le quitaba, Jungkook parecía más feliz allí.
Y no sabría explicar si eran los recuerdos cambiantes, el calor humano o sus turbios experimentos
lo que estaba haciendo que Jungkook deseara quedarse; pero no le importaba, él quería sentir que
era suyo, y estaba completamente entregado a lograrlo.
Taehyung descubrió algo el día que lo entendió, algo que en alguna otra realidad descubrió mucho
antes:
Kim Taehyung, era increíblemente egoísta y deseaba controlar la vida como cualquier otro humano.
Y es que, después de cientos de intentos, no encontró una forma de enviarlo de regreso, o bueno, no
quería hacerlo.
Así que era igual de culpable que todos aquellos a su alrededor por desear que existiera una realidad
diferente.
Había dos paneles eléctricos cerca de los controles que la sala poseía, Taehyung encontró la forma
de unir el generador en medio de ellos y del muchacho antes de encenderlo por completo esperando
que funcionara.
En ese momento, el condado entero se iluminó como si de un árbol de navidad se tratara cuando la
electricidad se dirigió correctamente.
Negó con la cabeza, él no entendía mucho sobre el extraño experimento, pero, sabía de sobra que
algo estaba mal calculado.
Respiró agitado; le temblaban las manos y quería llorar. Soltó sus herramientas cuando la pantalla
con el pulso de Jungkook pareció estable.
Le puso la mano en el pecho queriendo pedirle disculpas por no saber cómo salvarlo.
Quería decirle que lo amaba, que tenía una solución, pero no podía mentir.
La señal en el radar volvió a ser constante, y Namjoon entendió que efectivamente, el chico sabía
controlarlo.
Namjoon se aproximó a él y le puso la mano en el hombro. Taehyung volteó a verlo sin importar
que sus ojos estuvieran cristalizados cuando el mayor le dijo:
—Tenemos mucho que hablar.
El destino es un río, cuya corriente fluye siguiendo su caudal. A veces tranquilo, usualmente,
peligroso.
A Kim Taehyung siempre le gustó pensar que en la vida había mucho por descubrir.
Le parecía tonto, pero en el fondo, siempre tuvo la esperanza de que su destino fluyera como la de
los demás.
Y así quizás un día él también tendría lo que todo joven desea: libertad, amor y una oportunidad de
descubrir las maravillas del mundo.
Cuando entendió que la libertad empezaba por aceptarse a sí mismo, lo demás comenzó a aparecer
en cosas simples. Como... en las charlas sin sentido y ese sentimiento de ser como un niño llegando
al gran mundo adulto.
Pero esto no le servía de nada, al menos no en la posición en la que se encontraba.
Sentado dentro de la oficina del Profesor, pensó en que había subestimado mucho la capacidad de
Jungkook para dañar a todos a su alrededor.
Había una fotografía suya pegada al tablero, al igual que una de sus amigos, Incluso sus padres y de
varias personas del equipo de béisbol.
Namjoon encendió un cigarrillo mientras caminaba por la oficina; el experimento estaba contenido,
y sus asistentes se encargaban de hacer una recopilación de los daños alrededor del pueblo.
—Entonces, Taehyung —le dijo, estaban igual de cansados—. La "sobrecarga" ¿Cómo sabías que
sucedería?
—Su cuerpo funciona como una clase de pulso electromagnético, se expande y colapsa las cosas a
su alrededor.
—¿En qué condiciones?
—Estrés, contacto con corriente externa. El tamaño de la onda expansiva depende mucho del nivel
de electricidad al que se someta.
Namjoon se dio la vuelta y tomó el marcador de su escritorio para caminar hacia el pizarrón de la
pared.
—La coraza de electricidad, hace que las corrientes externas reboten en sentido contrario —dijo
haciendo un círculo y unas flechas que aparecían indicar 'hacia afuera"—. ¿Qué más?
—¿Qué es eso de "coraza"?
—La electricidad que rodea a Jungkook —dijo directo—. Lo protege.
Taehyung abrió los ojos, eso era lo que estaba adherido a su cerebro. Perose estaban equivocando y
no estaba a su alrededor sino dentro de él.
—Necesito saber de qué se trata todo esto —dijo desafiante, no esperaba que el otro le contestara.
—Lo que ves aquí —le explicó—, es el proceso para la creación de un vórtice entre el espacio y el
tiempo. Un...
—... Agujero de gusano —murmuró cuando una de sus teorías se confirmó.
Asintió. —Sabemos cómo contenerlo, cómo exponenciar su poder y hacer que la brecha se abra a
voluntad, pero el problema es que... no sabemos qué hay del otro lado ni tampoco controlar a sujeto
de prueba.
Dudó por un segundo.
—Pero yo sí —dijo levantando la cabeza mientras buscaba una salida.
—Decir eso no te deja en una buena posición.
—Están demasiado equivocados —intentó explicar—. Su primer error fue traer a Jungkook aquí,
casi lo matan y el segundo, los agujeros de gusano forman una curva, pero esta va en un solo
sentido.
Namjoon estaba sobrio, y le pareció intrigante la forma en la que el chico aseguraba que estaba
equivocado.
—Explícate —dijo extendiendo hacia el marcador al castaño.
Esto era irreal pero ya no tenía mucho que perder. Siempre se preguntó qué tan lejos llegaría por
conocimiento, y el límite parecía estar muy lejos de allí.
—No es complejo, es algo más lógico. —Taehyung se acercó al pizarrón y realizó dos puntos en
este, para luego trazar una línea entre ambos. —Aquí —realizó una curva del segundo al primero—.
¿Ve esta línea? Es el punto de origen. Estamos hablando de viajar en el tiempo.
—¿El origen de qué?
—No del experimento o de la llegada de Jungkook. Sino, de la creación del vórtice. Si lo que dice
es verdad, él podría haber caído en el año tres mil en el y de todas formas habría terminado aquí. Un
agujero de gusano solo puede volver al momento en que fue creado porque su trayectoria está
limitada.
—¿Basándote en qué? —el chico respondía rápido, eso lo sorprendió.
—En que debería haber viajado a velocidad de la luz, pero eso lo habría llevado hacia el futuro.
—A menos que... vaya en sentido contrario —murmuró viendo al castaño. Ese chico tenía más
información de la que creyó, pero era algo positivo, había mucho de donde explotar.
—Puede que sea real, pero eso no significa que sepa controlarlo. Jamás podría dirigirlo a su antojo
si sigue en esa dirección. Más masa, es igual a más peso y por lo tanto necesitaría más energía.
—¿Cómo es que entiendes todo eso? O bueno, ¿Por qué? ¿A dónde intentabas llegar?
Taehyung podría comenzar diciendo: "Resulta que... Conocí a un chico del futuro con problemas
familiares que quería cambiar su vida."
Podría haberle explicado la forma en la que la realidad estaba cambiando.
Quizá por eso no le tenía miedo, o quizá porque a Jungkook y su padrastro los dejaron entrar a
pescar al lago lo que significaba que ese laboratorio en algún punto de la historia ya no existiría y
por consecuente el experimento había fracasado.
Así que no se lo diría no iba a explicarle que estaban en una línea temporal diferente, iba a esperar.
Una de dos cosas: el experimento fracasa y todo seguirá como hasta ahora o funciona, y Jungkook
nunca viajó en el tiempo.
Sí, eso podría causar una "paradoja del abuelo".
Eran un sin fin de posibles paradojas que le estaban atormentando. Pero eso no le impediría
encontrar los detalles técnicos de esa investigación.
—Creo que estamos hablando en círculos, diga lo que tiene que decir de una vez.
Alzó una ceja — Pienso que podemos ayudarnos mutuamente.
—¿Qué? —Eso lo tomó por sorpresa.
—Te dejaré ver al sujeto y dejar a tus amigos en paz. Yo me quedo con él, y tú, y las personas que
te importan podrían seguir con su vida tranquilamente. ¿Entraste al M.I.T. cierto, Taehyung?
—¿Quiere mis teorías, cierto? —le contestó casi con gracia.
La pregunta le sorprendió un poco; y Namjoon, quién ya había estudiado todos los movimientos del
chico encontró la forma de manipularlo.
—Te robaste las mías desde el inicio, me parece lo justo —se jactó—. Además, no es como si no
pudiera entrar a tu casa y darles la vuelta a todas las cosas hasta encontrar todo lo que descubriste.
—¿Piensa que dejaría por allí mis apuntes? Yo no soy como usted —se burló, su libreta y todos sus
borradores secretos estaban seguros en otro lugar—. Ábrame la cabeza si quiere, pero no obtendrá
nada.
—Entonces, negociemos tu cerebro. Tú me ayudas, yo te ayudo.
—¿Y para qué necesitaría su ayuda?
—Para enviar a tu querido Jungkook de regreso por donde vino, como si nunca hubiera salido del
lago.
Taehyung se quedó callado de pronto. Hacer eso crearía una paradoja más grande, pero una en la
que podía salvar a Jungkook.
—Miente, no sabe cómo hacer eso.
—Tengo el equipo, y con tus descubrimientos, todo lo necesario para recalcular la trayectoria. Él
volvería a casa y yo entendería cómo funciona el vórtice, nadie sale herido.
—No puede prometer eso.
—Incluso si no, estar aquí ya lo ha lastimado mucho. ¿O no? Un colapso más y.… perderíamos
todos nuestros avances, o él podría morir. Así que, ¿Qué dices?
—Quiero monitorearlo yo.
—¿Qué?
—La zona sur, cerca de la escuela, casi llegando al límite. Es la mejor zona para tenerlo en
observación.
—Tu casa —le dijo directo.
—Sí, mi casa. Durante el tiempo que tarde en reformular, yo me encargaré de él. Todo seguirá
normal hasta el momento en el que sea seguro que regrese.
Taehyung tenía clara una cosa: ellos no tenían ni idea de la gran paradoja en la que estaban metidos.
Y eso le gustaba, jugaba a su favor.
Y Namjoon no tenía una jodida idea de cómo regresarlo y no le importaba el chico, pero parecer
benevolente era la carta que tenía.
—Dejarte solo con el experimento no me parece sensato.
—Quiero al menos unos quince días.
—¿Para qué?
—Quiero —tragó saliva— quiero despedirme de él.
Taehyung no sabía que tanto habían descubierto; pero él tenía la teoría de que el organismo entero
de su Jungkook funcionaba más rápido.
Recordaba un raspón que se hizo el chico cuando apenas lo conocía. Él anotó en su libreta que
debía monitorearlo, y, de hecho, lo hizo. Pero nunca tuvo con qué comparar sus datos hasta ahora.
Lo que normalmente debía sanar en cuatro o cinco días, sanó en un día y catorce horas
aproximadamente. Así que, si su teoría era correcta, la energía de sus células las reproducía a un
mayor ritmo.
Pero no iba a explicarle eso, era su descubrimiento personal.
—Parece que tienes una especie de vínculo codependiente con él... —le dio la espalda para ver por
la ventana—. ¿No te parece que es producto de la radiación?
—¿A qué se refiere?
— Esa "onda" que mencionaste antes. ¿No crees que te está haciendo daño? No lo sé, mareos,
dolor... ¿Algo de ese estilo?
Taehyung se quedó callado. En realidad, no tenía una respuesta para eso.
—No lo sé, pero si lo hiciera... terminaría en el momento que él regrese, ¿Cierto?
«O te estaría causando una reacción cancerígena, Pero ¿quién soy yo para decirlo?» pensó
Namjoon.
—Sí, es probable
—Entonces, no veo ningún problema. Yo me encargo de cuidar de él y ustedes, de su vórtice. Es
ganar-ganar.
Kim Namjoon lo meditó por unos minutos.
A él le servían un par de manos extras y el niño estaba desesperado.
Además, aún le faltaban muchos expedientes por revisar. Estando en el hospital había recabando los
datos de todas las personas fallecidas en ese pueblo, si encontraba a lo más cercano que tenía a una
familia, no habría desperdiciado millones de dólares en vano.
—Con una condición —dijo antes de darse la vuelta. ¿Cómo confiar en el chico? —No pueden
dejar el pueblo.
—¿Piensa que intentaré escapar?
—Es lo más lógico. Pero, en el momento en el que la energía de Jungkook salga del radar del
pueblo, le daré la orden a los francotiradores de atacar.
—Oh, claro. Vigilancia en los límites de la ciudad, un clásico.
—De hecho, afuera de tu casa. Así que, ustedes huyen, y yo le disparo a tu hermano, tus padres,
¿Quién falta? ¿Tu amigo? No lo sé, quién sea. ¿Te parece justo?
Taehyung tragó saliva pesadamente. Solo quería tomar al chico que amaba y abrazarlo fuerte, y si
este era el camino para hacerlo, iba a tomarlo.
—Si se atreve a lastimarlos, quién se pondrá una bala en la cabeza seré yo. Y usted, su equipo y
toda su investigación de mierda se joden.
—¿Así de valioso crees que eres?
—Así de valioso es lo que sé.
El profesor extendió la mano frente a él. Y el castaño la tomó para estrecharla cuando se sentó a la
orilla del abismo mental en donde siempre estaba.
—Tienes mi palabra, Kim.
...
La ley de Talión dicta que las cosas deben ser ojo por ojo, y diente por diente; así que Jimin estaba
divirtiéndose mucho viendo a los dos menores colgar de cabeza dentro de la sala de de
interrogatorio.
Inicialmente estaban en el suelo, pero pensó que le faltaba creatividad a su secuestro.
Así que verlos pendular con los ojos vendados, y los pies sujetados al techo mientras lo maldecían
le estaba haciendo mucha gracia.
Se puso su equipo de seguridad correctamente antes de entrar, solo en caso de que tuvieran energía
adherida.
—A ver, a ver, niños —dijo—. En vista de que no tienen nada de experiencia secuestrando,
díganme, ¿Qué tal les pareció todo?
Sarcástico, burlándose de ellos por lo fácil que habían caído esta vez.
—Te daría un ocho por tu creatividad —dijo Yoongi, ya tenía dormidos los brazos. Park lo empujó
haciendo que se balanceara un poco haciendo aumentar el dolor de su cuerpo colgante—. Pero te
mereces un cinco por no hacer tu propio trabajo.
—¿Te quieres dormir otra vez?
—Hazlo, por favor, mi boca es la única parte de mi cuerpo que no está entumecida ya.
Jimin no entendía porqué no le tenían miedo, Seokjin llevaba media hora intentando alcanzar con
sus brazos la cadena que sostenía y el otro estaba hablando demasiado.
Su única tarea por el momento era vigilarlos, y esto se estaba volviendo tedioso. Así que decidió
quitarles la venda de los ojos.
Ambos los apretaron cuando la luz de la sala los golpeó. Estaban de cabeza y lo primero que vieron
fueron las piernas de la sombra que los seguía.
Ninguno de los dos se lo esperaba, pero el primero en recibir un golpe en el abdomen fue Seokjin.
Ya estaba lo suficientemente golpeado, pero eso no era impedimento para que Jimin pudiera
desquitarse.
—¿¡Qué mierda te pasa!? —gruñó cuando ni siquiera podía compungirse de dolor.
—Tenemos algo pendiente —le respondió dándole uno ahora en el rostro que le partió el labio y
una bofetada que sonó fuerte.
—¡Déjanos ir! —le gritó Min agitándose—. ¡No lo toques!
Jimin volteó hacia él.
—No te preocupes, también hay para ti —dijo antes de levantar la pierna para patearlo en el
estómago—. ¿O crees que debería cortarte un dedo en algo?
Yoongi entendió a qué se refería, apenas pudo recobrar el aliento e intentó hablar.
—Oye, amigo. Creo que en el secuestro anterior todos dijimos cosas que no sentíamos.
—¿Estás jodiéndome?
—¿Qué te parece si empezamos de nuevo? Tú nos bajas, nosotros nos disculpamos, nos borran la
memoria como en los cómics y nos dejan ir. ¿Te parece?
La sangre de la boca de Seokjin se le había corrido hacia la frente.
—¿Podrías dejar de hablar con él secuestrador?
—Creo que estoy logrando algo aquí, cállate —Jimin rodó los ojos y le dio un golpe en la garganta
a Yoongi para que se ahogara.
Cuando la gota de sangre de Seokjin se deslizó por su cabeza hasta caer, el castaño notó que el piso
estaba recubierto.
—¿El suelo tiene plástico? —murmuró Jin.
—No soy un sádico ni nada, no quisiera tener que matarlos. Pero son peso muerto y no tenemos
tiempo para lidiar con esto.
—¿Qué hicieron con mi hermano? —dijo temiendo lo peor.
—No lo sé, no está dentro de mi jurisdicción.
—¿Tú solo te encargas de los raptos fallidos? —cuestionó Yoongi a su lado ganándose otra patada
y una mordaza.
—Ustedes dos son un problema —dijo antes de darles la espalda para salir de la sala y volver a
encerrarlos.
Las luces se apagaron y ambos se clavaron en el desconcierto. Ninguno entendía a totalidad la
situación, pero sin duda no era la forma en la que esperaban pasar el inicio de la nevada.
Seokjin creía en el destino siempre lo hizo, pero justo en ese momento creyó que a lo mejor estaba
destinado a morir en el anonimato.
No sabía si realmente iban a hacerles daño, pero no quería morir siendo cobarde. Así que aclaró la
garganta y cerró los ojos antes de comenzar a hablar:
—Oye, en caso de que nos maten hay algo que quiero que sepas —dijo Seokjin a sabiendas de que
el otro no le contestaría—. Yo te quise —murmuró— más de lo que quisiera admitir.
April Min cerró los ojos porque quisiera no haber escuchado eso, y hubiera querido contestarle con
un:
«¿Entonces por qué no me dejaste hacer lo mismo?»
El castaño quiso seguir hablando, pero el sonido de la cadena desenrollando resonó acompañado de
un golpe secó y un quejido de dolor. Habían bajado a Seokjin.
Tras unos minutos hicieron lo mismo con el otro chico, cuyo rostro chocó directamente con el
suelo.
Cuatro personas entraron para levantarlos, pese a lo apaleados que estaban los hicieron caminar
afuera de la sala mientras lo sujetaban ellos... ¿Los estaban dejando ir?
Taehyung les vio con pesar desde el pasillo mientras los llevaban a una de las camionetas, y es que
todo era tan extraño que no podían ni detenerse a pensar.
—Los llevarán a casa —dijo Taehyung, su mirada estaba perdida—. No intenten nada estúpido, por
favor...
Namjoon había dado la orden de llevarlos a ambos a casa, y de dejarlos al margen de esto a cambio
de algo tan exquisito como la mente del castaño que se quedó con ellos esa noche en el laboratorio.
Justo como el profesor prometió, y en contra de la voluntad de su asistente; la camioneta negra los
dejó a ambos en la esquina de la calle de sus casas en medio de lo que fue la primera gran nevada de
diciembre.
Seokjin tenía demasiado miedo de estar solo, y muy golpeado como para entrar así a su casa.
Así que terminó de polizón en la habitación de April Min después de que se curaran los golpes
mutuamente en la madrugada hasta quedarse dormidos.
Y Kim Taehyung, se encargó de regresar a Jungkook al lugar a donde ahora pertenecía, su
habitación, con la diferencia de que no regresó solo.
Nunca había tenido tanto equipo o herramientas para trabajar, pero los ayudantes de laboratorio le
obedecían cuando les dijo qué hacer.
Se sintió tan culpable. Tuvieron que sedar a sus padres para poder trabajar tranquilos, así que
cuando entró por esa habitación y los vio dormidos juntos tan plácidamente intentó convencerse de
que era necesario.
Así que él solo observó a los trabajadores del laboratorio unir su máquina a los fusibles de la casa
en caso de que Jungkook volviera a tener una sobrecarga mientras lo monitoreaba.
La habían reestructurado, ahora parecía una antena parabólica pequeña. Namjoon se encargó de que
todo luciera natural, esa era su especialidad.
Dejaron a Jungkook sobre la cama del castaño, y le colocaron suero, además de revisarle la herida
de la pierna antes de dejarla un poco más elevada.
La tuvieron que enyesar. Su carne sanaba rápido, pero no podían decir lo mismo de su hueso, no
aún.
Cuando Taehyung vio que su palabra se cumplía, tomó de su escritorio la carpeta que le pertenecía
a Namjoon y se la devolvió.
El moreno le puso la mano en el hombro complacido. Sin saber que las anotaciones que Taehyung
le hizo eran pocas a comparación de la gran cantidad de apuntes y dibujos que había recabando en
su propia libreta.
Pero confesar la existencia de la misma sería muy poco inteligente de su parte.
Así que solo bajó la cabeza, como si estuviera derrotado cuando el sol comenzaba a salir.
Esa madrugada en específico, cuando todo volvió a su lugar después de un gran colapsó, Kim
Taehyung se sentó en la alfombra de su habitación a llorar.
Era inteligente, pero también un joven atado de manos en la orilla de un abismo en el que saltar iba
a matarlo y quedarse allí también.
Taehyung estuvo presente cuando los primeros rayos de sol atravesaron la ventana, veía al techo,
mientras el pecho le dolía.
Escuchó un leve quejido y se levantó para ver a Jungkook removiéndose en la cama. Se sentó en
esta para ver al pelinegro y sonreírle a esos ojos somnolientos, oscuros y tan enormes que adoraba
con cada parte de su alma.
—Súper estrella... —le acarició la mejilla—. Despertaste.
—¿Dónde estoy? —dijo adolorido cuando apenas logró abrir los ojos.
—California, 1986, mi cama —le respondió Taehyung con cierto pesar.
—Creí que era una repostería... —su voz se arrastró cuando le sonrió apenas—. Porque eres todo un
pastelito.
Kim le pasó la mano por la cabeza para peinar con delicadeza su cabello, enternecido.
Parecía que estaba cuerdo.
—Parece que alguien se despertó feliz —dijo un poco más aliviado—. ¿Cómo te sientes?
—Me duele... ¿Qué fue lo que sucedió?
—Tuviste un accidente, estuviste en el hospital por días. —Se le hizo un nudo en la garganta—. Te
lastimaste la pierna.
Jungkook volteó hacia su yeso.
—Mi.… pierna —dijo confundido—. ¿Cómo? ¿Por qué me accidenté?
—Quisiste salvar a tu madre, el auto no funcionaba.
Jungkook parpadeó incrédulo. Estaba perdido entre los recuerdos de la realidad a la que fue, la
segunda y la que le había contado a Taehyung, es decir, la original.
—Salvar a mi... ¿Madre? ¿De qué?
—El choque, la seguiste al aeropuerto, sabías que se accidentaría.
—No, no.… yo, no... —le dolía el estómago, había un espacio vacío en su cerebro que no podía
llenar. —Eso no fue lo que pasó...
—Jungkook —dijo y se puso de pie—. ¿Por qué no dejaste que Seokjin la siguiera?
Las razones eran evidentes, y es que el Seokjin adulto se sentó en el pórtico alguna vez para
contarle a Jungkook la forma tan desastrosa en la que su pierna terminó atrapada entre los destrozos
del auto por seguir a su madre.
Solo que ahora, ya no lo sabía.
—No lo sé —murmuró.
El corazón de Taehyung se aceleró.
—Seokjin, en el futuro. Dijiste que su pierna, dijiste que yo... —se quedó callado cuando fue
incapaz de continuar.
—Taehyung, me estás asustando. No entiendo que sucede.
—Jungkook, ¿Qué pasará después de que yo cumpla dieciocho?
—¿Nos mudamos juntos?
Su corazón casi se detuvo por la impresión. Y Jungkook no entendió porqué comenzó a llorar
cuando se aproximó para abrazarlo.
—Jamás sucedió —murmuró Taehyung contra su cuello.
Jungkook se removió un poco a causa del dolor. Él no lo sabía, pero había hecho girar la ruleta de
papeles en sentido contrario.
—¿Qué cosa?
—Ya no importa —dijo temblando sin saber si era emoción o pánico.
En la zona sur del Condado Mariposa, casi llegando al límite de la ciudad, en una casa que
necesitaba pintura y en donde nunca había agua caliente. Kim Taehyung, quién ya le había vendido
su alma al gobierno, se inclinó para besar con delicadeza al confundido viajero del tiempo quién no
entendió absolutamente nada de lo que pasó a su alrededor.
Mientras en las afueras de esta, el equipo de encubierto del laboratorio se encargó de colocar nuevas
cámaras en el perímetro, y de mantener vigilado el sector entero.
Taehyung lo sabía, y estaba convencido de que lo que había en el techo de una casa vecina no era
un mirón sino un francotirador, pero no le interesaba.
Estaba jodido, sí, pero al menos podía dar por cancelada su muerte.
19 días antes de.
CAPITULO 22
22.

El juicio humano nunca es del todo confiable; tampoco lo es el tiempo. Pues nunca ha tenido
sentido más allá del que los humanos pusieron en él.
Jungkook veía el reloj de la pared del salón de clases; sus agujas se movían demasiado lento. Por
eso, cuando el timbre finalmente marcó el final de ese curso sintió un gran alivio.
Se levantó y salió en silencio entre el montón de alumnos de la preparatoria. No hablaba mucho con
nadie realmente, todos pensaban que era raro porque difícilmente opinaba igual y por su mirada
seria mientras escondía las manos en las mangas de su sudadera negra.
Al menos así era como Jungkook se veía en la segunda línea de tiempo.
Negó con la cabeza, ni de broma aguantaría otras dos horas de la historia de Estados Unidos. De
todas formas, tenía tarea de química que hacer; pero no le gustaba estar solo en casa, así que salió
hacia las mesas del área verde de la escuela.
Siguió avanzando; pero lo primero que encontró fueron unos converse blancos sucios entre la
grama, pertenecientes al chico que veía hacia el cielo sin preocupación alguna.
Bueno, quizá esta línea no era tan perfecta como la tercera, ni tan nefasta como la primera; porque
al menos en esta tenía un amigo.
Se acercó a Dominic causando sombra en su rostro.
—¿No deberías estar en clase? —le dijo viéndolo desde arriba.
—Si no te molesta, Jungkook, estás estorbando mi vista —le respondió con gracia.
—Niño, saltarte clases no es bueno para ti.
—¿Por qué me dices "niño"? —Dominic se recompuso sobre el suelo y le vio molesto—. Solo eres
dos años mayor que yo.
—Pero soy más maduro que tú y voy en un grado más alto.
—Pura mierda.
—Oye, cuida tu lenguaje. O tendré que llamarte la atención con tu nombre completo como si fuera
tu madre.
—Hazlo; llámame así y te corto la lengua.
—Oh, qué rudo. Me gusta más tu otro nombre, voy a usarlo.
—Pero a mí no, ¿Podríamos dejar de hablar de eso, por favor?
Jungkook contuvo sus deseos de reír.
—Está bien. —Se sentó a su lado en la grama, viendo hacia el cielo—. Pero ya que estás aquí
desocupado, deberías ayudarme con mi tarea. —Buscó entre sus cosas y sacó un libro.
—Creí que dijiste que tú eras el mayor. —El pelirrojo se burló y alzó una ceja. —¿Y vienes aquí
por ayuda?
—Estoy desesperado, así que sí. Odio química.
Rodó los ojos y le quitó el libro de la mano abriéndolo en donde un lápiz fungía como separador; lo
observó por unos minutos revisando su tarea.
—Ella también te odia. Creo que tendrás que tomar escuela de verano —le dijo con gracia.
—¿Qué?
—Todas las respuestas, están mal.
—¡Eso no es posible!
—Acá —señaló su libro—. ¿Cuál es la antecesora de la química?
—¿La biología? —dijo inseguro.
—Es la alquimia —respondió con obviedad.
—Vamos, estuve cerca.
—Ni un poco. —Negó con la cabeza—. Pregunta cuatro, ¿Y quién es el padre de la química
moderna?
—No lo sé. ¿Newton?
—Oh, Jesús. —Se dio un golpe en la frente.
—¿Jesús es el padre de la química?
—¡No! Lavoisier, él es el padre de la química. Fue él quien planteó los cambios de la materia.
—Explícate bien, me confundes. ¿Y eso qué es?
Jeon Jungkook sabía que algo estaba mal; siempre lo sentía, y de todas formas no podía hacer nada
para descubrir qué era, más que dejar que todo encontrara su rumbo de regreso.
—Eres un cabeza hueca, Jungkook.
—Lo siento, pero me la debes; yo te hice tu tarea de lenguaje.
—Saqué seis.
—Aún no escribo bien en inglés, hablarlo es diferente, hice lo que pude.
—Tú ganas, pero no te daré las respuestas. —Dominic suspiró antes de comenzar a explicarle—.
Uno de los principios de la química dice que los átomos no desaparecen, sino que se ordenan de
distinta manera...
—Por ejemplo...
—Las nubes... la lluvia... el cielo... —le vio como intentando que el chico conectara los cables—.
¿Nada?
—¿Es alguna clase de metáfora?
Negó.—Es algo lógico de la vida. Todo sigue su curso, cumpliendo su función específica.
—¿Te parece que es buen momento para decir cosas profundas?
—Escucha, Jeon. Siempre es buen momento para decir cosas profundas. —Le encantaba burlarse de
las cosas que eran obvias para él.
—¿Y eso qué tiene que ver con mi tarea?
—Solo porque ya no veas a la nube no significa que no esté allí. Puede estar en forma de lluvia, esa
lluvia cae a la tierra como gotas de agua, y regresa en forma de vapor al cielo, para volver a ser
nube. Es su ciclo.
—Pero al caer, el agua... ya no está.
—Estás muy equivocado en ese punto —le dijo con una sonrisa haciendo un círculo en su libro para
resaltar la pregunta que le estaba dando problemas.
—¿Por qué lo dices?
—La materia no se crea, ni se destruye; solo se transforma.
—Es la ley de...
—La ley de la conservación de la materia. —Dominic asintió con la cabeza—. Parece que alguien
reprobará su clase —se burló.
—No me molestes. ¿Cómo es que sabes eso y yo no?
—Es algo básico. Además...
—¿Además...?
—...En una de las casas hogar en donde estuve había muchos libros, y creo que los leí todos... algo
se me debió haber quedado.
Jungkook le dio un pequeño empujón, y el suspiro del otro le llenó de curiosidad. — Nunca entendí
cómo funciona eso de...
—¿Ser huérfano? —se burló, Jeon asintió apenado—. Pues, te envían a alguna casa hogar con otros
niños como tú. Intentan encontrar parientes tuyos, o alguna pareja que quiera adoptarte. Es largo, y
si eres como yo... tedioso. Luego te envían con familias que cuidan de ti por lapsos de tiempo, a
cambio de dinero del gobierno.
—¿Como tú?
—Como yo. —Repitió—. Las parejas sólo quieren bebés y yo... ya era muy grande. Hasta el
momento, he tenido cinco familias temporales.
—Lamento haber preguntado.
—Nah. No es la gran cosa, solo me queda un poco para los dieciocho, y seré libre.
—Puedo preguntar... ¿Qué pasó con...? —La forma en la que el chico volteó la cabeza hizo a
Jungkook detener sus palabras—...Lo siento.
—¿Mis padres? —Jeon asintió con pena—. Mamá enfermó cuando yo era pequeño y papá... —se
burló de sí mismo—. A la fecha no tengo ni una maldita idea de quién era.
—¿Por qué lo dices?
—Mi papá era militar, o bueno, eso creo. Hice muchas cosas para obtener información de él.
Siempre supe que teníamos el mismo nombre, intenté buscarlo y cuando lo encontré, resultó que
llevaba unos...—alzó una ceja—diecisiete años muerto.
—Lo siento mucho...
—¿Sabes qué es lo peor? —El chico negó—. Jungkook, tengo dieciséis.
—Eso significa que él no...
—Nunca fue él. Pero... era la única esperanza que tenía.
—Eso no es cierto. Podríamos encontrar al verdadero y...
—Jungkook —le dijo serio—, si las cosas son como creo. En algún lado, tengo una familia que
nunca se interesó en mí. Y ya no importa, ya no la quiero.
—Escucha —Jungkook tragó saliva pesadamente. No tenía recuerdos muy claros; pero en cualquier
aspecto o línea, él también estaba decepcionado del hombre que lo engendró—. No todos deberían
ser padres.
—Ya lo sé. De todas formas, nadie sabe cómo serlo, ¿Cierto?
—¿Estás excusando a tu mal padre?
—No, le estoy dando el beneficio de la duda. Así es la vida.
—Es tonto, pero... a veces quisiera tener una guía para ella.
—La tienes y no te das cuenta.
—¿De qué hablas?
—Tu familia. Sé que odias a tu padrastro, pero... él no parece ser tan malo.
—No lo conoces bien. Ni a él, ni a mamá. Siento que... —Jungkook se quedó callado, tenía una
vida común y aún sentía que algo no cuadraba.
—Nunca he tenido a alguien que se preocupe por mí. Y el otro día cuando fue por nosotros a la
comisaría yo... —Dominic volteó a verlo cansado—. Olvídalo.
—Dilo, está bien.
—Yo... pensé que eras un idiota —le dijo serio—. Incluso con todo, hay personas que te aman... no
lo sé, él me pareció alguien genuino, y tú un tonto.
—Lo soy. —Bajó la cabeza—. Tienes razón, supongo que algunas personas tienen más problemas
que yo.
—No se trata de eso.
—¿Entonces de qué?
Dominic negó con la cabeza, y sonrió levemente pensando en lo perdido que estaba Jungkook. Pero
que de alguna forma, su miseria mental era algo que le gustaría haber arreglado.
—¿Sabes? Todas las noches durante años he rezado por alguien, quien sea, alguien que me dijera
que la vida no era tan mala. Quería encontrar el camino de regreso, pero ahora... ya ni siquiera sé
qué es lo que he estado buscando.
La forma en la que se pasó la mano por el cabello antes de sonreír viendo al cielo le hizo tener una
sensación de desconcierto y náusea que le quemó el pecho a Jungkook.
—¿Y qué es lo que quieres ahora? —le dijo cuando el viento lo despeinó.
—Quisiera que esto termine pronto —suspiró.
—¿Qué cosa?
Volteó a verlo cuando sus ojos le suplicaron ayuda.
—Mi vida.
Un espejo, y la expiación de sus culpas al transformarse.
...
12 días antes de.

Cuando se tiene atención al detalle, es fácil armar una historia. Paso por paso, y en silencio.
Las líneas actuales eran tres: El origen, el producto y la fractura.
Una obra tríptica en donde cada cosa encaja a su manera.
Y es que, cada versión de ellos tenía acceso al conocimiento de las acciones de su propia realidad;
únicamente.
Por eso, Kim Taehyung estaba comenzando a pensar que no podía arreglarlo.
Lo cual le llevaba a cuestionarse: ¿Era el mismo Jungkook en ambas líneas? ¿O era producto de
algún error entre ellas?
Es decir; él seguía hablando de las líneas como si fueran solo dos porque eran esas a las que su
conocimiento tenía acceso. Pero había muchas cosas que desconocía.
Y divagaba constantemente pensando en cómo avanzar, rayando en la posibilidad de que ya estaba
loco.
—La vista no es muy placentera a esta hora —escuchó detrás de él.
Quitó su mirada de la ventana para enfocarse en el hombre en la puerta. Este no era un lugar en el
que le gustara estar, pero sí el único en el que podía lograr algo.
Durante las últimas noches, Taehyung había cruzado una línea que nunca creyó que atravesaría
cuando sin falta terminó en el laboratorio frente al radar de monitoreo para contemplar las ondas
que se movían por toda la ciudad.
No quería alardear; pero era increíble la forma en la que toda esa energía se movía a su alrededor.
Casi hipnotizante para una mente como la suya cuando las marcas aparecían como pulsos en el
registro, y es que, sin saberlo, había hecho algo bien.
—Estoy intentando meditar un poco —respondió acomodándose la bata de trabajo que le habían
entregado.
Kim Namjoon, pensaba que era una pena tener que amenazar al chico; pero era igual de trágico
dejar que se desperdiciaran sus conocimientos por algo tan vano como sus impulsos.
El moreno le observó con curiosidad.
Ambos sabían que era inútil pelear, y reñir. Ninguno llegaría a nada, pero su tregua se sentía algo
oscura porque entendían el trasfondo.
Ninguno de ellos sabía cómo lograr su cometido. Y eso les quemaba, más que eso, iba a terminar de
enloquecerlos.
Existe algo muy deprimente en la inteligencia. Y es que cuando se es una persona inteligente, tienes
el acceso a tantas cosas, a tantos caminos, y tantas posibilidades que es difícil tomar una.
Porque hacerlo significa desperdiciar tu potencial en otra cosa. O quizá te llevaría a ser consciente
de lo asquerosa que es la realidad. Cuando alguien utiliza su intelecto para escalar en la vida
muchas veces encuentra junto al éxito, la desolación; o en su defecto la miseria y la impotencia.
Cuando se es demasiado inteligente no se vive en paz.
Namjoon sabía de sobra que la existencia de múltiples versiones de la historia era posible; pero a
diferencia de Taehyung, a él no le importaba el desenlace del futuro, sino el pasado trayecto, le
había tomado muchos años llegar aquí.
Taehyung se movió hacia la puerta; a juzgar por la hora, pronto tendría que regresar a casa; aún así,
no podía dejar de pensar que algo fallaría con el experimento, pero no encontraba qué.
—Necesito saber, ¿Qué tanto conoces del otro lado? —cuestionó Namjoon, los dos comenzaron a
caminar por el pasillo metálico de regreso a la sala de control.
—Pues... no mucho en realidad. El sujeto viene del futuro, pero su conocimiento es limitado.
—El simple hecho de tener noción de lo que pasará ya es un gran acontecimiento.
—Pero... —Taehyung entró primero a la sala—. Saberlo crea otros sucesos, que eliminan los que ya
conocía.
Taehyung no podía explicar a ciencia cierta cómo lo sabía. Es decir, era una gran paradoja. Además
de que siempre tuvo la idea que esto era un bucle infinito, pero no podía romperlo, sino lo
descifraba primero.
—He recalculado el nivel de energía para abrir y estabilizar el vórtice, en sentido contrario.
—Un agujero de gusano no puede... no puede ser manipulado.
—Los cálculos son correctos. Cuando vuelva a anochecer, comenzaremos con las pruebas.
No había mucho que pudiera hacer. Su cerebro los estaba manteniendo vivos todos, pero solo hacía
de Taehyung un rehén, que se veía obligado a medir riesgos con el voltímetro cuando el circuito se
encendía.
Y él esperaba que sus propias predicciones fueran ciertas. Porque de otra forma, lo único que podría
hacer era dejar que se repitiera hasta el colapso de todas las líneas.
Otra persona apareció detrás del viéndole con desdén, hastiado.
Había descubierto que el moreno que media el voltaje desde el panel era Namjoon, el líder del
operativo, conocido por todos como el profesor. Y el rubio que le veía con disgusto, era Park, el
subordinado del primero.
El gobierno les estaba pagando; y en algún punto de su vida, Taehyung hubiera peleado por tener
una oportunidad así de grande. Pero en ese momento, lo veía como un gran bache en el camino.
Y es que, las últimas semanas cuando salía en la madrugada de ese laboratorio, tenía la sensación de
que le dispararían por la espalda.
Park lo acompañó hasta la salida, en donde lo revisó para asegurarse que no se llevara nada y
después, lo hizo subirse a la camioneta para llevarlo a casa.
Amanecía, el violeta oscuro del cielo pronto se transformaría en rosa y él no quería ver el sol salir.
El trayecto se sentía largo, e incómodo. Más cuando el tipo le veía por el retrovisor examinándolo.
—Oye, Kim —le dijo con dureza—. Vas a ayudarme.
Taehyung carraspeó. —Eso depende de si gano algo yo.
—Podrías... —Detuvo lentamente el auto en medio de la carretera—. ¿Cuánto tiempo has estado en
este pueblo?
—Poco más de diez años —respondió curioso ante su actitud, y lo poco que le gustó la respuesta.
Park Jimin siempre sabía más de lo que debería. Después de años conviviendo con el profesor,
había entendido un par de sus motivos. Y últimamente tenía la idea de que, si satisfacía ese deseo,
podría evitar el colapso total del experimento.
—Necesito encontrar a alguien.
Jimin nunca fue indispensable en el futuro; su primera línea de tiempo terminaba con él apenas
sobreviviendo en alguna región montañosa del país, cuando después del primero de agosto de 1986
el proyecto en el que trabajaba no diera frutos.
Pero en esta línea, y con el transcurrir de los meses; Jimin había tenido suficiente tiempo para
conocer las historias detrás de muchos de los habitantes del lugar, incluyendo la de los tres Kim
cuya vida le interesaba.
Quizá todos en el cuartel creerían que pasar tanto tiempo de encubierto en la escuela había sido
inutil; pero no, y es que Jimin los había observado en silencio a todos, con cautela mientras
intentaba descifrar sus intenciones.
El profesor nunca habló sobre sus propósitos personales, eso fue algo que él descubrió por su propia
cuenta al hurgar entre sus cosas. El hombre tenía cartas hechas a mano, que narraban historias y casi
parecían darle instrucciones para actuar.
Era una mujer que hablaba sobre un niño y las teorías que ella tenía sobre cómo hacer funcionar el
experimento.
Después de muchas charlas y de revisar por centésima vez los expedientes de las personas nacidas
en ese pueblo, tenía una vaga idea de con quién estaba emparentado el profesor.
Primero pensó en Seokjin, por eso se atrevió a dejarlo salir, por eso le siguió por días hasta que
cayó en cuenta de que el chico no encajaba.
En su lugar, el más joven que aparecía junto a él, y la mujer en las fotos de la casa de la familia Min
eran similares a las descripciones físicas que el profesor le había contado.
Así que comenzó a cuestionarse si era él el causante real del fallo.
Jimin había seguido en secreto a Agustus Min por meses, y descubrió el nombre grabado en la
lápida que el chico siempre visitaba. Así que eso le confirmaba que también era un Kim, bueno, al
menos de una extraña forma.
—Un chico, aproximadamente de tu edad; madre muerta, cabello oscuro.
Pero no se lo diría a nadie, no hasta que supiera cómo sacarle provecho. Él prefería dejar que las
cosas se dieran en el momento adecuado.
—Eso es bastante ambiguo —le dijo con voz sombría pero burlona—. ¿No les basta con jodernos a
nosotros?
Park negó con la cabeza, había muchas cosas que el chico no entendía. Por eso a Jimin no le parecía
un genio como todos decían, para él, era un niño que no sabía lo que era estar verdaderamente
jodido.
Porque su cerebro lo mantendría con vida; pero sus impulsos iban a arrojarlo al vacío.
—Si decides dejar de ser menos... infantil, avísame, podrías librarte de esto —dijo al aire,
ganándose una mirada de desconcierto antes de encender de nuevo el motor. — Sería un trato entre
nosotros dos.
Taehyung parpadeó confundido; no tenía idea lo que quería decir, al menos no del todo.
Cuando la camioneta llegó a su calle y volvió a detenerse. El castaño abrió la puerta, temblando un
poco por el clima cuando se bajó de esta y la vio alejarse.
Tenía dos cosas: un dilema, y mucho frío.
Así que, cansado, caminó hasta su casa. Y entró por la puerta de atrás sin hacer ruido.
Subió las escaleras sin muchas ganas hasta quedar de pie frente a su habitación; tragó saliva, pero
no entró; y luego siguió moviéndose hasta la habitación de su hermano.
Parecía que el tiempo se había detenido, y mientras más pensaba, más se hundía.
Suspiró; era momento de descansar de su doble vida de científico.
Se regañó a sí mismo. Vaya que tenían razón al decir que se debe tener cuidado con lo que se desea,
pensó, se quitó los zapatos, y luego se sentó en la orilla de la cama de Seokjin, quién se removió un
poco al verlo.
No le dijo nada cuando se recostó a su lado; le extendió un poco de cobija antes de volver a cerrar
los ojos. Y Taehyung le imitó durmiendo con facilidad.
La madrugada hacía que sus pensamientos se volvieran oscuros; por suerte para él, cuando cerró los
ojos, terminó de amanecer.
Taehyung estaba muy cansado de su vida; pero al menos, la última semana todo había estado bien,
y el profesor mantenía su palabra. Seokjin estaba bien, sus padres estaban a salvo, incluso Yoongi
estaba más tranquilo ahora cuando todo parecía haber vuelto a la normalidad para ellos.
Todos estaban ilesos por el módico costo de la fatiga mental y pérdida de cordura de Taehyung.
¿Qué podía hacer? ¿Ir a la policía? ¿A la iglesia? Kim realmente quería correr hacia el noticiero
para decir que lo estaban obligando a hacer cosas; decirle al mundo que el gobierno les ocultaba la
verdad.
O quizá simplemente solo lanzarse a llorar en brazos de su madre, pero esa tampoco era una opción.
Así que optó por algo similar cuando se sintió menos expuesto al lado de Seokjin.
Pasadas unas pocas horas de sueño, que para Taehyung se sintieron como minutos, el castaño abrió
los ojos cuando escuchó que le hablaban.
Después de que comenzaran las vacaciones de invierno, ya a nadie en esa casa le importaba dormir
hasta casi las diez de la mañana, quizá más.
Con la luz de sol, su presente se veía menos sombrío.
—Sabes que en realidad no me importa —le dijo su hermano—, pero... tus ronquidos en mi oído me
están incomodando mucho.
Carraspeó. —No seas llorón. —Luego se escondió entre la sábana.
—Taehyung... —Seokjin aclaró su garganta—. Estás ocupando la mitad de mi cama.
—Déjame dormir, tarado. —El Kim mayor negó con la cabeza antes de empujar a su hermano para
que se alejara.
—Antes no te quejabas cuando venía a dormir aquí —Taehyung intentaba cubrirse con una
almohada ofendido por la interrupción de su sueño—. Hasta me abrazabas.
—Antes, no medías un metro con ochenta, ¡O invadías mi jodido espacio personal!
—Ay, ya. No seas egoísta —le dijo queriendo abrazarlo—. Dame cinco minutos más, hermano.
En resumen, lo único que quería era dormir un poco; pero su madre mantenía cerrada con llave la
habitación de huéspedes, y no quería lastimar a Jungkook al dormir, así que su habitación no era
una opción.
Además, desde la última vez que había subido a limpiar el ático, le daba muchísima vergüenza estar
allí. Así que sí, se auto-invitó a dormir en la habitación de Seokjin.
El mayor no le dio mucha importancia la primera noche; pero comenzaba a cansarse de su hermano
intentando usarlo de almohada.
—Tienes un colchón extra en tu habitación, Taehyung. Úsalo y lárgate de aquí.
—Seokjin... —le dijo serio—. Tengo que confesarte algo.
—¿Ahora qué?
Se supone que había comenzado a decirle toda la verdad a su hermano. Bueno, a medias, pero ya le
había dicho muchas cosas.
Le confesó que Jungkook no era de intercambio; también le contó que lo había encontrado a la
orilla del lago la noche que él osó abandonarlo. Esa parte era cierta.
Taehyung diciéndole a Seokjin que Jungkook era un espía secreto, no.
Pero, ¿Qué debía hacer? No podía decirle:
"Jungkook viene del futuro, es tu hijastro y casi te quedas cojo". O qué tal, "Oye, me acosté con el
hijo que tendrá tu novia, que no es tu novia, pero va a ser tu esposa".
Sí, definitivamente sonaba mal.
Así que: "Jungkook era un espía; pero quiso dejar la organización y no lo tomaron bien.
Así que lo ayudé a esconderse, y te confundieron conmigo, por eso comenzaron a seguirte" fue más
fácil de decir para Taehyung y de asimilar para Seokjin.
Pero bien, Taehyung estaba harto de la gente del gobierno siguiéndolo por todo el pueblo. Ya no
tenía energías para decir una mentira más, así que sería demasiado honesto con él en este punto.
—No hay colchón —dijo, el objeto pasó demasiado desapercibido mucho tiempo—. Hace unos dos
meses que ya no está.
—¿Qué?
—Yo... duermo con Jungkook.
Seokjin intentaba procesar todo; sabía que algo de todo lo que le habían dicho no era verdad, pero al
menos ya no estaba tan aislado de la información de los lunáticos que quisieron hacerlo brocheta y
de su hermano teniendo una relación más estable de lo que él pudo en años.
Y con respecto a lo último, aún tenía una espina que se clavaba en su pecho cuando su hermano
comenzaba a hablar desvergonzadamente. Le hacía sentir deseos de llorar con música instrumental
de fondo y viendo fotos de Taehyung de bebé.
—¿Y crees que eso es excusa para abrazarme a la fuerza?
—Es la costumbre, no me culpes. Literalmente duermo abrazado a él...
—Basta de información innecesaria. Te pedí sinceridad, pero esto ya es mucho para mí.
—Yo te he escuchado hablar sobre tus chicas por años; ahora, aguantate.
—¡Pero no es lo mismo!
—Sí, lo es. No seas hipócrita.
—Está bien; me disculpo por las cosas que te dije durante estos años. Pero no quiero saber lo que
haces a solas con el agente 007.
Al menos en esta línea; la repulsión y rechazo de Seokjin habían sido reemplazados por pena, e
incomodidad que eran casi cómicas.
—Dramático. —A Taehyung le hacía mucha gracia el conflicto que causaba en su hermano—.
Después de que lo abrazo le doy besitos en la espalda...
—Tae, no digas esas cosas cuando estoy en calzoncillos. Por favor, no me atormentes. Haces que
quiera ir a confesarme, sé que he pecado, pero no merezco la condena.
—...Y luego él me f-...
Seokjin abrió los ojos y extendió el brazo para taparle la boca antes de que siguiera hablando. —
¡Kim Taehyung, ya bajale a tus hormonas, te lo suplico!
—¿Ves lo que he sufrido por tu culpa todos estos años? Ahora soy yo el que irrumpe en tu
habitación. Déjame ir tu camisa roja, rociarme fijador para el cabello y podré decir:
"Conocí a un chico, es nuevo en la ciudad y es demasiado ardiente" —le dijo imitando la forma de
hablar de Seokjin.
—¿Acabas de citarme?
—Tengo buena memoria, y tú me debes muchas.
—¡Sí, ya entendí la lección! Ahora cállate, por favor. Haces que quiera castrarlo.
—No es justo, le quitarías lo divertido a mi vida.
Tomó aire, iba a callarlo por la fuerza. —Dices otra cosa más y te daré la charla de las abejas de
nuevo.
—¿Vas a seguir con eso? Es la peor explicación sexual del mundo.
—Es aprueba de tontos, si la conocieras, la próxima vez que andes haciendo el "abeja por abeja" al
menos te asegurarías de que nadie te vea.
Taehyung abrió los ojos atrapado; él conocía demasiado bien a Seokjin, sabía que no iba a decírselo
de frente, pero si lo insinuaba... Ay, mierda.
El sueño del menor desapareció de golpe, de pronto se había vuelto incómodo y vergonzoso estar
allí.
—Tienes razón, iré a dormir al sofá —dijo dando un brinco de la cama, que asustó al mayor, para
levantarse—. O a cortarme el cuello, lo que sea más fácil.
—¡Taehyung! ¡No huyas! Sé que no vas a quedar embarazado, pero aún no tenemos esa
conversación a fondo. —Oh, no. Taehyung no quería llegar al fondo de... eso.
No era justo, se supone que el avergonzado debía ser Seokjin, no él.
—Y no vamos a tenerla —le dijo—. Si te tranquiliza, podemos fingir que me disté un buen sermón
de hermano mayor y yo entendí el mensaje.
—Me sirve —respondió Seokjin, alzando su pulgar de entre el montón de sábanas en las que se
había cubierto.
La luz de la mañana iluminaba todo el lugar. Esto de tener "doble turno" no estaba ayudando mucho
a la cordura de Taehyung.
Salió de la habitación de su hermano y alzó la cabeza intentando recordar el propósito de todo esto;
pero cuando abrió los ojos, se fijó en el techo, y un pequeño cable que sobresalía, supuestamente
oculto en la bombilla del corredor.
Ladeó la cabeza; lo siguió con la vista, para encontrarse con otro, y otro, que finalmente le hizo caer
en cuenta de que tenían cámaras dentro de la casa.
Era la segunda vez en la semana que le ponían putas cámaras, él ya no tenía nada de paciencia.
Caminó hacia el armario de limpieza y sacó una pequeña escalera para poder alcanzar el techo del
pasillo.
Le sacó el dedo de en medio, y luego se enfocó en arrancar el pequeño aparato seguido del cable.
Se movió molesto por toda la casa buscando otra señal de que lo estaban controlando. Y es que así
era, solo faltaba que cuando estornudara, las plantas de su jardín le dijeran "salud".
Quizá exageraba, ahora estaba loco y paranoico.
Entró a su propia habitación; Jungkook se había recuperado bastante, aunque claro, aún estaba ese
pequeño detalle de tener media pierna inmovilizada.
Había sido atendido por un médico especialista traído de quién-sabe-dónde, una silla, muletas y
mucha comida. Era extraño, pero no negaría que también era conveniente.
Taehyung sentía que lo observaban por doquier, y un peluche, de entre el montón que las chicas de
la escuela le habían llevado al herido Jungkook, le pareció sospechoso.
Así que lo tomó para buscar una cámara o micrófono en este, y comenzó a sacudirlo. Como
queriendo obligar al pequeño armadillo a que le contara todos sus secretos.
Jungkook abrió ligeramente los ojos. Se sentó en la cama, ya era casi mediodía y se preguntaba
cuánto tiempo tendría que pasar con esa molesta cosa que le mantenía la pierna protegida, pero le
hacía sentir inútil.
Pero lo primero que vio fue a su pequeño Kim intelectual peleando con un peluche.
Bueno, ahora era el pequeño Kim desquiciado al parecer.
—¿Taehyung? ¿Qué haces? —dijo confundido cuando vio al castaño haciéndole gestos a un
peluche e intentando quitarle el botón del ojo.
Atrapado, escondió el osito detrás de su espalda.
—¿Yo? ¡Nada!
—Estás ultrajando al pobre muñeco —dijo con una sonrisa e intentando bajarse de la cama.
Taehyung soltó al oso y se movió de inmediato hacia él.
—¿Qué crees que haces? ¡No te esfuerces!
—Es mediodía y recién despierto. Eso es un nuevo récord de holgazanería. Necesito tomar un baño
—le dijo con obviedad, buscando alcanzar sus muletas para levantarse.
—Oh, no. Señor "Me creo muy fuerte" recuerda que no puedes mojar el yeso.
—Pastelito, relájate. No es la primera vez que me parto una pierna.
Jungkook alguna vez le había contado a Taehyung sobre cómo fue a esquiar con su padre, y terminó
con el tobillo torcido en navidad. Pero lo extraño era que ninguno de los dos podía tener la certeza
de a qué línea temporal pertenecía ese recuerdo.
Al pelinegro no le importaron los regaños.
Dolía como el demonio moverse, pero sus brazos eran fuertes y podía avanzar hasta el baño sin más
ayuda que sus muletas.
No quería sentirse inútil, no tanto como actualmente era.
Taehyung estuvo a punto de obligarlo a volver a la cama cuando Seokjin irrumpió como siempre en
su habitación. Ya se había bañado y cambiado.
—¿Y ustedes por qué no están vestidos ya? —les dijo a lo que ambos se vieron con desconcierto—.
Pensé que iban a ayudarme.
—¿Ayudarte con qué? —Taehyung había estado muy desconectado de los problemas de su familia
en los últimos días.
Su hermano volteó a ver a Jungkook, quien tenía una expresión culpable.
—¿No le dijiste a Taehyung? —reprochó indignado de que Jungkook faltara a su confianza.
—¡Lo olvidé, lo siento!
Seokjin negó con la cabeza. De nuevo, de qué le servía tener un hermano extra si no le ayudaba en
nada.
—Como sea, ya fui por mis trajes. Pero aún necesito su opinión.
—¿Trajes? —No, definitivamente, Taehyung no estaba en sintonía.
—¡El baile es esta noche, Taehyung! —dijo Seokjin—. Y sabes lo que significa, ¡Premios de fin de
año! Jeon también tiene que ir.
Los días seguidos a que Jungkook despertara, fue llenado de las atenciones de las personas de la
escuela. Le llevaron desde regalos, hasta dinero y él no podía negar que le gustaba la atención.
También estaba feliz porque habían ganado el partido, e iban a premiarlos como equipo.
Y según Seokjin, él también tenía parte en el premio. Pero no tenía un traje, y definitivamente no
iría al baile.
—Oh, no. Lo siento, pero yo no voy a ir.
—¿Qué? No puedes no ir. Vamos, Bond. Te conviene.
Volteó a ver a Taehyung en busca de ayuda. Pero el castaño se divertía viendo a su hermano con
toda esa energía. Y es que el Seokjin auténtico era un hombre bastante emocional y eufórico.
—¿Y qué se supone que tendríamos que hacer?
No quería estereotipar a los menores, pero... realmente esperaba que tuvieran buen gusto, porque él
no iba a escoger su ropa solo.
—Verme modelar —dijo cuando los cambiaron su expresión, por una de "¿En qué jodidos nos
metimos?"—. ¡Voy por mis trajes!
Se vieron entre sí. Había un momento en esa casa al que todos temían, y era cuando Seokjin pedía
una opinión sobre su ropa.
Era super indeciso, e incluso había comprado dos trajes caros porque no pudo elegir solo uno.
Pasaba horas hablando y se quejaba hasta por el más mínimo detalle.
Así que cuando el castaño mayor se fue, aprovecharon para cerrar con llave la puerta para huir.
Pudieron zafarse un rato con la excusa de que Jungkook debía tomar un baño, y que no podía
hacerlo solo. Lo cual no era del todo mentira.
Intentaron guardar silencio mientras los dos se duchaban y se colocaban ropa deportiva, de esa que
solían usar para estar en casa. Solo esperarían a que el mayor se fuera.
Taehyung aprovechó el momento para tomar una siesta de una hora en la alfombra, y Jungkook, en
la cama, se cómodo para terminar su trabajo. Bueno, si es que puede llamarse así al libro de
colorear que ya casi terminaba de llenar por completo.
Pero cuando llegó la tarde, el reloj marcó las cinco, y se vieron forzados a salir del encierro de su
habitación por comida. Estaban demasiado hambrientos.
Taehyung asomó la cabeza para asegurarse de que el pasillo estuviera vacío, y luego salió con
sigilo. Y no supo de dónde salió o cómo, pero Seokjin lo atrapó.
—¡Justo a tiempo! —le dijo cuando lo tomó como rehén.
—¡Jungkook, ayuda! ¡Me tienen! —gritó mientras era arrastrado por las escaleras.
—¡Noo! ¡Siempre se llevan a los más jóvenes! —gritó desde la habitación fingiendo llorar.
En fin, así fue como los dos terminaron en la sala de la casa, viendo Seokjin cambiarse de corbata
por milésima vez.
Seokjin ayudó-obligó a Jungkook a bajar las escaleras. Pero le había dado manzana en cuadritos, y
eso era suficiente para el pelinegro.
Además de que parecía muy empeñado en hacerlo ir al baile. Se hizo el benevolente dándole a
Jungkook uno de sus trajes, y justo ahora casi le obligaba a ponérselo.
Taehyung lo vio celoso. Estaba bien que fueran amigos, pero si su hermano pretendía robarse a su
cita que no era su cita para baile, estaba muy equivocado.
Jungkook por su parte, pareció feliz con la idea, así que terminó de convencerse de asistir.
Él comenzó a intentar ponerse el traje, pero no podía, ni siquiera le entraba por el maldito yeso.
Al igual que el Kim mayor, que no estaba conforme con la camisa que le quedaba pequeña en los
hombros, y el pantalón grande de la cintura. Jungkook y él eran aparentemente casi de la misma
talla, así que esto no estaba funcionando para ninguno de los dos.
Mientras Seokjin corría por toda la casa buscando dónde conectar su secadora, y sus padres les
veían vestirse en la sala sin atreverse a preguntar qué sucedía, Taehyung decidió tomar medidas
drásticas.
Él no tenía cabeza para soportar a tonto uno y tonto dos quejándose de sus atuendos y su cabello.
Así que hizo una llamada de emergencia.
El timbre sonó pasados solo unos minutos, y él se levantó corriendo del sofá para quitarse del
camino y dejar esto en manos profesionales.
—¡Mantengan la calma! La verdadera ayuda está aquí —dijo Yoongi desde el marco de la puerta
con su metro en el cuello y sus alfileres en una mano.
Seokjin y Jungkook parecieron aliviados al verlo llegar. En especial porque el traje del pelinegro les
estaba dando demasiado problemas, pero eso no era suficiente para detener a Min.
Él amaba cuando sus amigos se dejaban usar como maniquíes.
Se encargó de arreglar el pantalón de Jungkook para que el yeso no le impidiera ponérselo. Y los
golpeó a ambos por arrugar el saco de Seokjin, porque era de casimir y no era nada barato.
Mientras los tres se movían ansiosos frente al espejo, Taehyung parecía perdido en sus
pensamientos mientras veía el cielo oscurecer desde la ventana.
Es decir, su día se había ido volando y realmente quería tener la habilidad de esos tres fingiendo que
no había pasado nada; pero no podía.
Hace un par de semanas pensó que... no era tan mala idea aceptar la invitación de Jungkook. Incluso
compró un par de cosas, solo que ahora no podía pensar en nada más que no fueran luces
parpadeando y cables de colores.
Aún así, les sonrió cuando finalmente lograron vestir a Jungkook, y se dedicó a peinar el cabello de
este hacia atrás y de colocarle correctamente su corbata.
La hora llegó, debían irse pronto.
—Oye, Min. ¿No deberías ir a arreglarte también? —le cuestionó Jungkook al fijarse en su ropa de
trabajo.
El chico negó. —No iré solo al baile —dijo restándole importancia mientras terminaba de ayudarlo
—. Diviértanse
Seokjin regresó ya peinando a la sala; la bocina de un auto se escuchó en el exterior de la casa. Y él
se asomó por la ventana.
—Ya vinieron por nosotros, Jungkook. Vamos —le indicó caminando emocionado.
Jungkook asintió, y volteó a ver a Taehyung.
El castaño ya le había dicho que no quería ir, y no quería forzarlo.
Este solo le sonrió como animándolo. Su hermano le había contado la razón por la que se empeñaba
en hacer que Jungkook se fuera y él no pudo objetar nada.
Tuvieron que esquivar las fotos del señor Kim antes de irse. Y así, Taehyung contempló desde la
entrada como los chicos del equipo se movían dentro del auto para dejar subir al Jungkook
lastimado.
—Creí que irías con ellos —escuchó decir detrás de él.
Taehyung no era el tipo de chico que se interese del todo por su apariencia. Y Min sabía que en el
fondo el castaño sí quería ir.
Se alzó de brazos. —No puedo, tengo cosas que hacer.
—Lo sé, los he visto caminando por el bosque—. Se quedó callado—. A veces estoy durmiendo, y
sueño que alguien me dispara, creo... creo que son ellos.
Vaya, al parecer todos estaban traumatizados. Seokjin había vuelto a tomar pastillas para dormir y
sabía que era su culpa.
—Lamento haberlos arrastrado a esto —dijo con pena.
Taehyung tragó saliva pensando que había sido muy estúpido todo este tiempo.
—Amigo, al menos hiciste más interesante la vida en los suburbios. Por mí parte — palmeó su
hombro para pasar a su lado y salir de la casa—, gracias por un extraño invierno, Kim —le dijo.
—¿Realmente acabas de agradecerme por eso? —cuestionó, Min apenas había dado un par de pasos
en la nieve cuando volteó a verlo.
—Sí, es lo único que puedo hacer.
No se lo diría; pero incluso si estaban acorralados, Agustus sentía más paz en ese momento, del que
había tenido en cualquier línea temporal.
—No te vayas, no quiero estar solo.
—¿Entonces qué haces aquí? —lo retó—. Sabes qué es lo que tienes que hacer.
—No esperarás que yo...
Agustus solo siguió avanzando.
—Si cambias de opinión, solo toca mi puerta. Tengo algo para ti en mi armario.
A Taehyung le hubiera gustado saber cómo era que las demás personas podían procesar sus
emociones de formas que él no entendía.
Sabía que era una estupidez, y que esta no era una película de esas que Jungkook le contaba. Pero
quizá, hoy era un buen día para lanzarse desde las alturas de su temor, hacia el fondo de lo que
quería.
El pelinegro menor, sacó su llave para entrar de regreso a casa. Pero contrario a lo que creyó, los
pasos detrás de él le hicieron saber que era más persuasivo de lo que creyó.
Había comenzado a nevar, al voltear se encontró con Taehyung, a quien le sonrió por la escarcha en
su cabello, y sus anteojos empañados y le dio entrada libre a su casa.
Era una buena noche para dejar que sus almas encontraran redención.
...
De entre todos los lugares en la ciudad que se pudieron haber utilizado, la pista de baile, y pseudo
escenario estaban allí, en el gimnasio de la escuela.
Jungkook pensó que esto pudo haber sido menos común si le hubiesen puesto más empeño.
La mayoría de las chicas usaban vestidos en tonos celestes, al igual que los chicos con sus trajes
negros para combinar con las decoraciones.
Y Jeon, en realidad no estaba del todo animado para disfrutar de lo clásico que se sentía el
ambiente.
El tema era "La última noche del invierno" y él comenzó a pensar que era exactamente como
Taehyung le dijo que sería.
La primera media hora fue divertida, después todos en el equipo se fueron con sus respectivas citas,
y le habían dejado allí, con su tonta pierna, y ponche.
Había alcohol de contrabando también; pero no podía beber si estaba tomando medicamentos para
el dolor.
Así que estaba solo, aburrido y ese pastel era más leche que pastel, así que no pensaba comérselo.
Sus muletas no combinaban del todo con su traje, según él, y estar allí no era tan mágico como
esperaba. Quizá Taehyung tenía razón, debió quedarse en casa.
Jungkook llevó su vista a la bebida sin muchas ganas cuando las parejas comenzaron a ponerse de
pie.
Suspiró en su silla, hasta que alguien le colocó la mano en el hombro.
—La decoración podría haber quedado mejor —le dijo Agustus a su lado—. No tengo dudas.
Jungkook volteó hacia él, no esperaba verlo allí, ni a sus tirantes blancos que resaltaban sobre su
camisa negra.
—Creí que dijiste que no vendrías —dijo desconcertado.
—Dije que no vendría solo —le respondió con una ceja alzada y una sonrisa cómplice antes de
voltear hacia la entrada.
—¿Qué?
—Creo que está buscándote... —le dijo antes de inclinarse y decirle en voz baja—. Me debes una.
Jungkook ladeó la cabeza, y le imitó llevando su vista a la puerta, en donde se encontró a un
Taehyung que buscaba con la vista entre las personas, y cuya falta de anteojos parecía hacer que se
le dificultara.
El sonido de la leve tonada de la canción de fondo hizo que los ojos de Jungkook se abrieran, y ese
brillo que los caracterizaba apareciera por el suspiro que la imagen del castaño le robó.
Jungkook tragó saliva, cuando su madre le dijo que tenía que esperar por su príncipe no le creyó,
pensó que era una tontería de esas que se les dice a los adolescentes para que dejen de llorar.
Pero junto en ese momento, Jeon Jungkook admitió que quizá era real cuando la música y el viento
se confabularon para que el encaje de la puerta, al igual que las estrellas y luces que estaban
colgadas en esta se movieran en cámara lenta cuando Taehyung atravesó la entrada.
Un joven alto, y apuesto; de cabello castaño, peinado hacia atrás de donde un mechón rebelde caía
sobre su frente, vestido con un traje blanco a la medida que encajaba perfectamente con los copos
de nieve y las luces blancas alrededor del arco de bienvenida.
Brillaba; Oh, Kim Taehyung siempre brillaba ante la mirada de Jungkook.
Los ojos de Taehyung se clavaron en los suyos cuando finalmente lo encontró sentado a la
distancia, y sonrió exclusivamente para él.
Había brillantina plateada por todos lados, tanta que el corbatín del mismo tono de Taehyung
combinó con la decoración del lugar.
Caminó lento hacia él con las manos en los bolsillos sin apartar su mirada de él hasta llegar frente al
chico.
—Hola... —dijo y llevó una mano a su propio cuello algo avergonzado—. Veo que eres muy guapo,
y que estás solo... así que, pensé en hacerte compañía. ¿Puedo?
Jungkook lo meditó unos instantes.
—No lo sé, mi novio es algo celoso —se burló de él.
—Él no tiene que enterarse —le respondió Taehyung pasándole una mano por el cabello para
peinarlo.
¿Que si Jeon Jungkook estaba enamorado de él? Efectivamente, así era. Y no podía ni recordar
cómo era todo antes de estarlo.
Todo este tiempo pensó que lo único que quería era encontrar a alguien como Taehyung; pero eso
no era cierto; siempre quiso encontrarlo a él, específicamente.
El volumen de la música bajó ligeramente cuando el encargado del sonido comenzó a hablar:
" —Les damos la bienvenida a todos. Hace frío y los trajes son caros, pero no se preocupen, pronto
será la última noche del invierno".
—Me parece que es un terrible tema para un baile —dijo Jungkook con gracia. "La última noche
del invierno" en una noche así de fría cuando parecía que el hielo solo se expandía le resultó
irónico.
—Es el mismo tema todos los años, no tienen presupuesto —le aseguró—. No han intentado algo
diferente desde que yo estaba en secundaria.
—Bueno, entonces supongo que es la eterna última noche del invierno
Taehyung no pudo evitar reír.
—Eres un cabeza hueca, Jungkook.
Jeon escondió su sonrisa antes regresar su vista hasta su vaso.
—Al menos esto sabe bien —dijo observándolo vacío.
—¿Quieres que te traiga más? —Parpadeó varias veces.
Jungkook le vio con curiosidad.
—Estás muy atento, Kim.
—Vine a ser tu pareja de baile, no me presiones.
—¿Ah, sí? ¿Y eso implica?
—Jeon —le vio serio—, acabo de peinarme y ponerme un smoking. Así que básicamente vine a
traerte ponche y a obligarte a usar un ramillete.
—¿Ramillete?
Taehyung abrió los ojos y comenzó a buscar entre sus bolsillos. Lo último que le faltaba era haber
perdido sus florecillas.
Finalmente, se tocó el bolsillo del saco; y de este tomó una caja de plástico pequeña que había
olvidado que tenía.
Eran pequeñas porque así podían sujetarse perfectamente a la solapa del saco de ambos, como dos
prendedores hechos de tela que simulaban una flor con un clip de plata.
—Iba a traerte un ramillete real, con rosas y encaje, pero ninguno de los dos cree en eso de regalar
flores —le dijo sonriendo para abrir la caja y tomar una de ellas para acercarse a Jungkook.
Las luces hicieron al prendedor relucir cuando Taehyung extendió sus manos para clavarlo en el
saco del otro, a la altura de su pecho.
Y después, con la caja abierta, la entregó al chico para que hiciera lo mismo.
Jungkook tomó el otro y se fijó en el traje blanco. Él lo había visto antes, entre el perchero de
atuendos de Min, pero nunca pensó que fuera de la talla de Taehyung.
—Creo que así se sienten las personas cuando proponen matrimonio —bromeó cuando abrió el
gancho para atravesar la tela de la solapa.
—Esta no es temporada de matrimonios —lo meditó—, bueno, al menos no en mi familia.
—¿A qué te refieres?
—No sé si te lo dije antes, pero mi familia tiene la extraña tradición de proponer matrimonio en las
bodas o los aniversarios, es raro. Por ejemplo, mis padres se comprometieron en la boda de un tío,
mis abuelos en el aniversario de sus padres...Y así, por generaciones.
—¿Es alguna clase de superstición?
—Eso creo, son tonterías. Pero según mis "ancestros"...Une a la familia desde sus comienzos.
—O sea que tendrías que comprometerte en...
—En la boda de Seokjin —afirmó.
—¡No se vale! ¿Y si quisiera proponerte matrimonio justo ahora?
—Te diría que sigas participando, y que lo intentes de nuevo en el aniversario de mis padres, o
cuando Jin se case. Tal vez entonces te diría que sí.
—¡Eso no tiene sentido! —Se cruzó de brazos.
—¿Y por qué no?
—¡Porque falta mucho para eso!
—Ya nos fuimos de luna de miel, de todas formas. No hace falta la boda —dijo sarcástico y
Jungkook le vio con los ojos entrecerrados.
—Idiota.
Kim negó con la cabeza. No pretendía darle más cuerda a la imaginación de Jungkook, pero le
gustaba verlo indignado.
La canción cambió a una más movida y Taehyung movió la cabeza al mismo ritmo que
"Girls Just Wanna have fun."
—Dios, esa canción es lo mejor —dijo Kim.
Su padre siempre le recalcó que esas canciones eran para chicas, y a Taehyung, bueno,
honestamente ya no le importaba.
—Parece que lo estás disfrutando. Quién lo diría.
—Oh, cállate, Jungkook. Este chico solo quiere divertirse.
—Ah, claro. Cambia de tema.
—¿Yo? ¿Cambiando de tema? Jamás.
—Le apretó una mejilla levantándose y tomando el vaso de Jungkook—. Ya vuelvo.
Jungkook frunció el ceño. El pequeño Kim intelectual se estaba aprovechando de sus limitaciones
físicas.
No muy lejos de allí, cerca de la mesa en donde todo el equipo de béisbol se reunió; Seokjin se reía
junto con sus amigos mientras hablaban sobre lo felices que estaban con su triunfo.
Volteó a ver hacía el otro lado, y observó el momento exacto antes de que su hermano se alejara de
Jungkook. Y se sintió afortunado de que Taehyung se decidiera a venir.
Seokjin y Jungkook nunca fueron los mejores amigos del mundo; aún así, le había tomado aprecio
al pelinegro.
El maestro de ceremonias se acercó a ellos.
—Oigan, chicos. Después de esta canción les toca —les dijo recordándoles sobre las medallas que
iban a darles.
Todos asintieron felices, y él regresó hacia el área de los controles de sonido; pero Seokjin le siguió
con la vista.
—Oye, Kim —le dijo uno de sus compañeros—. Es hora del premio.
—Cierto... —respondió dándole una mirada rápida a Jungkook y luego volviendo a concentrarse en
el equipo.
—¿Le dijiste algo?
—No, no. Es una sorpresa.
El equipo y Seokjin habían llegado a un acuerdo para ver quién se quedaba con el premio más
esperado de la noche.
Alzó la vista por un momento cuando la música se volvió más suave; Agustus estaba discutiendo
con el encargado de la música, supuso, por lo ofuscado que se veía de querer corregirlo.
Sonrió, y le vio negar con la cabeza, aburrido, antes de salir por la puerta del gimnasio.
Lo meditó un par de segundos antes de ponerse de pie.
—¿A dónde vas? —le dijo uno de sus amigos.
—Tengo algo que hacer, no me tardo —respondió separándose de su grupo.
Era un momento importante, y todos los importantes para él debían estar presentes.
Caminó en dirección a la salida, y volteó a ver a ambos lados cuando salió al pasillo al encontrarlo
vacío.
Así que pensó en buscar más allá de la salida principal. Después de que atravesó la puerta, lo
primero que vio fue a su amigo sentado en las gradas de la entrada de la tribuna del campo de
béisbol.
Agustus Min estaba cansado de lo mal que sonaba el estéreo y de que no lo dejaran tocarlo.
Además, ya había cumplido con su misión de cupido de la noche, así que estar allí adentro no le
hacía mucha ilusión.
Suspiró; cuando exhaló, el vapor de su boca fue visible ante las luces del campo. Entonces, escuchó
el sonido de la reja de la entrada, alzó la cabeza ligeramente, logrando así ver a Seokjin en la
entrada del campo.
Kim le sonrió, y se acercó con pasos lentos, con las manos en sus bolsillos para quedarse de pie
frente a él.
—Oye... Hace demasiado frío esta noche. ¿Qué haces aquí afuera? —le dijo a Min.
El chico negó con la cabeza.
—¿Qué haces tú aquí afuera? —le reprochó—. ¿No iban a darte el premio al mejor jugador?
Seokjin vaciló un poco antes de sentarse a su lado en las gradas.
—Pues no soy el mejor jugador, soy el mejor capitán —le dijo con gracia.
—¿Qué? —respondió confundido.
—No sé si deba decirlo; pero Jungkook entrenó mucho para el juego, horas y horas mientras yo me
la pasaba llorando y siendo un idiota. Aún así... no pudo jugar en la final.
—Lo sé, estaba muy emocionado.
—Pienso que motivó a todo el equipo. Y eso lo hace el mejor jugador.
—Tú... ¿Le diste tu premio? —Incrédulo, volteó a ver a Seokjin y al vapor que brotaba de sus
labios.
Kim asintió. —Él se lo merece más que yo. Se lo propuse al equipo, y todos estuvimos de acuerdo.
—Puedes ser muy noble si lo intentas, ¿O no, grandote?
—Creo que... es algo muy mío. ¿No te parece? —le dijo dándole un pequeño empujón—. Van a
dárselo en un rato, así que, vine a llamarte para que nos acompañes.
Agustus Min le vio sonreír a su lado y su pecho tembló. Todos habían llegado a rozar con la pureza
de sus propias almas.
Seokjin le palmeó la espalda antes de levantarse con intenciones de regresar al gimnasio.
Min se puso de pie, pero no avanzó, en su lugar, se quedó parado en uno de los escalones.
—Jin... —dijo y Seokjin se detuvo—. ¿Viniste hasta acá... solo por eso?
Un suspiro; ese suspiro que fue tan grande que el mayor de los Kim no lo pudo ocultar.
—Sí —volteó a verlo, y respondió con una sonrisa sabiendo que no era cierto.
—Sobre lo que dijiste la otra noche...
—Déjalo así —lo detuvo—. Pensé que pasaría algo muy malo. Y yo... No quería morir como un
cobarde, ¿Está bien? Es todo.
—Viste cómo nos apuntaban y decidiste que era buen momento para sincerarte. Lo entiendo, pero
yo...
—Ya te lo dije, es todo.
—Necesito saberlo —musitó cuando Seokjin volvió a caminar hacia él—. Necesito que me digas
por qué.
—No sé a qué te refieres.
Agustus frunció el ceño cuando el otro intentó fingir demencia. Seokjin estaba frente a él, y al estar
parado en el escalón, podía verlo a los ojos sin tener que alzar la cabeza.
—Ese día, ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué no me defendiste?
—Olvídate de eso.
—Seokjin —lo tomó del brazo—, mírame a los ojos y dime, ¿Por qué tuviste que hacerme
miserable los últimos dos veranos? ¿¡Qué fue lo te hice!?
El mayor apretó la quijada, molesto. Y resopló antes de comenzar a hablar.
—¿Qué quieres que te diga? ¿Quieres escucharme decir que soy un imbécil? ¡Pues sí, lo soy! —
alzó la voz, frustrado—. ¿¡Ya estás feliz!?
Por favor, no.
—¡No me grites!
—¡No te estoy gritando!
—¿¡Por qué no puedes solo responder!? —vociferó molesto.
No más.
—¡Yo hablo como se me da la gana! No me importa lo que digas. —Seokjin bajó la cabeza, y
exhaló cansado.
Nunca más.
—¿Lo ves? ¡Sigues siendo un maldito cretino!
—¡Y tú un fenómeno de mierda!
Estamos peleando de nuevo, y ninguno de los dos quiere hacerlo.
—Ni siquiera eres capaz de ser honesto...—murmuró y le fue imposible leer la lástima en sus ojos.
Tragó saliva; su respiración estaba pausada y sentía que moriría.
Seokjin no quería sentir, ni temer. Ni decirle que él le había dolido tanto todos estos años.
—¿¡Quieres honestidad!? —Negó con la cabeza y luego levantó la vista, dando un paso al frente.
—¡Sí!
—Me gustaría tener una gran excusa, pero no la tengo. Y lo cierto es... —tragó saliva— que te
extrañé mucho.
—¿Qué?
—Me dejé manipular. Estaba asustado y confundido. ¿¡Está bien!? Y sé que no es la respuesta que
esperas, pero no tengo otra.
—Tú... eres increíble. No puedes un día decir que sentías algo por mí y al siguiente actuar como si
eso no hubiera pasado. No puedes esperar que simplemente lo olvide.
—Sí. Sí puedo —le respondió encarando al chico.
—No inten... —Seokjin no lo dejó hablar, estaba tan cerca que su pecho casi rozó con el suyo
cuando dio otro paso al frente, tocando el dorso del escalón con la punta de su zapato.
—¿Y sabes por qué? —Se burló de sí mismo—. Porque yo estuve en la mierda tanto como tú. Pero
como el culpable fui yo, tuve que tragarme todo eso solo. Sé que lo merecía, pero eso no hace que
duela menos.
—¡Oh, dios! ¿Crees que eso te da derecho? ¡No siempre se trata sobre ti!
—¡Claro que no! Porque el pobre, pobre Agustus Min nunca hizo algo malo. —Ese coraje hacia él
venía de las cosas que hizo en otra línea—. Y fueron solo él y sus sentimientos lo único que valía la
pena.
—¿Qué demonios te pasa? —.Su voz se volvió más débil.
—¡Me da muchísimo coraje! Nunca supe cómo manejarlo. Y tú, pretendes que te expliqué cosas
que ni siquiera yo mismo entendí. No estoy justificando mis errores, pero me merezco, aunque sea
una gota de compasión.
Min chasqueó la lengua indignado.
—¿Por qué debería tenerte "compasión" a ti?
—Si no lo haces mínimo por empatía, entonces hazlo porque me colé a tu habitación y dormí a tu
lado mientras dejaba que me leyeras tus libretos mal escritos por años.
—¿Qué...? —El pelinegro quiso intervenir o alejarse de él; pero no pudo.
—No, cállate. Ahora déjame hablar. —Se pasó las manos por el cabello—. Maldición, ahuyenté a tu
cita de San Valentín en sexto grado, te seguí por todo el pueblo mientras crecíamos y.… usaba el
suéter que odias porque sabía que me dirías que me lo quitara, y así tendría una excusa para dartelo.
Porque incluso ahora sigues teniendo esa estúpida manía de nunca abrigarte y yo no pude evitar
recordar todo eso. —Se tragó el nudo que se formó en su garganta—. April... ¿Es que no lo ves?
—Jin...
Sus palabras sonaban heridas, llenas de indignación y melancolía.
—Imagina lo que fue, para alguien como yo, darse cuenta de que estuvo enamorado de su mejor
amigo por años. Obviamente me asusté, no supe cómo reaccionar, y hui. Yo no debería de haber
hecho todas esas cosas, tampoco tendría que haber sido tan cobarde y haberte lastimado, pero así
fue, y me odio mucho por eso. Me odio. ¡Me odio!
—Yo también te odio —murmuró con los ojos llorosos.
—No te culpo... —la forma en la que su voz se quebró terminó de romper el escepticismo del
menor.
—Maldición, Jin, te odio. —Se pasó la mano por el rostro. —Me odio a mí mismo y sé que vas a
odiarme por lo que voy a hacer —le dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca para sentir su
aliento. —Pero ya no puedo más.
Agustus necesitaba besarlo, iba a hacerlo, no había punto medio, solo temor, mucho temor.
Se condenó cuando terminó rompiendo con el espacio entre ellos, en un roce fugaz donde por unos
instantes logró tocar los labios del mayor de los Kim.
Buscó alejarse rápidamente pero no esperaba que la mano de Seokjin estuviera en su cuello,
haciéndole regresar hacia él. Fue un segundo en el que pudo verle antes de que tirase de él para
besarle con descaro.
Estaba quieto, demasiado consternado cuando el pecho de Seokjin se sintió cálido contra el suyo en
medio de la nevisca que comenzó a caer.
Con miedo, Yoongi le puso los manos sobre los hombros casi por inercia cuando con un brazo el
Kim mayor lo atrajo de la cintura hacia él, sin quitar la otra mano del cuello del menor, y solo
dejándola vagar ligeramente por su mentón, para acariciarle la mejilla con el pulgar.
Seokjin siempre tuvo miedo de entender qué le motivaba, y un toque tan frío en medio de aquella
boca que por tantos años clamó su nombre.
Ninguno de los habitantes del Condado Mariposa, ni mucho menos ellos, estaban cerca de saber que
esa culpa y esa desesperación que invadía al pelinegro provenían de la forma en la que se aprovechó
de la soledad de Kim Taehyung.
Y de que le mintió, de que, teniendo ese amor en sus manos, eligió a Seokjin aún sabiendo que no le
correspondería.
Porque en alguna línea de la historia, cuando Seokjin se lo encontró en medio de la carretera y lo
siguió a un pequeño restaurante del centro, terminaron en el baño de este, en donde se besaron con
tanto recelo, que era casi odio pero que ninguno de los dos aceptaría de dónde venía.
Más que amor, lo que ellos sentían por el otro era nostalgia ante la impotencia de un sentimiento
que murió en silencio.
Pero en esta historia, en la que ninguno tuvo que conocer ese lado del otro, Yoongi no era más que
aquel artista asustado que tembló inocente cuando su musa decidió morderlo.
Seokjin tenía los ojos cerrados; el chico sabía a primavera, a miles de recuerdos juntos. Sus labios
eran suaves, al igual que el resto de su piel, tan pálida y tersa como aquellas por las que tenía
debilidad. Le acarició la espalda baja cuando sintió su cuerpo temblar.
Olía a jazmín, a menta fresca, y tenía una cintura tan perfectamente definida cuyo roce le hizo
pensar en qué tan mal estaría si decidiera tocarlo así.
A Seokjin nunca le atrajo nadie realmente; lo suyo siempre estuvo más ligado a lo emocional.
Porque debajo de toda esa fachada que proyectaba, en la que se jactaba de ser un galán, nunca fue el
tipo desbordante de testosterona que todos creían.
Seokjin era intuitivo, sensitivo, y emocional.
En resumen, él podía haber tocado a muchas personas antes; pero a él solo le llenaba cuando podía
asociar los besos con las bromas, y la piel con la compañía.
Sabía que si deslizaba las manos por su espalda y le quitaba la camisa podía encontrar eso que los
mortales llaman milagro y todas las constelaciones de las que el universo estaba perdiéndose ocultas
en los lunares que alguna vez conoció, opacadas por las cicatrices en su cuerpo.
Esos labios parecían haberlo esperado por tanto tiempo; como si las pocas personas que tuvieron la
oportunidad de sentirlos hubiesen sido vanas, como si lo hubiera imaginado a él en cada uno de
ellos, y que, de no haber cambiado el pasado, los habría imaginado en el pobre ángel castaño que
tuvo el error de compadecerse de un ser tan encantador y vengativo como lo era Agustus Min.
Tomó aire separándose tan solo un poco cuando su lengua jugó con la de Min en un desesperado
intento de encontrar algo que le hiciera ser valiente, jadeando ligeramente en el acto cuando el
menor se animó a tocar su cabello; pero sus ojos se sintieron pesados y él fue incapaz continuar.
Lastimosamente, incluso con todas esas cualidades... Hacía falta algo. Se sentía diferente.
La calidez que provocaba en su interior ya no era lo suficientemente fuerte como para hacerle seguir
adelante con esta idea suicida que por un momento se le cruzó en la cabeza.
El breve instante en el que pensó que podían estar destinados se desvaneció cuando su racionalidad,
y el curso de la historia se encontraron cómplices de lo que ambas fuerzas querían.
Él era su primer amor; pero jamás sería el amor de su vida.
—April —dijo Seokjin colocando una mano sobre su pecho para detenerlo—, yo no puedo. Yo
nunca podré.
El menor parpadeó confundido cuando su rostro se sintió mojado. Pero no eran sus lágrimas, eran
las de Seokjin.
Se separó de él de inmediato. —Soy un hombre, y tú también. No sé en qué estaba pensando,
maldición. Lo siento, yo solo...
—No se trata de eso.
—¿Qué? ¿Cómo que no? Basta, no juegues conmigo. No-o puedes solo...—Seokjin le tomó de los
hombros para obligarlo a verlo.
—Escucha, necesito que entiendas esto—dijo con miedo—. No importa el tiempo o lo estúpido que
he sido, eres mi mejor amigo. No soy bueno para expresarme, pero te quiero tanto que ya no puedo
negarlo, creo que eres la primera persona que he querido en el mundo entero, y sé que quizá de
haber sido un poco más valiente en el pasado habría podido corresponderte, pero yo...
—Es sobre ella. ¿Cierto...? —respondió directo, con ligereza cuando el otro asintió—. Yo soy tu
mejor amigo. Y nunca seré más que eso...
—Yo la amo. Estoy total y completamente enamorado de ella. Sé que no la veré más, y aún así
tengo la necesidad de buscarla en todo el mundo si es necesario para decirle que pienso todo el día
en su rostro, que me falta su presencia. Y que su risa —negó con la cabeza—, su extraña risa me
fascina.
—Ahora entiendes cómo me siento yo —le dijo sin dejar de mirarlo cuando le limpió la lágrima de
la mejilla—. Lo que he sentido los últimos años.
—¿Qué significa eso?
—Que, aunque fuiste un idiota todo este tiempo; soy tan patético que no he dejado de amarte ni por
un segundo. Ni siquiera ahora. Y créeme, ella tampoco lo hará, estoy seguro de eso. Tienes ese algo
que no sé, hace perder la razón... y la paciencia. En el futuro, sé que estarán juntos otra vez, solo
tienes que esperarla.
—¿Acabas de confesar que me amas y me pides que la espere?
—Sí —dijo con pesar, con la madurez que le caracterizaba—, hazlo. Soy tu amigo después de todo,
y quiero que seas feliz. Además, creeré que eres un cobarde si no lo haces.
Sus ojos oscuros habían comenzado a cristalizarse; porque recordar todas las palizas que recibió por
parte de Kim, y las humillaciones, no lo hacían quererle menos, no lo hacían dejar de tener la
necesidad de acariciar su cabello, de probar del brillo de sus labios. Y al sentirlo así, vulnerable y
genuino como siempre le conoció, sus recuerdos solo consiguieron hacerle llorar.
Las lágrimas de Min comenzaron a caer cuando asintió con una sonrisa.
—Intentaré encontrarla, pero... quizás algún día —dijo Seokjin pasando un brazo por encima de sus
hombros para atraerlo hacia él abrazándolo y dándole un pequeño beso en la frente.
Min se recargó en su hombro cuando sintió como le envolvía en sus brazos, e intentó no mojarle la
camisa con sus lágrimas, pero fue imposible.
—Deberías irte... el premio, deben estarte esperando —jadeó con la voz áspera.
—No creo que mi presencia sea indispensable allí... y si lo fuera, me esperarán — murmuró contra
su oído, le abrazaba delicadamente, con temor a lastimarlo.
—Vete, podría ser tarde.
—¿Y tú?
—Tengo el rostro rojo, te alcanzaré luego.
—No puedo irme sabiendo lo que sientes. Sabiendo que llorarás toda la noche por mi culpa y que
aún así fui capaz de dejarte. No lo haré otra vez.
—Seokjin... no, por favor. No quiero tu lástima.
—Yo también estoy cansado de esto.
—Jin... yo —murmuró apenas—. Me iré a Nueva York.
El castaño sintió como se le atravesaba el pecho. La idea de la soledad le destrozaba.
—San Francisco —le confesó—. Yo me voy a San Francisco.
La fragilidad del amor joven, es igual de grande que la desesperación de lo que pudo haber sido.
—Ni siquiera te atrevas a irte sin despedirte de mí, Kim.
Seokjin respiró profundamente.
—Te prometo que voy a joderte hasta el último minuto que esté aquí. No vas a deshacerte de mí tan
fácil.
—Eso me temía —respondió con gracia.
El mayor Kim bajó la cabeza, oliendo su cabello.
—No olvides que lo prometiste.
—No lo haré —respondió cuando encontró la paz que buscaba en medio de su redención.
Seokjin para él eran las rosas de la vista desde su ventana. Y quizás, era momento de que dejara de
intentar tocarlas, para simplemente admirar su valor.
El menor cerró los ojos y en silencio comenzó a llorar, desahogándose ambos en el hombro del otro.
Esto era exactamente lo que Seokjin debió haber hecho cuando eran tan solo unos niños. Así que lo
abrazó con tanto dolor después de haberlo rechazado envolviéndolo en sus brazos para que sus
heridas dolieran tan solo un poco menos.
Después de todo era una cadena; hizo sufrir a alguien, y alguien más lo haría sufrir a él.
Las estaciones del año pasan, de la misma forma que la vida. Y es que, el verano de un joven Jin,
siempre quiso quedarse dormido entre las flores de la primavera de su abril en agosto.
Quizá nunca debieron quererse; y hacer lo correcto significaba cumplir con su promesa.
Pues ambos habían prometido ser mejores amigos el uno del otro.
Desde aquel día, por siempre.
Porque al final, Kim Seokjin, nunca le perteneció a April Min, aunque este siempre fue todo suyo.
"En mi jardín planté un rosal, alrededor del árbol en el que tallé tu nombre junto al mío. Tus manos
en mis hombros y una leve respiración, admito que me gusta soñar que me perteneces, que eres solo
mío."
...
Quizá la vida es como las nubes; cambiante, y lejana. A veces sobria pero usualmente blanca.
Para el final de la noche, los reflectores se habían encendido de regreso hacia la tarima en medio del
escenario en donde el director había tomado el micrófono para dar los anuncios.
Taehyung tenía pastel en el saco, y había estado criticando las decoraciones toda la noche, mientras
Jungkook se divertía con sus expresiones.
Jungkook se sentía bien, después de su accidente había una especie de mancha blanca en su cabeza.
Una laguna mental, en la que sus memorias se mezclaban entre ellas, y en donde no sabía qué era
real y hasta qué punto.
Por eso, la idea de burlarse de los demás y de arrasar con el bar de dulces le pareció mejor opción
que buscar una respuesta.
—Buenas noches, jóvenes. Es un honor estar aquí. —El director comenzó a hablar—.
Este año, hemos vivido tantas cosas. El próximo semestre, muchos de ustedes estarán demasiado
estresados como para detenerse a respirar un segundo.
—Oh, no. Es momento de la reflexión motivacional —se burló Taehyung, atreviéndose a limpiar un
poco de pastel, que el chico apenas tocó, del rostro de Jungkook cuando este sonrió por su broma.
Estaban sentados en la mesa del fondo, y nadie les prestaba atención.
Taehyung nunca había salido con nadie, y sabía que no tenía derecho de juzgar a los demás. Aun
así, llevaba días pensando en que debería poner un límite.
Jungkook se iría en algún momento. ¿Eso iba a dolerle? Completamente. Y quizá sería su culpa por
depender de él.
Pero... en el fondo. Ni él mismo podía culparse.
Es decir, Jungkook estaba allí, con el traje de su hermano. Aplaudiendo feliz cuando el equipo de
debate subió a recibir su premio, y silbando como un niño emocionado cuando anunciaron al rey y
la reina del baile. Con esa alegría que Taehyung descubrió en él antes que él mismo.
Taehyung sabía que debía hacer lo correcto. Y su balanza moral le estaba dando muchos conflictos.
¿Qué podía hacer? Tenía que actuar con madurez, o sería peor, justo ahora ya tenía a un idiota sin
documentos de identificación pensando en conseguir empleo y contraer matrimonio.
—Oh, mierda. Creo que es nuestro turno —murmuró Jungkook haciéndole salir de sus
pensamientos.
—¿Qué? —dijo volteando a ver, para encontrarlo viendo hacia el escenario, haciendo que lo
imitara.
El director levantó el trofeo de béisbol que el equipo de la escuela había conseguido tras una gran
temporada y todos aplaudieron contentos.
Los chicos del equipo se aproximaron en medio de la algarabía que Jungkook observó feliz desde su
lugar. Lleno de una pertenencia que nunca conoció en su año, y es que eran unos idiotas, pero eran
un gran equipo de chicos increíbles. Bueno, la mayoría.
Seokjin se aproximó desde la entrada del gimnasio y los muchachos parecieron aliviados de verlo
llegar, acomodando su traje y su cabello cuando se quedó de pie junto a ellos.
—Es momento de entregarles sus respectivos reconocimientos a los miembros de nuestro amado
equipo de béisbol. —El bullicio volvió a crecer—. Y como es tradición, al capitán que los llevó a la
victoria, le daremos el premio al jugador del año.
El director movió las manos hacia el podio para señalar la medalla reluciente en el, dorada y un
poco más grande de lo que serían las medallas del equipo.
Seokjin sonrió cuando todas las miradas estaban sobre él; y aunque anhelaba ese momento, seguía
sin sentir que era suyo.
Dio un paso al frente.
—Director, ¿puedo decir algo? —pidió cuando el mayor se aproximó para darle su premio.
—¡Por supuesto! —Le tendió el micrófono, el cual chilló un poco cuando le dieron un golpe leve.
—Creo que hablo por todo el equipo cuando agradezco el apoyo y el cariño que nos han dado como
afición estos años —comenzó, la forma en la que todos le sonrieron le hizo sentirse un mejor
hombre—. Para los que no me conocen bien, soy Jin, y se supone que debería recibir el premio al
jugador del año esta noche. Pero... me temo que ese no soy yo.
Taehyung ladeó la cabeza, confundido, cuando notó que le temblaban las manos a su hermano.
—¿Qué está haciendo? —murmuró.
Seokjin volteó en su dirección y él se confundió aún más.
—Este año, tuve un equipo excelente. Y todos son increíbles jugadores, si fuera por mí le daría un
premio a cada uno por lo mucho que he disfrutado ganar y perder al lado de mi equipo. Pero... Hay
alguien que se destacó no solo por su talento, sino también por su compañerismo, disciplina y
motivación. Lamentablemente no pudo jugar en la final, pero sin él no habríamos llegado a ella.
Además de ser un gran atleta, es un gran compañero, y eso... lo hace el mejor jugador del año.
El micrófono le dio un poco de problema a Seokjin para tomar la medalla que se suponía era suya.
Jungkook sintió que respiraba más lento; sus ojos se abrieron lentamente, con esos orbes grandes,
oscuros que brillaban siempre llenos de asombro. Y Taehyung al verlo sintió que se desmayaría
cuando la sala pareció quedarse en silencio.
—¡Jeon! ¡Jeon! ¡Jeon! —coreó el equipo en porra cuando un reflector iluminó al pelinegro.
La música se volvió fuerte de nuevo, y el confeti se hizo presente.
Estaba por demás decir que las vidas de esos muchachos también se vieron alteradas, ya que sin
Seokjin, nunca habrían ganado ese partido.
Los muchachos, acompañados de Seokjin se movieron hasta su mesa para abrazar a Jungkook y
enseñarle sus medallas mientras reían. Dándole algo de espacio minutos después para no lastimar su
pierna herida.
Así que Jungkook era algo así como un redentor por accidente.
Cuando las luces volvieron a descender, el mayor de los Kim, del cual nunca imaginó ser amigo, se
acercó a él con una sonrisa de agradecimiento, y con ambas manos, le colocó en el cuello una
reluciente medalla.
—¿Esto me hace parte oficial del equipo? —dijo con gracia.
—Efectivamente.
—Y... ¿Eso significa que me darás una chaqueta? —se burló Jungkook.
—Ni lo sueñes —le respondió el otro con tono altanero antes de extender un puño hacia él.
Jungkook pensó que había vivido esto antes. Y es que él nunca le devolvió el saludo al Seokjin
adulto. Así que chocó su puño con el de Seokjin frente a él, como diciéndole que cuando lo
encontrara en el futuro lo haría.
El mayor se despidió de él con una sonrisa, antes de alejarse de ahí. Y Jeon se fijó en la silla vacía
frente a él.
Alzó la vista por todos lados, y fue incapaz de encontrar a Taehyung por todo el gimnasio.
Entonces pensó, «Si yo fuera un Tyler, y un montón de jugadores se acercarán a mi mesa, ¿A dónde
huiría?»
Después de varios segundos, llegó su respuesta. Y negó buscando las muletas al lado de su silla
para ponerse de pie.
Había estado practicando caminar con ellas, y ahora se le hacía un poco más fácil. Así que no le
tomó mucho tiempo, pero sí más esfuerzo llegar hasta el baño de hombres.
Cuando asomó la cabeza, lo primero que se encontró fue con un Taehyung con el rostro mojado que
se veía en el espejo, y eso lo asustó.
—Oye... —dijo apenas—. ¿Todo en orden?
No. Todo estaba mal, y él tenía que irse a probar los malditos experimentos. Estaba harto,
desesperado, y no sabía cómo cargar con todo solo.
—Sí —le dijo con una ligera sonrisa, de esas que Jungkook sabía que eran falsas.
—Has estado extraño por días. Taehyung, no mientas. ¿Qué sucede?
—Es... —exhaló— solo que estoy algo cansado.
—Sigues mintiendo. Creí que... todo estaba bien. La casa, y la universidad. Yo...
—Jungkook, no quiero ser el malo. Pero estoy seguro de que ni siquiera recuerdas el trasfondo de la
mitad de esas cosas.
—¿Re-ecordar? —¿Por qué no lo haría?
—Dime, ¿Qué es lo que hemos estado haciendo todos estos meses? —Se quedó callado—. Exacto,
intentando arreglar tu vida, ¿Y sabes por qué? Porque quisiste separar a tu madre, y a Seokjin.
—Yo no...
—Porque idolatrabas a tu padre ciegamente pero ahora ya no.
Sus ojos se llenaron de confusión, había estado teniendo sueños bonitos. Y deseaba que esos fueran
recuerdos, pero no sabía cuál era y cuál no.
—Eso lo sé, sé que él es una mierda de persona. Eso... —volvió a quedarse callado cuando no
encontró el recuerdo en su cabeza.
—Dijiste cosas, Jungkook. Hicimos mucho por ellas y no sé cómo seguir.
Jungkook entendió lo que sucedía; y Taehyung tenía razón, pero siguió pensando que exageraba.
—¿Qué es lo que te preocupa realmente? —le dijo directo.
El castaño apenas pudo verlo al rostro.
—Cuando viniste aquí, dijiste que yo —levantó la vista— moriría.
Jungkook parpadeó, confundido, al sentir un gran escalofrío recorrer su cuerpo.
Todas esas charlas profundas, y el deseo de aferrarse a él venían de eso, pero él ya no lo sabía, en su
lugar, se había dejado abrazar por la total certeza de lo que sentía por Taehyung.
—¿Qué? Eso no es posible, Taehyung. Está mal, tenemos que... tenemos que hacer algo —dijo
impactado, como si le hubieran lanzado un balde de agua fría.
Pero el castaño le sonrió con pena y le puso la mano en el pecho viendo su medalla en este. —Súper
estrella... yo... creo que ya lo hicimos —le acarició lento al responder.
—Pero...
—Jungkook, lo olvidaste. Y si mi teoría es real, significa que jamás pasó, o pasará... o como sea que
deba decirse.
—Entonces tú... estás bien. ¡Todo está bien! Te irás a la universidad en abril, y yo te alcanzaré en
un par de meses.
—Escúchame.
—¡Y la casa, Boston y todos nuestros planes vuelven a tener sentido!
—Jungkook, necesito que me escuches.
—Y al fin voy a poder elegir el color de la cortina de la habitación.
—No quiero que lo hagas —le dijo serio. Y la expresión de Jungkook se llenó de miedo.
—¿Por qué de pronto empiezas a actuar así?
—Es que tú... —las palabras que estaba por decir le quemaron—. No perteneces aquí, y no puedo
seguir fantaseando con nosotros.
—¿Taehyung?
—Ya no voy a pedirte que te quedes porque sé que eso sería egoísta de mi parte. He sido muy
egoísta, yo estaba siendo feliz pero no necesitas esto.
—Taehyung, por favor. No digas eso. ¿De qué estás hablando?
—Promete que serás feliz sin mí, y yo haré lo posible por no cruzarme en tu camino. Prométeme
que conocerás a alguien y que tendrás una vida junto a esa persona. Que serás un buen chico y
dejaras de darle problemas a tus padres, prométeme que irás a la universidad y serás alguien
importante. Jungkook prométeme que...
No podía seguir hablando si él le veía así.
—No, yo no puedo hacer eso. Taehyung yo te a...
Kim lo interrumpió. —No lo digas —ordenó, con gran autocontrol cuando se decidió a no llorar—.
Cuando tú seas un adolescente a punto de graduarse, yo seré un viejo desquiciado en su laboratorio.
No quiero que me veas así, y tú tampoco te mereces eso. Esta no es tu vida.
—Tampoco la tuya —le respondió—. ¿Por qué pretendes decidir sobre mí, y tomar esas decisiones
sobre mi maldita existencia?
—Te dije que te llevaría a casa, y eso haré.
—¡Esta es mi casa ahora, Taehyung!
—No, no lo es. El experimento...
—El experimento, el experimento, Taehyung, ¿¡Qué experimento!? Hace meses que dejamos de
intentarlo. ¿Y ahora dices eso? Creí que tú... que nosotros...
—Tengo que confesarte algo. —Taehyung no le contestó de inmediato y se pasó la mano por el
rostro.
—Es sobre lo que haces cuando desapareces por la noche, ¿Cierto?
—¿Cómo sabes que...?
—Habla, dilo. —Se había molestado—. Me merezco una explicación. ¿O vas a negarlo? Si tanto
conflicto te causa que mi cerebro se vuelva agua, explicame lo que sucede, maldita sea.
—La sobrecarga fue tan grande que dudo que lo recuerdes, pero... estuviste en el lago.
—¿Qué? —parpadeó, confundido. Tenía, a pocas luces, lo que había sido las últimas semanas.
—Resulta que... —Alzó las cejas, y ladeó la cabeza, quizás abatido— ya sé qué es lo que está más
allá del bosque. —Tragó saliva—. Parece que al final sí lo descubrí, y tenía razón, es una
investigación del gobierno.
—¿Qué investigación?
—El objetivo es moverse a través del tiempo y el espacio. Hacer posibles los...
—Viajes en el tiempo... —murmuró cuando Taehyung asintió sin dejar de verlo.
—Abrieron el vórtice, pero... necesitan al sujeto.
—¿Qué sujeto?
—Tú —le respondió con pesar confirmando sus temores.
Jungkook frunció el ceño y le vio incrédulo de lo que el castaño le decía, como juzgando sus
acciones.
—Yo no soy parte de eso. Taehyung, ¡Yo no soy su experimento!
—Ya lo sé. He estado intentando darles otra alternativa.
—Tú... ¿Los ayudas? —dijo incrédulo, traicionado.
—Sí —declaró—. Llevo días intentando encontrarles sentido a sus avances, y lo único que quiero
es poder desconectarme la cabeza.
—No saben lo que están haciendo, ¿Cierto?
Taehyung negó. —No tienen ni idea de lo que dicen, creen que pueden hacer cosas así sin alterar la
continuidad. Lo ven todo de forma técnica, pero... tuvieron razón en algo.
—¿Vas a darles crédito ahora?
—Jungkook —le vio serio—, no voy a permitirme que salgas herido.
—Kim, ¿Te estás escuchando?
—No. He sido demasiado idiota. Jungkook, no es la primera vez que sucede.
—¡Podemos arreglarlo! Estamos muy cerca, mi cabeza... ¡Dijiste que logramos cambiar la historia!
¡Lo hicimos antes!
—No, nosotros no cambiamos la historia. Solo arruinamos un recuerdo.
—¿¡Cómo puedes decir eso!? Después de todo lo que hemos logrado tú...
—Maldición, Jungkook. ¡Mírate la pierna! ¡Casi te mueres intentando arreglar las cosas!
—Yo... —Jungkook no podía pelear, su cabeza tenía pocos recuerdos, y en ninguno podía
explicarse por qué corrió hacia el aeropuerto más allá de lo que Taehyung le había contado.
—Creo que... encontré la forma —dijo con pesar—. La forma de lograrlo.
—¿Cómo? —No le respondió. Jungkook frunció el ceño—. Taehyung. ¿Qué hiciste?
—Le vendí mi alma al diablo —dijo con ironía—. Le ofrecí mis notas a cambio de que te llevaran a
tu lugar.
—¿¡A quién!?
—A la gente del laboratorio. Ellos... tienen todo el equipo, el profesor —se ahogó por el nudo en su
garganta— dijo que puede enviarte de regreso. —Resopló—. No pienso explicarte eso.
—¿Quién? Maldición, Taehyung. No sé de qué hablas. ¿Le crees a esos idiotas?
—No, pero son mi única opción. No puedo seguir con esto, hice un trato con ellos.
—¿¡Por qué hiciste eso!?
La forma en la que le alzaba la voz hizo que Taehyung terminara de romperse.
—¡Iban a usarte como experimento, Jungkook! A abrirte y estudiarte como si fueras una maldita
rata de laboratorio.
—Taehyung, yo quiero estar aquí. Quiero estar contigo. ¿Por qué haces esto?
—Porque no encuentro una sola solución posible en la que no salgas lastimado.
—Me estás lastimando justo ahora...—murmuró.
—Para cuando mi enero comience... estarás de regreso en agosto, tu agosto.
—Así tiene que ser entonces... —murmuró bajando la cabeza.
Afuera, en el gimnasio, las luces se volvieron tenues, la música suave cuando el maestro de
ceremonias en el escenario anunció la última canción de la noche y su voz se escuchó por todo el
lugar.
"... Este es el momento para todos los valientes. Si aún no has conseguido hablar con ese alguien
especial, no tardes más, esta es la última canción".
Jungkook reconoció la tonada incluso cuando se trataba solo del sonido del piano, un poco más
solemne al ser la versión original.
"I Will always love you" comenzó a sonar. Él conocía la versión de Whitney Houston, pero esta
parecía ser una versión más antigua. De todas formas, le gustaba mucho.
Era una de esas canciones que aparecían en las películas que le gustaba ver con su madre. En donde
la protagonista atravesaría el salón de baile para extender su mano frente al dueño de sus deseos; y
era, uno de sus clichés favoritos.
Se burló un poco de las lágrimas que amenazaban por salir y estiró con dificultad su brazo para
apagar la luz del baño.
A través de las pequeñas ventanas del exterior, la luz azul, mezclada con un suave tono violeta fue
lo único que les iluminó cuando le colocó seguro a la puerta.
No tenían un espacio; incluso si él ya no creía en el tiempo, atesoró ese presente que no era suyo, y
deseó que todo aquello que causara dolor, se perdiera en los ayeres de las historias que ahora
estaban escritas.
—Jungkook... ¿Qué haces? —le preguntó confundido el otro cuando le vio erguir la espalda—.
Estoy intentando decirte algo importante.
—Sé que nadie debe vernos... pero necesito bailar esta canción contigo —le dijo acercándose a él.
Taehyung negó con la cabeza.
—Jungkook, tu pierna... basta.
La sonrisa de Jungkook hizo que todos sus esfuerzos por crear una barrera se debilitaran.
Apenas logró pararse correctamente, soltó ambas muletas para sujetarse de los hombros de
Taehyung, quién no dudó en abrazarlo para evitar que se cayera.
Tragándose sus palabras para sujetar al tonto, tonto Jeon Jungkook, que nunca consideraba lo
mucho que sus acciones inocentes le hacían sentir. Y de lo difícil que estaban haciendo esto para él.
—Quizá no lo sepas, pero durante los próximos treinta años, las películas tendrán muchas escenas
románticas con esa canción de fondo.
—¿Y eso que tiene que ver con nosotros? —cuestionó cuando lo abrazó con fuerza, sabiendo que
Jungkook necesitaba apoyarse en él.
—Podemos tener la nuestra —murmuró con los ojos cerrados, aún si le dolía moverse—. Así podré
recordarlo tiempo después, una y otra vez.
Las manos de Taehyung se encontraron alrededor de la cintura de Jeon cuando se permitió dejar
caer su frente sobre el hombro de este, respirando su esencia al mismo tiempo que resonaban
violines.
Nadie nunca lo sabría; pero en alguna otra vida, Kim Taehyung observó con desdén el cielo de su
habitación la noche del baile del invierno.
Su hermano estaba en la habitación de al lado; sedado y era completamente ajeno a lo que había
estado sucediendo los últimos días en su casa.
Su madre estaba al pendiente del herido Seokjin; y eso era bueno, porque de esa forma se aseguraba
de que el castaño estuviera bien, y no tenía que soportar gritándole que se iría al infierno desde la
puerta.
Taehyung ya sabía que estaba enfermo, no tenían que recordárselo.
Así que, con la radio encendida, y escuchando la lista de canciones románticas en silencio, se
abrazó a sí mismo mientras pensaba en lo rápido que su vida se iba en picada.
Hacía frío, y naturalmente tembló. Un frío que le caló tan profundo, pero en el que ya no se sentía
capaz de seguir llorando.
Esa noche de soledad y confusión; de ese sentimiento de represión que le invadió ya no era más que
un destino de tantos que desapareció.
Porque en lugar de hundirse en su miseria, y de tragarse sus lágrimas hasta el amanecer. Su pecho
se sentía cálido, cuando se fijó en lo bien que la flor del saco de Jungkook combinaba con la suya, y
resaltaba más que la medalla.
Ahora, y justo en el momento en el que Jungkook temblaba por mantenerse de pie sintió que cada
segundo había valido la pena.
Y era preciso decir que Taehyung nunca se imaginó a sí mismo, aferrado a alguien con una canción
que por años fingió que no le gustaba porque era demasiado sentimental para él.
Negó con la cabeza, y se separó de él un poco para sonreírle con algo en mente, antes de hacer un
esfuerzo por intentar cargar a Jeon para que no presionara su pierna.
—¿Crees poder levantarme? —bromeó Jungkook ante su intento.
Taehyung frunció el ceño.
—Soy un chico fuerte —le dijo con gracia cuando lo ayudó levantándole un poco para hacer que se
sentará en el borde de los lavamanos de concreto frente al espejo.
Jungkook se quejó un poco; pero de todas formas sonrió ante sus acciones, sin quitarle las manos de
los hombros cuando inclinó su rostro para recibirlo cuando sabía que lo besaría.
Con los ojos cerrados, el cabello de Taehyung siempre se esponjaba, aunque intentara peinarlo,
podía sentirlo en la piel de su mejilla cuando el castaño le plantó un beso suave en la parte de abajo
de la mandíbula antes de regresar a sus labios.
El reloj seguía corriendo, pero no había nada nuevo entre los dos. Y hasta el toque más inocente era
justo para que los recuerdos de las noches que pasaron juntos reaparecieran.
Ninguno de los dos lo admitiría; pero quizás habían pasado más cosas de las que se habían contado.
Y sus pieles, incluso con ropa, se conocían bien.
Jeon le pasó la lengua por los labios mientras le besaba, sonriendo amargamente cuando la canción
terminó y los aplausos de las personas afuera se escucharon.
Colocó su mano sobre el pecho de Taehyung y sintió un bulto en el bolsillo de su camisa.
—¿Llaves? —dijo curioso.
Taehyung aclaró su garganta, colocando sus manos sobre los muslos del chico por un momento.
—Tengo secuestrada la camioneta de Yoongi —le confesó con gracia. Habían llegando rápido
después de conseguir que el padre del chico se las prestara.
—¿Estás pensando lo mismo que yo, cierto? —dijo Jungkook con una ceja alzada.
—Por supuesto que vamos a fugarnos —respondió antes de acercarse a darle un beso fugaz en los
labios.
Las luces permanecían tenues, cuando salieron discretamente del gimnasio en donde las parejas de
chicos se abrazaban con el ritmo instrumental de la canción que continuó por algunos minutos más.
Y aunque a Jungkook le costaba trabajo caminar, eso no fue ningún impedimento para que salieran
al estacionamiento mientras reían.
Taehyung sabía que debía ponerle un alto a esto, y lo intentaba, realmente lo hacía. También sabía
que en cualquier momento podrían aparecer sus amigos del laboratorio para joderlo por no haber
aparecido esa noche.
Pero no quería hacerlo; y sabía que probablemente le estaban observando. Así que alzó los brazos
en medio del leve nevar, como diciendo: "Veanme, no tengo nada que perder."
El tiempo se movía más lento cuando estaban juntos, tanto como para hacerle pensar que podía
disfrutar, aunque sea unos segundos que serían suyos eternamente.
Había mucha nieve, y Kim se atrevería a decir que era la noche más fría de todo el invierno hasta el
momento.
Así que abrió la puerta de la camioneta para luego caminar hacia Jungkook, y ayudarlo con las
muletas.
Taehyung había estado solo por mucho tiempo, y siempre alardeó de saberlo todo. Pero es que este
ya no era el mismo Kim Taehyung que se habría reprimido, era una versión de él que Jungkook
había despertado.
No tenía ninguna seguridad, y aun así se sentó en la orilla del constante dilema que siempre tenía.
Algo que le gustaba mucho de Jeon era esa capacidad que tenía de dejarlo ser lo que él quisiera ser.
Pocos prejuicios, y la forma en la que todos a su alrededor parecían llenarse de confianza.
Jungkook siempre inspiraba a las personas con esa alegría que él mismo nunca supo cómo
encontrar.
Y a Taehyung, en especial, le hacía sentir fuerte. Tanto como para que se animara a cargarlo por el
estacionamiento hasta un auto que ni siquiera les pertenecía.
Al dueño del auto, por su parte, no le importó; no podía hacerlo cuando se quedó sentado junto al
amigo que había extrañado tanto en el piso del gimnasio, contándose muchas historias que habían
deseado contarle al otro por años.
El aire era fuerte, la carretera estaba completamente despejada; Jungkook se veía cansado, y el
silencio de la casa se sintió inmenso al entrar.
Kim Taehyung se portó sumamente atento cuando ayudó a Jungkook en las escaleras, y aún más
cuando en su habitación, le dejó reposar en la cama.
Colocó un muñeco de felpa bastante mullido debajo de la pierna a Jungkook antes de sentarse en la
orilla de esta para ayudarle a quitarse el saco, y abrirle un poco los botones de la camisa.
Era suave, y delicado. Porque nada debía dañar a Jungkook. Su Jeon Jungkook.
—¿Puedo confesarte algo? —murmuró cuando Jungkook parpadeó lento por el cansancio.
—¿Qué cosa?
—Quisiera hacerte mío.
—Ya lo soy —le respondió como si supiera toda la historia detrás de la línea original. Como si
supiera que las manos que tocaron a Taehyung lo hicieron con recelo y morbo.
Kim Taehyung era bastante ingenuo, nunca tuvo ninguna relación personal más allá de su familia.
Se deslumbraba con facilidad ante lo enorme de la vida.
Siempre hubo algo precioso en su interior; tanto, que cuando fue descubierto por Agustus Min, fue
explotado en lugar de atesorado.
Así que al destruido Taehyung de la primera línea no le importó ni por un segundo la noche en que
él se marchó al enlistarse. Y la vida no le alcanzó para ver a los cadetes que tocaron la puerta para
entregarle la bandera a la familia Min para los honores fúnebres del recluta.
Jeon Jungkook, más allá de una familia feliz y la vida perfecta, necesitaba entender cómo cerrar el
ciclo. Y es que no sabía nada, pero aún así estaba seguro de que él era todo lo que quería. Pero con
todas las piezas en desorden, lo único que necesitaba, que añoraba, era saber cómo volver a unirlas.
Se acomodó entre las sábanas; Taehyung le quitó el cabello de la frente y apelmazó su almohada
para que no le molestara al dormir.
—Prométeme que van a quitarme esa cosa de la pierna pronto.
—Si mis cálculos son correctos... te la quitarán antes de navidad —dijo sonriéndole para arroparlo
—. Te pondré una férula, será más fácil para ti moverte.
Jungkook le vio desde abajo y parpadeó un par de veces; las líneas se mezclaban unas con otras.
Se confundía, porque los recuerdos no eran claros, y no sabía a qué correspondía este momento. Si a
alguna línea secundaria, la primera siendo destruida o la tercera que era casi un sueño.
—Navidad... ¿Cómo es la navidad aquí? —preguntó.
No sabía qué era real; si él esquiando con su padre, o la película navideña que veía solo porque su
madre estaba en el trabajo o Seokjin adulto quemando las galletas.
—Mamá hace pavo, y.… rezan a la media noche.
—Siempre han sido muy cristianos, ¿Cierto?
—Sí... —negó con la cabeza—. Yo no en particular, pero... es un momento muy bonito. Me encanta
la cena de navidad.
—Nunca he tenido una —murmuró.
Taehyung estaba enloqueciendo, y tenía miedo que todo se desmoronase antes de lo esperado.
—Pues no vas a poder librarte de esta —declaró sabiendo que estaba mal ilusionarse.
—¿Ahora sí le dirás a tus padres que eres gitano y trajiste a tu esposo a vivir a casa? —se burló,
pero no esperaba la respuesta del chico.
—Le dije a Seokjin...
—¿Le dijiste qué?
—Que nosotros éramos... algo.
—¿Algo? —cuestionó con la ceja alzada, y sonriendo de lado.
—Algo —afirmó.
Taehyung se puso de pie; sabía que en un par de horas tendría que seguir trabajando en su
experimento, y aunque no lo hiciera, de todas formas, no quería incomodar a Jungkook.
Estuvo a punto de despedirse; pero Jeon le tomó de la muñeca para evitar que se fuera.
—¿En serio vas a dejarme? —le dijo con voz lastimera.
Kim tragó saliva.
—Te dejaré descansar.
—No puedo dormir bien sin ti —confesó—. Nunca he podido.
—Jungkook, no me hagas esto más difícil.
—¿Difícil? Solo tienes que quedarte conmigo por...
—¿Por siempre? —se burló sabiendo que Jungkook todo el tiempo decía cosas como esa.
—Por hoy —murmuró sin dejar de verlo.
Quizá las noches de insomnio, y esa manía por abrazar la almohada contra su pecho que Jungkook
tenía eran parte del bucle. Porque siempre necesitó a Taehyung, aunque no lo conocía.
Al igual que Taehyung, que se aflojó la corbata antes de llegar de nuevo a la cama, en donde intentó
acomodarse con sumo cuidado de no lastimarlo. Y cerró los ojos, llevando su rostro al pecho de
Jungkook, se escondió en este cuando el pelinegro le rodeó con sus brazos.
Los latidos de su corazón, y la respiración leve de Jeon al dormir le calmaban; también eran aquello
a lo que no debió acostumbrarse, pero era demasiado tarde.
Esa noche negó con tanta fuerza que parecía que el invierno estaba en su punto más alto; los trozos
de hielo en el lago ya eran visibles, y la capa de nieve en las aceras ahora ya era muy difícil de
quitar.
Y el amor de invierno, a diferencia de los demás, era un amor estático, que batallaba por preservar
el calor.
«Je t'aime... idiot» pensó Taehyung, con pesar, como tratando de ocultar las cosas cursis que quería
hacerle saber.
No lo diría, pero eso a lo que llamamos amor, era demasiado corto para definirlos. Aun si eran un
amor inocente, o uno muy peculiar.
Taehyung cerró los ojos cuando la voz de Jungkook volvió a escucharse llamándole. Era cuestión
de tiempo. Solo tenía que esperar.
Quizá eran muy jóvenes para decir que se amaban.
—Kim... —murmuró. —Estás intentando despedirte de mí, ¿Cierto?
—Sí.
Pero siempre se amarían.
11 días antes de.
CAPITULO 23
23.

Corea, 1950.

No hay un solo humano en el mundo, que no haya deseado con todas sus fuerzas saber
su destino.
La capacidad de razonar hizo a los humanos incapaces de afrontar la incertidumbre del futuro.
—No te vayas. ¡Quiero seguir aprendiendo! —lloriqueó la pequeña tomándolo del brazo.
Namjoon negó con la cabeza cuando ella hizo una nueva línea en el papel.
Su hermana era menor por tan solo unos años y aun así él sentía una gran necesidad de protegerla.
Pero, aunque fingiera, y su altura le hiciera ver mucho mayor, era solo un niño.
—Si no voy a la escuela, no podré enseñarte más cosas —le dijo él poniéndose de pie.
Por las secuelas de la guerra, y en un país como el suyo, eran pocos los que podían estudiar. Estaba
claro que una niña pobre no estaba dentro de ese grupo.
Y Namjoon, de entre todos los niños del orfanato, tenía una particular habilidad para los números,
cosa que había llamado la atención de los directores, por lo cual le habían dado permiso de ir a la
escuela.
—No vayas hoy y enséñame tus otros libros —rogó.
—Prometo que seguiré con la clase cuando regrese.
—Está bien —dijo con un mohín—. Pero tendrás que compensarme, o no te perdonaré por dejarme.
—¿Ah, sí?
—Harás algo por mi—le dijo cruzada de brazos, con ese suéter sucio y roto que usaba.
—¿Yo? —respondió con gracia ante la niña despeinada que le daba órdenes.
Ella se avergonzó un poco tomando su cuaderno, se lo extendió abierto. Era la única de todas las
niñas que sabía leer y escribir, justamente porque su hermano se había dedicado por completo a
educarla.
Pero la pelinegra tenía, en particular, el don de la curiosidad, la destreza de las letras y de ver más
allá de lo que todos creían.
Eran demasiado jóvenes para entenderlo, pero ella era como Pandora, y su hermano, Epimeteo, a
punto de recibir una caja que al abrirla podría causar todos los males del mundo.
—Sé que no debería, pero... estuve tomando tus libros y yo... —bajó la mirada— quiero saber si
esto es posible.
Namjoon tomó el cuaderno y lo vio por unos minutos mientras buscaba encontrarle el sentido a las
cosas que había escrito. Era demasiado fantasioso, e irreal, ciertamente era producto de la mente de
una pequeña.
Y el dibujo, además de las "instrucciones" eran más graciosas que alarmantes.
—Niña... ¿Qué cosas has estado leyendo? —se burló un poco, pero la expresión de la pequeña hizo
que se arrepintiera de inmediato y le diera una segunda vista al cuaderno.
—Lo siento... —murmuró pensando que había molestado a su hermano.
Pero para un chico que maduró a la fuerza, sabía que darle un poco de alegría para preservar su fe
no estaba mal.
—Es decir, ¿Viajar en el tiempo, en serio? Suena genial, pero... es arriesgado, necesitaríamos una
nave, y creo que esa es solo la parte inicial. —Ella asintió abatida hasta que el volvió a hablar—.
¿Podrías encargarte tú de eso?
Abrió los ojos emocionada. —¡Haré los planos! —dijo feliz mientras daba un pequeño salto. Ella lo
adoraba, creía que él era el chico más inteligente del mundo entero. — ¿Sabes cómo construirla?
—No, tendré que estudiar mucho para hacer eso.
—¿¡Lo prometes!?
—¡Lo prometo! —alzó la mano para jurar—. ¡Por el espacio y el tiempo, mi bella dama!
—¡Sí, y viajaremos al futuro! ¡Tú serás el mecánico de la nave, y yo seré su piloto! Ella se lanzó a
abrazarlo, él le ordenó un poco el cabello cuando le rodeó con sus brazos.
—Tengo que irme —le dijo con suave voz.
—Namjoon —murmuró ella contra su pecho—, ¿Tú crees que saldremos de aquí?
—Te prometo que saldremos de aquí.
Kim Namjoon, entendió que no se debe prometer cosas imposibles cuando se marchó ese día.
Porque al regresar por la tarde, la calle del orfanato estaba llena de personas corriendo y de
militares.
Habían llevado barcos para ayudar a los soldados norteamericanos que se encontraban cerca de la
península, y todos, al estar tan cerca de la frontera, estaban intentando huir de Asia.
Él corrió en contra de todos hasta el orfanato, y ni siquiera había personas allí. Estaba vacío, y la
multitud de las calles se dirigía hacia el puerto.
No era la primera vez que las personas huían en esos grandes buques, quiso llegar a la orilla, deseó
con tanta intensidad poder quitar a todas las personas de su camino, y fue aún peor cuando confirmó
que la niña que lloraba y se resistía en brazos de los cuidadores pero que de todas formas ya había
subido al barco.
Namjoon lo intentó, realmente lo hizo. Pero la puerta ya estaba cerrada, la caldera encendida, y el
barco listo para zarpar.
—¡Yoonji! —gritó desesperado, su voz apenas fue escuchada en medio del bullicio de la gente—.
Yoonji...
De los que se quedaron, a nadie le importó el chico que se arrodilló a llorar en el puerto mientras las
aguas que conducían hacia la libertad se llevaban consigo lo único que él tenía.

California, 24 de diciembre de 1986.

6 días antes de.

Una historia se debe contar; una que quizá se haya entendido ya. O tal vez no, así que poco a poco,
se comienza a explicar.
En vísperas de la Navidad, dentro de aquel cuartel militar; el profesor encargado, como todos los
días, salió a rondar. Dejando solos al chico prodigio y su ayudante ejemplar.
Quienes después de un par de semanas, comenzaron a charlar. Pero esto no es un cuento navideño,
así que no está mal, dejar de rimar.
—¿Esperas que eso me conmueva? —dijo el castaño mientras veía el fondo de su bebida.
Kim Taehyung no era insensible; era más que todo incrédulo de las intenciones humanas.
Al menos, así era en la segunda línea.
Porque ser ingenuo en la original le había salido tan caro, que su mente apenas pudo recomponerse.
Y no estuvo preparada para ser fuerte por sí misma y soportar lo que pasó después.
—No, estoy haciéndote entrar en contexto —respondió Park, sentado a su lado mientras se
aseguraban de que todo estuviera en orden frente al radar.
—¿Piensas que haciéndolo lucir vulnerable le tendré alguna clase de estima? —reprochó Taehyung
—. Me interesa una mierda el profesor y su trágica historia.
El rubio negó con la cabeza. Taehyung era un crío, definitivamente.
Jimin no estaba conforme con todo el trabajo extra que Taehyung le provocó, y lo mucho que
retrasó su investigación. Y Taehyung, quería agarrarlo a golpes por haber lastimado a su hermano.
Ellos no se odiaban, pero la presencia de uno, no era del todo grata para el otro.
Sin embargo, allí estaban, porque de alguna forma extraña, sus mentes e intenciones no parecían
estar muy lejos.
¿Qué tanto habían avanzado en un par de semanas con Taehyung allí? Mucho más de lo que Jimin
esperaba.
Y después de días de ser su niñero dentro del laboratorio, comenzó a pensar en que debería cambiar
de credo.
—No se trata de sentir empatía, sino de unir todas las piezas. —Dio un trago a su bebida—. Lo que
acabo de contarte es algo que él me dijo alguna vez, lo demás, lo descubrí por cuenta propia.
—¿Y eso cómo nos afecta? Es decir, la parte importante
—La niña.
Taehyung no captó la idea.
—¿Qué pieza ocupa en todo esto?
—Todo esto de los vórtices, y la teorización. Él profesor no planteó el experimento, fue ella.
Park Jimin, o solo " Park" como Taehyung conocía, era una de las variables más aleatorias de todo
el plano.
Y es que, la cuestión estaba en que el afamado experimento siempre funcionó, ellos no se
equivocaron en ningún paso, en ninguna línea. Pero, nunca supieron lo que lograron hasta el
momento en donde Jungkook cayó por primera vez.
Porque ese vórtice estuvo allí durante treinta y tres años. Pasando desapercibido hasta que alguien
se atrevió a atravesarlo.
Todos tenían su propia versión de la noche del primero de agosto de 1986, así que la de Jimin era
los pararrayos alrededor del lago colapsando por no poder contener la energía, por eso, ellos
deberían de haber registrado la falla únicamente, dando la impresión de un fracaso total.
Pero además de eso, se toparon con el radar encendido, y ondas de calor de seres vivos a la orilla
del lago.
Si bien el experimento tenía muchas fallas, y él siempre estuvo consciente de ello, la ejecución de
este hizo a Jimin dudar de su mentor.
Así que comenzó a indagar en sus cosas, y sus apuntes, descubriendo lo que pasó después de que
Kim Namjoon se quedara solo.
Pasaron muchos años, en los que hizo todo lo posible por subsistir, logró ser alguien de bien en la
vida, o al menos así fue hasta que esas cartas comenzaron a llegarle.
Kim Yoonji debía ser su nombre real; pero nadie nunca lo supo porque de entre todos los
inmigrantes del barco, los esposo Min, quiénes sólo tenían un hijo varón y quienes añoraron una
niña por años la tomaron como su hija, compadeciéndose de ella.
Una vez en América, y con el paso del tiempo, todo ese conocimiento y oportunidades que ellos le
brindaron rindieron frutos. Porque ella era excepcionalmente brillante de nacimiento.
Alguna vez, en el pasado del pasado, Kim Yoonji se sentó en una pierda a la orilla del lago, en el
Condado Mariposa, con su libreta en la que escribió:
K'sT. «La teoría de Kim, hipótesis no.1»
Con el pasar de las estaciones, mientras ella crecía, esas ideas imposibles dejaron de lucir así de
imposibles cuando su inteligencia y sus habilidades se enfocaron el cien por ciento a lograrlo.
Viajar en el tiempo rompía con todas las barreras conocidas, pero era su sueño y qué tal si... se
hiciera a menor escala. Aquellos que pudieran controlar el tiempo serían los amos y señores de
todo.
Kim Yoonji reunió toda la teoría. Pero necesitaba alguien que la pusiera en práctica.
Sin saber, que la persona con el intelecto y temple para comprobarlas ni siquiera había nacido aún,
y ella no viviría para conocerlo.
Porque la persona más inteligente en todas las líneas era, y siempre sería Kim Taehyung.
Oh, pero ella se equivocó tanto y pensó que ese podría ser su fiel compañero, aquel que
conservando una imagen infantil de él extrañaba. Por eso, después de mucho tiempo de buscando,
finalmente, halló a su hermano.
Nunca les puso remitente a los sobres, porque sería muy riesgoso; pensó que él no le creía, pero en
contra de todo pronóstico, él le respondió con una fotografía suya, diciendo que la había extrañado
mucho.
—Las cartas entre ellos —explicó Jimin—, estuvieron intercambiando la información entre ambos.
Leí todas, pero... faltan cosas.
—¿Qué cosas?
—El estabilizador, eso que tú hiciste.
—Yo... —negó con la cabeza—. Solo tomé los apuntes y volvió a hacerlos. No tengo idea de qué
me hablas.
—... El profesor nunca lo terminó, siempre pensé que no lo hizo porque sería muy riesgoso. Ahora
sé que fue porque no le dijeron cómo hacerlo, no supo cómo. —
Taehyung se quedó callado—. Para mi eres solo un niño idiota, pero tú... tú lo hiciste funcionar.
—Créeme, he hecho muchas cosas que no entiendo del todo —repuso incrédulo.
—Él solía hacerles anotaciones a esas cartas, y las enviaba de regreso. Hasta el momento, solo he
visto las que él conservó, tengo la vaga idea de que hay más y pienso que si encontramos las otras,
podremos arreglar el vórtice desde su origen, con sus primeras teorías.
—¿Crees que puedes persuadirme?
—No, has visto errores, lo sé. Estoy seguro de que ya dudas por ti mismo.
—Me están extorsionando —dijo con gracia—. No olvides el hecho de que me obligan a estar aquí.
¿Y quieres mi ayuda?
—Escucha, yo no soy el profesor. No voy a decirte mierdas falsas para manipularte. Taehyung se
burló. —¿Qué te hace diferente a él? ¿Por qué me dices esto a mí?
—Sé que ocultas cosas, más de las que todos ven, y entiendo que lo hagas, pero... de qué servirá
cuando todo vuelva a ocurrir, cuando todas las líneas colapsen. O peor, cuando no sepas en cuál
estás, si es que todo eso no ha pasado ya.
Taehyung abrió los ojos sorprendido.
De todas las personas en el pueblo, y por muy inteligente que fuera Namjoon, la única persona
además de Taehyung que se había detenido a pensar la contradicción de las líneas fue la que menos
esperaba: Park Jimin.
—¿Qué sabes tú?
—Nada concreto, pero cambiar algo crea paradojas. Y tú lo sabes. Si me ayudas, encontramos ese
punto y lo destruimos.
—No podemos.
—¿Por qué? —dijo Park. ¿Taehyung confiaba en él? No. Pero le resultó muy audaz.
—La línea original se dividió en dos, y...
—¿Solo dos? —cuestionó Jimin—. No lo creo, deben ser miles.
—Pero solo dos importan. —Lo meditó—. ¿Cierto?
—Taehyung, el evento central. Dime, ¿Qué hizo caer al sujeto? Si interrumpimos ese evento...
El castaño sintió un frío que caló por toda su espalda. ¿Era posible que la pierna de su hermano
fuera un detonante? Por un demonio, claro que lo era.
¿Era el único? No podía asegurarlo.
Seokjin estudiando finanzas jamás existió, por lo tanto, el reencuentro no sucedió y
Jungkook no cayó, pero...
—Eso... eso ya pasó —dijo levantando la cabeza, y viéndolo desconectado—. Ya se impidió, pero...
volvió a suceder.
—¿Por qué?
—La pregunta no es por qué —parpadeó confundido— la pregunta es cómo.
Taehyung nunca se cuestionó si los cambios sobre la segunda crearon otra fractura y Jungkook
tampoco se lo dijo.
Maldición, por supuesto que se creó otra. Una completamente paralela.
—¿Lo notas ahora? No tiene ningún sentido. Debe haber otra línea, una que no conoces afectando
la que nos importa, en total, tres de ellas. Pero que juntas juegan entre ellas y forman un...
—Un bucle —afirmó.
—Te lo diré como yo lo entiendo. Una variable creada en la segunda línea hace que se repita o hará
que se repita.
—¿Hará?
—Creo que tiene que ver con el futuro. La línea donde todo es diferente se ve interrumpida en el
futuro. Si todo está destinado a ser, algo en la segunda hace que en la tercera se empuje la variable
hacia el detonante.
Se quedó callado. Jimin no conocía toda la historia y de todas formas estaba usando la lógica mejor
que él.
—Supongamos que tienes razón. ¿Dónde está el catalizador de todo?
—¿Cómo podría saberlo? —bufó—. Eres tú quien ha convivido con el sujeto. Y yo puedo jugar a él
científico loco, y abrir cabezas, pero, ¿De qué sirve?
—Entonces... solo podríamos saberlo si... arreglamos el vórtice.
—Sí, pero hay un problema.
—¿Cuál?
—El profesor —tragó saliva—, él no nos dejará actuar solos. Así que, si voy a traicionarlo,
necesitaré apoyo. Además, necesitamos saber qué le falta al experimento.
—¿Cómo? —murmuró comenzando a creer que no era tan mala idea—. Ella... la niña ¿Dónde está?
—¿Dónde está? —se burló—. Enterrada en el cementerio del condado. Kim Yoonji está muerta.
Taehyung parpadeó confundido por la información. Él sabía a dónde iba esto, pero no quería llegar
allí.
—No podemos recuperarlas, ¿Cierto?
—Esa es la parte en la que entras tú.
—¿Yo?
—Estoy tan harto de hablar entre líneas, Kim. Sé que eres lo suficientemente inteligente para
deducirlo, pero te lo diré. Tu amigo Agustus, y el profesor son familia. La niña es su mamá.
Taehyung no se sorprendió, lo intuyó semanas atrás. Porque esta era la historia que Park le había
estado contando por días.
—Su madre... nunca la conocí.
—Lo sé, los he estudiado a todos —dijo con voz fría, calculada—. Ella ya no estaba aquí cuando
ustedes llegaron.
Sí, Kim Yoonji era muy inteligente, pero cometió el mismo error que Kim Taehyung. Con la
diferencia, de que los errores de ella le hicieron parir otra vida.
Pese a que creció en la misma casa que Min JiHoon en algún punto de su adolescencia terminó
envuelta con él. Porque cuando se conocieron, ambos estaban en esa edad de descubrirse,
empezando la pubertad y nunca se relacionaron como familia.
Para él, ella fue como un huésped en su casa, y para ella, el primer chico al que conoció y vio con
otros ojos.
Su hijo debió nacer en abril, pero nació en marzo, marzo nueve y no fue la niña que ella creyó que
sería.
Y aunque amó a su hijo los primeros años, no amó a la "familia" que no la escuchó sufrir, ni al
esposo que se transformó en bestia.
Quizá por eso, Agustus Min, creció tan apegado a su abuelo, porque él quería cuidarlo como no lo
hizo con ella, y el resentimiento de su padre, porque este nunca se perdonó a sí mismo e intentó
culpar al pequeño de todo.
A Taehyung se le revolvió el estómago por la forma en la que todo se conectaba.
De todos los lagos, y todos los estados; incluso de todos los países. ¿Por qué específicamente ese
pueblo, ese lago?
Exactamente, por la persona que lo estudió por muchos años antes de que Kim Taehyung naciera.
Por Kim Yoonji que corrió descalza por el bosque y se lanzó a ese lago para nadar en el atardecer
mientras soñaba con un camino diferente para ella y Namjoon en quién aún pensaba.
Porque en cualquier generación, o línea de tiempo, los genios Kim Taehyung y Kim Yoonji, lo
único que alguna vez desearon fue lo mejor para sus hermanos.
¿El mismo destino quizá? O tal vez solo el mismo espíritu anhelando libertad en un mundo tan
desolado, tan perverso y vil.
Muy a su pesar, los hermanos Kim estaban malditos por el universo y entre ambos, siempre habría
uno tan noble que no podría sobrellevar la vida; y uno que viviría con profunda culpa hasta el final
de sus días.
La caja fue abierta hace mucho tiempo, y el detonante principal en todo esto era el pelinegro que se
paraba en el bote sin razón aparente para Taehyung.
Pero pronto lo entendería. Solo tenía que avanzar un poco más para tocar una línea en el borde del
bucle.
—¿Qué se supone que tendríamos que hacer? —le dijo a Jimin.
—Tengo un par de ideas, pero ninguna es segura. Lo más prudente sería que consigas esas cartas, o
busques algún indicio en esa casa.
Taehyung alzó una ceja. —Tienes una docena de soldados merodeando por mi jardín, ¿Y me pides
eso?
—No soy yo. El profesor... los militares... están cegados y eso nos está hundiendo.
Se quedó callado pensando en la forma de beneficiarse.
—Si te ayudo a controlar el vórtice, si acepto... Jungkook no tendría que irse. ¿Cierto?
—Debe hacerlo, Taehyung. —Jimin se puso de pie, esta era la parte más difícil de todo su dilema
moral—. Pero no podrá.
—¿A qué te refieres con que no podrá?
—La cuestión es que... —resopló por ser un soplón— por el agujero de gusano, él no puede
acercarse, tampoco entrar.
—¿Qué? Pero se supone que...
—El profesor te mintió. Y aunque lográramos hacerlo, no nos serviría de nada enviar a Jungkook.
—¿Por qué? Él podría... —Jimin no lo dejó hablar.
—¿Jungkook sabe algo sobre viajar en el tiempo? ¿Sabe cómo controlarlo? Yo creo que no.
Además... le has "drenado" demasiada electricidad, pero no la suficiente, el lago lo haría pedazos
literalmente al entrar.
—No puede ser... —murmuró y se sintió tan estúpido al ignorar los detalles.
—Escucha, necesitamos tres cosas: hacer creer al profesor que tiene la razón, un suicida y esas
malditas cartas. Mientras no tengamos eso, será mejor que actuemos como si esta conversación no
hubiera sucedido.
—No me malinterpretes, pero yo no he aceptado nada. No me consta que no vayas a matarme
cuando logres que funcione el vórtice.
Taehyung se puso de pie, imitándolo, el sol no tardaría en salir.
—Kim, ya no me importa el experimento —dijo cansado—. Jungkook es inestable, y puede dañar
todo a su alrededor.
—¿Estás enloqueciendo, cierto? —cuestionó Taehyung. Jimin no tenía nada lejos de ese
laboratorio, y ahora estaba harto.
Pero claro, nadie escucho a los búhos advertir con su canto del inminente peligro. Así que ahora
debían tomar responsabilidad por sus crímenes contra la realidad.
—Lo único que quiero es prevenir algo peor.
—No es nada que no les haya advertido antes. ¿Acaso comenzarán a escucharme?
—Lamentablemente sí. Yo lo haré. —Taehyung no se esperaba esa respuesta—. Por hoy, es todo, te
llevaré a casa.
—¿Seguirás con tu historia la próxima madrugada?
—Sí —respondió con total tranquilidad—. Por ahora, ve a descansar. No olvides que el médico
revisará al experimento por la mañana.
—Jungkook. —Lo corrigió—. Se llama Jungkook, y no es un experimento.
—El médico revisará a.… a Jungkook —le respondió en señal de paz.
La puerta de la sala de control se abrió de pronto, en donde el profesor Kim apareció después de
terminar con su ronda.
—Es tarde —le dijo a Jimin viéndolo con severidad—. El chico ya no debería estar aquí.
—Sí, señor —contestó abnegado—. Estaba por llevarlo. ¿Cierto, Taehyung?
El chico tragó saliva y asintió siguiendo a Park por el pasillo.
Kim Namjoon era excepcionalmente hábil con las manos, y siguió cada uno de los pasos para hacer
posible ese experimento. Pero le faltaba temple, y creatividad, porque cruzó la línea de audacia.
Más que un genio, un lunático.
...
El silencio hasta casa fue sepulcral entre los dos jóvenes.
Taehyung tembló cuando sacó la llave para entrar, temiendo que le dispararan por la espalda
mientras Park le veía desde la camioneta, como cada madrugada durante las últimas semanas.
Pero otra vez, no lo hizo.
Y el castaño entró veloz a su casa; cerrando la puerta con llave para luego recargarse contra esta
respirando agitado.
Era demasiado qué procesar para él, peor en el día. Pues el sol ya había salido.
Dio algunos pasos cansado. Taehyung se dejó caer en el sofá de su casa, abatido y se durmió fácil
por la fatiga.
Pero no esperaba que minutos después, las luces y la radio se encendieran. Con esa música que las
emisoras que su madre escuchaba ponían en vísperas de Navidad, con putas campanas y cascabeles
que le martillaron la cabeza.
El cuento de navidad no empezaba en el cuartel militar; pero sí en la sala familiar.
Del joven científico con doble vida, que lo único que quería era descansar.
—¡Hijo! ¿Qué haces allí en el sofá? ¡Ya sabes que debes ayudar con la decoración! —dijo su madre
con ese suéter de cascabeles que Taehyung intentó quemar, caminando por toda la sala mientras
Taehyung se escondía entre los cojines.
Había olvidado que tenía una vida normal, y en ella era víspera de Navidad.
Maldición.
¿Que si su familia lo dejó dormir? Por supuesto que no. Eran unos desconsiderados de mierda.
Oh, sí. Todo lo quería para navidad era darse un tiro.
Así que el científico adolescente se abrazó así mismo con su mantita en el sillón después de que su
madre perturbara su paz, pero en cuestión de minutos tuvo a Seokjin y su padre jodiendo también
para que se levantara.
Además, tenía que estar presentable para cuando el doctor llegara. Pero si cerraba los ojos tan sólo
cinco minutos nadie lo culparía, ¿Cierto?
Había mucho bullicio por toda la casa; su familia nunca ponía la decoración semanas antes, tenían
esa costumbre horrible de colocarla solamente el día que sería necesaria.
Al inicio fue más que todo para ahorrar dinero en la energía eléctrica, ahora era porque nadie le
gustaba tener que cuidarla, y se quedaría allí hasta año nuevo.
Así que mientras su padre y Seokjin bajaban el árbol entre muchos estruendos del ático.
Taehyung intentó volver a dormir.
Hasta que sintió cómo le dejaron caer una caja con adornos sobre el pecho.
Abrió los ojos molesto encontrando a Seokjin y su suéter navideño riéndose de él. Sí, hasta el reno
de ese suéter se burlaba de Taehyung.
—Mira la hora, Tae. ¡Y aún no pones las luces de la entrada! Santa Claus no te traerá nada si sigues
de holgazán.
—Jo-jo-jódete, Seokjin.
No hace muchos años, el pequeño Taehyung llegó a creer en Santa Claus, cosa que Seokjin
aprovechó para obligar a Taehyung a hacer cosas que él quería. Siendo dos hombres adultos, aún le
causaba mucha gracia recordar los tiempos en que su hermanito fue su sirviente personal
patrocinado por papá Noel.
Todos tenían sus tareas. Seokjin se encargaría de las decoraciones, papá de las compras de último
minuto, mamá de la cena y Taehyung, como el asistente de su hermano, las luces de la entrada.
—Lárgate de mi sala, Señor Grinch, estoy decorando. Es más, ve por Cindy Lou para que venga a
ayudarme a colgar adornos.
Taehyung se contuvo la risa, porque sí le hizo gracia. Se había ganado ese apodo por dos cosas: él
no creía en la navidad, y el suéter para la ocasión que le correspondía y lo obligaban a usar siempre
era verde.
Se levantó estirando sus extremidades.
—A Cindy Lou le quitan el yeso hoy, Rodolfo. —Le llamó por su suéter y el grano en su nariz—.
Ni se te ocurra molestarlo.
—¿Y eso qué? ¿Quiere ser parte de esta familia? Bien, le tocan los adornos del árbol, el suéter de
caramelos, y hacer el puré de papa para la cena.
—¿Y por qué el puré?
—Porque le queda delicioso, mejor que a mamá.
Taehyung se acercó a él para molestarlo, volteó a ver a su alrededor para asegurarse de que ninguno
de sus padres lo escuchara, y le murmuró a Seokjin:
—Es mi novio, no tuyo.
A lo que su hermano le contestó con el ceño fruncido. —No me importa, si quiere salir contigo
tiene que aportar algo a la familia, o lo voy a sacar a la calle.
—¿Es en serio?
—Sí, aún no se presenta formalmente conmigo.
—Ay, no por favor, cállate Seokjin.
—¿¡Qué tiene de malo!? No te mandas solo, jovencito.
—Soy un adulto.
—No me importa, evidentemente no podemos contarle a papá. Entonces es mi responsabilidad, así
que quiero que venga y me diga: "Señor Kim, me casaré con su hermano".
Taehyung se tapó la cara avergonzado, y a la vez con pena ajena. Ojalá el cambio de personalidad
de Seokjin hubiese venido con apagador.
—Oh, por favor. ¿No te cansas de ser así de anticuado? No voy a casarme.
—¿Cancelo nuestra boda, entonces? —dijo Jungkook detrás de ellos.
Los dos se sobresaltaron al notarlo allí con su sonrisa burlona y sus muletas. Las escaleras no eran
rivales para la dedicación que puso en bajarlas por media hora.
—¡Jungkook! —dijo Taehyung volteando nervioso y pasándose una mano por el cuello—. No le
hagas caso a Seokjin, está enloqueciendo.
El pelinegro se sentó en el sofá viendo a Seokjin desde abajo.
—Señor Kim, me presento, vengo a cortejar a su hermano.
—No, púdrete —le respondió dándole la espalda.
—¡No se vale! —reprochó Jungkook y Seokjin comenzó a reír escandalosamente.
Taehyung estaba allí, viendo a sus dos idiotas ser exactamente eso, idiotas.
—¡Perdón, me dejé llevar! Empecemos otra vez —dijo aclarando su garganta y sentándose junto a
Jungkook con mirada seria—. ¿A qué has venido, muchacho?
—Vine a pedirle la mano de Taehyung en matrimonio.
—¿Piensas que te entregaré a mi más preciado retoño, así como así?
Jungkook tomó aire profundamente.
—Señor Kim, le ofrezco dos vacas por su hermano —dijo extendiendo su mano a Seokjin.
—¿Solo valgo dos? —dijo Taehyung ofendido.
Seokjin observó a su hermano y pensó que valía a lo mucho vaca y media. Y luego estrechó la
mano de Jungkook complacido.
—Trato, lléveselo.
—¿Acabas de cambiarme por dos vacas imaginarias? —dijo indignado a su hermano.
—Tu esposo es un gran negociador, era una gran oferta.
—Los dos son unos grandísimos idiotas.
—Sí —contestaron al unísono.
Taehyung negó con la cabeza cuando el timbre sonó llamando su atención, se asomó un poco para
encontrarse con alguien con bata blanca y estetoscopio.
«Oh, vaya. Mandaron al doctor con aspecto de médico de libro para niños, qué sutiles» pensó
Taehyung.
—¡Jungkook, tu yeso! —dijo feliz cuando se movió a la entrada—. Sé bueno con el doctor —le
reprendió antes de abrirla.
—¿Por qué me dices eso?
—Porque la última vez que vino para ponerte la inyección lloraste.
Jungkook tosió incómodo porque Seokjin estaba allí y comenzó a burlarse de él.
—No digas esas cosas, Taehyung. Eso es mentira.
—Compórtate como un niño grande cuando saque la sierra. Te lo advierto o no respondo —dijo
abriendo la puerta para dejar entrar al doctor saludándolo con tranquilidad.
Seokjin se acercó a Jungkook para murmurar.
—Suerte con papá oso y el doctor de la muerte —se burló antes de levantarse para ir a buscar a sus
padres en la cocina.
—¿Sierra? —dijo Jeon tragando saliva pesadamente viendo hacia la puerta.
¿Tenía miedo de que le cortaran la pierna? Sí. ¿Esa pierna no le serviría mucho en este estado todas
formas? Pues no.
Los tres subieron hasta la habitación de Taehyung, en donde el doctor pudo comenzar con el
procedimiento.
A los padres del castaño les pareció extraño pensar que su hijo hubiese contratado a alguien así de
profesional; Taehyung lo notó, e hizo lo posible por evitar dar explicaciones, porque no quería ni
recordar lo costoso que era para él esto.
Por supuesto que enviarían a alguien experto, al gobierno le interesaba mantener vivo a Jungkook.
Pero no quería pensarlo, aunque así fuera.
Sonrió atento escuchando las indicaciones cuando le cortaron el yeso a Jungkook.
El área de la tibia fue la que se fracturó, casi llegando a la rodilla, pero afortunadamente sin tocarla,
ya que había logrado correr el asiento al chocar.
Su pierna se veía bien, a excepción de un espacio más oscuro de piel alrededor de esta, producto del
tiempo enyesado. Pero todo de maravilla dentro de lo que posible.
Taehyung vio al doctor anotar algo en una de esas carpetas metálicas que él sabía provenían del
laboratorio e hizo su mayor esfuerzo por no molestarse, pues al menos Jungkook estaba bien, pensó.
Le recomendaron seguir usando sus muletas, o en todo caso un bastón para no esforzarse mucho
cuando le dejaron vendada la pierna.
Cuando el médico se fue, al fin pudieron estar un poco más tranquilos; porque Jungkook no
caminaba bien, pero con el paso de los meses definitivamente lo haría.
Para ese momento ya era medio día. Tuvieron que tomar un desayuno/almuerzo por su falta de
atención, y el tiempo que Taehyung se tardó en bañarse.
Bajaron de regreso a la sala, se encontraron con que esta ya estaba decorada completamente, y sus
padres parecían haber salido a comprar las cosas finales.
Así como Seokjin, quién había subido a su habitación para ducharse; porque después de tanto,
finalmente, arregló la perilla de su regadera.
Luego de vestirse; ordenó un poco su habitación. Tenía mucha ropa que ya no usaba, y pensó que
donarla a la caridad le podría alegrar las fiestas de alguien más.
Separó un par de cosas, entre tenis y chaquetas cuando escuchó un choque contra la ventana.
Volteó a ver, el vidrio estaba bien; pero el suceso volvió a repetirse, así que vio el momento justo en
el que una bola de nieve golpeó y se destruyó en el impacto.
Se asomó a la ventana y la abrió sonriendo cuando notó que la nieve había cambiado de lugar.
Encontrando un «Hey, you!» y una carita sonriente, escritos en la nieve.
—¿Vas a venir o no? —le gritó April viéndolo desde abajo finalmente abrigando correctamente
como un oso esponjoso y sin dejar de sonreír.
Seokjin asintió y no esperó ni un segundo en alejarse de la ventana para salir corriendo de su
habitación, por las escaleras hasta la puerta de la casa.
Abrirla y correr a empujar a su amigo se sentía tan bien. En una amistad real, una con la que ya se
habían reivindicado.
¿De dónde sacaban valentía para acercarse? Se preguntaría el universo.
Por el carácter fuerte de ambos eran capaces, claro está.
Cualquiera creería que serían incapaces de verse el rostro el uno al otro; pero eran lo
suficientemente maduros para dejarse sanar, y ayudarse en el proceso.
Pues así, a Seokjin dejarían de dolerle sus errores y podría aceptar que incluso él, con todas sus
debilidades, era capaz de ser un mejor hombre.
Y April, llegaría a la conclusión de que no estaba enamorado de él; sino de la idea de tenerlo.
Lo cual le parecía inmaduro. Algo impropio de sí mismo, por ello, ahora se sentía libre. Y
despojarse de esa cadena hizo que toda su vida fuera más plena.
Se había equivocado, sí; pero sabía que algún día, él encontraría a alguien y eso le daba la fe que un
romántico sin remedio buscaba.
Porque en ese momento de sus vidas, ninguno de los dos necesitaba más estragos por amor. Pero un
amigo... definitivamente no les vendría mal.
Es así como dicen que debería de ser, ¿cierto? Pero la amistad de alguien a quien amaste significaba
muchas cosas que ninguno de los dos estaba dispuesto a enfrentar.
—¿Qué haces aquí? —le dijo Seokjin cuando lo abrazó.
—Estoy huyendo de mi casa, mi abuela ya está ebria y quiere hacerme bailar con ella.
Seokjin soltó una carcajada de esa curiosa risa que tenía. Era cierto, y esa mujer era todo un evento
cuando bebía.
—Oh, pobrecito —se burló viendo su gran abrigo—. Ven, esponjosito, pasa. No te hará daño aquí.
Min asintió, avanzó un poco y se inclinó para tomar una maceta que había dejado en las gradas de la
entrada.
Lo siguió. —También traje esto —dijo feliz enseñando su planta—. Una euphorbia pulcherrima.
El mayor de los Kim hizo uso de un conocimiento que muy pocos sabían que tenía.
—¿Una flor de Navidad? —dijo sorprendido viendo las hojas rojas mientras entraban a la casa.
—¡Exacto! Me regalaron unas semillas de Centroamérica la navidad pasada. ¿Y qué crees? ¡Ya
florecieron!
—¿Puedo tocarla? —dijo intentando agarrarla, pero Agustus negó.
—No, shu, shu. Vine a dársela a Jungkook. No a ti.
—¿¡Y por qué a él y no a mí!? —reprochó cruzado de brazos.
—Porque tú no vas a cuidarla, y él es igual de Hippie que yo.
—¿Estás jodiéndome, cierto?
—Noup. —El pelinegro en cuestión apareció desde la cocina y Min le llamó feliz—: ¡Jungkook,
mira! —le gritó.
Jeon apenas comenzaba a intentar caminar por sí mismo, pero se movió feliz hasta él, igual de
asombrado.
—¡Euphorbia pulcherrima! —Jungkook la tomó emocionado—. ¡Sus hojas se ven hermosas!
—¡Lo sé! —respondió Min con emoción—. ¡Está increíble!
Taehyung salió de la cocina poco después, se supone que saldrían un rato. Pero observó con
curiosidad a Min y su presencia.
Pensando en qué tan difícil sería preguntarle por su madre, o si estaba mal querer usarlo para
obtener información cuando muy probablemente él chico no sabía nada.
Así que caminó cerca del sofá, en donde estaba su hermano. Seokjin no entendía de qué estaban
hablando, así que fingió que sí mientras los veía ser raros en la sala.
—¿Qué está pasando? —escuchó decir a Taehyung, quien se recostó en la pared junto a él—, ¿Por
qué Jungkook está abrazando una planta?
—Ni idea —dijo Seokjin viéndolos casi brincar de emoción—. Oyeron el llamado de la naturaleza,
creo.
—Hay que golpearlos —sugirió Taehyung, y Seokjin le vio con el ceño fruncido—. Ay, solo fue
una idea.
Iba a molestarlo, pero el abrigo de Taehyung le llamó la atención.
—¿Y tú a dónde crees que vas?
—Este... Le prometí a Jungkook que jugaríamos en la nieve.
—No has terminado con tu tarea navideña, ni sueñes con que te irás sin hacerlo.
—¡Pero...!
—Pero nada. —Señaló la puerta—. Tae, ve a colgar las luces afuera. El castaño le vio con recelo;
solo porque era navidad le haría caso.
—Bien, lo haré porque es mi responsabilidad, no porque tú lo digas. —Tomó su cajita de luces de la
mesa, antes de dirigirse afuera.
Justo a tiempo, cuando abrió la puerta, sus padres regresaron con los regalos y otras cosas.
Seokjin se burló de la seriedad de su hermano, y saludando a sus padres, tomó uno de sus bates de
la esquina de la sala.
—Niños de las plantas —llamó a los dos pelinegros—. ¿Jugamos al béisbol de nieve?
Los dos se vieron entre sí, antes de dejar su maceta decorando la mesa de café para seguir a Seokjin
hacia afuera.
Taehyung no supo en qué momento pasó todo. Él fue por la escalera para alcanzar el borde del
techo, y cuando regresó, se encontró a Jungkook sobre una silla en la nieve, y haciendo bolas de
esta para lanzárselas a su hermano.
Agustus les venía muy serio, porque era el árbitro, y estaba muy enfocado en ver que fuera un juego
justo.
Bueno, en realidad se distrajo porque con toda la nieve que movió para escribir en ella había dejado
un buen montón que servía muy bien para hacer un muñeco decente, por lo que lo moldeaba en
silencio.
La tarde resultó muy cálida para ser invierno, y Taehyung se divirtió mucho viendo a Jungkook
enojarse porque sentado no podía lanzar bien, y la escarcha volar por doquier cada que Seokjin
destruía una bola.
—Al diablo —dijo Jeon levantándose—, no puedo seguir así.
Apretó los ojos cuando hizo un poco de presión sobre su pierna y tomó otra bola de nieve para
lanzarla.
—¡Jungkook, no! Tu pierna, idiota —le regañó Taehyung desde la escalera mientras colgaba las
luces.
—¡Pero estoy perdiendo! ¡Y me siento bien, ya no me duele!
—No me importa, no seas necio.
Jungkook se cruzó de brazos, pero no esperaba sentir una fría bola de nieve impactar contra su
rostro.
Volteó a ver con una ceja alzada, encontrando a Seokjin fingiendo demencia después de haberle
lanzado eso para hacer que se callara.
—¡Oye! —le gritó molesto—. ¿Qué te pasa?
—Siempre dale la razón a Taehyung —le regañó.
—No se vale, ustedes se unen para molestarme. —Frunció el ceño, pero antes de que pudiera seguir
hablando, le lanzaron nieve de nuevo a la cara.
—¿Decías? —Seokjin estaba feliz y se burlaba de verlo ser un doblegado.
Jungkook se movió cojeando hacía él, y se apoyó un poco en el muñeco de nieve de Agustus
hundiéndole la cabeza.
—¡idiota! ¡Mi muñeco! —le gritó Min molesto cuando Jungkook chocó contra este destruyendo el
progreso del chico.
—No seas dramático —dijo con gracia, burlándose al ver el rostro pálido del chico, con las mejillas
rojas por el frío—. Haz otro y listo.
—¡Oye! —Seokjin se aproximó veloz para defenderlo—. Métete con alguien de tu tamaño,
¿Quieres?
—Eso fue más ofensivo que útil —dijo Yoongi.
El castaño mayor no pudo evitar desviar su mirada hacia él. —Lo decía por el muñeco de nieve —le
dijo a April con una sonrisa, la cual se quedó estática cuando Jeon le devolvió el lanzamiento de
nieve en el rostro a Jin.
—¿Estamos a mano? —intentó decir Jungkook cuando el mayor bufó, pero no sirvió de nada
porque terminó corriendo hacia él para tumbarlo en la nieve.
—¿Quieres pelear, Jeon? —dijo llenándole el cabello de escarchar mientras Min se reía de ambos
—. No eres tan valiente así, ¿eh? —le dijo con gracia.
Taehyung terminó con su labor, y se bajó del techo para poner orden.
—Tonto uno y tonto dos, van a lastimarse —le dijo intentando separarlos—. ¡Seokjin, déjalo ya!
—¡Pastelito, ayúdame! —pidió Jungkook porque evidentemente no podía contra Seokjin.
Pero Taehyung negó, apenado de ser llamado así en público.
—Mejor no. Todo tuyo, Jin. —Pasó a su lado indiferente—. Él dijo que ya no le dolía.
—¡Traidor! ¡Quiero el divorcio! —dijo indignado antes de que Seokjin le llenara el cuello de nieve.
Era lindo sentir que no había barreras entre ellos, aunque sea por un instante; porque la juventud era
así, fugaz, divertida y hermosa.
Esa tarde, por primera vez en mucho tiempo, Kim Taehyung volvió a tomar un bate de béisbol y lo
hizo para pedirle la revancha a su hermano, y salvar el honor de Jungkook.
Y Seokjin, a gusto con la vida que ahora tenía, hizo una y mil bolas de nieve para poder lanzarlas a
su hermano, sin que el castaño mayor fallara a uno solo de sus lanzamientos.
Al menos ese día, esos lazos rotos o enredados parecieron unirse correctamente, al compás de la
nevada más inocente de todo diciembre en 1986 y con esos rayos de sol que incluso en invierno se
negaron a desaparecer.
El tiempo pasó rápido cuando en la entrada, quedaron cuatro muñecos de nieve mal hechos, con
brazos de ramita seca y piedrecitas como ojos.
Tres de ellos grandes: uno con bufanda, uno con gorra, y uno con lentes de sol. Y otro un poco más
pequeño, con una flor en su cabeza.
Para el final de la tarde, y antes que se ganaran un resfriado, regresaron a sus casas.
Estaba mal alegrarse por esto, pero el padre de Yoongi se quedó atrapado por el clima en otra
ciudad; así que fueron solo su abuela y él en casa, felices mientras cocinaban y bebían juntos.
Y en la casa de los Kim, los dos hermanos encendieron la chimenea. Jungkook se quedó en la mesa
de la cocina, ayudando a los señores Kim con la cena mientras pelaba las papas.
Aunque fue un poco perturbador para él estar allí, porque era vegetariano, los vio rellenando el
pavo, y ahora tendría pesadillas.
Pero se sintió feliz cuando le dejaron usar el horno y pudo hacer su pie de manzana favorito para
todos como merienda.
Jungkook se burló de irónico de la vida; y el hecho de que el olor de su postre atrajo al Seokjin
joven de la misma forma que lo hacía con el viejo.
Incluso se quejó de las preferencias cuando Jeon le sirvió un trozo a Taehyung antes que, a él, de la
misma forma que se quejaba cuando lo hacía con su madre.
Allí, entre la canela, y el azúcar, fue un momento tan doméstico que Taehyung pensó que podría
vivir así.
Cuando la noche llegó; la mesa del comedor se vistió de gala, con un hermoso mantel blanco en
donde la comida para la ocasión comenzó a colocarse.
Se usaron los platos buenos, y la cristalería fina; Seokjin enchufó el árbol, casi al mismo tiempo que
Jungkook, apoyándose en los hombros de Taehyung, caminó hacia el comedor.
El olor de los alimentos, y el vapor que parecía emanar de estos le golpeó al pelinegro porque la
escena le gustaba mucho.
Y dejó de sentirse como un invitado cuando se sentó en el lugar que le correspondía, porque sí, él
tenía un lugar en esa mesa.
—Taehyung, da las gracias —le dijo su padre cuando estuvieron todos sentados, idea que incomodó
un poco al castaño.
—Uhm...
—Siempre obligan a Taehyung, no sean malos —intervino Seokjin—, ¿Por qué no cambiamos un
poco? Puedo hacerlo yo si quieren —sugirió con una sonrisa. Pero su madre tuvo otra idea.
—Jungkook —volteó a ver al pelinegro a su lado—. ¿Por qué no das tú las gracias? —le dijo ella
con una sonrisa.
Taehyung carraspeó con la garganta, e intentó intervenir. —Mamá no creo que sea...— pero
contrario a lo que esperaba, Jungkook asintió devolviéndole la sonrisa.
—Sería un placer —contestó ganándose una mirada de asombro de Taehyung.
El mayor de todos los Kim puso las manos sobre la mesa, con las palmas hacia arriba.
—Bien... entonces recemos —dijo cuando su esposa y su hijo mayor le tomaron de las manos. Ella
tomó de la mano a Jungkook, y Seokjin a su hermano.
Kim Taehyung y Jeon Jungkook se observaron un segundo antes de cerrar el círculo, entrelazando
sus dedos sobre la mesa. En un acto tan puro e inocente frente a toda la familia.
Jungkook aclaró la garganta antes de cerrar los ojos e inclinar su rostro. Ciertamente él no creía en
una deidad como tal, pero sabía que, si para los cristianos Dios es amor, pedirle a ese dios por
alguien era sinónimo de decirle «Me importas».
—Amado padre, que moras en las alturas de los cielos, santo y glorificado sea tu nombre —su voz
fue lenta, y solemne cuando comenzó a rezar en realidad—. Te damos gracias por permitirnos estar
aquí reunidos alrededor de esta mesa, y por los alimentos que vamos a disfrutar. Te pido que
proveas y bendigas las manos que los prepararon, así como también se los concedas a aquellos que
no los tienen. Te agradezco por la vida que nos prestas y por esta familia que ha cuidado de mí; te
pido que los colmes de bendición, de amor, y los lleves con bien, para que puedan ser luz a donde
quiera que vayan, y los cuides en todo momento. —Se quedó callado un segundo—. Te suplico por
paz mi alma, y ruego perdón por nuestros pecados, para que nos ayudes a ser mejores cada día.
Amén—respiró profundamente—, y amén.
Todos abrieron los ojos y soltaron las manos con tranquilidad, en un silencio que no era incómodo,
sino pacífico.
Seokjin se detuvo a mirar a Jungkook por un segundo, pensando que Jungkook tenía un alma tan
pura como la de su hermano, y eso le llenó de mucha felicidad.
—La pierna del pavo es mía —dijo reclamando su derecho y queriendo aligerar el ambiente.
Papá siempre se comía una pierna del pavo; lo cual solo dejaba una restante para alguno de los dos
hermanos y bueno, no siempre se gana.
—¡No se vale, yo la quería! —reprochó Taehyung a su lado. —¡Papá!
El señor asintió comenzando a servir y dándole la pieza a Seokjin—Te tardaste, hijo. Lo siento.
—Bien, pero esa era mi pieza. —El castaño negó ofendido, qué gran falta de respeto hacia él. —
Como sea, Jungkook, pásame el puré de papa —no obtuvo respuesta— ¿Jungkook?
Todos voltearon a ver al pelinegro de pronto extrañamente callado, que se había servido casi todo el
puré, porque era lo único apto para comer para él además de la salsa y los elotes, comiendo sin
prestarles atención hasta que notó que los cuatro le veían.
Levantó la cabeza. —¿Ustedes querían? —dijo apenado haciendo que todos estallaran en risas.
Definitivamente, esto de las bromas en la cena le gustaba mucho.
Todos disfrutaron felices la velada, incluso cuando terminaron y a Taehyung le tocó lavar los
platos, luego de que apostara contra su padre y perdiera.
Los tres mayores se sentaron en el sillón grande a ver la tele mientras ellos acomodaban la cocina, y
Jungkook, al terminar de ayudar, se sentó en las escaleras cuando su pierna inútil le cansó un poco.
Parecía simple y vano, pero para alguien como él, que ya ni siquiera sabía qué parte de su vida era
real, y que en su historia original nunca conoció la fraternidad... la idea de pensar que era uno de
ellos le gustó mucho.
Pero... esta comunión tampoco existiría de no ser por Jungkook.
¿Qué pasó la noche buena del 86'?
Cuando Seokjin no pudo salir de su habitación, y deseó la muerte viendo todos los trofeos que le
gritaban que nunca podría jugar otra vez.
Porque ese año, nadie decoró la casa ni ayudó al señor Kim con los adornos del ático. Nadie jugó en
la nieve, no hubo regalos y de esa familia, los pedazos al desmoronarse se volvieron cada vez más
grandes.
Desde que el día que fue gritado a los cuatro vientos que Taehyung era diferente, ninguno de sus
padres le veía a los ojos. Se podía escucharlos pelear por toda la casa, y el castaño había descubierto
días antes que su padre estaba durmiendo en la habitación de huéspedes.
Era veinticuatro de diciembre, mientras todas las familias cenaban, Taehyung se escabulló para
robarse algo de la cocina; pero le hubiera gustado no hacerlo para no haber escuchado a sus padres
hablar sobre el divorcio, y decir su nombre como causa.
Kim Taehyung se sentó en la orilla del balcón metálico de la azotea, pensando en que saltar sería
mejor para él, sin el valor de poder hacerlo realmente.
Pero en medio de las líneas enredadas del tiempo, la telaraña de la historia lo protegió de ese
sentimiento, dándole en su lugar una cena y a su familia unida como cada navidad.
—Taehyung, ven acá —dijo su madre mientras él terminaba de acomodar los platos—. Apresúrate,
tu padre está repartiendo los regalos.
Salió de la cocina, secándose las manos con el suéter, y le sonrió a su familia, quienes reían junto a
la chimenea.
Jungkook los observó de lejos cuando comenzaron a abrazarse, y todo era tan lindo, que Taehyung
ni siquiera notó cuando él se alejó por las escaleras.
Kim Taehyung, envuelto en su alegría, no estaba pensando en las cosas que le atormentaban. En
alguna otra noche buena, habría dicho algo sumamente irreverente para estropear el cuento de la
familia feliz, pero en esta, simplemente no pudo.
No quiso arruinar el ambiente armonioso, así que cantó un par de alabanzas y leyó varios salmos en
voz alta mientras sus padres le veían complacido.
Se prometió a sí mismo que sería bueno para no perturbarlos, esperando pacientemente su regalo.
Recibió el suyo; y aunque estaba agradecido, lo dejó debajo junto al árbol pensando en que
esperaría a la mañana para abrirlo. Pero notó el paquete azul que ni siquiera había tocado, y la
ausencia del pelinegro.
Se despidió de sus padres respetuosamente porque él no oraba junto a ellos a la media noche y tomó
la pequeña caja debajo del árbol.
Entonces subió a su habitación a pasos ligeros, cuando abrió la puerta lentamente, sin causar
revuelo al entrar. Se quitó sus anteojos; los dejó en su escritorio y avanzó por la habitación.
Jungkook se había acostumbrado tanto a esa casa, y a esa rutina que Kim sabía exactamente a dónde
iría después de cenar. Y no se equivocó, cuando lo encontró sentado en el marco de la ventana,
viendo hacia el cielo, como perdido entre sus pensamientos.
Cerró la puerta antes de acercarse con una sonrisa tímida a él.
—Oye... —murmuró—. ¿Qué haces aquí solo, eh?
—No quise interrumpir sus tradiciones —dijo con gracia—. No es la gran cosa.
—¿Entonces por qué te escondes aquí arriba?
—No estaba escondiéndome, las estrellas se ven bien con el cielo despejado, además— sonrió—,
me gusta ver el vecindario. Luce alegre.
Taehyung vaciló un poco cuando se sentó en el otro extremo de la ventana. Era cierto, las luces en
esas casas adornaban las puertas congeladas que protegían aquellos risueños cantos de niños
jugando en espera de la medianoche, dándole no solo un toque pintoresco al pueblo, sino también
mucho gozo.
—Jungkook —le llamó sabiendo que era el momento indicado para saber si Park tenía razón—,
¿qué es lo que recuerdas de tu última navidad?
El chico recostó la cabeza y la espada, en la madera detrás de él.
—No mucho. Parece que tuve cien navidades diferentes, y ninguna se siente como la mía.
—Tus padres no son las personas más hogareñas del mundo, me temo —dijo, pensando por un
segundo en que el rubio tenía razón. Y sintiéndose culpable de querer sacar información en un
momento como ese.
—Lo sé, tengo muchos recuerdos y ninguno es una blanca navidad, o bueno, eso creo — se burló de
sus desgracias—, en la mitad no tengo mamá, y estoy preparándome una ensalada solo, o comiendo
en la estación de alguna gasolinera en nochebuena.
—No me juzgues, pero Sunhee adulta no me simpatiza lo suficiente.
—Es humana, Kim, y tuvo un hijo con alguien a quien que odia. Yo sí la entiendo, pero oye, no
todo es malo, siempre trabajó mucho, nunca me quedé sin regalos de navidad.
Taehyung se compadeció de él. Como el resto de la existencia de Jungkook, sus recuerdos eran
grises; ni bueno, ni malo; solo gris.
—Eso me recuerda —agregó Taehyung, extendiéndole la caja que era aproximadamente del tamaño
de su mano—, no tomaste tu obsequio.
—¿Me compraste un regalo? —cuestionó, a Taehyung le emocionaba tanto dar regalos que las
ansias de entregarlo a la otra persona lo carcomían.
—No, tonto. Me lo robé de la tienda —bromeó con obviedad, pero la expresión de Jungkook fue la
de alguien que sí creería a Taehyung capaz de hacer eso—. ¡Oye! No me lo robé.
—No lo sé, Tyler. No confiaría en ti.
—¡Solo estaba jugando, me duelen tus acusaciones!
—Gracias por la aclaración, es que no me gustaría ser cómplice de un crimen.
—No seas payaso, ambos somos convictos. Ahora cállate y abre mi regalo.
Jungkook negó con la cabeza mientras reía, y aceptaba la cajita para abrirla. Por el tamaño pensó
que a lo mejor era una taza navideña, pero parpadeó curioso cuando observó la esfera de cristal en
ella.
La sacó de la caja; era un globo de nieve, de esos que al agitarlos muchos brillos se mueven en su
interior revoloteando.
—Es un... ¿Conejo con sombrero? —dijo al fijarse en la figurilla del centro.
—Está viendo la nieve. —Taehyung sonrió enormemente. —Eres tú en Boston —se burló.
—¿Qué? —indignado—. ¿Por qué yo?
—Porque movías la nariz por la nieve, como un conejito. —Era una mala broma, pero la risita que
soltó fue tan tierna que Jungkook sonrió casi por inercia.
Jungkook suspiró agitándolo para ver cómo se revolvían los brillos y pensó que tenía el lugar ideal
para el globo de nieve en la repisa de su habitación.
Un espacio que nunca supo con qué llenar en donde la pelota debería haber estado.
—Yo... no te compré ningún regalo —dijo con pena—. Lo siento.
—No importa, me gustó verte convivir con mi familia. Me obsequio a mí mismo esa escena—.
Jungkook no respondió, y en su lugar volteó de nuevo hacia la ventana—. Hey...
¿Qué sucede? —dijo confundido.
—Nada... es solo que esto es raro para mí.
—¿Raro? ¿Por qué?
Jeon suspiró con fuerza, era patético de decir, pero... necesitaba hacerlo en voz alta.
—Sé que suelo ser el más apático sobre todo esto; pero hoy, todas esas luces y la gente riendo a mi
alrededor, me hicieron sentir diferente.
—¿La magia del amor? —inquirió sin ser malicioso y sin desvanecer su sonrisa.
Jungkook negó, pero eso que dijo después hizo que Taehyung sintiera una enorme presión en el
pecho.
—Yo... sentí que tenía una familia —murmuró bajando la cabeza cuando sintió que lloraría.
Las líneas se estaban mezclando. Y a Jungkook le dolían todas y cada una a su manera, ni siquiera
podía explicarlo, pero le pesaba tanto.
Kim llevó su mano al mentón del chico dándole un pequeño toque para que volviera a verlo. Y es
que tal vez ya no era el mismo Jungkook, o quizá sí, no lo sabía. Pero tener la certeza de que había
logrado darle toda esa felicidad le hizo pensar que ese era su propósito en el mundo. Sin
cuestionárselo, porque en ninguna otra línea sería capaz de tener esto.
Le quitó el globo de nieve para ponerlo en el piso antes de tomarlo de ambas manos.
—Oye... —dijo buscando su mirada—. Ya la tienes. ¿Sí? No importa dónde estés, o a dónde vayas,
nosotros siempre seremos tu familia. Lo sabes, ¿Cierto?
—Lo sé —respondió bajito. Jungkook no pudo evitar que una lágrima se le escapara cuando asintió.
—No, no. No llores, por favor. No quise decir nada malo. —Taehyung se asustó un poco, pero
luego solo pudo morderse el labio de ternura cuando notó que el chico estaba sonriendo
Se cree que llorar es malo, pero no siempre es así. A veces es necesario llorar de conmoción, de
inmensa felicidad cuando se asimila la vida desde otra perspectiva.
Jeon Jungkook, el insolente, el tonto, el irreverente y testarudo había madurado.
Contra todo pronóstico, Jeon Jungkook había crecido.
Y lo hizo porque encontró lo que jamás tuvo en la línea original: alguien que creyera en él.
—Vine aquí a ver las estrellas, no a lloriquear —se regañó a sí mismo, aclarando su garganta y
limpiándose las lágrimas.
—¿Pediste un deseo? —dijo con un poco de gracia, Jungkook asintió con la cabeza—. ¿Cuál?
—Es un secreto.
—Oh, vamos... no seas injusto.
Jungkook suspiró. La ciudad lucía tan hermosa con las luces de colores, y esas casas antiguas que
ahora le parecían familiares.
Volteó a ver a Taehyung, y esa forma divina en la que sus pestañas eran protagonistas cuando sus
anteojos no las ocultaba.
—Sabes... No creo para nada en lo que se supone que las fiestas significan; pero si hipotéticamente
lo hiciera, y todos esos deseos de navidad realmente funcionaran, estoy seguro de que usaría cada
uno de ellos para pedirle al cielo alguien como tú.
—¿Alguien como yo?
—Bueno, a ti, específicamente.
Taehyung suspiró cuando el reflejo de las luces de colores colgadas por todo el balcón pareció
perder intensidad ante el brillo de la sonrisa de Jungkook.
No lo dirían, pero se sentían afortunados.
Y ninguno de ellos creía más en ser la otra mitad del otro, porque no estaban incompletos.
Eran sus propias personas individuales; independientes, únicos; encantados con el brillo del otro y
orgullosos de tenerse.
Porque el amor no es buscar ser completado por alguien más. Sino quedarse al lado de aquel que se
ama, mientras se encuentra a sí mismo.
Y ambos lo sabían.
El viento susurraba que estaba celoso de ellos mientras la cortina se movía, pero las estrellas
murmuraban entre ellas que se callara, que el frío que provocaba no era suficiente como para
separarlos.
—Tú siempre sabes qué decir. ¿Cierto, Jeon?
—No puedes superarme, lo sé. Soy un romántico desesperado.
—Oh, por favor. Por supuesto que puedo ganarte.
—¿Y cómo harás eso, genio? —se jactó de sus habilidades.
—Mira hacia arriba —dijo mordiéndose el labio.
Jungkook alzó la vista ligeramente para encontrarse con el muérdago pegado en el marco de la
ventana.
—Beso debajo del muérdago, ¿Eh? Chico clásico. —Sonrió sin poder contenerse pensando en que
Taehyung había aprovechado su tarea navideña para colgarlo—. No me digas que eres fanático de
los clichés navideños.
Taehyung se levantó, y se acercó tan solo unos pasos para ponerle los brazos sobre los hombros y
darle esa mirada de niño bueno que hacía cada vez que quería obtener algo.
—Casi te estoy rogando que me beses, tonto.
—¿Ah, sí? —le dijo con una ceja alzada, pasando su vista de los ojos a la boca del chico
rápidamente—. ¿Por qué no lo haces tú?
—Porque intento alejarme de ti —dijo recordando que debía renunciar a él, aunque su alma entera
se negaba.
—Oh, cierto... Kim Taehyung terminó conmigo.
Porque incluso cuando le había anunciado ya el final, seguía despertando abrazado a Jungkook,
como si no hubiese sido Kim quien quiso alejarse de él la noche del baile, como si... no fuera el
mismo cuya idea de un matrimonio ficticio lo hizo sonreír toda la tarde.
—Sí. Pero si tú me besas... podemos fingir que la fuerza sobrenatural te obligó a hacerlo. Y ninguno
de los dos sería culpable.
Se levantó, lento pues le dolía y no podía apoyar del todo bien la pierna. —Suena como un gran
plan —dijo quitándole ese mechón rebelde que siempre se colaba por su frente—, pero hay un
problema.
—¿Cuál?
—No puedo fingir... porque realmente necesito hacerlo.
Jungkook sonrió un poco al rozar suave su nariz con la de Taehyung, cuando llevando sus manos a
la cintura del chico lo atrajo hacia él vagando apenas por la extensión de su espalda.
Cuando sus rostros estuvieron así de cerca, Taehyung maldijo internamente porque no sé esperó a
que Jungkook lo hiciera, y se atrevió a robarle un beso, porque esto del autocontrol y la distancia,
no estaba resultando.
Frente a la ventana, con los copos de nieve de esa blanca noche cayendo, y las estrellas que
resplandecían de fondo. Como un sueño, del que no quería despertar.
Porque era falso, un error de sistema; pero a Taehyung le gustaba pensar que era la vida que se
merecía.
Miles de destinos, y al menos en uno tenía una familia unida, un gran futuro y al hombre perfecto.
Un hombre que era digno de toda su pureza, y que era tan especial que añoraba con cada milímetro
de su piel tener cerca, y robarle el aliento con su presencia.
Porque quería ser necesitado, quería ser único, quería... lo quería a él.
Y lo confirmaba cuando no se sentía preso de sus labios, sino que voluntariamente se dejaba
acariciar por ellos, con los ojos cerrados y un toque tan dócil que buscaba cuidarlo en cada beso.
Besos que incluso cuando la excitación llegaba a su cuerpo no dejaban de erizar su piel por
completo, simplemente porque le hizo suspirar, luego de que las manos del pelinegro se movieran
atrevidas desde su cintura hasta su cadera, bajando para llevarlas hasta sus glúteos y apretarlos
ligeramente.
Abrió los ojos en sorpresa, y sonrió contra sus labios.
—Jungkook, ¿Qué haces? —preguntó con gracia, y un tono atrevido—. ¿Quién crees que eres para
manosearme?
—¿Yo? No hago nada... que no quieras —respondió igual cómplice.
Probablemente debería preocuparse de aquellos que buscaban controlarlos; pero no habían
reemplazado aún las cámaras de la casa, Taehyung se había encargado de eso después de
arrancarlas todas.
O del alumbrado de la ciudad, cuando al sentir el exhale y el corazón de Jungkook acelerarse
parpadearon un poco; sin embargo, si su teoría era cierta... eso era lo de menos, porque lo tenía todo
calculado.
Así que, ¿Taehyung Iba a arriesgarse a causar otro colapso? Tal vez.
—No lo sé... —se separó un poco para abrirse los primeros botones de la camisa—. ¿Crees que sea
prudente?
—No lo creo, pero ambos deberíamos tomar la responsabilidad.
Taehyung exhaló antes de darle un pequeño beso cerca de la mandíbula, y susurrarle al oído:
—No es mi culpa —le dijo con delicada voz—, los botones de mi camisa ceden fácil.
Jungkook le sonrió apenas. El calor de la casa, y la magia del ambiente le habían hecho sumergirse
en esa sensación de pertenencia a la que lamentablemente ya se había acostumbrado y de la cual se
sentía merecedor.
Y Taehyung, él pensó que a lo mejor debería haber esperado a la media noche junto a su familia
para rezar, pero no podía, ya no podía.
—Ponle seguro a la puerta —ordenó Jungkook cuando no pudo resistirse más.
Kim Taehyung, asintió impaciente contra su aliento, y acató a la perfección sus indicaciones cuando
se movió hasta la puerta colocando llave, para que nada se atreviera a perturbarlos.
Así mismo, cuando Jungkook se alejó de la ventana, Kim cerró esta, y corrió las viejas cortinas
haciendo que la luz estuviera apenas presente.
A Jeon le dolía la pierna, incluso con su cuerpo sanando más rápido, eso no cambiaría de la noche a
la mañana. Aun así, fue muy graciosa la forma en la que arrugó la nariz cuando se quejó cuando se
sentó a orillas de la cama.
Con el castaño, quien le dio una sonrisa antes de imitarlo y de inclinar su cuerpo sobre el suyo,
llevando una mano hasta el cuello de Jungkook para atraerlo, buscando deleitarse con la suavidad
de sus labios cuando los sintió contra los suyos.
Jeon Jungkook se despojó del suéter y camisa que estaba usando, como una invitación a ser tocado,
porque le gustaba la suavidad de esos dedos largos deslizándose por su fuerte pecho.
Y se recostó ligeramente sobre las almohadas de la cama cuando las manos de Kim vagaron por su
torso, al mismo tiempo que Taehyung se movía para quedar arrodillado sobre la cama, con los ojos
cerrados y separándose apenas de su boca cuando jadeaba.
Las manos que le recorrieron le causaron un poco de cosquillas por lo frío de su toque cuando Kim
le invitó a retirarse el pantalón para seguirle besando por la extensión de su cuello hasta llegar
debajo de la clavícula.
Taehyung no mentía y su camisa abierta dejaba al descubierto ese pecho de piel trigueña que se
extendía en su vientre de dónde una línea de ligero vello castaño era visible hasta esconderse por su
ropa.
—Alguien está emocionado, ¿Eh? —bromeó Jungkook, separándose un poco cuando el chico se
sentó ligeramente sobre su regazo, con cuidado de no hacer presión en su pierna.
El castaño negó con una sonrisa.
—Me hiciste mucha falta... —confesó.
—Especifícate, Kim. ¿Te hice falta yo o mi...?
Taehyung le vio severo para que se callara y dejara de decir tonterías que lo dejaban en evidencia.
Nunca sería contado, pero a Taehyung le habría gustado mucho ver esa espalda mientras hacía
gemir a Jungkook, de dejarle muchos besos en esta cuando sus piernas temblaran por la satisfacción
y de rasguñarle la cadera.
Por un demonio, claro que le gustaría. Y estaba seguro que Jungkook no se habría negado a
intentarlo.
Pero esta vez, quería verle a los ojos y sentirse protegido como solo podía hacerlo cuando Jeon
Jungkook le decía que era su pequeño, al tomarlo con esa destreza que sólo él conocía.
—Quiero que me ames hasta que olvide que esto no debería ser real —suplicó.
—Pero lo es, y no hay nada que puedas hacer para negarlo.
Kim Taehyung tenía una voz en su cabeza que decía: "Tócame, lo necesito". Sin embargo, existía
una más fuerte que le suplicaba: "Ámame".
"Por favor, solo ámame. Tanto y tan fuerte que sienta que estoy loco. Ámame hasta que lloré
cuando no te sienta en mí.
Era incapaz de decirlo, pero esa voz quería gritar y desgarrarse los pulmones suplicando:
"Ámame hasta que sepas que yo también te amo".
—Dame tu mano —pidió Taehyung, extendiendo la suya frente a él.
Jungkook podía verlo desde abajo y tragó saliva cuando levantó la suya con incertidumbre al sentir
sus dedos entrelazarse, sin dejar de verlo.
—Esto es lo que somos, ¿Lo ves? —le dijo buscando las palabras correctas para decirle lo que
sentía.
—¿Qué cosa?
—Jungkook —murmuró, aunque supo que se arrepentiría—. Tú y yo... somos partículas
entrelazadas.
—¿Y eso qué significa? —preguntó acariciándole el muslo con la otra mano, sin dejar de verlo,
débil ante lo precioso que era.
—Tendrás que averiguarlo por ti mismo.
Una sonrisa burlona; el Kim intelectual, seguía siendo tan él como siempre.
Esas prendas que una por una volaron por la habitación se quedaron regadas en la alfombra como
símbolo de rendición ante sus deseos, sus impulsos y sus mentes.
Era un poco torpe la forma en la que se besaban con tal desenfreno que a veces sus dientes
chocaban por accidente y por esa estúpida pierna que les causó problemas cuando Jungkook quiso
terminar de desvestirse e incluso despojándose de su ropa interior.
No hacía falta decirlo, se sentían cómodos con la desnudez del otro y no le dieron mucha
importancia al quedar expuestos.
Porque se buscaban al besarse, como si al separarse fuesen a dejar de respirar.
Taehyung se superó a sí mismo cuando le besó los pezones, bajando y besando el hueso de su
cadera cuando llegó cerca de este.
No estaban del todo preparados, así que fue lo que se le ocurrió para que el acto no fuera a dolerle
tanto después.
Así que le regaló un beso en la ingle, antes de relamerse los labios, buscando valentía para intentar
algo que no había hecho antes cuando comenzó a lamer con miedo el miembro de Jungkook, quién
jadeó sorprendido.
Sus labios eran tan finos y pacientes; su lengua cálida cuando recorrió su creciente erección con esta
llegando a la punta para llenarla con su saliva.
A Jungkook le causó un poco de risa la concentración del chico; pero él parecía muy entregado a su
labor cuando se detuvo a ver su pene por un segundo antes de animarse a introducirlo en su boca.
El calor sobre su cuerpo hizo que Jeon se tensara por la succión de su miembro, que buscaba
enloquecerlo.
Apenas abrió los ojos para verlo cuando su respiración se agitó, sintiendo el desliz de sus labios en
la sensible piel de esa zona y conteniéndose de hacer algún sonido fuerte para no ser descubiertos.
Viendo al castaño de reojo, el cómo se tocaba a sí mismo con rapidez y esa imagen que le hizo
sentir celos porque él también quería tocarlo mientras sudaba.
Taehyung sintió que en algún momento se ahogaría, e hizo un gran esfuerzo por llenarlo de saliva y
alejarse de él, dejándolo allí, expuesto y necesitado.
El frío hizo a Jungkook reaccionar cuando supo lo que debía hacer, agradeció en silencio por eso,
tomando un impulso, sujetó fuertemente al chico y lo hizo caer a su lado, para poder recorrerlo con
sus besos a gusto.
E incluso si llegaba a parecer grotesco, cuando Taehyung dejó caer su espalda entre las almohadas
le besó en la boca antes de buscar acomodarse sobre él.
¿Estaba un poco limitado? Sí. ¿Le dolía la pierna? También. ¿El doctor estaría muy decepcionado
de ellos? Definitivamente.
Se llevó dos dedos a la boca y los succionó unos instantes que a Taehyung le parecieron eternos por
lo ansioso que estaba. Pero cuando dejó de hacerlo, y se inclinó para dejarle caer un poco de saliva,
no pudo hacer más que avergonzarse.
Su respiración se volvió irregular, y quiso morderse la muñeca para no gemir cuando esos dedos se
movieron dentro de él.
Porque fue preparado con firmeza, cuando utilizó dos dedos a la primera y Taehyung jadeó
inquietó, pues sus músculos se contrajeron y todo él pedía por más.
Impaciente e ingenuo por lo mucho que le gustaba ser así de amado.
Jungkook se quedó consternado cuando sus ojos divagaron por su cuerpo.
Ese cuerpo que ya no le tenía miedo, que no tenía ataduras, y que estaba dispuesto a ser tocado
como si fuera el propio.
Pues al detener sus manos, el castaño se retorció inconforme de su ausencia y él decidió, que al
igual que tampoco podía esperar más para tenerlo.
Así que tomó su pene para dirigirlo a su entrada, deleitándose con el control que Taehyung
intentaba mantener para no hacer ruido y bajó la cadera delicadamente para introducirse en él.
—Ju-ugkook... —logró decir apenas cuando su estómago tembló mientras se acostumbraba y su
pulso se aceleraba—. O-oh, sí, Jungkook.
—¿Está bien así? —buscó su bienestar moviéndose lento.
—Sí —gimió—, sí, maldición, sí.
—¿Eso es un sí? —dijo sarcástico ganándose un quejido que contestó con una sonrisa, y una fuerte
embestida que le robó el aliento al otro.
—Jungkook, muévete. Más, más...
Se burló un poco mentalmente. «Claro, pídeselo al lisiado» pensó porque le dolía mover la pierna y
aun así se esforzaba por sentirlo cercano.
—Tienes que decir por favor... —le indicó haciendo a Kim impacientarse—. ¿Dónde están tus
modales?
—No voy a... —Abrió los ojos, porque Jungkook se detuvo, le veía con una ceja alzada y esa
expresión dura que casi no mostraba.
—Di por favor —le ordenó, divertido con su desesperación.
—Por favor... —jadeó apenas, siendo embestido en respuesta—. ¡Ah!
—Eso está mejor.
Taehyung asintió, no tenía intenciones de seguirle la corriente, pero había perdido todas sus
defensas, y quería que lo penetrara con fuerza hasta que le doliera la espalda.
—Maldición, ya-aa —se ahogó cuando sintió mucha presión—, por favor, por favor más. Jungkook
—lloriqueó—, más, más fuerte. Por favor, más.
Esos deseos siempre fueron órdenes para el pelinegro quien se movió con algo de rudeza cuando
empujó su cadera para introducirse por completo, una y otra vez mientras sentía el sudor bajar por
su cuello.
Jungkook se inclinó, sosteniéndose con sus manos, las cuales estaban a los lados de Taehyung y
apaciguando su gemir contra sus labios, sin dejar de moverse, y buscando llegar tan profundo, tan
exacto al punto que sabía le encantaba.
—Oh... un pequeño exigente —le dijo contra el oído sin saber que el chico se moría por sentirse así.
—Dímelo de nuevo... —le ordenó apenas, buscando abrazarse a él— por favor.
Kim Taehyung era un hombre alto, de labios usualmente rectos, cuya masculina presencia podía
llegar a ser intimidante por la forma en la que sus hombros, y pulida espalda se movían al caminar.
Y era él, justamente, el único cuyo temple era idóneo para enfrentar todo este enredo con fortaleza;
sin embargo, en el fondo, también era joven, e iluso. Tenía miedo, tanto miedo que quería llorar y
esconderse.
¿Podría ser que la fortaleza también viene en forma de condena?
Quizá era estúpido, y vano, pero le gustaba sentir que podía ser vulnerable. Aunque sea por unos
minutos contra el pecho de alguien igual a él. Un hombre que nunca quiso crecer, pero que la vida
se había encargado de obligarlo.
En el fondo, tal vez, siempre fueron dos adolescentes tontos asustados que jugaban a tenerse.
Jungkook pasó su brazo por el espacio, entre la cama y la espalda arqueada del joven al morderle el
lóbulo de la oreja. Antes de penetrarlo con tal fuerza que provocó que Taehyung temblara de placer,
y aún más de amor cuando escuchó gemir a Jungkook:
—Mi pequeño... —jadeó el pelinegro con dificultad—, mío, mío, mío. Solo mío.
Ambos entendían que en la vida nadie era capaz de poseer a nadie; aun así, les gustaba sentir que se
pertenecían.
No era complejo de explicar, pero pocas personas alcanzan ese punto cúspide en donde la
excitación y el erotismo se ven opacadas por la respiración agitada de la dulzura que hace doler el
pecho con fuerza.
Con la cabecera de la cama chocando contra la pared, las luces resplandeciendo en el exterior. Y sus
padres preguntándose quién de sus vecinos hacia tanto escándalo mientras Seokjin les decía que él
no escuchaba nada para convencerlos de no subir.
Y el sudor, que por sus cuerpos se escurría, era la muestra de que incluso sus sentidos estaban
profundamente entregados no solo al placer, sino a lo que ser del otro conllevaba.
Esa responsabilidad de ser uno, que recae en ese a quien se da todo.
Porque el sexo por sí solo está bien, siempre lo ha estado. Pero se ha convertido en algo tan vano,
tan común; sentir una piel ajena debería ser un acto de valentía, y no un espectáculo lleno de morbo.
Incluso el sexo ocasional debería tener su propio encanto.
Encontrar significados viles para cosas bellas solo demuestra lo corrupto de los individuos, porque
el desenfreno es hermoso; rudo y a la vez, sublime.
La forma en la que sus manos encajaban con esa cintura, antes de acariciar su cadera cuando lo
atraía hacia él para penetrarlo con fuerza, esas uñas clavadas en sus hombros le hacían perderse, y
agradecer estar vivo.
Son sensaciones como esa las que hacen que la humanidad desee más, por las que enloquece en
busca de ellas; sin embargo, son incapaces de darle el valor que se merece.
Eso de encontrar a la persona correcta parece utópico, quizá ficticio; pero sentir con cada poro del
cuerpo, y cada suspiro del alma es algo que muy pocos conocen.
Y a diferencia de otras historias, tocar sus cuerpos no les bastaba, eso era lo de menos. Ellos habían
aprendido cómo acariciarse el alma.
No podían hablar más, no había palabras para explicarlo.
Jungkook se estaba conteniendo mucho por no jadear cuando supo que pronto terminaría, y
Taehyung, que sintió la humedad del líquido preseminal de este en su interior, soltó un alarido
ronco que resonó por toda la casa por lo bien que se sentía.
Jungkook le tapó la boca con una mano; sin detenerse a dudar cuando su propio vientre se sintió
caliente por su Taehyung perdiendo la compostura, cuando comenzó a venirse y cerró los ojos con
pena.
La visión del pelinegro se perdió un poco cuando lo soltó, y pudo ver su rostro perfecto en uno de
sus movimientos, en los que tocaba a la cúspide de su placer, derramó su semen en él, causando que
abriera los ojos y sonriera, porque Taehyung no podía gozar sin sonreír.
Y eso lo estremeció, como solo la pureza de Kim Taehyung podía hacerlo.
Se quedaron quietos unos instantes cuando, abatidos, ambos respiraron cansados y despeinados.
Porque ahora Jungkook necesitaría tomar un analgésico para el dolor, pero no les interesaba, era lo
de menos.
Retrocedió, y los limpió a ambos con una pobre toalla que por allí se encontraba antes de recostarse
a su lado, y darle un beso en la parte de atrás de la oreja.
Jungkook le envolvió con sus brazos al estar Taehyung de espaldas, para luego dejar su cabeza
reposar en el hombro del muchacho.
—Oye... —murmuró Taehyung temeroso—, ¿Crees que Seokjin nos haya escuchado?
—Me preocupan más tus padres—le reprochó con gracia, hablando ambos en voz baja—. ¿Qué
tienes en contra de tu hermano?
—Nada, ya está lo suficientemente traumado, por eso.
Con el estabilizador en el techo de la casa para contenerlo, y Jungkook controlando sus emociones,
la ciudad entera se vio intacta de cualquier daño que la corriente pudiera causarle.
Es más, los árboles con luces de colores, y esas hileras de pequeñas bombillas que adornaron las
casas resplandecieron espectaculares, robándole protagonismo a la maligna nieve de la noche.
Había paz y fe para esa noche, piel con piel.
Jungkook rio escondiendo su nariz entre el cabello del chico, y suspiró.
—Feliz navidad, pastelito —le susurró, inocente, profundamente agradecido de tenerlo.
Y Taehyung, apretó los ojos, solo quería dormir, estaba cansado de su dolor.
Pero no pudo hacerlo.
Sabía que Jungkook se había dormido por su suave respiración, y él se quedó con los ojos abiertos
hasta que los minutos pasaran y fuera pertinente alejarse de su cuerpo sin que él lo notara.
La vida está llena de matices, así como la esencia humana.
Es imposible no cambiar, no crecer, no sufrir los estragos de la pesada existencia. Más que eso, no
evolucionar sería trágico para un humano. Porque eso significa que dentro de este no habría nada
para ofrecer.
Kim Taehyung, al igual que todos, era egoísta, y más que eso, su alma estaba agonizando.
Y tenía un secreto, que tal vez no era peor que el de todas las demás piezas de dominó a su
alrededor; pero que si era algo que lo hacía cuestionarse si valía la pena.
Cuando se levantó de la cama en plena madrugada, arropó a Jungkook antes de darle un beso en la
frente.
Luego tomó una toalla del perchero y caminó hacia el baño de la habitación. Estaba desnudo,
cansado e increíblemente confundido.
Se observó en el espejo por un momento y se rio solo, al ver esa marca roja en su clavícula que ni
siquiera notó cuando sucedió pero que Jungkook siempre tenía obsesión con dejarle.
Abrió la llave del agua, y se quejó un poco cuando sus músculos se contrajeron al sentir el frío
golpearle bajo la ducha.
Dejó el agua correr por algún tiempo, sabiendo que era momento de que su orgullo fuera útil.
Y al salir, se vistió con su mejor ropa; lento, pero sin vacilar.
Luego caminó hacia el armario, en donde el baúl de disfraces se encontraba escondido al fondo.
Sí, le mintió a Jungkook en Halloween. Y esos disfraces que mencionó, siempre estuvieron allí,
pero él no podía dejar que su tesoro quedara al descubierto, así que, de nuevo, dijo una mentira a su
favor.
Taehyung había dejado de creer en eso de mentiras "blancas". En su lugar, él veía todas las mentiras
como pequeños montones de tierra, que eran arrojados lejos mientras cavaba un agujero, que a base
de esas mentiras piadosas se hacía más y más peligroso.
No sabía que tan grande era ya, pero tenía la certeza que, de ser profundo, el impacto al caer le
dolería muchísimo.
Así que, si su destino era caer, se ataría a sí mismo para no chocar contra el suelo, haría una red.
Caminó en medio de la oscuridad, y se introdujo por completo en el armario de su habitación,
sentándose en el piso entre el montón de abrigos para atraer la caja hacia él.
Entonces la abrió; de entre las telas, y demás juguetes viejos, sacó un aparato negro, y rectangular
que había estado guardando por mucho tiempo.
Lo tomó entre sus manos para presionar la pantalla con suavidad para evitar que se dañara más, y
cuando la luz se encendió, sonrió enormemente.
El celular de Jungkook no era una variante, sino un factor, o al menos no debió serlo; pero para
alguien como Kim Taehyung se convirtió en una de sus posesiones más preciosas.
Y era patético de explicar, pero él pasó mucho tiempo intentando hacerlo encender. La pantalla
tenía una mancha negra debido al agua, apenas funcionaba, Taehyung lo tocaba con cuidado para
evitar que sus reparaciones se estropearan y el aparato colapsara.
Le tomó semanas abrirlo, secarlo, encontrarle un sentido lógico al interior de este, en un intento de
conectarlo a la electricidad luego de descubrir que el aparato tenía algo así como su propia pila.
Meses y meses de trabajo duro finalmente dieron frutos después de mucho.
Así que sonrió con melancolía, mientras deslizaba el fondo de bloqueo y colocaba la clave; porque
sí, después de intentarlo tres veces, durante todas las noches del otoño, descubrió que la contraseña
no era otra que el cumpleaños de Jungkook, lo que le dio acceso a todo lo que este contenía.
Había intentado utilizarlo presionando los iconos en el inicio. El ícono de ave y de la cámara de
colores, por ejemplo, pero al tocar ambos (y en casi todas los demás) le aparecía el mismo mensaje
de que no tenía "conexión".
Lo cual lo llevaba a pensar que treinta años, en el futuro, todo sería tan fácil y extraordinario como
las historias que Jungkook le contaba.
Todos habían evolucionado a una versión de sí mismos más cálida y pura, pero, ¿En dónde quedaba
el ángel? Ese que desde el comienzo tuvo un alma tan pura, tan dócil y llena de bondad.
Quizás una parte de él siempre quiso aprovecharse del conocimiento de Jungkook, y mientras más
tiempo pasaban juntos, lo hizo.
De a poco, sin que nadie lo supiera. Con pequeños datos, y anotando todo lo que decía.
Pidiendo indicaciones de la vida, de la ciencia, y de la economía de los que pudiera beneficiarse.
Pero se equivocó, y ese egoísmo que apenas comenzaba a descubrir dentro de él, se topó con el
conflicto de que, en realidad, a Taehyung nunca le importó la ciencia tanto como creía. Sino que era
como todo niño acomplejado, alguien aferrado a la única cosa que le dijeron que era para él.
Así que después de tanto, descubrió algo en ese aparato que le hizo muy feliz.
Porque de entre todo lo que había allí, encontró que ese negro rectángulo aplanado tenía mucho
valor. Cuando luego de hurgar en este mientras entendía cómo usarlo, encontró algo llamado
"archivos" y allí... muchas cosas que lograron hacerlo llorar.
Por ejemplo, a Seokjin. Su hermano, treinta años más viejo.
Su mente aún no tenía los conocimientos de la informática moderna de la década de los dos mil
diez, y no alcanzaba a comprender cómo funcionaba del todo, por eso, para Taehyung ese aparato
era como un espejo reluciente que le mostraba el futuro.
Había vídeos que tuvo que descubrir cómo ver sin que se reprodujeran con mucho volumen.
Algunos desde la ventana del auto, en donde Jungkook grababa la ciudad. De día, con un azul
precioso y de noche, en medio del tráfico, con los edificios que eclipsaban todas las luces reflejadas
en los cristales de esos rascacielos.
Otros de Jungkook hablándole a la cámara, como si estuviera contando su día, una especie de vídeo
diario.
Y era extraño, Taehyung no estaba seguro a qué línea de tiempo pertenecían. Porque a veces, lucía
triste en sus fotografías y otras era todo lo contrario.
Pero si Park tenía razón, y había una línea alterna en donde nada había sucedido, tenía que saber
cómo usarla.
Antes, todo lo que podía hacer era admirar el montón de fotografías; sin embargo, ahora podía
actuar.
Así podría entender por qué Jungkook tomó fotos de la carretera, y esa última antes de salir de casa.
Quería ver a Seokjin cantando en el cumpleaños de una Sunhee adulta mientras reían, y las tardes
de café cuando los tres intentaban congeniar juntos.
Jungkook era el tipo de chico que grababa las copas de los árboles mientras caminaba bajo estas,
con las hojas cayendo sobre su cabeza. También se grababa cocinando, explicaba como todo un
chef profesional a la cámara.
Taehyung vio a Jungkook llorando en el aeropuerto, también la fotografía hacia el espejo en donde
se podía ver en el fondo la habitación del muchacho, que apenas era visible, con los pósteres de esos
cantantes cuyos nombres nunca pudo aprenderse pero que a Jungkook le fascinaban, también
estaban allí.
Había fotos de sus discos, de esas botas de suela alta que le contó que encontró gracias al mágico
Internet, y cientos de imágenes de su tarea mal hecha que él deseó poder explicarle.
El Jungkook que amaba no era solo ese que dormía en su cama ignorante, también amaba al idiota
que fue cuando llegó a California, pese a sus traumas y a sus bromas malas. Y estaba seguro de eso,
porque el Jungkook que en esos vídeos cantaba canciones tristes, era el mismo que se esforzó por
hacerlo sonreír durante el otoño incluso si era inútil.
Durante todos esos meses no hizo más que pensar que quizá Jungkook no pertenecía allí, pero... ¿Y
qué tal si quien no pertenecía era Taehyung?
El egoísmo de todos, ese del que fue víctima en otras líneas, fue lo que repercutió en él y le llenó de
valentía para decidir que no quería estar en un lugar del que no se sentía parte.
Así que tomó el teléfono y salió del armario, viendo con desdén a Jungkook durmiendo en su
habitación; prometiéndose a sí mismo que si tenía que saltar al abismo del fin del mundo para estar
con él lo haría.
Se colocó sus botas para la nieve; esos viejos converse blancos ya estaban demasiado dañados como
para que protegieran sus pies cuando salió de la casa, dándole una mirada al muñeco de nieve con la
bufanda de su hermano que era el único que no se había deshecho en la entrada como si este
quisiera detenerlo.
Pero no desistiría, había tomado su decisión.
Así que caminó por la acera congelada, en la madrugada, solo un par de horas antes de que la luz
del nuevo día apareciera para intentar persuadirlo.
Kim Taehyung estaba ya muy cansado. De él, del pueblo, de su familia, de todo.
Y de todas las líneas contadas, la segunda, era la única en donde él había sido verdaderamente feliz,
así que intentaría avanzar sobre esa, balanceándose sobre los conocimientos que tenía.
Ni árboles desnudos, ni esa ventisca que azotó su espalda fueron capaces de hacerlo temer cuando
se atrevió a entrar al área cercada del lago.
Pero esta vez, lo hizo sin tener que entrar como un polizón, sino cuando las rejas de la entrada se
abrieron para él, avanzó lo que le hizo falta para llegar al laboratorio.
Se puso de pie frente a la puerta metálica de este, su imagen fue clara en los monitores de las
cámaras del exterior; por lo que, en cuestión de unos instantes, se le dio vía libre para seguir.
Taehyung caminó sin flaquear ni por un segundo hasta la que sabía era la oficina del profesor, e
irrumpió en ella con un nudo en la garganta que no podía darse el lujo de tener cuando le dijo:
—Tengo una idea para arreglar el vórtice. Pero necesito ayuda, toda la ayuda que pueda darme.
—¿Qué pretendes? —se burló Namjoon, estaba en su sofá bebiendo con su asistente como de
costumbre en la madrugada cuando la irreverencia del chico les resultó oportuna.
Kim Namjoon se puso de pie al verlo temblar, e ignorante le colocó la mano en el hombro como
dándole el pésame. Y Jimin supo lo que los labios rectos del muchacho significaban.
Taehyung le dio una mirada a Park detrás del profesor a quien ya había decidido reemplazar, y el
rubio asintió sonriendo de lado. Ese pacto, estaba sellado.
Mientras las personas cantaban canciones alegres tomadas de las manos en sus casas cuando la
Navidad llegó al Condado Mariposa, Kim Taehyung eligió cambiar la historia a su manera.
Las campanas plateadas sonaron anunciando con pesar el final de los tiempos.
—Para entrar al vórtice —dijo sin miedo—. Me ofrezco como sujeto.
El inicio del final.
5 días antes de.

CAPITULO 24
24.

Actuar a ciegas es difícil, y casi inútil. Pues la cuestión está en saber cómo encaja todo. De qué
forma, y en qué momento.
—Hola, yo soy Jungkook y hoy es la final de béisbol.
Un pelinegro, bien peinado y con uniforme impecable se dedicaba a grabar su día; quizá porque
tenía la vaga ilusión de volverse famoso en el internet como todos los chicos de su edad, o quizá
sólo porque en realidad no tenía muchos amigos, y le gustaba sentir que no estaba solo.
Jeon Jungkook tenía esa particularidad en casi todas las líneas de tiempo; poco sociable, y bastante
reservando sobre lo que él consideraba personal.
Estuvo a punto de seguir hablando hasta que la pantalla de su teléfono parpadeó y se volvió negra.
Se encontraba en el baño de su habitación, su teléfono reposaba en el marco del espejo frente a él,
por lo que lo tomó y resopló frustrado.
Era la tercera vez que sucedía, así que salió molesto del baño para caminar por su dormitorio
dejando su teléfono junto a la cama. Se arrodilló para buscar debajo de esta, y no notó cuando la
puerta se abrió lentamente, ni al mayor de la casa que le observó atento.
—¿Todo en orden? —le preguntó él cuando se asomó por la puerta.
Jungkook negó con la cabeza.
—No, creo que perdí la factura... recibo o cómo se llame.
Jungkook se puso de pie, acondicionando el borde de su sudadera hacia abajo. Señaló la caja sobre
su mesa de noche, que estaba junto a su teléfono.
Era curioso pensar que la tercera línea era exactamente eso, la factura de la fractura, es decir, el
precio a pagar por lo que rompió.
—¿Qué recibo? —Seokjin entró por completo a la habitación cruzado de brazos.
—De mi celular, no funciona.
—¿Otra vez? —Con curiosidad, avanzó hasta tomar el aparato negro sobre la mesa y lo observó
detenidamente.
—Sí, desde hace un par de días que quiero cambiarlo en la tienda. Pero no encuentro la factura.
—¿Qué es lo que tiene? Yo lo veo bastante bien —dijo mientras lo revisaba. No tenía ninguna
muestra de estar dañado.
—No enciende —repuso molesto.
Ese teléfono era nuevo, tanto que ni siquiera había guardado a sus contactos o recordaba su número,
apenas se lo habían comprado hacía un par de días atrás.
La pantalla parpadeaba, luego se volvía completamente negra. Después de un rato volvía a
funcionar normal pero esta vez no daba señales de ser así, y Jungkook ya estaba harto de eso.
Seokjin le tocó dos veces la parte inferior de la pantalla, pero para sorpresa de Jungkook, esta se
encendió sin ningún problema.
—Parece que todo está bien —dijo entregándole el aparato.
—No puede ser, ¿Cómo es posible eso?
—El celular no te quiere, hijo —se burló restándole importancia—. Déjalo, tenemos partido y ya
vamos tarde.
Jungkook bufó inconforme, pero guardó el celular en el bolsillo de su chaqueta y tomó su bolso
deportivo de la cama para seguir al mayor hasta la entrada de la casa.
Era necesario decir que en la tercera línea ellos finalmente eran como padre e hijo.
La canción de moda de ese momento se repitió unas cinco veces en las bocinas del auto porque
Jungkook estaba a cargo de la música mientras Seokjin, su madre y él se dirigieron hacia el campo
de béisbol en San Francisco.
Ambos tenían un juego muy importante ese día, después de tanto entrenar juntos, estaban listos para
la final y dispuestos a ganar.
Seokjin y Sunhee se despidieron en la entrada en donde ella caminó hacia las gradas de la tribuna y
ellos dos hacia el interior del campo como de costumbre.
El entrenador Kim reunió a todo su equipo para la motivación inicial; pero Jungkook, apresurado,
caminó hacia la banca para dejar sus cosas.
Se colocó su gorra, se quitó la chaqueta, pero al tenerla en mano, el celular comenzó a vibrar en el
bolsillo de esta.
Estaba por correr hacia su equipo, pero no pudo evitar darle atención al ver que se había encendido
de nuevo, lo sacó y le pareció extraño al notar varios ceros en el número.
—¿Hola? —dijo desconcertado.
La línea se quedó en silencio por unos segundos antes de abrirse entrecortada.
—¿¡Eres tú!?
—¿Disculpe, ¿qué? ¿Con quién desea hablar?
—¿¡Jungkook!?
—¿Quién habla? —No obtuvo respuesta—. ¿Hola? ¿Hay alguien allí?
—¿Eres tú?
El pelinegro volteó a ver a todos lados, volteó a ver hacia su madre para encontrarla sentada
charlando con otros padres. Así que ladeó la cabeza viendo de regreso la pantalla cuando sintió
escalofríos.
—Uhm... número equivocado —respondió cortando la llamada de inmediato.
Parpadeó confundido un par de segundos cuando se debatió con el celular en la mano; sin saber si
dejarlo en la mochila o intentar llamar de nuevo.
Cada línea de tiempo era más extraña que la otra, y la tercera de las conocidas estaba caracterizada
por darle una vida pacífica, en los suburbios en la que podía vivir en paz.
Pero... Jeon Jungkook, en cualquier punto del espacio, de cualquier línea o tiempo sentía que algo le
faltaba.
Tenía atención, compañía de su familia y entendimiento. Solo que ahora sentía que no cuadraba,
siempre lo sentía.
Había miles de realidades; quizá la primera era un sin fin de sentimientos de insuficiencia; pero las
demás se sentían planas por alguna razón. Ficticias a más no poder.
Jungkook suspiró pensando en que debía concentrarse en el juego. Y cuando el entrenador Kim lo
llamó, dejó sus cosas en la banca para moverse con el resto de sus compañeros.
El juego comenzó alegré y el jugó espléndidamente un par de carreras mientras todos daban vítores
a su nombre al verle correr y derrapar en la tierra.
Más allá de eso, algo volvió a repetirse.
Sentía que le observan, siempre lo sentía, así que, por única vez, volteó a ver hacia el lugar donde se
sentía asediado, buscó un rostro familiar entre todos, pero sólo encontró uno y se fijó en la persona
que le veía asombrado por su forma de jugar.
Jungkook notó al pelirrojo que le sonrió cuando él lo hizo, se sintió aliviado. Lo había visto un par
de veces en la escuela, y la forma en la que le saludó con su mano, que apenas era visible por el
gran suéter que traía, le hizo mucha gracia. Así que encontrar a alguien conocido no fue tan malo.
La primera vez que lo encontró en la segunda línea fue cuando intentaron golpearlo en un barrio de
mala fama cuando se escapó de casa, pero Jungkook... él ya no tenía ningún motivo para ir allí. Así
que nunca fue.
No lo sabía, sin embargo, como en una de las tantas líneas de tiempo, lo volvió a encontrar.
Cuando el juego terminó a favor de los locales, Jeon Jungkook salió del campo y en lugar de
dirigirse hacia su madre como era decisivo que lo hiciera en esa línea, se detuvo frente al chico para
saludarlo.
Aún no tenía sentido, pero pronto lo tendría y quién manipulaba la situación tragó saliva a la
expectativa y a la vez de alivio al ver que todo salía acorde al plan casi temblando.
—Oye... yo te conozco, creo —le dijo cuando estuvo cerca—. Estás en mi clase de inglés, ¿O no?
El chico bufó. —Soy Dominic, por cierto, me siento junto a ti desde el semestre pasado.
—Mi error... —Jungkook se pasó la mano por el cuello apenado, nunca fue bueno con los nombres,
además recordaba a la maestra llamarle de otra forma—. Lo lamento tanto, en serio, lo había
olvidado.
—Oh, no puede ser que seas así de malo con tus fans.
No pudo evitar reírse. Algo en Jungkook le hizo sentirse familiarizado con él, era una variable en la
segunda línea y la vez que se lo encontró en esa le había ayudado mucho.
Jungkook aquí parecía ser un chico de buena familia, algo centrado, intachable; sin embargo, la
ropa negra, desaliñada y esas grandes ojeras del muchacho le hicieron pensar que tenían algo en
común.
No lo sabía, pero eran muy parecidos, y entre tantas líneas, en alguna eran iguales.
—¿Eres fanático mío, entonces? —le dijo con gracia. A lo que el chico alzó una ceja.
—¿Parezco alguien a quien le interese el deporte? —repuso con ambas manos en los bolsillos de su
chaqueta, era evidentemente más joven que Jungkook y aun así tenía toda esa seguridad.
Alguien carraspeó detrás de ellos.
—Jungkook, llevamos rato esperándote —le dijo Seokjin viendo con curiosidad la escena—, tu
madre está en el auto, es hora de irnos.
—Sí, sí, yo los alcanzo en un rato —le respondió, como restándole importancia al mayor.
—No, ya te dije que no. Vamos al auto, ya. —Seokjin vio con desagrado al otro chico, quién no
hizo nada más que verle con ese aire de superioridad que tenía.
Era un poco burdo de explicar; pero las memorias de Jungkook, que lo incluían, aparecieron cuando
estaban en San Francisco y fue acorde al momento exacto en el Agustus Min se desmayó en el
jardín de los Kim buscando a su amigo.
Dominic era producto de la benevolencia de April a Seokjin en alguna de las líneas, quizá por eso él
y Kim jamás se llevarían bien.
—Hazle caso a tu gorila, Jungkook —dijo con ironía—. Te veré después.
Se despidió; Dominic se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el lado contrario ante las miradas
de ambos, de Seokjin quién le vio con desagrado, y de Jungkook con curiosidad.
—¿Quién era él? —cuestionó Seokjin molesto.
—Un amigo... creo.
—Uhm... —no le gustó la forma en que respondió como confundido—. Deberías tener cuidado con
ese tipo de gente.
—¿Por qué dices eso?
—No discutiré contigo, vámonos —le dijo dándose la vuelta para caminar, al hacerlo se chocó con
una persona, y simplemente agitó la cabeza—. Lo siento —murmuró al esquivar al otro para seguir
avanzando, pero creyó que sus ojos lo engañaron haciendo que su sentido común fallara.
Por un segundo, le dolió el pecho, se quedó quieto y volteó a ver para intentar confirmar si estaba
enloqueciendo; pero ya no encontró a nadie más que a Jungkook.
—No puede ser que digas eso de mi amigo —dijo indignado el chico.
—¿Por qué? No parece ser alguien confiable.
—Jin, lo viste dos segundos, ¿Y automáticamente asumiste que era una mala persona? —reprochó,
alzando la voz por primera vez desde que se conocían.
Jungkook no pudo evitar voltear a ver mientras caminaba. Podía ser su amigo, pero el universo
entero sabía que Jungkook pretendía que Dominic era alguien más.
Seokjin y Jungkook se habían convertido en confidentes de un tiempo para acá, por eso la reacción
del pelinegro hizo dudar al mayor. Era una línea diferente y especial hasta que pelearon ese día.
A partir de allí, las peleas entre ellos ocurrirían en todas las líneas, una y mil veces, sin descanso.
En un ciclo interminable.
Interminable.
...
3 días antes de.
La locura obra poco a poco. El tiempo pasa, a cada segundo se pierde una pizca de cordura, y al
final, la desesperación se vuelve infinita.
Apenas había amanecido, y en la casa de los Kim se respiraba el estrés en cada palabra.
Todos en ella habían despertado casi a medio día de navidad, y pareció ser completamente normal,
de no ser por Jungkook, quien se despertó solo.
Cuando bajó al primer nivel de la casa y los vio allí pensó en que todo estaba bien, que recibiría una
mirada molesta de Seokjin porque estaba seguro de que el castaño los había escuchado y que
después del sermón comerían recalentado. Realmente pudo ser así; pero ellos tuvieron la misma
interrogante: "¿Dónde está Taehyung?" Le dijeron, y él no supo qué contestar.
Las horas pasaron, y Jungkook fue incapaz de responder, de moverse de la sala, o de no pasar su
vista del reloj a la puerta angustiado.
Y lo peor... fue que, al llegar la noche, esa pregunta se volvió más desesperada.
El dia después de Navidad se acabó en total incertidumbre, luego de que él seguido por los padres
Kim salieran a las calles en busca de una pista.
Hoy, el día que sigue de ese, estaban más asustados que nunca.
Seokjin pasaba las hojas de los álbumes familiares intentando elegir una fotografía de su hermano
para poner en los carteles de "Se busca".
Mientras Jungkook y Agustus veían nerviosos al padre de los Kim discutir por teléfono.
El hombre estaba cansado, le importaba una mierda lo que le dijeran, nunca se imaginó lo difícil
que sería tener que reportar a su hijo como desaparecido. Quizá porque en otra línea no pudo digerir
por años la imagen que tuvo antes de enterrarlo.
Los señores Kim parecían ser las personas más irrelevantes de todo el segundo plano, sin embargo,
era porque nunca tuvieron que atravesar las mismas situaciones que en la línea original.
Jungkook era como de la familia, sí, y su accidente les había dolido mucho; pero eso no era rival
contra el tener que pagarle un médico costoso a Seokjin porque la atención hospitalaria del pueblo
era mala, de tener una hipoteca asfixiante por la que iban a perder la casa y además de que al salir a
las calles cada persona en el condado les dijera algo sobre su hijo menor.
Porque los Min, con quiénes habían tenido una gran amistad por años en una comunidad racista,
finalmente les cerraron las puertas, y ahora no contaban con ellos para nada, ni con nadie, de hecho.
No había comida en casa, ni tampoco comunión.
Los vecinos murmuraban morbosamente que el chico Min había sido enviado a enlistarse porque lo
encontraron con Taehyung; los rumores tenían en parte razón, y ellos se avergonzaron tanto de él
que se dejaron consumir por su bilis.
Fueron tan ciegos, que solo les importó su imagen, y no el hecho de que su hijo despertaba con la
nariz sangrando, de que estaba siendo golpeado a diario sin Seokjin para defenderlo, y que
permanecía horas en la nieve hasta recobrar la consciencia para luego correr a refugiarse en su
habitación sin decirle a nadie.
Incluso la vez que el chico intentó lanzarse del acantilado, y un guardabosques lo llevó a casa al
encontrarlo herido en el bosque, le abrieron la puerta y le dijeron que dejara de hacerle más daño a
esa familia.
No eran irrelevantes, simplemente, habían sido parte del detonante y ahora parecían extras en una
historia donde su hijo estaba siendo feliz.
Pero en ese momento ambos se movían preocupados por la sala sin saber exactamente qué hacer.
April y Seokjin se veían entre sí sin poder mencionar siquiera a la gente del laboratorio mientras
una clase de bruma incómoda crecían entre ellos.
Todos se sentían pesados, y de pronto, el sonido del reloj de la sala parecía sonar más fuerte.
Seokjin tuvo una excelente Navidad, no lo negaría. Almorzó muchísimo el día después y para luego
correr hacia la casa vecina en donde comió malvaviscos asados frente a la televisión nueva de April.
Él estaba casi en éxtasis con esa extraña amistad que en el fondo necesitaba para que la depresión
no lo hundiera, siendo feliz contando juntos los días para poder regresar a la escuela y tomar su
último semestre por los cuernos para graduarse con honores, y partir felices a la universidad.
Seokjin estaba siendo muy feliz usando de nuevo sus anteojos hasta que regresó a casa por la
mañana y lo primero que sus padres le dijeron fue que Taehyung no había aparecido en toda la
noche.
Ahora serio, meditaba qué pudo haber sucedido y solo tenía dos respuestas: se lo habían llevado o
Jungkook le había hecho algo.
En cualquier caso, todo apuntaría a que el pelinegro tenía la culpa independientemente de si los
lunáticos tenían algo que ver o no.
Por eso, se sentía intranquilo a su lado.
—Ya llamé a la estación —dijo su padre angustiado—. Dijeron que ha pasado demasiado tiempo,
más de veinticuatro horas....
—¿Eso qué? —reprochó Seokjin molesto, la policía de mierda se especializaba en sellar casos
como "concluidos" cuando ni siquiera los iniciaban.
—Dijeron que por su edad lo más probable es que esté en casa de un amigo. —El señor Kim negó
con la cabeza, al igual que los tres chicos que se vieron indignados entre sí—. Que esperarán a que
la alerta de tormenta sea dada de baja para salir a buscarlo.
—¿¡Qué!? Al demonio —dijo Seokjin poniéndose de pie—, son unos inútiles iré a buscar a
Taehyung yo mismo.
Era cierto, después de navidad, un viento atroz llegó a la ciudad. Por la fuerza y lo helado del
ambiente, la alarma de tormenta se había activado.
No era lo mismo que las lluvias de agosto, las cuales, si bien causaban estragos no eran exactamente
mortales, pero la nevasca era tan peligrosa, porque hacía imposible movilizarse, para los enfermos,
incluso respirar.
Congelaba carreteras, reservas de agua, dañaba la electricidad y los confinaba a todos en sus casas.
—Jin, es peligroso —le dijo su madre—. No necesitamos dos búsquedas. Oíste las noticias, la
nevada empeorará.
—¿Y eso qué? No voy a quedarme aquí sentado mientras Taehyung está quién sabe dónde y en qué
condiciones.
Jungkook se levantó rápidamente.
—Yo voy contigo —dijo, pero había puesto demasiada presión sobre su pierna inútil y jadeó un
poco de dolor.
El mayor de los hermanos Kim lo vio con
... ¿Enojo? Era difícil de explicar, quería confiar en que Jungkook no había lastimado a su hermano,
que sería incapaz de dañarlo, pero no estaba seguro y eso lo estaba volviendo loco.
—No —le dijo serio—, será mejor que te quedes aquí, alguien debe ayudar a papá a tapar las
ventanas.
—Yo necesito ir —declaró Jungkook cuando lo vio con angustia—, Seokjin yo...
Al mayor no le importó, y no quería tener que lidiar con él en ese momento.
—Jungkook, mírate la pierna. No podrás avanzar en la nieve así. —Resopló—. No estorbes y
quédate aquí.
Jungkook lo vio confundido; tenía el ceño fruncido porque ese tono de voz golpeó contra su
voluntad.
¿Que si el padre de los Kim sabía que algo pasaba entre su hijo menor y el extranjero?
Sí. Cualquiera con dos dedos de frente en esa casa lo sabría.
Pero para un hombre educado con pensamientos conservadores era tan abrumador, que prefería
fingir demencia suplicando a Dios que fuera solo alguna clase de capricho.
Aunque esperaba profundamente que su esposa no se atreviera a decir nada para no tener que
enfrentarse a la realidad.
El mayor de todos aclaró la garganta y se acercó para separarlos porque temió que comenzaran a
pelear.
—Seok —le llamó—, ten cuidado. ¿Está bien? Sabes que la gente se altera cuando hay encierro.
—Lo sé, papá. La tormenta los volverá locos a todos. —El chico asintió sin quitar lo recto de sus
labios; le dio una mirada rápida a Jungkook y luego a April—. ¿Vienes? —le dijo.
Los ojos de Jungkook se clavaron de inmediato en él, como esperando que lo rechazara, pero...
aunque quiso no pudo.
Min se levantó del sillón para seguirlo. Las gotas de agua ahora eran pequeños cristales congelados
que el viento elevaba por todo el lugar.
Y la niebla era tan profunda, que no se perdonaría perder a sus dos amigos.
—Iré por el auto —le contestó pasando a su lado mientras el mayor tomaba sus guantes y abrigo de
la entrada.
Ellos salieron con una misión, se sintió como si fueran guerreros después de que atravesaron esa
puerta y esta se azotó al cerrarse.
Jungkook parecía perdido; el señor Kim no se atrevió a preguntar y caminó en la sala para encender
la televisión.
El noticiero de la tarde reportaba exactamente lo que se pronosticó.
—¿Qué tan malo será? —dijo Jungkook apenas murmurando.
—Mucho. La última vez... no parecía ser tan grave y la carretera estuvo cerrada por días.
Las casas eran de madera, y en su mayoría no tenían calefacción; al abrir las ventanas se caían picos
de hielo. No, definitivamente no era tiempo para pensar demasiado.
—Entonces, vamos a asegurarnos de pasar la tormenta a salvo —dijo Jungkook.
La naturaleza les acechaba; pero no podían darse el lujo de esperar.
Comenzaron con la comida enlatada que tenían en la alacena y llevaron una gran cantidad de ella al
sótano.
Así mismo, Jungkook se aseguró de cubrir los extremos de las ventanas para que el frío no se
colara, ni se atreviera a perturbarlos durante la noche.
Y pensó en lo sencillo que habría sido simplemente encender la calefacción de su habitación en su
año; pero esa ya no era su vida. Ya no más, y tenía que adaptarse a lo que tenía.
No le gustaba usar sus muletas, aunque sabía que eso podría dañarlo más. Jeon se aseguró de
bloquear bien la chimenea mientras la televisión con poca señal continuaba encendida y él veía el
noticiero con el temor de ver a Taehyung en el.
Los señores Kim, con el directorio en mano, hicieron llamadas a cada casa y lugar del pequeño
pueblo preguntando por el paradero de su hijo.
Ni en la escuela, ni en los locales del centro, ni en ningún otro lugar.
Jungkook temía que sus impulsos hicieran a Taehyung cometer un error; porque el chico que
siempre se jactaba de su inteligencia también era el mismo cuyas emociones inexploradas le
corrompían al punto de quebrarlo.
Mientras los mayores hablaban, él subió al segundo piso para asegurar esas ventanas, en donde se
detuvo en el corredor viendo hacia el techo.
«Taehyung, ¿Estás allí?» Dijo guardando en el fondo la esperanza de que le contestara, aunque
sabía que el ático estaba vacío.
Él le insistió a Seokjin para que lo revisaran; pero esta vez, no lo encontró.
Solo faltaban un par de días para enero.
Jungkook sabía que muy probablemente el castaño estaba dentro del laboratorio del lago, el mismo
lugar donde había estado todas las madrugadas desde inicios de diciembre.
Por eso no se negaría a darle la razón al mayor de los hermanos Kim, le dolía, pues sabía que era su
culpa.
Taehyung no hacía cosas insensatas; sino, la sensatez de los demás era muy poca para entender las
acciones de Taehyung.
El pelinegro entró a la habitación que compartían, y se acercó al escritorio. Estaba tan molesto con
Kim porque esa manía suya de dejar notas nunca le pareció desconsiderada hasta que le dejó una a
él.
La había encontrado en la almohada al abrir lo ojos, una tarjeta blanca que decía: "¿Podrías
esperarme... por hoy?" -Taehyung.
No tenía sentido. Y Jungkook lo único que pudo hacer fue esconder la nota para que el resto de la
familia no sospechara el motivo de que Taehyung huyera, y en su habitación solo faltaran sus botas,
sus anteojos y su libreta.
Alzó la vista y se fijó en las hojas del calendario. Esas que Taehyung nunca arrancó, en donde la
primera era de agosto.
Tenía un círculo alrededor del día uno y Jungkook pensó que Kim no mentía al decir ser un
controlador porque estuvo contando los días, literalmente.
La casilla del cumpleaños de Jungkook ya no tenía un círculo; y le causó tanta ternura ver que el
chico se había atrevido a hacerle un pequeño corazón en el.
Y es que hubo días que parecieron ser tan irrelevantes, que se mantuvieron lejos de los ojos de
todos, pero que para alguien como Kim Taehyung lo fueron todo.
No sólo estaban sus aventuras, esas cuyos días Jungkook y el universo recordaban fervientemente.
Sino también, en el calendario estaba marcado el día en que compraron mucha ropa para hacerle
encajar en la época, y el día que encontraron unos patines en el armario, esos que Jungkook tuvo
que enseñarle cómo usar para que el chico no cayera al suelo.
Lo que hizo a Jungkook pensar que si de otoño a invierno habían sido tan felices... el verano los
hubiera hecho sentir dueños del mundo.
Deseó con tanta fuerza, con tal intensidad haber nacido cuando él lo hizo, correr hacia Taehyung
siendo joven y tomarle de la mano por las veredas verdes del pueblo.
Aunque sea a escondidas, aunque sea por un par de estaciones más para descubrir en su infinita
sabiduría cómo lidiar con la vida, y con todas las adversidades que padecerla conlleva.
Porque ser humano significa razonar sobre cada sentimiento, desde el más puro hasta el más dañino.
Reproducirlo y saber que si la vida tiene tropiezos estos no duran eternamente.
Su madre solía decirle que las adversidades no eran para siempre, pero... ¿Eso no significaba que la
felicidad tampoco? No lo sabía. Aún así, le gustaba pensar que eso era lo de menos.
Jungkook apenas podía caminar bien, y ya estaba harto de ver por la ventana pensando en qué
hacer, dónde buscarlo.
A Jeon no le importaba decirlo en voz alta, él no quería irse, no quería. Tenía todo lo que alguna
vez deseó.
Entonces, ¿Cuál era el afán de querer hacerlo regresar? Ninguno de los dos estaba dispuesto y
Jungkook asentía con la cabeza cuando pensaba en volver a su año porque era Taehyung quién se lo
decía.
Cuando en realidad, una parte de él quería verlo entrar por la puerta y reprocharle por ser un imbécil
y desaparecer así de repente. Otra... quería abrazarlo y hacerlo prometer que nunca, nunca se
alejaría de él.
Quería decirle que huyeran muy lejos sin saber que estaban condicionados. Pero lo suponía por la
forma en la que Taehyung temblaba viendo hacia la casa de enfrente.
¿Estaban en peligro y él no se lo dijo? Sí, era obvio que su pequeño Kim intelectual no creía que él
fuera capaz de sobrellevar la verdad. Y lo estaba protegiendo, pero... ¿A qué costo?
Así que aceptar ciegamente las indicaciones de Taehyung era parte de su impotencia.
Sí, él aceptaría, tomaría cada indicación para llegar al otro lado como lo hizo durante todos estos
meses, pero en el fondo...
Quería que Taehyung no lo dejara irse.
Quería que le dijera que lo amaba, y que quería estar a su lado. Ya lo sabía, pero necesitaba que se
dijese para estar en paz.
Jeon Jungkook nunca entendió que el chico se lo dijo una y otra vez, se lo repitió hasta el cansancio.
En su humor extraño, y los besos que dejaba sobre su cuello, en las marcas de su piel y también las
de su calendario en dondé hizo pequeños círculos en los días donde había sido tan feliz.
Las anotaciones a lápiz le gustaron mucho, le llenaron de nostalgia hasta que llegó a la última hoja,
diciembre, en donde una marca reposaba sobre el día veintisiete del mes.
Era preciso decir que el día que estaba viviendo desde que despertó era uno más desperdiciado; y
Jungkook, aferrado a la idea de quedarse, sintió los vellos de su cuerpo erizarse cuando se
estremeció de pronto.
Un par de casillas a la derecha, en el espacio en donde el día treinta del mes debería estar, este se
encontraba tachado como si hubiese intentando desaparecerle.
—¿Hoy? —dijo para sí mismo—. Tres días antes de su cumpleaños. Hoy...
Negó con la cabeza regresando sobre sus pasos, no tenía mucha fuerza para caminar, por lo que
cojeó un poco hasta llegar a las escaleras, que bajó tan apresurado que por poco y cae en ellas.
Sus músculos se tensaron; quizá fue un mal augurio o su sistema inmunológico siendo afectado por
el clima, pero sintió demasiado calor, como una fiebre intensa que parecía buscar consumirle desde
adentro.
Los señores Kim le vieron extrañados cuando avanzó por la sala. Parecía ebrio, se chocó con un par
de cosas y apenas tomó su chaqueta del perchero de la entrada para intentar salir.
Sus manos dolían y el deseo de abrirse la cabeza para arreglarla él mismo volvió a aparecer cuando
el cambio fue demasiado brusco.
«Este idiota...» Pensó Jungkook. «Cree que siempre tiene la razón».
—¿Jungkook, a dónde vas? —le dijo el padre cuando le vio abrir la puerta. Un ventarrón fuerte
terminó de chocar contra la madera cuando los copos de nieve se entrometieron a la fuerza
golpeando con la nieve su rostro. —¿Jungkook?
No le contestó; estar consciente era difícil cuando sentía que sus sentidos estaban sometidos a
fuerzas eminentemente desconocidas.
—Los chicos volverán pronto, es demasiado arriesgado que salgas ahora...
—Tengo que encontrar a Taehyung —dijo sin reparar en las consecuencias, sin preocuparse por
dejar expuesto lo mucho que lo necesitaba.
—¡Espera!
—No puedo más, no sin él, no puedo. —Las palabras brotaban de su boca con dificultad.
Apenas avanzó un par de pasos en la entrada; pero sus piernas cedieron cuando la náusea intensa le
tomó de imprevisto haciéndole caer de rodillas entre la escarcha del pórtico.
Algo estaba cambiando, sí, él lo entendía. Mas no quería que nada fuera diferente. Le gustaba la
casa vieja, y había dejado de necesitar una pantalla para sentirse acompañado.
Se aferró a la idea de que nadie pertenecía a ningún lugar, de que podía elegir a dónde pertenecer.
Se lo repitió por meses hasta el cansancio, hasta que se lo creyó. Aun así, la mujer que corrió a
ayudarlo asustada no era su madre; y el hombre estaba intentando levantarlo no era su padre.
Ambos lucharon para cargarlo por lo pesado que era, en un intento de hacerlo entrar a la casa
cuando su existencia entera tuvo la necesidad de salir corriendo de allí. La brecha se rompió un
poco más cuando fue consciente de ello.
Quizá la tempestad crecía acorde a sus temores, porque de pronto comenzó a extrañar mucho el
calor del sol cuando finalmente perdió el equilibrio.
Entonces, Jeon Jungkook desvarió en los brazos de esos que no eran sus padres, en el suelo de la
entrada de esa que no era su casa, mientras ese que no era su pueblo se llenaba de niebla.
Definitivamente, esa no era su vida.
Era solo una experiencia.
...
En las calles del Condado Mariposa, en California, los pobladores habían abarrotado el
supermercado y las pequeñas tiendas de conveniencia.
Kim Seokjin apenas había logrado conseguir un par de cosas que sabía que hacían falta en casa
antes de que los locales del centro cerraran mientras preguntaba en cada uno por su hermano.
Le habían dado la vuelta a toda la ciudad y no había ni un solo rastro de Taehyung en ningún lugar.
Seokjin nunca fue alguien que demostrara sus preocupaciones, pero no podía pasar por alto la
ausencia del castaño.
Estaba pensativo, ni siquiera podía sonreír y como cosa rara, había perdido todo el apetito.
Quizá un inocente Seokjin no estaba listo para buscar a Taehyung desesperado; y un culpable
Seokjin nunca pudo asimilar el ver a su hermanito dentro de una caja de madera, ese sentimiento lo
abrumó, aunque no lo hubiera vivido aún.
Ahora se encontraba cansado, en el asiento del copiloto en la camioneta del padre de April Min,
mientras el chico conducía hacia el último lugar que les hacía falta revisar.
—¿Crees que Jungkook nos está mintiendo? —soltó Kim de pronto. Yoongi no le respondió de
inmediato. —¿Crees que él le hizo daño?
—Tal vez... creo que—suspiró—Taehyung no es esa clase de chico. No lo sé.
—¿Qué clase de chico? —inquirió con una ceja alzada.
—De la que se marcha sin dejar una explicación —resopló frustrado—. Y tengo miedo de que algo
malo le haya sucedido.
—Piensas que fueron ellos... ¿Cierto?
—Yo... uhm... maldición, no tengo ni la menor idea. Y quiero creer en Jungkook, pero no puedo.
—Vamos, respira un poco. Lo vamos a encontrar, —Bajó un poco la velocidad cuando cruzaron
hacia la avenida principal y volteó hacia él por un segundo—. Mírame —le dijo cuando articuló con
firmeza sus palabras—, todo estará bien. ¿Sí, Jinnie?
¿Qué clase de influencia ejercía en él? Una muy leve pero perpetua sensación de seguridad.
Seokjin asintió; suspiró con fuerza antes de tirar hacia atrás su cuerpo en el asiento.
Quizá se estaba precipitando y todo saldría bien.
Volteó a verlo y batalló un poco en encontrar algo para cambiar de tema en un intento de despejar
su mente.
—Hablando de otra cosa... Sabes... hice cuentas el otro día y —dijo con duda Seokjin— de San
Francisco a Nueva York... son casi dos días de viaje en auto.
April no quitó la vista del camino.
—¿En serio? —El otro asintió—. Son dos extremos del país, no me sorprende.
—Sí, supuse que vernos en primavera para tu cumpleaños sería muy difícil —dijo Seokjin y Min
apretó con fuerza el volante—. Por eso pensé que... Podríamos ir a Pasadena en enero, dos de enero,
por el...
—Déjame adivinar —interrumpió—. ¿El desfile de las rosas? —dijo.
Aproximadamente cuatro horas de distancia, y muchas flores en todo el lugar. April comenzaba a
sentirse mareado y no quería que eso afectara su razonamiento básico.
—Creí que podría ser bonito para los dos —dijo con algo de pena—, ya sabes.
Seokjin se pasó la mano por el cuello, hacía mucho frío y parecía que la capa de hielo era cada vez
más gruesa en las calles por el deslizar de los neumáticos, además de lo rápido que los vidrios del
auto se empañaron.
April no pudo evitar alzar una ceja y negar con la cabeza.
—Seokjin—le vio serio—, deja de coquetear conmigo, ¿Quieres? Gracias.
—No estoy coqueteando contigo.
—Entonces no me invites a salir, tarado —se burló de él.
—Salir es lo que los amigos hacen, ¿O no?
—Oye, somos amigos, pero yo necesito tiempo, ¿Está bien? Parece muy fácil todo con esto de la
"alegría" de las fiestas, pero... tú todavía me gustas. No es como si de un día para otro eso
mágicamente vaya a cambiar. Y yo... necesito olvidarte, voy a hacerlo.
—Lo sé... —apartó la vista un poco culpable—pero quiero ayudar. Sé que puedo.
Suspiró al apagar el motor frente al hospital, volteó a verlo.
—Escucha, Grandote. Te diré algo que mi abuelo me dijo una vez, y que entendí hasta hace un par
de días.
—¿Qué cosa?
—Ser amigo de tu ex es como tener una manzana de mascota.
—¿Una manzana mascota?
—No le hace daño a nadie, pero no tiene sentido tarde o temprano vas a querer morderla.
Se observaron un segundo antes de que ambos comenzaran a reír a grandes carcajadas por lo
ridículamente coherente que era eso.
—Somos más maduros que eso, no me jodas. Igual, no me molestan las mordidas.
April alzó una ceja. —¿Ah sí?
—Solo estoy bromeando. Cállate, deja de exhibirnos.
—Está bien, tú eres maduro, pero yo no dijo casi por impulso, como si no fuera él quien hablaba.
Pero luego agitó la cabeza confundido—. Por eso necesito alejarme.
—Eso significa que vas a ignorarme en enero, ¿Cierto?
—Sí, lo siento.
Seokjin asintió con la cabeza. Y aclaró la garganta.
—Solo para aclarar las cosas, no soy tu ex.
—¿No? —se burló—. Digo, claro, claro, solo somos amigos con derechos.
Seokjin respondió casi por inercia. —Sí —luego reaccionó—. ¡No! Tampoco. No me refería a eso.
—Jin, si me dices que duermes abrazado con todos tus amigos me voy a decepcionar mucho de ti.
—¡Pero en tu habitación hace mucho frío y.…! —Resopló acorralado. —Bien, tú ganas, soy tu ex,
pero no le digas eso a nadie.
—Será un placer, Señor macho cabrío —dijo victorioso y colocándose su gorro para cubrirse las
orejas. —El Nosotros no existe.
—Nosotros jamás pasó —secundó Seokjin.
Ambos se aseguraron correctamente las bufandas y guantes antes de abrir las puertas del auto.
Seokjin incluso tuvo que dejar allí sus anteojos porque el aire era tan intenso que en cuestión de
minutos le nublaba por completo la visión al empañar estos.
La entrada del hospital se sentía lúgubre, y más por la forma en la que la puerta estaba casi atascada
por la escarcha.
Al estar parados allí, ambos temblaron. No precisamente por la helada, sino por la forma en la que
el sonido del reloj del universo contra el condado comenzó a ir más rápido, y los violinistas
maliciosos que le daban música a su historia se acomodaron con sus instrumentos para presenciar la
desgracia.
Porque este ya no era un capricho de violín, era más un Réquiem.
Sonaba como el viento, turbulento, que golpeaba las ventanas al compás de la tormenta de nieve
cada vez más fuerte que los amenazaba como si les anunciara el caos y descontrol total.
Con clase, como una elegía a su historia.
Apenas entraron al hospital, Seokjin frunció el ceño cuando se le revolvió el estómago y sintió
náuseas. Al dar un pasó, el dolor le caló de golpe desde la rodilla hasta la nariz, como si se hubiese
estrellado.
—Oh, mierda —masculló cuando se tropezó e intentó agarrarse de Min para no caer.
—¿Seokjin? ¿Qué sucede? —murmuró confundido, trastabillando lo ayudó a sentarse en una de las
sillas de espera de la entrada en el hospital.
Él se quejó con los ojos cerrados. —Es mi pierna, me duele demasiado.
—Debe ser un calambre —le dijo el pelinegro desconcertado—. Quítate el zapato y pon el pie en el
suelo, el frío debería ayudar.
Seokjin había entrenado toda su vida, sabía que eso era correcto, así que lo hizo.
—Maldición... —No tenían tiempo para esto—. Ya pasará, tengo que buscar a Tae.
—No —dijo Agustus, de pronto serio cuando al tocarle el hombro volvió a marearse, incluso
comenzó a sentirse incómodo cerca de él—. Quédate aquí, yo iré a buscarlo.
El mayor entrecerró los ojos, un poco molesto con su superioridad. April Agustus Min ni siquiera le
dio chance a responder cuando se dio la vuelta y le dejó allí solo.
Divagó un poco cuando avanzó hacia la recepción. Tenían que regresar antes de que la tormenta
empeorara y pensó por un segundo en que debía volver a arreglar su equipaje para antes de
enlistarse.
—Buenas tardes —saludó a la recepcionista—, quisiera saber si un amigo está aquí, lleva
desaparecido varias horas.
—Claro, ¿Tienes su nombre o una descripción? —le preguntó, pero no obtuvo respuesta.
Min había quedado estático y parpadeó confundido.
Alto. ¿Por qué quería regresar a empacar?
La universidad, él iría a la universidad hasta junio. ¿Cierto?
No, sí, no, ¿Ejército? ¿Qué fotos? No había ninguna moña negra en la entrada. ¿Por qué de pronto
estaba tan enojado?
—Yo... —agitó la cabeza. Su amigo, estaba buscando a su amigo—. Su nombre es Taehyung,
uhm... es un chico alto, de cabello castaño ondulado, usa anteojos y tendría que haber ingresado
después de Navidad.
Ella asintió viéndolo preocupada por su voz gélida y su divagar tan extraño. Se movió a buscar
entres sus carpetas, pero no encontró el nombre del chico.
—No lo veo en el registro de urgencias —indicó—. Pero han ingresado varios chicos en las últimas
horas, quizá sea uno de ellos.
—Gracias —dijo apenas antes de alejarse del escritorio.
Se sentía pesado, como aturdido así que comenzó a vagar por los pasillos para intentar encontrar a
Taehyung en alguno; pero en su lugar, se topó con un gran bache en el camino.
Llegó al área de consulta externa, en donde había varias personas en cubículos separados por
cortinas de tela.
Avanzó y luego retrocedió un poco. Entonces se acercó a la cortina para ver con claridad sin poder
escuchar muy bien lo que decían.
Él no entendía cómo; y ella ajena a su presencia respondió la pregunta que el médico le hizo.
—Cumpliré cinco meses la próxima semana —dijo con las manos sobre el vientre mientras el
doctor veía su expediente.
—Los mareos no son tan comunes en este punto del embarazo, lo mejor será hacerse unas pruebas y
descansar un par de días.
Ella negó, preocupada; se había desmayado en medio de la carretera semanas atrás. Fue muy
afortunada de que la conductora del taxi lo notara, la llevara al hospital y la ayudara a contactar a
sus tutores.
Sin embargo, desde entonces sentía como si el mundo entero se le viniera encima.
No sólo por los cambios físicos y sus preocupaciones, tampoco podía dormir, soñaba que la
golpeaban hasta sangrar y vomitaba sin descanso.
Lee Sunhee se sentía tan culpable, todo lo que podía hacer era abrazarse y llorar hasta que el
cansancio la venciera.
Su bebé estaba bien en esta historia; pero originalmente, el primer golpe lo recibió cuando llegó a
Corea, no cupo dentro del vestido de novia. Y después... todo se volvió negro.
Ella nunca conoció a su hijo porque este no resistió la crueldad.
Nunca lo sabría, solo quería irse, eso era lo correcto, necesitaba irse; pero ahora, tenía que esperar
para conseguir un nuevo boleto. Era diciembre, y casi todos los vuelos estaban saturados de
personas por ser el mes de las fiestas.
—No tengo mucho tiempo, tengo que viajar antes de año nuevo.
Él cerró el expediente y la vio severamente.
—Señorita, lo mejor sería que no viaje —le dijo—. Permiso —terminó retirándose del pequeño
cubículo.
Min le vio salir y quiso apresurarse para alejarse también, sin éxito pues ella alcanzó a reconocerlo.
—¿Agustus? —le dijo algo tosca.
El volteó a verla, sin poder articular bien, incrédulo. —Sunny... creí que te habías ido — le dijo,
pero sentía una clase de aversión por ella.
Su amiga... ¿Era su amiga?
—Hubo un accidente en la carretera, perdí mi vuelo. Estoy varada aquí hasta Año Nuevo.
Él no quería ser indiscreto; pero su vientre era muy notorio ahora. Al ser delgada, lucía
evidentemente grande.
Amigos... sí. ¿Rivales? No del todo, pero en alguna realidad, él le tuvo tantos celos en silencio que
chocaron contra sus buenos deseos. Y en esta, ella comenzó a ensañarse con lo que sabía, algo que
no era normal.
Yoongi abrió la boca como si fuera a hablar, pero alcanzó a ver a la distancia al adolorido Seokjin
que se movía por el pasillo cojeando y preguntando en cada habitación por su hermano.
Ni siquiera lo pensó y la empujó ligeramente para hacerle regresar al cubículo.
Entonces, él entró también y cerró la cortina por completo para ocultarlos a ambos.
Estaba mareado, pero el que el hijo de Sunny quedara expuesto ponía en riesgo a su otro hijo.
Antes de que ella le reclamara, colocó un dedo en su propia boca y dijo en voz baja:
—Seokjin está aquí, no puede verte así.
Era lógico; pero contrario a eso, ella se burló.
Así como la actitud de Jeon Jungkook cambió en cada línea y tiempo; las conciencias de los demás
comenzaron a perder los estribos.
Desde tiempos inmemoriales, se había advertido ya que la locura era contagiosa.
—Debe ser difícil para ti... —le dijo Sunhee con una ceja alzada y una expresión seria que su yo
joven no debería tener—pensar en el hijo de Seokjin. ¿Cierto?
Yoongi retrocedió. No tenía ningún sentido.
—¿Sunhee?
—Digo, considerando lo obsesionado que has estado con él por años.
Para este punto, el conocimiento de qué es una paradoja debería estar claro: una contradicción
lógica.
Las líneas se contradecían y peor, estaban chocando entre ellas.
—No digas tonterías. —Fue allí cuando notó que algo estaba realmente mal, y ninguna de las
variables podía hacer nada para frenarlo mientras el tiempo siguiera avanzando—. Fue hace mucho
tiempo, ahora solo intento ayudarte.
—¿Ayudarme? —bufó—. Nadie puede ayudarme.
—¿Qué? No, lo hago porque dijiste que no querías que él supiera.
—Lo sé, pero... He reflexionado mucho y creo que llegue a la conclusión de que... tal vez no se lo
dijiste porque fueras mi amigo, sino porque... no te convenía.
—¿Cómo puedes decir eso de mí? No tienes ni idea de lo peligroso que es que se sepa. Jungkook
es... —se quedó callado. ¿Valía la pena decir la verdad?
Ella estaba confundida, y el recelo, quizás estaba destinado a existir entre ellos.
—No mientas. Yo tengo una vida lejos que no incluye a Seokjin, y sé que es hipócrita de mi parte;
pero, amigo, en el fondo, ambos sabemos que lo hiciste para mantenerlo cerca de ti. ¿O no, chico
poemas?
La línea original... él los observó en silencio en esa línea. Porque mientras se escabulló a la
habitación de Taehyung, él también notó todo lo que ellos vivieron juntos.
Y no era justo, maldición, no era justo que ella tuviera a la mejor versión de Seokjin sin ningún
problema.
Quizá eso hizo a su alma petrificarse; por eso terminó de pudrir a la de Taehyung, pero... se supone
que él no había visto todo eso al estar rodeado de sus nuevos amigos.
Porqué... ¿Por qué de pronto él sabía todo eso? Él mismo acaba de burlarse de Seokjin en el auto.
¿Por qué de pronto sentía tanta impotencia y envidia?
¿Y Taehyung? Pensar en buscarlo le llenaba de pena, como si fuera su culpa.
Yoongi frunció el ceño y se acercó peligrosamente a ella viéndola con desprecio. Él era una bomba
de tiempo.
—Sí, lo quería cerca de mí. ¿Y eso qué? —Le retó—. Ambos sabemos que yo lo meresco más que
tú. Que se ríe más conmigo y que tenemos mejores recuerdos juntos. ¿Mejor química le dicen?
—Y aun así... no te eligió. Nunca podría. ¿O me equivoco?
Sus acusaciones le afectaron, la vio con enojo y la tomó del hombro cuando la ira le quemó por
dentro. Un gran cambio en la ecuación.
Empujándolo a ser lo que era: un manipulador de primera.
—Eso no impidió que me besara, o que pensara en mí. —Se burló en su cara—. Estaba tan desolado
por tu culpa, y, aun así, parecía más confundido que triste. Y regresó a mí, como siempre.
Su pecho tembló porque no recordaba del todo su redención y un beso dulce en el baile; el recuerdo
desenfrenado de sus labios sangrando mientras se besaban en el baño del restaurante le aturdió un
poco.
—Eres mi reemplazo, no me sorprende.
—¿Soy qué? Yo estuve aquí mucho antes de que aparecieras —sonrió perversamente—.¡Míranos!
Cabello negro, piel blanca, misma estatura—se jactó—. ¿No te parece curioso? Creo que él tiene un
tipo o.… el reemplazo aquí eres tú.
Él sabía que no era cierto, que Seokjin genuinamente la amaba, pero... eso era lo de menos.
Le apretó el hombro tanto que le dolió.
—Suéltame, enfermo —ordenó.
—Somos un enfermo y una mentirosa. Así que creo que es un empate. ¿O no?
—No me interesa competir contigo. Solo quiero largarme de aquí —gruñó alzando el hombro para
que la soltara.
—También quiero que te vayas. Voy a salir y lo sacaré del hospital para que puedas hacerlo.
¿Tenemos un trato?
Ella podía ser fría por los gajes de la vida, pero él... siempre naturalmente cruel.
Sunhee resopló. —Trato.
Min asintió y asomó la cabeza solo un poco; Seokjin se había quedado charlando con unas
enfermeras que sí conocían a Taehyung y quiénes muy preocupadas por él le dijeron que ayudarían
a buscarlo.
Luego salió del cubículo, cerrando correctamente las cortinas y avanzó hacia él.
Le sonrió amablemente y Seokjin se removió al verlo, de pronto algo asediado.
—¿Alguna novedad? —dijo cuando se paró junto a él.
—No, de hecho, las señoritas conocen a los bomberos de la estación, ellos son amigos de Taehyung,
así que podrán ayudarnos a buscar.
—¡Es genial! —vio por la ventana y dudó un poco—. Jin, deberíamos regresar, la tormenta...
Seokjin sabía que tenía razón, pronto sería demasiado peligroso estar en las calles; pero la idea de
Taehyung vagando por ellas le afligía exponencialmente.
—Sí, tienes razón —le dijo—. Hay que irnos.
Agustus Min volteó a ver en dirección al cubículo por unos instantes antes de volver a sonreírle y
asentir con la cabeza.
Agradecieron a las enfermeras y después cambiaron juntos hasta la salida de regreso al auto. Parecía
que la incomodidad entre ellos crecía a cada paso.
¿Que si había una línea de tiempo donde eran felices juntos? Probablemente sí, aunque sería muy
difícil de decir considerando que en la línea original nunca volvieron a hablarse desde la última vez
que Min pisó el Condado Mariposa.
Como todas las líneas producto de la fractura, era una inestable y muy peligrosa.
Porque esta implicaría que Jungkook, no cayera al lago, pero al ser él, el causante de la
reivindicación entre ambos, eso crearía otro bucle o un millón de líneas más.
Cada suceso tenía una sincronía asombrosa con las demás líneas de tiempo.
Así que el momento en el que salieron del hospital, fue exactamente al mismo tiempo que en la casa
del pelinegro alguien encendió la radio.
«...Se pronostica que las temperaturas descenderán por la noche. Aconsejamos a toda la población
prevenir, almacenar comida y no salir de casa durante la tormenta...»
La señora Min se persignó después escuchar al locutor y se acomodó su suéter y guantes antes de
disponerse a salir al jardín para cubrir sus plantas mientras aún era posible.
Comenzó protegiendo su huerto, pero cuando se acercó a la cerca se topó con alguien que le
observó con pesar.
Se sobresaltó un poco y luego sonrió aliviada. —Oh, hijo. ¿Qué haces aquí afuera? —le dijo al
castaño que caminó lento hacia ella.
La mujer estaba senil, ni siquiera había puesto atención a su nieto preocupado por su amigo
desaparecido.
—Señora... Buenas tardes —dijo Taehyung sin dejar de verla—. Yo... venía a buscar algo, ¿Está
Agustus en casa?
—Él salió hace rato —ella dudó por la actitud extraña del chico—, puedes esperarlo adentro, si
quieres.
—No.… de hecho, me gustaría hablar con usted antes—su voz sonaba tétrica.
—¿Conmigo? Oh, no. No sé nada sobre sus cosas, él es muy especial con sus pertenencias.
—Pues... en realidad, quería saber algo más personal. Es sobre su hija. Bueno, o es... más bien su
¿Nuera? No lo sé.
—¿Qué? ¿Cómo es que tú...?
—Nunca entendí eso de porqué lo llamaban así... pero ahora tiene sentido. Su hija se llamaba
Yoonji, ¿Verdad?
Ella tuvo un momento de lucidez en el que su hija fue mencionada. Ella rescató una hermosa niña,
la crió como a su propia hija. Nunca estuvo de acuerdo con la relación entre ella y su hijo, pero...
nunca superaría todo lo que vieron por sus experimentos.
—La madre de Yoongi, ella nos dejó hace mucho tiempo.
—¿Aún guardan sus cosas aquí?
—¿Por qué te interesa?
—Solo curiosidad... por lo sentimental.
—Ella dijo que alguien vendría por sus cosas algún día —dijo confundida cuando lo tuvo muy cerca
—. Pero no.… no deberías ser tú.
—Lo sé, pero... —Taehyung negó con la cabeza. —Me parece que hubo un cambio de planes.
Taehyung tenía bata blanca, y su cabello permanecía peinado hacia atrás mientras le venía con
ambas manos juntas. Sí, él también estaba loco.
—Aléjate, vete de mi casa —le dijo seria.
—Señora... solo estamos conversando.
—¡No! ¡Vete!
—Esto ya es difícil, no lo empeore.
—Todo este tiempo... —Ella lo vio con desconcierto—. No están aquí, lo que sea que busques está
muy lejos de aquí. Además, es peligroso, mi esposo lo sabía y yo también.
—Su hijo... ¿Él también lo sabe, cierto?
—Él nunca le creyó, y las escondió para que ella dejara de tener esas ideas dementes.
Luego ella se... —se quedó callada cuando su memoria volvió a traicionarla.
Taehyung tragó pesadamente y se compadeció de la pobre anciana.
—Señora, no le he dado su abrazo de Navidad ahora que lo pienso —Taehyung extendió sus brazos
dando un paso lento cuando la rodeó.
—¿Qué sucede? —dijo ella apenas.
—...Perdón —le susurró Taehyung al oído cuando se vio en la necesidad de recibir su cuerpo
adormecido.
Le habían lanzado un dardo, uno pequeño, inofensivo solo para mantenerla fuera del camino por un
rato.
Detrás del afamado huerto de la familia Min, apareció Park Jimin, seguido de varios elementos de la
fuerza militar.
—Dejen a la señora en el sofá —dijo sin siquiera inmutarse.
Kim Taehyung no era malo, solo estaba desesperado, como todos los demás.
—Promete que ella no saldrá herida —dijo consternado mientras veía cómo se la llevaban.
—No te preocupes, niño. Ella estará bien —El miedo en sus ojos era algo que no podían darse el
lujo de tener—. ¿No me digas que estás arrepintiéndote?
Taehyung tragó saliva. Él quería ser un científico. ¿O no? Bueno, lo había logrado.
—Jamás —dijo seguro.
Jimin asintió complacido con la seguridad del chico. Era momento de hacer que todo fluyera.
—¡Señores! —gritó llamando la atención—. Hora de catear esa casa —ordenó al resto de su equipo,
con firmeza, como solo un verdadero desalmado lo haría—. Buscamos unas cartas. ¿De acuerdo?
Park Jimin de la segunda línea era todo lo que no fue en la otras: decidido, calculador y poderoso.
Estaba mal, sí, pero nada se interpondría entre ellos y la posibilidad de arreglar el destino.
Ni siquiera el profesor Kim, quién había caído en la artimaña más baja de todas, o bueno, quizá fue
culpa de su ego al subestimar a los dos jóvenes inocentes quienes habían faltado a su lealtad.
Porque por sí solos, ninguno era una amenaza real; pero juntos, habían terminado por encadenarlo
dentro de la sala de contención del laboratorio.
Ninguno de los dos estaba dispuestos a seguir órdenes de un lunático; así que, con sus cartas, su
equipo y sus anotaciones habían decidido hacer algo impensable.
Sí, Kim Taehyung había decidido hacer su propio experimento. Y Jimin, oh, él definitivamente
haría todo para ayudarlo.
La casa de los Min se vio invadida cuando comenzaron a buscar meticulosamente en ella, dándole
vuelta a los cajones de la cocina y a cada armario.
Esa familia tenía demasiados secretos; desde el embarazo de su hija adolescente por causa de su
hijo. O el hecho de que siempre supieron que viajar en el tiempo era casi posible.
El ruido de las botas en las escaleras de madera resonó cuando comenzaron a revisar la parte de
arriba. Taehyung solo podía pensar en lo mal que estaba esto, y lo bien que se sentía.
Kim nunca lo sabría, pero a otra versión de él le habría gustado tanto romperle las ventanas, y la
nariz a Agustus por ser deshonesto y usarlo de la peor forma.
Todos tenían algo oscuro en el interior. Por todos se complacen de dañar almas inocentes, y
Taehyung... cada vez tenía menos miedo de bailar sobre la orilla del acantilado de su cordura.
Ese poder le hacía sentir casi drogado cuando todos lo obedecían, mientras buscaban en el lugar.
Incluso buscaron en una librera, que al moverla causó que el marco de una foto cayera, haciendo
que se partiera el vidrio.
Taehyung se fijó en la fotografía detrás del cristal roto, la cual era de su amigo de pequeño junto a
su padre y un gran árbol partido a la mitad. Entonces abrió los ojos cuando unió los puntos.
—¡Alto! —gritó llamando la atención de todos—. Deténganse.
—¿Qué te pasa? —dijo Park acercándose molesto.
—Esto está mal, no están aquí. No pueden estar aquí. Es posible que ni siquiera existan, pero de
hacerlo, créeme que no estarían aquí.
—Al punto, Kim.
Los padres de Yoongi, hermanastros, era probable que él también supiera más de lo que debería y
se quedara callado.
«Si fuera un tipo ocultando cosas de mi familia en este pueblo. ¿Dónde lo haría?» Pensó.
—Están en el bosque —dijo convencido.
—¿En el bosque? Ella lleva catorce años muerta, el papel no sobreviviría a la humedad de la tierra,
además...
Taehyung lo calló. —Nunca dije que estuvieran enterradas —declaró serio.
Se vieron entre sí cuando Jimin recordó los días que permaneció secuestrado.
—No puede ser... —murmuró.
—Están en el aserradero —Taehyung se pasó la mano por el rostro—. Deben estar allí o nos
jodimos.
Ya no eran solo un par de violines, era toda la maldita orquesta la que acompañó a los infractores
del tiempo cuando se movieron de regreso a sus vehículos para dirigirse al bosque.
Los segundos estaban contados; el minuto cuando encendieron los motores fue el mismo minuto
que retrasó a Seokjin y April en el semáforo y fue suficiente para que no se cruzaran.
Cuando llegaron a su calle, lo primero que llamó la atención del pelinegro fue la puerta de su casa
abierta y el montón de marcas de neumáticos en la nieve.
Los vecinos tenían cerradas todas sus cortinas por la tormenta; él sintió que vomitaría cuando se
estacionó abruptamente antes de abrir la puerta del auto y bajar para correr hacia su casa.
Encontró exactamente lo que temía. Todo revuelto, la sala hecha un desastre y su abuela con los
ojos cerrados en el sillón.
—¿Qué jodidos pasó aquí? —dijo Seokjin cuando se acercó a la entrada.
Min se movió inquieto por todo el lugar viendo platos rotos en la cocina y luego volvió a la sala
para arrodillarse junto a la mujer.
—¿Abuela? —le llamó moviéndola un poco—. ¿Abuela?
Abrió ligeramente los ojos y él respiró aliviado; estaba muy asustada y confundida, como todos.
—Querían llevárselas —murmuró ella—. Pero no están aquí.
—¿Qué cosa? —dijo asustado.
Seokjin alzó la vista viendo a su alrededor; sentía una clase de escozor en todo el cuerpo, como un
mal presentimiento o más bien, mucha ira.
Aun así, se acercó a ellos preocupado.
—No pueden quedarse aquí —dijo serio—. Hay alerta roja por la nieve. —Seokjin se cruzó de
brazos.
—¿Y qué se supone que hagamos? —hastiado—. ¿Acampar? No puedo dejar todo así.
—Ya habrá tiempo para limpiar. Cerraremos todo aquí, e iremos a mi casa.
—Pero...
—No te estoy preguntando —le dijo, con el ceño fruncido y molesto con él por quién sabe qué. Ni
siquiera él lo entendía.
En contra de lo que quería, Yoongi terminó cerrando las ventanas y ambas puertas para que juntos
cargaran a la abuela del menor hasta la casa de los Kim.
Seokjin podría haberlo hecho solo, pero le dolía demasiado la espalda y todo su cuerpo tenía
comezón.
Tocaron la puerta porque no debía soltarla para sacar sus llaves; y después de unos minutos su
madre salió a abrir.
—¿¡Señora Min!? —dijo asustada—. ¿Qué le sucedió?
—Entraron a robar a mi casa, la encontré así —intentó explicar Yoongi.
Seokjin alzó la vista después de que la dejaran en el sofá. La chimenea estaba bloqueada porque la
nieve podría colarse por allí, y las ventanas aseguradas.
Pero faltaba el chico que se encargó de que la hipotermia no fuera a matarlos.
Se movió hacia la cocina y se encontró a Jungkook temblando cerca del desayunador.
Estaba sudando y parecía que tenía fiebre.
Regreso sobre sus pasos hasta la sala.
—¿Qué le pasa a Jeon?
—Ha estado vomitando todo el día —contestó su padre—. Estaba delirando, comenzó a decir cosas
sin sentido.
—Debe ser cansancio... —murmuró Seokjin—no ha dormido nada en dos días.
Quizá debió despertarlo; pero no lo hizo, estaba molesto con él. Así que lo dejó solo en la cocina.
Al regresar a la sala, notó que su madre había llevado a la señora Min a la habitación de huéspedes
para que descansara porque estaba desvariando.
Después, la mujer caminó hacia su propia habitación en donde observó con desdén la ventana.
Por supuesto que le dolía perder un hijo, pero ese sentimiento era algo que ya conocía; impotencia,
desolación... culpa.
Una infinita culpa cuando por un momento se sintió abrumada y se maldijo a sí misma por haber
rechazado a Taehyung.
Por no haberlo cuidado cuando comenzó a sentirse mal y él desprecio con el que lo trató durante
semanas.
No había hecho todo eso aún, sin embargo, sentía que sí.
Al igual que el padre del chico, y su hermano, el cargo de conciencia los estaba carcomiendo.
El reloj corría, y cada vez era más difícil predecir el siguiente cambio. Más cuando el equipo militar
por órdenes de Kim Taehyung forzaron la persiana del antiguo aserradero para entrar
irreverentemente.
Taehyung había hecho una parada en la escuela antes de llegar allí. Pues debía tomar su preciada
libreta de su escondite secreto. Además de que necesitaba mucho papel y un mapa.
Así que luego de tomar su libreta del interior del piano, se dispuso a realizar un par de ajustes
mientras los demás buscaban.
Esa bodega era completamente metálica, pero él necesitaba más piezas y también mucho vidrio.
Vio como tiraron la puerta de la vieja oficina, y comenzaron a revolver las cosas.
Observó la cama en el fondo, pensó que era extraño, pero se le hizo familiar, aunque nunca había
dormido allí.
Así que agitó la cabeza y se enfocó en su trabajo incluso si el frío intentaba desconcentrarlo.
Uno de los agentes se detuvo cuando de entre los cajones del escritorio encontró una caja atada con
cuerdas.
¿April Min las había visto antes? Sí, pero nunca supo qué eran. Él jamás aprendió a leer el idioma
en que estaban escritas, y las guardó, simplemente porque le gustaba esa caligrafía.
Jimin se acercó a verla y abrió la caja desesperado para dejar caer el contenido sobre su escritorio;
lleno de éxtasis y supremacía cuando abrió la primera y supo que él tenía razón.
Las tomó todas, y se movió afuera en donde se encontró a Taehyung en el suelo viendo el mapa
fijamente.
—Oye, Kim —le dijo dejándolo caer las cartas allí cerca—. ¿Tu cerebro aún funciona?
—He tenido al equipo trabajando como locos dos días, ¿Tú qué crees? —El castaño le sonrió
cuando esas ilógicas e improbables ideas les unieron.
—Cumplí con mi parte del trato, ¿Qué sigue?
—Encajar las piezas —se acomodó los anteojos—, necesito abrir el vórtice.
—Pero el lago...
—Olvida el lago, no es confiable. No podemos arriesgarnos a darle más relevancia a algo que nunca
pudimos controlar.
—¿De qué hablas?
—Todos estos años... me parece curioso que ninguna persona haya caído en él. Creo que ha pasado
otras veces, pero quizá se hayan ahogado en el lago.
—Eso sería...
—Ilógico, ya lo sé; pero sigue siendo una posibilidad. No me interesa, si no puedo manipularlo
entonces no me sirve.
—¿Realmente piensas que puedes viajar así en el tiempo? ¿Avanzar en la línea?
—No quiero ir hacia adelante, Park. Voy a saltar entre ellas.
Taehyung iba a lograrlo, estaba destinado a lograrlo la mera existencia de la tercera línea como la
conocían dependía de eso.
Por cada cable que conectaba correctamente, las líneas se acercaban más y más, hasta casi
mezclarse para que fuera posible pasar de una a otra. Bueno, si es que aún no estaban mezcladas ya.
—¿Y cómo vas a hacer eso? Más masa es...
Taehyung rodó los ojos. Él no necesitaba que le explicaran cosas básicas.
—Es igual a más peso y por lo tanto necesita más energía. Ya lo sé.
—¿De dónde vas a sacar eso?
—Sabes, hace tiempo... me ofrecí a ayudar con el cableado e iluminación del pueblo.
—Sí, por eso sabes cómo funciona la terminal eléctrica de la ciudad.
—Pero... ¿Sabes por qué estaban recableando? —Jimin negó—. Porque buscaron probar otra forma
de energía y fallaron, por eso fundieron varias estaciones.
—¿Y eso bueno?
—¿Para mí? En este momento, sí. —Extendió su mapa sobre la pared y señaló—. Dejaron sus
torres en el extremo del Condado.
—Alto, ¿Otras torres? —Taehyung asintió y señaló una raya más allá de las montañas del
acantilado.
—Esas torres están aquí; las bobinas que hicieron ustedes están del otro lado, en el lago, y el
estabilizador en mi casa está en el otro extremo.
Al hacer tres puntos en los respectivos lugares y unirlos se pudo ver un triángulo.
—Estamos en el medio —dijo Park impactado.
—Incluso si fallan... las bobinas de emergencia que tengo en la piscina de la escuela ayudarán.
Tenemos media hora antes de que la temperatura bajé más. Quiero que vayan
y las enciendan. Tendremos un rayo y lo voy a guardar.
—Pero... no es posible. No hay rayos en la nieve porque el aire es frío.
—Son molinos defectuosos, Park. Energía eólica monstruo. Cuando haya aire caliente a media
tormenta ¿Qué crees que pasará?
Park Jimin se inquietó por la forma en la que respiraba agitado y todo ese conocimiento que le daba
la pauta a tener a todo un equipo federal de científicos superdotados haciendo un vórtice a escala.
—Todo esto por un chico... —dijo como juzgándolo.
—No es solo un chico. Es... el único comienzo que conozco.
No tenían tiempo, el lago era exactamente lo que Taehyung dijo que sería, agua helada con trozos
de hielo tan enormes como una casa flotando mientras se congelaba por completo.
Cualquiera creería que ellos intentarían lanzarse al lago. Pero Taehyung no tenía planeado repetir
los errores de sus antecesores, se negaba a ser igual. Se trataba de reformular, de reinventar.
Taehyung era el nuevo creador.
El equipo de soldadores se movió veloz cuando se encargaron de unir las piezas de metal para
formar una especie de puerta en el centro de la bodega.
Sabía cómo generar el vórtice, y sabía cómo contenerlo; un agujero de gusano era una gran teoría
para viajar en el tiempo, sí, pero era inútil si solo podía usarse en un sentido. Todo este tiempo
pensó que podía no solo redirigir la energía, sino también reusarla para concentrarla.
Sin siquiera pedirlo Park se tomó la libertad de darle las carpetas que el profesor Kim usó para su
investigación y con su propia libreta, que ya no le importaba exhibir en la mano, Kim Taehyung se
sentó en el piso de la bodega con todos trabajando bajo sus órdenes. Abriendo carta por carta
mientras se dedicaba a unir las tres teorías.
Porque Yoonji creyó que podría jugar con el hiperespacio y la gravedad, Namjoon contempló cómo
crear una brecha en el espacio-tiempo; y Taehyung... él sabía cómo controlar la energía para
lograrlo.
Por meses, sintió que le faltaban partes, pero ahora... tenía tantas respuestas que comenzó a sudar
cuando encontró otra alternativa.
El tiempo es relativo porque está ligado a la percepción del individuo; así como el castaño que no
remedió en el cielo que se oscureció cuando la muy pesada noche les cubrió.
El contador seguía corriendo cuando puso todo su empeño en traducir los apuntes en esos viejos
papeles. Se supone que cada vez tenían menos tiempo, los segundos se desvanecían por cada voltio
que se elevaba; y pronto habrían perdido otro día más.
Y el sudor en su frente, pese al frío, sumado a la carga mental que tenía cuando comenzó a marearse
le hicieron sentir que sus minutos volaban.
A diferencia de aquéllos que, atrapados en la casa de los Kim por la tormenta, respiraban un aire
casi tóxico, en un ambiente lleno de estragos.
Mientras el señor de la casa caminaba inquieto en la cocina haciendo llamadas para intentar
conseguir más información sobre el paradero de Taehyung. Jungkook estaba adolorido, no solo
físicamente sino también emocionalmente.
Se había despertado hace poco, era casi medianoche y el viento azotaba las ventanas tanto que estas
crujían. Caminó hacia la sala para encontrarse con Seokjin fumando allí como si no importara y a
Min viéndole con molestia.
En ese momento, cuando los científicos se movían por la ciudad encendiendo todas las torres, la
respiración de Jungkook se pausó por poco y su saliva se volvió difícil de tragar.
En simultáneo, porque todas esas partículas coexisten en el mismo instante. Se sentó en el sillón
abatido cuando se mareó.
Había dejado de recordar su vida ejemplar por un segundo; intentaba aferrarse a la imágen de
Taehyung, pero sin él allí, los tormentos, las palizas, las manos que lo tocaban, todo, todo lo malo
de su existencia se sintió real de nuevo.
Los cambios eran cada vez más incontrolables; ya no había un guión, y por cada pieza que los
científicos armaban correctamente las líneas parecían poco a poco reafirmarse en una sola. Como
un puñado de hebras de un largo cabello trenzado.
Seokjin estaba en el sillón del centro; al voltear a su izquierda podía ver a Jungkook y lo encontraba
culpable de que su hermano no estuviera; pero al voltear a la derecha, veía a Agustus y lo
encontraba igual de culpable.
No sabía qué sucedía, pero comenzó a temblar.
—¿Podrías apagar eso? —le dijo Jungkook a Seokjin refiriéndose a su cigarrillo.
—¿Por qué? —repuso con una ceja alzada—. ¿Te molesta que fume en tu casa? Ah, no. Espera, es
mi casa, no tuya.
—No me vengas con esa mierda; las ventanas están selladas, el humo va a jodernos a todos. —
Jungkook entrecerró los ojos porque este Seokjin no le agradaba del todo, pero intentó ser racional
y dejar de pensar en cosas que no estaba seguro de que existieran.
El castaño gruñó y dejó caer la colilla del cigarro, y lo pisó sin importarle la alfombra que dejó
manchada. Estaba frustrado, sumamente abatido y no podía pensar con claridad, veía a Jungkook y
quería odiarlo, quería golpearlo por arrebatarle cada cosa que fue importante para él, pero a la vez...
quería decirle que él también estaba muy asustado de que se hubiesen llevado a Taehyung.
Agustus Min, los observó atento y con sus conocimientos limitados sobre los cambios en el tiempo
lo entendió; se quedó callado cuando la presión en su pecho se fue más grande que la del resto.
Todos estaban jodidos; pero no lo suficiente.
Las fuerzas del destino actúan como la gravedad, haciendo que entre más pesada fuera la
consciencia del infractor, más rápida la caída. Ninguno de los tres había cedido del todo aún hasta
que allí, Min hizo algo que no debía.
No le dio importancia a las peleas de los otros dos; en lugar de intervenir, subió a la habitación del
castaño menor cuando creyó que nadie le veía y abrió la puerta sin pensarlo mucho observando todo
con cautela y un poco de alevosía.
Se sentó en la cama y se observó las manos por mucho tiempo, notando las cicatrices de las espinas
del rosal que nadie curó en ellas.
Taehyung... él lo rescató. Tal vez, no lo sabía, solo se le ocurrió de pronto.
Pensó en que sería muy fácil y entretenido enseñarle cosas al inocente Kim para ponerlo en contra
de su hermano... pensó que ver desesperado a Seokjin gritándose con sus padres por su culpa sin
tener que mover un solo dedo era satisfactorio.
Su colapso fue tan grande que de un instante a otro estaba seguro de que, sin camisa, Taehyung y
Seokjin se veían igual de espaldas.
—¿Qué haces aquí? —dijo Seokjin desde la puerta causando que se sobresaltara un poco.
—Yo... —divagó inquietud—nada. Solo recordaba cosas. —Oh... pero él no era el único cuya
barrera de la realidad se estaba rompiendo.
—No tienes derecho de estar aquí, fuera de la habitación de mi hermano —le ordenó.
—Oh, ¿Ahora ya no soy bienvenido? —dijo con gracia.
—¿Qué le hiciste a Taehyung? ¿Dónde está?
Yoongi se puso de pie, y se acercó a él.
—¿Yo? ¿Qué se supone que tengo que ver yo en esto? —Pasó a su lado para salir de la habitación,
pero Seokjin le siguió por el pasillo hacia las escaleras.
—¡Sé que le hiciste algo! —le gritó en las escaleras—. ¡Eres un cobarde de mierda, Min!
Si había una línea en la que se amaban profundamente, también había otra en la que se odiaban a
muerte.
Y el causante de todo, Jeon Jungkook, apenas pudo ponerse de pie cuando les vio pelear en las
escaleras. Min llegó al primer nivel de la casa y volteó a verlo, alzando los brazos.
—¿Un cobarde, yo? ¿¡Por qué no te dices eso a ti mismo, Jinnie!? Si Taehyung huyó fue tu culpa.
¡Tú lo dejaste solo!
—¡No es cierto!
Jungkook parpadeó confundido.
—¿Chicos? —les dijo. Seokjin apenas pudo bajar las escaleras por el dolor que tanto en él como en
Jungkook persistía —. ¿Qué sucede?
Ninguno de los dos le prestó atención. El aire azotó con tanta fuerza, y las aspas de las torres de
energía se movieron exactamente de la forma en la que Taehyung esperaba.
Kim Taehyung, con toda su cordura sobre la mesa ordenó que se le consiguiera un traje de caucho
para poder disponerse a comprobar sus teorías. Había entendido que no existía un futuro, ni un
pasado, solo un presente sobre el que toda la existencia se movía.
Comenzó a vestirse con este mientras Jimin se colocaba los anteojos protectores y ajustaba los
controles. Tenían gente en cada punto de trabajo y nada podía salir mal, aunque no tuvieran mucha
preparación.
Por eso, cuando Kim logró conectar su nueva creación a la energía de las torres y la de la ciudad, las
luces de toda California parpadearon.
Quizá por la tormenta causando estragos, sus experimentos o por Jungkook respirando agitado sin
entender por qué de pronto los mejores amigos se odiaban de nuevo.
—No me vengas con esas mierdas, Min. Arreglemos esto como adultos, ven, golpéame, pelea por
una vez en tu vida.
—¡Ja! ¿Ahora quieres pelear? No me hagas reír. ¿Acaso me darás otro beso después?
Seokjin se acercó a él y lo empujó, al hacerlo, sus recuerdos rozaron ligeramente la primera línea.
—Yo no soy un homosexual de mierda.
—¿Qué hay de Taehyung? Oh, él es tan inocente.
—Te juro que, si le pusiste un dedo encima a mi hermano, te voy a matar.
—¿Y qué si fue así?
Jeon Jungkook, el inestable, frunció el ceño cuando le escuchó burlarse. Él no sabía toda la historia,
pero se llenó de rabia al escucharlo insinuar algo así.
—¿Que hiciste qué cosa? —dijo acercándose a ellos, pero nadie le respondió—. Agustus, ¿Qué le
hiciste a Taehyung?
El ambiente se sintió pesado cuando la ira de dos hombres que amaban con intensidad al chico
ausente recayó sobre el tercero, que en esa línea era inocente, pero en las demás era una sombra.
—Nada que tú no hayas hecho —le dijo a Jungkook, Min estaba como poseído—. Taehyung haría
lo que sea por un poco de afecto, ¿O no, Jungkook?
—No.… él no es como tú —dijo Jungkook, quiso acercarse para golpearlo, pero Seokjin lo detuvo.
Ninguno de los dos podía moverse muy rápido, estaban igual de adoloridos. Y Min se divirtió ante
la mirada de ambos.
—No metas a Jungkook en esto, ¿No te bastó con humillar a mi hermano, con repartir esas
fotografías por toda la escuela? ¿Con tocarlo?! Él iba a irse. ¡Le jodiste la vida!
Jungkook siempre quiso saber en qué momento fue que la vida de Taehyung entró en decadencia, y
al estar allí, en medio de ambos, lo descubrió.
—Eso es, defiéndelo —le dijo a Seokjin—. O mejor aún, pregúntale a Jungkook por qué Sunhee no
quiso estar contigo.
—¿Qué? —Seokjin volteó a ver al pelinegro.
—¡Vamos, Jeon! Dile a Seokjin que hiciste muchas cosas para separarlos, que le rompiste la
ventana al auto y que trataste de ponerla en su contra.
La realidad estaba colapsando, y Jungkook titubeó sin saber qué decir o cómo actuar. Sabía que esto
no era del todo real, ya no recordaba, pero aún así su pulso se aceleró.
—¿Jungkook? —murmuró Seokjin.
El susodicho intentó buscar otra salida. Taehyung se lo dijo muchas veces; él había aprendido a
manejar sus recuerdos lúcidos para que no lo enloquecieran, pero los otros dos... no. Nunca
estuvieron en contacto con sus otras versiones tanto como él.
—No lo escuches —dijo Jungkook retrocediendo—, las líneas le están afectando, quiere
confundirnos
—¿Líneas? ¿De qué estás hablando? —Seokjin no sabía qué pensar, parte de su memoria estaba
sumida en una profunda depresión.
—Ah, sí, ese detalle. Jungkook viene del futuro —soltó Min de golpe—. ¿Por qué crees que están
siguiéndonos? Es su culpa.
—¡No lo escuches, Seokjin! ¡Es peligroso!
El padre de los chicos salió de la cocina y los observó a todos, incrédulo.
—¿Qué le hiciste a mi hijo? —dijo viendo a Jungkook.
—Se llevaron a Taehyung por su culpa, él lo involucró a él y nos arrastró a todos—dijo Min—. Ni
siquiera debería estar aquí.
—Tú tampoco —le respondió Seokjin.
—Señor —dijo al padre de los chicos—. ¿Alguna vez le conté de la vez que Seokjin casi me dejó
morir en la calle? —Volteó a ver a Jungkook—. O quizá deberíamos hablar de que el estudiante de
intercambio no es quién dice ser.
—¡No lo escuchen! —repitió Jungkook—. Nos hará colapsar a todos.
—Jungkook, dínos qué es lo que hay en el lago. Estás aquí fingiendo que esta es tu vida cuando no
te detuviste a pensar ni por un segundo en la forma en la que esto está destruyendo a Taehyung.
¡Vamos, hazlo! —gritó con tanta fuerza que parecía estar dolido—. ¡Hazlo!
Parte de él estaba preocupado por su amigo, otra quería venganza y una muy pequeña le decía que
parara, que estaba dañando todo; pero su boca se movía sola. Todo era tan contradictorio.
—¡Min Yoongi! —gritaron desde arriba haciendo que todos voltearan a ver hacia las escaleras—.
¡Basta ya!
—¿Abuela? —murmuró al verla tan seria y erguida como nunca en años. La señora Min bajó
lentamente las escaleras mientras todos la veían.
—Está pasando, lo va lograr —dijo—. Pasó antes, y no lo han entendido aún. Todos estamos
atrapados.
El mayor de todos avanzó hacia ella. —Señora... —intentó hablar, pero no tuvo oportunidad cuando
los ojos fijos de ella se clavaron en él.
—Eres un mal padre, Kim... —avanzó sin vacilar—. Tu esposa y tú. A ustedes no les importó el
chico, así como a mí no me importó ella hasta que ya no estuvo.
—Abuela, por favor. ¿Qué sucede? —dijo Agustus.
Todos estaban confundidos mientras la lástima en los ojos de la mujer era contundente.
Ella observó a su nieto por un segundo.
—Tú te irás tienes que irte. Antes fue tu culpa y si se repite también lo será—dijo sin dejar de verlo,
para después parpadear abruptamente—. Lo que enloqueció a tu madre, va a enloquecerlo a él
también.
—¿A quién? —dijo Seokjin, quién empezaba a creer en la palabra de los desquiciados.
—Me alegra mucho lo de tu pierna, hijo. Pero no durará.
—¿¡Enloquecer a quién!? —repitió Seokjin, el silencio después de su voz fue desgarrador. Pero ella
hablaba calmada, y su voz fue ambigua cuando dijo:
—El chico Kim tiene que lograrlo o nunca lo entenderá.
Seokjin pensó que a lo mejor... todos sus sueños, y los secretos del pasado tenían más relación de la
que él creyó. Incluso el Seokjin adulto que se desmayó fuera de la estación de policía, por un
momento soñó haber vivido esto.
Era demasiado extraño, porque los recuerdos que le quemaban ya no eran los únicos.
Eran miles, al lado de esos recuerdos tan amargos, había otros que sabían a algodón de azúcar, y
algunos como un habanero.
Era igual para todos en esa habitación; incluso para los que estaban más allá de esa casa. Ya sea Lee
Sunhee, Kim Namjoon o los habitantes del Condado Mariposa quienes sentían haber vivido muchas
historias en una sin ser conscientes del todo.
Porque cada paso de Jeon Jungkook en ese pueblo, y cada beso que plantó en las mejillas de Kim
Taehyung a escondidas, desencadenaron cientos de otras situaciones en las que todos estaban
involucrados
Todo el Condado era una gran mariposa, cuyas alas se batían al compás de los habitantes, y del
clima, tan cambiante como sus deseos.
Jeon Jungkook frunció el ceño y se acercó a las escaleras, donde una mujer senil y aparentemente
insignificante como ella hablaba como si supiera todo.
Ella siempre creyó que sería Seokjin, pero este fue débil; Taehyung, por otra parte, tenía un espíritu
tan aventurero, tan puro y una desbordante inteligencia que cuando ella los notó jugar con el otoño
desde la ventana de su casa supo que se había equivocado.
Incluso en la primera línea, en donde la ciencia y los descubrimientos nunca llegaron a manos de los
Kim, ella siempre supo que Taehyung era peculiar.
Había cien líneas, pero todas volvían a unirse justo allí. O bueno, pronto lo harían.
—Señora... por favor no —le dijo Jungkook cuando intentó detenerla, pero ella solo le sonrió con
pena. Ya había visto a la chica vagar por la ciudad, y lo sabía todo, todo.
—Tu hermano y tú... —sentenció —. Ya no deberían estar aquí.
Jungkook retrocedió asustado; Taehyung sabría exactamente qué hacer, pensó, pero Taehyung no
estaba allí, y lo único que podía hacer era contener sus lágrimas de desconcierto.
No entendió lo que quiso decirle, al menos no al instante. Y la parte humana de Min quiso decirle la
verdad, pero no lo hizo, porque en el fondo sabía, que si se encontraban, uno de los dos moriría.
Las luces comenzaron a parpadear intermitentes causando el revuelo de todos, Jungkook alzó la
vista e intentó controlar su respiración. Tembló, parecía que iba a desmayarse.
Estaba muy lejos de saberlo, pero un par de kilómetros más allá del bosque Kim Taehyung, quien
alguna vez fue un chico idealista que lo único que quiso fue que susexperimentos no fracasaran, se
quedó de pie frente a su nueva creación.
—¿¡Torres del este!? —dijo Taehyung sin temor.
—¡Encendidas! —le respondió uno de los tantos asistentes que se habían convertido a sus órdenes.
—¿¡Hélices del Norte!?
—¡Todo listo! —dijo ahora Jimin, quién encendió todos los botones de los controles cuando
Taehyung se ajustó la máscara y respiró profundamente.
—El estabilizador... —murmuró apenas pensando en su casa, su familia y todo lo que estaba
dejando atrás.
—Está en sintonía, todo está preparado, Kim. —Fue un segundo que se sintió eterno en el que el
castaño suspiró antes de asentir cuando todos dentro de la bodega alzaron los interruptores para
encender el vórtice.
Con la mirada seria, y su respiración pausada, Kim Taehyung quiso pedir por protección al cielo;
pero había negado a Dios por años y sabía que, de existir, tampoco le agradaría mucho lo que estaba
por hacer.
—¡Señores! —exclamó—, así es como se siente hacer historia.
Todos los ayudantes abrieron la boca a la expectativa cuando la luz en el centro de la bodega
resplandeció en esa puerta metálica.
Ese momento, en el que el campo eléctrico se extendió por toda la ciudad y la concentración de este
empezó a intentar dividir la realidad, fue exactamente el mismo en donde todas las miradas se
clavaron en Jungkook y su corazón casi se detuvo.
Simultáneamente a cuando las luces del pueblo entero parpadearon enloquecidas y todos dentro de
la casa de los Kim vieron con horror cómo toda la estructura de la misma parecía temblar.
A Jeon Jungkook le faltó el aire cuando Kim Taehyung dio un paso al frente.
Aún faltaba un último impulso según los cálculos de Kim y este llegó, cuando Jungkook colapsó
frente a todos en la sala de la casa, dejando fluir una gran cantidad de energía brotó de él
repercutiendo en el estabilizador del techo.
Taehyung tragó saliva al ver que según el voltímetro se alcanzó el nivel exacto de energía para
atravesarlo.
Ellos no tenían futuro; pero no lo necesitaban cuando el presente les pertenecía.
Preguntarse por una eternidad cuando se cuenta con un solo día no tiene sentido. Pero es sublime,
porque ese "hoy", se convierte entonces en un "por siempre".
Como partículas entrelazadas. Ellos se amaban devotamente. Y para desgracia del universo, estaban
atados de una forma que nadie nunca entendería.
Hasta el final de los tiempos, o al menos, hasta que el por siempre se derrumbe.
Así que Taehyung no dudó más, y atravesó el umbral sin detenerse a pensar en las consecuencias.
Toda esa corriente atrajo algo que era casi imposible: un rayo en una nevada. Cuando la corriente se
disparó por todo el cableado eléctrico del Condado Mariposa, en donde los fusibles y casi cualquier
aparato conectado a la electricidad explotó echando chispas hasta dejar todo sumido en la completa
oscuridad.
Jeon Jungkook se quedó inconsciente ante la mirada de los otros que volvieron a ser racionales
cuando las líneas se separaron de nuevo y Kim Taehyung sintió tanto dolor que le sería imposible
describir a los ayudantes en la bodega que se cubrieron el rostro cuando el fuerte estallido resonó.
Todo su cuerpo sentía desprenderse cuando la luz se adhirió a él en partículas. Y tembló, porque no
sabía en dónde estaba, solamente buscaba seguir avanzando. Quiso gritar, quiso volver; pero ya era
tarde.
En su lugar, se dejó desvanecer por el espacio y el tiempo, en donde se encontró a sí mismo, en
contacto con sus intereses y sus anhelos. A diferencia de Jungkook, porque él sí comprendía lo que
había atravesado.
De pronto, su pecho golpeó el suelo frío y metálico; sintió inmenso dolor sumando a pequeñas
descargas en todo el cuerpo, además de que su traje estaba humeando.
Kim Taehyung se quedó en medio de la bodega vacía cuando creyó que había fracasado, quitándose
la máscara y gritando tan fuerte que la garganta le ardió.
Se puso de pie, y se arrastró por el dolor hacia la puerta; pero cuando se asomó a esta, le sorprendió
ver tan cerca la carretera cuando se suponía que debía haber un par de kilómetros de bosque antes
de lograr verla.
Volteó de nuevo hacia la bodega; vacía, estaba vacía.
Vacía.
Se quitó velozmente lo que quedaba del traje y observó las grandes marcas violáceas en sus brazos,
las cuales no sabía estaban también en su cuello.
Aún así, consternado y con un poco de sangre en la boca, salió corriendo de allí. No había hielo, fue
fácil avanzar hasta que llegó a la carretera y las risas de las personas jugando a la distancia le
tranquilizaron un poco.
La gente... la gente se estaba tomando fotografías y había celulares en las manos de cada persona a
su alrededor.
Buscó en sus bolsillos para intentar saber si lo que había traído consigo había atravesado la barrera,
cuando lo confirmó, se pasó las manos por el cabello y comenzó a reír escandalosamente.
Alzó la vista para encontrar algo que pudiera ayudarle a comprobar si había tenido éxito. Y al
caminar un poco se topó con un lugar de renta de autos usados donde él recordaba antes era bosque.
Corrió hacia los autos; eran tan raros y sofisticados que Taehyung iba a tener un ataque de nervios o
de emoción.
Saltó de la felicidad frente a estos, y el dueño del local salió al verlo.
—El Civic está en excelentes condiciones, muchacho —le dijo—, algo viejo, pero es confiable...
Taehyung no podía delatarse. —¿Qué modelo es? —preguntó con miedo de que su actitud llamara
la atención, como si sus golpes y su ropa extraña no lo hicieran lo suficiente.
—2003, ni siquiera parece que tiene tantos años, es toda una máquina.
No supo qué contestar haciendo cálculos, y sus ojos se llenaron mucho más de asombro cuando al
voltear por un instante vio un gran edificio, con letras doradas que era imposible de ignorar.
—Un hotel... —murmuró— un hotel que se ve a kilómetros de aquí. ¡Es el hotel! —gritó eufórico
—. ¡Es real! ¡Lo logré!
El hombre no se inmutó al verlo, pero definitivamente llamaría a la policía si resultaba ser otro
drogadicto. Pero al castaño no le importó la mirada extraña del otro.
Sí, Kim Taehyung logró manipular a su antojo el tiempo.
Respiró hondo y pensó que si sus cálculos eran correctos Jeon Jungkook debería estar en San
Francisco, a unas cuatro horas de allí.
Su bolsillo comenzó a vibrar; sacó el teléfono que lo acompañaba y lo besó al ver que aún
funcionaba. Además, ese mensaje de "sin conexión" había desaparecido.
Sonrió sin saber lo que encontraría. Y la voz en su cabeza dijo:
«Espérame, por favor, espérame.»
La cuenta regresiva se detuvo. Al menos por hoy.

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