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Carla Fumagalli

en ese gesto. (...) Ese gesto proviene de la cultura superior y está a


cargo del letrado, que disfraza y muda su voz en la ficción de la trans-
cripción, para proponer al débil y al subalterno una alianza contra el
enemigo común” (51). El dar la palabra, además, implica que el subal-
terno debe aceptar el proyecto del superior, y, paradójicamente, ahí
está su treta. Acepta su lugar de subordinación, y desde allí, combina
tácticas de sumisión con antagonismo y enfrentamiento. En el caso
de la Respuesta..., sor Juana dice que no sabe, pero sabe; no dice, pero
sabe; o dice lo contrario de lo que sabe. Este es el primer movimiento
de la serie, la separación entre el saber y el decir. El segundo es saber
sobre el no decir y se refiere a la cita de San Pablo, “las mujeres callen
en la Iglesia”. Lo que sor Juana hace, dice Ludmer, es darnos una cla-
se de crítica literaria, ya que señala que la verdad dogmática ignora
la circunstancia concreta sobre la que se funda la jerarquía entre se-
xos y ese es su saber sobre el silencio femenino.
Por último, Ludmer refuerza la idea de que la treta consiste en, des-
de el lugar asignado por la jerarquía (masculina, eclesiástica), cambiar
el sentido de ese lugar y lo que en él se puede hacer. Sor Juana admite
que las mujeres no puedan hablar en el púlpito y acepta el espacio pri-
vado para ellas, como un campo propio en el que el estudio y la ense-
ñanza estén permitidos y, desde allí, sí negar la división sexual. Esta
combinación entre acatamiento y desafío cambia la estructura y ha-
bilita el surgimiento de nuevos sujetos del saber. Lo cotidiano y lo pri-
vado en estos géneros “menores” se proponen como puntos de partida
y perspectivas de otros discursos y prácticas, y de este modo pueden
dejar de ser cotidianos y privados. Ese, dice la crítica argentina, es uno
de los resultados posibles de las tretas del débil.
En los estudios literarios latinoamericanos, el término acuñado
por Ludmer ha sido bibliografía fundamental para el estudio de la
Respuesta a sor Filotea específicamente, ya que provee un análisis só-
lido de las declaraciones del feminismo sorjuanino, más que como
metodología para leer otros “lugares comunes”. Sin embargo, tam-
bién es cierto que la categoría se impuso como herramienta meto-
dológica en numerosos artículos que analizan relaciones de poder,
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