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Los años posteriores la tasa de muertes por esta razón arrojó cifras alarmantes: En 1845 fue de
6.8% y en 1846 incrementó a 11.4%.
En contraste, en la segunda división de maternidad del mismo hospital, las tasas de mortandad por
la misma causa, fueron relativamente bajas: 2.3, 2.0 y 2.7%.
Se consideró que ciertos cambios atmosféricos fueron factores causantes de dicho mal en las
parturientas hospitalizadas, pero aún seguía sin explicarse por qué la primera división se vio más
afectada. Además, se agregó a la incógnita el hecho de que las mujeres que dieron a luz en la vía
pública, de camino al hospital, presentaron menor porcentaje de fiebre puerperal que las de la
primera división.
En el año de 1846, una comisión concluyó que la fiebre puerperal de estas mujeres era causada
por someter a las pacientes a examinaciones violentas, ya que los estudiantes de medicina y
adscritos a la primera división se entrenaban en la misma.
1. Aún cuando una examinación sea “violenta”, las lesiones causadas por el proceso natural
del parto, son más extensas e intensas que la propia examinación.
2. Las examinaciones que se realizaban en la primera división, eran exactamente las mismas
que en la segunda, sin que en ésta última se presentara fiebre puerperal.
3. La comisión emitió un informe en el que se redujo a la mitad el número de estudiantes y
se minimizó la examinación de las parturientas.
En el ámbito psicológico se intentó encontrar otro tipo de explicaciones, como el hecho de que la
presencia de un capellán del hospital, quien daba el último sacramento a las mujeres que estaban
agonizando, hacia un recorrido atravesando la primera división junto con un ayudante quién
sonaba una campana. Se explicó que esto era algo escalofriante para las parturientas y por ende
las debilitaba. Cabe resaltar que en la segunda división el capellán no atravesaba por la sala de
parturientas para dar el sacramento a las desahuciadas.
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Tras esta explicación se le pidió al sacerdote que usara otra ruta y que no sonara su campana, pero
aún con estos cambios, el porcentaje de mortandad no presentó modificaciones.
Una explicación más, basada en la posición de las pacientes donde las de la primera división yacían
de espaldas mientras que las de la segunda de manera lateral, demostró nuevamente que no se
trataba de esto, ya que al adaptar la postura de lado a la primera división la mortandad no
disminuyó.
En el año de 1847 Kolletschka, un médico que realizaba una autopsia, se hirió por accidente el
dedo con un bisturí, el cual pertenecía a uno de los estudiantes. Al poco tiempo, el Dr. Falleció,
presentando los mismos síntomas agonizantes que estaban reportados en las muertes por fiebre
puerperal.
Los instructores y los estudiantes examinaban a las pacientes después de haber estado trabajando
con cadáveres en la sala de autopsias, omitiendo el lavado profundo de manos, transportando así
el material contaminado.
Para confirmar la hipótesis, destruir los residuos de la materia cadavérica debería reducir las
muertes por fiebre puerperal. Se le indicó al personal lavarse las manos y desinfectarlas antes de
examinar a las pacientes. Lo anterior redijo considerablemente la mortalidad por esta causa, tanto
que en el año de 1848 se redujo al 1.27% en la primera división y a 1.33% en la segunda.
La mayoría de mujeres que daban a luz en la vía pública no eran examinadas previamente, por lo
que era menos probable que contrajeran fiebre puerperal.
REFERENCIA:
Gómez-Romero, J. (1983). El método experimental. México: Harla, Harper & Row Latinoamericana.
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