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La falta de seguridad ciudadana ha pasado a ser en los últimos tiempos uno de los
temas centrales de preocupación de los ciudadanos y, por tanto, una de las
cuestiones a resolver por los responsables políticos de este siglo. Kris Bonner
dice:
Por ello podemos precisar como muy acertadas las palabras de Albert Buitenhuis,
quien afirma:
Por ello, las personas tenemos la necesidad de buscar seguridad en cuanto que
somos extremadamente vulnerables, es decir, muy susceptibles de ser heridos
física o moralmente. Esta realidad indiscutible y el hecho que siempre haya sido
así y que siempre lo será, explica por si misma el por que de la seguridad. Los
responsables de satisfacer esta necesidad objetiva de seguridad somos las
mismas personas y la comunidad en que estamos inmersos.
En este sentido, son las diferentes comunidades políticas quienes desarrollan,
legítima y consecuentemente, las políticas de seguridad.
Las amenazas y peligros sobre las personas – las fuentes de inseguridad – son
diversas; a veces comunes a todo individuo o comunidad, a veces particulares
sobre determinados lugares o colectivos. Estos peligros pueden ser fenómenos
aislados geográficamente o rebasar las fronteras políticas establecidas y alcanzar
una dimensión internacional. También depende del contexto histórico en el que
nos encontremos.
En este sentido, ya que la seguridad es un pre requisito básico para que las
personas puedan satisfacer sus necesidades básicas y desarrollar sus
potencialidades como seres humanos se ha constituido como un Derecho Humano
exigible; como tal obliga éticamente a las personas a ofrecer seguridad sobre los
demás. En cuanto al Derecho Humano es irremediablemente, también una
obligación humana.
SEGURIDAD CIUDADANA
Pese a que son muchas las voces que se alzan en ese sentido, muchos
responsables en materia de seguridad siguen aplicando ópticas de corto plazo y
políticas reactivas. En el proyecto de manual del Congreso de los poderes locales
y regionales de Europa, organizado por el Consejo de Europa, en sus puntos 3,b)
y 3.c) indica lo siguiente:
Adoptar una aproximación más estratégica y holística,
sorteando la sectorización en materia de la lucha contra la
inseguridad urbana;
Sin embargo, por otra parte, todos los especialistas en seguridad coinciden en
este aspecto. Francisco Carrer, por ejemplo, postula:
Por lo tanto, ante un problema complejo hace falta descartar soluciones simplistas,
del estilo de la tolerancia cero impulsada por el alcalde Guiliani para convertir a
Nueva York en una ciudad segura, solución reactiva exclusivamente de cariz
policial y penal, no social y proactiva.
El problema radica, por otro lado, en que el ciudadano común, razonando con los
elementos a su alcance, delante del incremento de la sensación de inseguridad,
inequívocamente pide, en primer lugar, más presos y más penas y, en segundo
lugar, más policías. Los responsables de las administraciones habrán de hacer
todo lo posible para no caer en esta simplificación y poder actuar sobre las causas
de la sensación térmica de seguridad.
Si, por el contrario, se opta por una solución del tipo de tolerancia cero o de mano
dura, se estará actuando, solamente, sobre dos vectores del sistema.
• En primer lugar sobre el sistema penal, pero, hemos de saber que se trata
de una actuación, en gran parte, estéril, puesto que el sistema penal, de
media, únicamente acaba sentenciando a prisión entre un 1 % y un 5 % de
los delitos cometidos.
Analizando las dos definiciones, encontraremos que se hace una opción (muy
notable, si tenemos en cuenta que nos encontramos en plena época de
globalización, liberalización y desregulación) para relacionar seguridad ciudadana
y Estado del Bienestar.
En este mismo sentido, ante la retirada del Estado del bienestar, como que al
Estado no se le puede pedir hoy seguridad social, en su defecto, se le pide
penalización.
Todos sabemos que desde los inicios de la aparición del hombre sobre la faz de la
tierra ya buscaba el grupo, la reunión, para poder preservarse de los elementos
naturales, de las fieras, aún en las cavernas, en los clanes ya buscaba la
seguridad como medio fundamental para su supervivencia. De esta manera ya se
fueron visualizando las primeras bases de los liderazgos, ya empezaba a nacer el
sentido del orden, de reconocimiento y de la convivencia integral. Empezábamos a
notar como humanos en ese tiempo que la seguridad era sinónimo de
organización, de responsabilidad, de solidaridad, que generalmente los grupos
humanos fuimos desarrollando.
Este marco especial dentro del que se desarrollan las actividades comunitarias,
obviamente, permitirá y permite crecer y desarrollarse a las ciudades, que los
ciudadanos pueden invertir y obtener sus logros, que puedan planificar su trabajo,
puedan alcanzar metas. Este conjunto de acciones en un marco de tranquilidad
que podrá trascender en el desarrollo, requiere de la participación de la ciudadanía
en su conjunto.
Para ello debemos de construir cada uno con su acto, su vocación, su calidad de
persona, a no generar ambientes de intranquilidad. En este aspecto, cada día
nosotros somos concientes de que debemos respetar normas, respetar leyes y
también exigir se respeten nuestros derechos cumpliendo nuestras obligaciones.
Muchas veces las inseguridades las vamos generando nosotros mismos con
nuestras conductas y negligencias, por desatinos, falta de consideración y
aceptación mutua a la interrelación personal por algunas imponderaciones propias
de la personalidad del hombre. Por eso es que es imprescindible cambiar,
debemos de romper marcos para poder ingresar a este tema tan nuevo e
importante como lo es la seguridad ciudadana.
Nosotros como pueblo y familia debemos hacer cada cierto tiempo una reflexión
en pareja y analizar de veras si nuestras acciones como padres de familia están
orientadas adecuadamente a educar a nuestros hijos, cómo debe de ser,
signándole los valores esenciales, acciones de responsabilidad, de fuerza de
voluntad, de persistencia para alcanzar sus objetivos, que vean en el padre o la
madre la imagen objetiva a seguir y a superar. Eso se está descuidando en todos
los niveles, alto, medio, bajo, porque egoístamente también nos centramos al
esfuerzo de sostener la economía del hogar y descuidamos un tanto lo más
importante, la familia, la crianza y desarrollo de nuestros hijos.
Este artículo, tiene que ser interpretado sistemáticamente y puesto en relación con
el 4 de la misma Declaración:
Seguridad Comunitaria
DERECHOS HUMANOS
Que actualmente vivamos una seria crisis de las instituciones que administran la
justicia, lo que no debe llevarnos a olvidar que la seguridad ciudadana es un
derecho de los ciudadanos cuya satisfacción corresponde al ámbito del poder
ejecutivo a través del servicio público de la policía y que se debe evitar buscar,
como actualmente se pugna, que las policías preventivas realicen tareas de
investigación de delitos, desvaneciendo la imprescindible distinción entre
seguridad pública y justicia penal.
Por supuesto que estos puntos apenas esbozados son parte de un debate que se
desarrolla en muchas ciudades y países del mundo y de América Latina. La
seguridad ciudadana es uno de los temas más saltantes en las democracias y por
supuesto que también lo es para nuestro continente.
Estas garantías, que nos han legado nuestros legisladores, tienen por objeto evitar
arbitrariedades de las autoridades por exceso o defecto en la aplicación de la ley.
Nos dan la seguridad (jurídica) de que las autoridades sólo podrán proceder en
nuestra contra si se ajustan a los supuestos y procedimientos establecidos en la
propia Constitución, y nos garantizan el derecho a la justicia en caso de ser
víctimas de un delito; con ello se evitan hechos tan penosos de justicia por mano
propia.
Las causas de la inseguridad que viven nuestros países son diversas: corrupción,
impunidad, violencia, desconfianza en las autoridades, entre muchas más.
Sin embargo, algunos se han empeñado en señalar que quienes se dedican a "la
protección y defensa de los derechos humanos" la han ocasionado y que, además,
¡no les permiten combatirla! Esto es falso. Para muchos servidores públicos este
argumento les sirve como pretexto para seguir ocultando su ineficiencia y, en
ocasiones, sus complicidades.
Esto genera violencia. Al no ver satisfecho ese derecho, dejamos en la víctima del
delito un deseo de "justicia" muchas veces traducida en venganza, que se cobrará
tal vez por su propia mano. Esta situación genera gran desconfianza en las
instituciones de administración de justicia. Menos ciudadanos acudirán a ellas a
denunciar, mientras que los delincuentes seguirán haciendo de las suyas a la
sombra de la impunidad.
• Interés del Estado y la sociedad para que la formación del policía se oriente
hacia el respeto al orden legal y de los derechos humanos de los
ciudadanos.
• Evaluación del trabajo policial no sólo por sus resultados, sino por los
medios empleados. Esta apreciación será permanente, y en ella no sólo
habrá de intervenir el Estado, sino también la sociedad, que debe
convertirse en un actor coadyuvante de las distintas etapas que implica una
estrategia de seguridad pública. Los mecanismos e instrumentos de la
actuación policial deben regularse según el criterio "mayor eficacia-menor
costo para las personas en el ejercicio de sus derechos". En este sentido,
su actuación debería estar sustentada en el criterio: "Prevención en la
medida de lo posible y represión en la medida de lo estrictamente
necesario".
Para que la lucha contra la delincuencia sea eficaz, las acciones deben ser
legítimas, esto es, respetar la Constitución y con ello los derechos humanos, no
sólo por el bien de la legalidad, sino por el de la sociedad, para que recupere ese
espacio tan natural que le ha sido arrebatado: la calle.
Esta claro que los Estados son entidades responsables por la seguridad de los
ciudadanos, pero la historia reciente ha demostrado que la producción de
seguridad puede tomar como horizonte ciertas claves excluyentes e incluso
siniestras, o puede reposar en políticas que con los ojos abiertos a una realidad
compleja e interconectada, respondan con una perspectiva de derechos humanos
a través de instituciones profesionales y competentes ante los patrones violentos y
de criminalidad que surcan a una sociedad.