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Véase también
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
El cacao era valioso por ser empleado en rituales religiosos, en rituales maritales,
como medicina (solo o mezclado con otras plantas), así como alimento nutritivo. La
creencia generalizada de ser «un regalo de los dioses» le confería cierto atractivo en las
sociedades prehispánicas como símbolo de un bien precioso. Su empleo como moneda
consistía fundamentalmente en el pago de impuestos a los poderosos.
La época de su descubrimiento[editar]
La popularidad de la bebida era tal entre las mujeres de los nobles que, no contentándose
con tomar el chocolate varias veces al día, solicitaron llevarlo a la iglesia. Este capricho
disgustó a los obispos, lo que provocó que en 1681 se publicase una circular del nuncio
apostólico prohibiendo el consumo de chocolate en las iglesias durante los largos
sermones.34 Las chocolatadas, celebradas al finalizar los oficios religiosos, se hicieron
muy populares.
En 1690 y con motivo de la visita del obispo Fernández de Santa Cruz y Sahagún al
Convento de Santa Rosa de Puebla, la encargada de elaborar las viandas del banquete,
Sor Andrea, introdujo por error en el metate unas almendras de cacao al preparar la salsa
del pavo (guajolote); a pesar de todo, sirvió el plato. La sorpresa de los invitados por los
sabores de esta nueva preparación dio lugar al mole poblano.
La Edad de Oro del chocolate[editar]
De la Mata añade agua de azahar y vainilla. El uso de aditamentos aromáticos era una
constante en el chocolate español hasta el siglo XIX (que Ángel Muro denominara
«chocolates coquetones»).7 Con la llegada al trono español de la Casa de los Borbones,
los reyes se sintieron muy atraídos por esta nueva bebida, siendo el desayuno preferido
de Felipe V y Carlos III.42 De esta forma, el chocolate era en 1730 uno de los más
preciados regalos que podía hacer la realeza. Era servido de la misma forma en
las posesiones ultramarinas españolas, generalmente incluyendo canela entre su
composición.7 Carlos III y la Corte solían enviar chocolate como regalo a diferentes casas
de Europa, así como al papa. El chocolate que se servía en esta época en España era de
calidad homogénea e independiente de la clase social que lo tomara; lo que diferenciaba
las clases sociales era la jícara sobre la que era servida: el clero, en jícaras de plata o de
«porcelana de mérito», las familias distinguidas en otras jícaras decoradas especialmente,
el pueblo llano en simples jícaras de barro. La condesa de Aulnoy describió en sus obras
literarias las costumbres aristocráticas españolas de servir el chocolate.
El siglo XVIII: la industrialización del chocolate[editar]
no lo inventaron en un convento.
disputan si Chuchumecas.
Fue durante el siglo XIX cuando el chocolate bebido caliente alcanzó la condición de
símbolo nacional, marcado con trazos identitarios. Ángel Muro, gastrónomo español de
finales de ese siglo, consideraba al chocolate bebido como uno de los símbolos de
España junto con los toros.7 De la habilidad para hacerlo y de la disponibilidad del
chocolate en las ventas españolas también da cuenta Mrs. Wm. Pitt Byrne.59
A finales del siglo XX se empieza a emplear el chocolate como ingrediente en diferentes
recetas culinarias, debido a los intensos contactos con las otras cocinas de ultramar,
como la cocina mexicana. Algunas de las cocinas españolas incorporaron el chocolate en
sus ingredientes, y fue la catalana una de las que con mayor aceptación dio cabida a los
productos del cacao entre sus ingredientes.60 Aparece en recetas españolas de
preparación de perdices (en la cocina navarra).61 Algunas recetas empezaban a incluir el
chocolate como ingrediente, como el «rebozuelo bañado en chocolate», la «langosta y
pollo a la catalana», las «perdices estofadas al chocolate», el «conejo al chocolate», el
«magret de pato al chocolate», el «mero al chocolate» o la «lamprea con chocolate»,
entre otras. En la cocina americana se empleaba el cacao en la elaboración
del guajolote (pavo de indias), en una preparación culinaria denominada mole.14 La
introducción del pollo por parte de los conquistadores en Mesoamérica hizo que la mezcla
de pollo y chocolate fuese un sustituto habitual que, poco a poco, se extendió a otras
cocinas, como la cubana.62
Pasión eclesiástica por el chocolate[editar]
Portada de Cuestión moral: si el chocolate quebranta el ayuno eclesiástico, Madrid, 1636.
La pasión eclesiástica española por el cacao ya se muestra desde los primeros albores
del siglo XVI a ambos lados del Atlántico.3463 Las primeras fórmulas de elaboración fueron
llevadas a la península ibérica ya desde sus orígenes. La fama de los mejores chocolates
se la llevó la orden cisterciense, que tras la reforma de la Trapa, elaboró la que sería la
primera fábrica de chocolate en estancias del Monasterio de Poblet, en la actualidad,
denominada «la chocolatería». Fue costumbre de los eclesiásticos regalar chocolate a
sus benefactores y de ello da cuenta en sus Avisos en 1892 Jerónimo de Barrionuevo.
Esta afición se mantiene hasta el siglo XIX, momento en que la literatura costumbrista se
encarga de ofrecer la imagen de eclesiásticos tomando meriendas de chocolate en su
jícara. Esta idea se traslada similarmente a diferentes países de Europa. Solo rechazó su
consumo la Compañía de Jesús, durante la época de Muzio Vitelleschi, por considerarlo
un atentado a la pobreza y a la mortificación.64 Desde los comienzos, la costumbre
eclesiástica era consumir chocolate durante el desayuno. Desde 1662, los eclesiásticos,
por preferencia generalizada, se hacían servir el chocolate elaborado con agua caliente
durante el desayuno, antes de la eucaristía.
El chocolate eclesiástico se tomaba con la ausencia de cualquier tipo de producto lácteo,
con la intención de respetar el ayuno; es por esta razón que el cacao se mezclaba con
agua caliente, y se procuraba servirlo justo después de la celebración de la misa. De este
acto hay varias evidencias literarias a lo largo del siglo XIX.65 De todas formas, ya en el
siglo XVII había un debate entre casuistas, teólogos y catedráticos acerca de si el
chocolate quebranta o no el ayuno cristiano.63 Esta discusión dividió a la sociedad
cristiana entre los que renegaban del chocolate como ayuno, y aquellos que afirmaban
que sí lo era, escribiéndose muchos tratados a favor y en contra. Los que afirmaban que
era una violación del ayuno se fundamentaban en que todos los alimentos que poseían
una «condición nutritiva» violaban el ayuno, lo que incluía al chocolate. Antonio de León
Pinelo escribe en 1636 la obra Qvestion moral: si el Chocolate quebranta el ayuno
Eclesiastico, que publica en Madrid, donde determina que el asunto debe centrarse en
el estado «sólido o líquido» del chocolate.66 Si las pesquisas determinaran que el
chocolate es un «alimento sólido» entonces se debe entender que viola el ayuno y no
debería ser tomado durante los periodos de ayuno y abstinencia.
La cuestión del chocolate tuvo una fuerte polémica.67 El cardenal François Marie
Brancaccio se declaró también partidario del chocolate en su sentencia de 1662,
expresada con la frase latina Liquidum non frangit jejunum (en latín ‘El líquido no infringe
el ayuno’).68 Es decir, la Iglesia católica admitía su consumo sin violación del ayuno,
siempre que no se le añadiera leche o huevos. El papa Paulo V se hizo servir la bebida
diciendo esa famosa frase, aunque algo mutada: Hoc non frangit jejunum (en latín ‘Esto
no infringe el ayuno’). En el mismo sentido se pronunció el papa Gregorio XV.
La modernidad[editar]
Bibliografía[editar]
Escayol, Martí y Maria Antònia, (2004), El plaer de la xocolata. La Història i la cultura
de la xocolata a Catalunya, Editorial Cossetània, Valls.
Montal Montesa, Rafael (1999), El chocolate «Las semillas de oro», Gobierno de
Aragón.
Sahagún, Bernardino de (1585), Historia general de las cosas de la Nueva España.
Enlaces externos[editar]
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Chocolate en
España.
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Historia de la gastronomía de España
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Historia del chocolate
Industria chocolatera en España
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