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Posteriormente Sánchez Valverde reafirma que los criollos, en otras palabras los
españoles nacidos en la parte española de la isla, superaban con creces a los negros,
a los cuales se refiere como africanos.
Unos años después, el francés y natural de Martinica Moreau de Saint-Mery, quien
se familiarizó bastante con el Santo Domingo español en una larga visita que hizo a
finales del siglo XVIII, en su obra A Topographical and Political Description of the
Spanish Part of Santo Domingo (Una descripción topográfica y política de la parte
española de Santo Domingo), la versión traducida al inglés fue publicada en 1798,
presenta el cuadro demográfico de esta manera.
Es por ello que se puede estimar que para la época los blancos constituían
aproximadamente el 70% de la población dominicana, la gente libre de color (en su
mayoría mulatos) consistían el 19% y los esclavos (en su mayoría negros) el 11%
restante.
Moreau de Saint-Mery resalta el trato que se les daba a los esclavos en el Santo
Domingo español
Moreau de Saint-Mery presenta con lujos de detalles el trato que se les daba a los
esclavos españoles de Santo Domingo. Resaltamos estos aspectos por dos razones
principales:
Saint-Mery era un francés y en esa época la rivalidad entre los españoles y los
franceses hacía que con frecuencia los segundos se burlaran y presentaran una
imagen desfavorable de los primeros.
La forma tan detallada que Saint-Mery describe las cosas elimina cualquier duda
sobre el trato que los españoles les daban a sus esclavos era humanístico y no que
parecía humanístico en comparación con el trato que recibían los esclavos en las
colonias de otras naciones.
Tiene un énfasis en hacer útiles a los esclavos sin poner de lado el respeto que
dicta los principios de la religión y reconociendo siempre la humanidad ante todo.
Reconoce a los esclavos no como propiedad absoluta, sino como seres humanos.
Reconoce que los esclavos, como seres humanos, tenían almas; y por ello dicta
que debían ser instruidos en los principios de la religión católica para prepararlos
para el bautizo.
Se prohibía que los esclavos trabajasen en los días feriados, ni siquiera para su
propio provecho. Los dueños estaban obligados a dejar que los esclavos festejasen
en los días feriados como les plazca, tan solo velando para que no se excedieran en
el consumo de alcohol.
Tenían que proporcionarles viviendas dignas a los esclavos, separando a los sexos
solteros, con camas cómodas y una habitación por esclavo o en su defecto no
asignar más de dos por habitación. Los esclavos enfermos debían tener habitación
propia y el dueño estaba obligado en asistirlo en sus necesidades hasta que se
sanara. Si requería hospitalización, el dueño debía llevarle su alimentación; y si
fallecía tenía que costear el entierro.
Los sacerdotes, jueces especiales y demás personas designadas por ley debían ir a
las haciendas y revisar a los esclavos para evidencia de maltrato o inducirlos para
que los esclavos mismos contaran cualquier caso de abuso cometido por sus
dueños. Si se comprobaba algún abuso, el dueño sería sometido a la justicia.
Los dueños que no cumplían con las instrucciones establecidas, la primera vez
debía multarse cien pesos, la segunda vez trescientos pesos y la tercera vez
seiscientos pesos. Es oportuno aclarar que cien pesos de finales del siglo XVIII
equivaldría a decenas de miles de pesos al día de hoy.
Los dueños que se excedían en los castigos a los esclavos eran enjuiciados como
criminales, se le confiscaba al esclavo y, en el caso que el esclavo quedara
invalidado para trabajar, debía otorgarle la manutención y la vestimenta por el
resto de la vida del esclavo.
Cada año los dueños tenían que suministrar a las autoridades una lista firmada y
jurada de sus esclavos. Cualquier esclavo que no apareciera en una lista posterior,
su ausencia debía ser explicada con evidencias. Si el dueño no lo hacía o se
sospechaba que el esclavo sufrió una muerte violenta, el dueño sería enjuiciado
por el crimen.
Instrucción para los dueños de esclavos etc en su estado original y completo
El buen trato hizo que los esclavos defendieran a sus dueños españoles en la
invasión de Dessalines en 1805
No es sorpresa pues, que en la invasión con intenciones genocidas que hizo el
haitiano Jean Jacques Dessalines en 1805 los mismos esclavos españoles lo
enfrentaron y defendieron a sus dueños de los atropellos. Tal queda demostrado en
muchos relatos, incluyendo este que en 1871 aparece en el libro del estadounidense
Samuel Hazard Santo Domingo Past and Present with a Glance at Haiti (Santo
Domingo en el pasado y el presente con un vistazo a Haití).
Dicta que cualquier negro que llegue a tierra dominicana en condición de esclavo
recibe su libertad tan pronto pisa el territorio nacional.
Amenaza con castigar con pena de muerte a cualquier dominicano, sin importar
rango social, que se dedique a la venta de esclavos. Al no precisar si esto se
limitaba al territorio dominicano, es de entenderse que a los dominicanos se les
prohibía lidiar con eso en cualquier parte del mundo y aún si era para beneficio de
otras naciones.
Pedro Santana promulga este decreto, además de otros firmantes que aparecen al
pie del mismo como los señores Bobadilla, Delorbe, Félix Mercenario entre otros.
Sobre el autor de la publicación
Carlos Manuel Diloné