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Este libro fue evaluado por pares académicos entre octubre de 2020 y enero de 2021 a solicitud del Consejo
Editorial del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
entidad que resguarda los dictámenes correspondientes.
ISBN: 978-607-542-187-2
Queda prohibida la reproducción parcial o total del contenido de la presente obra, sin contar previamente con
la autorización expresa y por escrito del titular, en términos de la Ley Federal de Derechos de Autor, y en su
caso, de los tratados internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición, se hará acreedora a las
sanciones legales correspondientes.
Introducción 11
PRIMERA PARTE
Tiempo y espacio en las aulas de historia
SEGUNDA PARTE
Experiencias con adolescentes y adultos
TERCERA PARTE
Intermedio para pensar-cuestionar la didáctica
CUARTA PARTE
El poder de lo cuantitativo y de la tecnología
8
QUINTA PARTE
Dos experiencias en la Universidad Michoacana
9
¿A QUÉ HUELE LA HISTORIA? PROPUESTA PARA ENSEÑAR OTRAS
NOCIONES DE TIEMPO Y ESPACIO
INTRODUCCIÓN
En este ensayo discutimos las nociones de tiempo y espacio que se enseñan en los
currículos académicos de preparatoria en México, pues consideramos que la
forma como son abordados impiden la generación de una narración en los
estudiantes; esto se presenta indistintamente, pues, aunque los planes de estudio
son variados entre cada subsistema que oferta la educación media superior en el
país, los problemas sobre estas nociones en los currículos son similares. En
consecuencia, volveremos sobre las discusiones de tiempo y espacio, obviando
la crítica a los programas de clase para centrarnos en la forma en que las
asimilamos y en cómo su reapropiación ayudará al estudiante a la hora de
construir una narrativa histórica.
Para remediar el problema de la pérdida de las narraciones y significaciones
de los estudiantes en la asignatura de Historia, nos acercarnos a la discusión
sobre la naturaleza de esta disciplina que es eminentemente narrativa, que
pretendemos reivindicar a partir de la revalidación de sus construcciones
simbólicas guiadas a través de sus experiencias sensitivas, donde el cuerpo será
rescatado como un medio capaz de generar conocimiento; y entre los sentidos
del cuerpo, nos enfocaremos en el sentido del olfato, como tejedor de memoria e
identidades.
Llegados a este punto, nos formulamos dos preguntas para iniciar la
discusión: ¿tiene aroma el tiempo? ¿tiene olor el espacio? Nuestra hipótesis es
que a partir de la demora en la percepción del tiempo podemos reencontrar los
olores perdidos, y fortalecer así el proceso de significación en los estudiantes. El
aporte de este ensayo se construye sobre la posibilidad de acercarnos a estos
interrogantes, finalizando con una propuesta didáctica que pueda ser aplicada
en el aula, que considere las experiencias previas de los estudiantes, representadas
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PRIMERO, EL OLFATO
El olfato fue el sentido que primero se desarrolló entre los organismos vivos
hace 3,500 millones de años, cuando en las primeras células apareció la capacidad
de interactuar químicamente con su entorno y de recibir estímulos de él.1 Por el
contrario, la vista fue el último en desarrollarse, hará unos 565 millones de años.
Las interpretaciones sobre la transición de ser organismos olfativos-sensitivos
hacia seres visuales siguen siendo motivo de debate, pues pese a que la vista
aparece hace menos tiempo, no quiere decir que haya evolucionado de forma
diferenciada del olfato. La hipótesis más aceptada hasta el día de hoy para explicar
la preponderancia de la sensibilidad visual es de corte evolucionista, según la
cual, al convertirnos en seres bípedos y despegar nuestro rostro del suelo, el
olfato comenzó paulatinamente a perder la preponderancia que tiene en otros
animales.2
La vista, en los animales de dos pies que se orientan viendo hacia el horizonte,
ha ido ganando importancia frente a los otros sentidos, llegando a modelar
gradualmente el cerebro para emplear un gran porcentaje de él en procesar
imágenes. No obstante, las estructuras neuronales que conectan los recuerdos a
sensaciones olfativas siguen estando allí presentes, cumpliendo importantes
labores relacionadas con la memoria. Pese a esta relevancia, ha sido relegada la
capacidad del sentido del olfato de comunicar y construir significados desde la
irrupción de la modernidad.3
1
MIRET, “El olfato y sus receptores”, p. 452.
2
Una amplia discusión sobre el tema ha sido desarrollada en: SYNNOTT, “Sociología del olor”, pp. 435-436.
3
A lo largo del documento haremos referencia a la modernidad como al sistema de relaciones económicas,
sociales y culturales y la hegemonía que esta ha venido imponiendo gradualmente desde la irrupción del
capitalismo industrial.
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¿A QUÉ HUELE LA HISTORIA?
4
VIBERG, “The verbs of perception: a typological study”, p. 147.
5
SAN ROQUE et al., “Vision verbs dominate in conversation across cultures”, p. 21.
6
VIBERG, “The verbs of perception: a typological study”, p. 159.
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no solo más importante, sino como el único a través del cual se puede aprehender
el espacio que nos rodea, generando una tendencia que desde la modernidad se
ha hecho con la hegemonía sensitiva. Se han relegado las experiencias de los
demás sentidos a lugares secundarios, casi prescindibles.
Las razones para esta situación son variadas, pero la explicación por la que
nosotros apostamos se centra en esclarecer que desde la modernidad se ha
construido un universo hipervisual; en él, las imágenes son consumidas masiva
y rápidamente por la sociedad, creando de esta forma un mundo en el que la
vista ha hegemonizado nuestra forma de relacionarnos, pues para poder
enriquecer una experiencia cada vez más visual (que carece del apoyo de los
otros sentidos) necesitamos más imágenes. No solamente adquirimos poca o
nula experiencia de este hiperconsumo, sino que necesitamos reanudarlo
consumiendo más y más imágenes.
El consumo excesivo de imágenes se ha convertido en una característica de
la modernidad. Walter Benjamin ya nos había advertido sobre ello al señalar
que la reproducción incesante de imágenes hacía que éstas carecieran de aura,8
de experiencia. En nuestro tiempo, el medio predilecto para su consumo son las
plataformas digitales que por su naturaleza son inconexas entre sí, y que, por
presentársenos de forma fragmentada, son incapaces de generar una narración,
de contar una historia y construir significado; por lo anterior, expresan un
síntoma de una modernidad desbocada, generando en quien las consume un
exceso de estimulación. En dicha actitud se esconde detrás un problema derivado
de nuestra relación con el tiempo; es una consecuencia de falta de sincronía,
entre nosotros como sociedad, con el presente.9
Las imágenes que son diseñadas para su visualización inmediata y desecho
automático crean una sensación de vértigo en quien las consume, pues su sucesión
infinita a un ritmo cada vez más rápido no da permiso a que estas se unan en una
posibilidad de significación, de creación de una narración, de ser un relato que
acompañe y dote de sentido al presente. Para Byung-Chul Han, las imágenes que
consumimos masivamente carecen de la capacidad de significar algo, pues no
nos hablan a nosotros por estar diseñadas para un consumidor genérico; no
pueden trascender. Señala Han que “las actuales imágenes digitales carecen de
8
BENJAMIN, “La obra de arte”, p. 22.
9
HAN, El aroma del tiempo, p. 9.
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Sabíamos muy bien lo que era la experiencia: los mayores se la habían pasado siempre
a los más jóvenes. En términos breves, con la autoridad de la edad, en proverbios;
prolijamente, con locuacidad, en historias; a veces como una narración de países
extraños, junto a la chimenea, ante hijos y nietos. ¿Pero dónde ha quedado todo eso?
¿Quién encuentra hoy gentes capaces de narrar como es debido? ¿Acaso dicen hoy los
moribundos palabras perdurables que se transmiten como un anillo de generación a
generación? ¿A quién le sirve hoy de ayuda un proverbio? ¿Quién intentará habérselas
con la juventud apoyándose en la experiencia?11
10
HAN, Por favor, cierra los ojos, p. 8.
11
BENJAMIN, “Experiencia y pobreza”, p. 167.
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12
Los espacios de transición o “no lugares son tanto las instalaciones necesarias para la circulación acelerada
de personas y bienes (vías rápidas, empalmes de rutas, aeropuertos) como los medios de transporte mismos o
los grandes centros comerciales, o también los campos de tránsito prolongado donde se estacionan los refugiados
del planeta”. AUGÉ, Los “no lugares”: espacios del anonimato, p. 41.
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13
HAN, El aroma del tiempo, p. 8.
14
LYOTARD, La posmodernidad, pp. 37-38.
15
Una discusión en más detalle sobre el problema de la incapacidad de hallarse políticamente con los otros,
como expresión del fin de la historia, la presentamos en: DÍAZ GUEVARA, La historia de los descalzos, pp. 110-138.
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¿A QUÉ HUELE LA HISTORIA?
Aquí aparece la tesis del fin de la historia, sostenida por autores como
Francis Fukuyama, que se presenta cuando ésta pierde el objetivo narrativo que
daba significado a sociedades enteras, dejándolas en el vacío significativo pues al
carecer de relatos son incapaces de hallarse comunitariamente, lo que ha
significado que experimenten un constante proceso de atomización donde los
sujetos que se vinculaban a la narración de la historia son reemplazados por
individuos aislados; y donde en lugar de las acciones colectivas capaces de generar
acontecimientos, estas son reemplazadas por individualidades que no pueden
crear sucesos.16 Esos hechos aislados carentes de sentido, de narrativa significante,
Han los trata como “informaciones” y vivencias, que carecen del tiempo y sentido
de la verdad presente en el sujeto de la experiencia, capaz de crear tiempo presente
a partir de la narrativa.17
La dificultad que aquí se nos presenta viene ligada con cierta concepción de la
Historia, en la que pasamos de una enseñanza centrada mayoritariamente en la
explicación del pasado como un proceso lineal,18 a la construcción de una historia
atomizada.19 En México, la enseñanza de la Historia que inicia en los cursos de
primaria, continúa en la secundaria y se extiende hasta la media superior, presenta
a los estudiantes una historia quebrantada bajo la presencia de una serie de
acontecimientos inconexos, atomizados, lleno de informaciones incapaces de
trascender y volverse experiencia.
Esta fragmentación, a nuestro parecer, implica dos problemas
fundamentales. Primero, porque imposibilita una forma de pensamiento capaz
de expresar, en términos de la dialéctica hegeliana, la contradicción como
posibilidad de movilidad, cambio y transformación; por el contrario, deviene en
una línea continua ascendente llamada progreso, que impide que el presente
exista y en su lugar sólo presenta informaciones. El segundo problema es que
16
Con esto proponemos una diferenciación de la lectura de Fukuyama, quien veía en la consolidación del
imperio americano la última fase de la dialéctica hegeliana, la síntesis final.
17
HAN, El aroma del tiempo, p. 10.
18
PAGÈS y SANTISTEBAN, “La enseñanza y el aprendizaje del tiempo histórico”, p. 286.
19
Si una línea es una sucesión continua de puntos, el incremento de la velocidad con la que esta se traza hace
que ya no sean puntos continuos sino discontinuos, atomizados.
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¿A QUÉ HUELE LA HISTORIA?
a los estudiantes que cursaban la asignatura de literatura, nos apoyamos en su saber previo para articular un
sentido narrativo que pudiera vincular los contenidos de la materia. Esta actividad puede ser consultada en:
DÍAZ GUEVARA, “Señor Rulfo, yo tengo una historia que contar”, pp. 232-239.
23
DOSIL, “La función del sujeto”, p. 291.
261
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24
DOSIL, “La función del sujeto”, p. 284.
262
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25
Zermeño señala que la modernización del oficio de la historia en México inició una profesionalización en
la segunda mitad del siglo XX, que pasó porque autores como Cosío Villegas o Enrique Florescano propusieran
temporalidades y hechos universales para el análisis de la historia nacional que serían tomados como referencia
por todos los historiadores del país. Asimismo menciona que para Enrique Krauze la verdadera
profesionalización se dio con la aparición de investigadores que lograban desligarse de sus subjetividades
políticas y “que no buscaban en el pasado enseñanzas para el presente”. ZERMEÑO, La cultura moderna, pp. 210- 213.
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educar para el trabajo. Para lograr este objetivo, los antiguos currículos
académicos y las técnicas pedagógicas de la “educación bancaria” son obsoletas
de cara a la sociedad de mercado, por lo que es mejor apostar, según las
investigadoras, por “modelos didácticos alternativos o integradores” que buscan
motivar la independencia del estudiante y el aprovechamiento de su capacidad
creativa,26 donde luego puede ser fácilmente reconvertida en función del mercado
laboral, así una y otra vez. En este punto se da una especie de metamorfosis, donde
el sujeto al volverse parte del mercado deviene en mercancía, intercambiable y
ajustable según la oferta y demanda, lo que lleva a que su subjetividad sea
reemplazada por la de un individuo de consumo.
La educación para el trabajo es otra cara más de la aceleración, y los modelos
didácticos propuestos desde estas propuestas educativas “alternativas” sólo
terminarían de enfocar al estudiante hacia un modelo de vida en función del
trabajo. De esta forma, el estudiante estará abocado a ser una mercancía de
consumo, cuyos significantes y símbolos han sido robados para ser igualados
con los objetivos de rendimiento de la empresa: vive prendado del futuro. Esto
se da al mismo tiempo que se aleja de ser un sujeto de la experiencia, que es capaz
de estar en un punto entrelazado con el pasado, al cual está unido narrativamente,
y que se encuentra “abierto a lo venidero”, al futuro, no determinado por él.27
El problema que nosotros identificamos en estos modelos de educación
“alternativos”, como los sugeridos por Mayorga y Madrid, no es que apuesten
por dejar en unos marcos de libertad de acción al estudiante frente al currículo
académico, o que exploren nuevas formas de evaluación (bienvenidas sean). La
cuestión es que en estos modelos se fomenta en el escolar el deseo de
autoexplotación permanente, donde sus capacidades creativas son enfocadas
hacia la mejora del desempeño en el campo laboral. Este problema Byung-Chul
Han lo describe como propio del sujeto de rendimiento:
26
MAYORGA FERNÁNDEZ Y MADRID VIVAR, “Modelos didácticos y estrategias de enseñanza”, p. 97.
27
HAN, El aroma del tiempo, p. 19.
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bien hace que libertad y coacción coincidan. Así, el sujeto de rendimiento se abandona
a la libertad obligada o a la libre obligación de maximizar el rendimiento. El exceso de
trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación. Esta es mucho
más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de
libertad. El explotador es al mismo tiempo el explotado.28
28
HAN, La sociedad del cansancio, pp. 31-32.
29
Planes de Estudios, p. 46.
265
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Una película para niños, quizá inconscientemente, tiene una escena que nos da
pie para proseguir nuestro análisis. 30 Ratatouille (Disney-Pixar, 2007) narra la
historia de una rata que sueña con ser cocinera en el elitista mundo de la cocina
parisina, y que para lograr su meta tiene que sortear una serie de obstáculos.
Hasta aquí se nos presenta un argumento que puede ser convencional dentro de
los cánones de las películas animadas. Empero, lo que resulta interesante para
nuestro estudio son los múltiples usos del olor que se dan dentro de la película.31
Por una parte, el olfato sirve para reconocer el punto de las preparaciones de los
platos; por otro, acompaña el reconocimiento entre los familiares extraviados
cuando se encuentran. También es útil para asociar los maridajes que llevan a
distintas experiencias sensitivas, gustativas; pero el caso que acá más nos interesa
se desarrolla en una escena al final de la película en donde uno de los personajes
30
Y enfatizamos en este “inconscientemente” porque la casa matriz de la película (Disney-Pixar) ha ayudado
como pocos a construir el sentido común hegemónico de autoexplotación, de aceleración del tiempo y de
búsqueda de vivencias en lugar de construcción de experiencias significativas.
31
Sobre los usos asociados a la olfacción, Synnott identifica: “1) La olfacción con frecuencia es ‘pasada por alto’,
frase ésta que describe la hegemonía de la vista y que es parte del problema del olfato, que 2) con frecuencia es
subliminal, o, […] ‘mágico’; 3) es algo muy personal, hacer una ‘inhalación’ olfatoria del otro; 4) es una
inmediatez fisiológica; 5) es evocadora de recuerdos 6) y de emociones, 7) es un recurso para modificar el
comportamiento, […] 8) la olfacción constituye asimismo una construcción moral de la realidad”. SYNNOTT,
“Sociología del olor”, pp. 432- 433.
266
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32
SMITH, “Proust, the Madeleine and Memory”, p. 38.
267
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la ducha matutina divide a las clases [sociales] de forma más eficaz que el [lugar de]
nacimiento, la riqueza o la educación […] los alcantarillados son más necesarios para
la democracia que las instituciones parlamentarias. La invención de las baterías
sanitarias, han destruido el sentido de equidad en los hombres. Son mucho más
responsables del odio de clases que el monopolio del capital.33
33
LARGEY y WATSON, “The sociology of odors”, p. 1029. (Traducción propia.)
34
CORBIN, El perfume o el miasma, p. 174.
268
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35
CORBIN, El perfume o el miasma, p. 105.
36
KUKSO, Odorama. Historia cultural del olor.
37
HAN, El aroma del tiempo, pp. 69-71.
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38
Entendemos por postindustrialización el proceso que sigue al reemplazo de la industria tradicional por una
economía terciaria sostenida en el sector servicios, proceso que se ha enmarcado dentro del proyecto neoliberal.
La descolocación de los antiguos centros de trabajo ha cambiado las relaciones humanas y el espacio donde
estas suceden, en nuestro caso en las ciudades que se han visto nuevamente transformadas y modernizadas
para abrigar a la sociedad tercerizada.
39
BENJAMIN, Experiencia y pobreza, p. 171.
40
Sobre el uso de este tipo de materiales había advertido Walter Benjamin en Experiencia y pobreza; señala que
los inicios de este modelo arquitectónico podemos rastrearlos en Paul Scheerbart, en su apología del reemplazo
del ladrillo por el cristal y en lo que él denomina “el grupo Bauhaus”, que preponderaba el uso funcional del
acero. Ambos materiales impedían la huella olfativa, señalamos nosotros, pregonizando lo que sería el ideal
de la ciudad posmoderna caracterizada por promover expresiones arquitectónicas que resaltaban estos ideales
desarrollistas e higienistas, llevadas a su máxima expresión por el arquitecto franco-suizo Le Corbusier. Estas
construcciones, señalaba Benjamin, se caracterizaban por la falta de aura, mismo elemento que nosotros
encontramos característico en la ciudad posmoderna. BENJAMIN, Experiencia y pobreza, pp. 170-172.
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¿A QUÉ HUELE LA HISTORIA?
un ascenso” social sobre aquellos que están debajo del skyline que domina el
horizonte;41 simbólicamente representa la competencia. La ciudad posmoderna
se propone transformar los antiguos espacios colectivos, a través del proceso de
gentrificación, en los no lugares de Marc Augé.
Sin embargo, la victoria de la ciudad de acero y cristal –y sin huella olfativa–,
como lo advertimos, no se ha dado por completo; en ese sentido, Ponpeanga
describe un conflicto entre esta ciudad y la otra que intenta desplazar. Esta línea
de frontera la ubica en la descripción que Emile Zolá hace de los mercados
parisinos (en su época, también perseguidos por los proyectos desodorizadores).
“El mercado conforma un espacio destacado, pues se diseña y concibe como ‘un
paraíso de la abundancia’, un ‘crisol de sentidos’ que contrasta brutalmente con
la ausencia de colores, olores y sabores de los elementos propiamente urbanos”.42
Los olores se cuelan en este conflicto y aparecen para contarnos una historia, si
estamos atentos a lo que tienen para decirnos.43
De esta pugna tenemos sobrados testimonios. En la película Parasite (Bong
Joon-ho, 2019) se presentan con claridad varias situaciones que denotan este
conflicto entre la ciudad desodorizada y la olfativa. En esta cinta surcoreana
aparecen elementos que nos permiten evidenciar varias de estas problemáticas
de la posmodernidad urbana, donde por mencionar unas pocas señalamos que
la gentrificación de la ciudad se expresa en el desplazamiento de los habitantes
originales del barrio por unos nuevos, proceso que se evidencia cuando la familia,
al principio de la película, se queda sin internet y logra ubicar la red abierta de
una cafetería (“abrieron un nuevo café en el barrio”, expresa uno de los personajes
ya sin sorpresa); lo que demuestra que el cambio de estilo de vida de su suburbio,
por muy pobre que sea, es incontestable.
41
POPEANGA CHELARU, “Modelos urbanos”, p. 3.
42
POPEANGA CHELARU, “Modelos urbanos”, p. 3.
43
En los medios locales de la ciudad de Morelia (México) se refiere a un conflicto entre los propietarios de los
locales del primer cuadro del centro histórico de esta ciudad virreinal, donde los comerciantes se quejan de la
falta de probidad de la administración local a la hora de expulsar a los vendedores ambulantes. El vocero de
estos comerciantes, Agustín Arriaga Díez, señala que la presencia de estos informales ha potenciado la queja
de los turistas que visitan el centro histórico de la ciudad, pues para él son los comerciantes informales los
causantes del “desorden, suciedad y malos olores” que se viven en la ciudad durante una de las fechas de mayor
movilidad turística del estado, la noche de muertos. Véase GARNICA “Enfatizan turistas mal olor, suciedad y
desorden en Morelia”.
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44
LARGEY y WATSON, “The sociology of odors”, p. 1028.
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45
MARX, “El fetichismo de la mercancía y su secreto”.
273
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ver; sin embargo, sí podemos olerlo, pues en el aire se respira todavía el proceso
de horneado, del uso de las especias, de su amasado.46
El olfato alarga en ese momento el tiempo que estuvieron los panaderos
preparando el pan; el olfato hace que ese tiempo de manufactura exista y se
prolongue en el tiempo, que no quede velado por el encantamiento de la
mercancía, hace que exista el presente. El olor permite una historia detrás del
pan. Si la aceleración del tiempo busca desligar las causas y los efectos que
producen una mercancía, el olor termina siendo delator. El olfato acaba siendo
una huella, el testigo de un crimen imperfecto.
46
Eugenia Popeanga señala que, en la ciudad posmoderna, los alimentos son exhibidos en anaqueles
transparentes, inodoros, enfatizando de esta manera su carácter higiénico. Añadimos nosotros: este tipo de
exhibición de la mercancía ayuda aún más a ocultar sus condiciones de elaboración. POPEANGA CHELARU,
“Modelos urbanos”, p. 4.
47
MCLEAN, Nose-first. Practices of smellwalking and smellscape mapping, p. 36.
48
Este concepto es desarrollado por McLean en su tesis doctoral.
49
Con esto señalamos nuestro desacuerdo con propuestas de análisis del olfato como la presentada por Kukso,
quien considera que el olor existe en sí mismo, y no mediado por los humanos para ser dotado de sentido.
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¿A QUÉ HUELE LA HISTORIA?
inadvertidos que nos acompañan en las ciudades; para ello se propone diseñar
mapas que permitan navegar las ciudades de forma distinta.
Este último punto se sustenta principalmente en el aporte de McLean, en el
diseño de un método para sistematizar la captura de los olores en las ciudades,
y aunque no se propone desarrollar en profundidad la relación entre tiempo y
olfato que a nosotros nos interesa, sí sugiere el uso de los conceptos derivados
del “ritmo-análisis” de Henri Lefebvre para lograr este fin. En él, el cuerpo sirve
como base experimental de la creación de espacio, nos permite crear narraciones
a partir de la conjunción de distintos estímulos, los olores entre ellos.
Las smellwalks, las caminatas olfativas configuradoras del paisaje, no son
científicamente inocentes; como su misma autora lo señala, “están cargadas de
política”, y siendo esto así el diseño de las mismas será trazado por interpreta-
ciones de este tipo. Nosotros quisiéramos añadir que las caminatas que
proponemos buscarán hallar las historias que la huella aromática pueda narrar,
pero estos son relatos lentos. Una caminata sin prisa puede servir como
experimento “en el campo” de esta cacería de historias.
LA DISCUSIÓN DIDÁCTICA
50
PAGÈS, “La didáctica de las Ciencias Sociales”, pp. 38-39.
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haremos caso de Pagès; por lo que para generar una discusión sobre la aplicación
didáctica de nuestro problema sobre el tiempo, el espacio y el olor en la historia
hemos de proponer elementos para una intervención en el aula de clases, haciendo
uso de herramientas que nos permitan desarrollar una actividad en la que los
estudiantes se acerquen activamente al proceso de desmonte del currículo, que
les sirva para consolidar sus propios saberes y conectarlos con el conocimiento
académico.
Proponemos, por tanto, que las experiencias sensitivas funcionen como
medio generador de conocimiento válido para la enseñanza de la Historia, no
limitando el uso de los sentidos al campo visual, sino usándolos todos para
poder generar a través de ellos una experiencia.
Una propuesta didáctica que vincula los elementos que describimos en este
ensayo, la estamos trabajando actualmente con estudiantes de primer año de
Preparatoria en el Liceo Michoacano A.C., bachillerato incorporado a la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en Morelia. En esta actividad
proponemos desvelar los elementos perdidos dentro de la narración en la ciudad
buscando las historias ocultas y que pueden ser encontradas a través del uso de
los sentidos de los estudiantes, enfatizando el olfato como el desvelador de estas
narraciones que yacen encubiertas tras las construcciones de cantera y cemento
que forman la infraestructura de la ciudad, en medio de las cuales se tejen las
historias que dan significado.
Dicha actividad se desarrolla de la siguiente manera: en primer lugar, un
grupo de estudiantes de la asignatura de Historia de México será dividido en
subgrupos de cuatro a cinco integrantes; luego, con orientación del maestro,
cada equipo trazará un recorrido olfativo desde un punto A hasta un punto B,
procurando transitar en el trayecto por distintos sectores de la ciudad. Como
con este trazado se buscará construir un paisaje olfativo, deberemos tener en
cuenta variables de periodicidad, pues el mismo punto (espacio) no huele igual a
la misma hora (tiempo), lo cual ayudará a los estudiantes a comprender la
variación, la plasticidad de la ciudad, por lo que deberemos apostar por el
contraste de las impresiones aromáticas entre los participantes del recorrido;
por lo que de esa forma se construye una captura olfativa más rica, una impresión
social que atañe a la posible conexión con recuerdos involuntarios. Estos olores,
tal y como lo sugiere McLean podremos asociarlos a determinados colores, con
276
¿A QUÉ HUELE LA HISTORIA?
una paleta que en distintos tonos nos permitan graficar el recorrido, ver cómo
los estudiantes redibujarían el mapa de la ciudad, para de esta manera resignificar
su estancia en la ciudad; no verla como un cuerpo vacío, como un lugar de
transición, sino como un espacio vivo lleno de significados y tejedor de sentidos.
Pretenderemos que los estudiantes que participen de la actividad hagan de su
cuerpo el instrumento de trabajo.51
Como habrá advertido el lector, la reivindicación del cuerpo como
instrumento de conocimiento sensitivo para relacionarnos con el espacio es
fundamental para lograr aprehender la historia narrativa y los olores que la
forman; McLean para lograr esto sugiere el análisis de Henri Lefebvre, quien a
partir de la incorporación del concepto de ritmo-análisis, nos da una herramienta
valiosísima para adelantar nuestra práctica pedagógica, ayudándonos a
construir realidades narrativas de lo sensible a partir del cuerpo, para poder
conectar con el presente, para hallarlo:
51
Los resultados de esta actividad serán publicados en su debido momento, para continuar el debate que
proponemos en este ensayo.
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ritmo sin ponerse en una situación patológica, y tampoco a lo que observa. ¿Cómo?
En la calle, un grito, un chirrido de frenos, un accidente confunde los ritmos sensibles
y los quiebra. Sin embargo, el ritmo analista no tiene el derecho de provocar un
accidente. Simultáneamente, debe coger el ritmo y percibirlo en el conjunto, de la
misma manera como los no analistas, la gente, lo percibimos. Se debe llegar a lo
concreto a través de la experiencia.52
52
LEFEBVRE, Ritmo análisis, p. 18.
53
Caminatas vinculadas a un proceso educativo en el aula, como lo señalamos en el ejemplo de práctica
pedagógica adelantado con los estudiantes de preparatoria.
278
¿A QUÉ HUELE LA HISTORIA?
CONSIDERACIONES FINALES
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
AUGÉ, Marc, Los “no lugares”: espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad,
Barcelona, Gedisa, 2000.
BENJAMIN, Walter, “Experiencia y pobreza”, en Discursos interrumpidos I. Filosofía del arte y
de la historia, Buenos Aires, Taurus, 1989, pp. 15-57.
BENJAMIN, Walter, “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, en Discursos
interrumpidos I. Filosofía del arte y de la historia, Buenos Aires, Taurus, 1989,
pp. 165-173.
280
¿A QUÉ HUELE LA HISTORIA?
CORBIN, Alain, El perfume o el miasma. El olfato y lo imaginario social. Siglos XVIII-XIX, México,
Fondo de Cultura Económica, 1987.
DÍAZ GUEVARA, Héctor Hernán, La historia de los descalzos (o de cómo los salmones remontaron
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PELÍCULAS
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Ratatouille, Dir. Brad Bird, Disney-Pixar, 2007, 110 min.
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de California en Santa Cruz. En tal proyecto, a través del arte y la cultura, fomenta
el pensamiento crítico de estudiantes de nivel primaria y secundaria que provienen
de familias migrantes latinoamericanas. En esta misma institución, Mario Alberto
cursa el doctorado en Latin American y Latino Studies, en donde desarrolla sus
intereses investigativos relacionados con “Género y Sexualidades P’urhépecha.”
Correo electrónico: magomezz@ucsc.edu
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LA HISTORIA
MÁS ALLÁ DE LOS PUPITRES
Experiencias de educación
histórica en Michoacán,
coordinado por
Dení Trejo Barajas y
Francisco Javier Dosil Mancilla,
se terminó de editar e imprimir en mayo de 2021,
en los talleres gráficos de
Editorial Morevalladolid, S. de R.L. de C.V.,
con un tiraje de 300 ejemplares.