Está en la página 1de 9

Sentencia 632 de tutela, julio 9 de 1993

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN CIVIL
ALIMENTOS
HIJOS QUE ESTUDIAN
EXTRACTOS: «1. La actuación del Juez Séptimo de Familia que la
peticionaria considera lesiva del debido proceso, consiste en haber ordenado
el levantamiento del embargo de los bienes que le pudieran corresponder al
señor Aquileo Avila, en la liquidación de la sociedad conyugal, medida con la
cual estaba garantizando el pago de las pensiones que no había consignado
y el de “las que pudiera adeudar en el futuro”. Además, disponer “el
desembargo de las pensiones ya consignadas”, que no se habían entregado
a la beneficiaria por demora de dicho juzgado.
2. Argumenta que dentro del proceso de alimentos demostró que su hija se
hallaba estudiando y por consiguiente su padre tiene que seguir cancelando
las pensiones hasta cuando termine sus estudios porque no puede trabajar,
toda vez que estudia en la jornada diurna y sus deberes escolares no le
dejan tiempo para asumir otras responsabilidades; así como que no tiene
profesión, ni trabajo que le permita atender a las necesidades de educación
de su hija, mientras el padre, que es albañil contratista, “podría muy bien
sostener la familia”.
Para este específico evento ha de tenerse en cuenta lo dicho por esta
Corporación al estudiar el alcance que la jurisprudencia le ha dado al artículo
422 del Código Civil, cuando establece que se deben alimentos necesarios al
hijo que estudia, aunque haya alcanzado la mayoría de edad, siempre que
no exista la prueba de que subsiste por sus propios medios (sentencia del 7
de mayo de 1991, sin publicar).
En efecto, como viene de verse, la norma aludida establece que los
alimentos que se deben por ley, se entienden concedidos por toda la vida
del alimentario, mientras se halle inhabilitado o impedido para su subsistir
de su trabajo, caso de haber llegado a su mayoría de edad.
Por otra parte, llegándose a dar la circunstancia que permita al alimentante
exonerarse de su obligación de proporcionar alimentos, ésta debe ser
alegada por el interesado en que así se declare, a través del proceso
correspondiente, sin que le sea permitido al juez, sin presentarse ni siquiera
la correspondiente demanda ni aun de oficio, entrar a decretar tal
exoneración. A este respecto resulta bastante clara la preceptiva del artículo
435 del C. P. C. cuando establece: “Se tramitarán en única instancia por el
procedimiento que regula este capítulo los siguientes asuntos: 3. Fijación,
aumento, disminución y exoneración de alimentos, y restitución de
pensiones alimenticias” (subraya la Sala); de tal suerte que, así como
sucede en este caso, no por el simple hecho de adquirir el hijo menor,
estando en curso el proceso de alimentos correspondiente, la mayoría de
edad, se le puede privar sin más de la condición de acreedor de los
alimentos a que tenga derecho. Derecho este que, como es apenas obvio,
existirá hasta tanto a través del trámite pertinente, no se demuestre que
han cesado las circunstancias que estructuran la obligación de dar
alimentos, cuales son, en esencia, la necesidad que de ellos tiene el
alimentario y la capacidad en que esté el demandante de suministrarlos.
Así entonces, en tales circunstancias resulta inequívoco y manifiestamente
ilegal el proveimiento consistente en decir que, por haber llegado a la
mayoría de edad el alimentario, la obligación de tal naturaleza que a través
del proceso correspondiente venía cumpliéndose, queda extinguida y, por lo
tanto, tenga que exonerarse sin más de prestar alimentos a quien se
encuentra obligado a ello; hacerlo así, no es más ni menos que arremeter
contra la normatividad vigente y actuar el funcionario fundado en su propio
parecer personal, creándose así una situación de puro hecho frente a la cual
conviene recordar, como ya lo ha dicho a este respecto la Corte
Constitucional que “... ni riñe con los preceptos constitucionales la utilización
de esta figura ante actuaciones de hecho imputables al funcionario por
medio de las cuales se desconozcan o amenacen los derechos
fundamentales (...). A los servidores públicos, en el ejercicio de sus
funciones, les está vedado actuar por fuera de las funciones atribuidas por la
Constitución o la ley. El Estado social de derecho (C. P. art. 1º), los fines
sociales del Estado (C. P. art. 2º) y el principio de igualdad ante la ley (C. P.
art. 13), constituyen el marco constitucional de la doctrina de las vías de
hecho, la cual tiene por objeto proscribir las actuaciones arbitrarias de la
autoridad que vulneren los derechos fundamentales de las personas.
Una actuación de la autoridad pública se torna en una vía de hecho
susceptible del control constitucional de la acción de tutela cuando la
conducta del agente carece de fundamento objetivo, obedece a su sola
voluntad o capricho y tiene como consecuencia la vulneración de los
derechos fundamentales de la persona.
Carece de fundamento objetivo la actuación manifiestamente contraria a la
Constitución y a la ley. La legitimidad de las decisiones estatales depende de
su fundamentación objetiva y razonable. El principio de legalidad rige el
ejercicio de las funciones públicas (C. P. art. 121), es condición de existencia
de los empleos públicos (C. P. 122) y su desconocimiento genera
responsabilidad de los servidores públicos (C. P. arts. 6º, 90). Una decisión
de la autoridad no es constitucional solamente por el hecho de adoptarse en
ejercicio de las funciones del cargo. Ella debe respetar la igualdad de todos
ante la ley (C. P. art. 3º), principio que le imprime a la actuación estatal su
carácter razonable. Se trata de un verdadero límite sustancial a la
discrecionalidad de los servidores públicos, quienes, en el desempeño de sus
funciones, no pueden interpretar y aplicar arbitrariamente las normas, so
pena de abandonar el ámbito del derecho y pasar a patrocinar simple y
llanamente actuaciones de hecho contrarias al Estado de derecho que les da
su legitimidad.
La decisión revestida de las formalidades de un acto jurídico encubre una
actuación de hecho cuando ésta obedece más a la voluntad o al capricho del
agente estatal que a las competencias atribuidas por ley para proferirla. El
criterio para evaluar qué conductas tienen fundamento en el ordenamiento
jurídico y cuáles no, es finalista y deontológico. Las autoridades públicas
están al servicio de la comunidad (C. P. art. 123) y en el cumplimiento de
sus funciones deben ser conscientes de que los fines esenciales del Estado
son, entre otros, servir a dicha comunidad y garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución (C. P. art.
2º). Las autoridades públicas deben ceñir sus actuaciones a los postulados
de la buena fe (C. P. art. 83). La conducta dolosa o gravemente culposa de
los servidores públicos debe ser excluida del ordenamiento jurídico y su
demostración genera la responsabilidad patrimonial del Estado, así como el
deber de repetir contra el agente responsable del daño (C. P. art. 90).
La vulneración de los derechos fundamentales por parte de servidores
públicos que actúan sin fundamento objetivo y razonable, y obedecen a
motivaciones internas, desconoce la primacía de los derechos inalienables de
la persona (C. P. art. 5º), la protección constitucional de los derechos
fundamentales (C. P. art. 86) y la prevalencia del derecho sustancial (C. P.
228). En caso de demostrarse su ocurrencia, el juez de tutela deberá
examinar la pertenencia del acto al mundo jurídico y proceder a la defensa
de los derechos fundamentales vulnerados en el curso de una vía de hecho
por parte de la autoridad pública”. (Corte Constitucional, sentencia T-079/93
de febrero 26 de 1993).
9. En conclusión, el Juez Séptimo de Familia de esta ciudad, al declarar
extinguida la obligación alimentaria a cargo del demandado y ordenar
cancelar las medidas cautelares decretadas, en forma prematura y oficiosa
como lo hizo, incurrió en desconocimiento de precisos imperativos legales,
de modo tal que se impone per se, sin necesidad de controversia detenida o
extensa, el error manifiesto del funcionario, con lo que ocasionó
directamente lesión a los derechos de defensa y debido proceso, colocando
en posición discriminatoria y de evidente desventaja a Amelia Avila
Rodríguez, acreedora de los alimentos que en su favor se venían causando,
frente a la persona de quien ésta los reclama, lo que conduce a que el fallo
impugnado deba revocarse, para, en su lugar entrar a conceder el amparo
solicitado.
Decisión
Acorde con lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala de Casación
Civil, administrando justicia en nombre de la República de Colombia y por
autoridad de la ley, REVOCA el fallo proferido por la Sala de Familia del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá del 31 de mayo
de 1993, mediante el cual se denegó la petición de tutela formulada por
Mercedes Rodríguez de Avila contra las actuaciones cumplidas por el Juez
Séptimo de Familia dentro del proceso de alimentos que promovió en favor
de su hija Amelia Avila Rodríguez, y, en su lugar, CONCEDE la tutela
solicitada, y con el fin de dar protección al derecho fundamental del debido
proceso legal, se ordena al Juez Séptimo de Familia de esta ciudad,
proseguir de inmediato con el trámite correspondiente al proceso de
alimentos, iniciado en beneficio de Amelia Avila Rodríguez y radicado bajo el
número 8026, folio 129, Tomo VII, no obstante el contenido del auto de
fecha once (11) de febrero de 1993, proferido en el trámite del mismo
proceso, para lo cual deberá restablecer las condiciones que existían en él
hasta antes del proferimiento de dicha providencia, entre ellas, las medidas
cautelares surtidas, lo que deberá hacer en el improrrogable término de 48
horas».
(Sentencia de tutela, julio 9 de 1993. Expediente 632. Magistrado Ponente:
Dr. Eduardo García Sarmiento).
Sentencia 545 de noviembre 22 de 2000
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
ALIMENTOS A HIJOS MAYORES
ÚNICAMENTE MIENTRAS TENGAN LA CALIDAD DE ESTUDIANTES
Magistrado Ponente:
Dr. Nicolás Bechara Simancas
Bogotá, D.C., Veintidós (22) de noviembre de dos mil (2000).
Ref.: Expediente 0800122130002000545-01
Decídese la impugnación formulada contra la sentencia de seis (6) de
octubre de dos mil (2000), proferida por el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Barranquilla, Sala Civi-Familia, dentro del proceso de tutela
promovido por Carlos Eduardo Barros Torrenegra contra el Juzgado Primero
de Familia de Barranquilla.
Antecedentes
1. El accionante, en su propio nombre, interpuesto acción de tutela contra el
citado despacho judicial para que mediante el amparo de sus derechos
constitucionales fundamentales a la vida y al debido proceso, se revoque la
sentencia proferida por el juez accionada dentro del proceso de exoneración
de cuota alimentaria promovido por él, en contra de su hija Lorena Patricia
Barros Sarabia, y en su lugar, se ordena la exoneración de la cuota
alimentaria que persigue con aquél procedimiento.
2. En apoyo de su petición expuso los hechos que se compendian
seguidamente.
2.1. El accionante se encuentra condenado a suministrar alimentos a su hija.
Por considerar que le asistía derecho a ello, el actor propuso demanda de
exoneración de la citada cuota alimentaria, petición que le fue resuelta
desfavorablemente el 21 de noviembre de 1995 por el Juzgado Segundo de
Familia de Barranquilla, dejando constancia que el suministro a la
alimentaria lo sería hasta la terminación de sus estudios que la capacitaran
para proveerse de su propia subsistencia.
La alimentaria terminó formación profesional como educadora preescolar, el
día 10 de febrero de 2000, quedando por tanto en capacidad profesional,
física y mental de asumir su manutención.
Esta razón motivó desde noviembre de 1998 nueva petición de exoneración
de cuota alimentaria cuyo trámite correspondió al Juzgado Primero de
Barranquilla, que no accedió a la exoneración solicitada.
El despacho desconoció el hecho de que el alimentante se encuentra
casado, que tiene otra hija que sufre graves quebrantos de salud, que su
asignación pensional sólo es de $ 802.496, y además que por su avanzada
edad no desempeña ninguna otra actividad lucrativa.
2.2. A juicio del reclamante, con la decisión cuestionada se vulnera el
derecho al debido proceso, se le niega la posibilidad de subsistir, pues su
edad y estado de salud, le impiden obtener un trabajo en virtud del cual
reciba algún dinero que le permita suplir sus necesidades básicas.
Respuesta del accionado
El despacho contra el que se dirige la acción de tutela remitió copia de la
sentencia proferida en el proceso de exoneración de cuota alimentaria
referido, negando la pretensión tras considerar que pese al arribo de la
alimentaria a la mayoría de edad y haber alcanzado obtener una profesión,
no puede proveerse lo necesario por hallarse desempleada, lo que impone
que su padre, con capacidad económica, esté obligado a suministrar los
alimentos por ella requeridos.
La sentencia del tribunal
El tribunal luego de compendiar la causa de la presente acción de tutela,
referirse a su procedencia frente a las decisiones judiciales, y elaborar un
marco conceptual en torno a lo que constituye una vía de hecho, precisó
que pese a que se afirma la vulneración del debido proceso, no se advertía
que la misma fuese el producto de una arbitrariedad o de la incursión en
una vía de hecho, y por demás, que el asunto decidido no constituye cosa
juzgada.
Dice que la aplicación de la ley en este caso corresponde al juez natural, no
siendo el juez constitucional una instancia adicional para controvertir la
materia probatoria.
Termina diciendo que no está demostrada la obligación alimentaria adicional
que aduce el peticionario, sino meramente el parentesco con las personas
que relaciona.
La impugnación
En la oportunidad legal el accionante impugnó la decisión por medio de
apoderado, quien alega que la decisión que niega la exoneración de la cuota
alimentaria agrede la institución familiar a la que tiene derecho su
mandante, además de la afectación patrimonial de sus ingresos.
Consideraciones
1. La transgresión de los derechos fundamentales cuya tutela persigue el
accionante, se hace derivar de la sentencia de 18 de julio de 2000 con la
que el Juzgado Primero de Familia de Barranquilla puso fin al proceso de
exoneración de cuota alimentaria promovido por el accionante contra su hija
Lorena Patricia Barros Sarabia, quien es mayor de edad, cursó estudios
superiores y el 18 de febrero de 2000 alcanzó el grado de Licenciada en
Educación Preescolar, sentencia en la que se negaron las pretensiones del
actor, al considerar el juez accionado que pese al arribo de la alimentaria a
la mayoría de edad y haber alcanzado una profesión, no puede proveerse lo
necesario por hallarse desempleada, lo que impone que su padre, con
capacidad económica, continúe con el suministro de los alimentos por ella
requeridos.
2. El derecho de los hijos a percibir alimentos de sus padres, está
consagrada en el artículo 42, inciso 8 de la Constitución Política, que impone
a la pareja que los ha procreado el deber de “sostenerlos y educarlos
mientras sean menores o impedidos”. Similar derecho consagran los
artículos 413 del Código Civil y 157 del Decreto 2737 de 1989, corroborado
además por el artículo 422 del Código Civil, que adicionalmente prevé que
“los alimentos que se deben por ley, se entienden concedidos por toda la
vida del alimentario, continuando las circunstancias que legitimaron la
demanda...”, a lo que agrega este último precepto que, “con todo, ningún
varón de aquellos a quienes sólo se deben alimentos necesarios, podrá
pedirlos después que haya cumplido veintiún años, salvo que por algún
impedimento corporal, o mental, se halle inhabilitado para subsistir de su
trabajo, pero sí posteriormente se inhabilitare, revivirá la obligación de
alimentarle”.
De conformidad con el alcance que la jurisprudencia de esta Sala le ha dado
al artículo 422 del Código Civil “se deben alimentos necesarios al hijo que
estudia, aunque haya alcanzado mayoría de edad(1) porque sin duda está
habilitado para subsistir de su trabajo. Lo anterior, se agrega ahora, es
pertinente predicarlo inclusive respecto de la hija mujer, porque dado el
marco histórico de la normatividad que nos rige, hoy no se compadece el
trato discriminatorio establecido en el inciso 2º del artículo 422 del Código
Civil entre los hijos varones y las mujeres; esto lleva a concluir que aún
cuando ese segmento del precepto no ha sido declarado inconstitucional,
bien puede dejar de aplicarse restrictivamente al amparo del artículo 4º de
la Constitución Política, por ser evidente que la disposición consagra una
discriminación fundamentada en el sexo, sin que exista razón objetiva que la
justifique, causando transgresión del artículo 13 de la Constitución en
cuanto por razón del sexo se crean derechos diferentes ante la ley.
(1) Cas Civ. Sent. 7 de mayo de 1991, proceso de separación de cuerpos de
Matilde Mantilla Parra contra Jorge Forero Rabello.
Así lo ha expresado categóricamente la Corte Constitucional(2):
(2) Sentencia C-588 de 1992.
“Hombre y mujer gozan de los mismos derechos y prerrogativas y están
obligados por sus deberes en igual forma a la luz de la Constitución, pues
ninguno de los dos sexos puede ser calificado de débil o subalterno para el
ejercicio de los primeros ni para el cumplimiento de los segundos, ni implica
“per se” una posición de desventaja frente al otro. La pertenencia al sexo
masculino o al femenino tampoco debe implicar, por sí misma, una razón
para obtener beneficios de la ley o para hallarse ante sus normas en
inferioridad de condiciones. De allí que sean incostitucionales las
disposiciones que plasman distinciones soportadas única y exclusivamente
en ese factor. El concepto de la igualdad debe ser comprendido y aplicado
en el contexto de la realidad, razón por la que, su alcance no puede
obedecer a criterios absolutos que desconozcan el ámbito dentro del cual
están llamadas a operar las normas jurídicas”.
3. En el asunto sometido a la composición del juez accionado, encuentra la
Corte que este en la labor valorativa de los hechos y sus pruebas,
desatendió de manera arbitraria la preceptiva legal que orienta la decisión a
él encomendada, para adoptar una contraria a dicho ordenamiento, decisión
que por lo mismo resulta enfrentada a la ley y por tanto es constitutiva de
una vía de hecho que afecta el derecho fundamental del debido proceso del
reclamante, porque si la imposición de la cuota alimentaria supone la
preexistencia de un derecho en cabeza del alimentario, desaparecido el
derecho desaparece la obligación correlativa, y en este caso excepcional,
desaparecida la condición de estudiante de la acreedora alimentaria, ésta
siendo mayor de edad carece de todo derecho, dentro de los términos de la
ley, a seguir percibiendo alimentos de su padre, no concurriendo en ella
impedimento mental o corporal para exigirlos.
4. Esto sugiere que si el juez, pese a la evidencia procesal, no consideró que
se dieran las circunstancias requeridas para liberar de la obligación al
accionante, su decisión, que desconoce la norma sustancial, se convierte en
lesiva del derecho del accionante, por ser contraria al ordenamiento jurídico,
y constituir un procedimiento judicial en el que el juez ha procedido
conforme a su voluntad, desconociendo las pautas que la ley le ha señalado
para el ejercicio de su función.
Siguiendo la jurisprudencia sentada por la Corte Suprema de Justicia, la
Corte Constitucional, primero en la Sentencia C-543 de 1992 y después en
jurisprudencia reiterada(3), ha reconocido la procedencia de la acción de
tutela contra providencias judiciales cuando apareciera evidente el
desconocimiento de los componentes del debido proceso; es decir, cuando
detrás de una providencia aparentemente ajustada a la legalidad, se
escondiera una arbitrariedad o un capricho del juzgador. La Corte se ha
referido a ello como “vía de hecho“, por oposición a las vías que sí
encuentran sustento en el derecho.
(3) Sentencias T-327/94, T-435/94, T-285/95 y T-329/96, entre otras.
5. Con la conclusión precedente procede el amparo constitucional solicitado,
y como no fue así la decisión del a quo, habrá de revocarse el fallo que negó
la protección, y en su lugar concederlo y dejar sin efectos la providencia
acusada, para que dentro del término legal se profiera la que en derecho
corresponda.
Decisión
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala de Casación
Civil, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la
ley, REVOCA la sentencia de fecha y lugar de procedencia arriba anotadas.
En su lugar RESUELVE:
Concédese el amparo constitucional al debido proceso, solicitado por el
accionante Carlos Eduardo Barros Torrenegra.
Para hacer efectiva la protección que se otorga, déjase sin efectos la
sentencia proferida por el Juzgado Primero de Familia de Barranquilla
mediante la cual negó la exoneración de cuota alimentaria solicitada por el
accionante, a fin de que el juez accionado, dentro del término de cuarenta y
ocho horas contadas a partir de la notificación que se le haga de esta
providencia resuelva lo que corresponda.
Notifíquese lo decidido a todos los interesados y, remítase oportunamente el
expediente a la Corte Constitucional para su eventual revisión.
Silvio Fernando Trejos Bueno, Manuel Ardila Velásquez, Nicolás Bechara
Simancas, Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo, Jorge Santos Ballesteros.

También podría gustarte