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Capítulo 1

Lógica y argumentos

1.1. ¿Qué es la Lógica?


Supongamos que usted tiene que hacer algunas compras y cuenta con x
cantidad de dinero, digamos $ 50. Ente otras cosas, tiene que comprar pan,
carne, papas, huevos, queso y jugo de naranjas. Hace una lista con estas cosas
y se dirige adonde pueda adquirirlas. Al llegar comienza a buscar los produc-
tos y va registrando los precios. Ve que el pan cuesta $11 el kg, la carne 40
el kg., el queso $38, la papa $15, los huevos $12 la docena y el jugo $13.
Luego decide qué cantidad comprará de cada uno de los productos y final-
mente constata si el dinero que tiene le alcanzará o no para pagar la compra.
A través de todo este proceso, usted tuvo que realizar una serie de opera-
ciones aritméticas elementales, que seguramente maneja desde que era niño.
Básicamente, tuvo que realizar algunas sumas y restas con números enteros
y también usar algunas fracciones y decimales, como por ejemplo si decidió
comprar ¼ kg. de pan, ½ kg. de carne, etc. Para manejarnos cotidianamente
con este tipo de cosas, como comprar los alimentos que necesitamos a diario,
precisamos realizar cálculos usando medidas y valores. De modo que resulta
útil contar con un conocimiento de las reglas o leyes de la matemática espe-
cíficas para operar con estas medidas y calcular valores, cuando necesitamos
efectuar este tipo de tareas. No obstante, nadie diría que la matemática es
la ciencia que se ocupa de este tipo de quehaceres, como la compra del pan,
la carne, etc.1 Aunque nos sea de mucha utilidad en nuestra vida cotidiana,
1 Entendemos aquí ciencia en un sentido bastante amplio, haciendo referencia a la
búsqueda sistemática de conocimiento

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la matemática no puede considerarse como la ciencia que se ocupa de estas


cosas. La matemática es una ciencia abstracta, que bien puede aplicarse a
cuestiones como nuestras compras diarias y a muchas otras más. Desde la
perspectiva de la matemática, lo que importa en el caso que consideramos
son los números, cantidades, medidas y las operaciones que se realizan con
ellos, consideradas en forma abstracta, sin importar que se trate de panes,
carne, huevos, etc.
Con frecuencia la lógica se define como el estudio del razonamiento. Co-
nocer los aspectos básicos de la lógica, es en verdad esencial para razonar
bien, sin embargo sería inexacto decir que el razonamiento humano es el te-
ma principal de la lógica. Antes bien, habría que decir que la lógica mantiene
con el razonamiento una relación similar a la que la matemática tiene con
la compra de los alimentos en ejemplo anterior. Supongamos que está bus-
cando su celular y sabe que está en el bolsillo de la campera, sobre la mesa,
en el escritorio o sobre la cama. Ya comprobó que no está ni el bolsillo de
la campera ni en los otros dos sitios, razona entonces que debe estar sobre
la cama. Este es un buen modo de razonar. Cabe preguntarse por qué. La
explicación es que razonar de este modo no puede conducir de un punto de
partida o premisas verdaderas a un punto de llegada o conclusión falsa. Como
lo expresó el lógico y matemático norteamericano Charles Peirce en el siglo
XIX, cuando comenzaba a desarrollarse la lógica actual:

El propósito del razonamiento es encontrar, a partir de la consi-


deración de lo que ya conocemos, algo más que no sabemos. En
consecuencia, razonar es algo bueno siempre que esto nos propor-
cione una conclusión verdadera a partir de premisas verdaderas
y no sea de otro modo. 2

Aquí es donde interviene la lógica. La lógica trata con proposiciones –algo


que es verdadero o falso- y sus componentes, y busca descubrir las leyes que
rigen las relaciones entre la verdad y la falsedad de diversas proposiciones.
Una ley de este tipo enuncia que si una proposición presenta un número
fijo de alternativas (por ejemplo, el celular está o bien en el bolsillo de la
campera, sobre la mesa, sobre el escritorio o sobre la cama) y todas excepto
una resultan ser falsas, entonces la proposición en su conjunto no puede
ser verdadera a menos que la alternativa restante sea verdadera. Esta ley
general sobre la verdad se puede aplicar convenientemente al razonamiento:
2 Charles Sanders Peirce. “La fijación de la creencia”, 1877.
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justamente el caso particular de razonamiento que consideramos en el ejemplo


anterior, resulta ser bueno a causa de la vigencia de esta ley general. Esta
nos dice que si el celular realmente está en uno de los cuatro sitios, y no está
en ninguno de los tres primeros, entonces debe estar en el cuarto. De allí que
el razonamiento no puede conducirnos de un comienzo verdadero a un final
falso.
Por eso mismo, sería inexacto definir la lógica sólo como la ciencia del
razonamiento. Antes bien, algunos autores han considerado más acertado
decir que la lógica es la ciencia de la verdad (entendiendo por “ciencia” –como
ya dijimos- el estudio sistemático de algo en particular). Como lo señaló
Gottlob Frege, uno de los pioneros de la lógica moderna:

Así como “bello” refiere a la estética y “bueno” a la ética, del


mismo modo una expresión como “verdadero”, refiere a la lógica.
Todas las ciencias tienen la verdad como objetivo; pero la lógica
se interesa por esta de un modo bastante diferente: la lógica tiene
con la verdad la relación que la física tiene con el calor o el peso.
Descubrir la verdad es la tarea de todas las ciencias, le toca a la
lógica discernir las leyes de la verdad. 3

Un ingeniero puede tener como uno de sus objetivos la construcción de buenos


edificios. No es su objetivo, no obstante, desarrollar una plena comprensión
de las leyes de la mecánica. Este es el objetivo de la física. De igual modo,
en el campo de la física, los científicos tratan de encontrar verdades (teorías
verdaderas) sobre el mundo, pero no constituye el propósito de la física el
desarrollo de una comprensión acabada de las leyes de la verdad. Este sería
–de acuerdo con autores como Frege– el objetivo de la lógica. El trabajo en
lógica consiste entonces en desarrollar un marco en el cual se pueda dar una
representación detallada –completamente general– de las proposiciones (es
decir, aquello que es verdadero o falso) y sus componentes, e identificar las
leyes generales que gobiernan el modo en que la verdad se propaga a través
de ellas.
Visto de este modo, el primer interés de la lógica está en la verdad y no
únicamente en el razonamiento. No obstante, la lógica es muy útil cuando se
aplica al razonamiento –dado que queremos evitar aquellos modos de razonar
que podrían conducirnos desde premisas verdaderas a una conclusión falsa.
Así como la matemática se aplica a muchas cosas además de las compras
3 Gottlob Frege. “El Pensamiento”. 1918–19.
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cotidianas, la lógica se aplica también a otras cosas además del razonamiento


humano. Por ejemplo, la lógica tiene un papel fundamental en las ciencias
de la computación, tiene aplicaciones importantes en el estudio del lenguaje
humano y de los lenguajes artificiales y tiene también un rol central en los
fundamentos teóricos de la matemática misma.
Seguiremos aquí un enfoque más afín a esta línea de pensamiento. Ello
nos permitirá también tener en cuenta no sólo la utilidad de la lógica para
el razonamiento en general, sino también su aplicación en diversas áreas de
conocimiento y en otras disciplinas.

Recordar

Sería inexacto definir la lógica sólo como la ciencia del razonamien-


to. El interés de la lógica está en la verdad y no únicamente en el
razonamiento. No obstante, la lógica es muy útil cuando se aplica al
razonamiento –dado que queremos evitar aquellos modos de razonar
que podrían conducirnos desde premisas verdaderas a una conclusión
falsa.

1.2. Proposiciones
Aceptamos entonces que la lógica se ocupa de las leyes de la verdad. El
objeto de estudio central en lógica lo constituye entonces aquello que puede
ser verdadero o falso. Por ello será conveniente contar con un nombre para
estas entidades. Usaremos el término “proposición” con este propósito. Es
decir, que una proposición es algo que puede ser verdadero o falso. Ahora bien,
¿qué clase de cosas son las proposiciones? ¿Y qué hace que una proposición
sea verdadera o falsa? La idea fundamental resulta ser esta: una proposición
es una afirmación sobre cómo son las cosas. Representa alguna forma en que
es el mundo; y es verdadera si el mundo es de este modo, en caso contrario
es falsa. Esta idea se remonta al menos a Platón (360 a.c.) y a Aristóteles
(350 a.c). En el diálogo de Platón Cratilo (o del lenguaje), se encuentra el
siguiente pasaje:

SOCRATES: Pero ¿qué hay sobre la verdad, entonces? Debes


reconocer que hay palabras para la verdad y la falsedad.
HERMOGENES: Efectivamente.
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SOCRATES: ¿Y hay proposiciones verdaderas y falsas?


HERMOGENES: Seguro.
SOCRATES: ¿Y una proposición verdadera afirma aquello que
es, y una falsa lo que no es?
HERMOGENES: Sí, ¿qué otra respuesta sería posible?

En un célebre pasaje de la Metafísica de Aristóteles leemos:

Definimos lo que es verdadero y lo que es falso. Decir de lo que es


que no es, o de lo que no es que es, es falso, mientras que decir de
lo que es que es, y de lo que no es que no es, es verdadero. (Libro
IV (Γ), 7)

Contrastando con esto, lo que no es una proposición no representa que el


mundo sea de un modo u otro. No son afirmaciones sobre cómo son las cosas.
De allí que no puede ser verdadero o falso. No puede decirse que el mundo
es (o no es) del modo en que lo representa algo que no es una proposición,
precisamente porque no se trata de una afirmación sobre el modo en que sea
el mundo.

Veamos algunos ejemplos de proposiciones:

1. La nieve es blanca.

2. El piano es un instrumento de múltiples cuerdas.

3. La nieve es verde.

4. Las naranjas son naranja.

5. La máxima distancia recorrida el 13 de marzo de 2002 por un peatón


en el centro de Córdoba fue de 3 Km.

6. Tengo hambre.

Observe que no es necesario que una proposición sea verdadera (3); que
una proposición puede ser obviamente verdadera, de modo que nunca nos
preocuparemos en decir que lo sea (4); y que puede ser que no tengamos
modo de saber si una proposición es verdadera o falsa (5). Lo que estos
ejemplos tienen en común, es que en ellos se hacen afirmaciones sobre el
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modo en que son las cosas: representan un modo en que es el mundo. Por lo
tanto, tiene sentido decir de cada una de ellas, que es verdadera (es decir,
que el mundo es de la forma que lo representa) o falsa (las cosas no son de
este modo) –incluso si no tenemos modo de saber cómo son realmente.
Ejemplos en los que no tenemos proposiciones, son los siguientes:

7. ¡Ouch!

8. ¿Dónde estás?

9. ¡Deténte!

10. ¡Abre la puerta!

11. Hola.

12. ¿Está abierto?

Puede ser algo apropiado o inapropiado decir “Hola” (o “¡abre la puerta!”,


etc.) en diversas ocasiones, pero no puede decirse que sea algo verdadero o
falso. Es así, porque cuando digo “hola”, no estoy haciendo una afirmación
acerca del modo en que es el mundo: no represento una forma en que las
cosas son. Estos casos en que no tenemos proposiciones, se pueden clasificar
a su vez en preguntas (8, 12), órdenes (7, 9, 10), exclamaciones (7), etc. A
nuestros fines, esta clasificación carece ya de importancia, puesto que lo que
no sea una proposición está más allá de nuestra área de interés. En cuanto
no pueden ser verdaderas o falsas, se hallan más allá del dominio de las leyes
de la verdad.
No analizaremos con más detalle qué son las proposiciones. Si bien pro-
posiciones y oraciones se hallan muy relacionadas, es mejor distinguirlas y
quizás en última instancia podría admitirse que las proposiciones fueran al-
gún tipo de oraciones. Simplemente hemos preferido continuar sin asumir
que las proposiciones –que ubicamos como el objeto de estudio de la lógi-
ca– pudieran reducirse a entidades que nos resultan más familiares, como las
oraciones. A raíz de los problemas que presenta la identificación de las pro-
posiciones con las oraciones –como se puede ver en los ejercicios anteriores-
la decisión de distinguirlos tiene suficientes motivaciones.
Ahora bien, cabe preguntarse, si las proposiciones no son meras oracio-
nes, ¿qué son? Podrían comenzar a parecernos entidades misteriosas. Podría
describir la afirmación puntual de la oración “Yo tengo hambre”, y tal vez
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en cierto sentido, puedo inclusive describir la oración como entidad gramati-


cal abstracta. Pero ¿cómo describir la proposición que expresa esta oración
(cuando un hablante la emite en una situación particular)? Sería un error
metodológico tratar de responder a esta pregunta detalladamente en este
momento. Una de las tareas de la lógica es justamente proporcionarnos una
comprensión de las proposiciones –aquello que es verdadero o falso. Lo que
necesitamos para iniciar el estudio de la lógica –lo que necesitamos en este
punto de nuestro estudio– es sólo una idea general o aproximada sobre lo
que intentamos dar cuenta con más precisión. (La necesitamos para orientar
nuestra búsqueda). Sin duda ya contamos con un concepto aproximado de
lo que es una proposición: es una afirmación sobre el mundo; es verdadera
cuando el mundo es tal como se afirma y en otro caso es falsa; es expresada
por una oración emitida en un contexto particular, pero no es idéntica con
la emisión de la oración ni con ésta considerada en su forma gramatical abs-
tracta (como oración que pertenece a una lengua particular). Para nuestros
fines, será suficiente con esto.4

Recordar

Usaremos el término “proposición” con el propósito de designar algo


que puede ser verdadero o falso. La idea fundamental resulta ser esta:
una proposición es una afirmación sobre cómo son las cosas. Repre-
senta alguna forma en que es el mundo; y es verdadera si el mundo
es de este modo, en caso contrario es falsa.

Ejercicios y Problemas
Atendiendo a lo visto hasta ahora, responda a los siguientes problemas.
En todos los casos procure justificar la respuesta.

Problema 1.1. En el siguiente diálogo, ¿expresan Álvaro y Carolina la mis-


ma proposición?
-Iván: Está lista la comida, ¿quién tiene hambre?
-Álvaro: Tengo hambre.
-Carolina: Yo también.
4 Se puede ampliar la información relativa a este punto en Haack, S. Filosofía de las
Lógicas, cap. 6. Ed. Cátedra, 1982.
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-David: Yo no.

Problema 1.2. ¿Expresan Iván y John la misma proposición?:


-Iván: Álvaro está famélico.
-Álvaro: ¿Cómo es eso en inglés?
-John: Alvaro is starving.

Problema 1.3. ¿Expresan Álvaro y Carolina proposiciones distintas?:


-Álvaro: Iván dijo que tenía hambre.
-Carolina: No.

1.3. Argumentos
Como vimos antes, se puede decir que las leyes de la verdad sustentan
los principios del buen razonamiento. Ahora bien, el razonamiento se pre-
senta bajo distintas formas en el habla cotidiana, en la lengua escrita, y en
el pensamiento. A fin de facilitar la discusión del razonamiento, resulta útil
introducir una manera estándar en la cual representarlo. Con este propósito
nos valdremos aquí del concepto de “argumento”. Como es el caso con el uso
del término “proposición”, este uso del término “argumento” es de carácter
técnico, lo que constituye una abstracción del significado usual de este tér-
mino.5 En este sentido, un argumento será una secuencia de proposiciones. A
la última proposición del argumento, la denominaremos conclusión. Intuiti-
vamente la consideramos como la afirmación, cuya verdad se está tratando de
establecer a través del proceso de razonamiento. Las restantes proposiciones,
son las premisas. Intuitivamente las pensamos formando la base sobre la cual
se intenta establecer la conclusión. El número de premisas es finito (puede
ser cero). Los argumentos pueden representarse de la siguiente forma:

Premisa 1
Premisa 2
5 Debemos advertir que no todos los autores siguen esta distinción. El uso del término
“argumento” es por ello diferente y algunas veces inclusive se denomina argumento a lo
aquí estamos llamando razonamiento. La distinción que seguimos es a los fines de facilitar
el análisis lógico.
Capítulo 1 10

Conclusión

En este caso usamos una línea horizontal para separar la conclusión de las
premisas.

La conclusión puede indicarse también por medio de la expresión “por lo


tanto” (a veces abreviada por medio de “∴”).

Premisa 1
Premisa 2
Premisa 3
∴ Conclusión

Se puede también presentar un argumento en forma lineal, con las premisas


separadas por comas y la conclusión separada por la barra y los tres puntos
(el símbolo de “por lo tanto”):

Premisa 1, Premisa 2, Premisa 3, , Premisa 4 /∴ Conclusión

Consideremos por ejemplo un razonamiento cotidiano. No tengo reloj y quie-


ro saber qué hora es. Observo que el negocio de la esquina está cerrando, y
yo sé dado mi conocimiento de los horarios comerciales, que este comercio
cierra a las 20 hs. Concluyo entonces que es esa hora. Podemos representar
este razonamiento mediante el siguiente argumento:

Si el negocio de la esquina está cerrando, son las 20hs.


El negocio de la esquina está cerrando.
∴ Son las 20hs.
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Cuando consideramos un razonamiento en el lenguaje común con la inten-


ción de representarlo como un argumento, identificamos la conclusión como la
proposición que el hablante trata de establecer –para la cual da sus razones-
y las premisas como las razones que da para apoyar la conclusión. Hay frases
que se usan frecuentemente para indicar la conclusión, como por ejemplo,
“por lo tanto”, “de ahí” o “de allí”, “se sigue que”, “de este modo”. Entre las
frases que indican las premisas se encuentran: “dado que”, “ya que”, “pues-
to que”. Sin embargo, no siempre encontramos estas expresiones, e incluso
cuando aparecen no siempre indican premisas o conclusiones, respectivamen-
te. De allí que no haya una receta que podamos seguir en forma mecánica
cuando representamos razonamientos del lenguaje común como argumentos.
Debemos considerar cuidadosamente el razonamiento expresado en el lengua-
je corriente, lo que el hablante trata de establecer (esta será la conclusión) y
qué razones da para apoyar su conclusión (estas serán las premisas).
Algo que debemos observar es que cuando representamos un razonamiento
como un argumento en el sentido técnico –es decir, como una secuencia de
proposiciones– siempre pondremos la conclusión al final. No obstante, en el
lenguaje común la conclusión de un razonamiento no siempre se ubica al
final.
En el ejemplo siguiente, la conclusión no se encuentra al final: Platón era
ateniense, puesto que todos los discípulos de Sócrates eran atenienses y Pla-
tón era discípulo de Sócrates. De modo que representamos este razonamiento
con el siguiente argumento:

Todos los discípulos de Sócrates eran atenienses


Platón era discípulo de Sócrates
Por lo tanto, Platón era ateniense

Hay que observar que si bien a todo razonamiento corresponderá un argu-


mento, no es el caso contrario. Dada la manera en que definimos lo que es
un argumento, es decir como cualquier secuencia de una o más proposicio-
nes, hemos permitido que haya argumentos que no corresponderían a ningún
razonamiento. Este es el caso del siguiente ejemplo:
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La nieve es verde
El invierno fue húmedo

Esta generosidad al considerar argumentos, que puede sorprender al prin-


cipio, resulta a la postre algo conveniente. La razón es la siguiente. Como
veremos más adelante con más detalle, uno de los objetivos principales de
la lógica es dar cuenta de la validez de cualquier razonamiento, sin importar
de qué trate. Más adelante precisaremos también qué significa validez y cuál
es su importancia. De modo que, cuanto más cosas se consideren argumen-
tos, más amplia será la noción de validez y su aplicación. Si restringiéramos
la noción de argumento, entonces correríamos el riesgo de dejar fuera algún
razonamiento que pudiera considerarse un argumento y que no podría re-
presentarse como tal por haber restringido de esta noción. El enfoque que
presentamos evita este problema al darle un sentido técnico al término “argu-
mento”, distinto de cualquier otro que usualmente se le da a esta expresión,
en virtud del cual no importa ya que no todo argumento corresponda a un
razonamiento del lenguaje común.
Recordar

A fin de facilitar la discusión del razonamiento, resulta útil introducir


una manera estándar en la cual representarlo. Con este propósito nos
valdremos del concepto de “argumento”. Como es el caso con el uso
del término “proposición”, este uso del término “argumento” es de ca-
rácter técnico, lo que constituye una abstracción del significado usual
de este término. En este sentido, un argumento será una secuencia de
proposiciones. A la última proposición del argumento, la denomina-
remos conclusión. Las restantes proposiciones, son las premisas.

Ejercicios y Problemas
Problema 1.4. Represente como argumentos los siguientes razonamientos.
1. Si la bolsa cae, miles de inversores perderían todas sus inversiones. Por
ello, la bolsa no caerá.
Capítulo 1 13

2. Cuando un político se mete en negocios sucios, termina en la cárcel.


Ningún político terminó en la cárcel. Así es que ningún político estuvo
metido en negocios sucios.

1.4. Consecuencia lógica


Se ha dicho que hasta un perro puede efectuar ciertos razonamientos, por
lo cual entendería algo de lógica:

“Según Crisipo, quien, sin embargo tanto denuesta a los ani-


males irracionales, también el perro participa de la famosa dia-
léctica, pues –afirma– utiliza el quinto de los varios silogismos
indemostrables, cuando al llegar a una encrucijada de tres ca-
minos, tras haber seguido la pista por los dos caminos que no
transitó la presa, de inmediato se dirige decididamente al tercer
camino sin detenerse a husmear. Por lo tanto –afirma el antiguo–,
el perro razona virtualmente así: “la presa fue por este camino,
por ese o por aquel otro. No fue por este ni por ese, luego fue por
aquel.” 6

La situación a la que se refiere Sexto podría ser la siguiente. Supongamos


que un perro está persiguiendo a una liebre a través del bosque y llega a
una bifurcación en un sendero. El perro no ve a la liebre y no sabe qué
dirección tomó, pero sabe (dado que la maleza a ambos lados del sendero
es impenetrable) que fue por la derecha, por el centro, o por la izquierda
(primera premisa). El perro olfatea dos de los senderos tratando de sentir
el olor. Si no siente el olor, entonces sabe que la liebre no fue por estos dos
senderos (segunda premisa). En este caso el perro inmediatamente sale a la
carrera por el sendero que queda, sin detenerse ya a olfatearlo. Dado que
el perro sabe, por pura lógica, es decir, sin detenerse ya a olfatearlo, que la
liebre se fue por tercer sendero: debe ser así, puesto que debió irse por el
primero o por el segundo, o por el tercero, y no fue por ninguno de aquellos
dos, de modo que sólo cabe la alternativa de que se fue por el tercero.
El argumento tendría esta forma:

La presa tomó el sendero de la izquierda o del centro, o el de


la derecha.
6 Sexto Empírico. Hipótesis pirrónicas.
Capítulo 1 14

La presa no tomó el sendero de la izquierda.


La presa no tomó el sendero del centro.
∴ La presa tomó el sendero de la derecha.

Se trata de un buen argumento. ¿Pero, qué lo hace bueno? ¿Qué tiene de


bueno? Podemos decir que dos cosas. Lo primero es que dado que las premisas
son verdaderas, no hay posibilidad de que la conclusión no lo sea. Se puede
expresar esto de diversos modos:

La verdad de las premisas garantiza la verdad de la conclusión.

Es imposible que las premisas sean todas verdaderas y la conclusión no


lo sea.

No hay modo de que las premisas sean verdaderas sin que lo sea la
conclusión.

A esta propiedad la denominaremos Preservación Necesaria de la Verdad


(PNV) y de un argumento que tenga esta propiedad, diremos que preserva
necesariamente la verdad (PNV).
Consideremos otro ejemplo.

(1)Todos los collies son perros


Snoopy es un perro.
∴ Snoopy es un collie.
¿Podemos imaginar una situación en que las premisas sean verdaderas, pero
que la conclusión sea falsa? Sí: supongamos que (como es de hecho) todos los
collies son perros (de modo que la primera premisa es verdadera) y supon-
gamos que Snoopy es un beagle (y por ello un perro, o sea que la segunda
premisa es verdadera), pero en este caso, la conclusión es falsa. Por lo tanto,
el argumento no es un argumento-PNV (un argumento que preserva necesa-
riamente la verdad). Consideremos ahora un tercer ejemplo:

(2)Todos los beagles son perros.


Snoopy es un Beagle.
∴ Snoopy es un perro.
Capítulo 1 15

¿Podemos imaginar una situación en la cual las premisas sean verdaderas


y la conclusión falsa? Ciertamente no. Suponer que la primera premisa es
verdadera, significa suponer que (representando la situación visualmente) la
línea que encierra a todos los beagles, no atraviesa la línea que delimita a
todos los perros (Figura 1.1). Suponer que la segunda premisa sea verdadera,
significa suponer que Snoopy se halla dentro de la línea trazada alrededor de
todos los beagles. Pero entonces es imposible que Snoopy se encuentre fuera
de la línea trazada alrededor de los perros –es decir que es imposible que la
conclusión sea falsa. Por lo tanto el argumento (2) es un argumento-PNV.

PERROS
Beagles

• Snoopy

Figura 1.1: El argumento es válido

Hay algo más respecto al primer argumento, además de que sea PNV.
Consideremos la siguiente serie de argumentos:

(3)Snoopy es pequeño y Lassie tiene pelo largo


∴ Lassie tiene pelo largo.

(4)La Filosofía es interesante, y la lógica es gratificante.


∴ La lógica es gratificante.

(5)Ernesto es hermano de Susana.


∴ Susana es hermana de Ernesto.

(6)El vaso que está sobre la mesa tiene agua.


∴ El vaso que está sobre la mesa contiene H2 O.

Todos estos argumentos son argumentos-PNV, pero consideremos por qué


cada argumento tiene esta propiedad: qué es lo que en cada caso subyace al
Capítulo 1 16

hecho de que no puedan ser verdaderas las premisas y la conclusión falsa.


En el caso del argumento (4), es la forma o estructura del argumento
que hace que sea un argumento-PNV. Este argumento tiene una estructura
compleja, está construido a partir de proposiciones que constan a su vez
de partes. Es justamente el modo particular en que se disponen las partes
para formar el argumento –es decir, la forma o estructura del argumento– lo
que asegura que sea un argumento-PNV. Para que la premisa sea verdadera,
deben ocurrir dos cosas: que Snoopy sea pequeño y que Lassie tenga pelo
largo. La conclusión afirma que ocurre lo segundo: que Lassie tiene el pelo
largo. Está claro, que no hay manera de que la premisa sea verdadera sin
que lo sea la conclusión. Podemos verlo sin saber qué sean Snoopy y Lassie
(gatos, perros, caricaturas), eso no importa. Inclusive no necesitamos saber
qué significa “pequeño” ni “pelo largo”. Podemos ver que, fueran lo que fuesen
Snoopy y Lassie, y cualesquiera fuesen las propiedades que les atribuyéramos
mediante las expresiones “pequeño” y “pelo largo”, si es verdad que Lassie
tiene el pelo largo y Snoopy es pequeño, entonces debe ser verdad que Lassie
tiene el pelo largo.
Lo mismo puede decirse con respecto al argumento (4). No necesitamos
saber lo que sea la filosofía y la lógica –o lo que signifique que algo sea
interesante o gratificante– para ver que si la premisa es verdadera, entonces
la conclusión debe ser verdadera también. En realidad, está bastante claro
que cualquier argumento que tenga la forma siguiente será válido,

pyq
q
(Aquí las letras p y q representan proposiciones).

No importa qué proposiciones pongamos en lugar de p y de q: podemos ra-


zonar como arriba lo hicimos y convencernos de que el argumento es válido.
Contrasta con esto el caso de los argumentos (5) y (6). En el caso de (5),
para ver que la premisa no puede ser verdadera y la conclusión falsa, necesi-
tamos conocer el significado de los términos que aparecen en el argumento.
Tenemos que saber –en este caso– que Susana es un nombre de mujer, que
los significados de “hermana” y “hermano” se relacionan de algún modo: si
una persona x es la hermana de una persona de sexo masculino y, entonces
y es hermano de x. Según esto, si reemplazáramos estos términos con otros
de significado diferente, el argumento podría no ser válido. Por ejemplo:
Capítulo 1 17

(7)Susana es amiga de Ernesto


∴ Susana es tía de Ernesto

(8)Ernesto es hermano de Alfonso


∴ Alfonso es hermana de Ernesto

Se aprecia la diferencia con lo que sucedía en el caso del argumento (4),


en donde podíamos reemplazar los términos como quisiéramos y el argumen-
to que resultaba seguía siendo un argumento-PNV. En el caso de (6), para
ver que no puede ser la premisa verdadera y la conclusión falsa, necesitamos
tener cierto conocimiento científico: necesitamos saber que la composición
química del agua es H2 O. De modo que si reemplazáramos el término “agua”
por otra sustancia con otras propiedades químicas –o el término “H2 O” con
el término que corresponda a otro compuesto– entonces el argumento puede
que ya no sea un argumento-PNV. Por ejemplo:

(9)El vaso que está sobre la mesa tiene arena


∴ El vaso que está sobre la mesa contiene H2 O

(10)El vaso que está sobre la mesa tiene agua.


∴ El vaso que está sobre la mesa contiene N2 O

Puede verse entonces que algunos argumentos-PNV lo son en virtud de su


forma o estructura: simplemente por la manera en que está construido el ar-
gumento, no puede suceder que la conclusión sea falsa, siendo verdaderas las
premisas. Otros argumentos-PNV no lo son en virtud de su forma o estruc-
tura: el modo en que está construido no garantiza que sea imposible que las
premisas sean verdaderas y la conclusión sea falsa. Antes bien, que no pueda
pasar esto depende de otros hechos específicos, ya sea relativos al significado
de los términos del argumento (por ejemplo, que “Susana” sea un nombre
femenino) o bien hechos relativos a los objetos con los que estos términos se
hallan relacionados en el mundo. O inclusive de ambas cuestiones. Si un ar-
gumento es un argumento-PNV en virtud de su forma o estructura, entonces
Capítulo 1 18

decimos que es válido, y decimos que la conclusión es una consecuencia lógica


de las premisas. Tenemos entonces dos aspectos de la validez/consecuencia
lógica:

1. Las premisas no pueden ser verdaderas y la conclusión falsa.

2. La forma del argumento garantiza que es un argumento-PNV.

De un argumento que no es válido, se dice que es inválido. Un argumento


puede ser inválido porque no es un argumento-PNV o porque, aunque lo
fuera, este hecho no resulta de la estructura del argumento. Obsérvese que la
anterior no es una definición precisa de validez: es sólo el enunciado de una
idea intuitiva fundamental. Uno de los objetivos de la lógica es proporcionar
un análisis preciso de la validez o consecuencia lógica. Esta idea directriz
que hemos establecido –según la cual validez es poseer la propiedad PNV
en virtud de la forma– se puede encontrar, por ejemplo, en la discusión del
concepto de consecuencia lógica introducida por el lógico polaco Alfred Tarski
en la década de 1930, en donde se la presenta como la concepción tradicional
e intuitiva:

Destaco [...] que el tratamiento del concepto de consecuencia


que he propuesto, no pretende tener ninguna originalidad. Las
ideas de las que hace uso, seguramente resultarán muy conocidas
[...] Nuestro punto de partida son ciertas consideraciones de tipo
intuitivo. Consideremos una clase K de oraciones y una oración X
que se sigue de las oraciones de esta clase. Desde un punto de vis-
ta intuitivo nunca puede suceder que la clase K conste solamente
de oraciones verdaderas y la oración X sea falsa. Así mismo, dado
que aquí nos interesa el concepto de consecuencia lógica, es decir,
formal, y por ello nos interesa una relación que sólo está deter-
minada por la forma de las oraciones entre las cuales se sostiene
dicha relación, esta no puede estar influenciada de ningún modo
por el conocimiento empírico, y en particular por el conocimiento
relativo a los objetos a los cuales refiere la oración X o las ora-
ciones de la clase K [...] Las dos circunstancias indicadas parecen
ser características esenciales del concepto de consecuencia.” 7

7 Alfred Tarski, “On the concept of logical consequence”, 1936. La verdad puede decirse
Capítulo 1 19

En verdad, la idea se remonta a Aristóteles, quien comienza afirmando: “Una


deducción es un discurso en el cual, habiendo establecido ciertas cosas, algo
diferente se sigue de ellas de forma necesaria por el hecho de que sean lo que
son”.8 Esta es la idea de preservar necesariamente la verdad (PNV). Luego,
cuando discute los argumentos, Aristóteles presenta primero la forma de un
argumento de modo abstracto, usando letras en lugar de los términos para
formar esquemas, por ejemplo:

Todo C es B
Ningún B es A
Por lo tanto, ningún C es A.

Deriva entonces argumentos específicos poniendo términos específicos en lu-


gar de las letras, por ejemplo:

Todo cisne es blanco.


Ninguna cosa blanca es un cuervo.
Por lo tanto, ningún cisne es un cuervo.

El razonamiento que pone de manifiesto que el argumento es PNV, se desa-


rrolla al nivel de las formas de argumentos (es decir, con las letras A, B
y C; no con cuervos, cosas blancas y cisnes). Resulta entonces claro que a
Aristóteles le interesaban aquellos argumentos-PNV en virtud de su forma.
o predicarse de las oraciones de un lenguaje, aunque son las proposiciones expresadas por
las oraciones lo que resulta ser verdadero o falso, como ya vimos. En este sentido elíptico
–podría decirse– debe entenderse el texto cuando dice que una oración es verdadera o falsa,
eludiendo la referencia explícita a las proposiciones expresadas por ellas.
8 Primeros Analíticos, -b. 1
Capítulo 1 20

Recordar

Cuando en un argumento no hay modo de que las premisas sean


verdaderas sin que lo sea la conclusión, se dice que preserva
necesariamente la verdad (o que es un Argumento-PNV).

Algunos argumentos-PNV lo son en virtud de una forma o es-


tructura: simplemente por la manera en que está construido el
argumento, no puede suceder que la conclusión sea falsa, siendo
verdaderas las premisas

Otros argumentos-PNV no lo son en virtud de una forma o


estructura: el modo en que está construido no garantiza que
sea imposible que las premisas sean verdaderas y la conclusión
sea falsa.

Si un argumento es un argumento-PNV en virtud de una forma


o estructura, entonces decimos que es válido, y decimos que la
conclusión es una consecuencia lógica de las premisas.

Ejercicios y Problemas:
Problema 1.5. Relea la cita de Tarski y considere si en alguna parte de la
misma se alude a la idea de que un argumento válido debe tener la propiedad
PNV y si debe tener esta propiedad en virtud de su forma. Considere si
Tarski asigna alguna importancia a estas ideas con respecto al concepto de
consecuencia.
Capítulo 2

La lógica de primer orden

2.1. Buenos argumentos y argumentos válidos


En el capítulo anterior hemos considerado varios ejemplos de argumentos
y hemos considerado si son válidos. Trabajamos a un nivel intuitivo, viendo si
podemos imaginar situaciones en las cuales las premisas son verdaderas y la
conclusión falsa. Este enfoque dista de ser el ideal. Supongamos que alguien
afirmara que no puede imaginar una situación en la cual las premisas del ar-
gumento (1) sean verdaderas y la conclusión falsa –o que alguien sostuviera
algo análogo respecto al argumento (5). ¿Qué le responderíamos? ¿Podría-
mos mostrarle que está equivocado? Lo que deberíamos tener para eso es
un método de prueba exhaustivo para determinar si un argumento dado es
válido: un método que estableciera más allá de toda duda si el argumento es
válido y que pudiera aplicarse de manera directa y rutinaria sin hacer uso de
la intuición o la imaginación. Piense en el modo en que convence a alguien
que 1.257+2.874 = 4.131. No necesita recurrir a su imaginación o intuición:
simplemente efectúa la suma de manera mecánica hasta llegar al resultado.
Este proceso se divide en partes (se ubican los números apropiadamente, se
suman los menores que 10 y se lleva 1 dígito), cada una de estas partes es
bastante elemental y rutinaria. Lo que sería bueno tener en el caso de la
validez es algo similar: un conjunto de reglas simples que se puedan apli-
car a un argumento siguiendo un orden determinado y que eventualmente
nos lleve al veredicto correcto: válido o inválido. Dicho con más precisión, lo
que queremos es un procedimiento efectivo para determinar la validez que
siempre proporcione el resultado correcto. Se dice que un procedimiento es

21
Capítulo 2 22

“efectivo” si puede formularse mediante un número finito de instrucciones,


que deben aplicarse en un orden establecido, en el cual cada instrucción es
(1) mecánica (no requiere de ningún tipo de ingenio o habilidad intelectual
para ser ejecutada –una computadora podría programarse para hacerlo); (2)
determinista (no requiere de procesos aleatorios, como por ejemplo, el resul-
tado de arrojar una moneda); y (3) termina en un tiempo finito (sólo requiere
de una cantidad de tiempo finito para ser completada). Como veremos, tales
procedimientos existen para cierto tipo de argumentos.1
Recordemos la cita anterior de Peirce, que termina diciendo “el razona-
miento es bueno si es tal que proporciona una conclusión verdadera a partir
de premisas verdaderas, y no de otro modo”. La propiedad del razonamiento
a la que Peirce alude aquí, es la que denominamos PNV. En ese pasaje, Peirce
equipara PNV con buen razonamiento. Esta equiparación parece ser excesi-
va –si buen razonamiento se entiende en la forma usual del sentido común.
Por ejemplo, supongamos que alguien cree que hay agua en el vaso que está
sobre la mesa, pero no concluye que en el vaso hay H2 O. Esto no quiere decir
necesariamente que algo funcione mal en su capacidad de razonar: puede tra-
tarse de alguien completamente racional, pero que simplemente no sabe que
la composición química del agua es H2 O. Podríamos criticar a esta persona
porque no sabe química básica –pero sólo si suponemos que debe conocerla
(porque fue al colegio, por ejemplo) pero en todo caso no podríamos decir
que no razonó bien. Por esta razón no podríamos equiparar el buen razona-
miento con PNV simpliciter. ¿Podríamos equipararlo con la validez (es decir,
PNV en virtud de la forma)? Esta idea parece plausible a primera vista. Por
ejemplo, si alguien cree que Alfonso está aburrido y Sebastián está dormido,
pero no cree que Sebastián esté dormido, entonces ciertamente parece que
algo está mal con respecto a su capacidad de razonar. Sin embargo, inclu-
sive la tesis que el razonamiento es bueno si y sólo si es válido (opuesta a
la que sólo toma en cuenta PNV),también asumiría una posición demasiado
exigente. Un argumento bien puede ser válido sin ser un buen argumento (en
un sentido intuitivo). En el otro sentido, muchos buenos razonamientos (en
un sentido intuitivo) no son válidos, dado que la verdad de las premisas no
1 Lamecanización del razonamiento tuvo un largo desarrollo en la historia de la filosofía.
Un importante precedente es el Ars Magna de Ramón Llul (1232-1315), cuyo objetivo era
demostrar, con esta máquina, la veracidad de las doctrinas cristianas, trabajo que fue
continuado en el siglo XVI por Giordano Bruno , y por Leibniz en el XVII que perfeccionó
la máquina en su obra De Ars Combinatoria. Estos intentos alcanzan su punto culminante
en la obra de Gödel y Turing, en la primera mitad del siglo pasado.
Capítulo 2 23

garantiza la verdad de la conclusión, sino que solo la hace muy probable.


Los razonamientos cuya validez es un requisito previo para considerarlos
buenos, se denominan usualmente razonamientos deductivos. Tipos impor-
tantes de razonamientos no deductivos son los razonamientos inductivos –en
los cuales se extrae una conclusión sobre eventos futuros basándose en ob-
servaciones anteriores (por ejemplo, hemos visto la salida del sol todos los
días por mucho tiempo, por lo tanto también saldrá mañana), o se obtienen
conclusiones generales basándose en observaciones de instancias específicas
(por ejemplo, todo trozo de sal que pusimos en el agua se disolvió, por lo
tanto la sal es soluble)– y los razonamientos abductivos –también conocidos
como “inferencia a la mejor explicación”– en los cuales se razona a partir de
los datos obtenidos hacia la mejor explicación disponible para estos datos
(por ejemplo, se concluye que lo hizo el mayordomo, porque esta hipótesis
encaja mejor con las pistas). Así como la validez es un criterio para calificar
un argumento deductivo como bueno, el criterio análogo para el caso de los
argumentos no deductivos recibe a veces la denominación de fuerza induc-
tiva: un argumento es inductivamente fuerte en caso de que sea improbable
–lo que se opone a imposible, en el caso de la validez- que sus premisas sean
verdaderas y su conclusión falsa.
Como se puede apreciar la relación entre validez y buenos razonamientos
es bastante compleja. No nos ocuparemos de ella aquí con más detalle, dado
que nuestro asunto es la lógica, y hemos optado por considerar más bien a la
lógica como la ciencia de la verdad, y no como la ciencia del razonamiento. Sin
embargo, hay algo que sí parece ser cierto: si nos interesa el razonamiento –y
la clasificación de los razonamientos en buenos o malos– entonces siempre será
importante la pregunta sobre la validez del razonamiento. Esto es verdad sin
tomar en cuenta qué razonamiento estemos considerando, ya sea deductivo o
inductivo. La respuesta a la pregunta ¿es válido el razonamiento? no cerrará
del todo el problema sobre si el razonamiento es bueno –pero nunca carecerá
de relevancia para esta cuestión. Por lo tanto, si vamos a aplicar la lógica
–las leyes de la verdad– al estudio del razonamiento, resultará útil poder
determinar respecto a cualquier argumento –sin importar el asunto de que
trate– si este es válido.
De este modo, cuando se trata de la validez, tenemos dos objetivos a
la vista: Uno es encontrar un análisis preciso de la misma. (Hasta ahora
contamos con una idea imprecisa, que nos puede servir de guía, sobre lo que
es la validez: la hemos sintetizado como PNV garantizada por la forma. Como
Capítulo 2 24

ya vimos esto no equivale a contar con un análisis preciso). El otro objetivo


es encontrar un método para evaluar la validez de los argumentos que reúna
los requisitos de ser:
1. Infalible: puede seguirse de manera directa, rutinaria, sin recurrir a la
intuición o la imaginación –y siempre nos da la respuesta correcta–;

2. General: puede aplicarse a cualquier argumento.


Nótese que existe una íntima conexión entre el rol que tiene la noción de forma
en la definición de validez (un argumento es válido si es PNV en virtud de su
forma) y el objetivo de encontrar un método mecánico para evaluar la validez,
que pueda aplicarse a todo argumento, sin importar de qué asunto trate en
particular. Es precisamente el hecho de que la validez pueda evaluarse en base
a la forma, haciendo abstracción del contenido específico de las proposiciones
de que consta el argumento (es decir, del modo en que las proposiciones que
forman el argumento representan el mundo), lo que hace posible que este
objetivo esté a nuestro alcance.
Recordar

Cuando se trata de la validez, tenemos dos objetivos a la vista:

Uno es encontrar un análisis preciso de la misma.

El otro objetivo es encontrar un método para evaluar la validez


de los argumentos.

Ejercicios y Problemas:
Problema 2.1. Considere cuáles argumentos son válidos y cuáles no.

(1)Todos los perros son mamíferos.


Todos los mamíferos son animales.
∴ Todos los perros son animales

(2)Todos los perros son mamíferos.


Todos los perros son animales
∴ Todos los mamíferos son animales.
Capítulo 2 25

(3)Todos los perros son mamíferos.


Ningún pez es mamífero.
∴ Ningún pez es un perro.

(4)Todos los peces son mamíferos.


Todos los mamíferos son robots.
∴ Todos los peces son robots.

2.2. Solidez
Considere el argumento (4) del ejercicio anterior. Este argumento es vá-
lido, pero hay algo incorrecto en este argumento: no establece la verdad de
la conclusión, dado que las premisas no son verdaderas. Tiene la propiedad
de que si las premisas fuesen verdaderas, entonces la conclusión debería serlo
–es decir, es PNV– pero las premisas no son de hecho verdaderas, y por ello
el argumento no establece la verdad de la conclusión.
Decimos que un argumento es sólido si es válido y además tiene premisas
que son de hecho verdaderas:

Sólido = Válido + Premisas Verdaderas

Un argumento válido puede tener cualquier combinación de premisas y con-


clusiones verdaderas y falsas, excepto premisas verdaderas y conclusión falsa.
Un argumento sólido tiene premisas verdaderas y por lo tanto –porque es
válido- una conclusión verdadera.
La lógica tiene poco que decir respecto a la solidez de los argumentos
–porque tiene poco que decir sobre la verdad o falsedad de las proposiciones
en la realidad. A la lógica, como hemos dicho, le interesan las leyes de la
verdad –y las leyes generales de la verdad son muy diferentes de las verdades
sobre hechos particulares, es decir, de los hechos respecto a los cuales las pro-
posiciones son realmente verdaderas o falsas. Hay innumerables proposiciones
relativas a diferentes cosas. No esperaríamos que ninguna ciencia nos diga de
cada una si es verdadera o falsa. Está en la naturaleza de la ciencia, no el ser
un catálogo de cuestiones de hecho sino buscar generalizaciones o estructuras
que ofrezcan algún interés. Especialmente, buscar leyes. Consideremos el caso
de la Física, que en parte se ocupa del movimiento. Los físicos buscaron las
Capítulo 2 26

leyes generales que rigen el movimiento, no trataron de establecer todos los


hechos particulares relativos a lo que se mueve, cómo, cuándo, dónde y a qué
velocidad. Por supuesto, dadas las leyes generales del movimiento y algunos
hechos particulares, se pueden deducir otros hechos sobre el movimiento de
un objeto.
Lo mismo pasa en la lógica. Dadas las leyes generales de la verdad y
algunos hechos particulares (por ejemplo que una proposición es verdadera
y otra falsa) se pueden deducir otros hechos (que una tercera proposición
es verdadera). Pero así como no es asunto de la física establecer dónde está
cada cosa en cada momento y cuán rápido se mueve, así tampoco es tarea
de la lógica decirnos de cada proposición si es verdadera o falsa. Por ello, las
cuestiones que tienen que ver con la solidez, que requieren el conocimiento
acerca de la verdad de las premisas, se hallan fuera del alcance de la lógica.
Del mismo modo, en lógica no interesa si sabemos que las premisas de
un argumento son verdaderas. Podemos encontrarnos con un argumento que
incluya la premisa “la mayor distancia recorrida por un peatón en el centro
de Córdoba el 1 de diciembre de 2002 fue de 4 km”. El argumento puede
ser sólido, no obstante no sería un argumento convincente para establecer su
conclusión, ya que nunca sabríamos si todas sus premisas son verdaderas.
De modo que hace falta algo más que la validez para que un argumento
deductivo sea convincente. Un argumento realmente convincente será no sólo
válido sino también sólido, y además deberíamos poder saber si las premisas
son verdaderas. Muchos se han quejado de que la lógica –que nos habla sólo
de la validez– no nos proporciona una explicación completa de los buenos
razonamientos. Esto es cierto, pero la queja sólo tiene sentido si considera-
mos a la lógica como la ciencia del razonamiento. Desde otra perspectiva, no
hay un problema aquí: no es del todo acertado considerar a la lógica como
la ciencia del razonamiento; ante el problema, es mejor considerarla como la
ciencia de la verdad. La lógica tiene aplicaciones importantes relacionadas
con el razonamiento –más que todo en lo que tiene que ver con la validez.
Sin embargo no alcanza con la validez para dar cuenta de los buenos razo-
namientos (los argumentos válidos no son siempre buenos y los argumentos
buenos no son siempre válidos) y por ello, se puede decir mucho más sobre
el razonamiento de lo que se puede deducir de las leyes de la verdad.
Capítulo 2 27

Recordar

La lógica tiene poco que decir respecto a la solidez de los argu-


mentos –porque tiene poco que decir sobre la verdad o falsedad
de las proposiciones en la realidad.

La Lógica se interesa por las leyes de la verdad –y las leyes


generales de la verdad son muy diferentes de las verdades sobre
hechos particulares.

Ejercicios y Problemas
Problema 2.2.
1. Establezca cuáles argumentos del ejercicio anterior son sólidos.

2. Indique un argumento en el ejercicio anterior que tenga todas las pre-


misas verdaderas y conclusión verdadera, pero que no es válido y por
lo tanto no es sólido.

3. Indique un argumento en el ejercicio anterior que tenga premisas y


conclusión falsas, pero que sea válido.

2.3. Lenguajes de primer orden


Consideremos ahora el siguiente razonamiento:
(11) Todo caballo es un animal, por lo tanto la cabeza de un
caballo es la cabeza de un animal.
Se trata de un razonamiento en apariencia simple, directo y todo hace pen-
sar que encierra un argumento válido. Su forma se parece a la de algunos
argumentos de los ejercicios anteriores. No obstante, este argumento se re-
siste más a exhibir su validez. El nexo lógico por el cual siendo la premisa
verdadera, la conclusión no podría dejar de serlo, debe buscarse con más
perspicacia. Es que el argumento esconde en su estructura una relación entre
objetos, que a primera vista no parece obvia. Si intentamos representarlo de
la forma del argumento (2) del capítulo anterior, sentimos que no logramos
encontrar el diagramaa que muestre su validez. No sabríamos bien cómo re-
presentarlo para ver esto. Sin embargo, el argumento parece similar también
Capítulo 2 28

al argumento (5) del primer capítulo. Podría verse como una combinación en-
tre los dos. Podríamos formularlo a través de un argumento como el siguiente:

(12)Todo caballo es un animal.


Todo objeto que tiene una relación R con un caballo, tiene esa relación
R con un animal.
La cabeza de un caballo tiene la relación “ser_cabeza_de” con un
caballo.
Por lo tanto, la cabeza de un caballo tiene la relación
“ser_cabeza_de” con un animal.

De hecho, la segunda premisa no se halla para nada explícita en (11).


Pero, sin duda, de su aceptación depende la validez del argumento.
Recién a comienzos del siglo pasado, la lógica alcanzó a formular una
teoría general que pudo dar cuenta de la validez intuitiva de este tipo de
argumentos. Fue a través del desarrollo y estudio sistemático de los llamados
Lenguajes de Primer Orden (LPO) y de su lógica, que esto fue posible. Los
lenguajes de primer orden permitieron no sólo abarcar la lógica de los argu-
mentos que involucran objetos y propiedades, sino también los argumentos
cuya validez dependía de las relaciones entre esos objetos, como en el caso
de (12). A lo largo de este curso, veremos con más detenimiento los aspectos
fundamentales de este lenguaje y los métodos formales que permiten estudiar
los argumentos válidos que se pueden expresar en el mismo.

Recordar

El desarrollo de los Lenguajes de Primer Orden (LPO) permitió abar-


car la lógica de los argumentos que involucran objetos y propiedades,
así como de aquellos cuya validez depende de las relaciones entre esos
objetos.

Ejercicios y Problemas
Problema 2.3.
1. Considere el siguiente razonamiento de manera semejante al análisis
que hicimos en (12): Todo filósofo es un pensador. Por lo tanto, la obra
de un filósofo es la obra de un pensador.
Capítulo 2 29

2. Considere si puede darse un análisis similar para el argumento (7) del


punto 1.4 del cap 1.

2.4. El rol especial de la lógica en la indagación


racional
Después de haber visto –desde cierta perspectiva– en qué consiste la ló-
gica, consideremos ahora brevemente cuáles pueden ser las razones para es-
tudiarla. En particular por qué estudiar el lenguaje de primer orden. Si nos
preguntamos qué tienen en común los campos de la astronomía, la economía,
el derecho, la matemática, la física y la sociología, podríamos responder que
no mucho en cuanto al tema. Y quizás menos en cuanto a metodología. Por lo
que vimos antes, la lógica nos indica una respuesta a esta pregunta. Alguna
vez Bertrand Russell dijo que “la lógica trata del mundo real, lo mismo que
la zoología, aunque de sus rasgos más abstractos y generales”.2 Otra forma
de considerar la cuestión es sostener que lo que tienen en común, todas es-
tas disciplinas, es su dependencia de un cierto estándar de racionalidad. En
cada uno de estos campos se asume que quienes participan en ellos pueden
diferenciar entre la argumentación racional basada en principios aceptados
y especulaciones salvajes o absolutos nonsequiturs. En otras palabras, estos
campos presuponen todos ellos una aceptación tácita de los principios bá-
sicos de la lógica. En cuanto a eso, toda indagación racional depende de la
lógica, de la capacidad de las personas para razonar correctamente la mayor
parte del tiempo. Así como de su confianza en la capacidad de otros para
señalar las lagunas en sus razonamientos, cuando se equivocan. Mientras la
gente puede disentir en gran cantidad de cosas, parece que puede ponerse de
acuerdo respecto de lo que constituye una conclusión legítima a partir de pre-
misas dadas. La aceptación de estos principios de racionalidad compartidos
es lo que diferencia a la indagación racional de otros ámbitos de la actividad
humana. ¿Cuáles son entonces los principios de racionalidad que subyacen
a esas disciplinas? ¿Cuáles son los medios por los que podemos distinguir
argumentación válida de argumentación inválida? Más básicamente, ¿qué es
lo que hace que una información se siga de premisas aceptadas, mientras
que otra información no lo haga? Como venimos viendo, se han explorado
muchas respuestas a estas preguntas. Una sugerencia que aún conserva adhe-
2 Bertand Russell, Introducción a la Filosofía Matemática, 1919.
Capítulo 2 30

rentes es que las leyes de la lógica son una cuestión de convención. Si esto es
así, presumiblemente podríamos decidir cambiar las convenciones, y adoptar
así diferentes principios de lógica, de la misma manera en que decidimos en
qué carril de la ruta tenemos que conducir los automóviles. Pero hay una
acendrada intuición de que las leyes de la lógica son más irrefutables que las
leyes que rigen un país, ¡incluso que las leyes de la física!
La importancia de la lógica ha sido reconocida desde la antigüedad. Des-
pués de todo, ninguna ciencia puede tener una certeza mayor que el más
débil de sus eslabones. Si hay algo arbitrario acerca de lo lógica, entonces lo
mismo debe ocurrir con toda la indagación racional. Por eso se vuelve crucial
entender qué son las leyes de la lógica (las leyes de la verdad) y aún más
importante, por qué son estas sus leyes. Éstas son las preguntas que uno se
hace cuando estudia la lógica misma. Estudiar lógica es usar los métodos
de indagación racional en la racionalidad misma. Durante el siglo XIX el
estudio de la lógica desarrolló avances rápidos e importantes. Espoleada por
problemas lógicos en la más deductiva de las disciplinas, la matemática, se
desarrolló como disciplina por propio derecho, con sus conceptos, métodos,
técnicas y lenguaje propios. La Enciclopedia Británica, al dividir el conoci-
miento, nombra a la lógica como una de las siete ramas del conocimiento.
Más recientemente, el estudio de la lógica ha jugado un rol destacado en
el desarrollo de las modernas computadoras y lenguajes de programación.
Como ya señalamos, la lógica tiene un rol importante en las ciencias de la
computación; en verdad, se ha dicho que la ciencia de la computación es
lógica más electrónica.
Este texto pretende introducirlo en algunos de los más importantes con-
ceptos y herramientas de la lógica moderna. El principal objetivo es propor-
cionar respuestas detalladas y sistemáticas a las preguntas que se plantearon
arriba. Procuraremos que comprenda de qué manera las leyes de la lógica
(las leyes de la verdad) se siguen inevitablemente de los significados que
asociamos con el lenguaje que usamos para hacer afirmaciones. Las conven-
ciones son cruciales para establecer el significado de un lenguaje, no obstante,
una vez que se ha establecido el significado, las leyes de la lógica se siguen
inevitablemente. De modo más particular, el texto se propone dos objetivos
principales. El primero es ayudarlo a aprender el lenguaje de la lógica de
primer orden. El segundo objetivo es ayudarlo a aprender algo acerca de la
noción de consecuencia lógica, y acerca de cómo se determina si alguna pro-
posición es, o no, una consecuencia lógica de otras premisas aceptadas. Ya
Capítulo 2 31

que hay mucho más en lógica de lo que se puede referir en este texto, o de lo
que una persona puede aprender en toda su vida, se trata al menos de cubrir
estas cuestiones más básicas.

2.5. ¿Por qué aprender un lenguaje artificial?


El lenguaje LPO que acabamos de mencionar es muy importante. Co-
mo el latín, este no es un lenguaje hablado, pero, a diferencia del latín, es
utilizado cotidianamente por matemáticos, filósofos, científicos de la compu-
tación, lingüistas y quienes actualmente trabajan en inteligencia artificial.
En verdad, en cierto sentido es la “lingua franca” de los ciencias simbólicas.
Este lenguaje recibió varios nombres: cálculo inferior de predicados, cálculo
funcional, lenguaje de la lógica de primer orden, y LPO. Usaremos este últi-
mo. Ciertos elementos de LPO se remontan a Aristóteles, pero el lenguaje, tal
como hoy se conoce, surgió en siglo pasado. Los nombres eminentemente aso-
ciados con su desarrollo son los de Gottlob Frege, Giuseppe Peano y Charles
Sanders Peirce. A finales del siglo XIX estos tres lógicos, independientemen-
te, ofrecieron los elementos más importantes del lenguaje, conocidos como
“cuantificadores”. Desde entonces ha habido un proceso de estandarización y
simplificación que terminó en el lenguaje en su forma actual. Aun así, sub-
sisten ciertos dialectos de LPO, que difieren principalmente en la elección de
los símbolos para las conectivas y los cuantificadores. Usaremos el dialecto
más común en matemáticas.
LPO se usa de maneras diferentes en campos diferentes. En matemáticas,
se usa muchísimo de manera informal. Las distintas conectivas y los cuantifi-
cadores se emplean en gran parte del discurso matemático, formal e informal,
así como en las exposiciones en clase. Seguramente encontrará elementos de
LPO entremezclados con el español o con la lengua nativa del matemático.
A menudo un estudiante de cálculo encuentra fórmulas como:

∀ǫ > 0∃δ > 0...


Aquí las letras extrañas, invertidas, están tomadas directamente del len-
guaje LPO y representan cuantificadores.
En filosofía, LPO y algunas de sus presentaciones enriquecidas se usan
de dos maneras diferentes. Como en matemáticas, la notación de LPO se
usa cuando se busca claridad, rigor y evitar la ambigüedad. Pero también
Capítulo 2 32

para expresar con precisión y rigor nociones informales (como gramaticalidad,


significado, verdad y demostración). Los usos en lingüística surgen de este
último caso, ya que ésta se ocupa en gran medida de la comprensión de
algunas de esas mismas nociones informales.
En inteligencia artificial, LPO se usa también de dos maneras. Algunos
investigadores aprovechan la estructura simple de los enunciados en LPO pa-
ra codificar el conocimiento a fin de que lo almacene y use una computadora.
Modelizan el pensamiento a través de una manipulación simbólica, que se
vale de oraciones de LPO. Otra utilización consiste en un lenguaje de repre-
sentación preciso, para establecer axiomas y demostrar resultados acerca de
simulaciones con robots.
En la ciencia de la computación, LPO ha tenido un efecto aún más profun-
do. La idea misma de un lenguaje artificial que sea preciso y suficientemente
rico para programar computadoras, fue inspirada por LPO. Además, todos
los lenguajes de programación subsistentes toman prestadas algunas nociones
de uno u otro dialecto de LPO. Finalmente, están los así llamados lengua-
jes de programación lógica, como Prolog, cuyos programas son secuencias de
oraciones de un determinado dialecto de LPO.
LPO sirve como ejemplo prototípico de lo que se conoce como un lenguaje
artificial. Estos lenguajes fueron diseñados para propósitos especiales, y se
oponen a los así llamados lenguajes naturales, lenguajes como el español y el
griego, que la gente habla actualmente. El diseño de lenguajes artificiales en
las ciencias simbólicas es una actividad importante, que se basa en el éxito
de LPO y sus descendientes.
Aún si alguien no continúa con el estudio de la lógica u otra disciplina
simbólica, el estudio de LPO puede serle beneficioso. Por eso se lo enseña
tanto. Por una parte aprender LPO constituye una manera fácil de desmiti-
ficar el trabajo formal. Pero, más importante aún, le enseñará mucho acerca
de su propio lenguaje y de las leyes de la lógica que este sostiene. Primero,
aunque es muy simple, LPO incorpora en forma transparente, algunos de
los rasgos más importantes de los lenguajes humanos. Esto ayuda a hacer
mucho más transparentes aun tales rasgos. Uno de los más destacados es
la relación entre el lenguaje y el mundo. Pero, segundo, cuando intentemos
traducir oraciones españolas a LPO apreciaremos la gran sutileza que reside
en el español, sutileza que no puede ser capturada por LPO o lenguajes si-
milares, por lo menos hasta ahora. Finalmente, tomaremos conciencia de la
enorme ambigüedad presente en casi toda oración española, ambigüedad que
Capítulo 2 33

no impide, de algún modo, que nos entendamos unos a otros en la mayoría


de las situaciones.
Nos habíamos preguntado antes qué hace que una afirmación se siga de
otras: ¿convención, o alguna otra cosa? Una parte significativa de este texto
se ocupa de dar una respuesta a esta pregunta para LPO. Pero puede darse
aquí una respuesta breve. Como ya vimos, la lógica moderna nos enseña que
una afirmación es una consecuencia lógica de otra si no hay manera de que
esta última sea verdadera sin que lo sea también la primera. Ésta es la noción
de consecuencia lógica implícita en toda indagación racional. Todas las dis-
ciplinas racionales presuponen implícitamente que esta noción tiene sentido,
y que podemos usarla para extraer consecuencias de lo que sabemos que es
de tal y cual modo, o que creemos que es de tal y cual modo. También se usa
para refutar una teoría. Pues si una afirmación S es una consecuencia lógi-
ca de la teoría, y descubrimos que S es falsa, entonces sabemos que la teoría
misma debe ser falsa. Uno de los propósitos este texto, es el de examinar esta
noción de consecuencia lógica tal como se aplica específicamente al lenguaje
LPO. A tal fin, veremos diversos métodos de demostración –cómo podemos
demostrar que un enunciado de LPO es una consecuencia lógica de otro– y
también métodos para mostrar que una proposición no es una consecuencia
lógica de otras proposiciones.

Recordar

Aunque es muy simple, LPO incorpora en forma transparente, algu-


nos de los rasgos más importantes de los lenguajes humanos. Uno de
los más destacados es la relación entre el lenguaje y el mundo. Así
mismo, cuando intentemos traducir oraciones españolas a LPO apre-
ciamos la gran sutileza que reside en el español, y que no puede ser
capturada por LPO o lenguajes similares.

Ejercicios y Problemas
Problema 2.4. Un argumento algo desopilante.
Bertand Russell fue uno de los más influyentes lógicos y filósofos del siglo
pasado. Su fama se debe a sus numerosas contribuciones, ensayos, libros, y
su monumental obra con Alfred North Whitehead, Principia Mathematica
(1910-13). La historia cuenta que Russell estaba cenando con un grupo de
Capítulo 2 34

gente y discutiendo los principios de la lógica. Explicaba que a partir de


una proposición contradictoria se podía demostrar cualquier cosa. Uno de
los comensales pensó que eso era extravagante y puso la idea en tela de
juicio, aunque dijo que se convencería si Russell tomaba la proposición 0=1
y a partir de ella demostraba que él, Russell, era el Papa. Russell pensó un
momento y entonces dijo: “Si 0=1, entonces sumando 1 a cada lado de esta
igualdad tenemos que 1=2. El Papa y yo somos 2, por lo tanto, el Papa y yo
somos 1.” ¿Será posible reconstruir el argumento de Russell?

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