Está en la página 1de 12

Historia medieval.

Apuntes en limpio
Introducción:
El propio transcurso que ha experimentado la Historia Medieval a lo largo de sus
diferentes etapas históricas, debemos dividirlo en tres partes: el tiempo (la evolución
que hubo entre los siglos IV a.C., y XV d.C.), el espacio (Europa medieval y “los
otros”) y el concepto (el feudalismo como eje orientativo). Se han dado distintas fechas
a la hora de determinar la duración de la historia medieval, pero podemos señalar dos
fechas importantes: la caída del imperio romano de Occidente, en el año 476, y la
caída del imperio bizantino en manos de los turcos, en el año 1453. Por otra parte,
debemos señalar que la historia medieval hay que dividirla en diferentes categorías,
dependiendo del periodo transcurrido. Entre los siglos VIII y X, hablamos de la Alta
Edad Media. Entre los siglos XI y XIII, hablamos de la Plena Edad Media. Por último,
entre los siglos XIV y XV, hablamos de la Baja Edad Media.
El paso del tiempo entre los siglos IV y VIII d.C., marcó un periodo de transición en
términos geopolíticos, ya que se pasó de un mundo euro-mediterráneo unido (gracias al
Imperio Romano) a un mundo dividido en tres unidades: Europa Occidental (en
referencia al cristianismo, aunque no fue una unidad política), Bizancio (Imperio
Oriental) y el islam. Por otro lado, en términos socioeconómicos, debemos señalar dos
características fundamentales: la ruralización y la servidumbre. Respecto al primer
término, el mundo medieval que se generó tras la caída del Imperio Romano pasó por
un proceso de ruralización. En términos cuantitativos, el mundo euro-mediterráneo se
convirtió en un mundo rural, teniendo en cuenta que, en la Antigua Roma, lo que
predominó fue un proceso urbanístico. Respecto al segundo término, el sistema romano
tenía su base en el esclavismo, pero, en la época medieval, éste cayó en decadencia y
aparecieron nuevas formas de trabajo vinculados a la servidumbre. Fue un proceso
lento. En cuanto a los siervos, éstos no eran objetos a nivel jurídico, ya que tenían
algunos derechos. La servidumbre se trata del rasgo más importante del feudalismo; la
esclavitud dejó de ser la base del sistema productivo en la Edad Media, aunque ésta no
desapareció. Teniendo en cuenta este contexto, tuvieron lugar algunos cambios
religiosos y culturales respecto a Roma, pasándose de un mundo politeísta a uno
monoteísta e imponiéndose una verdad única. El cristianismo y el islam se fueron
imponiendo como marco de justificación de la realidad. El judaísmo se seguía
practicando, aunque no tuvo predominio político. Considerando esta situación, las
sociedades se dividieron en dos mundos: el cristiano y el musulmán. Las civilizaciones
principales eran las siguientes: Europa Occidental, Bizancio y el islam, pero las
predominantes, hasta el siglo VIII, fueron las dos últimas.
En el siguiente periodo, que se corresponde con la Alta Edad Media, encontramos
fechas importantes: en el año 751 se impuso la dinastía carolingia. Desde el punto de
vista occidental, fue un momento de relativa reunificación política; Carlo Magno se
presentó como una renovación del antiguo Imperio Romano de Occidente, volviendo a
ser nombrado emperador. En el mundo carolingio, los reinos occidentales se unificaron,
reforzándose el feudalismo y el cristianismo. Las estructuras políticas se solidificaron. A
continuación, en el periodo de la Plena Edad Media, lo ocurrido en Europa Occidental
afectó al resto del mundo. La sociedad de base occidental comenzó a ser la dominante.
El siglo XI estuvo marcado por algunos acontecimientos importantes como las cruzadas,
lo cual trajo, como consecuencia, un cambio de variables. Hubo una expansión en
cuanto a la civilización, predominando Occidente, que experimentó un notable
crecimiento económico y político. También tuvo lugar un cambio de dinámicas,
dominando los mundos occidentales. Tuvo lugar un periodo de revoluciones, trayendo,
consigo, un cambio radical en las variables sociales. Europa Occidental cambió
drásticamente, en el siglo XIII, en comparación a cómo era en el siglo XI. Entre estas
revoluciones, encontramos la revolución feudal del año 1000, en la cual se consolidó
el feudalismo (al ser una revolución política y social, hubo un cambio en el sistema).
Tras ella encontramos una revolución demográfica, en la que se multiplicó la población
europea (hasta el siglo XI, Europa era un territorio semivacío, llenándose en los siglos
XII y XIII). Después hubo una revolución agraria, en la cual aumentó la producción
agrícola junto con la superficie que se podía trabajar. Hubo mejoras técnicas,
artesanales, en los transportes, etc. También encontramos una revolución comercial,
incrementándose el comercio, y una revolución cultural en el sentido intelectual y
artístico. Por último, encontramos una revolución urbana fruto del proceso de
ruralización y del crecimiento extraordinario de las ciudades. Los centros de decisión
volvieron a estar presentes en la ciudad, mientras que Bizancio y el islam
experimentaron ciertas dificultades frente al cristianismo.
Respecto al periodo de la Edad Media, cabe señalar que se caracteriza por ser un
periodo de crisis, desapareciendo Bizancio. Sin embargo, debemos señalar que la crisis
no es la única característica que encontramos en este periodo. Comenzó en el año 1350,
en el cual cambió la percepción sobre algunos aspectos. Fue la época de la peste negra,
incrementándose la mortalidad. Es el siglo del que más fuentes poseemos. Las crisis
generadas durante estos años trajeron, consigo, ciertas transformaciones. Se produjeron
cambios, también cívicos. El feudalismo evolucionó y hubo exploraciones territoriales.
Conceptos:
Ahora que hemos resumido la situación política y social que envuelve a la Edad Media,
es importante señalar algunos conceptos relacionados con ella. El primero se trata del
concepto de “Edad Media”, el cual es negativo en su origen. Otro concepto importante
se trata del concepto de “feudalismo”; se trata de un conjunto de elementos que
determinan la organización de la sociedad, por lo que podemos resumirlo en un sistema
de organización social. En él, encontramos variables económicas, territoriales,
políticas, sociales y culturales. El periodo formativo del feudalismo transcurrió ente los
siglos IV y X, mientras que el pleno feudalismo coincidió con la plena Edad Media. Se
trata de un concepto político e institucional, en el cual encontramos una absoluta
fragmentación del poder político. Uno de los modelos clásicos feudales en los que nos
fijamos se trata de Francia. Gracias al feudalismo, el territorio quedaba dividido entre el
reino y los señoríos, habiendo dos tipos de relaciones; las políticas y las institucionales.
La monarquía establecía relación con los señoríos hacia afuera, lo que se relaciona con
el concepto de “vasallaje”, una especie de contracto. Se exigía fidelidad a cambio de
tierras. En este sentido, había relaciones de vasallaje, es decir, relaciones entre el rey y
los nobles. Estas relaciones no solo se centraban en la figura del rey, sino que se
establecían, también, entre los miembros de la nobleza. Los vasallos más importantes
del reino podían actuar como señores de otros vasallos, dominando los superiores a los
inferiores.
Este sistema era fragmentario y cerrado sobre sí mismo, ya que las relaciones de
vasallaje eran relaciones entre un superior y un inferior. También era un sistema
personalizado y ajeno a las nociones de lo público. Cada noble se convertía en una
unidad política. Por otra parte, una obligación que tenían los vasallos nobles era la
prestación de los servicios militares. Respecto a las figuras políticas, la figura del rey
era compleja; se trataba del “primer señor”, es decir, la figura nobiliaria más elevada del
reino y a la cual se dirigían todas las relaciones de vasallaje. Era la representación, por
tanto, del conjunto. Estas relaciones funcionaban en base a un acuerdo establecido entre
una élite de poder (la nobleza) y al rey se le nombraba “Primus inter pares”, que quiere
decir “el primero entre los iguales”. Por este motivo, los reyes feudales no podían ser
absolutistas, ya que sus propuestas estaban sometidas al juicio de los pares. El resto de
la sociedad, además de la realeza y la nobleza, representaba la mayor parte (la nobleza
solo representaba un 5%). Los habitantes de los señoríos eran población campesina y
los grupos “burgueses” aparecieron más tarde (en este contexto, los burgueses eran
grupos urbanos, muchos de ellos comerciantes o artesanos). Cuando la burguesía
apareció, los campesinos se asimilaron jurídicamente y quedaron excluidos de la
política. Socialmente, eran los “no privilegiados”. Dentro de los señoríos, volvemos a
encontrar relaciones de servidumbre, que es un concepto igual que el vasallaje, pero
referido al campesinado. Por su parte, el campesinado debía pagar a sus señores un
conjunto de rentas, ya fuera en trabajo, en dinero o en una parte de lo producido (por
ejemplo, la cosecha). No era habitual pagar monetariamente. Por otro lado, los primeros
siervos medievales fueron una evolución del esclavismo, ya que poseían algunos
derechos.
En cuanto a la cuestión social feudal, nos encontramos dos grandes grupos: la nobleza y
el campesinado. La barrera que separaba estos grupos consistía en el privilegio; los no
privilegiados carecían de derechos fiscales y pagaban rentas. La sociedad era desigual,
también ante la ley. Uno de los elementos que contribuyó a romper esta barrera fue la
compra de los títulos nobiliarios. Por su parte, el clero consistía en un grupo estamental
situado entre los privilegiados. No pagaban impuestos y tenían ventajas judiciales. Se
asimilaban a la nobleza. La iglesia era un elemento imprescindible.
Contexto histórico:
Respecto al contexto histórico que marcó el inicio de la Edad Media, debemos señalar
que, entre los siglos III y IV d.C., comenzó un periodo de crisis para el Imperio
Romano, la cual atravesó por diferentes etapas internas y externas, por lo que no fue
solo un hecho puntual. Fue una crisis de índole político, social, religioso, etc. Afectó a
las estructuras de la romanidad, dando lugar a una serie de transformaciones. También
afectó al esclavismo; la base económica y social del Imperio Romano. Comenzó a haber
dificultades a la hora de mantener este sistema. También se implantaron las bases
rurales propias de la época. Por otra parte, también encontramos, en este periodo,
problemáticas fiscales, administrativas, etc. El Imperio Romano se dividió en dos: la
parte occidental y la parte oriental, consolidándose estas dificultades, sobre todo, en la
parte occidental del imperio. Estas mitades estaban distanciadas. Uno de los
acontecimientos fundamentales que ocurrieron en este periodo se trata del impacto que
dejaron los germanos en este proceso de crisis; la aceleraron y les acusaron de ser los
“grandes culpables de la caída de Roma”. En cuanto a los germánicos, les definen dos
conceptos: el de “bárbaro” y el de “germano”. El primer término es más general y el
segundo es más específico.
El “bárbaro” se define como “todo aquel que sea ajeno al mundo romano y a la
civilización”. Los germanos se comprenden como una serie de grupos que había dentro
de esos bárbaros, los cuales se identificaron a partir del siglo I d.C. Estos germanos
pertenecían a los pueblos fronterizos de Roma, puesto que, para ellos, eran las zonas
más cercanas. Los germanos se dividían en una serie de grupos que compartían
características comunes, especialmente respecto a la organización. Ya compartían estos
rasgos antes de que tuviera lugar su entrada en Roma. Debemos destacar que las únicas
fuentes que poseemos sobre los germanos provienen de las fuentes romanas y de
estudios arqueológicos, por lo que nos falta información sobre ellos. Las circunstancias
se analizaban desde una visión cristiana de la realidad (providencialismo), por lo que la
mayor parte de estos episodios se interpretaron desde esta visión. Sabemos que fueron
pueblos variados, pero encontramos similitudes en su comportamiento: eran nómadas
(algo contrario a los romanos) y su proceso migratorio llevaba realizándose desde hacía
siglos y milenios. Procedían, fundamentalmente, del Asia profunda y de
Escandinavia. Su estructura era tribal y fragmentaria, es decir, no tenían una sociedad
urbanizada; se organizaban en tribus y clanes. Respecto a la economía, eran pueblos
basados en la caza, pesca, recolección, formas de saqueo, etc. Su propio
comportamiento nómada era una consecuencia de la propia competición o lucha entre
sus diferentes tribus. Culturalmente encontramos creencias, pero no estaban tan
estructuradas como las romanas; se basaban en la naturaleza, en pensamientos mágicos,
etc.
Cabe señalar que, antes de la caída de Roma, ya había habido rivalidades con los
germanos, comprendiendo episodios violentos y otros acontecimientos más pacíficos.
También habían penetrado los germanos en Roma con permiso de los romanos, dado
que éstos querían defender sus fronteras y, en ocasiones, eran ayudados por los pueblos
germánicos. Al llegar el siglo III o IV d.C., ya había habido tiempo de contacto entre
germanos y romanos, con episodios variados e inestables. Este contacto se rompió en
este periodo debido a las invasiones germánicas. Esta invasión tuvo lugar porque Roma
era el punto de referencia de los germanos y este proceso se aceleró por dos motivos: en
primer lugar, los germanos deseaban avanzar en el territorio, lo cual era un hecho
natural en su propio ciclo vital. Bien es cierto que, también, estaban presionados por
otros pueblos y por sus propias luchas internas. En segundo lugar, para los romanos era,
cada vez, la defensa de sus fronteras más difícil. Necesitaban grandes recursos, los
cuales no involucraban, únicamente, el ámbito económico. (Leer texto en Moodle
invasiones).
Una fecha que hay que marcar como hito se trata del año 405 o 406, explicando que,
tanto Roma como los pueblos germánicos se movían por diferentes vías para conseguir
sus objetivos. La vía septentrional era una de las vías de penetración germánica
principales, mientras que la vía mediterránea fue la que siguieron los godos. También
había una vía de penetración meridional. Otra fecha importante se trata del año 410, ya
que fue el año en el que ocurrió el asalto o saqueo de Roma por parte de los visigodos.
Otro hito cronológico lo encontramos en el año 480; tras las invasiones germánicas y su
aceleración, se construyó una territorialización y un mapa político en base a los pueblos
germánicos. Ya había caído el último emperador romano de Occidente. Esta primera
territorialización germánica duró muy poco, comenzando una segunda fase del proceso
y dando lugar a una nueva estructura durante los siglos V y VI.
Tuvo lugar un proceso de lucha entre los distintos pueblos germánicos, dando lugar a
distintos movimientos y enfrentamientos. Uno de estos movimientos tuvo lugar entre
Francia y España, estableciéndose, en Francia, los visigodos. Esto dio lugar al
enfrentamiento entre francos y visigodos ocurrido en la batalla de Vouillé (año 507), con
la victoria de los francos sobre los visigodos. Gracias a los movimientos de esta segunda
fase, se configuró un nuevo mapa político de dominio germánico, el cual tuvo una
mayor perduración cronológica. Había distintos reinos; franco, anglosajón, visigodo,
lombardo, etc. Desde un punto de vista estructural, las distintas sociedades se
encontraban en un mundo que arrastraba, todavía, los rasgos de la romanidad, pero estos
estaban entrando en decadencia.
En cuanto al ámbito político, había mucha inestabilidad, ya que se estaba teniendo lugar
el paso del mundo del Imperio Romano a otro mundo conformado por la división de los
reinos germánicos. ¿Cómo es posible que, en un periodo de tiempo tan corto, la solida
estructura romana cayera y se sustituyera por esta división en reinos? El primer
elemento que ayuda a visualizar la imagen de estas invasiones se trata del largo
recorrido que experimentaron las relaciones entre los romanos y los germanos.
Debemos recordar que se trataba de una relación no conflictiva. Otro elemento se trató
del factor demográfico y, en este aspecto, contamos con dos estimaciones; un elevado
número de población decadente y la superioridad de la población autóctona romana.
Esta superioridad había sido mantenida antes, durante y después de las invasiones. Con
el paso del tiempo, las comunidades de origen germánico se fueron diluyendo en favor
de las costumbres comunitarias romanas. Los germanos siempre habían tenido
tendencia a acercarse a este tipo de costumbres, dado que los germanos, quitando el
modelo social y político romano, no tenían mas modelos de referencia. Este
acercamiento ya ocurría antes de que tuviesen lugar estos conflictos con los romanos y,
después, ocurrió tanto en el ámbito territorial como en el político y el religioso. En
cuanto al ámbito territorial, los germanos dejaron de ser nómadas y sufrieron un proceso
de sedentarización. Accedieron a la propiedad de la tierra, dejando atrás el saqueo y sus
antiguas formas de sustento. El acceso se llevó a cabo mediante dos formas distintas: la
confiscación y el pacto con las élites locales. Una razón para establecer estos pactos era
la siguiente: las élites romanas querían minimizar riesgos (es decir, evitar más
invasiones), por lo que cierta parte de la tierra quedó en manos de las élites y otra parte,
en manos de los germánicos. Esto acentuó las diferencias germánicas a nivel social, las
divisiones y la jerarquización interna. Políticamente, los germanos, de origen tribal, se
adaptaron a una estructura política monárquica. Un elemento a tener en cuenta en estas
monarquías es que ningún caudillo germánico se nombró emperador. El Rey era una
figura secundaria en la escala política de la época, por detrás del emperador romano
oriental. No querían sustituir este modelo político, evitando, así, la oposición de las
élites locales. De este modo, se fue dando pasos a la consolidación de las monarquías
germánicas. Interna y políticamente, esas monarquías no aportaron grandes novedades
por poseer esta inspiración del modelo romano.
En cuanto a la cuestión religiosa, cuando entraron los romanos en Occidente, se
mantenían entre dos formas religiosas; las formas tradicionales germánicas (las cuales
eran paganas) y las formas religiosas cristianas. También se establecieron otras practicas
religiosas no oficiales, es decir, las herejías. No había un modelo herético como tal, sino
que estas prácticas heréticas sirvieron para definir mejor el concepto de “cristianismo”;
dieron lugar a establecer un proceso de descarte.
Las herejías, al inicio del medievo, fueron importantes porque giraban en torno a la
interpretación de la figura de Cristo (eran herejías cristológicas). Había numerosas
interpretaciones que reflexionaban sobre quién era esta figura, incluyendo el
arrianismo, que negaba la naturaleza divina de Cristo. En cuanto al proceso de
conversión germánica, tuvieron que pasar dos o tres generaciones después de su
penetración en el Imperio Romano de Occidente para que éste pudiera tener lugar.
Mientras hubiera una diferenciación religiosa entre romanos y germanos, no podría
darse una completa fusión social y política. La conversión germánica fue un proceso
conveniente, de modo que se aseguraba la legitimidad de los territorios y la fusión entre
germanos y romanos. A partir de un momento determinado, se empezó a difundir la
forma del “Rey por la gracia de Dios” (“Rex Gratia Dei”). A partir de las conversiones
germánicas, empezaron a aparecer códigos legales únicos para cada reino. En todos los
territorios aparecían códigos comunes, sin distinción entre germanos y romanos, ya que
eran todos cristianos. De esta forma, tuvo lugar un proceso de fusión germano-romano.
En la práctica, tras haber transcurrido siglos, era imposible distinguir a la población
romana de la germana.
La iglesia cristiana, tras el paso del tiempo, llegó a tener tanto poder que le dejaron
adoptar una posición predominante, buscando alcanzar la supremacía sobre toda
Europa. Logró alcanzar esa posición gracias a un elemento de carácter ideológico: las
religiones que se difundían eran monoteístas, por lo que empezó a imponerse el
monoteísmo. El cristianismo pasó por una serie de circunstancias históricas que le
permitieron adoptar esa posición de dominio (la caída de Roma en el siglo V, la
formación de los reinos germánicos, etc.). La iglesia estuvo presente en todo ese
proceso y actuó como guía. Cubrió el vacío que Roma había dejado y cubría los
espacios que no podían cubrir los reinos germánicos. Cuando Roma cayó, los obispos
pudieron acceder a determinados puestos políticos, adquiriendo, la iglesia, poder a nivel
institucional (aunque, antes de esta caída, los obispos y la iglesia ya tenían un papel
relevante). Entre los siglos IV y V, l obispo adquirió el papel de “defensor de la ciudad”.
También servían, los obispos, como elementos de agrupación de las élites de las
ciudades según Roma iba cayendo. Por otro lado, en el plano cultural, la cultura romana
original no era cristiana; el hueco original que dejó la caída de Roma favoreció a la
cristianización, transmitiéndose a la Edad Media. Se introdujo gente culta cristiana que
tomó las antiguas instituciones y costumbres, trasladándolas al cristianismo. En este
proceso de transmisión de la cultura, los padres de la iglesia (los que actuaron como sus
fundadores) eran gente del medievo que asentaron las bases del cristianismo. Estas
figuras se corresponden con San Agustín, San Jerónimo y San Ambrosio, que vivieron
entre los siglos IV y V. Fueron romanos y gente de clase media acomodada. Llegaron a
ser obispos y transmitieron un gran legado de obras escritas. Su mentalidad era de
origen romano, por lo que cristianizaron lo romano y lo transmitieron. El fundamento
principal de San Agustín era el siguiente: “Todo depende de Dios” y San Jerónimo nos
dejó la primera versión, del latín, de la Biblia; La Vulgata.
Respecto a la fundación de Constantinopla-Bizancio, ocurrió en el año 330 junto con el
hundimiento del Imperio Romano como unidad. La creación de las ciudades aceleraba
la basculación del imperio Romano hacia el Oriente y, desde el punto de vista político,
las autoridades bizantinas fueron hábiles a la hora de desviar a los germanos también
hacia Oriente.
No arraigó la presencia germánica en Oriente porque la presencia romana estaba
resistiendo mejor en esas regiones. Bizancio siguió subsistiendo a pesar de los ataques
germánicos. En el año 395, tuvo lugar la división del Imperio Romano entre Oriente y
Occidente. Hasta el siglo VIII, estuvieron vigentes hay algunas de las ideas que
determinaban la historia medieval bizantina. A nivel de estructura, se concebía como
una estructura política nueva, que tuvo que hacer frente a la presencia germánica y al
momento de tránsito de la Edad Antigua a la Media. La historia bizantina está marcada
por ciertos intentos de consolidación relativamente exitosos, sobre todo a nivel
legislativo y territorial. Se realizó un intento por reforzar las bases romanas de la
estructura y este refuerzo, en muchos casos, pasaba por reescribir o reinterpretar la
legislación de base romana. Territorialmente, desde el inicio hubo un fuerte intento de
asegurar las bases territoriales del imperio en el Mediterráneo oriental, la mitad oriental
del norte de África y zonas como Turquía, Israel, etc. Las bases se aseguraban
militarmente y en base a una política diplomática. La consolidación alcanzó una
plenitud extraordinaria bajo el Emperador Justiniano (Dinastía justinianea). El elemento
más llamativo es que no se limitó a mantener las bases territoriales del imperio, sino que
llegó a extender el territorio Bizantino más allá de oriente, dominando espacios del
Mediterráneo Occidental. Esta extensión territorial se produjo por dos circunstancias:
por acción militar y, en otros casos, por medio de alianzas o acuerdos con las
poblaciones locales (las cuales eran romanas). Hubo un espacio de dominio bizantino en
la península ibérica. Probablemente, la población de la península ibérica romana aceptó,
directamente, el poder bizantino, ya que era un regreso a los tiempos de la Roma
tradicional. Bajo el emperador Justiniano, el mediterráneo volvió a ser, en cierta
medida, el famoso “Mare Nostrum” y en los momentos iniciales del siglo VI, hubo una
relativa recuperación de la romanidad originaria, pero bajo el dominio de Bizancio. Esta
consolidación y expansión territorial bizantina, también en el imperio de Justiniano
(mediados siglos VI), era paralela, a nivel interno, a la elaboración de una obra
legislativa fundamental; “Digesto”, que fue una recopilación de esas bases romanas.
Bajo el mandato de Justiniano, llegaron a su máxima expresión e incluía las nuevas
bases de Bizancio. Estamos hablando de un imperio bizantino cristiano. También marcó
el resto de la Edad Media. El Imperio bizantino siempre estuvo vinculado a esta base,
pero en Occidente se fue perdiendo la romanidad de las leyes; Oriente se fue
desarrollando y Occidente también, pero, en el siglo XII, en Occidente, se produjo la
recuperación del derecho romano (tras varios siglos de olvido). La recuperación del
Imperio Romano en Occidente también se basó, parcialmente, en el análisis de la obra
“Digesto”.
La legislación de base romana, aunque estuviera cristianizada, estaba vinculada a un
sistema centralizado imperial, adaptando el modelo estatal-político romano. La historia
occidental fue perdiendo estas bases centralizadas porque, desde el siglo XVIII, se
acentuó el proceso de feudalización de la sociedad por la fragmentación del poder; lo
contrario al sistema centralizado romano. Aparecieron nuevas estructuras políticas no
adaptadas a las características del imperio romano. Casi con la misma rapidez con la
cual se había expandido el imperio, al morir el emperador Justiniano (575), en la parte
final de su propia dinastía y a lo largo de la dinastía siguiente, esa consolidación
territorial se fue deshaciendo. Las posesiones se fueron perdiendo y Bizancio volvió a
sus bases orientales. Esto provocó que, a partir de la dinastía Heraclida, tuviera lugar un
proceso de orientalización de lo Bizantino.
Este proceso ya no era solo un proceso geopolítico, sino que, incluso en términos
culturales y políticos, Bizancio pasaba a ser un Estado cada vez más oriental. Bizancio
nunca perdió su reivindicación de su romanidad original, pero con el paso del tiempo se
verificó esta orientalización cosmovisional. Pasó a ser una realidad oriental y, en el
ámbito lingüístico, se helenizó el imperio bizantino. En cuanto a esta orientalización, las
causas señaladas son tanto internas como externas. Las causas internas relativas a
Bizancio fueron las siguientes: desde el punto de vista político, la situación oriental era
mejor que la occidental, pero no podía mantener, durante mucho tiempo, esa expansión
hasta Occidente. Las estructuras bizantinas no eran tan fuertes como para mantener,
durante tanto tiempo, esa expansión o amplio espacio. Por otro lado, uno de los
elementos externos que influyeron en la orientalización territorial fue el islam. El origen
del islam se sitúa sobre el 610 (siglo VII); el inicio gubernamental de la dinastía
Heráclita. El islam también inició una expansión territorial, implantándose en múltiples
territorios que eran bizantinos, como el norte de África. Las sociedades limítrofes
estaban en un proceso de descomposición. Otra causa externa que lleva a la
orientalización tuvo que ver con Occidente a partir del siglo VIII, ya que nos,
encontramos en Europa Occidental, con los carolingios. Hubo un proceso de
fortalecimiento occidental hasta el punto de ser, Carlomagno, nombrado emperador.
Esto significa, desde el punto de vista bizantino, que Bizancio podía reclamar su
romanidad originaria y una supremacía en cuanto a la cristiandad, pero los carolingios
(ayudados por el papado romano) supusieron una alternativa a ese poder imperial
bizantino y reclamaron, para Occidente, una identidad propia frente a Oriente. Bizancio
era un poder cada vez más oriental (era un proceso de orientalización progresivo).
Respecto a las consecuencias derivadas de este aspecto, encontramos las siguientes: en
clave lingüística, el imperio Bizantino pasó a ser un imperio del latín a ser un imperio
del griego. Titulo original (“imperator”) pasa a la formula griega (“basileus”). En el
ámbito religioso, la aparición de la iglesia ortodoxa se produjo en el siglo XI, en un
momento decisivo; desde el siglo VIII hasta el siglo XI (aproximadamente) se asistió a
un proceso de separación de los dos cristianismos, por cuestiones de fe o creencias y por
cuestiones de carácter institucional o político, relacionado con el papel bizantino dentro
de la iglesia (cesaropapista).
Por otro lado, dentro de este tema tenemos que señalar cuales fueron los orígenes del
islam. En clave histórica, debemos diferenciar entre los términos “musulmán”, “árabe”
y “moro”, ya que se suelen confundir. El término “árabe” hace referencia al individuo
que es originario de la península arábiga (la confusión es debida a que el origen de la
religión islámica se encuentra en esta península). El término “moro”, por su parte,
deriva del término latino “mauro”, que hace referencia al individuo perteneciente a la
antigua provincia romana de Mauritania. En cuanto al término “musulmán”, hace
referencia a todo al que sea creyente de la religión islámica. Respecto al origen de esta
religión, es islam se trata de la primera realidad propia y específicamente medieval, ya
que las anteriores tienen su base en la antigüedad (aunque sufriesen transformaciones).
El origen del islam está vinculado a su fundador, Mahoma, quien lo predicó entre los
siglos VI y VII. En cuanto a su fecha originaria, se toma como referencia el año 610,
porque, en ese año, Mahoma tuvo una revelación espiritual muy importante. El origen
del islam es inseparable del lugar de su inicio: la península arábiga. En términos
políticos, sociales, culturales y económicos, dentro de esta península no hubo ningún
elemento unificador hasta la llegada del islam.
Había sido siempre un territorio fragmentario y sometido a poderes externos, total o
parcialmente. La situación de esta península, antes de la llegada del islam, se
correspondía con una estructura tribal o clánica, con un tipo de vida nómada. Una de las
primeras características que le dio fortaleza al islam fue el hecho de otorgarle, a la
península, un elemento unificador por la vía religiosa (“Arabia, como entidad, entró en
la historia”). De algún modo, otorgó homogeneidad a la península. Otra característica se
relaciona con la vida de su fundador fue el hecho de que algunos de los rasgos de su
vida nos ayudan a entender el islam (en especial, sus orígenes). Mahoma nació en un
clan de la meca dentro de las tribus que dominaban la ciudad. Era un personaje
importante, al formar parte de ese clan dominante, y era transportista o mercader. Esto
es importante porque todo apunta a que Mahoma estuvo en contacto con gente de otras
religiones (cristiana y judía). La religión islámica se presenta como la culminación de
las religiones monoteístas, incorporando elementos tanto judíos como cristianos.
También incluye algunas tradiciones preislámicas, como la famosa piedra santa del
islam. Islam es entendido como la fusión de muchos elementos. Mahoma, que nació en
torno al 570, en el 610 tuvo su revelación espiritual y paso a dedicarse a predicar esta
nueva religión. La inicial peregrinación de Mahoma arraigó en algunos sectores de la
propia meca, pero, inmediatamente, generó un problema: predicar un dios por encima
del emperador significaba discutir las propias estructuras de poder de la península
arábiga y dentro del propio clan de Mahoma. Esto generó un amplio grupo de
seguidores, pero generó enemistad entre los lideres de la Meca. Por esto, Mahoma huyó
de la Meca a Medina en el año 622. Este es un hecho islámico importante porque marca
el año 0 para los creyentes de esta religión; es el verdadero inicio de la expansión del
islam. Esto fue decisivo para que, a la predicación, se incorporase la acción militar. En
el año 630 la meca pasó a ser controlada por los seguidores del islam. En el año 632, el
islam pasó a controlar la mitad occidental de la propia península arábica. El año 632 es
importante porque marca la muerte de Mahoma. En 22 años, el islam cobró una
importancia significativa.
A partir del 632, lo que se abrió fue el proceso de construcción de la religión. Fue más
rápido que el del cristianismo y comenzó con la fijación de los textos fundamentales del
islam: el Corán y la Sunna. Los primeros textos islámicos son posteriores a la muerte de
Mahoma. El Corán es el texto sagrado; la propia palabra de Dios. La Sunna es un texto
que también apareció tras la muerte de Mahoma y retrató la propia palabra de Mahoma
(expresiones, vida, etc.). En torno a la aceptación de estos textos sagrados se abrieron,
en el islam, distintas interpretaciones. Desde muy propio apareció una corriente que solo
aceptaba el Corán como libro sagrado de la religión (Chiitas), frente a otra corriente que
aceptaba, también, la sunna (Sunnitas). El islam se fue transformando en una realidad
sociopolítica, más allá de ser una mera religión. “Un dios, una religión, una comunidad
(humana)”. Esta comunidad debía tener una expresión política que debía corresponderse
con un Estado: califato. Esta palabra viene del vocablo “califa”, que significa “el
sucesor (de Mahoma). El modelo de Estado que debía implantarse era el “absolutista”,
aunque este término no se empleara en esa época. El califa era directamente responsable
ante dios”. Todo el mundo musulmán debe estar agrupado bajo una misma comunidad y
bajo un mismo estado gubernamental.

Clase del día 30/10/23 (antes de ello, completar con el capítulo del I. Carolingio)
*Nos centramos en el apartado “los deberes de un vasallo a su señor”. Otros puntos que
se van a dar en esta clase: “La conquista del espacio” y el resumen de los
acontecimientos políticos.
Como ya se ha dicho, Europa Occidental se convirtió en una división hegemónica. Esto
es, en parte, al gran balance de las civilizaciones y los cambios que se dieron antes y
después del año 1000. A partir del siglo XI, las tornas cambiaron. El balancee de poder
se fue orientando hacia Occidente, el cual iba creciendo. En este balance influyen las
cuestiones de crecimiento social, demográfico, económico, etc. En cuanto a las
dimensiones de la Europa medieval del siglo XIII, era muy pequeña en comparación
con la actual, pero el punto de partida era un continente prácticamente vacío,
difícilmente ocupado y explotado. En el siglo XI no existía ya esta decadencia. Desde el
siglo XI al XIII, se llenó de gente, actividades, explotación de recursos, etc. Entre los
siglos XI-XIII se pasó de un continente vacío a un continente lleno. El espacio europeo
sufrió un crecimiento en todos los aspectos, sobre todo en la demografía, que es el
elemento fundamental para explicar ese cambio de variables. Hubo dos elementos más
que influyeron: el sistema social y político de organización de Occidente (el feudalismo)
y la cuestión ideológica por la definitiva cristianización del continente. El proceso de
cristianización fue lento. Lo ocurrido a partir del año 1000 ayudó a completar el proceso
de cristianización en ámbito político, social, etc.
Respecto a la cuestión del feudalismo, quien la define solamente en términos políticos la
vincula al vasallaje y al Imperio Carolingio. Quien la define en términos más amplios
(como el sistema social, estamental, económico, etc.), lo vincula al ámbito político. Lo
que se produjo después de muchos siglos de evolución fue la definitiva consolidación
del feudalismo (siglo XI). Este hecho se produjo porque, en el año 1000, hubo una
generalización y una aceleración feudal muy importante; fue denominada “la revolución
feudal” o “la revolución del año 1000”. Aproximadamente, se desarrolló entre los años
950 y 1050. El proceso de aceleración feudal (o revolución feudal) no se dio igual en
todos los territorios, ya que en algunos fue precoz y, en otros, fue un proceso atrasado.
Los territorios precoces se corresponden con los territorios centrales del imperio
carolingio. En otros territorios, como Castilla, esta consolidación feudal no se estableció
hasta el siglo XII. Esta revolución fue, en esencia, una guerra civil, es decir, un proceso
violento en los territorios. Fue desequilibrada o desigual, ya que la lideró la nobleza (o
la aristocracia) en contra lo que se movía a su alrededor (es decir, frente a todo lo
demás). Debemos tener en cuenta que, en el proceso de degradación carolingia, la
nobleza fue adquiriendo poder (*meterlo en el apartado del Imperio Carolingio). En el
aspecto político general, nos encontramos con un estado centralizado cuyos marcos
parecen centrales. Tuvo lugar un contraste entre la realidad material y la realidad
legislativa. El significado de la revolución feudal se tradujo en lo siguiente: la nobleza
arrasó para hacerse con el poder absoluto del sistema. La guerra se convirtió en el
monopolio nobiliario. Su objetivo era derribar, definitivamente, las bases de los
periodos anteriores. También era una guerra contra la monarquía, ya que buscaba
arrebatarle todas las competencias de poder. Los aristócratas eran los verdaderos
soberanos dentro de sus territorios.
La guerra se hizo, también, entre ellos mismos, pero en la monarquía y en la nobleza si
era una guerra equilibrada. Frente al campesinado, sin embargo, fue una guerra
desigual, utilizando tácticas como el saqueo, la dominación, el uso de la fuerza, etc.
Como sabemos, en los orígenes de la Edad Media, el campesinado poseía una condición
esclava, hasta que se les sumó una categoría unida a las clases medias: la servidumbre
(“servi”). Esto ocurrió entre los siglos VI y X, incluyendo todo el periodo carolingio.
Nos encontramos con un orden social muy variado en el campesinado. Cuando se
produjo la revolución feudal, quienes eran siervos (esclavos pero libres) permanecieron
y los antiguos esclavos fueron equiparados a esa categoría. En el caso de la mano de
obra esclava, se consideraba un objeto en términos jurídicos e institucionales.
Materialmente, todo lo producido por el esclavo era para el dueño, pero todo lo gastado
por el esclavo también recaía en el dueño. En esos términos la esclavitud era, cada vez,
menos rentable. Sin embargo, en la servidumbre, el siervo pudo alcanzar algunos
derechos (cierta autonomía personal y económica) y los aristócratas se abstenían de
algunos gastos. La servidumbre fue una reacción a los problemas económicos de la
esclavitud. “El carácter liberador de la servidumbre” (para los esclavos, ser siervos era
una liberación). En el siglo XI, mediante la revolución feudal, se vio sometido también
el campesinado a la servidumbre, dándose una generalización de esta condición.
Se llevó a cabo una última guerra, esta vez contra la iglesia (una de las grandes
posesoras territoriales). Como consecuencia la aristocracia, a través de este proceso de
aceleración, generó un sistema feudal extendido en todos los ámbitos políticos y
sociales. Otro concepto apareció; el concepto de “señorío”. La imposición de la
aristocracia sobre el campesinado, dentro de sus feudos, empezó a definirse con la
expresión “los señores en su señorío” (antes, en vez del señorío, era el feudo). Entre las
vertientes, encontramos el señorío territorial (el hecho de que un señor tenía unas tierras
y, sobre ellas, tenía una serie de derechos) y el señorío jurisdiccional o banal (unido al
territorial). La clave del señorío era la unión de los derechos territoriales y
jurisdiccionales por medio de los dueños o propietarios. Esta es, también, la clave de la
fragmentación feudal. Después se incorporó, a este asunto, la cuestión del cristianismo.
La iglesia encontró dificultades en el proceso de aceleración feudal. Entre los motivos,
encontramos la violencia ejercida, la pérdida de recursos o posibilidades, etc. Como
consecuencia del proceso de aceleración feudal, la iglesia (particularmente en el siglo
XI) como institución, se vio sometida a los poderes laicos, pero, además, lo que eran los
bienes, posesiones o propios cargos eclesiásticos, se convirtieron en mercancías
intercambiables dentro de todo este contexto. Se asistió a un momento de imposición
laica sobre el entorno existente. Hubo una crisis institucional, ya que la iglesia perdió
autonomía. También era una crisis de tipo espiritual o moral, puesto que fue considerada
una crisis de corrupción interna de la iglesia. Ya no era creíble que Dios fuera el centro
del mundo por encima de todas las cosas. La iglesia “se feudalizó” y secularizó (“si soy
un ente dominado, el mundo que pretendo evangelizar pierde credibilidad”). Como
paradoja, la iglesia entró en crisis a varios niveles y, al salir del siglo XI/XII, logró salir
como una institución dominante o autónoma. La iglesia tuvo una reacción exitosa tanto
a nivel interno como a nivel externo. Una vía de reacción hacia afuera fue el uso de la
ideología de los tres órdenes. Una segunda vía de reacción fue una combinación de lo
espiritual con un hecho material: las cruzadas. Esta fue una forma de canalizar la
violencia hacia fuera. La primera cruzada se predicó en 1090, a finales del siglo XI.
Entre los múltiples elementos que entraron en el juego de las cruzadas, hay dos
elementos destacadamente importantes. Uno es el llamamiento del papa, que tuvo éxito
en 1090. Otra razón de las cruzadas fue la apertura de las vías económicas o
comerciales. Además de esto, para el campesinado, tuvo importancia un movimiento
llamado la “paz de dios” o la “tregua de Dios”. En su planteamiento, un sacerdote en
una parroquia, o un obispo en su diócesis, declaraba que todos los bienes eclesiásticos
eran intocables bajo pena de excomunión. Esto tuvo una gran efectividad, ya que hubo
asentamientos campesinos que se pegaron a los templos (inicios o mediados siglo XI).
Esto ayudó a reafirmar a la iglesia en la posición central que poseía. La iglesia que
había entrado con dificultades, al inicio del periodo, salió de ese periodo reafirmada en
su poder.
En el siglo XI se centraron estas dos grandes bases: el elemento feudal y el elemento
cristiano. Estos dos factores fueron los que marcaron la conquista del espacio en la Edad
Media, es decir, el crecimiento demográfico, social y económico de la época. Se sufrió
un proceso de crecimiento muy significativo, cuyas cifras demográficas son muy
ilustrativas. Los motivos de este crecimiento hallan su respuesta en la suma de
variables. Hubo dos conjuntos de causas: las causas de tipo demográfico y las causas de
tipo comercial. En cuanto a las primeras, creció la población. En cuanto a las segundas,
creció el comercio.

También podría gustarte