Está en la página 1de 1

LA GRACIA DE DIOS MANIFESTADA EN NUESTRAS VIDAS

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios; no por obras, para que nadie se gloríe Efesios 2:8-9

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, paz sea con vosotros. Hoy nos congregamos
con alegría en nuestros corazones para reflexionar sobre la maravillosa gracia de Dios
que se manifiesta en nuestras vidas. La gracia de nuestro Señor Jesucristo es un regalo
divino, un favor inmerecido que transforma nuestras vidas y nos permite experimentar el
amor incondicional de nuestro Padre celestial.

En, la Palabra de Dios nos enseña: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Aquí,
vemos claramente que la salvación no es algo que podamos ganar por nuestros propios
esfuerzos, sino que es un regalo generoso de la gracia divina. No hay mérito humano que
pueda reclamar la redención; es todo gracias a la obra redentora de nuestro Señor
Jesucristo en la cruz.

La gracia de Dios se manifiesta en nuestras vidas de muchas maneras. En primer lugar,


nos libra del peso del pecado y nos concede perdón. Romanos 3:23-24 nos recuerda: "Por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús". A través de su
gracia, Dios nos libera de la esclavitud del pecado y nos restaura a una relación plena con
Él.

En segundo lugar, la gracia divina nos capacita para vivir una vida conforme a la
voluntad de Dios. En 2 Corintios 12:9, el apóstol Pablo nos comparte las palabras del
Señor: "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad". En nuestras
debilidades, la gracia de Dios se manifiesta de manera poderosa, fortaleciéndonos y
capacitándonos para superar los desafíos de la vida diaria.

Asimismo, la gracia de Dios nos sostiene en tiempos de dificultad. Salmo 46:1 nos
conforta con estas palabras: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio
en las tribulaciones". Cuando atravesamos momentos difíciles, la gracia de Dios es
nuestro refugio seguro, nuestro consuelo y fortaleza.

En conclusión, la gracia de Dios es un regalo divino que se manifiesta en nuestra


salvación, en la capacidad para vivir de acuerdo con Su voluntad y en el consuelo durante
las pruebas. Recordemos siempre que no somos dignos por nuestros propios méritos, sino
que somos amados y salvados por la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Que esta gracia
transformadora nos inspire a vivir vidas agradecidas, obedientes y llenas de amor hacia
Dios y hacia nuestros semejantes.

Que la paz y la gracia de nuestro Señor Jesucristo estén con vosotros siempre. Amén.

También podría gustarte