Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Durango
Filosofía Medieval
Primera unidad: Las Confesiones de San Agustín
1
AGUSTÍN, Las confesiones, 118, San Pablo, México, D.F., 1980
2
AGUSTÍN, Las confesiones, 128, San Pablo, México, D.F., 1980
3
AGUSTÍN, Las confesiones, 129, San Pablo, México, D.F., 1980
Defiende que el hombre no es malo, pero si es capaz de la maldad con sus
actos cuando con libre albedrio se opta por la corrupció n que dañ a lo
creado. Nos habla de cosas inferiores, no como el concepto de “substancia
mala” que ya hemos cuestionado, sino como pasiones desordenadas que
corrompen a quien obra y en quien se opera.
Nota que todo es bueno en cuanto es perfecto, en cuanto existe. No deja
de concluir que todo procede de Dios. Así la existencia goza de la bondad
de Dios en grados, no como un má s bueno o menos bueno sino como un
orden de bondad que culmina en Dios, Suma Bondad, la existencia en
quien los existentes participan y se ordenan.
4
AGUSTÍN, Las confesiones, 188, San Pablo, México, D.F., 1980
5
Idem.
No son, empero, las cosas mismas las que tienen acceso a la memoria, sino
nada má s sus imá genes, que quedan allí prontas para acudir por
misteriosos caminos y laberintos al llamado del pensamiento 6.
Siguiendo la línea del idealismo San Agustín, nos dirá que en la memoria
se poseen las realidades mismas, que hay dimensiones que no son
accesibles a los sentidos, es decir, no son ni coloreadas, ni sonoras, ni
olorosas, ni sá pidas ni tangibles y, sin embargo, está n guardadas en la
memoria.
Algo interesante es como afirma “el alma misma es la memoria” 7,
pensamiento que estará presente en muchos Padres de la Iglesia, que
pensaban que las facultades del alma se identifican realmente con ella.
“Así nos dirá que la memoria está presente en sí misma no por obra de
una imagen, sino por su propia realidad8.
No se limitará a dar explicació n de lo que se guarda en la memoria sino
también a lo que se pierde en ella. El olvido está en la memoria no por su
realidad misma, sino por una imagen suya que nos permite recordar que
olvidamos9. Así el olvido mismo, en su realidad, estuvo ahí para imprimir
su imagen, que me hace poder recordar el olvido, ese olvido que todo lo
borra. Es decir, cuando mi proceso mental no encuentro la idea que
quisiera recordar, está el “olvido” como relevo incondicional siempre
dispuesto a tomar el lugar de todo lo que no esté presente.
La creación y el tiempo
La voluntad de Dios no es una creatura, sino algo anterior a toda creació n,
ya que la creació n sería impensable si no hubiera en Dios una antecedente
voluntad de crear. Y la voluntad pertenece a la substancia misma de
Dios10.
6
AGUSTÍN, Las confesiones, 188, San Pablo, México, D.F., 1980
7
AGUSTÍN, Las confesiones, 194, San Pablo, México, D.F., 1980
8
AGUSTÍN, Las confesiones, 196, San Pablo, México, D.F., 1980
9
AGUSTÍN, Las confesiones, 197, San Pablo, México, D.F., 1980
10
AGUSTÍN, Las confesiones, 234, San Pablo, México, D.F., 1980
Anteriormente San Agustín dijo “la voluntad y el poder de Dios son Dios
mismo” 11 Dios crea en su voluntad, a partir de ella es que da la existencia
a cuanto existe. Así la voluntad antecede al tiempo, pues “es” con Dios
cuando creó el tiempo a partir de la creació n.
Dios en su voluntad está fuera del tiempo, Dios “es” sin el tiempo, Dios
que lo creó lo rige desde fuera, San Agustín lo explica así: En la eternidad
nada pasa, todo es presente, mientras el tiempo es esencialmente fugitivo.
Vería que lo pretérito es empujado hacia atrá s por lo venidero; y que esté
a su vez, dimana de lo pretérito. Y vería que todo lo que ya paso y lo que
va a pasar, es creado y fluye por obra de Aquel que es un Eterno
Presente12.
La pregunta que todos se hacen es ¿Qué hacía Dios antes de crear lo
creado? A lo que graciosamente responde de una manera muy peculiar
que no he distinguido a lo largo la obra. ” Antes de crear el mundo se
ocupada Dios en preparar un infierno para los que pretenden escrutar las
cuestiones mas altas y misteriosas. Antes de hacer el cielo y la tierra no
hacías nada. Porque si algo hacías no se comprende có mo de esa actividad
no se producía creatura alguna. Nada hacías antes de que por primera vez
hicieras algo13.
Dios habita en un eterno presente, fuera del tiempo, no se rige por el
tiempo, sino que lo rige y lo invade todo, su día es un HOY, eternidad. Así
Dios que hizo el tiempo, es permanente, y el tiempo no sería tiempo si no
fuera fugitivo. A partir de esto podemos decir como San Agustín que
cuando decimos que el tiempo existe, queremos decir que tiende a dejar
de existir, porque el pasado ya no existe y el futuro todavía no llega. Nos
propondrá un presente de lo pretérito, presente de lo presente y presente
de lo futuro, ya que no existen las cosas pasadas ni futuras.
Terminará esta cuestió n diciendo que el tiempo no es el movimiento de
las cosas, si, el movimiento de las cosas se da en el tiempo, porque cuando
un cuerpo se mueve medimos el tiempo de su movimiento hasta su
reposo, sin embargo, no solo medimos el tiempo del movimiento, sino
también de la inmovilidad.
11
AGUSTÍN, Las confesiones, 117, San Pablo, México, D.F., 1980
12
AGUSTÍN, Las confesiones, 235, San Pablo, México, D.F., 1980
13
Idem.
Por todo esto he venido a pensar que el tiempo no es má s que una
distensió n; pero ignoro de que; ni me asombraría que la distensió n tenga
lugar en el alma del hombre14.
14
AGUSTÍN, Las confesiones, 246, San Pablo, México, D.F., 1980
15
AGUSTÍN, Las confesiones, 200, San Pablo, México, D.F., 1980
16
AGUSTÍN, Las confesiones, 9, San Pablo, México, D.F., 1980
17
AGUSTÍN, Las confesiones, 203, San Pablo, México, D.F., 1980
mudables; Tú en cambio, permaneces inmutable sobre el vaivén de las
cosas, pero te dignas de habitar en mi memoria, en la cual tuve noticia de
Ti”18.
¡Tarde te amé, belleza siempre antigua y siempre nueva! Tarde te amé. Tú
estabas dentro de mí, pero yo andaba fuera de mí mismo, y allá afuera te
andaba buscando19.
Conclusión
Para concluir me permito, transcribir el juicio que hace el experto en
patrística, B. Altaner formula sobre San Agustín: “El gran obispo reunía en
sí la energía creadora de Tertuliano y la amplitud de espíritu de Orígenes
con el sentido eclesial de Cipriano, la agudeza dialéctica de Aristó teles con
el alado idealismo y la especulació n de Plató n, el sentido prá ctico de los
latinos con la ductilidad espiritual de los griegos. Fue el filó sofo má ximo
de la época patrística y, sin ninguna duda, el teó logo má s importante e
influyente de la Iglesia en general… Lo que fue Orígenes para la ciencia
teoló gica de los siglos III y IV, Agustín lo fue de un modo mucho má s
duradero y eficaz para toda la vida de la iglesia en los siglos posteriores,
hasta la época contemporá nea. Su influjo no só lo se extiende al terreno de
la filosofía, de la dogmá tica, la teología moral o la mística, sino también a
la vida social y de caridad, a la política eclesial, al derecho pú blico; en una
palabra, fue el gran artífice de la cultura occidental en la edad media.
Literariamente las confesiones son una autentica obra maestra del arte
literario, no solo porque formula un género nuevo, sino también por su
riqueza lingü ística que encontramos en cada capítulo, narra su vida
confrontá ndola con Dios con una poética maravillosa, a la vez es un libro
que a pesar de la sapiencia del autor en ningú n momento cae en si mismo,
sino que cada expresió n alaba a Dios y su creació n.
Espiritualmente podría leer esta obra toda mi vida inquietá ndome el
espíritu y confrontá ndome en mi relació n con Dios, es una constante
invitació n a la conversió n en cada uno de sus pá rrafos, una humildad
inmensa y una admiració n total y permanente de Dios. Su experiencia
18
AGUSTÍN, Las confesiones, 205, San Pablo, México, D.F., 1980
19
Idem.
vocacional es grandiosa donde en cada momento no deja de expresar
“todavía puedes ser santo”. Nunca podremos decir que hemos agotado su
obra, porque siempre estará inquietando el corazó n.
Filosó ficamente también es una riqueza inmensa, es tan extenso, da
respuestas que en la filosofía anterior a él parecían nunca tener
respuestas, cuando estudiamos anteriores a él podemos ver y percibir su
miedo a la explicació n de tantas cosas que San Agustín responde con gran
sapiencia y maestría, no por nada es el filosofo mas importante de la
cultura latina en la época patrística y medieval en general.