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UNIVERSIDAD MONTRER

DERECHOS FUNDAMENTALES
LICENCIADO EVARISTO AVILA OCHOA

TRABAJO ELABORADO POR:


SELENE HERNANEZ GARCIA

Morelia, Michoacán a 12 de febrero del 2024.


INTRODUCCION

Comenzaremos este reporte describiendo ¿qué son los derechos fundamentales?


pues considero que para analizar lo que a continuación veremos es impórtate
primero conocer que son. Un derecho fundamental es una garantía que brinda la
nación a todo individuo que está dentro de su límite territorial, que se ve regido por
una carta magna, y que dota de facultades que deben gozar plenamente todo
individuo dentro de un territorio nacional, considero que aquí es donde se dice que
se encuentra la gran diferencia entre un derecho humano y un derecho fundamental,
que se ven reflejadas en un conjunto de prerrogativas.
Los derechos fundamentales se ven reflejados y plasmados dentro de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en la cual se establecen las
garantías con las que goza el gobernado dentro del territorio nacional, es por esto
que se argumenta que los derechos humanos los dará el propio ordenamiento
constitucional mexicano, que, a diferencia de los derechos humanos, se establecen
por un ordenamiento global.
Según Miguel Carbonell, “los Derechos Fundamentales son Derechos Humanos
constitucionalizados”. Coincido plenamente con lo establecido por Carbonell, ya que
con antelación a un derecho fundamental debe de existir previamente un derecho
humano que se ve normado por un texto constitucional, y será aplicado en un
territorio nacional.
Luigi Ferrajoli, sostiene que los derechos fundamentales son “todos aquellos
derechos subjetivos que corresponden universalmente a ‘todos’ los seres humanos
en cuanto dotados del status de personas, de ciudadanos o de personas con
capacidad de obrar”.
Es así que considero que un derecho fundamental es aquel privilegio plasmado en
un ordenamiento jurídico vigente (Constitución) que le permite al individuo disfrutar
de un derecho frente al Estado, por lo tanto, los derechos fundamentales son
aquellos derechos inherentes a la persona, mismos que deben ser respetados y
reconocidos por el Estado.

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PRINCIPIO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

Diferencia entre un derecho humano y un derecho fundamental

Para comenzar a aclarar la diferencia entre un derecho humano y un derecho


fundamental, se menciona un ejemplo para entender mejor la diferencia entre
ambos; se dice que todo individuo tiene derecho a participar en elecciones
populares, esto sería un derecho humano ya que se establece de manera global;
sin embargo, como derecho fundamental se establece que se debe cumplir una
edad y nacionalidad en específico para poder emitir un voto en elecciones
populares, se expresa que esa mayoría de edad dependerá del territorio en donde
se encuentre el individuo, ya que puede variar según la patria en donde se
encuentre.
Se habla que la principal diferencia entre ambos derechos estriba en el territorio, ya
que, en un derecho humano, su aplicación no se ve delimitada territorialmente, es
así que una de sus características principales es que son universales, sin limitación
alguna.
Por el contrario, unos derechos fundamentales son aquellos que se encuentran
plasmados en un ordenamiento jurídico de un Estado en específico, con las
limitaciones que la misma ley otorga.
Gonzalo Aguilar Cavallo, establece que “En el ordenamiento interno de los Estados,
y particularmente en la doctrina constitucional, se efectúa una distinción entre
derechos fundamentales y derechos humanos. El concepto de derechos
fundamentales ha predominado en el orden estatal. Esta distinción produce una
serie de consecuencias en el orden interno de los Estados. Esta diferenciación y,
por lo tanto, estas consecuencias, no corresponden con la existencia de un orden
jurídico plural al interior del Estado. Entre otras consecuencias, la persistencia de
esta distinción entre derechos fundamentales y derechos humanos tiende a mermar
el goce efectivo de los derechos económicos, sociales y culturales”.

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Se expone que diferenciar un derecho humano de un derecho fundamental es
complejo y se puede confundir uno del otro, pero se observa que al interpretar las
conceptualizaciones referentes hacia ambos derechos se puede notar la diferencia
entre los mismos y se observa que, efectivamente, cuentan con una gran similitud
y que en diversas ocasiones uno depende del otro.
Se agradece a la doctora Xóchitl Rangel, catedrática de la Universidad Autónoma
de San Luis Potosí, en la Unidad de Posgrado de Derecho, de la Espacialidad de
Derecho Penal, por su atención y dedicación prestada hacia mi persona.

Los principios de Derechos Humanos: Universalidad, interdependencia,


indivisibilidad y progresividad

El artículo primero de la Constitución Federal reconoce los principios de


Universalidad, Interdependencia, Indivisibilidad y Progresividad de los derechos
humanos que han sido reconocidos y desarrollados junto con la protección
internacional de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.

A. Principio de Universalidad: para todas las personas Los derechos humanos


corresponden a todas las personas por igual, sin discriminación alguna, de ello se
desprende el principio de universalidad. El párrafo quinto del artículo primero de la
Constitución Federal mexicana prohíbe toda discriminación que atente contra la
dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades
de las personas y enuncia: “por origen étnico o nacional, el género, la edad, las
discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las
opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra”. No obstante,
en ocasiones, para lograr la igualdad real se deben atender las circunstancias o
necesidades específicas de las personas. A manera de ejemplo, la Convención
sobre los derechos de las personas con discapacidad, que es obligatoria para
México desde 2008, dispone de la realización de “ajustes razonables” que son
modificaciones y adaptaciones necesarias cuando se requieran para garantizar a
las personas con discapacidad el goce o ejercicio, en igualdad de condiciones con

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los demás, todos los derechos y libertades fundamentales. Todas las personas son
titulares de todos los derechos humanos, en eso consiste el principio de
universalidad, estrechamente relacionado con los derechos a la igualdad y no
discriminación.
B. Principios de Interdependencia e Indivisibilidad: todos los derechos humanos Los
derechos humanos son interdependientes, es decir están vinculados entre ellos y
son indivisibles, que no pueden separarse o fragmentarse unos de otros. Todos los
derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales deben
comprenderse como un conjunto. Lo anterior, también implica que el goce y ejercicio
de un derecho está vinculado a que se garantice el resto de derechos; así como la
violación de un derecho pone también en riesgo los demás derechos. Como quedó
precisado en uno de los dictámenes que realizó esta incorporación constitucional
“se está mar cando una orientación clara para las autoridades, que al proteger un
derecho deben observar los efectos que se causan sobre otros, a la vez que se
obliga, en labor de promoción de los mismos, a mantener siempre una visión
integral”. Los principios de interdependencia e indivisibilidad generan la obligación
de otorgar igual importancia a todos los derechos humanos, cualquiera del que se
trate, sean civiles, políticos, económicos, sociales o culturales.
C. Principio de Progresividad: paso a paso, sin retrocesos El principio de
progresividad de derechos humanos implica el gradual progreso para lograr su
pleno cumplimiento, es decir, que para el cumplimiento de ciertos derechos se
requiera la toma de medidas a corto, mediano y largo plazo, pero procediendo lo
más expedita y eficazmente posible. El principio de progresividad se ha relacionado
particularmente con los derechos económicos, sociales y culturales, pero aplica
también para los civiles y políticos, procurando por todos los medios posibles su
satisfacción en cada momento. Este principio se relaciona de forma estrecha con la
prohibición de retrocesos o marchas atrás injustificadas a los niveles de
cumplimiento alcanzados, la “no regresividad” en la protección y garantía de
derechos humanos.

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TEORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE ROBERT ALEXIS
Desde 1968, época en que Robert Alexy estaba matriculado en derecho en la
Universidad de Gotinga, también lo estaba en la Facultad de Filosofía. Cuando
decidió escribir su tesis doctoral Teoría de la argumentación jurídica, Alexy afirma
que hizo de la filosofía del derecho su profesión. De ahí que la obra que ahora
reseñamos, Teoría de los derechos fundamentales pertenezca a esta área de
estudio del derecho. La misma fue presentada por Alexy a fin de obtener su
habilitación en la Facultad de Derecho de la Universidad Georg August, de Gotinga,
Alemania.
El objeto de la obra es "dar respuestas racionalmente fundamentadas a las
cuestiones vinculadas con los derechos fundamentales". En su Teoría de los
derechos fundamentales, Alexy propone investigar estructuras tales como la de
conceptos de derechos fundamentales, la influencia de los derechos fundamentales
en el sistema jurídico y la fundamentación de los derechos fundamentales. El autor
señala que su material más importante es la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional Federal de Alemania. Dicha teoría se guía por la pregunta ¿cuál es
la decisión correcta desde el punto de vista de los derechos fundamentales y de la
fundamentación racional de los derechos fundamentales?
Para Alexy, una característica de su Teoría es que con el análisis lógico se puede
librar a la ciencia de los derechos fundamentales, al menos en parte, de la retórica
política y de los vaivenes de la lucha de las concepciones del mundo. Alexy afirma
que no pretende crear una "matemática del derecho", en palabras de Jhering, sino
tomar del "manejo lógico" lo que hay en él de correcto e indispensable para la
jurisprudencia. En este sentido, el autor afirma que la teoría estructural que propone
continúa la tradición analítica de la jurisprudencia de conceptos.
Para Alexy, toda aseveración acerca de la existencia de un derecho fundamental,
presupone la vigencia de una norma de derecho fundamental. Así, el autor afirma
que está evitando tomar posición respecto al problema clásico de si ha de darse
prioridad a la norma objetiva o la norma subjetiva, al derecho o al deber ser, que
son cuestiones de contenido.

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El autor designa a las normas de derecho fundamental expresas como aquéllas
directamente establecidas por las disposiciones de la Ley Fundamental (lo
equivalente a la Constitución) alemana, (artículos 1 a 9, 20 párrafo 4, 33, 38, 101,
103 y 104). Además, existen normas de derecho fundamental que no están
establecidas directamente por el texto constitucional, sino que más bien están
adscritas a las normas expresas. Estas normas adscritas son aquellas para cuya
adscripción a una norma de derecho fundamental expresa es posible dar una
fundamentación iusfundamental (lógicamente) correcta. Por tanto, para que una
norma adscrita sea o no una norma de derecho fundamental, depende de que sea
posible una argumentación iusfundamental para ello. Sin embargo, el mismo Alexy
señala que las reglas de fundamentación iusfundamental no definen ningún
procedimiento que en cada caso conduzca a un solo resultado. De aquí que el autor
admita que, en muchos casos, existe incertidumbre acerca de cuáles pueden ser
normas adscritas de derecho fundamental.
Ahora bien, una norma de derecho fundamental, según su estructura puede ser
principio o regla. Los principios son normas que ordenan que algo sea realizado en
la mayor medida posible, dentro de las posibilidades jurídicas existentes. Por lo
tanto, los principios son mandatos de optimización. En cambio, las reglas son
normas que sólo pueden ser cumplidas o no. Si una regla es válida, entonces hay
que hacer exactamente lo que ella exige. Por tanto, las reglas contienen
determinaciones en el ámbito de lo posible, tanto en lo fáctico como en lo jurídico.
La diferencia entre regla y principios no es de grado, sino cualitativa.
Cuando existe un conflicto entre reglas, hay dos formas de solucionarlo. La primera
es introduciendo en una de las reglas una cláusula de excepción que elimina el
conflicto. La segunda es declarando inválida por lo menos una de las reglas, a través
de reglas tales como lex posterior derogat legi priori o lex specialis derogat legi
generali, aunque también es posible proceder con la importancia de las reglas en
conflicto. En todo caso, la decisión que se toma para solucionar un conflicto de
reglas es una decisión acerca de la validez de alguna de ellas.
El conflicto o colisión entre principios no es un problema que se resuelve haciendo
que un principio invalide a otro, sino ponderando a qué principio se le debe dar un

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mayor peso específico. En este sentido, el autor habla de que, bajo ciertas
circunstancias, un principio precede a otro. A esto Alexy llama la ley de colisión.
Esta ley de colisión es de fundamental importancia en la Teoría de Alexy, ya que
refleja que los principios en primer lugar, son mandatos de optimización entre los
cuales no existen relaciones absolutas de precedencia y, en segundo lugar, que se
refieren a acciones y situaciones que no son cuantificables.
El autor hace notar que la Ley Fundamental alemana al parecer establece por lo
menos un principio absoluto, al señalar en el artículo 1o. párrafo 1, frase 1 de la Ley
Fundamental: "La dignidad humana será inviolable". Para abordar esta cuestión, el
autor afirma que la norma de dignidad humana puede ser tratada como regla o como
principio.
Cuando la norma de la dignidad humana es tratada como regla, la cuestión es si la
norma es violada o no, si se lesiona o no la dignidad humana. Sin embargo, dado
que para Alexy la norma de la dignidad humana es vaga, existe un amplio espectro
de posibles respuestas a esta pregunta. El autor cita un fallo del Tribunal
Constitucional, en el que se dice que no es posible dar una respuesta general a la
pregunta de en qué circunstancias se viola la dignidad humana, sino que hay que
tener en cuenta el caso concreto. Con base en este fallo, el autor afirma que existe
la posibilidad de ponderación. Alexy, sin embargo, afirma que la regla de la dignidad
humana sí es absoluta, pero "que, debido a su apertura semántica, no necesita una
limitación con respecto a ninguna relación de preferencia relevante".
Por lo que se refiere al principio de la dignidad humana, Alexy dice que el mismo no
es absoluto. El hecho de que, bajo determinadas condiciones, dicho principio
preceda a todos los demás principios, no implica que éste sea absoluto, sino que
"simplemente significa que casi no existen razones jurídico-constitucionales
inconmovibles para una relación de preferencia en favor de la dignidad de la
persona bajo determinadas condiciones".
Para Alexy, la Ley Fundamental contiene un sistema combinado de principios y
reglas de derecho fundamental. Incluso existen normas que tienen un carácter
doble, como es el caso del artículo 1o. arriba citado.

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Ahora bien, para que la ponderación entre diversos principios siga siendo racional,
el autor formula también una ley de ponderación. De esta forma, la medida de
satisfacción o de no satisfacción o de afectación de uno de los principios, deberá
depender del grado de importancia de la satisfacción del otro. Ya desde la misma
definición de principio, que es un mandato de optimización en la medida de lo
posible, aquello que es ordenado por el principio fue puesto en relación con aquello
que es ordenado por principios opuestos.
Para el autor, la ponderación no se trata de una cuestión de todo o nada, sino de
una tarea de optimización. Por otra parte, la ley de ponderación en cuanto tal no
formula ninguna pauta con cuya ayuda pudieran ser resueltos los casos. Sin
embargo, el modelo de ponderación como un todo proporciona un criterio al vincular
la ley de ponderación con la teoría de la argumentación jurídica racional. La ley de
ponderación dice qué es lo que tiene que ser fundamentado racionalmente, y, por
tanto, para Alexy, no se trata de una fórmula vacía o que no diga nada.
En la teoría analítica de Alexy, existen tres tipos de posiciones jurídicas o
derechos: 1) derechos a algo; 2) libertades y 3) competencias.
Los derechos a algo, se subdividen en derechos de defensa y derechos a acciones
positivas.
Los derechos de defensa se subdividen además en tres grupos. El primero está
constituido por derechos a que el Estado no impida u obstaculice determinadas
acciones del titular del derecho; el segundo, por derecho a que el Estado no afecte
determinadas situaciones del titular del derecho; y el tercer grupo se componen por
derechos a que el Estado no elimine determinadas posiciones jurídicas del titular
del derecho.
Los derechos de acciones positivas se subdividen en dos grupos: el de aquéllos
cuyo objeto es una acción fáctica y el de aquellos cuyo objeto es una acción
normativa.
Los derechos a acciones normativas son derechos a actos estatales de imposición
de una norma. En los derechos a acciones fácticas es irrelevante la forma jurídica
de la realización de la acción para la satisfacción del derecho.

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En el segundo grupo derecho están las libertades. Para Alexy existe libertad jurídica
sólo si el objeto de la libertad es una alternativa de acción, las posibilidades para
hacer algo, la cual el autor denomina "libertad negativa". Aquí se requiere sólo una
omisión del Estado, es decir, una acción negativa. Para asegurar la libertad jurídica
no se requiere ningún derecho a prestaciones sino sólo un derecho de defensa.
Ahora bien, la libertad jurídica se divide en "protegida" y en "no protegida". Esta
última consiste simplemente en la permisión de hacer algo y en la permisión de
omitirlo, y no incluye ningún aseguramiento a través de normas y derechos que
protejan la libertad. La libertad "protegida" es aquélla que está vinculada a un haz
de derechos a algo y también de normas objetivas que aseguran al titular del
derecho fundamental la posibilidad de realizar acciones permitidas. En este sentido
las libertades iusfundamentales son libertades protegidas.
Por lo que se refiere a competencias, éstas pueden ser designadas con expresiones
como "autorización", "facultad" o "capacidad jurídica", entre otros términos.
Existen competencias del ciudadano que gozan de protección iusfundamental.
Mediante el otorgamiento de competencias jurídicas al individuo, se amplía su
libertad jurídica.
El autor analiza también las restricciones de los derechos fundamentales. En primer
lugar, una norma puede ser una restricción de derecho fundamental sólo si es
constitucional. Ahora bien, existen dos tipos de restricciones fundamentales, las que
son directamente constitucionales y las que son indirectamente constitucionales.
Las restricciones de rango constitucional son directamente constitucionales. Éstas
a su vez se subdividen en restricciones y cláusulas restrictivas. El concepto de
restricción corresponde a la perspectiva del derecho, el de la cláusula restrictiva a
la perspectiva de la norma. Esta última es parte de la norma en sí, y dice cómo está
restringido o puede ser restringido lo que está protegido por la norma. Las cláusulas
restrictivas pueden ser expresas o tácitas.
Ejemplo de una cláusula restrictiva expresa es la señalada en el artículo 9o., párrafo
2 de la Ley Fundamental, que señala que está prohibida toda asociación que sea
contraria al concepto de "entendimiento internacional".

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El ejemplo paradigmático de una cláusula restrictiva tácita, nos dice Alexy, es la
formulada por el Tribunal Constitucional. Éste ha señalado que, tomando la Ley
Fundamental como un todo, los derechos fundamentales de terceros que entran en
colisión y otros valores (o principios) jurídicos pueden limitar, los derechos
fundamentales.
Las restricciones indirectamente constitucionales o reservas, son aquéllas cuya
imposición está autorizada por la Ley Fundamental. Las reservas pueden ser
simples o calificadas. Son simples cuando se confiera sin más la competencia para
imponer restricciones. Ejemplo de esto es el artículo 8o., párrafo 2, "En el caso de
reuniones al aire libre, este derecho puede ser restringido por o según la ley". La
reserva es calificada, cuando existe una limitación de contenido.
Lo contrario a la restricción es el supuesto de hecho de una norma fundamental.
Alexy se inclina a dar una interpretación "amplia" al supuesto de hecho que contiene
una norma fundamental. El autor responde a diversas objeciones a esta teoría del
supuesto de hecho en sentido amplio, entre ellas la de Starck, que señala que con
dicha teoría se puede llegar a concepciones grotescas que distorsionan la
conciencia jurídica, al grado de que se puede llegar a formular un derecho
fundamental a matar, hurtar y encubrir. Por ejemplo, si se parte del supuesto de que
existe un derecho prima facie a hacer y omitir lo que uno quiera, podría parecer que
entonces uno tiene derecho a hurtar. Alexy rechaza esta interpretación, ya que este
derecho de hacer y omitir, está restringido entre otras cosas, por la prohibición de
hurtar.
El autor analiza el derecho general de libertad, establecido en el artículo 2o. párrafo
1 que establece: "Cada persona tendrá el derecho a un libre desarrollo de su
personalidad en tanto que no lastime los derechos de otros o lesione el orden
constitucional o la ley moral". Para Alexy esta norma no carece de contenido, ya
que la misma es una de las condiciones necesarias para garantizar la dignidad de
la persona. Esta libertad para hacer o no hacer (o libertad negativa como se dijo
antes) es un valor en sí, ya que citando a Isaiah Berlin, el derecho a decidir y a no
decidir es un ingrediente inalienable que hace a los seres humanos eso, humanos.

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A esta concepción de libertad del artículo 2o. párrafo 1, Alexy la denomina "formal-
material". Formal en la medida que parte de la libertad negativa y la trata como un
valor en sí. Material, porque en caso de colisión, le da un peso específico al principio
de libertad frente a otros principios que también tienen un valor material, y por lo
tanto un peso.
El principio de igualdad lo establece el artículo 3o. párrafo 1, de la Ley Fundamental
que señala "Todas las personas son iguales ante la ley". Por otra parte, el artículo
1o., párrafo 3, señala que los derechos fundamentales serán vinculatorios para la
legislatura, el ejecutivo y la judicatura, como ley directamente aplicable. Esto
implica, por una parte, un mandato de igualdad en la aplicación del derecho, que
aplica no sólo al ejecutivo y al judicial sino también al legislativo.
Alexy señala que el mandato al legislador de tratamiento igual implica, siguiendo la
fórmula aristotélica, tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales. La teoría
analítica del autor enfrenta ante esta máxima dos cuestiones: la primera es en qué
medida es posible fundamentar racionalmente los juicios de valor necesarios dentro
del marco de la máxima igualdad (para tratar igual a los iguales y desigual a los
desiguales) y, segundo, quién ha de tener en el sistema jurídico la competencia para
formular, en última instancia y con carácter vinculante, aquellos juicios de valor: el
legislador o el Tribunal Constitucional.
Para la primera cuestión, Alexy, siguiendo la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional, responde que están prohibidos los tratamientos arbitrariamente
desiguales. ¿Y cuándo un tratamiento es arbitrario? Cuándo no exista una razón
cualificada para hacerlo. Es decir, para dar un trato desigual debe existir una razón
suficiente, y esto es un asunto de valoración.
Sobre quién es en última instancia competente para hacer este juicio de valor, el
autor señala que el Tribunal Constitucional ha subrayado reiteradamente que el
legislador dispone de una muy amplia libertad de configuración. No es función del
Tribunal examinar si el legislador ha dictado la regulación más justa y funcional, sino
simplemente examinará si ésta no ha sido arbitraria.
Alexy hace la distinción entre la igualdad de iure y la igualdad de facto. El derecho
a una igualdad de iure puede ser formulado como un derecho, prima facie, a la

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omisión de tratamientos desiguales. El derecho de igualdad de facto, como un
derecho prima facie a acciones positivas, o prestaciones en sentido amplio, por
parte del Estado.
El autor hace una fuerte crítica a la Ley Fundamental alemana. Ciertamente la
misma tiene algunos preceptos de apoyo a una interpretación que postula un
derecho a prestaciones. En primer lugar, está la obligación de todo poder público
de proteger la dignidad de la persona (artículos 1o. párrafo 1 frase, y 2o.), y la
cláusula de que Alemania es un Estado social (artículos 20, párrafo 1, y 28, párrafo
1). Sin embargo, para el autor, el texto y génesis de la Ley Fundamental tiene
primariamente el carácter de una Constitución burguesa y de Estado de derecho
orientada hacia los derechos de defensa, pero no a los derechos prestacionales en
sentido amplio.
No obstante, lo anterior, Alexy señala diversos fallos del Tribunal Constitucional que
abordan los derechos prestacionales. La polémica sobre este tipo de derechos se
funda en las concepciones que se tengan del carácter y tareas del Estado, del
derecho y de la Constitución, incluso de los derechos fundamentales, como así
también sobre la evaluación de la situación actual de la sociedad. No obstante, para
Alexy este debate debe ser orientado por una idea rectora: los derechos
fundamentales son posiciones tan importantes que su otorgamiento o no
otorgamiento no puede quedar en manos de una simple mayoría parlamentaria.
Alexy divide los derechos prestacionales en tres grupos: 1) derechos de
protección; 2) derechos de organización y procedimiento (o simplemente
procedimentales) y 3) derechos a prestaciones en sentido estricto.
Los derechos de protección son los derechos del titular del derecho fundamental
frente al Estado para que éste lo proteja de intervenciones de terceros. Estos
derechos pueden tener objetos diferentes, desde la protección frente a acciones de
homicidio, hasta la protección del uso pacífico de la energía atómica.
Alexy aborda el problema de la justiciabilidad de los derechos de protección.
Siguiendo la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, señala dos postulados: a) el
Estado está obligado a emplear por lo menos un medio efectivo de protección y b) si
sólo hay un medio efectivo de protección, el Estado tiene que utilizarlo. En todo

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caso, el cómo el Estado ha de cumplir con esta obligación queda en gran medida
en manos del legislador. En cualquier caso, Alexy no deja de advertir que, en última
instancia, la cuestión más importante es saber si, desde el punto de vista del
derecho constitucional, una determinada protección es tan importante que su
otorgamiento o no otorgamiento puede quedar en manos de una mayoría
parlamentaria.
Los derechos procedimentales bajo la forma del derecho a una protección jurídica
efectiva, están dirigidos a los tribunales de justicia. Por otra parte, los derechos
procedimentales que tienen por objeto el dictado de normas de procedimiento están
dirigidos al legislador. Alexy señala que, en lo esencial, aborda estos últimos en su
obra.
A su vez los derechos procedimentales se subdividen en 1) competencias de
derecho privado; 2) procedimientos judiciales; 3) organización en sentido estricto
y 4) formación de la voluntad estatal.
Los derechos a competencias de derechos privados son derechos frente al Estado
para que éste formule normas que son constitutivas para las acciones jurídicas de
derecho privado, y con ello, para la creación, modificación y eliminación de
posiciones jurídicas de derecho privado. Ejemplo de esto son las normas de los
contratos, la propiedad, del matrimonio, el derecho sucesorio y de asociación, es
decir, los llamados "institutos jurídicos".
Los derechos a procedimientos judiciales y administrativos son esencialmente
derechos a una protección jurídica efectiva. Condición de esta última es que el
resultado del procedimiento garantice los derechos materiales del respectivo titular
de derechos.
Los derechos de organización, en sentido estricto, son exigencias iusfundamentales
a materias jurídicas tales como el derecho universitario o el derecho de
radiodifusión. Lo común a estas normas es que regulan la cooperación de
numerosas personas orientadas a determinados fines.
Los derechos a la formación de la voluntad estatal son aquéllos cuyo objetivo es
que el Estado, a través de legislación ordinaria, facilite procedimientos que
posibiliten una participación en la formación de la voluntad estatal. El ejemplo más

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importante de este derecho es el adscrito al artículo 38, párrafo 1, de la Ley
Fundamental, es decir, el derecho a las normas legislativas ordinarias que
establecen un sistema electoral que permita a los ciudadanos votar.
Los derechos a prestaciones en sentido estricto son derechos del individuo frente al
Estado a algo que, si el individuo poseyera medios financieros suficientes y si
encontrase en el mercado una oferta suficiente, podría también obtenerlo de los
particulares. Éstos son por ejemplo derechos a la previsión, al trabajo, a la vivienda
y a la educación.
La Ley Fundamental alemana no contiene derechos sociales fundamentales
explícitamente formulados, pero el Tribunal Constitucional ha debatido si está
impuesto adscribir a las normas explícitas, normas que confieran derechos sociales
fundamentales.
Siguiendo la idea rectora propuesta por el autor a este respecto, la cuestión acerca
de cuáles son los derechos fundamentales sociales que el individuo posee
definitivamente es una cuestión de ponderación entre principios. Por un lado, se
encuentra, sobre todo, el principio de la libertad fáctica. Por el otro, se encuentran
los principios formales de competencia de decisión del legislador democráticamente
legitimado, de la división de poderes, de la libertad jurídica y derechos
fundamentales sociales de otros, así como a bienes colectivos.
El autor admite que este modelo no dice qué derechos fundamentales sociales tiene
el individuo, pero sí da tres pautas para determinarlos: 1) si lo exige muy
urgentemente el principio de la libertad fáctica; 2) el principio de la división de
poderes y de la democracia (que incluye la competencia presupuestaria del
parlamento, y 3) principios materiales opuestos, especialmente los que apuntan a
la libertad jurídica de otros.
Por último, Alexy relaciona su Teoría de los derechos fundamentales con su Teoría
de la argumentación jurídica, de la siguiente manera: un discurso iusfundamental
es un procedimiento argumentativo y de lo que se trata es de lograr resultados
iusfundamentales correctos sobre la base presentada. La argumentación práctica
general es un elemento necesario del razonamiento o discurso iusfundamental. Esto
significa que el discurso iusfundamental comparte con el discurso jurídico en

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general, la inseguridad de resultado práctico general. La base presentada confiere
a la argumentación iusfundamental una cierta firmeza y claridad, y a través de las
reglas de la lógica, la argumentación práctica y la argumentación jurídica, la
argumentación iusfundamental que se lleve a cabo estará estructurada
racionalmente.
Dada la inseguridad del resultado, nos dice Alexy, es necesaria una decisión
iusfundamental dotada de autoridad. Si al parlamento no le es dable ser juez de la
propia legislación que aprueba, corresponderá entonces a un Tribunal
Constitucional realizar esta labor. La decisión que tome este Tribunal, deberá ser
justificada y criticada en un discurso iusfundamental racional.
Para terminar, queremos remarcar algo que escribe Alexy: " el peso de los principios
no es determinable en sí mismo o absolutamente, sino que siempre puede
hablarse tan sólo de pesos relativos

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CONCLUSION

El correcto establecimiento de los derechos fundamentales, su buena redacción y


sistematización, pueden constituir un paso importante para el desarrollo y tutela de
los mismos, pero servirán de muy poco si, junto a ellos, no se establece un sistema
igualmente eficaz y correcto de garantías. Hoy en día el reto fundamental de los
derechos no se encuentra en su establecimiento sino en los modos efectivos en que
pueden ser garantizados. Y esto no podrá nunca lograrse sino se asumen una serie
de compromisos cívicos y políticos que hagan de los derechos una de las tareas
fundamentales del Estado mexicano, o mejor, su tarea fundamental, en singular.

Antes de terminar, quisiera destacar dos aspectos en los que incide lo anterior:

A) Una cuestión importante es destacar que la lucha por los derechos es,
simultáneamente, una lucha por el Estado, que parece ser el único instrumento que
la racionalidad del mundo moderno se ha dado para hacerlos efectivos. Desde esta
óptica, quizá el mejor modelo de Estado para proteger los derechos no sea muy
parecido al “Estado mínimo” que propugna la visión neoliberal, sino más bien un
Estado eficiente, que cuente con los recursos, las estructuras y las facultades
necesarias para llevar a cabo sus tareas irrenunciables, y que permita conseguir
una “democracia sustentable”.
C) Por último, también debe ponerse de manifiesto que la mejor garantía de los
derechos que tienen los ciudadanos se encuentra en la misma sociedad. Como
señala Gerardo Pisarello, “finalmente, más allá de las técnicas (como el
constitucionalismo) que puedan idear para protegerse, las sociedades no cuentan
al final con otra garantía que consigo mismas. Sólo esa permanente voz de alerta,
emitida desde los más diversos intersticios del tejido social, puede despertar a
América Latina de la pesadilla de la arbitrariedad y el atropello y obligarla a
reemprender, con un sentido más humano, el noble sueño de un Estado social y
democrático de Derecho al servicio de todos los hombres y mujeres que la habitan”

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BIBLIOGRAFIA
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https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/hechos-y-derechos/article/view/12556/14135
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