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5-EL ASUNTO DEL DISCURSO

5.1-Introducción

Es bien conocida la división de la retórica en las distintas fases de elaboración de un discurso (inventio, dispositio,
elocutio, memoria, actio), procesos que deben ser combinados para la consecución del mensaje oratorio. Sin embargo,
antes de comenzar a construir el discurso en sí mismo, el orador se aplica a analizar el asunto que aborda desde diversas
vertientes. Es decir, el primer paso que ha de tomar el orador es el de conocer aquello a lo que va a enfrentarse,
desentrañando todas sus particularidades y matices.
El asunto del discurso, materia artis o tema es una noción muy amplia que puede analizarse desde muy diversos ángulos.
Uno de ellos es la perspectiva externa, que atiende a sus destinatarios y a las circunstancias derivadas de este hecho. Se
trata de la clasificación aristotélica de los géneros retóricos.
Por otro lado, encontramos una clasificación inmanente, que trataría del tema en sí mismo, analizando sus características.
Tal clasificación interna nos lleva a la división de los tipos de quaestio o controversia; que se separan en atención a su
grado de complejidad, su grado de concreción y el elemento nuclear de la discusión o status.

5.2-Los géneros retóricos. Concepto y tipos

En sentido retórico estricto, los géneros retóricos antiguos son tipos de discurso definidos en buena medida por su
destinatario, de tal hecho se derivan los demás elementos caracterizadores. Los difundido de esta clasificación ha
provocado que, en la práctica, los géneros retóricos se hayan convertido en sinónimos de tipos o clases de discurso
retórico, y así los consideramos en nuestros esquemas finales;
a) Género judicial (genus iudiciale): encarnado por los discursos pronunciados ante un juez con el objetivo de
acusar o defender en torno a la alternativa de justicia vs. injusticia de un asunto que origina la causa, siempre
perteneciente al pasado. Se busca, por tanto, enjuiciar lo justo o injusto de una acción con respecto a una ley.
Esto implica que el discurso, básicamente, se pueda dirigir en dos direcciones: o bien a determinar la verdad o
falsedad de un hecho (genus rationale o valorativo) o bien a determinar cómo la ley ha de interpretarse en su
aplicación (genus legale).
b) Género deliberativo o forense (genus deliberativum): manifestado en los discursos pronunciados ante una
asamblea o foro, de manera que el orador pretende aconsejar o disuadir apoyado en la dicotomía de útil vs.
perjuidicial, siendo el núcleo de la causa un hecho que se verificará en un futuro.
c) Género demostrativo o epidíctico (genus demonstrativum): se concreta en los discursos sobre una persona o
cosa a la que se alaba o denosta frente a un público determinado. En este sentido, se diferencia de los anteriores
en que no es preciso tomar una decisión sobre el asunto del discurso, de manera que tiene un espíritu menos
práctico y dialéctico, sino que el propio discurso en sí cobra valor en tanto que objeto artístico. Se percibe aquí
de forma evidente el nexo entre retórica y literatura, vínculo que se extendió a los otros dos géneros cuando las
circunstancias políticas de censura los redujeron a ejercicios escolares de uso de técnicas y en los que no se
buscaba una verdadera finalidad práctica.
En la Edad Media, a los genera clásicos se les añadieron las artes, cuya novedad principal es que no son orales, sino
escritas, y que el ars poetriae subraya la entrada explícita de la literatura en la retórica:
a) Ars praedicandi: técnica de elaborar sermones. Los tratados de esta disciplina están constituidos por consejos
de tipo práctico dirigidos al orador cristiano que, como adoctrinador, debe construir sermones elocuentes y
atractivos a los fieles.
b) Ars dictandi o ars dictaminis: arte de escribir cartas, se integra por repertorios de fórmulas fijas que se
seleccionan según la materia tratada y el destinatario, permitiendo configurar mecánicamente los escritos.
c) Ars poetriae: tratados teóricos que conjugan preceptos gramaticales, métricos y retóricos cuya aplicación
convertiría al lector sutil en buen poeta.

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5.3-La quaestio o controversia. Concepto y clasificación

Las quaestiones o controversia son textos retóricos nacidos en el ámbito jurídico cuyo contenido principal se cristaliza,
por tanto, en el enfrentamiento entre dos partes opuestas en su enfoque y tratamiento. Estos textos retóricos de
enfrentamiento con naturaleza judicial (pero contagiados a muchos otros géneros, pues pueden encontrarse en obras
como El conde Lucanor o El Quijote) pueden clasificarse en atención a diversos criterios:
a) Según su grado de complejidad:
a. Quaestio simplex: la controversia gira en torno a un único asunto o tema (¿cometió alguien un crimen?).
b. Quaestio coniuncta: constituida por más de un asunto (¿cometió robo u homicidio?).
c. Quaestio comparativa: centrada en el cotejo y valoración de varios supuestos (¿quién debe recibir una
herencia entre losposibles legatarios?).
b) Según su concreción:
a. Quaestio infinita: disputa o controversia centrada en un asunto de carácter general, teórico o abstracto,
en el que se oponen dialécticamente ideas, actitudes o comportamientos que no se focalizan en
circunstancias, hechos o individuos concretos (¿Es necesaria la guerra?).
b. Quaestio finita: disputa o controversia de carácter concreto e individual; causa que conlleva hechos y
circunstancias particulares y protagonistas con nombre propio (¿Fue necesaria la Guerra Civil
Española?)
c) Según el tipo de conflicto o status (del latín “posición del luchador”):
a. Status coniecturae: se trata del conflicto de la conjetura, que se da cuando las dos partes del litigio no
se ponen de acuerdo sobre la existencia o la autoría del hecho, afirmado por la acusación y negado pro
la defensa. El status radica en averiguar si se cometió o no el hecho (an fecerit), lo cual debe llevarse a
cabo mediante suposiciones o conjeturas.
b. Status finitionis: se trata del conflicto de delimitación del hecho, que se da en el caso en el que se admite
la autoría, pero las dos partes no se ponen de acuerdo sobre la denominación legal del hecho, de manear
que el acusado reconoce haber realizado la acción pero no exactamente aquella de la que se le acusa,
por lo que se discute qué fue exactamente lo que hizo (quid fecerit).
c. Status qualitatis: se trata del conflicto de la adecuación a la norma, que se da cuando se reconoce el
hecho pero se discrepa sobre si se ajusta o no a la norma o a derecho, de manera que esa es la pregunta
que cabe realizarse (an recte/iure fecerit), lo que suele ligarse a una referencia a las cualidades
personales del acusado.
d. Status translationis: se trata del conflicto de la impugnación, sobre el que importa poco haber cometido
o no la acción, porque lo que se discurre es si es o no lícito el proceso en sí (an actio iure intendatur),
normalmente referente a si la parte que juzga o acusa es digna de ello.

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6-INVENTIO: LOS TÓPICOS

6.1-Concepto de Inventio

Una vez atentado por parte del orador el asunto que le va a ocupar, es momento de elaborar el discurso en sentido
estricto, tanto en su estructura verbal (inventio, elocutio, dispositio) como en su puesta en escena (memoria, actio). Así,
la inventio refiere a la fase en la elaboración del discurso cuya finalidad es la de establecer sus contenidos, entendidos
no en el sentido amplio de asunto o tema sino en el sentido específico del conjunto de ideas concretas que van a
exponerse. Tales ideas específicas que se escogen en la inventio se han de estructurar a través de los lugares retóricos
(topos o locus) que se extraen de una red o sistema de contenidos generales aplicables a un discurso asumidos por la
práctica; es decir, los tópicos o lugares son una serie de criterios que organizan en compartimentos las ideas específicas
que el orador escoge durante la inventio, con la finalidad de establecer una estructuración extrema del discurso.

6.2-Los tópicos o lugares retóricos

Ya hemos referido más arriba a la definición general de tópico o lugar retórico como modo de organización
compartimental de las ideas. Un hexámetro latino sintetiza las preguntas básicas que debe hacerse un orador para
determinar las ideas de su discurso: “Quis, quid, ubi, quibus auxiliis, cur, quomodo, quando?”, pues cada una de esas
cuestiones refiere a un locus distinto, los cuales pueden clasificarse de la siguiente manera:
a) Tópicos de persona (loci a persona): el orador habrá de analizar los siguientes elementos referentes a la persona,
deberá buscar en los siguientes lugares y seleccionar aquellas ideas que le interesen para la elaboración de su
discurso:
a. Nombre: se revisará si es susceptible de asociarse el nombre de un individuo a algún hecho o cualidad
digna de alabanza o vituperio.
b. Nacimiento: se investigará la posible influencia del entorno familiar en un comportamiento.
c. Naturaleza: se incluyen aquí factores como si el individuo en cuestión es varón o mujer, extranjero o
natural del país, viejo o joven noble o plebeyo, bello o fuerte o sus características contrarias.
d. Modo de vida: se hace referencia aquí a la educación recibida y a los maestros, a los amigos, la
administración de sus bienes y la organización de su hogar, factores que pueden decir mucho del
individuo.
e. Ocupación: considerar la actividad del individuo puede aportar un caudal de ideas de gran magnitud al
orador a la hora de caracterizarlo.
f. Fortuna: considerar factores como si el individuo es libre o siervo, rico o pobre, particular u hombre
público, poderoso, justo o tirano, hace más o menos creíbles o justificables las acciones que comete
(por ejemplo, los actos inmorales son todavía más censurables en aquellos que deben dar ejemplo de lo
contrario).
g. Talante o calaña: se incluyen aquí las referencias al carácter del individuo, a los atributos que perfilan
el retrato del sujeto (deseos y ambiciones de la persona, si es avara, airada, piadosa o serena).
b) Tópicos de cosa (loci a re): el orador debe considerar también los actos de los protagonistas del discurso y sus
circunstancias, pues todo ello ofrece vías para una argumentación positiva o negativa según las intenciones:
a. Causa: se analiza si el hecho fue realizado por el deseo de obtener, practicar o conservar el bien, de
evitar el mal, o por las causas contrarias.
b. Modo: se contempla si el hecho fue cometido de manera justa o injusta, sabia o necia, producente o
imprudente… y si las respuestas son negativas, si tal modo negativo surgió de la ignorancia, azar, error,
necesidad, pasión, ebriedad…
c. Espacio: las características del lugar donde se produjo el hecho (público o privado, sagrado o profano
etc.) puede arrojar interesantes consideraciones que influyan en su presentación.
d. Tiempo: el momento en que sucedió el hecho puede también propiciar interesantes consideraciones.
Son susceptibles de abordarse aquí varios condicionantes temporales como las referencias a una época
histórica, acontecimiento destacado, estación del año o momento del día.

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e. Circunstancias: las circunstancias de la acción influyen también en su valoración y en la forma de
presentarla; así sucede con frases, actos o señales anteriores que acompañan al hecho y sugieren una
determinada interpretación (desde discusiones anteriores a un crimen hasta el rubor como muestra de
amor).
f. Comparación: grupo de lugares fundamentados en la comparación del hecho sobre el que versa el
discurso con otros, en virtud de relaciones de semejanza (locus a simili) u oposición (locus a contrario).
g. Inducción y deducción: se vincula la acción a otras más específicas (locus a minore ad maius o
inducción; prueba lo más por lo menos) o más generales (locus a maiore ad minus o deducción; prueba
lo menos por lo más); pero no idénticas ni opuestas como en el caso anterior), en cuya valoración
quedará o no incluido el hecho que se está tratando.

6.3-Los tópicos o lugares tradicionales

Se denomina tópicos tradicionales a aquellos que han sido frecuentemente más utilizados a lo largo de la historia,
requiriendo por ello su estudio concreto. Así, realizamos una clasificación siguiendo el esquema utilizado en el apartado
anterior:
a) Tópicos tradicionales de persona:
a. Ejemplos de lugares de talante:
i. Humilitas autorial: conjunto de fórmulas para manifestar la humildad autorial, especialmente
utilizadas en los prólogos, dedicatorias e inicios de obras (el exordio).
ii. Analogía náutica: tópicos basados en la consideración del hombre como un navegante avaro
que cruza el mar en busca de riquezas.
b. Ejemplos de lugares de modo de vida:
i. Analogías náuticas: tópicos basados en la consideración del individuo como un navegante por
su modo de vida.
c. Ejemplos de lugares de naturaleza:
i. El hombre como pequeño mundo: sirve a la caracterización del género humano, más que a la
de un individuo.
ii. El elogio personal: grupo de tópicos tradicionales muy rico, en el que se incluye aquel conjunto
de lugares ligados a la naturaleza del individuo como poseedora de rasgos dignos de alabanza:
1. El joven y el anciano: presenta dos vertientes, aquella que atribuye al anciano, sabio de
por sí, las cualidades físicas propias del joven, o aquella que suma a la plenitud física
del joven la prudencia y sabiduría propias del anciano.
2. El sobrepujamiento: alabanza de la persona por encima de otros referentes, de manera
que el personaje elogiado supera a figuras célebres y conocidas por diversos aspectos,
intensificando un sentimiento, cualidad o acción, que superan a otros en donde ese
rasgo está ya en grado muy elevado.
3. La sabiduría y valor: cualidades arquetípicas en el retrato de nobles, héroes y soberanos,
permite caracterizar a grandes hombres.
4. La nobleza del alma: noble es quien se comporta noblemente, de manera que el alma
puede ser noble sin necesidad de acudir al nacimiento, sino por las muestras de sus
tendencias y comportamientos.
5. La fama: los hechos y la fama del individuo como conocidos en todas partes es un
clásico ejemplo de los elogios amorosos y político militares, en los que se refiere a la
admiración que se siente por el individuo en cuestión.
6. La hermosura corporal: rasgo característico de las descripciones laudatorias de nobles,
héroes y damas en las que se refiere a la belleza del cuerpo y el rostro del individuo.
b) Tópicos tradicionales de cosa:
a. Tópicos de creación literaria: nómina de tópicos asociada a distintas vertientes de la creación literaria,
desde los motivos que justifican la escritura hasta las causas de su conclusión:

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i. Tópica del exordio: grupo vinculado a las partes introductorias de una obra (inicios, prólogos,
dedicatorias) y pueden ser:
1. Ejemplos de lugares a causa: pues pretenden ofrecer las razones que han movido al
escritor a elaborar y ofrecer su obra:
a. “Ofrezco cosas nunca dichas”: el autor pretende justificar la pertinencia de su
obra e invitar a su lectura afirmando que escribe algo novedoso.
b. “Escribo a requerimiento de un conocido”: en cierto modo, es una fórmula de
humilitas, pues justifica la escritura a partir de una recomendación ajena y no
como iniciativa personal (se incluyen aquí las dedicatorias o consagraciones).
c. “Quien posee conocimientos debe divulgarlos”
d. “Escribo para evitar la ociosidad”
e. “Todo libro, aunque malo, aprovecha”: gira en torno a la posible utilitas
ofrecida al lector
2. Ejemplos de lugares de modo:
a. Invocación a las Musas: se solicita a las Musas su presencia para que ofrezcan
inspiración, ánimo, fuerza; es decir, un apoyo para crear. En su vertiente
cristiana se invoca a Dios, la Virgen o los santos.
b. La falsa traducción: se cuenta que la obra ha sido escrita en tanto que
refundición y traslado de diversos materiales, que se han traducido y preparado
para ser publicados
c. “No encuentro palabras”: el autor, al enfrentarse al modo de expresar la
magnitud de un hecho con palabras, recurre a la fórmula de afirmar lo inútil de
tal pretensión, por cuanto el lenguaje no puede plasmar en su justa medida las
realidades inefables. En último término, tal renuncia contribuye a ponderar el
objeto en cuestión.
3. Ejemplos de lugares de comparación:
a. Analogías literarias: se establece una similitud entre la obra escrita y otros
elementos de muy diverso rango, incluyendo la creación literaria a una travesía
literaria o ut pictura poesis (compara la escritura con la pintura).
ii. Tópicos de la conclusión: fórmulas destinadas a concluir una obra:
1. Ejemplos de lugares de causa: pretenden justificar por qué se concluye la obra:
a. Final abrupto: consiste sencillamente en terminar la obra de manera brusca, sin
despedidas ni rodeas, indicando escuetamente que la obra o una parte de ella
ha acabado.
b. Apelación al cansado o a la musa fatigada
c. Apelación a la llegada de la noche
b. Tópicos de la consolación: ligada originariamente al pésame, recoge varias fórmulas utilizadas en el
intento de preparar al hombre para la difícil aceptación de la muerte.
i. Ejemplos de lugares de modo: pues hablan acerca de cómo enfrentar una defunción:
1. La muerte es el final para todos
2. La muerte o Dios se lleva primero a los mejores
3. La muerte conduce al conocimiento de Dios
c. Tópicos tradicionales de espacio: giran en torno a la manera de abordar el tratamiento del lugar donde
había sucedido el hecho.
i. Ejemplos de lugares de espacio:
1. Locus amoenus: inicialmente vinculado a la poesía bucólica, este modelo de
descripción paisajística se caracteriza por elementos canónicos como el prado con
árboles frondosos, sol y sombra, suave brisa, proximidad de un arroyo o fuente, canto
de aves… todo lo cual invita al descanso y a las imaginaciones de amor.
2. Locus eremus: constituye el paraje opuesto al lugar ameno, pues las flores ye l prado
se convierten en arena y peñascos, y los ruiseñores en fieras (suele haber referencias a
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África en general y a Libia en particular); también nieve, frío y hielos pueden aparecer,
todo lo cual representa la soledad del amante o la crueldad de la amada, pero también
como referente para reflexiones negativas de carácter político.
3. Beatus ille: tópico horaciano en el que se elogia al sabio que ha despreciado al mundo
y sus afanes, se refugia en la medianía y el ocio rústico para ejercitar la virtud y su
propio conocimiento; en ocasiones, este tópico puede concretarse todavía más en el
“Menosprecio de la corte y alabanza de la aldea”. Bajo la anhelada paz campestre se
encuentra la defensa moralizante de un modo de vida, lo cual le aproxima a los tropos
de modo.
4. La invocación de la naturaleza: se realizan apóstrofes a elementos de la naturaleza, que
se entienden receptores del repentino giro apelativo que supone dicha figura. De esta
manera, la invocación a la naturaleza se ha convertido en uno de los tópicos
tradicionales vinculados al espacio literario, destinatario de llamadas o confidente de
lamentos.
d. Tópicos tradicionales de tiempo: se incluyen aquí diversas actitudes del hombre para enfrentar el
transcurrir incesante del tiempo hacia la muerte:
i. Ejemplo de lugares de tiempo:
1. Ubi sunt?: interrogación retórica sobre el paradero de las pasadas glorias y esplendores
humanos, borrados por la acción del tiempo.
ii. Ejemplos de lugares de modo:
1. Conceptus mundi: menosprecio del mundo, actitud que desprecia la fragilidad de los
bienes terrenos, efímeros engaños ante el efecto destructor del tiempo. Dios, la virtud
o el retiro reflexivo son algunos de los valores opuestos a la mundana vanidad.
2. Carpe diem: reacción ante la muerte y el paso del tiempo que consiste en la voluntad
de aprovechar el momento, el esplendor de la pasada juventud.
e. Tópicos de circunstancias: algunas de las circunstancias que la retórica consideraba de posible
influencia en el desarrollo de la acción son:
i. Ejemplos de lugares de circunstancias:
1. La perturbación natural que acompaña a un hecho importante: es propio de los
nacimientos de grandes hombres el referir a hechos naturales sorprendentes que
sucedieron simultáneamente.
2. El mundo al revés: consiste en dibujar un orden social dominado pro lacras, vicios y
falsedad a través del retrato del mismo al revés, de manera que los valores se encuentran
paradójicamente desordenados, invertidos por la acción de esos comportamientos
censurables.
f. Tópicos de comparación:
i. Ejemplos de lugares de comparación:
1. La vida como viaje marítimo
2. La vida como camino
3. Las armas y las letras: si las dos anteriores eran meras comparaciones, este tópico
consiste, en realidad, en la determinación de la mayor o menor superioridad de uno de
los elementos sobre el otro.

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7-DISPOSITIO. CONCEPTO DE LA DISPOSITIO RETÓRICA Y SU LUGAR EN LA ELABORACIÓN DEL
DISCURSO

7.1-Concepto de dispositio

Una vez que se ha hallado las ideas, el orador debe ordenarlas convenientemente para que resulten más persuasivas.
Esta fase elaborativa del discurso, que se ocupa de la organización de sus contenidos, se denomina dispositio. Los
tratadistas de la retórica suelen tratar la inventio de forma conjunta con la dispositio (pues se entiende que ocurren de
forma simultánea), pero pueden comprenderse como etapas separadas, una consecutiva a la otra.
En sentido amplio, la dispositio afecta a todos los elementos de la cadena del discurso, desde sus unidades mínimas de
significado hasta la estructura general de la pieza de la oratoria (atención la combinación de las oraciones en parágrafos
es propia de la elocutio) pero, por decirlo de alguna manera, la dispositio se centra en los constituyentes mayores del
discurso. En todo caso, de todos los elementos que pueden subsumirse a la dispositio nos interesan aquellos que atañen
a la estructura interna del discurso y que lo divide en las partes que vamos a presentar seguidamente.

7.2-Las partes del discurso

Los discursos tienden a desarrollar dos tipos de estructura, teniendo siempre en cuenta que el orador puede en todo caso
alterar los moldes dispositivos preestablecidos por necesidades expresivas o por afán de brevedad:
a) Bipartita: supone la coexistencia de dos constituyentes que mantienen una tensión recíproca en el conjunto que
los integra, de manera semejante a la estructura de una oración adversativa; el primer elemento introduce una
idea que será completada por el segundo formante; ninguno de los miembros de la unidad puede aparecer
aislado, pues sólo el todo les confiere significado.
b) Tripartita: implica la existencia de un principio, un medio y un fin en la obra. La estructuración más frecuente
del discurso oratorio se acomoda a los moldes de la tripartición, con el exordium en la parte inicial (cuya
finalidad principal es captar la atención, insinuar el tema y ganarse los efectos del auditorio, con la captatio
benevolentiae), la narratio (cuya finalidad principal es exponer de forma clara, verosímil y breve la causa y
presentar la postura del orador o tesis) y la argumentatio (integrada por un conjunto de razonamientos que
sostienen la tesis definida y refutan la opinión contraria) en la parte central, y la peroratio o conclusio (recapitula
el discurso e intenta nuevamente conseguir la simpatía de los jueces o de conmover los ánimos del auditorio)
en la parte final.

7.3-El ordo naturalis y el ordo artificialis

Las posibilidades básicas de la dispositio en lo que atañe al orden de las partes del discurso son dos:
a) Ordo naturalis: tipo de estructuración no marcada, en la que se respeta una disposición establecida por
convención (por ejemplo, las tres partes referidas arriba) o bien fijada por la propia naturaleza (como la sucesión
histórica de los acontecimientos a los que se hace referencia).
a. Un subtipo especial de ordo naturalis a medio camino con el ordo artificialis es el de la jerarquía, pues
los elementos estructurales del discurso se van presentando desde aquellos de menor rango desde el
punto de vista formal o semántico, hasta aquellos de grado máximo.
b) Ordo artificialis: modificación del ordo naturalis, teóricamente puede manifestarse en la alteración del orden
habitual de las partes del discurso comentadas en el punto anterior, pero más comúnmente supone un cambio
sobre el orden fijado por la naturaleza de los contenidos tratados (por ejemplo, el comenzar una historia in media
res para hacer referencia al inicio de la misma más tarde; o bien el relato analéptico o flash back; o bien las
prolepsis o anticipaciones). En general (salvo el subtipo de jerarquía) el ordo artificialis introduce una mayor
carga de expresividad al discurso debido a su ruptura de la norma estructural establecida por naturaleza o
convención

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8-ELOCUTIO. EL ORNATUS RETÓRICO. TROPOS

8.1-Concepto de elocutio retórica y su lugar en la elaboración del discurso

La elocutio es la fase retórica consistente en expresar verbalmente de manera adecuada los materiales de la inventio
ordanods por la dispositio. Es decir, hallados los pensamientos del discurso y estructurados ya, la elocutio determina el
modo en el que se ha de expresar verbalmente todo ese material de manera elegante y convincente. Es, por tanto, la
dimensión retórica que hoy en día se denomina habitualmente “estilo”.

8.2-Cualidades de la elocución: puritas, perspicuitas y ornatus

La elocución cuenta, fundamentalmente, con tres cualidades esenciales:


a) Puritas: corrección gramatical de la lengua empleada. El orador o literato, en su afán por elaborar un discurso
bello, se ve en la necesidad de apartarse de la norma establecida, pudiendo incluir en el barbarismo (palabra
incorrecta) y en el solecismo (construcción sintáctica viciosa), pero también en el pleonasmo, tautología o
anfibología, entre muchos otros. Estas desviaciones sobre la estricta corrección del discurso son retóricamente
admisibles cuando se encaminan a lograr los efectos de estilo. Es decir, la elocución debe estar caracterizada
por la puritas, pero eso no es óbice para la posibilidad de obtener licencias del ornatus para separarse de tal
corrección gramatical, siempre teniendo en cuenta la finalidad del discurso y el resto de elementos que lo rodean
(un discurso destinado a la enseñanza de personas de escasa formación no debe desviarse en exceso).
b) Perspicuitas: grado de comprensibilidad del discurso. El orador debe hacer comprensible su discurso pero, al
igual que en el caso anterior, el apartarse de los usos lingüísticos normales puede hacer más compleja la
intelección de sus palabras. En esto interviene la finalidad del discurso y la voluntad del orador, que puede
querer servir a la complejidad o a la claridad, debiendo tener cuidado de no caer en los vicios de obscuridad o
excesiva simplicidad en sus constituyentes; en todo caso, también como en el caso anterior, la desviación de la
perspicuitas por las licencias del ornatus deberán estar sometidas al objetivo del discurso y a la condición del
destinatario.
c) Ornatus: conjunto de elementos destinados al embellecimiento verbal del discurso.

8.3-La teoría de los tres estilos

Los genera elocutionis son modalidades estilísticas que dependen de las diversas combinaciones permitidas por las
cualidades elocutivas (puritas, perspicuitas y ornatus). Los registros elocutivos son numerosos; sin embargo, los
tratadistas clásicos tienen a catalogar tres modelos clásicos (los cuales, por cierto, pueden convivir en una misma obra
a la vez, o bien que se pueden parodiar estos estilos de forma consciente o inconsciente, o bien se pueden utilizar estilos
bajos para tratar asuntos elevados, como en el caso del sermo humilis, de lo que se deriva que toda clasificación exige
matices que se derivan de la observación de la práctica):
a) Genus humile: el estilo llano tiene por finalidad la enseñanza (docere) y, como tal, cuenta con características
fundamentales que giran en torno a una sencillez y corrección en la puritas y perspicuitas y un ornatus poco
desarrollado, evitando tropos y utilizando una sintaxis suelta con escasos periodos de construcción simple. En
la rota Virgilii, al estilo llano le corresponden personas y asuntos vulgares.
b) Genus medium: el estilo medio pretende deleitar (delectare), de manera que la puritas y la perspicuitas admiten
más licencias; su ornatus es moderado, más trabajado que en el caso anterior, de manera que proliferan las
figuras, son admisibles los tropos y en su compositio hay una mayor alternancia de estilo suelto y período. En
la rota Virgilii corresponden al estilo medio asuntos y personajes que no son ni vulgares ni graves.
c) Genus sublime: el estilo elevado tiene como objetivo conmover (movere); de esta manera su puritas y
perspicuitas admiten el grado máximo de dificultad, a través de un ornatus complejo, utilizando tropos y figuras
paradójicas, y se da predominio de los distintos tipos de compositio periódica. En al rota Virgilii, personajes
nobles y asuntos solemnes son la materia del estilo elevado.

8.4-Concepto de ornatus retórico y elementos que lo constituyen


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Ya hemos visto más arriba que el ornatus retórico es una de las tres cualidades de la elocutio de un discurso retórico.
Así, puede decirse que el ornatus es el constituyente principal de la elocutio, en torno a él giran todos los elementos de
la configuración estilística. En la visión clásica, era concebido como un conjunto de elementos susceptibles de ser
añadidos a un registro lingüístico estándar para embellecerlo y hacerlo así más atractivo y persuasivo. El ornatus consta
de dos formantes básicos:
a) La elección de palabras:
a. Tropos: [Tema 8.3]
b. Figuras: [Tema 9]
b) La compositio o combinación de palabras: [Tema 10]

8.5-Tropos principales

Los tropos y las figuras retóricas se corresponden con significantes, significados o signos no habituales, esto es, distintos
de sus correlatos en la lengua ordinaria. En este carácter desusado radica su expresividad. Concretamente vamos a
centrarnos aquí en los tropos principales, cuya existencia parte del supuesto de que en la lengua ordinaria a cada concepto
le corresponde una palabra apropiada. En los registros oratorio y poético, el tropo es una licencia que anula esta regla,
pues consiste en el uso de una palabra inapropiada para designar un concepto. Las diversas categorías de tropos derivan
del distinto tipo de relación establecida entre los conceptos que posibilitan el intercambio léxico, y los principales son:
a) Metáfora: tropo por semejanza que se manifiesta en el ámbito de la palabra mediante la sustitución de un vocablo
apropiado por otro inapropiado en virtud de una relación de similitud entre sus correspondientes conceptos.
Cuando el término metaforizado está explícito por haber identificación, se habla de metáfora in praesentia
(“manos de cristal”), si ha sido omitido por haber sustitución, es una metáfora in absentia (“Dejad las hebras de
oro ensortijado” hebras de oro = pelo).
b) Alegoría: tropo por semejanza que no se verifica en una palabra como la metáfora, sino que actúa sobre un
conjunto de palabras, introduciendo dos o más procesos analógicos enmarcados en una misma analogía básica
que actúa de marco. Puede decirse, por tanto, que es una metáfora continuada. También en este punto cabe
diferenciar entre las alegorías in praesentia e in absentia.
c) Hipérbole: tropo por exageración, que parte de un concepto real para magnificarlo o minimizarlo a través de su
sustitución por otra idea semejante, cuya equiparación con el primer término resulta, empero, desproporcionada.
d) Metonimia: tropo fundado en la relación de contigüidad existente entre dos conceptos que permite el
intercambio de sus denominaciones (contenido por continente, continente por contenido, causa por efecto,
efecto por causa, instrumento por artífice, prenda por portador, símbolo por idea simbolizada…).
e) Sinécdoque: tropo basado en la relación de contigüidad manifiesta no entre dos conceptos, sino entre los
constituyentes de un mismo concepto. En la práctica, en ese caso contigüidad equivale a inclusión, en dos
direcciones (una parte puede designar un todo o un todo puede designar a una parte). Con frecuencia, la
sinécdoque es incluida en la metonimia, noción teóricamente muy cercana y, en ocasiones, difícil de distinguir
de la primera en el plano práctico.
f) Antonomasia: sustitución de un nombre propio por un nombre común o, en general, un apelativo que designa
una cualidad especialmente característica del sujeto en cuestión. Este procedimiento está estrechamente ligado
a la sinécdoque (por ejemplo, el Apóstol por antonomasia es san Pablo, y el Pastor santo es Cristo). Como
subtipo especial encontramos la antonomasia vossiana, mediante la que se designa a un individuo destacable
por determinado hecho con el nombre de un personaje célebre por la misma causa (“es una Venus”, “es un
Otelo”).
g) Énfasis: técnica que permite emplear una palabra o expresión en un sentido más restringido y preciso del que
habitualmente tiene en la lengua ordinaria; así, por ejemplo el vocablo hombre en el enunciado “Es todo un
hombre” no designa al ser humano varón, sino al conjunto de cualidades propias la hombría. Se relaciona con
la sinécdoque.
h) Ironía: expresión de un pensamiento a través de un enunciado de sentido literal diferente o incluso opuesto a lo
que en el fondo se piensa y se pretende decir; de manera tácita, el contexto aporta las claves necesarias para la
correcta interpretación de este discurso simulatorio.
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i) Sarcasmo: subtipo especial de ironía en el que se incluye crueldad y hostilidad malignas.

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9-CONCEPTO DE FIGURA RETÓRICA. FIGURAS DE DICCIÓN

9.1-Concepto de figura retórica. Su clasificación

En el tema anterior hemos hablado de los tropos. Las figuras, por su parte y frente a los anteriores, están constituidas
por vocablos utilizados en acepciones apropiadas de acuerdo con la lengua común (verba propia), pero debido a alguna
particularidad de carácter fónico, gramatical o semántico, se alejan de la norma usual, resultando así especialmente
expresivos. De acuerdo con la aproximación clásica, las figuras se dividen en (teniendo en cuenta que esta clasificación
no era uniforme ni en tiempos de los tratadistas antiguos):
a) Figuras de dicción: [Tema 9.2]
b) Figuras de pensamiento: [Tema 10]

9.2-Concepto de figura de dicción y clases de figuras de dicción

Las figuras de dicción son un conjunto de procedimientos que se apoya en el significante, pero que, simultáneamente,
puede fundarse también en un hecho de significado, es decir, en las dos caras al mismo tiempo. Suelen equipararse, en
todo caso, con las figuras de significante, es decir, aquellas que afectan a la forma de las palabras. La traducción es una
sencilla prueba para detectar estos recursos, pues a grandes rasgos se puede decir que las figuras de dicción en un texto
dado son aquellas que pierden su esencia al ser vertidos de un idioma a otro.
Dentro de las figuras de dicción puede hablarse de las siguientes categorías (teniendo en cuenta que muchas veces, frente
a las definiciones por antonomasia de las figuras, los autores introducen alguna variatio según consideren):
a) Figuras de metaplasmo:
a. Prótesis: adición de uno o más fonemas al comienzo de un vocablo (“si vivas las meten, amátanse
luego”)
b. Epéntesis: adición de uno o más fonemas en medio de un vocablo (“ni el rey Artús de Ingalaterra”)
c. Paragoge: adición de uno o más fonemas al final de un vocablo (“Mio Cid Ruy Díaz por Burgos
entróve”)
d. Aféresis: supresión de uno o más fonemas al comienzo de un vocablo (“como triste namorado”)
e. Síncopa: supresión de uno o más fonemas en medio de un vocablo (“más de que me parece que debrías”)
f. Apócope: supresión de uno o más fonemas al final de un vocablo (“Gozo hayas, María, que el ángel
credist”)
g. Diástole o éctasis: en latín, merced a esta licencia, una sílaba breve se pronunciaba como larga. En las
lenguas sin cantidad vocálica, como el español, el recurso se aplica a la acentuación, de manera que la
diástole consiste en desplazar la posición del acento de una sílaba a la siguiente (“con toda mundana
maquina”)
h. Sístole: fenómeno opuesto al anterior, en latín una sílaba larga se convertía en breve, en español se
desplaza el acento a una sílaba anterior (“en mí tu subsidio, inmórtal Apolo”)
i. Diéresis: escisión de un diptongo en dos sílabas (“que aduxo la carta la Madre glorïosa”)
j. Sinéresis: licencia opuesta a la anterior, pues se concentran dos sílabas en una sola (“sin lealtad non me
acordara”).
k. Sinalefa: fusión de las vocales final e inicial de dos palabras contiguas que, en el cómputo silábico
poético, se consideran como integrantes de la misma sílaba (“Este mundo es el camino”).
l. Echtlipsis: correlato de la sinalefa en el plano de los fonemas consonánticos. Fusión de la consonante
final e inicial de dos palabras contiguas, cuando tales consonantes son idénticas o muy similares (“sotil
ladrón”).
m. Metátesis: transposición del orden de los fonemas de un vocablo (“Dexaldo al villano y pene”)
b) Figuras de repetición: las figuras de repetición consisten en el uso de un elemento verbal que ya había sido
empleado en el discurso. Este elemento puede pertenecer a los distintos subcomponentes de un sistema
lingüísticos, desde el fonema a la oración, pasando por el morfema, la palabra o la frase. La idea de repetición,
en todo caso, ha de entenderse en un sentido flexible, pues el elemento repetido sufre a menudo ligeros cambios

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en sus sucesivas apariciones; por consiguiente, la igualdad que cabría esperar de la reiteración de elementos
idénticos pasa a ser muchas veces semejanza:
a. Aliteración: consiste en la repetición acusada de un fonema en un estrecho margen de texto (“yo me
iba, mi madre, a la romería”).
b. Onomatopeya: si los elementos repetidos por aliteración pretenden imitar algún sonido de la naturaleza,
se da una aliteración onomatopéyica (“un susurro de abejas que sonaba”)
c. Homeotéleuton: igualdad o semejanza de los sonidos finales de palabras que cierran frases o miembros
consecutivos. Puede entenderse como el correlato prosístico de la rima en poesía (“En cuanto en este
mundo vivimos todo lo deseamos, todo lo tentamos, todo lo procuramos y aun todo lo probamos”).
d. Anáfora: repetición de una palabra o grupo de palabras a comienzo de verso o frase (“Mientras por
competir por tu cabello / oro bruñido por el sol relumbra en vano; / mientras con menosprecio en medio
el llano…”).
e. Epífora: repetición de una o varias palabras al final del verso o frase (“Del que te alabra más de cuanto
es verdad, non te assegures de te denostar más de cuanto es verdad”).
f. Complexio: combinación de anáfora y epífora (“no vos supe servir, no / y, agora que os serviría, / no
vos puedo haber, no”)
g. Geminación: repetición de una palabra o grupo de palabras seguidos en el texto (“¡Calla, calla, malvado,
que es mi tía!”)
h. Anadiplosis: geminación especial, pues la primera palabra aparece al final de un verso, hemistiquio, o
frase y la segunda al comienzo del siguiente (“Yo, mesquino fediondo, que fiedo más que can, / can
que yaze podrido, non el que come el pan”).
i. Gradación: anadiplosis especial, pues avanza en unidades sucesivas del verso o prosa (“Aunque yo triste
me seco / eco / retumba por mar y tierra / yerra / que a todo el mundo importuna / una…”). Aquí nos
centramos en una gradación estrictamente formal, pero ocurre que muy a menudo los escritores
aprovechan lo adecuado de esa progresión formal para expresar contenidos dispuestos en orden
semánticamente ascendente o descendente, desde un punto de vista retórico, esa ordenación de los
significados supone un incrementum semántico.
j. Epanadiplosis: se produce cuando una secuencia en verso o prosa comienza y termina por la misma
palabra (“no quiero ser monja, no”). Ya hemos visto que el encadenamiento de varias epanadiplosis en
el nivel del verso o la frase puede coincidir, evidentemente, con la figura de la complexio.
k. Polisíndeton: repetición de una conjunción coordinante al comienzo de varias frases o de los Brosbros
e incisos de la enumeración. Es un procedimiento opuesto al asíndeton (“No quedó becerro ni mosca ni
pescado ni serpiente ni ave, ni fiera ni monstruo ni piedra ni tronco…”).
l. Annominatio: repetición de un cuerpo léxico con alguna variación que provoca el cambio de
significación, más o menos acusado, de la palabra. Sus manifestaciones son muy diversas, por lo que
se realiza una subdivisión entre cuyos procedimientos tienen:
i. Base no gramatical:
1. Paranomasia: repetición de un lexema con una variación fónica no gramática (“Con
pocos libros libres (libres digo / de expurgaciones) paso y me paseo”)
ii. Base gramatical:
1. Derivatio: repetición de un lexema con uan variación gramatical que afecta a morfemas
derivativos (“Ahorcóse por ser desagradecido a su mismo desagradecimiento”)
2. Figura etimológica: repetición de un lexema con una variación gramatical derivativa
producto del desdoblamiento interno de un vocablo, como ocurre en los usos transitivos
de verbos intransitivos (“Vivir una vida desgraciada”).
3. Políptoton: caso en el que la alteración gramatical se fundamenta en morfemas flexivos,
frente a los anteriores subtipos, de carácter derivativo; de este modo, se distinguirá
entre políptoton nominal (“Amigo de sus amigos”) y políptoton verbal (“En esto estoy
y estaré siempre puesto”).
m. Traductio: consiste en la repetición acusada de un vocablo, perfecta o con alguna alteración gramatical;
en este segundo caso, la traductio entra en una zona de intersección con la annominatio; de modo
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paralelo, la voz repetida puede estar tomada en diversas acepciones, ocasión en la que la traductio se
solapa con la antanaclasis (“Si el fecho faz gran fecho e buen fecho e bien fecho, non es gran fecho”).
n. Equívoco o antanaclasis: se produce cuando se repite un mismo significante léxico, pero asociado a
distintos significados en cada caso (“En poco grado mi grado / se falla ser en mi ser”).
o. Paralelismo: término general que agrupa los fenómenos de similitud en la estructura de las oraciones y
frases por la coincidencia o semejanza en la longitud u orden de sus constituyentes, buscando
normalmente la eufonía y a aumentar la fuerza expresiva de las ideas que se transmiten, intentando
grabarlas en el auditorio o lector.
i. Isoclon: igualdad o semejanza en la longitud silábica de varias secuencias; constituye, así, el
correlato prosístico del isosilabismo en poesía (“La reina doña Catalina, mujer d’este rey don
Enrique, fue fija de don Joan de Lencastre, fijo ligítimo del rey Aduarte de Ingueleterra”).
ii. Parison: presenta una simetría más marcada que el subtipo anterior, pues se da identidad
estructural entre frases y oraciones que implica una correspondencia casi exacta entre sus
constituyentes sintácticos. Puede ser también incluido entre las figuras de posición, pues dicha
similitud sintáctica es, en el fondo, un fenómeno de parecido orden de los elementos en el
discurso (“Por ende, fuye amor, de quien tales males proceden, e ama a Dios, de quien todos
los bienes vienen”).
iii. Correlación: semejanza estructural provocada no por la coincidencia en la sintaxis de oraciones
sucesivas, sino por la simétrica colocación de palabras en el interior de los miembros de frases
y oraciones (“Mentir, perjurar, contienda: estos tres pecados son contra la verdad. El primero
la desfaze, el segundo la desprecia, el tercero la persigue”).
p. Quiasmo: disposición cruzada de elementos equivalentes o semejante en dos grupos de palabras (“pocos
días, edad poca”).
q. Commutatio o retruécano: caso especial de quiasmo, en el que además de la posición en el texto, los
términos equivalentes y repetidos cruzan también sus funciones sintácticas (“Hay muchos que siendo
pobres merecen ser ricos, y en siendo ricos merecen ser pobres”).
c) Figuras de omisión: consisten en la supresión de un elemento lingüístico necesario para la configuración del
texto. Estas supresiones suelen producir efectos de estilo que, a menudo, aligeran la expresión de constituyentes
gramaticalmente necesarios, pero artísticamente prescindibles en aras de una más lograda construcción del
pasaje:
a. Asíndeton: figura contraria al referido polisíndenton, que consiste e la marcada ausencia de conjunción
coordinante al comienzo de varias frases o de los miembros e incisos de la enumeración. Los tratados
de retórica suelen coincidir en que esta acusada falta de conjunción otorga un carácter cortado, abrupto,
al fluir oracional, y ello contribuye a lograr una gran fuerza expresiva (“Fijo eres de rey, tú has gran
clerecía, / en ti veo agucia cual para mí querría / de pequeño demuestras muy gran caballería / de cuantos
hoy viven tú has gran mejoría”).
b. Elipsis: supresión de uno o varios vocablos, necesarios de acuerdo con la ortodoxia gramatical de la
lengua, pero retóricamente prescindibles; el conocimiento del sistema lingüístico permite la
reconstrucción de los elementos elididos (“Mano a mano los dos amores / mano a mano”).
c. Zeugma: consiste en expresar una sola vez un vocablo en un discurso que lo requiere en más ocasiones,
de manera que, tras su primera aparición, el término debe ser sobreentendido (“Venció la desvergüenza
al pudor, la temeridad a la prudencia, la demencia a la razón”). Se asimila a la elipsis, pero en este caso
el elemento elidido ha sido expresamente referido anteriormente en el mismo texto. Existe un caso
especial, el del zeugma complejo, en el que el termino omitido introduce modificaciones semánticas o
morfosintácticas en el vocablo del que se parte (“Cuando, señora, entre nós / hoy la Passión se decía /
bien podés creerme vós / que, membrando la de Dios / nació el dolor de la mía”; “Esperaba un día en
que ordenar los que me quedaban por vivir”).
d. Silepsis: consiste en el uso de un término en dos acepciones simultáneas, generalmente una recta y otra
figurada, en el mismo contexto; en este sentido, la silepsis puede ser considerada como un caso extremo
de zeugma complejo.
e. Reticencia o aposiopesis: consiste en la interrupción abrupta de un discurso (“Soñé que te … ¿Dírelo?”).
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d) Figuras de posición: procedimientos que se fundan en una alteración del orden usual que los constituyentes
sintácticos de la oración tienen en la lengua ordinaria:
a. Hipérbaton: procedimiento consistente en la alteración de la sintaxis normal de una secuencia,
intercalando elementos entre dos unidades sintácticamente inseparables (“Al tronco descansaba de una
encina”).
b. Anástrofe: inversión del orden sintáctico de los elementos de una secuencia (“La tercera manera e razón
manda e vieda que ninguno non debe usar nin querer de mujeres amor”)
c. Tmesis: ruptura de una palabra, mediante la inserción de elementos ajenos a ella en su interior (“Quien
quisiere ser culto en solo un día / la jeri (aprenderzá) gonza siguiente: / fulgores, arrogar, joven,
presiente, / candor, construye, métrica armonía”).
d. Synchysis o mixtura verborum: grado extremo de confusión sintáctica en el que, conjugando hipérbatos
y anástrofes complejos, provoca la total dislocación de los constituyentes de una secuencia; en el latín,
la declinación facilitaba la reconstrucción del orden recto de los elementos, no así en el español, que no
propicia el uso de este recurso por la dificultad que entraña su entendimiento (“De mengua seso es muy
grande por los ajenos grandes tener los yerros pequeños por los suyos”).

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10-FIGURAS DE PENSAMIENTO

10.1-Concepto de figura de pensamiento

En el tema anterior hemos hablado ya de las figuras en general y de algunos de sus tipos. Sin embargo, existe un grupo
de estas que merece un tratamiento separado y mucho más detallado. Se trata de las figuras de pensamiento,
caracterizadas por ser un conjunto de procedimientos cuyo valor expresivo se fundamenta primariamente en los
significados de las palabras. Frente a las figuras de dicción, las figuras de pensamiento no desaparecen al ser sometidas
a un proceso de traducción.

10.2-Clases de figuras de pensamiento

Dentro de las figuras de pensamiento cabe distinguir las siguientes categorías:


a) Figuras de amplificación: la amplificatio de una idea no exige su desarrollo más extenso, sino simplemente su
realce, que puede conseguirse mediante otros procedimientos (por ejemplo, cambiando la entonación del pasaje
que interesa destacar). Sin embargo, desde la época medieval y en la práctica, ya se interpretó generalmente la
amplificación como el alargamiento de contenidos:
a. Expolitio: amplifica una idea desarrollando su exposición más por extenso. Puede tratarse de la
repetición de la idea, de la presentación de argumentos que la corroboran o dividiéndola en puntos
concretos enumerándolos detalladamente (lo que la aproxima a la enumeración).
b. Interpretatio: técnica de expolitio que permite reiterar un contenido a través del uso de sinónimos, lo
que puede enmarcarse en el concepto más amplio y común de paráfrasis (“cómo se pasa la vida / cómo
se viene la muerte”).
c. Isodinamia: conjunción de interpretatio y lítotes, de manera que consiste en repetir una idea mediante
una negación de su contrario (“Por muertas las dexaron, sabed, que non por vivas”).
d. Digresión: procedimiento en el que no se continúa la materia central del discurso, sino que el orador o
poeta se ocupa de un asunto secundario, sugerido por el pensamiento principal.
e. Paréntesis: correlato del hipérbaton en sentido estricto en el dominio del contenido, pues consiste en la
inserción de una idea, diferente pero lógicamente emparentada, en mitad de otro pensamiento, el cual
resulta de ese modo interrumpido y matizado antes de su culminación (“Siempre amar, pues que se paga
/ – según muestra amar – / amor con amor, porque la llaga / - bien amando – del dolor / se sane y quede
mayor”).
b) Figuras de acumulación: más que el desarrollo de una idea principal, estos procedimientos implican la suma de
elementos de rasgo semejante. En muchas ocasiones, en todo caso, se entienden estrechamente ligadas a las de
la categoría anterior:
a. Enumeración: suma o acumulación de miembros oracionales unidos mediante coordinación (ya sea con
conjunciones o de forma yuxtapuesta). Los miembros de la enumeración suelen designar realidades
diferentes, si esos elementos guardan una relación de sinonimia entre sus significados estaremos más
bien ante una expolitio o interpretatio (“Desmayarse, atreverse, estar furioso”); la clave para considerar
esta figura como figura de pensamiento es que exista una relación semántica entre los elementos.
b. Distributio: una idea general, expuesta al inicio, se desglosa en sus distintos componentes.
c. Epífrasis: consiste en la adición de nuevas ideas a la exposición de un pensamiento que ya parecía
cerrado. Si se elimina el complemento oracional que supone la epífrasis, la expresión de la idea restante
hace sentido por sí sola.
d. Epíteto: adición a un sustantivo un adjetivo que complementa o determina el significado de aquel en
diversa medida. Las posturas de los tratadistas oscilan entre considerar epítetos sólo aquellos adjetivos
que abundan en un rasgo inherente al sustantivo, o bien incluir en el concepto adjetivos que, en mayor
o menor mediad, agregan algún significado. En lo que sí hay acuerdo es en la función ornamental de
esta figura, de manera que la clave de los epítetos es su capacidad de aportar estilo y ornamento al
sustantivo, algo que no lleva a cabo un simple adjetivo (“cuando llegó a San Pero el buen Campeador”).

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c) Figuras lógicas: conjunto de procedimientos que gira en torno a los vínculos lógicos de las ideas en el dominio
del discurso, en especial alrededor de la antinomia o contradicción:
a. Antítesis: la antítesis es la oposición de ideas que, lingüísticamente, puede manifestarse en el plano de
la palabra, la frase o la oración (“Maldezir del malo loança es del bueno”)
b. Cohabitación: convivencia (que no directa contradicción, como ocurre con la paradoja o el oxímoron)
natural de contrarios dentro de un mismo sujeto, lo que es muy útil para reflejar las contradicciones del
individuo en la esfera amorosa o moral (“lloro e río en un momento / e soy contento e quexoso”).
c. Paradoja: figura retórica peculiar, que manifiesta de un modo vago, un contenido sorprendente por ser
contrario a lo esperado (definición que plantea múltiples problemas, pues “lo esperado” es una idea que
depende en muchísimos casos de los contextos, lo que dificulta la concreción de esta figura en una
definición taxativa), expresado en un marco textual superior al de la oración simple (“La crudeza de
mis males / más se calla en la decir, / pues mis dichas no son tales / que igualen las desiguales / congoxas
de mi vevir”).
d. Oxímoron: subclase de paradoja breve, consistente en la presentación de dos términos contrarios
reunidos en una sucinta unidad conceptual y, por tanto, de expresión, pues se restringe al ámbito de la
oración simple, que es donde se produce la unión entre términos contrarios (“Vivir es caminar breve
jornada, / y muerte viva es, Lico, nuestra vida”).
d) Figuras de definición: procedimientos que permiten al autor plasmar verbalmente la esencia o apariencia de los
sujetos, objetos y conceptos que integran su obra:
a. Definitio: relación de características esenciales de un concepto, si resultan omitidas la palabra o palabras
que designan la noción definida, se origina la perífrasis.
b. Prosopografía: descripción del aspecto externo de una persona o animal.
c. Etopeya: descripción del carácter y costumbres de una persona.
d. Pragmatografía: descripción de objetos.
e. Topografía: descripción de lugares.
f. Cronografía: descripción de tiempos.
g. Evidentia o demonstratio: presentación viva y detallada de una realidad, poniéndola ante los ojos del
lector mediante el uso de recursos tales como:
i. Descripción pormenorizada del objeto
ii. Enumeración
iii. Translatio temporum: cambio de perspectiva temporal, por el que una acción pasada se traslada
al presente del que ele, con lo que aquella se actualiza y refleja más vivamente (es el presente
histórico).
iv. Apóstrofe: apelación a un destinatario textual, lo que hace más vivo y real aquello que se
expresa, como si de verdad se dijese ante el lector.
v. Sermocinatio: reproducción del discurso directo de un personaje.
vi. Similitudo: se expresa el asunto a través de su similitud con una esfera de la realidad diferente
y, sobre todo, de índole más gráfica y cotidiana (“Fijo, servid al rey y guardáos de él, que es
como el león, jugando mata y burlando destruye”).
e) Figuras oblicuas: denominadas así por constituir enunciados oblicuos, es decir, por designar de forma indirecta
una realidad merced a la combinación de una serie de palabras empleadas en sentido recto. Se encuentra en la
frontera de la figura y el tropo:
a. Perífrasis o circunloquio: designación indirecta de un concepto a través de un conjunto de sus
características; este procedimiento se encuentra vinculado a la definitio (“Aquel a quien somos
obligados de amar verdaderamente e otro ninguno non”).
b. Lítotes: expresión de una idea mediante la negación de su contrario (“que con no pequeño afán”).
c. Preterición: manifestación expresa por parte del autor de evitar el desarrollo pormenorizado de una idea;
aunque pueda parecer un mecanismo de abreviación, lo cierto es que renunciar a insistir en un asunto
suele esconder la intención de realzarlo (“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme…”).

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d. Histerología: puede incluirse como una clase de hipérbaton, se trata de la inversión de la secuencia
lógica de las ideas (“No los amigos todos lo han de saber todo”)
f) Figuras de diálogo: conjunto de figuras cuyo ámbito de desarrollo ideal (pero no exclusivo) se encuentra en el
estilo directo y, particularmente, en el diálogo, pues hacen hincapié en el discurso como acto de comunicación:
a. Apóstrofe o invocación: consiste en dirigir una apelación a un destinatario mencionado en el texto. En
su originaria acepción retórica, la apóstrofe suponía un brusco y efectivo giro, al producirse un cambio
del principal destinatario del discurso (los jueces) a otro repentinamente invocado por el orador. No
obstante, en los textos literarios, lo más frecuente es considerar que el intenso efecto de la apóstrofe se
ocasiona al variar el normal discurrir del texto mediante la inclusión de un elemento apelativo (“Grado
a ti, Señor, Padre que estás en alto”). Junto con la exclamación, interrogación retórica, optación,
imprecación y deprecación se trata de una figura patética, pues intenta incidir afectivamente en el
destinatario.
b. Exclamación: expresión intensa de una emoción o sentimiento, caracterizada por una curva de
entonación que presenta oscilaciones en relación con la enunciativa (“¡Oh, cortesía, oh dulce
acogimiento!”).
c. Interrogación retórica: pregunta cuya respuesta no es necesaria, por obvia. Cuenta con dos modalidades:
i. Interrogatio: cuando la respuesta posible pudiera ser sí o no
ii. Quaesitum: cuando la respuesta posible debiera ser más precisa
d. Optación: manifestación vehemente de un deseo.
e. Imprecación: manifestación vehemente del deseo de hacer mal a alguien.
f. Deprecación: manifestación vehemente de un ruego, súplica o plegaria fervientes.
g) Figuras dialécticas: conjunto de procedimientos característico de la disputatio o del debate dialéctico, en donde
dos interlocutores se constituyen en oponentes que discuten sobre un determinado tema. EN este contexto, cada
litigante debe cuidar la precisión de sus palabras e, igualmente, poner de relieve las imprecisiones de su rival.
a. Concessio: reconocer que la parte contraria lleva razón en un aspecto del asunto sobre el que se disputa,
asumiendo que la opinión propia está equivocada. Pero esta actitud esconde un giro en sentido inverso,
pues el punto en el que el autor o litigante reconoce su error es presentado como algo intrascendente en
comparación con el tema central, donde su postura sí resulta incuestionable.
b. Correctio: mediante este artificio, el orador o poeta rechaza una palabra inicialmente propuesta, para
sustituirla por otra más precisa.
c. Dubitatio: expresión de una duda entre las distintas alternativas posibles para designar un concepto
(“Un daño que nunca cansa / un dolor vuelto con sombra / un mal que nunca se amansa, / señores ¿cómo
se nombra?”).
d. Communicatio: presentación de dos o más posibilidades referidas al modo de actuar en una determinada
situación, de forma que el orador se hace la pregunta a sí mismo o al interlocutor.
e. Conciliatio: utilización de un vocablo previamente utilizado en un sentido determinado, en una acepción
diferente, normalmente en el marco de una disputa en la que el interlocutor puede torcer el sentido de
las apalabras del rival.
f. Distinctio o paradiástole: recurso que pone de relieve como dos términos en apariencia sinónimos no
lo son en realidad, de manera que se descubre y rechaza una conciliatio.
h) Figuras de argumentación: argumentaciones que se presentan para fundamentar tesis y convicciones. Se trata
de probationes que se dividen en pruebas extratécnicas (anteriores a la causa misma y ajenas a la habilidad del
orador, como las leyes, testimonios y confesiones) y las intratécnicas (dependen de la capacidadretórica del
orador). Aquí nos centramos en el segundo grupo:
a. Simile: analogía o relación de semejanza, de manera que el autor trae a colación un hecho similar al
asunto que está tratando. Entran en este ámbito:
i. Exemplum: comparación con un hecho finito, es decir, se hace referencia a un acontecimiento
concreto protagonizado por determinados personajes en tiempo dado, sea real o ficticio.
ii. Similitudo: comparación con un hecho infinito, es decir, se hace referencia a un suceso
cotidiano, sin protagonistas concretos, un acontecimiento general.

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iii. Símil: figura con valor más ornamental que probatorio, concretamente se trata de la
presentación de un ejemplo en el que los términos se presentan en situación de igualdad.
iv. Comparación: al igual que la anterior y frente a las dos primeras, se trata de una figura con
valor más ornamental que probatorio, concretamente se trata de la presentación de un ejemplo
en el que uno de los términos es presentado como superior o inferior al otro en virtud de alguna
cualidad.
b. Argumentum: prueba argumentativa consistente en partir de los hechos conocidos para, con deducción,
alcanzar conclusiones novedosas a través del uso de construcciones como el silogismo.
c. Sententia: afirmación breve de carácter general sobre algún aspecto de la vida, el hombre, el mundo…
con pretensiones de validez universal, pretendiendo incluir en su seno las tesis defendidas por el orador.
i) Figuras de ficción: conjunto de procedimientos consistentes en la presentación como real de situaciones
imaginarias:
a. Personificación o prosopopeya: consiste en conceder entidad y atributos humanos a seres inanimados,
ya concretos, ya abstractos, o a seres irracionales (algunos autores lo consideran variante en la alegoría).
b. Sermocinatio: el orador o poeta finge que su discurso lo pronuncia otra persona, cuyo estilo y voz se
imitan.
c. Idolopeya: sermocinatio en el que se imita el estilo y voz de una persona fallecida.
d. Subiectio o percontatio: ficción de diálogo, de manera que el orador o poeta construye un diálogo
ficticio entre él mismo y su destinatario, desempeñando el papel de ambos interlocutores.

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11-LA COMPOSITIO. ESTILO SUELTO Y ESTILO PERIÓDICO

11.1-Concepto de compositio: aproximación teórica

En el ámbito de la elocutio, una de las propiedades básicas de la misma era el ornatus, en el seno del cual se encontraba
tanto la elección de palabras como la combinación fonética y sintáctica de las mismas. Hasta este punto hemos atendido
tan solo a la elección de las palabras (tropos y figuras), pero es momento de aludir a su combinación, denominada
compositio.
El estudio de la compositio ha sido un tanto descuidado en los análisis retóricos modernos, que se han centrado
especialmente en el estudio de los tropos y figuras, pese a la importancia del encadenamiento de las palabras y grupos
de palabras en el discurso, pues tropos y figuras encuentran todo su sentido como constituyentes de un estilo al integrarse
en una determinada sintaxis del discurso, también con efectos propios.
Sea como sea, en sentido estricto, la compositio estudia la estructura sintáctica y fónica de los grupos de palabras, esto
es, analiza sus constituyentes y sus distintas posibilidades de distribución en el discurso. Por tanto, dentro de este ámbito
debe distinguirse entre la oración y sus partes (compositio sintáctica) y la combinación de las palabras en la oración
(compositio fonética); nosotros nos centraremos en la primera, pues la segunda cuenta con nociones como iunctura y
numerus, cuya aplicación es difícil en nuestra lengua por no ser una lengua cuantitativa como el latín. Así, en definitiva,
la compositio sintáctica está conformada por dos nociones fundamentales: el estilo suelto y el período y la tipología del
período.

11.2-Estilo suelto y período

La tipología de la compositio gira en torno, según las definiciones de Aristóteles, Demetrio y Quintiliano, a dos ideas
principales, el ritmo y la estructura semántico-lingüística:
a) Estilo suelto: estilo suelto y flexible pues, en atención al ritmo, no se rige por las exigencias del numerus
(concepto que refiere a la regularización de la sucesión de sílabas largas y breves, quedando marcada una
regularización rítmica y simétrica a través del orden y la sintaxis de las palabras y secuencias; aunque en las
lenguas romances se ha perdido la cantidad silábica, que es una pieza esencial del numerus clásico, la idea del
ritmo se mantiene, entendiéndose como cierta regularidad en la sucesión de palabras o frases a través de la
disposición sintáctica de sus miembros); en atención al aspecto semántico-lógico, este estilo prolonga el
discurso tratando el razonamiento de manera continua hasta su conclusión, sin divisiones (es decir,
semánticamente el contenido de un texto en estilo suelto se prolonga como una suma continua de ideas que
encuentra su final en la culminación del discurso, fundamentalmente a través de mecanismos de coordinación,
discurriendo los contenidos con la fluidez de su simple suma).
b) Estilo periódico: estilo estructurado y más “sujeto” (en palabras de Quintiliano); tal sujeción deriva, en atención
al ritmo, del hecho de que se rija por las exigencias del numerus (correlato del metro poético explicado más
arriba), en atención al aspecto semántico-lógico, el discurso construido periódicamente estructura su contenido
de manera que cada período desarrolla un razonamiento completo (es decir, semánticamente el contenido del
discurso se encuentra estructurado en una serie de partes llamadas períodos, cada uno de los cuales desarrolla
un razonamiento completo, y que se hayan unidos fundamentalmente a través de mecanismos de interordinación
y subordinación).
Para comprender en mayor medida cómo funciona la estructuración interna de un discurso periódico en su plano
semántico, es oportuno aludir a los constituyentes del período, que pueden ser miembros (kola, (sometidos a la
idea de integridad, esto es, por constituir una oración completa o un grupo de palabras con predicado) o incisos
(kommata, no sometidos necesariamente a la idea de integridad); si bien es cierto que la frontera entre estas dos
ideas es bastante fluctuante, y muchas veces el inciso es considerado como un miembro breve.
Otro elemento importante es el de la tipología del período. Y es que la mayoría de las retóricas coinciden en
diferenciar entre:
a. Período circular: su estructura cíclica se construye en dos constituyentes fundamentales, prótasis y
apódosis, que se cierran en un círculo al implicar el primero al segundo. Existe también la modalidad
larga o extensa, caracterizada por la amplificación de ambas partes. El encadenamiento de elementos
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adyacentes supone una mayor presencia de la subordinación adverbial o de la interordinación. Este
modo de organización exige mayor complejidad, frente a la sencillez del siguiente.
b. Período de miembros: en este caso, la conclusión que cierra el razonamiento se prolonga como una
sucesión rectilínea. Este hecho supone que, a diferencia del caso anterior, aquí predomine la
coordinación y no la subordinación, aunque introducen otros elementos como el paralelismo o las
reiteraciones (es decir, se aproxima al estilo suelto en cuanto a que encadena ideas, pero se aleja de él
en tanto que las ideas que encadena vienen a ser un desarrollo de las anteriores, como amplificación al
nombrar sus constituyentes o al utilizar sinónimos; además se respeta el numerus y, como hemos dicho,
las ideas quedan trabadas por otros mecanismos como el paralelismo).

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12-MEMORIA Y ACTIO

12.1-Concepto de memoria oratoria

Una vez elaborado el discurso a través del tratamiento de los puntos que hasta este momento hemos presentado, el orador
debe memorizarlo para poder exponerlo públicamente. Así, el estudio de la memoria en los tratados antiguos es
constante, encontrando la primera muestra en la Rhetorica ad Herennium, en la que se dice que hay dos tipos de
memoria, la memoria naturalis (depende de las capacidades innatas del individuo para recordar) y la memoria artificiosa
(depende del conocimiento de los recursos mnemotécnicos que permiten reforzar la memoria natural). Tales recursos
mnemotécnicos son los loci y las imagines. Los loci son espacios físicos conocidos o imaginados por el orador, en cuyas
partes constituyentes (normalmente cinco o múltiplos de cinco) se ubican las imagines de un modo determinado. Las
imagines son, precisamente, representaciones mentales de lo que se desea recordar. Así, se construyen imágenes que
ayudan a recordar cosas o palabras, se trata de “imágenes de palabras” (se podría decir que el loci es como un papiro y
las imagines sus letras, de manera que el contenido del papiro general se extrae de la lectura de sus letras; también el
contenido del discurso transformado en imagen se deriva del análisis de los cinco – o múltiplos de cinco – elementos
que la conforman). A la memoria, además, se le dedicó mucho tiempo y análisis en el medievo, tanto por la importancia
en la enseñanza como por la dificultad de acceder a materiales literarios, que debían ser sustituidos por la memoria (de
ahí que la imprenta fuera un duro golpe al sistema memorístico medieval); además, también la memoria era esencial en
algunos géneros medievales como la poesía épica (en el cual, por cierto, se utilizaban recursos mnemotécnicos con
respecto a los cuales se puede trazar un paralelismo con los loci y sus imagines; estamos hablando de las fórmulas –
secuencias repetidas a lo largo del texto – y de los motivos – episodios cuya sucesión explica la historia –). Por otro
lado, también durante el Siglo de Oro tuvo importancia la memoria como ligada a las representaciones teatrales, en un
contexto en el que la interpretación no tenía cabida y en el que la figura del apuntador todavía no había nacido.

12.2-Concepto de actio o pronuntiatio

La actio o pronuntiatio es el último de los elementos que constituyen el proceso oratorio, pues refiere directamente a la
puesta en escena del discurso frente a un auditorio. El orador debe necesariamente atenerse a unos códigos de actuación
para ilustrar auditiva y visualmente los contenidos de la pieza oratoria. La importancia de esta fase elaboratoria del
discurso, así como las necesidades de los actores antiguos, contribuyeron al desarrollo de la figura de los phonasci, que
eran profesionales expertos en el arte de cuidar y perfeccionar la voz humana.
En la Rhetoria ad Herennium, por su parte, se sistematizaron las técnicas que configuran la pronuntiatio del discurso,
siendo sus constituyentes esenciales:
a) La modulación de la voz: condicionada por el volumen, la firmeza y la flexibilidad. El volumen es una cualidad
puramente innata, pero la firmeza y la flexibilidad permiten ser modificadas en cierta medida por lo que son los
elementos analizados por la retórica:
a. Firmeza de la voz: la conservación de una voz firme a lo largo de todo el discurso requiere que se eviten
esfuerzos articulatorios innecesarios como los gritos o la excesiva agudización de la voz. Se exige
también mantener una especial calma en los momentos menos efusivos del discurso y se han de respetar
las pausas requeridas para que el oyente asimile lo escuchado.
b. Flexibilidad de la voz: definida como la variación potencial de la entonación, se entiende que a cada
momento del discurso le corresponde una entonación apropiada, por lo que conocerlas, controlarlas y
saber utilizarlas resulta necesario, en especial para evitar la monotonía. Siendo esto así, los registros
entonativos son:
i. Tono conversacional: pretende reflejar el carácter distendido de la voz ordinaria. Tiene cuatro
subtipos:
1. Tono digno: requiere gravedad y voz calmada
2. Tono explicativo: propio de la exposición de ideas
3. Tono narrativo: flexible, adecuado para narrar acontecimientos
4. Tono de broma: caracterizado por el temblor humorístico en la voz
ii. Tono de debate: propio de la discusión dialéctica. Cuenta con dos subtipos:
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1. Tono sostenido: exige premura expositiva y un volumen de voz elevado
2. Tono cortado: se buscan las exclamaciones y las pausas frecuentes con vociferación
acre
iii. Tono amplificatorio: se busca conmover al oyente. Cuenta con dos tonos:
1. Tono de exhortación: busca mover a la indignación a través de frecuentes cambios de
entonación y ritmo verbal pero siempre con voz grave.
2. Tono patético: induce a la misericordia con pausas frecuentes y largas y voz grave.
b) El movimiento del cuerpo: la posición del cuerpo y su movimiento, así como, en especial, la expresión del
rostro, resultan de gran importancia dentro de los estudios de retórica. En el modo conversacional digno y
narrativo, se requieren movimientos suaves y un gesto de alegría o tristeza según la materia tratada. El tono
explicativo aconseja inclinar levemente el cuerpo hacia el oyente para captar su atención. El tono de broma
exige una sonrisa suave nunca exagerada. La modalidad del debate, el tono sostenido precisa rápidos
movimientos de brazos, distintas posiciones del rostro y mirada penetrante, pero el tono cortado exige un paseo
por la sala, un golpeo del suelo con los pies y una mirada fija sobre los destinatarios. En el modo amplificatorio,
el tono exhortativo exige una gesticulación calmada, pero el tono patético precisa gestos graves y palmadas en
las piernas y en la cabeza, así como una expresión facial turbada.

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