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PERVERSIONES
FREUD: Tres ensayos sobre la teoría sexual, Capítulo 1
Fetichismo
Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci, Capítulos 2 y 3
MUÑOZ: (Pere)Versiones de la no-relación sexual
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FREUD: Tres ensayos de una teoría sexual. Capítulo 1
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Llamamos objeto sexual a la persona de la que parte la atracción sexual, y meta sexual a la acción
hacia la cual esfuerza la pulsión. Hay una existencia de numerosas desviaciones respecto de
ambos, el objeto sexual y la meta sexual, desviaciones cuya relación con la norma supuesta exige
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una indagación a fondo:
- La inversión: Son aquellas personas cuyo objeto sexual es una persona de su mismo sexo. Pueden
ser invertidos absolutos, anfígenos (bisexualidad) u ocasionales.
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Es adecuado hablar de degeneración sólo cuando (1) coincidan varias desviaciones graves respecto
de la norma, y (2) las capacidades de rendimiento y de supervivencia aparecen gravemente
deterioradas. Varios hechos hacen ver que los invertidos no presentan ninguna otra desviación
grave respecto de la norma, y generalmente su capacidad de rendimiento es incluso elevada
intelectual y culturalmente, por lo tanto no es correcto que los invertidos son degenerados.
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anormal en algún otro aspecto, lo es regularmente también en su vida sexual. Pero hay muchos
que son anormales en su vida sexual, a pesar de lo cual en todos los otros campos responden a la
norma.
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Desviaciones con respecto a la meta sexual:
La unión de los genitales es considerada la meta sexual normal en el acto que se designa como
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coito y lleva al alivio de la tensión sexual y a la extinción temporaria de la pulsión sexual. Empero,
ya en el acto sexual más normal se anuncian los esbozos de aquello que lleva a las aberraciones
que han sido caracterizadas como perversiones. Ciertas maneras intermedias de relacionarse con
el objeto sexual conllevan un placer en sí mismas y aumentan la excitación hasta que se alcanza la
meta sexual definitiva. Además uno de estos contactos, el de las mucosas labiales (beso), se le ha
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otorgado un alto valor sexual en muchas civilizaciones; y esto, nos ofrece, aspectos que enlazan las
perversiones a la vida sexual normal. Las perversiones son, o bien: a) transgresiones anatómicas
respecto a las zonas del cuerpo destinadas a la unión sexual, o b) demoras en relaciones
intermediarias con el objetivo sexual, relaciones que normalmente se recorren con rapidez.
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- Transgresiones anatómicas: La estima psíquica que se hace partícipe al objeto sexual como meta
deseada de la pulsión sexual sólo en los casos más raros se circunscribe a sus genitales. Más bien
abarca todo su cuerpo y tiende a incluir todas las sensaciones que parten del objeto sexual
(sobreestimación del objeto sexual). Así sucede con el uso sexual de la mucosa de los labios y del
-Fijaciones de metas sexuales provisionales: Todas las condiciones externas e internas que
dificultan el logro de la meta sexual normal o la posponen refuerzan la inclinación a demorarse en
los actos preliminares y a construir a partir de ellos nuevas metas sexuales que pueden reemplazar
a las normales.
Para los seres humanos, un cierto grado de uso del tacto parece indispensable para el logro de la
meta sexual normal. El placer de ver se convierte en perversión cuando: a) se circunscribe con
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exclusividad a los genitales; b) se une a la superación del asco (voyeur: el que mira al otro en sus
funciones excretorias); o c) suplanta a la meta sexual normal, en lugar de servirle como preliminar.
Lo que se contrapone al placer de ver y que, llegado el caso, es suprimido por este, es la
vergüenza.
La inclinación a infligir dolor al objeto sexual y su contraparte es la más frecuente e importante de
todas las perversiones (SADISMO Y MASOQUISMO). El sadismo respondería a un componente
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agresivo de la pulsión sexual, componente que se ha vuelto autónomo, exagerado, elevado por
desplazamiento al papel principal.
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Consideraciones generales sobre todas las perversiones:
contenido de la nueva meta sexual, sino por su proporción respecto de lo normal. Si la perversión
no se presenta junto a lo normal (meta y objeto sexual), sino que suplanta y sustituye a lo normal
en todas las circunstancias, consideramos legítimo juzgarla como un síntoma patológico, es decir,
vemos la patología en la exclusividad y en la fijación de la perversión.
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Perversión y neurosis:
Los síntomas neuróticos en modo alguno nacen únicamente a expensas de la pulsión sexual
llamada normal, sino que constituyen la expresión convertida de pulsiones que se designarían
FREUD: Fetichismo
No se crea que las personas recurrieron al análisis necesariamente a causa del fetiche, pues si bien
este es discernido como una anormalidad por sus adictos, rara vez lo sienten como un síntoma
que provoque padecimiento (el fetiche desempeñó el papel de un diagnóstico subsidiario).
En lo psíquico la mujer sigue teniendo un pene, pero este pene ya no es el mismo que antes era.
Algo otro lo ha reemplazado; fue designado su sustituto que entonces hereda el interés que se
había dirigido al primero. Y este interés experimenta un extraordinario aumento porque el horror
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a la castración se ha erigido un monumento recordatorio con la creación de este sustituto. Como
estigma indeleble de la represión sobrevenida permanece la enajenación respecto de los reales
genitales femeninos. Perdura como el signo del triunfo sobre la amenaza de castración y de la
protección contra ella, y le ahorra al fetichista el devenir homosexual, en tanto presta a la mujer
aquel carácter por el cual se vuelve soportable como objeto sexual.
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FREUD: Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci
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“Parece que ya de antes estaba destinado a ocuparme tanto del buitre, pues me acude, como un
tempranísimo recuerdo, que estando yo todavía en la cuna un buitre descendió sobre mí, me abrió
la boca con su cola y golpeó muchas veces con esa cola suya contra mis labios”
Aquella escena con el buitre no ha de ser un recuerdo de Leonardo, sino una fantasía que él formó
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más tarde y trasladó a su infancia. Los recuerdos infantiles de los seres humanos son recolectados
y alterados, falseados, puestos al servicio de tendencias más tardías, en una época posterior,
cuando la infancia ya pasó, de suerte que no es posible diferenciarlos con rigor de unas fantasías.
Tras los restos mnémicos no bien comprendidos por él mismo se esconden inestimables
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testimonios de los rasgos más significativos de su desarrollo anímico, y por ello, no carecen de
importancia.
La traducción de esta fantasía, mediante las técnicas interpretativas del psicoanálisis, apunta a lo
erótico. La cola es uno de los más familiares símbolos y designaciones sustitutivas del miembro
viril. Corresponde entonces, a la representación de una fellatio, un acto sexual en que el miembro
es introducido en la boca de la persona usada. Tras esta fantasía no se esconde otra cosa que una
reminiscencia de mamar el pecho materno (puesto que Leonardo lo ubica en su época de
lactancia, y puesto que el buitre fue un símbolo de culturas antiguas de la figura materna –se creía
que los buitres eran todos hembras, no había machos); pero esta reminiscencia, de igual eficacia
para ambos sexos, fue refundida por él en una fantasía homosexual pasiva.
Podemos entonces decir, que el significado de aquella fantasía es el de que él mismo era un hijo
de buitre, puesto que tenía madre, pero no padre; y a esto se le unió, de la manera en que sólo
impresiones tan antiguas son capaces de exteriorizar, un eco de goce que le había sido deparado
en el pecho materno.
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Sin embargo, desde las teorías sexuales infantiles, hubo un tiempo, en efecto, en que el genital
masculino estuvo unido a la figuración de la madre; es decir, el momento donde el niño todavía no
conoce la diferencia anatómica sexual y cree que todos los individuos poseen pene, incluida su
madre. Con el discernimiento, adquirido más tarde, de que la mujer no posee pene, esa añoranza
a menudo se vuelca súbitamente a su contrario, deja sitio a un horror que en la pubertad puede
convertirse en causa de la impotencia psíquica. Por la fijación al objeto antaño ansiosamente
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anhelado, el pene de la mujer, deja como secuela unas huellas imborrables en la vida anímica del
niño. La veneración fetichista parece tomar a sus objetos sólo como un símbolo sustitutivo del
miembro de la mujer otrora venerado, y echado de menos desde entonces.
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Ahora podemos traducir así el resalto de la cola del buitre en la fantasía de Leonardo: “En aquel
tiempo yo dirigía hacia la madre mi tierna curiosidad y aún le atribuía un genital como el mío”.
Algo todavía a resaltar es que se mudó el carácter de mamar del pecho materno en un ser-
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amamantado, vale decir, en pasividad y, de este modo, en una situación de inequívoco carácter
homosexual. Si tenemos presente la probabilidad histórica de que Leonardo haya sido una
persona de sentir homosexual, nos vemos llevados a preguntar si esta fantasía no apunta a un
vínculo causal entre la relación infantil de Leonardo con su madre y su posterior homosexualidad
manifiesta. No nos atreveríamos a inferirlo si no supiéramos, por las indagaciones psicoanalíticas
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de pacientes homosexuales, que ese vínculo existe, y aún es estrecho y necesario. Dichos
pacientes arguyen que son hombres que compelen a buscar en el varón el contento que se les
rehusaría en la mujer. También se produjo en casi todos ellos, en su primera infancia
posteriormente olvidada, una ligazón erótica muy intensa con una persona del sexo femenino, por
regla general la madre, favorecida por ella misma, y sustentada, además, por un relegamiento del
padre en la vida infantil. Lo que más puntualmente sucede es que el muchacho reprime su amor
por la madre poniéndose él mismo en el lugar de ella, identificándose con la madre y tomando a
su persona propia como el modelo a semejanza del cual escoge sus nuevos objetos de amor. Así se
ha vuelto homosexual; en realidad, se ha deslizado hacia atrás, hacia el autoerotismo, pues los
muchachos a quienes ama ahora, ya crecido, no son sino personas sustitutivas y nuevas versiones
de su propia persona infantil, y los ama como la madre lo amó a él de niño. Decimos que el sujeto
halla sus objetos de amor por la vía del narcicismo.
La fantasía sobre el buitre se nos vuelve comprensible y requiere esta traducción: “Por obra de ese
vínculo erótico con la madre he devenido un homosexual”.
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transgrede un poquito los estrechos límites de lo que se juzga normal”.
El perverso no ha devenido perverso sino que ha permanecido tal. La hipótesis es la de la fijación.
El esfuerzo de Freud es deslindar cuándo las perversiones abandonan el terreno de la normalidad
para adentrarse en el campo de la patología.
De este modo, las perversiones comportan “un estadio de una inhibición del desarrollo”, un
detenimiento de la evolución pulsional que conlleva la sustitución de la sexualidad “normal” por la
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patológica.
Lacan define la perversión como una modalidad de lazo entre el sujeto y el Otro que se especifica
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porque el primero resulta en posición de objeto a ofrecido como instrumento del goce del Otro
La estructura del fantasma se trata de un tiempo suspendido que tiene su valor por ser un tiempo
de detención. La escena del fantasma se plantea como defensa que vela la castración, se detiene
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para ahorrar la experiencia traumática de lo que sucederá luego. El fantasma es así caracterizado
por una cualidad fija e inmóvil.
El pasaje al acto en la perversión revela la estructura del fantasma, estructura donde el sujeto
desaparece en la medida de su sujeción al deseo del Otro. El sujeto se encuentra a merced del
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deseo del Otro. Cabe destacar que no se refiere al concepto de acting out que inventa años más
tarde, sino a lo que luego definirá como acto perverso. Este revela la estructura del fantasma pues
muestra con claridad esos instantes de desaparición del sujeto y su relación al Otro. El acto
perverso se monta en la escena (porque se realiza el fantasma), mientras que el pasaje al acto
constituye una ruptura, descomposición de la escena del fantasma. La caracterización del pasaje al
acto como un golpe asestado a esa escena, que culmina con su quiebre es contraria a la
monotonía del acto perverso. Se presenta este último como la contracara de la sorpresa por el
quiebre de esa estabilidad monótona del fantasma en el pasaje al acto.
El mismo Freud es quien destaca la perversión propia de las fantasías inconscientes de los
neuróticos. Éstas no se distinguen en nada (en cuanto su contenido) de los actos que los perversos
llevan a cabo con conciencia. Estas “reacciones perversas paradójicas” no son sino
escenificaciones de las fantasías neuróticas que no se expresan en síntomas sino por
“realizaciones conscientes”
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En el seminario 22 Lacan hace una sustitución de un axioma por otro:
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Cambia de “no hay relación...” a “hay no-relación…”, y este es un dato universal. Ante la no-
relación/proporción sexual, se demuestran a través de las perversiones la inagotable variedad
(versiones) de prácticas sexuales puesto que tanto objeto como meta pueden alejarse de muchas
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maneras de las consideraciones normales.
El nudo borromeo del perverso contiene los tres registros sueltos, más un cuarto elemento que
anuda a estos tres. Este cuarto que anuda es la versión del padre (que puede ser perversa,
neurótica, psicótica) con la que para cada quien se hace factible un modo de lazo con el objeto, y a
su vez evidencia lo fallido de la relación/proporción sexual, pero este nudo será singular.
No es el hecho de que estén rotos lo simbólico, lo imaginario y lo real lo que define la perversión,
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sino que estos ya son distintos, de manera que hay que suponer un cuarto, que en esta
oportunidad es el síntoma. Perversión solo quiere decir versión hacia el padre, es decir, que el
padre es un síntoma.
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