Aprender a convivir El papel de la educación: ante una sociedad con marcados problemas de convivencia ¿Cómo debe ser la educación? La educación como constructora de un modelo de relación, cuya base es la paz. El pilar aprender a vivir juntos, según el cual enseña la no violencia, evitando los conflictos o solucionándolos de manera pacífica y fomentando el conocimiento de los otros, de sus culturas y su espiritualidad, es tan importante como adquirir conocimientos teóricos o prácticos. Es entender a la educación como una herramienta de transformación del mundo de la violencia a la paz. Bases de una educación para la paz
◊ Enseñar a convivir. En una sociedad globalizada donde impera la pluralidad, puede no
resultar tan simple. Sylvia Schmelkes (2004) explica que aprender a convivir significa aprender a ser solidarios, pues la solidaridad se encuentra referida al otro (al ser humano que esta frente a mí) y a los otros (los pueblos, comunidades, culturas y sociedades de la propia. Para ello la educación debe servir para formar una población: educada en el cuidado del medio ambiente, educada para el consumo inteligente, modera y crítico, educada en el respeto y la valoración de la diversidad cultural, educada en la democracia como forma de gobierno, pero sobre todo como una forma de vida, profundamente conocedora y respetuosa de los derechos humanos, que valore la vida y la paz, y se forme en la resolución no violenta de los conflictos, creativa ¿, capaz de entender- incluso de prever- los cambios y de adelantarse a ellos para enfrentarlos con ventaja, capaz de resistir los embates de estructuras viciadas, que demandan comportamientos corruptos e incluso criminales para perpetuarse (zurbano, 1998).
◊ Proceso personalizador. Se sitúa a la persona como un ser consiente, sensible y responsable
de sus actos. ◊ Ser relacional. El verdadero yo solo se encuentra en la relación dialógica entre un yo y un tú. ◊ Dialogo. A través del dialogo y el reconocimiento del otro. Se logra la dignidad. ◊ Los derechos humanos. Parece ser que por más que se le llama intrínseca, la dignidad depende de que otros la protejan y la defiendan.