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Durante esta Cuaresma nos venimos preparando para celebrar la Pascua

del Señor que significa morir para poder resucitar con Él. Algo así como clavar
nuestros pecados en el madero de la cruz, para revestirnos de la vida nueva del
Espíritu.
En esta celebración queremos mirarnos en el espejo de Cristo, para medir
la distancia entre su vida y la nuestra, para sopesar lo que nos sobra y lo que nos
falta, para sentir la necesidad de la conversión y abrirnos a la gracia del Espíritu.

Oremos pidiendo a Dios que nos ilumine


para ver con claridad el camino de la conversión. (Instantes de silencio)

Dios Padre, rico en misericordia,


al ponernos en tu presencia y revisar nuestras vidas,
descubrimos que estamos lejos de responderte con total generosidad
y por ello reconocemos tu bondad y nuestro pecado.
Danos ánimo para recorrer con entusiasmo el camino de conversión a Ti.
Por Jesucristo nuestro Señor.

LECTURA: 1 Jn 1,5 – 2,2

Examen

A la luz de lo que acabamos de escuchar examinamos:

Nuestros pensamientos:

¿Suelo juzgar y criticar a los demás?

¿Me gusta ser el centro de todos aquellos que me rodean?

¿Pienso que los demás son los egoístas, los envidiosos, los que están llenos de de -
fectos?

Nuestras palabras:

¿Suelo insultar cuando me enfado?

¿Soy de los que no dicen nada, pero 'las guardan'

para vengarse en el momento más duro?

¿Miento? ¿Levanto falsos testimonios?

Nuestras obras:
¿Hago mis obras con generosidad o busco siempre mi propio interés?

Mi relación con familiares, amigos y conocidos, ¿está guiada por una actitud de
servicio o por una actitud de egoísmo?

(Instantes de silencio)

LECTURA: Mc 10, 17-27


Examen

Después de escuchar la palabra del Señor, pensemos:

¿No hay en mi vida amigos y conocidos a los que podría echar una mano, con los que
podría ser más amable y servicial?

¿Busco el bien de los demás, o solamente estoy preocupado por mis propias cosas?

En nuestra sociedad hay ancianos abandonados, drogadictos, deficientes, excluidos,....


¿qué hago yo por ellos? ¿soy para los demás?

¿tengo tiempo para escuchar, para sonreír, para dar una palabra de ánimo,...?

¿transmito optimismo a quienes se encuentran deprimidos y sin ilusión?

¿soy constructor de esperanza?

Tal vez mi respuesta es decirme que no puedo hacer nada, que estas cosas me superan y
desbordan. ¿De verdad creo que no podría aportar mi granito de arena de alguna
forma?

¿Me pregunto sinceramente y sin miedos qué es lo que quiere Dios de mí?

¿Hasta qué punto estoy disponible para cambiar y actuar según los proyectos que Dios
tiene sobre mi persona?

¿Deseo de todo corazón que el Espíritu de Jesús me muestre en esta Cuaresma mi


propio camino para ser testigo fiel del Evangelio y así anunciar al mundo la Buena
Noticia pascual?

A: Yo sé que me quieres, Señor, porque eres bueno,

porque tienes un corazón sensible, perdóname;

limpia mis bajos fondos de pecado,

y de mis caídas continuas, levántame.


B: Me siento pecador ante ti, que eres santo,

y mi pecado está agarrado a mí.

¡Cómo soy!: contra ti, contra ti sólo pequé

y tus ojos han visto con pena mi corazón manchado.

A: Qué alegría saber que eres Padre, y también justo y recto,

y que juzgas sin chantajes ni partidismos.

Lo siento; yo nací manchado por la culpa

y antes de nacer estuve envuelto en tinieblas.

B: Tú me miras fijamente y amas lo puro y limpio dentro de mí

y me hablas suavemente como amigo en el silencio.

Abrázame y tu amor me cambiará el corazón,

sé mi amigo y caminaré hacia la cumbre.

A: Devuélveme, que lo perdí, el gozo y la alegría,

y toda mi vida salte en fiesta.

Somos amigos: olvida el mal que hice,

y ayúdame con tu amistad a renovarme.

B: Que nazca en mí, como una fuente, un corazón puro,

y una voluntad firme, Señor, fragua en mí;

quiero ver tu rostro alegre a mi lado

y tu fuerza en mí me acompañe siempre.

A: Dame, te lo pido, la alegría de tu salvación,

y un corazón sincero que se juegue todo por ti;

les diré a los jóvenes que tus caminos son formidables


y a los que pecan sin conocerte que prueben lo que eres Tú.

B: Dame vida, que yo amo el vivir, Tú que eres el Dios de la Vida.

Y con ella diré a los hombres y mujeres que contigo todo es posible.

Abre mi corazón y mis labios, hacia ti, Señor,

para que diga cuanto te quiero.

A: Ya sé que Tú no andas con pamplinas,

y que no quieres de mí moneda suelta.

Lo que Tú me pides es un corazón arrepentido;

un corazón sincero y noble es lo que quieres.

B: Sé bueno conmigo y con los otros

y fortalece nuestras vidas indefensas.

A ti nuestra vida dura de cada día te ofrecemos,

para que Tú, Dios nuestro, sobre tu altar,

encuentres nuestro don y lo recibas con alegría.

Presidente: Conscientes de nuestra realidad, acudimos a Dios, rico en


misericordia.

- 1ª FÓRMULA -
- Canto de una antífona penitencial -

 Perdón, Señor, por nuestros egoísmos, nuestra insolidaridad, por la


dureza de nuestros corazones.

 Perdón, Señor, por nuestras intolerancias.

 Perdón, Señor, por nuestras comodidades riquezas y apegos.

- Canto de una antífona penitencial -

 Perdón, Señor, por nuestros orgullos y por menospreciar a los demás.

 Perdón, Señor, por nuestros individualismos.


 Perdón, Señor, por no descubrirte en el pobre.

- Canto de una antífona penitencial -


Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
15,4-7
Jesús dijo a los fariseos y letrados esta parábola:
Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿No deja las noventa y nueve en
el campo y va tras la descarriada hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra se la
carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los
vecinos para decirles: ¡Felicítenme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.
Les digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se
convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Palabra del Señor

Cada uno debe someter su vida a examen, a la luz de la Palabra de Dios.


I. Dice el Señor: “Amarás a tu Dios con todo el corazón”

1. ¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las cosas en
el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre, o, por el
contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales? ¿Obro en mis cosas con recta
intención?

2. ¿Es firme mi fe en Dios, que nos habló por medio de su Hijo? ¿Me adhiero
firmemente en la doctrina de la Iglesia? ¿Tengo interés en mi instrucción cristiana
escuchando la Palabra de Dios, participando en la catequesis, evitando cuanto pudiera
dañar mi fe? ¿He profesado siempre, con vigor y sin temores mi fe en Dios?¿he
manifestado mi condición de cristiano en la vida pública y privada?

3. ¿He rezado mañana y noche? ¿Mi oración es una auténtica conversación – de mente
y corazón – con Dios o un puro rito exterior? ¿He ofendido a Dios mis trabajos,
dolores y gozos? ¿Recurro a él en mis tentaciones?

4. ¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o lo ofendo con blasfemia, falsos
juramentos o usando su nombre en vano? ¿Me he dirigido irreverentemente con la
Virgen María y los santos?

5. ¿Guardo los domingos y días de fiesta de la iglesia participando activa, atenta y


piadosamente en la celebración litúrgica, y especialmente en la misa? ¿he cumplido el
precepto anual de la confesión y de la comunión pascual?

6. ¿Tengo, quizá, otros “dioses”, es decir: cosas por las que me preocupo y en las que
confío más que en Dios, como son las riquezas las supersticiones, el espiritismo o
cualquier forma de inútil magia?
MONICIÓN DE ACOGIDA
Lector 1: Buenas tardes, hermanos, y bienvenidos a esta celebració n. Vamos comenzar la
Eucaristía escuchando el comienzo de la Carta PORTA FIDEI del Papa, por al cual se
convocaba este Añ o de la Fe:
Lector 2: «La puerta de la fe», que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la
entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros.
Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la
gracia que transforma.
Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida.
Este camino empieza con el bautismo, con el que podemos llamar a Dios con el nombre de
Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del
Señor Jesús. (PF 1)
Lector 1: Abramos la puerta de nuestro corazó n a la Palabra que se nos anuncia y dejemos
que Dios nos transforme con su amor.

En esta celebración acogemos la invitación del Apóstol Pablo: “os ruego que andéis según la
vocación a la que habéis sido convocados”. Y en este Año de la Fe hemos sido convocados a
dar testimonio, comenzado por renovarnos una vez más a imagen del Señor Jesús. El Año de la
Fe es un signo de los tiempos para la Iglesia de hoy, para nuestra comunidad. Para transmitir la
fe, necesitamos alimentarla, cuidarla, y andar en esa vida nueva que Cristo Resucitado nos ha
regalado. Por eso ahora, vamos a pedirle que purifique nuestra fe de todo aquello que nos
aparta del auténtico testimonio.
EXAMEN DE CONCIENCIA COMUNITARIO (después de la homilía)
SACERDOTE: Ayudados por el silencio, escuchemos algunas consideraciones que nos
pueden ayudar a hacer nuestro examen de conciencia.
LECTOR 1:
1. La puerta de la fe es el Bautismo. Comenzamos a ser hijos de Dios, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, invitados a vivir una relació n familiar e íntima con él.
¿Cómo es mi relación con Dios?
¿Amo al Señor sobre todas las cosas?

LECTOR 2:
2. La puerta de la fe es la puerta de un hogar, una casa: este hogar, para nosotros es la
Iglesia, Pueblo de Dios.
¿Cómo estoy asumiendo la responsabilidad de ser parte de la Iglesia y de
participar en una comunidad concreta?
¿Pongo mis cualidades y talentos al servicio de la Iglesia, o los reservo para mi
trabajo profesional o mi mundo de amistades?

LECTOR 1:
3. La puerta de la fe se abre con la llave del amor. La fe sin caridad no da fruto. Fe y amor
se necesitan mutuamente.
¿Me entrego generosamente a las personas que me rodean, según la vocación que
he recibido del Señor, o aún me reservo egoístamente, esperando que sean los demás
los que me den amor y comprensión a mí?
¿Veo a Cristo en los necesitados y pobres, en los que sufren y los solos? ¿Cómo trato de
acompañarles y ayudarles?
LECTOR 2:
4. La puerta de la fe nos conduce a una vida con obras que nacen de nuestra condició n de
cristianos. La fe sin obras está muerta.
¿Llevo una vida según el Evangelio o aún hay espacio en mi corazón para la
mentira, la hipocresía, la crítica o el rencor?
¿Qué comunica mi forma de ser y de actuar a los demás? ¿Comunica la alegría del
amor de Jesús, el Señor?

Preces de perdón.
+ Por los pecados de nuestra sociedad: los deseos de guerra, los actos terroristas, las
acciones vandálicas, la delincuencia y la inseguridad ciudadana, el poco valor que se da
a la vida humana y el respeto a los demás; por la veneración hacia el dinero y hacia los
bienes materiales, por los abusos a inmigrantes, por la explotación del hombre por el
hombre, por los contratos basura y el empleo temporal, por las bolsas de pobreza en las
grandes ciudades... PERDONA A TU PUEBLO, SEÑOR
+ Por los pecados de nuestra Iglesia y de las comunidades cristianas: la falta de
valentía en la denuncia de todas las injusticias, la tolerancia de algunos pecados
sociales, las faltas de omisión en el compromiso con los débiles y con los pobres, la
caridad que falta en el trato con los que son críticos con ella, la colaboración que falta
con grupos de otras ideologías que comparten con nosotros la búsqueda de un mundo
más humano, la falta de testimonio de Jesús en todos los ambientes... PERDONA A TU
PUEBLO, SEÑOR ...
+ Por nuestros pecados personales: el no querer comprometernos del todo en la
solución de los problemas de la sociedad, el no querer comprometernos de todo en la
tarea evangelizadora de la Iglesia, en la dejación de nuestro compromiso cristiano,
nuestro egoísmo, la búsqueda de nuestros intereses particulares o de grupo, nuestra
insolidaridad, nuestra falta de amor en el trato con los demás, nuestra falta de respuesta
ante quien nos necesita, nuestros odios y rencores, nuestro olvido de Dios, nuestra falta
de interés en implicarnos en el bien común, por nuestra falta del sentido del compartir,
por nuestras omisiones clamorosas en la sociedad y en la Iglesia, por nuestro
cristianismo tibio, por nuestra insensibilidad ante el sufrimiento ajeno, por nuestra
comodidad, por dejarnos llevar por la inercia que otros nos imponen... PERDONA A TU
PUEBLO, SEÑOR ...

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