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NOVENA BÍBLICA A SAN PÍO DE PIETRELCINA

Ven, Espíritu Santo,


llena los corazones de tus fieles,
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y todo será creado
y renovarás la faz de la tierra.
Oh Dios,
que has iluminado los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haz que seamos dóciles a tu Espíritu
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Día quinto
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

-Acto de contrición
Con todo el amor de mi corazón te amo, mi Jesús, por ser quien eres; pésame por haber pecado y
propongo, ayudado por tu divina gracia, nunca más ofenderte.

-Oración inicial para todos los días


¡Padre de infinita bondad!, con el santo Padre Pío estoy haciendo un recorrido a través de la virtud y
el amor, tratando de conocerte un poco más para amarte mejor.

Ya siento en mi alma los ardores de tu luz y el regocijo de tu verdad. Ya sé que me quieres regalar los
dones de tu amor, pero quieres que, así como tu santo, también yo me proponga serte fiel,
obediente, servicial y limpio de corazón.

Qué vergüenza tener que decirte que soy un profesional en el pecado, pero apenas un principiante
en la piedad. Soy también un experto en reclamar mis derechos, pero no he hecho nada por conocer
y cumplir mis deberes.

Ni siquiera sé cuáles son los deberes para contigo, mi buen Dios, quien me amaste primero y me diste
la existencia sin ningún merecimiento de mi parte, y aún así me atrevo a hablar de justicia.

He perdido mi vida pensando y atendiendo a los que no se aman, ni me aman; y por pensar en ellos
te he descuidado a ti, el único que siempre me ha amado, me ama y me amará sin esperar nada a
cambio.

Por eso, necesito de tu auxilio y tú me lo estás brindando a través del santo Padre Pio, al escuchar
misericordioso mi suplicante clamor.
Gracias, Dios mío, por tu ayuda en favor de mi salvación. Gracias, Padre Pío, por tu amorosa
protección, la cual ejerces con encendido amor y santo celo por el Reino de Dios.

Prometo poner todo mi empeño por la gloria de Dios, el bien de las almas y mi propia salvación.
Amén.

- Lectura bíblica
"Y dijo María: 'Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque ha
puesto los ojos en la humildad de su esclava; por esto, desde ahora, me llamarán bienaventurada
todas las generaciones ” (Lc 1, 46-48).

- Consideración:
“Vivir la humildad”
La Santísima Virgen María, antes que hacer alarde de su condición de Madre de Dios, se considera
esclava, pero reconoce que por su humildad será llamada bienaventurada por todas las generaciones.
Ella se hace esclava, pero Dios la hace reina. Ella se empequeñece, pero Dios la engrandece. Ella se
humilla, pero Dios la exalta. Ella es pobre, pero Dios la hace inmensamente rica. Pasa invertida, pero
Dios la enalteció al pie de la cruz. Ella, la siempre virgen, renunció a engendrar hijos de la carne, pero
Dios la nombró Madre de Dios y madre de todos los hombres.

Santa Teresa nos enseña que la humildad es la verdad, y ésta consiste en reconocernos pecadores y
limitados delante de Dios, necesitados de su gracia, frágiles y vulnerables ante las arremetidas del
mal. Humildad es no sentirnos más que nadie, no despreciar, servir con entrega generosa, pero
reconociendo con sano orgullo nuestra condición de hijos de Dios. Humildad es saber que podemos
caer, pero poner los medios a nuestro alcance para evitar la caída.

Acudamos con confianza a san Pío, para que nos ayude a caminar en humildad, sencillez y naturalidad
por los senderos que conducen al Señor, sirviendo a los demás como sirviendo al mismo Jesucristo.

- Consejos y exhortaciones de san Pío

- La humildad y la caridad son compañeras inseparables. La una glorifica, la otra santifica.


- Repítele continuamente también tú al dulcísimo Jesús: "Quiero vivir muriendo para que de la
muerte surja la vida que ya no muere, y la vida resucite a los muertos".

-Gozos

Como no quiero el pecado, ni el desamor, ni el hastío; por eso, a Dios he rogado: me proteja el
Padre Pío. (se repite)
Un gran amor a las almas y un santo temor de Dios vibraron en tus palabras y estremecieron tu voz.
Para hablar del adorado con entereza y valor, haciendo amar al amado sin importar el dolor.
Como no quiero el pecado, ni el desamor, ni el hastío; por eso, a Dios he rogado: me proteja el
Padre Pío
El Amor de los amores fue la razón de tu amor y el Señor de los señores Te hizo esclavo y señor. Señor
por el señorío que da la fidelidad, regada con el rocío de la fe y de la humildad.
Como no quiero el pecado, ni el desamor, ni el hastío; por eso, a Dios he rogado: me proteja el
Padre Pío

Verdad, oración, justicia, celo por la santidad para mostrar las delicias de Dios a la humanidad.
Enaltecido san Pío que mereciste sus llagas, líbranos del extravío con que el mal nos empalaga.
Como no quiero el pecado, ni el desamor, ni el hastío; por eso, a Dios he rogado: me proteja el
Padre Pío

La caridad fue tu guía para llegar hasta Dios y en el candor de María se aquilató tu candor. Pues no
se puede ser santo sin amar lo que Dios ama, por eso bajo su manto te abrigó la santa Dama.
Como no quiero el pecado, ni el desamor, ni el hastío; por eso, a Dios he rogado: me proteja el
Padre Pío

Humildad preciosa prenda, virtud que nos lleva al cielo, despojo, gozo y ofrenda que nos preparan el
vuelo. El vuelo hacia la morada adonde Pío llegó, por su entrega enamorada al Dios que nos redimió.
Como no quiero el pecado, ni el desamor, ni el hastío; por eso, a Dios he rogado: me proteja el
Padre Pío

Temió ofender al Amado por su infinita bondad y aborreciendo el pecado se cubrió de santidad.
Como san Pío anhelamos el amor y la virtud, por eso, santo, apartadnos de la impía ingratitud.
Como no quiero el pecado, ni el desamor, ni el hastío; por eso, a Dios he rogado: me proteja el
Padre Pío

El dolor marcó tu vida y la cruz tu caminar portador de las heridas del Dios de la caridad. Pues no hay
vida sin dolores ni resurrección sin cruz, así las penas son flores y las tinieblas son luz.
Como no quiero el pecado, ni el desamor, ni el hastío; por eso, a Dios he rogado: me proteja el
Padre Pío

Amigo del Dios del cielo con tu continua oración, por eso todo tu empeño se convirtió en bendición.
Hoy te suplico ferviente que a Dios implores por mí, para no ser imprudente apartándome del fin.
Como no quiero el pecado, ni el desamor, ni el hastío; por eso, a Dios he rogado: me proteja el
Padre Pío

La intención general oramos esta noche por todos los que tienen dificultades económicas, deudas,
por los que están buscando un empleo, para que el Señor tienda su mano generosa y les dé el auxilio
para encontrar soluciones a estos problemas y que haya un firme propósito de organizar mejor la
economía personal. Señor, por tu generosidad, abre las puertas a los que buscan empleo. Amén

Además, cada uno coloca en este momento sus intenciones en el Corazón Amantísimo de Jesús (se
hace un breve silencio) y se rezan 7 Glorias en honor de los dones del Espíritu Santo. (Decir 7 veces
el Gloria)
-Oración final para todos los días

Dios misericordioso y eterno, que no quieres la muerte del pecador, sino que se arrepienta de su mal
camino y viva; tú que suscitas almas santas para que con su ejemplo continúen tu obra de salvación;
tú que suscitaste en tu santo el Padre Pio de Pietrelcina, un hombre según los deseos de tu corazón,
haciéndolo fiel y obediente, piadoso y casto, humilde y trabajador, celoso y orante, mortificado y
sencillo, alegre y espiritual; hasta merecer el regalo de tus cinco divinas llagas: humildemente te
suplicamos nos asignes a éste, tu amado santo, para que apadrine nuestras almas en el arduo camino
hacia nuestra felicidad eterna. Que por el don que le diste de ver las conciencias, él nos ayude a
revisar nuestra conducta, viendo en su verdadera dimensión las consecuencias de nuestros actos,
para así sentir un ver-dadero dolor de nuestros pecados y, un sincero e incontenible deseo por el
santo amor a Dios. Santo Padre Pío: ya que soy tu fiel encomendado, ayúdame a caminar en la senda
que con duce al Padre, líbrame de todos los peligros de alma sobre todo, alimenta mi alma cuerpo y
con tus sabios consejos, máximas y exhortaciones que tanto bien hicieron a quienes tuvieron el
privilegio de verte y escucharte. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Autor: Guillermo Cardona Rodríguez


Ed. San Pablo

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