Los niños inspiran ingenuidad y sencillez e invitan a acercarnos a ellos con
respeto y ternura, afecto, cariño y estima. Sin embargo, hay gente sin escrúpulos, que abusa de su ingenuidad y de su inocencia infantil. Para que los niños crezcan sanos necesitan alimento, vestido, descanso, salud y seguridad; que puedan dormir tranquilos y levantarse en paz, que sepan que alguien los cuida de noche y día. Toda violencia es maligna y nos hace sufrir. La violencia contra los niños es salvaje e infame, porque se ejecuta contra débiles e indefensos, en especial cuando es ejercida por personas que ellos quieren, aprecian y admiran: padres, profesores, entrenadores, familiares, vecinos. Los mejores cuidadores de los niños son ellos mismos, los padres no pueden estar siempre a su lado. Así que cuando alguien abuse de un niño no se debe ocultar, debe de contarlo enseguida. Algunas veces los mismos compañeros nos hacen sufrir a través de los insultos, golpes, las burlas, a esto se le llama bullying o maltrato y nunca debemos de hacerlo.