Los niños observan y aprenden

Evitemos criar hijos que necesiten terapia para sanar sus heridas
cuando llegan a ser adultos. Cada acción de los padres influye de
forma definitiva en los hijos. Nosotros mismos el día de hoy estamos
disfrutando de una vida emocional saludable, o por el contrario,
estamos tratando de salir adelante con los daños recibidos en la
infancia. Pensemos en nuestros hijos como si fuéramos nosotros
mismos de niños y démosles todo el amor que deseamos haber
recibido.
Un niño es como un vaso de cristal y podemos irlo llenando de amor,
autoestima, alegrías, compañía, juegos, motivación, aliento, fuerza,
respaldo, seguridad y experiencias de aprendizaje hermosas que le
ayuden a vivir en plenitud y ser fuerte para enfrentar cualquier
desafío de la vida.

Familia y Cabo La Revista

Está en nuestras manos evitar que nuestros hijos se enfrenten al
mundo llenos de miedos, problemas e inseguridades. Ningún padre o
madre desea un mal para sus hijos, sin embargo, darles un techo,
alimentarlos y vestirlos no es suficiente; hay que llenar ese vaso de lo
más bello de la vida: el amor. Y el amor comprende el respeto a su
ser y permitirle tener una infancia feliz. Procuremos hacer todo lo que
esté a nuestro alcance para que los niños guarden recuerdos
hermosos. Haz magia, juega con ellos, alimenta su espíritu, dale
confianza y fuerza, toca el piano para que canten, léeles cuentos. Los
invaluables momentos de su infancia serán el apoyo y fuente de
fortaleza a lo largo de su vida.

NUNCA OLVIDES QUE….

Si un niño vive con la crítica, aprende a condenar.
Si un niño vive con hostilidad aprende a pelear.
Si un niño vive con el ridículo aprende a ser tímido.
Si un niño vive con pena aprende a sentirse culpable.
Si un niño vive con el aliente aprende a tener confianza.
Si un niño vive con alabanza aprende a apreciar.
Si un niño vive con justicia aprende a tener fe.
Si un niño vive con la aprobación aprende a quererse.
Si un niño vive con la aceptación y la amistad aprende a encontrar el
amor en el mundo.