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KAIA THALIA
Mi padre solía decirme que la mejor manera de enfrentar los miedos es no correr de
ellos. Mantenerte firme y mostrar que no te hacen daño para que poco a poco desaparezcan
que el pulso se me dispare mil, y que mis pies reaccionen por sí solos con las intensas ganas
de querer correr lejos. Quisiera correr lejos a un lugar en el que él jamás podrá encontrarme.
Un espacio en el que pueda ser feliz junto a alguien que verdaderamente me ame con la
Pero, muy a mi pesar, mi corazón decidió fijarse en una persona demasiada opuesta a
mí.
La respiración me hace falta al ver la manera en que ella mueve sus labios sobre los
de él. El tiempo se detiene por una milésima de segundo, y es como si la imagen de ellos
juntos fuera la única capaz de repetirse. Vuelve a suceder en mi cabeza, una y otra vez, sin
A pesar de haberle dicho que sabía que ellos dos tenían algo más, existía la parte de
mí que todavía se aferraba a la idea de que no fuera cierto. De que sus palabras fueran
ciertas, y que él solo tuviera ojos para mí. Que fueran mis manos las únicas que él quisiera
tocar, que mis labios fueran exclusivamente para los suyos. Porque es así como yo me siento
todo el tiempo cada vez que alguien más intenta acercarse. No importa a cuántas personas
olvidado la manera correcta en que se debe de hacerlo. Mis pies reaccionan, y me hacen
caminar lejos del cuarto porque no soporto ver más. Los oídos me zumban y sé que en
cualquier momento el golpe llegará y romperé a llorar a pesar de mis ganas de evitarlo.
Puede que sea verdad lo que ella siempre se ha encargado de decirme. Puede que
tenga razón y yo solo soy la ingenua mujer que se enamoró de un hombre que jamás podría
amarla por lo diferente que es de él. Que, ante la misma oportunidad que él tenga, se irá al
lado de una persona que comprenda cada rincón de él y que pueda ver las cosas a su manera.
Doy un salto cuando Uriah me impide bajar las escaleras al tomarme de los brazos.
Me mira suplicante. ¿Por qué lo hace? ¿Por qué viene detrás de mí? ¿Qué acaso quiere verme
de esta manera para poder seguir burlándose a mis espaldas por seguir siendo tan ingenua?
No lo entiendo, ¿qué más puede querer de mí? ¿Qué más puede querer cuando ya no tengo
nada más que ofrecerle? Le he dado absolutamente todo de mí, y ya no queda nada que él
Mi padre tiene razón al decir que mi mayor defecto es ser demasiado crédula con las
personas. Nunca les puedo ver lo malo. Me dejo engañar fácilmente porque creo que todos
tienen buenas intenciones. Me dejo ilusionar por promesas falsas y caricias vacías. Sigo
permitiendo que mi amor me ciegue de la realidad, por más dolorosa que sea.
—¿Explicarme qué? —susurro —. ¿Para eso querías que viniera aquí? ¿Para que
tacto se siente demasiado frío. Se siente ajeno —. Mi amor, si yo te amo. ¿Cómo podría
burlarme de ti?
—Deja de mentirme —le pido. Quito sus manos de mi rostro porque su contacto es
demasiado para mí. Me quema sentir sus dedos sobre mi piel cuando probablemente
estuvieron sobre ella hace unos minutos —. Estabas besándote con ella.
—No, ella me besó. Te lo juro, por favor, déjame explicarte cómo han sido las cosas.
—No tienes que explicarme nada, Uriah —las lágrimas que he estado intentando
retener salen con facilidad al tenerlo delante de mí. La imagen de él junto a ella se repite en
—Yo jamás te haría daño de esa forma. Por favor, tienes que creerme —pasa las
manos por su rostro —. El cuarto de Kuri tiene cámaras, eso lo sabes. Puedo mostrarte…
—No necesitas mostrarme nada —hago mi mejor esfuerzo para no sollozar. Pero el
estar con ella como tanto quieres. No tienes porqué hacerlo a escondidas.
—Es que no existe nada entre ella y yo —intento bajar las escaleras pero me lo impide
una vez más —. Thali, por favor. Te lo suplico, déjame mostrarte cómo han sido las cosas.
Sus ojos azules encuentran los míos y me ofrece una tímida sonrisa que me hace
sentir mejor a pesar de mi dolor. Deja de sonreír al darse cuenta que estoy con el rostro lleno
de lágrimas. No necesita preguntar. Todos saben que la única razón de mis lágrimas es
Uriah, nadie más. Intento bajar los peldaños para alcanzarlo, pero el padre de mi hijo me
—No.
te metas.
Me suelto de sus brazos y bajo las escaleras rápidamente. Andréi me acompaña para
impedir que Uriah me siga al darse cuenta que quiero estar lo más lejos posible de él.
Camino hasta la cocina y agradezco cuando el moreno cierra la puerta y le pone el seguro.
Me siento en la mesa y cubro mi rostro con ambas manos. No sé qué hacer, solo que las
Sus brazos rodean mi cintura y me acerca más a su pecho. Quiero que alguien me
abrace, que me sostenga y me permita llorar sin preguntar qué sucede. Me doy cuenta que
en este preciso momento, desearía estar al lado de mi padre. Deseo que él me escuche y me
aconseje y que me diga que todo va a estar bien a pesar de que no se sienta de esa manera
ahora mismo. Es mi mejor amigo, la persona que más me puede entender. Pero no quiero
llenarlo de más estrés porque suficiente ya ha tenido durante todo el proceso de la custodia.
—Thali…
—Andréi, sé sincero conmigo —le pido. Hago que me mire a los ojos —. Ellos están
Traga despacio.
mohín —. Uriah es bastante discreto con ella. Pero, si de verdad estuvieran juntos, todos ya
—Puede que ella lo besara —sugiere —. Conoces muy bien a Celinda, Thalía. Hará de
Quiero creer que todo lo que vi era una mentira. Pero se me hace imposible después
mostrarme que puede hacerme más daño de lo que soy capaz. Miles de dudas llenan mi
cabeza y consiguen que las sienes me empiecen a reventar. Tengo el rostro caliente, y siento
que en cualquier momento voy a colapsar de todas las emociones que he sentido en este día.
—Venga, sonríe que te ves más hermosa cuando lo haces. Claro que también luces
Dejo salir una pequeña carcajada de mis labios al notar que sus mejillas se han
manchado de ese color rosado tibio. Andréi siempre es tan lindo, tan dulce y comprensivo.
Siempre ha intentado ayudarme, incluso cuando eso implicaba ganarse más la rabia de su
primo. Es una de las pocas personas en este hogar que apoya a la lógica en lugar de dejarse
Acerco mis labios a su mejilla para plantar un corto beso. El pequeño gesto le roba
una sonrisa. Estoy por decirle lo mucho que le agradezco por su compañía y sus consejos
cuando la puerta se abre rápidamente. Trago con dificultad al ver a Uriah con las llaves en
sus manos. Disimuladamente tomo dos pasos a la derecha para crear distancia entre Andréi
y yo. Lo menos que quiero es que el padre de mi hijo le haga daño por mi culpa.
Andréi suspira.
Uriah no le quita la mirada de encima hasta que sale de la cocina. Mis sentidos se
alertan cuando cierra la puerta y le coloca el seguro una vez más. Podría salir por la puerta
corrediza que da al jardín si necesito tomar un descanso de él. Me planteo la idea por varios
segundos hasta que soy interrumpida por su cuerpo quedando delante de mí.
A veces me pregunto por qué soy tan pequeña comparando a él. Mi cabeza solo llega
hasta su pecho y existen momentos en los que se me hace tan difícil abofetearlo por la
misma razón. Pero, también me gusta por el hecho de que puede tomarme entre sus brazos
—No parece —digo con sarcasmo —. ¿Qué haces aquí? ¿Terminaste antes de tiempo
con Celinda?
Los celos en mi voz son demasiado visibles. No puedo controlarlo a pesar de que lo
intento. Trato de no ser celosa, en serio que lo hago. Usualmente no tengo problemas en
ocultar mi incomodidad, pero con esa mujer se me hace imposible. Sé todo lo que ellos han
pasado juntos, estén en una relación o no. Al igual que nosotros, se conocen desde niños. Y
desde esa edad habían empezado este ciclo vicioso que tienen. No me gusta eso, me siento
en tanta desventaja.
¿Qué estoy diciendo? Me golpeo mentalmente por estar pensando en eso ahora
mismo. No importa qué tanta ventaja ella me tenga, nada justifica las acciones de él. No
cuando hace un par de horas me decía que estaba enamorado de mí. No entiendo por qué él
tiene la necesidad de hacerme tanto daño. No sé qué he hecho en una vida anterior para
sufrir todo este dolor. Puede que sí sea demasiado ingenua y que mi amor por él me prohíbe
—No hay nada con ella, Thalía. No existe nada —insiste —. Por favor, deja tus celos de
—Ella me besó —insiste —. Déjame mostrarte que soy inocente, por favor. Jamás te
—No te creo.
Sus manos tiemblan de la cólera, pero se contiene y las mete dentro de sus bolsillos.
Sus dientes se aferran a la perforación de metal en su labio inferior y las ganas de arrancarlo
en el intento de causar algo de dolor nacen en mí. Quisiera que sintiera aunque sea una
milésima de dolor. Que sienta lo mismo que esa escena me ha causado a mí.
cuarto de nuestro bebé fue su idea, y puedo ver en su rostro que está contento con su
elección en este momento. Sube el volumen y me permite ver el momento exacto en que es
Me cuesta verlo. ¿Qué quería que pensara cuando lo vi con mis propios ojos? Ellos
estaban juntos, no me puede culpar. Uriah desliza su mano por mi cuello hasta poner sus
dedos en mi barbilla y obligarme a unir mi mirada con la suya. Estoy esperando un reclamo o
dejar un pequeño beso en mi nariz. El gesto provoca que la frunza, y mi corazón late a mil
—La escena te ponía en duda —me defiendo. Pone sus manos en mi cintura para
acercarme a él. Poso las mías sobre su pecho e intento soltarme de su agarre —. No, no me
vengas a abrazar...
—Shhh, ya —me abraza para evitar que me mueva. Me pone contra la isla y así
prohibir que me escape de sus brazos. Junta mi rostro con el suyo y roza nuestras narices —.
Me confunde verlo tan divertido cuando hace menos de diez minutos estábamos en
medio de las escaleras discutiendo. Toma mi rostro entre sus manos y retengo la respiración
cuando posa su pelvis sobre mi vientre por pura causalidad. Sonríe al ver mi rostro teñirse
de ese color rosado con el que ama fastidiarme. Salgo de mis pensamientos cuando desliza la
lengua por mi boca despacio. Consigue que el pulso se me dispare una vez más.
—Dije que…
Las palabras se pierden en mi boca cuando esta vez mueve sus caderas hacia adelante
apropósito. Se roza contra mí despacio y me detesto cuando mis muslos por acto reflejo se
abren un poco más para darle mejor acceso. Uriah sonríe al notarlo. Me carga para sentarme
sobre la isla de piedra y quedar mejor entre mis piernas. Mis manos suben a su cabello para
Mi boca se posa sobre la suya antes de que pueda terminar. Sus manos acarician mis
muslos mientras que las mías se hunden en su rizado cabello. Sus besos ahuyentan la
perversa imagen que hasta hace segundos se repetía en mi cabeza. Soy demasiado débil
cuando viene a él. Siempre lo he sido. ¿Cómo no serlo? ¿Cómo no ser débil cuando cada vez
mejor de aquella manera. Me sonrojo por mis pensamientos impuros, pero no me dura
mucho por el hecho de que sus dientes tiran de mi labio inferior y su viperina lengua se mete
—Yo también —me besa sin ninguna delicadeza. Mis labios quedan hinchados —.
—Nada de puede, tú me prometiste algo —muerde el lóbulo de mi oreja —. Así que más
tarde, me vas a modelar uno de esos vestidos porque muero de ganas de verte.
Sus palabras y su tono de voz me deja sin aliento. La manera en que sonríe me eriza
los vellos de la piel, y me contengo al bajarme de la isla no sin antes ganarme un último roce
de su parte. Doy un respingo cuando me da un pequeño azote sin previo aviso cuando
empiezo a caminar hacia la puerta corrediza. Los dos salimos y me sorprende cuando toma
mi mano entre la suya rápidamente al ver a Celinda conversando con demasiada alegría
Siento demasiada satisfacción cuando su sonrisa decae al darse cuenta que su plan le
ha salido mal. Mi bebé se encuentra en el regazo de Dimitri, quien le ayuda a comer. Uriah
me rodea la cintura con su brazo derecho y me pega a su pecho delante de los demás.
Agradezco que nadie diga nada. Quiero ahorrarme las respuestas y las dudas. Suficiente
tengo de eso.
mayoría del tiempo se la pasa así. Pero, ahora mismo, sí me incomoda que esté de esa
a ello, ya que continúa teniendo su mirada fija en mí. Me entrega una sonrisa y se sienta al
lado de su padre. Dimitri está haciendo dos cosas al mismo tiempo: prestar atención a
nuestra conversación en medio de la mesa y asegurarse que Kuriah no se ahogue con el puré
de papas.
—Sí, ven.
Camino hasta donde está y pone sus manos en mi cintura. Abre las piernas y me deja
sentarme entre ellas. Me abraza y apoya la barbilla en mi hombro. Hago caso omiso de las
miradas sobre nosotros y de mis mejillas sonrojadas para empezar a comer. Uriah besa mi
cuello y escucha atento a la conversación que su familia establece sobre los negocios.
Pongo puré de papas y arroz en el tenedor y me giro para llevárselo a la boca. Pasa
despacio y me observa mientras come con una sonrisa. Relame sus labios demasiado
sugerente y me sonrojo cuando mueve sus caderas hacia adelante disimuladamente para
asuntos. Andréi está distraído hablando con Marcus, así que no entiendo el por qué dice eso.
Probablemente soy yo la que no nota nada por estar comiendo y pensando en sacarle los ojos
a Celinda.
—No le ha quedado claro que eres mía —agrega con una sonrisa que me causa
escalofríos.
—Kuriah está cada día más hermoso, ¿no creen? —dice entonces Celinda. Todos le dan
la razón y miran hacia mi bebé, quien come ajeno a los demás. Los ojos verdes de la pelirroja
—Claro que sí —Dimitri sonríe —. Pero también tiene una madre muy hermosa
—agrega.
—Es la copia de Uriah —bromea Justin —. Los dos fruncen el ceño de la misma
—Tenemos que ver si le gustan las mismas chicas que a su papá, ¿no? —Celinda me
sonríe.
—Si es así entonces le encantarán buenas mujeres, como Thalía —la mira Roxanne.
—Esperemos que no tenga muchas novias eso sí —comenta Logan. Me guiña un ojo —.
Todos los hombres de la mesa ríen, mientras que suspiro de alivio al ver a las mujeres
mirarse entre sí como si esto no fuera nada nuevo. Dimitri me permite tomar a mi hijo entre
mis brazos cuando él indica que quiere venir a mi regazo. Uriah desde atrás le da su mano
—Uriah nunca tuvo novias, solamente chicas de por ahí —se alza de hombros el señor
Vladimir.
—¿Y yo qué, señor Vladimir? ¿No cuento? —ríe Celinda.
—Bueno, ustedes nunca confirmaron nada —replica Natasha —. Todos sabíamos que
—Hay relaciones que no necesitan etiqueta, señora Natasha —le interrumpe a Dimitri.
—Entre nosotros no hay ninguna historia, deja de hablar mierdas —le dice Uriah —.
¿Te sales de la mesa? Solamente está mi familia. No tiene nada que ver gente del clan aquí.
sus burlas y comentarios con doble sentido. Estoy harta de escucharla y ver cómo sigue
provocándome al saber que no puedo hacer nada para que la echen. Tiene mucha más
—Gracias por la comida —les digo a los demás —. Si me disculpan, voy a buscar a las
personas de mi clan.
—Thali… —Uriah trata de detenerme, pero camino rápido para evitar que me impida
irme.
Suspiro de alivio al ver a Khalid al otro extremo del inmenso jardín. Todo el clan
Khalid me da un silbido para llamar mi atención a su mesa, en donde está sentado con
—¡Thali! —me toma entre sus brazos al mismo tiempo que tiene cuidado con Kuriah
llegar, pero Khalid me dijo que mejor esperara a que las cosas se calmaran con los Sokolov.
cuánto la aborrezco —dice Nicola. Rueda los ojos —. Solo sabe mostrarle las tetas a los demás
Kuriah ríe entre sus brazos y sonrío al ver cuando le hace varias muecas —. ¿Cómo van las
—Pues este mes fue algo complicado —comenta Stefano —. Todo era tensión con los
Sokolov, ya sabes, por tu crío. Uriah se la agarró con todos y el hijo de puta nos dio más
Nicola. Mira a su primo con los ojos hechos dos líneas —. En otras palabras, si la droga de los
Sokolov no se vende, es una cagada para nosotros. Estaríamos con demasiado encima.
—Qué bello —comenta con sarcasmo el castaño —. Estaba intentando aliviar el peso
del imbécil de tu ex. Pero ese solo sabe como mandar todo a la mierda cuando no está de
buen humor.
—Le quería meter una puta roca entre los dientes cuando empezó a hablar de Thalía
toda esa jodida semana —suspira Julieta. Me mira —. No sé cómo puedes tener una
conversación tranquila con él. A nosotros nos mandó a la mierda las pocas veces que
Comparten una mirada entre ellos y hacen una mueca. Mi corazón se encoge.
—¿Es algo muy malo?
—Mejor que él te lo cuente —se decide Stefano —. Lo que menos quiero es que me
—Ya sabes cómo es Uriah cuando está molesto —niega con la cabeza Khalid. Me sonríe
—. ¿Vas a quedarte con nosotros, ingrata? Puedes quedarte en nuestra zona. Los Sokolov no
entran sin permiso —me recuerda —. Es más, podemos robarnos a este bodoque y no podrían
—¡No, Khalid! Suficientes problemas ya tenemos como para que nos metas uno más
—le advierte Stefano. Lo señala con el cuchillo que está utilizando para cortar su carne —. Si
el puto de Uriah Sokolov se entera que nosotros estuvimos planeando toda esa mierda, nos
fucila. Una cagada más grande que Hiroshima mandaría a nuestro camino.
—Imbécil, hace una semana que le vi bajarse a tres tipos de dos balazos. ¡Dos!
—recalca —. Aprecio mis cojones, no sé ustedes, pero yo sí. La vida ya es corta de por sí y no
—Stefano, sabemos que nos harías caso si la situación requiere de eso —le digo
sincera.
—Por supuesto que sí, pero como no lo hace, déjenme disfrutar de la carne con
Se siente bien hablar con ellos. A diferencia de los Sokolov, con quienes todo se sentía
demasiado forzado hace unos minutos, los Smirnov son mi familia. Dispararían por mí sin
su lado. Se encargan de bromear y hacerme reír para quitar la tensión de mis hombros.
Alek realmente se encargó de dejarme un lugar seguro.
Julieta mira a Khalid —. ¿Le puedo contar sobre la cagada que hace tu rubia?
preguntan —me dice Nicola. Choco su puño cuando me lo ofrece —. Resulta que es Aphrodite
—¡¿Qué?! —exclamo.
—Así como lo oyes, suprema, es una hija de su puta madre —asiente Stefano —. La
perra esa estaba lavándole a Uriah el oído que nosotros estábamos intentando arreglar.
—Cuando nosotros hablamos con Uriah, al comienzo lo vimos con ganas de ceder. Eso
es desde el día en que Kuriah volvió a esta casa —me cuenta Julieta —. A la semana eso
cambió. Se negaba a dejarnos llevar al niño a verte e incluso nos amenazó diciendo que si
alguien lo tocaba sin su permiso, nos iba a dar de comida para los osos del bosque —niega
con la cabeza.
—Nos preguntamos por qué había cambiado de opinión y resulta que hablaba todo
con Aphrodite, y que la rubia le estaba metiendo esa idea de que él tiene la custodia, así que
tú ya no cuentas —chasquea la lengua Nicola. Mientras más habla, más ganas de ir hacia
donde la rubia me dan para golpearla por mal amiga —. Suponemos que le habrá dicho a
—No me sorprende de una Sokolov —espeta Stefano —. Así son todos. Empezando por
Celinda.
—Aphrodite solo estaba haciendo lo que es mejor para su hermano ante sus ojos
—dice Khalid. Se sienta a mi lado —. Pero bueno, es la razón por la que no nos hablamos.
—Esa y porque te volvió a poner los putos cuernos con el tal Gino.
Niego con la cabeza al escuchar el nombre de mi mejor amigo. Todo este mes hemos
estado juntos, es quien me ha estado apoyando junto a Gianna Jhalessi. No puedo creer que
no me haya comentado nada de sus idas y venidas con Aphrodite. A este punto, nada me
sorprende.
—Bueno, que se joda por mentirosa —afirma Julieta —. No entiendo por qué las
personas no pueden terminar las relaciones bien. Si ya no se aman, ¿qué les cuesta decirlo?
—Exacto, nosotros terminamos bien —Nicola y ella chocan los cinco mientras
comparten una sonrisa —. Excepto que estos putos quieren hacer drama por todo.
—La familia drama podrían llamarse, joder —admite Khalid. Me mira —. ¿Quieres
—Venga, ¿hace cuánto tiempo no te has tomado una gota de alcohol? Yo cuidaré de
Kuriah hasta que el ogro de su padre venga a cagarnos la fiesta —sonríe Julieta.
Acepto la lata de cerveza por el simple hecho que una no me va a afectar. Entonces
recuerdo que yo no tomo, no sé cómo hacerlo. Por ende, cuando ya voy por la mitad de la
lata, empiezo a sentir como el calor se apodera de mí y los músculos se me relajan. Khalid y
Nicola se unen a beber conmigo junto a Stefano. Kuriah ríe al ver a todos reír, y beso su
frente al pensar que después de todo, soy afortunada por haber sido bendecida con un ser
Uriah y sus primos. La bilis se me revuelve en el hígado al ver a Aphrodite junto a Celinda,
quien sonríe demasiado contenta al verme sentada en la mesa rodeada de los Smirnov.
—¡Sokolov! ¿Qué te trae por aquí? ¿Una cerveza? —le sonríe Khalid con sarcasmo.
—Quiero a mi crío, a eso vengo —Uriah toma a mi bebé entre sus brazos después de
—Esa no es mi casa —las palabras salen de mis labios antes de que pueda retenerlas
—Thali, déjate de cagadas. Sabes muy bien que eso no es cierto —me dice.
—No te hagas de rogar, Thalía —me pide Marcus. Le miro con ambas cejas alzadas —.
—Creo que he olvidado la parte en la que me importa una mierda si estás cansado o
no.
Todos abren los ojos ante mi vocabulario. Mis mejillas se sonrojan al saber que está
mal hablar de esta manera, pero el poco alcohol en mi sistema me prohíbe pensar con
sutileza. Nicola no contiene su risa y se cubre la boca con la mano. Uriah me mira
—No te preocupes, te perdono por ser un hipócrita. Creo que es de familia —sonrío.
Le da mi hijo a Logan e intenta acercarse a mí, pero me siento en la mesa una vez más
al lado de Khalid. El castaño le sonríe demasiado encantado con la situación, y puedo ver por
la manera en que las venas en el cuello del pelinegro empiezan a notarse, que está en el
proceso de perder la casi inexistente paciencia que tiene. No me importa, no cuando sigue
teniendo la decencia de traer a Celinda en donde yo estoy. No me defendió cuando ella dijo
—No, no tengo por qué. Además, estás muy bien acompañado —agrego, refiriéndome
a Celinda.
La pelirroja me sonríe, y las ganas de cruzar ahora mismo a irme sobre ella nacen en
mí. Khalid toma mi mano entonces, lo que me confunde. Entonces comprendo su intención
—Ya escuchaste a mi suprema, Sokolov. Te pido que te vayas por las buenas —le dice
Khalid.
Pone sus brazos alrededor de mi cintura y me pega a su cuerpo. Sonrío hasta el punto
en que me duelen las mejillas. Estoy siendo demasiado exagerada, pero no me importa en
—Thalía quiere quedarse aquí con nosotros, su familia —dice Nicola —. Los que están
Ella me mira sorprendida —. No tienes por qué atacarme a mí. Tu problema es con mi
hermano.
—Claro, ¿y no eres tú la que lo envenena con esa idea de que no me deje ver más a mi
hijo? —gruño.
Pone las manos en su cintura —. La que quería quitárselo primero, fuiste tú. ¿Qué
querías? ¿Qué nos quedásemos viendo como tú seguías intentando alejar a mi sobrino?
—No, déjala que hable. De todas formas, así puedo ver la clase de persona que
realmente es —río con sarcasmo. Apoyo la cabeza en el hombro de Khalid —. No sé quién está
detiene al mismo tiempo que Justin pone sus manos en los hombros de Aphrodite.
—Cálmense las dos —Uriah pasa las manos por su cabello. Me mira —. Estás haciendo
—Una vez que las haga, ¿cuál es el problema? —me alzo de hombros —. Tu familia
hace cagadas todo el tiempo y siguen queriendo ser vistos en el pedestal. ¿Qué si yo también
—Estás confundiendo las cosas —dice Justin —. Uriah está pidiéndote que vayas a la
—Métete la lengua al culo, Justiniano —le dice Stefano. Río junto a Julieta.
innecesarios, son ustedes —afirma Julieta. La morena mira a Aphrodite —. Sonríe perra, que
de mierda —me cubro la boca para no reír ante el comentario de la morena —. Vuelve a
hablarle mal a Thalía y te juro que yo misma te abro para que te pongan los implantes que
tanto necesitas.
—¡Ya! ¡Joder! —Uriah trata de pasar hacia mí, pero Nicola y Khalid se colocan en medio
tarde y Kuri tiene que dormir. Estás perdiendo tu tiempo con ella.
—No es mi culpa que él solo se haya dado cuenta que eres una inservible —me sonríe
—. Además, deberías de haber escuchado todas las mierdas que habló de ti. Verdaderamente
—¿En serio? Vale, prefiero ser una arrastrada —asiento. Miro a mi alrededor al ver
que tenemos las miradas de todo el clan Smirnov desde sus respectivas mesas —. ¡¿Podrían
alzar sus manos los que se han tirado a Celinda o a los que ella se les ha ofrecido?!
Sonrío complacida cuando la mayoría de los hombres del clan alzan su mano.
—Prefiero ser una arrastrada que una zorra cualquiera —afirmo —. No entiendo por
qué no cobras. Podrías hacer un montón de dinero con lo ninfómana que eres.
—Sí, ninfómana soy —se acerca para quedar cara a cara conmigo —. Y así le gusto a
Uriah. Así me folla todas las veces en que tú te das la vuelta. Te diría todo lo que hemos
cabello en mis puños. Grita cuando la lanzo al césped y me coloco sobre ella. A diferencia de
ella, no tengo experiencia en combate cuerpo a cuerpo. Pero tengo demasiado enojo,
demasiada rabia contra ella. Le tiro una bofetada que suena por todo el jardín en su mejilla
derecha. Ella intenta agarrarme las manos, pero recuerdo exactamente el consejo que
Pongo mi rodilla en su pecho para impedir que respire. Mi puño derecho se incrusta
—¡Eres una zorra cualquiera, que te quede bien en la cabeza! —le grito.
—¡Estás loca!
Le tiro una bofetada en la mejilla izquierda —. ¡Imagínate que es un pene para que te
ella.
nariz y tiene varias heridas en la cara y en los brazos. Me alegra, se los merece por ser tan
ofrecida.
—¡Ya! ¡Joder! ¡Calma! —me ordena. Le golpeo la espalda —. ¡¿Marcus?! ¡Pon a dormir a
Kuriah!
—¡Vale!
Entramos a su cuarto y cierra la puerta con seguro a pesar de mis gritos de que me
deje regresar con Khalid y los demás. Es como hablar con la pared. Uriah me pone en el
suelo.
—¡No me llames así! ¡No después de que te quedaste callado cuando ella me dijo todas
esas cosas! ¡Y mucho menos después de que ella dijo que no tenía lugar en tu mesa y no me
defendiste!
El corazón me late demasiado rápido dentro del pecho. Nunca he tenido tanta
adrenalina como ahora mismo. Tengo tantas ganas de romper absolutamente todo y de
golpearlo a él también por ser tan tonto y no darse cuenta de lo mucho que me afecta la
presencia de ella. Odio verlos juntos. Odio ver que ella tiene más preferencia que yo.
—Mi amor, cálmate, por favor —me pide —. Venga, estás con todo el cabello
desordenado y…
—No, claro que no —responde despacio —. No dije nada hace rato porque vi que tenías
todo bajo control. O eso pensé —murmura —. Necesitas tomar un baño para calmarte, ¿vale?
—¡No quiero nada! ¡Nada! —tiro una almohada al piso —. ¡Estoy tan molesta! ¡Molesta
Toma mi rostro entre sus manos y calla mis quejas con sus labios. Forcejeo contra su
pecho por unos segundos antes de ceder. Es el alcohol respondiendo por mí. Sus manos se
deslizan por mi cuerpo hasta posarse sobre mi trasero para apretar y hacer que de un salto.
Mis piernas se acomodan alrededor de su cintura y nos lleva hacia el baño. Me deja en el
suelo de la ducha, y antes de que pueda reaccionar, abre la manija para hacer que el agua
—Lo sé, un pequeño castigo por provocarme allá afuera —me guiña un ojo —. Quiero
verte tranquila cuando regrese de ver a Kuriah. Pobre de ti que salgas de este cuarto porque
Gimo en protesta y él sonríe victorioso al salir del baño. Me cuesta bastante quitarme
los pantalones de mezclilla al tenerlos empapados. Odio todo esto. Todavía sigo sin creer que
golpeara a alguien. Primera vez en toda mi vida que tengo una pelea física con otra mujer.
Suelo siempre tener las cosas bajo control, pero este día ha sobrepasado todos mis límites.
Cuando salgo del baño, él todavía no está. Mis ojos caen sobre las bolsas de la tienda
de lencería, y me acerco para tomar lo primero que encuentro. Me pongo las diminutas
bragas antes del vestido transparente negro. Abro mi mochila para sacar mi cepillo de
Se me ve el alma con este vestido. Nunca he usado algo así. Es muy bello a pesar de
eso. La parte del busto tiene encajes finos y el resto es de una tela transparente que permite
que mi estómago y las bragas sean visibles. Tiene una abertura en el medio para permitir
tocar el cuerpo con facilidad. Estas cosas son tan pequeñas, pero tan caras. No me siento
cómoda con esto. Mejor me lo saco antes de que Uriah venga y se burle de mí por verme tan
—Mierda.
Me volteo con los ojos abiertos al escuchar su gruesa voz resonar por la habitación.
Cierra la puerta detrás de él y lo aprecio tragar con dificultad. Sus ojos se deslizan por mi
cuerpo sin ninguna sutileza y siento que las mejillas se me ponen más rojas que antes.
Muerdo mi labio inferior por acto reflejo y las ganas de cubrirme con las manos son
demasiado tentadoras.
Hago lo que me pide delante del espejo y mi mirada se clava en el cristal para poder
ver mejor cómo se aprecia de la parte trasera. Otro ángulo de mi alma es apreciado. Relamo
Me quedo callada cuando se pone delante de mí. Sus ojos azules brillan llenos de
malicia y de excitación. Su mano derecha se posa sobre mi clavícula para deslizarse poco a
poco hasta llegar a la abertura de la prenda de encaje y tocarme directamente. Sus dedos
rozan el comienzo de las bragas y tira de ellas para arriba despacio. Un bajo jadeo se escapa
Saca la lengua para desplazarla desde mi cuello hasta mi boca, la cual muerde de tal
manera que me hace apretar los muslos. Debería de estar molesta con él ahora mismo, pero
este día ha sido tan complicado que ni yo misma entiendo lo que sucede conmigo. Quiero
hacer tantas cosas al mismo tiempo que los nervios me ganan. Quiero decirle que es un
idiota por dejarle a Celinda salirse con la suya, que su hermana ahora se encuentra en mi
Gimo por lo bajo cuando se pega a mí. Siento el bulto duro contra mi vientre y me
sonrojo al pensar en lo mucho que lo quiero dentro de mí. Santo cielo, sé que está mal. Sé
que no debería desear nada que tenga que ver con él, pero se me hace imposible. Lo extraño.
Extraño demasiado este lado de nosotros. El lado juguetón y divertido que se entiende a
El lado pervertido que siempre quiero esconder me recuerda que lo que más extraño
es despertar con él dentro de mí. Extraño demasiado las mañanas en las que me hacía suya a
—Tengo tantas ganas de cogerte ahora mismo —susurra sobre mi boca —. ¿Quieres
que te coja?
—Sí —admito en un jadeo. Gimo cuando se roza otra vez contra mí.
Inhalo hondo.
—Vale —se apodera de mi boca con la suya —. Te voy a coger duro, ¿entendido?
—Sí —jadeo.
Sube sus manos a mis pechos y tira de mis pezones a través de la tela.
—Sí.
Hago lo que me pide y me siento en el borde de la cama. Me indica con los dedos que
me eche y con los nervios de punta lo hago. Se acerca a mí y desabotona sus pantalones. Baja
el cierre sin dejar de mirarme. Se pone de rodillas y arqueo la espalda cuando desliza la nariz
por mi centro.
—Amo cómo hueles, joder —hace a un lado las bragas y saca la lengua para posarla
sobre mi clítoris. Gimo sin poder contenerme —. Te vas a correr en mi boca, ¿vale?
—Va… —no termino mi oración cuando hunde la cabeza entre mis muslos.
Sus labios chupan vorazmente mi sexo. Toma mi clítoris entre ellos para tirar
despacio después de succionar. Gimo y tiro de las hebras de su cabello ante lo bien que se
siente. Posa la lengua sobre el bulto de nervios y siento que puedo morir del placer cuando
introduce sus dedos sin delicadeza. Me mira mientras lame todo mi coño y muerdo mi labio
—Sabes tan bien —gruñe —. Ha sido una tortura no poder comerte el coño todo este
—Uriah… —gimo.
—¿Te vas a correr? —me provoca —. ¿Te vas a correr para mí?
Me aferro a sus oscuros mechones cuando el orgasmo se apodera de mí. Uriah chupa
cada tramo de él. Continúa lamiendo y succionando hasta tenerme temblando entre sus
brazos. Chupa de mi clítoris una última vez antes de incorporarse. Se quita los pantalones
junto a los bóxers para ponerse sobre la cama. Abro las piernas para dejarlo entre ellas y
desplazar la punta por todo mi coño. Introduce solo unos centímetros para luego salir. Santo
cielo. Siento que en cualquier momento tomaré su miembro yo misma para meterlo dentro
Relamo mis labios cuando gatea hasta ponerse cerca de mi rostro. Su polla toca mis
labios y abro la boca para hacer que se introduzca en ella. El sabor salado me hace agua la
boca y quiero más. Gimo cuando estira el brazo hacia atrás para meterme los dedos al
Relajo los músculos de la garganta para hacer lo que me pide y gimo cuando tengo
que quiero que él me folle hasta no recordar absolutamente nada de este día. Uriah gime
—Oh, joder. Así —mueve sus caderas y empieza a follarme la boca más fuerte —. ¿Te
gusta, mi amor?
Gimo en respuesta. Paso la lengua por toda la base antes de subir a la punta. Uriah
mueve sus dedos cada vez más rápido dentro de mi cono y siento como ese calor familiar
manera.
—Mierda —sale de mi boca y me quita sus dedos. Se los lleva a su boca y chupa —.
A penas lo hago, hace las bragas de encaje a un lado y se mete en mí. Gimo al igual
que él. Me saca los pechos del vestido y baja la boca hacia mis pezones. Chupa de ellos y llevo
las manos a su cabello para enterrar los dedos en sus mechones. Muerde mis pezones al
mismo tiempo que me penetra y sus dedos pellizcan mi clítoris. Gimo fuertemente ante ello
y me lame el pecho.
—Sí —gimo. Araño su espalda bañada en tinta y hundo mis dedos en su piel —. Me voy
a venir.
Sale de mí y me hace dar la vuelta para quedar boca abajo. Lloriqueo fuertemente sin
importarme quién me escuche cuando su polla se abre paso entre mis nalgas. Lo hace
despacio, pero la invasión es tan placentera que me corro al sentirlo palpitar dentro de mí.
El sonido de mis fluidos mezclándose con los suyos me excita mucho más. Echo la
cabeza para atrás en busca de su boca, y su lengua no tarda en unirse a la mía. Los dos
gemimos cuando empieza a penetrarme mucho más rápido de lo que pensaba era posible.
Lleva su mano derecha hacia adelante para meterme tres dedos en mi cono. Gime al ver
como hago lo mismo y poso mis dedos sobre mi clítoris para frotarlo al mismo tiempo que él
Gimo cuando lo siento derramarse dentro de mi culo. Uriah desprende los más
eróticos sonidos en mi oído y mi cuerpo tiembla ante el inmenso placer que me causa.
Mueve sus caderas despacio por unos cuantos minutos más sin dejar de besarme. Jadeo
—Yo sé, casi me corro antes —relame sus labios. Besa mi frente. Me mira a los ojos —.
—Sí —río cuando tiene la intención de ponerse sobre mí —. Mejor en la ducha porque
tengo que limpiarme —continúo riendo cuando me toma entre sus brazos para guiarnos al
baño.
sus camisetas y apoyo la cabeza sobre su pecho. Sus brazos se ponen alrededor de mi cintura
y me toma por sorpresa ver la manera en que sigue robándome besos cada vez que puede.
—No seas celosa, Thalía. Te amo, solo a ti —besa mi nariz —. ¿Quieres que haga algo
mañana.
—Me parece muy bien —está por besarme cuando tocan su puerta con desesperación
—. ¿Qué pasó?
—¡Es Kuri!
—¿Qué pasa? —me incorporo de golpe cuando el nombre de mi hijo sale de mis labios.
—¡No respira!