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Plan de Enseñanza - Agosto 18-2019
Plan de Enseñanza - Agosto 18-2019
Plan de Enseñanza
Textos de apoyo:
Lucas 15: 7 Romanos 10:9-15
Mateo 3:2 Romanos 2:1-11 Santiago 2:1-4, 9
Marcos 16:15 Romanos 5:12
5. Vocabulario:
● Compungir: sentir pena profunda por algo que se ha hecho mal o por compasión de sí misma o
de otra persona.
● Exhortar: hablar a alguien con la intención de convencerle de algo, hacerle alguna propuesta o
animarle.
● Inicuo: malvado.
6. Personajes
● Dios
● Pedro
● Los apóstoles
Escuela Dominical
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● Pueblo de Jerusalén
7. Contexto
Después que Jesús es sepultado y resucita al tercer día, durante varios días se reúne con los apóstoles
para mostrarles el reino de Dios; entre otras cosas, les advierte que él debe partir a reunirse con el Padre,
pero los anima a que no se vayan de Jerusalén porque enviará al Espíritu Santo, el cual dará testimonio
de él y les dará poder cuando esté sobre ellos; es así cuando en el día de Pentecostés, en el momento en
que estaban todos reunidos orando, se oyó un gran estruendo del cielo y se llenó la casa donde estaban
de un viento duro, viniendo sobre ellos lenguas como de fuego, siendo todos bautizados por el Espíritu
Santo, comenzando a hablar en otras lenguas, por lo que muchos se maravillaban y otros se burlaban,
porque pensaban que estaban borrachos.
Ahora, veremos en esta enseñanza cómo Pedro dio su primer discurso y compartió con otros lo que
recibió de Jesús, gracias al Espíritu Santo que había recibido.
10. Reflexión
Según la biblia ¿Qué significa arrepentirse? y ¿De qué tenemos que arrepentirnos?
¿Quiénes se pueden acercar a Dios?, ¿Cómo?
11. Conclusión
Desde el antiguo testamento, podemos ver que las promesas de Dios se cumplen y como testigos de
esto, podemos nombrar a Abraham, Isaac, Jacob, José, llegando hasta los apóstoles, quienes finalmente
vieron y palparon que Jesús se hizo carne, que padeció, fue crucificado pagando por nuestros pecados,
estuvo sepultado y al tercer día resucitó para volver al padre; después, cumple la promesa de que no nos
dejaría solos, enviando al consolador, al Espíritu Santo, quien nos permite creer en el testimonio de
Jesús y llevar a otros a esta misma verdad; sin embargo, este suceso fue hace muchísimo años, entonces,
deberíamos preguntarnos: ¿qué debemos hacer para recibir el Espíritu Santo? Está escrito en
Hechos 2:38 que Pedro dice que para recibir el Espíritu Santo es necesario arrepentirnos y, ¿cómo
podemos hacerlo? Recordemos que Adán desobedeció el mandamiento de Dios, por lo que murió
espiritualmente -se aparta de Dios o peca y en consecuencia, como todos los seres humanos somos
descendientes de él, nacemos pecadores, tal como está escrito en Romanos 5:12; por lo tanto, era
necesario arrepentirnos, es decir, creer que solamente por la obra de Jesús en la cruz, somos limpios de
ese pecado.
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Ahora, teniendo claro que absolutamente todos nacemos pecadores y que solamente por la obra de Jesús
podemos volver a tener comunión con el padre, ¿Por qué hacemos acepción de personas (o tenemos
preferencias) cuando quieren acercarse a la palabra de Dios, si todos somos iguales, y nacemos
con la misma condición? La palabra nos enseña que no debemos excluir o impedir que una persona por
razón de su posición social, lugar de nacimiento, educación o raza, escuche el mensaje de salvación para
acercarse a Dios y más aún cuando Dios no hace acepción de personas, tal como está escrito en
Romanos 2:11, sino que por el contrario, todos tenemos la oportunidad de acercarnos a Dios para ser
perdonados o predicar las buenas nuevas del reino a todas las personas para que se arrepientan de sus
pecados (Marcos 16:15), ¡como lo hicimos nosotros!. Así, como consecuencia de este arrepentimiento y
de este encuentro con Dios, es necesario que aquellos que han recibido el perdón de los pecados sean
bautizados y reciban el Espíritu Santo, dando así testimonio de esta renovación.
Por esto, debemos perseverar y superar todas las pruebas que vendrán, sabiendo que el Espíritu Santo
estará para recordarnos todo lo que Jesús dijo, permitiéndonos también ser testigos de su nombre ante
las personas que aún no lo conocen, tal como lo hizo Pedro.