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Las obsesiones (del latín obsidere, asediar) se han definido como pensamientos,
impulsos o imágenes (es decir, eventos cognitivos) que se experimentan como
intrusivos, egodistónicos y fuera del control personal, al tiempo que se reconocen
como fruto del propio pensamiento y no como fenómenos impuestos desde el exterior.
Generan normalmente gran ansiedad, por lo que se intentan suprimir, ignorar o
neutralizar. Su contenido va más allá de las preocupaciones normales de la vida
cotidiana. E.g., ideas de estar contaminado o sucio o pensamientos religiosos de
naturaleza blasfema y contraria a las propias creencias.
Los dos modelos principales de diagnóstico del TOC son el DSM-5 y la CIE-10.
•DSM-5: ha reubicado el TOC fuera del grupo de los trastornos de ansiedad,
reacomodándolo en un grupo propio –Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos
relacionados –.
PSICOPATOLOGÍA ADULTOS
Epidemiología:
El DSM-5 (APA, 2014), fija la prevalencia anual del TOC en Estados Unidos en el
1.2% de la población, mientras que la observada a nivel internacional es similar
(1.1-1.8%).
PSICOPATOLOGÍA ADULTOS
Epidemiología:
Prevalencia por sexos: no parece que haya diferencias en la ratio ni las
características neuropsicológicas, siendo esta 1:1. Donde sí parece haber
diferencias relevantes es en la edad de inicio, siendo más temprana en los
hombres –entre los 6 y los 15 año– que en las mujeres, donde comienza entre
los 20 y los 24 años (Cruzado-Rodríguez, 2014).
Lo mismo sucede en la prevalencia de un tipo u otro de obsesiones, donde las
mujeres manifiestan más del doble de obsesiones de contaminación y rituales
de lavado que los hombres, y los hombres presentan más del doble de
obsesiones de tipo sexual o religioso que las mujeres (Labad et al., 2008).
Curso:
El comienzo del trastorno suele ser gradual, asociado en muchos casos a
acontecimientos o situaciones estresantes, y se presenta de forma subclínica o
insidiosa antes de su irrupción definitiva, que se produce habitualmente al
principio de la vida adulta (entre los 20 y los 25 años de media).
También puede iniciarse en la infancia ya que se han identificado casos en niños
de 5 y 6 años de edad. En cualquier caso, este rango de inicio del trastorno
raramente va más allá de los 50 años.
El curso del TOC suele ser crónico, con una minoría de presentación episódica, y
asociándose las recaídas al curso de sucesos vitales estresantes, que suelen
implicar un agravamiento de los síntomas.
Los subtipos de obsesiones y compulsiones que se presentan a lo largo de todo
el ciclo vital suelen ser estables y coherentes, sin grandes variaciones en su
forma de presentación.
La remisión espontánea es muy baja en el TOC, pese a que lo habitual en estos
pacientes es tardar entre 4 y 16 años en acudir a servicios de salud mental para
solicitar asistencia. Los pacientes que más acuden, suelen ser los que presentan
mayor comorbilidad con otras patologías y mayor presencia y severidad en las
compulsiones, siendo los pacientes con obsesiones puras y sin comorbilidad los
que menos acuden a los citados servicios de salud mental (Torres et al., 2007).
La comorbilidad más común del TOC es la que cursa con trastornos de ansiedad,
en un 76%, siendo los más comunes la ansiedad generalizada, la ansiedad
social, la agorafobia, el pánico y las fobias específicas.
También existe una alta frecuencia de depresión comórbida, que afecta a entre
un 30 y un 70% de los pacientes con TOC.
Otra patología asociada importante, en el caso de los varones, suele ser la
dependencia de alcohol y drogas, afectando a un 20 y 13% de pacientes con
TOC, respectivamente.
PSICOPATOLOGÍA ADULTOS
Entrevistas
Cuestionarios y Escalas
A pesar de esto, y del índice de abandonos, que puede llegar al 20-25%dada la dureza
de la exposición, toda la evidencia viene a señalar que la terapia de conducta ofrece el
mayor tamaño del efecto y la menor tasa de recaídas al descontinuar el tratamiento
activo.
Cuanto más intensiva la terapia, mayores son los efectos, siendo lo óptimo para
muchos autores las sesiones diarias, asistidas por el terapeuta, durante períodos de
unas dos a cuatro semanas (unas 15 sesiones), de hasta 90 minutos por sesión, si bien
terapias menos intensivas pueden implementarse si el paciente se muestra dispuesto a
llevar a cabo sesiones de autoexposición de intensidad y duración similares.
Objetivos de la PR: se debe llevar a cabo una planificación diaria que comprenda los
rituales aplicados por el paciente en su rutina, impidiendo que estos tengan su función
ansiolítica. En el caso de que las compulsiones se den en algún campo necesario de la
rutina diaria (e.g., la higiene) se discuten unos mínimos razonables. Es preciso estar
alerta ante la posibilidad de aparición de respuestas de reaseguración o nuevos rituales
para compensar los que se previenen, o la aparición de nuevos miedos.
Terapia cognitiva
Las estrategias más relevantes han sido la terapia racional-emotiva de Ellis (TRE) y la
terapia cognitiva de Beck (TC). Ambas aproximaciones han resultado similares a la
E/PR, aunque los estudios que las han comparado han empleado estrategias de E/PR
de baja intensidad, lo que discute su equivalencia.
Tratamiento farmacológico
Los estudios ponen de manifiesto que los pacientes que responden a la terapia con
antidepresivos tienden a recaer a las pocas semanas de descontinuar el tratamiento en
hasta un 90% de los casos. Esto sugiere la necesidad de tratamientos a largo plazo que
resultan marcadamente ineficientes, aunque los pacientes muchas veces prefieren la
medicación ante los rigores de la exposición.