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VISTO:
I.- ÁNGEL TOLAY promueve la presente acción en procura del cobro de la
indemnización por despido, diferencias salariales y multas laborales según la liquidación
que practica a fs. 11 vta. en el apartado V.
Relata que comenzó a trabajar para la demandada el 8/8/2008 como personal de
mantenimiento en el sector de calderas (servicio energético) con categoría T3 del CCT
636/11. Refiere que se desempeñaba en turnos rotativos de siete días por dos francos, en
turnos de 6 horas al inicio de la relación y de 8 horas a partir de 2011, sin perjuicio de las
horas extras que habitualmente realizaba. Afirma que como foguista se encargaba del
accionamiento y mantenimiento de calderas, rondines, casas y bombas y detalla las tareas
que en este sentido efectuaba.
Explica que el CCT 636/11 anuló las denominaciones tradicionales de las
categorías y las reemplazó por otras innominadas y parcializadas, con el único objetivo de
evitar que el trabajador pudiera conocer y ejercer su derecho a la superación del nivel que
se le asignaba, entregándole al empleador una herramienta extremadamente arbitraria para
determinar el desempeño y el salario. Menciona la forma en que difieren las escalas
salariales en anexos definidos para distintas empresas del mismo sector. Agrega que si
bien el art. 11 del Anexo III – FATE del CCT 636/11 prevé los métodos de procedimiento
de evaluaciones que remiten al acta del 5/5/06, la escala salarial no hacía referencia
concreta a la labor desempeñada para cada categoría, de modo que se violaba el precepto
constitucional de igual remuneración para el mismo trabajo. En este sentido, entiende que
las tareas de foguista, por su especialización y características, se correspondían con la
categoría T6 y no con la T3 que era la asignada por la demandada.
En otro orden de cosas, relata que gozó de una licencia por enfermedad debido a
una patología invalidante por lesión en ambos hombros que exigió tratamiento médico
FKT y que a pesar de constituir una enfermedad profesional, la accionada la definió en los
términos del art. 208 LCT. Manifiesta que se atendió por su obra social y que el 8/4/17
obtuvo el alta para retomar tareas normales. Dice que reclamó el restablecimiento a su
puesto de trabajo, entregando debidamente copia del certificado a la empleadora, y que
ésta dispuso una revisión a través del servicio médico laboral en fecha 6/6/17. Indica que
se le ordenó una nueva revisión para el 30/6/17 y no se lo reintegró al trabajo. Por ello, el
8/6/17 inició el intercambio telegráfico que transcribe y que concluyó con su despido
indirecto de fecha 17/7/17.
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Practica la liquidación de los diversos rubros que integran su reclamo y ofrece la
prueba que hace a su derecho.
Y CONSIDERANDO:
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I.- En atención a la forma en la que ha quedado trabada la litis, dos son las
cuestiones centrales a dilucidar en la presente controversia: en qué categoría debía estar
encuadrado el trabajador y si el despido indirecto en que este se colocó resultó ajustado a
derecho.
A los fines de un mejor tratamiento de las cuestiones planteadas, abordaré en
primer lugar la discusión suscitada en torno a las circunstancias que rodearon la ruptura
del vínculo laboral.
En forma liminar, es menester poner de resalto que no existe controversia acerca
del intercambio postal denunciado al demandar que precediera a la finalización del
contrato decidida por el trabajador.
Este aconteció como se describe a continuación. El 8/6/17 el trabajador intimó
formalmente a su empleadora mediante telegrama del siguiente tenor: “atento encontrarse
en su poder certificado médico de Elevar Obra Social de fecha 7/4/17 rubricado por Dr.
Franco Massimino… que dispone mi alta en condiciones laborales normales a partir del
8/4/17 y siendo que desde entonces he reclamado la dación de tareas obteniendo como
toda respuesta la recurrente derivación al servicio médica de planta sin reincorporación
a mis tareas habituales, intimo perentorio plazo de 72 hs. aclare situación laboral,
otorgue tareas y reestablezca puesto de trabajo bajo apercibimiento de considerarse
injuriado y despedido su exclusiva culpa. Sin perjuicio de lo anterior, intimo mismo plazo
y sin perjuicio del plazo legal de 30 días del art. 11 Ley 24.013, si procederá a registrar
debidamente la relación laboral que nos une, registración a la que lo intimo, consignando
mi real categoría laboral de foguista con régimen correspondiente al art. 21 CCT 636/11
ANEXO III – FATE 2011 y abone diferencias salariales períodos no prescriptos…”.
El 12/6/17 la accionada le notificó que el 9/6/17 había vencido la licencia paga por
enfermedad inculpable por lo que hacía reserva de puesto hasta el 9/6/18. Dicha misiva
fue rechazada por el actor en fecha 14/6/17 y ese mismo día la accionada contestó el
telegrama del 8/6 en los siguientes términos: “… Su situación laboral resulta clara por
cuanto y atento el estado de salud que ud. presenta, el servicio médico considera que no
se encuentra en condiciones de prestar tareas, por cuanto del informe post ausencia
prolongada realizado surge que presenta limitaciones por referir un cuadro de omalgia
bilateral con incipientes signos de artrosis que le impiden realizar tareas que impliquen
carga, descarga y/o acarreo mayor a 8 kg así como levantamiento de pesos sobre el nivel
escapular, todo lo cual refiere que efectivamente presenta limitaciones para reintegrarse
para la prestación de tareas habituales. Como consecuencia de lo expuesto,
considerándose que su cuadro médico aun no se encuentra consolidado, la posibilidad de
continuar en reserva de puesto con continuidad de tratamiento y control periódico por
parte del Servicio Médico (de hecho tiene previsto un próximo control para el día 30/6),
podrían indicar las posibilidades de mejorar aun mas su salud y conforme el deber de
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cuidar por su salud e integridad psicofísica previsto que nos impone el art. 75 de la Ley
de Contrato de Trabajo.”. Por lo demás, rechazó los restantes emplazamientos.
Ante ello, el 15/6/17 el trabajador negó no encontrarse en condiciones de realizar
sus tareas y reiteró la intimación efectuada el 8/6. Como la accionada mantuvo su postura
mediante la carta documento del 22/6/17, el 29/6/17 el demandante la volvió a intimar
para que le asignasen tareas y registrasen correctamente su categoría. Ante el rechazo del
5/7, el 17/7/17 se consideró injuriado y despedido.
Las comunicaciones mantenidas revelan que no existe controversia acerca de la
existencia de la enfermedad, del tratamiento realizado por el trabajador y del goce de
licencia paga hasta el 9/6/17.
De las restantes constancias de autos observo que el informe de la Obra Social de
Trabajadores Pasteleros, Confiteros, Pizzeros, Heladeros y Alfajoreros de la República
Argentina demuestra que el certificado médico del 7/4/17, suscripto por el Dr. Massimino
y que otorga el alta médica con reintegro a las labores a partir del 8/4/17, resulta auténtico.
En cuanto a su entrega, si bien al inicio del intercambio telegráfico, específicamente el
14/6/17, la accionada indicó que “rechazamos que se encuentre en nuestro poder el
certificado médico que menciona”, en las siguientes misivas nada dijo al respecto (art. 57
LCT) y luego, el 5/7/17, ante la insistencia del trabajador, manifestó que los estudios
médicos por ella efectuados eran posteriores a las constancias por él presentadas.
Concordantemente, el testigo Miragaya (propuesto por la accionada) manifestó que
“El actor presentó la documentación de las consultas que realizó con su obra social, con
base en esas constancias, el departamento médico lo va citando en forma iterativa, en
forma repetitiva.” (fs. 246).
Lo expuesto hasta aquí, entiendo, resulta suficiente para tener por acreditado que la
empleadora contaba con el alta prescripta por el médico particular del actor.
Establecido ello, observo que nos encontramos en un caso en el que dos médicos
arriban a conclusiones diferentes (el del trabajador otorga el alta médica y el de la
empleadora sostiene que debe seguir con tratamiento) y, en estos supuestos, la
jurisprudencia tiene dicho que “el médico de cabecera del trabajador es quien tiene un
conocimiento más acabado de su salud física y mental y de su aptitud para desempeñarse
nuevamente en sus tareas, porque es quien realiza su seguimiento en forma asidua y
pormenorizada de las patologías que pueda padecer, la cronología de estas y el
tratamiento pertinente. Esa vinculación con el trabajador es la que determina que sus
conclusiones deben tener prevalencia sobre los profesionales ofrecidos por el control
empresarial, excepto cuando existe una valedera impugnación de las consideraciones del
primero.” (Medina Gonzales, José Martín vs. Kleinerman, Catalina Ana s. Despido ///
CNTrab. Sala VIII; 22/04/2014).
En dicho marco, considero que si bien no existe norma alguna que establezca
solución para los casos en que el criterio del médico de la empresa discrepe con el del
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trabajador, en virtud de los principios de preservación del contrato de trabajo, de buena fe
y conforme lo que es esperable del buen empleador, la demandada debió convocar la
realización de una Junta Médica imparcial con la presencia de médicos especialistas y del
médico del trabajador, notificando oportuna y fehacientemente a éste, a fin de garantizar
su presencia y la de su médico tratante, o convocar una Junta Médica por medio de un
organismo público (ver, en este sentido, CNAT Sala X, “Skidelski, Sergio Hernán c.
Federal Express coporation s/ despido”, Expte. Nro. 7650/15, del 13/08/2021). Nada de
ello se observa en autos.
Por consiguiente, considero que la empleadora se extralimitó en el ejercicio de las
facultades de control conferidas por el art. 210 LCT, en tanto supeditó la situación del
actor –y la correspondiente percepción de sus haberes, pese a su naturaleza alimentaria- a
la constatación de su estado de salud por parte de los profesionales de su confianza,
desoyendo los términos de la intimación de la actora en los cuales manifestaba que su
médico particular le había otorgado el alta médica para reintegrarse a sus labores.
Lo señalado implicó, a mi juicio, un comportamiento contrario a los principios que
informan el contrato de trabajo. De tal forma, la negativa de tareas resultó plenamente
injustificada y constituyó una injuria tal que impedía la prosecución del vínculo. Por lo
tanto, se torna procedente el reclamo de la reparación por despido deducida al demandar
(conf. arts. 10, 63, 78 sigs. y ccdtes. de la L.C.T.).
No paso por alto que el accionante refiere que pese a que el empleador decidió
tratar la enfermedad como inculpable y aplicar las previsiones del art. 208 y sgtes. de la
LCT, esta era consecuencia de las tareas laborales desempeñadas, pero lo cierto es que no
hay constancias en la causa que acrediten dicho extremo. Repárese en que no se produjo
pericial médica que sirva de fundamento para vincular causalmente dicha patología con
las labores prestadas.
A todo evento observo que, en el caso, carece de la trascendencia pretendida lo
acontecido en los autos “Tolay Ángel c/ La caja ART S.A. s/ Accidente – Ley Especial”,
causa Nº102270/16, que tramitara por ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia del
Trabajo Nº54, en la que conforme surge de la consulta en el Sistema Judicial de Gestión se
hubo reclamado por la misma patología que originó la licencia por enfermedad inculpable
que aquí se trata y en la que tuvo lugar la producción de prueba pericial médica, (v., en
particular, copias certificadas de declaraciones testimoniales glosadas a fs. 204/208). En
efecto, toda vez que en la mencionada causa se hubo arribado a un acuerdo conciliatorio
que pusiera fin a la controversia en la que –lo destaco- las partes expresamente
manifestaron que celebraron dicho acuerdo sin que éste implique reconocimiento de hecho
ni derecho alguno, lo allí acontecido no justifica, en modo alguno, que justifica que se
adopte una postura distinta a la aquí adoptada sobre la base de las pruebas aquí rendidas.
A mayor abundamiento, observo que incluso si por vía de hipótesis, se tomara en
consideración lo concluido en la pericia médica producida en los referidos actuados y
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acaso tener por acreditada la vinculación causal entre las patologías que presenta el actor y
las tareas desempeñadas, lo cierto es que ninguna constancia demuestra que el demandante
no pudiera, pese a las limitaciones invocadas, desempeñarse en las mismas labores que
venía cumplimiento o que ameritara recalificación.
Y en este sentido, frente al alta médica presentada por el trabajador, la empleadora
podía –como se dijo- buscar la opinión de un tercer especialista, recurrir a una junta
médica o, si consideraba que se trataba de una enfermedad profesional, hacer la denuncia
ante la ART. Y por supuesto, a todo evento, asignarle tareas compatibles con su capacidad
disminuida. Pero nunca negarle ocupación en los términos en que lo hizo.
Lo expuesto hasta aquí no me lleva más que a admitir la procedencia de las
indemnizaciones previstas en los arts. 232, 233 y 245 LCT, así como los haberes de los
meses de junio y proporcional de julio/17 y los rubros que componen la liquidación final
(art. 123 y 156 LCT). Ello, descontándose las sumas por dichos conceptos abonadas por la
accionada que surgen de los recibos de fs. 36, 121 y 122 y el informe del Banco Itaú de fs.
133/134.
Igual suerte correrá el reclamo por la indemnización dispuesta por el art. 2 de la
ley 25.323, toda vez que el actor intimó fehacientemente el pago de las indemnizaciones
legales por despido, y el incumplimiento de la demandada lo obligó a iniciar la presente
acción (v. TCL del 17/7/17).
No habrá de progresar, sin embargo, la indemnización que prevé el artículo 80 de
la L.C.T. porque el demandante no dio cumplimiento, a su respecto, con la exigencia
prevista en el art. 80 de la L.C.T. y el art. 3º del decreto 146/01 reglamentario de la ley
25.345.
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del 5/5/06 (cuya vigencia se ratifica por medio de esos acuerdos) no fue cuestionada por la
parte actora.
De igual manera, observo que el demandante reconoció su firma en las
evaluaciones que oportunamente se le practicaron y que se encuentran glosadas a fs. 22/25
(v. fs. 91 y 250) y que estas no fueron controvertidas en cuanto a los datos y puntajes que
allí que consignaron, ni al momento en que fueron realizadas y tampoco ante esta sede
judicial.
Así las cosas, cotejado el CCT aplicable y los resultados de las evaluaciones
efectuadas, advierto que –contrariamente a lo manifestado en la demanda- el accionante se
encontraba correctamente categorizado.
Lo expuesto impone desestimar las diferencias salariales reclamadas.
Por último, no habiéndose verificado irregularidad registral alguna, corresponde
también rechazar la multa peticionada con sustento en lo normado por el art. 1 de la Ley
25.323.
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del 20 de abril de 2010, corresponde desestimar el pedido de actualización monetaria que
formula el demandante en el inicio. Por lo demás, no cabe atender el reproche
constitucional articulado respecto de las normas que vedan aquélla porque, sin perjuicio
del esfuerzo dialéctico que exhibe el escrito inaugural, su postura que, en definitiva, no se
funda en un agravio concreto y actual sino en un hipotético escenario futuro, extremo que
signa su suerte adversa.
IV. Dado el resultado del pleito corresponde se declaren las costas a cargo de la
demandada (conf. art. 68 del C.P.C.C.N.).
Para regular los honorarios del profesional intervinientes en la causa consideraré el
monto del asunto, el valor, motivo, la complejidad y novedad de la cuestión planteada, la
responsabilidad que de las particularidades del caso pudiera derivarse para el profesional,
el resultado obtenido, la probable trascendencia de la resolución a que se llegase, para
futuros casos; la trascendencia económica y moral que para el interesado reviste la
cuestión en debate y -muy especialmente- el mérito e importancia de la labor desarrollada
por los profesionales y las etapas de las que se trate. Asimismo, recuerdo que, no se puede
identificar monto del reclamo con valor del litigio, pues ello podría llevar a situaciones
totalmente ajenas a la realidad (conf. C.N.A.T., Sala I, Sent. nº 60.998 del 24/3/92).
Por lo tanto los honorarios correspondientes a la actuación y patrocinio letrado de
la parte actora y de la demandada ascenderán a las sumas de $.- y $.-, respectivamente,
todas calculadas a valores del presente pronunciamiento (conf. art. 38 de la L.O.; ley
27.423).
Al monto resultante de honorarios quien sea obligado al pago le adicionará al
depósito de aquéllos la suma del Impuesto al Valor Agregado (IVA); que debe afrontar
por tratarse de un tributo indirecto trasladable por un servicio que, de otro modo, gravaría
a quien no tiene a cargo su pago (conf. C.S.J.N. en autos “Compañía General de
Combustibles S.A. s/ recurso de apelación”, C. 181 XXIV del 16/6/93; a cuyos
fundamentos remito a mayor brevedad).
Por todo lo expuesto, FALLO: 1) Hacer lugar a la demanda iniciada por ANGEL
TOLAY y condenar a FATE S.A.I.C.I. a pagarle, dentro de los CINCO (5) días, por
depósito en autos, la suma de $639.094,40 (PESOS SEISCIENTOS TREINTA Y
NUEVE MIL NOVENTA Y CUATRO CON CUARENTA CENTAVOS), con los
intereses indicados en el considerando respectivo. 2) Costas a la demandada que incluirán
la obligación de ésta de reintegrar al Fondo de Financiamiento de la ley 24.635 los
honorarios básicos correspondientes al conciliador laboral actuante en la etapa preliminar
(art. 13 ley 24635). 3) Regular los honorarios de la actuación letrada de la parte actora y
de la demandada en las sumas de $ 495.055 ( 55 UMA)- y $ 459.051 (51 UMA).-,
respectivamente, todas calculadas a valores del presente pronunciamiento.
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Regístrese, notifíquese y, previa intervención del Ministerio Público Fiscal,
archívese.
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