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ERNESTO FORERO VARGAS

Magistrado ponente

SL128-2019
Radicación n.° 61339
Acta 02

Bogotá, D. C., treinta (30) de enero de dos mil


diecinueve (2019).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


PROACTIVA AGUAS DE TUNJA S.A. ESP contra la
sentencia proferida por la Sala de Descongestión Laboral
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, el 29
de junio de 2012, en el proceso ordinario laboral que
instauró GUILLERMO HUMBERTO CHIQUILLO RAMÍREZ
contra la recurrente.

I. ANTECEDENTES

Guillermo Humberto Chiquillo Ramírez llamó a juicio a


Proactiva Aguas de Tunja, con el fin de que declare que
entre las partes existió un contrato de trabajo a término fijo
desde el 5 de noviembre de 1996 hasta el 5 de septiembre
de 2008, que feneció de forma unilateral por parte de la

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demandada sin mediar justa causa violando su estabilidad


laboral y que no ha existido solución de continuidad. En
consecuencia, deprecó se condene a la demandada a
reintegrarlo al cargo que desempeñaba o a uno de igual o
mejor categoría; a pagar los salarios y prestaciones dejadas
de percibir, junto con la corrección monetaria; lo que
resulte probado ultra o extra petita y las costas del proceso.

En subsidio, pretendió se declarara que el contrato de


trabajo fue prorrogado en múltiples ocasiones desde el 5 de
mayo de 1997; que para el 5 de noviembre de 1998 se
prorrogó por un año, de forma indefinida; y que la
accionada no canceló la indemnización correspondiente
como lo establece el artículo 64 del CST. Como
consecuencia de las anteriores declaraciones, pretende se
condene a la demandada a pagar el valor restante de la
indemnización por la terminación del contrato de trabajo
sin justa causa, y la correspondiente al accidente laboral
ocurrido el 4 de octubre de 1997; los intereses moratorios;
lo que resulte probado ultra o extra petita y las costas del
proceso.

Fundamentó sus peticiones principales, básicamente,


en que suscribió un contrato de trabajo a término fijo con
“SERA.Q.A. TUNJA ESP S.A.” el 5 de noviembre de 1996 por
un periodo de 6 meses, el cual fue prorrogado
indefinidamente conforme lo dispone el artículo 45 y
siguientes del CST; indicó que se desempeñó como plomero,
que sufrió un accidente de trabajo el 4 de octubre de 1997
que le generó «acortamiento de su pierna izquierda en

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cantidad de siete (7) centímetros con múltiples osteosíntesis»,


dejándolo imposibilitado para desempeñar sus funciones,
razón por la cual fue reubicado en el cargo de inspector de
alcantarillado.

Narró que el 5 de septiembre de 2008 la llamada a


juicio, quien fue sucesora de la empresa de SERA. Q.A.
TUNJA ESP S.A, terminó el contrato de trabajo vulnerando
la estabilidad laboral reforzada que lo cobijaba; que en el
examen de egreso el doctor Ricardo Castillo Monroy indicó
en su dictamen que: «se requiere verificar que el antecedente
de A.T. haya terminado su proceso de calificación e
indemnización según lo reporta el trabajador para
continuar el egreso del mismo», quedando así
condicionada su desvinculación, y que a pesar de lo
recomendado por el médico tratante, la empleadora le pagó
una liquidación sin haber obtenido el resultado del examen
de egreso.

Resaltó que, para la fecha de terminación del contrato


de trabajo su estado de salud seguía decayendo y que había
prestado sus servicios a la demandada por 12 años. Por lo
expuesto, indicó que la convocada a juicio terminó la
relación laboral de forma unilateral e injustificada, sin
cancelarle la indemnización correspondiente.

Como supuestos fácticos de las súplicas subsidiarias,


reiteró los extremos de la vinculación, la modalidad
contractual, así como las prórrogas ya comentadas y que, a
partir de la tercera de éstas, «debió seguirse ejecutando por

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términos de un año en forma indefinida», a pesar de lo


cual no se reconoció la indemnización en forma completa.
Iteró el hecho relativo al accidente laboral que padeció,
sus consecuencias y cómo ocurrió el mismo, junto con la
reinstalación de que fue objeto por virtud del accidente y su
limitación funcional y que luego de terminado su nexo
laboral, la accionada lo remitió para la práctica del examen
médico de egreso, donde se dejó consignado, como ya se
indicó, la necesidad de verificar la culminación de
calificación e indemnización por el accidente para continuar
con «el egreso del mismo», condicionando su desvinculación.

Finalmente, adujo que su situación de salud por el


accidente de trabajo no había mejorado y que, a pesar de su
edad, 58 años, fue terminado su contrato de trabajo en
forma unilateral, sin ninguna consideración, además de
injusta.

Al dar respuesta a la demanda, la parte accionada se


opuso a las pretensiones principales y subsidiarias, excepto
a la declaración referente a que el contrato de trabajo del
demandante fue prorrogado conforme al artículo 46 del
CST, modificado por el 3° de la Ley 50 de 1990 y que se
prorrogó en forma indefinida.

En cuanto a los hechos, dio por ciertos los


relacionados con el contrato de trabajo celebrado, la
prórroga del mismo, que el demandante sufrió un accidente
de trabajo el 4 de octubre de 1997, que fue debidamente
registrado, y le causó acortamiento de su pierna izquierda.

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Señaló como parcialmente cierto que dio por terminada la


relación contractual, aclarando que canceló la
indemnización conforme el artículo 64 del CST. Respecto de
los demás supuestos fácticos indicó que no eran ciertos.

En su defensa propuso la excepción previa de no


comprender la demanda todos los litisconsortes necesarios,
la cual fue denegada en la primera audiencia de trámite (f. os
70 a 76), y de fondo las de no procedencia de la
reinstalación pretendida, por cuanto el demandante se
encuentra en condiciones superlativas en su actual cargo;
inexistencia de la obligación a cargo de la demandada, de
cancelar salarios y prestaciones dejados de percibir, ni
reliquidación de la indemnización otorgada; inexistencia de
la sanción moratoria; inexistencia de la obligación de
responder por prestaciones económicas a cubrir por el
sistema de riesgos profesionales.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Primero Laboral del Circuito de Tunja, al


que correspondió el trámite de la primera instancia,
mediante fallo del 26 de enero de 2011, resolvió:

Primero: DECLARAR que la terminación del contrato de trabajo


que vinculó a GUILLERMO HUMBERTO CHIQUILLO RAMÍREZ y
PROACTIVA AGUAS DE TUNJA S.A. E.S.P. es INEFICAZ
atendiendo los razonamientos expuestos en la parte motiva de
esta providencia.

Segundo: Como consecuencia de la anterior declaración.


CONDENAR a la demandada PROACTIVA AGUAS DE TUNJA
S.A. E.S.P. a REINTEGRAR al señor GUILLERMO HUMBERTO
CHIQUILLO RAMÍREZ, al cargo que ocupaba (Inspector de

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Alcantarillado), o en un cargo apto para lograr su desempeño


laboral adecuado y compatible con su con sus (sic) pérdida de la
capacidad laboral, para cuyo efecto deberá asesorarse y contar
con la asistencia de la Administradora de Riesgos Profesionales
respectiva.
Tercero: CONDENAR a PROACTIVA AGUAS DE TUNJA S.A.
E.S.P., a PAGAR al señor GUILLERMO HUMBERTO CHIQUILLO
RAMÍREZ, el equivalente a ciento ochenta (180) días de salario,
por el hecho de haberlo despedido sin autorización del Ministerio
de la Protección Social (indemnización sancionatoria), así como
los salarios y prestaciones sociales dejadas de devengar desde
el momento del despido y hasta la fecha en que se verifique el
reintegro, así como los aportes a Seguridad Social
correspondientes.

Cuarto: DECLARAR sin solución de continuidad alguna el


contrato de trabajo que vincula a las partes.

Quinto: NEGAR las restantes pretensiones de la demanda, por


lo expuesto en la parte motiva de esta providencia.

Sexto: DECLARAR sin mérito alguno las excepciones perentorias


propuestas por la demandada, conforme los razonamientos que
preceden.

Séptimo: Costas a cargo de la parte demandada. En la


liquidación que efectuará la Secretaría, inclúyase la suma de $
1.500.000 como agencias en derecho (artículo 19 Ley 1395 de
2010 y Acuerdo 1887 del 26 de junio de 2003, de la Sala
Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura).

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala de Descongestión Laboral del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Bogotá, mediante sentencia
del 29 de junio de 2012, en conocimiento del recurso de
apelación interpuesto por Proactiva Aguas de Tunja S.A.
ESP, confirmó la sentencia del a quo y condenó en costas al
recurrente.

En lo que en estrictez interesa al recurso


extraordinario, el ad quem centró el problema jurídico en
determinar, si el demandante al momento de su despido se

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encontraba con alguna limitación física y si era beneficiario


de la protección contenida en la Ley 361 de 1997.

Como preceptos normativos para llevar a cabo su


estudio, memoró los artículos 62 del CST, el 52 de la Ley
962 de 2005, el 26 de la Ley 361 de 1997 y, apartes de las
sentencias T-1040 de la Corte Constitucional y CSJ SL,
2009, rad. 35606.

Indica, que no existe discusión frente a la existencia


del contrato de trabajo celebrado y los extremos temporales.
Resaltó que la demandada aceptó que la terminación de la
relación laboral se dio de forma unilateral y sin justa causa,
así mismo que canceló la respectiva indemnización y que la
causal de terminación del contrato de trabajo no fue el
estado de incapacidad del actor, ya que no conocía su
situación.

Advierte esa Corporación, que para que el actor se


hiciere acreedor de la indemnización contenida en el
artículo 26 de la Ley 361 de 1997, debe demostrar que
cumple con los siguientes supuestos: i) limitación
moderada, con una pérdida de la capacidad laboral (PCL)
entre el 15% y el 25%; limitación severa, entre el 25% y el
50%; o una limitación profunda, que fuere mayor de 50%
del PCL. ii) que el empleador conozca el estado de salud y iii)
que el motivo por el cual se termine la relación contractual
sea la limitación física del actor, y se dé sin previa
autorización del Ministerio de Protección Social.

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Frente a los dos primeros presupuestos exigidos por la


ley, señaló que no hay controversia frente a los mismos, ya
que el accidente de trabajo se encuentra respaldado por un
informe del empleador visible a folio 107, y que en la
calificación realizada por la Junta Regional de Calificación
de Invalidez se estableció una pérdida de la capacidad
laboral PCL del 56,58%.

Al referirse al tercer punto, es decir, si el empleador


dio por terminada la relación laboral por la situación en la
que se encontraba el trabajador, arguye que la presunción
contenida en el artículo 26 de la mencionada ley no es de
derecho y, por tanto, la convocada a juicio debió acreditar
de forma objetiva que el despido no se generó por la
invalidez del accionante.

Señaló que, si bien el empleador permitió que el


demandante continuara trabajando por más de diez años
luego de ocurrido el accidente de trabajo, ello no da certeza
de que la terminación del vínculo laboral no se hubiera
producido por la incapacidad del actor, como pretende el
apelante que se entienda. Al contrario, debió probar las
razones por las que se terminó la relación contractual y a
su vez solicitar autorización del inspector del trabajo.
Arguyó que el demandado no cumplió con lo mencionado,
resultando ineficaz la desvinculación del actor.

En conclusión, advirtió que actor estaba amparado por


el fuero de estabilidad laboral reforzada originada en el
artículo 26 de la Ley 361 de 1997.

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IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por el demandado, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende el recurrente que la Corte case la sentencia


impugnada, para que, en sede de instancia, revoque la
proferida por a quo y absuelva a la demandada de las
pretensiones incoadas en su contra.

En subsidio solicita:

case la sentencia acusada respecto de las condenas que


involucran los conceptos de reintegro, pago de aportes al Sistema
de Seguridad Social Integral y de reconocimiento de salarios y
prestaciones sociales causados desde el momento del despido
hasta el momento de la reinstalación en el empleo, así como en lo
que hace con las declaraciones que envuelve en el sentido de que
el despido del demandante fue ineficaz y de que entonces éste se
mantiene sin solución de continuidad, y que no la case en lo
restante, para que una vez hecho ello y luego actuando como
Tribunal de Instancia revoque los ordinales Primero, Segundo,
Tercero —aunque este ordinal sólo en lo que hace a la condena
del pago de aportes y de salarios y prestaciones causados
durante el tiempo en que el trabajador permaneciere cesante—,
Cuarto y Sexto del fallo de primera instancia, para en su lugar
confirmar la condena impuesta a la entidad demandada a
pagar al actor ciento ochenta (180) días de salario a título de
indemnización por despido sin justa causa, aunque descontando
los 59 días pagados con su liquidación final (folio 9), así como lo
dispuesto en el ordinal Quinto de dicha decisión con la provisión
que corresponda en materia de costas. (Subraya y negrilla
del texto).

Con tal propósito formula tres cargos, por la causal


primera de casación, debidamente replicados, que resolverá

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en el orden planteado, pero el segundo y tercero en forma


conjunta por perseguir igual fin y complementarse su
argumentación.

VI. CARGO PRIMERO

Denuncia la «aplicación indebida del artículo 26


de la Ley 361 de 1997», en concordancia con lo dispuesto
en los artículos 5° ibídem y 7° del Decreto 2463 de 2001, en
relación con los artículos 13, 20, 47 y 54 constitucionales;
artículo 16 del Decreto 2351 de 1965; artículos 19, 46,
subrogado por el artículo 3° de la Ley 50 de 1990, 62 -
literal b), 64 modificado por el artículo 28 de la Ley 789 de
2002), 127, 186, 249 y 306 del CST; artículos 6°, 7° - aparte
A), numeral 15 -, 8° y 16 del Decreto 2351 de 1965;
artículos 38 y 41 de la Ley 100 de 1993; artículos 1°, 5°, 24,
31 y 37 de la Ley 361 de 1997; 4° y 8° de la Ley 776 de
2002; 52 de la Ley 962 de 2005; 177, 198, 305 y 306 del
CPC, y 50, 51, 60, 61 y 145 del CPTSS.

Afirma que la transgresión normativa alegada ocurrió


como consecuencia de los siguientes dislates fácticos:

1) Dar por demostrado que el demandante continuó al servicio de


la demandada durante más de diez (10) años contados a partir
del accidente de trabajo que le ocasionó la pérdida de su
capacidad laboral y que durante dicho período fue promovido a
un cargo de mayor jerarquía del que tenía inicialmente; pero al
mismo tiempo inferir que su despido fue discriminatorio en
cuanto que fue causado por la citada limitación física.

2) No dar por demostrado, siendo evidente, que si la empleadora


hubiese querido discriminar al trabajador por su menoscabo
físico lo habría hecho en el tiempo subsiguiente al de la
ocurrencia del accidente de trabajo y/o al de la fecha en la cual

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se estructuró la pérdida de su capacidad laboral (09/03/98) y


no casi once (11) años después de sucedido tal percance y/o de
la fecha en la cual se estructuró su discapacidad (09/03/98).

3) No dar por demostrado, estándolo, que durante los cerca de


once años subsiguientes al momento en el que sufrió un
accidente de trabajo y/o de la fecha en la cual se estructuró la
pérdida de su capacidad laboral (09/03/98), el señor
GUILLERMO HUMBERTO CHIQUILLO RAMIREZ (sic) mantuvo su
empleo en Proactiva Aguas de Tunja S.A. desempeñándose con
idoneidad y suficiencia, realidad que le mereció reconocimientos
varios por su nivel de compromiso y de cumplimiento, lo cual
naturalmente conduce a concluir que la entidad demandada no
terminó su contrato de trabajo por un motivo discriminatorio
contra su estado de salud o su discapacidad.

4) No dar por demostrado, siendo evidente, que no existió ningún


nexo causal entre la merma en la salud del demandante y la
terminación de su contrato de trabajo, realidad confirmada por el
hecho notorio de haber mantenido al trabajador en su empleo
durante casi once años contados a partir del momento en que se
estructuró la pérdida de su capacidad laboral y de estar éste
actualmente desempeñándose en otro empleo, lo cual contradice
la consideración de su minusvalía laboral.

Indica que esos yerros se presentaron ante la


«apreciación errónea de la demanda y de su respuesta (folios
14 a 24 y 50 a 67, respectivamente), del contrato de trabajo
suscrito por las partes, de la comunicación mediante la cual
se terminó y de la liquidación final de prestaciones sociales
(folios 2 y 35, 4 y 9 y 36, respectivamente) y del dictamen
rendido por la Junta Regional de Calificación de Invalidez,
(folios 122 a 126)»; e igualmente por «falta de apreciación de
los documentos de los folios 44 a 48».

En demostración de su ataque, memora el raciocinio


probatorio efectuado por el ad quem, esencialmente de las
que considera fueron pruebas mal estimadas, aceptando
que los presupuestos fácticos de la controversia
determinada por la segunda instancia, fueron:

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(i) que las partes suscribieron un contrato de trabajo vigente


entre el 5 de noviembre de 1996 y el 5 de septiembre de 2008 —
folios 4, 14 a 24, 35 y 36 y 50 a 67—, (ii) que el demandante
sufrió un accidente de trabajo cuyas consecuencias se tradujeron
en la pérdida de su capacidad laboral, estructurada a partir del
día 9 de marzo de 1998 —folios 122 a 126—, y (iii) que la
empleadora dio por terminada la relación con el actor al
despedirlo sin justa causa y mediante el pago de la
correspondiente indemnización —folios 4 y 9—. Basta leer la
demanda y su contestación, para advertir que las partes
reconocen la existencia de estos hechos. ¿Por qué? Simple y
llanamente porque todos ellos se conforman con la realidad de lo
sucedido.

Sin embargo, señala que «una cosa es ver estos hechos


y las pruebas que los acreditan en forma escueta y simple y
otra cosa es apreciar unos y otras en conjunto y de manera
armónica, porque justamente es esa manera de estudiarlos
la única que garantiza la formación de un convencimiento
plausible», por lo que la inferencia en el sentido de que la
terminación del contrato del demandante obedeció a un
motivo «protervo y discriminatorio es manifiestamente
maquinal», por lo siguiente:

Porque si se hubiera apreciado en forma atinada el


contrato de trabajo que ató a las partes (f.° 4) y la
comunicación mediante la cual se extinguió ese vínculo
(folio 9), habría deducido que el actor laboró para la entidad
accionada por espacio de once (11) años y diez meses, lo
que por sí sola permite deducir que la accionada «honró el
derecho a la estabilidad laboral de su trabajador durante
muchísimos años, por lo que sugerir que el hecho de pagarle
una indemnización para despedirlo era atentatorio de sus
derechos, carece de toda sindéresis», lo que desvirtúa que la
terminación del contrato de trabajo fue una reacción contra

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su disminución física, dado que la carta de fenecimiento de


dicho nexo de fecha 5 de julio de 2008, permitía inferir,
que si la empleadora hubiese querido discriminar al
trabajador por su menoscabo físico, lo habría hecho en el
tiempo subsiguiente al de la ocurrencia del accidente
laboral o desde que se estructuró la pérdida de su
capacidad laboral «y no casi once (11) años después de
sucedido tal percance y/o de la data en la cual se consolidó
la discapacidad».

Los documentos de los folios 44 a 48, también dejados


de valorar por el ad quem, demuestran que la demandada,
aparte de mantener en su empleo al demandante y de
mejorarle sus condiciones durante más de diez años, le hizo
varios reconocimientos por su desempeño y compromiso,
actos que sólo podían mirarse como un proceder respetuoso
con la Constitución Nacional y en manera alguna podrían
conducir a la descalificación de su conducta.

Adujo que el hecho de terminar el contrato con el pago


de la correspondiente indemnización, después de más de
diez años de haberse estructurado la pérdida de su
capacidad laboral, demostraba un proceder legítimo y no
discriminatorio contra la mengua física del actor, como lo
aseveró el juez plural y que de acuerdo con los límites del
principio de estabilidad reforzada para trabajadores
discapacitados, la jurisprudencia constitucional señalaba
que al demandante le correspondía «demostrar
sumariamente que su despido fue consecuencia de su
deterioro de salud» (negrilla y subraya del texto), lo que no

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se efectuó y que debía existir un nexo causal entre la


afectación de la salud y la terminación del contrato, sin que
fuera posible, en ausencia de la prueba aludida, que se
presumiera que el despido fue discriminatorio.

Para terminar, consignó varios raciocinios que pide a


la Corte tenerlos en consideración en sede de instancia y
que recogen su pensamiento sobre la protección y las
facultades del empleador en casos como el presente, para
reafirmar que cuando la desvinculación del trabajador no
tiene relación de causalidad alguna con el deterioro de la
salud, el despido que la ley instituye mediante el pago de
una indemnización, es perfectamente legítimo y no puede
ser censurable.

VII. RÉPLICA

Luego de referir la conclusión real que a juicio de la


censura debió efectuar el ad quem, para no haber incurrido
en el dislate fáctico que se endilga, señala las
características que debía tener un yerro para fundar con él
un ataque por la senda indirecta y que lo que el recurrente
planteaba era en verdad, «más bien una discusión entre lo
que en su sentir debieron ser las conclusiones del Juzgador
luego de la valoración de esas pruebas y lo que para él
significa el hecho de que la empresa demandada haya
mantenido al trabajador por espacio de más de diez años
luego del Accidente de Trabajo».

Relievó que en todo caso la segunda instancia dedujo

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de la totalidad de los documentos que, además de que no


había una causa justa para la terminación del contrato de
trabajo del demandante, el empleador no tramitó la
autorización del Ministerio de la Protección Social para
consolidar una causa justificativa de su proceder, lo cual
tornaba ineficaz el despido y hacia inexistente el supuesto
error de hecho.

Adujo que la cita de las sentencias CC C-531 de 2000,


T-198 de 2010 y T-116 del 2013, a las que aludió el
casacionista, se reconocía que la imposibilidad para el
trabajador de probar el nexo de causalidad entre su estado
de salud y el despido o la terminación del contrato laboral,
el hecho de que un empleador despida sin justa causa y sin
el permiso de ente gubernamental a un empleado en
condición de debilidad manifiesta, permite presumir que la
causa del despido fue tal situación y aunque el trabajador
debe aportar, por lo menos prueba sumaria de este hecho,
el empleador tenía que probar que la razón del despido no
tuvo ninguna conexión con la merma en la salud del
trabajador y no invertir la carga de la prueba en el
demandante, obligando a éste a un imposible, esto es,
demostrar lo contrario y que no acreditó tampoco la
demandada la existencia de razones objetivas a través de la
invocación de una justa causa de las enlistadas en el
artículo 62 del Código Sustantivo del Trabajo, sino, por el
contrario, la determinación unilateral e injustificada.

Respecto de la supuesta falta de apreciación de los


documentos de los folios 44 a 48, como de la apreciación

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errónea de la demanda, de su contestación, del escrito de


terminación del contrato de trabajo y de la liquidación final
de prestaciones sociales que alega la censura, señaló que
una cosa es la conclusión que el censor efectúa desde su
punto de vista y otra muy distinta la que el Tribunal extrajo
al amparo del principio de la unidad de la prueba, artículo
187 del CPC, recordando las conclusiones de esa
Corporación sobre su estado de limitación física y la fecha
de estructuración; que el debate judicial estuvo en torno a
la forma como se terminó la relación de trabajo; que el nexo
de causalidad entre el estado de salud a consecuencia del
accidente de trabajo y el despido o terminación unilateral
del contrato por parte de la accionada, se presume cuando,
entre otras cosas, no existe una causa justa de terminación,
agravada por la ausencia de una autorización del Ministerio
de la Protección Social, sin que esté en discusión en el
proceso si existe una causa justa o no de la extinción del
contrato de trabajo.

Dijo además, que era inaceptable que al ad quem se le


endilgara error de hecho por haber inferido que el despido
se debió a la condición física del trabajador, si estaba
probado según el recurrente, que a aquél se le respetó su
estabilidad laboral por espacio de más de diez (10) años
contados desde el accidente de Trabajo o, en todo caso,
desde la estructuración de la discapacidad, (9 de marzo de
1998), puesto que esa manera de razonar del recurrente:

[…] pareciera prohijar que una manera de burlar un


imperativo legal como el del artículo 26 de la Ley 361 —la
obligación de buscar la autorización Estatal para despedir

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a un trabajador protegido por la estabilidad laboral


reforzada— consistiría en permitir que éste continúe
laborando por un espacio de tiempo determinado, y
después terminarle, sin más, su contrato de trabajo
unilateral e injustificadamente, sin que sea menester en
tal caso cumplir el deber de pedir la autorización de la
correspondiente oficina del trabajo. (Negrilla y subraya
original).

Indicó que precisamente si al actor, pese a su


condición de limitado físico, se le exaltó por sus excelentes
oficios al servicio de la empresa demandada, eso
demostraba que su desenvolvimiento laboral no tenía por
qué terminar en la forma como lo hizo la pasiva y que
debieron esgrimirse razones objetivas para ponerle fin al
vínculo.

VIII. CONSIDERACIONES

Atendiendo el sendero de ataque escogido, corresponde


a la Corte estudiar los medios de persuasión denunciados,
a pesar de que la censura ataca también algunas piezas
procesales, sobre las que finalmente acepta, luego de citar
algunos apartes de la sentencia gravada, que: «Como se
desprende del análisis probatorio hecho por el sentenciador,
el fallo acusado se fundamenta, esencialmente, en las
pruebas que se denuncian como mal valoradas», (subraya la
Corte).

Así las cosas y al centrarse el ataque y su


demostración en las pruebas consistentes en el contrato de
trabajo (f.°4), la carta de terminación del mismo (f.° 9), en
verdad son los folios 2 y 4 respectivamente, los documentos

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de folios 44 a 48 y los de folios 122 a 126, la Sala abordará


en el mismo orden el estudio de cada uno de esos medios de
convicción.

1. Contrato de trabajo (f.° 2).

Sobre esta prueba, que fue inapreciada por el ad


quem, según la censura, demostraría que «Proactiva Aguas
de Tunja S.A. E.S.P. honró el derecho a la estabilidad laboral
de su trabajador durante muchísimos años, por lo que
sugerir que el hecho de pagarle una indemnización para
despedirlo era atentatorio de sus derechos, carece de toda
sindéresis.».

Debe relievarse que, en rigor, el juez plural sí tuvo en


consideración este elemento de prueba del que se duele el
recurrente, puesto que no de otra forma hubiera podido
afirmar «que no es objeto de impugnación la existencia del
contrato que vinculó a las partes»; pero sin embargo, al
descender al contenido de la aludida prueba, la Corte
encuentra objetivamente que en ella, además de los
elementos propios y característicos de un contrato de esa
naturaleza, esto es, el nombre de quienes lo suscriben, la
condición en la que actúan, el servicio contratado y lugar de
su prestación, las funciones, la jornada, la retribución al
trabajador, las justas causas para terminar el contrato, su
duración, el periodo de prueba y la fecha de su suscripción,
no existe elemento alguno en su contenido que permita
inferir que la accionada «honró el derecho a la estabilidad
laboral de su trabajador durante muchísimos años, por lo

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18
Radicación n.° 61339

que sugerir que el hecho de pagarle una indemnización para


despedirlo era atentatorio de sus derechos, carece de toda
sindéresis», puesto que ese sólo medio de prueba ni siquiera
logra acreditar la fecha de su extinción, como para de allí
poder encontrar soporte para el número de años que estuvo
vigente después de la limitación física que sufrió el actor y
con base en ellos colegir, que al haber estado vigente se
respetó por la accionada su estabilidad.

Pero además, aun si en gracia de discusión se


aceptara que este documento acredita que durante su
vigencia la demandada «honró el derecho a la estabilidad
laboral de su trabajador durante muchísimos años», lo cierto
es que el debate no está centrado, en si durante la
existencia de la relación laboral se cumplió o no con esa
obligación, sino, que al momento de su extinción en forma
unilateral se desconoció esa garantía foral, que fue lo que
llevó a la segunda instancia a determinar como objeto de la
impugnación, «si el vínculo culminó por decisión unilateral de
la empleadora en razón a la condición de discapacidad
registrada por el demandante y si a éste lo amparaba la ley
361 de 1997, como lo indicó el juzgado de conocimiento»,
además que el fuero de salud no tiene un término mínimo
de duración, ni se extingue su protección con el simple
transcurrir del tiempo.

2. Carta de terminación del contrato de trabajo (f.°


4).

Tal como ocurrió con el contrato de trabajo que se

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19
Radicación n.° 61339

acabó de analizar, el Tribunal sí tuvo en cuenta para


resolver este conflicto la aludida carta de terminación que
dice la censura fue inobservada, puesto que el ad quem
concluyó que «era menester evidenciar razones objetivas
para romper el vínculo», por lo que, para poder llegar a esa
determinación, tuvo que acudir a la prueba que acreditara
cuál fue el motivo esgrimido, que como quedó definido fue
la decisión unilateral e injusta por parte del empresario.
Aun así, si se aceptara que fue desestimada por el juez de
apelaciones, lo cierto es que ese documento no prueba nada
distinto a la decisión unilateral e injusta del empleador de
finiquitar el contrato con el pago de una indemnización.

3. Documentos de folios 44 a 48, reconocimientos


por ser el funcionario del mes.

Los cinco documentos aludidos que se acusan de mal


valorados, tienen en común los reconocimientos que le hizo
la accionada al demandante por el desempeño en su trabajo
en los meses de febrero de 2002, julio de 2003, julio de
2004 y marzo y agosto de 2005. El análisis de dichas
documentales no muestra sino esa circunstancia, esto es
que se le efectuaron los reconocimientos por su trabajo en
ejecución del contrato, más sin embargo, por si solas tales
documentales no reflejan lo verdaderamente acaecido a la
terminación del vínculo, lo cual no contribuye a darle la
razón al casacionista.

4. Documentos de folios 122 a 126. Carta remisoria


del dictamen y el experticio de fecha 21 de octubre de 2010.

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20
Radicación n.° 61339

De antaño, la Corte ha señalado en forma por demás


pacífica que, para poder estructurar un cargo por la senda
indirecta, únicamente se puede acudir a las denominadas
pruebas calificadas que están contenidas en el artículo 7°
de la Ley 16 de 1969, esto es el documento auténtico, la
inspección judicial y la confesión. De conformidad con lo
anterior, no es posible técnicamente formular un ataque en
casación con fundamento en una prueba pericial, como a la
que acudido la censura, lo que impide el estudio de dicho
medio de convicción, sobre el que además, fue referido por
la recurrente únicamente para señalar que con base en la
fecha de estructuración de la pérdida de la capacidad
laboral allí contenida y la del despido, se demostraba que
no existió nexo alguno entre dicha limitación física y el
«finiquito contractual», afirmación que no encuentra
respaldo, dado que precisamente la existencia de esa
merma laboral y la determinación unilateral e injusta de la
accionada de extinguir el vínculo contractual laboral del
actor, sin alegar razones objetivas, determinaron la
violación de la garantía foral de que trata el artículo 26 de
la Ley 361 de 1997.

Es por todo lo anterior que el cargo se desestima.

IX. CARGO SEGUNDO

Se acusa al ad quem de haber interpretado


erróneamente el artículo 26 de la Ley 361 de 1997, en
concordancia con lo dispuesto en los artículos 5° ibídem y

SCLAJPT-10 V.00
21
Radicación n.° 61339

7° del Decreto 2463 de 2001 y en relación con los artículos


13, 20, 47 y 54 de la CN; artículos 16 del Decreto 2351 de
1965; 19, 46, subrogado por el artículo 3° de la Ley 50 de
1990; 62 -literal b); 64, modificado por el artículo 28 de la
Ley 789 de 2002; 127, 186, 249 y 306 del CST; 6° y 7° -
aparte A), numeral 15, artículo 8° y 16 del Decreto 2351 de
1965; 38 y 41 de la Ley 100 de 1993; artículos 1°, 5°, 24,
31 y 37 de la Ley 361 de 1997; 4° y 8° de la Ley 776 de
2002; 52 de la Ley 962 de 2005; 177, 198, 305 y 306 del
CPC, y 50, 51, 60, 61 y 145 del CPTSS.

Dice la censura que el yerro jurídico del juez de alzada


consistió en:

[…] entender que basta con la pérdida de la capacidad


laboral de un trabajador para que, en el caso de la
terminación de su contrato, se pueda predicar la
existencia de un despido discriminatorio a menos que
se cuente con la autorización previa del Ministerio
de la Protección Social» (negrilla y subraya original).
Así mismo, en señalar que: «propagó la idea de que
dicha descalificación procede con independencia de que
exista conexión respecto de la discapacidad del
demandante a no ser que se haya obtenido el
beneplácito del Ministerio de la Protección Social»
(negrilla y subraya del texto).

A renglón seguido se pregunta, cuándo y frente al


derecho a la salud se podía afirmar que la terminación de
un contrato de trabajo comportaba un proceder
discriminatorio, señalando varias posibles respuestas, como
cuando la afectación a la salud «es leve y/o reversible y/o
no altera la productividad en forma significativa y el patrono,
a pesar de tales circunstancias, priva al trabajador de su

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61339

empleo», o cuando se acude a un modo genérico o causa


legal para terminar el contrato de trabajo, o cuando el
despido esté legitimado por la ocurrencia de una justa
causa, por cuanto la presunción de discriminación
quedaba infirmada.

Memoró jurisprudencialmente el alcance la protección


de la estabilidad laboral reforzada por razones de salud
citando algunos partes de las sentencias CC T-198 de 2010
y T – 116 de 2013, según las cuales la terminación del
contrato de un trabajador que ha padecido una mengua en
su capacidad laboral, sólo puede presumirse como acto
discriminatorio cuando se produce como reacción
subsiguiente a la estructuración de la correspondiente
minusvalía, invalidez o discapacidad.

Por último, refiere algunos raciocinios que pide a la


Corte tenerlos en consideración en sede de instancia y que
recogen su pensamiento sobre que al haber prestado
servicios el actor a la demandada por casi once años,
después de haberse estructurado la pérdida de la capacidad
laboral y haberlo incluso promovido laboralmente, se debía
reconocer que no hubo nexo causal entre el despido y la
disminución de su estado de salud, esto es, que dicha
terminación no fue discriminatoria.

X. RÉPLICA

Señala que la jurisprudencia nacional, a partir de la


sentencia CC C-531 de 2000, ha decantado que es al

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Radicación n.° 61339

empleador a quien le corresponde demostrar que la razón


del despido del trabajador no tiene ninguna conexión con la
limitación física.

Luego de formularse algunos cuestionamientos, afirma


que desde el escrito del 5 de septiembre de 2008, por el cual
la empresa empleadora informa su decisión de dar por
terminado el vínculo laboral, adujo que lo hacía con
fundamento en el artículo 64 del CST, por lo que para esa
data la empresa no contaba con una justa causa para
extinguir unilateralmente el contrato, decisión que fue
acreditada por el actor y por el contrario, en ningún
momento la demandada tramitó, y menos obtuvo, el
correspondiente permiso estatal, estando latente la
presunción mencionada, de que el despido fue con ocasión
de las condiciones de debilidad manifiesta del trabajador.
XI. TERCER CARGO

Acusa la sentencia de interpretar erróneamente el


artículo 26 de la Ley 361 de 1997, en concordancia con lo
dispuesto en los artículos 5° ibídem y 7° del Decreto 2463
de 2001, así como con los artículos 13, 20, 47 y 54 de la C
N; 16 del Decreto 2351 de 1965; 19, 46 subrogado por el
artículo 3° de la Ley 50 de 1990; 62 - literal b), 64
modificado por el artículo 28 de la Ley 789 de 2002; 127,
186, 249 y 306 del CST; 6°, 7° - aparte A), numeral 15 -, 8°
y 16 del Decreto 2351 de 1965; 38 y 41 de la Ley 100 de
1993; 1°, 5° 24, 31 y 37 de la Ley 361 de 1997; 4° y 8° de la
Ley 776 de 2002; 52 de la Ley 962 de 2005; 177, 198, 305 y
306 del CPC, y 50, 51, 60, 61 y 145 del CPTS

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24
Radicación n.° 61339

Inicialmente se precisó por la recurrente, que esta


acusación se proponía «en función del alcance subsidiario de
la impugnación» y que la norma denunciada no dejaba duda
en relación con la consecuencia que establecía la misma,
por despedirse a un trabajador por razón de su limitación
física o sensorial, sin contar con la previa autorización del
Ministerio del Trabajo, que no era, en caso de que el
despido hubiera sido motivado por su estado de salud, el
reintegro ordenado por el juez de apelaciones, en el pago de
los aportes al sistema de seguridad social integral, de los
salarios y de las prestaciones causadas entre el momento
del despido y el de su reinstalación efectiva, a más de la
«condena francamente confiscatoria, en el reconocimiento de
ciento (180) días de salario a título de indemnización
por el despido unilateral e injusto» (negrilla y subraya
del texto), cuando lo que prevé la disposición en comento,
es únicamente la indemnización de los 180 días referida.

Indicó que la doctrina elaborada por la Sala en casos


semejantes, prohíbe que una misma conducta se castigue
«dos o tres o cuatro veces pues semejante proceder infringiría
el principio crucial del derecho contenido en el aforismo “non
bis in ídem”».

Finalmente, refiere algunas argumentaciones para que


la Corte los considere en sede de instancia y que recogen su
pensamiento sobre los efectos sancionatorios de la Ley 361
de 1997 e insiste en que el pago de una indemnización es

SCLAJPT-10 V.00
25
Radicación n.° 61339

excluyente con el reintegro, porque «repugna a la equidad, a


la justicia y al derecho que una misma infracción pueda ser
castigada dos o más veces».

XII. RÉPLICA

Memoró que el artículo 26 de la Ley 361 de 1997 fue


objeto de control constitucional a través de la sentencia CC
C-531 de 2000, citando algunos partes de dicha
providencia, en particular del artículo 26 ibídem, y que
además de la ineficacia del despido, procede también el
reintegro con el pago de salarios y prestaciones sociales a
partir del despido o terminación del contrato, junto con el
pago del equivalente a 180 días de que trata el inciso 2° del
artículo de la ley en comento.

XIII. CONSIDERACIONES

Esta Corporación estudiará de manera conjunta los


dos embates acabados de referir, por cuanto además de
estar enderezados por la misma senda jurídica, formula
reparos sobre la interpretación de la misma disposición
normativa, aduciendo en el segundo que la terminación del
contrato de un trabajador que ha padecido una
disminución de su capacidad laboral, «sólo puede
presumirse como acto discriminatorio cuando se produce
como reacción subsiguiente a la estructuración de la
correspondiente minusvalía, invalidez o discapacidad» y en
el tercero, que el artículo 26 de la Ley 361 de 1997, no
consagra sanción distinta que la del reconocimiento y pago

SCLAJPT-10 V.00
26
Radicación n.° 61339

de la indemnización equivalente a los 180 de salario, para


cuando se despide o termina el vínculo laboral de un
trabajador, soslayando el permiso de la autoridad
administrativa.

Sobre el primer reparo interpretativo, ya esta Sala ha


tenido oportunidad de referirse al tema de la presunción y
en la sentencia CSJ SL, 25 jul. 2018, rad. 64124, enseñó:

1. Respecto de si el artículo 26 de la Ley 361 de 1997


consagró en favor del trabajador una presunción para dar por
establecido que todo fenecimiento de un contrato de un
trabajador en condición de discapacidad por parte del
empleador, lo es por razón de ella, esta Corporación en la
reciente sentencia CSJ SL, 11 abr. 2018, rad. 53394 abordó este
puntual aspecto y con el cual fijó la Sala la nueva posición
jurisprudencial, en el sentido que el despido de un trabajador en
estado de discapacidad si se presume discriminatorio,
correspondiéndole al empleador demostrar que se dio la
ocurrencia real de la causa alegada, que sea una razón objetiva
para poner fin al nexo contractual y de esta manera desvirtuar
tal presunción:

Pues bien, en líneas anteriores se explicó que las normas que


protegen a los trabajadores con discapacidad se proyectan en
las relaciones laborales en diferentes fases y,
fundamentalmente, tienen como objetivo promover la inclusión y
participación de estos, y a la postre, evitar que los ámbitos
laborales sean espacios de segregación, exclusión y distinción.

En esta dirección, la disposición que protege al trabajador con


discapacidad en la fase de la extinción del vínculo laboral tiene
la finalidad de salvaguardar su estabilidad frente a
comportamientos discriminatorios, léase a aquellos que tienen
como propósito o efecto su exclusión del empleo fundado en su
deficiencia física, sensorial o mental. Esto, en oposición, significa
que las decisiones motivadas en un principio de razón objetiva
son legítimas en orden a dar por concluida la relación de trabajo.

Lo que atrás se afirma deriva del artículo 26 de la Ley 361 de


1997, pues, claramente, en ese precepto no se prohíbe el despido
del trabajador en situación de discapacidad, lo que se sanciona
es que tal acto esté precedido de un criterio discriminatorio.
Nótese que allí se dispone que «ninguna persona limitada podrá
ser despedida o su contrato terminado por razón de su

SCLAJPT-10 V.00
27
Radicación n.° 61339

limitación», lo que, contrario sensu, quiere decir que si el motivo


no es su estado biológico, fisiológico o psíquico, el resguardo no
opera.

Lo anterior significa que la invocación de una justa causa legal


excluye, de suyo, que la ruptura del vínculo laboral esté basada
en el prejuicio de la discapacidad del trabajador. Aquí, a criterio
de la Sala no es obligatorio acudir al inspector del trabajo, pues,
se repite, quien alega una justa causa de despido enerva la
presunción discriminatoria; es decir, se soporta en una razón
objetiva.

Con todo, la decisión tomada en tal sentido puede ser


controvertida por el trabajador, a quien le bastará demostrar su
estado de discapacidad para beneficiarse de la presunción de
discriminación, lo que de contera implica que el empresario
tendrá el deber de acreditar en el juicio la ocurrencia de la justa
causa. De no hacerlo, el despido se reputará ineficaz (C-531-
2000) y, en consecuencia, procederá el reintegro del trabajador
junto con el pago de los salarios y prestaciones dejados de
percibir, más la sanción de 180 días de salarios consagrada en
el artículo 26 de la Ley 361 de 1997.

Es en tal dirección que, a juicio de la Sala, debe ser comprendida


la protección especial del artículo 26 de la Ley 361 de 1997, pues
resulta ilógico prohibir el despido del trabajador «por razón de su
limitación» y al tiempo vedarlo cuando este fundado en un motivo
ajeno a su situación. Si, la sanción tiene como propósito disuadir
despidos motivados en el estereotipo de la condición de
discapacidad del trabajador, no debería haberla cuando esté
basada en una causa objetiva demostrada. A la larga, la
cuestión no es proteger por el prurito de hacerlo, sino identificar y
comprender los orígenes o causas de los problemas de la
población con discapacidad y, sobre esa base, interpretar las
normas de un modo tal que las soluciones a aplicar no los
desborden o se transformen en otros problemas sociales.

Así las cosas, la Corte abandona su criterio sentado en la


sentencia CSJ SL36115, 16 mar. 2010, reiterada en SL35794,
10 ago. 2010, en la que se adoctrinó que el artículo 26 de la Ley
361 de 1997 no consagra una presunción legal o de derecho, que
permita deducir a partir del hecho conocido de la discapacidad
del trabajador que su despido obedeció a un móvil sospechoso .
En su lugar, se postula que el despido de un trabajador en
estado de discapacidad se presume discriminatorio, a menos que
el empleador demuestre en juicio la ocurrencia real de la causa
alegada.

[…]

Así las cosas, para esta Corporación:

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61339

(a) La prohibición del artículo 26 de la Ley 361 de 1997 pesa


sobre los despidos motivados en razones discriminatorias, lo que
significa que la extinción del vínculo laboral soportada en una
justa causa legal es legítima.

(b) A pesar de lo anterior, si, en el juicio laboral, el trabajador


demuestra su situación de discapacidad, el despido se presume
discriminatorio, lo que impone al empleador la carga de
demostrar las justas causas alegadas, so pena de que el acto se
declare ineficaz y se ordene el reintegro del trabajador, junto con
el pago de los salarios y prestaciones insolutos, y la sanción de
180 días de salario.

(c) La autorización del ministerio del ramo se impone cuando


la discapacidad sea un obstáculo insuperable para laborar, es
decir, cuando el contrato de trabajo pierda su razón de ser por
imposibilidad de prestar el servicio. En este caso el funcionario
gubernamental debe validar que el empleador haya agotado
diligentemente las etapas de rehabilitación integral,
readaptación, reinserción y reubicación laboral de los
trabajadores con discapacidad. La omisión de esta obligación
implica la ineficacia del despido, más el pago de los salarios,
prestaciones y sanciones atrás transcritas. (Subraya La Corte)

De conformidad con el criterio de esta Corporación,


resulta equivocada la tesis de la recurrente, fundada en que
«sólo puede presumirse como acto discriminatorio cuando se
produce como reacción subsiguiente a la estructuración de la
correspondiente minusvalía, invalidez o discapacidad», dado
que simplemente el despido de un trabajador en estado de
discapacidad se presume discriminatorio, que fue lo que
ocurrió en este asunto y deja sin fundamento el sustento de
la segunda acusación, como quiera que dada la senda
escogida, no está en discusión que el trabajador le fue
terminado su contrato de trabajo sin justa causa y con el
pago de una indemnización y que tenía una discapacidad,
es decir no existió una razón objetiva para poner fin al nexo
contractual.

En lo que tiene que ver con el reparo intelectivo

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 61339

contenido en el tercer cargo, esto es, que el artículo 26 de la


Ley 361 de 1997 no prevé el reintegro, el pago de salarios y
prestaciones hasta que se ordene el mismo, sino
únicamente el pago de la indemnización de 180 días de
salario, en la sentencia CSJ SL, 25 may. 2016, rad. 42306,
la Corte adoctrinó:

Por último, en torno a la procedencia del reintegro y la


indemnización de 180 días de salario, dicha consecuencia
responde a la constitucionalidad condicionada del artículo 26 de
la Ley 361 de 2007, que dispuso la Corte Constitucional en la
sentencia C 531 de 2000, según la cual la referida disposición es
exequible «…bajo el entendido de que el despido del trabajador
de su empleo o terminación del contrato de trabajo por razón de
su limitación, sin la autorización de la oficina de Trabajo, no
produce efectos jurídicos y sólo es eficaz en la medida en que se
obtenga la respectiva autorización. En caso de que el empleador
contravenga esa disposición, deberá asumir además de la
ineficacia jurídica de la actuación, el pago de la respectiva
indemnización sancionatoria.»

Igualmente y por considerarlo pertinente a esta causa,


en la misma providencia acabada de citar, esta
Corporación, sobre la utilización por parte del empleador de
la facultad unilateral de terminar los contratos de trabajo
sin justa causa de un trabajador discapacitado, que es el
tema central de debate en este caso, manifestó:

Esta Sala de la Corte ha sostenido en repetidas oportunidades


que garantías como la que aquí se analizan constituyen un límite
especial a la libertad de despido unilateral con que cuentan los
empleadores. Por ello, siendo un límite a dicha libertad, no puede
entenderse cómo, en todo caso, el empleador pueda despedir sin
justa causa al trabajador discapacitado, sin restricción adicional
al pago de la indemnización prevista en el artículo 64 del Código
Sustantivo del Trabajo. En ese caso, bastaría que el empleador
despidiera al servidor discapacitado sin justa causa, como lo
puede hacer, en condiciones normales, con todos los demás
trabajadores, con la sola condición del pago de una
indemnización, sin dar razones de su decisión o expresando
cualesquiera otras, para que la aplicación de la norma quedara

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Radicación n.° 61339

plenamente descartada.

Tampoco es funcional a los fines constitucionales perseguidos


por la norma. Ello es así porque la intención del legislador, entre
otras cosas, fue la de que una autoridad independiente, diferente
del empleador, juzgara de manera objetiva si la
discapacidad del trabajador resultaba claramente «…
incompatible e insuperable en el cargo que se va a
desempeñar…» y es precisamente en el marco de los despidos
unilaterales y sin justa causa que se puede ejercer esa atribución
en toda su magnitud.

Si no fuera de esa manera, se repite, al empleador le bastaría


acudir a la figura del despido unilateral y sin justa causa, sin
revelar las razones de su decisión o expresando cualesquiera
otras, para que la norma quedara totalmente anulada en sus
efectos, de manera que nunca se lograría cumplir con la finalidad
constitucional de promover un trato especial para las personas
puestas en condiciones de discapacidad.

En ese sentido, la postura de la censura también es contraria a


lo resuelto por la Corte Constitucional en la sentencia C 531 de
2000, en la que, al examinar la constitucionalidad del artículo 26
de la Ley 361 de 1997, señaló que el despido unilateral e injusto
del trabajador discapacitado, sin autorización de las autoridades
de trabajo y con el simple pago de una indemnización, no atiende
las finalidades constitucionales de la disposición, de lograr un
trato especial para aquellas personas puestas en condiciones de
debilidad manifiesta, por su condición física, sensorial o mental.

En este caso, por ejemplo, aún si el despido se dio en el marco de


una reestructuración y una escisión, como lo alega la censura,
antes de materializarse la decisión, para resguardar los
propósitos constitucionales de la norma, la compatibilidad de la
condición especial del trabajador con el ejercicio de determinado
cargo, en perspectiva de los «…estándares empresariales…»,
debió ser revisada por una autoridad independiente e imparcial
y no quedar sometida al mero arbitrio del empleador.

Dicha interpretación también insta al trabajador a que, en el


marco de un despido sin justa causa, demuestre que la razón
real de la decisión estuvo dada en su condición de discapacidad,
lo que resulta del todo desproporcionado e inaceptable para la
Corte.

Por esto la interpretación de la norma más razonable y acoplada


al principio de igualdad, es la que prohijó el Tribunal, en virtud
de la cual, a pesar de que el despido injusto indemnizado resulta
legítimo en condiciones normales, «…en casos como el que se
estudia, en el que la empresa conocía por sus propios directivos y
el personal en general de la causa que daba origen a la
disminución laboral del trabajador, la diligencia mínima que se

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31
Radicación n.° 61339

esperaba en ejercicio de la buena fe contractual, era la de


cumplir con los requisitos que exige la ley para proceder a la
decisión de despido del demandante.» 

Sin embargo, el recurrente en la demostración del


tercer embate manifestó:

«De manera que cuando la Ley 361 de 1997 establece que el


despido de un trabajador con mengua significativa en su salud
no procede cuando se origina en el propósito de discriminar por
ese motivo y además no cuenta con el permiso previo de la
autoridad administrativa, la única indemnización compensatoria
es la establecida en dicho precepto, a saber, el pago de 180 días
de salario».

De conformidad con lo reseñado, la censura llama la


atención sobre la existencia simultánea de la orden de
reintegro y la indemnización por terminación del contrato
de trabajo sin justa causa que reconoció la accionada al
actor, lo que es notoriamente incompatible, y pone en
evidencia la equivocación del Tribunal en esta parte de la
acusación , en tanto que si confirmaba la orden de
reintegro, debió valorar que por el rompimiento del nexo
contractual laboral se había pagado al demandante una
indemnización que resulta incompatible con esa orden
plena del reintegro y sus consecuencia indemnizatorias -
salariales y prestacionales, así la reinstalación se derive de
la protección prevista en la Ley 361 de 1997, máxime que
como lo pone de presente la acusación se ordenó tal
sanción con el pago de «los salarios y prestaciones sociales
dejadas de devengar desde el momento del despido y hasta
la fecha en que se verifique el reintegro, así como los aportes
a Seguridad Social correspondientes» más la indemnización
de los 180 días, por ende, se debió disponer que de los

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Radicación n.° 61339

salarios dejados de percibir que se ordenaron, se


descontara el valor de la indemnización pagada por la
pasiva, a la terminación del contrato de trabajo, como se
hará en la parte resolutiva de la sentencia de instancia. En
tal sentido solo en este aspecto se casará la sentencia
gravada.

Sin costas en el recurso extraordinario, ante la


prosperidad parcial de la acusación.

XIV. SENTENCIA DE INSTANCIA

Además de lo expresado en sede casacional sobre la


incompatibilidad de ordenar el reintegro y además
simultáneamente que coexista la indemnización por
terminación unilateral del contrato de trabajo del
accionante sin justa causa, ciertamente, está acreditado
que la demandada pagó al actor la indemnización por
terminación unilateral e injusta de su contrato de trabajo
(f.° 9 primer cuaderno), equivalente a 59 días y por valor de
$2.535.820 y, que, al ordenarse el reintegro, la misma
pierde toda legitimidad por el restablecimiento del nexo
contractual, motivo por el cual se deberá, como lo pidió el
recurrente, descontar el valor referido, de los salarios y
prestaciones que como consecuencia de dicha orden de
reintegro debe reconocer y pagar la demandada al actor.

En consecuencia, se modificará el fallo de primer


grado, para disponer el descuento de lo cancelado al
demandante por la indemnización por despido, confirmando

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33
Radicación n.° 61339

en todo lo demás.

En cuanto a las costas de instancia, no hay lugar a


ellas en la alzada por no haberse causado y las de primer
grado estarán a cargo de la parte demandada.

XIV. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando Justicia
en nombre de la República de Colombia y por autoridad de
la Ley, CASA la sentencia proferida el 29 de junio de 2012,
por la Sala Laboral de Descongestión del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Bogotá, en el proceso ordinario
adelantado por GUILLERMO HUMBERTO CHIQUILLO
RAMÍREZ contra PROACTIVA AGUAS DE TUNJA S.A.
ESP, solo en cuanto no se autorizó por efectos del reintegro
ordenado, el descuento de lo pagado por la indemnización
del despido. NO SE CASA EN LO DEMÁS.

En sede de instancia:
PRIMERO. MODIFICAR el numeral tercero de la
sentencia proferida en primera instancia por el
Juzgado Primero Laboral del Circuito de Tunja,
calendada 26 de enero de 2011, en el sentido de
ordenar que del pago de los salarios y prestaciones
sociales que se deberán pagar al actor, se descuente el
valor que pago la accionada al demandante por
concepto de la indemnización por despido injusto y
cuyo valor ascendió a la suma de $2.535.820.

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Radicación n.° 61339

SEGUNDO. CONFIRMAR en lo demás la sentencia


apelada.

TERCERO. COSTAS tanto en casación como en las


instancias, como se indicó en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al Tribunal de origen.

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

ERNESTO FORERO VARGAS

SCLAJPT-10 V.00
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