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El golpismo ha sido una de las características más destacadas de la vida política en España durante
los siglos XIX y XX. De signo moderado o progresista, según las ocasiones. Los dos grandes éxitos
conservadores del siglo pasado, dieron lugar a la dictadura de Primo de Rivera y el que llevó al
general Franco al poder. Sobre el último, el del 23 de febrero de 1981, hablaremos más adelante.
Me voy a referir a otros muchos que han marcado el devenir de la historia.
Hoy, algunos acusan a los independentistas catalanes de haber dado un golpe de Estado aquel 1 de
Octubre por la República Catalana y a Puigdemont su promotor. ¡Por España, todo por España!;
pero bien sabemos que la mayoría de ellos se han ejecutado por mantenerse en el trono, seguir
ostentando el poder o conseguirlo. Los golpes de estado han conllevado una guerra,
enfrentamiento armado o una dictadura. Pocos se han dado para favorecer el bienestar ciudadano.
Repasemos la historia de España y conoceremos como han sido los verdaderos golpes de Estado.
Durante los siglos XIX y XX, se produjeron cerca de doscientos pronunciamientos o golpes de
estado, encaminados a cambiar por la fuerza a reyes, presidentes del gobierno y regímenes
políticos; en definitiva para salvar a la Nación, a la Patria o al Rey. España y algunos de sus
pronunciamientos militares: El Motín de la Granja (1836), la Vicalvarada (1854), la Gloriosa
(1868), golpe de Pavía (1874), El primer golpe militar del siglo XX, lo ejecutó Primo de Rivera en
1923. En 1930 la Sublevación de Jaca; en 1932 la Sanjurjada; en 1936 el golpe fascista contra la
República, que provocó la Guerra y establecimiento de la dictadura. En 1939, el golpe de Casado y
en 1981 el 23-F.
Un Golpe de Estado es una Actuación violenta y rápida, generalmente por fuerzas militares o
rebeldes, por la que un grupo determinado se apodera o intenta apoderarse de los resortes del
gobierno de un Estado, desplazando a las autoridades existentes. El origen de la expresión coup
d’État, procede del París de siglo XVIII, cuando el Rey organizaba motines contra el Estado, para
refrendar su poder, autoridad y deshacerse de sus enemigos. En el siglo XIX fueron otros los
estamentos y poderes del estado quienes comenzaron a atentar contra su legitimidad.
Durante la guerra provocada por el golpe de Estado de 1936 (remito a mis artículos sobre el tema),
se dio otro golpe. El 6 de marzo de 1939, el coronel Segismundo Casado, con el apoyo de sectores
de todos los partidos y sindicatos a excepción del Partido Comunista, ejecutó un golpe de Estado
contra el presidente Negrín, partidario de continuar la guerra, con la esperanza de que el conflicto
se internacionalizara tras la invasión de Checoslovaquia por Hitler y ganar tiempo para evacuar y
exiliar con garantía a la población republicana. Casado pretendía negociar con Franco la rendición,
pero Franco venció sin haber aceptado ni una sola de las condiciones de Casado.
A pesar de la importancia histórica que se le ha querido dar al golpe de Estado del 23-F, todavía
hay muchos puntos oscuros sobre sus inspiradores, la preparación y su ejecución. Todo parece que
fue una farsa para favorecer la aceptación de Juan Carlos de Borbón como rey y consolidar la
democracia. En el famoso discurso de la noche, que tanta popularidad le dio, hizo un llamamiento
a no alterar el orden constitucional. Años después, su heredero por la gracia de la monarquía, dijo
algo parecido, sin que las circunstancias sean las mismas ni que en Catalunya se haya dado un
golpe de Estado.
De salvadores de la patria, España está cargadita. Algunos hechos se han producido en fechas no
tan lejanas. El 23 de febrero de 1981 fue el último golpe de estado conocido. Perpetrado por
mandos militares, guardias civiles y una trama ideológica de la derecha reaccionaria sin identificar,
hicieron coincidir las distintas tramas golpistas que operaban desde el inicio de la Transición. Los
problemas derivados de la crisis económica, las dificultades para articular una nueva organización
territorial del Estado, las acciones terroristas de ETA y la resistencia de ciertos sectores
del ejército a aceptar un sistema democrático, fueron causas suficientes para la aventura,
protagonizada por un teniente coronel que secuestró al gobierno y a los diputados en el Congreso.
Antes, en 1978, se había descubierto un plan golpista bajo el nombre de Operación Galaxia. Se
había recuperado la democracia, aun sintiendo que el espíritu de Franco seguía vivo y el aparato de
la dictadura intacto. Los fieles al «régimen» no podían permitir que se otorgase la soberanía al
pueblo, que se legalizara a los partidos políticos, se desmontara el estado totalitario y se
reconociese el derecho al autogobierno de nacionalidades y regiones. Ahora, estos mismos, vuelven
a la calle con banderas, gritando por la unidad y acusando de golpistas a quienes utilizan las urnas
para decidir.
Conocemos la partitura de los sables, la letra y la música; también las consecuencias de los
episodios que nos privaron durante muchos años de la libertad y de la democracia. El golpe de
Estado de 1936 fue políticamente anticonstitucional; socialmente conservador; espiritualmente
clerical; ideológicamente totalitario; económicamente capitalista; militarmente absolutista y
moralmente inhumano. No lo olvidemos.
Ángel Viñas desmonta los mitos del 18 de julio. Viene a dar respuesta al revisionismo histórico que
hace la derecha, para descalificar a la República y legitimar la «rebelión». La fecha de inicio del
golpe, nada tuvo que ver con el asesinato de Calvo Sotelo. Todo estaba previsto con antelación y
estaba ligada a los contratos de compra de armas y al apoyo fascista prometido. El golpe «no
pretendía acabar con ninguna insurrección armada en marcha», sino eliminar las reformas
abordadas por los gobiernos, durante el primer bienio republicano (agraria y laboral, militar y de
la enseñanza), que los gobiernos del FP habían retomado. Ninguna organización republicana u
obrera tenía el propósito de subvertir el orden constitucional y no había en marcha ninguna
intervención de la Komintern, ni de la URSS en España. La política de Stalin.
Antes del golpe, no había un estado de violencia revolucionaria o de terror rojo, no había ninguna
dinámica de exterminio ni de liquidación de los enemigos de clase y no se asesinaba a las gentes de
orden. La República no fue un fracaso que conducía inexorablemente a una guerra, sino que fue
destruida por un golpe militar que, al contar con la connivencia de un país extranjero y no triunfar
en buena parte del territorio y en Madrid, se encaminó automáticamente a una guerra civil. Fue la
sublevación quien colapsó la administración republicana.
Jorge M. Reverte en Vicente Rojo. Historia de la guerra civil española (2010), dice que «el plan de
acción del golpe de estado, abarcaba todos los sectores y actividades», como quedaría al
descubierto en las primeras horas de la rebelión. Comprendía una acción de fuerza militar,
realizada desde diferentes puntos de España y África; una acción social, que debía poner en juego a
la banca, judicatura, industria y grupos políticos de acción y violencia; y por último una dirección,
que habría de coordinar todos los resortes conectados: ayuda diplomática, financiera, armamento
y personal voluntario; todo al grito de ¡Viva la República! y la bandera tricolor como enseña.
Las pretensiones de cada estamento rebelde, consistía en la defensa de sus propios intereses: la
aristocracia, pretendía la conservación del rango y los privilegios; los capitalistas, la libertad de
explotación de los trabajadores y la defensa a ultranza de la propiedad; la iglesia, la anulación de
las disposiciones que habían mermado sus fueros; los terratenientes e industriales, impedir la
reforma agraria y la intervención obrera en las empresas; la prensa de derechas, el derecho a crear
opinión y a defender el negocio; los militares, profesionales, burócratas y burgueses, la
restauración de un orden rígido y autoritario que respetase el escalafón, la jerarquía, la antigüedad
y las prebendas.
En suma, el golpe de estado del 18 de julio, fue una acción en defensa de «intereses creados», para
la restauración de privilegios y prebendas, encubiertos en ideales religiosos, sociales y políticos.
Estaban implicados, militares desleales, falangistas, monárquicos, la derecha conservadora más
reaccionaria y la iglesia católica, que habían oprimido al pueblo durante siglos. No fue «un golpe
doméstico», sino que contó con la Italia fascista y la Alemania nazi. Los vencedores de la guerra,
establecieron una dictadura para perpetuar esos «intereses» y la mantuvieron violando derechos
humanos y sobre los crímenes cometidos bajo la dictadura franquista. Más de 140.000 personas
continúan enterradas en fosas comunes y cunetas de carreteras.
Ante el golpe de estado, la República tenía el deber de defender su legitimidad constitucional y los
intereses de la ciudadanía leal. La defensa era legítima; el ataque contra la razón y la ley no lo
fueron. Y hoy la misma derecha reaccionaria, católica y caciquil, siguen sin querer reconocerlo.
Víctor Arrogante
La guerra civil no fue una lucha fratricida como escuchamos en tantas ocasiones, sino una guerra
de clases, en la que el gran capital estaba al lado de la sublevación y la clase obrera y los
campesinos sin tierra defendieron la legalidad republicana. La afirmación de que todos fueron
culpables, tanto la derecha como la izquierda, con sus actitudes irreconciliables, es una burda
manipulación cuyo objetivo es ocultar la verdadera responsabilidad del conflicto. Los responsables
fueron Juan March, Gil Robles, Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera, Franco, Mola y tantos
otros que no dudaron en desencadenar una guerra para mantener sus privilegios de clase.
También forma parte de las tergiversaciones interesadas afirmar que en las dos retaguardias se
cometieron asesinatos y que la represión fue similar en las dos zonas. Numerosos estudios han
clarificado hace tiempo este tema. La represión en el bando rebelde fue sistemática, con ánimo de
exterminar, dirigida por las autoridades militares. Tuvo un carácter genocida. En la retaguardia
republicana, la represión fue desencadenada por el odio que provocó la rebelión militar y tuvo en
la inmensa mayoría de los casos un carácter espontáneo, pero en modo alguno estuvo dirigida por
el gobierno. Hay que tener en cuenta que en los primeros momentos del conflicto el Estado
desapareció en la zona republicana, sustituido por múltiple comités y milicias que actuaban por
cuenta propia. Las autoridades republicanas hicieron siempre llamamientos a la calma, a evitar los
excesos, mientras que los sublevados incitaban a sembrar el terror. Son suficientemente conocidas
las declaraciones de Queipo de Llano, Franco, Mola y Yagüe al respecto.
Las causas de la derrota republicana son complejas, pero la actitud de Francia y el Reino Unido, las
llamadas democracias occidentales, fue decisiva en el resultado final de la contienda. El
anticomunismo visceral de la burguesía francesa e inglesa les inclinaba claramente hacia los
dictadores fascistas. La victoria de Franco garantizaba mejor sus intereses económicos en España y
no dudaron en aislar al régimen republicano con la farsa del Comité de No Intervención. Frente a
este aislamiento, solo la URSS, junto con México y las Brigadas Internacionales, acudieron en
auxilio de la República. La ayuda soviética fue decisiva para que los republicanos pudieran hacer
frente a los franquistas durante tres años de lucha. Ignorando toda la documentación disponible,
especialmente las aportaciones de Ángel Viñas, trotskistas y anarquistas siguen difundiendo la
calumnia de que Stalin traicionó a la República al vender armas obsoletas a un precio
desmesurado. Aquí hay una cuestión de sentido común. Si las armas soviéticas eran poco menos
que piezas de museo, ¿cómo es posible que el ejército republicano pudiera enfrentarse durante
tres años al ejército franquista, abastecido masivamente con moderno armamento alemán e
italiano?
La Guerra Civil no debe olvidarse. Debe permanecer viva en la memoria histórica de los
trabajadores. En primer lugar, para ser conscientes de hasta dónde llega la burguesía en la defensa
de sus intereses. Las clases dominantes han empleado y emplearán siempre la violencia más
salvaje para mantener su dominación. Los trabajadores no deben olvidar esta enseñanza y
prepararse para la lucha contra el fascismo.
Durante tres años el pueblo español ofreció al mundo una lección de dignidad, enfrentándose al
fascismo con valor, con decisión y heroísmo sin límites. Víctima de la agresión criminal de un
sector del Ejército, apoyado por la Alemania nazi y la Italia fascista, la República española fue
capaz de resistir en circunstancias dificilísimas, de poner en pie un Ejército Popular, y ser durante
tres años un referente, una luz potente, para todos los antifascistas del mundo. En este octogésimo
aniversario, rendimos un sentido homenaje a todos los hombres y mujeres que combatieron al
lado de la República. Porque escribieron una página de la Historia que siempre se recordará.
Víctor Arrogante.
El 18 de Julio de 1936, dieron un golpe de Estado monárquico, militar y fascista, que provocó una
guerra, que ganaron e instauraron una dictadura, al mando de Franco que duró hasta 1978,
cuando se proclamó la actual Constitución. Hoy la derecha reaccionaria pretende revisar la
historia, culpando del golpe a los demócratas republicanos que fueron las víctimas.
El próximo 22 de julio cumplo setenta y dos años y el golpe fascista del 18 de julio, se perpetró
trece años antes de nacer yo. Mis padres y todos los miembros de la familia, que vivieron aquellos
acontecimientos han fallecido. La mayoría por muerte natural, salvo mis abuelos paternos, que
fueron pasados por las armas de Franco, tras la toma de Toledo. Un año más, recuerdo estos
hechos, no por nostalgia, sino que vuelvo a hacer un ejercicio de memoria histórica viva y por mi
dignidad.
El mes de julio comenzó golpista. El día 1, en su Informe Reservado, el general Mola, presenta un
plan definitivo. El financiero Juan March entrega un cheque en blanco al marqués de Luca de
Tena, propietario del diario ABC, para financiar la adquisición de un avión que traslade a Franco a
Marruecos para ponerse al frente de las tropas sublevadas. Con el asesoramiento de Juan de la
Cierva, inventor del autogiro, contratan un De Havilland D.H.89 «Dragon Rapide». El golpe de
Estado se venía gestando desde hace tiempo y a principios de julio de 1936 la fecha quedó fijada
para los días 10 al 20 de julio, pero se produjeron algunos acontecimientos que lo hicieron
adelantar: la insurrección comenzaría el sábado 18 a las 06:00 en Marruecos y el 19 a primeras
horas de la madrugada en la Península.
La conspiración militar se puso en marcha nada más formarse el gobierno de Azaña, tras la
victoria del Frente Popular. En la calle estaba cantado, en los despachos era conocido y los
cuarteles eran hervideros de conspiradores. Al gobierno le llegaron noticias sobre lo que se estaba
tramando y no actuó con la contundencia debida contra la golpista. Exceso de confianza, errónea
valoración política, y falta de ánimo para abordar la situación llevaron a la tragedia.
En los días posteriores al golpe, y tras el fracaso de la rebelión en Madrid, con la caída del Cuartel
de la Montaña y el de Campamento, la ciudad queda bajo el dominio del Gobierno legítimo de la
República. Desde el mismo instante, la toma de Madrid fue un objetivo para las tropas sublevadas.
Nunca ante se había bombardeado una ciudad como objetivo civil; después se haría en diversas
ciudades españolas y en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando un grupo de
periodistas extranjeros preguntó al general Mola, comandante del Ejército del Norte, cuál sería de
sus cuatro columnas la que conquistaría Madrid (una venía por el suroeste, otras dos desde Galicia
y Castilla La Vieja y una cuarta desde Navarra y Aragón), él contestó: la «quinta columna» (según
cuenta Hugh Thomas).
El libro Los mitos del 18 de julio (de Ángel Viñas y otros ocho autores), viene a dar respuesta al
revisionismo histórico que hace la derecha, para descalificar a la República y legitimar la rebelión.
Según las tesis que defienden los autores, el brazo ejecutor del golpe fueron militares desleales a su
juramento en defensa de la República y los civiles que tenían un papel fundamental para que
triunfase. Estaban implicados militares, falangistas, monárquicos, la derecha conservadora más
reaccionaria y la iglesia católica, que habían oprimido al pueblo durante siglos. No fue un golpe
doméstico, sino que contó con la Italia fascista, quién jugó un papel determinante para el triunfo
del golpe, vendiendo y suministrando armas.
La fecha de inicio del golpe de Estado, nada tuvo que ver con el asesinato de Calvo Sotelo. Todo
estaba previsto con antelación, ligado a los contratos de compra de armas y al apoyo italiano
prometido. En el diseño del plan director no estaba prevista la defensa de la iglesia y del
catolicismo ni era un objetivo de motivación. El golpe tampoco pretendía acabar con ninguna
insurrección armada en marcha, porque no la había; sino eliminar las reformas abordadas durante
el primer bienio republicano (agraria, laboral, militar y de la enseñanza) y defender la unidad de
España, que a su entender se rompía. Vamos, el mismo discurso de hoy.
Ninguna organización republicana u obrera tenía el propósito de subvertir el orden constitucional
en la primavera de 1936 porque o no querían o no podían. Tampoco había en marcha ninguna
intervención de la URSS en España. La política de Stalin, desde 1925, no era de expansión, sino de
socialismo en un solo país en la URSS. Antes del golpe, no había un estado de violencia
revolucionaria o de terror rojo, no había ninguna dinámica de exterminio ni de liquidación de los
enemigos de clase y no se asesinaba a las gentes de orden. Cosas que si hicieron los golpistas, antes
y después de la guerra, con sus 25 años de la paz de plomo.
La República no fue un fracaso que conducía inexorablemente a una guerra, sino que fue destruida
por un golpe militar, con la connivencia de países extranjeros y que, al no triunfar en buena parte
del territorio y en Madrid, se encaminó de forma irremediable a una guerra. Fue la sublevación
quien colapsó la administración republicana. La República, durante la guerra, tuvo que enfrentarse
a una parte de la izquierda obrera, que entendía que la democracia era irreconciliable con el
capitalismo, temiendo que se entregase, pacíficamente al fascismo, como había sucedido en toda
Europa.
La pretensión de cada grupo social y estamento rebelde era la defensa de sus propios intereses: la
aristocracia pretendía la conservación del rango y los privilegios; los capitalistas, la libertad de
explotación de los trabajadores y la defensa a ultranza de la propiedad; la iglesia, la anulación de
las disposiciones que habían mermado sus fueros; los terratenientes e industriales, impedir la
reforma agraria y la intervención obrera en las empresas; la prensa de derechas, el derecho a crear
opinión y defender el negocio; los militares, profesionales, burócratas y burgueses, la restauración
de un orden rígido y autoritario que respetase el escalafón, la jerarquía, la antigüedad y las
prebendas. Los vencedores establecieron una dictadura para perpetuar esos intereses y la
mantuvieron mediante la represión y la violación de los derechos humanos.
Mientras los tribunales argentinos siguen investigando los delitos de lesa humanidad cometidos
durante la guerra civil y la dictadura franquista, aquí se siguen poniendo trabas al juicio
internacional, alegando la prescripción de los delitos y sigue sin condenarlos categóricamente. Los
desaparecidos del franquismo, según la Plataforma de Víctimas de Desapariciones Forzadas,
fueron 140.000 personas, entre víctimas de la guerra y de la dictadura.
El día 17 de Julio, el teniente coronel Juan Yagüe rebela a las tropas en Ceuta y se hace con la
plaza. Sáenz de Buruaga hace lo propio en Tetuán y detiene al Alto Comisario de Marruecos. El
Protectorado está en manos de los rebeldes. El 18 en Sevilla, Queipo de Llano, detiene al jefe de la
II División Orgánica, Fernández de Villa Abrille, rebelando a unos 3.000 soldados y se hace con el
centro de la ciudad. Mientras, en Casablanca, El general Franco llega desde Canarias para tomar el
control del ejército del protectorado. En Madrid, el presidente del Gobierno, Santiago Casares
Quiroga, incapaz de contener la rebelión ya generalizada, dimite. Se arma a las milicias obreras.
El día 19 en Pamplona, el general Emilio Mola, que ha dirigido toda la sublevación, rinde Navarra y
la provincia de Álava con la ayuda de las milicias carlistas. En Madridel general Fanjul entra en el
Cuartel de la Montaña y rebela a la guarnición con la intención de tomar la capital. Los milicianos,
armados el día anterior, rodean el cuartel e impiden que salgan los rebeldes. El día 20, el golpe de
Estado ha fracasado, pero ha partido a España en dos. La Guerra es inevitable.
No quiero terminar esta reflexión sin recordar a mis abuelos. Cuando fueron fusilados, vivían en
Toledo, en el Callejón de los Niños Hermosos, en la judería toledana. No me consta que mis
abuelos fueran rojos peligrosos. Tampoco conozco las razones que arguyeron los asesinos para
matarlos, tras la liberación de El Alcázar. No se celebró juicio ni se declaró sentencia de muerte
antes del paseo criminal. Oigo las botas contra el empedrado, los gritos y empujones, los culatazos
de los fusiles sobre sus espaldas. Veo la cara perpleja y asustada de mi abuela Antonia Arrogante,
embarazada, y las caras descompuestas por el odio de los asesinos. Oigo el sonido seco de las
descargas de los fusiles y el taac, taac de los tiros de gracia junto a un paredón en la vega del Tajo.
Recuerdo todo para mantener mi dignidad.
No tengo herida abierta ni dolor en mi memoria; pero sí un desprecio frío y razonado contra
quienes propiciaron el golpe de Estado. También siento desprecio por quienes hoy siguen
justificando aquella barbarie que causó tanta muerte y sufrimiento. ¡Malditos bastardos!
Víctor Arrogante.
En estos días hemos conocido que el Gobierno quiere dejar sin desclasificar algunos temas
históricos de interés general, entre los que se encuentra el 23F, los GAL y métodos operativos
secretos de la Policía. Cuando queden desclasificados los documentos, algunos habremos muerto y
mis nietos ni sabrán de qué hablaba el abuelo. Pero son más los temas ocurridos en España,
protagonizados por militares, que por el bien de la patria (la suya), traicionaron el espíritu del
propio término, por sus intereses.
En España han sido frecuentes los levantamientos militares. Durante el siglo XIX, se produjeron
cerca de doscientos pronunciamientos o intentos de golpes de estado, encaminados a cambiar por
la fuerza a reyes, presidentes de gobierno, regentes y regímenes políticos; para salvar a la nación,
la patria o el rey. Algunos acontecimientos conocidos, entre otros, fueron: la Vicalvarada (1854), el
Golpe de Pavía (1874), la Revolución Gloriosa (1868) o el Motín de la Granja (1836).
Acontecimientos golpistas, cuya semilla nos llegó al siglo XXI. La mayoría de ellos y algunos más
de los que hablaremos, están en la memoria de la historia, y se ejecutaron contra el poder
establecido, el poder popular y la democracia.
Vivimos en un país de secretos. La Ley sobre secretos oficiales, procede del franquismo (vigente
desde el 26 de abril de 1968), con algunos retoques establecidos en 1978 antes de aprobarse la
Constitución. El Congreso de los Diputados aprobó una iniciativa para fijar un periodo de
desclasificación automática (25 años para materias secretas y 10 para las reservadas), atribuyendo
al Consejo de Ministros la facultad de clasificación. Actualmente, el Congreso lleva siete años
bloqueando la reforma de una ley franquista que impide arrojar luz sobre el 23 de Febrero de
1981.
El Pleno del Congreso aprobó en Junio pasado una proposición no de ley pactada entre el PSOE,
Unidas Podemos y los independentistas que insta al Gobierno a modificar la Ley de Secretos
Oficiales para poder desclasificar, conforme a lo que establezca la nueva norma, los documentos
escritos, sonoros o de vídeo relativos al golpe de Estado del 23F. Fue rechazada por PP, Vox y
Ciudadanos. El Gobierno, parece, que no está muy de acuerdo. Volveremos sobre el tema.
La Revolución de 1854, se inició con el enfrentamiento entre las tropas sublevadas al mando del
general O’Donnell y las tropas gubernamentales en las cercanías del pueblo madrileño de
Vicálvaro. Fue un pronunciamiento militar seguido de una insurrección popular, durante el
reinado de Isabel II. La reina llamó al general Espartero para que formara gobierno, quién exigió la
convocatoria de Cortes Constituyentes y que la reina madre María Cristina respondiese de las
acusaciones de corrupción y que Isabel publicase un manifiesto reconociendo los errores
cometidos. «El nombramiento del esforzado duque de la Victoria (Espartero) para presidente del
consejo de ministros y mi completa adhesión a sus ideas, dirigidas a la felicidad común, serán la
prenda más segura del cumplimiento de vuestras aspiraciones».
En la madrugada del 3 de enero de 1874, el Gobierno de Castelar perdió una moción de confianza
por 110 votos contra 101. Fue el momento elegido por el general Pavía para iniciar el movimiento
de tropas hacia el palacio de las Cortes en la carrera de San Jerónimo: dos compañías de la guardia
civil, dos de infantería y una batería de montaña. A las siete de la mañana las Cortes elegían el
nuevo poder ejecutivo, entre dos candidatos: Castelar o el republicano Eduardo Palanca. El
escrutinio quedó interrumpido cuando el presidente de la Cámara, Salmerón, anunció: «Señores
diputados, hace pocos minutos que he recibido un recado del capitán general, para decir que se
desaloje el salón en un término perentorio». La ocupación militar de los puntos neurálgicos de la
ciudad de Madrid completó el golpe. Dice Pérez Galdós: «En las calles no advertí el menor síntoma
de inquietud ni emoción y todo el mundo en las ocupaciones habituales de cada día».
El 30 de septiembre de 1868, la reina Isabel II abandonaba España para no volver nunca. En 1866,
varios políticos liberales y progresistas descontentos con la situación se reunieron en la ciudad
belga de Ostende para trazar un plan que derrocara al Gobierno. El acuerdo hablaba de «destruir
lo existente en las altas esferas del poder» y nombrar «una asamblea constituyente, bajo la
dirección de un Gobierno provisional». La revuelta se llevó a cabo en septiembre, aprovechando
que la reina se encontraba de vacaciones en San Sebastián. La rebelión había triunfado y el 8 de
octubre se formó un gobierno provisional del que eran cabezas visibles Prim y Serrano. Sin
embargo, la crisis política estaba lejos de terminar. Unos deseaban el retorno de la reina bajo un
nuevo régimen de monarquía parlamentaria; Topete era un partidario de ella, otros querían
sustituir a la reina por otro rey Borbón, y había quienes optaban por proclamar una república.
El 12 de agosto de 1836 tuvo lugar un hecho relevante: la rebelión de los sargentos contra la Reina
Regente María Cristina; más conocido como el Motín de la Granja. La Regente se encontraba de
veraneo en el Palacio de la Granja de San Ildefonso, cuando un grupo de sargentos del 2º
Regimiento de la Guardia Real, después de entrar en los aposentos reales, amenazaron a la regente
con matar a su amante (Muñoz). Exigieron restaurar la constitución de 1818, y derogar el Estatuto
Real de 1834. La reina Gobernadora, se sintió presa de su propia guardia personal. Sin dudarlo
capituló y dictó un Real Decreto en el que ordenó la publicación de la Constitución de 1812. Fueron
reunidas rápidamente las Cortes para ratificar dicho decreto. Al día siguiente, es nombrado
Presidente del Consejo el progresista liberal José María Calatrava.
El primer golpe militar, contra el sistema establecido del siglo XX, lo ejecuta el general Primo de
Rivera en 1923, con el beneplácito del rey Alfonso XIII. Otros golpes fueron: en 1930, la
Sublevación de Jaca; en 1932, La Sanjurjada; en 1936, el golpe de estado fascista contra del
Gobierno de la República, que dio inicio a la Guerra en España y a una dictadura que duró
demasiado tiempo; y en 1981, el 23F.
El 10 de agosto de 1932, liderado desde Sevilla por el general Sanjurjo, una fracción del Ejército
español dio un golpe de Estado, que fracasó prácticamente desde el comienzo. Constituyó el
primer levantamiento de las Fuerzas Armadas contra la República desde su instauración en 1931, y
su fracaso convenció erróneamente a muchos políticos republicanos de que el peligro de las
conspiraciones había pasado y la aceptación de la República era definitiva.
España 1936. Desde el mismo momento de la victoria electoral del Frente Popular, oficiales
reaccionarios y monárquicos comenzaron la preparación de una sublevación militar. En la calle
estaba cantado, en los despachos era conocido y los cuarteles y centros sociales de la derecha eran
hervideros de conspiradores. La conspiración militar para desencadenar un golpe de fuerza que
derribara al gobierno, se puso en marcha nada más formarse el gobierno de Azaña. Al Gobierno le
llegaron, por diversas fuentes, noticias sobre lo que se estaba tramando; exceso de confianza,
erróneas valoraciones políticas, falta de ánimo y valor para abordar la situación, nos llevaron a la
tragedia. El verdadero sentido de la rebelión era políticamente anticonstitucional; socialmente
conservador y tradicionalista; espiritualmente clerical; ideológicamente totalitario;
económicamente capitalista; militarmente absolutista y moralmente inhumano.
De salvadores de la patria España está cargadita. Algunos hechos se han producido en fechas no
tan lejanas. El 23 de febrero de 1981 fue el último golpe de Estado conocido y que hoy sigue siendo
un tema clasificado como secreto de Estado. Fue perpetrado por mandos militares, guardias civiles
y una trama ideológica de la derecha reaccionaria sin identificar, que hicieron coincidir las
distintas tramas golpistas que operaban desde el inicio de la Transición.
Los problemas derivados de la crisis económica, las dificultades para articular una nueva
organización territorial del Estado, las acciones terroristas de ETA y la resistencia de ciertos
sectores del ejército a aceptar un sistema democrático, fueron causas suficientes para la aventura,
protagonizada por un teniente coronel que secuestró al Gobierno y a los diputados en el Congreso.
Como buitres premonitorios, tertulianos, columnistas y políticos de distinto signo, propugnaban
un «golpe de timón» para instaurar un «gobierno de gestión o de salvación nacional». ¿Les suenan
este ruido?
Todos conocían de las operaciones en fase de maduración para torcer el curso de los
acontecimientos políticos; pero el día D y en la hora H, el elefante blanco no llegó, se ocultó o llegó
tarde. La terquedad del teniente coronel Tejero, al sentirse traicionado, impidió que el general
Armada asumiera el papel de jefe del gobierno a las órdenes del Rey y dio al traste con el golpe de
Estado.
Decía que España es un país de secretos. La vigente ley franquista de secretos oficiales impide
acceder a los documentos que esclarecerían los hechos que rodearon el golpe de Estado de aquel
23 de febrero de 1981. Ahora el Gobierno prepara un proyecto de ley que garantice una mayor
transparencia, solo queda por saber si será aprobado antes de que agote la legislatura.
Hoy como ayer hay que estar alerta sobre los movimientos de los salvapatrias y tomar medidas
urgentes contra los golpistas, que ya sabemos que no son de salón. Conocemos la partitura de los
sables, la letra y la música; también sus consecuencias. Las efemérides son una forma de hacer
memoria. Hay un denominador común en todos los golpes y pronunciamiento militares: los
militares traidores y los borbones.
Aportaciones judías
A pesar de las amenazantes frases lanzadas en Radio Sevilla por Queipo de Llano, las grandes
familias judías de Melilla “destinaron cuantiosas sumas de dinero a la causa rebelde”. Franco, que
estaba gestionando créditos con la banca judía de Tetuán y Tánger, se vio obligado a desautorizar
estas emisiones antisemitas y el 15 de agosto de 1936 dirigió una carta al Consejo Comunal
Israelita de Tetuán pidiéndoles que no prestarán atención alguna a las emisiones antisemitas.
La Italia fascista
El autor argumenta que hay dos tipos de razones que justifican la ayuda de Mussolini a los
franquistas con la intensidad con la que lo hizo. Unas son razones de tipo político y económico, y
se refieren a la voluntad de Mussolini de dominar como fuera el Mediterráneo y, en todo caso,
impedir su bloqueo mediante un pacto hispano-francés. Las otras se refieren a la creencia de
Mussolini de que su misión en la Historia era luchar contra el comunismo. “En todo caso, también
influyó el hecho de que España ofrecía un buen campo de experimentación para el nuevo
armamento”, añade el autor.
Más allá de la cuantiosa ayuda militar que Italia destinó a España en forma deaviones Savoia y
cazas Fiat, armas y militares de las que el historiador Ángel Viñas ha dado buena cuenta, cabe
destacar que una vez acabada la guerra, representantes italianos y españoles, valoraron que el total
del crédito que Italia había puesto a disposición de los golpistas ascendía a 6.926 millones de liras.
No obstante, el Gobierno italiano, mucho más generoso que el alemán, propuso fijar en 5.000
millones de liras la deuda total del Gobierno español por suministro de material de guerra de todas
clases y diferentes gastos hechos hasta el 31 de diciembre de 1939. El resto quedaba condonado.
La Alemania nazi
El proceso oficial de petición de ayuda de los sublevados a Alemania comenzó el 21 de julio de
1936, cuando Franco, tratando de llegar a Hitler de la forma más directa posible y rápida, recibió a
Johannes Bernhard, del que se sabía que estaba en condiciones de contactar con facilidad y sin
trámites administrativos con el dictador nazi.
Cuando la petición de ayuda llegó a Hitler, los ministros del Aire, Goering, y de Guerra, Blomberg,
animaron a Hitler a prestar ayuda e involucrarse en la operación tanto “por simpatía hacia sus
planteamientos anticomunistas, como para utilizar el conflicto español como un laboratorio para
mejorar las técnicas de los ejércitos alemanes”. Goering también recordó a Hitler que, a cambio de
los aviones, Alemania podría obtener de España los minerales que tanto necesitaba.
De tal manera que la intervención alemana en la Guerra Civil española, dice el autor, no puede
entenderse sin tener en cuenta la política de aprovisionamiento de materias primas, especialmente
de minerales aplicados a las necesidades de la guerra. Sobre esta base, los rebeldes firmaron con
Hitler el 20 de marzo de 1937 un Protocolo de Amistad. Las operaciones entre ambos países
durante la guerra fueron múltiples, todas con “olvido sistemático” de las opiniones españolas
imponiéndose en todo momento el deseo alemán.
Una parte considerable de la deuda que España contrajo con Alemania fue pagadas por
compensación, es decir, con exportaciones españolas a Alemania, sobre todo de minerales. Una vez
terminada la guerra Alemania fijó la deuda en 372 millones de marcos, incluyendo el coste de la
Legión Cóndor, que los alemanes cifraron en 99 millones de marcos.
No obstante, la dictadura de Franco y la de Hitler jamás llegaron a un acuerdo para calcular el
importe de la deuda aunque sí que encontraron una solución política de entendimiento mutuo
para demorar el problema. Esta solución fue firmada en 1941 y permitía a los alemanes hacer
compras en España sin pagar su importe. “Y minerales, aceite y naranjas, entre otras cosas, fueron
enviados a Alemania sin generar divisas para la economía española”, añade el autor.
Sociedade Geral de Comércio, Industria e Transportes Limitada
Este holding de empresas portugués dispuso de un crédito de hasta 175.000 libras esterlinas para
los golpistas el 8 de agosto de 1936 con un interés del 5,5% anual.
Compañía General de Tabacos de Filipinas
Dispuso un crédito de un millón de dólares, ampliado en 200.000 dólares más. Fue otorgado el 22
octubre de 1936. Sin intereses.
Kleinwort, Sons & Co
El banco inglés otorgó un crédito de 800.000 libras con una remuneración del 4% anual el 15 de
septiembre de 1937. Apenas un mes después, la misma entidad concedió otro crédito de hasta
1.500.000 libras esterlinas con un interés del 3% anual.
Société de Banque Suisse
Concedió otro crédito de hasta un millón de libras esterlinas el 20 de octubre de 1938.
Caixa Geral de Depósitos
La entidad bancaria portuguesa concedió un crédito hasta el límite de 50 millones de escudos
portugueses el 28 de febrero de 1939 con un interés del 4% anual.
Consorcio bancos italianos
Independientemente de la ayuda prestada por el Estado italiano, un consorcio de bancos italianos
que presidía el Banco de Italia, con la colaboración de los bancos Hispano Americano y Español de
Crédito puso a disposición de los sublevados un crédito de hasta 125 millones de liras el 20 de
noviembre de 1937 alcanzando un total de 300 millones de liras en 1939.
Alejandro Torrús | Público.es