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MONICIÓN
Hermanos en Cristo, hoy la Iglesia comienza el gran tiempo de gracia: CUARESMA.
El tiempo de Cuaresma nos invita a renovar nuestro compromiso bautismal por
medio de la oración más profunda, penitencia individual y social, ayuno y
arrepentimiento por nuestros pecados. Tiempo que nos prepara para la gran
fiesta: la Pascua.
Durante estos 40 días que iniciamos hoy volvemos nuestros ojos a Jesucristo para
recorrer el camino que nos hace crecer y vivir como hijos de Dios. Este es el comienzo
para vivir de otra manera y estamos llamados a vivir en esta Creación que es un regalo
donde Cristo es el principio y es el fin.
Recibiremos hoy la ceniza como señal de que queremos superar el pecado y renovar
nuestra amistad con Dios, y como signo de que nos queremos comprometer con los
demás en el servicio y el amor.
Con espíritu humilde, nos ponemos en pie y recibimos a nuestro celebrante.
El profeta Joel nos hace un fuerte llamado a la conversión, un cambio de vida que no solo
se manifieste con signos externos, sino rasgando también el corazón para que Dios tenga
misericordia de nosotros.
PRIMERA LECTURA
«Ahora —oráculo del Señor— convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con
luto.
Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro,
porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente
de las amenazas».
Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor,
vuestro Dios.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 50)
Con el salmo 50 nos unimos como asamblea para implorar a Dios el perdón de nuestras
culpas, porque somos pecadores desde nuestra concepción. Con el salmista diremos:
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava
del todo mi delito, limpia mi pecado. R. Misericordia, Señor: hemos pecado.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti sólo
pequé, cometí la maldad que aborreces. R. Misericordia, Señor: hemos pecado.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me
arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R. Misericordia, Señor: hemos
pecado.
San Pablo nos exhorta hoy, de manera muy especial al iniciar la Cuaresma, a que
valoremos el sacrificio de Cristo para expiar nuestros pecados, y nos volvamos a Dios
reconciliándonos con él.
SEGUNDA LECTURA
Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por
nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros,
unidos a él, recibamos la justificación de Dios.
Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él
dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»;
pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.
Palabra de Dios.
Durante la cuaresma, hay tres prácticas a las que la Iglesia nos llama de manera especial:
la oración, el ayuno y la limosna. Hoy, en el evangelio de San Mateo, Jesús nos da las
indicaciones de cómo debemos realizar estos actos para que sean agradables a Dios y no
una mera búsqueda de nuestra satisfacción personal.
EVANGELIO
—«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por
ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto,
cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los
hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os
aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu
derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han
recibido su paga.
Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está
en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para
hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo
note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo
escondido, te recompensará».
1. Para que el rito de la ceniza, que inaugura el camino cuaresmal, nos recuerde a
todos que formamos parte de la Iglesia, santa, pero siempre necesitada de
penitencia. Roguemos al Señor.
2. Para que los enfermos y los que sufren se sientan, más que nunca, en el centro
de la comunidad que ora y lucha contra el mal, y se encamine en la esperanza hacia
la victoria pascual. Roguemos al Señor.
3. Para que los discípulos del Señor, iluminados por la Sagrada Escritura,
purificados por el sacramento del perdón y fortalecidos con el pan de vida, den
testimonio de que el reino de Dios es alegría y paz en el Espíritu. Roguemos al
Señor.
4. Para que los gobernantes de las naciones trabajen siempre por la paz, la
fraternidad, la justicia y el progreso de todos los pueblos. Roguemos al Señor.
7. Por toda la comunidad educativa del Centro Escolar Católico San Antonio aquí
presente para que fortalecidos con la Palabra de Dios, demos testimonio de la
misericordia de Dios y practiquemos la justicia. Roguemos al Señor.