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CELEBRACIÓN DE LA PALABRA

MIÉRCOLES DE CENIZA
RITOS INICIALES
Se puede y recomienda iniciar la celebración con un adecuado canto penitencial.

Monición: Hermanos y hermanas, nos hemos congregado en este día en el


que la Iglesia inicia este santo tiempo de la cuaresma, será la oportunidad
de convertir nuestro corazón y permitir que el Evangelio haga morada en
nuestro interior, por ello conscientes de la penitencia y recogimiento,
dispongámonos para que arrepentidos de nuestros pecados imploremos la
gracia del Señor. Con estos sentimientos participemos de esta liturgia
penitencial.

 En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Responden: Amén.

Quien preside invita al arrepentimiento: Humildes y penitentes, como el


publicano en el templo, acerquémonos al Dios justo, y pidámosle que tenga
piedad de nosotros, que también nos reconocemos pecadores.
Se hace una breve pausa en silencio.

Después dice: Señor, ten misericordia de nosotros.

Responden: Porque hemos pecado contra ti.

El prosigue: Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Responden: Y danos tu salvación.

El concluye con la siguiente plegaria: Dios todopoderoso tenga misericordia de


nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde: Amén.

OREMOS:
Al empezar esta Cuaresma, te pedimos, Señor, que nos des un verdadero
espíritu de conversión: así la austeridad de la penitencia de estos días nos
servirá de ayuda en nuestra lucha contra el espíritu del mal. Por Cristo
nuestro Señor. Amén.

Quien preside: Escuchemos atentamente la Palabra de Dios.


LITURGIA DE LA PALABRA

Lectura de la profecía de Joel 2, 12-18

Ahora dice el Señor:


Vuelvan a mí de todo corazón,
con ayuno, llantos y lamentos.
Desgarren su corazón y no sus vestiduras,
y vuelvan al Señor, su Dios,
porque Él es bondadoso y compasivo,
lento para la ira y rico en amor,
y se arrepiente de sus amenazas.
¡Quién sabe si Él no se volverá atrás y se arrepentirá,
y dejará detrás de sí una bendición:
la ofrenda y la libación
para el Señor, su Dios!

¡Toquen la trompeta en Sión,


prescriban un ayuno,
convoquen a una reunión solemne,
reúnan al pueblo,
convoquen a la asamblea,
congreguen a los ancianos,
reúnan a los pequeños
y a los niños de pecho!
¡Que el recién casado salga de su alcoba
y la recién casada de su lecho nupcial!
Entre el atrio y el altar
lloren los sacerdotes, los ministros del Señor,
y digan: «¡Perdona, Señor, a tu pueblo,
no entregues tu herencia al oprobio,
y que las naciones no se burlen de ella!
¿Por qué se ha de decir entre los pueblos:
Dónde está su Dios?»
El Señor se llenó de celos por su tierra
y se compadeció de su pueblo.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 50, 3-6a. 12-14. 17

R. ¡Ten piedad, Señor; porque hemos pecado!

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,


por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! R.

Porque yo reconozco mis faltas


y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos. R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,


que tu espíritu generoso me sostenga.
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los Corintios 5, 20—
6, 2

Hermanos:
Nosotros somos embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los
hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de
Cristo: déjense reconciliar con Dios. A Aquél que no conoció el pecado, Dios
lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos
justificados por Él.
Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la
gracia de Dios. Porque Él nos dice en la Escritura: "En el momento favorable
te escuché, y en el día de la salvación te socorrí". Éste es el tiempo favorable,
éste es el día de la salvación.
Palabra de Dios.
Si quien preside es sacerdote o un diácono lo proclama como de costumbre.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos:


Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser
vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre
de ustedes que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas
pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en
las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen
su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha,
para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de
pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los
hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a
tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas,
que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. Les
aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que
tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Palabra del Señor.


REFLEXIÓN (HOMILÍA)
Por Cristian David Tobón Higuita
Se abre ante nuestros ojos una oportunidad más que nos presenta Dios, por
medio de la cuaresma. La liturgia penitencial propia de este tiempo nos lleva
a un estado de reflexión, en donde podremos silenciarnos escuchando la voz
del Señor que acontece en nuestro interior, por eso nos dirá el salmo 94
“Ojalá escuchen hoy la voz del señor: no endurezcan el corazón”.
Este llamado, esta voz del Señor la podemos identificar de una manera
especial en el Evangelio de hoy, que nos presenta las practicas propias de
este tiempo y más aún las acciones concretas que debe realizar un cristiano
consciente de su bautismo.
Limosna, oración y ayuno son estas prácticas en las que la Iglesia ha centrado
su reflexión y las cuales deberían de ser la hoja de ruta de este itinerario
cuaresmal, que ojalá pudiésemos prolongar durante toda nuestra vida.
La ceniza como sacramental brota del sacramento de la Reconciliación y nos
debería conducir al mismo, es en este sacramento del perdón en donde por
medio de la confesión experimentamos la misericordia del Padre, y su amor
que se ha manifestado, como lo dirá la Primera carta de Juan: “Mirad qué
amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios".
Un gran teólogo nos recordará que la ceniza nos lleva a pensar también en
nuestro ser biológico como algo que tarde o temprano caducará, al igual que
todo lo que nos rodea. Y nos dirá:
“Todo se convertirá en ceniza: mi casa, mi ropa, mi herramienta y mi dinero;
campo, pradera y bosque; el perro que me acompaña y el ganado del establo;
la mano con la que escribo, el ojo que lee, todo mi cuerpo; los hombres que
he amado, los hombres que he odiado y los hombres que he temido. Lo que
sobre la tierra me ha parecido grande y lo que me ha parecido pequeño —
todo ceniza” (Romano Guardini).
Solo las buenas obras y un corazón contrito serán aquello que podremos
entregar a las manos del Padre del cielo, y esas obras están manifestadas en
el corazón mismo del Evangelio. Cristo es esta gran noticia de salvación en
la cual hoy nos estarán llamando a un cambio de mentalidad, a una
transformación de la vida, solo Jesucristo puede movilizar ese cambio tan
profundo en nosotros, por ello al escuchar las palabras “Conviértete y cree
en el Evangelio” es en donde afianzaremos nuestro deseo de seguir los
pasos del Maestro y construir el Reino en medio de nuestra realidad
particular, nuestra familia, amigos, estudio, trabajo y el mundo.
PRECES

Presentemos a Dios Padre nuestra oración, ya que nos concede el don de


iniciar hoy el tiempo cuaresmal; roguémosle que, durante estos días de
salvación, la acción de su Espíritu purifique nuestros corazones y los llene
de su amor, y digámosle:

R./ Padre, que tu santo Espíritu nos fortalezca.

 Haz que practiquemos la caridad no sólo en los acontecimientos


importantes, sino también en lo pequeño de nuestra vida de cada
día.

 Ayúdanos a privarnos de lo superficial, para compartir lo nuestro


con los hermanos necesitados.

 Dirige, Señor, el sentir de los pueblos y la mente de sus gobernantes


por los caminos de tu voluntad, para que procuren con empeño el
bien común.

 Llama a tu amistad y a tu verdad a los que viven alejados de ti,


y a nosotros enséñanos cómo podemos ayudarlos.

 Admite a los difuntos en tu gloria, para que te alaben eternamente y


canten tus misericordias.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Junto a nuestras preces digamos al Padre, unidos a Jesús, la oración que él


mismo nos enseñó:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;


perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
IMPOSICIÓN DE LA CENIZA

Monición a la ceniza: La ceniza que será rociada sobre nuestra cabeza es


signo profundamente penitencial, con ella asumimos el compromiso de este
santo tiempo de conversión, por ello con fe dispongámonos para su
recepción, y con ella reafirmemos un compromiso cristiano más auténtico
con el Evangelio que el mismo Señor nos anunció.

Oremos:

Se hace un breve momento de silencio y prosigue:

Oh Dios, que te dejas vencer por el que se humilla


y encuentras agrado en quien expía sus pecados,
escucha benignamente nuestras súplicas
y derrama la gracia de tu bendición
sobre estos siervos tuyos
que van a recibir la ceniza,
para que, fieles a las prácticas cuaresmales,
puedan llegar, con el corazón limpio,
a la celebración del misterio pascual de tu Hijo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén.

A medida que se acercan a la ceniza pueden ir retirándose o quedarse en su oración


personal.

Fuentes: Hemos tenido en cuenta La liturgia de las horas y el Misal Romano para la
elaboración del presente texto o subsidio para este miércoles de ceniza.

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