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Universidad de Guadalajara

Centro Universitario de
Ciencias Exactas e Ingenierías

Químico farmacéutico biólogo

Comportamiento humano en las organizaciones


“Los retos del comportamiento humano en las
organizaciones en el siglo XXI”

Juan Fernando Díaz Martínez


Código: 219440761
Sección: D01
Introducción:
A lo largo de la historia, las organizaciones humanas han experimentado una
continua evolución en respuesta a los diversos cambios que nuestra especie ha
enfrentado. Estas transformaciones han afectado profundamente las estructuras
jerárquicas y los modelos organizativos, ya que fue imperativo ajustarse a las
circunstancias que ofrecían mayores beneficios económicos, políticos o sociales en
ese momento específico. La adaptabilidad se ha convertido en una característica
esencial para la supervivencia organizacional, llevando a la adopción de nuevos
enfoques y estrategias.

Estos antecedentes plantean interrogantes sobre cómo las organizaciones deben


adaptarse a los cambios más recientes y a los que se avecinan en el siglo actual.
Además, surge la necesidad de anticipar y abordar los desafíos y conflictos
inherentes a esta transición. En un panorama caracterizado por la rápida evolución
tecnológica, la globalización y las cambiantes expectativas sociales, las
organizaciones enfrentan la tarea de no solo ajustarse a las nuevas realidades, sino
también de liderar proactivamente el cambio, anticipando las demandas futuras y
fomentando la innovación en todos los niveles. Este proceso, aunque lleno de
incertidumbres, ofrece oportunidades para redefinir las prácticas organizativas y
establecer un camino hacia un futuro sostenible y exitoso.

Desarrollo:
Como ya se fue planteado, el desarrollo organizacional fue evolucionando en
conjunto con el humano, pues estar fuertemente ligado con la innovación tanto
tecnológica como en el pensamiento humano.

Es por ellos que uno de los desafíos más destacables para las organizaciones en
este siglo es la transformación digital. Si bien en el siglo anterior ya existía
maquinaria y algoritmos que estaban medianamente automatizados, en este siglo
estas tecnologías y otras nuevas han cambiado a un nivel mayor.

En las primeras dos décadas del siglo XXI, hemos sido testigos de un asombroso
crecimiento de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en un
período notablemente breve. Los teléfonos móviles, que inicialmente solo facilitaban
la comunicación en cualquier lugar, han evolucionado drásticamente para
convertirse en dispositivos inteligentes con capacidades multifacéticas. Asimismo,
la evolución de las computadoras ha sido notoria, con una capacidad de
almacenamiento y procesamiento de información considerablemente superior a las
versiones más primitivas.

Este fenómeno ha sido impulsado de manera significativa por el desarrollo del


internet, que no solo ha transformado la comunicación, sino que también ha
desplazado a otros medios, convirtiéndose en un elemento fundamental en la vida
cotidiana de este siglo.

Como respuesta a esta revolución tecnológica, las empresas se vieron obligadas a


adaptarse en los primeros años del siglo, abandonando los sistemas basados en
papel en favor de modelos digitales de organización. Aunque aún persisten vestigios
del uso de papel en muchas empresas, la transición hacia una realidad 100% digital
parece inevitable hacia finales de este siglo. Este cambio ha venido acompañado
de un aumento en las capacidades de los sistemas, facilitando numerosas tareas
gracias al desarrollo de aplicaciones y algoritmos que han optimizado el desempeño
laboral.

Sin embargo, este progreso también ha conllevado la pérdida y obsolescencia de


ciertas profesiones, incapaces de adaptarse a la transformación digital. Este dilema
subraya la necesidad de una constante actualización de habilidades y la importancia
de la flexibilidad en un entorno laboral impulsado por la rápida evolución tecnológica.

A pesar de la rapidez en la evolución tecnológica, la transición de las organizaciones


hacia su plena adopción fue notoriamente lenta, especialmente en aquellas en las
que los beneficios de estas tecnologías no eran inicialmente evidentes. Sin embargo,
este panorama experimentó un cambio drástico con un acontecimiento que afectó
la vida de innumerables personas: la pandemia de Covid-19.

Esta crisis sanitaria tuvo un impacto significativo en la estructura organizativa de


diversos trabajos y otras actividades, ya que las medidas de confinamiento y la
necesidad de evitar aglomeraciones llevaron a muchas ocupaciones y tareas a
migrar al entorno virtual. Aunque ya existían modelos de trabajo remoto previamente,
su adopción no era generalizada. La pandemia catalizó esta transición, ya que
durante un período significativo, adoptar modelos virtuales se convirtió en una
medida crucial para salvaguardar la salud de quienes desempeñaban labores que
no requerían presencia física en el lugar designado.

A pesar de la vuelta a la normalidad tras las medidas de salud, numerosos


trabajadores y organizaciones optaron por mantenerse en modelos de trabajo
remoto. Muchos empleados descubrieron que no era necesario asistir físicamente
a su lugar de trabajo para cumplir con sus responsabilidades laborales. Esta
revelación generó la necesidad de adaptar modelos virtuales o semi-presenciales
en aquellas organizaciones que podían implementarlos. Este cambio se justificó no
solo por la eficiencia y flexibilidad que ofrecían, sino también como respuesta a
problemas urbanos como el encarecimiento de las rentas y la saturación de las
calles y transporte público, exacerbados por el fenómeno de la gentrificación en
ciudades grandes, que ha desplazado a poblaciones menos privilegiadas. En este
contexto, surgieron y se consolidaron las necesidades de puestos de trabajo
virtuales o semipresenciales que minimizaran los desplazamientos y abordaran los
retos urbanos emergentes.

La actual transición tecnológica que están experimentando las organizaciones


plantea, además de los aspectos ya mencionados anteriormente, un desafío crítico
que requiere una atención especial: la ciberseguridad.

En este nuevo entorno virtual, la seguridad de la información se convierte en un pilar


esencial en todos los niveles organizacionales. La pérdida de datos en este entorno
podría tener consecuencias devastadoras para el rendimiento y la integridad de la
organización. Por lo tanto, es imperativo implementar estrategias robustas para
salvaguardar la información almacenada virtualmente.

La ciberseguridad no debe considerarse como una preocupación exclusiva del


departamento de tecnología, sino que debe integrarse como una prioridad en toda
la estructura organizativa. Desde la alta dirección hasta los empleados de base,
todos deben comprender la importancia de la ciberseguridad y su papel en la
protección de los activos digitales de la organización.

Además de invertir en soluciones tecnológicas avanzadas, la educación y


concientización de los miembros de la organización son elementos clave en la
estrategia de ciberseguridad. Se deben establecer programas de formación que
aborden tanto las amenazas cibernéticas comunes como las prácticas seguras en
el uso de la tecnología. Esto no solo reduce la probabilidad de ataques, sino que
también fomenta una cultura organizacional consciente de la ciberseguridad.

Otro aspecto crucial es el establecimiento de políticas y protocolos de seguridad


claros. Definir roles y responsabilidades en materia de ciberseguridad, así como
implementar prácticas de gestión de contraseñas sólidas y actualizadas, contribuirá
significativamente a fortalecer la postura de seguridad de la organización.

Un desafío emergente, aunque no es de reciente aparición, ha cobrado relevancia


de manera notable en el último año debido a sus implicaciones y transformaciones
en diversas áreas: la automatización y las inteligencias artificiales (IA).

La automatización, que se ha aplicado durante más tiempo que las IA, ha


demostrado ser una herramienta eficaz para realizar tareas específicas de manera
eficiente y precisa. La capacidad de programar máquinas para llevar a cabo
actividades ha sido especialmente atractiva en industrias donde la eficiencia y la
reducción de costos son prioritarias. Sin embargo, esta eficacia ha dado lugar a
polémicas en varios sectores, ya que la sustitución de trabajadores humanos por
máquinas amenaza sus fuentes de empleo y formas de subsistencia. Este
fenómeno ha sido evidente principalmente en entornos industriales, como fábricas,
pero también ha permeado áreas menos tradicionales, como el ámbito de las redes
sociales y la atención al cliente.

La llegada de las inteligencias artificiales ha introducido una nueva dimensión en


esta dinámica. A diferencia de la automatización convencional, las IA tienen la
capacidad de aprender y adaptarse, lo que amplía significativamente su campo de
aplicación. Este desarrollo ha suscitado preocupaciones adicionales, ya que no solo
se trata de la sustitución de tareas rutinarias, sino de la posibilidad de que las IA
asuman funciones cognitivas más complejas. El impacto de esta evolución se ha
hecho sentir no solo en la manufactura, sino también en profesiones que
anteriormente se consideraban inmunes a la automatización, como el arte, la
medicina, el derecho y la toma de decisiones estratégicas.

Esta evolución tecnológica plantea interrogantes éticos y sociales significativos.


¿Cómo equilibramos la eficiencia que ofrecen las tecnologías emergentes con la
necesidad de preservar empleos y habilidades humanas únicas? ¿Cómo mitigamos
las disparidades económicas que pueden surgir debido a la automatización? ¿Qué
regulaciones y marcos éticos son necesarios para garantizar un despliegue justo y
equitativo de estas tecnologías?

La integración de inteligencias artificiales en el entorno organizacional es una


tendencia que está transformando radicalmente la forma en que las empresas
operan y toman decisiones.

La aplicación de IA en el ámbito organizacional abarca desde la automatización de


tareas rutinarias hasta la optimización de procesos complejos y la toma de
decisiones estratégicas. Este cambio ha generado beneficios significativos, como la
reducción de errores, la mejora de la productividad y la identificación de patrones y
tendencias que podrían pasar desapercibidos para los humanos. Sin embargo, a
medida que las organizaciones incorporan más IA, surge la cuestión de cómo
equilibrar la eficiencia con la preservación de ciertas capacidades humanas, como
la creatividad, la empatía y la toma de decisiones éticas.

El impacto de la IA en la fuerza laboral es otro aspecto destacado. Aunque la


automatización puede liberar a los empleados de tareas repetitivas, también plantea
la pregunta de cómo se redefinirán los roles laborales y qué habilidades serán más
valoradas en un entorno donde las máquinas realizan tareas cognitivas avanzadas.

La ética en la implementación de la IA en las organizaciones también es un tema


crucial. Decisiones automatizadas basadas en algoritmos pueden generar sesgos
inherentes si no se diseñan y regulan adecuadamente. La transparencia en los
procesos de toma de decisiones y la consideración de aspectos éticos se vuelven
imperativas para evitar consecuencias no deseadas.

El rápido avance que están teniendo las TIC y la inteligencia artificial ha generado
una necesidad constante de cambio en las organizaciones modernas.

Como se mencionó antes los empleados pueden resistirse a la adopción de nuevas


tecnologías debido al miedo a lo desconocido, la pérdida de familiaridad con los
procesos antiguos y la incertidumbre sobre cómo afectará sus roles laborales. La
implementación de nuevas tecnologías a menudo revelara la necesidad de
habilidades actualizadas. La brecha de habilidades puede generar ansiedad entre
los empleados, ya que se sienten presionados a adquirir nuevas competencias en
poco tiempo.

Es esencial comunicar de manera clara los motivos del cambio, los beneficios
esperados y cómo afectará a los empleados, involucrar a los empleados en el
proceso de cambio, permitiéndoles aportar ideas y sugerencias, creando un sentido
de propiedad y compromiso. La colaboración también ayudara a identificar posibles
problemas antes de que se conviertan en obstáculos significativos. También se
deberán Implementar programas de capacitación y desarrollo de habilidades para
cerrar la brecha de competencias. Esto no solo prepara a los empleados para el
cambio, sino que también demuestra el compromiso de la organización con su
desarrollo profesional.

El avance tecnológico ha transformado no solo la forma en que las organizaciones


operan, sino también las expectativas y demandas de los empleados. En este
contexto, el liderazgo desempeña un papel crucial en la creación de un entorno
propicio para la innovación y el éxito en la era digital.

Los líderes deben demostrar una capacidad para adaptarse a cambios rápidos y
abrazar la evolución tecnológica, mostrando flexibilidad y agilidad en la toma de
decisiones. Un líder efectivo en la era digital debe tener una comprensión sólida de
las tendencias tecnológicas relevantes para su industria y ser capaz de articular una
visión clara de cómo la tecnología puede impulsar el éxito organizacional, tener la
capacidad de comunicarse de manera efectiva a través de diversas plataformas
digitales es esencial. Esto incluye la capacidad de transmitir mensajes de manera
clara y fomentar la colaboración en entornos virtuales.

Un líder en el entorno virtual debido a la falta de interacción cara a cara se puede


dificultar la comunicación efectiva y la colaboración entre miembros del equipo. Los
líderes deben implementar herramientas y prácticas que fomenten la conexión y la
colaboración en entornos virtuales. A su vez los líderes deben desarrollar métricas
claras y utilizar tecnologías que faciliten la supervisión y retroalimentación efectiva
para poder evaluar a los empleados de acuerdo con su desempeño.

Conclusión:

En el tejido cambiante de las organizaciones en el siglo XXI, los retos del


comportamiento humano, impulsados por las Tecnologías de la Información y
Comunicación (TIC) y la inteligencia artificial, se revelan como un campo de batalla
para la adaptación y la evolución. La velocidad sin precedentes con la que la
tecnología avanza plantea desafíos fundamentales en la gestión de recursos
humanos, desde la resistencia a la adopción de nuevas herramientas hasta la
necesidad imperante de desarrollar habilidades actualizadas en un abrir y cerrar de
ojos.

La ansiedad que suscita lo desconocido y la incertidumbre sobre el impacto en las


funciones laborales son barreras emocionales que deben superarse. La
implementación de nuevas tecnologías, si bien es esencial para el progreso,
destapa una brecha de habilidades que puede generar temores y desafíos en la
fuerza laboral. No obstante, en este escenario complejo, emerge una verdad
inmutable: el factor humano sigue siendo la fuerza impulsora detrás de la innovación
y el éxito organizativo.

Es por ello que se debe ver a estas como lo que son herramientas para un cambio
que debemos adaptar a nuestras campos, sobre todo en los sistemas automáticos,
pues si los vemos como fuente de reemplazo humano, seremos reemplazados por
nosotros mismos por una herramienta.
La comunicación transparente, la participación activa de los empleados y la
inversión en desarrollo de habilidades son pilares esenciales para superar estos
retos. La colaboración se convierte en la clave para identificar y abordar obstáculos
antes de que se cristalicen en problemas insuperables. Más allá de la tecnología,
es el liderazgo humano el que emerge como el catalizador indispensable para guiar
a las organizaciones hacia un futuro donde la integración armoniosa de la tecnología
y el comportamiento humano sea la piedra angular del progreso.

En conclusión, enfrentar los desafíos del comportamiento humano en un entorno


saturado de tecnología requiere no solo una adaptación estratégica a las demandas
cambiantes, sino también un compromiso inquebrantable con la humanidad en el
corazón de las organizaciones. La síntesis exitosa de lo tecnológico y lo humano no
solo asegurará la supervivencia, sino que también abrirá las puertas a una era
donde la innovación y el bienestar coexisten en la danza evolutiva de las
organizaciones del siglo XXI.
Bibliografía:

Avila, M. A. M. (2022, 25 febrero). Los retos de la Empresa en el Siglo XXI. Recuperado

26 de noviembre de 2023, de https://es.linkedin.com/pulse/los-retos-de-la-empresa-

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siglo XXI. SCIELO.

http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2415-

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López, S. (2014, 22 abril). Los retos de las empresas del siglo XXI. Sergio López.

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