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El libro sin_tesis de Federico Soriano reúne seis palabras o conceptos que

acompañan la actividad arquitectónica desde hace años, y propone ponerlos en crisis y


reflexionar sobre ellos. El los denomina como ausencia de atributos arquitectónicos, porque
las ausencias son más ambiguas, más amplias y sugerentes. En este caso nos aproximamos al
capítulo denominado sin_gesto que apunta a liberar al arquitecto del modelo de artista
iluminado e inspirado, renunciando a las arbitrariedades del gusto y la belleza de la
arquitectura. Se abre a un camino de libertad y experimentación arquitectónica a través del
uso del diagrama como generador del proyecto.

El autor nos habla del “gesto entendido como estilo personal”, lo que nos hace
pensar que de alguna manera define este concepto como una marca propia y personal de
cada uno, pero que resulta ser a su vez precipitado y arbitrario. Para explicar esto nos habla
sobre la historia del arte durante los años cincuenta y sesenta, donde cada artista
necesitaba de esa marca propia o estilo personal para poder distinguirse del resto, y esa
sería su firma, ese gesto característico que se representaba en cada una de sus obras. El
gesto supone inspiración e iluminación del artista como genio.

Por otro lado se menciona que la imaginación requiere de la memoria y de la


experimentación. Entendemos que a lo que apunta el autor es a desmitificar la importancia
de la artisticidad, del genio, para desarrollar la imaginación (arquitectónica en este caso). No
confundamos imaginación con inspiración o iluminación. Todo aquello que imaginamos
tiene sus precedentes en aquellas cosas conocidas o experimentadas en la realidad,
cualquiera puede desarrollar su imaginación. Por medio de las experiencias que vivencia el
arquitecto con el paso del tiempo va adquiriendo ciertas herramientas y conocimientos que
empiezan a ser fundamentales luego en sus proyectos. Dichas experiencias que quedan en
nuestra “retina” para ser reformuladas y crear una construcción interna del pensamiento, de
la razón, de las opiniones que luego son decodificadas en el momento de la creación.
Desde estas experiencias adquiridas, el arquitecto/artista es capaz de imaginar, crear y
proyectar, volcando así sus pensamientos e ideas en el propio proyecto.

El autor plantea que el trabajo del arquitecto habría sido un proceso similar a lo que
sucede con la obra o el trabajo del artista, donde el edificio en si se pierde bajo el nombre
de su autor. Sin embargo esto cambia en la actualidad cuando el gesto del arquitecto
“desaparece”, concentrándose en otras variables que definan el proyecto como el programa,
el sitio, la estructura, etc. “La inspiración, que es gesto, o la intuición no son nada
comparadas con la necesidad”. (Soriano.F., 2004, pág. 166). El punto está en encontrar
cuáles son las leyes que deben o van a definir el proyecto, y que lo vayan guiando durante
todo el proceso, sin pensar en llegar a un resultado prefigurado. “La búsqueda de la
existencia de aquella gota de agua, precisa y generadora de leyes inmutables” (Soriano.F.,
2004, pág. 166)

Por otro lado, la desaparición del gesto no implica la ausencia de un estilo, sino su
redefinición. El autor entiende al estilo como una estructura fija, un soporte sobre el cual el
proyecto pueda desarrollarse mediante sus lógicas por sí mismo. “El estilo debe funcionar
como una geometría, como un proceso físico.” (Soriano.F., 2004, pág. 167).
En cuanto a las leyes por las que se regirá el desarrollo proyectual, Soriano hace
énfasis en la prevalencia de los procedimientos por sobre los programas. Las leyes no
marcan un camino prefijado único, sino que funcionan como guías en el complejo proceso
de toma de decisiones que deviene en diversas posibilidades proyectuales.

Algunas de estas leyes surgen de la relación entre el proyecto con el programa.


Estas pueden tener que ver, por ejemplo, con la distribución óptima de los espacios, con la
máxima compactación del programa, la optimización de circulaciones o con cuestiones
acústicas.

Otro punto que el autor considera importante es la transmisibilidad de los procesos


generadores a través de un diagrama abstracto. La práctica diagramática en arquitectura se
basa en la utilización de diagramas como elementos generativos y proyectivos de nuevas
estructuras. Un diagrama no es una mera representación de la realidad, sino que es un
dibujo que presenta lógicas de organización de la materia que constituyen una realidad
arquitectónica futura. El diagrama es una máquina de pensamiento constante que elimina el
rol del arquitecto como artista iluminado, y además erradica el problema de la hoja en
blanco.

“El diagrama contemporáneo piensa en imágenes; es generativo y proyectivo. Un


diagrama es extrovertido, es capaz de salir de sí mismo para crear discursos que actúan
sobre el referente. Es invisible, es material, aunque sustituye la representación de la
materialidad por la información sobre la misma. El diagrama es una técnica abstracta.”
(Soriano.F., 2004, pág. 182).

Soriano propone que existen dos tipos de prácticas diagramáticas: la diagramalogía


funciona el diagrama como la representación de un concepto de manera abstracta, lo que
permite que se abra a diferentes interpretaciones. El segundo caso denominado
diagramagrafia el diagrama es protoproyectual y se usa para producir nuevos conceptos,
convirtiéndose en la expresión de un procedimiento.

Para intentar explicar mejor esta distinción expondremos dos ejemplos


estudiados: Un ejemplo del primer caso es el de Peter Eisenman en el Centro Aronoff. El
proceso de diseño parte a partir del concepto de lograr un edificio que aparente haber sido
afectado por un terremoto. Eisenmann realiza una serie de diagramas en los que combina el
perfil zigzagueante de las huellas de nivel del terreno y los restos de un edificio existente.
Representa el concepto de manera abstracta. En el caso de Rem Koolhaas para el
concurso de la Biblioteca de París, en medio del proceso proyectual el diagrama de un
proyecto anterior adquiere relevancia. Este sugería dos componentes bien diferenciados:
plantas regulares y repetitivas en convivencia con una serie de espacios irregulares. En la
biblioteca se opera a partir de una transposición tridimensional de este diagrama. El
diagrama como generador de nuevos conceptos.

Al momento de tomar decisiones con respecto a forma o materialidad, el diagrama


no quiere imponerse a sí mismo una materia, sino que actúa como un código informacional
de múltiples interpretaciones sobre esa materialidad. Soriano propone que no hay que
operar definiendo la forma para luego informarla con las lógicas y relaciones que presentes
en el diagrama, sino que se deben exteriorizar cuales son los materiales que definen el
proyecto para que estos den origen a la forma.

“Se trata de mostrar los materiales que construyen el proyecto y dejar que ellos
elaboren la forma. Se trata de seguir un proceso y eliminar la presión del resultado” (Soriano
F. 2004, pág.195)

PROCESO DE PRODUCCIÓN

En relación a lo expuesto con respecto al proceder diagramático de Soriano,


llegamos a la siguiente secuencia posible de operaciones proyectuales: El proceso de
diseño parte de encontrar unas leyes, como guía de operaciones, que definan y generen el
proyecto. Éstas pueden estar relacionadas al análisis del sitio, recorridos, materialidad o
estructura, aspecto formal, entre otras. Estas leyes no son un freno para la libertad
proyectual, sino por el contrario, son posibilitadoras del diagrama ya que son propuestas por
el mismo arquitecto.

“Los procesos anteriores no deben entenderse como construcciones prefijadas. no


se trata de evoluciones sin ningún grado de flexibilidad o de indeterminación; son,
precisamente, guías de una operación. El proyecto de arquitectura se construye y define por
una acción.” ( Soriano F. 2004, pág 176)

Para ello propone la generación de un diagrama. Este se puede generar a partir de


la representación abstracta de un concepto ya prefigurado o, su vez, tomar un diagrama que
le permita crear nuevos conceptos. De esta manera pueden surgir distintas lecturas que
llevará a diferentes resultados según con qué criterios se lo interprete. De esta manera el
diagrama funciona como una maquinaria de pensamiento y se convierte en una realidad
arquitectónica.

La práctica diagramática no supone utilizar este diagrama solo como punto de


partida, sino que todas las decisiones del proyecto podrán estar ancladas al diagrama
tomándolo como hilo conductor. Por lo tanto, una vez que se genera el diagrama y se tiene
un concepto claro se comienza a operar con el resto de las variables. Soriano verifica esto
en el estudio de diversos referentes a partir del modo en el que utilizan el diagrama.
El arquitecto transpone las lógicas estudiadas a sus obras, reinterpretandolas según
las necesidades específicas en cada proyecto. Esta transposición no es literal, sino que
Soriano entiende al diagrama como herramienta que permite diversas resoluciones según
cómo se lo aborda.

“Proyectar es pensar el diagrama espacial, dibujar es expresarlo elementalmente y,


convencionalmente, construir es conservar y manifestar con texturas y colores los
materiales y estructuras ya seleccionados”(Soriano F. 2004, pág 183)

De esta manera, el proceso de producción, si bien no es lineal y siempre hay un ida


y vuelta con los diagramas, parte de la búsqueda o invención de ciertas reglas que son
transmitidas y decodificadas en el diagrama para luego ser traducidas en documentos
arquitectónicos tradicionales donde se regulan, dimensionan y ubican con mayor exactitud
los datos arrojados, y finalmente estas decisiones son materializadas en la construcción
propiamente dicha de la obra. “Se trata de seguir un proceso y eliminar la presión del
resultado”

En la perspectiva de MvRdV (1993) del proyecto para el concurso de una estación


de ferrocarril en Bergen op Zoom, la composición formal no es arbitraria. La geometría que
define al edificio se logra a partir los vacíos de los patios interiores de las manzanas. Al
trazar las visuales desde las calles circundantes del proyecto a los centros de manzanas,
genera la forma del proyecto, haciendo visibles estos lugares ocultos de la ciudad.
La operación consiste en definir la volumetría y la geometría del proyecto a partir de
construir una relación específica con la ciudad.
La composición volumétrica del Auditorio de la música de Málaga de Federico
Soriano se construye a partir de una reinterpretación de los elementos más emblemáticos
de la ciudad. La alcazaba se adopta como el auditorio principal, la catedral como la sala de
cámara, la aduana como sede filarmónica, el parque largo como zona de público, los faros
como zona de intérpretes y actores y las grúas del puerto como la zona de administración y
recursos.

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