Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Los derechos laborales recogidos por la Constitución (CE) tienen su origen espe
cífico o razón de ser (exclusiva o principalmente), obvio es reconocerlo, en el
ámbito de las relaciones de trabajo asalariado, de modo que no es posible téc
nicamente su ejercicio fuera de las mismas. La relación de trabajo, activa o como
referencia pretérita o de futuro, se convierte de este modo para aquéllos en pre
supuesto insoslayable de su nacimiento y ejercicio. Es el caso, así pues, de los
derechos «espec íficame nte » laborale s (derechos espec{ficos), de que son titulares
los trabajadores asalariados o los empresarios (o las organizaciones de represen
tación y defensa de sus respectivos intereses) en tanto que sujetos de una r ela
ción laboral (paracligmá ticamente , derecho al salario, derecho de huelga, dere
cho de negociación colectiva, etc).
que la Constitución le reconoce como ciud adano » ( ssTc 1 20/ 1983, 88 / 1985 ,
10 4/ 1987, 6/ 1988, 129 / 1989, 126 / 1990, 99/ 1994, 6/ 1995, 4/1996, 106 / 1996,
186 / 1996 , 204/ 1997, 1/ 1998 y 197/ 1998). Son, en de finitiva, derechos del ciuda
dano-trabajador, que ejerce como trabajador-ciudadano.
El necesario equilibri o (•equilib rios y limitaciones recíp rocos » p ara ambas partes
del contrato de trabajo) entre el e je rcicio del poder de dirección del empresario
(refle jo , por lo dem ás, de otros derechos constit uciona les que Je asisten, arts. 33
y 38 CE) y el ámbito (•modu lado por el contrato, pero en todo caso subsisten te»)
de las libe rta des consti tucionales del trabajador exige , a fin de cuentas, qUe , dada
la posición preeminente de lo s derechos fund amentales en nuestro ordenamie n to
, la referida «modulac ió n » deberá producirse únicamente en la medida estricta
mente imp rescin dibl e, de acuerdo con el «p rincip io de proporcionalidad», para el
correcto y ordenado respeto de los derechos fundamentales del trabajador. De
modo que, toda med ida restrictiva de un derecho fundamental deberá sur erar el
correspondiente •juicio de proporciona lida d », para lo que !Será imprescindible
com probar si ndiciones: 1) s i la medida «es suscepti
cumpl e tres requisitos o co d) ;es
ble de conse guir el objetivo propues to » (juicio ele id one ida 2) si, además, •
necesaria , en el sentido de que no exis ta otra medida más moderada para la con
secució n de tal propósito con igual eficacia» (juicio de necesidad ) ; y, finalmente,
3) si la misma «es ponderada o equilib rada, por derivarse de ella más beneficios
o ventajas para el interés general) que perjuicios so bre otros bienes o valores en
conflicto• (juicio de proporcionalidad en sentido estricto ) (ssTc 292/ 1993
,
99 / 1994 , 6/ 1995 , 66/ 1995 , 55/1996, 136 / 1 996 , 207/ 1996, 6/ 1998, 37/ 1998, 98/
2000
y 186/2 000).
Son, así pues, derechos constitucio nales labora les inespe cífic os, que han sido obje
to de laboralización en su mayoría por la legislación ordinaria, los siguien tes:
- La libertad ideológica y sa (art. 16.1 cE) , s in que nadie pueda ser obliga
do a declarar sobre su «id e olog ía, religión o creenc ias • (art. 16.2 CE) .
Por lo pronto, la igualdad ante la ley expresa el derecho de los sujetos de las
relaciones de trabajo a obtener de la orma jurídica (leyes , reglamentos, conve nios
colectivos) un trato igual, en e l sentido de que a «s up uestos de hecho igua les
deben ser aplicables unas consecuencias jurí d icas que sean iguales también» (ss1c
49/ 1982, 2/ 1983). El principio de igualdad prohíbe al leg islado r, así pues,
«con figu rar los supuestos de hecho de la norma de modo tal que se dé trato dis tinto
a personas que, desde todos los puntos de vista legítimamen te aceptab les, se
encuentran en la misma situación o, dicho de otro modo, impidiendo que se otorgue
relevancia jurídica a circ unst ancias que, o bien no pueden ser jamás tomadas en
consideración por prohibirlo así expresamente 1a Co nst itución , o bien no
guardan relación alg una con el sentido de la regulación que, al incluir las , inc
urre en arbitrariedad y es por eso discriminator ia» (ssrc 144/ 1988 , 181/2000 y 190/
2001). Sin que se postule , lógicamente, un tratamiento ig ua litario absoluto o a
ultran za con abstracc ión de cualquier «e l eme nto diferenciador de relevancia jur ídica»,
sino que «la desigualdad de tratamiento sea injustificada por no ser razo nable » (
DERECHOS FUNDAMENTALES GENERALES Y RELAC!Óf\ LAl30 RAL.. . 1
Se entenderán, así pues, nulos y sin efecto «los preceptos reglamentarios [y] las
cláusulas de los convenios colectivos» que contengan discriminaciones («desfa
vorables por razón de edad» o «favorables o adversas» en los demás casos) en el
empleo y en las condiciones de trabajo («en materia de retribuciones, jornada y
demás condiciones de traba jo») , por las circunstancias previstas legalmente
(«sexo, origen, estado civil, raza, condición social, ideas religiosas o políticas,
adhesión o no a sindicatos y a sus acuerdos, vínculos de parentesco con otros
trabajadores en la empresa y lengua dentro del Estado español») (art. 17.1 LET).
La igualdad por razón de la edad del trabajador (tan sólo se consideran ilícitas,
como se sabe, las «discriminaciones favorables• (?) por esta circunstancia, art. 17.1
LET) no queda afectada, en consecuencia, por el establecimiento legal de una
edad mínima de admisión al trabajo (art. 6.1 q;-r), ni por la prohibición legal a
los trabajadores menores de dieciocho anos de realización de trabajos nocturnos
o de actividades o puestos de trabajo considerados ,insalubres, penosos, nocivos
o peligrosos», tanto para su salud como para su formación personal y humana
(arts. 6.2 LF.T y 27 LPRL).
de trabajo con los varones» ( si-e 28/ 1992) . El Tribunal Constitucional ha reaccio
nado enérgicamente , de este modo, contra el «es tereot ipo ele la mayor debilidad
o inferioridad física» de la mujer respecto del varón, considerándolo una •per cepción
defectuosa, errónea o anacrónica», que «responde más a un juicio in fun dado que a
diferencias reales , naturales o bio lógicas» y conlleva una •división sexista del
trabajo » (ssTc 216/1991, 229/1992 -que declara discriminatoria por razón de sexo la
prohibición legal del trabajo de la mujer en el interior de las minas-, 286/ 1994 y
198/1996).
Por otra parte, la diferencia normativa puede venir exigida incluso por la aplica ción
estricta del principio de igualdad ante la ley como «instni mento ineludible para su
debida efectivi dad», con el fin de «co ntribuir al restablecimiento o pro moción de la
igualdad real• (sTc 3/ 1983). Es el caso, señaladamente , de la ope ración política a
que responde el ordenamiento jurídico-laboral en bloque, por lo que a la
diferencia de tratamiento normativo entre trabajador y empresario se refiere , acerca
de cuya compatibilidad con el artículo 14 CE ha tenido ocasión de pronunciarse el
Tribunal Constitucional: el «específico carácter • del Derecho labo ral deriva así de su
«finalidad tuitiva o compensadora » ( •ordenamiento compen sador e igualador en
orden a la corrección; al menos parcialmente, de las desi gualdades fundamenta les»,
cuyo fundamento radica •no sólo en la distinta condición económica de
ambos su je tos , sino en su respectiva posición en la pro pia y especial relación
jurídica que los vincula, que es de dependencia o subor dinación de uno respecto del
otro») en garantía de la «p romoción de una igual dad real , que en el ámbito de las
relaciones laborales exige un mínimo de desigualdad formal en beneficio del traba
jador», ya que lo contrario equivaldría, paradójicamente, a «fomentar mediante el
recurso a la igualdad formal una acre centada desigualdad material en perjuicio del
traba jador » (s Tc 3/ 1 983).
El juego del cle recho ' de igualdad ante la ley en el convenio colectivo debe tener
en cuenta, naturalmente , qu e el establecimiento de •regulaciones difere nciadas»
1 MA"llJEL CARLOS PALOM EQCE
en razón de la empresa, del sector o de cualquier otro ámbito territorial y fun cional
apropiado para la negociación de condiciones de trabajo es una caracte rística
esencial de estas normas sectoriales («una primera limitación, global y genérica,
del principio de igualdad», STC 177/1988). Pero es que, además, el derecho a la
negociación colectiva lleva consigo que las partes puedan estable cer en el ámbito
correspondiente, y dentro naturalmente del marco constitucio nal y legal, las
«diferencias de regulación o de trato que consideren convenien tes o adecuadas en
razón de los respectivos intereses» (sTC: 177 /1988). Si bien, aunque no pueda
decirse por todo ello que la distinción normativa dentro del convenio colectivo sea
per se contraria al derecho ele igualdad, lo cierto es que ni siquiera la autonomía
colectiva y sus productos normativos pueden estable cer un régimen diferenciado
en las condiciones de trabajo que no sea «razona ble» (STC 177/1988), sin
«justificación objetiva• y sin la «proporcionalidad» que la medida diferenciadora
debe poseer para resultar conforme al artículo 14 CE (sTC 119/2002).
vación suficie nte•, o sin que la misma pueda deducirse de modo razonable de
lo s térm inos de la resolución impugnada, del criterio mante nido con regularidad
en sus decisiones an teriores. Se trata, también en este caso, de un «co ncep to rela cional
», que requiere un término válido de comparació n, cuyo contra ste con la resolución
impugnada ponga de manifiesto «t anto la identidad sustancial de los supues tos
como la falta de motivación constitucionalmente legí tima del cambio de criterio»
(SSTC 49/ 1982, 2/ 1983, ésta sobre la interpretación por idéntico órga no judicial de
un mismo convenio colectivo con acusada desigualdad en casos noto riamente igu
ales, 82 / 1990 , 183 / 1991 , 10 4/ 1996, 240/1998, 36/ 2000, 59/ 2000,
75 / 2000, 102/ 2000, 244/ 2000, 51/ 2001 y 57/ 2001) Distinto es, sin embargo, el
caso de la aplicación de la ley por órganos d istintos , que debe conectarse cier
tamente con el principio de independencia de los órgano s jurisdiccionales y con
la búsqueda de la uniformidad a través de la jurisp rude ncia encomendada a los
de super ior rango.
Por último, que en ningún caso «p ueda prevalecer discriminación alguna » por
razón de cualquier «cond ición o circunstancia personal o socia "l del individuo
(art. 14 CF), significa con seguridad, una vez que el precepto ha sancionado la
igualdad ante la ley, la eficacia gene ral o erga omnes (la Drittwirkung de los
derechos fundamentales) del derecho constitucional a la igualdad , también en las
relaciones entre particulares y, en consecue ncia, en las de trabajo asalariado (el
derecho a la igualdad en el contrato de trabajo). Los trabajadores tienen derecho ,
así pues, a «no ser discriminados para el empleo o una vez empleados» por cuan tas
razones se mencionan legalm ente (art. 4.2.c) LET), de modo que se entende rán
nulos y sin efecto «los pactos individ uales y las decisiones individuales del
empresario » que contengan discriminaciones en el empleo y en las condiciones
de trabajo por las dive rsas circunstancias contempladas (art. 17.1 LET). La discri
minación de los trabajadores por razón de sexo se prohíbe asimi smo , exp resa y
adicionalme nte, con alcance general (art. 35. l CE, •Sin que en ningún caso pueda
hacerse discriminación por razón de sexo" ) y en relación con los criterios de
ascenso en la empresa (que se acomodarán a «reglas comunes para los trabaja-
1 MANCÍ::I. C ARLOS P Al.ü MEQtJE Ló
d o res de uno y otro sexo•, art. 24.3 LET) , co n la rem une rac ión del traba jo ( q ue
o bliga al emp resa rio a pagar «p o r la prestació n ele un trabajo de igual valor la
mi s m a re tribu ció n, sa tisfec h a directa o indir ecta mente, y, cua lquiera qu e sea la
na turaleza de la misma, sa larial o extrasalarial, s in que pueda p rodu cirse d isc ri
minación algun a por razó n de sexo en ninguno de los elementos o co ndi cio nes
de aq uélla », art. 28 LET, m o difi c ado por la Ley 33/ 2002 , de 5-7, q ue, en co nso
nancia con una transposición adecuada del Derecho co mu nitario , sustitu ye el
principio de iguald ad sala ria l vige nt e h asta el mome nto por el de «ig ualdad retri bu
tiva..) y co n el d es p ido de los trabajadores co mp ren did os en los sup uestos (embarazo
, mate rnidad, lactancia de hijos , adopció n o ac o g imiento de menores y cuid ado
directo de fam iliares) previstos en la Ley 39 / 1 999 , d e 5 de noviembre , d e
promoció n d e la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas tra bajado ras
(a rts. 53.4 y 55.5 LET y 10 8 . 2 y 122.2 1n , todo s ellos redactad os de acue rdo co n
la re fe rida norma lega l).
Sin perjuicio de que en las relaciones privadas su ap licación dé lugar a impo r tan
tes matizacio nes, el derecho a la igualdad y no disc rimin ació n de los traba ja d o
res e n la relación de trab a jo d is p o ne lega lmente . co mo se ha seña lado, de una amp
litud ex tre ma en la co nfiguració n de las distintas variables en juego , como son el
momento de la discriminac ión (se proh íbe la disc riminación q ue pueda efec tuar
el empresario tanto al tiempo de la contratación del trabaja d or co mo durante la e je
cució n del co ntrato de traba jo , ..p ara el empico o una vez emplea dos», art. 4.2 .c)
LET) , su sentido u o rie nt ación (se pro híb e n tanto las discrimina ciones «favo ra bles o
adve rsas» para los traba jadores, au n cuand o por razón de la edad tan sólo las «d
iscriminaciones desfavora ble,, s , a re. 1 7 .1 LFT) , las mate rias o ámbitos in s
titucionales so b re los q ue pueda recaer (en general, el emple o y cua les q uie ra co
nd iciones de traba jo , «e n el e mple o , así como en materia de re tribu ciones, jo rnada y
demás con dicion es de traba jo », a rts. 1 7. 1 , 24.3 y 28 LET) o , e n fin, las c irc
unstancias o fac to res de d isc riminación (ait s.4.2.c) y 17.1 LET) .
En Jo q ue co ncierne a las condiciones de trabajo (sa la rios, jo rnada, etc), el dere cho
a la no discriminació n no imp one, desde luego , una «iguald ad de trato e n se n
tido absoluto », pu es el juego en el ámbito de las relacio n es laborales de la a
utonomía ele la voluntad deja •Un m argen en el que el acuerdo privado o la dec i sión
unilateral de l e mpresa rio» p ued en dispo ner aq ué llas libremente, siempre que se
res pete n naturalmente los mínimos le gales o co nvencionales (ssTc 3 4/ J 984, 2/ 1998
y 197/ 2000). Así pues , específica mente , la «d ifere ncia salarial», e n la medid a e n q
ue no tenga un sig ni fica do discrimina torio por incurrir en alguna de las ca usas
prohibi das, no pu ede conside rarse lesiva del p rin cipio d e ig ualdad
Ü ERJsC HO S Fl! NDAMENTAI,F$ GENERA LES Y REL/\ C! ÓK LABO,R 1
(ssTc 177 / 1988, 171/ 1989, 28/ 1992, 2/1998 y 74/1998). Por lo de más, la jur
isp ru dencia constitucional sobre la aplicación de este principio en materia salarial
ha establecido una •importante diferencia• (siempre que no se incurra en una causa
disc rimi natoria) entre los casos en que •la desigualdad ret ribu tiva se produce en
el ámbito ele las relaciones entre particulares» y aquellos otros en que «el e mpre
sario o emp leador es la Administración Pública•, sujeta co mo se sabe a las exi
gencias de la igualdad ante la ley y no a las de la autonomía de la volun tad (sSTc
1 61/ 1 99 1 y 2/ 1998).
La Constitución garan tiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los indivi duos
y las comunidades sin más limitación, en sus manifestacion es, q ue «l a nece saria
para el mante nimiento del orden público protegido por la ley• (arr. 16.1 c1::), q ue s
e c om p lem e nta , e n su dim ensión n ega tiva, por la de terminación constitu cional de
que •nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias• (aJt.
16.2 cE). El co nte nid o de este derecho comprende, de este modo , la protecc ión
frente a injerenc ias externas sobre una «es fera de libeJtad individual o colectiva•
que pe rmite a los ciudada nos (tambié n lógicame nte a los traba jad o res en el
ámbito de la empresa) •actuar con arreglo al credo que profes en• ( 'Te 128/ 2001) .
Los tra baj ad ores no está n obligado s, así pu es, a revelar su afiliación sindical (•no
puede abr iga rse dud a alguna de que la afiliación a un sindicato es una opción
ideo lógica protegida po r el art. 16 CE•, sr c 94/1998), lo que no de ja de ser un
«d e rech o p e rso n a l y exclusivo del traba ja dor•, q ue están obligados a res petar
tanto el empresario como los propios órganos sindicales (SsTc 292/1993, 94/1998
y 145/ 1999). El empresario no puede, así pues, imponer a los representantes sin
dicales la facilitación de información sobre la afiliación de sus trabajad ores, aun que
le resulte imprescind ible para el cumplimie nto de dete rminadas obligaciones legales
(«de be rá en to do ca so verificar ese cumplimi ento por procedimientos res pet uosos
con el derec ho de libertad ideo lógica de sus trabajadores•, SSTC 292/ 1993),
sin p erju icio, en todo caso, de alguna manifestación residual leg ítima de dicho
requerimie nto em presarial (sTc 145/ 1999) .
La g arantía cons tituciona l del derecho a la intimidad personal (art. 18.1 CE) se
pro yec ta al ámb it o de la relación labora l a través del derecho de los trabajado res
«al res peto de su intimid ad y a la co nsid eración debida a su dignid ad, com
pre ndida la protección frente a ofensas verbales o físicas de naturaleza sexual»
(art. 4.2.e) LET). Este de recho fundamental, «es trictamente vinculado a la propia
personalidad y que deriva de la dignidad de la persona•, reconoce e im plica la
existe nc ia de un «ámb ito propio y reservado frente a la acció n y el conocimien to de
los demás», c uyo núcleo central radica en la facu ltad de «abste nción de in je
rencias por pa1te de o tro , tanto en lo que se refiere a la toma de conocimientos
intrusiva, como a la divulgación ilegítima de esos datos» (ssTc 170 / 1987 , 231/ 1988,
197/ 1991, 142/ 1993, 57/ 1994, 143 / 1994, 207/ 1996 y 202/1999).
El derecho a la propia imagen (art. 18.1 CE), o «derecho de impedir que otros la
capten o la difundan», salvaguarda así «el interés del sujeto en evitar la difusión
incondicionada de su aspecto físico, que constituye el primer elemento configu
rador de su intimidad y de su esfera personal, en cuanto instrumento básico de
identificación y proyección exterior y factor imprescindible para su propio reco
nocimiento como individuo», por lo que la captación y difusión de la imagen del
sujeto «sólo será admisible cuando la propia -y previa- conducta de aquél o las
circunstancias en que se enc uentra inmerso justifiquen el descenso de las barre ras
de reserva para que prevalezca el interés ajeno o el público que puedan coli sionar
con aquél» (src 99/1994). De este modo, la prestación laboral no incluye el
derecho a la comercialización de la imagen del deportista profesional, por lo que
la co mpe nsac ión eco nóm ica pactada por dicho uso con el empresario no forma
pa1te del salario, tratándose más bien del pago resultante de una estipula ción de
carácter mercantil complementaria del contrato de trabajo. Por otra parte, al
tratarse de un derecho de la personalidad, es dudoso por lo tanto que el dere cho a
la imagen pueda aplicarse a un sujeto de carácter colectivo.
La refer ida sentencia del Tribunal Constitucional 99/1994 declara así radicalmen te
nulo, por ser contrario al art. 18.1 CE, el despido de un trabajador, deshuesa dor de
jamones, que se había negado a cumplir la orden del empresario de que compareciese
en un acto público de presentación de la denominación de origen del jamón de
bellota elaborado por la empresa en la que prestaba sus servicios, en el que su
presencia era reque rida para el corte y despiece del producto que se quería
promocionar y se hacía inevitable la presencia de fotógrafos y medios de
comunicación, manifestando el trabajador que no deseaba que su imagen fuese
captada fotográficamente.
El Trib unal razona así en este caso que «no consta que el trabajado r, o ficial de
2.ª deshuesador de jamo ne s, tuviera asignada , explícita ni implícitame nte,
178 }.1.\NUEL CARLOS P ALOMEQUE Ló PEZ
ÜERF.CHOS FUNDAMENTALES GENE RALES Y REL:\CIÓ"i 1
Lo que, a fin de cuentas, entraña la necesidad de proceder a una «po nde ración
ade cuada », a la luz de las concretas circunstancias de cada caso (ssTc 106/1996,
1/1998 y 90/ 1999), de la valoración constitucional del derecho fundamental de
libertad de expresión y de las obligaciones laborales que puedan modu larla;
facilitándose de este modo la determinación en cada supuesto, de acuerdo con
los criterios mane jado s por la jurisprudencia constitucional, de si se ha pro ducido
o no la lesión del derecho. Es el caso principal, así pues, de la rele vancia pública
de la materia sobre la que versan las manifestaciones del tra bajador (ssTc 6/1988,
143/1991 y 1/1998), hasta el punto de que no resulta exagerado afirmar que , en
tanto en cuanto el contenido de la expresión se refiera a «irregularidades en un
servicio público y de público inte rés», la posi ble oposición entre el deber
contractual de buena fe y el dere cho constitucio nal de libre expresión (también
del de información) queda «no tablemen te difu minada » (s-rc 1/ 1998; sobre la
libertad de expresión de los deportistas profesionales y la trascendencia pública de
sus declaraciones, ssTc 105/1983, 6/1988 y 6/1995).
Esta dis tinción entre pensamientos, ideas y o pini o nes, d e un lado , y com unica
ción informativa de hechos noticiables, de otro, tiene decisiva importancia por
cierto a la hora de determinar la legitimidad del e jerci cio de amb as libe rtades,
pues •mientras los hechos son suscep tibles de prueba, las opiniones o juicios de
valor, por su naturaleza abstracta, no se prestan a una de mostración de exacti tud•
(sTc 107/ 1988). De este modo , a quien e jerce la liber tad de expresión no le es
exigible la prueba de la veracidad de lo manifestado (sTc 223/ 1992), qu e con diciona,
sin emba rgo , la legitimidad del derecho ele información por expreso mandato
constitucional, al añadir el correspondiente precepto el adjetivo «v e ra z • al término
«informaci ón » (art. 20.1.d) CE).
En la realidad, sin emb argo , el deslinde ent re am bas libertades no es comp leta mente
nítido y so n •mucha s (las) cautelas• que deben emple ars e en est a dist in ción (sTc
90/1999), pues la expres ión de la propia opinión necesita a me nudo apoyarse en la
narración de los hechos y, a la inversa, la comunicación de hechos o noticia s co
mp ren de cas i siempre algún elemento valorativo, «una vo ca c ión a la fo rmación de
una o pinió n• (ssTc 6/ 1988. 107/ 1988, 143 /1991. 190/1992. 336/1993, 4/ 1996). Por
ello , en los su pue stos en que se me zclan ele mento s de una y o tra signi ficació n
de be a te nders e a l q ue apar ezca co mo •pr epond erante o predo min ante para
subsumirlos en el correspo ndiente apa11ado d el artícu lo 20.1 CE» ( SSTC 6 / 19 88,
10 5 / 1990, 172 / 1990, 1 23/ 1 993, 7 5 / 1 995, 78 / 1 995, 4/1996).
Lo que la ex ige nc ia <le información veraz viene a supone r, con todo , es que el
informador, si quiere situarse ba jo la p ro tec ción del artículo 20.1.d) CE «ti e n e un
esp ec ia l deber de comprobar la ve racidad de los hechos que expone mediante
las oportunas ave riguaciones y empleando la diligencia exigible a un profesio nal»
(s Tc 4/ 1996). No obstante, la información rectamente obtenida y difundida es
digna de protección, «a unq u e su t ot a l ex ac titud se a co ntro vertible o se incu rra
en e rrores circunstanciales que no afecten a la esencia de lo informado, (ssTc
D E RJ'-.Cll OS F l.i N0 AMENTALES GEN ERALES Y REJAC IÓ:-1 J.ABO 1
240/1992 y 4/1996). Ha de pond erarse , en fin, «el alcance del error en que se
haya incu rrido », teniendo presente además que «e l contraste de la noticia no es
un término unívoco sino que , más allá de su genérica formulación como de ber,
exige matizaciones casuísticas» (como la fuente que proporciona la noticia, por
e je mplo , que si objetivamente es seria y fiable puede no ser necesaria otra com probación
que la exactitud o identidad de la fue nte, ssTc 240/ 1992, 178 / 1993 y 4/ 1996).
Por otra parte , la •cláus ula de conciencia» es un derecho constitucio nal (art.
20.1.cl) CE) de los profesionales de la información (regul ado , en cumplimiento del
mandato contenido en dicho precepto, por la LO 2/ 1997, de 19 -6, LOCCJ), que tiene
por objeto («e n la medida en que ellos son el factor fundamental en la pro ducción
de informacio nes », que •su trabajo es tá presidido por un indudable com ponente
intelectual, que ni los poderes públicos ni las empresas de comunica ción pueden
olvidar », y que , en fin, •la información no puede ser objeto de consideraciones
mercantilistas , ni el p rofe s io na l de la información puede ser concebido como
una especie de mercenario abierto a todo tipo de informacio nes y noticias que
son difundidas al margen del mandato constitucional de vera cidad y pluralismo»,
exp. motivos LOCCI) «g arantizar la independencia en el desempeño ele su función
profesional» ( art. 1 LOCCI). De este modo , se establece legalme nte el derecho de
estos profesionales a solicitar la rescisión de su con trato de trabajo con la empresa
de comunicación en que trabajen (con la inde m nización pactada o, en su defecto,
la estab lecida para el despido imp rocedente) , cuando en aquélla se produzca «un
cambio sustancial de orientación informativa o de línea ide ológica., y cuando la
empresa les traslade a otro medio del mismo grupo que suponga «una mptura
patente con la orientación profesional del infor mador » ( art. 2 wccl). Los
profesionales de la información podrán negarse mo ti vadamente, en fin, a «pa
rticipar en la elaboración de informaciones contrarias a los principios éticos de la
co municació n, sin que ello pueda suponer sanción o per juicio » (art. 3 LOCCI).
factores en juego (el prestigio de los profesionales y la confianza del medio que
lo integran , entre ellos), a la ,transmisió n de infor mación relevan te para la for
mación de la opinión pública• (ssTc 199/ 199 9 y 225 / 2002) .
Los tra ba jadores tie nen, al igual que todos los c iudadanos, el derec ho constitu
cional de reunión pac(f k a y sin armas (a11. 21.l CE), libe11ad pública
fundamen tal que garantiza la abstención de los poderes públicos y de cualquier
persona frente a su e je rci cio y que en el ámbito sociolaboral es e je rci d a p
rincipalmente como medida de conflicto colectivo. De modo singular, los trabajadores
o sus organizaciones (también los empresarios) pueden realizar reuniones en
lugares de tránsito público (concentracio nes o reuniones estáticas) o
manifestaciones, dando comunicación previa a la autoridad, •que sólo podrá
prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orde n público, con
peligro para las personas o bienes, (art. 21.2 CE).
- El derecho de asamblea, o «de recho básico» de los traba jadores (att. 4.1.D
LET)de una misma empresa o centro de trabajo a «re unirse en asamblea.. (arts.
77 a 80 LET) . Con un rég imen específico y limitado para las reuniones de los trabaja
dores (personal civil no funcionario ) en establecimientos militares (arts. 93 a 97
RD 2205/1980).
Los trabajadores tienen derecho, como se sabe, •al ejercicio individual de las
acciones derivadas de su contrato de traba jo » (art. 4.2.g) LET), que se satisface
lógicamente mediante la tutela judicial efectiva «de los jueces y tribunales en el
ejercicio de sus derechos e intereses le gítimos » (art. 24.1 CE y LPL) y que, en con
secuencia, preserva a sus titula res de las «i rregularidades producidas dentro del
proceso que ocasionen la privació n ele garantías procesales» (ssTc 7/1993,
14/1993 y 54/1995).
Pero este der ec ho asegura, además, una garantía de indemnidad, de acuerdo con
la cual no pueden derivars e para el traba jador «consecue ncias perjudiciales»
del e je rcicio de la oportuna acción judicial, lo que se tradu ce, a fin de cuentas,
en la imposibilidad para el empresario de adop tar, en ejercicio de sus facultades
organizativas y dis ciplinarias , «medid as de represalia, reacción o respuesta•
deri vadas del ejercicio por el trabajador de su derecho a pedir la tutela de los jue
ces y tribunales (no sólo en el e je rcicio de la acción judicial, sino tambi én en «los
actos preparatorios o previos » a la misma, toda vez que el derecho a la tutela judi
cial es perfectamente compatible , según doctrina constitucional consolidada, con
el establecimiento de condicio namientos previos para el acceso a la ju risdicción
y, en concreto, con la exigencia del agotamiento de la reclamación administrativa
1 MANlJEL CARLOS PA LOM :QUE Ló
modo restrictivo, reduciendo su aplicación así"ª las normas que establezcan res
tricciones de esos derechos o libe rtades o los desarrollen de modo directo, en
cuanto regulen aspectos consustanciales a los mismos, excluyendo por tanto
aquellas otras que simplem ente afect an a elementos no necesarios sin incidir
directamente sobre su ámbito y límites», ssTc 161/ 1987 , 101 / 1991 y 142 / 1993),
también naturalmente de los derechos constituciona les laborales que tengan esta
naturaleza.
11/ 1981).
NOTA
1
Utilizo por vez primera la construcción técnica relativa a los derechos constitucionales
laborales inespecificos en el «p rólogo • a l libro de ROJAS RIVERO, G. P., La libertad de expre sión
del trabajador (Madrid , Editorial Trotta, 1991, págs. 7 a 9) para ser poco después objeto ele
propuesta conceptual para el debate jurí d ico en mi libro Los derecbos labora les en la
Constitución Espaiiola (Madrid, Centro de Estudios Constitucionales. 1991. págs. 31 a 34) y
ya, de modo definitivo, a partir de 1993, en las páginas de las sucesivas edi ciones del
Derecho del Traba¡o que comparto con i\.LVAREZ DE LA ROSA, M. (Madrid, Edito rial Centro
de Estudios Ramón Areces , 11.3 cd . 2003, pp. 153 y ss.), de las que el presente texto es
desde luego tributario. A imismo he publicado sohre la materia el artículo, Los
derechos laborales inespec fficos », Minen;a. Revista de Estudos Laborais ( Univ ersidades
Lusíada, Instituto Lusíada de Direito do Trabalho, Lívraria Almedina, Coímbra, 2003), núm.
2. págs. 173-194). Por lo demás, la noción ha gozado desde su presentación de general
aceptación y predicame nto dentro de nuestra doctrina y jurisprudencia, trascendie ndo
rambién por fortuna el ámbito del ordenamiento español. Una reciente muestra de esto
último en VILLAMIL PRIETO H., Fundamentos de Derecho Sindical Venezolano, (Caracas ,
Cniversidad Católica Andrés Bello, 2003), pág. 48, que califica la noci ón (pe rmítaseme la
ruborosa licencia) de «terminología magi s tralm e nt e acuñada por el profesor Palo meque
Ló pez ...