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TRADUCIR

Defensa e ilustración del multilingüismo

François Ost nos muestra a través de 415 páginas el desarrollo de lo que hoy
conocemos como “traducción”; desde los inicios de la torre de babel, hasta la
era contemporánea podemos apreciar grandes disputas entre el acto profano o
no de la profesión, así como creencias puristas de una lengua “perfecta”, en este
caso el hebreo, la cual fue la misma lengua por la que Dios se comunicaba con
sus discípulos y por tanto se tenía la esperanza de que esta fuera la única lengua
permitida sobre de todas.
Me parece bastante curioso como la palabra “traducir” genera tantas opiniones
distintas entre los estudios; para Humberto Eco “traducir es “decir lo mismo en
otra lengua” pero sostiene que traducir no es lo mismo que interpretar, por otro
lado Jakobson sigue el pensamiento de Schleiermacher sobre que traducir es lo
mismo que interpretar, porque para entender algo la persona debe de codificar e
interpreta el mensaje de modo que se pueda entender a sí misma para después
poder expresarlo a través de su entendimiento, lo cual tiene mucho sentido
porque dos o más personas pueden leer un mismo texto y aun así cada una
tendría un planteamiento diferente de lo que fue para ellos ese texto; Steiner
sostiene que “la traducción está implicada formal y pragmáticamente en cada
acto de comunicación”.
Poniendo todas estas opiniones juntas parece incluso que todos hablan y dicen lo
mismo, pero con diferentes palabras, pero cada uno de ellos refleja un punto
específico que me lleva a cuestionarme nuevamente “¿qué es traducir?, ¿todo es
traducible?
En unos capítulos más adelante podemos encontrar como lo intraducible no es
necesariamente malo, de hecho, Goethe propone que no solo no es malo, sino
que es el signo que permite a la traducción existir, por así decirlo; Goethe señala
que “en la traducción se debe llegar hasta lo intraducible, y todavía mejor: de
cierta manera, la traducción comienza por la conciencia de lo intraducible; sin
ella, se trataría simplemente de una trasposición espontánea, una sustitución no
problemática, un tranquilo desarrollo del círculo hermenéutico de la connivencia
lingüística y cultural”. Por lo que puedo concluir en que lo “intraducible” más
bien permite que la esencia de un texto traducido permanezca; personalmente
pienso que sí existe un punto en el que algo deja de ser traducible, y sin
embargo, traducible a la vez. Lo intraducible en cualquier área o contexto
lingüístico es referido al ámbito cultural; muchas de estás cuestiones culturales,
pueden ser traducidas, adaptadas o incluso hacer préstamos, pero en el caso de
la adaptación ya se fue mucho del contexto que define esa palabra o expresión.
Por ejemplo: podemos traducir del inglés al español la frase “it´s raining cats
and dongs” como “está lloviendo a cántaros” y podemos entenderla, sabemos
qué significa, pero la cuestión cultural que expresa se quedó en el camino, es
algo que como traductores no podemos evitar; por otro lado, si hacemos un
préstamo de la lengua base a la lengua meta, ya estamos haciendo un uso de la
cultural base para expresarlo en la cultura meta, por tanto se vuelve utilizable
dentro de esta última y manteniendo este contexto cultural, aunque puede que
lo pierda a través de su uso constante que incluso después de un tiempo el
contexto cultural se pierda también. Como explica François, el hecho de que la
lengua fuera totalmente traducible sería probablemente la posibilidad que la
traducción se vuelva superflua y nos direccionaría de nuevo a la idea de una
lengua única y perfecta.

Pero entonces entra otra cuestión que vuelve a ocasionar muchas disputas, la
fidelidad de un texto. Porque cómo podemos afirmar que se está siendo fiel al
autor si no se está diciendo exactamente lo que expuso, se puede verificar
entonces traduciendo palabra por palabra, pero entonces perdería todo el
sentido porque las lenguas no son iguales entre sí y por tanto traducir palabra por
palabra cambiaría el sentido de toda una oración, sin tomar en cuenta que
también las reglas ortográfica, sintácticas y demás son muy diferentes.
Finalmente, en conclusión a todos los puntos expuestos anteriormente, se puede
entender que no hay una forma perfecta y específica de hacer una traducción; si
bien es cierto que se necesitan de muchos puntos a considerar, de consejos por
parte de los estudioso para hacer esta tarea más sencilla y de la mejor forma,
situaciones de ética y moral, a fin de cuentas cada traductor comprende su tarea
de forma distinta, ninguna traducción va a ser igual, y por tanto, se le puede
atribuir cierta libertad en el desarrollo de su propio trabajo.

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