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Es posible distinguir las actividades destinadas al mantenimiento de la seguridad de los

establecimientos penitenciarios. En relación a estas labores hay que diferenciar, de un lado, las
vinculadas a la seguridad exterior que se encomienda a los integrantes de las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad y, de otro, las destinadas al mantenimiento de la seguridad interior, que
se atribuye a funcionarios de instituciones penitenciarias que, de manera específica, llevan a
cabo tareas de vigilancia y seguridad.

Pues bien, estos últimos tienen la obligación de proteger la vida e integridad del personal que
presta servicios en el establecimiento penitenciario, de los propios reclusos, y de terceras
personas. Es decir, estos sujetos son garantes de la seguridad interna del establecimiento
penitenciario. No obstante, hay que tener en cuenta la necesidad de proteger la seguridad y
salud de estos funcionarios de forma que se preserve la seguridad del establecimiento
penitenciario y, a su vez, la de estos sujetos. De hecho, la propia normativa penitenciaria
contempla la posibilidad de que recurran a medios de defensa en situaciones de peligro, con el
fin de hacer frente a posibles agresiones por parte de los reclusos, y, a su vez, para impedir que
causen lesiones a otros internos, a terceros o ellos mismos.

En este sentido, hay que tener en cuenta que estos funcionarios no pueden dejar de actuar
por tener que enfrentarse a este tipo de situaciones. Por el contrario, para poder cumplir su
función asumen un cierto riesgo que, a su vez, va a variar dependiendo del tipo de
establecimiento en el que presten servicios, en los términos señalados. Por tanto, en
situaciones peligrosas se van a ver obligados a actuar, sin que puedan negarse a ello para
preservar su seguridad y salud.

De todos modos, habría que especificar, ya que en situaciones de grave riesgo sí sería posible
que paralizaran su actividad. En concreto, cuando se produzcan graves alteraciones del orden
con peligro inminente para las personas o para las instalaciones; de forma que serán las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad las que se ocuparán de la seguridad en el interior del
establecimiento penitenciario.

En ese caso, los funcionarios de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que tengan atribuida esta
función, se verán obligados a actuar. De hecho, con independencia de que presten servicios en
el establecimiento penitenciario, se van a regir por la normativa específica de las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad, y no van a ver limitado el uso de los medios coercitivo, lo que les
permitirá usar armas de fuego. Así, aunque desarrollen su labor en el interior del
establecimiento no están sometidos a los principios de actuación de los funcionarios de
vigilancia de penitenciario. De este modo, hay que recordar lo señalado en relación a la
realización por estos sujetos de actividades con particularidades, y a la imposibilidad de aplicar
la normativa común prevista en la LPRL en los casos en los que si así se hiciese se vería
menoscabada la función que tienen encomendada. Por tanto, en estos supuestos será preciso
aplicar la normativa específica prevista en materia de prevención de riesgos laborales para
estos sujetos. De todas formas, en relación a los funcionarios de vigilancia penitenciaria a los
que se les encomiendan labores de vigilancia y seguridad, por lo que aquí interesa, a efectos de
una posible adaptación de la normativa prevista en la LPRL, habría que tener en cuenta las
actividades que llevan a cabo en los términos señalados, ya que, aunque puedan paralizar su
labor cuando se produzcan esas graves alteraciones, esto no significa que no se vean
obligados a soportar un riesgo por las tareas que desempeñan en las que necesariamente
deben estar en contacto con los reclusos, en muchos casos extremadamente peligrosos,
como ocurre en los establecimientos de régimen cerrado, y que ellos mismos asumen cuando
aceptan la realización de sus tareas. En este sentido, podría considerarse que se trata de una
actividad con singularidades desde el punto de vista preventivo que podría justificar una
regulación especial.

Manual de prevención de riesgos laborales en las


Administraciones Públicas
INAP
Dirección Santiago González Ortega

Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social

Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

Carmen Carrero Domínguez

Profesora Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social

Autores
Susana Barcelón Cobedo

Profesora Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social Universidad Carlos III de
Madrid

Carmen Carrero Domínguez

Santiago González Ortega

Virtudes Iglesias Martínez

Titulada Superior del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo Jefa del Servicio
de Prevención del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas Profesora Asociada de
la Universidad Carlos III de Madrid

Ana Moreno Márquez

Profesora Contratada Doctora Universidad Carlos III de Madrid

Marta Navas-Parejo Alonso

Profesora Ayudante Doctor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social Universidad


Carlos III de Madrid

Joaquín Quirós Priego

Ingeniero Técnico Industrial


Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales Consejo Superior de Investigaciones
Científicas

Coordinador del Servicio de Prevención del CSIC en Sevilla

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